Respaldo de material de tanatología

VICTIMOLOGÍA INFANTIL. PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO

VICTIMOLOGÁ INFANTIL. PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
por

DAVID FINKELHOR

Este texto se corresponde con el capítulo 9 del libro coordinado por José Sanmartín, “Violencia contra niños”, Barcelona: Ariel, 2005, pp. 203-223.]
. Introducción pese al relativo abandono y, en ocasiones, menosprecio en que se encuentra el estudio sobre la victimización infantil, una de sus formas no ha sido ni mucho menos desatendida o minimizada: el abuso sexual. Por el contrario, este tema ha adquirido durante la última década en Estados Unidos el rango de problema social gracias, sobre todo, al incremento del nivel de concienciación de la sociedad. Por su notoriedad, el abuso sexual ha sido el vehículo que nos ha permitido adentrarnos en este ámbito para, así, entender mejor muchos aspectos relativos a la victimización infantil y también sobre las políticas de apoyo a las víctimas infantiles, así como las limitaciones de las mismas. De hecho, al final de esta década, en la que se ha profundizado en el estudio del abuso sexual infantil, hemos alcanzado una mejor visión del conjunto. Sin embargo, nuestro conocimiento es todavía escaso y defectuoso tanto en la teoría como en la práctica. Por ello, quizás necesitemos dar un paso atrás para reconsiderar algunas cuestiones relativas a este problema.
. Origen de la concienciación social en torno al abuso sexual para entender los antecedentes de esta concienciación necesitamos revisar los orígenes de nuestro conocimiento sobre el problema del abuso sexual infantil. Esta cuestión nació en medio de un conflicto político y cultural. No fue, como sucedió con otros muchos aspectos referidos al bienestar del niño o a la salud mental infantil -por  ejemplo, el conocimientos sobre el abuso físico o el síndrome de alcoholismo fetal-, algo que surgiera a partir del trabajo de los investigadores médicos y de profesionales reconocidos, sino que comenzó a manifestarse gracias al movimiento de mujeres, su toma de conciencia y su apoyo a las víctimas de violación. Los primeros pasos en este campo se dieron a raíz del trabajo de aficionados y escritores, pero, cuando llegó a la salud pública y al campo de la salud mental, encontró un fuerte escepticismo y resistencia. Muchos, entonces, dudaron de que fuera un problema acuciante, o lo vieron como algo freudiano que carecía de importancia real. En mi opinión, el hecho de que el problema del abuso sexual superara esta resistencia inicial y llegara a ser aceptado por la comunidad científica constituye una de las primeras revoluciones populares que han tenido éxito en el campo de la salud mental. A diferencia del modo como los nuevos tópicos se desarrollan en esta área, fueron los pacientes o los potenciales usuarios del sistema de salud mental quienes presionaron para que el abuso sexual fuera reconocido dentro de la profesión. Así, se puso de manifiesto una nueva relación histórica entre los profesionales de la salud mental y la comunidad de legos.

3. El paradigma convencional de la investigación del abuso sexual

Así, gran parte de la investigación sobre el abuso sexual infantil se centró en vencer el escepticismo que este tema suscitaba. La tendencia de muchas de las primeras investigaciones fue la de demostrar que el abuso sexual era, en efecto, un trauma en el desarrollo del individuo. En esta investigación, el argumento más convincente era la existencia de correlaciones estadísticas significativas entre una experiencia de abuso sexual y toda la panoplia de problemas psiquiátricos y sociales que la opinión pública -y, particularmente, los principales investigadores de la salud mental- consideraban verdaderamente serios, tales como la depresión, el abuso de sustancias, los trastornos disociativos, el trastorno de estrés postraumático, los embarazos en la adolescencia, trastornos en la alimentación, etc.
Estas correlaciones, claras y significativas, se establecieron con gran facilidad. Algunos de estos sorprendentes hallazgos se pueden ilustrar gracias al primer estudio epidemiológico comunitario (Los Ángeles,  Epidemiological Catchment Area Study,  Stein, 1998, p. 263). A esta investigación le siguieron innumerables estudios de similares características sobre poblaciones clínicas y no clínicas.

Si nos detenemos a revisar esta documentación, e incluso si leemos mensualmente uno de estos estudios durante diez años, es fácil quedarse con la impresión de que el abuso sexual debería explicar prácticamente todo. Sabemos que, generalmente, se asocia con todo lo malo como si fuera el gran responsable.

No obstante, de esta idea a concebir un único tipo de tratamiento para todos los casos tan sólo hay un paso: «Alguien parece tener problemas crónicos en su vida. Hay que encontrar sus experiencias de abuso sexual, adentrarse en ellas, trabajadas. A lo mejor su problema se esclarecerá.» Ã?sta parece una idea simplista, pero no está lejos de la orientación que algunos profesionales de Estados Unidos han adoptado, consciente o inconscientemente. Y funciona lo bastante  bien como para aliviar a los pacientes, ya que nada refuerza tanto como el éxito, aunque éste sea intermitente.

Hay otro factor que puede ayudar a esclarecer el aumento de la importancia de la teoría del abuso sexual: la resurrección del modelo de los sucesos traumáticos en psicopatología. Hasta hace diez años, los estudiosos de la salud mental consideraban a la psicopatología principalmente en términos de distorsiones a largo plazo del proceso de socialización, producidas por hechos tales como ser rechazado por la madre, recibir mensajes contradictorios («sé fuerte», «no me provoques»), o ser el niño que adopta el rol de padre de familia (parentified child). El modelo de los sucesos traumáticos ha sido en gran parte secundario respecto de la corriente principal de la salud mental. Aun así, la identificación del trastorno de estrés postraumático y su aceptación en la nosología psiquiátrica oficial ha dado un nuevo y considerable énfasis a los acontecimientos traumáticos -el shock de la guerra, el trauma de la violación y los efectos de los desastres naturales-. Este cambio puede haber tenido sus raíces en la búsqueda de causas que fueran relativamente susceptibles de un tratamiento rápido y directo. El abuso sexual, al ser conceptualizado como un acontecimiento traumático, más incluso que el abuso físico o el abandono, consiguió una gran, atención porque encajó en este modelo.

El abuso sexual, que en la generación anterior no había sido tenido en cuenta en el ámbito de la salud mental, ha pasado a ser hoy el foco de muchas investigaciones y planteamientos clínicos referidos a lasfuentes de la psicopatología. 

Ahora estamos avanzando. Así pues, ¿qué ha cambiado?

4. El abuso sexual y sus antecedentes adversos

Normalmente, el abuso sexual no es fruto de la casualidad. Con mucha frecuencia se da en niños que han sufrido otras adversidades: maltrato emocional, otros tipos de abuso, una relación con los padres inadecuada; la existencia de conflictos y privaciones, sexismo, etc. Esto sucede por varias razones. Por un lado, la existencia de agresores en el entorno familiar o social, asociada a otros problemas, como el abuso de alcohol, los conflictos interpersonales, los maltratos a la esposa, los problemas psiquiátricos y el estrés social (Finkelhor, 1979, p. 162). Estas patologías sociales y familiares a menudo facilitan la aparición de los agresores o los impulsan a actuar. En segundo lugar, los niños que han sido víctimas de abuso sexual son, por lo general, niños que han sufrido privaciones -sus padres los han ignorado, han abusado física o emocionalmente de ellos o de otros niños o miembros de la familia- o se han visto inmersos en un conflicto familiar (Finkelhor,  1979, p. 162). Actualmente, muchos estudios han demostrado que los padres que abusan de sus hijos suelen ingerir sustancias tóxicas, padecen problemas psiquiátricos, tienen peleas maritales, o son padres muy punitivos y distantes. Por sí solas, estas condiciones originan daños psicológicos, pero también ponen al niño en situación de riesgo porque son escasamente atendidos a la vez que están condicionados a aceptar la violencia y la victimización, y se vuelven vulnerables a las estrategias de los agresores -quienes les ofrecen atención y afecto a cambio de sexo-. De este modo, muchos niños que han sufrido abuso sexual han sido psicológicamente dañados antes incluso de que éste se produzca. En un estudio en el que entrevistamos dos veces a lo largo de un período de 18 meses a una muestra representativa compuesta por 2.000 niños estadounidenses entre 10 y 16 años, pudimos comprobar que el 45 por ciento de los que manifestaban haber sido objeto de abusos sexuales por primera vez entre la primera y la segunda entrevista ya estaban deprimidos con anterioridad. También observamos que únicamente el 16 por ciento del resto de niños se habían deprimido, lo que significa que el estar deprimido conlleva un riesgo cuatro veces mayor de ser víctima de abuso sexual. Este hecho da idea de cómo un problema psicológico puede predeterminar el abuso sexual y de cuánto de lo que inicialmente se atribuye al abuso puede ser, en realidad, resultado de alguna conducta o hecho que se produzca con anterioridad al mismo.

La consecuencia inmediata es que, cuando preguntamos a un adulto si sufrió abuso durante su infancia y la respuesta es «sí», podemos asociar este hecho a un conjunto de factores negativos que se produjeron durante su niñez y que rodearon al abuso sexual. De la misma forma, cuando determinados problemas que se producen en la edad adulta se asocian al hecho de haber sufrido abuso sexual, no debemos tener únicamente en cuenta ese abuso, sino todos aquellos factores que con frecuencia lo acompañan y que pueden incluir otras formas de maltrato, negligencia o privaciones.

Por lo tanto, el trauma del abuso sexual está asociado a otras fuentes de dolor. Tanto es así que, con frecuencia, los que han sufrido abuso sexual hablan también de una madre que no les escuchaba, de un padre punitivo y violento o de un ambiente social cerrado. Y en efecto, cuando los investigadores tratan de controlar estos factores descubren cómo las correlaciones estadísticas entre el abuso sexual infantil y los problemas durante la edad adulta dejan de ser significativas, y, en algunos casos, desaparecen totalmente. Esta idea quedó ilustrada magistralmente en el estudio neozelandés Dudenin, realizado a 2.250 mujeres, en el que, al controlar los antecedentes como el maltrato físico, los cambios frecuentes de domicilio familiar y la separación o los problemas psiquiátricos de los padres, se observó cómo el riesgo de sufrir efectos a largo plazo (problemas de tipo sexual, divorcios, etcétera) disminuía considerablemente y el riesgo de ser madre soltera no era significativo.

El citado estudio estaba interesado en comprobar cómo interactúan el abuso sexual y estos otros problemas. A través de esta investigación se pudo observar que el abuso sexual sólo afectaba a las mujeres si éstas habían tenido antecedentes adversos, como haber sufrido abandono, haber tenido unos padres excesivamente rígidos o haber vivido el divorcio de sus progenitores, así como en el caso de aquellas mujeres que habían sufrido abuso sexual grave con penetración. Entonces, cualquier tipo de abuso sexual parecía predecir dificultades en la edad adulta.

Esto indica que no debemos atribuir todos estos efectos negativos a la experiencia del abuso sexual.

5. La cascada de efectos negativos del abuso sexual

Es interesante comprobar que el abuso sexual no tiene unos efectos negativos inmediatos sobre los niños, como sucede, por ejemplo, con la polio, enfermedad propia de la infancia que causa lesiones físicas que perduran durante el resto de la vida. Es cierto que en el caso del abuso pueden quedar unas cicatrices psicológicas indelebles, pero, si el niño no volviera a padecerlo, probablemente se cerraría esa herida. Lo que parece cierto es que, como en una maldición, aquellas personas que han padecido abusos sexuales sufren unas vejaciones traumáticas adicionales en una proporción tan alarmante, que acaban arrastrando el trauma original y a veces hasta añaden secuelas de índole psicológica. Y esto sucede durante toda la vida.

Así, por ejemplo, las personas que han sufrido abuso sexual son más proclives a tener embarazos no deseados, a contraer enfermedades venéreas, a que su pareja abuse de ellos, a sufrir un descenso en su situación económica y, en general, a padecer agresiones sexuales o físicas durante el resto de su vida (Browning, 1995, p. 833).

No obstante, cuando te encuentras con alguien que abusa del alcohol o las drogas y tiene síntomas de ansiedad o depresión y, más tarde, descubres que durante su infancia fue objeto de abuso sexual, no tienes por qué pensar inmediatamente que todos esos problemas son fruto de aquella experiencia. Los antecedentes de su situación podrían ser mucho más inmediatos y estar, por ejemplo, en un matrimonio deteriorado o en el hecho de haber sido recientemente víctima de algún delito, hechos que sí pueden estar relacionados con el abuso sexual padecido durante la infancia, ya que hacen a la persona más vulnerable a sufrir otras adversidades. Sin embargo, de no producirse estas adversidades, la víctima llevaría una vida normal.

Cuando los estudios consideran estos últimos sucesos ocurridos en la vida del individuo, las correlaciones estadísticas entre abuso y problemas  en la vida de adulto no aparecen o decrecen sustancialmente. Por ello, estos sucesos han sido denominados mediadores, porque median entre el abuso sexual y la psicopatología posterior del individuo.

6. La realidad de la recuperación

La realidad de la recuperación es otro aspecto complejo del impacto a largo plazo del abuso sexual, ya que gran parte de las investigaciones presentan sus efectos como un catecismo cuando asocian el abuso sexual a desórdenes disociativos, ansiedad, depresión, abuso de sustancias, trastornos en la alimentación, disfunción sexual y trastornos de estrés postraumático, con lo que sufrir efectos a largo plazo -consecuencia del abuso sexual- parece algo inevitable. Pero lo cierto es que se trata de probabilidades estadísticas y no de efectos inevitables y, en este caso, las probabilidades estadísticas no son tan abrumadoras. Ã?ste es otro caso en el que podríamos decir que la botella está medio llena o medio vacía.

No obstante, debemos tener en cuenta que los que han padecido abuso sexual tienen un riesgo tres veces mayor de sufrir depresión, aunque el 85 por ciento de ellos no se encuentren normalmente deprimidos (Stein, 1998, p. 263), un riesgo 14 veces mayor de desarrollar alguna fobia, aunque el 93 por ciento no manifiesten de hecho ninguna fobia, y casi nunca nadie dice que el 77 por ciento de los que han sufrido abuso sexual no tienen diagnóstico psiquiátrico.

Existen casos de personas que se desenvuelven con normalidad a pesar de haber sufrido abuso sexual.
Sabemos que esto es posible. Por ello, deberíamos adoptar una perspectiva más conforme a esta realidad que nos permita animar a los supervivientes. Para ello, hemos de recordar que todos somos vulnerables a la «falacia clínica» a la que antes hacíamos referencia y que nuestro punto de vista está sesgado por nuestra experiencia profesional, que nos lleva a prestar mayor atención a los que no consiguen mejorar que a los que lo hacen y se recuperan.

Como ejemplo de esto se me ocurre una historia que transcurrió en la famosa ciudad de los cuentos judíos de Chelm. Los ciudadanos de esta población tenían fama de bobalicones. Un día, un chelmita vio a un viejo amigo en la calle: «Hola, Max, ¿cómo estás?», le preguntó, y luego, mirándole a la cara, le dijo: «jOh Max!, ¿qué te ha pasado? Parece que has envejecido veinte años; se te ha caído el pelo, has perdido quince kilos, la espalda se te ha curvado, caminas con bastón… ¿qué ha pasado?» El hombre, entonces, le respondió: «Disculpe, señor, pero yo no soy Max», y el chelmita, aturdido, le espetó: «¡Dios mío!, si hasta te has cambiado el nombre.»
Al respecto, cabría señalar que, una vez tenemos una concepción pesimista sobre algo, solemos resistirnos a aceptar cualquier información que contradiga esa idea.

7. Factores que facilitan la recuperación

Además de evaluar un conjunto de datos sobre los problemas que acarrea el abuso sexual y su diagnóstico, nuestra investigación también quiere ser un análisis de los aspectos que pueden ayudar a la recuperación, especialmente de aquellos elementos sobre los que podamos centrar nuestra intervención.
Una vez más, algunas de las mejores ideas al respecto provienen del estudio neozelandés Dunedin, donde se analizan una lista de sucesos vitales que pueden incidir en la recuperación de aquellas personas que han sido objeto de abuso sexual, amortiguando o aumentando sus efectos. Los resultados no fueron particularmente sorprendentes, pero resaltan algunos aspectos de los efectos a largo plazo que otras investigaciones obvian.

De este modo, por ejemplo, si una mujer que había sufrido abusos sexuales decía que su etapa en el instituto fue positiva, el riesgo de padecer problemas psiquiátricos en la edad adulta se reducía en, al menos, el 60 por ciento. En general, aquellas mujeres que afirmaban haber disfrutado de la vida escolar lo hacían porque se habían sentido competentes en alguna de estas tres áreas: la académica, la social o la deportiva. Este descubrimiento puede resultar potencialmente muy útil, ya que de él podemos extraer una conclusión: deberíamos comprometernos a mejorar las experiencias escolares de aquellos niños que han sido víctimas de abuso sexual.

Otra experiencia que puede amortiguar los efectos del abuso sexual es la de tener una buena relación con el padre. Aunque la mayoría de los casos de abuso sexual no son del tipo incestuoso padre-hija, sí son cometidos por hombres. Por ello, resulta obvio pensar que una buena relación con el padre puede ayudar mucho a la rehabilitación del adolescente. Por otro lado, tener una relación positiva con otros adolescentes tiene un efecto similar sobre la autoestima de la víctima, pero no sobre los trastornos detipo psiquiátrico.

El estudio también puso de relieve cómo ciertas  experiencias en la vida adulta ayudan a la recuperación. Por ejemplo, en el caso de aquellas víctimas de abuso sexual que han tenido un confidente habitual, el riesgo de sufrir trastornos psiquiátricos se reduce de un 90 a un 17 por ciento.
Asimismo, un matrimonio en el que la mujer se sienta segura o un trabajo bien remunerado es también un factor positivo para la recuperación. En conclusión, podríamos decir que existen sucesos que se producen en la vida adulta de las víctimas que facilitan su recuperación.

8. El tratamiento que realmente necesitan los niños

Del mismo modo, una actitud pesimista puede alejarnos de la consecución de nuestro objetivo; es decir, de impartir y determinar el tratamiento que realmente necesitan los niños víctimas de abuso sexual.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes e interesantes de las últimas investigaciones en torno a los programas de tratamiento es el de que muchos de los niños que han sufrido abuso sexual no presentan ninguna sintomatología (Finkelhor, 1995). En algunos casos, este índice puede elevarse hasta el 40 por ciento de los niños víctimas de abuso sexual. Hasta la fecha no sabemos a qué se debe este hecho. No obstante, entre las posibilidades que se barajan podríamos señalar que el impacto del abuso sobre estos niños se retrasa en el tiempo o se manifiesta de modo muy sutil. Así, puede ser que los síntomas de ese abuso no aparezcan hasta pasado un tiempo, o que estos niños hayan superado bastante bien la experiencia. Sin embargo, nuestra falta de objetividad y prejuicios nos impiden aceptar este hecho sin más.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los niños víctimas de abuso sexual son algo anómalos en el campo de la salud mental. Estos niños no reciben tratamiento por los mismos motivos que el resto de niños, es decir, a causa de unos síntomas determinados -por ejemplo, los conocidos como «síntomas del ajo» o mal comportamiento (molesto para otras personas), o los «síntomas de la cebolla», fobias y depresiones, que resultan molestas para uno mismo-. Pero los niños que han sufrido abuso sexual no acuden a la terapia porque se sientan o comporten mal, sino, simplemente, porque les ha ocurrido algo.
Con mucha frecuencia, los padres y, en general, los responsables de estos niños les llevan a la terapia porque están preocupados por los efectos que sobre estos niños puede tener el abuso sexual y quieren tranquilizarse, y no porque tengan evidencias de que ese abuso, efectivamente, haya traumatizado al niño.

Todavía no sabemos qué hacer con estos niños que no presentan síntomas, ya que sabemos lo suficiente sobre el abuso sexual como para estar preocupados y no pensar que, simplemente, todo va bien. Puede que ellos nieguen su problema, pero de este hecho no debemos deducir que lo hagan porque no tengan secuelas. Tampoco debemos pensar que hay algo malo en ellos. Quizás simplemente necesiten unas palabras de apoyo y algunas estrategias que permitan identificar cuándo necesitan este apoyo y cómo recurrir a él.

9. Implicaciones para las futuras investigaciones

Lo anteriormente expuesto tiene unas implicaciones tanto para los investigadores como para los profesionales clínicos. En cuanto a los investigadores, éstas serían mis recomendaciones:

1. Debemos dejar de hacer lo que podríamos denominar estudios de un solo factor, esto es, estudios que solamente comprueban si alguna población clínica o problemática tiene un número inusualmente alto de experiencias de abuso sexual. A priori, y en este caso, casi podría garantizar que lo tienen.

2. Deberíamos obtener una información más exhaustiva acerca de otras experiencias negativas que se hayan producido en la infancia, la adolescencia o en la edad adulta de las víctimas. Se trata de intentar descubrir si hubo -o hay- otras formas de abuso y negligencia, si las habilidades paternas para resolver conflictos eran las adecuadas, o si se produjeron otro tipo de conflictos, malos tratos o victimización.
Deberíamos, incluso, ser capaces de realizar una evaluación retrospectiva para obtener información sobre el momento en el que estos problemas se produjeron para poder relacionados con el abuso sexual.

3. Deberíamos también cuantificar pormenorizadamente el número de los que han padecido abuso sexual que se están recuperando positivamente y cuántos lo hacen de un modo deficiente. Sobre este tema, tenemos que estar seguros de que nuestros  informes contemplen un número suficiente de supervivientes de abuso sexual que no tienen problemas clínicamente significativos.

4. Finalmente, como aspecto más importante, deberíamos formular y comprobar las hipótesis relativas a cómo el abuso sexual deteriora al individuo, e interfiere y genera problemas sociales y trastornos mentales durante las etapas posteriores de la vida. Para ello es imprescindible buscar los mecanismos mediadores, las experiencias vitales que le afectan, así como los cambios afectivos y cognitivos que se producen en los supervivientes si queremos intervenir sobre ellos decisivamente.

10. Los mediadores del impacto del abuso sexual

Existen dos modelos teóricos que intentan explicar el trauma producido por el abuso sexual. Uno de ellos ha tratado de argumentar que existe un núcleo de procesos traumáticos que explican la mayoría de los efectos a largo plazo. De este modo, Chris Bagley ha indicado que el abuso sexual deteriora la autoestima y que la baja autoestima es la que suscita un bajo rendimiento escolar y un escaso éxito en el trabajo. Además, hace a los supervivientes vulnerables a la manipulación y a la agresión sexual, y provoca que éstos se contenten con esposos de «menor calidad», etc. (Bagley, 1986, p. 259).

Por su parte, Polusiny y Follete argumentan que el deterioro principal que provoca el abuso sexual es la tendencia a evitar todo aquello que resulta doloroso, que es lo que subyace en las conductas disociativas, el abuso de sustancias, las actividades sexuales compulsivas, los trastornos en la alimentación y la tendencia a autolesionarse. Para Alexander, el daño principal se produce en el área de la afectividad, y para Andrews, en el área de la vergüenza. Ã?sta es, en definitiva, una de las líneas teóricas.

El otro enfoque -que yo comparto- cree que el abuso sexual da lugar a una amplia variedad de efectos no específicos, que suelen variar mucho de un caso a otro (Kendall y Tackett, 1993, p. 41). Estos efectos negativos incluyen el desarrollo sexual precoz, los complejos, la vergüenza, la decepción y falta de confianza en los demás, la baja autoestima, el estrés postraumático, un estilo disociativo, etc. Por ejemplo, en el modelo que yo propongo, en el que intervienen cuatro fuerzas traumagénicas (generadoras de traumas) (Finkelhor, 1985, p. 93), entiendo por «fuerzas» un conjunto de efectos que, a modo de perchas en un armario, nos permiten organizar esos traumas, algunos de los cuales he catalogado. Es un acercamiento de «mecanismos múltiples».

Esta investigación se enfrenta directamente al otro enfoque, que da mayor importancia al trauma central. Nosotros, en cambio, no examinamos los efectos del abuso sexual como un conjunto cerrado, sino que los consideramos como un grupo más amplio de efectos de diversa índole. Por ello, prestamos la misma consideración a las víctimas de abuso sexual y a aquellas que han padecido otro tipo de maltrato grave durante su infancia.
Por otro lado, este enfoque carece de una investigación teórica amplia, y, por el momento, tampoco disponemos de suficientes estudios sistemáticos sobre los sutiles daños intrapsíquicos. Hasta la fecha, hemos buscado principalmente lesiones, deterioros y síntomas de carácter muy grave. A este nivel, muchas veces los traumas parecen ser similares, y por ello es muy difícil diferenciar entre sus distintos tipos, pero ésta es la dirección que debemos tomar en nuestras investigaciones; es decir, debemos esclarecer dónde se encuentran los daños específicos del abuso sexual (llegando al origen mismo de esos síntomas y de la conducta problemática que provocan) y mostrar que esos daños psicológicos realmente existen entre los supervivientes que manifiestan estos problemas.

Un ejemplo de alguien que ha trabajado en esta dirección y que ha obtenido resultados interesantes es David Lisak, de la Universidad de Massachusetts, quien ha reunido la información de las diferentes teorías en torno a la socialización masculina que se maneja en la actualidad, así como los descubrimientos sobre la transmisión intergeneracional del abuso, teniendo en cuenta que son los hombres y no las mujeres los que normalmente cometen abuso sexual.

Al respecto, Lisak señala que, cuando se abusa sexualmente de un niño, se están frustrando muchas de las expectativas que se tienen en torno al rol que desempeña el sexo masculino en nuestra sociedad.
Así, se supone que los varones no son víctimas, y que no piden ayuda y no hablan de su dolor, por lo que el niño que ha sufrido abuso se enfrenta a un dilema. Algunos lo resuelven aceptando la socialización convencional y muestran un estilo de comportamiento esquivo: niegan el dolor, no hablan de él e intensifican su esfuerzo para acoplarse al modelo masculino que conocen, especialmente ante la posibilidad de ser tachados de desviados a causa del abuso que han padecido. Otros chicos, sin embargo, tratan este conflicto de forma diferente y cuestionan o  redefinen el rol masculino. En definitiva, el sentimiento de ser diferente les empuja a redefinirse en relación con las normas que impone la asunción de ese rol masculino y, al hacerla, experimentan dolor, procesan la experiencia y, algunas veces, buscan ayuda.

Lisak también indicó que aquellos hombres que fracasan a la hora de superar el conflicto sobre el rol masculino serán los que mayor probabilidad tengan de convertirse en perpetradores del abuso sexual, en parte a causa de su adhesión a estas normas que le dificultan la recuperación y el empatizar con las víctimas.

De este modo, en un estudio sobre estudiantes universitarios varones se detectó que las víctimas que más tarde se convertían en perpetradores de abuso sexual eran aquellos que alcanzaban puntuaciones más altas en la llamada Escala de Estrés del Rol de Género, que mide la ansiedad que les genera a los hombres su propia expresión de los sentimientos, la inadecuación física,  estar subordinado a las mujeres o fracasar en su vida. En otras palabras, los varones que tenían puntuaciones más altas en la mencionada escala eran aquellos que estaban más preocupados ante el hecho de no alcanzar los patrones masculinos convencionales. Resulta interesante constatar cómo los hombres que habían sido víctimas de abuso sexual y que después no se habían convertido en perpetradores del mismo obtenían en esta escala unos resultados más bajos incluso que aquellos que no habían padecido abuso sexual. En este caso, el abuso les había forzado a no responder a las expectativas masculinas que el proceso de socialización les imponía y a aprender a tolerar esa desviación del rol masculino a través de normas alternativas.

Esta teoría tiene un gran valor porque nos da una pista sobre cómo se podría facilitar la recuperación de las víctimas de abuso y cómo prevenir que otros se conviertan en abusadores. Ã?ste es un ejemplo de cómo se pueden plantear e incluso medir los mecanismos psicológicos que actúan como mediadores.

11. Implicaciones para los profesionales

Las implicaciones para los profesionales de la práctica clínica relacionada con el tratamiento del abuso sexual se podrían cifrar en dos:
1. La estrategia utilizada con los adultos puede resultar muy gratificante para el terapeuta y el paciente.
En el caso del terapeuta, porque el descubrimiento del abuso «te hace sentirte muy listo» y, en el caso de los pacientes, porque se sienten liberados y son capaces de hablar de aquella experiencia, recordarla o incluso apoyarse en ella para explicar sus actuales problemas.

No obstante, debemos tener en cuenta que este enfoque puede no funcionar por igual con todas las personas. Además, no debe convertirse en el sustituto de una terapia más compleja, ya que, en algunos casos, podría ser contraproducente.

Para comprender la complejidad del impacto del abuso sexual, los profesionales deberían ampliar su foco de atención para analizar todos los aspectos de la vida del sujeto que les sea posible y no sólo la experiencia de abuso sexual. Esto les permitirá comprender el contexto y otros daños que puedan haberse producido.

2. En segundo lugar, los profesionales deberían dirigir su atención al mayor número de áreas posibles, además del abuso sexual, ya que éste puede no ser la llave que abra todo lo demás. No se debería descartar a priori a los pacientes que niegan que el abuso sexual sea la fuente principal de sus problemas porque podrían estar en lo cierto. Incluso en el caso de aquellos pacientes que son tratados únicamente a causa del abuso sexual, en ocasiones puede resultar beneficioso dirigir la atención a otros hechos. Hay un gran número de investigaciones que afirman que puede resultar más eficaz tratar el problema tal y como se presenta que profundizar en la historia del paciente.

Así pues, los terapeutas deben ser cautos. Recuperar los recuerdos del abuso sexual como aspecto central de la terapia es, probablemente, un error que cada vez más se considera una práctica terapéutica pobre.

12. El impacto del abuso sexual en el contexto histórico y social

De este modo, los terapeutas, los investigadores y la sociedad en general deben actuar con cautela.
Incluso yo mismo he de ser cauto. El hecho es que mucho de  lo que hemos aprendido como investigadores y como clínicos, e incluso mucho de lo que aquí he escrito, se está quedando obsoleto no como consecuencia del cambio en el conocimiento, sino a causa del cambio en el contexto social. Al respecto, cabe señalar que muchos de los supervivientes del abuso sexual que hemos estudiado y tratado durante los últimos quince  años -los sujetos de prácticamente la totalidad de nuestras investigaciones y experiencias clínicas- eran personas que, tras padecer el abuso sexual, crecieron en un contexto de secretismo e ignorancia sobre su problema. Este contexto ha sido un factor crucial a la hora de desentrañar cómo ese trauma ha influido en sus vidas: en cuanto a su apreciación, al hecho de sentirse diferentes, a la vergüenza de ocultar ese secreto, al aislamiento, etc. Todos esos factores se convierten en una fuente de dolor y sufrimiento adicional. 

Sin embargo, durante los últimos diez años, en Norteamérica -y cada vez más en el resto del mundo-, el abuso sexual se ha convertido en un problema de toda la sociedad. Al respecto, en un estudio reciente, dos tercios de los niños estadounidenses afirmaron haber recibido información sobre el abuso sexualcomo parte de su educación escolar; la mitad dijeron que sus padres les habían hablado de ello; el tema del abuso sexual había recibido gran atención por parte de los medios de comunicación y el número de denuncias, en consecuencia, se disparó.

De este modo, la actual generación de niños víctimas de abuso -los que han crecido durante los últimos diez años han vivido en un contexto social muy diferente. En su caso, es más probable que hayan oído hablar del abuso y que, en caso de padecerlo, éste sea descubierto, que consigan información que les ayude a entender lo sucedido y que conozcan a otros con su misma experiencia. Esto supone un enorme cambio en cuanto al contexto, que podría tener efectos en el impacto a largo plazo del abuso.

En un estudio reciente sobre el maltrato infantil, Mannarino y Cohen descubrieron que la sensación de ser creídos es uno de los mejores mecanismos para predecir si los niños víctimas de abuso sexual manifestarán un año después algún síntoma. Si los niños de la generación presente se sienten mucho más creídos y comprendidos que los de la generación pasada -y esto es más que probable-, entonces, el alcance general y la dinámica del impacto del abuso puede, de hecho, haber cambiado mucho.

El mencionado cambio muestra algún paralelismo con lo que ocurrió en el campo de los trastornos sexuales en la década de los sesenta. Después de que vieran la luz pública un gran número de investigaciones que aparecieron en toda clase de publicaciones y de que la sociedad cambiara su punto de vista al respecto, los terapeutas comenzaron a tratar muchos menos casos de disfunciones sexuales simples, como la eyaculación precoz o la anorgasmia -problemas muy extendidos y con un tratamiento inmediato-. La gente, entonces, se recuperaba de estos problemas por sí misma (o, al menos, sin recurrir a profesionales), con la ayuda del conocimiento que tenían al alcance de la mano. A partir de ese momento los terapeutas comenzaron a tratar desórdenes más complejos; es decir, problemas sexuales que hundían sus raíces en matrimonios disfuncionales o en un pasado repleto de abusos. Estos casos eran mucho más difíciles de tratar.

Podemos encontrar algún paralelismo entre los cambios que se han producido en el campo de los trastornos sexuales y del abuso sexual. Así, por ejemplo, como resultado de un nuevo contexto social más sensibilizado, tanto en la práctica clínica como en nuestra investigación, vemos menos casos de los considerados traumas simples de abuso sexual (supervivientes para los cuales la experiencia del abuso es la fuente principal del trauma). Este hecho puede ser la consecuencia de una recuperación más rápida o, simplemente, de una menor turbación en el clima cotidiano de aquellos en los que el abuso sexual no se vio complicado por una patología familiar grave. En estos casos, la mayor concienciación pública, la reducción de estigmas y la mayor habilidad que, en general, existe para pedir y recibir ayuda, puede ser la clave de que ello ocurra. Pero lamentablemente, al mismo tiempo nos encontramos con muchos casos de abuso sexual complejos que se entremezclan con otras patologías de la familia y, en estos casos, el cambio en el contexto social no tiene los efectos beneficiosos anteriormente descritos.

Estas predicciones que he avanzado aquí pueden parecer excesivamente esperanzadoras o positivas.
Los profesionales de la salud mental tienden a ser escépticos y a enmarcar sus opiniones en un halo de amargura, ya que, sin duda, desde las trincheras en que trabajamos las cosas pueden parecer sombrías y cada vez peores. Por desgracia, la magnitud de los problemas con los que trabajamos nos impide tener una visión general más amplia que nos permita encontrar algo de esperanza e inspiración.

Todos sabemos que el problema contra el que estamos luchando no empezó ayer o hace apenas un par de generaciones, sino que tiene una historia de cientos e incluso miles de años. Por lo que podemos apreciar, tenemos la percepción de que tiene un mecanismo de transmisión casi vírico, que parece reproducirse generación tras generación. No obstante, si tenemos en cuenta el hecho de que en una sola generación hemos sido capaces de avanzar mucho en la investigación y de que la sociedad haya aceptado la idea de que el maltrato infantil es evitable, estaremos ante un logro importante.

Otros de los aspectos a resaltar es que, al mismo tiempo, se han abierto centros de atención y apoyo al menor que han rescatado a millones de niños de la miseria del abuso sexual. Si pensamos en ello, este tema está sembrado de una esperanza que nunca antes nos habíamos atrevido ni siquiera a acariciar: la de que los niños crezcan libres de violencia y abusos. Les insto a creer en esa esperanza; para ello piensen en lo limitada que es nuestra visión sobre el tema; observen todos los avances que hemos sido capaces de realizar en este campo, y cuántos aliados -llenos de talento, comprometidos y preocupados- ha despertado la lucha contra el abuso sexual infantil.

13. Referencias bibliográficas

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Bagley, C. y Ramsay, R. (1986): «Dispruted childhood and vulnerability to sexual assault: Long-term sequelae with implications for counseling», Social Work and Human Sexuality, 4, pp. 33 -48.

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Cómo detectar el maltrato infantil

Cómo detectar el maltrato infantil
Los tipos de maltrato infantil incluyen el abuso físico, el sexual y el emocional. También el abandono físico o negligencia, el abandono emocional y la categoría de niños/as testigos de violencia. ¿Cómo detectarlo, antes de que sea tarde?
Autor: Sandra Neiman
En una sociedad en que la violencia se ha convertido en un problema social, es preciso tomar conciencia de la gravedad de dicho problema y de la necesidad de asumir nuestro rol como agentes de prevención y de cambio. 
Para ello, debemos contar con los elementos que nos permitan detectar si nuestros niños sufren algún tipo de maltrato infantil. Y además, deberíamos saber qué hacer en cada caso. 
A- Abuso físico, que causa daño físico o enfermedad, desde una leve contusión hasta una lesión mortal. Puede incluir hematomas, cortaduras, quemaduras, fracturas y lesiones internas. 
Los signos de abuso físico en un niño pueden ser los siguientes:
â?¢        Hematomas y contusiones inexplicables,
â?¢        un cierto número de cicatrice,
â?¢        marcas de quemaduras,
â?¢        fracturas inexplicables
â?¢        marcas de mordeduras de la medida de un adulto
El abuso físico de los niños existe en todos los grupos étnicos, religiosos, económicos y culturales. 
B- Abuso sexual, que abarca desde la exhibición sexual hasta la violación. De todas las formas de abuso, ésta es la más difícil de aceptar y reconocer.
Recientes investigaciones muestran que una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños serán sexualmente abusados antes de llegar a los 16 años. En más del 90% de los casos el abusador será masculino y en más del 80% de los casos será una persona conocida por el niño. 
Este tipo de abuso puede definirse como â??contactos o interacciones entre un menor y un adulto, en los que el menor está siendo usado para gratificar sexualmente al adultoâ?. El abuso sexual intrafamiliar ocurre cuando el abusador es parte de la familia (padre, padrastro, hermano mayor, tío, abuelo u otro familiar). 
El abuso sexual extrafamiliar generalmente es cometido por un adulto que el niño conoce, como un vecino, un profesor, un profesional, etc. Una forma particular de abuso sexual es el incesto. Acto sexual entre familiares de sangre tales como padre-hija, hermano-hermana, madre-hijo, etc. 
Hay un alto porcentaje de incesto padre-hija, que en general ocurre alrededor de la pubertad, pudiendo continuar durante largos años sin revelarse. Muchas veces, el incesto se revela cuando la hija se va  del hogar.
Los signos de abuso sexual en niños o adolescentes son:
â?¢        Llanto fácil, por motivos insignificantes,
â?¢        cambios bruscos en la conducta escolar,
â?¢        llegar temprano a la escuela y retirarse tarde,
â?¢        ausencia escolar,
â?¢        conducta agresiva, destructiva,
â?¢        depresión crónica, retraimiento,
â?¢        conocimiento sexual y conducta inapropiada para la edad,
â?¢        conducta sumisa en exceso,
â?¢        irritación, dolor o lesión en zona genital,
â?¢        temor al contacto físico.
Es preciso tener en cuenta los siguientes datos:
â?¢        La fuerza física está siempre sólo en bajo porcentaje en los episodios de abuso.
â?¢        La autoridad del adulto es causa del sometimiento del niño que se siente amenazado y sobornado para obedecer.
â?¢        Por miedo a las amenazas del abusador, el niño no cuenta nada de lo sucedido.
â?¢        Si desean contarlo, muchas veces callan por temor a que no les crean, por vergüenza o por temor al castigo.
Si se animan a contar sobre el abuso, es preciso creerles, ya que los niños no inventan este tipo de historias acerca de su propio abuso sexual.
La edad promedio de abuso infantil es alrededor de los once años, aunque es frecuente que niños de menos de tres años sean abusados.
C-    Abuso emocional, bajo la forma de insultos, críticas, burlas, amenazas, desprecio, descalificación, abandono y encierro. Es el tipo de abuso más difícil de identificar y probar. Pueden provocar graves daños psicológicos en un niño. Si escucha cotidianamente â??sos una porqueríaâ?, â??sos un inútilâ?, es probable que llegue a creerlo y actúe en consecuencia. 
Algunos signos de abuso emocional son:
â?¢        Extrema falta de confianza en sí mismo,
â?¢        necesidad exagerada de ganar o sobresalir,
â?¢        excesiva demanda de atención,
â?¢        Mucha agresividad o pasividad frente a otros niños.
Los padres pueden abusar emocionalmente de sus hijos sin saber que le están produciendo sufrimiento. Por ejemplo, es frecuente ver padres que, con buenas intenciones, presionan a sus hijos para sobresalir en distintos ámbitos (deportes, escuela, vida social), hasta el punto de ocasionarles un sufrimiento emocional crónico. 
Pero también pueden ejercer abuso emocional pasivo, no brindando el afecto, la contención y la valorización que todo niño necesita para su sano desarrollo.
D-    Abandono físico, que implica no atender las necesidades físicas del niño: alimentación, abrigo, higiene, cuidados médicos y vigilancia en situaciones riesgosas. 
E-    Abandono emocional, es decir, indiferencia y falta de respuesta a las necesidades afectivas del niño y a sus estados de ánimo. 
      F- Niños testigos de violencia: comprende a los niños que presencian violencia crónica entre sus padres y los trastornos que acarrea son muy similares a los que padecen las víctimas de abuso.

Violación: qué hacer si usted es violada

Violación: qué hacer si usted es violada

¿Qué es la violación?
Violación es cualquier forma de actividad sexual con la cual usted no está de acuerdo y esto abarca desde tocar hasta penetrar.

La violación es un crimen aun si usted conoce a la persona que la atacó: si la persona es su cónyuge, otro miembro de su familia, o un amigo o alguien con quien usted trabaja. Es un crimen aun si usted no se resistió.

Es un crimen aún si usted estaba tomando, usando drogas, si le dieron drogas a usted o si usted estaba inconsciente.

Cualquier persona puede ser violada: hombre, mujer, niño y gente anciana.
¿Qué debo hacer si he sido violada?
Si usted ha sido violada lo primero que debe hacer es llegar a un lugar seguro lejos de quien la atacó. Luego usted debe ir a la sala de emergencia de un hospital para que la evalúen. Usted puede llamar a la policía desde el hospital. No se bañe ni cambie de ropa antes de ir al hospital. Simplemente llegue allá lo más pronto posible.
¿Qué sucede en la sala de emergencia?
El médico en la sala de emergencia examinará su cuerpo para ver si hay lesiones y para recolectar evidencia. El atacante pudo haber dejado pedazos de evidencia tales como fibras de ropa, cabellos, saliva o semen que podrían ayudar a identificarlo. En muchos hospitales usan un equipo para violación (“rape kit”) que ayuda a recolectar la evidencia. Un equipo para violación es una caja estándar con pequeñas cajitas, láminas para ver bajo el microscopio y bolsas plásticas para recolectar y almacenar la evidencia. Las muestras de evidencia pueden usarse en corte.
Luego, el médico necesitará hacer una prueba de sangre. A las mujeres les harán una prueba de embarazo y a todas las víctimas de violación les harán pruebas para enfermedades que pueden adquirirse a través del sexo. También pueden mandarse cultivos de la cérvix al laboratorio para chequear la presencia de enfermedad. Los resultados de estas pruebas regresarán en varios días o en unas pocas semanas. Es importante para usted ver a su propio médico en una o dos semanas para revisar los resultados de estas pruebas. Si alguna de ellas es positiva necesitará hablar con su médico acerca de tratamiento.
¿Qué tipo de tratamiento podría necesitar?
El médico de la sala de emergencia puede hablarle acerca de diferentes tratamientos. Si usted toma la píldora para el control de la natalidad o si tiene un dispositivo intrauterino (DIU) la probabilidad de un embarazo es pequeña. Si usted no toma la píldora podría considerar tratamiento para prevenir el embarazo. La prevención del embarazo consiste en tomar dos píldoras de estrógeno cuando usted llega al hospital y dos píldoras más 12 horas después. Este tratamiento disminuye el riesgo de embarazo entre un 60 y un 90%. Es posible que el tratamiento la haga sentir mal del estómago.
El riesgo de adquirir una enfermedad transmitida sexualmente durante una violación es de un 5 a 10%. Su médico le puede prescribir un medicamento para chlamydia, gonorrea y sífilis cuando usted llega al hospital. Si usted aún no ha sido vacunada para hepatitis B debería ponerse esa vacuna cuando ve al médico de la sala de emergencia. Luego le ponen otra vacuna al mes y una tercera en seis meses. El médico también le hablará acerca de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH (HIV por sus iniciales en inglés). La probabilidad de adquirir el VIH a partir de una violación es menos de 1%, pero si usted quiere tratamiento preventivo puede tomar dos medicamentos: zidovudina (nombre de marca: Retrovir) y lamivudina (nombre de marca: Epivir) durante cuatro semanas.
¿Qué más debo saber?
Ser violada puede tener un impacto muy grande en su vida. Usted puede sentirse trastornada, incrédula, miedosa, ansiosa y culpable. Usted puede sentirse mal del estómago o también estar nerviosa. Cerca de la mitad de las personas que son violadas dicen que están deprimidas el primer año después del ataque. Es importante que usted atienda a las citas con su médico. Asegúrese de decirle al médico acerca de cualquier problema físico, emocional o sexual por el que esté pasando aun cuando usted no piense que está relacionado con la violación.
¿Dónde puedo conseguir más información?
Asegúrese de visitar a su médico una o dos semanas después de la violación para revisar los resultados de las pruebas que le hicieron en la sala de emergencia. Su médico le dará información y también le hablará más acerca de otros servicios de ayuda. Algunos de estos servicio incluyen trabajadores sociales en el hospital, servicios locales para crisis por violación, su departamento de salud pública y la oficina del fiscal del tribunal supremo de su estado.
Recuerde que el asalto sexual es un crimen terrible. Pero no es culpa suya y usted no causó que esto le sucediera. La violación va en contra de la ley. Usted tiene derecho de reportar este crimen a la policía, y usted tiene derecho a ser tratada justamente durante el proceso de la justicia.
Otras organizaciones
Rape, Abuse and Incest National Network (Red nacional estadounidense para la violación, el abuso y el incesto)
http://www.rainn.org
800-656-HOPE

¿Quiénes son los que cometen un abuso sexual?

¿Quiénes son los que cometen un abuso sexual?

«¿Quién es capaz de hacer una cosa semejante?»
«¡Son unos locos sin remedio!»
«!Había que pegarles un tiro!»
«Se les debería meter en la cárcel para toda la vida!»
«¡Es que tienen impulsos sexuales incontrolables!»
«¡Son unos marranos perdidos!»
«Son unos frustrados porque su mujer apenas quiere acostarse con ellos.»

Todos estos son comentarios que escuchamos o que encontramos en el internet y todos ellos son equivocados. Queremos corregir algunos prejuicios sobre los autores de abuso sexual. Son prejuicios que nos complican el trabajo con las víctimas a quienes luchamos por conseguir, a la larga, …

â?¢        … que se proteja a nuestros niños de un posible abuso sexual. Mediante campañas informativas y programas de prevención podemos sensibilizarles respecto a situaciones críticas y ofrecerles estrategias para defenderse o bien buscarse ayuda.
â?¢        …que se les ofrezcan centros de consulta y asistencia a niñas y niños afectados – también casas donde puedan alojarse.
â?¢        … que se aclare que no se trata de â??monstruosâ?, tan lejos de nosotros. En muchos casos el abuso sexual no se descubre hasta que un niño acaba siendo violado o asesinado. Debemos comprender que un abuso suele empezar mucho antes: Al principio no son más que fantasías eróticas de niñas o niños, luego se compran fotografías o películas pornográficas, más tarde se llevarán a la práctica las fantasías en el extranjero (Asia o países de Europa Oriental) y por fin esto sucederá en el propio entorno social. Se trate de una foto, de una película o de la pura realidad: el abuso sexual siempre será dañino y doloroso para un niño. Cualquier foto pornográfica que alguien mire documenta el abuso de un niño.

Hablemos ahora de los autores.

(Extracto del libro de Angela May: Nein ist nicht genug.� Editorial Ruhnmark 1997)
¿Quiénes son los autores y como llegan a serlo?

“Existe en la opinión pública una idea muy extendida, al igual que equívoca, del llamado â??delincuente sexualâ?. Con frecuencia son considerados o se nos presentan poco atractivos, perversos o morbosos. Muchos creen que un abusador no es capaz de controlar sus (desmesurados) instintos sexuales, que sufre un afecto sin poder defenderse o que simplemente padece de una enfermedad psíquica.

Esta opinión es muy contraria a investigaciones que prueban que abusadores son personas muy normales, sin diagnósticos de enfermedad psíquica – personas que saben muy bien lo que hacen. Ya que planean sus actos violentos meticulosamente para que no se les pille a los delincuentes no se les asocia con el exito, la buena reputación o las amistades; por lo tanto parecen no existir entre los familiares o los amigos. Es por eso que una y otra vez se les tacha de â??enfermizosâ?. Estos intentos sólo muestran el deseo y la tendencia a negar “lo más horrible” y poder distanciarse de todo aquello. La idea, aún muy extendida, de que son â??malos desconocidosâ? quienes amenazan a los niños es equivocada, puesto que el mayor peligro lo constituyen precisamente las personas de gran confianza.
En los últimos años se ha hecho público que también las MUJERES cometen delitos sexuales, a veces también juntas con su pareja. Sin embargo un 90% de los delincuentes son hombres y un 10% mujeres.

Ocurra el abuso dentro de la familia o bien fuera de ella â?? el autor siempre se sirve de estrategias para ocultar los hechos. La diferencia es, sobre todo, que la vida familiar ofrece continuamente situaciones oportunas, y cuando no, resulta fácil provocarlas. Ahí puede cometer su agresión sexual, ya que el niño está sometido a su voluntad. Conociendo bien los horarios y las costumbres, le resulta fácil concretizar sus planes. Aquellos delincuentes que actuan fuera de un contexto familiar se ven obligados a utilizar estrategias mucho más complicadas para poder acercarse a la victima y establecer el contacto.

Al escoger las víctimas síguen el principio del menor riesgo de ser descubiertos. Lo que significa que abusan de los propios hijos o de niños ajenos que les parezcan poco llamativos, o social y emocionalmente descuidados, quizá tímidos, ensimismados. Estos niños, a causa de su situación tienen menos posibilidades de resistirse. Aunque también llegan a ser víctimas aquellos niños, que  se consideran abiertos, amables y confiados. Sobre todo los abusadores “desconocidos” buscan el primer contacto disfrazándose de cura o de policía que pretende tener un recado importante. De tal modo buscan la confianza de los niños para, más tarde, abusar de ellos. Ayudándose de alabanzas, atenciones y de regalos consiguen la amistad del niño y adoptan, de buenas ganas, el papel paternal o consejero. Poco a poco esta “amistad” se irá convirtiendo en una relación sexual que se inicia con contactos físicos socialmente tolerados, más tarde serán caricias de mayor carácter sexual. Paso a paso el abusador va introduciendo cada vez más momentos sexuales en la relación y la niña o el niño sucesivamente se verán implicados en prácticas propiamente sexuales.”

Activistas espirituales INC.

Aunque cueste de creer, los hechos sucedieron realmente, hace unas semanas, y no es un chiste… Es un ejemplo tan bueno de ciertas cosas que parece sacado de un manual. Luego de analizar la experiencia, pens� que lo mejor que pod�a hacer era amortizarla

Estando yo sentada en la terraza de un restaurante de mi barrio y disponi�ndome a comer un maravilloso plato de pasta italiana, entran en escena un par de “artistas” callejeros con su performance del d�a. A mi particularmente nunca me ha atra�do ese tipo de espect�culo, pero tampoco me molesta.

Sin embargo, terminando su actuaci�n se acerca uno de ellos a la mesa a pedir contribuci�n econ�mica. Alguna parte de lo sencillo del “no” escapa a su comprensi�n, pero en lugar de tomarse su tiempo para reflexionar sobre el asunto, el muchacho, ataviado con turbante rojo y gafas oscuras, inicia un dicurso-soliloquio…

De entrada dir� que, a parte de que me interrumpan cuando estoy comiendo, tampoco me ha hecho nunca demasiada gracia que me hablen detras unas lentes oscuras… en todo el tiempo no respondo, pero creo que mi cara habla por m�.

Nosotros somos artistas, y este es nuesto medio de vida; no vivimos de explotar a la gente, sabes?

…Claro, no es explotaci�n; que la gente de las vulgar masa, adem�s de trabajar como esclavos os regale a vosotros su dinero por recordarles con tan poca gracia lo imb�ciles que vosotros creeis que son deber�a llamarse “re-explotaci�n”.

En realidad nosotros seguimos el modo de vida hind�, no pertenecemos al sistema, s�lo que tenemos que pasar inadvertidos en �l para sostenernos.

No s� si tu habr�s conocido a un hind� en tu vida, yo s�; s� perfectamente lo que es el ghi, que presumes de conocer; y adem�s lo s� preparar y aplicar en masaje, porque casualmente un yogui me ense��… as� que no me vas a impresionar precisamente con eso. Lo que haces ni siquiera pasar�a como una parodia de lo que tratas de imitar, y es una falta de respeto contra lo que se supone que defiendes, as� que antes que unas monedas lo que te est�s ganando es una patada en el est�mago, que yo no te dar�, pero ya te llegar�, no lo dudes.

Porque nosotros somos activistas, no politicos – la pol�tica no nos interesa – somos activistas espirituales, nuestro objetivo es despertar conciencias dormidas.

Tal vez deber�ais empezar por las propias, no crees? Como sugerencia, si pretendes seguir el modo de vida hind�, por un lado, y ser realmente apol�tico, por otro, estar�a bien que le dijeras a tu compa�ero que se sacara el parche con la sw�stica tachada del culo de sus pantalones – la swastika es un s�mbolo sacro en la India, sabes?-.
Y si quieres ser un activista, empieza a pensar menos en la tragedia existencial de pertenecer a la “�lite” de “artistas” que est�n por encima de la “masa dormida” , y m�s en el compromiso de encontrar los medios para llegar a la gente y llevar a cabo acciones efectivas que den resultados m�s all� de tu triste recolecta monetaria al final de la jornada.

– A estas alturas, yo sigo callada y sonriendo, me observa como si fuera la encarnaci�n del diablo, y habla rabioso… –

Porque lo material no nos interesa, lo material es efimero, como las apariencias… y creemos en el karma, sabes? – me mira con odio, levanta la voz- Tal vez en otra vida nazcas privada de esa belleza! Y se va.

Lo material no os interesa, pero te has enfadado tu s�lo al no recibir las monedas que cre�as merecer… Las apariencias no importan, pero me has venido a molestar simplemente porque me has visto vestida decentemente ante un buen plato que adem�s de satisfacer mis sentidos me alimenta… el mismo plato que, aunque podr�as pagar si dejaras de gastarte el dinero en lo que sea que fumes que te ha dejado el cerebro tan da�ado como lo tienes, consideras un “lujo innecesario”. Me has venido a molestar porque has reparado en mi anillo de gemas y te ha parecido una ostentaci�n, aunque sea precisamente hind�, un s�mbolo de aprendizaje… y un regalo. Y me has querido asustar diciendo que en otra vida puedo perder mi belleza, como si yo no fuera consciente de que eso que tu ves y te parece bello, se ir� con cada a�o que pase en esta misma vida; pero al mismo tiempo sin darte cuenta que la belleza est� en los ojos y la persona del que observa y vive, y que, por lo tanto, tus palabras revelan que tu visi�n y experiencia son terriblemente fr�volas.

Y finalmente el karma… que sabr�s tu del karma? D�jate de pensar en otras vidas, y piensa, por un momento siquiera, en esta misma que est�s desperdiciando. Cuando ten�a tu edad, o incluso algo m�s joven, trabajaba en una f�brica, ten�a que levantarme a las 4:30 y no siempre lo consegu�a, me sent�a tan desgraciada como si cumpliera una condena, era infeliz y estaba llena de complejos f�sicos y ps�quicos. Esa fue la trampa de la que yo ten�a que salir, y salir fue un largo proceso de aprendizaje y acci�n. Te ufanas en decir que las apariencias no importan, pero son lo �nico que tu puedes ver, por eso no entiendes que tu incapacidad para hacerme sentir culpable y robarme por ese medio unas monedas no venga de mi ignorancia o inconciencia, de un estado de “letargia”, sino de mi conocimiento, conciencia y de un estado de “vigilia”. Y sin embargo yo s� que no importa y que no soy mejor que nadie.

No puedes usar el karma en mi contra, porque no sabes lo que es; pero tampoco puedes usar en mi contra las consecuencias de mis acciones, porque precisamente ellas me han tra�do hasta donde estoy, y no tengo nada de lo que arrepentirme. Pero tu no est�s viendo lo que yo soy, sino proyectando lo que tu eres sobre la imagen que te has formado de m�. Y cuando crees que hablas a alguien fr�volo, e ignorante, a quien le han regalado algo, te est�s retratando… tu manera de “no pertenecer al sistema” es la t�pica de los que han enra�zado en su mismo coraz�n, tus palabras son incoherentes y vac�as, y tu vida se sustenta en tomar el fruto del trabajo ajeno, a cambio del humo con el que tratas de cegar no s�lo los ojos de los dem�s, sino los propios.
Te vanaglorias de ser artista, pero act�as como si no supieras que el �nico Arte digno de recibir ese nombre exige sacrificios, estudio y dedicaci�n, y no se vende por unas monedas. Te vanaglorias de tener conocimiento espiritual, pero lo �nico que haces es evidenciar una p�sima educaci�n, una experiencia existencial paup�rrima, y quedar en rid�culo. Porque no est�s tratando de despertar la conciencia de nadie, sino de adormecer tanto la propia como aquellas ajenas que te recuerden que est�s haciendo el imb�cil, mientras esparces veneno sobre la tierra.
Y me desprecias, porque es desprecio lo que esa parte de ti que s� sabe y que tu tratas de amordazar en el fondo de la conciencia siente cuando te ves en un espejo.

No pienses en lo que va a ser de ti en vidas futuras, sino en esta misma, dentro de unos a�os… porque vas camino de convertirte en lo que dices combatir, porque dentro de diez a�os no estar�s haciendo el payaso por las terrazas de los restaurantes, sino viviendo de las rentas de lo que otros consiguieron con leg�timo esfuerzo, o de enchufado en alg�n negocio familiar, viviendo de explotar (a secas) a los dem�s; s�lo est�s dando un rodeo, porque esa parte de t� que a�n no has podido acallar por completo sabe que no est� bien, pero te resistes como un ni�o malcriado a aceptar su consejo de un modo pleno, sin reservas, a pagar el precio no econ�mico que conlleva, y por el que a�n podr�as salvarte de acabar ahogado en la inmundicia.

Yo, por mi parte, estoy lo suficientemente en paz con mi vida, y satisfecha con la imagen que me devuelve el espejo, como para desear suerte a esa parte de t� que sigue viva, en el lance que enfrenta en inferioridad de condiciones.

El cuidado del cuidador: cómo cuidarse mejor (6)

http://www.imsersomayores.csic.es/salud/cuidadores/pyr/cuidadocuidador2.html

12. Conocer y hacer uso de sus derechos

En la misma medida en que los cuidadores, dedican gran parte de su tiempo y esfuerzo al cuidado, mantenimiento y ayuda de sus familiares dependientes, deben asumir que tienen derechos básicos e inalienables.

Como resultado de la responsabilidad que aceptan conscientemente respecto a las personas a quienes cuidan, deben aceptar también responsabilidad para consigo mismos.
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¿Qué derechos tienen los cuidadores?

    * El derecho a cuidar de sí mismos, dedicando tiempo y haciendo actividades simplemente para ellos sin sentimientos de culpa, de miedo y sin autocrítica.
    * El derecho a mantener facetas de su propia vida que no incluyan a la persona a la que cuidan, justo como lo harían si esa persona estuviera sana.
    * El derecho a experimentar sentimientos negativos (tristeza, rabia o enfado) por ver enfermo o estar perdiendo a un ser querido.
    * El derecho a resolver por sí mismos aquellos que sean capaces y el derecho a preguntar y pedir ayuda a otras personas para resolver aquello que no comprendan, reconociendo los límites de su propia resistencia y fuerza.
    * El derecho a buscar soluciones que se ajusten razonablemente a sus necesidades y a las de sus seres queridos.
    * El derecho a ser tratados con respeto por aquellos a quienes solicitan consejo y ayuda.
    * El derecho a cometer errores y ser disculpados por ello.
    * El derecho a ser reconocidos como miembros valiosos y fundamentales de su familia incluso cuando sus puntos de vista sean distintos.
    * El derecho a quererse a sí mismos y admitir que hacen lo humanamente posible.
    * El derecho a recibir consideración, afecto, perdón y aceptación por lo que hacen por la persona querida a quien cuidan.
    * El derecho a aprender, y a disponer del tiempo necesario para aprenderlo.
    * El derecho a admitir y expresar sentimientos, tanto positivos como negativos.
    * El derecho a decir “no” ante demandas excesivas, inapropiadas o poco realistas.
    * El derecho a seguir desarrollando su propia vida y disfrutando de ella.
    * El derecho a liberarse de sentimientos y pensamientos negativos, destructivos e infundados, aprendiendo a manejarlos y controlarlos.
    * El derecho a rechazar cualquier intento que haga la persona cuidada para manipularle haciéndoles sentir culpables o deprimidos.
    * El derecho a estar orgullosos por la labor que desempeñan y aplaudir el coraje que tienen que reunir muchas veces para satisfacer las necesidades de la persona de la que cuidan.
    * El derecho a esperar y demandar que así como se están haciendo nuevos esfuerzos en encontrar recursos para optimizar la atención a las personas discapacitadas física y mentalmente en nuestro país, se hagan los mismos esfuerzos para optimizar la ayuda y el soporte necesarios a los cuidadores.

El derecho a ser uno mismo…

13. Para ayudar a los cuidadores…

En ocasiones, las personas que quieren ayudar a los cuidadores, como pueden ser sus familiares, amigos o los profesionales de la salud o de los servicios sociales, se encuentran con dificultades para proporcionar esta ayuda, ya sea porque no saben cómo hacerlo o porque encuentran en los propios cuidadores resistencia a “dejarse ayudar”.

A continuación se sugieren una serie de pautas sobre la forma de proporcionar la ayuda a los cuidadores, las cuales están dirigidas a mejorar la calidad y eficacia de esta ayuda, lo cual contribuirá, entre otras cosas, a vencer esa “resistencia a aceptar ayuda” que, en ocasiones, muestran estas personas.

¿Qué orientaciones generales se deben tener en cuenta para ayudar a los cuidadores?

    * Tener en cuenta que, en muchas ocasiones, los cuidadores encuentran muchas dificultades a la hora de pedir y recibir ayuda (ver la importancia de pedir ayuda) y tienen miedo al rechazo general de la gente hacia la enfermedad y la incapacidad.

    * Tomarse tiempo para escucharles con atención e interés.

    * Tratarles con respeto, intentando ponerse en su lugar, siendo consciente de que realmente no se llega a comprender del todo lo que una persona está viviendo hasta que no se está en su misma situación.

    * Intentar “conectar” o empatizar con ellos, comprendiendo y respetando las razones por las que cuidan de sus familiares enfermos, aunque esto les suponga un coste muy alto para su propia vida.

    * Habiendo comprendido y empatizado con las razones para cuidar que tienen los cuidadores, evitar el intentar “a toda costa” convencerles de que ellos son más importantes que el familiar a quien están cuidando.

    * Ser consciente de que la ayuda de uno es muy importante y, en ocasiones, crucial para los cuidadores.

    * No preguntar simplemente: “¿Qué puedo hacer por ti?” Tras escucharle atentamente, tomar la iniciativa y hacer lo que se siente o se cree que se debe hacer.

    * Interesarse por cómo están emocionalmente, animándoles a compartir sus sentimientos.

    * Estar preparados para escucharles cuando nos hablen de sentimientos negativos como el enfado, la tristeza o el resentimiento, lo cual es muy probable dada la frecuencia con que los cuidadores experimentan este tipo de sentimientos.

    * Recordar que muchos de sus problemas simplemente no tienen solución.

    * Animarles a disfrutar de tiempo libre y actividades de ocio, sabiendo que:

    * Al centrar sus vidas en torno a “dar”, a los cuidadores se les hace más difícil “recibir” y dejar que otras personas cuiden de ellos.

    * Muchos de ellos se han olvidado de lo bueno que es alejarse por un tiempo de las responsabilidades. Quedarse en casa puede que no sea tan divertido, pero a ellos les resulta al menos más seguro que romper la rutina.

    * Los cuidadores no sólo necesitan que se les diga que tienen que cuidarse y salir más de casa: necesitan también compañía en esos ratos de ocio para alcanzar verdaderamente los beneficios del tiempo de ocio fuera de casa.

¿Qué orientaciones específicas se pueden dar a los profesionales?

    * Ayudar a los cuidadores a comprender lo que le está ocurriendo a su familiar. Esto ayudará a distinguir mejor entre los comportamientos usuales o esperables y los inusuales.

    * Estar preparados para responder a muchas preguntas.

    * La mayor ayuda que se puede prestar es escuchar con interés a los cuidadores. Para ello, es de gran ayuda intentar “salirse” un poco del rol de profesional, actuando más como una persona interesada en ayudar a otra a encontrar solución a algunos problemas.

    * Si es posible, contribuir a poner en contacto a cuidadores que se encuentren en situaciones parecidas.

    * Tratar de no subestimar a las personas porque sean mayores o de un nivel socio-cultural distinto, explicándoles qué es lo que se está haciendo y hablándoles acerca de la enfermedad que padece su familiar.

    * Explicar a los cuidadores la evolución de la enfermedad y los cambios que pueden esperar que ocurran, con el fin de que estén más preparados y los afronten mejor.


14. Entre cuidadores: Consejos de unos cuidadores a otros

A continuación, se presentan algunos consejos que les dan algunos cuidadores de personas mayores dependientes a las personas que están empezando a afrontar una situación de cuidado.

“Encuentra amigos que te hagan reír y amigos que te hagan sentirte bien contigo mismo/a.”

“Sé consciente de que la situación que se te está planteando puede que dure algunos años. Consigue la máxima ayuda posible tan pronto como puedas.”

“Hacer un balance entre tus necesidades y las de tu familiar dependiente puede ser de gran ayuda.”

“Conoce tus límites como cuidador y mantente dentro de ellos.”

“Intenta salir de casa unos días cada cierto tiempo. Aunque parezca imposible, se pueden encontrar maneras de hacerlo.”

“Hazlo lo mejor que puedas dentro de tus posibilidades y oportunidades. No te sientas culpable. Cuida de tu salud, haz ejercicio a diario o, por lo menos, alguna vez a la semana y reserva tiempo para tus hobbies.”

“Deja que el familiar a quien cuidas haga todo lo que pueda por sí mismo, incluso aunque esto suponga tardar más tiempo en hacer las cosas.”

“Si alguien te ofrece su ayuda y te puede venir bien, acéptala, aunque tu familiar dependiente se oponga. Cuida de ti misma tanto física como emocionalmente para sentirte mejor y poder seguir cuidando bien de tu familiar.”

“Habla con tu familiar dependiente acerca de cómo os sentís tanto tú como él/ella respecto de la situación. Recuerda que no es tu familiar con quien estás enfadado/a, sino con la enfermedad.”

“Sé paciente, ríete un montón, aunque sea tú solo/a delante de un espejo. El sentido del humor es importantísimo.”

“Cuida de ti mismo/a y perdónate si cometes fallos en el cuidado de tu familiar. Si estás haciéndolo lo mejor que puedes, eso es lo mejor que se puede esperar.”

“¡Mantén una actitud positiva!.”

“Intenta salir una noche o un día a la semana para “descargar” y “desconectar” de los problemas.”

“Por favor, cuida de ti mismo/a sobretodo en los momentos en que estés desesperadamente necesitado/a. Tu ayuda es fundamental para calmar miedos y proporciona cariño y dignidad a tu familiar. Esta situación es difícil, pero, a largo plazo, es también reforzante.”

“Cuando lo necesites, pide ayuda. No esperes a que la ayuda salga espontáneamente de la gente.”

El cuidado del cuidador: cómo cuidarse mejor (5)

11. Aprender a sentirse mejor

La situación de cuidado suele llevar asociada la experiencia de múltiples y variados sentimientos y emociones por parte de los cuidadores. Algunos de estos sentimientos, tales como la tristeza, la culpa, la preocupación o el enfado, interfieren en la vida de los cuidadores obstaculizando su bienestar y dificultando el desempeño de las tareas asociadas al cuidado.

11.1. ¿Cúal es el punto de partida para aprender a sentirse mejor? Reconociendo los sentimientos

Los sentimientos que se experimentan cuando se está cuidando a un familiar mayor son múltiples y diversos. En todos los cuidadores aparecen emociones y sentimientos tanto positivos como negativos hacia la persona que cuida y hacia sí mismo.

¿Por qué pueden aparecer emociones y sentimientos negativos?

Cuidar a una persona mayor puede ser muy satisfactorio para la persona, especialmente cuando:

   * supone luchar por alguien a quien se quiere
   * supone expresar cariño e interés hacia alguien importante
   * implica superar situaciones difíciles a base de fuerza, constancia y dedicación.
   * lleva a la persona que vive esta experienci a descubrir nuevas cualidades de sí misma. Muchos cuidadores manifiestan haber “evolucionado” como personas a través de las situaciones asociadas al cuidado

¿Por qué pueden aparecer emociones y sentimientos positivos?

La experiencia de cuidar a una persona mayor suele llevar asociados múltiples y variados sentimientos negativos que pueden convertir la tarea del cuidado en una labor difícil y, en ocasiones, frustrante para las personas que la desempeñan. Los más frecuentes son:

   * enfado y resentimiento
   * tristeza y depresión
   * culpa
   * ansiedad, nerviosismo o miedo
   * autocompasión

¿Cómo influyen los sentimientos negativos en el cuidador?

Mientras que los sentimientos positivos potencian el bienestar del cuidador, repercutiendo, por tanto, de forma positiva sobre la situación de cuidado, los negativos minan su bienestar, interfiriendo, además, en la dinámica de la prestación de los cuidados:

¿Les resulta difícil aceptar la presencia de sentimientos negativos?

Algunos cuidadores presentan grandes dificultades para aceptar los sentimientos negativos y tienden a reprimirlos y negarlos, no sólo ante los demás sino también ante sí mismos. Esto se ve reflejado en las siguientes palabras de una cuidadora:

“Lo que me resultaba más difícil era comprender por qué yo tenía que sentir esas emociones tan desagradables o pensar cosas malas. Yo no era la que estaba enferma y, por lo tanto, debía estar por encima de estos sentimientos. Yo era la cuidadora y, como tal, debía estar por encima de esas emociones. No debía importar si nadie me agradecía mi esfuerzo, si nadie valoraba lo que yo hacía. No debía sentir resentimiento, enfado, ira ni ninguna clase de sentimientos negativos como esos. Sin embargo, los sentía”.


¿Por qué surgen los sentimientos negativos?

Cuidar a una persona mayor dependiente es una tarea compleja que no sólo implica desempeñar tareas de cuidado del familiar dependiente, sino también enfrentarse a situaciones difíciles en las que participan, además, otras personas.

¿Quién participa en la situación del cuidado?

   * el cuidador y la persona que recibe los cuidados
   * la interacción de estas personas entre sí y con otras personas (familiares, amigos, profesionales de la salud, etc.)
   * las circunstancias que rodean la vida de quienes forman parte de la situación.

¿Cómo ha sido identificada la situación del cuidado de personas mayores dependientes?

El cuidado de personas mayores dependientes ha sido identificado como uno de los acontecimientos que más estrés puede producir en la vida de una familia, al tratarse de una situación de estrés crónico que se mantiene en el tiempo. Muchas de las situaciones que tienen que afrontar los cuidadores generan estrés. Esto ocurre, por ejemplo, cuando el cuidador tiene que compatibilizar las responsabilidades del cuidado de su familiar mayor con la atención y dedicación a otros familiares (hijos, cónyuge,etc…), lo cual se da en la mayoría de los casos. Es posible que el cuidador deba hacer frente, además, a responsabilidades laborales. También son situaciones estresantes los conflictos familiares que pueden surgir por diferencias de opinión respecto al cuidado del familiar. Estas situaciones podrían explicar que estas personas experimenten emociones y sentimientos negativos tales como la ira, la irritabilidad, la culpa, la depresión, la desesperanza o la ansiedad.

Sin embargo, la persona que se enfrenta a todo lo anterior no es pasiva ante esas situaciones. Las situaciones estresantes no hacen surgir los sentimientos negativos de forma automática. Los cuidadores perciben las situaciones, las “interpretan” en función de sus experiencias previas, creencias y expectativas y después se sienten mejor o peor en función de dichas interpretaciones.

Así pues, la forma en que un/a cuidador/a interprete una situación, esto es, los pensamientos y creencias que tenga respecto de ésta, tiene mucho que ver con los sentimientos y emociones que surgen en él/ella. En función de cómo se enfrente cada cuidador/a a la experiencia de cuidar, así como de los recursos con los que cuenta para ello, experimentará sentimientos positivos de satisfacción y bienestar o, al contrario, sentimientos y emociones negativos. El apoyo de la familia, contar con amigos, hablar de lo que uno hace, siente o piensa, acudir a grupos de apoyo, conocer la enfermedad o la causa de la dependencia, hacer ejercicio, tener ratos de descanso, etc., son algunos de los factores fundamentales que ayudan a enfrentarse al cuidado. Existen, además, algunas estrategias útiles que los cuidadores pueden emplear para aprender a manejar los sentimientos difíciles que puedan surgir en su vida como consecuencia de las dificultades y tensiones asociadas al cuidado.


¿Cuál es el primer paso para aceptar los sentimientos negativos?

El primer paso para aprender a manejar este tipo de sentimientos es reconocer que se tienen y aceptarlos como algo lógico y normal en determinadas situaciones. En las siguientes palabras de una cuidadora se recogen algunas reflexiones que pueden ayudar a los cuidadores a aprender a aceptar esta clase de sentimientos:

“Me llevó un tiempo hacer un simple descubrimiento que me hizo mucho mejor cuidadora y mucho mejor persona. Yo soy humana, lo que significa que estoy sujeta a las mismas respuestas emocionales que cualquier persona. La misma psicología se aplica a mí. Yo no soy una excepción. Me puedo sentir resentida, me puedo sentir enfadada, puedo tener un sentimiento de pérdida, puedo sentirme profundamente triste y desganada y puedo tener cualquier otro tipo de sentimientos desagradables. Los sentimientos no son algo que podamos decidir tener; nosotros no decidimos tenerlos, simplemente ocurren…. ….lo que fue aún más importante fue reconocer que está bien tener esos sentimientos y emociones. Lo que es realmente importante es lo que decido hacer con esos sentimientos. Debo tratar con mis sentimientos, manejarlos, pero no ocultarlos y hacer que se queden dentro de mí. No tengo que atacar todos los sentimientos negativos que surgen en mí. Muchas veces esos sentimientos tan desagradables se hacen más pequeños e incluso desaparecen simplemente reconociendo que los tengo, buscando por qué me siento de esa manera y aceptando que los tengo y que no tengo por qué luchar contra ellos para hacerlos desaparecer. En general, creo que si no atacamos una emoción no le damos poder ni la alimentamos”.

¿Por dónde pueden empezar los cuidadores que deseen aprender a sentirse mejor?

Por reconocer que:

   * Es normal tener pensamientos o emociones negativas hacia la situación en la que se encuentran, hacia su familiar y hacia sí mismos. Todos los sentimientos son legítimos.
   * Lo deseable no es no tener sentimientos negativos, puesto que es lógico y natural que aparezcan en determinados momentos y circunstancias, sino ser conscientes de que existen, reconocerlos, aceptarlos y, finalmente, saber cómo controlarlos.
   * Reconocer y aceptar las emociones y sentimientos negativos es un buen primer paso de cara a aprender a manejarlos.

El cuidado del cuidador: cómo cuidarse mejor (4)

http://www.imsersomayores.csic.es/salud/cuidadores/pyr/cuidadocuidador2.html

10. ¿Tienen los cuidadores problemas para afirmarse y comunicarse mejor?

Algunos cuidadores se encuentran con dificultades para enfrentarse a algunas situaciones interpersonales relacionadas con el cuidado. Suele deberse a que el cuidador tiene problemas para afirmarse, es decir, para expresar lo que siente, lo que quiere o lo que piensa. Asi, existen cuidadores a los que les cuesta poner límites y decir que no a alguna demanda que les hace la persona a la que cuidan y que consideran injusta o desproporcionada. Otros cuidadores se encuentran con dificultades para pedir ayuda a sus familiares.

En otras ocasiones, las dificultades aparecen cuando se desea decir a la persona a la que se cuida que nos ha molestado algo, etc.

10.1. ¿Existen dificultades para afirmarse?

En general, pueden observarse tres maneras de comportarse en las situaciones en que las personas se realcionan con los demás: inhibida, agresiva o asertiva. Ser asertivo es, como se verá en las próximas líneas, la forma más adaptativa de comportarse y la que proporcionan unas relaciones más satisfactorias con los demás. Cuando alguien es aserivo tienen la capacidad de autoafirmarse.

Ejemplo:

Luisa cree que necesita un descanso y ha decidido que sería bueno salir al cine con una amiga esa noche. Llama a su hermano para pedirle que se quede con su padre, al que cuida, hasta que a. Su hermano le dice que no puede.

    * Luisa pasiva: “está bien, no te preocupes, ¡hasta luego!”
    * Luisa agresiva: “pero ¿qué te crees?, ¿qué tengo yo que hacerlo todo?, ¡me tienes harta!
    * Luisa asertiva: “entiende que últimamente estoy agotada y me vendría bien salir lo antes posible; puedes hoy ¿cuándo puedes?”.

Estilo de respuesta inhibido, pasivo

¿Por qué se caracteriza?

Demasiado o, demasiado tarde; demasiado poco, nunca.

¿Qué conducta no verbal puede observarse en estas personas?

    * Ojos miran hacia abajo
    * Tono vacilante o de queja
    * Voz baja

¿Qué conducta verbal puede observarse en estas personas?

    * Quizás, supongo…
    * Te importaría mucho…
    * No te molestes…
    * Realmente no es importante…

¿Qué efectos puede tener este estilo de respuesta?

    * Conflictos interpersonales.
    * Depresión.
    * Imagen pobre de uno mismo.
    * Pierde oportunidades.
    * Se siente enfadado.

Estilo de respuesta agresivo.

¿Por qué se caracteriza?

Demasiado, demasiado pronto; demasiado, demasiado tarde.

¿Qué conducta no verbal puede observarse en estas personas?

    * Mirada fija
    * Voz alta, intimidatoria
    * Gestos amenazantes

¿Qué conducta verbal puede observarse en estas personas?

    * Harías mejor en…
    * Ten cuidado…
    * Si no lo haces…
    * Debes estar bromeando…
    * Mensajes impersonales

¿Qué efectos puede tener este estilo de respuesta?

    * Conflictos interpersonales.
    * Culpa.
    * Frustración.
    * Imagen pobre de sí mismo.
    * Hace daño a los demás.
    * Se siente enfadado.

Estilo de respuesta asertivo

¿Por qué se caracteriza?

Conductas apropiadas y suficientes encorrecto.

¿Qué conducta no verbal puede observarse en estas personas?

    * Contacto ocular directo
    * Habla fluida
    * Gestos firmes

¿Qué conducta verbal puede observarse en estas personas?

    * Pienso, siento, quiero…
    * Hagamos…
    * ¿qué te parece?
    * Mensajes en 1ª persona, verbalizaciones positivas

¿Qué efectos puede tener este estilo de respuesta?

    * Resuelve los problemas.
    * Se siente a gusto con los demás y consigo mismo.
    * Se siente satisfecho.
    * Se siente con control.

¿Qué es la asertividad?

Es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás
La persona asertiva conoce sus propios derechos y los defiende, respetando a los demás, es decir, no va a “ganar”, sino a “llegar a un acuerdo”.

¿Qué aspectos maneja adecuadamente la persona asertiva?

Sabe decir “no” o mostrar su postura hacia algo

    * Manifiesta su propia postura ante un tema, petición, demanda.
    * Expresa un razonamiento para explicar/justificar su postura, sentimientos, petición.
    * Expresa comprensión hacia las posturas, sentimientos, de del otro.

Sabe pedir favores y reaccio ante un ataque

    * Expresa la presencia de oblema que le parezca debe ser modificado.
    * Sabe pedir lo que desea.
    * Pide clarificaciones es necesario.

Sabe expresar sentimientos

    * Expresa gratitud.
    * Expresa insatisfacción, dolor, desconcierto, …


¿Cuáles son algunos de los derechos humanos básicos?

    * El derecho a mantener tu dignidad y respeto comportándote de forma asertiva -incluso si la otra persona se siente herida- mientras no violes los derechos de los demás.
    * El derecho a rechazar peticiones sin sentirse culpable o egoísta.
    * El derecho a experimentar y expresar tus propios sentimientos.
    * El derecho a pedir lo que quieres (dándote cuenta de que la otra persona tiene derecho a decir que no).
    * El derecho a pedir información.
    * El derecho a tener opinione y expresarlas.
    * El derecho a hacer cualquier cosa mientras no violes los derechos de algu otra persona.
    * Etc., etc., …

10.2. ¿Cómo pedir ayuda?

Véase apartado 7.2. Cómo poner límites al cuidado, Pedir ayuda

10.3. ¿Cómo decir no?

Véase apartado 7.2. Cómo poner límites al cuidado, Decir no

10.4. ¿Cómo se deben hacer críticas (expresar molestia, desagrado o disgusto?

Es frecuente que los cuidadores se sientan molestos por la conducta de la persona la que cuidan o por el comportamiento de otras personas que participan el el cuidado. Por ejemplo, la persona a la que se cuida llama al cuidador a gritos desde la otra punta de la casa o, por ejemplo, un familiar que colabora con el cuidado llega repetidamente tarde a relevar al cuidador.

En esas situaciones, los cuidadores pueden sentirse molestos con justificación y tienen derecho a expresar esos sentimientos de manera socialmente adecuada. Sin embargo, también tienen la responsabilidad de no humillar o rebajar a la otra persona en el proceso.

    * Hacer una crítica implica expresar los sentimientos de molestia o disgusto con el comportamiento de alguien de una manera no agresiva.
    * Hacer una crítica no implica necesariamente que la persona vaya a cambiar su comportamiento. En la mayoría de los casos servirá para que la persona se de cuenta de que hay algo que está molestando a quien hace la crítica y puede que trate de no repetirlo en un futuro.
    * Hacer críticas ayuda sobre todo a expresar las emociones impidiendo que se acumulen y conduzcan, por ejemplo, a una explosión de ira.
    * La expresión de estos sentimientos puede complicarse porque el que recibe la crítica no responde favorablemente a la crítica.
    * Antes de hacer una crítica es importante determinar si merece la pena criticar una conducta determinada ya que a veces ésta puede ser demasiado nimia y no merece la pena criticarla.
    * Algunas creencias negativas que se pueden tener sobre el hecho de expresar críticas son las siguientes: “si los demás ven que estoy enfadado, pensarán que soy un soso, poco racional un tonto, o que tengo malas pulgas” o ” si soy realmente un amigo no tengo ningún derecho a molestarme. Los verdaderos amigos se comprenden mutuamente y no se molestan el uno al otro”.


¿Qué recomendaciones es importante que tengan en cuenta para hacer una crítica?

    * Ser breve. Una vez que se ha expresado lo que se quería decir no hay que darle más vueltas.
    * Evitar hacer acusaciones, dirigiendo la crítica a la conducta y no a la persona (“me ha molestado esto que has hecho” en vez de “es que tú eres muy…”)
    * Pedir un cambio de conducta específico. Un cambio pequeño, observable y realista (“quisiera que llegases a la hora que hemos quedado” “quisiera que no me insultases”)
    * Expresar los sentimientos negativos en términos de nuestros propios sentimientos, en primera persona y no en términos absolutos (“me siento mal cuando me hablas así” en vez “hablar así es algo muy feo”)
    * Cuando sea posible, empezar y acabar la conversación en un tono positivo.
    * Estar dispuesto a escuchar el punto de vista de la otra persona. Terminar la conversación si puede acabar en riña.

¿Cómo expresar una crítica? Recomendaciones paso a paso.

    * Solicitar la autorización e individualizar la relación. Es decir, captar la atención de la persona y no hacer la crítica en público.

¿Puedo hablarte un momento, si no te molesta?

Verbalizar la crítica de una manera directa y precisa, teniendo en cuenta lo comentado más arriba. Pueden seguirse los siguientes pasos:

    * “Cuando…”: describir la conducta molesta en términos objetivos. Cuando vienes a sustituirme en el cuidado de papá es frecuente que llegues tarde.
    * “Me siento…”: expresar los pensamientos y sentimientos sobre la conducta. Eso hace que me sienta molesto y que en ocasiones no tenga tiempo de hacer lo que después tenía planeado.
    * “Quisiera…” : especificar , de forma concreta, el cambio de conducta que se quiere de la otra persona. Quisiera que llegases a la hora acordada cuando vienes a cuidar a papá.
    * “Porque…” “si lo haces…”: describir como se sentiría uno si el cambio de conducta tuviera lugar o las consecuencias positivas de su cambio (o negativas de no cambiar). Te estaría muy agradecida si lo tuvieses en cuenta. De esta forma yo podría descansar o hacer otras tareas necesarias.
    * Asertividad empática (ponerse en el lugar del otro y tratar de sentir simpatía por él). Espero que no te lo tomes a mal, en general estoy muy contenta de cómo nos organizamos juntos para cuidar a papá.
    * Disco rayado (repetir lo mismo cuantas veces sea necesario, de manera cada vez más amable y cortés). Tú sabes que no he podido evitarlo. ¡Cómo eres! No será para tanto.
      Si ya lo sé. No es que sea grave. Pero me gustaría que trataras de ser puntual. Me sienta mal que llegues tarde. Quizá podrías tener en cuenta esto que te digo. No quisiera que te lo tomases como algo personal.
    * Autorrevelación (manifestar sentimientos, pensamientos o comportamientos propios y en primera persona). Me sentiría mejor si fueses puntual. Pienso que podría ayudarnos a que nos organizasemos mejor.
    * Terminar efusivamente. Me alegra que lo entiendas. Te agradezco que lo tengas en cuenta.

¿Cómo no se debe expresar una crítica?

    * De forma pasiva

dando rodeos, siendo poco claro, no yendo ‘al grano’, con vacilaciones y anticipando una respuesta desagradable del otro. Por ejemplo, “Quería decirte algo…, pero vamos, que tampoco pasa nada…, si llegas tan tarde…, vamos, pero no es muy importante”…

… puede provocar una respuesta similar a: ignorar la crítica puesto que no se pide un cambio de conducta claro.

    * De manera agresiva

personalizando, generalizando, con la voz elevada y gestos amenazantes. Por ejemplo, “estoy harta de que siempre llegues tarde, eres un impresentable” …

… puede provocar una respuesta similar a: la otra persona puede ofenderse y reaccionar de manera negativa no aceptando le crítica: “yo sí que estoy harto de tus humos, eres una exagerada y no es cierto lo que dices”. Esto puede iniciar una escalada simétrica en la que cada interlocutor incrementa aún más el volumen y el contenido negativo de los que de dice. Por ejemplo ante la respuesta anterior el que inició la crítica puede decir: “pero bueno, encima eres un mentiroso” y así sucesivamente.

¿Cómo recibir críticas o reproches?

Es frecuente que los cuidadores reciban críticas de las personas a las que cuidan o de otros familiares o personas cercanas. La manera de afrontar las críticas juega un papel determinante en la calidad de las relaciones.

    * Recibir críticas negativas puede ser muy útil. Equivocándose es como se aprende, y cuando alguien nos hace ver un error o nos da una opinión diferente, lo mejor que se puede hacer es sacar provecho de ello.
    * Saber recibir críticas aumenta el control de las relaciones conflictivas, mejora la confianza en uno mismo y permite sacar mejor partido de los acontecimientos, no perdiendo demasiadas energías y tiempo por culpa de la susceptibilidad.
    * Es importante saber discriminar lo que es verdadera crítica de lo que, el que recibe la crítica, está interpretando o ‘adivinando’.
    * Al la hora de responder a una crítica es importante el tono con el que se hace, ya que la persona que está criticando no tiene que sentirse agredida.
    * Dos reglas importantes: no negar ninguna crítica y no contraatacar con otra crítica.

¿Cómo recibir una crítica? Recomendaciones paso a paso.

Ejemplo de crítica de la persona cuidada al cuidador: Siempre igual, no pienso comerme esto.

    * Escuchar atentamente la crítica, prestar atención a los componentes no verbales (tratar de parecer neutro). Atender a aquello en lo que le otro puede tener razón. Esperar a que el interlocutor termine de hablar.
    * Pedir detalles, comprobar el contenido exacto de la crítica, ayudar al otro a expresar su crítica (¿qué?, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿dónde?) ¿Por qué no quieres comerlo?, ¿qué es lo que no te gusta de la comida? Respuesta – crítica: sabes que no me gusta la sal, has echado sal a la tortilla, eres un insensible, por tí como si me muero de hambre.
    * Cuando la crítica está justificada aunque sea a medias. Estar de acuerdo con la crítica. Son varias las formas posibles.
    * Admitir clara e inmediatamente el error cometido. Es cierto, he olvidado que no debía ponerte sal.
    * Reconocer cualquier verdad que encontremos en la crítica
    * Reconocer la posibilidad de la verdad de mente (“es posible”, “puede que tengas razón”). Es posible que haya echado sal a la tortilla.
    * Cuando la crítica es infundada o no es constructiva sino dañina. Algunos procedimientos defensivos útiles:

– Disco rayado. Repetir continuamente el punto principal del mensaje sin atender a otros contenidos. Siento haberte echado sal a la tortilla, suelo tratar de tenerlo en cuenta, no creo ser insensible (y repetir y repetir)
-Aserción negativa. Cuando la crítica es hostil pero se ha cometido un error, reconocer rápidamente el error. ¡Ay, madre mía!, se me ha olvidado completamente. Trataré de no olvidarlo la próxima vez. ¿Qué vas a hacer?
-El recorte. Contestar “sí” o “no” esperando que la otra persona aclare la crítica antes de responder. ¿Qué pasa? ¡has echado sal! Si, es cierto
-Ignorar selectivamente aquellos aspectos injustos, destructivos, productores de culpa. Ignorar el “siempre” el “eres”… y responder solo a lo no ofensivo. Sí, he echado sal
-Separar los temas. ¡Otra vez sal! Nunca escuchas lo que te pido. Lo mismo que con la tele. Son dos cosas distintas. Si quieres luego hablamos de lo de la tele. En cuanto a lo de la sal…
-Preguntar. La persona cuidada pone mala cara y refunfuña al probar la tortilla. ¿Hay algo que te moleste?

¿Cómo no se deben recibir las críticas?

    * No mostrarse agresivo ni irónico, no ridiculizar al interlocutor.
    * No minimizar ni conceder demasiada importancia a la crítica.
    * No contraatacar con otra crítica.
    * No disculparse reiteradamente y de manera excesiva
    * No admitir tajantemente errores que no se han cometido. En todo caso, admitir la posibilidad de que el otro tenga razón “es posible”, “quizás”.

¿Cómo expresar sentimientos positivos, agradecimiento, cumplidos, afecto, etc.?

Para las personas que están cuidando a otro familiar resulta fundamental ser capaz de expresar esos sentimientos positivos. El cariño que se siente hacia la persona cuidada puede no expresarse por muchas razones. En ocasiones esos sentimientos positivos quedan arrinconados por las tareas y preocupaciones diarias que tienen que ver con el cuidado y que no dejan tiempo para manifestar el afecto que se siente por el otro. Hay personas a las que les cuesta más que a otras expresar sus sentimientos positivos.

    * Tenemos el derecho de expresar, de manera apropiada, sentimientos de amor, agrado y afecto hacia aquellas personas hacia las que tenemos esos sentimientos.
    * Para que cualquier relación sea fuerte es importante que las personas integradas en ellas sean recompensantes la una para la otra y que traten de que la mayor parte de los momentos que pasan juntos sean buenos momentos. Uno de los caminos para que esto ocurra es expresar los sentimientos positivos hacia la otra persona.
    * Resulta frecuente que la expresión de sentimientos positivos se vea bloqueada por creencias como las siguientes: “ya sabe que le quiero” o “para que voy a decir con palabras lo que ve cada día con mis cuidados u otros actos”. Se está presuponiendo en el otro la cualidad de ‘lector de mentes’, por medio de la cual conoce lo que la otra persona piensa sin que se lo diga
    * La falta de expresión de sentimientos de amor, de cariño, puede hacer que la otra persona se sienta olvidada o no apreciada y ello puede debilitar la relación.
    * Cuando se expresan sentimientos positivos es más probable que la otra persona también los exprese hacia nosotros que si no lo hiciésemos.
    * Cuando se muestra agradecimiento o se dice algún cumplido por algún aspecto concreto de la conducta del otro se hace más probable el que lo vuelva a repetir esa conducta en un futuro.

¿Cómo expresar sentimientos positivos? Recomendaciones paso a paso.

    * Verbalmente: sin “freno” (no a medias ni atenuadamente), directamente. Me encanta estar contigo. Es muy agradable pasar la tarde juntas, tranquilamente, en tu compañía.
    * Autorrevelación: expresando sentimiento y pensamientos propios, implicándose personalmente. Me siento muy agradecida por haberte quedado con papá. Eres adorable, no se que haría sin tí.
    * Expresión física de amor: abrazar y besar.
    * Evidencia material de afecto, agradecimiento: regalos, hacer tareas por el otro, etc.
    * Evidencia no material del amor: dar apoyo emocional o moral, mostrar interés en las actividades del otro y respetar sus opiniones.

El cuidado del cuidador: cómo cuidarse mejor (3)

8. Pensar en el futuro

Aprender a anticiparse a los problemas es una estrategia que puede ayudar a los cuidadores a cuidar mejor de sí mismos y de sus familiares. Prever las situaciones difíciles puede servir para evitar muchos problemas y una buena fórmula para ello es planificar el futuro. Es conveniente hacerlo cuanto antes, implicando al familiar que recibe el cuidado en todas las decisiones que sea posible (legales, económicas o de otro tipo) y tomando decisiones antes de que la situación sea crítica (traslado a una residencia, agravamiento de una enfermedad, etc.)

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que muchos de los dilemas que tienen que afrontar los cuidadores no tienen una única solución. Una misma situación (por ejemplo, ingreso del familiar en una residencia, distribución del cuidado entre los miembros de la familia, herencia, etc.) puede resolverse de distintas formas, cada una de las cuales tendrá ventajas e inconvenientes.


¿Qué medidas útiles pueden tener en cuenta para planificar el futuro?

    * Conocer la evolución de la enfermedad: Tener información acerca de cómo suele evolucionar la enfermedad que padece su familiar puede ayudar a la persona que cuida a estar preparada para afrontar situaciones futuras y anticipar posibles cambios y adaptaciones que será necesario realizar en la forma de proporcionar los cuidados o en el entorno de la persona cuidada.

    * Mantener reuniones familiares: Una buena forma de resolver problemas es que todos los miembros de la familia se reúnan y expresen libremente lo que creen que es mejor respecto a cada decisión que se esté debatiendo (por ejemplo, los hermanos pueden hablar sobre cómo se van a encargar del cuidado de los padres en cada momento, cómo va a participar cada uno de ellos en este cuidado, etc.). De esta forma se evita tomar decisiones precipitadas y cometer algunos errores en el futuro.

    * Consultar con otras personas: Consultar con profesionales, amigos, etc. acerca de decisiones importantes como, por ejemplo, cuándo puede ser conveniente el ingreso en una institución, puede ser de gran ayuda para los cuidadores quienes, de este modo, podrán contemplar otros puntos de vista, lo cual favorecerá que tomen decisiones fundamentadas en bases más sólidas.

    * Asegurar la atención de nuestro familiar: Es recomendable que los cuidadores dispongan los planes necesarios para asegurar que su familiar siempre estará atendido. A veces ocurre que, por diversos motivos, una persona que cuidaba a su familiar no puede seguir haciéndolo. Esto, que puede ocurrir durante un tiempo limitado de forma continuada, crea una difícil situación que debe resolverse. Hay familias en las que algunos de sus miembros se responsabilizan de que en caso de que el cuidador principal no pudiera seguir haciéndose cargo de su familiar, éste pasara a ser atendido por otra persona de la familia o ingresara en una residencia.

    * Utilizar un mediador: Una estrategia muy útil es pedir la colaboración de un “mediador”. En algunos casos, especialmente si existen desacuerdos muy marcados entre los familiares acerca de algunas decisiones (traslado a una residencia, cuáles van a ser las responsabilidades de cada miembro en el cuidado, etc.) puede ser conveniente que alguien ajeno a la familia, por ejemplo, un amigo de la familia o un profesional, actúe como mediador para guiar las conversaciones, favorecer el intercambio de opiniones y orientar en la toma de decisiones.

9. Cuidar la propia salud

Cuidar de otra persona implica una serie de exigencias que pueden perjudicar notablemente al cuidador, tanto física como psicológicamente. A veces, en la tarea de cuidar se descuidan aquellas actividades que permiten recuperarse del cansancio y de las tensiones de cada día. Los cuidadores que mejor se sienten son los que mantienen unos hábitos de vida saludables que les llevan a estar en las mejores condiciones físicas y psicológicas para cuidar de sí mismos y de su familiar.

9.1. Dormir lo suficiente

Dormir es una de las necesidades vitales. Sin un sueño reparador, las personas pueden tener multitud de problemas: falta de atención, propensión a los accidentes, irritabilidad, quedarse dormido en situaciones peligrosas, etc. La falta de sueño es un problema frecuente entre los cuidadores, porque muchas veces cuidar a un familiar significa atender también por la noche. Todo ello puede ocasionar un aumento de la tensión emocional y una mayor fatiga del cuidador.

¿Qué razones pueden existir para que los cuidadores no puedan dormir lo suficiente y que orientaciones o sugerencias se les pueden recomendar en cada caso?

Posibles razones

Orientaciones

– El familiar necesita ser atendido por la noche

    * En el caso de que vivan otras personas en casa, se pueden hacer turnos para aliviar el trabajo que supone esta atención continua.
    * Contratar, si es posible, los servicios de profesionales durante algunos días a la semana.

– El cuidador tiene demasiadas tareas que hacer durante el día y, por ello, no dispone de tiempo para dormir lo suficiente

    * Planificar el tiempo, realizar sólo aquello que es estrictamente necesario, dedicando algunos momentos del día a descansar. Esto permitirá que el cuidador se sienta mejor y, además, le ayudará a rendir más.
    * Descansar durante los momentos del día en los que la persona que recibe los cuidados descansa (por ejemplo, la hora de la siesta).

– Deambulación nocturna del familiar.

    * Puede ser muy útil seguir las pautas que se dan en la página dedicada a este problema (enfrentándose a la deambulación)

9.2. Hacer ejercicio con regularidad

El ejercicio físico es una forma útil para combatir la depresión y la tensión emocional. Es una forma saludable de eliminar las tensiones que se van acumulando a lo largo del día (beneficios psicológicos del ejercicio).

Muchos cuidadores, pueden pensar que encontrar tiempo para hacer ejercicio es en sí mismo un problema. Por este motivo, se incluyen ejemplos sencillos de cómo plantearse la realización de ejercicio físico sin que éste suponga una fuente adicional de agobio o de pérdida de tiempo.

Hacer ejercicio no supone necesariamente ir a un gimnasio o practicar un deporte en una pista deportiva, etc. Existen formas más habituales de hacer ejercicio físico que son más accesibles a los cuidadores. Caminar es una de las formas más sencillas de hacer ejercicio y, por ello, se pueden aprovechar las salidas necesarias a la calle (para comprar, hacer gestiones, “papeleos”, etc.) para caminar un rato, incluso dando un rodeo para caminar durante más tiempo. Igualmente, si las condiciones físicas de la persona a la que se cuida lo permiten, pueden pasear juntos, aunque sea durante un breve espacio de tiempo, o bien puede hacerse una sencilla tabla de gimnasia en casa. La bicicleta estática también es una buena opción para hacer ejercicio cuando salir de casa resulta difícil.

¿En qué aspectos del cuidador puede influir la realización de ejercicio físico?

Realizar ejercicio físico es una actividad fundamental de cara al cuidado de la propia salud y puede resultar muy gratificante tanto desde el punto de vista físico como psicológico.

¿Qué beneficios puede tener el ejercicio para la salud fisiológica y psicológica?

-Fisiológicos:

–Efectos inmediatos:
– Contribuye a la regulación de:
– el nivel de glucosa
– el nivel de algunos neurotransmisores como las catecolaminas
– Estimula la noradrenalina y la adrenalina
– Potencia la elaboración de endorfinas
– Mejora el sueño

–Efectos a largo plazo:
– Sensación de bienestar físico, de “estar en forma”
– Fortalecimiento de los sistemas cardiovascular y respiratorio, incrementando la cantidad de oxígeno que llega a los diferentes órganos y tejidos corporales. Mejora general del funcionamiento de estos sistemas.
– Incremento de la resistencia muscular, con los consiguientes efectos benéficos sobre la autonomía personal.

–Favorece:
– La agilidad y flexibilidad corporal
– El equilibrio y la coordinación y la rapidez de movimientos, previniendo y retrasando la aparición de los declives asociados a la edad en estas funciones.

– Psicológicos:

–Efectos inmediatos:
– Relajación
– Mejora del estado de ánimo
– Atenuación del estrés y la ansiedad

— Efectos a largo plazo:
– Bienestar psicológico general
– Mejora la autoimagen de la persona
– Favorece la sensación de control sobre la propia vida
– Potencia el funcionamiento cognitivo e intelectual
– Favorece la psicomotricidad

– Otros beneficios asociados al ejercicio regular en compañía de otras personas son:

-Favorece la creación de nuevas amistades y amplia las redes de apoyo social
-Mejora la integración social y cultural de las personas

Hacer ejercicio es, pues, beneficioso para todas las personas. Pero para los cuidadores de personas mayores dependientes los cambios asociados al ejercicio regular son particularmente importantes dadas las circunstancias y necesidades concretas de estas personas.

¿Qué sugerencias pueden ser útiles para un cuidador que ha tomado la decisión de dedicar más tiempo a hacer ejercicio físico?

    * Elegir un tipo de ejercicio con el que disfrute, que le resulte atractivo. Si la persona no disfruta en absoluto realizando un tipo concreto de ejercicio, es probable que éste se convierta en una “obligación”, lo cual no es recomendable si se desean obtener verdaderos beneficios.

    * Elegir un ejercicio que pueda realizar en compañía de otras personas.

    * De este modo, el cuidador se beneficiará no sólo de la práctica de ejercicio, sino también de la oportunidad de estar con otras personas. Una modalidad de ejercicio físico que está muy al alcance de la mayoría de las personas es caminar, si puede ser en compañía, mucho mejor. Actividades como el aerobic o la gimnasia de mantenimiento en grupo son tipos de ejercicio físico favorecedor de los intercambios sociales.

    * Ante todo, practicar el ejercicio con regularidad. La mayoría de los beneficios del ejercicio se obtienen cuando éste es practicado de una forma regular.

    * Mejor realizar ejercicio suave y regular que ejercicio fuerte y esporádico. Cada vez resulta más evidente que las personas que practican un ejercicio moderado, por ejemplo, treinta minutos al día, tales como caminar o arreglar el jardín, obtienen más beneficios de salud que las que realizan tipos de ejercicio más intenso, pero con menor frecuencia.

9.3. Evitar el aislamiento

Muchos cuidadores, como consecuencia de un exceso de trabajo, se distancian de sus amigos y familiares cuando la persona a la que cuidan requiere una dedicación intensa. Esto puede llevar a una situación de aislamiento que aumenta en el cuidador la sensación de “sobrecarga” y estrés y que le pueden ocasionar problemas físicos y psicológicos. Para evitar que esto ocurra, una buena solución es que el cuidador disponga de algún tiempo libre para hacer actividades que le gustan, mantener alguna afición, estar con otras personas (relaciones sociales), etc.

Si el cuidador tiene dificultades de tiempo y es necesario que otras personas le sustituyan durante algún tiempo para quedarse cuidando de su familiar, pedir ayuda puede dar muy buenos resultados. En cualquier caso, es importante mantener las amistades y dedicar un tiempo a estar con ellas.

¿Cómo afecta la situación de cuidado a las relaciones sociales del cuidador?

Las demandas del cuidado pueden hacer que los cuidadores vean reducido considerablemente su tiempo de ocio. Como consecuencia, es posible que las relaciones significativas con familiares y amigos disminuyan tanto en cantidad como en calidad, y que la persona vaya aislándose progresivamente.

Teniendo en cuenta que mantener relaciones sociales positivas contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas al proporcionarles experiencias agradables y potenciar su bienestar y estabilidad emocional.

Es aconsejable que los cuidadores:

    * Sean conscientes de que es fundamental mantener las relaciones sociales que les hacen sentir bien.
    * Se esfuercen por mantener, a lo largo del período en el que se prolongue el cuidado, los contactos sociales significativos con familiares y amigos con los que puedan reír y pasar buenos ratos o llorar y desahogarse de sus tensiones.

Es importante recordar que no todas las relaciones sociales que pueden tener las personas son igualmente significativas e importantes.

Las relaciones sociales que pueden ayudar a los cuidadores son aquellas que les aportan experiencias positivas de algún tipo y contribuyen a su bienestar emocional. Éste es el tipo de relaciones que los cuidadores deben esforzarse por mantener a lo largo del período que se prolongue el cuidado, dándoles prioridad respecto a otros contactos sociales menos provechosos o significativos.

¿Qué relaciones sociales pueden ser significativas para el cuidador?

– Proporcionan a la persona experiencias positivas tales como:
– diversión y entretenimiento
– intimidad, empatía y comprensión
– apoyo emocional y desahogo de tensiones.
– Ayudan a aliviar “la carga” de los cuidadores y potencian sus fuerzas y energías para continuar con el cuidado del familiar mayor.
– Favorecen el bienestar emocional y aumentan la autoestima de la persona.

En el caso de que ya se haya producido la pérdida de los contactos sociales como consecuencia de las demandas de la situación de cuidado, sería recomendable que el/la cuidador/a buscase crear nuevos vínculos, nuevas relaciones positivas o amistades con las que poder compartir experiencias positivas que potencien su bienestar y aligeren su carga.

9.4. Salir de casa

Dedicar algún tiempo a estar fuera de casa es también un hábito saludable aconsejable para los cuidadores. Ante una recomendación como esta, los cuidadores suelen plantear la siguiente cuestión: “Me parece muy bien, pero ¿con quién dejo a mi marido (padre, hermana, etc.)?”. Evidentemente no es fácil, pero es importante buscar alternativas, ya que si no contamos con momentos para estar fuera de casa, visitar a alguien, pasear, estar con amigos, etc., podríamos llegar a tener la desagradable sensación de vivir “atrapados”. Para que esto no ocurra, se puede buscar qué familiares o amigos podrían quedarse algunos momentos del día con la persona cuidada. También, dentro de la familia, ocasionalmente algunas personas le pueden facilitar que descanse durante un fin de semana algunas vedes al año. También se puede recurrir al centro de servicios sociales del barrio en que se viva, al ayuntamiento y/o a asociaciones de voluntarios, solicitar los servicios de ayuda a domicilio, estancias temporales, etc. (Recursos y servicios existentes)


9.5. Mantener aficiones e intereses

Muy frecuentemente, las personas que cuidan familiares mayores tienden a centrarse de forma casi exclusiva en las necesidades de éstos y a emplear la mayor parte de su tiempo en atenderles, sin reparar en sus propias necesidades. Sin embargo, aunque resulte difícil, lo ideal es mantener un equilibrio entre las propias necesidades e intereses personales y las obligaciones que implica cuidar a un familiar. Por eso, en el caso de que se hayan ido abandonando aficiones, actividades, contacto con amistades, etc., es conveniente que poco a poco se vayan incorporando otra vez a nuestra vida. Así, el cuidador puede empezar por hacer una lista de las actividades que le gustaría hacer y, a partir de ahí, elegir aquellas que resulten más viables y comenzar haciendo éstas. Gradualmente se podrán ir seleccionando otras actividades para incorporarlas y, de esta forma, conseguir que el disfrute personal sea una parte natural de la vida diaria del cuidador.

9.6. Descansar

Las personas que están cuidando a un familiar se ven sometidas a lo largo del día a un esfuerzo continuo. Por ello, es importante que introduzcan en su vida diaria momentos de descanso sin que sea necesario para ello salir de su casa ó dejar solo a su familiar. Existen formas sencillas de distraerse y “tomar un respiro” para relajarse que se pueden llevar a cabo con facilidad. Por ejemplo, respirar profundamente durante unos instantes, mirar durante un tiempo a lo lejos por la ventana, pensar durante unos momentos en algo agradable, hacer una breve interrupción en el quehacer cotidiano para descansar, darse una pequeña satisfacción como tomar un refresco, etc. También puede ser muy útil practicar alguna técnica de relajación. La relajación es un buen método para, dedicando una mínima cantidad de tiempo al día, conseguir grandes beneficios físicos y psicológicos.

9.7. Organizar el tiempo

La falta de tiempo es una de las mayores preocupaciones de los cuidadores: tiempo para sus propias necesidades, para cuidar a su familiar, para atender a otras personas de la familia, para sus responsabilidades laborales, para estar con amigos, etc. El tiempo siempre es limitado y ejerce una gran presión sobre los cuidadores, que se sienten en muchas ocasiones “superados” por múltiples obligaciones y tareas que deben realizar a la vez. Intentar combinar de la mejor manera posible nuestras obligaciones, necesidades y cantidad de tiempo del que se dispone es algo que, sin duda, puede ayudar a aprovechar mejor el tiempo y, como consecuencia, a vivir mejor. Para ello, se proponen seguidamente algunas ideas basadas en la experiencia de cuidadores que han intentado poner en práctica “fórmulas” para aprovechar su tiempo al máximo:
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¿Cómo organizar el tiempo?

    * Preguntarse “¿Es necesario hacer esto?”. De esta forma se puede decidir qué actividades son importantes y, por el contrario, a qué actividades se puede decir “no”.

    * Marcarse objetivos realistas antes de comprometerse.

    * Contar con otros miembros de la familia. Consultarles, pedir su opinión, ver con ellos en qué pueden ayudarnos e incluir esta ayuda en nuestro plan de vida.

    * Hacer partícipe a su familiar de los cambios y decisiones.

    * Elaborar un plan de actividades.


¿Cómo hacer un plan de actividades?

  1. Hacer una lista de todas las tareas que se deben realizar.
  2. Ordenarlas según su importancia, empezando por las más importantes.
  3. Anotar para cada tarea el tiempo aproximado que necesita dedicarle.
  4. Hacer otra lista con las actividades que le gustaría realizar.
  5. Ordenarlas según su importancia para usted.
  6. Anotar para cada actividad el tiempo aproximado que necesita para realizarla.
  7. Haga ahora una única lista con las tareas que debe realizar y las que le gustaría realizar siguiendo un orden de importancia.
  8. Si no hay tiempo para todas las tareas y actividades que ha anotado, posponga para otro momento las que están en los últimos lugares de la lista y, cuando disponga de tiempo extra, dedíquelo a ellas.


¿Cuales son las preocupaciones más frecuentes de los cuidadores?

Cuando se pregunta a los cuidadores cuáles son las preocupaciones más frecuentes respecto a cómo influye la situación de cuidado en sus vidas, muchos de ellos afirman que una de sus preocupaciones más intensas es la falta de tiempo para hacer todas las actividades que “deberían” y/o les gustaría hacer.

Los cuidadores tienen múltiples demandas de tiempo relacionadas con responsabilidades de trabajo, las necesidades de su familiar mayor, necesidades de otros familiares y necesidades personales. Así pues, es muy frecuente encontrar en los cuidadores problemas de estrés o “nerviosismo” originados por el afrontamiento diario de demandas en conflicto, esto es, de varias tareas o funciones que han de realizarse y la dificultad para organizar el tiempo de cara a llevarlas a cabo de forma adecuada. La dificultad para organizar el tiempo es una fuente importante de tensión y estrés en los cuidadores.

¿Qué consecuencias puede tener la dificultad que tienen para organizar el tiempo?

    * Nerviosismo
    * Irritación
    * Desesperanza/desesperación
    * Sensación de “sobrecarga”
    * Sensación de “estar atrapado”

¿Cómo pueden aprender a organizar su tiempo?

Organizar el tiempo supone realizar el mejor ajuste posible entre las demandas de tiempo y la cantidad de tiempo disponible. Intentar combinar de la mejor forma posible las obligaciones, las necesidades y la cantidad de tiempo del que se dispone puede ayudar a los cuidadores a aprovechar mejor el tiempo y, como consecuencia, a vivir mejor.

Existen una serie de técnicas que pueden ayudar a los cuidadores que quieran aprender a “organizarse” mejor.

¿Qué consejos se les pueden dar para organizar el tiempo?

    * Preguntarse:”¿Es necesario hacer esto?”. De esta forma se puede decidir qué actividades son importantes y, por el contrario, a qué actividades se puede decir “no”.
    * Marcarse objetivos realistas antes de comprometerse.
    * Contar con otros miembros de la familia. Consultarles, pedir su opinión, ver con ellos en qué pueden ayudar e incluir dicha ayuda en su plan de vida.
    * Hacer partícipe a su familiar de los cambios y decisiones.
    * Elaborar un plan de actividades.

¿Cómo pueden elaborar un plan de actividades?:

1. Priorizar:

* Hacer una lista de todas las tareas que haya que realizar relacionadas con:
– La persona cuidada
– El propio cuidador
– Otras personas

* Ordenarlas según su importancia, empezando por las más importantes (las primeras de la lista)
* Estimar el tiempo necesario para realizar cada tarea.
* Hacer otra lista de actividades que le gustaría realizar.
* Anotar, para cada actividad, el tiempo aproximado que necesita para realizarla.
* Hacer ahora una única lista con las tareas que debe realizar y las que le gustaría realizar siguiendo un orden de importancia.
* Empezar con las primeras actividades de la lista.
* Si hay algo más de tiempo, continuar con las demás.
* Si no hay tiempo para todas las tareas y actividades que ha anotado, posponga para otro momento las que están en los últimos lugares de la lista y, cuando disponga de tiempo extra, dedíqueselo a ellas.

2. Ser realista

Comprender y aceptar que uno no va a ser capaz de satisfacer todas las necesidades del familiar dependiente y de los demás miembros de su familia. Analizar qué tareas podrían hacer el familiar dependiente y los demás familiares por sí mismos.

3. Delegar

Es recomendable pedir y aceptar la ayuda de familiares, amigos u otras personas.

4. Usar los recursos y servicios de la comunidad

Los servicios ofrecidos por la comunidad, tales como los Centros de Día, la Asistencia Domiciliaria, etc., pueden ser de gran ayuda para los cuidadores.

5. Organización

Establecer una rutina de actuación con planes alternativos. Hacer una lista de cosas para hacer cada día y establecer un plan de acción para cada semana.

6. Evaluación periódica

Realizar evaluaciones periódicas de la forma en que se está organizando el tiempo y analizar si es necesario realizar cambios.

7. Tomarse respiros

Reservar un tiempo cada día para uno/a mismo/a.

El cuidado del cuidador: cómo cuidarse mejor (2)

http://www.imsersomayores.csic.es/salud/cuidadores/pyr/cuidadocuidador.html#c10

7. Poner límites al cuidado

Los cuidadores que cuidan de sí mismos ponen límites al cuidado. En ocasiones, empiezan a poner límites cuando se dan cuenta de que estaban asumiendo una carga que es posible compartir con otros. Otras veces, comienzan a poner límites cuando la persona que está siendo cuidada demanda más cuidados y atención de los necesarios.

7.1. ¿Cuándo poner límites al cuidado?

Se presta más ayuda de la necesaria

Es frecuente que los cuidadores que no ponen límites piensen que han de ayudar en todo lo que les pida la persona cuidada. También suele ocurrir que piensan que sólo él sabe como cuidarle o que los demás deberían darse cuenta de que necesita ayuda.

¿Qué pueden pensar los cuidadores que no ponen límites?

    * “Para ayudar bien debo satisfacer todas sus demandas”
    * “Debo ayudarle en todo”
    * “¿Cómo voy a decirle que no a algo? para eso estoy, para ayudarle”
    * “Solo yo sé cómo hay que cuidarle”
    * “Sólo quiere que le cuide yo”
    * “Ellos (otros familiares) deberían saber que necesito ayuda”, “debería salir de ellos”

Esta forma de pensar es, sin duda, loable. También es cierto que pensar de este modo no beneficia ni al cuidador ni a la persona cuidada. Partiendo de que uno de los objetivos del cuidado es que la persona a la que se está cuidando sea lo más independiente posible, cuando se accede a todas sus demandas y se le ayuda en todo, sin tener en cuenta qué puede por sí mismo y qué no, se entorpece su autonomía. Algunas habilidades dejará de practicarlas y acabará perdiéndolas por desuso si la ayuda es excesiva.

Por otro lado, tampoco beneficia al cuidador esta forma de pensar. Cuando se piensa que hay que ayudarle en todo, el cuidador se está imponiendo a sí mismo una regla que resulta difícil de cumplir. Atender todas las necesidades y, además, atenderlas bien es difícil, por no decir imposible. Cuando los cuidadores piensan así y encuentran obstáculos para cumplir su regla, suelen sentirse culpables por no estar dando todo lo que ‘deberían’.


¿Qué pueden pensar los cuidadores que ponen límites?

    * “hay tareas que él puede hacer solo, es mejor no ayudarle”
    * “me gustaría poder ayudarle lo mejor posible” (y no piensan “tengo que…”)
    * “puedo pedir a mi hermano que me ayude por las mañanas”.

Se demanda más ayuda de la necesaria

Algunas personas, al tener que soportar los sufrimientos de una enfermedad, exigen más ayuda de la que necesitan, mientras que otras dirigen la frustración derivada de sus problemas a quien está más cerca de ellos, esto es, a la persona que se dedica a cuidarlas. Muchas veces, estas demandas excesivas se producen de forma tan gradual que los cuidadores apenas llegan a darse cuanta de ello, siendo conscientes únicamente de que se sienten continuamente molestos y frustrados con la persona a quien cuidan, pero sin comprender la razones por las que se sienten así.

En estas situaciones se hace necesario poner límites. La manera más eficaz es decir no de una forma adecuada, de manera que no haga sentirse mal a la persona que dice ni se ofenda a la otra persona.

¿Cómo detectar que es necesario poner límites al cuidado?

Cuando la persona que recibe los cuidados…

    * Culpa al cuidador por errores que éste comete de forma involuntaria.
    * Finge síntomas para captar más atención.
    * Hace reproches a los cuidadores cuando estos ponen límites razonables a sus peticiones.
    * Culpa a otros de problemas causados por ellos.
    * Rechaza ayudas que facilitarían las tareas de cuidado (silla de ruedas, etc.)
    * Empuja o golpea a los cuidadores.
    * Origina un gasto económico injustificado a la familia (por ejemplo, en llamadas de teléfono).
    * Se niega a gastar su dinero en servicios necesarios (por ejemplo, contratar a una persona para que la cuide).
    * Pide más ayuda de la necesaria.

… Entonces es necesario poner límites al cuidado

Ejemplo de la necesidad de poner límites al cuidado. Historia de una cuidadora:

La situación en la que la cuidadora piensa que su familiar se excede en las demandas que le hace y siente que se abusa de ella se complica cuando la relación anterior era una relación asimétrica. Es decir, cuando la persona que ahora está siendo cuidada ha ejercido siempre un papel de poder.

Es la historia de Carmen, una mujer de 81 años que cuida de su marido, en silla de ruedas por una amputación de las piernas. Su relación siempre estuvo marcada por las actitudes machistas de su marido y en la actualidad dedica todo su tiempo a cuidarle, a pesar del desprecio que este le muestra. Carmen realiza todas las tareas de la casa sin ayuda además de aquellos cuidados específicos que requiere su marido: vestirle, levantarlo, acostarlo, etc.; pero además realiza por él tareas que en principio su marido podría hacer por sí mismo, dado que lo única incapacidad que tiene está en las piernas. Esto hace que Carmen sienta que su marido abusa de ella y afirma cosas como las siguientes:”Yo le traigo pescado y le quito las escamitas y todo. Si hago carne con patatitas, le quito los huesecitos, le quito todo, se lo corto, porque él, yo no sé, parece que tiene las manos inútiles, pero no tiene inútil la lengua.”

7.2. ¿Cómo poner límites al cuidado?

Pedir ayuda

Algunas personas evitan, a menudo, hacer peticiones (pedir un favor, pedir algo prestado, etc.) a los demás que, sin embargo, son perfectamente razonables y justas. Cuando las hacen, parecen disculparse o esperar que sean rechazadas. Por el contrario, hay personas agresivas que pueden comportarse de modo exigente, coercitivo y hostil al hacer una petición.

    * Hacer peticiones incluye el pedir favores, pedir ayuda y pedir a otra persona que cambie su forma de comportarse.
    * La persona que hace una petición espera que ésta sea aceptada: no facilita el rechazo a la otra persona.
    * Una petición no es sinónimo de exigencia, hay que reconocer el derecho del otro a rechazar la petición.
    * Si la respuesta de la otra persona no es clara ha de expresarse de nuevo la petición.
    * Si la respuesta de la otra persona es “no”, no ha de insistirse más de una vez pues podría parecer que no se respeta su derecho a decir no.
    * Creencias poco racionales como las siguientes pueden bloquear respuestas asertivas: “si pido un favor, estaré en deuda con esa persona y no quiero tener esa obligación”, “si hago una petición la otra persona no será capaz de decir que no, incluso aunque quiera rechazarla”.

¿Cómo pedir ayuda? Recomendaciones paso a paso.

  1. Solicitar una autorización: ¿Puedo hablarte un momento?

  2. Verbalización directa y precisa: Me gustaría que te quedaras el jueves o el viernes con papá.

  3. Autoafirmación empática y expresión positiva de la demanda: De esta forma yo podré salir un poco. Últimamente estoy agotada.

  4. Comprobar que el interlocutor está realmente de acuerdo en responder a la demanda: Si no puedes, dímelo, no me voy a enfadar.

  5. Disco rayado (repetir lo mismo cuantas veces sea necesario, de manera cada vez más amable y cortés): Para mí es importante que te quedes con papá el jueves o el viernes y así podré descansar. Sería muy amable por tu parte que te quedases el jueves o el viernes, yo necesito descansar.

  6. Autorrevelación (manifestar sentimientos, pensamientos o comportamientos propios y en primera persona): Últimamente estoy agotada y me vendría muy bien que te quedaras.

  7. Ofrecer un compromiso: ¿Te viene mal? ¿qué te parece el sábado? Dime qué día puedes tú.

  8. Terminar efusivamente: Muchas gracias. Es un alivio que me ayudes. Menos mal que cuento contigo.

¿Cómo no pedir ayuda?

    * De manera agresiva, ya que provoca el rechazo o una respuesta de defensa, por ejemplo: “Carlos, estoy harta de que no tengas en cuenta a papá y de que no me ayudéis. Esto se va a acabar. Yo necesito salir así que vosotros veréis”…

… puede provocar una respuesta similar a: “Yo también estoy harto de que vengas siempre con lo mismo. Nosotros también hacemos nuestra parte. Si tan harta estás, ya sabes lo que hay”

    * De manera inhibida, ya que se facilitan al otro los argumentos para rechazar nuestra petición, por ejemplo: “Mira…, si…, iba a pedirte una cosa, pero tampoco es muy importante. A ver si algún día, cuando podáis…, os pudierais quedar con papá. Pero…, vamos… que si no podéis lo entiendo, vaya”…

… puede provocar una respuesta similar a: “La verdad es que me gustaría ayudarte pero estoy muy ocupado estos días. Ya te llamaré cuando pueda”.
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Decir no

Algunas personas tienen dificultades para decir “no”. Por esta razón, puede ocurrir que estas personas accedan frecuentemente a las demandas y peticiones de otras personas, sin realmente desear hacerlo, o bien que ofrezcan excusas variadas relacionadas con su incapacidad para satisfacer las peticiones de otra persona, cuando la verdadera cuestión es que no quieren acceder a ellas. Por el contrario, hay personas que pueden ser hostiles y agresivas al rechazar una petición.

Saber decir no es importante cuando la persona mayor a la que se está cuidando realiza peticiones excesivas o poco adecuadas a las que no se desea o se debe acceder. Es importante saber decir no para poner límites al cuidado.

– Rechazar peticiones implica ser capaz de decir “no ” cuando se quiera hacerlo sin sentirse mal por ello.

– Tenemos el derecho a decir “no” a peticiones poco razonables y a peticiones que, aunque sean razonables, no queremos acceder a ellas.

– Razones por las que ser capaz de decir no es importante:
– Ayuda a no implicarse en situaciones en las que después lamentaríamos habernos implicado.
– Ayuda a evitar circunstancias en las que sentimos que se aprovechan de nosotros o que nos manipulan.
– Nos permite tomar nuestras propias decisiones – Antes de rechazar una petición hay que asegurarse de que entendemos lo que nos piden.

– Los rechazos de peticiones deben acompañarse de razones y no de excusas. Se dan razones cuando si éstas cambiasen cambiaría la respuesta. Por ejemplo, si la respuesta es “no puedo, estoy ocupado” estamos ante una razón si en caso de no estar ocupados diríamos “sí”. Sin embargo, estaríamos ante una excusa si aunque no estemos ocupados seguiríamos diciendo que “no” (y esto ocurre por “estoy ocupado” es una excusa y la verdadera razón es otra, por ejemplo “no me apetece”). Las excusas se pueden convertir en trampas. Por ejemplo, si se pone la excusa “estoy ocupado” para rechazar una demanda, la persona que hace la petición podría preguntar “¿cuándo estarías disponible?”.

– Creencias poco racionales como las siguientes pueden bloquear respuestas asertivas: “si de verdad le quiero debería acceder a lo que me pide”, pues el cariño no implica necesariamente una ayuda constante o excesiva, o “es más fácil acceder a la petición que enfrentarme a cómo reaccionará si no accedo”.


¿Cómo decir no? Recomendaciones paso a paso

  1. Escuchar, hacer precisar la demanda si fuese necesario (escucha activa): Carmen, ayúdame. Dime, ¿en qué quieres que te ayude?

  2. Verbalización directa y precisa de la respuesta: Eso es algo que sé que puedes hacer sólo. Lo siento, no voy a ayudarte. Creo que tú solo puedes hacerlo.

  3. Disco rayado (repetir lo mismo cuantas veces sea necesario, de manera cada vez más amable y cortés): Espero que no te enfades y lo entiendas. Tu puedes hacerlo sólo y creo que no debo ayudarte. No voy a ayudarte, intenta hacerlo sólo, se que puedes con un poco de esfuerzo.

  4. No derivar, no justificarse:¿Ves cómo ya no me quieres? Tu hermano sí lo haría.
      Me gustaría que no te enfadases. Creo que es mejor que lo hagas sólo. Ya sabes que te ayudo siempre que lo necesitas. Y ahora no lo necesitas.

  5. Autorrevelación (manifestar sentimientos, pensamientos o comportamientos propios y en primera persona): No me resulta agradable decirte que no, pero sé que tu puedes y que es lo mejor.

  6. Búsqueda de alternativas y compromiso: Yo puedo ayudarte a empezar pero después terminas tú sólo. La próxima vez lo harás sin ninguna ayuda ¿de acuerdo?

  7. Terminar efusivamente: Me alegro de que lo entiendas. ¿Ves que bien lo haces sin ayuda?


¿Cómo no rechazar peticiones?

    * De manera pasiva: implica generalmente aceptar la petición cuando no se desea o rechazarla de manera poco clara y directa, con excusas (“ahora no puedo”), con vacilaciones, o derivando (“si no es que no te quiera, es que…”)…

    * … puede provocar una respuesta similar a: la persona que hace la petición seguiría insistiendo pues no encuentra un rechazo claro a su demanda o encuentra excusas: “dime cuando puedes porque necesito que me ayudes”, “¿cómo que no es que no quieres?, si quisieras, lo harías”.

    * De manera agresiva, pues puede dar lugar que la persona que hace la demanda responda también de manera agresiva, por ejemplo: “me tienes harta”, “todo el día igual”, “¿no lo puedes hacer tú solito?”, “¿te crees que no tengo otra cosa que hacer?”… … puede provocar una respuesta similar a: “¡eres insoportable, no se te puede pedir nada!” o tratando de culpabilizar “pero ¿qué te hecho?, te pido ayuda, que yo no puedo solo y tú lo sabes y reaccionas contra mí”.