Respaldo de material de tanatología

RAMÓN BAYÉS

De: Alias de MSNtanatoetica  (Mensaje original) Enviado: 05/02/2007 6:48

ENTREVISTA A RAMÓN BAYÉS, CATEDRÁTICO DE PSICOLOGÍA: EL PROCESO DE MORIR ES EL GRAN CONTINENTE QUE QUEDA POR DESCUBRIR  http://digital.el-esceptico.org/leer.php?autor=41&id=1311&tema=10

Por: Hugo Cerdà ? Barcelona

‘El imperativo de conseguir para nosotros y nuestros semejantes una muerte en paz constituye un objetivo que confiamos que pronto sea reconocido universalmente como uno de los derechos fundamentales del hombre’. Con estas palabras Ramón Bayés, catedrático de psicología básica de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala en su libro Psicología del sufrimiento y de la muerte un despiste clamoroso de los revolucionarios. Cuando en 1789 la Asamblea Nacional francesa aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, su espíritu entusiasta y positivista le hizo hablar de la vida y obviar la muerte. Más de 200 años después, miles de personas mueren en medio del sufrimiento.

‘Si todos moriremos, ayudar a hacerlo en paz es tan necesario como luchar por la vida’

Pregunta.- ¿Tan desastrosa es la situación?
Respuesta.- Yo no digo que sea desastrosa. Sólo digo que queda aún mucho por hacer. Efectivamente se ha avanzado bastante en los últimos años con la creación de unidades de cuidados paliativos en los hospitales. Pero tan sólo hay que recordar la controversia surgida en mayo de 2000 a raíz del fallecimiento de pacientes en lista de espera para una intervención de cirugía cardiaca mientras guardaban turno para su ingreso. Hay que preguntarse cómo murieron estas personas, no desde el punto de vista físico, sino qué ambiente psicosocial les acompañó en sus últimos días y con qué estado emocional esperaron una intervención que nunca llegaría. Éste es uno entre tantos casos en los que el proceso de morir representa para las personas una gran angustia y un constante sufrimiento.
P.- Tantos años y la medicina aún no se ha ocupado bastante de la muerte.
R.- Lo ha hecho, pero de una forma aislada y, a la luz de la situación actual, claramente insuficiente. La medicina se ha marcado siempre como objetivo combatir y evitar la muerte. Pero debemos darnos cuenta de que la muerte es algo inevitable. Lo dice muy bien Daniel Callahan en su artículo de marzo de 2000 en la revista The New England Journal of Medicine: ‘Mi punto de vista es que ya que todos vamos a morir, preservar la vida no debería considerarse como un ideal más elevado que contribuir a una muerte en paz’.
P.- ¿Cómo es esa muerte en paz?
R.- Todavía se sabe muy poco. El proceso de morir es el gran continente que queda por descubrir. Para la sociedad la muerte es un tabú como lo era el sexo hace unos años, y para los médicos representa el fracaso. Todas estas concepciones erróneas obstaculizan la investigación sobre cómo muere la gente y cómo podemos ayudar a morir mejor. No obstante, algo que distintos estudios han señalado es que lo que genera mayor ansiedad en los enfermos es el propio proceso de morir, y el que suscita menor ansiedad es el hecho desnudo de la propia muerte.
P.- Para eso están las unidades de cuidados paliativos, para controlar el proceso de morir.
R.- Sí, es verdad. Y lo hacen muy bien. En España tenemos grandes profesionales de la medicina paliativa. Sin embargo, su acción en insuficiente, porque se centran en la faceta física del sufrimiento. Pero el sufrimiento no se compone únicamente de dolor físico. Algo que diversas investigaciones han constatado es que la mayoría de personas coinciden en que el elemento que más les ayudaría a morir en paz es poder hacerlo con la compañía de sus seres queridos, por encima del alejamiento total del dolor. Evidencias de este tipo piden un replanteamiento del objetivo de la medicina paliativa y llaman a nuevas investigaciones sobre el proceso de morir.

?La muerte no es un fracaso, pero sí lo es la prolongación innecesaria del sufrimiento?

P.- Si lo que temen los enfermos no es la muerte sino el camino hasta ella, tal vez los médicos y los familiares deberían tener menos miedo a decirle la verdad al paciente.
R.- El ritmo de la comunicación entre médico y paciente lo tiene que establecer este último. El doctor debe saber interpretar cuánto y cuándo desea saber el enfermo. No obstante, efectivamente, lo que causa el sufrimiento del paciente es la incertidumbre ante una amenaza a la que cree no poder hacer frente. Informarle sobre la situación real de esta amenaza y los recursos para combatirla puede ayudar al enfermo a alcanzar la muerte psicológica.
P.- ¿Muerte psicológica?
R.- El conocimiento subjetivamente cierto de que ‘voy a morir’ que se suscita en un momento concreto de la vida. Es decir, la aceptación de la propia muerte.
P.- ¿Sería la petición de eutanasia una forma de muerte psicológica?
R.- Son cosas completamente opuestas. La eutanasia es una cuestión muy polémica e importante, pero afecta a mucha menos gente que el fenómeno de la muerte en paz. Si se conocieran y atendieran debidamente las necesidades de tratamientos paliativos para combatir el sufrimiento de aquellos que se encuentran en proceso de morir, serían muy pocos los que solicitarían la eutanasia. Es aquí donde se encuentra el verdadero debate y es un objetivo tan importante para la medicina como la lucha por mantener la vida. La muerte no es un fracaso, pero sí lo es la prolongación innecesaria del sufrimiento.


SEMBLANZA Y CANTO A RAMÓN BAYES, P. Barreto y P. Arranz  http://www.ucm.es/BUCM/revistas/psi/16967240/articulos/PSIC0505230407B.PDF

PSICOONCOLOGÍA. Vol. 2, Núm. 2-3, 2005, pp. 407-408
P. Barreto y P. Arranz

Estoy contento de ser psicólogo, nos
expresó un día Ramón compartiendo un
rico desayuno. Podía haber sido muchas
otras cosas, de hecho trabajó en diversas
empresas: de celulosa, eléctrica, taller de
muelles o de cemento. En una conversación
con un buen amigo, se unieron el azar y la
necesidad, y en ese momento decidió cam-
biar su vida de rumbo. Los psicólogos esta-
mos también muy contentos de su decisión.
Su visión amplia y sencilla, no por ello
menos profunda, ha promovido y promue-
ve la excelencia en medicina y psicología y
los valores asociados al humanismo, a la
ciencia y a la ética. Como nadie en este país
ha ayudado a los psicólogos a entender la
metodología científica desde la concepción
integral e integradora superando el mecani-
cismo cartesiano.
No vamos a contar su currículum. De
sobra lo conocen todos los psicólogos que
han hecho una panorámica por la psicolo-
gía española. Sus magníficos libros, artícu-
los, monografías y montañas de papel lo
atestiguan. Siempre ha estado abriendo
caminos, con una visión creativa y eficien-
te, para encontrar modos de amortiguar el
sufrimiento humano. La Psicología de la
Salud, la Psiconeuroinmunologia, el Cán-
cer, el SIDA, el counselling o los Cuidados
al Final de la Vida han supuesto grandes
objetivos de sus investigaciones. Le ha preocu-
pado el rigor en la investigación y la res-
puesta científica a los problemas psicológi-
cos. Era amigo de Skinner y, además, le inte-
resan los dibujos para adentrarse en el
mundo de los niños.
¿Su gran don? Haber elegido una forma
auténtica de vida y facilitar la información
que posee a todo aquel que considere que
puede serle útil. Dando se enriquece como
sólo los hombres muy sabios saben hacer.
Ramón es maestro de maestros, pero lo
que más nos gusta es que sigue siendo también
un joven que continua enseñando a estudian-
tes y profesionales
con una fuerza e
ilusión inagotable.
Con frecuencia nos
hemos preguntado
de dónde saca tan-
ta energía, motiva-
ción y fuerza… le encanta lo que hace. Y ese
es su misterio y su magia: Ramón es capaz de
unir la generosidad, la humildad y la disponi-
bilidad con la rigurosidad; la carcajada con el
baile, el buen gusto de lo estético con el des-
precio de lo injusto. El jazz con el blues. Su
actitud, al estar abierto a la escucha, es de eter-
na juventud. Sigue queriendo aprender y qui-
zá por eso, oyéndolo uno entiende de verdad
el significado de la palabra ?sabiduría?
En un acto reciente, inaugurando el pre-
mio que la Academia de Ciencias Médicas
de Cataluña concede con su nombre, decía
que se sentía privilegiado porque tenía el
amor de muchas personas y no todos tení-
an la misma suerte. También nosotros, los
que recibimos el suyo nos sentimos espe-
ciales porque nos ha hecho un hueco en su
vida y hemos sido destinatarios de su gran
generosidad. Sus nietos, en este acto, des-
cubrieron que su abuelo es considerado
?una eminencia? y no les importa que no
sea un experto en las tareas del hogar, dicen
que lo mejor y realmente importante de su
abuelo es que les quiere.
Hablando de su currículum menos
conocido, pero en absoluto menos impor-
tante, les podemos contar que se sabe el
nombre de muchos pájaros y flores y que las
montañas y el mar le guiñan el ojo cuando
le pillan cerca, también que le apasiona el
cine, viajar, las lobelias y que es el autor de
nuestras mejores fotografías. Yno crean, tam-
bién tiene sus aversiones, si no se lo cuentan
a nadie les diremos que odia el bacalao, y
todo lo relacionado con las espinas, casi tan-
to como los homenajes. Le importa ?un pito?
la ropa pero le apasiona el arte.
Los barcos necesitan faros para llegar
bien a un puerto, especialmente en momen-
tos de incertidumbre, dolor o sufrimiento, y
eso ha representado Ramón para nosotras.
Le hemos incorporado para siempre en
nuestras vidas y cuando pensamos o son-
reímos lo hacemos en parte con sus ense-
ñanzas y también seguro con el cariño que
nos ha regalado.
Y la vida va… y uno mira hacia atrás
para entender la historia que nos ayuda a
entender nuestro hoy, y para intentar cons-
truir nuestro mañana, y la historia de
Ramón es una historia que no tiene fin, por-
que de tanto sembrar, ha hecho un jardín
de lobelias, de respeto, de dignidad y de
esperanzas!!
Ya ves Ramón, a pesar de tu timidez, es
un hecho público, manifiesto, que eres un
hombre que ama y es amado. Nosotras no
pensamos nunca renunciar a tí.

Tus dos pilares,
P. Barreto y P. Arranz

links importantes sobre duelo:

Dinámica y Técnicas de grupos Conceptos, definiciones, clasificación http://orbita.starmedia.com/acmq/dingrup.html

Las dinámicas grupales en el área educativa http://contexto-educativo.com.ar/2005/3/nota-02.htm

Uso Didáctico de Dinámicas de Grupo http://www.politecnicojic.edu.co/regionalizacion/USO%20DIDACTICO%20DE%20DINAMICAS%20DE%20GRUPO.doc

DINÁMICA DE GRUPOS Y EQUIPOS DE TRABAJO (Archivo en formato Word, explicativo del ppt anterior) http://www.canalegal.com/documentos/paraestudiantes/dinamica_de_grupos_y_equipos_de_trabajo.ppt#257,2,

AGENDA DINÁMICA DE GRUPOS Y EQUIPOS DE TRABAJO http://www.canalegal.com/documentos/paraestudiantes/trabajo_de_dinamica_de_grupos.doc

Dinámicas de Prevención: http://www.educarex.es/acosoescolar/dinamicas.html

A continuación, una serie de dinámicas de grupo para desarrollar en el aula.

Dinámicas de cualidades http://www.educarex.es/acosoescolar/img/cualidades.pdf  Esta dinámica de grupo pretende dar a conocer las cualidades de cada uno de los alumnos que forman un grupo/clase, creando un clima favorable y evitando actitudes violentas en el aula.

Dinámica de la amistad http://www.educarex.es/acosoescolar/img/amistad.pdf  Esta dinámica pretente concienciar sobre el valor de la amistad y las cualidades que necesitan desarrollarse para fomentar esta, creando un clima favorable y evitando actitudes violentas en el aula

Dinámica del barco http://www.educarex.es/acosoescolar/img/barco.pdf  Esta dinámica de grupo pretende desarrollar cierta sensibilidad en el grupo-aula dando a conocer los valores personales de cada uno de los alumnos/as, para crear un clima favorable de trabajo y evitar actitudes violentas en el aula.

Dinámica del compañero/a http://www.educarex.es/acosoescolar/img/companero.pdf  A través de esta dinámica de grupo, se fomentan las habilidades sociales y permite resolver conflictos que puedan producirse en el alumnado, además de promover un clima agradable y evitar actitudes violentas en el aula.

Dinámica del árbol y el viento http://www.educarex.es/acosoescolar/img/arbol.pdf  A través de esta dinámica de grupo, se pretende crear un ambiente de distensión, armonía y confianza dentro del grupo; además de poner a cada participante en la situación de tener seguridad en sus compañeros.

Dinámica del abrazo http://www.educarex.es/acosoescolar/img/abrazo.pdf  Esta dinámica de grupo produce un acercamiento físico entre los integrantes del grupo para crear un clima favorable y evitar actitudes violentas en el aula.

Dinámica de la motivación http://www.educarex.es/acosoescolar/img/motivacion.pdf  Esta dinámica demuestra como las personas, aunque actúen de la misma manera, pueden estar partiendo de motivaciones diferentes y comprender actitudes aparentemente incomprensibles para conseguir un clima favorable y evitando actitudes violentas en el aula.

Dinámica de formación de grupos http://www.educarex.es/acosoescolar/img/grupos.pdf  A través de esta dinámica de grupo, se pretende integrar al alumnado en el grupo-aula para que sienta una mayor motivación para la realización de las dinámicas y juegos; desarrollar la agilidad y la atención de cada uno de los integrantes.

Dinámica del lavacoches http://www.educarex.es/acosoescolar/img/lavacoches.pdf  A través de esta dinámica de grupo, se forma cohesión en el grupo a través del contacto físico, creando un clima favorable y evitando actitudes violentas en el aula.

Dinámica “gane cuanto pueda” http://www.educarex.es/acosoescolar/img/gane.pdf  Esta dinámica de grupo permite observar los mecanismos de competición y cooperación que pueden darse en el seno de un grupo. Además, los participantes pueden aprender a valorar la cooperación como fórmula según la cual todos ganan y de esta manera, crear un clima favorable y evitando actitudes violentas en el aula.

Estrategias Didácticas http://www.politecnicojic.edu.co/regionalizacion/Estrategias%20Did%E1cticas.doc 

Cuadro resumen sobre estrategias didácticas http://docencia.udea.edu.co/vicedocencia/cuadro_resumen_estratedidac.html

Estrategias Metodologicas La Universidad Mayor (Chile)ofrece un resumen de estrategias metodologicas y estrategias de Aprendizaje http://ddaportal.googlepages.com/AyudaMemoriadelDocenteEfectivo.doc

El Mapa de Conceptos y los esquemas en el aula http://www.politecnicojic.edu.co/regionalizacion/EL%20MAPA%20DE%20%20CONCEPTOS%20%20Y%20LOS%20ESQUEMAS%20EN%20EL%20AULA.doc

LIBRO: La Toma de Decisiones. Organización y Dirección de Reuniones (para trabajar entre los profesores) http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/Usr/Apdorta/reunion.htm

LIBRO: Manual de Técnicas de Enseñanza (para trabajar en las clases) http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulos.html

MODULO 2 El profesor como gestor de su práctica docente http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulo2.html

MODULO 3 Análisis y priorización de necesidades http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulo3.html

MODULO 4 Los objetivos como explicitación de lo que se quiere hacer http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulo4.html

MODULO 5 Selección y estructuración de contenidos http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulo5.html

MODULO 6 Selección y organización de las estrategias de enseñanza y aprendizaje http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulo6.html

MODULO 7 Evaluación de la enseñanza y del aprendizaje http://www.sistema.itesm.mx/va/DraMarisa/Modulo7.html

LA HORA DE LA AGONÍA

LA HORA DE LA AGONÍA – Fuente: www.fraynelson.com – Autor: Fr. Nelson Medina

PREGUNTAS SOBRE LAS HORAS DE AGONÍA

– ¿Es verdad que cuando una persona esta en agonía no deben estar con ella personas que no estén casadas por la Iglesia, es decir, personas amancebadas, porque impiden que la persona muera tranquilamente?

– ¿O también qué hay de cierto que cuando una persona no puede morir, es porque está esperando algún familiar y cuando el familiar va a verlo la persona muere en paz?

– ¿O también, que cuando una persona muere con los ojos abiertos es porque estaba esperando algún familiar?

*  La muerte es compleja, no sólo desde el punto de vista emocional o existencial, sino incluso biológico. Tal vez puede decirse que morir, desde el punto de vista del cuerpo, es algo así como una cascada de hechos que van desconectando nuestros varios sistemas (circulatorio, linfático, hormonal, neuronal, digestivo, etc.) y que a la vez están marcados por el avance implacable de los mismos micro-organismos que tenemos cuando estamos vivos. Vivir, en esta tierra, es entre otras cosas mantener a raya a la muerte, mientras uno sigue haciendo acopio de la energía, materiales e información que necesita para mantenerse, reproducirse, comunicarse y sentirse relativamente bien, seguro y estable.

*  Esta tremenda complejidad hace muy difícil hacer predicciones sobre qué es lo “normal” o lo “extraño” cuando alguien muere. Aunque es verdad que todos los procesos de la muerte implican desconexión, disolución y corrupción, los modos específicos en que se den las cosas no son iguales para todas las personas. Parece cierto que hay personas que pasan de un estado inconsciente a la muerte, o como se dice, “del sueño a la muerte,” mientras que otros parecen sufrir prolongadas agonías, sobre todo cuando hay dificultades respiratorias crónicas, o dolores agudos.

*  Es de esperar que los ojos o el aspecto del rostro estén más relacionados con esta clase de factores orgánicos y biológicos y no tanto con situaciones externas. Por decir algo, no debo suponer que si mi abuelo murió con los ojos cerrados es que no le importaba si yo iba a despedirme de él. Y sin embargo, es real que los recuerdos, expectativas y emociones de los agonizantes influyen en su modo de morir, por lo menos de una forma parcial, y si es el caso que están conscientes.

*  Ejemplos numerosos hay de personas que sufren mucho en agonía y luego mueren en paz al poder despedirse por ejemplo de un hijo que estaba lejos. En otro sentido, una mamá que quiso ver a su hija casada y bien casada “por la Iglesia” puede sentirse muy mal de ver que no logró convencerla de ello. Pero es difícil decirle a una hija en esa condición que no vaya a despedirse de la mamá, y yo jamás aconsejaría algo así, entre otras cosas porque la angustia de esperarla puede ser una tortura peor. En resumen, yo considero como simples mitos esas cosas que te han contado, creo que no se puede hacer una regla de ellos, y creo que es más sensato seguir estas sugerencias:

1. Con la ayuda de la medicina, hacer todo lo posible para aliviar las causas de dolor o incomodidad física del agonizante. Las condiciones de temperatura, humedad, iluminación, nivel de ruido, número de personas a un mismo tiempo, deben estar bajo cuidado del médico y todos han de respetarlas con diligencia.

2. El ambiente ha de ser tranquilo, lleno de afecto y de una presencia serena pero no artificialmente calmada. Hay dolor. Se trata de una partida que rasga el alma. Pero con mucha caridad hay que pensar en no agobiar con nuestras expresiones sentimentales lo que ya es muy duro para el agonizante.

3. Procúrese, dentro de lo razonable, que todas las personas que sean afectivamente significativas para el agonizante puedan visitarlo en algún momento. Si hay modo de averiguarlo, sin lastimar ni intimidar, trátese de conocer quiénes quisiera el agonizante que estuvieran cerca de él en los momentos decisivos. Extrema delicadeza se requiere aquí para no herir tampoco la sensibilidad de parientes o amigos.

4. Somos creyentes, ¿verdad? La fe debe estar presente pero, de nuevo, sin excesos. Por ejemplo, es un exceso lo que hacen algunas familias demasiado fervorosas, que quieren que a todas horas este una persona rezándole al enfermo. La oración ha de ser un soporte, una fuente de fortaleza, y no un agobio o carga. Por supuesto, llámese oportunamente al sacerdote de modo que la Unción de los Enfermos se reciba con provecho y en plena conciencia. No tiene mucho sentido lo que piensan algunas familias, que es preferible que el sacerdote llegue cuando ya el agonizante ni puede confesarse bien ni a veces entiende que le están haciendo.

La dignidad, la caridad y el respeto han de brillar en cada una de las sencillas celebraciones litúrgicas o piadosas que se tengan cerca del enfermo o con participación suya.

5. Respétese mucho la privacidad y el pudor del agonizante. A menudo la condición de su cuerpo implica que esté con poca ropa o con varias sondas. Con algo de sentido de común pensemos cómo nos sentiríamos nosotros con tantas visitas y en condiciones en que uno no puede casi valerse por sí mismo. Esto vale en mucho mayor grado para las mujeres de todas las edades.

El agonizante no sólo quiere que lo visiten. A veces quiere hablar, quiere ser escuchado, aunque ello implique un esfuerzo físico considerable. Los que estén con él tienen entonces el hermoso deber de ayudarle a encontrar descanso también en ese aspecto, ya se trate a través de una buena confesión, o de otra clase de confidencias o testamentos.

Duelo

¿Qué es el duelo?

El duelo humano se define como una reacción adaptativa natural, normal y esperable ante la pérdida de un ser querido. El duelo no es una enfermedad1, aunque resulta ser un acontecimiento vital estresante de primera magnitud, que tarde o temprano hemos de afrontar, casi todos, los seres humanos. La muerte del hijo/a y la del cónyuge, son consideradas las situaciones más estresantes por las que puede pasar una persona2,3.

Para conocer la magnitud del problema puede servirnos de referencia un cálculo hecho en nuestro entorno del País Vasco. Considerando un tamaño familiar medio de 2,76 miembros en 20014, una tasa bruta de mortalidad de 8,9 por mil en 20044 y una duración del proceso de duelo de 3 años5, resulta una prevalencia del 4,91%; es decir, en una consulta con 1800 usuarios habrá unas 88 personas en duelo ?activo?.

Características del Duelo

Es un proceso único e irrepetible, dinámico y cambiante momento a momento, persona a persona y entre familias, culturas y sociedades. No es un proceso que siga unas pautas universales1.
Se relaciona inequívocamente con la aparición de problemas de salud:
El riesgo de depresión en viudos/as se multiplica por cuatro durante el primer año6.
Casi la mitad de viudos/as presentan ansiedad generalizada o crisis de angustia en el primer año7.
Aumenta el abuso de alcohol8 y fármacos; la mitad de las viudas utilizan algún psicofármaco en los 18 primeros meses de duelo9.
Entre un 10-34 % de los dolientes desarrollan un duelo patológico10,11
Aumenta el riesgo de muerte principalmente por eventos cardiacos y suicidio12; los viudos tienen un 50% más de probabilidades de morir prematuramente, durante el primer año 13.
La población en duelo demanda un mayor apoyo sanitario, incrementando el consumo de recursos, quizá por la pérdida de las redes sociales y con ellas de muchos de los recursos clásicos para el doliente (familiares, religiosos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo,…). En un reciente estudio realizado en atención primaria14, la tasa promedio anual de consultas al centro de salud resultó ser un 80% mayor entre los dolientes que en el resto de la población. En otros estudios se obtienen resultados similares; en viudas el número de consultas se dispara en un 63% en los 6 primeros meses9 y en viudos se multiplica por cuatro durante los 20 primeros meses 15.
Cronología del duelo

La enorme variabilidad del duelo depende de las características de la persona en duelo, su situación personal y antecedentes, de ?quien? es la persona fallecida para el doliente, de las causas y circunstancias de su fallecimiento, de las relaciones sociofamiliares, y de las costumbres sociales, religiosas, etc. de la sociedad en la que vive. A pesar de toda esta enorme variabilidad se puede describir a grandes rasgos la evolución del duelo a lo largo del tiempo, para ello fragmentamos artificialmente el proceso de duelo en fases o períodos que reúnen unas características y nos ayudan a entender lo que sucede en la mente del doliente:

Duelo anticipado (pre-muerte). Es un tiempo caracterizado por el shock inicial ante el diagnóstico y la negación de la muerte próxima, mantenida en mayor o menor grado hasta el final; también por la ansiedad, el miedo y el centrarse en el cuidado del enfermo. Este período es una oportunidad para prepararse psicológicamente para la pérdida16 y deja profundas huellas en la memoria.

Duelo agudo (muerte y peri-muerte). Son momentos intensísimos y excepcionales, de verdadera catástrofe psicológica, caracterizados por el bloqueo emocional, la parálisis psicológica, y una sensación de aturdimiento e incredulidad16 ante lo que se está viviendo. Es una situación de auténtica despersonalización.

Duelo temprano. Desde semanas hasta unos tres meses después de la muerte. Es un tiempo de negación, de búsqueda del fallecido, de estallidos de rabia, y de intensas oleadas de dolor y llanto, de profundo sufrimiento. La persona no se da cuenta todavía de la realidad de la muerte16

Duelo intermedio. Desde meses hasta años después de la muerte. Es un tiempo a caballo entre el duelo temprano y el tardío, en el que no se tiene la protección de la negación del principio, ni el alivio del paso de los años. Es un periodo de tormentas emocionales y vivencias contradictorias, de búsqueda, presencias, culpas y autorrepoches,… donde continúan las punzadas de dolor intenso que llegan en oleadas.16 Con el reinicio de lo cotidiano se comienza a percibir progresivamente la realidad de la pérdida16,17, apareciendo múltiples duelos cíclicos en el primer año (aniversarios, fiestas, vacaciones..) y la pérdida de los roles desarrollados por el difunto (confidente, amante, compañero, el chapuzas, …). Es también un tiempo de soledad y aislamiento, de pensamientos obsesivos,… A veces es la primera experiencia de vivir sólo, y es frecuente no volver a tener contacto físico íntimo ni manifestaciones afectivas con otra persona. Se va descubriendo la necesidad de descartar patrones de conducta previos que no sirven (cambio de estatus social) y se establecen unos nuevos que tengan en cuenta la situación actual de pérdida. Este proceso es tan penoso como decisivo, ya que significa renunciar definitivamente a toda esperanza de recuperar a la persona perdida15. Finalmente los períodos de normalidad son cada vez mayores. Se reanuda la actividad social y se disfruta cada vez más de situaciones que antes eran gratas, sin experimentar sentimientos de culpa. El recuerdo es cada vez menos doloroso y se asume el seguir viviendo. Varios autores sitúan en el sexto mes el comienzo de la recuperación16,18-20, pero este período puede durar entre uno y cuatro años.

Duelo tardío. Transcurridos entre 1 y 4 años, el doliente puede haber establecido un nuevo modo de vida, basado en nuevos patrones de pensamiento, sentimiento y conducta21 que puede ser tan grato como antes, pero sentimientos como el de soledad, pueden permanecer para siempre, aunque ya no son tan invalidantes como al principio. Se empieza a vivir pensando en el futuro, no en el pasado.

Duelo latente (con el tiempo…) A pesar de todo, nada vuelve a ser como antes, no se recobra la mente preduelo21, aunque sí parece llegarse, con el tiempo, a un duelo latente, más suave y menos doloroso, que se puede reactivar en cualquier momento ante estímulos que recuerden…

 El duelo y la atención primaria de salud

Pensamos22, junto con otros autores23-28, que la atención primaria es el nivel asistencial ideal para ayudar a las personas en duelo. En muchas ocasiones el médico asiste de su enfermedad al familiar fallecido, en el domicilio, estableciendo una relación especial con la familia en este periodo tan crítico para ella. En otras ocasiones, las mas habituales, el fallecimiento se produce fuera del domicilio y el doliente acude a su médico de familia con una confianza casi natural, porque ya le conoce y está habituado a mostrarle los aspectos más vulnerables de sí mismo, sabe que puede expresar sus emociones en un ambiente seguro y, a la vez, mantener una circunstancia social normalizada, que no implica el estigma de la psiquiatría.

El médico de familia es el único especialista del ámbito sanitario al que acuden normalmente los dolientes y el único que puede atender la morbilidad asociada al duelo, así como el dolor, la disfunción y la incapacidad ocasionados por el conjunto de circunstancias personales, familiares y sociales que conlleva el proceso del duelo.

Preguntados los dolientes sobre la ayuda que desearían recibir del personal sanitario, solicitan consultas programadas, consejo médico, visitas domiciliarias, y que siempre que acudan a la consulta se interesen por su pesar29.

¿Cómo puedo saber si una persona en duelo necesita ayuda profesional?

Hay varias situaciones en las que la intervención está claramente indicada:

El doliente pide ayuda expresa para su proceso.
El profesional valora que la ayuda es necesaria.  
Existen varios predictores de riesgo asociados.
Detectamos pistas que nos orientan hacia un posible duelo complicado.
 Predictores de riesgo de mala evolución del duelo  

La muerte siempre va asociada a unas circunstancias que se pueden desglosar en: causa de la muerte; quién era el fallecido para el doliente y tipo de relación entre ellos; personalidad y recursos psicoemocionales del doliente; y finalmente la situación familiar, social, laboral, cultural, etc. que está viviendo el doliente en esos momentos. Este conjunto puede ser considerado normal, en el sentido de que no añade por sí mismo dificultades a las ya propias del duelo, o por el contrario puede complicarlo enormemente.

Podemos considerar predictores de malos resultados o de dificultades en la elaboración del duelo, los siguientes 5,16,17,21,30-34:

Muertes repentinas o inesperadas; circunstancias traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato)
Pérdidas múltiples; pérdidas inciertas (no aparece el cadáver).
Muerte de un niño, adolescente, (joven en general).
Doliente en edades tempranas o tardías de la vida.
Muerte tras una larga enfermedad terminal; muerte por SIDA
Doliente demasiado dependiente; relación ambivalente o conflictiva con el fallecido.
Historia previa de duelos difíciles; depresiones u otras enfermedades mentales.
Tener problemas económicos; escasos recursos personales como trabajo, aficiones.
Vivir sólo; poco apoyo sociofamiliar real o sentido; alejamiento del sistema tradicional socio-religioso de apoyo (emigrantes).
Crisis concurrentes, laborales, económicas, judiciales….
 Duelo Complicado

Para saber si estamos ante un duelo complicado nos pueden servir de ayuda los criterios diagnósticos del “Trastorno por Duelo Prolongado” de Prigerson, Vanderwerker & Maciejewski (2007) 28 propuestos para el DSM-V:

Criterios diagnósticos del “Trastorno por Duelo Prolongado” propuestos para el DSM-V.

Criterio A Presentar a diario, al menos uno de los siguientes síntomas:

Pensamientos intrusivos -que entran en la mente sin control- acerca del fallecido.
?Punzadas? de dolor incontrolable por la separación.
Añorar -recordar su ausencia con una enorme y profunda tristeza- intensamente al fallecido.  
Criterio B Presentar a diario, al menos 5 de los 9 síntomas siguientes:

Estar confuso acerca de cual es el papel de uno en la vida, o sentir que se ha muerto una parte de sí mismo.
Dificultad para aceptar la realidad de la pérdida.
Tratar de evitar todo lo que le recuerde que su ser querido ha muerto.
Sentirse incapaz de confiar en los demás desde el fallecimiento.
Estar amargado o enfadado en relación con el fallecimiento
Sentirse mal por seguir adelante con su vida (p. Ej. hacer nuevas amistades o interesarse por cosas nuevas).
Sentirse frío e insensible -emocionalmente plano- desde el fallecimiento.
Sentirse frustrado en la vida, que sin el fallecido su vida está vacía y no tiene sentido.
Sentirse como ?atontado?, aturdido o conmocionado.
Criterio C La duración de estos síntomas es de al menos 6 meses

Criterio D Estos síntomas causan un malestar clínicamente significativo o un importante deterioro de la vida social, laboral u otras actividades significativas (p. Ej. responsabilidades domésticas) de la persona en duelo.

*Publicados con permiso de Holly Prigerson (2007)28

¿En qué consisten los Cuidados Primarios de Duelo?

Los Cuidados Primarios de Duelo (CPD) son una guía de actuación, para ayudar a una persona en duelo en el nivel primario de atención. Se definen por unos objetivos, una estrategia para conseguirlos y unas técnicas a aplicar.

Objetivo generales de los Cuidados Primarios de Duelo:

Prevención primordial: educar en la muerte y el duelo a no dolientes; bien sea población general (charlas informales en asociaciones, conferencias en institutos?), población consultante (hablando en consulta, nuestra actitud?) o profesionales sanitarios (seminarios, talleres, guías como la presente…).
Prevención primaria: cuidar que la persona elabore su duelo de la manera más natural y saludable posible -saliendo incluso crecida de la crisis- y que no enferme.
Prevención secundaria: detectar precozmente el duelo complicado, para poder establecer una terapia temprana y/o derivar a otro nivel, y realizar labores de seguimiento y/o soporte de personas con duelos complicados ya diagnosticados,
Prevención terciaria: asumir -también- el seguimiento y/o soporte de personas con duelos crónicos, de años de evolución y secuelas de por vida.
Técnicas de Cuidados Primarios de Duelo

Exploratorias: perfil de duelo. (recogida de datos básicos para la intervención).

Las técnicas exploratorias tienen como objetivo, conocer todos los datos que pueden ser determinantes en la evolución del duelo. Para recoger estos datos de una forma ordenada, se establece una rutina dividida en:

Datos generales: edad y nombres del fallecido y doliente, fecha de fallecimiento, cumpleaños, etc.
Datos sociofamiliares: genograma, relaciones familiares, amigos, situación económica, etc.
Antecedentes personales: problemas de salud psicofísicos, elaboración de posibles duelos previos, coincidencia de otros problemas de trabajo, familia, amigos, etc., tiempo de convivencia y tipo de relación con el fallecido, etc.
Evolución del proceso del duelo: causa y lugar del fallecimiento, conocimiento de la enfermedad, sentimientos que manifiesta como añoranza, culpa, rabia, ansiedad, tristeza, etc. y apoyo emocional de la familia.
Finalmente se hace un resumen de lo mas relevante en cada uno de los apartados explorados, resultando un ?perfil de duelo? que servirá para orientar la intervención, priorizando los problemas detectados y además saber si estamos ante un duelo aparentemente normal o de riesgo.

Generales: REFINO (conforman nuestra actitud al intervenir)

Las técnicas de intervención generales que desarrollamos en CPD se pueden resumir con el acrónimo R E F I N O, siendo: Relación (R), Escucha (E), Facilitación (F), Informar (I), Normalizar (N), Orientar (O).

Establecer una Buena Relación. Construir una adecuada relación profesional con el doliente es el fundamento y el principio de todo. Una buena relación de cuidados se caracterizará por:

Tener una estrategia, con unos objetivos centrados en el doliente y negociados con él, así como unas actividades encaminadas a conseguirlos
Producirse en un tiempo y en un espacio. Acordar un tiempo por sesión, una periodicidad (mas cercana al principio y progresivamente mas alejada) y un seguimiento (aconsejable el primer año, por lo menos).
Desarrollarse entre iguales, en una teórica relación entre pares. Ambos se mantienen en el mismo nivel de poder, el médico y el doliente son simplemente dos seres humanos que interactúan en un marco profesional de dispensación de cuidados.
Realizarse en una dirección, es decir, que aunque es una relación entre iguales, hay una persona que ayuda (el profesional) y otra persona que recibe la ayuda (el doliente), y no a la inversa.
Con empatía: el profesional trata de sintonizar con las emociones del doliente y además se lo hace ver, le hace ver que está ?rozando? lo que siente.
Ser genuina y auténtica, mostrando un interés por lo que nos cuenta la persona en duelo, tomando conciencia del sufrimiento del otro.
Respetar, no dejar entrar en nuestra mente los juicios de valor que automáticamente se nos activan cuando tenemos una persona delante.
Mantenerse dentro del marco profesional establecido. Subrayando las características ?profesionales? de la relación para evitar malos entendidos y reacciones de transferencia-contratransferencia dramáticas (Ej. evitar ser un ?sustituto interino? del que falta).
Escucha activa. La escucha activa es atenta, centrada e intensa; es una escucha del otro y de uno mismo:

Es atenta, porque el profesional está con los cinco sentidos.
Es centrada, debido a que se vive el aquí y ahora del momento.
La escucha de nosotros mismos mientras estamos con el doliente, el conectarnos con nuestras emociones y tomar conciencia de lo que nos dicen.
En la atención de personas que sufren profundamente tenemos que recordar, casi de continuo, que: ?yo soy yo… y el otro es el otro?. Lo mismo que no se puede morir con cada muriente… no se puede perder a nuestra pareja, nuestro hijo,… con cada doliente. También debemos tener en cuenta, que nos podemos impregnar de los sentimientos del doliente y saber que son de él, no nuestros.

Facilitación. Facilitar es favorecer la comunicación, esperar, tener paciencia, es también hacerle un espacio al otro (al doliente) y darle ?permiso? con nuestra actitud y ese clima ?seguro? que hemos creado, para que cuente lo que se le ocurra o exprese sus emociones más profundas. La tristeza, culpa, miedo, amor y alegría, serán partos más o menos fáciles, solo hay que estar y no interrumpir; mientras que la rabia siempre será un parto difícil.

Son técnicas facilitadoras de la comunicación: preguntas abiertas, baja reactividad, miradas, silencios, ecos, asentimientos, hacer resúmenes para resituar mentalmente al doliente y ayudarle a identificar sus emociones.

Informar. Informar al doliente es:

Explicarle lo que hoy define la psicología occidental como el constructo duelo, pero siempre volviendo a insistir que lo suyo es ?único? y que tiene permiso para sentir lo que quiera y cuando quiera.
Aclararle que la evolución teórica del proceso es hacia el ajuste, que todos los seres vivos se adaptan instintivamente a las nuevas situaciones
Orientarle sobre las dudas más habituales: ?¿Es bueno ir al cementerio?, ¿y llorar…?, ¿y hablar siempre del muerto…?, ¿porqué ahora no me fío de nada ni de nadie, y porqué me parece todo distinto?, ¿porqué ahora tengo más miedo de morirme y a la vez quiero morirme?.
Normalizar. Normalizar es asegurarle al doliente ?y se lo está diciendo su médico- que lo que siente, piensa, hace… es totalmente normal y lo natural en su situación… Esto valida sus reacciones y sentimientos, los legitima, confirma, desculpabiliza y además puede seguir sintiéndolos.

Cuando normalizamos es mejor tomarnos tiempo y tener en cuenta la cadencia del encuentro; controlando nuestra reactividad,… dejando transcurrir un tiempo entre el estímulo del doliente y la respuesta que damos.

Normalizaremos especialmente, que no se quiera olvidar, ni dejar de llorar… que se continúe hablando con él o que se refiera a él en presente?

Orientar. Orientar es guiar, sugerir, aconsejar… o incluso prescribir mediante instrucciones concretas determinadas conductas o rituales, y a veces lo contrario; por ejemplo, disuadir de una decisión precipitada,… ?quiero vender este piso, creo que aquí no puedo vivir, son muchos recuerdos, entro en casa y es como una losa que se me viene encima…?.

Como orientación general, desanimamos de la toma de decisiones importantes durante el primer año, pero a la vez fomentamos la toma independiente de decisiones menores.

También podemos asesorar en la reorganización familiar, explicando que la pérdida de uno de los componentes de la familia lo trastoca todo,… interacciones, roles, espacios, normas, autoridad, poder, economía,… todo se tiene que renegociar y reconstituir.

Específicas de uso habitual (se usarán con frecuencia en las intervenciones, por estar relacionadas con los problemas que plantea habitualmente el doliente).

Anticipación de fechas y situaciones. La anticipación de situaciones difíciles da sensación de control. Algunas fechas (aniversario de la muerte, cumpleaños, Navidades, Todos los Santos, etc.) son especiales y con ellas llegarán nuevos tirones de dolor que si han sido previstos, no sorprenden ni desmoralizan tanto al doliente.

El darse cuenta de lo que siente, en determinadas situaciones y saber porqué, también alivia. Así por ejemplo saber porqué, a veces, la gente hace como que no le ve (no saben qué decir, se sienten violentos), no le tratan como antes (ya no es pareja), o en las fiestas, fines de semana, vacaciones, lo pasa mal porque nota de forma mas intensa su falta y no encuentra cual es ahora su lugar…

Toma de decisiones, solución de problemas y adquisición de habilidades. A veces, la persona en duelo tiene un auténtico bloqueo cognitivo mezclado con miedo, su mundo se le ha venido abajo y todo puede ser extremadamente peligroso y difícil. En esta situación, es útil la ayuda en la toma de decisiones, comenzando con problemas sencillos, tratando de que la persona llegue a ser autónoma. Otras veces se trata de adquirir habilidades que ejercía su pareja (arreglar un enchufe, cambiar una bombilla, ir al banco, etc.). o de recuperar otras que tenía y que las ha perdido por la distribución de roles entre los dos. Cada logro en este sentido, supone una mejora de la autoestima.

Narración repetitiva de la muerte y ?contar? historias. Hablar de la muerte alivia. La narración de un hecho trágico lo desdramatiza en parte. La descripción de los momentos finales, de la muerte, será espontáneamente reiterativa por parte del doliente. La repetición del relato pormenorizado de la muerte quita intensidad a la emoción, es catártico, lava, purga, abre la espita de la emoción y además libera, ordena y estructura el pensamiento, hace de la muerte una parte de nosotros mismos, la normaliza.

Hablar del muerto alivia. La narración de retazos de la vida del difunto, resitúa los vínculos y asegura que nunca se romperán, pero serán de otra manera. Con ello el doliente perfila lo que fue y lo que es, reflexiona, busca, y tiene la oportunidad de ver que los vínculos son ahora distintos, pero perviven. Puede hacer nuevas amistades, ilusionarse con los nietos, la vida… sin miedo, nunca se va a olvidar,… porque el olvido es imposible.

Prescripción de tareas y rituales. La prescripción es un contrato, concreto e individualizado, es una ?receta? negociada previamente entre las partes, que compromete al doliente a su cumplimiento.

Se deben prescribir tareas realistas, de fácil cumplimiento, sobre todo al principio16. El objetivo sería reestructurar la cotidianeidad con conductas saludables. Para empezar se puede prescribir salir todos los días a la compra, andar un rato, sacar a pasear el perro,… esto le obliga a resocializarse a la vez que realiza una actividad saludable. Debemos evitar maneras de afrontar la pérdida, claramente perjudiciales como, el sedentarismo, horas de televisión, el juego, el abuso de alcohol, tabaco… La conducta idónea sería aquella que tenía antes de morir su familiar.

Con la prescripción también se pueden controlar situaciones aparentemente incontrolables como los rituales, regulando por ejemplo las visitas al cementerio, el tiempo que dedica a hablar con el fallecido,… tratando de impedir que estas conductas sean invalidantes.

Hablar de los sueños y de las presencias: visuales, auditivas, táctiles… Los sueños están cargados de alegorías y representan el mundo vivencial del doliente, su abordaje aporta información sobre su estado emocional.

Las presencias (ver, oír o sentir que le toca el difunto) son descargas del cerebro, ante determinados estímulos, de parte de la información que tiene almacenada sobre el fallecido, es algo parecido al miembro fantasma (se siente aunque no está). Pasado el tiempo van desapareciendo progresivamente los fenómenos alucinatorios, pero la información no desaparece nunca y basta un estímulo lo suficientemente intenso, (aniversario,…) para provocar emociones olvidadas, incluso años después. Es importante hablar con el doliente de estos fenómenos, para normalizarlos y evitar la idea de que el difunto está interviniendo en su vida (pensamiento mágico21), o pensar que se esta volviendo loco, ambas ideas muy presentes, por lo novedoso e intenso de las emociones que está viviendo.

Sondas emocionales y preguntas terapéuticas. Las sondas emocionales son preguntas que tratan de atravesar las barreras defensivas y facilitan la comunicación. Son preguntas que rastrean las emociones y liberan parte de su tormenta interior.

Pueden ser un ejemplo las siguientes: ?desde la última vez que nos vimos… ¿habías pensado en hablar hoy de algo que se te haya quedado colgado?…, eso que te ronda a veces en la cabeza, y le das vueltas y vueltas,… ¿querías comentarlo conmigo??; ?¿cuando estás de noche, sin poder dormir, que pensamientos te vienen al a cabeza??; ?¿ha habido alguna fecha o se acerca alguna fecha significativa para el recuerdo??, por ejemplo el cumpleaños, aniversario de boda, cabo de año, fiesta de Todos los Santos,… ó ?¿A veces crees estar volviéndote loca??ó ?¿En alguna ocasión, te ha parecido verle u oírle o que te ha tocado?? o simplemente un ?¿Cómo te sientes??. Preguntar por lo que significan para él/ella las visitas al cementerio.

También es conveniente indagar sobre las ideas de suicidio y valorar si hay riesgo, si es algo concreto o sólo una idea fugaz, o la pérdida del ?norte? existencial (propia del duelo), y qué cosas (frenos y anclajes) se lo impiden y le sujetan a la vida

Tópicos sociales al uso. Los tópicos sociales, provocan lejanía emocional y a veces enfado. Conviene evitar las frases hechas, las seguridades prematuras y los consejos no pedidos35 como: ?te acompaño en el sentimiento?, ?ya verás como… se te pasará con el tiempo?, ?lo que tienes que hacer es… irte de vacaciones y olvidarte de todo?.

Muchas veces los tópicos son fruto del nerviosismo y del no saber qué decir, por eso puede ser mas adecuado verbalizar cómo nos sentimos: ?no se qué decirte…estoy nervioso, esto también me afecta…?, o mejor todavía expresarlo de forma no verbal con un apretón de manos, una palmada, un abrazo, una mirada en silencio,… La comunicación no verbal es directa y sincera, transmite entendimiento y se capta fácilmente.

Psicofármacos. Medicalizar el duelo significa darle categoría de enfermedad, con todo lo que esto conlleva. Ante un duelo normal, es adecuado evitar tanto la ?anestesia emocional? como la dependencia; así los ansiolíticos e hipnóticos conviene usarlos a demanda y a poder ser por períodos cortos 16,21,34 (Ej. a la hora de actos públicos) y a dosis mínimas.

En cuanto a la administración de antidepresivos, es difícil diferenciar la depresión mayor, de la tristeza propia del duelo, y cuando existen dudas (Ej. dolientes con síntomas depresivos persistentes) se puede probar su eficacia, ya que mejoran la depresión pero no la ?pena? propia del duelo16,44.

Pruebas complementarias: análisis, radiografías, electrocardiograma… El doliente, a pesar de tener ganas de morir, también tiene miedo a la muerte, a la enfermedad, al dolor, a pasar por lo mismo que su? y aquí tiene cabida la indicación razonable de pruebas complementarias, que tranquilicen y confirmen la salud.

«El tiempo no lo cura todo»

«El tiempo no lo cura todo»

Texto de/J. M. López.

LA Escuela Universitaria de Ciencias de la Familia ha organizado, a través del Centro de Orientación y Terapia Familiar ‘Oikos’, un grupo de autoayuda para personas en situaciones de duelo por la muerte de un ser querido, que el pasado miércoles comenzó a trabajar bajo la dirección de Carlos Robles (León, 1944). Duelo viene de dolo, que en latín significa dolor «y es un sufrimiento emocional intenso causado por la pérdida de alguien o de algo».

-¿Cómo afrontar una experiencia tan traumática?

-Ante la pérdida de un ser querido en el que se ha invertido mucha energía emocional, las personas entran en crisis, y la mejor forma de abordarla es expresar y compartir sus sentimientos con otras que están pasando por la misma experiencia. A veces, la familia no les entiende o no les deja llorar ni expresar sus sentimientos, y en estos grupos de autoayuda les ayudamos a identificarlos y nombrarlos -estoy triste, enojado, me siento culpable, solo, vacío…-, y acogemos su negación de la realidad hasta que, poco a poco, se van dando cuenta de que ser querido ya no está con ellos.

-¿Cuándo un duelo es patológico?

-No me atrevo a poner un plazo. Cada persona y cada duelo es único, y termina cuando tiene que terminar.

Para algunos puede pasar un año, para otros dos o tres.

Depende de muchos factores: de los apoyos que tenga en ese momento, de quién ha fallecido y de qué relación tenía con él. Nunca se olvida del todo a un ser querido, pero si al cabo de un cierto número de años se sigue viviendo con la misma intensidad, podemos decir que es patológico.

En estos grupos pueden elaborar su duelo de forma constructiva o positiva, con asesoramiento de especialistas y respetando siempre su propio ritmo.

-Una muerte imprevista es más dolorosa…

-Sí, ante una muerte repentina el duelo dura más. Pero también se sufre en el caso de enfermedades prolongadas…

Es el ‘duelo anticipatorio’, y aunque eso ayuda, nunca estamos preparados del todo. Nos cuesta aceptar la realidad de la muerte, que es muy dura.

La desaparición de un padre, un esposo o, sobre todo, un hijo, es uno de los acontecimientos más estresantes de la vida, seguido de una separación matrimonial o divorcio.

-¿El tiempo lo cura todo?

-No es cierto, o al menos es una frase engañosa. Sí es verdad que el duelo necesita tiempo, porque es un proceso lento. Pero lo importante es qué hace la persona con el tiempo: si expresa su dolor, lo vive, busca apoyo, conoce las dinámicas del duelo… ese tiempo será fructífero y el día de mañana lo tendrá resuelto.

Cómo sobrevivir a una pérdida

Colección: “Desarrollo personal y laboral”
Edición Nº 19 Cómo sobrevivir a una pérdida Instituto Costarricense de Electricidad

INDICE

PRESENTACIÓN 2
¿QUÉ ES UNA PÉRDIDA? 2
Tipos de pérdidas 2
Pérdidas obvias: 2
Pérdidas no tan obvias: 2
Pérdidas relacionadas con la edad: 3
Pérdidas inevitables 3
Otras pérdidas: 3
Limbo 3
¿Cómo se sienten las pérdidas? 3
EL DUELO 4
No hay que comparar duelos 4
Etapas del Duelo 4
EL MIEDO Y LA INSEGURIDAD 4
I. SOBREVIVIR 6
II RECUPERÁNDOSE 7
III CRECIENDO 8
Empiece de nuevo 8
Desarrolle nuevos intereses 8
Superación personal  En este momento puede ser oportuno cambiar (uno a la vez) aspectos de su personalidad o hábitos de conducta con los cuales no se sienta satisfecho: 8
El pasado 9
Crecimiento 9
BIBLIOGRAFÍA 10

Cómo sobrevivir a una pérdida

PRESENTACIÓN
El ser humano desde niño debe enfrentarse a diferentes situaciones en la vida que por su naturaleza, nos preparan para renunciar a diferentes experiencias que nos permiten desarrollarnos y convertirnos en seres más independientes.

A lo largo de estas experiencias nos damos cuenta que cada una de ellas significa una pérdida o una ganancia. Por lo general a todos nos preparan para ganar, ser exitosos y hay pocos ganadores, lo que demuestra que tarde o temprano tenemos que enfrentarnos a una pérdida.

En el presente folleto no nos proponemos darle una receta para que usted pueda suprimir o evitar el dolor de una pérdida afectiva, sino, que usted conozca por qué a veces duele tanto perder algo o alguien que se quiere, por qué algunas personas sufren más que otras y cuáles son las etapas que debemos pasar para cicatrizar las heridas emocionales.

Lo más importante al final de esta lectura es que usted pueda darse cuenta, cómo a cada experiencia de pérdida en la vida le corresponde una experiencia de ganancia y viceversa.

¿QUÉ ES UNA PÉRDIDA?
Son experiencias universales (porque nadie está exento de ellas), dolorosas, pero necesarias para poder crecer emocionalmente.

Tipos de pérdidas
Las pérdidas pueden ser de diferentes tipos: por ejemplo físicas; por accidente o por una cirugía (perder una extremidad o un órgano). Asimismo se puede perder a un ser querido, o una mascota, ya sea porque murió o porque se fue. Se puede tener pérdidas sociales, por ejemplo: pérdida del estatus económico, pérdida de poder en una organización a la cual se pertenece, entre otras.

Es importante observar las pérdidas desde una perspectiva amplia. En la naturaleza las pérdidas son un elemento esencial en la creación: la planta germina y la semilla se pierde, el día empieza y la noche se va.

En todos los casos las pérdidas dan lugar al crecimiento.

De la misma forma en la existencia humana. Es difícil mirar hacia los triunfos que hemos obtenido en la vida sin descubrir alguna pérdida unida a ellos.

Teniendo esta verdad muy presente examinemos las distintas pérdidas que se pueden sufrir a lo largo de la vida:

Pérdidas obvias:
? La muerte de una persona querida
? La ruptura de una relación
? La separación
? El divorcio

Pérdidas no tan obvias:
? De empleo
? De dinero
? De salud
? De casa
? Cambios (de maestros, escuela?)
? De pertenencias (por robo)
? De éxitos (fama, poder?)
? De un ideal
? De una meta

Pérdidas relacionadas con la edad:
? De sueños infantiles
? De una mascota
? De romances de adolescente
? Por dejar la escuela
? Por cambiar el trabajo
? Por la pérdida de juventud
? Por la pérdida de belleza
? Por la pérdida de atributos físicos
? Por la menopausia
? Por la jubilación

Pérdidas inevitables
Existen pérdidas inevitables en las cuales la muerte o separación son inminentes. Es conveniente que las reconozcamos por anticipado.

? Hablar de la situación con la persona que se va
? Si usted es la persona que se va, platíquelo con las que se están quedando.
? Comparta las decisiones que se deban tomar.
? Permita que sus deseos se conozcan.

Otras pérdidas:
Pérdidas momentáneas: un enamorado en vacaciones, el esposo o esposa en un viaje de trabajo, hijos estudiando fuera, un tropiezo en el trabajo. Aunque por lo general los desenlaces de estas situaciones son positivos, no dejan de ser pérdidas.

Existen también las ?micropérdidas?, que tienden a sumarse a lo largo del día. Un pequeño problema con el coche, una discusión con un amigo, el retraso de alguien? y luego se siente ?inexplicablemente? deprimido”.

Cada una de estas pérdidas, en forma inmediata o acumulativa, en forma sorpresiva o frecuente, ya sea evidenciado o no, genera una herida emocional, un daño para el organismo.

Limbo
La sensación de estar en el limbo es en sí una pérdida. Estar en el ?limbo? es sentir la angustia de una situación incierta.

Si la situación se resuelve favorablemente, mientras la persona se encuentra en duda, esa duda debe ser tratada como una pérdida.

? Esperando los resultados de exámenes médicos.
? Una pareja con la incertidumbre de separarse.
? Los amantes después de cualquier discusión.
? Un negocio del cual aún se desconocen los resultados.

¿Cómo se sienten las pérdidas?
Además de los obvios sentimientos de dolor, depresión y tristeza, existen otras reacciones ante una pérdida que no son tan obvias.
? Sentirse indefenso, temeroso, vacío, desesperado, pesimista, irritable, enojado, culpable.
? Sentir una pérdida de concentración, esperanza, motivación, energía.
? Cualquier cambio de apetito, sueño o impulso sexual.
? La tendencia a estar más cansado, cometer más errores, y tener más lentitud verbal y motriz.

Cualquiera de estas emociones, o todas ellas, son normales durante o después de experimentar una pérdida.  Este proceso No lo rechace, es normal.

Si se siente familiarizado con un buen número de estas reacciones, posiblemente deba examinar su pasado reciente para descubrir si no se ha presentado una pérdida no muy obvia en su vida. Si es así, tal vez quiera seguir algunas sugerencias que ofrecemos, pero no debe olvidar que su cuerpo y su mente ya se encuentran en un proceso de recuperación.

EL DUELO
Todas estas pérdidas llevan a un duelo. Es parte del proceso natural que sigue el cuerpo para curarse. Duelo es la reacción natural y necesaria de adaptación ante una pérdida de un ser querido, objeto o evento significativo.

Las pérdidas simbólicas o psicosociales no se incluyen como duelos, porque no las conocemos, no hablamos de ellas y por ende no las asumimos. Así se anestesia el proceso de duelo y se le queda debiendo eso a la vida al no lograr ser amigo de la propia tristeza.
No hay que comparar duelos
A una madre que perdió a su hijo por muerte, la consuelan que otra madre perdió dos hijos. Esto a ella no le interesa, para ella su peor pena es la suya.

Existe una falsa idea de que el tiempo todo lo cura, y que hay que quedarse cruzado de brazos. Por el contrario hay que asumir una posición activa, para lograr aproximarse a un proceso de cambio, porque la pérdida lo despoja a uno de algo y asumir una posición pasiva no permite elaborar el duelo.
Etapas del Duelo
1. Evitación: ?shock?, irrealidad, negación, anestesia emocional, se dice que es evitación porque lo primero que querría hacer la persona es no aceptar que la pérdida es cierta.
En la etapa de ?shock? la persona actúa como un ?zombi?, en automático, con control racional y no emocional de lo ocurrido. Esta sensación produce como un recuerdo de haber estado pero sin estar, como una película o irrealidad.

Ante esta realidad se utiliza el mecanismo de negación, hacerse la idea de que esto no es real, y se entra en una anestesia emocional, donde solo priva la parte intelectual.

2. Confrontación: fase intensa y aguda, gran carga emocional.
De la etapa de evitación se va dando paso a la etapa de confrontación que implica aceptar la realidad. Es la fase aguda más difícil, pues todas las emociones y sentimientos inundan a la persona y se tiene la sensación de que el alma le duele. Se enfrenta a la realidad de que la persona no va a volver.

Muchas personas en esta etapa piensan que se están volviendo locos (hay que desmitificar eso), pueden presentarse pseudo alucinaciones (se necesita encontrar a la persona que se ha ido para aliviar el dolor, por lo tanto, hay una gran cantidad de energía disponible en busca del ser querido, lo ve, lo siente, lo escucha, esto es normal.  La etapa de confrontación es la más larga, la más dolorosa y dura más de lo que usted piensa.  3. Restablecimiento: hay un gradual declinar de lo agudo y reubicación en el mundo real.

Es cuando de momento el doliente empieza a sonreír y puede expresar: ?me duele que haya muerto pero yo sigo vivo?.

La duración de cada etapa es variable y depende del tipo de muerte o de pérdida, de los recursos internos y externos de la persona, y del vínculo que tenía. De esto depende la magnitud o la intensidad de la pérdida.

EL MIEDO Y LA INSEGURIDAD
Todo aquel que con frecuencia siente dolor, empieza a sentir miedo y dolor.

En la vida, determinadas circunstancias nos llevan a sentir miedo, aún antes de padecer un daño físico. Existen circunstancias que antecedieron a una situación negativa y pueden quedar tan fuertemente arraigadas en nosotros que si éstas se presentan, aún cuando no estemos conscientes de su presencia, sentiremos miedo.

Cuando el temor existe y no se sabe con certeza a qué se teme, a ese temor se le llama ansiedad.

La inseguridad es ese miedo constante que siente el individuo sin que existan motivos claros para sentirlo. Los motivos se hayan más en los acontecimientos pasados que en los futuros.

La inseguridad es necesaria en el hombre, al igual que el miedo. Una cierta dosis de inseguridad genera prudencia y cautela. Un cierto grado de inseguridad es esencial para sobrevivir. Pero cuando ésta es excesiva origina dependencias e impide el sano desarrollo del individuo. Sus facultades se ven seriamente disminuidas y la confianza en sí mismo desaparece. Un individuo así se refugia en otra persona y genera una enorme dependencia hacia ella.

DOS CLASES DE INSEGURIDAD

Es importante distinguir entre dos clases de inseguridad, la interior o afectiva y la externa.

La inseguridad afectiva tiene su origen en la necesidad de ser protegido, y surge, principalmente por la ausencia de una figura que le ofrezca afecto y protección al niño en forma consistente, en la primera infancia.

La inseguridad externa en cambio tiene su origen en el exceso de protección (no de apoyo o afecto) que estimula los temores naturales del niño frente al mundo exterior.

En la inseguridad externa el individuo simplemente siente temor ante ciertas situaciones externas, pero su temor se dirige al exterior y puede identificarse claramente.

La inseguridad afectiva en cambio no puede localizarse, la persona se siente mal por dentro, frecuentemente se siente triste y deprimida y es muy propensa a los sentimientos de culpa.

Para transformar la inseguridad ?natural? en seguridad, se requiere en ambos casos de consistencia. La seguridad sólo puede aprenderse si las respuestas externas son básicamente iguales.

Ejemplo:

Un niño para adquirir seguridad afectiva debe aprender que puede contar siempre con su madre (o equivalente); para ello es preciso que cuando el niño la necesite ella acuda y que no acuda si no la necesita, para que la independencia se logre en forma gradual.

Si el niño vive en un ambiente de inconsistencia afectiva, es decir, que no se siente siempre protegido y ?querido? especialmente por su madre, padre o personas más cercanas, crecerá con una inseguridad afectiva que se tornará en fragilidad emocional ante la desaprobación social de cualquier tipo. Una perdida afectiva será sufrida por estas personas en forma desproporcionada.

En cambio si vive en un ambiente de sobreprotección, se produce la inseguridad externa que genera personas incapaces de superar obstáculos que impiden un alto nivel de riesgo o dificultad sin el apoyo de alguien.

Una persona puede padecer ambos tipos de inseguridad o ninguno de las dos, o ambos en distinta medida, de ahí la necesidad de analizar detenidamente la conducta para descubrir las reacciones ante las pérdidas de todo tipo.

LAS PÉRDIDAS AFECTIVAS Y LA INSEGURIDAD

Hay quienes se recuperan con relativa facilidad y hay quienes parece que nunca recobrarán el deseo de vivir.

Las reacciones ante las pérdidas, aunque pasen por las mismas fases o etapas, no todas se manifiestan con la misma intensidad ni se desarrollan en un mismo lapso. En la medida que la persona es más segura, su capacidad de superar una pérdida es más rápida y eficaz.

Es importante descubrir nuestra personalidad y si detrás de la pérdida que hoy lamentamos se halla una laguna afectiva de nuestra infancia, un temor descontrolado, o un afecto mal recibido.

Recuerde que todas las pérdidas pueden superarse, solo que unas llevan más tiempo que otras y la intensidad del dolor y el tiempo requerido para superarla dependerá del tipo de dependencia que existía entre usted y su afecto perdido.

Recuerde:

? A mayor inseguridad mayor dificultad para superar una pérdida afectiva.
? A mayor inseguridad mayor dependencia.
? A mayor dependencia más intenso es el dolor y más tiempo se requiere para superarlo.

SEGURIDAD Y MIEDO

Nuestra formación pasa por etapas. No se puede esperar de un recién nacido una reacción adulta. En cambio a veces vemos en los adultos reacciones de recién nacidos. Estos adultos posiblemente carecieron de ciertas circunstancias ambientales en su infancia que les impidieron manejar diversas reacciones primarias.

Para vencer el miedo, el niño tiene que pasar por un proceso de aprendizaje.
Primero tiene que sentirse capaz de obtener una respuesta externa que elimine las circunstancias que físicamente lo dañan. Este aprendizaje empieza cuando llora y lo atienden. Después aprenderá a modificar por sí mismo algunas situaciones adversas y a confiar en los demás para resolver otras, a tomar algunas cosas por sí mismo y a pedir otras. Así, gradualmente, se le deberá alentar a depender más de sí y menos de los demás.

El niño sentirá menos miedo en la medida en que dependa menos de los demás para modificar las situaciones adversas que lo afectan.

Así, el individuo que sabe que puede modificar la mayoría de las circunstancias que lo afectan, es una persona que siente menos miedo y por lo tanto puede decirse que es una persona bastante segura de sí misma.

La primera seguridad es una seguridad depositada en la madre. Cuando esta etapa se vive plenamente, después de darse un acercamiento entre el niño y su madre, éste debe ser gradualmente alentado a la independencia.

Un niño así, llega a ser un adulto maduro, capaz de superar pérdidas afectivas sin poner en peligro su estabilidad emocional. En cambio un niño sobreprotegido o, peor aún, un niño que no recibió afecto y protección suficientes de su madre, es un niño que buscará depender de otra persona, que sentirá un temor inmenso a enfrentarse a la vida por sí mismo.

Es importante resaltar que tanto el niño sobreprotegido como el niño desprotegido son altamente inseguros. Pero las características de la inseguridad son diferentes. Mientras que el primero le teme principalmente a las frustraciones provenientes del mundo exterior, el segundo le teme más a las frustraciones interiores de orden afectivo.

TRES MOMENTOS PARA VOLVER A SONREÍR:

I. SOBREVIVIR
?La dificultad no está en empezar, sino en volver a empezar; sólo los que vuelven a empezar terminan?.

Acompañe su dolor
? Está sufriendo. Admítalo.  ? Sentir dolor después de una pérdida es:
-Normal
-Prueba de que está vivo
-Evidencia que usted puede responder a las experiencias de la vida

? Aunque quizá le cause miedo, acompañe su dolor.  Siéntalo. Métase en él. Descubrirá que sí tiene fondo.
? Es importante para el proceso de recuperación que usted esté con el dolor, que sienta la desolación, que toque la herida.  ? No lo niegue, no lo tape, no huya de él. Acompáñelo. Sufra por un tiempo. Las drogas no ayudan

Aún la medicación recetada por un médico, para ayudar a las personas durante el ?shock? puede prolongar y atrasar el necesario proceso de duelo. Dolor. La única manera de recuperarse es sintiéndolo, viviéndolo, pasando por él.  No podemos prevenir o curar el duelo, el dolor.

Usted es una persona maravillosa
? Usted es un ser humano que vale la pena.
? Usted es una buena persona. Es algo más que bueno, maravilloso.
? Su autoestima puede haber sufrido un golpe, sus pensamientos pueden estar llenos de culpa, preocupación, aprensión y destructividad. Estos pensamientos son solo síntomas de la tensión por la que está atravesando.
? No se castigue con ?si yo hubiera? (hecho o dejado de hacer esto o lo otro). No le de importancia a todos los pensamientos que empiecen con ?si yo hubiera?.

Está bien necesitar apoyo
? Está bien que lo cuiden por un tiempo.
? Acepte la comprensión y el apoyo de:
-amigos
-familiares
– compañeros de trabajo
? Una herida emocional es real, duele y deshabilita. Está bien necesitar apoyo.
? Algunas personas son tan buenas para dar apoyo que lo ofrecen profesionalmente, siéntase libre de buscar la ayuda de un profesional de la salud con el que se sienta cómodo.
? Sea lo suficientemente valiente como para aceptar la ayuda de otros.

II RECUPERÁNDOSE
?Después del dolor de la partida viene el placer de la recuperación. Redescubrir la vida, los amigos y a sí mismo. Recuperar la alegría?.
Sufra ahora
? No posponga, niegue, tape o huya de su dolor. Acompañe a su dolor.  ¡Ahora!
? Todo puede esperar, pero una herida emocional exige la misma atención prioritaria que una herida física. Deja tiempo para su dolor.
? Mientras más pronto y más cerca esté de él más rápidamente se irá.
? Si huye del sufrimiento, estará interfiriendo en las etapas naturales de recuperación de su cuerpo.
? Si pospone el proceso de curación; las penas pueden regresar meses o incluso años después para atormentarle.

Permita que su cuerpo se recupere por completo
? Deje que el proceso de curación siga su curso completo.
? Un período de convalecencia es muy importante.
? Por algún tiempo no se involucre en una pasión amorosa o en un nuevo proyecto muy ambicioso. Conserve tiempo y energía libres.
? Simplemente siga su rutina diaria y permita que su cuerpo se recupere.
? Si no deja que su herida se cure totalmente puede obtener como resultado un exceso de sensibilidad emocional. Entonces podría flaquear a cada nuevo encuentro y la tentación del pasado se tornaría irresistible.
? Permita que su cuerpo se recupere por completo.

Anticípese a un acontecimiento positivo
Espere un resultado positivo. Anticípese a él. Vendrá.
Acompañe la tristeza y a las penas cuando lleguen. Pero no las busque.
Acéptelas pero no las evite. El dolor es una visita que debemos dejar entrar en la casa, pero no se debe quedar a vivir con nosotros.
Si mira con atención, la vida nos ofrece un milagro nuevo cada día.

III CRECIENDO
?Sé como el árbol que cubre de flores la mano que lo sacude?.
Aproveche lo bueno que aprendió
? Ahora que el dolor es menos, la comprensión puede crecer.
? Puede empezar entendiendo que el cambio y la separación son una parte natural, inevitable y necesaria de la vida.
? La relación que perdió le trajo muchas cosas buenas (fue por eso que la extrañó tanto cuando se acabó).
Muchas de estas cosas aún están con usted. Ahora es el momento de aprovechar todo lo bueno que aprendió.
-Apreciar las estrellas, el silencio y las flores.  -Valorar la poesía que hay en todas las cosas. CAMBIOS Prepárese para hacer un ajuste? quizá dos o tres.
Un nuevo capítulo de su vida se ha iniciado (y parece que ya va muy avanzado).
Recuerde que tiene que hacer los cambios que este nuevo capítulo requiere.
Ahora puede ser un buen momento para experimentar con nuevos estilos de vida, nuevas formas de cubrir las necesidades de todos los días que aún continúan insatisfechas.
Exigirá valor, pero al mismo tiempo será excitante.
? Es necesario que se prepare para otra vida que sea la misma y sea mejor.
Empiece de nuevo
? No se cierre.
? Ábrase a nuevas personas, lugares, ideas y experiencias.
Desarrolle nuevos intereses
? Es tiempo de interesarse en actividades que no haya realizado, pero que siempre le llamaron la atención:
– Tenis
– Un nuevo idioma  – Leer un libro
– Costura.
Pero sobre todas las cosas, ¡Haga algo nuevo!

Superación personal  En este momento puede ser oportuno cambiar (uno a la vez) aspectos de su personalidad o hábitos de conducta con los cuales no se sienta satisfecho:
-iniciar una dieta
-dejar de fumar
-dejar de beber.
Establezca una meta lógica y alcáncela.  Al mismo tiempo acentúe los aspectos de su personalidad que sean positivos y fomente en especial tres virtudes:
-Amor
– La prudencia o moderación
-Y la humildad.
Ayude a otra persona
Ayudando a un amigo o persona que también sufre una pérdida, nos permite acercarnos más a esa persona y compartir nuestros sentimientos con los suyos.  Descubra que dar constituye la mayor alegría.
El pasado
? Recuerde que el proceso de recuperación aún no ha terminado.  ? Esto es normal, es simplemente el ir y venir del proceso de recuperación y crecimiento.  ? Acompañe a sus sentimientos. Un pasado que fácilmente se olvida no se vivió intensamente.  Soledad  ? Ya puede disfrutar de la soledad nuevamente.
? Además de contemplar el mundo exterior, explora y disfruta de la vida interior.
? La soledad puede resultar:
– Placentera.
-Apacible
-Profunda
– Verdadera
-Creativa
? El disfrutar de uno mismo a solas, es un requisito para disfrutar genuinamente de los demás.
Crecimiento
? Superada la crisis, espere encontrar en usted a una persona:
-más fuerte
-diferente
-mejor
? Está cambiando y convirtiéndose en una persona:
-más paciente
-menos cobarde  -más independiente.
? Libertad para elegir  ? Disfruta su libertad.  ? Ahora ya tiene el control sobre sí mismo.
? Está metiendo el orden en su vida otra vez. Puede elegir el mundo que quiere que lo rodee.

?El tiempo que perdiste para tu rosa es lo que hace que tu rosa sea tan importante?.
Antoine de Saint-Exupery

BIBLIOGRAFÍA
Cómo sobrevivir a una pérdida

D´Angélico Francisco. Cómo sobrevivir a la pérdida de un gran amor. Producción Editorial Dante S. A. México 1990.

Quesada Tristán Lisbeth Dra. Taller de Tanatología: Manejo del duelo. Instituto Costarricense de Electricidad ICE. Costa Rica, Mayo 2002.  FONNEGRA DE JARAMILLO ISA. De cara a la muerte. Cómo afrontar las penas, el dolor y la muerte para vivir plenamente. Ed. Andrés Bello. Barcelona 2001.

www.terra.com.ve/canales/teens/entreamigas/21-01-2003/nota76860.shtml
Serie “Colección Desarrollo Personal y Laboral”
? Edición Nº 1 Relaciones humanas
? Edición Nº 2 Técnicas de comunicación oral
? Edición Nº 3 Hablar bien en público
? Edición Nº 4 Etiqueta social
? Edición Nº 5 Servicio al cliente
? Edición Nº 6 Cómo llevarse bien con su jefatura
? Edición Nº 7 Cómo hacer más efectivas las reuniones de trabajo
? Edición Nº 8 Trabajo en Equipo
? Edición Nº 9 Sáquele provecho a su tiempo
? Edición Nº 10 Un gesto vale más que mil palabras
? Edición Nº 11 Desarrolle su liderazgo
? Edición Nº 12 Enfrentando un conflicto
? Edición Nº 13 El poder de la motivación
? Edición Nº 14 Relaciones de pareja
? Edición Nº 15 Inteligencia emocional
? Edición Nº 16 Una vida sana (primera parte)
? Edición Nº 17 Mente sana cuerpo sano (segunda parte)
? Edición Nº 18 Cuando nos cuesta distanciarnos Coordinación Dirección de Mercadeo Corporativo y Relaciones Públicas ICE.

Consulte esta colección en: www.grupoice.com Impreso en Gestión Documentación e Información – Gerencia General

Dolor y perdida

El dolor que causa la muerte de un ser querido resulta difícil de explicar, pero es una mezcla de desesperación, angustia, rabia, impotencia e incertidumbre, que sólo es posible superar con el paso del tiempo.

Este dolor no se cura con medicamentos ni con remedios caseros, pero es posible lograr resignación con la ayuda de la familia. Es importante que la muerte se incluya como un tema de conversación dentro de la familia y no dejarlo sólo para los momentos difíciles cuando muere algún ser querido.

La vida y la muerte deben entenderse como partes del mismo proceso. Si bien el dolor de perder a un ser querido es inevitable se puede lograr que no sea desestructurante o que desencadene en procesos depresivos muy agudos.

Por ello, cuando fallece un hijo, en forma inesperada o debido a una prolongada enfermedad, el dolor que embarga a sus progenitores puede llegar a la desesperación. Estos se sienten responsables de la protección de sus hijos, por lo que la pérdida puede sentirse como un fracaso, acompañado de un desmedido sentido de culpabilidad.

Es aconsejable solicitar apoyo psicológico cuando sobrevienen procesos de duelo inesperados por muerte prematura de un ser querido o amistades cercanas. También existen instituciones y grupos de apoyo en las diferentes parroquias que abren una puerta para liberar la inmensa pena.

No hay que olvidar que la vida y la muerte tienen algo en común, muchas veces nos dejan sin voces, la vida porque en ocasiones nos endurece o agobia y la muerte porque se lleva la voz de los que amamos, sostiene la profesional.

?Las personas que no se resignan a la muerte de algún familiar es porque no lo valoraron en vida?
Amelia Ortiz. perdió a su padre

?La muerte de mi padre hizo que me proponga y cumpla grandes metas, antes no tomaba nada en serio?
Edgar Gonzales

?El dolor no pasa jamás, sólo nos acostumbramos a estar sin ellos porque viven por siempre en nuestro corazón?
Juana Farell, perdió a su madre

?Enloquecí de dolor, sólo la oración y mis tres hijos me dieron fortaleza.Su lugar es irremplazable en mi corazón?
Hugo Céspedes, perdió a su esposa

Ante los niños

Sea honesto ? Las preguntas que hacen los niños sobre la muerte suelen ser difíciles de contestar. Lo mejor que puede hacer es ser siempre directo y honesto y sólo proporcionar tanta información como la que pide el niño.

Seguridad ? Una de las principales preocupaciones de los niños tiene que ver con su propia seguridad. Quieren saber si siempre van a tener a mamá y a papá junto a ellos. Dígale a su hijo que mamá y papá van a vivir por mucho tiempo, pero en caso de que sucediera algo siempre tendrá a alguien que lo cuide.

Sinceridad ? Evite las frases trilladas como ?la abuela se ha ido? o ?el abuelo está durmiendo?, pues suscitarán nuevas preguntas y más miedo que un simple ?el abuelo ha muerto?. La muerte de una mascota es su primera experiencia, aproveche para explicarle el tema.

Consejos

Permitirse el dolor ? Es normal que sientas el dolor. Es también normal que ese dolor interno te haga daño. Tienes que comprender que es importante que dialogues con el dolor. Pregúntate el por qué de tu dolor.

Expresión del dolor ? Es necesario que expreses el dolor que sientes. Es probable que en el dolor haya desesperación, puede haber un poco de cólera, de quejas, un sentimiento de que todo se acabó. Hay que permitir que esto se exprese. Es bueno contar varias veces este dolor. Si no puedes contárselo a alguien, por lo menos, es importante escribir todo lo que se siente.

Delimitación del dolor ? Examina qué es lo que más duele de esta separación: ¿qué deseos, aspiraciones, vivencias legítimas he perdido con esta muerte? Es importante descubrir en qué medida esta separación está tocando el corazón de la herida y por eso hace el suceso aún más doloroso.

Valora lo que has perdido ? Hablar imaginariamente, con esa persona que se ha separado, decirle todo lo bueno que aportó, todo lo que contribuyó al propio crecimiento personal. Agradécele lo mucho que hizo por ti.

Ajuste de cuentas ? Reclamar, ahora, el mal que también hizo. Tal vez, esta separación no se ha podido perdonar todavía… Dar el perdón… Pedir perdón… Ayuda escribir una carta -aunque nunca se entregue materialmente- en donde se exprese todo lo que había para decirse y nunca se dijo. Esperar la respuesta.

Tal vez pueda surgir en un sueño. También sirve escribirme una carta para mí mismo(a) en nombre de la persona que se fue. Todo esto prepara una reconciliación más profunda.

El reclamo a la vida ? Es posible que haya un profundo resentimiento, a veces no declarado, contra la vida, o contra Dios, aunque de manera velada. Permitirse hacer el reclamo. Discutirle a Dios y reclamarle el porqué ha permitido eso. Todo esto prepara para la apertura al misterio: condición para poder avanzar y encontrar alivio al dolor que siente el alma.

En manos de Dios ? Finalmente, dejar en manos de Dios la suerte de la otra persona y de la propia. Pensar cómo en Jesús, esa persona ya ha resucitado, y da una fuerza desde el mismo corazón del Padre.

La nueva presencia ? Aunque es fruto de la fe, abrir el corazón para sentir la nueva presencia que emana de la fuerza resucitada de Jesús. Experimentar cómo ahora va a estar más cerca, sólo que de otra manera. Recordar que ahora esa persona ya no sufre, quizás el único sufrimiento es ver el dolor que ha causado su partida. Abrirse a encontrarlo en el corazón de Dios, donde todos vamos a estar un día que no va a conocer ocaso.

La muerte según las diferentes religiones

Budistas

Para esta religión la muerte es el paso hacia otra vida. Creen en la reencarnación del alma. Después de la muerte uno vuelve a la vida terrenal en una forma de vida superior o inferior según sus obras buenas o malas. Esto porque a la persona se la considera como parte del universo. Por ello, es importante actuar en conformidad con los principios espirituales.

Cuando una persona fallece realizan una ceremonia de despedida, en la que se dan los sentidos pésames a los familiares.

Baha?i

La muerte es el principio de plenitud de la vida, pues la vida terrenal es muy limitada. Con la muerte el cuerpo se termina, pero el alma continúa su evolución hacia la perfección absoluta. Desde el momento en que el alma abandona el cuerpo y llega al mundo celestial, su evolución es espiritual, y tal evolución es el acercamiento a Dios. Es por esto que buscan desarrollar ciertos valores espirituales, como la justicia, la bondad y otros, que la ayudan en las siguientes etapas de alma.

Cristianos

Según los principios bíblicos la muerte no es el fin de la existencia, es un paso a otro estado de vida.

Según las creencias cristianas, si en la vida terrenal la persona acepta a Jesús como su salvador, la muerte es el paso al paraíso, y si la persona no lo acepta como su salvador, pasa al infierno.

Ahí permanecerán hasta que suceda el arrebatamiento, es decir, hasta que Jesús regrese y haga el juzgamiento, donde los primeros tendrán vida eterna y los segundo muerte por toda la eternidad.

Mormones

Para la Iglesia Mormona la muerte es un paso más en el plan del padre celestial, la vida es una etapa de aprobación para alcanzar el reino de Dios.

Después de la muerte se vuelve a vivir, recordó que Jesucristo fue el primero en resucitar.

Incitó a obedecer los mandamientos del Creador.

Además hay que orar por los demás, para que cuando llegue la hora de la muerte estemos preparados para estar ante la presencia de Dios.

Católicos

La muerte significa el fin del tránsito por el mundo terrenal.

Si en este mundo la persona ha caminado cumpliendo los mandamientos de Dios pasa al cielo, es la vida definitiva junto a Dios, para siempre y para toda la eternidad.

Y si la persona no ha obrado siguiendo los principios de Dios y rechaza conscientemente al Creador en su vida terrenal pasa al infierno, que es la privación a estar con Dios.

Existe la resurrección de los muertos y la vida eterna.

Cuando se deja de amar a la vida Por Laura Pagliaro

Cuando se deja de amar a la vida

Por Laura Pagliaro Colaboradora diario HOY

30 de abril, 2007

language=”JavaScript” src=”http://ad.doubleclick.net/adj/trb.hoyinternet/vidahoy;ptype=s;slug=hoy-03vh_ny-chi-lavidafamiliarapr30;rg=ur;ref=hoyinternetcom;sz=300×250;tile=5;ord=45846386?” type=”text/javascript”> Miami — ?Tenía solo 29 años cuando descubrí por primera vez lo que significaba en realidad este concepto. El suicidio era una palabra inalcanzable a mi entorno y se convirtió en el principal problema de preocupación?, nos cuenta Inés, quien nos pidió usar un nombre ficticio ya que prefiere permanecer en el anonimato.

?Mi esposo sufría de depresión y yo no sabía su gravedad, hasta que después de 7 años de matrimonio, comenzó a cambiar un poco. Nada le complacía, todo le parecía insuficiente, y además, el alcohol se convirtió en su refugio sin yo ni siquiera notarlo. Cualquier contratiempo lo agobiaba, hasta que un día que llegué de mi trabajo, lo encontré acostado en el sofá con la mirada divagante y un semblante de tristeza que hasta hoy no lo olvido. ‘¿Que tienes mi amor?’, le pregunté. ‘Me quiero morir. La vida no tiene sentido’, me dijo muy seguro”.

Según Inés, no tomó sus palabras con mucha seriedad, pues pensó que algún disgusto lo estaba haciendo exagerar, pero cuando vio que comenzaba a llorar con desesperación y una tristeza inmensa se preocupó. ?Me dijo: ‘quiero terminar con mi vida. Ya no quiero vivir. Todo me sale mal. Estoy cansado de esta vida. Nada tiene solución’ ?

Inés asegura que nunca había llorado tanto como en ese momento, y por más que le decía palabras dulces y de aliento, nada lo podía consolar. Finamente y después de largas horas de charla, desistió de sus pensamientos y con un sedante se durmió.”Decidí pedirle ayuda al sacerdote de mi iglesia. Cuando le dije al padre lo que ocurría, decidió tomar el teléfono en ese mismo instante y hablar con mi esposo…Le preguntó si seguía pensando en el suicidio y su respuesta fue afirmativa. Le pidió verlo en ese momento?.

Inestabilidad emocional

?El suicidio es definitivamente el no amar a la vida, que por ciertas razones no quieras vivir y prefieras acabar con tu sufrimiento y contigo mismo”, explica la psicóloga Cristina Talavera. “Las personas que son propensas al suicidio, son aquellas que no tienen una estabilidad emocional desde que son pequeños. La primera seguridad que se le da al ser humano es la que reciben de los padres y si no existe, están más propensos a carecer de ella porque no se les enseña a amarse a sí mismos?.

La Dra. Talavera aclara que también hay personas que están propensas al suicidio porque padecen de depresión ya sea por cuestiones genéticas o por el medio ambiente. Y asegura que entre las características más comunes que podrían determinar que una persona es propensa al suicidio se encuentran:

· Lo que le gustaba hacer antes, ahora deja de hacerlo.

· Cambia sus hábitos de comer y dormir.

· Altera por completo su estilo de vida.

· Se empieza a alejar de los amigos.

· Pierde interés de hablar con la gente que ama incluyendo a su pareja.

· No le gusta salir.

· Puede tener tendencia al alcohol o a las drogas.

Para la Dra. Talavera es tan importante reconocer estas características, como también reconocer que estamos en las posibilidades de ayudar:

1. Si te das cuenta que sufre un problema y te lo quiere contar, escúchalo, hazle saber que sus problemas son importantes para tí.

2. Ayúdale a buscar una solución.

3. Motívalo a confiar en ti y en los demás.

4. Motívalo a regresar a su rutina, a lo cotidiano.

5. Motívalo a salir. Aunque no lo creas, simplemente sentir el sol en el rostro cambiará su estado de ánimo.

6. Y, por supuesto, busca ayuda profesional.

?Siempre se debe tomar en serio una amenaza de suicidio. No importa si te parece un cuento o una forma de manipulación. Cualquiera que sea el motivo, una persona que denuncia su descontento y sus ganas de quitarse la vida necesita ayuda de inmediato y si tú estás cerca para darle la mano es el momento de actuar?, asegura la Dra. Talavera.

Para Inés haber actuado a tiempo le salvó la vida a su esposo. ?Desconocíamos que sufría de depresión y severa. Después de muchas sesiones con la psicóloga y de abstinencia de alcohol total, logró recuperar el amor por la vida y reconocer que estaba rodeado de amor”.

Si necesitas más información, puedes acceder a la pagina de Internet de la Dra. Talavera: www.psicologiapopular.com.

http://www.hoyinternet.com/vidahoy/hoy-03vh_ny-chi-lavidafamiliarapr30,0,5631942.story

?CÓMO CELEBRAR FECHAS ESPECIALES SIN ELLOS?

?CÓMO CELEBRAR FECHAS ESPECIALES SIN ELLOS?
PS. PAULO DANIEL ACERO RODRIGUEZ

El Duelo, por tratarse de la respuesta emotiva a una pérdida de carácter emocional, físico o material, altera e incide en todas las áreas en que se desenvuelve el ser humano, lo que hará que cambie el rumbo normal que llevaban los acontecimientos  que  rodeaban a la persona.

El área social, por supuesto, es una de las áreas que más se ven afectadas en quien esta afrontando una pérdida, sucediéndose un fenómeno emocional en dos sentidos:

Uno, en el sentido de quien sufre hacia los demás, pues casi de manera natural y automática la persona tiende a retrotraerse, a aislarse, a encerrarse, pues considera que nadie es capaz de comprender realmente la dimensión de a tragedia que está viviendo.

Otro, en el sentido del circulo social hacia quien ha sufrido la pérdida, pues a raíz de nuestras influencias culturales no es fácil acercarse a quien esta pasando por el proceso de duelo, ya que nos sentimos incómodos al no saber que decir, ni como expresar nuestro pesar, de manera que usualmente tenemos un contacto rápido con la persona y nos alejamos. Adicionalmente, la gente tiende a evitar esos momentos pues se siente vulnerable ya que se confronta con sus propias carencias y temores.

Después de todo, ¿quién quiere estar cerca de alguien cuya conversación es monotemática y que frecuentemente llora?

¿Quién quiere estar cerca de alguien para quien la única persona valiosa era quien murió, pues así lo sienten los demás al verse desplazados emocionalmente y sentirse incluso culpables de no parecerse al difunto?.

Por otra parte, el deudo tiende a adoptar un comportamiento asocial, pues considera que su participación en un evento social que no tenga nada que ver con el ser querido fallecido, se puede constituir en una deshonra a su memoria.

Los deudos tienden a pensar que esta mal el participar de un ambiente alegre y que no deben permitirse reír pues ello equivaldría a traicionar al ser querido, pues reír o tener manifestaciones de alegría, podría implicar como que realmente no se quería tanto al fallecido, o que su partida no nos afectó.

Los deudos entonces, se encierran no solo emocionalmente, sino tambien físicamente y rompen con el circulo social del que comúnmente hacían parte, negándose a participar de cualquier celebración, con el agravante de que ellas, suelen convertirse en un motivo más para recordar al ser querido, por lo cual esos actos tienden a evitarse.   

Las  fechas como los cumpleaños, aniversarios, navidad, etc., son días en que nos enfrentamos con una pesadumbre mayor ya que estas ocasiones son un claro recordatorio de que nuestra vida ha sido alterada para siempre.

Ese día nos recuerda que somos: Viudos, Huérfanos, Padres con hijos muertos, separados.

¿Tengo 2 ó 3 hijos? ¿Soy o no casado? ¿Tengo o no padres?

Sí lo somos, pues la otra persona solo está en otro lugar.

Usualmente cada reunión familiar siempre es un recordatorio del familiar que ya no está.

Esta es una buena ocasión para enfrentar el dolor, en lugar de evitarlo, deje que fluyan los recuerdos.

Es sano pensar en épocas especiales que se compartieron y que generaron felicidad.

Traiga a la mente la celebración de otras navidades, otros cumpleaños, piense qué hizo, qué estaría haciendo en los preparativos, qué le gustaría que hiciéramos.

No tema mirar fotos, recordar sus apuntes, sus ocurrencias, su forma de participar.

En Lugar de perder el tiempo pensando en lo que hemos perdido, en lo que pudo haber sido y ya no será, en lo que hicimos o dejamos de hacer, en lo que ellos hicieron o dejaron de hacer: ¿Porqué no rendir a la persona desaparecida el mayor homenaje posible que consiste en recordar con alegría sus mejores cualidades y los buenos ratos que pasamos con ella?

¿Cuál es nuestro mayor deseo? Es recordarlos, ¿Cuál sería su deseo ahora?
Que les  recordemos.

¿En que manera sobreviven los que han abandonado su cuerpo físico?. En los recuerdos de los demás.

Si nadie se acuerda de ellos, equivaldría a ser como si nunca hubiesen vivido o como si su existencia no hubiera servido para nada.

Imagínese a usted mismo: Si muriera le gustaría que sus amigos y seres queridos lloraran, se entristecieran y cuando hablaran de usted bajaran la voz porque ya su nombre es innombrable?

O le gustaría y le haría feliz que le mencionaran a menudo pero con cariño y afecto e incluso una sonrisa al recordar los ratos buenos que les hizo pasar?

Yo si se lo que preferiría y sin duda es lo menos que podría hacer por otros.

Sin embargo, tenga en cuenta la personalidad de su ser querido. Por ejemplo: Diego y Elena. Fiesta con invitación en su nombre…

Algunos preferirán algo más íntimo y eso esta bien.

A continuación, ofrecemos algunas sugerencias sobre las diversas maneras en que podemos conmemorar y celebrar la existencia de una vida: No se niegue a conmemorar el día.

Realice una reunión familiar, saque las fotografías, que los familiares traigan, las de ellos con el ser querido.

Escríbale una carta: si hay algo que usted hubiera querido decir o preferido no decir, a veces resulta de gran ayuda escribirle al ser querido que ya no está.

Puede ser corta o larga, escrita de una vez o en varios momentos, lo esencial es la franqueza.

El ver los pensamientos propios escritos es de gran valor terapéutico es mejor derramar unas lágrimas en este momento que durar angustiado durante años.

Visualice y hable.

Traiga a mente la imagen del ser querido con el mejor detalle. No se trata de ningún tipo de invocación, solo se trata de hacer una imagen mental como si observáramos una fotografía. Háblele de manera natural y dígale lo que siempre quiso decir. Tenga un momento de silencio, tal vez no escuchará nada pero en su fuero interno sentirá que se están cerrando cosas que habían quedado pendientes, lo cual servirá para atenuar el dolor de la pérdida.

Celebre una ceremonia religiosa.

Los retos, y mucho más los de contenido espiritual siempre ayudan a hacer menos duros estos momentos, si se realizan colocando todo el sentimiento en ellos y no se basan en los recuerdos tristes sino que se centran en los ratos buenos compartidos.

No se trata de hacerle un altar a la persona, pues se debe reconocer que junto a sus aspectos buenos, con seguridad, también tenía aspectos negativos que produjeron conflicto.

En su nombre, preste un servicio a alguien, haga feliz a quien el quería ver feliz, sirva a quien lo necesita y mejor si no le pueden retribuir.

Plante un árbol o unas flores como un acto para conmemorarle, cualquiera que sean nuestras creencias sobre la vida y lo que hay después de ella, el asimilarla a una planta que tiene temporadas en que parece muerta, pero luego renace no deja de levantar el ánimo.

El árbol no muere, ofrece su fruto y luego renace para seguir ofreciendo vida.

?Las tormentas pueden marchitar las flores pero nunca acaban con las semillas?

Encienda una vela.

Independientemente de los credos religiosos o las teorías metafísicas, las velas siempre han revestido un significado especial.

Siempre es muy significativo emocional y espiritualmente el acto de encender una vela y acto seguido dedicar un tiempo a la meditación o a la oración.

Es necesario reconocer que las tradiciones son buenas, pero, en caso, hay que añadir nuevas tradiciones que nos permitan recordar.

Solo cuando comenzamos a recordar el pasado con gozo, alegría y gratitud nos damos cuenta de que nuestra sanidad emocional ha comenzado.

Ellos fueron lo mejor que nos pudo pasar, por eso nos hace falta su presencia.

El duelo en las personas con discapacidad intelectual

El duelo y sus complicaciones en las personas con discapacidad intelectual

Claire Brickell, Kerim Munir

Harvard Review of Psychiatry 16: 1-12, 2008

  RESUMEN

Durante mucho tiempo se ha pensado que las personas con discapacidad intelectual eran incapaces de sentir duelo ante la pérdida (muerte, ausencia, desgracia) de un ser querido, porque no tendrían capacidad para elaborar una relación significativa o para comprender de forma suficiente el significado de la muerte. Hoy sabemos que esto es falso.

¿Son las personas con discapacidad intelectual particularmente vulnerables a una situación de duelo complicado?

Lanzamos la hipótesis de que, por causa de varios factores de riesgo, las personas con discapacidad intelectual pueden tener más dificultad que la población general para afrontar el duelo. Vamos a considerar tres áreas que han sido consideradas en la literatura como importantes para recuperarse del duelo, y en las que nos parece que las personas con discapacidad intelectual muestran una importante vulnerabilidad:

De qué modo las personas con discapacidad intelectual, tanto niños como adultos,  pueden verse afectadas por las pérdidas secundarias que siguen a la muerte de un ser querido
Los problemas que las personas con discapacidad intelectual pueden tener para comunicarse de manera eficaz sobre su pérdida.
De qué manera las limitaciones cognitivas pueden afectar su búsqueda sobre el significado de la pérdida.
1. Pérdidas secundarias y el modo de afrontar el duelo

Cuando muere un ser querido, no sólo se pierde a la persona sino también se pierde el sistema de vida que esa persona contribuyó a crear. Se reconoce ahora que son muchas las pérdidas que acompañan a la pérdida del ser querido y por eso se trata de establecer un marco en el que se aborden tanto la pérdida primaria como las secundarias que abarcan infinitos matices, desde el partido semanal de fútbol hasta la pérdida de la propia casa. Adultos y niños, que ocupan papeles distintos dentro de la estructura familiar,  tienden a experimentar tipos diferentes de pérdidas secundarias, por lo que requieren estrategias diferentes de afrontarlas.

Adultos. En los adultos de la población general, aunque la pérdida primaria no tiene solución, muchas de las secundarias pueden ser corregidas o mitigadas mediante el llamado afrontamiento orientado hacia la recuperación, por ejemplo, una viuda puede volver a trabajar  para recuperar la seguridad financiera perdida tras la muerte de su marido. En el transcurso de la recuperación del duelo, normalmente los adultos valoran no sólo el daño personal que la pérdida les produce sino también la eficacia de las estrategias de afrontamiento que están utilizando. Es así como pueden aparecer realmente consecuencias positivas dentro de su aflicción, como puede ser el orgullo de conseguir nuevas tareas y asumir nuevas responsabilidades.

Como contraste, los adultos con discapacidad intelectual a menudo no son capaces de asumir un papel activo en la recuperación de la familia tras una muerte. Para una persona que no puede vivir sola o sostenerse económicamente, las pérdidas secundarias pueden ser tan inmutables y finales como la misma muerte. Y como raras veces se les reclama para que asuman las responsabilidades de los familiares muertos, no tienen oportunidad de ayudarse a sí mismos o a sus familias. Lo más probable es que el cuidado que se les preste sea una responsabilidad que necesita ser reemplazada, de la persona muerta a otra. Y más que experimentar el crecimiento de sí mismos, terminan por verse como una carga, o simplemente temen que no se les vaya a cuidar.

Niños. Los niños con discapacidad intelectual (y con frecuencia también los adultos), al igual que los demás niños que sufren la fase de duelo, dependen de sus padres para comer, vivir, ser atendidos en la vida diaria. En ambos grupos, la muerte de uno de los padres irá seguida probablemente por una serie de acontecimientos que alteran su vida ?rutinas domésticas, cambios de casa, de escuela- y que serán experimentados como pérdidas secundarias. Si los cambios son significativos, puede resultar para el niño muy difícil el afrontarlos. Las personas con discapacidad intelectual experimentan un trastorno psicológico y conductual como reacción a los acontecimientos significativos de su vida.

En los niños, los estudios realizados sugieren que los mejores predictores de un buen resultado en la fase del duelo son los que le protegen frente a las pérdidas secundarias; por ejemplo, una buena relación con el padre que sobrevive, que sea competente para ejercer su paternidad para con un hijo que se encuentra desconsolado, un ambiente familiar estable asegurado por una fuerte organización familiar en la que hay cohesión, comunicación y diferenciación de los diversos roles. Es razonable deducir que el mantenimiento de la estabilidad en la casa es un factor crítico para el bienestar de las personas con DI el fase de duelo.

Por desgracia, puesto que tienen necesidad de una atención especial y puesto que siguen siendo dependientes de otros miembros de la familia, a veces hasta bien avanzada la adultez, los jóvenes con discapacidad intelectual están en mayor riesgo de encontrarse con situaciones familiares inestables y con acontecimientos diversos y estresantes una vez que muere uno de los padres. Y conforme envejecen los miembros de la familia, aumenta la probabilidad de que lleguen a perder a los dos padres. La pérdida del segundo puede significar la pérdida del domicilio familiar y el tener que trasladarse a una residencia o a un piso tutelado. A veces, si no ha habido previsiones, los traslados durante el primer año pueden ser numerosos.

La literatura describe que los niños sin discapacidad intelectual que mantenían una estrecha relación con el padre que ha muerto y mucho menos con el superviviente, presentan un riesgo mayor de desarrollar problemas de conducta y psiquiátricos. Muchos individuos con discapacidad intelectual tienen a los dos padres fuertemente comprometidos en su cuidado y atención; sin embargo, debido a sus necesidades especiales, es posible que sea uno de ellos quien adopte un papel mucho más indispensable. Y como muchos suelen tener serias dificultades de comunicación, especialmente verbal, es posible que sea sólo uno de los padres el cuidador principal durante toda la vida, aquel con quien exprese más eficientemente sus necesidades y deseos. Y es posible que sea ese mismo padre el que haya ido adquiriendo durante décadas una mayor experiencia para tratar los problemas médicos y para navegar por ese mundo proceloso de la administración y las ayudas económicas. Es fácil comprender que la pérdida de esta persona puede resultar nefasta.

2. Conversar sobre la pérdida

Dada la tendencia de los cuidadores a minimizar los efectos del duelo de las personas con discapacidad intelectual, y dadas las dificultades de comunicación que tantas veces acompañan a los diversos tipos de discapacidad intelectual, las personas pueden tener pocas oportunidades, o ninguna, para conversar con familiares o con amigos sobre la pérdida que han sufrido. La cuestión de si el hablar sobre la muerte facilita el afrontarla es importante. Porque tiene consecuencias sobre cómo los profesionales de la salud han de educar a los cuidadores (sean familiares o profesionales), y suscita preguntas sobre la eficacia potencial de una intervención sobre el duelo basada en la psicoterapia.

Las personas con discapacidad intelectual que se encuentran afligidas por la muerte de un ser querido se vuelven hacia sus familiares en busca de apoyo emocional y de ayuda para comprender los acontecimientos que rodean a una muerte. Se sabe que ambos tipos de comunicación ?la que atiende a lo emocional y la que atiende a lo informativo? ayudan a los niños convencionales a afrontar la muerte de uno de los padres. Por ejemplo, es frecuente que un niño se sienta culpable por pensar que él ha sido el responsable de la muerte, o que se sienta herido porque su padre, en situación terminal, ya no juega con él y piensa que ya no le quiere. Es razonable deducir que a los niños con discapacidad intelectual, al igual que a los demás niños, hay que ofrecer una información sobre la enfermedad y sobre la muerte que sea comprensible y apropiada a su edad y a su nivel de inteligencia. Del mismo modo, los niños se beneficiarán si las familias se abren a la comunicación y conversan sobre sus sentimientos tras la pérdida de un ser querido.

Por desgracia, muchos padres encuentran difícil el hablar con sus hijos sobre la muerte, especialmente si son ellos mismos los que han de afrontar la  pérdida de su cónyuge. Hay mucha experiencia acumulada sobre la quiebra de la comunicación ?en el ámbito de la mera información sobre datos o en el ámbito de la comunicación afectivo-emocional- alrededor de la muerte de uno de los padres, incluso cuando el que sobrevive es consciente de la importancia de la comunicación. Esta situación puede ser aún peor en las familias de personas con discapacidad intelectual ?y especialmente en personas con síndrome de Down que de modo característico muestran una vulnerabilidad particularmente exagerada a la separación y a la pérdida. Todavía persiste la idea de que es mejor proteger a las personas con discapacidad intelectual de una información que ?les pueda preocupar? o que tenga consecuencias indeseables emocionales o conductuales. Incluso personas a las que se les dio formación especial y expreso compromiso para concentrarse en temas de duelo tuvieron problemas a la hora de hablar sobre el duelo con sus propios familiares con discapacidad intelectual?. Aunque muchos individuos con discapacidad intelectual, incluidos los que tienen síndrome de Down, muestran déficit específicos en la comunicación verbal, los estudios demuestran que, si se les pregunta, son capaces de conversar o expresarse sobre sus sentimientos y preocupaciones. Por otra parte, su lenguaje comprensivo es superior al expresivo y ellos pueden escuchar y comprender ?y agradecer? las expresiones de condolencia, de afecto,  y las explicaciones sobre los hechos y acontecimientos.

En consecuencia, al considerar la utilidad potencial de una intervención profesional sobre la fase de duelo, necesitamos considerar la probable escasez de oportunidades de comunicación que haya en la propia familia.

3. La búsqueda por el significado de la pérdida

Los seres humanos, y quizá ellos de forma exclusiva, responden a la desgracia en un nivel cognitivo. Nos tenemos que esforzar intelectualmente para ?volver a conocernos a nosotros mismos? y ?reaprender sobre el mundo? ante la ausencia de un ser amado que nos ayudó a estructurar nuestras vidas, nuestros objetivos vitales, y para recrear ?un sentido que tenga significado?  para explicar o al menos incorporar la transición que sigue a una pérdida. Por ejemplo, si un chico ya mayor se ha estado ocupando principalmente de ofrecer a su madre una buena y cualificada atención, una vez que muere su madre, ha de reconstruir la caracterización de sí mismo abandonando el papel de cuidador.

Algunos investigadores que trabajan sobre el duelo en los adultos destacan la importancia de ese saber ?elaborar un significado? como estrategia para encarar el duelo. Incluso se ha afirmado que ?la reconstrucción de un significado en respuesta a una pérdida es el proceso central del duelo?. Desde este punto de vista, muchos de los síntomas que se aprecian en el duelo traumático ?descreimiento, pérdida de significado, incapacidad para proyectarse en un futuro valioso, pérdida de identidad, visión desesperanzada del mundo? no son más que manifestaciones de la lucha infructuosa del individuo por dar un sentido existencial a la pérdida.

Este énfasis por ?encontrar sentido? a la pérdida nos invita a preguntarnos sobre el grado en que, y de qué manera, la capacidad intelectual afecta a la capacidad de una persona para afrontar el duelo. Como hemos visto, se consideraba hasta hace muy poco que había que ahorrar a las personas con discapacidad intelectual el dolor del duelo porque carecían de la capacidad para entender lo que había ocurrido. Se ha visto en un estudio que algunas personas en su fase de duelo nunca se embarcan en buscar significados y, al parecer, les iba tan bien como a los demás; ciertamente, a quien peor les iba era a los buscaban un significado pero no lo encontraban. Hasta ahora, nadie ha investigado la relación entre  capacidad intelectual y éxito en el proceso de encontrar un significado. ¿Es más fácil que las personas con discapacidad intelectual acepten la muerte sin necesidad de buscar un significado, en comparación con las demás? ¿O por el contrario, es más fácil que se embarquen en una búsqueda infructuosa? Estas preguntas sin respuesta se complican más todavía si se considera la importante heterogeneidad  y el amplio rango de capacidades (como también de limitaciones) que muestran las personas con discapacidad intelectual. No obstante, son varios los estudios que sugieren que la mayoría de los adultos realizan una búsqueda cognitiva, explícita, para encontrar el significado de la muerte de un ser querido, y que el conseguir la integración de esa pérdida en una estructura con significado más amplio ayuda a recuperarse mejor. Por tanto, la incapacidad o la menor capacidad de las personas con discapacidad intelectual para elaborar cognitivamente un sentido dentro de esa pérdida se convierte en otra fuente potencial de vulnerabilidad que le lleve a desarrollar un duelo patológico.

Hay autores que han ofrecido una nueva distinción entre ?crear un sentido? de la pérdida y ?encontrar un beneficio? en esa pérdida. Mientras que lo primero se refiere a encajar la pérdida en una visión de un mundo justo, lo segundo se refiere a descubrir un sentido de valor y de utilidad en la propia vida de uno mismo. Estos autores vieron que, en último término, sólo los que eran capaces de desarrollar un sentido nuevo y más fuerte de sí mismo habían mejorado los síntomas del duelo. Es decir, la capacidad para ?encontrar un beneficio? aparece íntimamente asociada a la capacidad de mitigar esas pérdidas secundarias antes descritas mediante una revisión de sus objetivos y prioridades en respuesta a la muerte ?por ejemplo, reevaluando el modo de abordar nuevas relaciones. Por desgracia,  este tipo de tareas puede ser extraordinariamente difícil para una persona con discapacidad intelectual. No sólo este tipo de reevaluación compleja resulta difícil para una persona que tiene limitada su flexibilidad cognitiva sino que muchas veces ocupa una posición de dependencia dentro de la estructura familiar en la que se le niegan oportunidades para cambiar y mejorar.

A todo ello se suma la personalidad del que está en la fase de duelo, a la hora de saber encontrar un beneficio a la muerte. Los que son pesimistas por naturaleza más difícilmente verán ningún aspecto positivo en la muerte de la persona. Por tanto, las características psicológicas tienen un papel importante en la conformación de la respuesta de duelo. No sabemos si las personas con discapacidad intelectual debida a síndromes específicos tienden a ser más o menos optimistas que la población general; pero sí sabemos que las personas con síndrome de Down presentan con mayor frecuencia trastornos afectivos y de ansiedad que la población general, y que pueden carecer de la fortaleza psicológica resistente, necesaria para encontrar un significado ?y sobre todo un significado que sea beneficioso? a la pérdida de un ser querido.

Consecuencias y derivaciones de carácter clínico

Uno de nuestros objetivos era determinar si está justificada en las personas con discapacidad intelectual una intervención rutinaria en caso de duelo. Según la literatura actual, sólo estaría justificada si mostraran un aumento significativo de riesgo de duelo complicado. Pero si nos basamos en el marco teórico que acabamos de presentar,  son muchas las razones por las que es más probable que necesiten un mayor apoyo profesional para afrontar el duelo. Y además, en contraste con la población general para la que hay actualmente una auténtica proliferación de servicios para afrontar esta etapa, la realidad indica una ausencia total de intervenciones de apoyo para personas con discapacidad intelectual, empezando por el hecho de que sigue sin reconocerse en ellas la existencia de duelo.

Es preciso conocer mejor los síntomas que pueden aparecer, y las bases teóricas o marco conceptual que expliquen la naturaleza del duelo y de aquellos hechos que lo facilitan. Si el marco teórico está sólidamente fundamentado, será posible identificar los aspectos más vulnerables en las personas con discapacidad intelectual, y consiguientemente será posible elaborar programas de intervención que serán posteriormente refinados en función de sus resultados.  Por ejemplo, si se considera que una persona se encuentra afectada porque carece de capacidad para rehacer  su papel familiar, la intervención del terapeuta irá dirigida a restaurar la confianza en sí misma y su reentrada en la vida, trabajando con ella para fijar y alcanzar pequeños objetivos. Y si aceptamos que disponen de pocas oportunidades para conversar y comunicar sus sentimientos, nos apresuraremos a diseñar y establecer sesiones de asesoramiento basadas en la comunicación. En este sentido entendemos que la psicoterapia es útil para las personas con discapacidad intelectual, tengan o no problemas de duelo.

COMENTARIO

Como las  autoras de este trabajo comentan, el tema del duelo en las personas con discapacidad intelectual suele ser evitado. Es decir, no es atendido lo que significa que las personas más vulnerables son las que quedan más desprotegidas, porque carecen en buena parte de resortes para resolver sus situaciones por sí mismas. El análisis que realizan constituye un sólido argumento para abordar este problema en toda su complejidad.
Desde un punto de vista operativo, recomendamos acudir a un manual de buenas prácticas de FEAPS-MADRID titulado:

BUENAS PRÁCTICAS EN SITUACIONES DE DUELO EN PERSONAS CON RETRASO MENTAL
que se puede bajar en PDF de Internet:
http://www.feapsmadrid.org/opencms/export/sites/default/feaps/recursos/descargas/CuadernosFeaps.html/AMARILLA_BBPPSituacionesDuelo.pdf