Pero la sexualidad es mucho más que un instinto Hay que entender el sexo como una actividad de relación afectiva interhumana. Solo es instintivo la capacidad para la excitación sexual y el orgasmo. Los patrones sexuales son hábitos que se adquieren y que tienen diferencias individuales, en función de las características personales, la experiencia previa y el ambiente cultural en que se desenvuelve el individuo.
La sexualidad forma parte del desarrollo normal del niño y el adolescente. Desde la primera infancia el niño experimenta sensaciones placenteras al tocarse, al ser acariciado y besado, y observa las expresiones de afecto y las actitudes sexuales de los adultos que le rodean, que en ocasiones trata de imitar. Durante el periodo prepuberal se establece la identidad sexual y el niño continua recogiendo información sobre la sexualidad a partir de los amigos, los maestros y la familia. En esta etapa el niño puede desarrollar una actitud negativa hacia la sexualidad si descubre que los adultos evitan hablar de las partes de su cuerpo relacionadas con la sexualidad, las describen con eufemismos o rechazan cualquier tipo de conducta relacionada con el sexo, incluidas las que el niño puede manifestar espontáneamente, como la erección (2).
Al iniciarse la pubertad aumenta la preocupación por la sexualidad. En la primera etapa de la adolescencia es frecuente la masturbación y las fantasías sexuales, en ocasiones con compañeros del mismo sexo, motivando dudas sobre la orientación sexual, con ansiedad y sentimientos de culpa. La masturbación es más frecuente en los chicos que en las chicas. Generalmente está motivada por la curiosidad y el deseo de disfrutar un placer intenso. Más adelante puede ser vivida como una descarga de ansiedad o de tensiones.
En la adolescencia media suelen producirse los primeros contactos físicos (intercambios de besos y caricias) como una forma de exploración y aventura y en la adolescencia tardía habitualmente se inician las relaciones sexuales que incluyen el coito. A diferencia del adulto, la actividad sexual del adolescente suele ser esporádica, con periodos prolongados durante los cuales el adolescente permanece en abstinencia. Muchos adolescentes mantienen lo que se denomina una “monogamia seriada”, con enamoramientos intensos y apasionados, pero de duración más corta que la del adulto. Son más frecuentes las disfunciones sexuales, que pueden guardar relación con: temor al embarazo, a ser descubiertos, conflictos de conciencia o actuar bajo presión de la pareja. También influyen las condiciones en que muchos adolescentes mantienen relaciones sexuales, de forma incómoda y rápida (en los asientos de un coche, en un rincón oscuro de una discoteca o de la calle, en los cines, etc.).
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA CONDUCTA SEXUAL DE LOS ADOLESCENTES.
Discrepancia entre madurez física y cognoscitiva. La edad de la menarquia se ha ido adelantando, mientras que por otro lado, las condiciones sociales, con alargamiento del periodo de estudios, mayor índice de paro, dificultades para conseguir vivienda, etc. hacen que hasta una edad avanzada (por encima de los 25 o 30 años) la mayoría de los jóvenes no se emancipen de su familia.
Percepción de invulnerabilidad. El sentimiento de inmortalidad, de estar protegidos de las consecuencias desfavorables, que pueden ocurrir a otros, pero no a ellos, forma parte de las características normales de la adolescencia y favorece las conductas arriesgadas.
Tendencia a imitar el modelo de conducta sexual del adulto que se muestra en los medios de comunicación. Actualmente es muy frecuente la utilización del sexo con fines comerciales en los medios de comunicación, lo que induce a la práctica sexual y transmite una imagen alterada de la conducta sexual, basada en la violencia, el sexo como mero divertimento y el sexo ?sin culpabilidad? (3).
Mayor libertad sexual. La generación de padres de los adolescentes actuales, pasó su infancia en un ambiente moral muy rígido, dominado por la iglesia, pero vivió en su adolescencia (década de los 60) una serie de acontecimientos que impusieron un cambio de la sociedad. Se propagan las ideas de Sigmund Freud sobre la influencia del sexo en todas las facetas de la vida humana, se comercializan los primeros anticonceptivos orales, surge el movimiento Hippy, la revolución estudiantil de Mayo del 68 y la lucha feminista por la igualdad y la liberación sexual de la mujer (4-6). Todo ello explica que la sociedad y la familia actual sean más liberales y permisivas.
Preocupa el hecho de que la mayor libertad sexual de que gozan los jóvenes en nuestra sociedad puede estar favoreciendo el inicio muy precoz de la actividad sexual. Se ha comprobado que tanto la educación en un ambiente familiar muy permisivo, como en una familia con normas muy rígidas o autoritarias conduce a una mayor precocidad en el inicio de las relaciones sexuales. Los hijos de padres moderados en cuanto a sus pautas educativas y que dosifican la libertad de acuerdo con la edad de sus hijos, son los que inician más tarde las relaciones sexuales. Por otro lado, se ha observado una asociación entre inicio precoz de relaciones sexuales en la adolescente (15 años o antes) y una mayor incidencia de problemas ginecológicos y psicosociales en la vida adulta (actitud negativa hacia su propio cuerpo, conductas fuera de norma, fracaso en los estudios, etc.) (7).
Actitudes y valores sobre el comportamiento sexual. La decisión del adolescente de tener relaciones sexuales cuando se siente atraído por alguien dependerá de parámetros como: expectativas sobre el nivel de estudios (los adolescentes que piensan ir a la universidad retrasan más tiempo su primera relación sexual) y sus actitudes y valores respecto a la sexualidad, que pueden a su vez estar influenciados por las actitudes familiares y culturales. En un reciente estudio, basado en modelos de regresión múltiple, Werner (8) sobre una muestra de 1600 adolescentes, demuestra que las actitudes sexuales en la mujer están más influenciadas por factores familiares (comunicación con los padres, participación de éstos en la educación sexual, etc.), mientras que en los hombres está más influenciada por factores individuales (edad, religión, autoestima, etc.). En general la mujer tiene una sexualidad menos centrada en los aspectos genitales que el hombre, y valora más los aspectos de relación.
CONDUCTA SEXUAL DE LOS ADOLESCENTES
La tasa de infección por el VIH se está incrementando rápidamente. El 20% de los casos de SIDA se dan alrededor de la segunda década de la vida y probablemente contrajeron el virus durante su adolescencia. Como no se dispone aún de una vacuna eficaz, todos los esfuerzos para el control de esta enfermedad se han centrado en los programas escolares de educación sexual.
Con el objetivo de conocer los patrones actuales de conducta sexual de los adolescentes en nuestro medio, y valorar si las campañas de prevención del SIDA han producido algún cambio en el comportamiento sexual de los adolescentes, hemos analizado los resultados de tres encuestas que realizamos a lo largo de los últimos doce años, las dos primeras de ellas en 1988 y 1992 (9) y la última en este año 2000, en un total de 938 adolescentes y adultos jóvenes, con el mismo rango de edades (16 a 21 años, edad media: 18.9±1.9 años en 1988, 18.8±2.6 años en 1992, 18.5±1.6 en 2000) y efectuadas en los mismos centros escolares y universitarios, con el fin de unificar las variables demográficas y sociales. El 96% de la muestra manifestaron tener una orientación heterosexual, y el 4% restante se consideró homo o bisexual. La proporción de adolescentes que practican la religión católica ha disminuido del 48% al 33% actual.
Coincidiendo con publicaciones previas (10-13), los resultados de nuestro estudio sugieren que la actividad sexual entre los adolescentes ha aumentado en la última década, especialmente en las mujeres (figuras 1 y 2), y se está adelantando la edad de las primeras experiencias sexuales (besos, caricias) (m±ds: hombres: 1988-92: 14.2±2.1 años, 2000: 13.1±3.2 años; mujeres: 1988-92: 15.2±1.9 años, 2000: 14.1±2.0 años) así como la edad de inicio de las relaciones sexuales completas (m±ds: hombres: 1988-92: 16.5±1.6 años, 2000: 15.7±1.7 años; mujeres: 1988-92: 17.2±1.7 años, 2000: 16.5±1.5 años).
En comparación con los chicos, las adolescentes valoran más los aspectos afectivos de la sexualidad (alrededor del 60% consideran que lo más importante es el amor), muestran mayor rechazo hacia la pornografía, inician más tarde las relaciones sexuales y tiene tendencia a unas relaciones más formales (el primer compañero sexual fué el novio en aproximadamente el 90% de las adolescentes) y estables, con un número medio de compañeros sexuales/año menor que los hombres (1.1±1.2 vs 1.4±0.9, diferencias no significativas).
Actualmente se está proporcionando más información en la escuela y en la familia sobre sexualidad (figura 3) y sobre prevención de SIDA (figura 4), ha aumentado el miedo al contagio de SIDA, valorado en una escala de 0-10 (m±ds: 1988: 6.7±3.5, 1992: 7.9±2.8, 2000: 8.5±2.5, p<0.001), y la utilización de preservativos entre los adolescentes sexualmente activos. Paralelamente ha disminuido el empleo de métodos anticonceptivos ineficaces, como el coitus interruptus (figura 5). También ha aumentado la proporción de adolescentes que consideran satisfactorias las relaciones sexuales. El principal problema siguen siendo los sentimientos de miedo que experimentan en torno a un 40% de los adolescentes (figura 6).
DEBATES SOBRE EDUCACION SEXUAL
¿Induce el inicio de relaciones sexuales?. Numerosos estudios han demostrado que no induce el inicio más precoz de relaciones sexuales ni influye en la frecuencia de la actividad sexual en los adolescentes (14).
¿Debe promover la abstinencia?. Continúan los debates respecto a si la educación sobre sexualidad debe basarse en la "abstinencia" o incluir información acerca de que hacer si los adolescentes no se abstienen (15). Aunque se considere la abstinencia la mejor manera de evitar problemas, la realidad es que muchos adolescentes no hacen caso de esa recomendación.
¿Cuáles deben ser los objetivos de la educación sexual?. Los objetivos de la educación sexual para estos adolescentes que no consideren la abstinencia como una opción viable, es lograr que se posponga la iniciación sexual y que la sexualidad se exprese de forma responsable (16, 17).
¿Qué condiciones debe reunir el educador?. La persona que realice la educación sexual (padres, profesores, médicos u otros profesionales sanitarios) deben tener en cuenta los siguientes factores:
- Adaptarse al grado de madurez del adolescente. Puede existir gran diversidad en el nivel de maduración y el desarrollo emocional de los adolescentes, aunque se encuentren en el mismo curso escolar y con la misma edad, por lo que se debe individualizar la educación sexual.
- Procurar que sus propias actitudes y valores en relación con la sexualidad no influyan en la persona que va a recibir información sobre sexualidad.
- Promover el aprendizaje de un nuevo rol de género. En la sociedad actual, y debido fundamentalmente a la incorporación de la mujer al mundo laboral, que le ha dado la posibilidad de ser económicamente autosuficiente, los roles tradicionales masculinos y femeninos, se han modificado o han desaparecido (18). No se debe enseñar a los niños y adolescentes a rechazar o reprimir las conductas que tradicionalmente se consideraban como propia del otro sexo, ya que cada vez son menos las conductas específicas de un solo sexo.
¿Donde realizar la educación sexual?. La escuela puede ser un lugar adecuado para informar y educar sexualmente a los alumnos, ya que permite acceder a un elevado número de jóvenes, antes de que inicien una conducta sexual de alto riesgo, que una vez establecida sería difícil de modificar (16).
Una estrategia poco utilizada, pero eficaz, es el empleo de compañeros escolares especialmente entrenados para actuar como educadores. Ofrecen las siguientes ventajas: (a) Representan una fuente de información más creíble para los otros alumnos. (b) Pueden comunicar la información en el mismo lenguaje que usan los destinatarios de la misma, por lo que les resultará más comprensible, y (c) Pueden actuar como modelos positivos (16).
Hay que contar también con la familia y los profesionales sanitarios, para que refuercen las actitudes y conocimientos sobre patrones de conducta sexual segura y responsable enseñados en la escuela.
PAPEL DEL PEDIATRA EN LA EDUCACION SEXUAL DEL ADOLESCENTE.
El pediatra puede desempeñar un papel importante en la educación sexual del adolescente, pero para ello necesita una preparación adecuada y modificar las características de la sala de espera y de la consulta, para destinarla a adolescentes, de forma que no se sienta tratado como un niño.
La educación sexual debe incluir los siguientes aspectos:
Aclarar las preocupaciones sobre comportamientos sexuales. Para facilitar el dialogo puede ser de utilidad que antes de la entrevista, el adolescente conteste por escrito un pequeño cuestionario previo con preguntas sobre sus principales motivos de preocupación, en un ambiente adecuado, donde tenga intimidad. La comunicación ha de ser abierta, honesta y sin pretender juzgar o moralizar. Es importante asegurar el derecho a la confidencialidad (19).
Al realizar la anamnesis además de la historia sexual, debemos obtener información acerca de: uso de anticonceptivos, síntomas ginecológicos (flujo, prurito vaginal, dismenorrea,..), hábito de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, rendimiento escolar, relaciones con la familia y los amigos y síntomas depresivos (sentimientos de tristeza o soledad, pensamientos suicidas,..).
En la adolescencia es frecuente la asociación de conducta sexual de riesgo (inicio precoz de relaciones sexuales, promiscuidad sexual) y consumo de sustancias tóxicas, de tal manera que la identificación de una de estas conducta debe llevarnos a indagar la otra (20). Otros factores que se relacionan con una conducta sexual fuera de norma son: mal rendimiento escolar, abuso sexual o asedio por parte de un adulto, falta de apoyo de los padres, trastorno de la relación madre-hija y situaciones de carencia afectiva o de abandono, con baja autoestima. En la mujer la promiscuidad sexual también puede corresponder a la manifestación de un cuadro depresivo (21).
Explicar los cambios corporales en la pubertad. Esto se puede realizar al mismo tiempo que se efectúa el examen médico del adolescente o preadolescente. Proporcionar información sobre anticoncepción. El embarazo en la etapa adolescente, representa un embarazo de alto riesgo, y además supone una importante pérdida de oportunidades para el desarrollo personal y el éxito económico futuro (22).
Algunos adolescentes posponen la práctica del coito vaginal hasta etapas más avanzadas, pero participan en otras conductas sexuales, como la masturbación heterosexual, el sexo oral o el coito anal, que en un elevado porcentaje de los casos (hasta un 70%) se realiza sin protección y expone al contagio de ETS (23, 24). Debemos evitar que el adolescente homosexual se sienta marginado y rechazado, y se vea obligado a fingir, a ocultar su orientación sexual, y a mantener relaciones con desconocidos (4) en circunstancias que incrementan el riesgo de ETS.
Preservativos. Las principales ventajas de los preservativos son: su bajo precio, que no hace falta receta y su eficacia para prevenir las ETS, incluida el SIDA. Hay que advertir a los adolescentes sobre el hecho de que su eficacia depende de su utilización adecuada y constante y sobre su escasa seguridad en la prevención del embarazo (tasa de fracasos del 15%) si se emplean como único método anticonceptivo.
El empleo conjunto de preservativo por el varón y un espermicida por la adolescente es muy eficaz, tanto para prevenir embarazos (tasa de fracasos del 2%) como para prevenir las ETS. Se ha comprobado que uno de los agentes que se utiliza como espermicida, el nonoxinol-9, es letal para gonococos y espiroquetas. (25).
Anticonceptivos orales. Es el método anticonceptivo más eficaz (tasa de embarazos en torno a un 0.8%). El Comité de Adolescentes de la Asociación Americana de Pediatría recomienda practicar un examen ginecológico completo a las adolescentes antes de que comiencen a tomar anticonceptivos orales o en los tres meses siguientes (25).
Anticoncepción postcoital. Si se interviene el las 72 horas posteriores a una relación sexual sin protección se puede reducir el riesgo de embarazo administrando dosis altas de anticonceptivos orales que combinan progestagenos y estrógenos (2 dosis de anticonceptivos seguida de otras 2 dosis, 12 horas después). Se debe realizar un test de embarazo antes de administrar los anticonceptivos y 3 semanas después, con el fin de detectar si ha habido fallo en el tratamiento (25).
Screening periódico de las E.T.S. En adolescentes sexualmente activos hay que realizar anualmente una citología vaginal, un VDRL, pruebas inmunológicas para detectar Clamidia y cultivo de gonorrea. En los adolescentes que tienen una conducta sexual de riesgo (relaciones sexuales con múltiples parejas, intercambio de sexo por dinero o drogas, ..) también se deben determinar los Ac del virus de la inmunodeficiencia humana y los anticuerpos del virus de la Hepatitis B, si no está vacunado. Debido a las enormes implicaciones sociales y sanitarias de un resultado positivo en la prueba del VIH, se recomienda que esta prueba se realice de forma confidencial y después del consentimiento del adolescente (20).
Fomentar una sexualidad responsable. La educación sexual no debe quedar reducida a una mera enumeración de métodos anticonceptivos. Debemos fomentar una sexualidad responsable. Uno de los requisitos para ello es que exista la madurez suficiente en ambos componentes de la pareja. También es importante que la relación se de en un plano de igualdad y de mutuo consentimiento, con total conocimiento de las posibles consecuencias y debe resultar placentera para los dos.