El cáncer de mama es el problema oncológico más frecuente entre la población femenina occidental. En nuestro país se diagnostica este mal a algo más de 15.000 mujeres cada año. Más de dos tercios logran superar la mortandad que llevaba implícita la enfermedad, un porcentaje que cada año se amplía en relación directa con la detección precoz que proporcionan las mamografías y la cobertura sanitaria. Ante este nuevo panorama, se plantean necesidades diferentes para las mujeres afectadas por cáncer de mama, puesto que conviven más tiempo con la enfermedad y surgen otras preocupaciones, más allá de las médicas. De entre ellas, y de acuerdo con lo manifestado por las propias mujeres diagnosticadas, se considera como un aspecto básico el servicio de atención psicológica, sobre todo cuando el tratamiento ha incluido una masectomía o extirpación del pecho.
“Antes se practicaba una cirujía más preventiva. La de ahora es menos agresiva, y en esto tiene mucho que ver la psicología”
Charo Cuenca, onco psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), es una de las especialistas que diferentes organizaciones ponen a disposición de las mujeres afectadas. Hablamos con ella en la sede de Navarra, la comunidad pionera en el tratamiento del cáncer de mama y en la que el 90% de mujeres invitadas acude desde hace dos décadas a realizarse chequeos voluntarios. Por su papel de precursora, Navarra sirve de ejemplo a otras comunidades para dirigir sus acciones. En el ámbito del apoyo anímico, la atención psicológica inmediata se proporciona en los centros hospitalarios. “Es muy importante detectar cuanto antes si una mujer necesita ayuda, pero los problemas pueden surgir una vez se está en casa”, alerta Cuenca, que añade que, siempre que se precise, ha de procurarse un tratamiento. Por su experiencia en el trato con pacientes y personal sanitario en relación directa con el cáncer, Cuenca destaca que la mujer masectomizada ofrece un perfil en el que la ayuda psicológica es clave “y donde los resultados son muy alentadores”.
¿Por qué tiene tanta importancia la pérdida del pecho?
Al hecho de padecer cáncer, que es ya de por sí una situación muy dura de vivir, se suma la extirpación de uno o los dos pechos, una alteración externa y evidente del cuerpo que nos recuerda la enfermedad y que, en cierta medida, la muestra socialmente. Pero es que, además, el pecho es una zona muy íntima, no es una pieza más de la figura. En esa zona reside parte de la sexualidad femenina, es un lugar en el que se identifican las emociones, la sensibilidad y la maternidad. Incluso cuando se muestra en desfiles, en la playa o en el arte, se hace reconociéndole su importancia y su significado especial.
¿Cuándo se comenzó a percibir la necesidad de atención psicológica a las mujeres sometidas a una masectomía?
Se valoró que, al término de tratamientos médicos inmediatos, las mujeres masectomizadas sufrían episodios de estrés, unidos a estados de ansiedad y depresión que no eran sólo consecuencia de padecer cáncer. El cuadro clínico era muy concreto en las mujeres que compartían la pérdida del pecho. Por eso se implantó una asistencia especializada que reforzara el tratamiento médico y que detectara, igualmente de manera precoz, síntomas de una depresión más allá del post operatorio.
¿Cuáles son esas alarmas?
Principalmente, el llanto, el insomnio, los cambios bruscos de humor, la dificultad para tolerar el reflejo de su imagen en el espejo y la pérdida de la libido, porque, como hemos dicho, el pecho es una zona muy sexual para la mujer. Los psicólogos de oncología colaboramos con el personal sanitario para hacer frente a estos cuadros e indicar el tratamiento más adecuado una vez se reciba el alta clínica.
¿Por qué en la gran mayoría de las ocasiones se recomienda a estas pacientes que participen en asociaciones o acudan a grupos de terapia o de encuentro con otras mujeres masectomizadas?
Dado que se vive la alteración de una parte muy íntima de la mujer, que cambia su figura y su estética, y dado que se necesita la aceptación de esta nueva imagen que se va a ofrecer, compartir la experiencia con otras mujeres es una forma de encontrar ayuda. En esos grupos se observa a otras mujeres que han pasado por lo mismo y se comprueba que una masectomía no es tan extraña y que no hay nada de lo que avergonzarse.
Todos conocemos casos en que se ha extirpado totalmente el pecho a una mujer con cáncer de mama cuando quizá no hubiera sido necesario.
Los avances que se han producido y se siguen produciendo en el campo de la medicina, de la cirugía y de la oncología son meteóricos, y más si nos percatamos de que han ocurrido en unas pocas decenas de años. Antes se practicaba una cirugía más preventiva. La de ahora es menos agresiva, y en esto tiene mucho que ver la psicología. Desde este campo se ha insistido en que también es fundamental otorgar a las pacientes calidad de vida sin alterar su sensibilidad más allá de lo necesario, pues no hacerlo puede incidir negativamente en su recuperación.
¿Hasta qué punto recomiendan una ulterior cirugía estética?
Su conveniencia corresponde decidirla al oncólogo y al cirujano, junto con la paciente. Se comprueba si la prótesis y la intervención son viables e inocuas, y, a partir de ahí, la paciente decide. Sin duda, la cirugía estética puede ser una gran ayuda psicológica, y no sólo para mujeres jóvenes. También quien ha cumplido 60 años tiene derecho a que se le practique, pues sigue siendo una mujer que tiene un cuerpo al que querer y cuidar.
Precisamente, aunque es la edad adulta la que registra una mayor incidencia de este tipo de cáncer, la mujer joven también está expuesta. Además de la pérdida del pecho, el tratamiento ocasiona la pérdida de fertilidad. ¿Una razón más para la asistencia psicológica?
Como consecuencia del tratamiento más que de la operación, lo habitual es provocar una menopausia anticipada. Y, efectivamente, ésta es otra de las razones por las que las mujeres masectomizadas, aunque no estuvieran en edad fértil, precisan de mayor atención, más allá del tratamiento oncológico.
Aunque representan sólo el 1% de los casos, también los hombres padecen cáncer de mama. ¿Para ellos supone el mismo golpe que para las mujeres?
Las consecuencias psicológicas son mucho menores para ellos, similares a las que pueden derivarse de otro tipo de cáncer.
¿Cómo pueden ayudar la familia y los amigos a una paciente?
Como con cualquier cáncer o con una enfermedad seria, lo primero que desea y necesita la enferma es respeto y espacio para poder reaccionar. Se ha de permitir que exprese sus emociones, sean llanto o enfado. Y aunque parece fácil apoyarlas, tendemos a la condescendencia y al engaño piadoso, y las personas necesitamos que se nos trate desde la inteligencia, que los familiares no se violenten al comprobar la debilidad de la enferma. A partir de ahí, hay que procurar darles apoyo y cariño.
La relación de pareja también se ve afectada. El ámbito de las relaciones sexuales, concretamente, puede verse alterado. ¿Qué se aconseja?
Al principio, la persona enferma y, en menor medida, su pareja, quedan bajo un estado de ansiedad que desequilibra y provoca un periodo de despistes y mayor sensibilidad. También de inapetencia sexual, derivada del tratamiento farmacológico o de la situación psicológica. Esto es normal. Sin embargo, lo que sucede en el caso de una mujer masectomizada es que la inapetencia puede prolongarse como consecuencia de la pérdida de autoestima de su cuerpo. Si no se mejora tras varias semanas de recibir el alta médica, es aconsejable acudir al médico de cabecera o comentar la situación con el equipo que se ha ocupado de la operación para que derive al paciente a un psicólogo.
¿La pérdida de autoestima se evidencia ante la nueva imagen que obtiene de sí misma la mujer delante del espejo?
Cada persona es un mundo y reacciona como puede, por lo que todas las reacciones primarias han de ser admitidas como correctas y comprensibles. Hay mujeres que deciden en el mismo hospital hacerse las curas ellas mismas, mientras que otras no soportan descubrirse y necesitan un tiempo y un proceso de adaptación para congraciarse con su nuevo cuerpo. Ahí es donde la pareja juega un papel fundamental, pues en la medida en que acepta también ese cambio, está reafirmando a su par, y siempre resultará más sencillo estar acompañada en este nuevo reto. También puede ser la pareja quien aconseje pedir ayuda para ambos a un especialista. Este detalle es importante porque muchas veces uno mismo niega su propio problema mientras acepta el del otro, y por lo general, suele ser más eficaz resolver las dudas en pareja, aunque también se haga de forma individual.
Una vez en la consulta del psicólogo, ¿qué sucede?
El mero hecho de acudir a un profesional ya es una buena señal dentro del proceso de aceptación de la nueva situación. He de señalar que ese paso suele ser más difícil para la mujer masectomizada que para su pareja, ya que no hay duda de que es ella la principal afectada. Para explicar su pérdida del apetito sexual, en ocasiones la mujer pone como excusa que ya no gusta a los demás y, en especial, a su pareja, cuando eso no es cierto.
Ha podido variar la idea que ella tiene de sí misma y de su cuerpo, pero no la que tienen los demás. Por eso es tan importante acudir a una terapia si se tienen dificultades, pues si bien en los casos de este cáncer la necesidad de apoyo psicológico es mayor, el índice de superación es también muy alto.