Respaldo de material de tanatología

facundo cabral

Dé mi madre aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo le puedes decir: “BASTA” a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido, ahora mismo le puedes decir “BASTA” al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.

Que nada te distraiga de, ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste e1 más grande dolor.

Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día.

Vive de instante en instante porque, eso es la vida. Me costó 57 años llegar hasta aquí, ¿cómo no gozar y respetar este, momento?

Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere.
Y si la historia es tan simple, ¿porqué te preocupas tanto?

No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra.

En la tranquilidad hay salud como plenitud dentro de uno.

Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo.

Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente por toda la vida está en cada instante, pero no digas NO PUEDO ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes.

Si quieres recuperar la salud ABANDONA la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades.

PERDONA a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como. vivir sin enemigos.

Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta.

Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.

El bien y el mal viven dentro tuyo, alimenta más al bien para que sea el VENCEDOR cada vez que tengan que enfrentaras.

Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano.

NO TE QUEJES, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia.

Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida.

Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente.

MEDALLA PARA EL MAESTRO

MEDALLA PARA EL MAESTRO
EL COLOMBIANO, MARZO 5, 2002
Jorge Montoya ayuda a entender la muerte
¿Y cuál es la especialización del doctor Jorge Montoya Carrasquilla? “No, eso es una lista súper larga que yo no la tengo aquí, pero si me espera se la traigo…”, responde Juan Álvaro Rendón, uno de los encargados de la organizar el homenaje que le rindió el Congreso de la República a este hombre, con la entrega de la medalla de honor al mérito, de la Comisión de Ética, por su trabajo en cuidados paliativos.
Brindar apoyo a los pacientes terminales, ayudar a los familiares y enfermos a entender y asumir la muerte es sólo una parte del trabajo de Montoya, quien para dedicarse a esta labor se especializó en gerontopsiquiatría, tanatología, en  cuidados cuidados paliativos y, además, es gerontólogo clínico.
El día de su homenaje, muchas cabezas blancas empezaron a llegar al auditorio, damas y caballeros de la tercera edad, que con asomos de temblor en sus manos se turnaban para felicitarlo.
El, de barba y cabello negro, estaba más feliz por la presencia de estas personas que por el mismo homenaje. Su trabajo estaba inscrito en ellas.
Los enfermos de Parkinson y Alzhaimer también hacían parte de los beneficiadas con la obra que desde hace más de 12 años realiza este especialista.
“Lo más difícil de mi labor es hacerle entender a la gente que después de perder a un ser querido se les puede ayudar. La gente ha perdido la costumbre de recibir ayuda con amor”, anotó Montoya, que también dirige la Unidad de Duelo de la Funeraria San Vicente, por medio de la cual se facilita el proceso de duelo fundamentándose en educación y atención integral de las personas, para que los implicados se incorporen de nuevo a su rutina.
Más de 50.000 personas han pasado por este programa que incluye conferencias, consultas personalizadas, talleres y literatura del tema de la muerte, como forma de ayuda.
“Es una paradoja que vivamos en la ciudad más violenta del mundo y, sin embargo, haya más fondas en las esquinas que unidades de duelo”, dijo Montoya. [ACV]
http://www.elcolombiano.terra.com.co/hoy/nvs008.htm

Tolle, Eckhart – El Poder del Ahora

INTRODUCCIÓN
EL ORIGEN DE ESTE LIBRO

El pasado me sirve de poco y rara vez pienso en él; sin embargo, me gustaría contarles brevemente cómo llegué a ser un maestro espiritual y cómo nació este libro.
Hasta los treinta años, viví en un estado de ansiedad casi continua, salpicada con periodos de depresión suicida. Ahora lo siento como si estuviera hablando de una vida pasada o de la vida de alguien diferente.
Una noche, no mucho después de cumplir veintinueve años, me desperté de madrugada con un sentimiento de absoluto terror. Había despertado con ese sentimiento muchas veces antes, pero esta vez era más intenso que nunca. El silencio de la noche, los contornos vagos de los muebles en la habitación oscura, el ruido distante de un tren, todo parecía tan ajeno, tan hostil y tan absolutamente sin sentido que creó en mí un profundo aborrecimiento del mundo. Lo más odioso de todo, sin embargo, era mi propia existencia. ¿Qué sentido tenía continuar viviendo con esta carga de desdicha? ¿Por qué seguir con esta lucha continua? Podía sentir un profundo anhelo de aniquilación, de inexistencia, que se estaba volviendo mucho más fuerte que el deseo instintivo de continuar viviendo.
“No puedo seguir viviendo conmigo mismo”. Este era el pensamiento que se repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de cuán peculiar era este pensamiento. “¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debe haber dos: el ‘yo’ y el ‘mí mismo’ con el que ‘yo’ no puedo vivir”. “Quizá”, pensé, “sólo uno de los dos es real”.
Esta extraña revelación me aturdió tanto que mi mente se detuvo. Estaba completamente consciente, pero no había más pensamientos. Después me sentí arrastrado hacia lo que parecía un vórtice de energía. Al principio era un movimiento lento y después se aceleró. Me sobrecogió un intenso temor y mi cuerpo empezó a temblar. Oí las palabras “no te resistas a nada” como si fueran pronunciadas dentro de mi pecho. Sentía como si me arrastrara a un vacío. Sentía que el vacío estaba dentro de mí en lugar de afuera. De repente, ya no sentí más miedo y me dejé caer en aquel vacío. No recuerdo lo que pasó después.
Me despertó el canto de un pájaro en la ventana. Nunca había oído un sonido así antes. Mis ojos aún estaban cerrados y vi la imagen de un diamante precioso. Sí, si un diamante pudiera producir un sonido, sería así. Abrí mis ojos. La primera luz del amanecer se filtraba por las cortinas. Sin ningún pensamiento, sentía, sabía que hay mucho más en la luz que aquello de lo que nos damos cuenta. Aquella suave luminosidad filtrándose a través de las cortinas era el amor mismo. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me levanté y caminé por la habitación. La reconocía y sin embargo sabía que antes no la había visto verdaderamente. Todo era fresco y prístino, como si acabara de nacer. Tomé cosas, un lápiz, una botella vacía, maravillándome ante la belleza y la vividez de todo.
Aquel día caminé por la ciudad en total asombro por el milagro de la vida sobre la tierra, como si acabara de nacer a este mundo.
En los cinco meses siguientes viví en un profundo estado de paz y embelesamiento ininterrumpidos. Después esta condición disminuyó algo en intensidad o quizá me pareció porque se volvió mi estado natural. Podía funcionar todavía en el mundo, aunque me daba cuenta de que nada de lo que hiciera podría añadir algo a lo que ya tenía.
Sabía, por supuesto, que algo profundamente significativo me había ocurrido, pero no lo entendía en absoluto. Solamente varios años después, luego de haber leído textos espirituales y de haber pasado tiempo con maestros, me di cuenta de que lo que todo el mundo buscaba ya me había ocurrido a mí. Comprendí que la intensa presión del sufrimiento aquella noche debió haber forzado a mi conciencia a retirarse de su identificación con aquel ser infeliz y profundamente temeroso, identificación que es en últimas una ficción de la mente. Esta retirada debió ser tan completa que este ser sufriente y falso se derrumbó inmediatamente, como cuando se le quita el tapón a un juguete inflable. Lo que quedó después fue mi verdadera naturaleza como el eterno presente que Yo soy: la conciencia en su estado puro, anterior a la identificación con la forma. Más tarde, aprendí también a entrar en ese reino interior, ajeno al tiempo y a la muerte que había percibido originalmente como un vacío y a permanecer completamente consciente. Viví en estados de arrobamiento y santidad tan indescriptibles que incluso la experiencia original que acabo de describir palidece en comparación. Llegó un momento en el que, por un tiempo, no quedó nada de mí en el plano físico. No tenía relaciones, ni empleo, ni hogar, ni identidad socialmente definida. Pasé casi dos años sentado en los bancos de los parques en un estado de intenso gozo.
Pero incluso las experiencias más bellas vienen y se van. Más fundamental, quizá, que cualquier experiencia, es la corriente subterránea de paz que no me ha abandonado desde entonces. A veces es muy fuerte, casi palpable, y los demás la pueden sentir también. En otras ocasiones, está en alguna parte en el fondo, como una melodía distante.
Después, la gente venía ocasionalmente a mí y me decía: “Quiero lo que usted tiene. ¿Puede dármelo o mostrarme cómo lograrlo?” Y yo decía: “Usted ya lo tiene. Sólo que no puede sentirlo porque su mente hace demasiado ruido”. Esta respuesta creció después hasta convertirse en el libro que usted tiene en sus manos.
Sin darme cuenta, tenía una identidad externa de nuevo. Me había convertido en un maestro espiritual.

LA VERDAD QUE HAY DENTRO DE USTED
Este libro representa la esencia de mi obra, en la medida en que puede ser expresada en palabras, con individuos y con pequeños grupos de exploradores espirituales, durante los últimos diez años en Europa y en Norteamérica. Con profundo amor y aprecio, quisiera agradecer a esas personas excepcionales su valor, su deseo de abrazar el cambio interior, el reto de sus preguntas y su disposición a escuchar. Este libro no habría podido llegar a existir sin ellos. Pertenecen a lo que es todavía una minoría de pioneros espirituales, pero que afortunadamente está creciendo: personas que están alcanzando un punto en el que son capaces de romper patrones mentales colectivos y heredados que han mantenido a los seres humanos sujetos al sufrimiento por millones de años.
Confío en que este libro llegue a los que están listos para una transformación interior muy radical y que por tanto actúe como un catalizador para ella. También espero que llegue a otros muchos que encuentren su contenido digno de consideración, aunque puedan no estar listos para vivirlo o practicarlo plenamente. Es posible que en el futuro, la semilla que se sembró al leer este libro se fusione con la semilla de la iluminación que todo ser humano lleva dentro, y súbitamente esta semilla brote y se haga viva dentro de ellos.
El libro en su forma actual se originó, a menudo espontáneamente, en respuesta a preguntas hechas por personas en seminarios, clases de meditación y sesiones de consejería privadas, así que he conservado el formato de preguntas y respuestas. Aprendí y recibí tanto en esas clases y sesiones como los que preguntaban. Algunas de las preguntas y respuestas las escribí casi al pie de la letra. Otras son genéricas, es decir, que combiné ciertos tipos de interrogantes que se hacían con frecuencia en una sola pregunta y resumí la esencia de diferentes respuestas para formar una respuesta genérica. A veces, en el proceso de escribir, surgía una nueva respuesta más profunda o penetrante que cualquier cosa que yo hubiera dicho nunca. Algunas otras preguntas adicionales fueron formuladas por la editora para clarificar más algunos puntos.
Usted encontrará que desde la primera hasta la última página, los diálogos oscilan continuamente entre dos niveles diferentes. En el primer nivel, llamo su atención hacia lo que es falso en usted. Hablo de la naturaleza de la inconsciencia y de la disfunción humana, así como de sus manifestaciones más comunes en la conducta, desde los conflictos en las relaciones hasta las guerras entre las tribus o las naciones. Tal conocimiento es vital, porque a menos que usted aprenda a reconocer lo falso como falso -como algo que no es usted- no puede haber transformación duradera y usted siempre acabará arrastrado de nuevo hacia la ilusión y hacia alguna forma de dolor. En este nivel también le muestro cómo no convertir lo que es falso en usted en su verdadero ser y en un problema, porque así es como se perpetúa lo falso.
En el otro nivel, hablo de una transformación profunda de la conciencia humana -no como una posibilidad futura distante, sino disponible ahora- sin importar quién sea usted o dónde esté. Trato de mostrarle cómo liberarse de la esclavitud de la mente, cómo entrar en un estado iluminado de conciencia y cómo sostenerlo en la vida diaria.
En este nivel del libro, las palabras no siempre tienen que ver con información, sino que a menudo buscan llevarlo a usted a esta nueva conciencia en la medida en que lee. Una y otra vez trato de llevarlo a usted conmigo a ese estado intemporal de presencia intensa y consciente en el Ahora, así como de darle a probar la iluminación. Mientras que usted no alcance a experimentar aquello de lo que hablo, puede encontrar estos pasajes algo repetitivos. Pero en cuanto lo experimente, creo que se dará cuenta de que tienen un gran poder espiritual y pueden llegar a ser para usted las partes más provechosas del libro. Sin embargo, puesto que toda persona lleva dentro de sí la semilla de la iluminación, a menudo me dirijo al conocedor en usted que vive tras el pensador, el ser profundo que inmediatamente reconoce la verdad espiritual, resuena con ella y se fortalece con ella.

El símbolo de pausa que aparece después de ciertos pasajes es una sugerencia de que detenga la lectura por un momento, se quede en silencio y sienta y experimente la verdad de lo que se acaba de decir. Puede haber otros lugares en el texto en los que usted hará esto natural y espontáneamente.
Cuando comience a leer el libro, el significado de ciertas palabras, tales como “Ser” o “presencia” puede no ser enteramente claro para usted al principio. Simplemente siga leyendo. Ocasionalmente pueden venir a su mente preguntas u objeciones según lee. Probablemente encontrarán respuesta más adelante en el libro, o se harán irrelevantes según usted profundiza en la enseñanza y en usted mismo.
No lea sólo con la mente. Esté atento a cualquier “respuesta emocional” mientras lee y a una sensación de reconocimiento desde el fondo de usted mismo. No puedo hablarle de ninguna verdad espiritual que en el fondo usted no conozca de antemano. Todo lo que puedo hacer es recordarle lo que ha olvidado. El conocimiento vivo, antiguo y sin embargo siempre nuevo, se activa entonces y se libera desde el interior de todas las células de su cuerpo.
La mente siempre quiere categorizar y comparar, pero este libro le será más útil si no trata de comparar su terminología con la de otras enseñanzas: de otra forma, probablemente se llegará a sentir confundido. Uso palabras como “mente”, “felicidad” y “conciencia” en forma que no necesariamente tiene relación con la de otras enseñanzas. No se apegue a las palabras. Sólo son peldaños, que deben dejarse atrás lo más rápidamente posible.
Cuando ocasionalmente cito las palabras de Jesús o del Buda, de Un Curso sobre los Milagros o de otras enseñanzas, no lo hago para comparar sino para llamar su atención sobre el hecho de que en esencia hay y ha habido siempre sólo una enseñanza espiritual, aunque viene en muchas formas. Algunas de esas formas, como las religiones antiguas, se han recubierto tanto de materia extraña que su esencia espiritual ha sido oscurecida casi completamente. En gran medida, por tanto, su significado más profundo ya no se reconoce y su poder transformador se ha perdido. Cuando incluyo citas de las religiones antiguas o de otras enseñanzas, lo hago para revelar su significado más profundo y por consiguiente restablecer su poder transformador, particularmente para los lectores que siguen esas religiones o enseñanzas. Les digo: no hay necesidad de ir a otra parte en busca de la verdad. Permítame mostrarle cómo profundizar en lo que usted ya tiene.
En la mayoría de los casos, sin embargo, me he propuesto utilizar una terminología tan neutra como sea posible para alcanzar a un amplio rango de personas. Este libro puede verse como una reformulación para nuestro tiempo de esa única experiencia espiritual atemporal, la esencia de todas las religiones. No deriva de fuentes externas, sino de una auténtica Fuente interior, así que no contiene teoría o especulación. Hablo a partir de la experiencia interior, y si a veces hablo violentamente, lo hago para pasar a través de capas pesadas de resistencia mental y para alcanzar aquel lugar interior donde usted ya sabe, como yo sé, y donde la verdad se reconoce cuando es oída. Hay entonces un sentimiento de exaltación y de vivacidad realzada, cuando algo dentro de usted dice: “Sí, sé que eso es verdad”.

CAPÍTULO UNO
USTED NO ES SU MENTE
EL MAYOR OBSTÁCULO PARA LA ILUMINACIÓN
La iluminación, ¿qué es eso?
Un mendigo había estado sentado más treinta años a la orilla de un camino. Un día pasó por allí un desconocido. “Una monedita”, murmuró mecánicamente el mendigo, alargando su vieja gorra de béisbol. “No tengo nada que darle”, dijo el desconocido. Después preguntó: “Qué es eso en lo que está sentado?” “Nada”, contestó el mendigo. “Sólo una caja vieja. Me he sentado en ella desde que tengo memoria”. “¿Alguna vez ha mirado lo que hay dentro?”, preguntó el desconocido. “No” dijo el mendigo. “¿Para qué? No hay nada dentro”. “Échele una ojeada”, insistió el desconocido. El mendigo se las arregló para abrir la caja. Con asombro, incredulidad y alborozo, vio que la caja estaba llena de oro.
Yo soy el desconocido que no tiene nada que darle y que le dice que mire dentro. No dentro de una caja como en la parábola, sino en un lugar aún más cercano, dentro de usted mismo.
“¡Pero yo no soy un mendigo! “, le oigo decir.
Los que no han encontrado su verdadera riqueza, que es la alegría radiante del Ser y la profunda e inconmovible paz que la acompaña, son mendigos, incluso si tienen mucha riqueza material. Buscan afuera mendrugos de placer o de realización para lograr la aceptación, la seguridad o el amor, mientras llevan dentro un tesoro que no sólo incluye todas esas cosas sino que es infinitamente mayor que todo lo que el mundo pueda ofrecer.
La palabra iluminación evoca la idea de un logro sobrehumano y el ego quiere conservar las cosas así, pero es simplemente el estado natural de sentir la unidad con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, es esencialmente usted y sin embargo es mucho más grande que usted. Es encontrar su verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma. La incapacidad de sentir esta conexión da lugar a la ilusión de la separación, de usted mismo y del mundo que lo rodea. Entonces usted se percibe a sí mismo, consciente o inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el miedo y el conflicto interior y exterior se vuelve la norma.
Me encanta la sencilla definición de la iluminación dada por Buda como “el fin del sufrimiento”. No hay nada sobrehumano en esto, ¿cierto? Por supuesto, como toda definición, es incompleta. Sólo dice lo que la iluminación no es: no es sufrimiento. ¿Pero qué queda cuando ya no hay sufrimiento? El Buda no habla sobre esto y su silencio implica que usted tiene que averiguarlo por sí mismo. Usa una definición negativa para que la mente no la convierta en algo que se deba creer o en un logro sobrehumano, una meta que es imposible de alcanzar. A pesar de esta precaución, la mayoría de los budistas aún cree que la iluminación es para el Buda, no para ellos, al menos no en esta vida.
Usted usó la palabra Ser. ¿Puede explicar lo que quiere decir con eso?
El Ser es la única Vida, eterna, siempre presente, más allá de las miles de formas de la vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte. Sin embargo, el Ser no sólo está más allá, sino también profundamente dentro de cada forma como su esencia más íntimamente invisible e indestructible. Esto significa que es accesible a usted ahora como su propio ser más profundo, su verdadera naturaleza. Pero no busque captarlo con la mente. No trate de entenderlo. Usted puede conocerlo sólo cuando la mente está inmóvil. Cuando usted está presente, cuando su atención está completa e intensamente en el Ahora, se puede sentir el Ser, pero nunca puede ser entendido mentalmente. Recuperar la conciencia del Ser y permanecer en ese estado de “sentimiento-realización” es la iluminación.

Cuando usted dice Ser ¿está hablando de Dios? Si es así ¿por qué no lo dice?
La palabra Dios se ha vuelto vacía de significado a través de miles de años de mal uso. Yo la uso a veces, pero lo hago poco. Por mal uso entiendo que las personas que nunca han tenido ni un atisbo del reino de lo sagrado, de la infinita vastedad que hay detrás de esta palabra, la usan con gran convicción, como si supieran de qué están hablando. O argumentan contra él, como si supieran qué es lo que están negando. Ese mal uso da lugar a creencias y afirmaciones absurdas y a engaños del ego, tales como “Mi o nuestro Dios es el único Dios verdadero y tu Dios es falso” o la famosa afirmación de Nietzsche “Dios ha muerto”.
La palabra Dios se ha convertido en un concepto cerrado. En el momento en que se pronuncia, se crea una imagen mental, quizá ya no la de un anciano de barba blanca, pero si una representación mental de alguien o algo externo a uno y, casi inevitablemente, algo o alguien masculino.
Ni Dios ni Ser ni ninguna otra palabra pueden definir o explicar la inefable realidad que hay detrás de ellas, así que la única cuestión importante es si la palabra es una ayuda o un obstáculo para permitirle a usted experimentar Aquello que señala. ¿Señala más allá de sí misma, hacia esa realidad trascendental o tiende demasiado fácilmente a volverse solamente una idea en su cabeza en la que usted cree, un ídolo mental?
La palabra Ser no explica nada, pero tampoco lo hace la palabra Dios. Sin embargo Ser tiene la ventaja de que es un concepto abierto. No reduce lo infinito invisible a una entidad finita. Es imposible formarse una imagen mental de ello. Nadie puede reclamar la posesión exclusiva del Ser. Es su propia esencia y es inmediatamente accesible a usted como la sensación de su propia presencia, la comprensión de Yo soy que es anterior a yo soy esto o yo soy aquello. Así que hay solamente un pequeño paso de la palabra Ser a la experiencia del Ser.

¿Cuál es el mayor obstáculo para experimentar esta realidad?
La identificación con su mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. No ser capaz de dejar de pensar es una calamidad terrible, pero no nos damos cuenta de ello así que se considera normal. Este ruido mental incesante nos impide encontrar ese reino de quietud interior que es inseparable del Ser. También crea un falso ser hecho por la mente que arroja una sombra de temor y de sufrimiento. Observaremos todo esto con más detalle posteriormente.
El filósofo Descartes creía que había encontrado la verdad fundamental cuando hizo su famosa aseveración: “Pienso, luego existo”. De hecho había dado expresión al error básico: equiparar pensar con Ser e identidad con pensamiento. El pensador compulsivo, lo que quiere decir casi todo el mundo, vive en un estado de separación aparente, en un mundo enfermizamente complejo de problemas y conflictos continuos, un mundo que refleja la creciente fragmentación de la mente. La iluminación es un estado de totalidad, de estar “en unión” y por lo tanto en paz. En unión con la vida en su aspecto manifestado, el mundo, así como con su ser más profundo y con la vida no manifestada, en unión con el Ser. La iluminación no es sólo el fin del sufrimiento y del conflicto continuo interior y exterior, sino también el fin de la temible esclavitud del pensamiento incesante. ¡Qué increíble liberación!
La identificación con su mente crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquea toda relación verdadera. Se interpone entre usted y su propio yo, entre usted y su prójimo, entre usted y la naturaleza, entre usted y Dios. Es esta pantalla de pensamiento la que crea la ilusión de la separación, la ilusión de que existe usted y un “otro” totalmente separado. Entonces olvida el hecho esencial de que, bajo el nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, usted es uno con todo lo que es. Con “olvidar” quiero decir que usted ya no puede sentir esta unidad como una realidad auto-evidente. Puede que crea que es verdad, pero ya no sabe que es verdad. Una creencia puede ser consoladora. Sin embargo sólo a través de su propia experiencia se vuelve liberadora.
Pensar se ha vuelto una enfermedad. La enfermedad ocurre cuando las cosas se desequilibran. Por ejemplo, no hay nada malo en que las células se multipliquen y dividan en el cuerpo, pero cuando este proceso continúa sin tener en consideración el organismo total, las células proliferan y tenemos una enfermedad. Nota: la mente es un instrumento magnífico si se usa correctamente. Utilizada en forma inadecuada, sin embargo, se vuelve muy destructiva. Para decirlo en forma más exacta, no es tanto que usted la utilice inadecuadamente, generalmente usted no la utiliza en absoluto. Ella lo utiliza a usted. Esa es la enfermedad. Usted cree que usted es su mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de usted.
No estoy del todo de acuerdo. Es cierto que tengo muchos pensamientos inútiles, como la mayoría de las personas, pero todavía puedo escoger usar mi mente para lograr cosas y lo hago todo el tiempo.
Sólo porque puede resolver un crucigrama o construir una bomba atómica no quiere decir que usted use su mente. Así como a los perros les encanta roer huesos, a la mente le encanta hincarle el .diente a los problemas. Por eso hace crucigramas y construye bombas atómicas. Usted no tiene interés en ninguna de estas dos cosas. Déjeme preguntarle esto: ¿Puede liberarse de su mente a voluntad? ¿Ha encontrado el botón de apagar?
¿Usted se refiere a dejar de pensar completamente? No, no puedo, excepto quizá por un momento.
Entonces la mente lo está usando. Usted está identificado inconscientemente con ella, de forma que ni siquiera sabe que es su esclavo. Es casi como si usted estuviera poseído sin saberlo y por lo tanto toma a la entidad que lo posee por usted mismo. El comienzo de la libertad es la comprensión de que usted no es la entidad que lo posee, el que piensa. Saber esto le permite observar a esa entidad. En el momento en que usted empieza a observar al que piensa se activa un nivel más alto de conciencia. Entonces usted comienza a darse cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, que el pensamiento es sólo un minúsculo aspecto de esa inteligencia. También se da cuenta de que todo lo que importa verdaderamente -la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interior- surgen de un lugar más allá de la mente. Usted comienza a despertar.

Tolle, Eckhart – Practicando el Poder del Ahora

PRACTICANDO
EL PODER DEL AHORA

ENSEÑANZAS, MEDITACIONES Y EJERCICIOS ESENCIALES
EXTRAÍDOS DE ?EL PODER DEL AHORA?

ECKHART TOLLE

2001

Título Original: Practicing the Power of Now ? Essential Teachings, Meditations and Exercises from The Power of Now
?2001, _Eckhart Tolle
Digitalizador: ? Nascav (España)
L-03 ? 12/11/03

La libertad comienza cuando te das cuenta
de que no eres «el pensador».
En el momento en que empiezas a observar al pensador,
se activa un nivel de conciencia superior.
Entonces te das cuenta de que hay un vasto reino
de inteligencia más allá del pensamiento,
y de que el pensamiento
sólo es una pequeña parte de esa inteligencia.
También te das cuenta de que todas las cosas
verdaderamente importantes
?la belleza, el amor, la creatividad,
la alegría, la paz interna?
surgen de más allá de la mente.

Empiezas a despertar.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN,
por Eckhart Tolle

PRIMERA PARTE
ACCEDER AL PODER DEL AHORA

CAPÍTULO UNO
Ser e iluminación
CAPÍTULO DOS
El origen del miedo
CAPÍTULO TRES
Accede al poder del ahora
CAPÍTULO CUATRO
La disolución de la inconsciencia
CAPÍTULO CINCO
La belleza surge en la quietud de tu presencia

SEGUNDA PARTE
LAS RELACIONES COMO PRÁCTICA ESPIRITUAL

CAPÍTULO SEIS
Disolver el cuerpo-dolor
CAPÍTULO SIETE
De las relaciones adictivas a las relaciones iluminadas

TERCERA PARTE
ACEPTACIÓN Y RENDICIÓN
CAPÍTULO OCHO
La aceptación del ahora
CAPÍTULO NUEVE
Transformar la enfermedad y el sufrimiento
AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN
POR ECKHART TOLLE

Desde su primera publicación, en 1997, El poder del ahora ha impactado sobre la conciencia colectiva del planeta mucho más de lo que jamás me hubiese imaginado. Ha sido traducido a quince idiomas, y diariamente recibo cartas de todas partes del mundo en las que los lectores me cuentan que sus vidas realmente han cambiado con las enseñanzas del libro.
A pesar de que los efectos de la locura de la mente egotista siguen siendo visibles por todas partes, algo nuevo está surgiendo. Hasta ahora, nunca ha habido tantas personas preparadas para deshacerse de los modelos mentales colectivos que desde tiempos inmemoriales han vinculado a la humanidad con el sufrimiento. Un nuevo estado de conciencia está surgiendo. ¡Ya hemos sufrido bastante! Incluso está emergiendo de tu interior en este mismo momento, mientras coges el libro entre tus manos y lees estas líneas que hablan de la posibilidad de vivir una vida liberada en la que ni te haces sufrir a ti mismo ni a los demás.
Muchos de los lectores que se pusieron en contacto conmigo me comunicaron su deseo de que los aspectos prácticos de las enseñanzas contenidas en El poder del ahora fuesen presentados en un formato más accesible, para poder utilizarlos a diario. Ese pedido se convirtió en el motor que impulsó este libro.
No obstante, además de los ejercicios y las prácticas, esta obra también contiene una selección de pasajes del libro original que permiten recordar algunos de sus conceptos e ideas, y que espero se convierta en el manual que os ayude a incorporar tales nociones en vuestra vida cotidiana.
Muchos de esos fragmentos son particularmente adecuados para la lectura meditativa. Cuando practicas la lectura meditativa no lees con el fin de recopilar nueva información, sino para entrar en un estado de conciencia diferente a medida que lees. Esta es la razón por la cual puedes repasar el mismo pasaje una y otra vez, y en cada ocasión sentirlo fresco y novedoso. Sólo las palabras que fueron escritas o pronunciadas en un estado de presencia poseen ese poder transformador, que es el poder de despertar la presencia en el lector.
Es preferible que leas estos párrafos lentamente. En muchas ocasiones desearás hacer una pausa para reflexionar en silencio, reposadamente; en otras, sencillamente, quizá prefieras abrir el libro al azar y leer algunas líneas.
Aquellos lectores que se sintieron intimidados o abrumados por El poder del ahora encontrarán también en esta obra una introducción a la transformación de la conciencia humana.
ECKHART TOLLE,
9 de julio de 2001

PRIMERA PARTE

ACCEDER AL PODER DEL AHORA

Cuando tu conciencia
se dirige hacia fuera,
surgen la mente y el mundo.
Cuando se dirige hacia dentro,
alcanza su propia Fuente
y regresa a casa, a lo No Manifestado.

CAPÍTULO UNO
SER E ILUMINACIÓN

Más allá de la miríada de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte existe la Vida Una, eterna y omnipresente. Muchas personas utilizan la palabra Dios para describirla, pero yo suelo llamarla Ser. La palabra Ser no explica nada, pero la palabra Dios tampoco. Ser, no obstante, tiene la ventaja de ser un concepto abierto. No reduce el infinito invisible a una entidad finita. Es imposible formarse una imagen mental del Ser, y nadie puede pretender su posesión exclusiva. Es tu esencia misma; puedes acceder a ella inmediatamente como el sentimiento de tu propia presencia.
Por eso sólo hay un pequeño paso entre la palabra Ser y la experiencia del Ser.
EL SER NO SÓLO ES TRASCENDENTE; TAMBIÉN IMPREGNA PROFUNDAMENTE cada forma, y su esencia es invisible e indestructible. Esto significa que ahora mismo puedes acceder al Ser porque es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza. Pero no trates de aferrarlo con la mente. No trates de entenderlo.
Sólo puedes conocerlo dejando la mente en silencio. Cuando estás presente, cuando tu atención está plena e intensamente en el ahora, puedes sentir el Ser, pero nunca podrás entenderlo mentalmente.
La iluminación es recuperar la conciencia del Ser y residir en ese estado de «sensación-realización».
La palabra iluminación suscita la idea de un logro sobrehumano, y al ego le gusta que sea así; pero no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, con algo que es esencialmente tú, y sin embargo es mucho mayor que tú. Es encontrar tu verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma.
La incapacidad de sentir esta conexión crea la ilusión de que estás separado de ti mismo y del mundo que te rodea. Entonces te percibes, consciente o inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el miedo, y los conflictos internos y externos pasan a ser la norma.
El mayor obstáculo para experimentar la realidad de tu conexión es la identificación con la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Ser incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este ruido mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza una sombra de miedo y sufrimiento.
La identificación con la mente produce una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación. Esa pantalla se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y tu prójimo, entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilusión de separación, la ilusión de que tú y el «otro» estáis totalmente separados. Entonces te olvidas del hecho esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, eres uno con todo lo que es.
La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se usa de forma in-apropiada, se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: por lo general no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.
Es como si estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres tú.
LA LIBERTAD COMIENZA cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador. Saberlo te permite examinar la entidad. En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior.
Entonces empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente importantes ?la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna? surgen de más allá de la mente.
Empiezas a despertar.

LIBÉRATE DE TU MENTE

La buena nueva es que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera liberación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo.
EMPIEZA POR ESCUCHAR LA VOZ QUE HABLA DENTRO DE TU CABEZA, y hazlo tan frecuentemente como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando vueltas en tu cabeza durante años.
Esto es lo que llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la voz dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.
Cuando escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás.
Pronto te darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más allá de la mente.
Así, cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia.
CUANDO ESCUCHAS EL PENSAMIENTO, sientes como si hubiera una presencia consciente ?tu yo profundo? por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.
Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.
Con la práctica, la sensación de quietud y de  paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser.
En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú.
EN LUGAR DE «OBSERVAR AL PENSADOR», también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.
Esto es algo por demás satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la meditación.
EN TU VIDA COTIDIANA puedes practicar esto tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma.
Por ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. Mantente totalmente presente.
O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etc.
O cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia.
Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior.
El paso más vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no identificarte con tu mente. Cada vez que creas una apertura en el flujo mental, la luz de tu conciencia se fortalece.
Puede que un día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como sonreirías a las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende de él.

ILUMINACIÓN: ELEVARSE POR ENCIMA DEL PENSAMIENTO

A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento constante. El término ego tiene distinto significado según se trate de una persona u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por una identificación inconsciente con la mente.
Para el ego, el momento presente apenas existe. Sólo considera importantes el pasado y el futuro. Esta inversión total de la verdad explica por qué, en la modalidad ego, la mente es tan disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo, porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro para asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o satisfacción. Dice: «Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más allá, estaré bien, en paz, seré feliz.»
Incluso cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado. O reduce el presente a ser un medio para un fin, un fin que siempre reside en el futuro proyectado por la mente. Observa tu mente y comprobarás que funciona así.
El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente.
Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. En el estado de iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos, pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud interior.
Cuando empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real. El pensamiento por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se convierte rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.

EMOCIÓN: LA REACCIÓN DEL CUERPO A LA MENTE

La mente, tal como yo uso la palabra, no es únicamente el pensamiento. Incluye también las emociones y las pautas de reacción inconscientes, tanto mentales como emocionales. La emoción surge en el punto donde cuerpo y mente se encuentran. Es la reacción del cuerpo a la mente o, dicho de otra forma, el reflejo de la mente en el cuerpo.
Cuanto más te identificas con el pensamiento, con lo que te gusta o disgusta, con tus juicios e interpretaciones, es decir, cuanto menos presente estás como conciencia observante, más fuerte es la carga de energía emocional, seas consciente de ella o no. Si no puedes sentir tus emociones, si estás desconectado de ellas, acabarás sintiéndolas a un nivel puramente físico, como un problema o síntoma físico.
Si TE ES DIFÍCIL SENTIR TUS EMOCIONES, empieza por enfocar la atención en el campo energético interno de tu cuerpo. Siente el cuerpo desde dentro. Así estarás en contacto con tus emociones.
Si realmente quieres conocer tu mente, el cuerpo siempre te dará un reflejo fiel; por tanto, observa la emoción o, más bien, siéntela en tu cuerpo. Si existe un conflicto aparente entre ambos, el pensamiento es el que miente y la emoción dice la verdad. No la verdad última de tu identidad real, sino la verdad relativa de tu estado mental en ese momento.
Es posible que aún no puedas hacer consciente la actividad de tu mente inconsciente en forma de pensamientos, pero siempre se reflejará  en el cuerpo como una emoción, de la que sí puedes tomar conciencia.
Observar una emoción es básicamente igual que escuchar u observar un pensamiento, tal como he descrito el proceso anteriormente. La única diferencia es que, mientras el pensamiento está en tu cabeza, la emoción tiene un fuerte componente físico, de modo que se siente principalmente en el cuerpo. Puedes dejar que la emoción esté ahí sin ser controlado por ella. Ya no eres la emoción; eres el observador, la presencia que mira.
Si practicas así, todo lo que es inconsciente en ti saldrá a la luz de la conciencia.
ADQUIERE EL HÁBITO DE PREGUNTARTE: ¿Qué está pasando dentro de mí en este momento? Esa pregunta te orientará en la dirección correcta. Pero no analices, simplemente observa. Enfoca tu atención hacia dentro. Siente la energía de la emoción.
Si no hay ninguna emoción presente, lleva la atención más profundamente al campo energético de tu cuerpo. Es el pasadizo hacia el Ser.

CAPÍTULO DOS
EL ORIGEN DEL MIEDO

El estado de miedo psicológico está divorciado de cualquier peligro real e inmediato. Puede adoptar diversas formas: desazón, preocupación, ansiedad, nervios, tensión, temor, fobia, etc. El miedo psicológico del que hablamos siempre se refiere a algo que podría ocurrir, no a algo que ya está ocurriendo. Tú estás en el aquí y ahora, mientras que tu mente está en el futuro. Esto crea una brecha de ansiedad. Y si te has identificado con tu mente y has perdido el poder y la simplicidad del ahora, esa brecha de ansiedad será tu constante compañera. Siempre puedes afrontar el momento presente, pero no puedes afrontar algo que sólo es una proyección mental; no puedes afrontar el futuro.
Además, mientras sigas identificándote con tu mente, el ego dirigirá tu vida. Debido a su naturaleza fantasmal, y a pesar de sus elaborados mecanismos de defensa, el ego es muy vulnerable e inseguro, y se siente amenazado constantemente. Por cierto, esto sigue siendo verdadero aunque externamente esté muy seguro. Ahora bien, recuerda que una emoción es la reacción del cuerpo a la mente. ¿Qué mensaje recibe continuamente el cuerpo desde el ego, desde ese falso yo fabricado por la mente?: peligro, estoy amenazado. ¿Y qué emoción genera este mensaje continuo?: miedo, por supuesto.
El miedo parece tener muchas causas: miedo a la pérdida, miedo al fracaso, miedo a que nos hieran, y así sucesivamente; pero, en definitiva, todos los miedos pueden resumirse en el miedo del ego a la muerte, a la aniquilación. Para el ego, la muerte siempre está a la vuelta de la esquina. En este estado de identificación con la mente, el miedo a la muerte afecta a todos los aspectos de tu vida.
Por ejemplo, algo tan aparentemente trivial y «normal» como la necesidad compulsiva de tener razón en una discusión y demostrar que el otro está equivocado ?defender la posición mental con la que te has identificado? se debe al miedo a la muerte. Si te identificas con una posición mental y resulta que estás equivocado, tu sentido de identidad, basado en la mente, se sentirá bajo una seria amenaza de aniquilación. Por tanto, tú, como ego, no puedes permitirte estar equivocado. Equivocarse es morir. Esto ha motivado muchas guerras y ha causado la ruptura de innumerables relaciones.
Cuando dejas de identificarte con la mente, el hecho de tener razón o estar equivocado es indiferente para tu sentido de identidad; de modo que esa necesidad compulsiva, apremiante y profundamente inconsciente de tener razón, que es una forma de violencia, deja de estar presente. Puedes expresar cómo te sientes y lo que piensas con claridad y firmeza, pero tal expresión no estará teñida de agresividad ni actitud defensiva. Tu sentido de identidad deriva entonces de un lugar más profundo y verdadero dentro de ti, no de la mente.
OBSERVA CUALQUIER ACTITUD DEFENSIVA que surja en ti. ¿Qué estás defendiendo?: una identidad ilusoria, una imagen mental, una entidad ficticia. Haciendo consciente este patrón y observándolo, puedes romper la identificación con él. El patrón inconsciente comenzará a disolverse rápidamente a la luz de tu conciencia.
Este es el final de todas las discusiones y juegos de poder, que son tan corrosivos para las relaciones. El poder sobre los demás es debilidad disfrazada de fuerza. El verdadero poder está dentro, y está a tu disposición ahora.
La mente siempre trata de negar el ahora y de escapar de él. En otras palabras: cuanto más te identificas con tu mente, más sufres. O puedes decirlo de este otro modo: cuanto más capaz seas de valorar y aceptar el ahora, más libre estarás del dolor y del sufrimiento, más libre de la mente egotista.
Si no deseas crear más dolor para ti mismo ni para los demás, si no quieres añadir más dolor al residuo del pasado que aún vive en ti, no crees más tiempo, o crea el imprescindible para gestionar los aspectos prácticos de la vida. ¿Cómo dejar de crear tiempo?
DATE CUENTA INEQUÍVOCAMENTE DE QUE EL MOMENTO PRESENTE es lo único que tienes. Haz del ahora el  centro fundamental de tu vida. Si antes vivías en el tiempo y hacías breves visitas al ahora, establece tu residencia habitual en el ahora y haz breves visitas al pasado y al futuro cuando tengas que resolver los asuntos prácticos de tu vida.
Di siempre «sí» al momento presente.

ACABA CON LA ILUSIÓN DEL TIEMPO

La clave es ésta: acaba con la ilusión del tiempo. Tiempo y mente son inseparables. Retira el tiempo de la mente y ésta se para, a menos que elijas usarla.
Estar identificado con la mente es estar atrapado en el tiempo: vives de forma compulsiva y, casi exclusivamente, mediante el recuerdo y la anticipación. Esto produce una preocupación interminable por el pasado y el futuro, y una falta de disposición a honrar y reconocer el momento presente y permitir que sea. La compulsión surge porque el pasado te da una identidad y el futuro contiene una promesa de salvación, de una realización de algún tipo. Ambas son ilusiones.
Cuanto más te enfocas en el tiempo ?pasado y futuro? más pierdes el ahora, lo más precioso que hay.
¿Por qué es lo más precioso? En primer lugar, porque es lo único que hay. Es todo lo que hay. El eterno presente es el espacio dentro del que se despliega tu vida, el único factor que permanece constante. La vida es ahora. No ha habido nunca un momento en que tu vida no fuera ahora, ni lo habrá jamás. En segundo lugar, el ahora es el único punto que puede llevarte más allá de los limitados confines de la mente. Es tu único punto de acceso al reino informe e intemporal del Ser.
¿Has experimentado, hecho, pensado o sentido algo fuera del momento presente? ¿Piensas que lo harás alguna vez? ¿Es posible que algo ocurra o sea fuera del ahora? La respuesta es evidente, ¿no es cierto?
Nada ocurrió nunca en el pasado; ocurrió en el ahora. Nada ocurrirá nunca en el futuro; ocurrirá en el ahora.
La esencia de lo que estoy diciendo aquí no puede entenderse mentalmente. En el momento que lo entiendes, se produce un cambio de conciencia de la mente al Ser, del tiempo a la presencia. De  repente, todo se vivifica, irradia energía, emana Ser.

Anthony de Mello: Redescubrir la vida Anthony de Mello

Redescubrir la vida

Anthony de Mello

Tabla de contenido

I 3
La capacidad de escuchar 3
La vida está donde menos se la espera 5
Esa extraña cosa: la mente humana 6
Donde empieza el camino 7
¿Enseñar a cantar a los cerdos…? 8
Estamos “sentados” sobre una mina de diamantes y no lo sabemos 9
No es demasiado tarde 9
Preferimos ser desdichados 10
La felicidad está en uno mismo 11
La fórmula de la felicidad 12
El sufrimiento y el apego. 13
El origen de todos los conflictos 13
El verdadero progreso 14
El amor y el apego 14
La fórmula de la felicidad 15
La libertad 16
II 17
Peces que tienen sed y temen ahogarse 17
Nadie nos quitó la libertad que buscamos 18
Los problemas no existen en la realidad… 19
… sólo existen en la mente humana 19
Convencido de que moriría, murió 20
Perturbación y espiritualidad 21
Perturbación y autocastigo 22
Felicidad y cambio 23
No culpar a nadie 24
¿Quién te perturba? 25
Cómo “arreglar” las cosas 25
Las relaciones humanas y la perturbación 26
III 28
La religión que nos preocupa 28
La felicidad de no depender 29
¿Son humanas las relaciones humanas? 31
¿Cambiar o amar? 32
No dejes que los demás te perturben 32
Cómo nos controlan y manejan 33
¿Amar sólo a quien te ama? 34
Cuando éramos niños nos “drogaron” 35
Hemos perdido la capacidad de amar 35
Estar solo, no solitario 36
La parábola final 36
¿Ser oveja o león? 36

I

Diez, doce años atrás, hice un descubrimiento  que trastrocó y  revolucionó mi vida,
convirtiéndome en un hombre nuevo. Descubrí una formula que permite ser feliz
por el resto de la vida, que permite disfrutar de cada minuto de la vida. Redescubrir
la vida.
Al escuchar esto, alguien podrá asombrarse y preguntarme:
-¿Como se entero solo diez o doce años atrás? ¿No ha leído usted los Evangelios?
¡Por supuesto que leí los Evangelios!
¡Pero no la había visto! La  formula estaba allí, en los Evangelios, pero yo no la había
comprendido. Mas tarde, cuando ya la había descubierto, la halle en los textos sagrados de las principales religiones y me asombre: la había leído y no la había visto, no la
había comprendido. Ojalá la hubiera descubierto cuando era mas joven. ¡Que diferente habría sido todo!
  ¿Cuanto tiempo me llevara transmitir a otros esa formula? ¿Todo un día? Voy a ser
honesto: solo un par de minutos. No creo que requiera mas de dos minutos transmitir-
la.  Captarla  o  comprenderla  llevaría…¿veinte años?, ¿quince años?, ¿diez años?,
¿diez minutos?, ¿un día?, ¿tres días? ¡Quien sabe! Eso depende de cada uno.
               
La capacidad de escuchar

  Es necesaria una cualidad para captar aquello que yo descubrí de repente diez
años atrás y que revoluciono mi vida: la cualidad de escuchar, de comprender, de
“ver”. Creo que; si mil personas me oyen y una escucha, si mil me leen y una ve, es un
promedio bastante bueno.
¿Es difícil comprender a formula? Es tan sencilla que puede comprenderla un niño de siete años; ¿no es asombroso? En realidad cuando pienso en eso hoy, me pregunto:
¿Porqué no la comprendí antes? No lo sé. No sé porqué no la comprendí antes. Pero así fue. Puede ser que cualquiera esté en condiciones de comprenderla hoy, aunque sea en parte  ¿Que se necesita para comprenderla?  Una sola cosa: la capacidad de escuchar Eso es todo. ¿Eres capaz de escuchar? Si lo eres, podrás comprenderla.
Ahora bien, escuchar no es tan fácil como podría parecer: La razón es que siempre escuchamos a partir de conceptos establecidos, de posiciones y fórmulas establecidas, de prejuicios…Escuchar no significa “tragar”; eso es credulidad:
– Él lo dice, yo lo acepto.
No quiero que nadie me tenga fe cuando me escucha o me lee, las enseñanzas de la Iglesia o la Biblia se pueden tomar con fe, Deseo que cuestionen todo lo que digo, que reflexionen sobre mis opiniones.
Escuchar no significa ser crédulo. Pero tampoco significa atacar. Lo que voy a plantear es algo tan nuevo que algunos pensarán que estoy loco, que no estoy en mi sano juicio. Por consiguiente, van a sentirse tentados de atacar. Si se le dice a un marxista que algo anda mal dentro del marxismo, lo primero que probablemente haga es atacar.  Si se le dice a un capitalista que algo no está bien en el capitalismo, se alza en armas. Si se le dice a un norteamericano que en los Estados Unidos hay algo que no está bien, se enfurece. Y lo mismo sucede con los indios, si se ataca a la India, etcétera.
Escuchar no significa creer ciegamente, ni tampoco atacar o simplemente estar de acuerdo Me contaron acerca de un superior jesuita que tenía mucho éxito. Alguien le preguntó:
-¿Cómo es que usted tiene tanto éxito como superior?
– Muy sencillo; la receta es sencilla: estoy de acuerdo con todos – respondió
¡Estaba de acuerdo con todos! Le objetaron:
-¡No hable tonterías! ¿Cómo puede usted tener éxito como superior estando de acuerdo con todos?
– Es cierto, ¿cómo puedo tener éxito como superior estando de acuerdo con todos? – fue su respuesta.
De modo que escuchar no significa estar de acuerdo conmigo; puedes discrepar conmigo y entenderlo, ¿no es asombroso?.
Escuchar significa estar alerta. Si estás alerta, estás observando, estás escuchando con una especie de mente virgen. No es fácil escuchar con una mente virgen, sin prejuicios, sin fórmulas establecidas. .
Alguien me contó la historia de una persona que llevó a la práctica el famoso refrán: “Quien por día una manzana come, al  médico a distancia pone.” Bien, esta persona tenía un affaire con la esposa de un médico, … y comía una manzana por día. Es decir, ¡había entendido todo al revés! Había partido de una fórmula establecida, de una posición mental rígida.
Me contaron también acerca de un sacerdote que estaba tratando de convencer a un feligrés alcohólico de que dejara la bebida. Para ello llenó un vaso con alcohol puro y tomó una lombriz, dejándola caer en el vaso. La pobre lombriz comenzó a retorcerse y murió. Y el sacerdote le dijo al feligrés:
– ¿Comprendiste el mensaje, Juan?
– Sí, padre, comprendí el mensaje, . . .comprendí el mensaje,… ¿Sabe?, si se tiene un bicho en el estómago, hay que tomar alcohol.
¡Ay!  ¡Vaya si comprendió el mensaje!
Juan no comprendió el mensaje porque no estaba escuchando.
Conozco otro caso en el que era el sacerdote el que no  estaba escuchando. En efecto, cuentan acerca de un alcohólico que fue a ver al cura párroco, el cual, como estaba leyendo el diario, no quería que lo molestaran.
– Disculpe, padre.
El padre, fastidiado, lo ignoraba.
– Eh, disculpe, padre.
-¿Qué pasa? – preguntó el párroco.
-¿Me podría decir qué produce artritis, padre?
El padre seguía fastidiado:
-¿Qué produce artritis? Beber produce  artritis; eso es lo que produce artritis. Salir  con mujeres fáciles produce artritis, eso es  lo que produce artritis. Dedicarse al juego  produce artritis, eso es lo que produce artritis.
¿Porqué me lo preguntas?
– Porque aquí en el diario, dice que el  Santo Padre tiene artritis.
El párroco no había estado escuchando.
Bueno, si estás preparado para oír algo  nuevo, sencillo, inesperado, opuesto a casi  todo aquello que te han contado hasta ahora, entonces quizás escuches lo que tengo  que decir, quizás lo comprendas. Cuando Jesús enseñaba la Buena Nueva, creo que fue atacado no sólo porque lo que enseñaba era bueno, sino porque era nuevo.
– No quiero oír nada nuevo, denme las cosas viejas.
No nos gusta lo nuevo; es demasiado molesto, demasiado liberador. Si rechazamos lo nuevo, no estamos dispuestos a escuchar. Pero si lo aceptamos sin discriminar, tampoco estamos escuchando. Buda lo dijo de una manera muy hermosa: “Monjes y discípulos no deben aceptar mis palabras por respeto, sino que deben analizarlas, de la misma manera que un orfebre trabaja el oro: seccionando, raspando, frotando, fundiendo.” Así debe ser también con mis palabras.

La vida está donde menos se la espera

¿Qué es eso que llamamos “nuestra vida”? Echa una mirada al mundo y luego te invitaré a echar una mirada a tu propia vida. Echa una mirada al mundo: pobreza por doquier. Leí en el New York Times que los obispos de los Estados Unidos afirman que hay 33 millones de personas en el país que viven por debajo del umbral de pobreza, trazado por el propio gobierno. Si crees que eso es pobreza, deberías ir a otros países a ver la consunción, la suciedad, la miseria. ¿A eso se puede llamar vida?
Pero hay algo asombroso. Te mostraré que la vida existe aun en esas condiciones.
Alrededor de 12 años atrás me presentaron, en Calcuta, a un hombre que arrastraba un ricksha, un vehículo de tres ruedas de tracción humana… ;Es terrible! Se trata de un ser humano; no es un caballo el que tira, sino un ser humano. Estos pobres seres no duran mucho tiempo; viven 10 a 12 años después de que comienzan a tirar del ricksha,  pues enferman de tuberculosis.
Pese a su trabajo, Ramchandra – que así se llamaba este hombre -, tenía esposa e hijos, e incluso televisión. En ese entonces había un pequeño grupo de personas dedicadas a una actividad ilegal llamada “exportación de esqueletos”, que finalmente fueron apresadas.
¿Sabes qué hacían? Si una persona era muy pobre, ellos se le acercaban y le compraban el esqueleto por el equivalente de unos 10 dólares. Así fue como le preguntaron a Ramchandra:
-¿Desde cuánto tiempo atrás trabajas en la calle?
– Desde hace diez años… – respondió Ramchandra.  Entonces  ellos  pensaron:
“No va a vivir mucho más…” Y dijeron:
– Muy bien, aquí está tu dinero.
En el momento en que la persona moría, se apoderaban del cuerpo, se lo llevaban y, luego, cuando el cuerpo estaba descompuesto, mediante un proceso que tenían, descarnaban todo el esqueleto. Ramchandra había vendido el suyo, tanta era su miseria; estaba rodeado de consunción, pobreza,  desgracia,  incertidumbre.  Nunca creerías posible encontrar la felicidad allí, ¿no es cierto?
A este hombre, al que nada parecía molestarlo que estaba perfectamente bien, al que nada parecía preocuparlo, le pregunté un día:
-¿No estás preocupado?
-¿Por qué?
-¿Sabes?, por tu futuro, por el futuro de los niños…- agregué
– Bueno,  hago  lo  mejor que  puedo, pero el resto está en manos de Dios…
– Pero – dije yo – ¿y qué hay de tu enfermedad?; te hace sufrir, ¿no es cierto?
– Un poco; tenemos que tomar la vida como viene – fue su respuesta.
Jamás lo vi de mal ánimo. Pues bien, un día, cuando estaba hablándole, me di cuenta de repente que estaba en presencia de un místico, me di cuenta que estaba en presencia de la vida. ;Él estaba allí! ¡Estaba vivo! Yo estaba muerto… Era un hombre que era plenamente él mismo, de acuerdo con aquellas bellas palabras de Jesús: “Mirad los cuervos  del  cielo,  que  no  siembran  ni cosechan…; mirad los lirios del campo, que no hilan ni tejen…” (Lc  12,  24 y 27;Mt 6, 26); ellos no se preocupan ni por un momento del futuro; no como tú. Ramchandra estaba allí mismo. No sé, hoy seguramente  estará  muerto.  Mi  encuentro con él fue muy breve, en Calcuta; y después seguí hasta donde vivo ahora, hacia el sur de la India.
¿Qué le sucedió a este hombre? No lo sé. Pero sé que conocí a un místico. Era una persona extraordinaria; descubrió la vida, la redescubrió.

Esa extraña cosa: la mente humana

Muchas veces pensé qué cosa tan extraña es la mente humana. Ha inventado la computadora, ha desintegrado el átomo, ha hecho posible enviar naves al espacio pero, no ha solucionado el problema del sufrimiento humano, de la angustia, la soledad, la depresión, el vacío, la desesperación! Honestamente no creo que tú estés libre de todos esos sentimientos. ¿Cómo puede ser que no hayamos encontrado la solución para ellos? Hemos logrado toda clase de adelantos tecnológicos. ¿Ha elevado esto nuestra calidad de vida en una sola pulgada?
¡No!, ni en una pulgada. Tenemos – eso  sí – más comodidad, más velocidad, más  placeres, más entretenimientos, más erudición mayores adelantos tecnológicos. Pero,  ¿se ha logrado superar en algo la soledad, el  vacío, la congoja, la avaricia, el odio, los conflictos? ¿Hay menos lucha, menos crueldad? Yo pienso que estamos peor…
La tragedia es, tal como lo descubrí diez  o doce años atrás, que ¡el secreto se ha encontrado! Tenemos la solución a mano.
¿Por qué no la usamos? No la queremos.
Ese es el motivo, ¿lo crees? ¡No la queremos! ¡No la queremos! Imagina que yo le diga a alguien:
– Mira, voy a darte una fórmula que te  va a hacer feliz por el resto de tu vida; disfrutarás cada minuto del resto de tu vida…
Imagina que te digo eso a ti… Te lo diré; te daré la fórmula. ¿Sabes lo que probablemente me responderás?:
– ¡No me la diga! ¡Basta! No quiero oírlo.
La mayoría de la gente no quiere escuchar la fórmula, aunque ni siquiera debe  aceptarla por fe… Voy a demostrarte que  es así.
Alrededor de seis meses atrás, el verano  pasado, estuve en Saint Louis, Missouri,  para dar una especie de seminario de fin de  semana. Había allí un sacerdote, que se me  acercó y me dijo:
– Acepto cada una de las palabras que  usted ha dicho durante estos tres días, cada  una de las palabras…, ¿y sabe por qué? No  porque haya hecho lo que usted nos alentó a hacer: seccionar, frotar, raspar y analizar.
No.
Y explicó:
– Unos tres meses atrás, asistí a una víctima del sida en su lecho de muerte. Y el hombre me contó lo siguiente: “Padre, hace seis meses, el doctor me dijo que yo tenía seis meses de vida y yo le creí.” ¡Cuánta razón había tenido!, pues el hombre se estaba muriendo. “¿Sabe algo, padre? Éstos han sido los seis meses más felices de toda mi malgastada vida… ¡los más felices!
En realidad, nunca había sido feliz hasta estos seis meses. He descubierto la felicidad.”
Y agregó: “Ni bien el doctor me lo dijo, abandoné la tensión, la presión, la ansiedad, la esperanza y, en lugar de caer en la desesperación, finalmente fui feliz.”
Y el sacerdote concluyó:
– ¿Sabe?, muchas veces he reflexionado sobre las palabras de aquel hombre.
Cuando lo escuché a usted este fin de semana, pensé: “Este hombre ha vuelto a vivir. Usted está diciendo exactamente lo que él dijo…”

Donde empieza el camino

Otro hombre también sabía esto. En la Epístola a los Filipenses  san Pablo dice:
“He aprendido a contentarme con lo que tengo…” (Flp 4, 11). ¡Está en la Biblia! La fórmula está en la Biblia. Yo te explicaré cómo ponerla en práctica, aunque la manera de hacerlo está allí también; la fórmula está completa… Esto es lo que dice san Pablo: “He aprendido a contentarme con lo que tengo… he aprendido a ser autosuficiente.”(Me achacarán quizás que la Biblia no dice “autosuficiente”; pero este no será más que el comienzo de los ataques.)
“He aprendido a ser autosuficiente” significa: “Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en Aquel que me conforta.”
Un poco antes dice san Pablo: “Regocijaos en el Señor, siempre  regocijaos. ‘ Yo lo repito:  “Regocijaos.”  Pienso en Ramchandra en Calcuta, pienso en aquella víctima del sida en Saint Louis. A eso se refiere San Pablo. ¡Lo había leído durante toda mi vida y nunca lo había entendido! Sus palabras se dirigían a mí y yo no las había comprendido. Bueno, supongamos que tú quieres comprenderlas, ¿qué debes hacer?
Primero, deberás entender un par de verdades acerca de ti mismo. Luego, te arrojaré la fórmula, para que hagas lo que quieras con ella.
¿Qué debes entender acerca de ti mismo? Ante todo, que tu vida es un enredo.
¿No te gusta oírlo? Bueno, quizás eso prueba que es cierto. Tu vida es un enredo. Quizás me dirás:
– Puede ser.
Si eres como la persona promedio con la que me tropecé siempre, tu vida es un enredo. Me dirás:
– ¿Qué significa eso de que mi vida es un enredo? Me va muy bien en mis estudios, tengo padres buenos, tengo buenas relaciones con mi familia, tengo un novio (o una novia, según sea el caso), todos me quieren, me va bien en el deporte y tengo una carrera muy brillante por delante.
– Oh, ¿sí?
– Sí.
– ¿Piensas que tu vida no es un enredo?
Respondes:
– No.
– Oh, dime – aquí está la prueba de  fuego -, ¿nunca te sientes solo?, ¿tienes alguna congoja?, ¿alguna vez te alteras por  algo?
-¿Quiere decir que no debemos alterar
-¿Quieres la respuesta limpia, clara y sencilla?
-¡Sí!
-¡No!
-¿Quiere decir: no alterarse por nada?
– Correcto, me oíste: ¡no!
-¡Cállese! No quiero escuchar más.
-¿Comprendes lo que quiero decir?
– No.
Como la mayoría de la gente, tienes una teoría: “Debes perturbarte o no eres humano.” Muy bien, adelante entonces, pertúrbate. Buena suerte: ¡Adiós!

¿Enseñar a cantar a los cerdos…?

Hay un delicioso refrán de un autor norteamericano que cito frecuentemente: “No le enseñes a cantar a un cerdo; pierdes el tiempo e irritas al cerdo”. He tenido que aprender la lección y he abandonado mis intentos de enseñar a cantar a los cerdos.
Ahora planteo:
-¿No quieres escuchar lo que digo?
¡Adiós! …
Ninguna discusión. No discuto. Estoy listo para explicar, listo para aclarar: ¿por qué tratar de discutir? No vale la pena. De modo que pregunto:
-¿Alguna vez sufriste algún conflicto interno? ¿Quieres decir que todas tus relaciones están bien?, ¿con todos?
– Bueno, no.
– Tu vida es un enredo. ¿Quieres decir que disfrutas de cada minuto de tu vida?
– Bueno, no del todo.
-¿Comprendes lo que te dije?: … es un enredo.
-¡Eh! Espere un minuto, ¡la encarnación…!
– Sí, sí, … ¡Adiós! “Después te veo, bicho feo.”
¿Por qué discutir? Mejor afirmar:
– No estoy interesado en discutir contigo. Punto. Lo sé porque lo estuve haciendo todo el tiempo. No estoy interesado en discutir. O enfrentas el hecho de que tu vida es un enredo o no lo haces. ¿No quieres enfrentarlo? No tengo nada que decirte. Y “tu vida es un enredo” significa que estás acongojado, por lo menos ocasionalmente, te sientes solo, este vacío te está mirando fijamente, estás asustado… ¿estás asustado?
– Sí.
– Tu vida es un enredo.
– ¿Quiere decir que se supone que no debemos tener miedo?
– No, señor (o señora, según sea el caso); ¡no! se supone que no debemos tener miedo.
– ¿De nada?
– De nada.
– Pero Mahoma…
– Perdón, nos ocuparemos de Mahoma   luego, ¿está bien? Hablemos de ti…¿No sabes lo que significa ser intrépido, no tener miedo? La tragedia es que no crees que  lo puedes lograr. Sin embargo, ¡es tan fácil!
Como te dijeron que no se puede lograr, nunca tratas de ser intrépido. Pero a lo largo de toda la Biblia está dicho que es posible y tú no lo comprenderás, porque te han dicho que no se puede lograr.
-¿Estás angustiado por el futuro? ¿Tienes algún resabio de angustia, de preocupación, de desconcierto?
– Sí.
-¡Estás en un enredo! ¿Qué te parece?
¿Quieres aclararlo? Yo podría aclararlo en cinco minutos, si tu grado de preparación es adecuado. No tienes que mudarte de esa silla; sentado en ella podrías resolverlo en cinco minutos. No se trata de un recurso publicitario. Lo digo en serio,  es algo tan sencillo y tan terriblemente importante que la gente no le acierta. Y tú lo puedes alcanzar.

Estamos “sentados” sobre una mina de diamantes y no lo sabemos

  ¿Sabes cómo se descubrieron las minas de diamantes en Sudáfrica? Es una historia muy interesante; la he leído hace algún tiempo. Un hombre blanco, sentado en la choza del jefe de una aldea de nativos, en Sudáfrica, vio como los chicos jugaban con cosas parecidas a bolitas. De pronto, su corazón se sobresaltó al darse cuenta de que, en realidad, eran diamantes. Recogió un par de ellos, . . . ¡diamantes! Entonces, le dijo al jefe de la aldea:
-¿Podría darme alguna de estas bolitas? ¡ Usted sabe! , tengo chicos en casa que también juegan a esta clase de juego, y las suyas son algo diferentes.. 
-¿Podría usted…?
A cambio, yo estaría dispuesto a darle una bolsa de tabaco.
El jefe rió y dijo:
– Mire, eso sería un abuso de mi parte, quiero decir, sería un verdadero robo aceptar su tabaco a cambio de estas cosas. Tenemos miles de ellas aquí.
Y le dio una canasta llena. Luego el blanco regresó a su país, volvió con mucho dinero, compró todas las tierras del lugar y en diez años fue el hombre más rico del mundo. Esta historia real es como una parábola.
Reflexiono sobre mi propia vida y pienso: “¿Por qué la desperdicié?” ¡La desperdicie en toda clase de cosas maravillosas, ¡créeme!: ministerios pastorales, emprendimientos teológicos, servicios litúrgicos, etcétera. Nosotros, los sacerdotes, cuanto más ocupados, estamos en las cosas de Dios, más probable es que olvidemos lo que significa Dios, y más probable es que nos volvamos más complacientes. (¡Esa es la historia de Jesús! ¿Quiénes hicieron a un lado a Jesús? Los sacerdotes. ¿Quién más? la gente religiosa.) Entonces, ahora pienso: “¡Desperdicié la vida! No tengo ni un minuto para arrepentirme. ¡Para qué perder siquiera un minuto en lamentar el pasado!” ¿No es así? Pero el hecho es que la desperdicié.

EL TREN DE LA VIDA

EL TREN DE LA VIDA

La vida no es mas que un viaje por tren:
Repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques y profundas tristezas en otros. Al nacer nos subimos al tren, y nos encontramos con algunas personas que pensamos que siempre estarán a nuestro lado; nuestros padres.
Lamentablemente la verdad es otra.
Ellos se bajaran en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irremplazable. No obstante, esto no impide que suban otras personas que nos serán muy especiales.
Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestros maravillosos amores, de las personas que toman este tren, habrá los que lo hagan como un simple paseo, otros que encontraran solamente tristezas en  el viaje, y habrá otro que circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite.
Muchos al bajar dejan una añoranza permanente: otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuanta cuando desocuparon el asiento.
Es curioso constatar que algunos pasajeros , quienes nos son mas queridos, se encuentren en vagones distintos al nuestro.
Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos…. pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento.
No importa; el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas………. pero jamás regresos. entonces hagamos este viaje de la mejor manera posible.
Tratemos de relacionarnos de la mejor manera posible todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo que tenga de mejor. Recordemos que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos, ya que nosotros también muchas veces titubearemos y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en que estación bajaremos, mucho menos donde se bajaran nuestros compañeros, ni siquiera el que esta sentado en el asiento de al lado.
Me quedó pensando si cuando baje del tren, sienta nostalgia…….. Creo que si. Separarme de amigos de los cuales me hice en el viaje, será doloroso. Dejar que mis hijos siguán solitos, será muy triste. Pero me aferró a la esperanza de que, en algún momento, llegare a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso.
Hagamos que nuestra estadía en este tren sea tranquilo, que haya valido la pena.
Hagamos tanto para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vació, deje añoranzas y lindos recuerdos a las personas que todavía se quedaran.