Respaldo de material de tanatología

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA DEPRESIVA, NEUROSIS NOÓGNEA Y SUICIDIO-1622

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angelady                                                                                                            11-oct-2002, 20:54

Liberando Traumas
Abuso Físico

El abuso físico es una acción que por ser tan extendida nos llega a parecer normal. No hay nada de normal en violar los derechos de cada ser humano para ser tratado como lo que es: Un ser digno.

El abuso físico produce una heridas espirituales y mentales. Un niño golpeado, difícilmente podrá creer que es un ser único y maravilloso ¿Cómo puede pensar eso si su tutor lo está lastimando físicamente? El abuso físico no solo corta el vínculo con los padres, sino que corta el vínculo con su entorno en general ¿en quien se puede confiar si a quien se le ha otorgado la confianza la ha roto de tal manera?.

Los golpes no educan, un ser con conciencia sabe que solamente se educa por medio del amor y el amor jamás da frutos de dolor, jamás deja secuelas, jamás deja traumas que lastiman más allá de nuestro cuerpo físico ¿Quién puede triunfar en la vida cuando vive presa del miedo? ¿Quién puede ser capaz de proveerse de felicidad o de amor si se le ha enseñado que eso \”no existe? ¿Quién puede exigir sus derechos como ser humano si se le ha enseñado a ser pisoteado? \” es lo normal\”, \”es parte de la vida diaria\”. Los golpes no son parte de nuestra vida diaria, son parte de la inconciencia humana que dice conocer a Dios, desconociendo su propia esencia: El amor, que dice amar a Dios, destruyendo parte de su obra: Un ser humano.

El dolor, el miedo y la adrenalina que se desprende en cada sesión de golpes, sea cuál sea la edad del agredido, dejan secuelas en el cerebro, enferman su cuerpo e impiden el desarrollo de la persona, ya que sus caminos de resolución son obstaculizados por la creación de una \”falsa realidad\” la realidad de la carencia de valor hacia si mismo, de la desconfianza, del rencor, la amargura y el deseo de venganza.

¿Cómo aprender a amarme si quien dice amarme siente placer al verme lastimado y humillado? Porque no son verdad frases tan trilladas como \”esto me duele más que a ti\” Nada más falso, quien agrede, jamás logra \”sentir\” lo que la otra persona, el dolor físico, mezclado con el miedo y la humillaciónâ?¦ no lo siente, de hecho, podríamos asegurar que un golpeador carece de emociones, sentimientos o sensaciones que le ayuden a imaginar, por lo menos, algo del daño que causa. Claro está que un agresor tiene todo un historia de vida que le ha enseñado a desensibilizarse y golpear como único medio de \”solución\” a sus problemasâ?¦ tiene también traumas que superar y lo podrá hacer, si toma la responsabilidad de su vida y de sus actos. \”Te pego porque te quiero\” o \”Quien bien te quiere te hará llorar\” igualmente falso, lo que no proviene del amor, va en contra de el. La violencia de ninguna manera nace del amor, nace del odio, de la insatisfacción por la vida, de la acumulación de resentimientos, del odio a si mismo y odio a los demás. La violencia no proviene de la inteligencia, la cuál si es creación de Dios, proviene de acostumbrarnos a transitar \”por el camino corto\” y resolverlo todo \”en segundos\”â?¦ ¿de verdad lo resolvemos?.

Si tu has sido víctima de agresiones, es tiempo de recuperar el amor a ti mismo y cambiar \”el canal mental\” para no repetir la historia con los seres que más amas.

Todo ser humano, sea del sexo que sea y sea de la edad que sea, merece una vida libre, un ambiente en dónde se promueva el desarrollo de todos los integrantes de la familia, respetando la individualidad de cada quien. Todos merecemos vivir dentro de la paz, la tranquilidad y sobre todo, vivir regidos por todos los valores universales que solamente, viviendo dentro del ambiente propicio, seremos capaces de transmitirâ?¦ Quien no se ama, no puede amar a los demás, quien no conoce la paz, no puede transmitirlaâ?¦ seamos transmisores de amor, no de dolor.

Dios les Bendiga Mucho
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DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA DEPRESIVA, NEUROSIS NOÓGNEA Y SUICIDIO-1766

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA DEPRESIVA, NEUROSIS NOÃ?GNEA Y SUICIDIO

DEPRESION

La depresión, como entidad clínica definida, tiene una prevalencia del 5-6% en la población general, si bien pueden encontrarse síntomas depresivos en el 15-20%. El diagnóstico preciso resulta imprescindible, ya que es inexcusable un abordaje terapéutico específico.

Puesto que la tristeza y algunos síntomas depresivos (astenia, desmoralización, anorexia, etc.), son ubicados y pueden darse tanto en el sujeto normal como en el ámbito de la patología, la actuación inicial debe ir dirigida a delimitar si tales síntomas están justificados por una situación socio-ambiental concreta y no constituyen un estado mórbido, ya que la intensidad, duración y escasa afectación del rendimiento no permiten hablar de patología o, por el contrario, decidir si se enfrenta a un estado mórbido.

Los cuadros distímicos incapacitan y provocan un grave desequilibrio personal y social. La depresión es una entidad patológica que, en muchos casos de forma silenciosa, puede destruir la vida a muchos niveles, convirtiendo a la persona que la padece en insegura, temerosa, ansiosa e inestable, dificultando seriamente su vida cotidiana e impidiendo su competencia personal y social.

Algunos estudios psicológicos muestran que ciertos tipos de trastornos de conducta, como la ansiedad y la depresión, pueden aparecer cuando la persona fracasa al intentar enfrentar de manera adaptativa los acontecimientos de la vida cotidiana. Asimismo, aportan datos alarmantes según los cuales la depresión ocupa el cuarto lugar de la lista de epidemiología, y pronostican que pasará al segundo lugar en el 2010.

Las causas de la depresión son complejas, ya que se mueven desde lo biológico como factores genéticos, anormalidades hormonales, desequilibrio en los neurotransmisores (deficiencia en serotonina, dopamina o noradrenalina o todos; depresión endógena), hasta las experiencias traumáticas reciente o factores estresantes en la vida diaria (depresión reactiva). Además, otras enfermedades pueden ser causa de depresión, o ser concomitantes con ésta. Incluso, la depresión puede sobrevenir a la persona como resultado del tratamiento de otra enfermedad, provocada por determinados tratamientos farmacológicos (depresión iatrógena).

Alrededor del 16% de la población padece depresión clínica una vez al menos en su vida. La depresión es más común en mujeres que en hombres, y su prevalencia en el episodio unipolar es de 1â??9% para hombres y 3â??2% para mujeres. El 5â??8% de hombres y el 9â??5% de mujeres experimentaran un episodio depresivo en un período de 12 meses. Esta prevalencia puede variar según la población y en algunas poblaciones puede ser aún mayor. Otro aspecto preocupante es que ataca en los años más productivos de una persona, ya que se da entre los 18 y 44 años, y dentro de este rango especialmente entre los 25 y los 34 años, encontrándose cada vez más en edades tan tempranas como la niñez y la adolescencia. En los textos de psicopatología al uso y en las diferentes obras que existen acerca de depresión se desarrollan diferentes clasificaciones. La referencia es obligada a la clasificación de la OMS, la CIE-10 y la de la APA, el DSM-IV-TR.

Los síntomas de la depresión tienen algunas variaciones dependiendo del tipo que se presente, pero los más comunes son sentimientos de profunda tristeza y desesperanza, pérdida de interés e incapacidad para experimentar placer (anhedonia), pérdida de apetito (anorexia) o aumento considerable del apetito, insomnio o hipersomnia, fatiga, energía baja, sentimientos de inutilidad, incapacidad y culpa, incapacidad para concentrarse, baja autoestima, sentimiento de soledad o de incomunicación, miedo persistente sin saber a qué o por qué y pensamientos recurrentes de muerte y suicidio.

Los siguientes síntomas son los más característicos de las personas que padecen de-presión: atienden selectivamente a acontecimientos negativos de sus vidas (abstracción selectiva) y a las consecuencias inmediatas, y no a las demoradas, de su conducta; establecen exigentes patrones de evaluación para su conducta, a menudo son perfeccionistas y ven que su conducta nunca es tan buena como debería ser, se rigen por el «todo-o-nada», y esta evaluación se aplica más a sí mismo que a los demás; tienden a hacer atribuciones internas en el caso de acontecimientos negativos y atribuciones externas en el caso de sucesos positivos; se autoadministran recompensas contingentes insuficientes y castigos excesivos debido a una fuerte culpa y autocrítica. Es muy importante para el diagnóstico el potencial de las personas deprimidas para percibir negativamente el ambiente y los acontecimientos que le rodean.

Como trastorno clínico (CIE-10), la depresión se distingue de la tristeza normal y ordinaria en que interfiere con la funcionalidad cotidiana (la persona vive la incapacidad o el absurdo, al realizar las tareas domésticas, aun cuando las lleve a cabo); implica importantes problemas en la interacción social, en la conducta y/o el funcionamiento mental o biológico; es mucho más profunda y dolorosa; es más prolongada en su curso y requiere atención médica y psicoterapéutica. Las personas con depresión experimentan que su vida carece de sentido, que el sufrimiento es excesivo, intolerable, y debido a ello deciden dar fin a su vida, la cual se presenta en sus condiciones como algo absoluto, irremediable e irreversible.

En los últimos años se ha hecho tan frecuente que ya muchas personas utilizan la palabra «depresión» para describir sus estados de tristeza o preocupación. Sin embargo, es muy importante distinguir el «sentimiento» de tristeza o soledad de un trastorno de estado depresivo clínicamente diagnosticable.

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA Y NEUROSIS NOÃ?GNEA II

DESESPERANZA

Hace referencia a sentimientos y cogniciones negativas acerca de uno mismo, del mundo y del futuro, y se correlaciona de manera directa y significativa con ideaciones y tendencias suicidas, de tal modo que a mayor grado de desesperanza, mayor riesgo de suicidio.

La desesperanza es un síntoma que acompaña a la ideación suicida más que el propio estado depresivo; no obstante, no se sabe a ciencia cierta si la desesperanza es un factor de riesgo que interactúa con, y puede exacerbar, otras vulnerabilidades cognitivas que diferencian las personas suicidas de las no suicidas, tales como la rigidez y el pensamiento obsesivo, poca capacidad de resolución de problemas, y un autoconcepto negativo.

DISTIMIA DEPRESIVA O TRASTORNO DISTÍMICO

Distimia, de unas palabras griegas que significan “humor perturbado”, es uno de los trastornos más abundantes en nuestros tiempos. Se emplea el nombre de distimia para calificar una alteración del estado de ánimo que también se denomina con otros nombres:

1. Depresión menor. Es un nombre engañoso, pues, aunque los síntomas sean en menor cantidad o intensidad que en una depresión mayor, su permanencia en el tiempo suelen causar malestar significativo a las personas.

2. Depresión neurótica. Nombre hoy en desuso. Se refiere a una antigua clasificación en la que los “trastornos neuróticos” eran definidos como “de origen psicológico”.

3. Depresión crónica. Es una definición que carga el acento en la duración del proceso. Pero también el trastorno depresivo mayor puede ser crónico, y es muy distinto de la distimia

4. Se considera que los trastornos relacionados con el déficit de serotonina pueden afectar al 30 % de las personas. La distimia sería el más frecuente de ellos.

Síntomas

Los síntomas más importantes son:

1. Altibajos del estado de ánimo

2. Tendencia al estado de ánimo irritable o deprimido. La persona distímica suele ser enojadiza, y con tendencia a estar triste o deprimida

3. Dificultad para disfrutar de las cosas positivas de la vida. La persona distímica tiene atolladeros para llegar a considerarse plenamente feliz

4. Trastornos del sueño: el sueño no acaba de ser reparador. La persona distímica se despierta varias veces, y suele hallarse cansada por la mañana

5. Problemas de concentración. La persona distímica acostumbra a percibir problemas de memoria y de concentración, aún para actividades lúdicas (ver una película, por ejemplo)

6. Tendencia a las somatizaciones. Cefaleas y vértigos son las más frecuentes, junto a los estados de fatiga crónica

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA Y NEUROSIS NOÃ?GNEA III

Causas

No es sino un estado casi depresivo, probablemente de naturaleza orgánica (genética) aunque activado por una situación de estrés continuado. Acontece con frecuencia en personas sometidas a tensiones constantes, o en personas extremadamente autoexigentes, para las cuales cualquier situación se convierte en estresante.

Duración

Puede durar semanas, meses o años. Hay personas que han estado así prácticamente toda su vida. Algunos autores hablan de “personalidad depresiva” en estos casos. Muchas personas con distimia llegan a creer que “ellas son así”, y no identifican la distimia como una condición patológica, sino como un estado normal de su forma de ser.

Malestar personal o familiar creado por la distimia

La distimia es causa frecuente de malestar personal, y de malestar familiar. Las personas con distimia suelen estar irritadas, agresivas, con facilidad para entrar en discusiones, y con una baja tolerancia a las frustraciones. Con frecuencia se las califica de “amargadas”.

Tratamiento

Las personas con trastorno distímico pueden ser tratadas mediante varias técnicas, ya sea psicoterapia y/o antidepresivos.

NEUROSIS NOÃ?GENA

Cuando la persona experimenta que su voluntad de sentido existencial no se satisface, cuando no encuentra sentido a su vida, se origina una frustración existencial, o frustración de la voluntad de sentido, dando lugar a la llamada «neurosis noógena» o «vacío existencial», un estado caracterizado por la incertidumbre sobre el del sentido de la vida.

Las manifestaciones del vacío existencial son la sensación de tedio, hastío o aburrimiento, la convicción de que no se posee control sobre la propia vida y de que nada puede hacerse para que sea de otro modo. En ocasiones, esta frustración existencial puede expresarse bajo la forma de sintomatología depresiva.

Esta depresión noógena sería la frustración espiritual-existencial de una persona, la cual desespera porque no vive según los dictados de su más auténtica forma de ser. Alrededor del 20% de las depresiones que son clínicamente tratadas no responden a una etiología psicógena o somatógena, sino noógena, esto es, provocada por la falta de sentido de la propia vida. Este tipo de depresión parece que va en aumento, sobre todo en las sociedades más industrializadas, en las que aparentemente las personas gozan de mayor bienestar y felicidad. El riesgo de suicidio en esta neurosis es más elevado que cuando las condiciones generales de la vida no son tan buenas pero se experimenta la expectativa del logro, o el logro mismo de sentido. En estos casos se hablaría de «suicidio noógeno».

SUICIDIO

El suicidio es un fenómeno complejo que ha atraído la atención de filósofos, teólogos, médicos, psicólogos, sociólogos y artistas a lo largo de los siglos. Encontramos referencias en Platón (Fedón, Las Leyes), Aristóteles (Ã?tica a Nicómaco), Séneca (Cartas morales a Lucilio), San Agustín (La ciudad de Dios), Santo Tomás de Aquino (Summa Theologica), Montaigne (Ensayos), Hume (Sobre el suicidio), Schopenhauer (Sobre la felicidad), Durkheim (El suicidio), Nietzsche (Así habló Zaratrustra), Jaspers (Filosofía), Cioran (La tentación de existir, Del inconveniente de haber nacido), por citar solo algunos.

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA Y NEUROSIS NOÃ?GNEA IV

Relativamente pocos países disponen de datos fidedignos sobre el comportamiento suicida no mortal. La razón principal reside en la dificultad de recopilar la información. Sólo una minoría de los que intentan suicidarse acuden a los centros de salud para recibir atención médica. Además, en muchos países en desarrollo, la tentativa de suicidio sigue siendo un delito penado y, por consiguiente, los hospitales no registran los casos.

Por otra parte, en muchos lugares no es obligatorio notificar las lesiones y, en consecuencia, no se recopila la información sobre ellas en ningún nivel. Otros factores también pueden influir en la notificación, como la edad, el método de la tentativa de suicidio, la cultura y la accesibilidad de la atención de salud. En la actualidad, no se conoce claramente la magnitud de los intentos de suicidio en la mayor parte de los países. Hay algunos datos que indican que, en promedio, sólo cerca de 25% de los que llevan a cabo actos suicidas contactan con un hospital público (posiblemente uno de los mejores lugares para la recopilación de datos) y estos casos no son necesariamente los más graves.

El aumento de las muertes por suicidio en los últimos años ha sido experimentado, sobre todo, en población adolescente que presenta problemas de drogadicción, conflictividad familiar y problemas en la identidad/conducta sexual y adulta joven (es una de las tres causas principales de muerte en este grupo poblacional) con edades entre los 35 y los 45 años.

Alrededor del 14% de los suicidios se cometen entre los 15 y los 24 años, al punto de haber llegado a convertirse en la segunda causa de muerte en jóvenes a partir de los 14 años. Algunos estudios han hallado tasas entre el 15% y el 20% de adolescentes con ideación suicida acompañada de sentimientos de desesperanza e indefensión. Las elevadas tasas de suicidio permiten considerarlo un auténtico mal epidémico, siendo uno de los problemas más importantes en las sociedades actuales.

Pueden ser diversos las causas y motivos que llevan a una persona a decidir suicidarse: niveles anormales de serotonina u otros neurotransmisores que provocan una depresión endógena incontrolable por quien la padece, acontecimientos vitales dramáticos y traumáticos que hacen insoportable seguir viviendo, la sensación profunda de que la vida carece de sentido.

Los deseos de suicidio pueden entenderse como expresión extrema del deseo de escapar a lo que parecen ser problemas irresolubles o una situación intolerable. El depresivo puede verse a sí mismo como una carga inútil y consecuentemente pensar que sería mejor para todos, incluido él mismo, si estuviese muerto.

La desesperanza, junto con la presencia de trastorno mental, el historial de tentativas suicidas previas, el historial familiar de suicidios y el abuso de sustancias adictivas, es uno de los factores predictores más potentes de tentativa suicida.

Bibliografía

García-Alandete, J., Gallego-Pérez, J.F. y Pérez-Delgado, E.: DEPRESIÓN, DESESPERANZA, NEUROSIS NOÃ?GNEA Y SUICIDIO. INTERPSIQUIS. 2007; (2007)

http://www.drromeu.net/Distimia.htm

Tanatología: "Prevención del suicidio"

Tanatología: “Prevención del suicidio”

Por Myrna Zayas-Báez

09/21/2005

Un instrumento para profesionales de los medios

El número de suicidios es a menudo subestimado. El alcance de esta subestimación varía de país a país, dependiendo principalmente de las formas en que se determine el suicidio. Otras razones para la subestimación incluyen el estigma, los factores sociales y políticos y los reglamentos de las pólizas de seguros, lo que significa que puede que algunos suicidios se reporten bajo el disfraz de accidentes o muerte por causas indeterminadas. Se cree que el alcance de esta subestimación es 20-25% en personas de edad y 6-12% en otras.

No existen a nivel mundial, registros oficiales de comportamiento suicida no fatal (intentos de suicidio), en gran parte porque en promedio sólo alrededor del 25 % de quienes lo intentan, necesitan o buscan atención médica. Por lo tanto, la mayoría de los intentos de suicidio no se informan ni registran.

PRECAUCIONES EN EL USO DE DATOS SOBRE EL SUICIDIO

Con frecuencia se comparan los datos sobre suicidio provenientes de diferentes países, pero hay que tener presente que el registro de los datos de mortalidad varía muchísimo entre los países y esto afecta seriamente cualquier comparación directa. Las tasas de suicidio se expresan normalmente como el número de muertes por suicidio por cada 100.000 habitantes. Si las tasas reportadas se refieren a poblaciones pequeñas (esto es ciudades, provincias o incluso países pequeños), se requiere actuar con mucha precaución, debido a que unas pocas muertes pueden cambiar radicalmente el panorama. Para poblaciones menores de 250.000, generalmente se usa un número aproximado de suicidios. Algunas tasas pueden reportarse en estándares por edad. Esto puede excluir suicidios en menores de 15 años, debido a que son un número pequeño, pero en muchos países existe un alarmante incremento en los suicidios en el grupo que comprende esta edad.

¿CÃ?MO INFORMAR SOBRE EL SUICIDIO EN GENERAL?

Entre los temas específicos que necesitan mencionarse al informar sobre el suicidio se incluyen los siguientes:

1. Las estadísticas deberán interpretarse cuidadosa y correctamente

2. Deberán usarse fuentes auténticas y confiables

3. Los comentarios espontáneos deberán manejarse con cuidado en vista de las presiones por tiempo

4. Las generalizaciones basadas en cifras pequeñas requieren particular atención y las expresiones tales como “epidemia de suicidios” y “el lugar con mayor tasa de suicidios en el mundo” deberán evitarse

5. Se debe oponer resistencia a informar el comportamiento suicida como una respuesta entendible a los cambios o la degradación social o cultural.

¿CÃ?MO INFORMAR SOBRE UN SUICIDIO ESPECÍFICO?

Los siguientes puntos deberán tenerse en mente:

El cubrimiento sensacionalista de suicidios deberá evitarse de manera diligente, particularmente cuando involucra a una celebridad. Este cubrimiento deberá minimizarse hasta donde sea posible. Cualquier problema mental que la celebridad pueda haber tenido deberá reconocerse igualmente. Deberá hacerse el mayor esfuerzo por evitar exageraciones. Las fotografías de la víctima, del método empleado y de la escena del suicidio deben evitarse. Los titulares en primera página nunca son la ubicación ideal para informar sobre un suicidio.

1. Deberán evitarse las descripciones detalladas del método usado y cómo lo obtuvo la víctima. Las investigaciones han demostrado que el cubrimiento por parte de los medios tiene mayor impacto sobre el método de suicidio adoptado, que la misma frecuencia con que ocurren los suicidios. Ciertos escenarios â?? puentes, acantilados, edificios altos, carrileras, etc. â?? están tradicionalmente asociados con el suicidio y la publicidad extra aumenta el riesgo que más personas los usen.

2. Deberá informarse acerca del suicidio como algo inexplicable o simplista. El suicidio nunca es el resultado de un solo factor o hecho. Usualmente lo causa una compleja interacción de muchos factores tales como enfermedad mental y física, abuso de sustancias, conflictos familiares e interpersonales y acontecimientos estresantes. Es útil reconocer que una variedad de factores contribuyen al suicidio.

3. El suicidio no deberá describirse como un método para enfrentar problemas personales tales como bancarrota, incapacidad de aprobar un examen, o abuso sexual.

4. Los informes deberán tener en cuenta el impacto sobre las familias y otros sobrevivientes en términos del estigma y el sufrimiento psicológico.

5. Glorificar a las víctimas de suicidio como mártires y objetos de adulación pública, puede sugerir a las personas vulnerables que la sociedad honra el comportamiento suicida. En vez de eso, deberá hacerse énfasis en lamentar la muerte de la persona.

6. Describir las consecuencias físicas de intentos de suicidio (daño cerebral, parálisis, etc.) puede actuar como elemento de disuasión.

SUMINISTRO DE INFORMACIÓN SOBRE AYUDA DISPONIBLE

1.Los medios pueden jugar un papel proactivo en ayudar a prevenir el suicidio al publicar la siguiente información junto con noticias sobre el suicidio:

2. Lista de servicios de salud mental y líneas telefónicas de ayuda disponibles con sus números telefónicos y direcciones actualizados

3. Publicitar las señales de advertencia del comportamiento suicida

4. Transmitir mensajes sobre la frecuente asociación entre la depresión y el comportamiento suicida, siendo la depresión una condición tratable

5. Ofrecer un mensaje de solidaridad a los sobrevivientes en momentos de profundo dolor, proporcionando números de teléfono de los grupos de apoyo para sobrevivientes, si los hay. Esto aumenta la probabilidad de que profesionales en salud mental, amigos y familiares intervengan en las crisis suicidas.

RESUMEN SOBRE QUÃ? HACER Y QUÃ? NO HACER

Qué hacer

â?¢ Trabajar estrechamente con autoridades de la salud en la presentación de los hechos.

â?¢ Referirse al suicidio como un hecho logrado, no uno exitoso.

â?¢ Presentar sólo datos relevantes en las páginas interiores.

â?¢ Resaltar las alternativas al suicidio.

â?¢ Proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios.

â?¢ Publicitar indicadores de riesgo y señales de advertencia.

Qué no hacer

â?¢ No publicar fotografías o notas suicidas.

â?¢ No informar detalles específicos del método usado.

â?¢ No dar razones simplistas.

â?¢ No glorificar ni sensacionalizar el suicidio.

â?¢ No usar estereotipos religiosos o culturales.

â?¢ No aportar culpas.

Hay otra serie de instrumentos para poder prevenir el suicidio para todas las áreas interesadas. El Suicidio es real, es diario, es común; y sin embargo el tema es tabú. Las personas afectadas se sienten marginadas y no encuentran apoyo para poder hablar de su pérdida.

Apoyemos la iniciativa mundial de la OMS para la prevención del suicidio.

15. Prevención del Suicidio I

Tanatología: “Prevención del suicidio”

Por Myrna Zayas-Báez09/21/2005Un instrumento para profesionales de los medios

San Juan, Puerto Rico â?? (www.atanay,com) â?? La Profesora Silvia Britos, Fundadora y Presidente de ONG Asociación Civil “Estaciones del Alma” y Presidente de la “Red Mundial de Suicidiólogos”, está creando conciencia del fuerte impacto que tienen los medios de comunicación al informar sobre el suicidio. En este artículo se ofrecen un resumen de una serie de instrumentos dirigidos a grupos sociales y profesionales específicos particularmente relevantes para la prevención del suicidio.

El suicidio es un fenómeno complejo que ha atraído la atención de filósofos, teólogos, médicos, sociólogos y artistas a lo largo de los siglos. Según el filósofo francés, Albert Camus, (El Mito de Sísifo), es el único problema filosófico serio. Y SIN EMBARGO SIGUE SIENDO UN TABÃ? EN LA SOCIEDAD.

Debido a que es un problema grave de Salud Pública, el Suicidio requiere nuestra atención, pero desgraciadamente su prevención y control no son tarea fácil. Investigaciones recientes indican que la prevención del suicidio, si bien es posible, comprende una serie de actividades que van desde la provisión de las mejores condiciones posibles para la educación de jóvenes y niños; y el tratamiento eficaz de trastornos mentales, hasta el control medioambiental de los factores de riesgo. La difusión apropiada de información y una campaña de sensibilización del problema son elementos esenciales para el éxito de los programas de prevención.

En 1999, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el programa SUPRE (SUICIDE PREVENTION â?? PREVENCIÓN DEL SUICIDIO); una iniciativa mundial para la prevención del suicidio. Los Medios de Comunicación juegan un papel significativo en la sociedad actual, al suministrar una amplia gama de información en variedad de formas. Ejercen una fuerte influencia sobre las actitudes, creencias y comportamientos de la comunidad y juegan un importante rol en la política, la economía y la práctica social. Debido a esa influencia, los medios también pueden jugar un rol activo en la prevención del suicidio.

El suicidio es tal vez la forma más trágica de terminar con la propia vida. La mayoría de las personas que se plantean la idea del suicidio son ambivalentes. No están seguras de querer morir. Uno de los muchos factores que pueden llevar a una persona vulnerable al suicidio es la publicidad sobre este tema en los medios de comunicación. La forma como estos medios informan acerca de casos de suicidio puede influir en otros suicidios.

Estos instrumentos buscan dar una idea general del impacto de los medios al informar sobre el suicidio, indican las fuentes de información confiables, sugieren cómo informar acerca del suicidio en circunstancias generales y específicas. Señalan los riesgos que deben evitarse al informar sobre este tema.

IMPACTO DE LOS MEDIOS AL INFORMAR SOBRE EL SUICIDIO

Una de las primeras asociaciones conocidas entre el suicidio y los medios de comunicación surgió de la novela de Goethe “Leiden des jungen Werther” (Las Penas del Joven Werther) publicada en 1774. En esta obra, el héroe se dispara luego de un amor infortunado, y poco después de su publicación, se informó acerca de muchos varones jóvenes que usaron el mismo método para cometer suicidio. Esto resultó en la prohibición del libro en varios lugares. De ahí el término “efecto Werther” usado en la literatura técnica para designar la imitación en los suicidios.

Otros estudios del rol de los medios en el suicidio incluyen una revisión que se remonta al siglo pasado en los Estados Unidos. Otro caso famoso y reciente se relaciona con el libro Final Exit (Salida Final) escrito por Derek Humphry: después de su publicación, hubo un aumento en los suicidios en Nueva York, usando los métodos descritos.

La publicación de Suicide, mode dâ??emploi (Suicido, modo de empleo) también condujo a un aumento en el número de suicidios. De acuerdo con Philips y su equipo, el grado de publicidad dado a la historia de un suicidio está directamente correlacionado con el número de suicidios posteriores.

Los casos de suicidio involucrando celebridades han tenido un impacto particularmente fuerte. La televisión también influye en el comportamiento suicida. Philips mostró un aumento en los suicidios hasta 10 días después de los informes sobre casos de suicidio en las noticias. Como en los medios impresos, las historias altamente publicitadas que aparecen en múltiples programas por múltiples canales parecen tener el mayor impacto, todo lo más si involucran celebridades. No obstante, existen informes contradictorios sobre el impacto de programas ficticios: algunos no muestran efecto alguno, mientras otros lo ocasionan con un aumento en el comportamiento suicida.

La asociación entre obras teatrales o musicales y el comportamiento suicida ha sido pobremente investigada y permanece siendo prácticamente anecdótica. Más recientemente, el Internet ha introducido algunos temas nuevos. Existen sitios en la red que ayudan a las personas con ideas suicidas y otros que intentan prevenir los suicidios. Hasta ahora, ningún estudio sistemático ha analizado su impacto sobre el tema.

En términos generales, existe evidencia suficiente para sugerir que algunas formas de cubrimiento periodístico y televisivo real del suicidio están asociadas con un exceso en suicidios estadísticamente significativo; el impacto parece ser mayor entre la gente joven. No obstante, no se informa en los medios de la mayoría de los suicidios; cuando se toma la decisión de informar al público sobre un suicidio, usualmente involucra una persona, método o lugar en particular. Con frecuencia este tema es de interés periodístico y los medios tienen derecho a informar sobre él.

Los suicidios que con mayor probabilidad atraen la atención de los medios, son aquéllos que se apartan de los patrones usuales. De hecho, es impactante que los casos presentados en los medios sean casi invariablemente atípicos y fuera de lo común y representarlos como típicos, perpetúa aún más la información errónea sobre el suicidio. Los clínicos y los investigadores reconocen que no existe cubrimiento de noticias sobre el suicidio per se, sino cierto tipo de cubrimiento noticioso que aumenta el comportamiento suicida en poblaciones vulnerables. A la inversa, ciertos tipos de cubrimiento pueden ayudar a prevenir la imitación del comportamiento suicida.

Existe siempre la posibilidad de que la publicidad sobre el suicidio pueda hacer que éste parezca “normal”. Una cobertura repetitiva y continua del suicidio tiende a inducir a y promover pensamientos suicidas, particularmente entre los adolescentes y los adultos jóvenes. Informar del suicidio de manera apropiada, exacta y potencialmente útil a través de medios progresistas e inteligentes puede prevenir una trágica pérdida de vidas.

FUENTES DE INFORMACIÓN CONFIABLES La información confiable sobre la mortalidad del suicidio puede obtenerse de un buen número de organizaciones alrededor del mundo. El banco de datos de la OMS contiene datos por edad y género a partir de 1950. Otras organizaciones que pueden suministrar información son el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF), el Instituto Interregional de Investigación del Crimen y la Justicia de las Naciones Unidas (UNICRI), el Fondo para el Desarrollo de la Mujer de las Naciones Unidas (UNIFEM), la Red Internacional de Epidemiología Clínica (INCLEN), la Sociedad Internacional para la Prevención del Abuso y la Negligencia en Niños (ISPCAN), INTERPOL, la Oficina Estadística de las Comunidades Europeas (EUROSTAT) y el Banco Mundial.

Un número de agencias gubernamentales, asociaciones nacionales y organizaciones voluntarias también proporcionan información: el Centro Nacional Sueco para la Investigación y la Prevención del Suicidio, la Oficina de Estadísticas Australiana y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos son algunos ejemplos.

La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio who.int/ina-ngo/ngo027.htm, la Asociación Americana de Suicidiología who.suicidology.org, La Red Australiana de Intervención Temprana para Salud Mental en Personas Jóvenes http://auseinet.flinders.edu.au/ y la Academia Internacional de Investigación del Suicidio uni-wuerzburg.de/IASR tienen su propio sitio en la red, al cual se puede acceder para información. Los datos disponibles más recientes sobre mortalidad en suicidios provenientes de estas agencias, usualmente hacen relación a un periodo de 18-36 meses en el pasado, dependiendo del país en cuestión.

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

1. Introducción

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
Correo Electrónico: serper.grm@infomed.sld.cu

  Escribir un libro sobre el suicidio en la adolescencia destinado a un público general resulta harto difícil por varias razones: probablemente algunos pensarán que por qué no se escribe sobre otro tema menos trágico, que aporte más a este grupo de personas en vez de escribir un libro sobre suicidio en los adolescentes que pudiera incrementar el riesgo en ellos y al final un mayor número intente quitarse la vida. Otros considerarán que el suicidio no es tan frecuente en estas edades, pues la adolescencia es una etapa de la vida con muchas potencialidades para desarrollar una existencia creativa y el suicidio, cuando ocurre, debe ser un acto impulsivo, no bien pensado y por tanto, muy difícil de evitar, tarea esta que deben abordar los psiquiatras, psicólogos, suicidólogos, y médicos de la familia, no así otros sectores, que pudieran empeorar las cosas y demorar la asistencia especializada.

      Cada una de estas razones constituyen mitos relacionados con la conducta suicida y no reflejan en modo alguno las evidencias del suicidio en la adolescencia. Aprender a cuidarse la única vida que tenemos los seres humanos es una cualidad que debe ser desarrollada desde la más temprana infancia, pues si no se tiene vida no se puede llevar a cabo proyecto alguno. Aprender a amarse racionalmente incrementará la capacidad de amar a otros, aprender a respetarse hará que seamos respetados. Enfrentar la vida con soluciones no suicidas mejorará nuestra calidad de vida.

    A pesar nuestro, el suicidio en la adolescencia es una trágica realidad, ocupando un lugar entre las tres primeras causas de muerte en la mayoría de los países y en algunos, sólo le supera otro tipo de muerte violenta: los accidentes de vehículos de motor. Y lo peor es que la tendencia es a incrementarse según los estimados de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

    Dotar a los adolescentes de la literatura científica que aborde el comportamiento suicida y su prevención pudiera ser de una utilidad no despreciable, pues les pondría en mejores condiciones de ayudarse ellos mismos y a sus iguales que se encuentren en una situación de crisis suicida. Similar provecho tendría para los padres, las madres, y otros familiares, maestros y profesores, que estarían más capacitados para detectar prematuramente aquellos candidatos a la realización de un acto suicida y evitar que ocurra, además de contribuir a interpretar el suicidio como un proceso que tiene su historia y que contrariamente a lo que se piensa, no ocurre por impulso, sino más bien como una decisión largamente pensada, analizada, desechada y retomada en múltiples ocasiones para poner fin a una vida, en la que el suicidio es un síntoma más, el último síntoma, de una existencia infeliz.

    En este libro aparecen un grupo de preguntas que han sido realizadas al autor por adolescentes que han participado en sus conferencias sobre el tema del suicidio y su prevención y expresiones erróneas que hemos escuchado a padres y madres y que se convierten en un problema para la crianza de los hijos. También se ofrecen algunos consejos a la familia para que puedan lograr relaciones interpersonales más armónicas entre sus miembros, todo lo cual contribuirá a mantener la salud mental de sus integrantes.

    Ojalá sea leído con el mismo amor con que fue escrito.

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

2. Generalidades

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
Correo Electrónico: serper.grm@infomed.sld.cu

La  adolescencia es definida como una etapa del ciclo vital entre la niñez y la adultez, que se inicia por los cambios puberales y se caracteriza por profundas transformaciones biológicas, psicológicas y sociales, muchas de ellas generadoras de crisis, conflictos y contradicciones, pero esencialmente positivos.

    De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años, considerándose dos fases: la adolescencia temprana de 10 a 14 años, y la adolescencia tardía de 15 a 19 años.

    La adolescencia, con independencia de las influencias sociales, culturales y étnicas, se caracteriza por eventos universales entre los que se destacan:

    â??El crecimiento corporal evidenciable en el aumento de peso, estatura y los cambios en las formas y dimensiones corporales.

    â??El aumento de la masa muscular y de la fuerza muscular, más marcada en el varón, acompañado de un incremento de la capacidad de transportación de oxígeno, de los mecanismos amortiguadores de la sangre capaces de neutralizar de manera más eficiente los productos químicos derivados de la actividad muscular.

    â??Incremento y maduración de los pulmones y el corazón, con un mayor rendimiento y recuperación más rápida frente al ejercicio físico.

    â??Incremento de la velocidad de crecimiento, los cambios en las formas y dimensiones corporales, los procesos endocrino metabólicos y la correspondiente maduración, no siempre ocurren de forma armónica, por lo que es común que presenten torpeza motora e incoordinación, fatiga fácil, trastornos del sueño, los que pueden generar trastornos emocionales y conductuales transitorios.

    â??Desarrollo y maduración sexual, con la aparición de las características sexuales secundarias y el inicio de la capacidad reproductiva

    â??Los aspectos psicosociales están integrados en una serie de características y comportamientos que en mayor o menor grado estarán presentes durante esta etapa de la vida y que pueden resumirse de la siguiente manera:

        â?¢ Búsqueda de sí mismo y de su identidad.
        â?¢ Necesidad de independencia.
        â?¢ Tendencia grupal.
        â?¢ Evolución del pensamiento concreto al abstracto.
        â?¢ Manifestaciones y conductas sexuales con desarrollo de la identidad sexual.
        â?¢ Relaciones conflictivas con los padres que fluctúan entre la dependencia y la necesidad de separación de los mismos.
        â?¢ Actividad social reivindicativa, tornándose más analíticos, con pensamientos simbólicos, en los que formulan sus propias hipótesis y llegan a conclusiones propias.
        â?¢ Eligen una ocupación para la que necesitarán adiestramiento y capacitación para llevarla a la práctica.
        â?¢ Necesidad de asumir un nuevo rol social como partícipe de una cultura o subcultura específica.

      No se pretende enumerar todas las características que definen esta etapa de la vida. Con las hasta aquí abordadas, el lector tendrá aquellas que constituyen las esenciales de la adolescencia. Pasemos a continuación a abordar los aspectos más generales relacionados con el comportamiento suicida, para en los siguientes capítulos, introducirnos en las especificidades del adolescente suicida.

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3. El Comportamiento Suicida

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
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El comportamiento suicida abarca las siguientes manifestaciones:
1- El deseo de morir. Representa la inconformidad e insatisfacción del sujeto con su modo de vivir en el momento presente y que puede manifestar en frases como: â??la vida no merece la pena vivirlaâ?, â??lo que quisiera es morirmeâ?, â??para vivir de esta manera lo mejor es estar muertoâ? y otras expresiones similares.

2- La representación suicida. Constituida por imágenes mentales del suicidio del propio individuo, que también puede expresarse manifestando que se ha imaginado ahorcado o que se ha pensado ahorcado.

3- Las ideas suicidas. Consisten en pensamientos de terminar con la propia existencia y que pueden adoptar las siguientes formas de presentación:

    â??Idea suicida sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de matarse pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: â??no sé cómo, pero lo voy a hacerâ?.
    â??Idea suicida con un método inespecífico o indeterminado en la que el individuo expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo ha de hacerlo, usualmente responde: â??De cualquier forma, ahorcándome, quemándome, pegándome un balazo.â?
    â??Idea suicida con un método específico no planificado, en la cual el sujeto desea suicidarse y ha elegido un método determinado para llevarlo a cabo, pero aún no ha ideado cuándo lo va a ejecutar, en qué preciso lugar, ni tampoco ha tenido en consideración las debidas precauciones que ha de tomar para no ser descubierto y cumplir con sus propósitos de autodestruirse.
    â??El plan suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo desea suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal, un lugar donde lo realizará, el momento oportuno para no ser descubierto, los motivos que sustentan dicha decisión que ha de realizar con el propósito de morir.

4- La amenaza suicida. Consiste en la insinuación o afirmación verbal de las intenciones suicidas, expresada por lo general ante personas estrechamente vinculadas al sujeto y que harán lo posible por impedirlo. Debe considerarse como una petición de ayuda.

5- El gesto suicida. Es el ademán de realizar un acto suicida. Mientras la amenaza es verbal, el gesto suicida incluye el acto, que por lo general no conlleva lesiones de relevancia para el sujeto, pero que hay que considerar muy seriamente.

6- El intento suicida, también denominado parasuicidio, tentativa de suicidio, intento de autoeliminación o autolesión intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte en el cual un individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.

7- El suicidio frustrado. Es aquel acto suicida que, de no mediar situaciones fortuitas, no esperadas, casuales, hubiera terminado en la muerte.

8- El suicidio accidental. El realizado con un método del cual se desconocía su verdadero efecto o con un método conocido, pero que no se pensó que el desenlace fuera la muerte, no deseada por el sujeto al llevar a cabo el acto. También se incluyen los casos en los que no se previeron las complicaciones posibles, como sucede en la población penal, que se autoagrede sin propósitos de morir, pero las complicaciones derivadas del acto le privan de la vida (inyección de petróleo en la pared abdominal, introducción de alambres hasta el estómago o por la uretra, etc.).

9- Suicidio intencional. Es cualquier lesión autoinfligida deliberadamente realizada por el sujeto con el propósito de morir y cuyo resultado es la muerte. En la actualidad aún se debate si es necesario que el individuo desee morir o no, pues en este último caso estaríamos ante un suicidio accidental, en el que no existen deseos de morir, aunque el resultado haya sido la muerte.

    De todos los componentes del comportamiento suicida, los más frecuentes son las ideas suicidas, los intentos de suicidio y el suicidio consumado, sea accidental o intencional.

    Las ideas suicidas son muy frecuentes en la adolescencia sin que ello constituya un peligro inminente para la vida, si no se planifica o se asocia a otros factores, llamados de riesgo, en cuyo caso adquieren carácter mórbido y pueden desembocar en la realización de un acto suicida.

El intento de suicidio es muy común entre los adolescentes con predisposición para esta conducta y se considera que por cada adolescente que comete suicidio, lo intentan cerca de trescientos.

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4. Factores de Riesgo Suicida en la Niñez

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
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      El conocimiento de los factores de riesgo que predisponen la aparición de determinada condición mórbida es una estrategia válida para su prevención. Este principio es aplicable a la conducta suicida.

      Ante todo hay que considerar que los factores de riesgo suicida son individuales, pues lo que para algunos es un elemento de riesgo, para otros puede no representar problema alguno. Además de individuales son generacionales, ya que los factores de riesgo en la niñez pueden no serlo en la adolescencia, la adultez o la vejez. Por otra parte son genéricos, ya que la mujer tendrá factores de riesgo privativos de su condición y así también lo será para el hombre. Por último, están condicionados culturalmente, pues los factores de riesgo suicida de determinadas culturas pueden no serlo para otras.

      Pasemos a enunciar los factores de riesgo suicida en la niñez que contribuyen a que se desarrolle la conducta suicida en la adolescencia.

      Como es conocido, se considera que por debajo de los 5 ó 6 años, los niños tienen un concepto muy rudimentario de lo que es la muerte o el morir, por lo que resulta prácticamente improbable que se participe activamente de la muerte. En esta etapa la muerte se representa, personifica u objetiviza como una persona con buenas o malas intenciones, o un lugar desagradable o apacible. También a estas edades es común que la muerte se asocie a la vejez y a las enfermedades. Por encima de esta edad, se comienza a considerar la muerte como un suceso inevitable y universal, llegando el niño o la niña a la conclusión de que todas las personas, incluyéndolo a él, tienen que morir.

      Paralelamente con el concepto de muerte se desarrolla el de suicidio. Por lo general los niños han tenido alguna experiencia sobre el tema mediante la visualización de este tipo de acto en la televisión, sea a través de programaciones para los adultos o dirigidos a los niños y las niñas (muñequitos o comics). Otras veces, el concepto se va adquiriendo mediante diálogos con compañeros de su propia edad que han tenido familiares suicidas o por conversaciones que escuchan a los adultos. En sus concepciones sobre el suicidio, en el niño se entremezclan creencias racionales e irracionales, articuladas y lógicas y poco coherentes y comprensibles.

      Hay niños y niñas que adquieren ambos conceptos, muerte y suicidio a una edad más temprana y otros más tardíamente, creyendo estos últimos que la muerte es una continuidad de la vida o que es un estado parecido al sueño del cual es posible ser despertado tal y como ocurre en el cuento â??La Bella Durmienteâ?.

      En la infancia, como es lógico suponer, los factores de riesgo suicida deben ser detectados principalmente en el medio familiar. Por lo general, el clima emocional familiar es caótico, pues no hay un adecuado funcionamiento de sus integrantes y no se respetan los roles ni las fronteras de sus respectivos miembros. Los padres, cuando conviven juntos se enrolan en constantes querellas, llegando a la violencia física entre ellos o dirigiéndolas a los integrantes más vulnerables, en este caso los más jóvenes, niños y niñas y los más viejos, ancianos y ancianas.

      Es frecuente que los progenitores padezcan alguna enfermedad mental, entre las que se citan por su frecuencia, el alcoholismo paterno y la depresión materna. El alcoholismo paterno es sufrido por el resto de la familia, pues esta toxicomanía involucra a todos los integrantes, sea por los desórdenes conductuales, por la violencia, los actos suicidas, los problemas económicos o la incapacidad de cumplir con los roles asignados al alcohólico y que otros tienen que asumir.

      La depresión materna, además del peligro suicida que conlleva se convierte en un estímulo para el pesimismo, la desesperanza, la sensación de soledad y la falta de motivación. A ello se añaden las situaciones de maltrato por no poder la madre, en estas condiciones, satisfacer las necesidades emocionales y de cuidados del niño o la niña.
Otro factor de riesgo suicida de importancia en la niñez es la presencia de conducta suicida en alguno de los progenitores. Aunque no está demostrado que el suicidio esté determinado genéticamente, es un hecho que el suicidio puede ser imitado, principalmente por las generaciones más jóvenes, lo cual ha dado origen al término â??Efecto Wertherâ?, por los suicidios ocurridos entre los jóvenes que habían leído la novela de Goethe Las penas del joven Werther, cuyo protagonista termina su vida por suicidio con arma de fuego. En ocasiones este proceso no es plenamente consciente y el suicidio se produce por un mecanismo de identificación, proceso mediante el cual se incorporan a la personalidad algunos rasgos de la personalidad o formas de ser del sujeto identificado.

      Otras veces lo que se transmite es la predisposición genética, no para el suicidio, sino más bien para alguna de las enfermedades en las que este síntoma es frecuente. Entre estas enfermedades se encuentran las depresiones y las esquizofrenias en cualquiera de sus formas clínicas. Ambos trastornos están descritos como uno de los principales factores de riesgo suicida en la adolescencia.

      Las relaciones entre los progenitores y sus hijos pueden convertirse en un factor de riesgo de suicidio cuando están matizadas por situaciones de maltrato infantil y de abuso sexual, físico o psicológico. La violencia contra los niños y las niñas en cualquiera de sus formas es uno de los factores que entorpecen el desarrollo espiritual de la personalidad, contribuyendo a la aparición de rasgos en ella que predisponen a la realización de actos suicidas, entre los que se destacan la propia violencia, la impulsividad, baja autoestima, las dificultades en las relaciones con personas significativas, la desconfianza, por sólo citar algunos.

      Otras veces las relaciones están caracterizadas por la sobreprotección, la permisividad y la falta de autoridad, todo lo cual conspira contra el buen desarrollo de la personalidad de los niños y las niñas, quienes se tornan caprichosos, demandantes, poco tolerantes a las frustraciones, manipuladores y egocéntricos, pretendiendo que todos los seres humanos los traten de la misma manera indulgente que lo hacen los familiares, lo que provoca diversos problemas de adaptación desde la más temprana infancia, los que se recrudecen en la adolescencia, cuando la socialización ocupa un lugar preponderante en la conformación definitiva de la personalidad.

      Los motivos que pueden desencadenar una crisis suicida infantil son variados y no específicos, pues también se presentan en otros niños que nunca intentarán contra su vida. Entre los más frecuentes se encuentran:
1- Presenciar acontecimientos dolorosos como el divorcio de los padres, la muerte de seres queridos, de figuras significativas, el abandono, etc.
2- Problemas en las relaciones con los progenitores en los que predomine el maltrato físico, la negligencia, el abuso emocional y el abuso sexual.
3- Problemas escolares, sea por dificultades del aprendizaje o disciplinarios.
4- Llamadas de atención de carácter humillante por parte de padres, madres, tutores, maestros o cualquier otra figura significativa, sea en público o en privado.
5- Búsqueda de atención al no ser escuchadas las peticiones de ayuda en otras formas expresivas.
6- Para agredir a otros con los que se mantienen relaciones disfuncionales, generalmente las madres y los padres.
7- Para reunirse con un ser querido recientemente fallecido y que constituía el principal soporte emocional del niño o la niña.

      Obviamente, una crisis suicida infantil surge de la relación del niño o la niña con su medio familiar y se manifiesta por una serie de señales en la conducta que se expresan, de manera general, en cambios de todo tipo. Comienzan a tornarse agresivos o pasivos en su comportamiento en la casa y en la escuela, cambian sus hábitos de alimentación y de sueño, pudiendo mostrar inapetencia o por el contrario, un apetito inusual. En cuanto al hábito del sueño, los cambios pueden consistir en desvelos o insomnio, terrores nocturnos, en los cuales el niño o la niña despiertan, al parecer, pues realmente no lo están aún, con los ojos desmesuradamente abiertos, temerosos, sudorosos y quejándose de lo que están visualizando y que les ocasionan el terror que experimentan.

    También sufren de pesadillas o malos sueños, así como enuresis, o lo que es lo mismo, orinarse en las ropas de cama mientras se está durmiendo. En otras ocasiones lo que pueden presentar es una somnolencia excesiva, que puede ser un síntoma depresivo a estas edades.

      Durante la crisis suicida infantil son comunes los problemas relacionados con el rendimiento y comportamiento del niño o la niña en la escuela. Las dificultades académicas, las fugas de la escuela, el desinterés por las actividades escolares, la rebeldía sin motivo aparente, la no participación en los juegos habituales con los demás niños y amigos, la repartición de posesiones valiosas, y hacer notas de despedidas, son signos que pueden ser observados en una crisis suicida infantil.

      Para el manejo de esta crisis suicida en la infancia es necesaria la participación de los padres y las madres en la terapia, lo cual no se logra en muchas ocasiones, pues el niño o la niña provienen de hogares rotos o con un clima emocional que impide tal procedimiento.

      La atención psicoterapéutica a una crisis suicida infantil debe ir dirigida a la sensibilización de padres o tutores para que tomen conciencia de los cambios ocurridos en el niño o la niña, que presagian la ocurrencia de un acto suicida. Hay que insistir con ellos en el control de los métodos mediante los cuales el niño o la niña puedan autolesionarse y poner a buen recaudo sogas, cuchillos, armas de fuego, tabletas de cualquier tipo, combustibles, sustancias tóxicas y otros venenos, etc.

      Si el niño o la niña realizan una tentativa de suicidio hay que investigar qué intención perseguían con este acto, pues necesariamente no tiene que ser el deseo de morir el principal móvil, aunque sea el de mayor gravedad. Los deseos de llamar la atención, la petición de ayuda, la necesidad de mostrar a otros cuán grandes son sus problemas, pueden ser algunos de los mensajes enviados con un acto suicida. Se debe intentar realizar un diagnóstico correcto del cuadro clínico que está condicionando la crisis suicida, para descartar que este sea el debut de una enfermedad psiquiátrica mayor, como un trastorno del humor o una esquizofrenia, y en ello puede desempeñar un papel muy útil la observación de sus juegos y la entrevista médica, la cual debe correr a cargo de un especialista en psiquiatría del niño y el adolescente.

      La actitud de la familia ante el intento de suicidio infantil constituye un dato de suma importancia y cuando sea posible hay que evaluar la capacidad que tienen los padres y las madres para comprender y modificar los factores que han predispuesto o precipitado el intento de suicidio. Es necesario que la familia comprenda que la conducta suicida siempre indica una adaptación inadecuada y requiere tratamiento psicológico, psiquiátrico o ambos, según sea la gravedad del caso y nunca limitarlo a la resolución de la crisis suicida.

      Se debe evitar que los padres y las madres se ataquen mutuamente, para lo cual se le hace entender que ya la familia tiene un problema, que es el intento suicida del niño o la niña y no se debe sumar uno más, dado por los continuos ataques mutuos, que lo único que pueden conseguir es entorpecer el manejo de la crisis o provocar mayor malestar en el infante que puede sentirse culpable de estas reyertas. Se invitará a cada progenitor a meditar en lo que cada cual debe comenzar a hacer o dejar de hacer para que la situación del infante sea aliviada y se establecerán contratos terapéuticos con cada uno, a ser reevaluados en próximos encuentros. Si alguno de los progenitores presenta niveles importantes de psicopatología, se intentará persuadir para recibir la terapia correspondiente.

      Nunca debe transmitirse a los miembros de la familia que este tipo de acto tiene intenciones de manipularlos y siempre se les debe alertar sobre aquellas conductas que presagian la realización de un nuevo acto de suicidio.
La hospitalización del niño o la niña que han intentado contra su vida puede ser una indicación válida si persisten las ideas suicidas, si el intento de suicidio es el debut de una enfermedad psiquiátrica grave, si existe comorbilidad, especialmente el consumo de drogas, alcohol u otras sustancias adictivas, si los progenitores padecen de trastornos mentales de importancia o si el clima emocional familiar no constituye un medio idóneo para que la crisis suicida sea resuelta.

      De manera general, se puede dividir la biografía de los futuros adolescentes con conducta suicida en tres momentos.
1- Infancia problemática, caracterizada por un elevado número de eventos vitales negativos, tales como abandono paterno, hogar roto, muerte de seres queridos por conducta suicida, alcoholismo paterno, depresión materna, dificultades socioeconómicas, abuso sexual, maltrato físico o psicológico, etc.
2- Recrudecimiento de los problemas previos con la incorporación de los propios de la edad, como son las preocupaciones sexuales, los cambios somáticos, los nuevos retos en las relaciones sociales, la independencia, la vocación, etc.
3- Etapa previa al acto de suicidio que se caracteriza por la ruptura de una relación valiosa o un cambio inesperado de su rutina cotidiana, a la cual le es imposible adaptarse de una manera creativa, apareciendo los mecanismos autodestructivos.

      Una vez conocidos los factores de riesgo suicida infantil, pasemos a mencionar los que suelen aparecer en la adolescencia o recrudecerse en ella.

Ayuda a un amigo o familiar que está al borde del suicidio

Ayuda a un amigo o familiar que esté al borde del suicidio
Calla y escucha!

Si alguien se encuentra en estado deprimido o al borde del suicidio, nuestra respuesta inmediata es la de ayudar. Ofrecemos consejos, intercambiamos nuestra propia experiencia, intentamos buscar soluciones.

Mejor sería callar y escuchar; las personas que están pensando en suicidarse no quieren oír respuestas o soluciones. Buscan un refugio donde poder expresar sus temores y preocupaciones, para ser ellos mismos.

El escuchar – el escuchar de verdad – no es fácil. Tenemos que controlar el deseo de decir algo, hacer un comentario, ampliar un relato u ofrecer consejos. Necesitamos escuchar no solo los hechos que nos está contando dicha persona, sino también entender los sentimientos que han dado lugar a los mismos. Necesitamos comprender los acontecimientos desde su punto de vista, no del nuestro. A continuación se detallan algunos puntos que se deben tener en cuenta si se está ayudando a una persona que está a punto de quitarse la vida.
Qué es lo que quieren las personas al borde del suicidio?

    * Que alguien les escuche. Alguien que sinceramente dedique su tiempo para escucharles. Alguien que no juzgue, ni aconseje, ni dé opiniones, sino que ponga toda su atención en escuchar.
    * Alguien en quién confiar. Alguien que les respete y no intente tomar la iniciativa. Alguien que trate todo con una discreción absoluta.
    * Alguien que se preocupe. Alguien que se ponga a su disposición, tranquilizándoles y hablando con calma. Alguien que asegure, acepte y crea. Alguien que diga “te entiendo”.

Que es lo que no quieren las personas al borde del suicidio?

    * Quedarse solos. El ser rechazados parece aumentar diez veces más el problema. El tener a alguien en quien confiar hace toda la diferencia.

      Escuchar
    * Recibir consejos. Los sermones no ayudan. Tampoco ayuda la sugerencia de “anímate” o asegurarles que “todo saldrá bien”. No analices, compares, califiques o critiques.

      Escuchar
    * Ser interrogados. No cambies de tema, no compadezcas o condesciendas. El hablar de los sentimientos es difícil. Las personas al borde del suicidio no quieren ser apuradas o tener necesidad de defenderse.

Informacion basica y complementaria sobre el suicidio

1. Antecedentes Históricos 

â??El que se mata por sus propios deseos comete suicidioâ?.

Abate Francois Desfontaines, 1735 (creador del término)

â??La persona que se suicida deposita todos sus secretos en el corazón del sobreviviente, le sentencia a afrontar muchos sentimientos negativos y, es más, a obsesionarse con pensamientos relacionados con su papel, real o posible, a la hora de haber precipitado el acto suicida o de haber fracasado en evitarlo. Puede ser una carga muy pesadaâ?

(Caín, 1972, página X, citado por Worden, J.W., 1997)

A lo largo de la historia, las culturas que han poblado el planeta han considerado el suicidio de distinta manera. Aunque algunas de ellas son muy parecidas, las mismas culturas han incluso modificado su propio acercamiento al mismo con el paso de los años, retomando o abandonando posturas anteriores. El impacto de tales consideraciones aún persiste de forma más o menos importante hoy día. Algunos de sus antecedentes son:

La Antigüedad

Los Galios consideraron razonable el suicidio por vejez, por muerte de los esposos, por muerte del jefe o por enfermedad grave o dolorosa. De igual forma, para Celtas Hispanos, Vikingos y Nórdicos, la vejez y la enfermedad eran causas razonables. En los pueblos germánicos (Visigodos), el suicidio buscaba evitar la muerte vergonzosa (â??kerlingedaleâ?), lo cual era loable y bien visto. En la China (1.800 ac) se llevaba a cabo por lealtad, en Japón se trataba de un acto ceremonial, por expiación o por derrota, y en la India por motivos litúrgicos o religiosos, así como por muerte de los esposos (éste último considerado hoy día un delito criminal).

Las Tribus Africanas consideraban maligno y terrible el contacto físico con el cuerpo del suicida, incluso se quemaba la casa y el árbol donde se hubiese ahorcado éste; el suicidio reflejaba la ira de los antepasados y se consideraba asociado a brujería; por otra parte, el cuerpo se enterraba sin los ritos habituales.

En los Antiguos Cristianos el suicidio era muy raro pues atentaba contra el V mandamiento. En La Biblia aparecen 8 referencias a suicidios: 3 de guerreros para no entregarse al enemigo, 2 en defensa de la patria, 1 al ser herido por una mujer, y 2 por decepción (Ajitófel y Judas). Existe también la referencia a dos suicidios colectivos, uno de 40 personas en un subterráneo de Jerusalén y el suicido de la fortaleza sitiada de Massada.

En Grecia y Roma las referencias a los suicidios son innumerables y por diversos motivos: por conducta heroica y patriótica, por vínculos societarios y solidarios, por fanatismo, por locura, por decreto (Sócrates), suicidio asistido por el senado. Durante la antigüedad clásica el suici­dio del enfermo de “enfermedad incurable por necesidad” fuese una alternati­va razonable; en Roma sólo se penaba el suicidio irracio­nal. Prevale­cía la idea de que quién no era capaz de cuidar de sí mismo, tampoco cuida­ría de los demás, por lo que se despreciaba el suicidio sin causa aparente. Se consideraba que el enfermo “termi­nal” que se suicidaba tenía motivos suficien­tes. Se aceptaba pues el suici­dio provocado por “la impaciencia del dolor o la enfermedad”, ya que según decían se debía al “cansan­cio de la vida (…), la locura o el miedo al desho­nor”. La idea de “bien morir” (Eu?thanatos) era un Summun bonum: “(…) porque es mejor morir de una vez que tener que padecer desdichas un día tras el otro” (Esquilo, Prometeo encadena­do). Es más, “no es de buen médico entonar conjuros a una herida que reclama amputa­ción (Sófocles, Áyax).

Las filosofías de los estoicos, pitagóricos, platónicos, aristotélicos y epicúreos tuvieron una gran influencia sobre el concep­to romano del suicidio como liberación de un sufri­miento insoporta­ble. Para los romanos y los griegos, morir decentemente, racional­mente y al mismo tiempo con dignidad, era muy importante. En cierto modo, la forma de morir era la medida del valor final de la vida, en especial para aque­llas vidas consumidas por la enfermedad, el sufrimiento y el desho­nor: “¿Seguimos o no aceptando el principio de que lo importante no es vivir sino vivir bien? (…) ¿Y que vivir bien, vivir honradamente y de acuerdo con la justicia, constituyen la misma cosa? (Platón: Critón)”. Aristóteles lo consideraba una injusticia sino era autorizado por el Estado: â??Entonces eran rehusados los honores de la sepultura normal y la mano derecha era cortada y apartada del cuerpoâ?.

En los primeros tiempos republicanos, Tarquino el Soberbio ordenó poner en cruz los cadáveres de los suicidas y abandonarlos como presas de los pájaros y animales salvajes para combatir una epidemia de suicidios. No dar sepultura a los suicidas era habitual. Para Séneca, â??el suicidio era un acto enérgico, por el que tomamos posesión de nosotros mismos y nos libramos de inevitables servidumbresâ?. Celebró el suicidio de Catón como â??el triunfo de la voluntad humana sobre las cosasâ?.

El Neoplatonismo, la filosofía de la felicidad más influyente en la antigüedad clásica, consideraba que el hombre no debía abandonar voluntariamente el lugar asignado por Dios. El suici­dio, por lo tanto, afectaba al alma negati­vamente después de la muerte. San Agustín (354?430 d.c.) describió el suicidio como “detesta­ble y abominable perversidad”. Agustín afirma­ba que dios otorgaba la vida y los sufrimientos, y que por lo tanto se tenían que soportar. De igual forma, el Islamismo lo condena de tal forma que lo considera un hecho más grave que el homicidio.

Edad Media

Durante esta época el suicidio es penado rígidamente por las leyes religiosas. El Concilio de Arlés (452) declaró que el suicidio era un crimen. El Concilio de Braga (563) lo sancionó penalmente al dictaminar que el suicida no fuera honrado con ninguna conmemoración en la liturgia, excluido del camposanto. Lo mismo sucedió en el Concilio de Auxerre (578). El cuerpo de los suicidas era trasladado con escarnio, enterrado en la encrucijada de los caminos, su memoria difamada y sus bienes confiscados.

Renacimiento

Es variable, aumenta y disminuye según el período, siendo muy notable durante el romanticismo (llamado â??mal del sigloâ?). Persisten las sanciones religiosas.

Hoy día

Varios hechos se esgrimen hoy día como elementos importantes que favorecen la actitud suicida: una salud psicológica quebrantada, la superioridad de lo material sobre lo espiritual, la ambición desmesurada del hombre por el poder, la frialdad del cientificismo tecnológico, el estrés de la vida, la vejez desprotegida e institucionalizada, la disolución familiar, la pérdida de vínculos, la falta de valores morales, la masificación, la soledad del hombre, la pérdida de roles y valores.

Por otra parte y de enorme trascendencia en las culturas cristianas, el Catecismo de la Iglesia Católica, edición 1992, señala que â??La iglesia ora por las personas que han intentado contra su vidaâ?, asumiendo así una actitud más pastoral que antaño y teniendo en cuenta la actitud mental y psicológica del suicida y las consecuencias sobre la familia.

2. Factores Desencadenantes

Varios factores se consideran implicados en el suicidio:

1. Sociales: El estilo de vida moderno, cultura â??lightâ?, consumismo exagerado, falta de autoridad, manipulación fácil, falta de valores y referencias, desarraigos graves, disolución familiar, tecnicismo avasallador, ausencia de significatividad religiosa, sexualidad deshumanizada, alto grado de agresividad. Algunos autores hablan del suicidio anómico (el que tiene lugar después de una ruptura social importante), el altruista (para salvar el honor familiar o personal o para que otros no se hagan cargo de su persona) y el egoísta (los que nunca estuvieron integrados en la sociedad y que no pertenecen a ella).

2. Factores psicológicos: personalidad impulsiva y con baja tolerancia al fracaso, dependientes y con expectativas excesivamente ambiciosas o irreales.

3. Factores patológicos: trastornos del ánimo (depresión, enfermedad bipolar, distimia), trastornos psicóticos, obsesivo-compulsivos, trastorno limítrofe.

4. Factores biológicos: trastorno neuroquímico.

5. Factores clínicos: Enfermedad terminal, cirugía reciente sin éxito, dolor no controlado, tumores (especialmente craneales), deformaciones (especialmente faciales), amputaciones graves e invalidantes.

6. Factores demográficos: Edad (aumenta con la edad: mayor riesgo en los mayores de 65 años; 70% de los intentos en menores de 40 años), sexo (más frecuente en mujeres pero más efectivo en hombres), estado civil (variable, puede ser más frecuente en solteros, viudos o separados), ocupación (variable, en desempleados y trabajos de mucha responsabilidad y estrés), razas (más frecuente en raza blanca, presencia de fenómenos de contaminación cultural; para 1996 â??UNICEF-, el mayor índice de suicidio fue en países como Finlandia, Lituania, Nueva Zelanda, Federación Rusa y Eslovenia), grupos sociales (variable según el país; los países más desarrollados tienen los índices más altos de suicido: Suecia, Japón, Suiza, USA), religión (una vida espiritual sana y consecuente parece ser un factor protector), zona geográfica (variable), período del año (variable, parecen existir ciclos, más frecuentes en primavera y otoño y los días lunes).

7. Antecedentes familiares: Mayor riesgo cuando hay antecedentes por posible contaminación psicológica y/o historia de enfermedad psiquiátrica (enfermedad bipolar). Se destacan mala comunicación, alcoholismo, lazos familiares rotos.

8. Factores etiológicos agudos: depresión grave, desesperación, pérdida significativa (muerte, separación, pérdida económica, etc.), interrupción de medicación, intoxicación por alcohol o drogas.

9. Triángulo letal de Schneidman: Síntomas característicos que acompañan a la persona cuando está a punto de cometer suicidio: a) Baja auto-estima, b) Agitación extrema en la cual la persona se encuentra muy presionada y no discierne claramente; las decisiones intelectuales se transforman en decisiones impulsivas de orden afectivo. c) â??Visión en túnelâ? (â??no se ve otra cosa que la muerte como salidaâ?) o limitación en las posibilidades intelectuales que determinan que el sujeto no puede discernir serenamente más allá de la situación inmediata.

Primer Estado

Fase sintomática disfórica (malestar), surge la primera idea de suicidio, si bien la reacción inicial es de oposición.

Segundo Estado

La idea va tomando cuerpo. No ve otra salida. El 40% lo comunica al médico, psicólogo o sacerdote y el 80% a familiares y conocidos.

Tercer Estado

Tranquilidad y calma antes de la tormenta. Ya está decidido el cómo, el cuándo y el dónde.

4. Factores Etiológicos por Edades

1. Niños

Problemas severos de incomunicación, huida de la agresión física o sexual, fracaso o humillación en el colegio, antecedentes de suicidio en la familia o en un amigo, muerte reciente de un familiar, padres separados con relaciones conflictivas (70% mayor de incidencia), traslados de domicilio, pérdidas de amigos, incapacidad de adaptación a nuevos estilos de vida, experiencias tempranas traumáticas.

2. Adolescentes

Padres divorciados, alcohólicos o depresivos, embarazos no deseados, pérdida de autoestima (por discusión familiar, humillación, fracaso escolar, homosexualidad, inadaptación y rechazos sociales, etc.), abuso de alcohol o drogas, trastorno de la conducta, fracaso del noviazgo, contacto con familiares o sobrevivientes de suicidio (alto grado de contaminación), traslados de domicilio, pérdidas de amigos, incapacidad de adaptación a nuevos estilos de vida, carencia de estructura o límites familiares, amputación del futuro (â??ya nada me ilusionaâ?), deseo fantasiosos de castigar o manipular a los seres queridos.

3. Estudiantes universitarios

Presión para el éxito, fracaso académico.

4. Adultos

Depresión o trastorno de la personalidad, desempleo o inestabilidad laboral, duelo (reunificación mágica, urgencia de sustraerse al dolor), infidelidad y problemas sexuales, divorcio, violencia familiar, abortos, prisión.

5. Ancianos

Depresión, soledad, aislamiento social, problemas económicos, pérdida de autonomía e independencia, problemas de salud, nido vacío, insomnio, maltrato.

5. El Suicidio y los niños

Como factor de riesgo conocido, es difícil decidir el momento adecuado para hablarle a un niño sobre el suicidio. El mejor momento para hacerlo parece ser el de la muerte misma, antes de que los conflictos e inquietudes hayan adoptado la forma de síntomas o problemas de comportamiento y antes de que otros niños lo comenten. Los niños comprenden mejor el asesinato que el suicidio, porque conocen y están familiarizados con sus sentimientos agresivos. Si el padre superviviente opta por mantener el secreto o deformar la realidad de los hechos (comunicación distorsionada), el niño se dará cuenta de que hay algo que se le oculta o es incongruente con la realidad que aprecia, lo cual levantará una barrera en la comunicación entre padre e hijo, precisamente en un momento en que el niño necesita expresar sus ambivalentes y conflictivas emociones.

Cuatro aspectos de carácter general, y relacionados con el suicidio, permiten estudiar las consideraciones comunes y genera­les de las reacciones de los niños al suicidio paterno:

(1) Cada suicidio posee características únicas;

(2) Las circunstancias familiares en el marco del suicidio son únicas;

(3) La estructura de la personalidad del niño y su nivel de desarrollo en el momento del suicidio hacen que la reacción sea absolutamente individualizada en cada caso;

(4) En muchos casos, antes del suicidio, ya existían problemas de desarrollo en los niños.

Además de ello, los niños están frecuentemente involucrados en algunos aspectos del acto mismo del suicidio. El sentimiento dominante originado por el suicidio de uno de sus padres es el de culpabilidad; su origen es diverso:

a. Dado que la forma de pensar de los niños es eminentemente concreta y caracterizada por un concepto deformado de causali­dad, egocentrismo y pensamiento mágico al interpretar las realidades psíquicas, muchos niños creen que determinados incidentes inmediatamente anteriores al suicidio -sobre todo quejas de sus padres por su mala conducta- son la causa directa de aquel.

b. En muchos casos el padre deprimido ha hecho sentirse culpa­bles y parcialmente responsables de su desesperación a los miembros de la familia, por lo que éstos se sienten aún más culpables al producirse el suicidio.

c. Dadas las características de los trastornos que habitualmen­te se asocian a conductas autolíticas, se advierte reiterada­mente al niño de que tenga cuidado de no indisponer o preocupar a uno de ellos, con lo cual se deposita la responsabilidad de su bienestar psicológico sobre el crío.

El sentimiento de culpabilidad del niño se suele concen­trar también en el propio acto de suicidio y es matizado por cues­tionamientos del tipo â??¿Cómo pudo, cómo debió evitarloâ?? Este senti­miento de culpa es intenso y agobiante, y sus efectos son claramente visibles en el niño: declaraciones insistentes y directas de culpa­bilidad y auto-reproche, depresión, comportamiento provocativo, auto-castigo, conducta obsesiva, pensamientos cargados de culpabili­dad y esfuerzos desesperados para defenderse demostrando que es absolutamente bueno, que no hace daño a nadie y que no es malo ni peligroso.

Las implicaciones del suicidio paterno, y sus graves consecuencias a largo plazo sobre la estructura psíquica del niño, exigen una cuidadosa y continuada vigilancia a todo lo largo del duelo desde una perspectiva multidimensional y multidisciplinaria.

6. Suicidio y Enfermo Terminal

La desesperanza es la variable clave que une la depresión al suicidio, y es significativa­mente mejor predictor de suicidio consumado que la depresión sola. La soledad, el abando­no, la pérdida de control interno y externo, así como la sensación de desamparo o impotencia ante la enfermedad -habituales compañeros del paciente con enferme­dad terminal- son facto­res muy desta­ca­bles asociados a una mayor vulnerabilidad al suicidio. ­Por otra parte, el dolor es la primera causa de morbilidad en el enfermo moribundo; la gran mayoría de los suicidios en el marco oncoló­gico se presentan en pacientes con dolor grave mal controlado y pobre­mente tolerado.

Los trastornos confusionales son también una causa importan­te de suicidio, especialmente en pacientes hospi­talizados; su presencia ?asociada a una pérdida en la capacidad de control de impulsos? puede conducir a un “acting out” (impulso) de pensa­mientos autolí­ticos en un paciente, por lo demás, deprimido, gravemente enfermo y confuso. La fatiga psicoemocional y el agotamiento físico, financie­ro, espiri­tual, familiar, comunitario y de los recursos de salud son otros de los elementos trascendentes en la motivación del suicidio en el enfermo terminal o moribundo. Para algunas personas, particularmente desde una perspectiva filosó­fica, el suicidio en los enfermos que afrontan una enferme­dad fatal es visto como “razonable” y provisto de un signi­ficado positivo: retomar el control de la propia vida y mante­ner la seguridad de una “muerte digna”. Las posturas habitualmente defen­didas comportan elementos más emocionales que científicos.

En cualquier caso, no es raro que el enfermo moribundo pida algo que acabe con sus sufrimientos; a menudo reconsideran la idea cuando el médico com­prende la legitimidad de su opción y la necesidad de mantener un sentido de control sobre aspectos de su muerte. El objetivo no es prevenir el suicidio a toda costa, sino prevenir aquel que se debe a la desesperación, a la soledad y aisla­miento, y a un inapropiado control de los síntomas.

7. Mitos

1. La persona que amenaza con suicidarse en realidad no lo va a hacer y quien desea seriamente hacerlo no avisa.
2. La familia siempre es contenedora.
3. La persona histérica no se suicida.
4. El suicidio es un problema solo de viejos.
5. Hablar de suicidio con la persona que ha pensado o intentado hacerlo induce al acto.
6. Solo los locos o raros se suicidan.
7. Cuando alguien planea suicidarse, nada ni nadie puede detenerlo.
8. La pobreza es el mayor desencadenante del suicidio.
9. La gente que intenta suicidarse realmente quiere morirse, antes o después.
10. Solo se suicidan los cobardes.
11. Todos escriben cartas antes de suicidarse (solo uno de cada 6 suicidas deja una carta a los seres queridos).

8. Relación de Acompañamiento

El suicidio de un ser querido es una tragedia devastadora que deja despedazada la vida de los sobrevivientes y produce un duelo muy traumatizante. Algunos elementos propios del suicidio, incluyen:

1. Sentimiento de traición y abandono: â??¿Qué le hice para que me hiciera tanto daño?â?, â??¿Cómo pudo hacerme esto?â?, â??¿Acaso no pensó en mi, en los niños, en su mamá?â?, â??¿Porqué no pudimos llenar su vida?â?, â??¿Porqué lo hizo?â?, â??¿Estaba enojado conmigo?â?. El suicidio despierta un angustiante y molesto sentido de traición por tantos años de paciencia y cariño que se brindó.

2. Sentimiento de culpa: La muerte por suicidio no implica solo su ausencia sino que, además, la muerte se vivencia como una acusación por lo que se hizo o no se hizo, se dijo o no se dijo. Es común a toda pérdida pero más acusada en suicidio.

3. Fracaso de rol: Muy unido al sentimiento de culpa, el suicidio produce un angustiante sentimiento de fracaso de rol, muy notable entre las madres.

4. Preguntas sin respuesta: Hay mucha confusión y no hay respuestas. Existe una urgente necesidad de encontrar una justificación racional al mismo, una causa medianamente aceptable.

5. Muerte sin adiós: Queda la sensación angustiante de haber sido abandonados de forma unilateral e injusta.

6. Rabia: El suicidio produce un intenso sentimiento de rechazo hacia aquel ser querido que terminó con su vida (amor-odio contra el objeto amado), resentimiento por haberse dado por vencido, contra nosotros por no habernos dado cuenta, hacia Dios por no haber evitado la tragedia. La rabia, como sentimiento, es un intento de sacar el dolor de sí mismos.

7. El estigma: Aun cuando las condenas históricas han desaparecido en gran parte, el suicidio estigmatiza gravemente a la familia: â??Ahí va la madre el suicidaâ?, â??Qué sería lo que le hicieronâ?, etc. La condena es tanto hacia la familia como hacia el mismo suicida. Los supervivientes suelen experimentar menos apoyo social que sus contrapartes y sienten más necesidad de comprensión que en otras muertes. La vergüenza asociada al estigma es uno de los sentimientos más difíciles de sobrellevar.

8. Miedo: Es muy frecuente, tanto por lo anterior como por el reconocimiento de los propios sentimientos autodestructivos, incluso pueden arrastrar con ellos una sensación de destino o predestinación. Además, existe el constante miedo sobre el futuro â??más allá de la muerteâ? de su ser querido (condenación, infierno, etc.).

9. Pensamiento distorsionado: Se presenta por la necesidad de ver la conducta de la víctima, no como un suicidio sino como una muerte accidental, creándose un patrón de comunicación distorsionada en las familias. La familia crea así un mito respecto a lo que realmente le ocurrió a la víctima, y si alguien cuestiona la muerte llamándola por su nombre real, produce un gran enojo y rechazo de los demás, aquellos que necesitan verla como una muerte accidental o natural. Así, es frecuente que los miembros de familia oculten la causa de la muerte y sepan quién sabe y quién no la verdad.

9. Elementos del Asesoramiento

1. Educación en duelo y en suicidio (libros, artículos, películas).

2. Intervenciones precoces antes de que se establezcan patrones disfuncionales como los pensamientos distorsionados.

3. Intervención sintomática

A. Confrontar con la realidad la culpabilidad hacia uno mismo y hacia los otros (diferenciar entre culpa racional e irracional);

B. Ayudar a corregir las negaciones y distorsiones (afrontar la realidad del suicidio, utilizar las palabras difíciles como â??se suicidóâ?, â?se ahorcóâ?, etc., corregir distorsiones);

C. Trabajar el enfado y la rabia (extraerlo de sí mismo y dirigirlo constructivamente hacia afuera);

D. Confrontar la sensación de traición y abandono con la realidad;

E. Explorar fantasías de futuro (efecto de la muerte sobre su futuro);

F. Manejo grupal del estigma y la vergüenza.

4. Intervención relacional

A. Explorar las funciones de rol y la vivencia de fracaso del mismo.

B. Confrontar la necesidad de encontrar una justificación racional al mismo (una causa medianamente aceptable).

5. Establecer un ritual de despedida.

6. Terapia individual y terapia grupal.

7. Encuentros mixtos de personas que intentaron suicidarse y supervivientes de suicidios.

Criterio A (estrés por la separación afectiva que conlleva la muerte).

Presentar, cada día o en grado acusado, 3 de los 4 síntomas siguientes: 1. Pensamientos intrusos -que entran en la mente sin control- acerca del fallecido. 2.  Añoranza -recordar su ausencia con enorme y profunda tristeza- del fallecido. 3.  Búsqueda -aún sabiendo que está muerto- del fallecido. 4. Sentimientos de soledad como resultado del fallecimiento.

Criterio B (estrés por el trauma psíquico que supone la muerte).

Presentar, cada día o en grado acusado, y como consecuencia del fallecimiento, 4 de los 8 síntomas siguientes: 1. Falta de metas y/o tener la sensación de que todo es inútil respecto al futuro. 2. Sensación subjetiva de frialdad, indiferencia y/o ausencia de respuesta emocional. 3. Dificultad para aceptar la realidad de la muerte (p.ej., no terminar de creérselo). 4. Sentir que la vida está vacía y/o que no tiene sentido. 5. Sentir que se ha muerto una parte de si mismo. 6. Asumir síntomas y/o conductas perjudiciales del fallecido, o relacionadas con él. 7. Excesiva irritabilidad, amargura, y/o enfado en relación con el fallecimiento. 8. Tener alterada la manera de ver e interpretar el mundo (p.ej: haber perdido la sensación de seguridad, la sensación de control, la confianza en los demás).

Criterio C (cronología).

La duración del trastorno -los síntomas arriba indicados- es de al menos 6 meses.

Criterio D (deterioro).

El trastorno causa un importante deterioro de la vida social, laboral u otras actividades significativas de la persona en duelo.

11. El Trabajo de Libia

1. Sentimiento de Traición y Abandono

No le hice nada para que él tomara esa determinación. Ahora entiendo simplemente murió de una manera diferente. Sí hubiera muerto de repente, me hubiera sentido igual. No me hizo tanto daño, eso creí yo, el daño se lo hizo él al cortar su tiempo en la tierra y privarse de nuestra compañía y dejar de hacer las cosas que le correspondía hacer. Ã?l no me hizo nada a mi, ni a nadie, yo quería creer eso, además me convenía creerlo para ser victima, pues tenía mi auto estima muy bajita y creía que me hacían daño, con el tiempo y capacitándome en reuniones como ésta entendí que nadie me hace nada a mi a menos que yo lo permita. Precisamente porque pensó tanto en todo, es que no podemos ser tan egoístas en creer que él no tenía más en que pensar que en su familia; él tenía su propio mundo, su propia vida, sus conflictos emocionales, que su familia y yo no conocíamos , nadie le llena la vida a nadie, no puedo pretender que fuera mi alma gemela, sí en realidad ni siquiera nuestras huellas dactilares eran iguales. Lo hizo porque se le cerraron todos los caminos, y lo único que pudo ver al final de su vida fue un túnel liberador de tanto dolor, de tanto sufrimiento, un túnel por el cual encontraría la libertad, total no creo que se pueda vivir preso de su propia muerte.

2. Sentimiento de culpa

Estoy convencida de que son nuestros pensamientos distorsionados, incoherentes, insanos, motivos perturbadores del sistema nervioso central, que hacen que un suicida vaya llegando a esa hora crucial y definitiva en su vida, no creo que lo que yo dije, lo que hice o no hice haya sido causal, si fuera los suicidas serían por millones, porque el que no haya hecho y dicho cosas agresivas, dolorosas, humillantes castrantes, que tire la primera piedra, claro que por decir o hacer cosas hay personas que abandonan hogares, pero de otra manera.

3. El fracaso de rol

en ningún momento de mi vida me comprometí con nadie, no con Dios, porque él conoce mi condición humana, a ser la mejor esposa, la mejor madre o la mejor mujer, no jamás lo haría. Pero como no voy a ser tan pretenciosa de creer que fue porque yo le fallé en mis roles, no eso no tiene nada que ver en una determinación que el suicida hace porque su razón desapareció y lo que le empezó a complicar su vida fueron las emociones, porque una persona se suicida no por la razón sino por la emoción.

4. Preguntas sin respuestas

Me pasé 19 años buscando una justificación racional y no la encontré, que no les pase a ustedes lo mismo! Simplemente no hay una justificación que venga de la razón, porque sencillamente no viene de la razón sino de la emoción y frente a las emociones del otro si no hay nada que hacer, es absurdo pretender meterme en las emociones del otro para atajarle sus actos equivocados o no y después pretender encontrar claridad en un suicidio, que ya es un acto de emociones dementes, la locura total. No podré justificarlo, ni entenderlo nunca, ni suicidándome yo, porque no me daré cuenta de lo que hago sencillamente porque la razón desapareció en mi mente.

5. Muerte sin adiós

Sentimentalmente me quedé ahí añorando un emocional adiós. Porque yo le permití a ,mi muerto que se llevara mi razón y me quedé con todas las emociones a flor de piel y lo que es peor actuando emocionalmente equivocada. Afortunadamente con la razón pude trabajar, conseguir la precaria manutención para mis 6 hijos, gracias a Dios me quedó el sentimiento de responsabilidad para con ellos en todos los sentidos materiales, pero emocionalmente los obligué a pensar que si esa había sido la determinación del papá, estaba bien, que ahora nos teníamos que dividir la vida en dos tiempos antes y después del papá. Antes buena vida y ahora una vida llena de dificultades y esta no fue la información más sana para niños de 4 a 15 años. Fue una información dada desde la emoción. Todo esto sucedió por la falta de ayuda en la elaboración del duelo, no se si falta la despedida, al adiós; total si nos va abandonar, para que despedidas para que el adiós no tiene sentido que nos compliquemos la vida antes de partir.

6. Rabia

Eso fue lo que sentí 19 años hasta que llegué al grupo de duelo, disfracé la ira de mucho amor al trabajo, de mucha lucha por sobrevivir, para que todo el mundo dijera como soy de berraca, que hubiera sido de estos muchachos sin vos, mentira uno no sabe la ira que lleva por dentro, por estar haciendo lo que le corresponde hacer al otro; por estar afrontando la infancia, la adolescencia, la juventud de los hijos sola, cuando las cosas con nuestros hijos, porque siguen siendo nuestros así ya no este, una siempre esta creyendo que si él estuviera, las cosas con nuestros hijos hubieran sido diferentes. Sigue una pensando y actuando emocionalmente como por ejemplo: buscando el lugar de él en la mesa al tiempo de comer, así cambiemos de casa y de mesa, oyendo como introduce las llaves en la chapa de la puerta así ahora la puerta tenga dos chapas y cuando él murió tuviera una, siempre buscándolo y encontrándolo en las personas que van delante de uno, ósea dándole la espalda, porque si nos adelantamos nos damos cuenta que su rostro jamás estará en otro cuerpo.

En todo acontecimiento familiar siempre pensando en que faltó en las fotos o cuando me ponía a pensar en todos los proyectos que tenía él y que ininterrumpió absurdamente y entonces a llorar se dijo por lo que pudo ser y no fue o será que lloré y sufrí porque me dejó metida y no estuvo ahí para que me ayudara a vivir bien bueno, o porque no para que sufriera parejo conmigo. Nunca había analizado mi vida tan seriamente como ahora lo que hace que estoy en el grupo de duelo. No pensé jamás que fuera el reflejo de la rabia el que me hacía sentir emocionalmente tantas cosas. Sino hubiera tenido tanta ira mi pobre muerto hubiera descansado en paz y se hubiera podido ir a donde Dios en su infinita bondad considerase.

Libia, 2005

â??El que se mata por sus propios deseos comete suicidio”

Abate Francois Desfontaines, 1735 (creador del término)

La persona que se suicida deposita todos sus secretos en el corazón del sobreviviente, le sentencia a afrontar muchos sentimientos negativos y, es más, a obsesionarse con pensamientos relacionados con su papel, real o posible, a la hora de haber precipitado el acto suicida o de haber fracasado en evitarlo. Puede ser una carga muy pesada

Caín, 1972, página X, citado por Worden, J.W., 1997

“El suicida no va al infierno, viene del infierno”

Autor desconocido

Depresión y suicidio

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Depresión y suicidio

Indice

1. Introducción
2. Trastornos  Mentales
3. Depresión
4. Suicidio
5. Conclusiones
6. Bibliografía

1. Introducción

Mediante el presente trabajo pretendemos dar a conocer las principales características de los fenómenos de la depresión y el suicidio.
Para los más destacados científicos, filósofos y psicoanalistas ha sido un desafío importante profundizar acerca de los orígenes del trastorno mental referente a la depresión y el posterior suicidio. Por esta razón nuestro trabajo pretende  ser una mera descripción de lo que nosotros consideramos como causas, características, síntomas y tipos de las patologías mencionadas.
Comenzaremos el desarrollo del trabajo mediante una breve descripción de los trastornos mentales en general y culminaremos con el análisis de una de las formas más frecuentes de autodestrucción: el suicidio.
Para la realización del presente informe nos basamos en el estudio de obras de diversos autores, material extraído de Internet, diccionarios y enciclopedias.

2. Trastornos  Mentales

¿Qué son?
Son afecciones o síndromes psíquicos y conductuales, causa de angustias y deterioro en importantes áreas del funcionamiento psíquico; afectando el equilibrio emocional, el rendimiento intelectual y la adaptación social.
Los trastornos psíquicos también son considerados como una tensión emocional de larga duración, condicionada a la experiencia insuperable por las propias fuerzas. Produce menoscabo del estado de ánimo subjetivo de las posibilidades cualitativas y cuantitativas de experimentación, elaboración y acción; también genera disposición a la acción o reacción causante de una tensión subjetiva que es considerada por el individuo mismo y/o por otros como una desviación de experiencias y normas.
Se distingue de una tensión emocional <> (sobre todo), por la gravedad o por el menoscabo, las pérdidas y las presiones dolorosas subjetivas. Los trastornos mentales duran más, no pueden superarse por las propias fuerzas y se consideran como una <>.
Todos experimentamos abatimientos, incompetencia o desamparo en determinadas situaciones o personas. Así mismo experimentamos trastornos del sueño y otras molestias. También nos sentimos a veces desganados, pasivos y como ?paralizados?.

¿Cuáles son? (clasificación)
Trastornos infantiles
Son trastornos mentales que se hacen evidentes durante la infancia, la pubertad o la adolescencia.
El retraso mental se caracteriza por la incapacidad para aprender con normalidad y llegar a ser independiente y socialmente responsable.
La hiperactividad, desorden que parte de un déficit en la atención y la concentración, se traduce en un exceso de ímpetu en el individuo que la padece, haciéndole incapaz de organizar y terminar su trabajo, de seguir instrucciones o preservar en sus tareas, debido a una inquietud constante y patológica.
Los trastornos ansiosos comprenden el medio a la separación, evitar el contacto con los extraños y en general un comportamiento pusilánime y medroso.
Otros trastornos mentales se caracterizan por la distorsión simultanea y/o progresiva de varias funciones psíquicas, como la atención, la percepción, la evaluación de la realidad y la motricidad.
Algunos problemas del comportamiento pueden ser también trastornos infantiles: la bulimia, la anorexia nerviosa, los tic, la tartamudez y demás trastornos del habla y la enuresis.

Trastornos Orgánicos-Mentales
Están caracterizados por la anormalidad psíquica y la conductual, asociada a deterioros transitorios o permanentes en el funcionamiento del cerebro. Este daño cerebral, surge como consecuencia de una enfermedad orgánica, del consumo de alguna droga a lesiva para el cerebro o de alguna enfermedad que lo altere indirectamente por su acción lesiva en otras partes del organismo.
Los síntomas característicos de estos trastornos pueden resultar de un daño orgánico o de una reacción del paciente a la pérdida de capacidades mentales. Ciertos trastornos mantienen como principal característica el delirio o un estado de obnubilación de la conciencia, proporcionando así un impedimento para mantener la detención. Además se presentan errores perceptivos y pensamiento desordenado e inadaptado.

Neurosis
La neurosis se caracteriza porque su producto sucedáneo es una fantasía de proveniencia y significación individual.
En esta patología no podemos observar una verdadera pérdida del sentido de la realidad, sino que se trata sólo de una adulteración de ésta.
Dentro de la neurosis encontramos los siguientes trastornos:
*Histeria: Es una enfermedad mental que se manifiesta por medio de determinados síntomas físicos, tales como parálisis o movimientos espasmódicos acompañados a veces de falta o exceso de sensibilidad al dolor. Estos fenómenos también reciben el nombre de Histeria de conversión, y reacciones disociativas. En pacientes diagnosticados hipocondríacos, neuros-técnicos o esquizofrénicos y aun en personas normales se dan también ciertas reacciones corporales prácticamente indistinguibles de las que se observan en los histéricos.
*Trastornos de la Ansiedad: La ansiedad es el síntoma predominante en dos casos: el pánico y los trastornos ansiosos generalizados.
En las fobias y las neurosis observas compulsivas, el pánico aparece cuando el individuo intenta dominar otros síntomas como el miedo racional, desmedido, etc. Entre las perturbadoras esta la agorafobia, miedo a los espacios muy abiertos o cerrados (claustrofobia). Por otro lado las obsesiones consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que se ve sometida a ellos. Finalmente, la compulsión tiende a repetir mecánicamente comportamientos inútiles, actitudes de previsión (un ejemplo es lavarse las manos más de 30 veces al día).
*Trastornos obsesivos-compulsivos: Una obsesión existe siempre que una persona no puede excluir ciertos pensamientos de la conciencia.
Los fenómenos obsesivos abarcan desde actos cotidianos y repeticiones de medida de precaución consciente hasta sistemas intrapsíquicos, de comportamientos altamente organizados, que dominan a la persona en la neurosis obsesiva y trastornos del carácter.

Un Trastorno Obsesivo
Es uno de los tipos de reacción en el que el individuo sufre la necesidad de realizar actos rituales lógicamente innecesarios (compulsiones) o bien tiene pensamientos que repugnan (obsesión). A estos trastornos los suele acompañar un impulso a la repetición que resulta irresistible a pesar de los grandes esfuerzos para suprimirlo. También a veces acompañan a estos trastornos diversos grados de duda, indecisión, ambivalencia, culpa, pensamientos mágicos y superstición, tendencias sádicas y masoquista, así como cavilaciones sobre el orden y desorden, el bien y el mal, la limpieza y la suciedad, el amor y el odio. Estos elementos generalmente no son comprendidos ni controlados por el individuo, aun cuando éste los considere disparatados, ridículos, penosos o humillante.
Para algunos autores estas reacciones neuróticas no se hallan totalmente determinadas por mecanismos de tipo hereditario (genético).
*Hipocondría: Se hace referencia a una sintomatología psíquica caracterizada por la hipervaloración de una serie de molestias corporales, sin justificación. Esta sintomatología aparece prácticamente en todos los grupos nosológicos, por lo que no puede hablarse de la hipocondría como una enfermedad, sino como un cuadro clínico, que caracteriza a pacientes que padecen diferentes enfermedades psíquicas.
Sydeham utilizó el término hipocondría para designar a la histeria del varón, constituyéndose en el grupo sociológico fundamental que más tarde se conocería con el nombre de neurosis.
Hay 2 formas fundamentales de hipocondría:.Hipocondría menor o neurótica, la que encontramos cuadros que clasifican las distintas formas de neurosis y en especial a la hipocondría obsesiva, ansiosa constitucional e histérica.
Hipocondría delirante o de psicosis, encontramos la psicosis endógena, la maniaco depresiva, las quejas hipocondríacas, muy frecuentes durante la fase depresiva. En la esquizofrenia lo más característico es un cuadro seudo neurótico, en el que durante mucho tiempo el enfermo mantiene otra cosa que sus quejas hipocondríacas, las cuales son delirantes, característica que domina todo el cuadro clínico.
*Fobias: Es temor irracional y persistente, inspirado por un objeto o lugar determinado, también implica ciertas repulsiones e inhibiciones mediante las cuales el sujeto trata de rehuir la ansiedad que lo asecha, ejemplo: un enfermo agorafórico permanecerá día y noche en su casa para evitar lo que invada la angustia. El paciente fóbico recurre a toda clase de subterfugios, en su afán por alejar de sino sólo el objeto de su aversión, sino cualquier alusión a éste, o a cualquier pensamiento relacionado con él.
Se le atribuye a las fobias vivencias de la primera infancia o reprimidas de las que falta recuerdo y que debe ser despertada, ejemplo: del inicio de una fobia puede haber sido porque un niño haya quedado encerrado alguna vez en una habitación produciéndole  una claustrofobia.

Psicosis
Constituye un trastorno psiquiátrico grave, suelen dañar algún conflicto visible de la realidad o una percepción de la realidad distinta a la que caracteriza a la mayoría de la población o un alejamiento respecto de las pautas conductuales aceptadas por la sociedad. No son psicóticas todas las personas que muestran tales divergencias o conflictos. Las personas que los especialistas consideran psicóticas no presentan necesariamente trastornos, ni cometen siempre actos que puedan resultar perniciosos para ellas mismas o para la sociedad. Durante la mayor parte de su vida no muestran síntomas patológicos patentes.
Dentro de la psicosis encontramos los siguientes trastornos:
*Trastornos de la personalidad: Estos trastornos duran toda la vida, algunos rasgos de la personalidad son tan rígidos e inadaptados que llegan a causar problemas laborales y sociales. Daños a uno mismo y a los demás.
La personalidad paranoide se caracteriza por la suspicacia y desconfianza. La esquizoide ha perdido la capacidad y el deseo de amar o establecer relaciones personales, mientras que la esquizotipica se caracteriza por el pensamiento, el habla, la percepción y el comportamiento extraño. Las personalidades históricas de caracterizan por la teatralidad de su comportamiento y expresión y se relacionan con la personalidad narcisista.
Las personalidades antisociales se caracterizan por respetar los derechos de los demás y no respetar las normas sociales, son inestables en su  auto imagen, estado de ánimo y comportamiento con los demás, hipersensibles al posible rechazó, humillación o vergüenza. La personalidad dependiente es pasiva, incapaz de tomar una decisión propia. Los compulsivos son perfeccionistas e incapaces de manifestar sus afectos. Los pasivos agresivos se resisten a las exigencias de los demás a través de maniobras indirectas como la dilación o la holganazanería   
*Trastorno de la afectividad: Son aquellos trastornos en los que el síntoma predominante es la alteración del estado de ánimo. El más típico, la depresión, se caracteriza por la tristeza, el sentimiento de culpa, la desesperanza y la sensación de inutilidad personal. Su opuesto, la manía, se caracteriza por un ánimo exaltado, expansivo, megalomaníaco y también cambiante e irritable, que se alterna casi siempre con el estado depresivo. (1)
*Trastornos paranoides: Se caracteriza por ideas delirantes, de persecución, grandeza y celotípicos. Este tipo de personalidad es defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, tiende a aislarse y tiende a ser violentamente antisocial y suele iniciarse en la mitad o final de la vida.
*Esquizofrenia: Es un grupo de trastornos graves que se caracterizan por perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción, unidas a un sentimiento perturbado sobre uno mismo y la pérdida del sentido de la realidad, hay una disociación entre las cogniciones y las emociones.
Estos trastornos paralizan el desarrollo humano en la juventud y suelen conducir al encierro en un mundo autístico, amenazado por el delirio, la alucinación y el temor por enfrentarse con la vida y con las personas. Hay una incapacidad del individuo para conseguir o mantener la integridad de su personalidad y para arrastrar los problemas insalubres que plantea la vida; lo que induce al enfermo a encerrarse en si mismo y tratar de resolver sus conflictos, rompiendo con las normas mentales, sociales y retrocediendo a un estado de su infancia regido por la fantasía y en el que no se distinguía claramente a sí mismo.

Tipos de esquizofrenia:
*Esquizofrenia Catatónica: Comienza de modo repentino, radica en la violenta excitación motora o en la completa rigidez del enfermo. Presenta alternancia de fases de extrema agitación y de inmovilidad total.
*Esquizofrenia Simple: Hay desinterés creciente y una progresiva degradación de la conducta, unidas a una indiferencia total respecto de cualquier pauta de vida.
*Esquizofrenia hebefrénica: Hay delirio y alucinaciones incoherentes e insolubles, el lenguaje suele fragmentarse y hacerse incomprensibles, utilizándose procesos verbales complejos.
*Esquizofrenia paranoide: El pensamiento y la conducta son delirantes, de índole persecutoria, y sometidos a una acción exterior unida a alucinaciones auditivas.
*Demencia: Es un déficit intelectual adquirido, intenso e irreversible. Pertenece a la sicopatología de la inteligencia.
Su causa inmediata es una lesión orgánica más o menos difusa de la corteza cerebral y, en casos raros, una lesión del tálamo óptico. Los procesos cerebrales responsables de la mayor parte de las demencias son: las parálisis generales, tumores de localización prefrontal y tálomica, ciertas epilepsias, como las enfermedades preseniles de Pich y Alzheimer, la ostereoclorosis, la involución senil y la corea de Huntington. Otras demencias de aparición mucho menos frecuente a las anteriores, se deben a ciertas endocrinopatías y las encefalopatías residuales traumáticas, tóxicas o infecciosas.

Psicosis maniaco-depresiva:
Se caracteriza por fases de depresión y manía, aunque también puede presentarse una de estas fases en forma predominante y aislada.
La manía se centra en forma a tres estructuras: el pensamiento, la afectividad y la psicomotricidad; la alteración es de sentido inverso en ambas fases. En la fase depresiva hay alegría, fuga de ideas y exaltación psicomotora. Estos tres síntomas son revelados por la actitud del paciente y se manifiestan en las funciones psíquicas, en la conducta y forma de vivir del mismo.
El enfermo es alegre, jovial e ingenioso, muy activo para emprender cualquier tipo de tareas, tomar decisiones y expresarse. Cuando la manía llega a su máxima exaltación aparecen graves síntomas psicopatológicos y trastornos de conducta.
En la hipomaníacas la manía se torna en una exaltación del ánimo, pero con irritación, dando lugar a trastornos de sociabilidad y a agresiones de palabra o de hecho. Estas personas dejan las actividades que han comenzado al poco tiempo y suelen ser desaseadas en lo personal y respecto de lo que las rodea.
Puede haber ansiedad, ideas de grandeza grotesca, graves trastornos de conducta y, debido a la exaltación de la libido pueden llegar a cometer delitos sexuales.         

3. Depresión

¿Qué es?
El termino depresión toma distintas significaciones radicalmente diferentes, en función de la cultura en que se da la depresión está relacionada con las presiones presentes en determinadas culturas, sobre todo en la infancia en sus periodos críticos.
Ciertas pautas de crianza familiar que ?protegen? al niño contra el riesgo de la depresión. El peligro de depresión ocasionado por muertes u otras pérdidas, puede ser reducido mediante determinados rituales de duelo y salidas de agresividad.
La depresión se refiere a una situación psíquica morbosa en la que se altera fundamentalmente el estado de ánimo, en el sentido de una disminución del mismo, y en el que la sintomatología se centra sobre la vivencia de la tristeza y la inhibición psíquica. Esta denominación ha ido adquiriendo más usos y prácticamente ha sustituido al clásico de melancolía, a pesar de que algunas escuelas mantienen la independencia psiquiátrica de ambos términos. La depresión psíquica constituye un síndrome muy frecuente en psiquiatría y prácticamente puede aparecer en todas las enfermedades mentales.
En síntesis, la depresión es un trastorno mental caracterizado por sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza, indefinición y desesperanza profunda. La depresión patológica está determinada por una tristeza sin razón aparente que la justifique y además, grave y persistente. Puede aparecer acompañada de varios síntomas concomitantes, incluidas las perturbaciones del sueño y de la comida, la pérdida de iniciativa, el auto castigo, el abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer, incapacidad para concentrarse o tomar decisiones, energía decaída, sentimientos de inutilidad, culpa y desesperación, desprecio de uno mismo, disminución del interés sexual, ideas recurrentes de suicidio, muerte, ataques de llanto. Afecta a hombres y mujeres, y las personas en ciertos períodos del ciclo vital parecen ser las más afectadas.

La Depresión Como Emoción Normal
La depresión es una emoción común, se trata de un sentimiento de desagrado, acompañado por condiciones somáticas, como envenenamiento, paréntesis dermáticas, alteraciones en el tono muscular y transpiración. La persona deprimida camina con la cabeza gacha, las piernas dobladas, con movimientos lentos, es débil, etc.
Pero, sobre todo, en el plano mental, las características de la depresión son más específicas. La ansiedad se caracteriza por el temor al peligro, va acompañada de un sentimiento de que el suceso peligroso, ya se ha dado y de que no está sufriendo el mal temido. En condiciones ?normales?, la depresión es una reacción provocada por procesos psicológicos como evaluaciones y estimaciones a nivel cognitivo.
En el proceso de depresión intervienen factores cognitivos y sociales.
Por su condición desagradable, la depresión parece tener una función: la de eliminación a sí mismo. Pero será así si la persona se ve obligada a reorganizar sus pensamientos y buscar nuevas ideas para reconstruir su vida. Sobre todo, organizará las ideas referentes a la persona perdida de modo que ésta no aparezca como indispensable.

La Depresión Como Emoción Anormal
Una depresión es anormal cuando no guarda proposición con el suceso (o sucesos) antecedentes que lo han provocado; cuando es excesiva con respecto a la causa o factor precipitante conocida; cuando se produce en sustitución de otra emoción más adecuada.
Para explicar esta depresión tenemos factores psicológicos y constitutivos. Estos factores están conectados con la depresión durante la psicosis maniaco-depresiva. La depresión no reorganiza las ideas sino que piensa los procesos de pensamiento portadores del dolor mental. Aparentemente funciona un mecanismo de adaptación que reduce la cantidad de pensamiento con el fin de disminuir el dolor, dejando en algunos casos solo pensamientos vagos y generales acompañados por un sentimiento de melancolía. La paralización de los pensamientos dolorosos es un mecanismo que se destruye a sí mismo, empeorando la situación general.

Mecanismos Psicodinámicos De La Depresión
Hay elementos o factores hereditarios y otros vivénciales que desencadenan procesos psicodinámicos que determinan los trastornos depresivos. Los mecanismos psicodinámicos se aplican principalmente a las depresiones de la psicosis maniaco-depresiva, depresión psicótica y melancolía de la involución. Abraham, discípulo de Freud, aplico los principios psicoanalíticos a la psicosis maniaco-depresiva mediante la comparación de la depresión anormal con la tristeza normal. Ambas condiciones son provocadas a veces por una perdida; la persona normal piensa en el ser perdido, mientras que el paciente depresivo se siente dominado por sentimientos de culpa. La hostilidad que se sentía hacia el objeto perdido se dirige hacia él mismo. Abraham presuponía una represión a un estado pregenital ambivalente de relación hacia el objeto, lo que es igual a volver al estado anal sádico. Freud aceptó esta idea de la existencia de una relación entre la aflicción y la melancolía, y observo que en la primera el objeto se siente perdido por la mente, mientras que en la segunda se da la perdida interna, porque la persona desaparecida ha sido incorporada. El sadismo existente en esta relación se dirige hacia el objeto de amor incorporado.
Radó insinuó que la melancolía representa una búsqueda desesperada de amor. El yo se castiga en prevención del castigo paterno.
Klein considero a una actitud depresiva un acontecimiento normal en la vida de un niño hacia los 6 meses, la época del destete. La madre ha sido vista por el niño como 2 personas, buena o mala. El niño teme que sus impulsos agresivos instintivos destruyan el objeto bueno e interpreta la perdida del pecho y su leche como el resultado de esos impulsos agresivos. La incapacidad de resolver esta ?actitud depresiva? puede conducir a una posterior depresión patológica.
Arieti observó que en los primeros años de vida de las personas propensas a la depresión psicótica hay fase de intensa gratificación de las necesidades. La madre se siente movida por un sentimiento de deber, al tener al niño y quererlo. Esto hace que el niño sea muy receptivo con respecto a los otros, a introyectarlos y, mas tarde, a ser introvertido y conformista.
A los 2 o 3 años la madre le presta menos atención que antes al niño, inculcándole más responsabilidades, un sentimiento de deber y obligación. En este cambio el niño puede sufrir un trauma. Trata de hallar soluciones o pseudo soluciones, utilizando dos mecanismos: el primero es hacerse más infantil, dependiente, agresivo, por lo que el adulto que lo rodea debe crearle la atmósfera de la primera infancia y felicidad; el otro es tratar de vivir de acuerdo con lo que la madre espera de él, así mediante la obediencia recuperará el primer amor y la primera felicidad.
Más tarde se descubre que estos mecanismos no funcionan. Por muy obediente o agresivo que se vuelva no recupera la primera felicidad, esto provoca sentimientos depresivos. Con algunos años más, la sintomatología de la depresión reproduce aquel primer trauma. Interpreta la pérdida de un objeto querido como si se debiese a él mismo. Esta pérdida puede ser la muerte de alguien querido como el fracaso de una interrelación personal o la desilusión con respecto a una institución u obra a lo que se había entregado la vida. En ocasiones la pérdida es más difícil de evaluar, pueden ser cosas abstractas, tales como ideales, el sentido de la vida y el valor de uno mismo como persona.
Factores etipatogénicos y teoría de la enfermedad.
Aunque se desconoce la causa de la locura maníaco- depresiva, existen una serie de hechos altamente significativos.
La herencia juega un papel indudable en esta enfermedad alrededor del 60% de los casos tiene una carga hereditaria. La auténtica psicosis circular (depresión y manía) está más condicionada genéticamente (alrededor del 70%). La depresión simple o periódica tiene una carga hereditaria de alrededor del 40%.
En íntima relación con la herencia, está la hipótesis constitucional. Kretschmer ha llamado la atención sobre la preponderancia del hábito pícnico y el temperamento ciclotímico en estos pacientes y es evidente que tales sujetos predominan entre los deprimidos.
Se han aducido otros factores biológicos, bioquímicos y neurofisiológicos, pero estos no pasan de ser meras hipótesis. Debe existir indudablemente una alteración científica, ya que en esta Enfermedad aparecen una serie de alteraciones de mecanismos biológicos regidos por este centro. Una cuestión muy debatida reside en la aceptación o no de factores psicológicos y ambientales, como agentes causales de esta enfermedad. La mayoría de los autores piensa que en las depresiones endógenas y las psicorreactivas, estos factores sólo tienen un papel desencadenante.
En conjunto, parece ser que el desencadenamiento psicológico de una fase depresiva es más significativo para las primeras fases que para las otras, que suelen aparecer automáticamente.
Debe restablecerse una línea continua desde el paciente en que la depresión es exclusivamente endógena, hasta la típicamente reactiva, y la significación del factor desencadenante hay que valorarla en relación con la importancia que éste tenga vivencialmente y en relación con las características esenciales de la personalidad: situación biográfica en el momento de la aparición de la fase y otras variables.

Fases de la depresión.
La enfermedad cursa con fases (períodos recortados), que al ceder no dejan efecto psíquico alguno. Estas fases duran por términos medios de 6 a 12 meses.
En la descripción clásica, el curso de la enfermedad va alternando períodos de depresión con fases de manía (?locura maníaco- depresiva?), pero son más numerosos los pacientes que sólo tienen fases de depresión.
Estas fases suelen aparecer en las mujeres alrededor de los 25 y 40 años, en períodos de desequilibrio hormonal (parto, lactancia, menopausia), en los varones, la distribución por edades no es tan característica.
La duración de la fase varía según se refiere a la primera o a las siguientes. En conjunto se aprecia que la duración suele aumentar en cada crisis, y además suelen ser más prolongadas a parir de los 50 años de edad.
En las ínter crisis, el paciente se encuentra totalmente libre de síntomas. La duración de estos períodos varía según se refiere al primer brote o a los siguientes. En conjunto se aprecia una tendencia a ir acortándose los períodos de ínter crisis.
Todos estos datos sólo pueden tomarse como una estimación estadística, ya que la variación de un paciente a otro es grande.
Es característico de esta enfermedad su buen pronóstico (las enfermedades son recortadas y dejan al paciente ?limpio? de síntomas), pero en algunos hay una tendencia la cronicidad, especialmente en los pacientes avanzados.
Muy característico es el cambio de sintomatología a lo largo del día y es usual que ésta sea mucho más intensa en las primeras horas del día que en el resto.
En algunos pacientes las fases no son típicas, en el sentido de mezclarse síntomas de depresión con otros de manía (depresión agitada y manía estupurusa, etc.).

Grupos de depresiones según kraepelin.
1º Grupo: Retardación simple: En la forma simple de depresión, hay ausencia de alucinaciones y delirios importantes. Comienza de modo gradual, se hace difícil pensar, la toma de decisiones y la expresión se tornan dificultosas al igual que el seguimiento de una idea tanto en la lectura como en el habla). El interés por lo que rodea al sujeto desaparece. Muestran carencias de ideas y pobreza de pensamiento, la memoria disminuye, su apariencia es indolente y explican que se sienten cansados y exhaustos.
En cuanto a lo emocional puede verse una depresión uniforme. El paciente es pesimista en cuanto a la visión de la vida, no logra adaptarse al medio, siente fracaso en su profesión, pierde la fe en la religión, frecuentemente expresan la idea de suicidarse, aunque raramente intentan esta acción. Son conscientes de su estado mental deteriorado.
2º Grupo: Caracterizado por alucinaciones, diversas ideas de persecución y auto acusación; El retardo psicomotriz y dificultad de pensamiento y estado emocional de tristeza; también son comunes las ideas hipocondríacas. El comienzo de esta forma es agudo o subagudo y sobreviene, generalmente, de un período de alegría y gran animación. También, en algunos casos, puede aparecer tras una enfermedad aguda o shock mental.
Síntomas físicos: ?atontamiento?, sensación de ?pesadez?en el pecho, palpitaciones, apetito escaso, la lengua sucia, estreñimiento, sueño ente cortado y alterado por sueños con ansiedad, ausencia de brillo en los ojos, piel macilenta y sin firmeza.
Tiene una duración de 8 a 18 meses.
3º Grupo: Estado de estupor: Se caracteriza por numerosas ideas delirantes, incoherentes (semejantes a los sueños) y alucinaciones. Además hay un elevado obnubilamiento de la conciencia.

Depresiones Reactivas, Psicógenas Y Endógenas
Las emociones anímicas graves que se presentan de una sola vez y que en su profundidad morbosas representan reacciones vivénciales anormales, se designan con el nombre de depresiones reactivas. Con frecuencia, no es el suceso en sí mismo lo más  importante, sino el grado de sensibilidad de la personalidad frente a él. En estos casos es más adecuado hablar de depresión psicógena.
Las depresiones reactivas suelen remitir en un lapso de tiempo relativamente corto o, al menos, pasar a grados normales de distimia tiste.
Las distimias son anormales cuando afectan al hombre a tal grado que resiente todo su concepto de la vida. Entonces, se abriga el deseo de que la vida termine y el suicidio o su intento, son consecuencia de esa forma psicológica.
En tales reacciones, a menudo, se trata de individuos cuyo estado de ánimo es débil por naturaleza. Entonces, si la reacción de suicidio no es inmediata se inicia prontamente la mejoría y ya no suele haber peligro.
Los enfermos con depresión reactiva que ingresan en una clínica por intento de suicidio, generalmente, recuperan su concepto normal de vida en pocos días, puede surgir una esperanza después de la grave desilusión.
En el caso de las depresiones endógenas, se diferencian de las reactivas no sólo por su origen y curso, sino también por su cuadro patológico. Incluso cuando la depresión reactiva ensombrece la vida,
Nunca afecta a toda la personalidad; y cuando los pacientes piensan o hablan de ella se incrementa la depresión. Si n embargo, cuando se consigue darle un giro a la conversación, sustrayendo su atención de la vivencia, se liberan de ello por completo. Entonces se reconoce que no enfermó la personalidad como tal, sino que sólo reaccionó patológicamente.
En las depresiones reactivas intensas puede ocurrir que la vivencia perturbadora, con su tono afectivo intenso, actúe fuertemente durante un breve período de tiempo y que fracasen luego todos los intentos para suprimirla.

Cuadro clínico de las depresiones.
Depresión reactiva o psiconeurótica:
– Sentimientos suaves de desaliento, culpa, menosprecio;
– Lentitud y reducción atenuadas de la espontaneidad y ausencia de preocupaciones hipocondrías;
– Inmediatamente después de un acontecimiento trágico o desagradable;
– No son endógenas, sino que es una reacción a factores externos;
– el paciente no la acepta como un estado de vida;
Tipo depresivo de la psicosis maníaco depresiva:
– Triada de síntomas: sufrimiento penetrante de melancolía (A), procesos mentases desordenados, lentos y de contenido poco normal (B) y lentitud psicomotora (C);
– Ocurre más en las mujeres;
– Es periódico y no constante;
– Los intervalos de depresión están separados por intervalos de normalidad.

(A)- Sentimiento de melancolía: la aparición de este sentimiento suele ser aguda y espectacular, y en algunos casos lenta y solapada; en lugar de aparecer luego de un tiempo de transcurrido el suceso trágico, se agudiza, hasta en algunos casos surgen ideas de suicidio.
(B)- Procesos mentales desordenados: corresponde al contenido y tipo de la actividad mental; ha poca variedad de pensamientos y sólo escoge los negativos, desagradables con el fin de prolongar la melancolía en sí mismo; aparecen ideas de culpa, pecado y condenación externa.
(C)- Lentitud psicomotora: hay una hipo actividad, la conversación se reduce al mínimo, se descuida la imagen del paciente; cuando se llega al estupor no puede moverse.
? Episodios maníacos: estado de euforia, desorden en el proceso mental con revuelo de ideas y satisfacción agradable y aumento de la movilidad; son menos frecuentes que los ataques depresivos.
? Disfunciones somáticas: pérdida del sueño, apetito, peso, deseo sexual y menos secreción de glándulas parótidas (saliva).
Depresión psicótica:
– No va acompañada de ataques maníacos;
– No se diferencia de la psicosis maníaco- depresiva;
Melancolía de involución (psicosis de involución, tipo melancólico):
– Se da más en las mujeres;
– Sentimiento de depresión en la edad involutiva;
– Iguales características de la psicosis maníaco- depresiva;
Otros tipos de depresión
– Senil (en la vejez);
– Esquizofrénica (aparece con la esquizofrenia);
– Psicosis esquizoafectiva (combina características esquizofrénicas y maníaco- depresivas).
– Síndrome de Cotard (depresión más estado alucinatorio de negación);
– Depresión analítica (los niños separados de sus madres por tres meses sufren un sentimiento de privación).

Tipos de depresión.
Trastornos depresivos primarios:
Se subdividen en dos grandes grupos:
*Trastorno depresivo mayor:
Se caracteriza por la presencia de uno o más episodios depresivos mayores, el cual abarca 5 o más de los siguientes síntomas:
+ Estado de animo depresivo la mayor parte del día
+ Disminución importante del interés o de la capacidad para el placer (disfrutar la vida) en todas, o casi todas las actividades.
+ Pérdida o aumento significativo de peso o del apetito.
+ Insomnio o hipersomnia (sueño durante todo el día)
+ Agitación o retardación psicomotora.
+ Fatiga o pérdida de la energía.
+ Sentimiento de inutilidad o de culpas excesivas o inapropiadas.
+ Disminución de la autoestima y confianza en sí mismo.
+ Disminución de la capacidad para pensar, tomar decisiones o concentrarse.
+ Visión pesimista, poco promisoria del futuro.
+ Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa
de suicidio.
Estos síntomas persisten, por lo menos, 2 semanas, alterando la vida social, familiar, laboral, etc. Si estos episodios se repiten, suele haber un intervalo libre de síntomas entre uno y otro.
En la forma melancólica de la depresión mayor se incluyen los siguientes síntomas típicos:
+ Falta de reactividad a los estímulos placenteros.
+ Una cualidad distinta del estado de ánimo depresivo.
+ La depresión es mayor en la mañana, mejorando el estado de ánimo al anochecer.
+ Despertar precoz y angustiante.
*Distimia:
Presenta síntomas similares a la depresión mayor, pero se diferencian entre sí respecto de:
+ Tipo de evolución: El estado de ánimo depresivo es crónico y dura, por lo menos, 2 años.
+ Severidad de los síntomas: Los mismos suelen ser leves o moderados, sin una alteración significativa de las relaciones sociales, familiares y laborales del individuo.

Trastornos depresivos secundarios:
Comprenden:
*Depresión debido a sustancias: sus causantes son:
– píldoras antidepresivas
– analgésicos
– antibacterianas
– antihipertensivos
– hormonas esteroides
– cocaína
– anfetaminas
– alcohol en altas dosis.
*Depresión debido a enfermedad o condición médica: sus causantes son:
– posparto
– alteraciones neurológicas
– alteraciones hormonales
– infecciones
– cáncer
– anemia
– déficit de vitaminas
*Depresión secundaria a otros trastorno mentales: sus causantes son:
– trastorno de pánico
– trastorno obsesivo-compulsivo
– trastorno por estrés postraumático
– trastorno sicóticos
– fase de agotamiento del estrés
*Depresión por duelo? Como reacción normal ante la muerte de un ser querido, si se produce durante un periodo de tiempo prolongado, acompañado por un sentimiento de inutilidad, deterioro marcado del funcionamiento y retardo psicomotor grave, pueden significar un trastorno afectivo importante.
*Depresión en la infancia: Ej. En la adolescencia
Se manifiesta a través de cambios de conducta y en los aprendizajes.

Tratamiento
El tratamiento ha de ser abordado por profesionales de la salud, psiquiatras o psicólogos y los métodos son diversos según los casos. Si estamos ante un episodio agudo de depresión o un periodo de progresivo deterioro, estará indicada la hospitalización. En depresiones graves puede incluirse el uso de la terapia convulsiva.
Suelen emplearse 3 tipos de terapia:
1) Psicopatía: De orientación psicoanalítica y existencial a depresiones reactivas, psicóticas  de intensidad moderada y a psicosis con intervalos de síntomas.
2) Farmacoterapia: En depresiones moderadamente severas
3) Electrochoque: En la melancolía de la involución.

El tratamiento médico con medicación es siempre adecuado, alivia sufrimientos innecesarios. Al igual que la psicoterapia de apoyo que ayuda al enfermo a desahogarse e identificar y asimilar los eventos de su vivencia. Las personas desarrollan defensas para afrontar y superar las depresiones leves que se originan por las frustraciones cotidianas.
No se debe acusar a la persona deprimida de aparentar enfermedades o flojera ni esperar que salga inmediatamente de la depresión. Con el tratamiento adecuado mejorara en 2 o 3 semanas. La ansiedad hace a las personas trabajar cuando es funcional; cuando es disfuncional, las paraliza y solo cuando altera sus vidas acuden al médico; aunque con la depresión se vuelen más sensibles, receptivos, crecen y entienden más la vida.

Antidepresivos:
Los estimuladores introducidos en los años `30, no resultaron útiles en los tratamientos de los estados depresivos graves. Para llenar el vacío de la farmacología de los trastornos mentales de tipo depresivo, se elaboraron a los pocos años, drogas antipsicosomáticas (tranquilizantes mayores), otro tipo de sustancias psicoactivas: Las drogas antidepresivas que pueden dividirse en dos: las inhibidores de la monoaminoxidasa y las que no la inhiben o antidepresivos tricíclicos.
La monoaminoxidasa es una enzima que degrada las neurohormonas, que en el cerebro se relacionan con estados emocionales.
Las sustancias químicas que inhiben la enzima ya mencionada y permiten que aumente el nivel cerebral de noradrenalina y serotosina, pueden reducir la duración de una depresión de varios meses o años a un periodo de 3 o 4 semanas.
Existen otras sustancias que no inhiben ninguna enzima, pero muestran un estrecho parecido químico con las fenotiacinas y que resultan igualmente eficaces en los tratamientos de los casos graves de depresión.
Son aun incompletos nuestros conocimientos relativos al tipo de antidepresivos que resultan específicamente indicados para las diversas formas de depresión. A pesar de ello, la farmacoterapia antidepresiva ha representado un avance en el campo de la psiquiatría, ya que las drogas antidepresivas resultan eficaces en un 60% de los casos. Estas tardan de una a tres semanas en ejercer su acción terapéutica.
Algunas producen, además, efectos estimuladores. Los inhibidores de la monoaminoxidasa, tienden a provocar una ligera euforia; mientras que los antidepresivos tricíclicos que no inhiben a la monoaminxidasa, se limitan a eliminar los síntomas depresivos.
A veces los antidepresivos producen efectos secundarios, sobre todo los inhibidores de la monoamonoxidasa.
Aquellos que resultan eficaces pueden potenciar síntomas psicoticos, como por Ej. Alucinaciones, ideas delirantes y estados sicóticos de carácter tóxico.

INVESTIGACION SOBRE SUICIDIO Y RORSCHACH

INVESTIGACION SOBRE SUICIDIO Y RORSCHACH

Alicia Martha Passalacqua
María Teresa Herrera
Dolores Orcoyen

Revista del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología – Año 2 – No. 1 – 1997
Email: instinve@noduno.psi.uba.ar

RESUMEN

Esta es una síntesis del último informe de la investigación que venimos realizando sobre la detección del potencial suicida a través del Psicodiagnóstico de Rorschach, desde el año 1988.

Transmitimos acá los resultados de la comparación entre la población de suicidados, la de potencial suicida y la de pacientes, con una muestra control de no pacientes de los que obtuvimos 20 protocolos, divididos en partes iguales entre varones y mujeres.

El objetivo fue seleccionar los signos más relevantes que nos permitan agilizar la tarea de prevención, con una escala más reducida que la que utilizábamos hasta el momento y que tuviera también mayor consistencia estadística.

Construimos una escala de 44 signos, más 4 signos suplementarios, que si bien no son tan frecuentes en su aparición, se encuentran exclusivamente en la población de suicidados.

Obtuvimos la Media y los Desvíos Estándar en estas poblaciones, que han demostrado estadísticamente ser diferentes, lo cual aumenta su grado de confiabilidad y validez.

Reiteramos también la importancia del análisis cualitativo de esta técnica, que abarca tanto el análisis del discurso y sus fantasías implicadas, como así también la interpretación cualitativa de los datos cuantitativos, sin dejar de lado el análisis de la contratransferencia.

Presentamos acá los resultados de una investigación iniciada en el año 1988 sobre la detección del potencial suicida a través del Rorschach. Haber llegado a la decisión de investigar sobre este tema, tuvo su origen en la circunstancia azarosa de acceder a  algunos protocolos Rorschach de suicidados, así como haber podido evaluaren otros protocolos, sus evidentes posibilidades preventivas.

Diez años antes habíamos detectado con esta técnica el potencial suicida en varios de los casos, algunos de los cuales tenían buenas posibilidades pronósticas.

Probablemente esto se deba al relativamente fácil acceso que permite el Rorschach a los tres niveles de conciencia: consciente, preconciente e inconsciente. A esto contribuyeron los signos propuestos por varios autores desde lo teórico y a través de investigaciones basadas en suicidios realmente efectivizados poco tiempo después de la toma de esta técnica (Exner, 1994: 282). La Constelación del Suicidio de Exner (1994: 282) constituyó un valioso aporte, precisamente por basarse en casos concretos de suicidados, a diferencia de la mayoría de los otros autores que investigaron con muestras de intentantes o potencial. Es ése uno de los elementos que la distingue positivamente de los trabajos preexistentes.

Antes de poder ?desenterrar? nuestros protocolos de suicidados sin tener una sensación de sacrílega profanación, pasaron todavía unos años más. Las posibilidades pronósticas positivas mencionadas fueron evaluadas a través de los siguientes índices del Rorschach: el Indice de Conflicto o Porcentaje de Respuestas de Determinantes Múltiples No Integrados (de diferente nivel de predominio formal entre sí) y el Porcentaje de Siniestros y Perturbadores de Alcock (Alcock, 1965: 85- 89). Estos pronósticos positivos fueron luego confirmados de modos diversos.

El comprobar que muy pocos de los casos de suicidados que teníamos daban positivos, de acuerdo a la Constelación de Suicidio de Exner, y nuestro interés por la prevención; nos llevó a planificar esta investigación, que fue autoconvocada y autofinanciada (de ahí el tiempo insumido). La misma tuvo los siguientes pasos:

Paso 1: con aportes teóricos sobre suicidio en general y sobre Rorschach en particular y con los datos obtenidos del primer análisis de los casos que se tenían y de la experiencia clínica personal, construimos una escala de 65 signos para probarla en diferentes poblaciones. El objetivo era aportar al Profesional Psicólogo de cualquier ámbito, que trabaje con el psicodiagnóstico, elementos cuantificables que le permitan detectar a tiempo el potencial suicida peligroso de ser actuado.

Si bien, como opinan diversos autores, al provenir del instinto de muerte, el potencial suicida es universal (y por ello alguno de estos signos se pueden encontrar en la población en general), lo importante es evaluarlo cuando resulte preocupante por su magnitud, o por la posibilidad de pasaje al acto. Esto, sin dejar de lado lo cualitativo, que en esta técnica abarca tanto la interpretación cualitativa de los datos cuantitativos, como el análisis del discurso y sus fantasías implicadas, incluyendo su repercusión transferencial.

Pudimos sistematizar cuatro tipos de fantasías que se reflejan en el Rorschach:
a) relacionadas con la muerte en general.
b) relacionadas con el suicidio en especial y sus fantasías asociadas.
c) relacionadas con los psicodinamismos subyacentes descriptos por la mayor parte de los autores psicoanalistas consultados, y
d) relacionadas con el modo en que se está fantaseando la muerte por propia determinación (o un homicidio, pero que les resulta inaceptable), cuando aún dudan sobre cómo hacerlo, lo cual es independiente de que luego ese sea efectivamente el método elegido.

Transcribiremos acá algunos ejemplos de las cuatro fantasías a través de respuestas dadas por suicidados, intentantes o potenciales suicidas.

a) Ilustrando las fantasías respecto a la muerte en general, Marisa, en la Lámina I: ?Mariposa negra y fea, no me gusta mucho, parece la que hay en el museo? hay así disecadas? unas negras que son horribles, parecen de cementerio, pero de noche?.

Celeste era una adolescente que había decidido matarse. A consecuencia de la devolución que se le hizo del psicodiagnóstico, aceptó la idea de hacer psicoterapia, con muy buena evolución (psicoterapia que finalizó hace incluso algunos años). Ella decía en la Lámina X: ?? flores venerándome el día de mañana??

Isabel, con varios intentos de suicidio con pastillas, daba en la Lámina V: ?una mariposa negra, exótica, el más bellos insecto de la creación, pero también me inspira mucha lástima., porque viven un día nada más??, y en la Lámina VII: ?lo demás sigue pareciéndome vegetación o nubes y vendría a decir que estoy entre el cielo y la tierra, ¿no??

b) Con respecto a las fantasías asociadas al acto de matarse, coincidimos ampliamente con los autores consultados (principalmente Abadi, Rolla, Garma y Yampei) sobre todo después de haberlas comprobado, al haberlas hallado expresadas directa o indirectamente en los casos estudiados. Las fantasías que más encontramos son las que relacionan al suicidio con un acto agresivo, de intenso sadismo y de autocastigo incluso paroxístico (similar al orgasmo). Por algunos visto como modo (paradojal) de librarse de un intenso miedo a la muerte (tal vez para ?evitarse? su angustiosa e impredecible espera). También es común el vivirlo como una salida o liberación ante la ilimitación del vacío de afuera (o del que se vive como interior); o relacionado al renacimiento o a la recuperación de la belleza, salud o juventud; o como modo de evitar su pérdida. Algunas veces responde también a un sometimiento atemorizado al código del clan (como surge de los suicidios rituales o de sectas) o es un método para forzar  al otro a dar amor (padres y/o parejas, generalmente). También puede significar la necesidad de huir del sentimiento de soledad y de pérdida de la protección, en una forma extrema y masiva de negación de la realidad externa o interna.

En muchos otros casos, el suicidio es vivido como un tránsito a otro mundo ?rico en posibilidades vitales en donde se vivirá eternamente y se será inmortal?, o donde se tendrá la posibilidad de reencontrarse con seres queridos. Esto suele estar acompañado de sentimientos muy religiosos, pero  contradictorios, ya que, también paradojalmente, la mayoría de las religiones condena al suicidio por estar posiblemente asociado con un acto omnipotente exclusivo de Dios.
Esta fantasía suele coincidir con la de expiación purificadora de culpas y la de intento de huida de lo mundano, instintivo y erótico (considerado como malo, pecaminoso y de alto voltaje) para buscar paz, frialdad tranquilizadora y ascenso espiritual a través de la unión con una figura idealizada y superior. A menudo es un mecanismo de identificación con el agresor.

Las fantasías de expiación purificadora de culpas y de reinfetación son las que encontramos con mayor frecuencia. Esta última implica un retorno persecutorio o defensivo al antro materno, al estado de Nirvana, en la expectativa de una unión indisoluble y eterna con la imago de la madre. Dicha fantasía tal vez esté siempre subyacente en cualquiera de las otras.

Ilustrando esto, María Teresa decía en la Lámina VI: ?la línea media me hace acordar al fondo de un abismo que, al ir emergiendo, se va aclarando? los dos extremos fuerzas que tiran hacia arriba? fuerzas débiles; en los extremos laterales, fuerzas que tiran hacia abajo, más fuertes? unas hacia lo superior, lo alto, sublime, bueno, y las otras hacia lo inferior, brutal, grosero?.

Diana dice en la lámina X: ?Dos personas en búsqueda de camino, de sendero, y después ahí lo espera una persona, como vendría a ser un Dios, ¿no?. Lo de arriba sería Dios, lo blanco, y lo del medio: la luz y el sendero para llegar a Dios?.

Celeste, ya mencionada, daba la siguiente respuesta en la Lámina II: ??parece una caverna? que yo estuviera dentro del pozo y fuese hacia fuera? hay claridad, hay una grieta, un pozo, mucha sangre en todas las paredes (¿?) parece que yo estuviera dentro del pozo? claridad por lo blanco, la luz? como alma, choca y se desprende acá?.

c) Con respecto a los dinamismos subyacentes, los autores coinciden en que parece existir entre los suicidas una intensa ansiedad persecutoria (componente objetivable de la depresión melancólica) que también suele expresarse en el Test. Así, María Marta, decía ante la Lámina II: ?Es un murciélago; no, un vampiro. Acá hay maldad. Tiene una mirada de saciedad aberrante?.

Mabel, ante la misma lámina, respondía: ?? cuando atacó a alguien, o le hizo mal a alguien, se despedazó él mismo??. Enrique frente a la LI decía: ?un helicóptero atravesando nubes oscuras, negras? entra en pánico al ocultarse el sol. Está siendo bombardeado y pierde el control??.

Isabel (de la cual ya dimos ejemplos) decía en la L VIII: ?un felino dando un salto? ¿por qué acecha? Todo el mundo lo va a atacar y está a la defensiva, en una posición elevada para poder dominar la cosa?, y en la IV: ?vegetación? una flor y a los costados unas ramas, como lúgubres, como esas películas de fantasías de los chicos, donde las ramas los atrapan??.

d) El modo en que se fantasea matarse, sea o no el que realmente se utilizó o se utilizará, se deja también translucir en los contenidos. Así, Eugenio, ex combatiente de Malvinas al que le faltaban las piernas y que se pegó un tiro en la sien, decía en la L IV: ?el cerebro de alguna víctima de la guerra, combatiente, combatido, cualquier persona de una guerra (¿?) cerebro castrado, por las oscuridades, le veo profundidades que no les temo, que no entiendo y que me invitan a matarme?.

Oscar, que se tiró de un balcón, dio en la Lámina I: ?una persona parada, con un gran manto desplegado al viento?? y en la L IV: ?? en este caso parece un pájaro al viento. Sin embargo es una figura, porque está sujeto a lo que es el universo. Se eleva a lo alto, pero tiene los pies en la tierra? Es una figura elevada hacia lo divino, y también en el Universo??. En relación a los puntos c) y d), para Rolla (1973: 164) el suicidio sería equiparable a un homicidio con un intenso sentimiento de culpa persecutoria, que se traduce en la imposibilidad de externalizar la ansiedad originada en los vínculos interpersonales primarios. Esto se percibe como ?la inminencia del crimen?, que producirá, con el incremento de la proyección y su posterior inhibición, la transformación de esa ansiedad persecutoria en confusional, presente seguramente siempre en los momentos de desencadenamiento de la autoagresión.

Es importante aclarar esto porque, según los datos del Rorschach y de la clínica misma, no se suicidan sólo los depresivos como muchos llegaron a suponer. Sin embargo, aunque también ocurra ocasionalmente en neuróticos, el suicidio implica siempre un momento psicótico y un intenso estado regresivo con defensas primitivas, maníacas y esquizoides. ?el acto suicida es siempre patológico y destruye al individuo, quitándole toda posibilidad de adaptarse a la realidad?, dice Morón (1992: 77). Y agrega que el hombre en estado normal no se suicida.

Paso 2: aplicamos la escala resultante a las siguientes poblaciones:

1) casos de suicidados que hasta el momento teníamos y que iban en aumento a través de la generosa contribución de colegas, incluso de países vecinos;
2) casos de potenciales suicidas confirmados posteriormente en el transcurso de su psicoterapia, en la devolución del psicodiagnóstico, o por haber realizado intentos posteriores;
3) casos de intentantes cuyo intento había sido previo a la toma del Rorschach, habiendo quedado alguno, hasta con secuelas físicas;
4) población de 20 pacientes provenientes de nuestra tarea clínica, que no presentaban esta problemática; y
5) por último, una muestra testigo de 20 personas de la población general.

De los sucesivos análisis en las diferentes poblaciones y la consiguiente ampliación de la muestra de suicidados original, sacamos las siguientes conclusiones:
Coincidimos con Exner en que el intento anterior parece agotar el potencial suicida. La población de intentantes tiene un promedio de signos (16,21) menor que la población de suicidados (20) y casi igual que la de potencial (16,20).

Esto alerta sobre la validez de tomar en cuenta población de intentantes para investigar sobre este tema. Con respecto a esto, decíamos en un trabajo publicado en la Revista de ALAR (1995: 55): ?si pasamos a comparar los resultados del grupo de intentos con el de suicidados vemos que hay coincidencia en el sentido de algunos signos? pero en porcentajes inferiores, e incluso, no coincidencia en otros? Tampoco hay total coincidencia en los Fenómenos Especiales? en referencia a las fantasías muchas veces inconscientes que muchos autores asocian con la muerte o el acto de matarse? un 40% de la población? no tiene ninguna respuesta significativa. Esto no había sucedido en ningún caso de los suicidados.

Las estadísticas nos dicen que las tasas de suicidio en nuestro país han ido en aumento constante en los últimos años. Argentina ocupa el primer lugar en América Latina en este momento, tal vez como producto de una larga etapa de inestabilidad política y económica. También nos aportan otros datos: entre el 40 y el 65% de suicidios consumados, constituyen el último acto de una serie de intentos, aunque sólo del 10 al 14% de los que intentaron alguna vez matarse lo logran, en ese momento o a posteriori? a su vez, el hecho de no encontrarse en la población de intentos datos tan significativos como en la de suicidados (tanto cuantitativos como cualitativos), apunta a confirmar nuestras hipótesis previas a este respecto, así como la referente a la peligrosidad de la subsistencia de signos. También lleva a ponerse a pensar sobre los motivos por los cuales parece haberse ?agotado? el potencial suicida (hipótesis sustentada también por Exner), sobre todo en los casos en los que, por haber sufrido algún daño corporal (muchas veces permanente) o algún tipo de reclusión (cárcel, internación) se ha recibido un castigo temido pero también anhelado.

Para otros autores, como Abadi (1973: 115- 127), en la fantasía, el suicidio deseado, imaginado o frustrado tiene las mismas connotaciones y psicodinamismos que el realizado y logrado. Creemos que muy probablemente  en la fantasía el paciente  crea haberse matado realmente  y se haya librado (por lo menos momentáneamente) de lo que quería librarse, interponiendo entre él y el objeto persecutor el abismo infranqueable de la muerte, renaciendo, para comenzar lo que cree ser una nueva vida. Esto parece corroborarse por la aparición de algunas respuestas que parecen tener esa significación, y por ciertas verbalizaciones de pacientes, en el transcurso de sus tratamientos. Adela, que hizo un intento con pastillas, dice: ?fue el aniversario de mi muerte, hace dos años porque yo me maté?.

Otra de las ideas que tuvimos con respecto a esto (sin contradecir lo anterior) se asocia a que parece darse con los que han hecho intentos suicidas algo similar a lo que ocurre con cualquier persona que, al correr un real peligro de muerte (incluso por enfermedad o accidente) parece salir con importantes cambios, en muchos casos positivos, en donde se replantean y modifican (para bien) muchas de sus conductas anteriores. Que se siga teniendo la intención de matarse, dependerá del monto del potencial que sus series complementarias determinan, de la predisposición (hay familias de suicidas), pero también de la situación actual, primordialmente el contexto y la interacción familiar, social, laboral, y la posible y positiva intervención de un proceso terapéutico?.

Paso 3: en el trabajo sucesivo con todas estas poblaciones, categorizamos todos los cómputos obtenidos en la Hoja de Síntesis de los resultados cuantitativos y Psicograma o Sumario Estructural, incluidos los Fenómenos Especiales y su incidencia.

Paso 4: De todo esto surgió la actual Escala de 44 signos, a través de la eliminación de los signos originales no significativos y la incorporación de otros que así resultaron, algunos de ellos un tanto sorpresivamente. Dividimos estos signos en concernientes a Localizaciones, Determinantes, Contenidos, Fórmulas y Fenómenos Especiales. La Escala y sus porcentajes respectivos en la población de suicidados y de no pacientes, figuran en el Apéndice y en el Cuadro 1.

Conviene destacar acá que los signos complementarios, si bien no son demasiado frecuentes en la población de suicidados, son exclusivos de ella. Ellos son:
La presencia de Color, Cromático o Acromático Simbólico con cualquier predominio formal, asociados a la idea de la muerte, sobre todo si están dados con contenidos vitales (ej: ?Mariposa de la muerte, porque es negra?).

Movimientos en Detalle de tirarse, arrojarse, caerse, sobre todo en contenidos humanos, en consonancia con el trabajo de Marta Pagola y Vera Campo sobre este tema.

Respuestas de dudas, secretos o confabulaciones de sectas.

Respuestas de Pies como contenido.

Asimismo hay otros dos signos: shock al color y shock al gris (sobre todo el primero) que son muy frecuentes tanto en la población de suicidados como en pacientes en psicoterapia (50% en ambos casos), pero que no incluimos porque no permiten hacer un diagnóstico diferencial. Sin embargo, estos signos son muy poco frecuentes en la población en general (5% shock al color y 10% shock al gris).

Al mismo tiempo, el aumento del Tiempo Promedio por Respuesta (tiempo total dividido R, TPR, mayor de 50 seg.) se presenta en todos los casos de suicidados en que ha sido tomado, y por eso seguimos incluyéndolo dentro de los signos, a pesar de que sin él la Escala sería aún más consistente. Como este indicador ha sido registrado en muy pocos casos, la evaluación sobre su permanencia se hará más adelante. Esto lleva, una vez más, a confirmar la conveniencia de administrar el Rorschach teniendo en cuenta todos los factores involucrados en esta privilegiada técnica, por su riqueza y profundidad, sin escotomizar ninguna de sus partes (y el tiempo es una de ellas).

Aplicando nuevamente la Escala resultante a la población de suicidados, surge de ellos un promedio de 20 signos con un Desvío Standard de 4,09, lo cual lleva a considerar peligroso lo que oscila entre 16 y 24 signos. El 53,8% de esta población tiene 20 o más de estos signos. En cambio, la población de no pacientes presenta un promedio de 6,9 signos con un Desvío Standard de 2,04 lo cual la ubica entre 5 y 9 signos. Aplicando puntajes estadísticos (Test de diferencia de medias de Student que trabaja con un nivel de alfa = 5% del programa de computación STATISTIX 4.0), surge que, con un alto nivel de confiabilidad, hay diferencias significativas en cuanto a la producción de signos Rorschach entre la población de suicidados y de no pacientes.

Por otro lado, el hecho de que la mayoría de los signos estén entre los Fenómenos Especiales, nos hace pensar en la importancia de hacer un registro exhaustivo de todo el discurso, sin excluir nada, único modo en que los Fenómenos Especiales pueden ser evaluados.

Nos queda como tarea pendiente analizar las causas por qué se presentan estos signos, aunque de acuerdo a ellos se pueden sintetizar ciertas características de personalidad comunes en los que se suicidan. Esto es independiente de los cuadros psicopatológicos en los que se los ubicaría individualmente, que son variados. En este sentido en la Mesa de Suicidio del 2do. CONGRESO INTERNACIONAL DE PSIQUIATRIA, realizado en Buenos Aires a fines de octubre de 1995, el Dr. Yampei (ya mencionado) coincide con esto y define a los suicidas como personas que han internalizado rígidamente las pautas culturales y que demuestran ser muy sensibles al fracaso. Este es vivido por ellos con vergüenza y culpa, con grandes dificultades para cambiar de metas y de roles. Afectivamente, muestran desapego y aislamiento.

De acuerdo a los resultados de los Rorschach administrados a nuestra muestra de suicidados, todos ellos evidencian una sensible disminución de las funciones yoicas básicas que discriminan patología: prueba, juicio y adaptación a la realidad. La primera se ve fundamentalmente a través de la disminución del F+% y la Anulación y/o Disminución de la Conciencia de Interpretación. La segunda en Fenómenos Especiales también asociados a fallas en la lógica: Contradicción, Lógica Autista, Secuencia, Disociación, Ilusión de Semejanza, Transparencia, Contaminación Atenuada y algunas Fabulaciones. La tercera en el Índice de Realidad, populares, Animal % y Proporción Color disminuidos.

Aparecen también algunos rasgos de personalidad comunes: agresión no reconocida, disociada y con posibilidad de actuación (Acción Padecida, Dividido y Mor) acompañada de un sufrimiento intenso, vivido como que las cosas les suceden sin hacerse cargo de su participación (Crítica al Autor, Crítica de Objeto, y Movimientos Pasivos). Todo esto denunciando otra de sus características relevantes, que es la hipercrítica.

En cuanto a la represión que evidencian, a través del tipo de Respuestas de Defecto que suelen dar, podemos decir que la caracterizamos como de un nivel más regresivo, que no se muestra tan directamente sino que se infiere. Por lo tanto está ligada a un momento muy primario en la evolución de la libido. Otros rasgos serían la poca capacidad de movilización interna, la terquedad, la obstinación y la restricción de intereses (esto por la escasez de Movimientos humanos, los Detalles Inusuales y espacios en Blanco aumentados y el A% disminuido.

Por último, recordamos que lo numérico es relativo, ya que los comportamientos humanos son siempre imprevisibles, por lo cual hay que observar también la indudable contundencia de algunos signos, o su peligrosa combinación con otros, aunque no se llegue al número considerado de riesgo. Por el contrario, un número de signos elevado en alguien de buen pronóstico, puede, afortunadamente, indicar la posibilidad de revertir esta terrible perspectiva, aunque siempre hay imponderables.-

APENDICE 1
INDICES DE SUICIDIO EN EL TEST DE RORSCHACH

Localizaciones
1) Dd + S mayor a 10%

Determinantes
2) FM disminuido o igual a cero
3) C puro
4) Colores cromáticos y acromáticos (blanco o gris) coexistiendo en la misma respuesta (cualquier predominio formal)
5) Combinación de m, K o c con C o C´(coincidencia de por lo menos 2 de estos determinantes en una misma respuesta y con cualquier predominio formal)

Contenidos
6) Abismo, pozo, agujero, entrada o salida, puerta, camino, escalera (generalmente en S solo o complementario)
7) Abstractos
8) Manchas
9) Respuestas simbólicas de la muerte como solución (ej, ascenso asociado a ideas de búsqueda de paz)
10) Místicos
11) Seres humanos como ?figura?, ?sombra?, ?esqueleto?  o ? ?personaje?.

Fórmulas
12) TP aumentado (> de 50?)
13) A% disminuido (< de 30%) 14) Pop% disminuido (< de 25%) 15) I. R. disminuido (< de 5) 16) Algunos de los F+% disminuidos (sobre todo F+ext %): F+ < de 80% y/o F+ extendido < de 75%. 17) H+A / Hd+ Ad aumentados los parciales (Hd+Ad > que la mitad de H+A)

Fenómenos Especiales
18) Acción Padecida
19) Combinación Confabulatoria
20) Contaminación Atenuada
21) Contradicción
22) Crítica al Autor, al examinador o a las láminas
23) Crítica de Objeto
24) Desvitalización
25) Disminución o Anulación de la Conciencia de Interpretación
26) Disociación
27) Dividido o escisión
28) EQa
29) Evidencia
30) Fabulación o Sobreelaboración
31) Fusión Figura Fondo
32) Ilusión de Semejanza
33) Lógica Autista
34) MOR
35) Movimiento Klein
36) Perseveración
37) Respuesta de Defecto
38) Respuesta de Uno
39) Respuesta ?o?
40) Secuencia
41) Shock al vacío o al blanco
42) Shock Kinestésico
43) Simetría
44) Transparencia

Signos suplementarios (con porcentajes no tan altos, pero exclusivos o casi exclusivos de población de suicidados)

? Color cromático o acromático simbólicos (cualquier predominio formal) asociados a la idea de la muerte, sobre todos en contenidos vitales (ej, ?mariposa de la muerte, porque es negra?).
? Respuestas de dudas, o personas dudando, o de secretos y/o confabulaciones de sectas.
? M en D de tirarse, arrojarse, caerse (más en H)
? Respuestas de pies como contenidos (solos o como parte de otra respuesta, pero con especial énfasis en ellos)
? En no pacientes agregar también Shock al Color y Shock al Gris.

Suicidio en niños y adolescentes

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Suicidio en niños y adolescentes

Indice

1. Consideraciones Generales
2. Suicidio en adolescencia
3. Mitos y falacias sobre el suicidio

1. Consideraciones Generales

Creemos conveniente partir del significado de la palabra suicidio. Deriva del latín y se compone de dos términos: sui, de sí mismo y caedere, de matar, lo que sería ?matarse a sí mismo?.
Para Durkheim, se trata de todo caso de muerte mediante una acción, producida por la víctima misma y ante la cual tiene absoluta consciencia del resultado a producirse.
Propone distintos tipos de suicidio:

a) El altruista, en el que la motivación hacia la muerte está originada por una rígida estructuración en la sociedad en la que se vive. La muerte en sí misma no es tan importante como preservar el ?honor?.
b) El egoísta, en el cual el individuo se orienta más por sus intereses particulares que por los de su grupo de referencia. No interesa lo que los demás opinen
c) El anómico, que se produce ante una confusión de valores sociales, que lleva a una crisis individual acerca del sentido de la existencia.

Otros autores clasifican al suicidio según:
a) El origen: puede ser psicótico, neurótico, psicodisplásico o filosófico. En el psicótico la persona se halla desconectada de la realidad y de lo que pasa en su entorno. Sufre alucinaciones y tiene ideas ilógicas no aceptadas por los demás. El neurótico se caracteriza por manifestaciones teatrales con escasa intención real de suicidio. En el psicodisplásico, el psicópata dirige la agresividad hacia sí mismo. El filosófico se produce en personas que sienten un vació en su existencia.
b) La forma: puede ser impulsivo, obsesivo y refléxico. El primero se lleva a cabo súbitamente, sin avisos previos de la intención. El obsesivo se produce por una idea de autodestrucción, que resulta imposible rechazar. El refléxico se caracteriza por un análisis detenido de la idea de suicidio, siendo más frecuente en personas deprimidas.

En general, esta vez sin diferenciar los tipos anteriormente expuestos, existen factores, denominados de riesgo que pueden dar indicios sobre la posibilidad de una conducta suicida en un individuo. Algunos de ellos son:

? Ideacion suicida: es el más importante indicador de suicidio, pues se refiere a la existencia misma de la idea.
? Intentos previos: aumenta el riesgo de suicidios en un futuro.
? Plan y método: entre más estructurado sea el plan y más peligroso el método, mayor es el riesgo.
? Sexo: si bien los intentos de suicidio son más numeroso en mujeres, el 75% de los consumados corresponde a los hombres.
? Edad: las tasas de suicidio van aumentando con la edad, aunque las tentativas en personas jóvenes.
? Estado civil: está más presente en las personas viudas, solteras y separadas que entre las casadas.
? Pérdidas recientes: muerte de familiares, desaparición de un miembro de la familia.
? Trastornos psicopatológicos

A su vez, existen indicadores de la proximidad de un intento de suicidio:
? Hablar de suicidio.
? Interés sobre temas como el suicidio o la muerte.
? Despedidas y repartición de bienes.
? Recuperaciones espontáneas.

2. Suicidio en adolescencia

Particularmente, el suicidio entre los adolescentes ha tenido un aumento dramático en los años recientes, siendo la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para los de entre 5 y 14 años.
Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr éxito, inquietudes financieras y otros miedos mientras van creciendo. Para algunos adolescentes, el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros, o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos. En algunos casos, el suicidio aparenta ser una “solución.”
La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y se debe desarrollar un plan de tratamiento. Cuando los padres sospechan que el niño o el joven puede tener un problema serio, un exámen psiquiátrico puede ser de gran ayuda.
Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son similares a los de la depresión. Los padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que si el joven presenta uno o más de estos síntomas, los padres tienen que hablar con su hijo sobre su preocupación y deben buscar ayuda profesional si los síntomas persisten.

? Cambios en los hábitos de dormir y de comer.
? Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales.
? Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa.
? Uso de drogas o del alcohol.
? Abandono poco usual en su apariencia personal.
? Cambios pronunciados en su personalidad.
? Aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo escolar.
? Quejas frecuentes de dolores físicos tales como los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven.
? Pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones.
? Poca tolerancia de los elogios o los premios.

? El adolescente que está contemplando el suicidio también puede:

? Quejarse de ser “malo” o de sentirse “abominable.”
? Lanzar indirectas como: “no les seguiré siendo un problema”, “nada me importa”, “para qué molestarse” o “no te veré otra vez.”
? Poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus posesiones favoritas, limpiar su cuarto, botar papeles o cosas importantes, etc.
? Ponerse muy contento después de un período de depresión.

Si el niño o adolescente dice, “Yo me quiero matar” o “Yo me voy a suicidar”, hay que tomarlo muy en serio y hacer una consulta a un psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la situación. A la gente no le gusta hablar de la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de “ponerle ideas en la cabeza”; por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.
Con la ayuda de la familia y con tratamiento profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.

3. Mitos y falacias sobre el suicidio

Siendo el suicidio un tema tabú en nuestra sociedad, parece existir una tendencia a ocultar el hecho y asumir que es un fenómeno poco frecuente. Si bien es cierto que en términos de proporciones no posee las mismas magnitudes que otras problemáticas (Infección por VIH, maltrato infantil, abuso y acoso sexual), no por esto podríamos decir que es una conducta que no se presenta entre algunos miembros de la población.
Por otra parte, las reacciones emocionales de las personas ante el conocimiento de un suicidio suelen pasar desde la estupefacción y sorpresa macabra hasta la consumación de otro suicidio. Así mismo, también se tiende a buscar culpables para poder dar una explicación lógica y aceptable a la muerte de alguien. En ese mismo sentido, también existen falsas creencias que podrían reconfirmar la actitud de negación y censura hacia el suicidio.
Los siguientes son algunos de los mitos existentes alrededor del suicidio y tal y como la evidencia lo señala, son más el desconocimiento y las falsas creencias las que prevalecen alrededor del tema (Wekstein, 1979; Davison & Neale, 1996).

1. Mito: Los que hablan sobre suicidio no lo llevan a cabo.
Hechos: De cada 10 personas que se suicidan, 8 habían advertido de forma clara sus intenciones suicidas.

2. Mito: El suicidio se produce sin previo aviso.
Hechos: Los estudios realizados muestran que las personas suicidas proporcionan muchos indicios y advertencias sobre sus intenciones suicidas.

3. Mito: Las personas suicidas están decididas a morir.
Hechos: La mayoría de las personas suicidas están indecisas entre vivir o morir; lo que hacen es apostar por la muerte dejando que sean los otros los que los salven. Casi nadie se suicida sin que los otros sepan cómo se sienten.

4. Mito: Una vez que una persona está en estado suicida ya lo estará siempre.
Hechos: Las personas que desean quitarse la vida están en estado suicida sólo por un tiempo.

5. Mito: La mejoría después de la crisis suicida viene a significar que el riesgo de suicidio se ha superado.
Hechos: Son muchos los suicidios cometidos al cabo de 3 meses de comenzada la mejoría, cuando la persona tiene la suficiente energía como para poner sus ideas y sentimientos mórbidos en práctica.

6. Mito: El suicidio es mucho más frecuente entre los ricos o, a la inversa, se presenta casi exclusivamente entre los pobres.
Hecho: El suicidio no es una enfermedad de ricos ni la maldición de los pobres. El suicidio está representado proporcionalmente en todos los niveles de la sociedad.

7. Mito: El suicidio se hereda o está en la familia.
Hecho: Es un patrón individual.

8. Mito: Todas las personas suicidas son enfermos mentales y el suicidio es casi siempre la actuación de una persona psicótica.
Hechos: Los estudios realizados sobre cientos de notas de verdaderos suicidios indican que, aunque la persona suicida es extremadamente infeliz y se halla alterada, no es necesariamente un enfermo mental. De hecho, hay evidencias de pensamiento racional y de estar en contacto con la realidad.

9. Mito: Ser miembro de un grupo religioso en particular, es un buen predictor de que la persona no considere el suicidio.
Hechos: Es un error creer que la fuerte prohibición que existe dentro de la religión católica, es un freno eficaz para evitar la actuación suicida de una persona. Además, que una persona se identifique con una religión particular no es una representación de sus creencias particulares.

10. Mito: El motivo del suicidio se puede establecer fácilmente.
Hechos: La verdad es que es muy difícil entender por qué una persona decide suicidarse. Por ejemplo, un revés en la situación económica precedido de la actuación suicida, no es una causa que explique fácilmente el suicidio.

11. Mito: Todos los que comente suicidio están deprimidos.
Hechos: Esta falacia radica en el hecho de que muchos de los signos de las actuaciones suicidas frustradas son ignorados porque la persona no actúa como si estuviera deprimida. Muchas de las personas que se suicidan no están deprimidas. De hecho, algunas personas se muestran calmadas y en paz consigo mismas.

12. Mito: Una persona con una enfermedad física terminal, no contempla la posibilidad del suicidio.
Hecho: Teniendo en cuenta las condiciones de padecimiento tanto físico como moral, propios o de los seres amados, el suicidio es una posibilidad que frecuentemente pueden contemplar, en miras de darle fin lo antes posible la sufrimiento, aun cuando la muerte se perciba como un hecho inminente.

13. Mito: El suicidio es influido por las estaciones del año, la latitud y las condiciones climatológicas en general o los días de la semana.
Hecho: No hay datos suficientes para sostener estas creencias

14. Mito: El suicidio es influido por factores cósmicos como las fases de la luna.
Hecho: No hay evidencias que confirmen lo anterior.

15. Mito: El suicidio es un evento aislado.
Hecho: Aun cuando existe un debate muy amplio en este sentido, se hace clara la conexión como factor desencadenante, sin que este factor pueda llamarse como tal la causa del suicidio.

16. Mito: Pensar en el suicidio es algo más bien raro.
Hecho: Estimaciones hechas sobre estudios hechos con muestras no clínicas, sugieren que la idea del suicidio esta presente desde un 40% hasta un 80% de la población. Esto significa que han pensado al menos una vez en la vida en la idea del suicidio.

17. Mito (especialmente presente entre terapeutas): Preguntarle a una persona sobre sus ideas de suicidio, especialmente si está deprimida, puede llevar a que la persona realice un intento, que no se hubiese dado si no se le hubiese preguntado.
Hecho: Un de los principales aprendizajes en la labor clínica, es indagar en profundidad sobre la ideación y su estructura. Además, el hacer la pregunta es conceder tácitamente un permiso a la persona para que hable sobre algo que puede considerar como un secreto inconfesable. De hecho, muchas personas se siente más aliviadas al poder exponer sus ideas sobre el suicidio.

18. Mito: Las personas que realizan intentos con medios de baja letalidad, no están considerando seriamente la idea de matarse.
Hecho: Aquí se confunde la letalidad con el intento. Algunas personas no están bien informadas sobre la letalidad del método que van a emplear, como puede ser la utilización de píldoras. El método empleado no necesariamente está en consonancia con la intención subyacente.

Trabajo enviado por:
Javier Fittipaldi
jfittipaldi@infovia.com.ar