Respaldo de material de tanatología

Autoestima: mi reencuentro

Objetivos:
1. Crear un ambiente positivo, de confianza y respeto entre todos los participantes.
2. Descubrir la importancia de la auto-aceptación y la autoestima en el desarrollo personal.
3. Aprender técnicas de auto ayuda para propiciar la introspección, inculcar la auto-aceptación y aumentar la autoestima.
4. Experimentar en un espacio seguro, una comunicación más abierta y analizar las propias creencias.
5. Brindar herramientas para disfrutar más de la vida y de ser uno mismo.

Requerimientos:
1. Una actitud abierta a nuevas posibilidades.
2. Mostrar respeto por todos los participantes.
3. Ganas de disfrutar más de la vida.
4. Edad suficiente para hacerse responsable de sí mismo.

“Aquel que se ama a sí mismo no tiene rival alguno”

Benjamín Franklin.

Introducción

El padre de la psicología norteamericana es William James, y en su libro Principios de Psicología, cuya primera edición se publicó en 1890, hallamos el primer intento de definir la autoestima. Lo primero que James nos dice sobre sí mismos es que basa su autoestima en cómo se compara con los demás en cualquier tema que elige. Si nadie más puede estar a la par de su pericia, su autoestima queda satisfecha. Si alguien lo supera, se destruye. Esta no es la fórmula para una autoestima positiva sino una receta para la ansiedad.

La autoestima cobró fuerza en la década de los ochenta. No sólo empezaron a publicarse cada vez más libros que hacían referencia a la palabra y se extendían sobre el tema en grado diverso, sino que comenzaron a aparecer estudios más científicos. Sin embargo, aún hoy no hay consenso en cuanto a lo que significa el término.

El propósito de este curso no es tratar exhaustivamente el gran tema de lo que podemos hacer para curar o reconstruir una autoestima dañada, sino fundamentalmente explorar qué es la autoestima.

Este es el punto de partida necesario. Si bien actualmente se habla mucho del tema, no hay comprensión compartida del significado de la autoestima o de las razones por las cuales es tan importante para nuestro bienestar.

Una de las propuestas es observar el poderoso rol que juega la autoestima para todos nosotros en las elecciones y decisiones claves que dan forma a nuestras vidas.

Se describe la buena autoestima y se indica las operaciones mentales de las que ésta depende.

Se hacen observaciones acerca de las fuentes de la autoestima positiva, en la medida en que depende de nuestras propias elecciones y comportamiento.

Así mismo, se trata de la aplicación de los principios de la autoestima al lugar de trabajo.

Esperamos que deseen ir más allá y aprender más acerca de la autoestima ya que de todos los juicios que emitimos en la vida, ninguno es más importante que el juicio que emitimos sobre nosotros mismos.

LA PROPIA IMAGEN ES EL DESTINO.

Lic. Martha Noemí Caraveo Pacheco.

“No hay peligro en mirar en el interior” Louise L. Hay

LA IMPORTANCIA DE LA AUTOESTIMA

El modo como nos sentimos con respecto a nosotros mismos afecta en forma decisiva virtualmente todos los aspectos de nuestra experiencia, desde la manera en que funcionamos en el trabajo, el amor, el sexo, hasta nuestro proceder como padres y las posibilidades que tenemos de progresar en la vida. Nuestras respuestas ante diversos acontecimientos que dependen de quiénes y qué pensamos que somos. Los dramas de nuestra vida son los reflejos de nuestra visión íntima de nosotros mismos. Por lo tanto, la autoestima es la clave del éxito o del fracaso. También es la clave para comprendernos y comprender a los demás. La autoestima es una necesidad psicológica básica. La autoestima es estar dispuestos a ser conscientes de que somos capaces de ser competentes para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y de que somos merecedores de la felicidad. Esto está compuesto por dos ideas básicas: a)Autoeficacia, es decir confianza en nuestra capacidad de pensar, aprender, elegir y tomar las decisiones adecuadas, y b) auto respeto, es decir, confianza en nuestro derecho a ser felices. Los desafíos básicos de la vida incluyen aspectos tan fundamentales como ser capaz de ganarse la vida y cuidar de uno mismo; ser competente en las relaciones humanas, es decir, capaz de mantener relaciones mayoritariamente satisfactorias para ambas partes; y tener resistencia que nos permite recuperarnos de la adversidad y perseverar en nuestras aspiraciones.

Refleja “el juicio implícito que cada uno hace acerca de su habilidad para enfrentar los desafíos de su vida (para comprender y superar sus problemas) y acerca de su derecho a ser feliz (respetar y defender sus intereses y necesidades).

Tener una alta autoestima es sentirse confiadamente apto para la vida, es decir, capaz y valioso. Tener una autoestima baja es sentirse inepto para la vida; desacertado, no con respecto a esto o aquello, sino desacertado como persona. Tener autoestima término medio es fluctuar entre sentirse apto e inepto, acertado y desacertado como persona, y manifestar estas incoherencias en la conducta â??actuar a veces con sensatez, a veces tontamente-, reforzando, con ello, la inseguridad.

Desarrollar la autoestima es desarrollar la convicción de que uno es competente para vivir y digno de ser feliz, y por lo tanto equivale a enfrentar la vida con mayor confianza, benevolencia y optimismo, lo que nos ayuda a alcanzar nuestras metas y experimentar la plenitud. Desarrollar la autoestima es ampliar nuestra capacidad de ser felices.

Cuando apreciamos la verdadera naturaleza de la autoestima, vemos que no es competitiva ni comparativa.

La genuina autoestima no se expresa por la auto glorificación a expensas de los otros, o por el afán de ser superior a los otros o de rebajarlos para elevarse uno mismo. La arrogancia, la jactancia y la sobrestimación de nuestras capacidades refleja más bien una autoestima equivocada y no, como imaginan algunos, un exceso de autoestima.

Una de las características más significativas de la autoestima saludable es que es el estado de una persona que no está en guerra ni consigo mismo ni con los demás.

La importancia de una autoestima saludable reside en que es la base de nuestra capacidad para responder de manera activa y positiva a las oportunidades que se nos presentan en el trabajo, en el amor y en la diversión. Es también la base de esa serenidad de espíritu que hace posible disfrutar de la vida. La autoestima nos fortalece, nos da energía y nos motiva. Nos anima a tener éxito y nos permite disfrutar y estar orgullosos de nuestros logros. La autoestima es una experiencia íntima: reside en el centro de nuestro ser. Es lo que pienso y lo que siento sobre sí mismo, no lo que piensa o siente alguna otra persona acerca de mí. Mi familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme, y aún así puede que yo no me ame.

“La autoestima es lo que te impulsa a lograr tus más altos objetivos y lo que te sostiene en los momentos difíciles. Si aumentas el amor por ti mismo, tu vida cambiará por completo” Francisco J. Angel

AUTOESTIMA

A la capacidad de tener confianza y respeto por uno mismo se le llama autoestima. (Susan Pick, Planeando tu vida, p. 277).

Es propiciada desde el nacimiento, o tal vez antes, ya que el hecho de que el niño o la niña se sientan deseados por sus padres les va a dar la posibilidad de sentirse esperados y queridos. De lo contrario, crecerá con un sentimiento de rechazo y baja estima. Es en el núcleo familiar en donde el niño adquiere las bases que necesita para una autoestima adecuada, que le permita sentirse apto para la vida, o con una autoestima inadecuada que lo haga percibirse como un ser inepto para enfrentarse al futuro.

Tanto la actitud de la madre como sus características personales son de suma importancia en el desarrollo de la confianza y el sentimiento de valía en los hijos; por lo tanto, es ella quien con su constancia, responsabilidad, interés, presencia y como satisfactora de necesidades, genera en los hijos el sentimiento interno de seguridad, de confianza en sí mismos y de sentirse dignos de la confianza de los demás.

Los padres tendrán que ser “espejos” que reflejen al hijo sus cualidades y logros, ayudándole así a crear un sentido de auto confianza dentro de su familia y dentro de la sociedad. Esta confianza en sí mismo y en los que le rodean, le ofrecerá una base firme para desarrollar su identidad con la certeza de ser aceptado, valioso y capaz.

Asimismo, los padres deben creer en los hijos (as) y producir en ellos la convicción de que lo que hacen tiene un significado; esto se logra a través de la empatía. O sea, percibir la necesidad del otro y responder adecuadamente de tal manera que el niño se sienta realmente comprendido.

Durante el crecimiento del niño (a), y posteriormente en la adolescencia, será el medio ambiente familiar el que ayudará a reafirmar su autoestima. Si ésta no se desarrolló de manera favorable dentro del núcleo familiar, probablemente el individuo tendrá sentimientos de soledad y rechazo, lo que se traducirá en minusvalía, lo cual le impedirá sentirse apto (a) para alcanzar sus metas.

En algunas ocasiones los padres frustran la posibilidad de una fuerte autoestima con base en la creencia de que sus hijos (as) serán adultos presumidos. Esto es un error, lejos de la presunción, estos niños (as) serán seres humanos seguros de sí mismos (as) y fuertes ante la adversidad. En otras ocasiones, la misma sociedad no permite que las personas muestren sus cualidades. Existen prejuicios tales como: “No debes mostrar tus cualidades, eso es presunción”. “Una cualidad importante es la modestia”. “Debes ser humilde”. Ã?stas son frases que escuchamos comúnmente y corresponden a las necesidades sociales. Los individuos con una baja autoestima están más sometidos a patrones vigentes, mientras que una adecuada autoestima se asocia con un reconocimiento de cualidades y defectos y una mayor conciencia de los alcances y limitaciones para luchar y obtener condiciones de vida.

La autoestima deberá ser sentida como la esencia interna de sí mismo (a). No necesita reconocimientos externos; la verdadera autoestima posee el reconocimiento interno, es la fe y respeto por nosotros mismos y es captada a través del amor, el respeto y la fe con la que nos nutrieron desde niños.

Una buena autoestima nos permite crecer, ser libres, creativos, alegres, amistosos, amorosos, sentirnos plenos y con capacidad de dar y recibir.

La palabra autoestima nos habla de cuánto nos valoramos y queremos a nosotros mismos. No todas las personas nos sentimos satisfechas con nuestra apariencia física, con nuestro carácter, con la forma en que nos comportamos, con lo que hemos logrado en la escuela, con nuestros amigos o dentro de la familia. Estos factores determinan cómo nos sentimos con nosotros mismos, qué tan contentos estamos con ser como somos, qué tanto nos aceptamos y que tanto nos queremos.

¿Qué es la autoestima?

La autoestima está directamente relacionada con la auto imagen o el auto concepto, y que son los conocimientos y sentimientos que el individuo tiene sobre sí mismo. Tanto el desarrollo de la realidad individual como la capacidad de autoestima, están consideradas como un proceso. Ambos factores han de avanzar simultáneamente. La autoestima y el desarrollo personal se complementan entre sí; es imposible avanzar en el camino de la evolución humana sin una estima correcta y sin un crecimiento adecuado. La autoestima implica necesariamente que sintamos que somos valiosos, pero también que somos eficientes.

“La autoestima es una parte fundamental para que el hombre alcance la plenitud y la autorrealización en la salud física y mental, productividad y creatividad, es decir, es la plena expresión de sí mismo”. Es apreciar el valor e importancia propios, y tener el carácter para ser responsable de sí y de actuar responsablemente hacia los demás.

“El hombre tiene capacidad para elegir la actitud personal ante cualquier reto o un conjunto de circunstancias y así decidir su propio camino. Lo que el hombre llega a ser lo tiene que ser por sí mismo” (Nathaniel Branden).

A la autoestima se le ha llamado la clave del éxito personal, porque “ese sí mismo” a veces está oculto y sumergido en la inconsciencia o en la ignorancia.

Autoestima es la “suma de la confianza y respeto por uno mismo”. En ella hay un sentimiento:

. Me siento capaz de lograr cosas, de superar problemas, de salir adelante. Confío en mis capacidades para enfrentar la vida a pesar de mis límites.

. Me siento valioso y con derecho a ser feliz, y por lo tanto estoy pendiente de mis emociones, deseos y necesidades.

La autoestima influye en cada situación y acto de nuestra vida: en el trabajo, el estudio. La relación de pareja, la diversión y, por supuesto, la sexualidad.

La autoestima es el puente entre quién es y qué hace, entre el éxito interno y el externo. La autoestima significa creer en ti. Se ha definido la autoestima como apreciar sus puntos fuertes y destrezas, tener un sentimiento de poder y responsabilidad por sus propias acciones; un sentido de afecto mutuo entre usted y los demás y un sentido de dedicación a la sociedad ( Lynn Silton).

La autoestima es el antídoto más eficaz contra la depresión, la ansiedad o el estrés. Le permite actuar. La acción sigue al pensamiento. Pensar en lo que no puede hacer a menudo hace que fracase. Quedarse en los ensayos del pasado es un ensayo para repetir la actuación. Por otro lado, la acción positiva puede hacer realidad sus sueños. La energía y dirección centradas conducen a la mejor autoestima y éxito. La autoestima es una experiencia íntima; habita en mi alma. Es lo que yo pienso y siento respecto a mí mismo, no lo que otra persona piensa o siente respecto a mi.

La principal tarea del hombre en la vida es darse nacimiento a sí mismo, llegar a ser lo que potencialmente es. El producto más importante de este esfuerzo es su propia personalidad (Erich Fromm, el Arte de Amar).

Por tanto la autoestima la podemos definir como el conjunto de creencias (limitantes o desarrolladoras) y valores (virtuosos o viciosos) que el sujeto tiene acerca de quién es, de sus capacidades, habilidades, recursos y potencialidades, pasadas, presentes y futuras, que le han conducido hasta donde está y que le llevarán hasta donde crea que puede llegar.

La autoestima adecuada no es algo con lo que nacemos ni es posible comprarla en un puesto de revistas ni en una tienda de videos; no se adquiere por ir a una conferencia ni por asistir a un taller; es, sencillamente, el resultado del esfuerzo personal y cotidiano por alcanzarla, y una vez alcanzada por mantenerla, pues tampoco es un estado que se adquiera de una vez y para siempre: sube, baja, se cuestiona, peligra, se recobra.

Cuando la autoestima es alta, nos sentimos llenos de energía y entusiasmo, nos sentimos capaces de todo, nos sentimos seguros de nuestro propio valer y nuestra importancia. La alta autoestima busca el desafío y el estímulo de los objetivos difíciles y que merecen la pena. Alcanzar dichos objetivos nutre la buena autoestima.

Una persona con autoestima alta piensa que su vida hace una diferencia importante en el mundo y en las personas que le rodean. Tiene confianza en sus capacidades. Se caracteriza por su honestidad, su amor hacia sí misma y hacia los demás y porque expresa su libertad. Demuestra integridad entre sus valores y sus acciones, entre lo que siente y lo que dice, entre su comunicación verbal y no-verbal. Está bien consciente de que su mejor recurso es su propia persona. Sabe que puede contar con ella misma para todo lo que sea necesario. Tiene confianza en su presente y esperanza en el futuro. Se acepta tal como es y, al mismo tiempo, desea mejorar. Disfruta cuando logra mejorar, pero entiende que no siempre es posible.

Cuanto más alta sea nuestra autoestima, mejor preparados estaremos para enfrentar las adversidades; cuanto más flexibles seamos, más resistiremos las presiones que nos hacen sucumbir a la desesperación o a la derrota. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, nuestras comunicaciones tendrán la posibilidad de ser más abiertas, sinceras y adecuadas, porque creeremos que nuestros pensamientos son valiosos y por lo tanto aceptaremos la claridad en lugar de temerla.

Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más ambiciosos tenderemos a ser, no necesariamente en nuestra carrera o profesión o en un sentido económico, sino en términos de lo que esperamos experimentar en la vida en el plano emocional, creativo, espiritual.

Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más posibilidades tendremos de entablar relaciones enriquecedoras y no destructivas, ya que lo semejante se atrae, la salud llama a la salud, y la vitalidad y la generosidad de ánimo son más apetecibles que el vacío afectivo y la tendencia a explotar a los demás. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, tendremos más disposición a establecer relaciones positivas en lugar de tóxicas. Esto se debe a que los que se parecen se atraen, y la salud se siente atraída por la salud. La vitalidad y la extroversión de los demás son, naturalmente, más atractivas para las personas con buena autoestima que la vacuidad y la dependencia. Los hombres y mujeres que confían en ellos mismos se sienten atraídos unos por otros de una forma natural. A la inversa, las mujeres y los hombres inseguros también se sienten atraídos y establecen relaciones destructivas.

Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más nos inclinaremos a tratar a los demás con respeto, benevolencia y buena voluntad, ya que no los percibiremos como amenaza, no nos sentiremos “extraños y asustados en un mundo que nunca hicimos” (citando el poema de A. E. Housman),y porque el respeto por uno mismo es la base del respeto por los demás.

Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más alegría experimentaremos por el solo hecho de ser, de despertarnos a la mañana, de vivir dentro de nuestros cuerpos. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más ambiciosos seremos, no sólo en sentido profesional o financiero, sino en materia de lo que esperamos experimentar en nuestras vidas: emocional, romántica, intelectual, creativa y espiritualmente. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, mayor será el deseo de expresarnos, reflejando nuestra riqueza interior .

Cuando la autoestima es baja, estamos cansados, nada nos entusiasma, nos sentimos inseguros de lo que somos capaces de hacer, sentimos que valemos poco. La baja autoestima busca la seguridad de lo conocido y lo fácil. Confinarse a lo conocido y lo fácil sirve para debilitar la autoestima. Cuanto más baja sea nuestra autoestima, más urgente será la necesidad de “probarnos” a nosotros mismos o de olvidarnos de nuestras necesidades viviendo de manera mecánica e inconsciente.

La baja autoestima tiende a generar depresión y ansiedad. Si nos sentimos significativamente carentes de eficacia y valor, casi con seguridad sentiremos que la existencia es aterradora e infructuosa.

Una persona con autoestima baja piensa que es insignificante. Se pasa la vida esperando que le ocurran las peores catástrofes, hasta que le ocurren. Vive sus días aislada del mundo. La soledad parece perseguirla. Tiene enormes dificultades para comunicarse. Cuanto más baja sea nuestra autoestima, nuestras comunicaciones tenderán a ser más turbias, evasivas e inadecuadas debido a la desconfianza en nuestros propios pensamientos y sentimientos, así como a la ansiedad ante la respuesta de nuestros interlocutores.

Puesto que la autoestima se aprende, podemos también cambiarla y volverla más positiva.

Un especialista en relaciones humanas, Satir (1981) ha dicho:

“Siempre hay esperanza de que la vida cambie porque siempre se pueden aprender cosas nuevas.”

Los principales pasos para mejorar la autoestima son:

Reconocer que nuestra autoestima es baja.

Convencerse de que la autoestima se puede cambiar.

Decidir cambiarla.
Otras ideas que ayudarán a mejorar la autoestima son:

Reconocer que solamente nosotros mismos podemos hacer el cambio. En realidad, nadie más tiene esa responsabilidad ni esa capacidad. Quizás hay algunos de nosotros que creemos que la autoestima la produjeron otros (casi siempre es más fácil culpar al resto del mundo).

Hacer un balance de las virtudes y los defectos. Todos tenemos cualidades y defectos y todos podemos sacarle partido a nuestras cualidades y cambiar algunas de las características propias que nos disgustan.

Empecemos primero por uno de los defectos. Debemos estar conscientes de que no todo lo que disgusta se podrá modificar. Pero siempre hay esperanza. Algunas cosas que disgustan no pueden ser cambiadas. Por ejemplo, es poco probable que alguno pueda aumentar su estatura, cambiar la forma o el tamaño de sus orejas, estrenar un nuevo color de ojos. Pero, está dentro del alcance de la mayoría de nosotros cambiar algunos defectos. Por ejemplo, con dietas o ejercicios podemos mejorar el cuerpo, con un especialista en cortes de cabello podemos cambiar su forma o el estilo de peinado.

Para aprender una nueva actitud personal, comencemos con lo sencillo. Y, por supuesto, premiémonos generosamente al alcanzar una meta, por pequeña que ésta sea.

Cualquier cambio que planeemos hacer, hagámoslo para complacernos a nosotros mismos. Podemos complacer a algunas personas por cierto tiempo, pero no podemos complacer a todo el mundo todo el tiempo. Ni tiene caso hacerlo. Nadie puede caerle bien a todos.
Tener una buena autoestima significa ver verdaderamente quien soy, autónomo, capaz de poner límites, orgulloso de ser quien soy y, por último, absolutamente abierto a recibir del universo lo que me he ganado. La autoestima se aprende de los padres, si yo he recibido valoración dela fuera, si mis padres me consideraban valioso, me aceptaban como era, me daban cierta autonomía, respetaban mi privacidad; si estaban orgullosos de mí y me hacían sentir reconocido, sin que me quedara endeudado o culpable cuando me daban algo (vamos recorriendo el esquema de la palabra valor), entonces es más fácil para mí darme cuenta de que soy valioso.

VERDADERO (autoaceptado verdaderamente)

AUTÓNOMO (libre de fijar sus propias normas)

LIMITANTE (capaz de poner límites)

ORGULLOSO (contento de ser quien es)

RECEPTIVO (aceptador del reconocimiento del medio)

Para algunos autores es como una escalera que se construye con distintos escalones. Estos escalones son:

-Auto conocimiento

-Auto concepto

-Auto evaluación

-Auto aceptación

-Auto respeto

-Auto estima

AUTO CONOCIMIENTO

“Cuando aprendemos a conocernos en verdad vivimos” (Schüller).

El auto conocimiento es conocer las partes que componen al “yo”. Cuáles son sus manifestaciones, necesidades y habilidades; los papeles que vive el individuo y a través de los cuales es; conocer por qué y cómo actúa y siente.

Es imposible amar algo que no conozco. No puedo amarme y respetarme si no conozco los aspectos que me integran.

Conocerme significa percibirme completo: mi cuerpo, mis pensamientos y sentimientos, y mi capacidad de relacionarme con otros.

Conocerme es descubrirme con capacidades, habilidades y virtudes, pero también con límites, defectos, errores.

Conocerme es darme cuenta de que cambio, no siempre soy igual, soy alguien dinámico y cambiante como cambiante y dinámica es la vida. Es conocer las partes que componen el yo, cuáles son sus manifestaciones, necesidades, y habilidades; los papeles que vive el individuo y a través de los cuales es; conocer por qué y cómo actúa y siente. Al conocer todos sus elementos, que desde luego no funcionan por separado sino que se entrelazan para apoyarse uno al otro, el individuo logrará tener una personalidad fuerte y unificada; si una de estas partes funciona de manera deficiente, las otras se verán afectadas y su personalidad será débil y dividida, con sentimientos de ineficiencia y devaloración.

AUTO CONCEPTO

“Dale a un hombre una auto imagen pobre y acabará siendo un siervo” R. Schüller).

El auto concepto es una serie de creencias acerca de uno mismo, que se manifiestan en la conducta. Si alguien se cree tonto, actuará como tonto; si se cree inteligente o apto, actuará como tal.

Es la visión o la imagen que tengo de mí mismo. Si digo: “Yo creo que soy…” todo lo que diga acerca de mí, es mi auto concepto. Todos tenemos una idea de lo que somos y de cómo somos. A veces, esa idea es real, pero a veces no lo es . Esa idea depende mucho de las etiquetas que las demás personas nos han puesto a lo largo de nuestra vida. El auto concepto es el conjunto de creencias que una persona tiene acerca de lo que es ella misma. Cada persona se forma, a lo largo de su vida, una serie de ideas o imágenes que la llevan a creer que así es. Hay personas que creen firmemente en su capacidad para ganar dinero o para vencer en la vida, y también, por desgracia, existen las que se han formado un auto concepto negativo, de manera que están convencidas de su incapacidad para triunfar o para aprender y progresar. Si una persona cree que no es apta para las matemáticas, aunque tenga cualidades para ellas, será inútil. Ninguna persona ha nacido para tapete ni para víctima. Nadie ha nacido fracasado, ni pecador sin esperanzas.

AUTO EVALUACION

“El sentirse devaluado e indeseable es en la mayoría de los casos la base de los problemas humanos” (C. Rogers).

La auto evaluación refleja la capacidad interna de evaluar las cosas como buenas si lo son para el individuo, le satisfacen, son interesantes, enriquecedoras, le hacen sentir bien y le permiten crecer y aprender; y considerarlas como malas, si para la persona lo son, no le satisfacen, carecen de interés, le hacen daño y no le permiten crecer.

Es la capacidad de evaluar como positivo o negativo aquello que sea positivo o negativo para mí, reflexionando al mismo tiempo sobre normas y valores de la sociedad. Poco a poco vamos a encontrar los puntos que van a guiar nuestra conducta, desarrollaremos nuestro propio juicio y aprenderemos a confiar en él, en lugar de basarnos solamente en lo que piensan las demás personas. Y es así, porque confío en mi propio juicio. La auto evaluación requiere estar consciente de sí mismo. El Dr. Elkins dice: “El darse cuenta de uno mismo es la llave para cambiar y crecer”. Cada uno tiene que encontrar e ir haciendo su camino, el que lo lleve a ser una persona valiosa para sí mismo y los demás. El “darse cuenta”, según la teoría de la Gestalt, es prestar más atención a las propias vivencias para comprenderlas y así comprender la existencia; “darse cuenta” de lo que está pasando en ese momento a su alrededor, cómo y qué se percibe, qué siente y cómo queda consigo mismo con la decisión que está tomando. Todo aquello que fue grabado es susceptible de transformarse y cambiar si hay voluntad: “Somos los arquitectos de nuestro propio destino”, “los escultores de nuestra más importante cultura”.

AUTOACEPTACION

“La actitud del individuo hacia sí mismo y el aprecio por su propio valer juega un papel de primer orden en el proceso creador” (M. Rodríguez).

La auto aceptación es admitir y reconocer todas las partes de sí mismo como un hecho, como la forma de ser y sentir, ya que sólo a través de la aceptación se puede transformar lo que es susceptible de ello. Sin auto aceptación la autoestima es imposible. Nos quedamos bloqueados en un hábito de conducta de autorrechazo, el crecimiento personal se ve reprimido y no podemos ser felices.

Aceptar, es experimentar la realidad de una manera completa, sin negarla ni evitarla. Es admitir y vivir como un hecho todas las partes que hay en mí. Aceptarme es ser capaz de sentir y decir: soy todas estas características; mi cuerpo, emociones, deseos, ideas, son partes de mí, independientemente de que algunas me gustarán y otras no. Fíjate: aceptarme no es necesariamente gustarme, sino reconocerme que soy como soy.

Para aceptarme no tengo que negar que soy, al contrario, se tata de aprender a amarme y respetarme con todas mis características: lo positivo y lo negativo, mis capacidades y mis limitaciones, mis aciertos y mis errores. Es necesario rodearse de una atmósfera donde se promueva la confianza, el afecto, el respeto, y la aceptación, y no seguir en una donde estos valores son ignorados o rechazados; tener actividades donde sea posible el éxito, y no aquéllas en que se sabe de antemano que se va a fracasar. Auto aceptarme no significa estar en guerra con nosotros mismos, no negar nuestra realidad actual, en este momento de nuestra existencia. La autoaceptación es negarse a tener una relación de enfrentamiento con uno mismo. Es uno de los fundamentos indispensables para construir una autoestima saludable.

AUTO RESPETO

“La autoestima es un silencioso respeto por uno mismo” (Dr. Elkins).

Auto respetarse es atender, hacer caso a las propias necesidades para satisfacerlas, vivir según nuestros propios valores, y expresar nuestros sentimientos y emociones, sin hacernos daño ni culparnos. Buscar y valorar todo aquello que lo haga a uno sentirse orgulloso de sí mismo.

Si me respeto, estoy al tanto de lo que deseo y necesito para estar bien, pero no solo me doy cuenta: actúo para lograrlo.

Si me respeto defiendo â??aún ante mí mismo- mi derecho a ser la persona que realmente soy. El auto respeto es entender las propias necesidades y valores para satisfacerlos; expresar y manejar en forma conveniente los sentimientos y emociones, sin hacerse daño ni culparse: buscar y valorar todo aquello que lo lleve a sentirse una persona orgullosa de sí misma. Sólo en la medida de este auto respeto se atenderán las necesidades y valores de los demás; no se hará daño, juzgará ni culpará. Se valorarán gracias a las propias necesidades y valores, se entenderá que así como uno tiene los suyos y los necesita, así el otro tiene los suyos y los necesita.

AUTOESTIMA

“Solo podemos amar cuando nos hemos amado a nosotros mismos”.

Quien se quiere a sí mismo se conoce y se acepta tal como es, conoce sus cualidades y sus limitaciones. Todas las personas valemos por nosotras mismas. No es necesario ser el o la mejor. Lo importante es hacer nuestro mejor esfuerzo y sentirnos satisfechos con nuestros logros. La autoestima es la síntesis de todos los pasos anteriores. La autoestima es el aprecio que tenemos por nosotros mismos, de nuestra forma de pensar, actuar y sentir. Ella nos permite reconocer nuestras capacidades y confiar en nosotros mismos. Nuestra persona con las propias virtudes, defectos, emociones, sentimientos, necesidades, etc., es el equipo que tenemos para vivir y así como somos debemos aceptarnos y querernos incondicionalmente, tomando en cuenta que hay cosas de nosotros que podemos modificar.

“El pasado no tiene poder sobre mí” L. Hay

¿CÃ?MO SE FORMA LA AUTOESTIMA?

El sentimiento de valor propio lo aprendemos desde la infancia.

Desde niños pequeños interactuamos con otras personas : nos sentimos apoyados en menor o mayor grado, recibimos palabras de aliento o desaliento, directa e indirectamente de los padres y de otras personas. De las experiencias y comunicaciones con otras personas comenzamos a formarnos una imagen de nosotros mismos, adquirimos una especie de balanza en la que comparamos nuestro propio valer contra el que nos ha dado el mundo adulto.

A través de estas primeras comunicaciones recibimos: ideas de lo que otros sienten hacia nosotros, diversas opiniones sobre qué tan capaces somos para hacer o no las cosas, qué tan agradables o desagradables somos, qué tanta confianza nos tienen, qué tan independientes o dependientes quieren que seamos. Al transcurrir el tiempo, vamos asimilando el concepto que los otros nos transmiten y le vamos asignando una calificación a este concepto. Esta “calificación” es la autoestima. Ã?sta representa qué tanto nos queremos a nosotros mismos.

Existen varias razones para desarrollar una autoestima positiva:

En la medida en que nos conocemos y aceptamos, estaremos más contentos, satisfechos y tranquilos.

Si estamos contentos con nosotros mismos, interactuaremos más constructivamente con otros y lograremos más y mejores metas.

Será más probable que otros nos vean, respeten y admiren, de una manera más positiva, si nos aceptamos como somos. Si tenemos autoestima será más fácil que otros también nos quieran.

La autoestima positiva es un motivador poderoso de nuestra conducta que trabaja para mantener la propia estabilidad y nos brinda una serie de expectativas (metas) de logro y éxito. El autor, Rob Solomón, nos ofrece siete claves para construir y mantener un posición de sólidos valores personales y de una autoestima positiva.
1. Haz una revisión realista de ti mismo.

¿Cuáles son tus posibilidades y tus limitaciones? ¿Qué sabes hacer bien y hasta dónde está tu alcance?

Para poner límite necesito:

Comunicar claramente mis ideas.

Saber cuáles son mis necesidades.

Expresar límites y consecuencias claramente.

Sobreponernos a nuestras limitaciones.

2. Sé congruente con tus valores personales.

Como los valores vienen de fuera, éstos siempre se hayan a prueba, ya sea por nuestras experiencias o por el juicio que hagamos de cada uno de ellos con el paso del tiempo. Lo importante de los valores es que tú debes aceptar los que se adapten a tu persona, siempre pensando en un sistema de valores o código ético.

Si me respeto:

Me quiero y valoro.

Exijo un trato adecuado.

Respeto a los demás.

Mantengo una comunicación abierta.

No me engaño a mí mismo.

3. Desarrolla y mantén un sólido sistema de apoyo personal.

Recuerda que la gente necesita de la gente. Cuando necesites apoyo o te encuentres en una grave crisis personal, no dudes en recurrir a quienes te estiman.

4. Proponte metas realistas.

Que tus metas sean claras y específicas. No te impongas metas que no puedas medir.

5. Sé firme.

Aférrate a lo que crees, o lo que consideras correcto y a aceptar o tomar en cuenta las necesidades, sentimientos e ideas de los demás.

6. Acéptate tal como eres (aprende a perdonarte).

Acepta a los demás como son, con sus virtudes y sus defectos y acéptate también a ti mismo. La aceptación de sí mismo es producto de una auto evaluación realista.

7. Date siempre oportunidades de estímulo.

Una pequeña alabanza a favor de uno mismo siempre constituirá una aportación para nuestro desarrollo. “Buen trabajo”, ¡Lo hiciste realmente muy bien!, son palabras que te ayudarán a mantener en pie tu motivación. Dilas de vez en cuando.

Los sentimientos positivos hacia nosotros mismos sólo pueden crecer en un ambiente de libertad, en donde reconocemos y respetamos las diferencias individuales, en donde decimos las cosas tal como son y donde escuchamos sin criticar, prejuzgar o enjuiciar. ¿Qué podemos hacer? Propiciar un ambiente enriquecedor como el descrito. Un lugar en que la otra persona se sienta realmente estimada, necesaria, amada. Un tiempo en el que no hay prisas para compartir, y en donde se reconozcan las cualidades del otro.

La autoestima deberá ser sentida como la esencia interna de sí mismo (a). No necesita reconocimientos externos; la verdadera autoestima posee el reconocimiento interno, es la fe y respeto por nosotros mismos y es captada a través del amor, el respeto y la fe con la que nos nutrieron desde niños.

Una buena autoestima nos permite crecer, ser libres, creativos, alegres, amistosos, amorosos, sentirnos plenos y con capacidad de dar y recibir.

La autoestima es la experiencia de ser aptos para la vida y para sus requerimientos. Más concretamente consiste en:

Confianza en nuestra capacidad de pensar y de afrontar los desafíos de la vida

Confianza en nuestro derecho a ser felices, el sentimiento de ser dignos, de merecer, de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y a gozar de los frutos de nuestros esfuerzos.
La autoestima es una necesidad muy importante para el ser humano. Es básica y efectúa una contribución esencial al proceso de la vida; es indispensable para el desarrollo normal y sano; tiene valor de supervivencia.

El no tener una autoestima positiva impide nuestro crecimiento psicológico. Cuando se posee actúa como el sistema inmunológico de la conciencia, dándole resistencia, fortaleza y capacidad de regeneración. Cuando es baja, disminuye nuestra resistencia fuerte a las adversidades de la vida. Nos derrumbamos ante las vicisitudes que un sentido más positivo del uno mismo podría vencer. Tendemos a estar más influidos por el deseo de evitar el dolor que de experimentar la alegría. Lo negativo ejerce más poder sobre nosotros que lo positivo.

AUTO EFICACIA Y AUTO DIGNIDAD

La autoestima tiene dos aspectos interrelacionados:

Un sentido de eficacia personal (auto eficacia)

Un sentido de mérito personal (auto dignidad)
Como experiencia psicológica realizada plenamente, es la suma integrada de estos dos aspectos.

Auto eficacia significa confianza en el funcionamiento de mi mente, en mi capacidad de pensar, en los procesos por los cuales juzgo, elijo, decido; confianza en mi capacidad de comprender los hechos de la realidad que entran en la esfera de mis intereses y necesidades; confianza cognoscitiva de mí mismo.

Auto dignidad quiere decir seguridad de mi valor; una actitud afirmativa hacia mi derecho de vivir y de ser feliz; comodidad al expresar propiamente mis pensamientos, deseos y necesidades; sentir que la alegría es mi derecho natural.

Partamos de la premisa de que si un individuo se sintiera inepto para enfrentar los desafíos de la vida, si careciera de confianza fundamental en sí mismo, en su mente, reconoceríamos una deficiencia de autoestima, sin importar qué otras ventajas poseyera. O si careciera de un sentido básico de auto dignidad, se sintiera indigno del amor o respeto de los demás, sin derecho a la felicidad, temeroso de expresar pensamientos, deseos o necesidades, nuevamente reconoceríamos una deficiencia de autoestima, sin importar qué otros atributos positivos exhiba.

Los pilares duales de la autoestima

Auto eficacia y auto dignidad son los pilares duales de la autoestima positiva. La falta de cualquiera de ellos la menoscaba. Son las características que definen al término debido a que son fundamentales. No representan significados derivados o secundarios sino la esencia de la autoestima.

La experiencia de la auto eficacia genera el sentido de control sobre la propia vida, que asociamos con el bienestar psicológico, la sensación de estar en el centro vital de la propia existencia, a diferencia de ser un espectador pasivo o víctima de los acontecimientos.

La experiencia de la auto dignidad posibilita un sentido benevolente no neurótico de comunidad con otros individuos, la fraternidad de la independencia y la consideración mutua, a diferencia del aislamiento del resto de los humanos, por un lado, o del hundimiento en la tribu, por el otro.

Dentro de una persona, habrá fluctuaciones inevitables en los niveles de autoestima, así como las hay en todos los estados psicológicos. Necesitamos pensar en términos del nivel promedio de autoestima de una persona.

¿Cómo experimentamos nuestra autoestima?

Si bien a veces hablamos de la autoestima como de una convicción sobre uno mismo, es más exacto hablar de una predisposición a experimentarse de una manera particular. ¿De qué manera? Recapitulando:

Como fundamentalmente competente para afrontar los desafíos de la vida; en consecuencia, confianza en la propia mente y en sus proceso; auto eficacia.

Como digno de éxito y felicidad; en consecuencia, la percepción de nosotros mismos como personas para quienes el logro, el éxito, el respeto, la amistad y el amor son apropiados; auto dignidad.
Para lograr un cambio significativo en tu vida antes de querer cambiar las situaciones externas sería conveniente cambiar lo que pasa dentro de tu mente. Llenarte de pensamientos positivos sobre ti y sobre todo lo que te rodea.

Si en tu mente tienes la creencia de que no mereces estar bien o de que nunca recibes lo que quieres, no importa cuánto trabajes y cuánto te esfuerces, tu mente trabajará para cumplir la creencia.

Si tienes la creencia de que vales poco o de que nunca conseguirás lo que te propones, puedes estar seguro de que sin importar cuantos cambios externos hagas, tu vida será la de alguien que vale poco.

Hay primero que cambiar esos pensamientos que detienen tu desarrollo; ponerlos a trabajar a tu favor y no en tu contra.

Lograr convencerte de que mereces lo mejor, que eres una buena persona digna de amar y de ser amada, tienes que estar seguro de que puedes resolver los problemas que tengas y de que debes ser tratado con respeto, que tienes derecho a pedir lo que quieres y que la vida quiere darte todo lo que deseas.

La autoestima es el motor de tu desarrollo, si aumentas tu amor propio, tus expectativas apuntarán a lo más alto, tendrás la fuerza suficiente para enfrentar las situaciones difíciles y mejorarás tu vida en todos los aspectos.

Una definición formal de autoestima

Resumiendo en una definición formal: La autoestima es la predisposición a experimentarse como competente para afrontar los desafíos de la vida y como merecedor de la felicidad. Branden, (1993). Obsérvese que esta definición no especifica las influencias del ambiente durante la infancia que sustentan la autoestima positiva (por ejemplo, seguridad física, educación, etc.) no los generadores internos posteriores (por ejemplo, vivir consciente, responsablemente con respecto a sí mismo, etc.), ni las consecuencias emocionales o de comportamiento (por ejemplo, compasión, deseo de ser responsable, etc.). Simplemente identifica a qué se refiere y en qué consiste la auto evaluación.

El concepto de “competencia” utilizado en la definición es metafísico, no “occidental”. Es decir, atañe a la naturaleza misma de las cosas, a nuestra relación fundamental con la realidad. No es el producto de una “opción por un valor” cultural en particular. No hay sociedad en la tierra, ni siquiera puede concebirse una cuyos miembros no enfrenten los desafíos de satisfacer sus necesidades, de la adaptación apropiada a la naturaleza y al mundo de los seres humanos. La idea de eficacia en este sentido fundamental (que incluye la competencia en las relaciones humanas) no es un “artificio occidental”, como se ha sugerido.

Nos engañamos a nosotros mismos si imaginamos que existe una cultura o sociedad en la cual no tengamos que enfrentarnos al desafío de adecuarnos a la vida.

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INTRODUCCIÓN
Muchas personas afirman que tienen tantos problemas que no pueden salir adelante y lograr colocar sus vidas al nivel en el que desearían tenerla. Es cierto que no todos cuentan con las mismas oportunidades, el mismo nivel de autoestima, la misma preparación intelectual ni la misma base económica.

Sin embargo es factible persuadir que se tiende a engrandecer las dificultades, a convertirlas en nuestros verdugos y a disminuir y subestimar nuestra capacidad para resolverlas y avanzar creativamente.

En esta investigación se estudiará un poco más el interior de lo que engloba la palabra “AUTOESTIMA” para una mejor comprensión de su significado, ya que es un tema del que tanto se dice y tan poco se comprende. Para ello se citara su concepto desde distintos tipos de vista, cómo se forma, la vida con y sin ella, porqué se necesita, algunos comportamientos dependiendo del nivel de autoestima poseído, cómo incide sobre las relaciones sociales y sobre el trabajo y su relación con la sociedad.

QUÃ? ES LA AUTOESTIMA
Autoestima, es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida; creemos que somos listos o tontos, nos gustamos o no. Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se juntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un incómodo sentimiento de no ser lo que esperábamos

No existe un concepto único sobre autoestima, más bien hay diferentes formas de entender lo que significa. Como todo, el significado de Autoestima puede entenderse a partir de varios niveles, el energético y el psicológico.

Desde el punto de vista energético, se entiende que:

Autoestima es la fuerza innata que impulsa al organismo hacia la vida, hacia la ejecución armónica de todas sus funciones y hacia su desarrollo; que le dota de organización y direccionalidad en todas sus funciones y procesos, ya sean éstos cognitivos, emocionales o motores.

De aquí se desprende:

_ Existe una fuerza primaria que nos impulsa hacia la vida.

_ Esa fuerza posibilita la realización de las funciones orgánicas armónicamente.

_ Esa fuerza nos permite desarrollarnos.

_ Esa fuerza nos permite tener una organización, una estructura.

_ Esa fuerza es responsable de nuestros procesos de funcionamiento, y tiene que ver con nuestros pensamientos, nuestros estados emocionales y nuestros actos.

Desde el punto de vista psicológico, puede decirse que:

Autoestima es la capacidad desarrollable de experimentar la existencia, conscientes de nuestro potencial y nuestras necesidades reales; de amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener o de las circunstancias externas generadas por los distintos contextos en los que nos corresponda interactuar.

De aquí se desprende lo siguiente:

_ La Autoestima es una disposición, un contenido, un recurso natural en el ser humano.

_ La Autoestima es desarrollable.

_ La Autoestima sólo existe relacionada con la experiencia de la vida.

_ La Autoestima está relacionada con el hecho de estar conscientes de nuestras potencialidades y necesidades.

_ La Autoestima está relacionada con la confianza en uno mismo.

_ Existen necesidades reales y otras que no lo son aunque a veces así lo pensemos.

_ La Autoestima está relacionada con el amor incondicional hacia uno mismo.

_ La Autoestima orienta la acción hacia el logro de los objetivos y el bienestar general.

_ Podemos tener limitaciones y a pesar de ello tener Autoestima.

_ Los eventos externos, las contingencias, no necesariamente deben afectar nuestra Autoestima., al menos no de manera estable o permanente.

Otros conceptos de Autoestima, relacionados de alguna forma con los que ya hemos expuesto arriba, sugieren que:

_ Es el juicio que hago de mi mismo.

_ La sensación de que encajo y de que tengo mucho por dar y recibir.

_ La convicción de que con lo que soy basta para funcionar; que no tengo que incorporar nada nuevo a mi vida, sino reconocer aspectos de mí que no he concientizado, para luego integrarlos.

_ La reputación que tengo ante mí mismo.

_ Es una manera de vivir orientada hacia el bienestar, el equilibrio, la salud y el respeto por mis particularidades.

Para efectos de facilitar la comprensión de todo lo expresado anteriormente, asumiremos que la Autoestima es siempre cuestión de grados y puede ser aumentada, ya que si lo vemos con cuidado, concluiremos que siempre es posible amarnos más, respetarnos más o estar más conscientes de nosotros y de la relación que tenemos con todo lo que nos rodea, sin llegar a caer en el narcisismo o egoísmo, que es cuando sólo podemos amarnos a nosotros mismos. Por eso utilizaremos expresiones como aumentar, elevar o desarrollar la Autoestima, para aludir al hecho de que alguien pueda mejorar en los aspectos citados.

De manera que sí es posible una potenciación de este recurso de conocimiento, aceptación y valoración de uno mismo.

Cuando nos referimos a personas o situaciones de poco amor o respeto hacia nosotros mismos, utilizaremos los términos “DESVALORIZACIÓN” o “DESESTIMA”, como palabras que se refieren a una manera inconsciente de vivir que niega, ignora o desconoce nuestros dones, recursos, potencialidades y alternativas.

También es conveniente aclarar, que podemos tener comportamientos de baja Autoestima, en algún momento, aunque nuestra tendencia sea vivir conscientes, siendo quienes somos, amándonos y respetándonos. Puede también suceder lo contrario: vivir una vida sin rumbo, tendente al Autosabotaje y a la inconsciencia, pero podemos experimentar momentos de encuentro con nuestra verdadera esencia. Fragmentos de tiempo de inconsciencia y desconfianza en uno, no son igual que una vida inconsciente regida por el miedo como emoción fundamental. Lo uno es actitud pasajera, lo otro es forma de vida. Hay que distinguir.

CÃ?MO SE FORMA LA AUTOESTIMA
Desde el momento mismo en que somos concebidos, cuando el vínculo entre nuestros padres se consuma y las células sexuales masculina y femenina se funden para originarnos, ya comienza la carga de mensajes que recibimos, primero de manera energética y luego psicológica.

Debido a que los pensamientos y emociones son manifestaciones de energía y en el organismo se presentan en forma de reacciones eléctricas y químicas, cada vez que una mujer embarazada piensa o siente algo con respecto al niño en formación, su cerebro produce una serie de químicos que se esparcen por todo su cuerpo y que la criatura recibe y graba en su naciente sistema nervioso, sin tener la suficiente consciencia como para comprender o rechazar lo que recibe a través de un lenguaje químico intraorgánico.

El hecho de que alguno de los progenitores, por ejemplo, asuma como un problema la llegada del niño, es captado por éste emocionalmente, y su efecto formará parte del archivo inconsciente del pequeño y tendrá repercusiones más adelante, cuando reaccione de diferentes formas y no logre comprender las causas generadoras de sus conflictos. Igualmente, cuando ya se ha producido el alumbramiento, todo estímulo externo influirá en el recién nacido y le irá creando una impresión emocional que influirá sus comportamientos futuros. Los padres y otras figuras de autoridad, serán piezas claves para el desarrollo de la Autoestima del niño, quien dependiendo de los mensajes recibidos, reflejará como espejo lo que piensan de él y se asumirá como un ser apto, sano, atractivo, inteligente, valioso, capaz, digno, respetado, amado y apoyado o, por el contrario, como alguien enfermo, feo, ignorante, desvalorizado, incapaz, indigno, irrespetado, odiado y abandonado. La forma como nos tratan define la forma como nos trataremos, porque esa es la que consideraremos como la más normal.

Con la llegada de la pubertad y la adolescencia, se da la bienvenida a la sexualidad y a la necesidad del joven de encontrarse a sí mismo. Se inicia la llamada “brecha generacional” y el tránsito hacia una mayor definición de la personalidad. Esta etapa es crucial ya que en ella surgen con fuerza la competencia y el deseo de ser mejor que los demás. El joven experimenta una gran necesidad de aprobación por parte de su grupo cercano y aprende a dirigirse hacia quienes lo aplauden y a huir de quienes lo pitan. Desarrolla, con tal de ser querido, conductas muy específicas que se generalizarán hacia la vida adulta.

El ingreso al mundo laboral complica el asunto de la formación y manifestación de la Autoestima, ya que en ese contexto se nos mide por lo que hacemos y no por lo que somos. Si produces, te quedas y si no te vas. Esa es la medida cuando de dinero se trata.

Finalmente en la pareja y el matrimonio se expresa mucho de lo aprendido en los años precedentes: grabaciones, condicionamientos, tradiciones; lo que fue vertido en el molde durante muchos años y que hemos llegado a creer que somos. En este tiempo, formamos parte de una sociedad uniformada en la que muchos han renunciado a expresar su originalidad y tienen ideas fijas de las cosas, que casi siempre siguen aunque no les funcionen. La inconsciencia y falta de comprensión de lo que ocurre, induce a culpar, a resentir, a atacar, a agredir a los demás, a quienes se ve “como malos que no nos comprenden”.

Para entonces, ya hemos construido una imagen de nosotros (autoimagen), puesto que habremos aprendido una forma de funcionar, y llevamos como marca en la piel de vaca, el sello de lo que creemos que podemos o no ser, hacer y tener.

LOS MAPAS.

Es pertinente definir un término al que ya nos hemos referido sin darle nombre: LOS MAPAS. La Autoestima, como lo hemos visto, obedece a un conjunto de programaciones que define la forma como el individuo funcionará y procesará sus experiencias, los mapas son informaciones codificadas, obtenidas de nuestros padres, maestros, personas importantes más cercanas, que hemos ido guardando desde que nacemos. Experiencias del ayer que quedaron codificadas, ancladas en el sistema nervioso central o periférico.

Incluyen todo lo vivido, experienciado, lo aprendido, lo informado.

Si nos preguntamos cuándo nuestro mapa mental es adecuado o positivo, podemos encontrar la respuesta en las palabras del famoso terapeuta Fritz Perls: “Un mapa adecuado es aquel que representa la realidad tan fielmente como sea posible en un momento determinado”. En líneas generales, cada quien percibe la realidad (su realidad) de acuerdo con sus mapas personales.

POR QUÃ? NECESITAMOS AUTOESTIMA
La vida humana es el transcurrir de experiencias y eventos con los que entramos en contacto; un transcurrir en ritmos y fluctuaciones; un ir y venir de flujos y reflujos. En este devenir, podemos llegar a vivir momentos altos y momentos bajos.

La relación social, generalmente signada por cambios rápidos y frecuentes, y por una elevada competitividad, nos obligan a permanentes readaptaciones. En ciertas circunstancias, nuestro sentido de valor personal y de confianza en las propias capacidades pueden verse afectados y hacernos creer que vivimos a merced de las contingencias. En esos momentos la confusión, la impotencia y la frustración producidas por el no logro, nos lleva a dudar de nuestro poder creador, de la capacidad natural de restablecernos, y es entonces cuando optamos por crear y a veces sostener conductas autodestructivas, lejanas al bienestar generado por la Autoestima, es decir, por la consciencia, el amor incondicional y la confianza en uno mismo. Los seres humanos, somos “la única especie capaz de traicionar y actuar contra nuestros medios de supervivencia”. En estado de desequilibrio, el hombre opta por manejarse de formas diversas aunque nocivas y elige, generalmente, los siguientes caminos:

PARÁLISIS.

La frustración es interpretada de forma tal que incapacita para la acción creativa. La apatía es una forma de manifestación de esta reacción.

NEGACIÓN.

La impotencia induce un bloqueo perceptivo, un autoengaño severo basado en el miedo al dolor. El adicto que asegura no tener adicción, es una muestra de este mecanismo.

EVASIÓN.

Aquí la estrategia es hacer todo lo que nos impida ver la situación a la cara. Se conoce su presencia pero se teme enfrentarla y se pospone. La diversión compulsiva es una forma de evasión bastante común.

ENFERMEDAD.

Aunque cualquiera de las manifestaciones anteriores conducen, si se prolongan, a estados de desequilibrio orgánico, en ocasiones se toma el camino corto y la reacción a la frustración es violenta, y se manifiesta en forma de enfermedad.

Todos estos modos de reacción, de manejo inadecuado de la energía interior, reflejan ausencia de Autoestima, de conciencia de la capacidad para responder creativamente a las circunstancias. Es por eso, por la tendencia creciente que exhibe el humano de hoy a la autodestrucción, por lo que necesitamos un recurso protector que nos guíe hasta nuestro poder personal, hacia el restablecimiento del ritmo, del equilibrio, de la conciencia, de la integración. Ese recurso es la Autoestima, con él nacemos pero debemos reencontrarlo.

LA VIDA SIN AUTOESTIMA
Es factible para el observador atento o entrenado, detectar los niveles de Autoestima o Desestima en las personas, ya que su manifestación se extiende a pensamientos, palabras, estados emocionales, hábitos y otras maneras de experiencias. La manera como vive un ser autoestimado es bastante diferente de la forma como funciona un desestimado.

COMPORTAMIENTOS CARACTERÍSTICOS DEL DESESTIMADO.

Algunos comportamientos característicos de las personas desestimadas son:

INCONSCIENCIA.

Ignora quien es y el potencial que posee; funciona automáticamente y depende de las circunstancias, eventualidades y contingencias; desconoce sus verdaderas necesidades y por eso toma la vida con indiferencia o se dedica a hacer mil cosas que no le satisfacen; ignora las motivaciones, creencias, criterios y valores que le hacen funcionar. Muchas áreas de su vida reflejan el caos que se desprende del hecho de no conocerse. Parte de ese caos, generalmente autoinducido, se observa en conductas autodestructivas de distinta índole. El desestimado vive desfasado en el universo temporal; tiene preferencia por el futuro o el pasado y le cuesta vivir la experiencia del hoy: se distrae con facilidad. Pensar y hablar de eventos pasados o soñar con el futuro, son conductas típicas del ser que vive en baja Autoestima.

DESCONFIANZA.

El desestimado no confía en sí mismo, teme enfrentar las situaciones de la vida y se siente incapaz de abordar exitosamente los retos cotidianos; se percibe incompleto y vacío; carece de control sobre su vida y opta por inhibirse y esperar un mejor momento que casi nunca llega. Tiende a ocultar sus limitaciones tras una “careta”, pues al no aceptarse, teme no ser aceptado. Eso lo lleva a desconfiar de todos y a usar su energía para defenderse de los demás, a quienes percibe como seres malos y peligrosos; siempre necesita estar seguro y le es fácil encontrar excusas para no moverse. La vida, desde aquí, parece una lucha llena de injusticia.

IRRESPONSABILIDAD.

Niega o evade sus dificultades, problemas o conflictos. Culpa a los demás por lo que sucede y opta por no ver, oír o entender todo aquello que le conduzca hacia su responsabilidad. Sus expresiones favoritas son: “Si yo tuviera”, “Si me hubieran dado”, “Ojalá algún día”, y otras similares que utiliza como recurso para no aclarar su panorama y tomar decisiones de cambio.

En su irresponsabilidad, el desestimado acude fácilmente a la mentira. Se miente a sí mismo, se autoengaña y engaña a los demás. Esto lo hace para no asumir desde la consciencia adulta las consecuencias de sus actos, de su interacción con el mundo. Ninguna cantidad de nubes puede tapar por mucho tiempo el sol.

INCOHERENCIA.

El desestimado dice una cosa y hace otra. Asegura querer cambiar pero se aferra a sus tradiciones y creencias antiguas aunque no le estén funcionando. Vive en el sueño de un futuro mejor pero hace poco o nada para ayudar a su cristalización. Critica pero no se autocrítica, habla de amor pero no ama, quiere aprender pero no estudia, se queja pero no actúa en concordancia con lo que dice anhelar. Su espejo no lo refleja.

INEXPRESIVIDAD.

Por lo general reprime sus sentimientos y éstos se revierten en forma de resentimientos y enfermedad. Carece de maneras y estilos expresivos acordes con el ambiente, porque no se lo enseñaron o porque se negó a aprenderlos. En cuanto a la expresión de su creatividad, la bloquea y se ciñe a la rutina y paga por ello el precio del aburrimiento.

IRRACIONALIDAD.

Se niega a pensar. Vive de las creencias aprendidas y nunca las cuestiona. Generaliza y todo lo encierra en estereotipos, repetidos cíclica y sordamente. Pasa la mayor parte de su tiempo haciendo predicciones y pocas veces usa la razón. Asume las cosas sin buscar otras versiones ni ver otros ángulos. Todo lo usa para tener razón aunque se destruya y destruya a otros.

INARMONÁ.

El desestimado tiende al conflicto y se acostumbra a éste fácilmente. Se torna agresivo e irracional ante la critica, aunque con frecuencia critique y participe en coros de chismes. En sus relaciones necesita controlar a los demás para que le complazcan, por lo que aprende diversas formas de manipulación. Denigra del prójimo, agrede, acusa y se vale del miedo, la culpa o la mentira para hacer que los demás le presten atención. Cuando no tiene problemas se los inventa

porque necesita del conflicto. En estado de paz se siente extraño y requiere de estímulos fuertes generalmente negativos. En lo interno, esa inarmonía se evidencia en estados ansiosos, que desembocan en adicciones y otras enfermedades.

Para el desestimado, la soledad es intolerable ya que no puede soportar el peso aturdidor de su consciencia.

DISPERSIÓN.

Su vida no tiene rumbo; carece de un propósito definido.

No planifica, vive al día esperando lo que venga, desde una fe inactiva o una actitud desalentada y apática. Se recuesta en excusas y clichés para respaldar su permanente improvisación.

DEPENDENCIA.

El desestimado necesita consultar sus decisiones con otros porque no escucha ni confía en sus mensajes interiores, en su intuición, en lo que el cuerpo o su verdad profunda le gritan.

Asume como propios los deseos de los demás, y hace cosas que no quiere para luego quejarse y resentirlas. Actúa para complacer y ganar amor a través de esa nefasta fórmula de negación de sí mismo, de autosacrificio inconsciente de sus propias motivaciones. Su falta de autonomía, la renuncia a sus propios juicios hace que al final termine culpándose, autoincriminándose, resintiendo a los demás y enfermándose como forma de ejecutar el autocastigo de quien sabe que no está viviendo satisfactoriamente. La dependencia es el signo más característico de la inmadurez psicológica, que lleva a una persona, tal como dice Fritz Perls, a no pararse sobre sus propios pies y vivir plenamente su vida.

INCONSTANCIA.

Desde el miedo, una de las emociones típicas del desestimado, las situaciones se perciben deformadas y el futuro puede parecer peligroso o incierto. La falta de confianza en las propias capacidades hace que aquello que se inicia no se concrete. Ya sea aferrándose a excusas o asumiendo su falta de vigor, el desestimado tiene dificultad para iniciar, para continuar y para terminar cualquier cosa. Puede que inicie y avance en ocasiones, pero frente a situaciones que retan su confianza, abandonará el camino y buscará otra senda menos atemorizante. La inconstancia, la falta de continuidad, señala poca tolerancia a la frustración.

RIGIDEZ.

La persona desvalorizada lucha porque el mundo se comporte como ella quiere. Desea que donde hay calor haya frío, que la vejez no exista y que todo sea lindo. Le cuesta comprender que vivimos interactuando en varios contextos con gente diferente a nosotros en muchos aspectos, y que la verdad no está en mí o en ti, sino en un “nosotros” intermedio que requiere a veces “estirarse”. Sufrir porque está lloviendo, negarnos a entender que una relación ha finalizado, empeñarnos en tener razón aunque destruyamos vínculos importantes, demuestra incapacidad para abandonar posturas rígidas que nos guían por la senda del conflicto permanente. Eso es no quererse, eso es Desestima.

En general, el desvalorizado es un ser que no se conoce, que no se acepta y que no se valora; que se engaña y se autosabotea porque ha perdido el contacto consigo mismo, con su interioridad, y se ha desbocado hacia el mundo con el afán de ganar placer, prestigio y poder, es decir, de obtener a cualquier precio la aprobación de los demás, como un niño que requiere el abrazo materno para sobrevivir. El desestimado no se percata fácilmente de que ha roto el equilibrio que necesita para vivir paz y disfrutar de la vida, que como un don especial le ha sido.

ALGUNOS COMPORTAMIENTOS DE BAJA AUTOESTIMA.

Además de los mencionados anteriormente, existen otros comportamientos que reflejan desamor e irrespeto por nosotros, y como consecuencia de eso, por los demás. Sin que deban ser tomados como algo inmutable y absoluto, algunos de los más frecuentes son:

Mentir

Llegar tarde

Necesitar destacar

Irrespetar a las personas

Preocuparse por el futuro

Actuar con indiferencia

Creerse superior

Descuidar el cuerpo

Negarse a ver otros puntos de vista

Negarse a la intimidad emocional

Vivir aburrido, resentido o asustado

Desconocer, negar o inhibir los talentos

Vivir de manera ansiosa y desenfrenada

Descuidar la imagen u obsesionarse con ella

Desarrollar enfermedades psicosomáticas

Seguir la moda y sufrir si no estamos “al día”

La maternidad y paternidad irresponsables

Improvisar la vida, pudiendo planificarla

Descuidar la salud como si no fuera importante

Negarse a aprender

Idolatrar a otras personas

Asumir como estados habituales la tristeza, el miedo, la rabia y la culpa

Tener y conservar cualquier adicción(Cigarrillo, licor, comida, sexo, etc.)

Anclarse en lo tradicional como excusa para evitar arriesgarse a cosas nuevas

Negarse a la sexualidad(salvo casos especiales vinculados al celibato espiritual)

Incapacidad para manejar los momentos de soledad

Quejarse

Perder el tiempo en acciones que no nos benefician

Manipular a los demás

Culparse por el pasado

Actuar agresivamente

Autodescalificarse

Discriminar y burlarse de los demás

Sentirse atrapado y sin alternativas

Preocuparse porque otro destaque(Envidia)

Actuar tímidamente

Dar compulsivamente para ganar aprobación

Invadir el espacio de otros sin autorización

Depender de otros pudiendo ser independientes

Celar de manera desmedida a amigos o a la pareja

Compulsión por obtener títulos académicos y dinero

Irrespetar a las personas

Incapacidad para expresar los sentimientos y emociones

Maltratar a los hijos en vez de optar por comunicarnos

Denigrar de uno mismo y de los demás de manera frecuente

Sostener relaciones con personas conflictivas que te humillen y maltraten
CREENCIAS SANADORAS

Las cosas van a salir bien

Confío en mi mismo

Siempre hay una forma de lograr lo que quiero

Hoy es un día maravilloso

Soy una persona valiosa

Merezco dar y recibir amor

Me gusta mi vida

Trabajar es algo agradable

Soy inteligente

La comida me cae bien

Esta noche voy a dormir muy bien

Todo lo que pasa tiene una razón de ser y siempre deja algo positivo

No hay mal que por bien no venga

La vida es maravillosa

No existen problemas sino oportunidades de aprender

Cada quien tiene derecho a su propia

Soy un ser espiritual, y transciendo mis limitaciones físicas

Tengo el poder de sentirme bien

Puedo hacer que mi cuerpo me obedezca

Mi fe es firme y crece cada día más

La gente es buena aunque a veces actúe desde la rabia o el miedo

Puedo encontrar una pareja adecuada para mí

El pasado no dirige ni mi presente ni mi futuro

Preocuparme no me ayuda. Lo adecuado es actuar creativamente

Sé que puedo desarrollar cualquier cualidad si lo decido

Detrás de cada aparente pérdida viene una ganancia

Perdonar es importante y liberador

Mi tiempo es valioso y sé administrarlo

Tengo atractivo

Voy a ganar dinero suficiente

Le agrado a la gente
LA VIDA CON AUTOESTIMA
Cuando la vida se vive desde la Autoestima todo es diferente. Las cosas cambian de color , sabor y signo, ya que nos conectamos con nosotros y con el mundo, desde un perspectiva mas amplia, integral, equilibrada, consciente y productiva.

COMPORTAMIENTOS CARACTERÍSTICOS DEL AUTOESTIMADO.

La caracterología que ofrece una persona con una Autoestima desarrollada, es mas o menos la siguiente:

CONSCIENCIA.

El autoestimado es la persona que todos podemos ser. Alguien que se ocupa de conocerse y saber cuál es su papel en el mundo. Su característica esencial es la consciencia que tiene de sí, de sus capacidades y potencialidades así como de sus limitaciones, las cuales tiende a aceptar sin negarlas, aunque o se concentra en ellas, salvo para buscar salidas más favorables. Como se conoce y se valora, trabaja en el cuidado de su cuerpo y vigila sus hábitos para evitar que aquellos que le perjudican puedan perpetuarse. Filtra sus pensamientos enfatizando los positivos, procura estar emocionalmente arriba, en la alegría y el entusiasmo, y cuando las situaciones le llevan a sentirse rabioso o triste expresa esos estados de la mejor manera posible sin esconderlos neuróticamente.

En el autoestimado el énfasis está puesto en darse cuenta de lo que piensa, siente, dice o hace, para adecuar sus manifestaciones a una forma de vivir que le beneficie y le beneficie a quienes le rodean, en vez de repetir como robot lo que aprendió en su ayer cuando era niño o adolescente. Esa consciencia de la autoestima, hace que el individuo se cuide, se preserve y no actúe hacía la autodestrucción física, mental, moral o de cualquier tipo. La gratitud es norma en la vida de quien se aprecia y se sabe bendito por los dones naturales que posee.

CONFIANZA.

Autoestima es también confianza en uno mismo en las fuerzas positivas con las que se cuenta para abordar el día a día. Esta confianza es la guía para el riesgo, para probar nuevos caminos y posibilidades; para ver alternativas en las circunstancias en que la mayoría no ve salida alguna; para usar la inteligencia y seguir adelante aunque no se tengan todas las respuestas. Estas es la características que hace que el ser se exprese en terrenos desconocidos con fe y disposición de éxito. Cuando se confía en lo que se es, no se necesitan justificaciones ni explicaciones para poder ser aceptado. Cuando surgen las diferencias de opinión, confiar en uno hace que las críticas se acepten y se les utilice para el crecimiento.

RESPONSABILIDAD.

El que vive desde una Autoestima fortalecida asume responsabilidad por su vida, sus actos y las consecuencias que éstos pueden generar. No busca culpables sino soluciones. Los problemas los convierte en un “cómo”, y en vez de compadecerse por no lograr lo que quiere, el autoestimado se planteará las posibles formas de obtenerlos. Responsabilidad es responder ante alguien, y ese alguien es, él mismo o Dios en caso de que su visión de la vida sea espiritual. Toma como regalo el poder influir en su destino y trabaja en ello. Quien vive en este estado no deja las cosas al azar , sino que promueve los resultados deseados y acepta de la mejor forma posible lo que suceda.

COHERENCIA.

La Autoestima nos hace vivir de manera coherente y nos impulsa a realizar e esfuerzo necesario para que nuestras palabras y actos tengan un mismo sentido. Aunque el autoestimado guste de hablar, sus actos hablarán por él tanto o más que sus palabras. No quiere traicionarse y se esmera en combatir y vencer sus contradicciones internas.

EXPRESIVIDAD.

Los que viven confiado en su poder, aman la vida y lo demuestran en cada acto. No temen liberar su poder aunque puedan valorar la prudencia y respetar las reglas de cada contexto. Mostrar afecto, decir “te quiero”, halagar y tocar físicamente, son comportamientos naturales en quienes se estiman, ya que disfrutan de sí mismos y de su relación con las personas. La forma de vincularse es bastante libre y sin l típica cadena de prejuicios que atan culturalmente al desvalorizad. En esa expresividad, es seguro observar límites, ya que para expresarse no hay que invadir ni anular a nadie. La expresividad del autoestimado es consciente y natural, no inconsciente ni prefabricada.

RACIONALIDAD.

En el terreno de la Autoestima se acepta lo espontáneo aunque el capricho es indeseable. La vida es vista como una oportunidad lo bastante especial como para no dejarla en manos de la suerte. De esta visión se deriva un respeto por la razón, el conocimiento y la certeza. Quien anda de manos del amor propio, no juega consigo y por eso valora el tiempo como recurso no renovable que es. Quien se respeta busca, sin compulsiones, alcanzar un mínimo control de su existencia y para eso usa su inteligencia y capacidad de discernimiento, confiando en lograr sus objetivos al menor costo. He allí la consciencia de efectividad de la Autoestima.

ARMONÁ.

Autoestima es sí misma armonía, equilibrio, balance, ritmo y fluidez. Cuando existe valoración personal, también se valora a los demás, lo que favorece relaciones sanas y plenas medidas por las honestidad, la ausencia de conflicto y la aceptación de las diferencias individuales. Por ser las paz interna la máxima conquista de la Autoestima, quienes están por ese camino hacen lo posible por armonizar y aminorar cualquier indicador de conflicto. Esta armonía interior ahuyenta la ansiedad y hace tolerable la soledad, vista a partir de un estado armónico de vida como un espacio de crecimiento interior, encuentro con uno mismo y regocijo.

RUMBO.

El respeto hacia nosotros y hacia la oportunidad de vivir engendra una intención de expresar el ser, de trascender , de lograr y de ser útil. Eso se hace más factible al definir un rumbo, un propósito, una línea de objetivos y metas, un plan para ofrendarlo a la existencia y decir “esto es lo que soy y esto es lo que ofrezco”. La vida es un don que se expresa a través de una misión y una vocación; descubrirlo es tarea de cada quien, y es únicamente en ese camino donde hallaremos la plenitud y la alegría de vivir. No hacerlo, equivale a nadar en tierra o arar en mar. E rumbo es indispensable aunque podamos modificarlo, si se llegara a considerar necesario.

AUTONOMÁ.

La autonomía tiene que ver con la independencia para pensar, decidir y actuar; con moverse en la existencia de acuerdo con las propias creencias, criterios convicciones, en vez de cómo seguimiento del ritmo de quienes nos rodean. No se puede vivir para complacer expectativas de amigos, parientes o ideologías prestadas, mientras algo dentro de nosotros grita su desacuerdo y pide un cambio de dirección. El autoestimado busca y logra escucharse, conocerse, dirigirse y pelear sus propias batallas confiado en que tarde o temprano las ganará. No se recuesta en la aprobación, sino que mira hacia el interior donde laten sus autenticas necesidades, sin desdeñar lo que el mundo puede ofrecerle.

VERDAD.

El autoestimado siente respeto reverencial por la verdad, no la niega sino que la enfrenta y asume con sus consecuencias. Los hechos son los hechos, negarlos es un acto irresponsable que nos quita control sobre nuestra vida. Cuando se evade la verdad, comienza uno a creerse sus propias mentiras. No recuerdo quien fue la persona que dijo “no le temas tanto la verdad como para negarte a conocerla”.

PRODUCTIVIDAD.

La productividad es un resultado lógico de la Autoestima. Me refiero a una productividad equilibrada en las distintas áreas de la vida humana. No a la productividad meramente económica que suele ser causas de enormes distorsiones en las relaciones y en la salud. Esta productividad equilibrada es consecuencia de reconocer y utilizar los dones y talentos de manera efectiva. Iniciativa, creatividad, perseverancia , capacidad de relacionarse y otros factores asociados con una sana Autoestima posibilitan, al entrar en funcionamiento, la obtención de aquello que deseamos, o l menos de algo bastante cercano.

PERSEVERANCIA.

Cuando alguien tiene confianza en sí mismo, es capaz de definir objetivos trazar un rumbo, iniciar acciones para lograr esos objetivos y, además desarrollar la capacidad para el esfuerzo sostenido, la convicción de que tarde o temprano verá el sueño realizado. La perseverancia es por eso característica clara de la persona autoestimada, para quien los eventos frustrantes son pruebas superables desde sus conciencia creativa.

FLEXIBILIDAD.

Es característica de la persona autoestimada aceptar las cosas como son y no como se le hubiese gustado que fueran. Ante la novedad, para no sufrir, es necesario flexibilizar nuestras creencias y adecuar nuestros deseos sin caer, claro está, en la resignación o la inacción. Flexibilidad implica abrirse a lo nuevo, aceptar las diferencias y lograr convivir con ellas; tomarse algunas cosas menos en serio, darse otras oportunidades y aprender a adaptarse. Todas estas son manifestaciones de inteligencia, consciencia y respeto por el bienestar.

De forma sencilla y resumida, Lair Ribeiro al referirse a los atributos de la persona autoestimada nos dice que ésta es “ambiciosa sin ser codiciosa, poderosa sin ser opresora, autoafirmativa sin ser agresiva, e inteligente sin ser pedante”.

ALGUNOS COMPORTAMIENTOS DE ALTA AUTOESTIMA.

Algunos comportamientos que revelan Autoestima, sin que deban ser tomados como algo absoluto, son los siguientes:

Aprender

Agradecer

Reflexionar

Planificar

Procurarse salud

Producir dinero

Cuidar el cuerpo

Vivir el presente

Valorar el tiempo

Respetar a los demás

Disfrutar la soledad

Abrirse a lo nuevo

Actuar honestamente

Cumplir los acuerdos

Perdonarse y perdonar

Respetar a los demás

Vivir con moderación

Actuar con originalidad

Aceptarnos como somos

Aceptar los éxitos ajenos

Halagar y aceptar Halagos

Disfrutar del trabajo diario

Actuar para lograr objetivos

Respetar el espacio físico y psicológico de los demás

Vivir con alegría y entusiasmo

Cuidar la imagen personal

Dar ejemplos positivos a los hijos

Confiar en las capacidades propias

Reconocer y expresar los talentos

Expresar los sentimientos y emociones

Abrirse a la intimidad económica y física

Respetar las diferencias de ideas y actitudes

Pensar y hablar bien de uno y de los demás

Relacionarse con personas positivas y armónicas

Disfrutar de las relaciones con las demás personas

Desarrollar independencia en todos los órdenes posibles.
CREENCIAS LIMITADORAS.

Las cosas van a salir mal

No creo que pueda lograrlo

Hoy va ser un día terrible

No sirvo para nada

No le agrado a la gente

Es difícil producir dinero

Trabajar es aburrido y cansón

Detesto mi vida

Soy bruto, soy tonto, soy torpe

Todo me sale mal

Tengo mala suerte

Nunca me alcanza el tiempo

No soporto que me critiquen

Es lógico que siempre me sienta mal

La gente es mala y hay que cuidarse de todos

No existen hombres (o mujeres) que valgan la pena

Yo soy así y no puedo cambiar

Estoy preocupado(a)

Para qué habré nacido. La vida es terrible

Tengo muchos defectos

Los problemas me persiguen

Lo bueno dura poco

Yo olvido pero no perdono

Me odio, no me soporto

Me las van a pagar

No merezco que nadie me ame

Mi familia no me gusta

Seguro que voy a enfermarme

No quiero vivir

La gestión de la envidia

http://franciscoalcaide.blogspot.com/2009/…la-envidia.html

Francisco Alcaide Hernandez, 26 de Febrero de 2009

Dejo un artículo que publico hoy en el número 57 de la revista Executive Excellence titulado: «La gestión de la envidia». Lo reproduzco.

Es conocida la historia de un genio todopoderoso que se le apareció a un individuo y le dijo:
â?? Pídeme lo que quieras, pero ten en cuenta que de lo que me solicites le daré a tu vecino el doble.
El individuo, tras una pausa, contestó:
â?? Que me quede tuerto.

(…)

Apuntamos algunas ideas respecto a esta cuestión:

La envidia está incrustada en la naturaleza humana. Viene de fábrica y la experimentan todas las personas, la diferencia es que unos saben domesticarla mejor que otros; unos se dejan llevar por ella y otros son capaces de ponerla riendas para que no se desboque. Quien dice que nunca siente (o ha sentido) envidia, miente. Esquilo aseguraba: «Pocos hombres tienen la fuerza de carácter suficiente para alegrarse del éxito de un amigo sin sentir cierta envidia». Celebrar los éxitos de los demás sólo es propio de personalidades muy maduras y equilibradas. Es conocida la historia de dos amigos que se encuentran y le dice uno al otro: «¡Hombre Juan! ¡Qué alegría verte! Creía que estabas muerto porque todo el mundo habla bien de ti».

La envidia surge porque nos comparamos. No nos gusta tener o ser más, sino tener o ser más que los demás. Nada es mucho ni poco sino en relación a algo. Por ello, cualquier referencia es insuficiente si al otro le van mejor las cosas (y siempre hay alguien a quien le va mejor). El gran error, por tanto, es mirar demasiado hacia «fuera» y poco hacia «dentro». Disfrute con lo que hace, evite mirar a los lados y no sentirá envidia. El viejo Morrie Schwartz, en la obra «Martes con mi viejo profesor» (Maeva, 1996) de Mitch Albom, lo expresa magistralmente: «Haz las cosas que te salen del corazón. Cuando las hagas no estarás insatisfecho, no tendrás envidia y no desearás cosas de otra persona. Por lo contrario, lo que recibirás a cambio te abrumará».

Quien destaca levanta envidias, es inevitable. «Ladran, luego cabalgamos», le decía Don Quijote a su escudero Sancho Panza. Si Vd. vuela alto siempre habrá alguien que le intente cortar las alas. No se preocupe, las críticas malintencionadas son el mejor síntoma de que uno está por el buen camino y avanza con paso firme. Al que no alcanza metas no se le dedica ni un minuto de atención.

El mayor alimento de la envidia es la mediocridad. La envidia no es más que el recurso de los menos capaces; individuos que ante la imposibilidad de alcanzar los objetivos que les gustarían, intentan que otros tampoco se alcen con ellos porque eso supondría dejar al descubierto sus carencias. Para ello no tienen reparos en maldecir las ilusiones y las conquistas de terceros con la finalidad de que desistan y así poder saciar sus propias insatisfacciones personales.

La envidia no sólo hace acto de presencia por «acción» sino también por «omisión». Hay comportamientos que requieren ser alabados y aplaudidos, y no hacerlo, es igualmente una demostración de envidia. Pablo Picasso aseveraba: «Quien se guarda un elogio se queda con algo ajeno». Cuando alguien se alce con algún mérito y el resto permanezca en silencio, probablemente la envidia está presente. Con gran acierto Khalil Gibran aseguraba: «El silencio del envidioso está lleno de ruidos».

Lo de «envidia sana» es un cuento. De sana, nada. Esta expresión es el mecanismo de defensa que utilizamos los humanos para esconder nuestros auténticos sentimientos, ya que como decía Plutarco, «entre los desórdenes del alma, la envidia es el único inconfesable». Por eso, el ser humano busca excusas para no quedar en evidencia y al nombre de la «envidia» se le añade el apellido de «sana».

Lo más triste de la envidia es que habitualmente se manifiesta entre los más cercanos. Esto es, en el círculo de amigos, en el ámbito familiar o entre los compañeros de trabajo. La razón es sencilla: con quien uno tiene a mano existen más posibilidades de comparar. Es una triste paradoja pero cierta: donde teóricamente debería existir más unión y satisfacción por los logros del prójimo, es donde la envidia se manifiesta con mayor crudeza.

La envidia casi nunca se exhibe a cara descubierta. Es más sutil y suele servirse de segundas para disimularla. Jacinto Benavente lo explicaba espléndidamente: «Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada». En ocasiones será una carcajada irónica y en otras una sonrisita cargada de doble sentido.

El envidioso es profundamente desdichado. Miguel de Unamuno escribía: «La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual». Una persona dominada por este sentimiento negativo se consume. Vive en un estado de amargura y desazón permanente. No disfruta de la vida. En muchas ocasiones se ha dicho que «la felicidad no consiste en tener muchas cosas sino en disfrutar mucho de lo que se tiene». Así es y así lo afirmaba William Shakespeare: «Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos».

La envidia siempre tiene coartada. El arma arrojadiza del envidioso es la crítica, y como todo es susceptible de ser criticado, ello supone un gran alivio para los envidiosos que tienen dónde agarrarse y poder salirse con la suya. Si le va bien en el mundo de los negocios, le dirán que desatiende a su familia; si cumple con sus obligaciones familiares, le reprobarán su falta de ambición… Y así con todo.

La suerte es otro de los recursos de los que a menudo hace uso el envidioso. Si Vd. tiene suerte y él no, ya tiene la ecuación hecha y la conciencia tranquila. Su falta de acierto se debe a factores ajenos a su persona y queda exonerado de toda responsabilidad. Con agudeza Víctor Hugo llamaba «mezquina» a la suerte porque según el escritor «su falso parecido con el verdadero mérito engaña a los hombres».

No se deprima cuando alguien le critique, es lo normal. La experiencia demuestra que 9 de cada 10 críticas están basadas en la envidia o las ganas de hacer daño. Tan sólo 1 de cada 10 busca la mejora y el crecimiento del interlocutor. Por tanto, si «escuchar» es una gran virtud, saber cuando «no escuchar» también lo es.

Huya de los pesimistas que suelen ser «grandes envidiosos». Si hay un rasgo que define a los pesimistas es su carácter excesivamente conservador. El miedo les lleva a mantenerse amarrados en puerto seguro, con lo que sus éxitos no suelen pasar del aprobado raspado. Por eso, les moleta que otros logren metas (ello dejaría al desnudo sus límites) y suelen verse dominados por la envidia.

Una de las mejores formas de evitar envidias gratuitas es no armar mucho ruido. Actuar con discreción es una recomendación válida. De este modo, quienes estén tentados para atacar, no tendrán razones para hacerlo. Es complicado, porque en un mundo en el que tener visibilidad es imprescindible â??lo que no se conoce, no existeâ??, resulta arduo torear la situación.

Lo que más le fastidia al envidioso es que le ignoren. Porque entonces no tiene argumentos con los que atacar a su presa. Dar la razón al envidioso le desconcierta enormemente y le deja en fuera de juego al no poder seguir echando leña al fuego. Un proverbio árabe afirma: «Castiga a los que te envidian haciéndoles el bien». Hace poco cayó en mis manos una entrevista al director de cine David Trueba. Buena parte de la charla transcurría en torno a este tema. Resumo algunas preguntas:

â?? ¿Se siente envidiado?
â?? Bueno, despierto envidias en general. Y, sin querer, las convierto en eternas.
â?? ¿Por qué?
â?? Porque cuando alguien me machaca no le envío los tanques.
â?? Eso fastidia más todavía…
â?? Es lo que más les duele: que los ignores (…). Cuando envidias, odias y haces daño, lo que quieres es que tu víctima te corresponda. Si encima te ignora, ¡te quieres morir!
â?? Como con gran maestría aseguraba Kipling: «No busques más odio que el que te tengan».
â?? Mi madre me decía «Tienes muchas razones para ser envidiado, así que no les des másâ? (…). Cuando perdí todos los Goya, un viejo director amigo mío me dijo: «No sabes la de amigos que has ganado hoy».
â?? ¿Nunca ha envidiado al prójimo?
â?? ¡Pues claro! Todos viajamos con una máquina de odiar a cuestas que recicla todo lo que nos pasa.

En resumen, evite a toda costa ser preso de la envidia, un sentimiento que es tremendamente dañino no sólo para su bienestar mental sino también físico. Desde hace poco se sabe gracias a investigaciones llevadas a cabo en Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas en Inageâ??Ku (Japón), que la envidia activa las mismas zonas del cerebro que el dolor físico. Quizás no sea casualidad la expresión «me muero de envidia».

Un consejo de despedida: haga lo que le gusta, no tenga excesivo apego al reconocimiento de los demás, disfrute de lo que tiene más que fijarse en lo que le falta, no mire demasiado a los lados (el sol sale para todos y en todos los lados cuecen habas), y se sentirá mejor consigo mismo y más libre.

PSICOLOGIA DE LA SOBERBIA

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PSICOLOGIA DE LA SOBERBIA  Por Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría:

La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.

Hay dos tipos de soberbia; una que es vivida como pasión, que comporta un afecto excesivo, vehemente, ardoroso, que llega a ser tan intenso que nubla la razón, pudiendo incluso anularla e impedir que los hechos personales se vean con una mínima objetividad. La otra es percibida como sentimiento cursa de forma mas suave y esa fuerza se acompasa y la cabeza aún es capaz de aplicar la pupila que capte la realidad de lo que uno es, aunque sólo sea en momentos estelares. Entre una y otra deambula la soberbia, transita, circula, se mueve y según los momentos y circunstancias hay más de la una o de la otra.

La soberbia es más intelectual y emerge en alguien que realmente tiene una cierta superioridad en algún plano destacado de la vida. Se trata de un ser humano que ha destacado en alguna faceta y sobre una cierta base. El balance propio saca las cosas de quicio y pide y exige un reconocimiento publico de sus logros. Para un psiquiatra , estamos ante lo que se llama una deformación de la percepción de la realidad de uno mismo por exceso.

Ante la soberbia dejamos de ver nuestros propios defectos, quedando éstos diluidos en nuestra imagen de personas superiores que no son capaces de ver nada a su altura, todo les queda pequeño.

Hay una gradación entre las tres estirpes, soberbia-orgullo-vanidad, que van de más a menos intensidad, tanto en la forma como en el contenido. Entre la soberbia y el orgullo hay matices diferenciales, aunque el ritornello que se repite como denominador común puede quedar resumido así: apetito desordenado de la propia valía y superioridad. Es una tendencia a demostrar la superioridad, la categoría y la preeminencia que uno cree que tiene frente a los de su entorno. En general estos dos conceptos se manejan como términos sinónimos, aunque se pueden espigar algunas diferencias interesantes.

La soberbia es más cerebral, se da en alguien que objetivamente tiene una cierta superioridad, que realmente sobresale en alguna faceta de su vida. Facetas concretas de su andadura tienen un relieve que las realzaba sobre los demás. Hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo su propio y permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella. Sus manifestaciones son más internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmósfera grandiosa que él crea sobre su persona y además, a través de sus máscaras; hay arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida, impertinencia e incluso, tendencia a humillar. Otras veces, esas máscaras son de una insolencia cínica, mordaz, con un ritintín de magnificencia que provoca en el interlocutor un rechazo frontal. En los casos algo más leves, baja la hoguera del engreimiento y entonces la relación personal se hace más soportable.

El orgullo es más emocional. Es una alta opinión de uno mismo mediante la cual la persona se presenta con una superioridad y un aire de grandeza extraordinario. Puede ser lícito y hasta respetable. Decía Luis Vives que «es un amor a uno mismo por méritos propios». Puede ponerse de manifiesto en circunstancias positivas, en donde el lenguaje coloquial se mezcla con hechos e intenciones. En esos casos dimana de causas nobles y puede ser hasta justo. El orgullo de ser un buen cirujano, un buen padre, un excelente poeta, ser de una región concreta de un paísâ?¦ Todo esto está dentro de unos límites normales. Puede encuadrarse en el reconocimiento a una labor bien hecha.

La palabra vanidad procede del latín vanitas,-tatis, que significa falto de sustancia, hueco, sin solidez. Se dice, también, de algunos frutos cuyo interior está vacío, en donde sólo hay apariencia. Mientras la soberbia es concéntrica, la vanidad es excéntrica. La primera tiene su centro de gravedad dentro, en los territorios más profundos de la arqueología íntima. La segunda es más periférica, se instala en los aledaños de la ciudadela exterior. La soberbia es subterránea. La vanidad está en la pleamar del comportamiento. En la soberbia uno tiene una enfermedad en el modo de estimarse uno a sí mismo, en una pasión que tiene sus raíces en los sótanos de la personalidad en donde brota el error por exceso de autonivel. En la vanidad la estimación exagerada procede de fuera y se acrecienta del elogio, la adulación, el halago, la coba más o menos afectada y obsequiosa que lleva a dilatar alguna faceta externa y que de verdad tiene un fondo falso, porque no contempla más que un segmento de la conducta.

En la soberbia y en la vanidad hay una sublevación del amor propio que pide un reconocimiento general. La primera es mas grave, porque a ella se suele añadir la dificultad para descubrir los defectos personales en su justa medida y apreciar las cosas positivas que hay en los demás, al permanecer encerrado en su geografía ampulosa.

Se pueden distinguir dos modalidades clínicas de la soberbia, entre las cuales cabe un espectro intermedio de formas soberbias. Una es la soberbia manifiesta que es notarial y que se la registra a borbotones, con una claridad absoluta, lo cual suele ser poco frecuente. Hay petulancia y presunción. La otra es la soberbia enmascarada, que es la más habitual y que se camufla a soto voce por los entresijos de la forma de ser y que es más propia de las personas inteligentes y teniendo un sentido amplio y desparramado que asoma, se esconde, salta y bulle y revolotea por su mundo personal. ¿Cuáles son estos síntomas? Voy a resumirlos esquemáticamente:

1.- Aire de suficiencia que refleja un bastarse a sí mismo y no necesitar de nadie. Engreimiento que esculpe y hace hierático el gesto y lleva al hábito altanero.

2.- La borrachera de sí mismo tiene su génesis de una zona profunda e íntima donde se elabora esa superioridad. Las manifestaciones más relevantes son: susceptibilidad casi enfermiza para cualquier crítica con un cierto fundamento; gran dificultad para pasar desapercibido; tendencia a hablar siempre de sí mismo, si éste no es el tema central de conversación, enseguida decae su interés en la participación y el diálogo con los demás; desprecio olímpico hacia cualquier persona que aflore en su cercanía y de la que se pueda oír alguna alabanza. Esta embriaguez puede disfrazarse de los más variados ropajes

3.- La soberbia entorpece y debilita cualquier relación amorosa. Cuando alguien tiene un amor desordenado a sí mismo como el descrito, es difícil darse a otra persona y poner los sentimientos y todos sus ingredientes para que esa relación se consolide. Esto hace casi imposible la convivencia, volviéndola insufrible, pues reclama pleitesía, sumisión, acatamiento y hasta servilismo.

No podemos olvidar, que para estar bien con alguien, para establecer una relación de convivencia estable y que funcione hace falta estar primero bien con uno mismo

4.- En la soberbia se hospeda una obsesión exagerada por uno mismo, que ha ido conduciendo a una excesiva evaluación del propio mérito. Y afloran términos como alardear, jactarse, vanagloriarse.

Lo contrario de la soberbia es la humildad. Todo el edificio de la persona equilibrada se basa en una mezcla de humildad y autoestima. La una no está reñida con la otra. Una persona que reconoce sus defectos y lucha por combatirlos y a la vez, tiene confianza y seguridad en sus posibilidades.

Entre la soberbia, el orgullo y la vanidad hay grados, matices, vertientes y cruzamientos recíprocos. Por esos linderos se suele acabar en el narcisismo, patrón de conducta presidido por el complejo de superioridad, la necesidad enfermiza de reconocimiento de sus valías por parte de la gente del entorno y la permanente autocontemplación gustosa.

Lasch, en su libro La cultura del narcisismo, dice que en la cultura americana éste es un emblema de nuestro tiempo. Freud puso de moda este término, recordando a la planta del narciso, que crece a orillas de los estanques y se mira en el espejo que el agua le ofrece. Lipovetsky, en su obra La sociedad perdida, habla del interés desmedido por la propia imagen: por la personalidad, por el cuerpo y sus partes descubiertas (la cara y las manos) y por la necesidad de aprobación de los demás que tienen este tipo de personas. El análisis se complica más de lo que quisiéramos y hay un terreno magnético e imantado entre estas tres estirpes mencionadas.

Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar. A lo sencillo se tarda tiempo en llegar.

Exceso de Susceptibilidad

http://www.psychologiesrevista.com/mejora/mejora6.html

“Soy muy susceptible”

Dueños de un carácter especial que les convierte en intocables, son un misterio para ellos mismos y para su entorno. Tienen reacciones inesperadas, dan respuestas cortantes y son propensos a tener un comportamiento variable que resulta desorientador… ¿Cómo justificarles?

PALOMA ALMOGUERA

Son capaces de transformar una conversación inocente en una situación tensa. Cualquier opinión, comentario o, simplemente, una mirada que se dirija a ellos que no entre en sus esquemas, merma su autoestima y les hiere irracionalmente. Parecen desconfiados, inseguros, hipersensibles… â??¿Estarán hablando de mí? ¿Por qué me habrá dicho eso? Son el epicentro del drama y del pesimismo y, aunque resulte difícil comprenderles, lo cierto es que el verdadero daño se lo provocan a ellos mismos, incapaces de controlar una mente que les traiciona constantemente y les aleja de la felicidad. Según María Jesús Álava, psicóloga y autora de La inutilidad del sufrimiento, las personas susceptibles lo pasan muy mal, ya que tienen una dificultad permanente para disfrutar o sacar los aspectos positivos de la vidaâ?.

¿Víctimas o verdugos?

La manera en la que se relacionan, el modo en el que se integran en la sociedad, puede hacerles parecer groseros, boicoteadores de toda posibilidad de comunicación y destructores de valores como la confianza o el respeto, pero ¿qué se esconde detrás de esta actitud? Jesús Sanz, profesor de Psicología de la Personalidad en la Universidad Complutense de Madrid, aclara que â??por un lado, son personas suspicaces que tienden a interpretar las intenciones de los otros como maliciosas, reaccionando con hostilidad e incluso, agresividad. También puede ocurrir que estén tan preocupadas por la opinión que susciten en los demás, que se aíslan por temor a ser rechazadas. Incluso hay casos en los que existe una necesidad excesiva de llamar la atención, de impresionar: son personalidades histriónicas que tienden a la teatralidad cuando se sienten ofendidasâ?. Es frecuente que la actitud que tomemos con respecto a estas personas sea la de responder a sus provocaciones y acusarlas de intransigentes y desconsideradas. En cualquier caso, las personas susceptibles se transforman en sus principales enemigas, ya que con ese comportamiento sólo logran perder confianza en ellas mismas, condicionadas por la imagen que proyecten en los demás y refugiándose en su interior para huir de su imaginaria desgracia.

Problemas de adaptación

Las situaciones con una persona especialmente susceptible suelen ceñirse al mismo ritual: relación buena y correcta mientras la otra persona mida sus palabras y esté pendiente de lo que no tiene que decir o hacer hasta que, invariablemente, surge algo que hace despertar la irascibilidad y la saca de su letargo. El susceptible no puede controlar sus reacciones, no puede evitar sentirse ofendido a pesar de ser consciente de que, al actuar de ese modo, se está alejando de las personas que le quieren. â??El entorno suele sentirse agotado â??indica Álavaâ??, pues, además de muy susceptibles, tienden a presentar una insatisfacción permanente. Difícilmente se dejan ayudar, aunque aparentemente no paran de solicitar ayudaâ?. Entorpecen el acceso a quienes se quieren acercar a ellos, que desesperan ante la inutilidad de los esfuerzos de confianza pretendidos. Ã?stos llegan a tomar la determinación de no excederse en los límites de la confianza básica, sin llegar a conseguir un afecto verdadero, ya que no pueden confiarse a ellos por temor a sus reacciones. Lo que el susceptible debe entender es que la solución no radica en cambiar el comportamiento de los demás, sino en erradicar su tendencia a menospreciarse. Reforzada su autoestima, logrará establecer lazos afectivos normales.

Síntomas de la Autoestima Alta / Baja

SINTOMAS DE LA AUTOESTIMA ALTA

William James  el padre de la psicología  moderna, decía  que las acciones  y las palabras crean  y refuerzan  sus correspondientes  estados anímicos.  De lo cual deducimos  que la mejor manera  para modificar  nuestra psicología  es, actuando como quisiéramos ser y aprovechando  la fuerza benéfica de las palabras positivas.

¿Cómo son y cómo actúan los que se aman a si mismos?

  1. Sonríen con frecuencia.
  2. Son sencillos y amables.
  3. Son comprensivos y tolerantes.
  4. Dedican pensamientos amables a quienes los fastidian.
  5. No exigen  perfección absoluta ni de sí mismos ni de los demás.
  6. Nunca critican, comparan, minimizan, ni ofenden a nadie.
  7. Son generosos  en los elogios.
  8. Nunca hablan mal de sí mismos ni de los demás.
  9. Aceptan los elogios con una sonrisa y un â??graciasâ? bien sincero.
  10. Saben hacer sentir valiosas e importantes a todas las personas.
  11. Buscan la amistad  de personas optimistas y tranquilas.
  12. Se interesan sinceramente por el bienestar y progreso de los demás
  13. Se alegran  por las cosas buenas  que les suceden a otros.
  14. Creen  en su propia inteligencia  y en sus capacidades.
  15. Reconocen sus limitaciones y las saben suplir y complementar, solicitando o aceptando ayuda de los demás.
  16. Creen en la inteligencia  de otros y saben delegar.
  17. Cuando se ven  en el espejo piensan  algo bueno de sí mismos.
  18. Se dicen a sí mismos palabras y frases cariñosas.
  19. Se premian a sí mismos  cuando hacen algo bien.
  20. Son bondadosos  y compasivos  consigo mismos.
  21. Se permiten ratos de descanso y esparcimiento.
  22. No se sienten superiores ni inferiores a nadie.
  23. Hacen todo con entusiasmo y buen humor.
  24. Aman su profesión.
  25. Son optimistas a toda hora.
  26. Tienen metas claras para su vida.
  27. Se permiten pensar en grande.
  28. Utilizan bien su tiempo.
  29. Consideran con gratitud y respeto  el amor que otros les ofrecen.
  30. Saben ponerse en el sitio de los demás.
  31. Admiten sus errores con facilidad.
  32. Cuidan su salud.
  33. Sienten placer diciendo la verdad.
  34. Le permiten a otra persona disfrutar contando su historia, sin buscar â??echarle tierraâ?, superándosela con una mejor.
  35. Dedican más tiempo a escuchar que a hablar.
  36. Cuando conducen sienten placer  en ceder el paso a otros  conductores que lo necesitan.
  37. Respetan los gustos y opiniones de los demás.
  38. Saben decir  lo que verdaderamente sienten y piensan, sin ser ofensivos ni agresivos.
  39. Orientan y enseñan a otros con docilidad, sin hacerlos sentir culpables  por sus torpezas o desconocimientos.
  40. Son tranquilos  para presentarse en público o ante las cámaras.
  41. Perdonan con facilidad.
  42. Si pueden se compran siempre lo mejor.
  43. Saben perder con elegancia y felicitan al contendor que les ha ganado.
  44. Elogian  sinceramente a los demás.
  45. Creen en la existencia del amor.
  46. Confían en los demás.
  47. Se sienten felices cuando descubren algún parecido a ellos en otros.
  48. Son innovadores y progresistas.
  49. Con frecuencia  dicen que se sienten felices.
  50. Estando solos o acompañados se sienten siempre bien.

Aunque muchos lectores pueden pensar  que las características que se acaban  de enumerar  corresponden  a la descripción de â??un santoâ?, los  psicólogos expertos en este tema,  saben que actuar así resulta así resulta relativamente fácil  para cualquier persona  que se sienta bien consigo misma. 

LOS SINTOMAS DE LA AUTOESTIMA BAJA

Puesto que el odio a sí mismo es inconsciente, sólo podemos detectarlo  a través de las acciones.  Algunos de los síntomas  más frecuentes del desprecio  hacia nosotros  mismos  son los siguientes:

  1. El constante mal genio.
  2. La â??quejaderaâ?  permanente.
  3. Sentir lástima de nosotros mismos.
  4. El pensar  que otros no nos  quieren o que les caemos mal.
  5. La inconformidad  con alguna parte de nuestro cuerpo.
  6. El hablar mucho de nuestros problemas personales.
  7. La propensión  a ofender, criticar, comparar, envidiar, discriminar, regañar, maltratar o minimizar  a los demás.
  8. La afición  a hacer sentir culpables a los demás  aún por cosas insignificantes.
  9. La tendencia a enfermarnos, a tener  accidentes o a pensar en el suicidio.
  10. Los maltratos  a la propia salud (cigarrillo, licor, droga, comida en  exceso, etc.).
  11. Hablar persistentemente  de pergaminos, abolengos y grandes personajes que conocemos.
  12. La inclinación a exagerar  y decir mentiras  para completar el cuadro  insatisfactorio de nuestra propia realidad.
  13. Los insultos  hacia nuestra propia persona cuando fallamos en algo.
  14. El perfeccionismo o inhabilidad  para tolerar imperfecciones.
  15. La intolerancia hacia nosotros mismos y hacia los demás.
  16. El hablar mal de nuestras propias capacidades.
  17. El tardarse demasiado para tomar una decisión.
  18. El creernos superiores a los demás.
  19. El ansia desmedida de poder.
  20. La necesidad de que nos llamen â??doctorâ?.
  21. El masoquismo.
  22. La incapacidad para salirnos de situaciones y relaciones maltratantes.
  23. La resistencia  a que nos tomen fotos o el fastidio que nos produce  vernos en ellas.
  24. El decir las cosas â??indirectamenteâ?, sin sinceridad.
  25. Los celos excesivos.
  26. El darle demasiada importancia al â??que diránâ?.
  27. El uso frecuente de palabras vulgares.
  28. La inhabilidad  para soportar nuestra propia compañía, es decir,  para disfrutar  de ratos de soledad.
  29. La dificultad  para aceptar elogios, cumplidos o expresiones de afecto.
  30. El servilismo.
  31. El creernos indignos del amor, la felicidad o la riqueza.
  32. La tendencia  a relacionarnos con perdedores o gente psicológicamente débil.
  33. La tacañería.
  34. El sadismo.
  35. La crueldad con los animales.
  36. El  desconfiar demasiado de los demás.
  37. El temor a hacer el ridículo.
  38. La tendencia a hacer el papel de víctima.
  39. La resistencia  al progreso e impermeabilidad a ideas nuevas.
  40. El odio a personas, situaciones o cosas.
  41. La susceptibilidad excesiva (no soportar chanzas, alusiones, etc.)
  42. El uso persistente  de palabras o lenguaje  rebuscado o altisonante, para expresar  ideas muy sencillas.
  43. El afán  acentuado  por ganarles siempre a los demás, en todo.
  44. El no  ser capaces de perder con elegancia (en deportes,  concursos,  competencias, etc.).
  45. La necesidad  de hacer o decir cosas únicamente  para llamar la atención.
  46. El sentir molestia  cuando notamos que otras personas se parecen a nosotros en algo.
  47. La tendencia a â??huir de nosotros mismosâ?, manifestada en cosas tales como la poca estabilidad, con respecto a los lugares de residencia o trabajo.
  48. El ser rencorosos o la dificultad para perdonar a otros.
  49. La tendencia a ser violentos.
  50. La timidez.

El solo hecho de conocer estas manifestaciones del desamor propio,  nos ayudará a evitarlas para poder  remplazarlas  por los hábitos positivos  contrarios  y nos permitirá empezar a sentir de inmediato una gratísima renovación anímica.

AUTOESTIMA-1440

Emociones y sentimientos escondidos, reprimidos, terminan en enfermedades como: gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer. Entonces, vamos a sincerar, confidenciar, compartir nuestra intimidad, nuestros “secretos”, ¡nuestros errores!… El diálogo, el hablar, la palabra, es un poderoso remedio y ¡una excelente terapia!

La persona indecisa permanece en duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana es hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.

Personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas.
Prefieren la lamentación, la murmuración, el pesimismo.
Mejor es encender un fósforo que lamentar la oscuridad.
Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe.
Somos lo que pensamos.
El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.

Quien esconde la realidad finge, hace poses, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse perfecto, bonachón, etc., está acumulando toneladas de peso… Una estatua de bronce con pies de barro.
Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas.
Son personas con mucho barniz y poca raíz.
Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.

El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable.
Quienes no se aceptan a si mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar  las críticas, es sabiduría, buen sentido y terapia.

Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas.
La desconfianza es falta de fe en sí y en los otros.

El bueno humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida.
La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive.
“El buen humor nos salva de las manos del doctor”.
La alegría es salud y terapia.

LAS FUENTES INTERACTIVAS DE LA RESILIENCIA

LAS FUENTES INTERACTIVAS DE LA RESILIENCIA

Según Edith Grotberg para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, podemos tomar como factores de resiliencia de cuatro fuentes, que son:

1. Tengo
Personas alrededor en quienes confío y que me quieren incondicionalmente
Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros o problemas
Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme sólo
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro o cuando necesito aprender

2. Soy
Una persona por la que otros sienten aprecio y cariño
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto
Respetuoso de mí mismo y del prójimo

3. Estoy
Dispuesto a responsabilizarme de mis actos
Seguro de que todo saldrá bien

4. Puedo
Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan
Buscar la manera de resolver mis problemas
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o para actuar
Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito

Lo que aporta el concepto de resiliencia es entonces una mayor comprensión y conocimiento empírico de los factores que protegen al sujeto de los efectos deletéreos de las malas condiciones del ambiente humano y social que lo rodean y permite el diseño de métodos prácticos de promoción de dichos factores para asegurar un desarrollo favorable que prevenga la aparición de enfermedades físicas y/o mentales.