Quiero ser Libre
De la codependencia a la coparticipación positiva
María Esther B: de Castillo
Elía María B: de Maqueo
Tesha P. de Martínez Baez
Estamos llamados a la libertad.
Esta es nuestra vocación.
Sólo existe una ineludible obligación:
No podemos renunciar a la felicidad,
porque sólo el libre es feliz
y sólo el feliz es libre.
José H. Prado Flores
El concepto de codependencia ha surgido en los últimos años y las teorías acerca de ella proceden, en su mayor parte, de personas que admiten tener esa enfermedad y están en proceso de recuperación.
Para las autoras de Quiero ser Libre, la codependencia es una enfermedad que se mani-fiesta en la incapacidad para lograr participar en forma positiva en una relación. El codependiente es una persona que depende emocional, psicológica, espiritual, física o financieramente de otra persona obviamente enferma, incapacitada o necesitada.
Es demasiado responsable y está demasiado involucrada con las necesidades, deseos, pensamientos y actos de otra persona, y esto afecta todas sus otras relaciones.
La palabra codependiente o coadicto proviene, según el diccionario, de las partículas co: con o necesario, y adicción: esclavitud. Es la persona necesaria para que la esclavitud funcione.
Además, la codependencia no respeta edades, estrato social o sexo. Toca a toda la so-ciedad en una forma o en otra.
Entre los grupos con mayor propensión a volverse codependientes están los cónyuges de los alcohólicos o adictos; los adictos en recuperación, los familiares de personas que trabajan demasiado, familias con algún trauma o en donde se sobreprotege y no se pro-picia la autonomía de los miembros, familiares de alguna persona incapacitada crónica-mente o las familias de un neurótico.
La codependencia proviene en gran parte de la manera como la persona se ve en su rela-ción con el mundo. No tiene referencia externa, se considera sin valor en sí misma, ne-cesita recibir ese valor del exterior y vive tratando que los demás la vean como ella quiere ser vista.
Entre otras características, el texto nos habla de que el codependiente siempre quiere aparecer como “bueno” y llega a creer que controla las percepciones de todos. Su vida se rige por lo que cree que los demás piensan de él y hará cualquier cosa por permane-cer en una relación, por temible que ésta sea, ya que sin esa relación siente que no “tie-ne” nada, que no “es” nada. Consume una gran cantidad de energía en conservar esas relaciones, aunque el costo sea muy alto. Quien sufre esta enfermedad tiene un gran miedo al abandono. Por eso muchas veces busca alguien más necesitado que él a quien cuidar y que no lo abandonará. Tiene una necesidad imperiosa de controlar las situacio-nes, a sí mismo y a los demás. En el fondo, se encuentra el “demonio” de la baja autoes-tima.
Como necesita de la aceptación de los demás, desarrolla un “sí mismo falso”, el cual se siente a disgusto, perturbado y sin autenticidad.
Ese “sí mismo falso” o codependiente es como una máscara: es envidioso, crítico y cul-pa a todos. Es perfeccionista y egoísta. Se obliga a ser lo que piensa que los demás quie-ren que sea. Es conformista. Da el amor con condiciones. Cubre, esconde y niega los sentimientos. No sabe lo que siente, es a veces pasivo y a veces agresivo; parece pode-roso y fuerte, pero en realidad no lo es. Tiende a aislarse y siempre quiere tener el con-trol. No se rinde. Bloquea la información que le llega del inconsciente. La mayoría del tiempo, cuando actúa ese “sí mismo falso”, se siente vacío, a disgusto, como aletargado. No se siente real, completo, integrado, sano. Siente que algo está mal. Pero cree que así debe ser, que eso es lo normal. Ese “sí mismo falso” puede ser destructivo para el propio ser, para otros y para las relaciones íntimas. Es como una espada de dos filos que sirve a diferentes propósitos, entre ellos el de protegerse de las heridas y del rechazo.
CODEPENDENCIA Y RELACIONES DE GÃ?NERO
En Quiero ser libre se explica: “Una de las aseveraciones más aceptadas en la sociedad y que destruye tanto la verdadera libertad del hombre y de la mujer, es que las mujeres han nacido y deben ser enseñadas a complacer en todo a su esposo, no importa que sean tratadas injustamente por él y cuánta enfermedad y sufrimiento traiga a la mujer y a los hijos esa sumisión equivocada. “Madonna Kolbenschlag, una autoridad en la filosofía social, en su libro Kiss Sleeping Beauty Good-Bye, explica cómo en la mayoría de las culturas se va equipando a la niña con dos tipos de “persona o máscara”: la de “ser obje-to deseable” y la de “vivir para el otro”.
La primera la condiciona a tener una necesidad de aceptación y de adulación excesiva, y la hace vivir pendiente de ser ese objeto deseable, sin preocuparse ni darse tiempo para desarrollar su personalidad propia y sostener relaciones firmes y auténticas con amigos y compañeros.
“La segunda le enseñará a olvidarse tanto de sí misma e el servicio y el sacrificio al otro, que ella misma no existe. Además, centra su vida en la espera de ese “otro”, que le va a dar sentido a su existencia. Es decir, su vida no vale la pena vivirse sino en razón del “otro”. Cuando ese “otro” no llega, la joven quedará frustrada de por vida y ni si-quiera pensará en la posibilidad de darle otro sentido a su vida. Muchas mujeres hoy en día estudian una carrera solamente para entretenerse mientras llega ese “otro” esperado.
“Por otro lado, a los hombres se les enseña que no deben expresar lo que sienten, ya que su papel de hombre se asocia con un nivel superior al de las mujeres, y por lo tanto, no pueden permitirse debilidades de ninguna índole, como mostrar sufrimiento, dolor o cualquier otro sentimiento.
“El hombre, por otra parte, debe ser educado para controlar el mundo, su familia y, por supuesto, sus sentimientos; y cuando no lo hace, se siente un completo fracaso. Siempre se espera de él que sea un triunfador, y vive su vida tratando de realizar las expectativas de los demás.
“Podríamos pensar que hoy en día todo esto pertenece al pasado, sin embargo, nos en-contramos con muchos matrimonios modernos que se inician sobre estas bases, parecen compartir la idea de compañerismo y de igualdad y aparentemente enfrentan la vida de diferente manera. Con el tiempo hemos visto que, en el fondo, prevalecen las mismas ideas y muchas veces, en lo más profundo de las dificultades matrimoniales, yacen ocul-tos los sentimientos de que la mujer no ha complacido suficientemente a su marido y de que él no ha llenado las expectativas de triunfo y de que no ha sabido controlar las si-tuaciones.”
El texto también detalla las cinco formas en que se puede manifestar la codependencia: rescate, reacción, atadura, dependencia y control. Analiza diversas historias que tienen que ver con situaciones codependientes y expresa posibles soluciones para estos casos, además de concluir con los pasos para la recuperación de esta enfermedad en general, que incluye: darse cuenta, aceptar la realidad y desear cambiar.
Barnetche de Castillo, María Esther y otras, Quiero ser libre. De la codependencia…, pp. 56-58.
Ficha bibliográfica: Barnetche de Castillo, María Esther y otras, Quiero ser Libre, de la Codepen-dencia a la Coparticipación Positiva, México, Vigésimo Primera reimpresión, 1999, editorial Pro-mexa, 211 pp.
Reseña: María de Lourdes Ruiz Pavón
“Si estás en una relación enfermiza y tienes miedo de dejarla, o has perdido a la persona que amas y no eres capaz de aceptarlo, es probable que utilice alguno de los dieciocho pensamientos perturbadores” que se señalan a continuación. Son engaños que emplea la mente para intentar salvar un amor perdido, “no importa qué tan inconveniente o dañino sea, la adicción afectiva no mide consecuencias. Es ciega por naturaleza.”
Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido:
01.- “Me quiere pero no se da cuenta”
02.- “Los problemas psicológicos que tiene le impiden amarme”
03.- “Ã?sa es su manera de amar”
04.- “Me quiere, pero tiene impedimentos externos”
05.- “Se va a separar”
Minimizar los defectos de la pareja o de la relación:
06.- “Nadie es perfecto” o “Hay parejas peores”
07.- “No es tan grave”
08.- “No recuerdo que haya habido nada malo”
No resignarse a la pérdida (1). Creer que todavía hay amor donde no lo hay:
09.- “Todavía me llama”, “Todavía me mira”, “Todavía pregunta por mÔ
10.- “Todavía hacemos el amor”
11.- “Todavía no tiene otra persona” o “Todavía está disponible”
12.- “Se va a dar cuenta de lo que valgo”
No resignarse a la pérdida (2). Persistir tozudamente en recuperar un amor perdi-do:
13.- “Dios me va a ayudar”, “Me hice echar las cartas” o “Me hice la carta astral”
14.- “Intentaré nuevas estrategias de seducción”
15.- “Mi amor y comprensión lo curarán”
No resignarse a la pérdida (3). Alejarse, pero no del todo:
16.- “Voy a dejarlo poco a poco”
17.- “Sólo seremos amigos”
18.- “Sólo seremos amantes”
“Todos obedecen a la misma necesidad: retener la fuente de apego mediante el au-toengaño”.
“Si logras observar las cosas como realmente son, dejando las parcialidades y las mentiras a un lado, tus esquemas irracionales comenzarán a tambalear. Aunque te duela el alma y tu organismo entre en crisis de abstinencia, no hay otro camino. Además, tal como decía Jalil Gibrán: “Si no se rompe, ¿cómo logrará abrirse tu corazón?”.
Enamorarse con los ojos abiertos | Pareja
Quizás la expectativa de felicidad instantánea que solemos endilgarle al vínculo de pare-ja, este deseo de exultancia, se deba a un estiramiento ilusorio del instante de enamora-miento. Cuando uno se enamora en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla donde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados. Los sentimientos, a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. La construcción del amor empieza cuando puedo ver al que tengo enfrente, cuando descubro al otro.
Es allí cuando el amor reemplaza al enamoramiento. Pasado ese momento inicial co-mienzan a salir a la luz las peores partes mías que también proyecto en él.
Amar a alguien es el desafío de deshacer aquellas proyecciones para relacionarse verda-deramente con el otro. Este proceso no es fácil, pero es una de las cosas más hermosas que ocurren o que ayudamos a que ocurran. Hablamos del amor en el sentido de “que nos importa el bienestar del otro”. Nada más y nada menos. El amor como el bienestar que invade cuerpo y alma y que se afianza cuando puedo ver al otro sin querer cambiar-lo. Más importante que la manera de ser del otro, importa el bienestar que siento a su lado y su bienestar al lado mío. El placer de estar con alguien que se ocupa de que uno esté bien, que percibe lo que necesitamos y disfruta al dárnoslo, eso hace al amor. Una pareja es más que una decisión, es algo que ocurre cuando nos sentimos unidos a otro de una manera diferente. Podría decir que desde el placer de estar con otro tomamos la decisión de compartir gran parte de nuestra vida con esa persona y descubrimos el gusto de estar juntos. Aunque es necesario saber que encontrar un compañero de ruta no es suficiente; también hace falta que esa persona sea capaz de nutrirnos, como ya dijimos, que de hecho sea una eficaz ayuda en nuestro crecimiento personal. Welwood dice que el verdadero amor existe cuando amamos por lo que sabemos que esa persona puede llegar a ser, no solo por lo que es. “El enamoramiento es más bien una relación en la cual la otra persona no es en realidad reconocida como verdaderamente otra, sino más bien sentida e interpretada como si fuera un doble de uno mismo, quizás en la versión masculina y eventualmente dotada de rasgos que corresponden a la imagen idealizada de lo que uno quisiera ser. En el enamoramiento hay un yo me amo al verme reflejado en vos.” Mauricio Abadi. Enamorarse es amar las coincidencias, y amar es enamorarse de las diferencias.
Enamorarse es amar las coincidencias, y amar es enamorarse de las diferencias
(Mauricio Abadi)
EVITAR LA RUTINA: COSA DE DOS
A veces, con el paso del tiempo, la relación se convierte en rutina. Como consecuencia el desencan-to, y en ocasiones el distanciamiento, se abren paso en la pareja. Para superarlo, es importante reconocer los primeros indicios, cuando aparecen y cómo hacerles frente.
Casi todas las parejas empiezan su relación con amor y grandes esperanzas. Pero el tiempo hace mella en ellas. El encanto de los primeros tiempos se diluye en la rutina del día a día. Piensan que esa persona que prometía ser su mejor amigo para toda la vida, un alma gemela, se ha convertido en alguien con el que se aburren y tienen pocas cosas en común. Se sienten decepcionados con su cónyuge y el matrimonio, y dudan de sus sentimientos.
Algunas de las preocupaciones más habituales de estos hombres y mujeres es pensar que ya no quieren a su pareja. Afirman que se aburren, sienten que han evolucionado mientras el otro se ha quedado atrapado en la monotonía. Su pareja ya no es interesante, excitante, ni sexualmente atractiva.
Cuando la rutina se hace presente
Los primeros indicios surgen cuando, después de haber acostado a los niños, sólo se quiere tener tiempo para sí mismo. Cuando les agrada que su pareja esté de viaje o fuera de la ciudad, cuando a su regreso no se emocionan como antes.
Para otros, existen pruebas de que se han desenamorado ya que se sienten solos y poco valorados. Se preguntan “¿No sería más agradable estar con alguien que no diera mi existencia por sentado, que me encontrara especial o que pensara que soy atractivo?
El peso de los sentimientos
También hay quienes se inquietan porque les atrae otra persona. Este sentimiento, independientemente de que se responda a él o no, en algunas personas suscita serias dudas acerca del amor que sienten por su pareja.
Para muchas, también es problemático cómo se sienten consigo mismas en la relación. Muchas personas afirman: “No me gusto. Me estoy convirtiendo en un refunfuñón. Sé que a menudo hablo con un tono muy desagradable. No me gusta ser así. Me siento vacío. No puedo de mostrar afecto. ¡No siento afecto!”
Momentos críticos
Las parejas pasan por ciclos y en algunos existen más posibilidades que la rutina se apodere de ellos. El inicio de la convivencia, a pesar de ser un periodo de entusiasmo, puede desembocar en monotonía. La pareja descubre los contrastes entre las expectativas y la realidad; este hecho puede llevar al desencuentro y al distanciamiento de la relación.
El nacimiento del primer hijo es otro momento al que se debe prestar especial atención. El ser padres conlleva una pequeña negociación dentro de la pareja donde queden claros las funciones parentales de las conyugales. Si este acuerdo, no se alcanza, sus efectos en la relación no se harán esperar.
Los cambios que implican en la vida familiar la escolarización de los hijos y su marcha del hogar familiar pueden desestabilizar la relación. La dedicación a la pareja debería cobrar mayor protagonismo en estas situaciones.
Adiós a la rutina
Muchos estudios sobre la monotonía de pareja, narran como pueden renacer relaciones moribundas y la facilidad con que las parejas invierten todo el desencanto y problemas que solía envolverles, dando un nuevo sentido a su relación de pareja.
Existen medios al alcance de todos, como la lectura de un buen libro especializado en el tema puede aler-tar a tiempo y descubrir la felicidad deseada. Se puede acudir a un terapeuta, siempre y cuando los miem-bros de la pareja, tengan ganas y crean firmemente en un profesional que puede ayudarles a salir del ba-che en el que se encuentran.
ADICCION AL AMOR
Raúl E. Martínez M.
Doctor en Psicología
Stanton Peele publicó un libro titulado Amor y Adicción (1975), marcando un hito en el estudio y comprensión de cier-tas relaciones de pareja, apasionadas e irracionales. El adicto al amor sufre la absorción por su pareja de la mayor parte de su vida; se distancia de sus amigos y familiares y hasta puede des-cuidar sus responsabilidades laborales por intentar permanecer junto al otro, a quien idealiza, disculpándole y comprendiéndole cuando atenta reiteradamente contra su dignidad. Manifiesta intensos celos inmotivados, pues a cada momento teme perder a quien es fuente de toda su seguridad, tranquilidad y bienes-tar. Esta condición psicológica se diferencia del enamoramiento más o menos normal, pues el adicto soporta estoicamente el abuso físico o emocional del otro, y su tolerancia de estas agre-siones la siente como una demostración más de su inmenso amor. Lo característico de esta distorsión extrema del amor pa-sional, es la total incontrolabilidad de las intensas emociones ligadas a una persona que objetivamente no tiene mérito alguno o no el suficiente para justificar la entrega incondicional. Las personas adictas al amor insisten además en caer una y otra vez en este tipo de relación destructiva con distintas parejas, y más aún, pareciera ser que las buscan expresamente.
Se ha señalado que ciertas creencias culturales originarían o facilitarían en personas predispuestas, esta anormalidad del afecto. Por una parte, se supone erróneamente que una vida re-lativamente distante de nuestros congéneres es siempre una señal de problemas psicológicos como la timidez, la depresión, etc., o en el mejor de los casos una decisión de ascetas que re-chazan los placeres de la sociabilidad, y que por lo tanto sin duda lo más sano sería cultivar estrechas relaciones afectivas con las personas y establecer al fin una relación de pareja para largo tiempo y mejor aún para toda la vida. Por otro lado, la pa-reja matrimonial que antiguamente se constituía a partir de acuerdos familiares, en algún momento de la historia comenzó a formarse sobre la base de la atracción y el afecto mutuo, im-poniéndose como característica importante de la relación un fuerte tono sentimental. La sociedad fue pregonando que ena-morarse era una experiencia trascendente de la que nadie debía privarse y que el romance intenso (con sus altibajos emociona-les a veces catastróficos) era lo más propio del auténtico afecto en pareja. De esta forma, el amor romántico y pasional se exal-tó, aceptándose como muestras de su fuerza la exclusividad, la dependencia emocional y la intimidad compartida sin límites. Son estos elementos los que, obviamente caricaturizados, con-forman precisamente el núcleo de la adicción al amor, que se potencia en una persona con baja autoestima, quien necesita imperiosamente que, los demás en general y su pareja en espe-cial, le sostenga y le conceda valor.
En realidad, el amor sano y constructivo no acepta ni exige una absorción por el otro, sino que espera compartir experien-cias que amplíen las posibilidades de desarrollo personal; no sobreidealiza ni acepta incondicionalmente sino que pretende una relación de mutua ayuda y ajuste; no provoca dolor ni in-certidumbre sino una intensificación de la alegría de vivir; no es accidental ni incontrolable sino construÃble y mejorable. Cuan-do realmente se ama, el otro no es imprescindible aunque sí muy importante; se puede existir sin él pero se prefiere hacerlo junto a él. En verdad, sólo se puede vivir en pareja cuando se es capaz de vivir solo.
Amor pleno | Pareja (Ã?xito en la pareja)
La flor más bella no es la que arrancamos ,sino la que llega a nuestras manos elevada por el viento
Aunque parezca un contrasentido, cuando mejor se está en pareja es cuando no se tiene necesidad de ella. Para que una relación sea saludable, cada uno de los miembros debe bas-tarse a si mismo. De este modo, la unión con otra persona añade valor a la vida sin ir en detrimento de la propia identi-dad.
Muchas parejas se forman básicamente por la incapacidad de los individuos para estar solos. Estas personas tienden a pre-cipitarse en la elección del compañero y una vez establecida la relación adoptan posiciones rígidas que se traducen en celos, posesión e inseguridad. Esto se debe a que no buscan a alguien con quien compartir la existencia, sino un parche emocional.
Aquel que esté lleno de heridas, debería sanarlas antes de ponerse en camino. Lo que uno n o resuelva por si mismo no lo hará a través de una relación sentimental.
Si temes la soledad, pregúntate que es lo que te hace sentir incomodo contigo mismo.
El amor es efectivamente un hecho extraordinario. Por eso es esencial que sirva para elevar nuestra vida y no para suplir una carencia.
Pareja | Pareja
01.- De sus estudios se concluye que el amor es… a) ¿una necesidad fisiológica?, b) ¿un instinto animal?, o c) ¿el resultado de un flujo químico en el cerebro?
Amamos porque, hace millones de años, nuestros antepasados necesitaban este flujo cerebral, estos impulsos y sentimientos para dirigir su cortejo, apareamiento, reproduc-ción y paternidad. El impulso del amor está profundamente imbricado en el cerebro humano. Por lo tanto, el amor es una necesidad fisiológica, un instinto animal y también el resultado de un flujo químico en el cerebro.
02.- â??El amor romántico es una droga adictivaâ?. ¿Cómo puede controlarse esta adicción?
Efectivamente, tiene todos los síntomas: a medida que el tiempo pasa, uno quiere más y más de la persona deseada. Además, es una adicción muy difícil de controlar. Creo que la mejor forma de hacerlo es afrontarlo como una sustancia adictiva. Cuando alguien ha sido rechazado, lo mejor es deshacerse de todo lo que le recuerde a esta persona, no llamarla ni contactarla nunca más, salir y hacer cosas que le distraigan. Eventualmente, la química cerebral del amor romántico irá amainando, tal y como sucede con el sín-drome de cualquier adicción.
03.- ¿Qué tienen en común el amor y el chocolate?
El chocolate contiene una sustancia que opera químicamente de manera similar a la do-pamina, que viene asociada siempre al amor romántico. El chocolate es excitante. Ade-más, tiene muchísimo significado cultural, cuando alguien te ofrece chocolate suele ser un mensaje de que le gustas. Pero no creo que por sí mismo sea capaz de encender el amor romántico.
04.- ¿Uno sufre más cuanta más capacidad de amor tiene?
Es cierto. Cuanto más capacidad de amor tiene una persona, más sufre. El amor román-tico es extremadamente poderoso, y cuando a uno le rechazan puede caer fácilmente en una depresión clínica e incluso contemplar el suicidio.
05.- ¿Amamos inconscientemente al otro por lo que tiene de nosotros mismos o por lo que nos diferencia?
Amamos por tantos cientos de razones diferentes… Pero la mayoría de las personas an-sían una unión emocional con su amado; normalmente, esa separación emocional, física o espiritual con la persona que aman no es deseable.
06.- ¿Cómo se configura en una persona el mapa inconsciente del amor, ese patrón que marcará nuestras relaciones amorosas de por vida?
Cuando crecemos, inconscientemente empiezan a gustarnos y disgustarnos determina-das cosas, incorporamos valores específicos, ideas y principios. Configuramos nuestro gusto. De la misma manera, construimos inconscientemente un mapa del amor que fun-ciona como un conjunto de rasgos que buscaremos en nuestra pareja.
07.- ¿Es posible amar a dos personas a la vez?
Creo que es muy posible sentir un profundo apego por una pareja con la que uno lleva mucho tiempo, y a la vez estar locamente apasionado por un amor romántico hacia otra persona distinta, y además sentirse atraído sexualmente por otros individuos. Estos tres sistemas cerebrales (lujuria, amor romántico y apego) no están bien conectados a nivel cerebral. Pero lo que sí creo que es imposible es sentirse locamente apasionado por un amor romántico hacia más de una persona al mismo tiempo. El amor romántico está asociado con la obsesión hacia una persona, y es imposible obsesionarse con dos perso-nas a la vez.
08.- ¿Existen individuos incapaces de desarrollar químicamente el sentimiento de apego? ¿De ahí la abundancia de paternidades mal entendidas y, en menor medi-da, malas maternidades?
Probablemente. Nuestra química cerebral y nuestras experiencias infantiles nos hacen diferentes. Ambos factores contribuyen a que el sentimiento de apego sea diferente en cada uno.
09.- ¿Cuánto dura por término medio la pasión amorosa?
Puede durar la vida entera si existe una barrera real en su relación, tal como que uno de los dos esté casado con otra persona diferente, o que los dos vivan en continentes distin-tos, por ejemplo. Pero los estudios de amantes que comparten la vida diaria demuestra que el amor romántico no dura más que entre 18 meses y tres años.
10.- Sostiene que es posible mantener viva la llama del éxtasis romántico en pareja de larga duración. ¿Podría apuntar alguna receta?
Sí, creo que sí puede mantenerse vivo el romance. Lo más importante es hacer juntos cosas novedosas, que sean excitantes, llamativas, nuevas e incluso ligeramente peligro-sas. Estas novedades excitantes elevan los niveles de dopamina en el cerebro y son ca-paces de estimular los sentimientos de romance. Por esto se explica que las vacaciones puedan resultar tan románticas.
11.- Los hombres, dice, se estimulan fundamentalmente por la vista, y las mujeres, por la palabra. ¿Esto continúa siendo así hoy en día?
Sí, creo que sí. Los hombres se guían fundamentalmente por la vista, porque durante millones de años medían a sus parejas en términos de juventud, salud y fertilidad: nece-sitaba elegir una compañera que pudiera darle hijos sanos. Y lo hacían, mirando y con-templando el físico de las mujeres, que a su vez pasaban la vida intentando tener buen aspecto porque eran conscientes de esta susceptibilidad masculina. Al mismo tiempo, las mujeres necesitaban calibrar la habilidad de su pareja para proveer y proteger a sus vástagos. Y lo hacían, escuchando lo que el hombre les decía: no se puede saber si un hombre es amable, generoso y sincero con mirarle, hay que conversar. De hecho, la habilidad verbal de las mujeres está en relación con la hormona femenina, el estrógeno, que aumenta en el meridiano del ciclo menstrual, mejorando dicha facultad. Para las mujeres, las palabras son la intimidad.
12.- ¿Los hombres, por lo general, prefieren mujeres bellas que inteligentes?
No lo sé, existen muchos tipos de hombres, pero creo que tienden cada vez más a elegir a las mujeres por su cerebro. Hoy en día, tanto hombres como mujeres desean una pare-ja suficientemente lista para traer un salario a casa y mantener una conversación. Nos movemos hacia matrimonios compañeros, entre iguales, donde ambos trabajan, proveen a la familia y son educados e intelectualmente estimulantes. En este medio, lo que se espera de las mujeres es que sean competentes e inteligentes.
13.- â??Los hombres buscan objetos sexuales y las mujeres objetos con éxitoâ?, según los científicos. ¿Usted cree que también esto continúa siendo así?
Creo que de algún modo es una tendencia en declive. Pero incluso en sociedades donde las mujeres son bastante prósperas económicamente, habitualmente tienden a elegir hombres que sean más ricos que ellas.
14.- ¿Por qué las mujeres se enamoran más lentamente que los hombres?
Creo que los hombres se enamoran antes precisamente porque se basan en un factor visual. Y las mujeres tienen más que perder cuando eligen a un compañero: no olvides que son las mujeres quienes gestan al bebé, atraviesan el peligroso proceso del parto y después lo crían durante su infancia. Por tanto, las mujeres tienen que ser, en cierto mo-do, más cuidadosas a la hora de escoger.
15.- ¿En qué se basa la afirmación de que â??para las mujeres el sexo pasajero no existeâ??
Esa afirmación no es mía, pero las mujeres se benefician menos del sexo casual. Tienen más que perder, este tipo de relación sexual encierra para las mujeres más riesgos, fun-damentalmente el de quedarse embarazadas, y menos resultados.
16.- ¿Somos las mujeres menos celosas que los hombres? ¿Por qué?
Creo que ambos pueden volverse muy celosos cuando les provocan. La diferencia es simplemente que las mujeres manejan sus celos de forma diferente. Ellas tienden más a hablar sobre la situación y a tratar de entenderla, mientras que los hombres son más da-dos a desaparecer, porque tienen buenas razones: el hombre cornudo se arriesga a pasar su vida criando a un niño que no es suyo. El adulterio femenino es para ellos una gran amenaza.
17.- ¿El amor a primera vista es una conducta eminentemente animal o qué extra-ño mecanismo nos lleva a amar a otro al primer impulso?
Sí, procede de un instinto natural. Los animales no disponen de meses o años para pro-curarse una pareja; cuando comienza la temporada de apareamiento deben iniciar el proceso, por tanto suelen expresar una atracción instantánea hacia individuos concretos. Nosotros hemos heredado este impulso de atracción inmediata.
18.- ¿El amor a primera vista es más posesivo?
Los hombres y mujeres enamorados son siempre posesivos, forma parte del amor, no importa de qué forma o cómo se haya iniciado.
19.- ¿Los celos amenazan o encienden la pasión?
Pueden operar en ambos sentidos. Pueden provocar el fin de una relación o, por el con-trario, elevar su intensidad y su fuerza; pero depende de muchos, muchos factores.
20.- ¿Es posible amar y no sentir celos?
Sí, hay personas menos celosas que otras. Sin embargo, yo diría que cualquiera que esté realmente enamorado puede volverse muy celoso si siente amenazada su relación.
21.- ¿Los celos son siempre el origen de los malos tratos?
Suele ser la causa más común, pero no necesariamente la única. La mente criminal pue-de tener otros motivos para maltratar a su pareja, tales como el alcoholismo, el consumo de drogas, etcétera.
22.- Concluye usted que la relación cerebral entre el amor y el odio/furia explica sucesos pasionales como el acoso, el homicidio o el suicidio. ¿Son estos sucesos más frecuentes en la actualidad o sólo se habla más de ellos?
Sospecho que la condición humana ha expresado siempre el odio y la venganza, y que los crímenes pasionales en siglos pasados se cometían en igual medida que ahora.
23.- El rechazo del ser amado, dice, es uno de los sufrimientos emocionales más profundos y perturbadores que puede experimentar un ser humano. ¿Más doloro-so que la muerte de un hijo?
Hummmmm. Creo que la muerte de un hijo es el sufrimiento más terrible que un ser humano puede soportar. Tus hijos llevan tu ADN, son tu futuro, tu mañana. Debiéramos morir antes que nuestros hijos, siempre lo he pensado así. Pero el sentimiento de recha-zo en un amor romántico puede ser realmente devastador, sí.
24.- ¿Funciona la voluntad de enamorarse como forma de curar un rechazo amo-roso anterior?
Sí, la mayoría de la gente se recupera gradualmente de un rechazo amoroso y continúa adelante con su vida. Pero, sea como fuere, nunca olvidamos a quien se deshizo de no-sotros.
Etapas del amor | Pareja (Ã?xito en la pareja)
1.- ENAMORAMIENTO: Para algunos psicólogos esta etapa sería de â??imbecilidad transitoriaâ? produce cambios fisiológicos: energía excesiva, euforia, pérdida de apetito, insomnio, deseo sexual, pensamientos repetitivos sobre el ser amado. Es pasajero porque nuestro cuerpo no podría soportarlo a la larga.
2.- ADAPTACIÓN: Se empieza a conocer al otro con sus virtudes pero también con sus defectos, y así debe ser, es una etapa más realista. En esta etapa se definirán los proyectos comunes y aparecerán las discrepancias, el acuerdo lograra la evolución de la pareja y en los desacuerdos estarán las parejas que no superen esta fase.
3.- SEGURIDAD: Es una fase de seguridad donde los proyectos comunes se desarrollan, el amor esta sustentado por otros sentimientos muy importantes, la lealtad, la amistad, el compañerismo sin dejar de lado lo anterior. No debemos olvidar que las relaciones son cambiantes y no podemos creer que al llegar aquí todo esta ganado, es un proceso que nunca para, todos los días tenemos que luchar por disfrutar del amor.
El enamoramiento
¿Una situación pasajera o una situación deseable?
¿Es enamorarse el estado emocional perfecto o un espejismo pasajero que, mientras dura, aliena a la “víctima” hasta el punto de incapacitarle para percibir cualquier cosa distinta de la atracción hacia la persona objeto de sus desvelos? Estas son las dos posturas extremas ante esa coyuntura que constituye el enamorarse de alguien.
El romántico la defenderá como la situación ideal, porque entiende que nada en el mundo merece compararse con esa felicidad que genera la pasión amorosa. El escéptico o desengañado, sin embargo, aducirá que el amor es una enfermedad pasajera que deja secuelas pero que puede superarse a nada que uno se dedique a lo esencial en la vida: la familia, las aficiones, el trabajo, los amigos… Sin duda, ante el fenómeno del amor cada uno tiene su propia percepción y sensibilidad. Se puede caracterizar el enamoramiento como una “locura” transitoria que no tiene edad y que repercute en gran medida en la vida cotidiana del afectado. Es, normalmente, una emoción que irrumpe sin avisar, intensa y bruscamente y que normalmente se atenuará con el paso del tiempo. El enamoramiento es una experiencia que nos conmueve y conmociona, un estado pasajero en que el mundo tiende a convertirse en un paraíso y la vida en una fiesta: el diálogo, por arte de magia, deviene inagotable; el sentido del tiempo desaparece y el “ser con” y el “ser para” ese alguien se convierte en uno de los ejes de nuestra existencia. El amor, en su primera e impulsiva fase, es una nueva, luminosa y diferente forma de estar en la vida, que sacude nuestros cimientos racionales y nos lleva a vivir desde otra perspectiva.
Los síntomas
Aunque suene irónico, el amor puede contemplarse como una patología, como un trastorno ocasional con sus síntomas característicos. Veamos tres de ellos: la idealización de la otra persona, la admiración que sentimos hacia ella y la atribución de un conjunto de característi-cas positivas y nobles, omitiéndose los planteamientos críticos. Otro síntoma es la desapari-ción de la agresividad: para la persona amada, sólo tenemos palabras dulces y amables. Se produce también un cierto trastorno de la atención: todo se nos antoja óptimo, casi mágico. Así, la vida es un regalo e invita a la ensoñación. La comunicación con el enamorado es más comunión que otra cosa y el sentirse adivinado por el otro provee a la relación de sobreen-tendidos y certidumbre. “Te querré siempre”, decimos, insuflados de un optimismo ciego y renunciando a mirar a un pasado poco complaciente. Asimismo, aparece el “secuestro men-tal”: la vida del enamorado gira en torno a cuándo se producirá el próximo encuentro con el destinatario de ese amor. El tiempo adquiere un ritmo distinto, en función de si estamos o no con la persona amada. Sacrificio y esfuerzo no tienen el sentido habitual si se trata de hacer algo por el otro o si permite estar con él o ella. Nos descubrimos más generosos y volcados que nunca: satisfacer, sorprender y agradar al otro se convierte en la mayor ilusión. Ese es uno de los problemas: en esta fase impulsiva y optimista a ultranza: comprender al otro, entenderle, deviene cuestión secundaria.
En los más afectados por el amor, el nerviosismo, las taquicardias, la sudoración, la sensa-ción de no saber cómo comportarse, al igual que las de una extraña placidez y la propensión al lagrimeo y a la risa forman parte de esos momentos irrepetibles del recién enamorado. Visto lo anterior, habrá quien piense que esto de enamorarse (en cuanto que entraña de ingenuidad e ilusión desmedidas y de confianza ciega en el otro) es cosa de juventud o, más bien, de la adolescencia. No todos vivimos de igual modo la experiencia amorosa y puede variar la intensidad de estos síntomas o que no concurran todos ellos, pero la idealización, la peculiar comunicación, la percepción del tiempo, la placidez y las manifestaciones corporales definen el enamoramiento pasional.
Amar es comunicarse y compartir
Amar es darse al otro, comunicarse, desearse y compartirse desde la realidad de quiénes somos. Supone esfuerzo y mimo, confianza y una cierta incondicionalidad ante el proyecto de esa relación. Es un continuo, y casi siempre se manifiesta con vocación eterna, no coyun-tural. Pero el enamoramiento profundo y apasionado, sin embargo, es un pico de explosión que no parte de quiénes somos en realidad sino de unos seres mutuamente idealizados por una relación muy intensa. Esta situación idílica lleva incorporada su fecha de caducidad, por-que el estado de tensión que genera y la suma dedicación que exige no pueden perpetuarse a lo largo de los años. Cuando hablamos de enamoramiento siempre lo asociamos a otra persona y sin embargo ésa es sólo una forma más de amor. Tal vez ese enfoque sea el que nos responda por qué hay personas que nunca o sólo en su juventud recuerdan haberse sentido enamoradas. Y es que para enamorarse de alguien, hay que tener los poros de la piel abiertos a los paisajes, a las personas que nos rodean, a los sentimientos…. Quien sabe reaccionar ante la frustración y el sufrimiento, está mejor preparado para la flexibilidad y apertura mental y emocional que el amor necesita para brotar. En resumen, para poder enamorarse de alguien hay que amar la vida, mostrar interés por lo que acontece a nuestro alrededor, tener ganas de saber, de crear, y aferrarse a la vida apurándola como hacemos con la última gota de agua cuando nos morimos de sed. Puede ser un planteamiento radical, porque a veces es el amor lo que nos permite acceder a todo un mundo de percepciones ya olvidadas pero también es cierto que muchos lamentan no haber estado “preparados” cuan-do el amor llamó a su puerta. Porque la respuesta al amor exige una disposición emocional, un atrevimiento, la asunción del riesgo de fracaso de la relación.
En cualquier momento, independientemente de nuestra edad y situación emocional, enamo-rarse entra dentro de lo posible. Entrar en amores está muy relacionado con la estructura afectiva de las personas, que se ha ido tejiendo en función del tipo de afectos vividos con personas de gran significación emocional, preferentemente del medio familiar. En cada ena-moramiento están presentes, si bien de forma oculta, los modelos y expectativas que arras-tramos desde nuestras experiencias afectivas más tempranas. Muchas relaciones fracasan porque se repiten inconscientemente modelos de relación que no funcionaron o porque se esperaba que la persona amada llenara vacíos heredados de una experiencia insatisfactoria de otras relaciones familiares o amorosas. Cuántas veces hemos oído lo de “si lo sé, no me caso”. Pero, ¿qué es lo que había que saber? Un tanto toscamente expresado: que la otra persona no es el príncipe azul ni la mujer-madre perfecta que nos imaginamos cuando surgió el amor. Aunque haya excepciones, casi nadie responde del todo a las expectativas que sus-citó en el otro mientras duró la fase de enamoramiento, porque somos seres humanos, y por tanto, imperfectos y bien distintos de la persona idealizada que el otro creó en su mente cuando se enamoró.
¿Gestionar el amor?
Hay quien se enamora con frecuencia y de distintas personas por poco tiempo, mientras que otros y otras confiesan no haberse enamorado nunca o haberlo hecho sólo una vez y para toda la vida. El amor pertenece al campo de los sentimientos, a las emociones difícilmente explicables con los argumentos de la razón. El amor hace inexplicable al ser humano y ahí reside su grandeza: continúa siendo un misterio a pesar de los intentos de comprenderlo que el ser humano ha emprendido a lo largo de los siglos. Cuando una persona dice a su enamo-rado “vida mía” siente que el otro es su vida, el compendio de sus aspiraciones emocionales. Pero ahí reside el riesgo: hay que soñar, pero esperarlo todo de la otra persona equivale a arriesgarse a la decepción. Ahí está la clave del fracaso de muchas parejas. Antes de adquirir un compromiso formal, conviene enfriar un poco los ánimos, bajar al terreno de lo real y estudiar a la otra persona, ensayar una relación que nos permita conocer a fondo a nuestro amante, delimitar su manera de pensar, de comportarse en la cotidianeidad, su modo de percibirnos como personas, lo que espera de nosotros y lo que podemos darle para hacerle feliz y consolidar nuestra relación de pareja.
Durante la fase de enamoramiento disculpamos “defectillos” que casi nos parecen un decha-do de originalidad pero quizá el paso del tiempo convierta esas peculiaridades y costumbres en una losa para la relación. Conviene reflexionar un poco. Quizá lo adecuado sea habilitar una convivencia en la que se puedan comprobar lo que dan de sí las expectativas que hemos depositado en el otro. Después podremos adoptar decisiones, siempre dejando la puerta abierta a cambios e imprevistos porque todos somos una caja de sorpresas. En esa cautela pactada puede estar la clave del éxito: vamos a abrir juntos nuestros respectivos cofres para ver qué hay dentro del de cada uno y a asumir conjuntamente la situación real sin perder cada uno su libertad de acción y decisión.
El conocimiento de uno mismo, de las vivencias que han influido en nuestra vida, nos ayuda a saber por qué reaccionamos de determinada manera ante una situación o qué debemos modificar para que las relación amorosa resulte satisfactoria. Pero tampoco nuestra historia personal debe erigirse en condicionante fatal que nos impide abrirnos a opciones con expec-tativas de éxito. Como seres inteligentes y emocionales que evolucionan, somos un proyecto por hacer.
Las obsesiones
El amargo pan de cada día
¿Quién no ha tenido alguna vez ideas o preocupaciones que de forma repetitiva le asaltan sin que sepa alejarlas para vivir sin su pernicioso influjo?
No son pocos quienes dudan sistemáticamente si han cerrado bien la puerta, desconectado el gas, apagado la luz… y vuelven una y otra vez a confirmar que, efectivamente, sí lo habían hecho. Otras personas ritualizan su vida cotidiana con manías como contar las baldosas de las cocinas o los peldaños de las escaleras, no pisar las rayas del suelo, retener las matrículas de los coches, ocupar siempre el mismo asiento en las reuniones o comidas, portar un objeto inútil en el bolsillo… Pero esto no son sino manifestaciones casi anecdóticas de unas costumbres que pueden convertirse en un verdadero problema psicológico. Todos tenemos hábitos que, a pesar de que merezcan el calificactivo de manías, consideramos normales. Pero cuando estos pensamientos o manías hacen sufrir nos encontramos con los trastornos obsesivo compulsivos. Las obsesiones son pensamientos que se repiten de forma insistente a pesar de la voluntad del individuo, y que escapan a su control.
Si los pensamientos obsesivos se convierten en gestos de conducta casi automática, devie-nen en compulsiones, acciones o manías que la persona se ve forzada a ejecutar para sentir-se bien o, al menos, tranquila. Es consciente de lo absurdas e irracionales que son, pero se siente incapaz de eludirlas. Cuando las compulsiones se asocian entre sí, formando una ca-dena, se convierten en rituales patológicos.
Catálogo de rituales obsesivos
Casi siempre están relacionados con:
â?¢ La limpieza. Quienes los padecen tiene pavor a quedar contaminados con lo que to-can o rozan y se lavan repetidamente las manos. Incluso llegan a evitar dar la mano o cualquier contacto físico en los saludos. Una motita de polvo en un mueble les pa-rece algo horrible.
â?¢ El orden No soportan que alguna cosa se halle, siquiera temporalmente, fuera de su sitio. Incluso si ocupan su lugar debe ser en simetría o en conformidad con los ángu-los de la mesa. Tampoco soportan que los demás no cumplan con esos cánones del orden compulsivo y las personas que conviven en la casa, sean adultos o no, habrán de cumplir estrictamente con las normas de orden y limpieza impuestas por el afec-tado por esta manía.
â?¢ Comportamientos indecisos. Por ejemplo, comprueban una y otra vez cómo está la casa antes de cerrar la puerta. Y aun así, vuelven a entrar después de haber ce-rrado. Ante cualquier decisión, por nimia que sea, lo pensarán durante meses. Y, una vez adoptada, dudarán si fue acertada. Y reflexionarán incasablemente sobre si han hecho bien, o consultarán con otras fuentes.
Distinguir los pensamientos obsesivos
Todos tenemos manías, preocupaciones o pensamientos repetidos. Pero si la obsesión llega a dificultar o impedir las relaciones sociales, si la persona pierde libertad… nos hallamos ante un trastorno obsesivo compulsivo que puede requerir de la intervención de un especialista. Resultaría interminable enumerar las consecuencias que pueden acarrear los pensamientos irracionales en quienes los padecen y en quienes conviven con estas personas. El catálogo es muy amplio, desde los inconvenientes más triviales hasta los desenlaces más dramáticos. Y todo ello sólo por haber interpretado distorsionadamente la realidad. Ya en el siglo I, Epicte-to, un filósofo estoico, afirmaba que «los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que hacen de ellas». En cualquier caso, lo interesante es saber cómo librarse de las obsesiones y hacer frente a estos pensamientos irracionales y distorsio-nados. Y, consecuentemente, cómo conseguir vencer a las conductas compulsivas.
La psicología científica, de la mano de autores como Ellis, Beck, Mahoney o Golfried, ha alumbrado la Reestructuración Cognitiva, una técnica psicológica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que las personas experi-mentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.
Los pensamientos negativos
El pensamiento, en general, es un diálogo con nosotros mismos en el que terminamos haciendo afirmaciones sobre determinadas situaciones. Pueden ser positivos si nos hacen sentir bien y nos ayudan; o negativos, si nos originan emociones negativas o nos hacen su-frir. Serán racionales si se corresponden con lo que sucede objetivamente en la realidad, e irracionales si se alejan de lo que sucede.
Los pensamientos que causan más sufrimiento son los irracionales negativos. Describamos algunos :
â?¢ Pensamiento filtrante. Se toman los detalles negativos y se magnifican, sin filtrar los aspectos positivos de la situación.
â?¢ Pensamiento polarizado. El maniqueismo: las cosas son blancas o negras. La per-sona ha de ser perfecta; si no, es un fracasado. No hay término medio.
â?¢ Sobregeneralización del pensamiento. Se extrae una conclusión general de un simple incidente. Si ocurre algo malo en una ocasión, se esperará que ocurra una y otra vez.
â?¢ Interpretación del pensamiento. Creemos saber qué sienten los demás y por qué se comportan como lo hacen. Nos vemos capaces de adivinar lo que sienten los de-más acerca de nosotros.
â?¢ Visión catastrofista. Se vaticina, se espera y se teme irracionalmente, el desastre. El individuo se entera de un problema y empieza a decirse «¿y si ocurre que…?», «¿y si me sucede a mí?»
â?¢ Personalización. Creemos que todo lo que la gente hace o dice es una forma de re-acción hacia nosotros. Y nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es más elegante, quién es más brillante, quién tiene aspecto más saludable¿
â?¢ Culpabilidad. Mantiene que los demás son responsables de su sufrimiento o adopta el punto de vista opuesto y se culpa a sí mismo de los problemas ajenos.
Cómo actuar ante los pensamientos irracionales negativos
â?¢ Seamos conscientes de la influencia que tienen sobre nuestra conducta y emocio-nes. Los pensamientos son esos monólogos que mantenemos con nosotros mismos interpretando la realidad que nos rodea y a nosotros mismos. Pero son sólo hipótesis a demostrar.
â?¢ Identificar los pensamientos, determinar en qué medida son objetivas esas inter-pretaciones de la realidad, hasta qué punto son racionales. Y hasta qué punto son polizones que se han colado sin nuestro permiso y nos hacen sufrir sin razón. La alarma salta cuando nos producen emociones negativas como miedo, angustia o tris-teza. Desenmascaremos entonces al polizón y examinémoslo sobre la racionalidad y la adecuación con la realidad.
â?¢ Analizarlos, partiendo de que son sólo hipótesis a demostrar y que pensar algo no significa que sea cierto.
Cómo analizar si los pensamientos se ajustan a la realidad
â?¢ Qué datos objetivos de la realidad apoyan e invalidan ese pensamiento.
â?¢ Con qué argumentos se defendería ese pensamiento ante otra persona
â?¢ Qué probabilidad existe de que suceda lo que se piensa.
â?¢ Si lo tuviera otra persona, qué le diría yo para demostrarle que está en un error.
â?¢ Es esa la única forma de interpretar la situación o existen otras .
Cómo analizar si influyen en los estados emocionales y en las conductas
â?¢ ¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?
â?¢ ¿Me hace bien o me hace daño?
â?¢ ¿Cómo influye en mi estado de ánimo?
â?¢ ¿Cómo influye en mi conducta?
Cómo analizar qué ocurriría si lo que se piensa fuera cierto.
â?¢ Incluso si lo que pienso es correcto ¿es realmente una catástrofe?
â?¢ ¿Qué consecuencias reales tendría para mí si ocurriera?
â?¢ Si es así, ¿está justificado que me descomponga tanto?
â?¢ Si lo malo ocurre, ¿será para siempre? ¿O algo temporal?