Respaldo de material de tanatología

PROYECTO DE FORMACIÓN PARA EL TRATAMIENTO DE LOS TRAUMAS

download: http://volensamerica.org/IMG/doc/TraitTraumas_Es_Ok.doc

PROYECTO DE FORMACIÓN PARA EL TRATAMIENTO DE LOS TRAUMAS POR LAS PROPIAS  VÍCTIMAS

1) Necesidad de un estado modificado de conciencia para el tratamiento rápido de los traumas.                                                                                                                                                                         
2) Victimización secundaria: hablar es peor que callar                                                                                       
3)  Beneficio del trabajo en grupo                                                                                                           
4)  Sintomatología de los  E.S.P.T                                                                                   
5 ) Conceptos y teorías                                                             
6)  Técnicas y metodología                                                       
7) Aplicación de este modelo terapéutico por las personas no profesionales              de la psicoterapia:
Los desensibilizadotes  de traumas a los pies descalzos”     
8)  Ejemplo de casos                                                               
9)  Formación modelo                                                                                                                                                   
10)  Ventajas y beneficios del proyecto                                                                                             

PROYECTO DE FORMACIÓN PARA EL TRATAMIENTO DE LOS TRAUMAS POR LAS PROPIAS VICTIMAS.                       
(GRUPOS AUTO-TERAPEUTICOS BAJO LA SUPERVISIÓN DE UN « CONSEJERO »)

1) Necesidad de un estado modificado de conciencia  para el tratamiento rápido de los traumas.
    Para que pueda existir una terapia corta y eficaz contra el de estrés post-traumático â??E.S.P.T- ,se debe tomar en cuenta que dicho síndrome de consecuencias devastadoras y casi permanentes se contrae en un estado modificado de conciencia (debido a la intensidad de la emoción del momento) y no puede ser erradicado más que con el uso de un estado modificado de conciencia ulterior. (Dr. David B Cheek)
      El estado de estrés post-traumático E.S.P.T  es causado por un shock emocional que crea diversos e importantes daños psicológicos y somáticos. El E.S.P.T se adquiere en un instante pero sus efectos devastadores permanecen para siempre.
Cuando una persona  está bajo el efecto de un temor intenso entra en un estado modificado de conciencia, las “informaciones” visuales, emocionales, físicas y cognoscitivas serán “registradas”a nivel inconsciente como encapsuladas y esto es lo más frecuente por decenas de años. Si las informaciones, tales como los recuerdos del incidente traumático, son  a menudo parcial o totalmente olvidadas, los efectos devastadores serán atractivos, activos y bien presentados lo que creará  una vida miserable a la victima.

          El estado modificado de  conciencia (instaurado por el miedo) que ha acompañado la formación inicial del trauma se establece  en una zona inconsciente sellada por múltiples estrategias  provenientes del estado modificado de conciencia. Es entonces indispensable  para que se produzca un tratamiento efectivo y rápido del E.S.P.T  hacer un nuevo uso de un estado modificado de conciencia para acceder y desensibilizar el material traumático acumulado a nivel inconsciente.
Esta constante explica tanto la rapidez como la eficacia de corrientes conceptuales o escuelas que utilizan dichos estados modificados de conciencia. Que estos sean nombrados “concentración”,” relajación” “hipnosis” o cualquier otro vocablo.

  2)      Victimización secundaria: hablar es peor que callar.
      En Estados Unidos, en la mayor parte de los HMO Organizaciones para el Cuidado de la Salud  es fuertemente desaconsejable si  no es que prohibido  trabajar con bases aproximadas sobre el lenguaje y la expresión vivida del trauma. Esto esta reconocido como un destructor posiblemente grave para la victima. A esta grave enfermedad se le denomina victimización secundaria; tiene como efecto exacerbar la sintomatología .
    Las técnicas que nosotros utilizamos y enseñamos permiten desensibilizar los recuerdos ligados al incidente traumático y  revelarlos con  claridad y precisión impresionante. Este regreso más completo de recuerdos es la prueba misma de la desensibilización del trauma.  Una vez que la desensibilización es efectuada las personas podrán  recordar sin sufrir más, mientras que antes cuando se traía a la memoria  este recuerdo se revivía una situación  dolorosa.

Este fenómeno de gran memorización se explicaba mediante la producción masiva de hormonas al momento del incidente traumático, adrenalina (hormona del estrés), noradrenalina (hormona anti- estrés) esta última favoreciendo  también a la memorización.
3) Beneficio del trabajo en grupo
    Las investigaciones indican claramente la prevalencia de la eficacia del trabajo en grupo y esto es particularmente cierto en el caso que nos ocupa. En efecto las victimas han adquirido una sensibilización extraordinaria y el tacto indispensable a un trabajo respetuoso hecho con delicadeza. Las victimas de agresión se comportan  en cualquier parte  como “antenas de recepción”  identificando a  otras victimas: ellas son las primeras en reconocerlas. Queda implícito que las particularidades culturales son automáticamente tomadas en cuenta por los mismos nativos.

4) Sintomatología de los ESPT
Las víctimas de ESPT ( estrés post traumático ) experimentarán  durante  años ciertos  síntomas o el conjunto de éstos : pérdida radical de la autoestima, teniendo como consecuencia el sentimiento de ser responsables del incidente traumático del cual ellas son las victimas, así como desesperanza, depresión ,fobias, miedos, ansiedades, problemas de sueño, pesadillas recurrentes, vivencias, disociaciones  y frecuentes estados modificados  de conciencia, llegando  al punto que, para los casos más severos, ciertos pacientes son valorados erróneamente como psicóticos . En ciertos grupos o jergas esas víctimas son llamadas: identificadas a la víctima.
.
También se observan  cambios persistentes de humor que transforman a una persona conocida antes del accidente como calmada y poco agresiva en una persona excesiva y violenta; se habla entonces de víctima identificada al agresor.

En el conflicto anterior, el tratamiento de los beligerantes es a este propósito indispensable cuando  se piensa en particular en  niños soldados y  su reintegración en una vida social normal.  No tratarlos rápidamente equivale a dejar  errar a los infantes de la cual  la taza de violencia potencial es muy elevada y dicha violencia puede ser reactivada fácilmente. Afortunadamente no todos los infantes soldados y victimas de traumas  tendrán este tipo de reacciones

    La sección  más importante de esa sintomatología es sin duda alguna  la psicosomática: ésta es vasta, diversificada y presenta numerosos tipos de patologías  de consecuencias frecuentemente graves Los cirujanos conocen bien este genero de enfermedades que a pesar de sus intervenciones perfectamente exitosa  provocan  muchos problemas post â??operatorios: no cicatrización, inflamación, desplazamiento de la enfermedad a otra parte del cuerpo o nuevamente transformación de la enfermedad en otra (frecuentemente virulenta).
    Es necesario volver a remarcar el incidente del síndrome post-traumático  en la etiología de dependencia tal como el alcohol, las drogas, los problemas alimenticios y otros comportamientos autos destructivos  como la automutilación,  promiscuidad sexual y el suicidio.
    Sin un tratamiento especifico, las informaciones grabadas mentalmente, ya sean éstas conscientes  o inconscientes , serán fácilmente reactivadas por un sonido, un olor, una sensación, una visión, un pensamiento y exacerbaránen forma descontrolada los síntomas habitualmente experimentados por el paciente. Esto es el principio mismo de lo que llamamos victimización secundaría.

Esto sucede, por ejemplo, cuando una victima es invitada a hablar, a recordar  un incidente  por un profesional de la salud mental no experimentado, por un funcionario de extranjería  quien  legítimamente  desea obtener información sobre las agresiones sufridas que justifiquen una demanda de estatus de refugiado, etc  sin que se aporte un remedio inmediato. El uso de los acercamientos propuestos en la formación permite,  lo vuelvo a decir, desensibilizar a la víctima de traumas graves y lo deja recordar. Se debe notar que esto puede ser hecho en un periodo que raramente excede las tres o cuatro sesiones; en el caso de un trauma único (una sola exposición) no habrá necesidad  más que de una o dos sesiones.

5) Conceptos y teorías
DE LAS PLACAS SENSIBLES (YUXTAPUESTAS) DE LA MEMORIA.
Se puede constatar que los recuerdos, amnesias o no son  inscritos en varios registros o â??placas sensiblesâ?
a) La primera de esa placas sensibles está constituida por  imágenes  profundamente inscritas. Estas reaparecen en forma de vivencias, en los sueños-pesadillas. Aún más frecuente, la victima vive con esas imágenes que la torturan casi sin cesar y con las cuales  entra en conflicto, prisionera de la paradoja que consiste en tratar de no pensar en ello, de no verlo.

b) Las emociones enterradas  tanto en el  espíritu como en el cuerpo  en conexión con la imagen, el mismo recordar. Aquí juegan plenamente los fenómenos hipnóticos, de disociación, de amnesia, etc. Puede existir,  por ejemplo, un sentimiento de miedo o fobia sin conexión con el recuerdo atemorizante que es la causa, la cual parece no tener relación aparente con el trauma.

c) Las placas sensibles también registran sensaciones corporales: golpes, agresiones sexuales, etc. Todos estos recuerdos de sensaciones  son interpretados frecuentemente  como enfermedades psicosomáticas como en respuesta a un trauma intolerable ya que el cuerpo los había cristalizado y  petrificado en su propio seno. Con la PTR, estas enfermedades pueden fundirse como nieve al sol y, sorprendentemente    el volver a recordar se produce,  a menudo, sin conflicto  como si el cuerpo, hubiera hecho ya en parte  el trabajo terapéutico a través de  esta â?? petrificaciónâ?
d) Las sub modalidades a través del sonido, los olores y los gustos serán también utilizadas mientras que están ofrezcan otras vías de acceso al tratamiento y a la cura. Estas sub  modalidades de respaldo permiten un juego creativo de  acuerdo con el inconsciente y el consiente del paciente-en el cual el placer de trabajar el placer de trabajar del terapeuta tendrá toda su importancia
Se puede remplazar por ejemplo un olor inmundo ligado a un recuerdo intolerable por el olor o el gusto delicioso de la fruta. Lo mismo para los sonidos, los gritos de tortura transformados, reemplazados por voces dulces o cómicas o melodiosasâ?¦.

e) El  registro intelectual o cognitivo â??yo soy responsableâ?, â?culpableâ?, â??un perversoâ? (por haber sido la victima de una violación),â?un traidorâ? (porque ellos están muertos y yo no)
etc, â?¦es sin duda alguna el registro más importante presente en todos los casos de ESPT y de nerviosismo traumático, es un
elemento a reemplazar.  Este es  el medio de verificar si el tratamiento del  trauma ha sido efectuado.

6) Técnicas y metodología.
      En los casos donde hay ESPT, el trabajo terapéutico consistirá en transformar, recubrir las  huellas de los recuerdos impresos en las placas sensibles. Una interacción creativa y lúdica entre el paciente y el terapeuta será la modalidad â??experimentalâ? necesaria, ésta será vivida en un estado modificado de conciencia  fluctuante  en cuanto a su â??profundidadâ? pero casi permanente.
    La â??PTRâ?(  Psicoterapia del Trauma y la Reintegración) utilizará los conceptos ericksonianos de utilización de la resistencia y del respeto de las defensas del paciente. La PTR desarrolla particularmente técnicas derivadas de la gestión de los estados modificados de consciencia o los estados de hipnosis espontáneas. Utiliza y amplifica hasta la mínima gota las protecciones aplicadas desde el origen mediante  el inconsciente del sujeto con el cual se esta trabajando. Ã?sta las multiplicará para la utilización de protecciones utilizadas por los otros inconscientes, de otros sujetos, de otros pacientes. Entonces serán utilizadas: la disociación, la anestesia, la despersonalización, la amnesiaâ?¦.
    En cuanto al estado modificado de consciencia, este es mantenido por distracciones como tactos, palmadas (semejantes a las utilizadas en EMDR, Descopem, etc) y será mejorado por la utilización de una gestión  conversacional  activa (como lo define el Dr. Kay Thompson)
    La formación permite integrar fácilmente este modo activo conversacional y  muy lúdico.  Modo conversacional  que permite descansar de forma â??seguraâ? cerca de las necesidades del paciente y le ofrece en todo instante, numerosas posibilidades de protección en el trabajo que acompaña el regreso  del reprimido. El modo conversacional asegurado por el desensibilizador permite a la victima no recaer en el recuerdo â??como si la persona  estuviera allí..  El desensibilizador ayudará a la víctima proponiéndole cambiar progresivamente ciertos aspectos de sus recuerdos.
                                                                                  5
Este acompañamiento lúdico, protector y tranquilizador permite ir más allá de las neurosis traumáticas, de los ESPT, así como permitir el tratamiento de las enfermedades psicosomáticas.
      Con esta manera de abordar el trabajo  terapéutico, se pueden resolver los casos más dolorosos que necesiten toda la atención, protección y delicadeza. Se puede pensar aquí en el trabajo con los niños torturados (en cualquiera que sea el contexto), con los adultos que hayan sobrevivido a encarcelamientos y torturas repetitivas.
No es sino con las protecciones antes mencionadas que este tipo de pacientes pueden ser ayudados.
Además en  este trabajo, con  los casos más dolorosos,  descubrimos que    el  tratamiento  general del trauma  es más rápido y fácil, que el paciente sufre menos, se entretiene, colabora en la transformación, en el desahogo a veces cómico de sus recuerdos.

Estos últimos no son mas que imágenes, emociones, sensaciones â?¦ memorizadas. Y el paciente descubre  que sus recuerdos son maleables.
Debe notarse que los infantes se alivian más rápido que los adultos ya que ellos hacen uso de su creatividad infantil.
    Esta manera de trabajar con los â??súper traumatizadosâ?, brinda un confort  y un â??desenvolvimientoâ?  tanto para el cliente como para el terapeuta  y esto no debe dejarse a un lado cuando se conocen los efectos devastadores del trauma contraído por los profesionales a la escucha del trauma de sus pacientes (trauma delegado)
EN RESUMÃ?N, la PTR es un combinado  dinámico de conceptos ericksonianos, de hipnosis conversacional y profunda, de  imaginería mental, del empleo de inducciones por medio del tacto o la vista (uso ancestral de la inducción hecha siguiendo un objeto móvil delante de los ojos) como las técnicas de inducción utilizadas en Emdr y Descopem, las  mismas que fueron retomadas de las escuelas clásicas de hipnosis.
Para terminar el PTR utiliza como  medida de eficacia y de protección del paciente  las defensas (protecciones) espontáneamente creadas por el inconciente luego de la agresión. La utilización de los medios de defensa que  espontáneamente aparecen después de la agresión confirman un enfoque de gran utilidad.
La PTR es una psicoterapia en que son esenciales el  diálogo o los intercambios facilitados por un estado modificado de consciencia ligera.

7) Aplicación de este modelo terapéutico por personas  no-profesionales de la psicoterapia: â??los desensibilizadores de traumas a pies descalzos  (N.T.)

    La creación  de un equipo de desensibilizadores de E.S.P.T ,no profesionales .

    La formación de desensilibiliación de traumas debería ser en primer plano dada a los consejeros locales, tales como: médicos, enfermeras, asistentes sociales, militares, psicólogos, etc…
El formato del grupo de â??auto-ayudaâ? supone  la participación activa de victimas que se convirtieran rápidamente en ex víctimas de ESPT. Las nuevas víctimas y las  ya tratadas por el método, recibirán la instrucción necesaria para practicar el método ente ellos durante la sesión, bajo la supervisión del â??consejero â??supervisor local que previamente ha recibido instrucción.
La selección de las victimas ya tratadas para convertirlas  en desensibilizadores  de traumas es de suma importancia para garantizar la calidad y la ética del tratamiento.
    Otra ventaja  en la selección de las personas  â??inocentesâ? – no experimentadas, si no es para su propio tratamiento â??y seleccionados en función de su capacidad  y deseo de tomar a su cargo otras personas, es que ellas son sin duda alguna las  más apropiadas para adaptar e integrar el método a los hábitos y  a las tradiciones culturales locales.
La ventaja terapéutica más importante de los grupos  supervisados de â??auto-ayudaâ? con relación a la consulta ( entrevista ) cara a cara ha sido ampliamente demostrada en Occidente.  En Africa, cada vez es más frecuente que el trabajo colectivo esté más relacionado con los conceptos tradicionales para el tratamiento de la enfermedad  denominada  mental.

——————N.T. «  Aux pieds nus » « Pies descalzos ». —————–
Expresión acuñada por la  UNESCO en 1986, hace referencia a  identificar sus propios problemas y resolverlos sin tener  una educación formal previa.

Como ya lo hemos dicho, otra de las ventajas  del formato del grupo de â??auto-ayudaâ? es que evita el â??trauma delegadoâ?. Los psicoterapeutas  adquieren dicho trauma  al pasar varias horas escuchando  las descripciones y asistiendo las vivencias de las víctimas.  Los grupos supervisados de â??auto-ayudaâ? permiten una sucesión natural de participantes, de  desensibilizadores de traumas a los pies desnudos  (sin recursos, a capella ) que después de un tiempo  dejan el grupo.
Como hemos visto las victimas recientemente tratadas  y en proceso de recibir  una formación práctica bajo supervisión pueden crear un efecto natural de propagación.

      Una vez formadas las personas que dejan el grupo se convierten no sólo en excelentes detectores        de traumas  sino que también pueden ofrecer sus servicios a otras victimas o bien, las orientan hacia el        grupo para su tratamiento.
    Esta propagación natural alcanza los siguientes objetivos: hacer saber que un tratamiento rápido existe, crear una esperanza particularmente positiva en especial para  las victimas que se esconden tras la sombra y la vergüenza de su estado.
    La detección de los síntomas  (variados y escondidos) siempre es difícil  e ignorada aún para la mayor parte de los profesionales, pero no para las víctimas quienes se reconocen se sienten, advinan el estado de la otra  â?¦Todas las víctimas son conocidas como especialistas en disimular  los síntomas todos ellos corrosivos los  que soportan con paciencia cada día. Las victimas que hayan vivido  las mismas experiencias son las más adecuadas para reconocer a otros traumatizados,  así como para detectar su condición e  invitarlos a efectuar  el tratamiento
 
La dinámica que conlleva la formación de estas ex â??víctimas tiene también la ventaja  de reducir la victimización secundaria en la medida  que el trauma es recordado puede ser tratado de inmediato.

Como ya lo hemos mencionado, la victimización secundaria es aquella en la cual  las victimas temen hablar, recordar el trauma, etc. Es por ello que existe un interés más que evidente de efectuar un tratamiento inmediato  para cuando el trauma es evocado. A medida que la mejoría en la condición de la persona es inmediatamente percibida la victima está más deseosa de continuar con el tratamientoâ?¦.
    Debe ser entendido que el objetivo principal de la formación es de brindar todo el conocimiento necesario para desensibilizar los psico-traumatismos  y no para formar psicoterapeutas.
Por otra parte, los â??consejeros â??que deseen continuar una formación ulterior en psicoterapia verían la presente formación como un pre-requisito bien elaborado  y útil como  partir ya con un conocimiento de las situaciones anteriores al trauma.  Pero esta es otra historiaâ?¦
    Se ha demostrado ampliamente que el trabajo de grupo ofrece una gran eficacia terapéutica, esto es en parte debido al apoyo ofrecido por el grupo y por la demostración evidente  de la semejanza de los síntomas y la culpabilidad frecuentemente compartida  por las victimas de ESPT.

Este trabajo debe ser aplicado en armonía con las necesidades culturales e individuales de las personas, dicho objetivo se logra si las victimas son los propios actores de su tratamiento y del de sus compañeros  de infortunios. Se ayuda así, cada vez más a la reconquista de la autoestima
No hace falta decir  que la formación dada a los â??consejerosâ? también puede ser utilizada fuera del grupo en el marco de una relación dual.

8) Ejemplos de casos

Uno de los síntomas encontrados en las víctimas  fuertemente traumatizadas (citamos un caso tratado por MSF Bruselas) es el síndrome del caminante. Consiste en caminar casi sin parar (en este caso por noches enteras alrededor de Bruselas), para calmar las angustias (de un hombre que vio a su padre morir atado y arrastrado por un vehículo en movimiento). El mismo día vio como un gran número de milicianos violaron a su hermana y para cuando ella llega al término del embarazo, él fue forzado a asistir al alumbramiento: su hermana tenía los pies atados y moría después de horribles sufrimientos.
Este joven  vivió torturas casi diarias o bien se vio obligado a escuchar a sus compañeros de infortunios gritar de dolor. Otro de dichos síntomas fue que él aún oía esos gritos durante  las noches y esto era lo que el joven  trataba de evitar caminando como un loco de ira. En el conjunto  de sus-  síntomas estaba el sentimiento de culpa por seguir con vida  mientras que los otros estaban muertos, la fobia total hacia las personas, las angustias masivas que no podían ser contrarestadas con los calmantes, la imposibilidad de frecuentar a cualquiera, particularmente a sus compatriotas. Después de seis sesiones de trabajo con el señor A. Bodson  ésta ex victima de trauma ha podido retomar una vida casi normal. Ya no se queda encerrado en su cuarto, ya no necesita caminar horas y horas. Ya no toma ansiolíticos, socializa nuevamente, e  incluso  frecuenta de manera  regular  a una asociación de compatriotas. 

En la luz de todo lo que se dijo aquí, es seguramente juicioso pensar en la casi imposibilidad para una persona, víctima de traumas tan fuertes y que no hace más que protegerse contra ellos, en la impotencia  y la  frustración que siente cuando es invitado por un funcionario de la oficina de extranjería  para justificar su solicitud, para justificar los peligros reales que enfrenta en el caso de ser repatriado.
                                            En abril del 2007, me invitaron a desensibilizar los traumas de una joven africana (de 15 años) quien, desde su llegada  Bélgica, no pudo contar su historia a personas, aunque éstas eran  amables,  las que intentaron preparar su expediente para la administración de la oficina de extranjería.  Cada vez que se le invitaba a recordar un hecho o que se le hizo preguntas, se encerraba  en un silencio y parecía estar ausente o lloraba tanto que nadie se atrevía a seguir con el interrogatorio. 
Fue cuando en la sesión estuvo acompañada de su consejera y tranquilizada por su presencia  que pude empezar la desensibilización del recuerdo traumático.  Sin conocer el trauma y con la intención de evocar  claramente  el recuerdo traumático  yo invité a la adolescente a reencontrar y a  experimentar recuerdos agradables (nadar en una piscina con sus compañeros de la escuela), gracias a dichas sensaciones breves y  confortables pude proponerle revivir y cambiar los aspectos visuales, sonoros, sensitivos y emocionales de la escena traumática.  Después de una hora y media de trabajo, la joven pudo, por primera vez, contar que había sido escondida por su padres en un armario; desde allí presenció, impotente y aterrorizada,  la  intrusión en su domicilio de unos hombres armados que hicieron sufrir a sus padres de tratos crueles antes de llevarlos a un destino desconocido.
Al día siguiente pudo  (por  segunda vez) contar su historia al funcionario de la oficina de extranjería  y  logró acceder directamente al â??examen a fondo del procedimiento de asiloâ?  que, según la opinión de  su consejera jurídica es extremamente raro ((1% de los casos).

9) Formación modelo:                                                             
Número de días: La primera parte de la formación: repartida en dos semanas ( dos veces cinco días).    Esa parte de la formación contiene las ponencias teóricas necesarias para poder entender los ESPT y las técnicas utilizadas. La formación implica un aspecto inmediatamente práctico con demostraciones de  los  tratamientos de los traumas de los participantes – â??consejerosâ? y de las personas traumatizadas de las cuales se ocupan habitualmente (niños brujos, -miserablemente pobres y marginados-,  mujeres violadas, etc.)  Numerosas demostraciones prácticas realizadas por el autor del proyecto, el auto-tratamiento de los consejeros entre ellos y supervisiones directas de su trabajo.  La segunda parte de la formación: duración ideal de una semana (cuatro a seis semanas más tarde).  Este periodo permitirá:  1° Dirigido y con la participación solamente de los â??consejerosâ?  que participaron en la formación inicial y que, por ende, tuvieron la oportunidad de aplicar los enfoques enseñados en el PTR. Estos dos días darán la oportunidad de comparar las experiencias, de  ofrecer supervisiones específicas de los casos  y  de poner en relieve los escollos y las soluciones que se encontraron en general. 

——–N.T.â?enfants sorciersâ?: â??niños brujosâ?. ———-

El profesor Filip Boeck de la universidad Católica de Lovaina, Bélgica estudia el caso de niños que, en el Congo, son acusados de causar â??mal de ojoâ?; las familias culpan a los  niños de muertes, de enfermedades, de pobreza extrema y el niño es lanzado a la calle

2° Segundo día: A partir de los casos, los intercambios se centrarán en el ajuste de la práctica y en recordar y afinar las nociones teóricas. Habrá demostraciones en vivo, realizadas tanto por el autor del proyecto como por los consejeros. 3° Los tres últimos días tendrán lugar con la presencia y participación activa de los participantes de los grupos de apoyo â?? las mismas víctimas â?? estos tres últimos días especiales tendrán lugar con la participación de todos los â??consejerosâ? presentes y tienen como principal objetivo el aprendizaje de la pedagogía que los consejeros adoptarán para que las mismas víctimas desarrollen su habilidad práctica.  Esta fase es fundamental para que los consejeros se vuelvan profesores-supervisores del trabajo realizado bajo su dirección  por las víctimas.  Esta fase de formación de los consejeros es esencial, es la piedra angular que permite asegurar una perpetuidad de la acción en el tiempo.  La tercera parte de la formación:  de una semana (dos meses más tarde).  La adquisición definitiva de la autonomía tomando la responsabilidad  de los grupos de apoyo por las víctimas y los supervisores. Este proceso se centrará también en la actividad posterior de las ex-víctimas como factor multiplicador y de propagación de la información sobre la existencia de estos grupos de tratamiento. 

Día 1: Presentación de la flexibilidad y  de la adaptabilidad del método a las situaciones y  a las poblaciones específicas.  El trabajo con las personas víctimas de hechos de guerra, de catástrofes naturales, las mujeres violadas, los niños soldados, los niños llamados brujos (miserablemente pobres)no se efectúa necesariamente en los mismos lugares ni de la misma manera aunque todos ellos sufren de ESPT.
  Es la opción de un traductor que está inmerso en cada cultura: la cultura local y la del autor del proyecto.  -Presentación del autor  del proyecto y del método que será enseñado.  -Presentación de los participantes y de las poblaciones específicas con las que se trabaja en el terreno. -Evaluaciones de la factibilidad de los grupos de â??auto-ayudaâ?. -Para las personas o las ONG que no tienen la posibilidad de crear un grupo de auto-ayuda, hay dos caminos posibles:
1° El trabajo ligero y rápido de desensibilización del trauma ocurrido, iniciado en el lugar donde se encuentra la víctima en el momento en que se encuentra con el educador de calle formado.  2° Este â??anclajeâ? permite continuar posteriormente el trabajo en un lugar más adecuado (un grupo ya existente, otra ONG) una vez que la persona empieza a darse cuenta del beneficio que obtiene a partir de esto y que  se esté creando una relación de confianza.  Algunas técnicas para el trabajo inmediato -“on the spot”- (en la calle, etc…) serán brevemente mencionadas aquí y, más tarde, desarrolladas durante la presentación de las diferentes técnicas posibles. 

En cuanto a los participantes presentes que sufren o han sufrido un ESPT, se deben advertir y tomar en cuenta ciertas precauciones ya que se puede sufrir de una victimización secundaria por tanto escuchar hablar del tema. Las dos semanas de formación deberían permitir desensibilizar eventuales traumas: eso resultará no solamente ser un prerrequisito sino también una parte indispensable de la formación. Se invita a los participantes a hablar brevemente de eventuales situaciones traumáticas que han vivido y describir ciertas situaciones ocurridas desde estos hechos.  Primeras demostraciones por el autor del proyecto, con los participantes traumatizados, del tratamiento de sus traumas.   
Día 2 : Los grandes errores que se suelen cometer con los traumatizados y cómo evitarlos  Las diferentes maneras de provocar una victimización secundaria. Cómo no provocar violencia en las personas traumatizados a las que queremos ayudar.  Algunas nociones para entender, aceptar y utilizar la culpabilidad de las víctimas  La culpabilidad, que desencadena la agresividad, la auto-agresividad como: suicidios, auto-mutilaciones, comportamientos auto-devalorizantes, promiscuidad, agresión de los propios hijos, etc…. ¿Por qué los niños llamados brujos, por ejemplo, a causa de la culpabilidad y del sentimiento de ser responsable de desgracias, muchas veces, se refugian al lado de las personas que deberían de temer? ¿Cómo romper este ciclo?  Rudimentos de intervenciones contra-paradoxales o de aceptación y de utilización de lo vivido subjetivo. Soy un monstruo, culpable de lo que hice, de haber sido violada, etc…

Feed-back sobre el tratamiento del primer día y nuevas demostraciones y trabajo práctico con uno de los participantes.  Día 3 : El incidente traumático: estado de choque inicial, necesario para que se de un ESTP  Etc. 

10) Ventajas y beneficios del proyecto                Solamente esta herramienta de alto nivel, parte de un enfoque global de la psicoterapia, permite un trabajo en profundidad de los casos de traumas. Debe mencionarse que ésta será una ventaja y herramienta eficaz  para las personas que ya están comprometidas o quieran orientarse hacia el estudio y la práctica de la  psicoterapia. 
                La posibilidad de difundir el método es uno de sus grandes ventajas.  En países donde el dolor suele ser compartido por la población (como consecuencia de conflictos, catástrofes naturalesâ?¦) permite, basándose en las mismas vivencias de los participantes, curar rápidamente un gran número de personas y eso sin una estructura particular de hospitalización.
              La puesta en marcha en el terreno de este método tiene la ventaja de adaptarse de forma natural a la cultura local.                Esta formación directamente orientada hacia la curación de los traumas y el tratamiento de sus consecuencias, es de una duración relativamente corta y, por ende, poco costosa; pero antes de todo, se trata de una â??transferencia real de tecnologíaâ? aplicable y transferible a otras â??victimas que curanâ?. 

Con respecto a las víctimas, el resultado de su tratamiento será:                  La recuperación  de la  autoestima que es el pre-requisito de toda reconstrucción.                  La posibilidad, siempre si lo quieren, de hablar, de evocar o de escuchar hablar de los eventos o del periodo traumático, sea en un entorno privado o social, sin el riesgo de vivir nuevos sufrimientos.
                  La disminución de su agresividad.                Más allá de la curación de desórdenes mentales y físicos, consecuencia de  sus traumas, la posibilidad, finalmente, para niños, mujeres adolescentes, hombres, mujeres que hasta este momento se han sentido sucios, culpables, agredidos o agresivos, de enfrentar el retorno a una vida normal, de reanudar sus contactos afectivos, socialesâ?¦ de volver a casa. 

? Gérald Brassine – 2007

Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-No comercial-Compartir bajo la misma licencia 2.0 Bélgica de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/be/ o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, California 94105, USA.

Apego, trauma y violencia

http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0000423&a=Apego-trauma-y-violencia-comprendiendo-las-tendencias-destructivas-desde-la-perspectiva-de-la-teoria-del-apego

Apego, trauma y violencia: comprendiendo las tendencias destructivas desde la perspectiva de la teoría del apego

Publicado en la revista nº024
Autor: San Miguel, Mª Teresa

Reseña: â??Apego, trauma y violencia: comprendiendo las tendencias destructivas desde la perspectiva de la teoría del apegoâ?. Paul Renn. En: Harding, C. (ed.) Aggression and Destructiveness: Pyschoanalytic Perspectives. New York: Routledge (2006)

En la introducción del capítulo, Renn nos dice que para muchas personas la violencia en las sociedades modernas ha tomado proporciones de â??epidemiaâ?. El autor extrae de su práctica como forense el caso de un hombre, Michael, que tras 20 años de matrimonio golpeó con un martillo hasta causar la muerte a su esposa, Anna, a pesar de alegar que él la amaba.

La propuesta de Renn es presentar en primer lugar las premisas y hallazgos de la teoría del apego que nos permitan comprender la violencia masculina que se manifiesta en los vínculos afectivos y, al final, volver sobre el caso de Michael. 

Renn invoca las teorías pioneras de Bowlby para quien el apego es un tipo de comportamiento por el que una persona busca activamente mantener proximidad con otra claramente diferenciada (esto quiere decir que el contacto buscado no es con cualquiera sino con alguien significativo para esa persona). Renn propone que la cualidad principal del cuidador como figura que brinda amor y seguridad permite al niño regular el conflicto básico entre amor y odio. De forma complementaria, la agresión sería la consecuencia de una perturbación traumática del vínculo de apego. En consecuencia, Renn propone que el significado de las agresiones que se producen en el marco de relaciones afectivas adultas ha de buscarse en la matriz particular de las relaciones del sujeto en la infancia. Cuando dichas relaciones no han sido adecuadas, la persona tiende a reaccionar con agresividad cuando percibe amenazas o se siente en peligro. Estas reacciones se caracterizan para Renn por ser â??desorganizadasâ? y por carecer de capacidad para encontrar formas adecuadas de adaptación (maladaptive).

Renn considera que la comunidad psicoanalítica se distanció al principio de lo sostenido por Bowlby debido a que éste enfatizaba el papel de las experiencias traumáticas de la vida real en la génesis de la psicopatología. Pero este primer desencuentro entre teoría del apego y psicoanálisis ha ido evolucionando hacia un mayor acercamiento entre ambas disciplinas, habiendo contribuido a ello tanto los hallazgos de la investigación neurocientífica como otros estudios realizados sobre los efectos del trauma, la regulación de los afectos, la disociación y los tipos de memoria implícita-procedimental. Los hallazgos de estas investigaciones apuntan en una doble dirección: subrayan el papel central que tiene la relación entre cuidador y niño para la transmisión afectiva y la regulación emocional; y, en segundo lugar, destacan la importancia de la intersubjetividad en el desarrollo del cerebro y en el dominio cognitivo de la experiencia.

Teoría del apego y agresión

En este apartado, Renn nos recuerda que para Bowlby la aflicción y duelo patológicos están en la base de los sentimientos agresivos y destructivos, pues estos últimos serían precisamente la reacción que aparece frente a separaciones y pérdidas que el niño vive en sus relaciones familiares. Bowlby consideraba que cuando los niños no pueden expresar sus sentimientos frente a la pérdida de una figura de apego (sentimientos que son ambivalentes e incluyen tanto el anhelo de contacto como el enfado y la rabia) esta vivencia de â??divisiónâ? en los afectos hacia la figura de apego tiene su correlato en un sistema disociado de la personalidad del niño-a. En suma, para Bowlby, en el duelo patológico se reniega (disavow) la pérdida.

Renn alude a la diferencia, ya conocida, entre patrones de apego seguros, inseguros o desorganizados. Estos modelos no son sólo â??relacionalesâ? sino que pasan a formar parte de mundo interno en la infancia y tienen su continuidad en las relaciones afectivas de la edad adulta. Estos â??modelos internos de apegoâ? sirven para interpretar y predecir tanto el comportamiento como los sentimientos de los otros relativos al apego. Según Renn, estos modelos internos de apego pueden equipararse a las relaciones de objeto (en el sentido kleiniano de objeto interno).

Las ideas de Bowlby sobre la agresión descansan sobre lo que -para el autor- es la función evolutiva del enfado. La protesta airada es una respuesta biológica de carácter instintivo frente a la ansiedad y el miedo que se experimenta cuando la figura de apego se aleja o se pierde. La función adaptativa de la ira sería, pues, aumentar la intensidad de la comunicación con la figura de apego para restablecer el contacto con ella y evitar que el niño se quede sólo.

En los casos en que los padres no se muestran suficientemente disponibles y no existe una figura de apego sustituta, los niños pueden verse empujados a adoptar un distanciamiento emocional a través del cual se niega cualquier necesidad de contacto. Bowlby pensaba que esta exclusión defensiva se convierte en el núcleo de la psicopatología, ya que el alejamiento impide experimentar lo traumático y, por tanto, el niño carece de medios para procesar su experiencia. En la adultez, estos traumatismos pueden activarse en el contexto de vínculos afectivos y desencadenarían todos los afectos de ira y hostilidad contenidos.

A diferencia de esta situación, si los vínculos de apego han sido seguros en la infancia, la persona encuentra formas de sentir y expresar el enfado de forma apropiada, sin que la agresividad se desborde y destruya las relaciones con los otros cuando en dichas relaciones surjan conflictos que desencadenen miedo o pena en el sujeto. 

Para Renn, en resumen, las formas de cuidado y apego introducen al niño y la niña en potenciales sendas de desarrollo que conducen a niveles diferentes de adaptación. Los trastornos en las relaciones de apego terminan por constituir â??modelos internos de funcionamiento del apegoâ?, que son como las plantillas de la psicopatología de la vida posterior y entre ellas se pueden incluir las formas de comportamiento agresivo y destructivo de la vida adulta.   

Perspectivas contemporáneas sobre la reacción entre trauma y regulación afectiva

El trauma psicológico implica tener sentimientos intensos de miedo, desprotección y sensación de aniquilación, los cuales desorganizan el funcionamiento mental y privan a las personas de una serie de sensaciones tranquilizadoras como serían las de tener control sobre lo que les acontece, sentirse en contacto emocional con los otros, así como sentir que las relaciones tienen un sentido.

Renn cita a varios autores (DeZulueta, Tyson and Tyson, además del ya mencionado Bowlby) para quienes los afectos traumáticos son un factor de primer orden a la hora de entender las motivaciones agresivas y destructivas.

También Renn subraya lo sostenido por otros (Rutter) en el sentido de que cuando en la infancia se produce una pérdida (padre o madre) no sólo hay que ver los efectos sobre el hijo o la hija, sino contemplar también los efectos de desorganización que dicha pérdida tiene sobre el conjunto de la familia. El autor mencionado por Renn (Rutter, 1997) considera que en estos casos pueden desarrollarse formas de apego enfermizas sin que se haya alterado la estabilidad de la relación. 

En cualquier caso, parece haber coincidencia en que no es el trauma aislado sino el efecto de éste sobre los vínculos, o el hecho de que el trauma aparezca en el interior de vínculos deficitarios, lo que señalaría la dirección en la que se va a desarrollar la personalidad. Asimismo, se considera que es la desorganización  en los vínculos de apego, y no tanto determinados grados de inseguridad en dichos vínculos, lo que sería un factor central en la aparición de agresión y violencia en la vida adulta.

Renn considera que se cuenta con suficientes trabajos para dar por evidente que la regulación emocional es una parte sustancial de la relación entre apego y psicopatología. Renn se apoya en autores como Bradley y Schore quienes han trabajado sobre la importancia de las figuras de apego en regular emociones negativas como el miedo, la vergüenza y la rabia. Shore (1991, 1994) puntualiza que el desarrollo del sistema de  regulación emocional en el hemisferio derecho del cerebro atraviesa una fase crítica durante el segundo año de la vida; de manera que un temprano fallo en la regulación de una emoción como la vergüenza puede traer aparejados desórdenes asociados con la regulación de la agresión.

En cualquier caso, según el autor, el problema es que el â??trauma relacionalâ? se encuentra típicamente en familias donde las deficiencias son acumulativas. En ellas, el adulto responsable de cuidar al niño-a provoca fallas en la regulación afectiva de éste-a y, lo que es más  importante, o es incapaz de dar cariño o cuando lo da es de forma inconsistente. Como resultado de este fallo de â??entonamientoâ? afectivo, el niño queda en un estado psicobiológico profundamente desorganizado. La respuesta del niño a un ambiente que le produce mucho miedo es desarrollar una hipervigilancia y una reacción extremada, ya sea ésta la de expresar emociones intensas ante cualquier pequeño cambio en el contacto con los otros o, por el contrario, evitar dicho contacto, disociando una afectividad que aparece muy restringida y mostrando un alto grado de obediencia y conformidad. En cualquier caso, estos formatos de interacción van a terminar por formar parte del psiquismo y uno de sus efectos sería el de dañar la capacidad para procesar la información emocional en el seno de las relaciones con los otros   

Podría decirse, en suma, que los efectos de un traumatismo temprano en la relación del niño con figuras de apego pueden conducir tanto a una deficiente capacidad para procesar la información emocional que nos transmiten los otros, como a tener dificultades en grado variable para regular los  estados corporales (p. 63). Si las figuras parentales son incapaces de ayudar a sus hijos cuando estos se sienten atemorizados, se va desarrollando durante la infancia una excesiva sensibilidad frente a cualquier estrés que se expresará en la vida adulta como incapacidad de hacer frente a cualquier situación conflictiva.     

Los estudios de neurociencia afirman que el trauma induce una deficiencia en el sistema orbito-frontal del cerebro derecho; como resultado de esta deficiencia, no se produce una adecuada transmisión de la información afectiva al lateral izquierdo del cerebro donde se procesaría semánticamente. Esto quiere decir que bloques de la experiencia pueden quedar sin significado y, en general, la persona carece de un relato integrado y coherente de su experiencia emocional y de símisma. 

La teoría del apego y la transmisión de afectos.

Renn (p. 64) considera que la teoría del apego puede considerarse como una teoría de la regulación emocional, ya que la calidad del cuidado transmite una determinada organización del apego en la que se puede incluir un estilo característico de regulación de las emociones. Renn invoca los trabajos de Stern, Beebe y Lachmann, Lyons-Ruth y otros en los que se nos muestra la forma sutil en que se transmiten de una generación a otra las emociones; serán las inflexiones de la voz, las miradas, las posturas corporales o las expresiones del rostro las que nos permitan ir adquiriendo un conocimiento sobre lo emocional que es conocimiento implícito y que se produce siempre en el marco de una relación.

Renn también recoge las aportaciones de Main, Kaplan y Cassidy que han permitido ver que los padres transmiten a sus hijos sus modelos internos de apego y que esta influencia se dejará ver, sobre todo, en el tipo de relaciones íntimas que ellos establecerán en el futuro con sus parejas.

Como han mostrado numerosos estudios, los niños que han disfrutado de una relación de apego seguro tienden, en su vida adulta, a buscar formas de reparar los efectos de  las rupturas en las relaciones y eso hace que sus vínculos tengan una relativa consistencia. Cuando el apego ha sido inseguro y los niños no han recibido atención de los padres frente a diversas formas de estrés sufridas, la tendencia que aparece es una reducción en la expresión tanto de sus necesidades de recibir ayuda, como de sus sentimientos de vulnerabilidad. Esta deficiencia en la expresión de afectos empuja al niño-a a una desconexión de sus propios estados emocionales.

En cuanto a los niños y niñas criados en vínculos de apego desorganizado, éste puede provenir tanto de padres que atemorizan a sus hijos-as (donde se dan formas francas de maltrato), como de padres que alternan entre proveer de cuidados adecuados y retirar bruscamente cualquier tipo de disponibilidad y vínculo afectivo con los hijos-as.

En aquellos casos en que ambos padres son responsables de provocar miedo e intranquilidad en sus hijos, los niños y las niñas se ven abocados-as a un callejón sin salida ya que son las propias figuras protectoras las que producen temor. Como escapar físicamente del traumatismo es imposible, los niños alternan entre estados de hiper-vigilancia y protesta airada y estados en los que predomina la disociación y un bajo tono emocional.               

Renn concluye que cuando nos encontramos con traumas acumulativos en las relaciones, éstos van a terminar por producir un impacto en la maduración del sistema orbito-frontal y generar una permanente falta de regulación en los estados de miedo.

Por último, los trabajos de Lyons-Ruth y Jacobvitz relacionan el apego desorganizado con una predisposición a la violencia en las relaciones personales, a padecer estados disociativos y trastornos de conducta en niños y adolescentes, así como a desarrollar un en la vida adulta el denominado trastorno borderline  de la personalidad.     

Separación y proceso de diferenciación psicológica

La seguridad que pueda proporcionar la figura de apego es fundamental para que se desarrolle en la infancia un deseo de explorar y de separarse. Bowlby presentó en términos de â??ambivalenciaâ? lo que los niños experimentan entre su tendencia a buscar conexión emocional y su tendencia a la autonomía. Teóricos de la escuela de las â??relaciones objetalesâ?, como Balint, Khan o Winnicott; y otros autores pertenecientes a la â??psicología del yoâ?, como Mahler y Furere, han puesto de relevancia la importancia de que los niños tengan un cierto grado de agresividad y de capacidad de desafío como medio para conseguir un sentimiento óptimo de diferenciación de las figuras parentales. Esta diferenciación permite tanto un desarrollo de la capacidad de exploración autónoma como la emergencia del sentimiento de agentic self  (vivencia de ser sujeto y dueño de los propios actos).

Renn cita asimismo a autores como Benjamin y Ogden para quienes es necesario un proceso de diferenciación entre el niño y su cuidador como vía para tener una perspectiva subjetiva. Los abusos de los padres, su narcisismo o negligencia hacia los hijos-as generan tales grados de ansiedad e inseguridad en ellos-as que tornan muy problemático el proceso de separación y discriminación. Renn añade la perspectiva de autores para quienes el padre tiene un rol importante en impulsar a que el hijo-a salga del vínculo diádico que establece con la madre, así como ser ese â??terceroâ? que puede dar una segunda oportunidad al niño o la niña para desarrollar un símismo seguro (Fonagy, Target). Fonagy es el autor que más ha incidido en que la relación de apego es fundamental para el desarrollo de la capacidad de â??mentalizaciónâ?.

Renn señala que, muy a menudo, la figura paterna ha estado ausente o inaccesible emocionalmente. Esta situación resulta exacerbada, según el autor, por las interminables jornadas laborables de muchos hombres, así como por los altos índices de separación y divorcio en nuestras sociedades contemporáneas. En los casos en que ambos padres resultan incapaces para cumplir las funciones de su rol como figuras de apego, es importante la existencia de una figura de apego en el entorno familiar (como el abuelo o la abuela) que pueda permitir el desarrollo de la capacidad de mentalización (Fonagy). 

Teoría del apego y violencia

Antes de introducirse en el tema de las relaciones entre apego y violencia en los vínculos interpersonales, Renn sigue a De Zulueta (1993) al proponer la diferencia entre violencia y agresión. La agresión es definida como un estilo de relación con los otros caracterizado por la ira, la envidia, el odio y la hostilidad. Los sentimientos agresivos pueden ser expresados verbalmente o transmitidos de forma no-verbal, pero nunca a través de actos físicos. Contrariamente, el acto violento consiste en un ataque dirigido contra el cuerpo del otro con la intención de causar daño físico e injuriar psicológicamente.

En la violencia pueden distinguirse dos tipos. El primero es la violencia depredadora o psicopática, la cual es planificada de antemano y cuya ejecución se realiza exenta de emociones. El segundo tipo sería la denominada violencia defensiva o afectiva, la cual  surge como reacción a una amenaza que es percibida como un peligro para la seguridad personal. Este tipo de violencia viene precedida por altos niveles emocionales. Renn cita a Cartwright (2002) -autor para quien la característica común de ambos tipos de violencia  es la falta de simbolización (siguiendo el concepto de â??mentalizaciónâ? de Fonagy)- pero precisa que él se va a centrar en la violencia llamada â??defensivaâ?.

Renn desgrana una serie de datos sobre la violencia criminal. El primero de ellos es que de un total de 1048 homicidios contabilizados en el período 2002/2003 en Inglaterra y Gales, la mayoría fueron cometidos en el seno de la familia, siendo las víctimas las mujeres y los niños. También se cuentan por millones (más de seis) el número de incidentes violentos en el ámbito doméstico. Como es bien conocido por los profesionales que trabajan con temas de maltrato, la mayoría absoluta de las agresiones físicas entre adultos se dan entre personas que están ligadas afectivamente.

Renn (p. 68) cita a Bowlby (1973, 1988) para quien la violencia ha de comprenderse como una exageración y distorsión de las reacciones de ira a través de las cuales el niño retiene a la figura de apego; esta ira es, por tanto, una conducta potencialmente funcional para mantener el vínculo de apego. Bowlby entiende el asesinato como la incapacidad de quien perpetra dicho crimen para tolerar el alejamiento de la figura de apego. Renn añade que esta idea se ve confirmado por estudios que muestran que la mayoría de los asesinatos de las esposas son llevados a cabo por sus maridos tras la separación física entre ambos.

Renn cita a Fonagy y Target quienes mantienen que, en el caso de individuos violentos, el  tipo de daño que han sufrido en su infancia suele ser un tipo de violación del self más sutil y encubierto que otras formas de traumatismo y abuso más franco.

Renn se apoya en su experiencia clínica para concluir que el aspecto central de la estructura defensiva del asesino consiste en un falso-self, siendo reforzados el comportamiento y las actitudes â??pseudos-independientesâ? por el distanciamiento emocional, la idealización y la â??defensa moralâ?.

Renn presenta un diagrama en el que se detalla su modelo teórico sobre la violencia afectiva masculina y otro para describir su modelo de trabajo terapéutico con estos pacientes. Respecto al primer diagrama, el autor parte de un trauma infantil que sería: separación, abandono, abuso y/o negligencia que se producen el contexto de un sistema de apego-cuidado desorganizado. La conexión de este tipo de apego desorganizado con  traumatismos sobre los que no se ha hecho nada y un sistema de representación caracterizado por la disociación va a dar lugar a duelos patológicos, distancia emocional e incapacidad para regular los estados afectivos.

El efecto de todo lo anterior es una percepción distorsionada de la pareja y una conducta controladora substancialmente indebida. Ante un abandono percibido o real, se activaría el miedo y el sistema de apego desorganizado, lo que trae aparejado desregulación afectiva, retraumatización y conducta violenta. 

En cuanto a si existen diferencias de género respecto a la conducta violenta, Renn cita un trabajo (Mirrless-Black, 1999) realizado en Gran Bretaña en el que se afirma que se han encontrado niveles similares de violencia doméstica en hombres y mujeres, aunque se matiza que las injurias que los hombres infligen a las mujeres suelen ser más graves, reflejando la mayor fuerza física de los varones. Al tiempo, se registra un incremento de la violencia de las mujeres en los espacios públicos. En otro estudio citado por Renn (Roberts y Soller, 1998) se compara a hombres y mujeres violentos y se concluye que  las mujeres violentas no lo son fuera de las relaciones de pareja. 

Una viñeta clínica de la práctica forense   

Desde la teoría del apego, los síntomas destructivos del paciente se comprenden como expresión de una experiencia traumática que no ha sido procesada y que queda registrada en la memoria implícita-procedimental y representada en los modelos internos self-otro. Tanto la memoria afectiva como los modelos de interacción emergen en el sistema de relación o intersubjetivo

Caso Michael

Michael mató a su ex-mujer, Anna, golpeándola con un martillo en el curso de una acalorada discusión en la que la acusaba de hablar mal de él a los hijos. Habían estado casados 20 años y tenían cuatro hijos de edades comprendidas entre los 10 y los 18 años.

Renn nos cuenta que los padres de Michael se separaron cuando él tenía cuatro años y perdió el contacto con su padre cuando su madre volvió a casarse. M. sentía que se había convertido en un extraño para su madre y su nuevo marido pues ellos estaban ocupados en montar un negocio, de manera que M. se vuelve hacia la abuela materna con la que desarrolla un vínculo de apego sustitutivo.

En la juventud, Michael conoce y comienza una relación con Clare. Ella rompe el compromiso de forma precipitada. Posteriormente, Michael se encontró casualmente con Clare y la apuñala en el pecho. Estuvo cuatro años en prisión. Después volvió a ser condenado por robo, posesión de armas de fuego y lesiones. 

La actividad delictiva de Michael cesa cuando comienza una relación con Anna. En los cuatro años previos al asesinato, la tensión crece entre la pareja: él trabaja muchas horas fuera de casa y ella comienza una relación extramarital. La distancia afectiva y sexual entre ellos crece sin parar. La situación se complica todavía más porque Anna empieza a beber en exceso y él se torna progresivamente controlador. Fallecen la madre y la abuela de Michael.

La pareja no consigue arreglar sus diferencias, Michael intenta suicidarse y es hospitalizado por depresión. De vuelta a la casa, Anna acusa a Michael de golpearla y él es arrestado, además de que se le retira la custodia de los hijos por tres meses. Durante ese tiempo, ella pide el divorcio. A los pocos días, Michael va a verla. Cuando Anna se niega a hablar con él y amenaza con avisar a la policía, Michael la asesina.

Renn cita lo que parecen ser palabras textuales de Michael: â??toda mi ira y mi frustración estallaron de repenteâ?. La policía encontró  a Michael sentado en su coche, delante de la casa familiar. Fue condenado a siete años de prisión. Michael hablaba de su amor por Anna y de que nunca hubiera podido imaginar que ella lo abandonara. Michael creía que ella lo había provocado al alegar que la había pegado cuando lo único que ella pretendía era tener una causa para divorciarse de él.

Renn comenta la incapacidad de Michael para experimentar sentimientos de empatía hacia Anna, pero subraya lo profundamente conmovido que se sentía porque había arruinado la posibilidad de que sus hijos gozaran de una â??perfectaâ? infancia que él nunca tuvo.

Para el autor nos encontramos en presencia de un trauma acumulativo con efectos sobre el desarrollo neurológico. Sin haber podido contado con ayuda, Michael nunca pudo procesar sus experiencias de haber sufrido abuso sexual y abandonos por parte de las figuras de apego. Renn afirma que mientras Anna fue emocionalmente accesible, Michael pudo, con sus defensas, mantener su miedo y su angustia dentro de proporciones manejables. Cuando Michael percibe que ella se aleja, se dispara el miedo, su conducta se vuelve progresivamente desorganizada y sus defensas fracasan en regular los afectos negativos, lo cual culmina en una explosión de ira asesina. Renn continúa interpretando que el primer ataque de Michael contra Clare (su primera relación) también puede ser visto como indicador de que la pérdida dispara en Michael modelos internos de relación que son poco adecuados, fruto de sus vínculos infantiles de apego desorganizado.

Renn no deja de reconocer como probable que cualquier mujer con la que Michael desarrolle una relación íntima se encuentra en peligro de ser dañada si la relación se rompe. Según el autor, un trabajo psicodinámico con base en la perspectiva del apego podría aminorar la catastrófica experiencia de Michael con los abandonos y los rechazos, lo que reduciría el riesgo de las mujeres con las que se relacionara. Este encomiable deseo de Renn, al parecer no pudo cumplirse y el autor concluye con una comunicación escalofriante: Michael entabló una nueva relación con una mujer a la que golpeó hasta la muerte cuando ella quiso romper la relación. Después de matarla, Michael se fue a correr, no sin antes dejar una nota a la policía admitiendo su crimen e indicando el lugar en el que encontrarían el cuerpo de ella.       

Comentarios críticos

Renn realiza un recorrido por las teorías del apego con la pretensión de que dichas teorías nos van a permitir entender la â??violencia masculina en el interior de vínculos afectivosâ?. Es con estas palabras con las que el autor designa lo que muchas autoras feministas, entre las que me encuentro, preferiríamos denominar violencia de género o violencia ejercida contra las mujeres. No es que Renn desconozca quiénes son mayoritariamente las víctimas (él mismo aporta datos sobre el nº de homicidios de mujeres y niños en Inglaterra durante el período 2002/3) pero al hablar de dicha violencia la denomina  â??incidentes de violencia domésticaâ? (incidents of domestic physical assaults), incidentes que pasan a ser descritos en términos de â??asaltos violentos entre adultos que ocurren cuando existen vínculos de apego entre ellosâ?. Parece un circunloquio que evita plantear en términos más claros los golpes y el asesinato de que son objeto las mujeres a manos de sus parejas del género masculino.

Con respecto a la tesis central de Renn, la causalidad que el establece entre relaciones tempranas de apego desorganizado y violencia física en la etapa adulta, nos parece francamente insostenible. Como también resulta discutible la continuidad que existe para el autor (p. 73) entre las reacciones de la infancia y las de la edad adulta:

En la infancia, él expresaba su tensión y su enfado corriendo alrededor de la casa y haciéndose pis en la cama, mientras que en su edad adulta esto fue actuado como un crimen violento.[1]

Resulta indudable el nivel de déficit en la regulación emocional que ocasionan las relaciones traumáticas (se trate de abuso sexual, maltrato físico o deficiencias psíquicas graves) pues existe abundante material clínico al respecto. Ahora bien, como mucho se puede coincidir con el autor en que dichos traumatismos son condición necesaria, pero no suficiente, para explicar estallidos de violencia que -en el caso que Renn nos trae- llevan a Michael matar a golpes a dos mujeres a quienes afirma amar (p. 59).

Como ya indicó el filósofo Schopenhauer en su ameno tratado â??El arte de tener razónâ?[2], no delimitar claramente la causalidad da lugar a argumentos falaces. Así, en este artículo, se hace pasar por causa del comportamiento violento de Michael sus traumas de apego en la infancia, lo cual podríamos calificar, con Schopenhauer, como fallacia non causae ut causae, (falacia de hacer pasar por causa lo que no es), dado que existen numerosos casos de sujetos que han padecido tales traumas y que, sin embargo, no han desembocado en actitudes violentas. Con el agravante, en este caso, de que la orientación del tratamiento recomendado se fundamenta en la causa supuesta.   

La teoría del apego nos resulta muy válida para entender reacciones emocionales frente a carencias en la figura de apego como puede ser la ira, pero no termina de dar cuenta de cuáles serían las condiciones para que esos patrones de irascibilidad y déficit de regulación emocional terminen en una violencia contra la persona â??queridaâ?. Este sería precisamente el elemento fundamental para una reflexión sobre la génesis de la violencia. Pero en el artículo reseñado se hace un continuum entre las reacciones de ira infantiles (que aparecen como reacción al alejamiento de la figura de apego) y el ejercicio de la violencia que busca dañar al otro (y no sólo impedir que se aleje). Así como el enfado y la protesta infantil pueden considerarse reacciones â??primariasâ? y que tienen una finalidad biológica, no vemos ninguna relación entre esto y las explosiones de cólera que culminan en un ataque contra la integridad de otra persona.

Una vez que apuntamos esta insuficiencia es dable reconocer que precisamos de mayores estudios sobre la patología de los hombres que maltratan y para los que Dutton (1995), que figura en la bibliografía de Renn, nos propone una clasificación de los tipos de â??golpeadorâ? en el que retrata un tipo de trastorno de personalidad que podría corresponder con el caso de Renn, pero se nos da poca información específica sobre su génesis.

Tampoco nos resulta particularmente afortunada la definición de violencia â??defensivaâ? o â??afectivaâ? que el autor toma de Fonagy (1999), pues se supone que en estos casos la violencia se desencadena automáticamente si una persona se siente en peligro al ser abandonada por figuras de apego. De nuevo, bastaría contemplar el vasto mundo de angustias persecutorias, de atentados a la supervivencia y de injurias narcisistas que sufren muchos pacientes (varones y, sobre todo, mujeres) para que resulte insostenible esa especie de silogismo que liga de forma causal vivencias de estar en peligro, rabia yâ?¦ golpear a alguien hasta matarlo. Si la característica de esta violencia es que aparece en el terreno â??relacionalâ? no creemos que  pueda ser etiquetada ni de â??defensivaâ? ni de â??afectivaâ?, pues contemplada desde el vínculo parece más oportuna tildarla de  â??ofensivaâ? y â??cargada de odioâ?.

El trabajo terapéutico con hombres que maltratan a sus parejas podría ser una oportunidad para elaborar una psicopatología del dominio y la agresión que siempre se echa en falta en los manuales clásicos del psicoanálisis, tan abultados, sin embargo, de patologías de sumisión y masoquismo. Sorprende un tanto que no se encuentren â??compensacionesâ? psíquicas que el ejercicio de la violencia pueda deparar para el agresor, hasta el punto de que éste se nos presenta sólo en su vertiente de víctima. Como bien ha puesto de manifiesto Bleichmar (1997), la agresividad es un recurso muy socorrido porque permite cambiar de forma instantánea el sentimiento de fragilidad o inferioridad por el de fortaleza y superioridad. Este cambio, en el campo de intersubjetividad implica que se proyecten (y se le hagan experimentar al otro) los sentimientos de vergüenza y/o temor, de manera que el agresor pueda retener los sentimientos de dominio y el poder de intimidar al otro. Si esto sucede con cualquier expresión â??verbal o no verbal- de agresividad ¿qué no sucederá cuando la violencia le da al agresor el poder de dañar físicamente e incluso de decidir si le quita la vida al otro? Aunque Renn insista en que las agresiones suceden en medio de explosiones emocionales ¿en qué se convierte la otra para quien la golpea?, ¿qué sucede en la mente de alguien para que el dolor, el terror, la sangre e incluso el cuerpo destrozado no logren detenerlo?

Renn termina su artículo lamentando que el hecho de que Michael no hubiera podido trabajar sus traumas costó la vida a otra mujer. Pero tanta empatía para el sufrimiento de Michael y tan poca para sus víctimas no parece muy justo. Sobre todo porque no creemos que sea aquel niño que efectivamente sufrió abandono (parcialmente de la madre, total por parte del padre) y abuso sexual (perpetrado por un amigo del abuelo), aquel niño, decimos, no creemos que sea el mismo que golpea con un martillo a Anna. Michael es un adulto que no tolera que â??suâ? mujer le prive de aquello que él desea y necesita; un adulto que se siente con el derecho a someter con golpes a una mujer que se niega a hablar con él y que él convertirá en víctima indefensa, a su merced, incapaz de cualquier rebelión y que pagará con su vida haberlo ofendido y haberlo abandonado.

El impacto del maltrato infantil y el abuso sexual en un hombre adulto Puertorri

http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologia-381-1-el-impacto-del-maltrato-infantil-y-el-abuso-sexual-en-un-hom.html

El impacto del maltrato infantil y el abuso sexual en un hombre adulto Puertorriqueño

Axel Santos Figueroa
Doctor en Psicología Clínica
Escuela de Medicina de Ponce
Ponce, Puerto Rico

Trabajo publicado el 24 de septiembre de 2008

Resumen

   

   

    La literatura ha señalado que los niños y las niñas que provienen de hogares violentos, pueden experimentar problemas tales como ansiedad, problemas de concentración, agresividad y sentimientos de culpa.  Además, pueden desarrollar condiciones siquiátricas tales como el desorden de estrés post traumático, el  desorden de estrés agudo y la depresión, entre otros (Asociación Médica Americana, 1992).  Se ha indicado que los niños y las niñas que presencian la violencia en sus hogares tienen un riesgo mayor de convertirse en personas agresoras en la adultez y de manifestar conductas criminales.  Considerando los trabajos que sugieren que la exposición a la violencia y el maltrato tienen un impacto significativo en la vida de quienes lo reciben, la presente investigación tiene el objetivo general de presentar las experiencias de vida y el proceso psicoterapéutico de un hombre adulto sobreviviente al abuso sexual y al maltrato en la niñez.  Para esta investigación se realizó un estudio de caso con los siguientes objetivos específicos: 1) presentar e interpretar los relatos de vida de un hombre sobreviviente al abuso sexual y al maltrato en la niñez; y 2) explorar e interpretar el impacto de las experiencias de abuso sexual y maltrato en la niñez en un hombre adulto.

Palabras claves: Maltrato infantil; abuso sexual; estudio de caso; Puerto Rico

Introducción

La familia es una de las fuentes más importantes de afecto, apoyo y seguridad.  Al mismo tiempo es una de las instituciones sociales con los niveles más altos de maltrato, abuso y violencia (Gracia, 2002).  Muchas personas de diversas edades, géneros y clases sociales viven y sufren diariamente los efectos de la violencia en el contexto familiar.  Sólo hay que observar los diversos medios de comunicación para percatarse de la magnitud de este problema social a nivel mundial.  Una de las poblaciones más vulnerables a la violencia y al maltrato son los niños y las niñas.

La violencia en el contexto familiar es un fenómeno complejo.  Sus consecuencias tienen un impacto severo en la vida de un ser humano.  La literatura ha presentado evidencia de que las personas sobrevivientes a la violencia y al maltrato familiar están más propensas a sufrir de diversos problemas físicos y emocionales a través de su desarrollo (Asociación Médica Americana, 1992).  Un niño o una niña que vive o presencia actos de violencia en su hogar,  pueden sufrir de diversos problemas físicos y emocionales, tales como dolores de cabeza, tensión muscular, dolores de estómago, enuresis e insomnio.  Los niños y las niñas también pueden experimentar ansiedad, problemas de aprendizaje y concentración, conducta hiperactiva, conducta agresiva y culpa por su incapacidad para detener la violencia en el hogar.  También se ha indicado que las personas sobrevivientes a la violencia pueden desarrollar condiciones siquiátricas severas, tales como el desorden de estrés post traumático, el  desorden de estrés agudo, depresión, suicidio y abuso de sustancias, entre otros problemas sociales (Mullen, Martin, Anderson, Romans y Herbinson, 1993).

 
El maltrato y violencia contra menores se presenta a través de diversas manifestaciones.  Algunas de estas son el maltrato físico, la negligencia, el maltrato emocional, la explotación, el maltrato institucional y el abuso sexual (ESCAPE, 2003).

En los últimos años ha surgido un gran interés por estudiar el tema del abuso sexual y su impacto en los niños varones que lo experimentan (Parynik, 1995).  La literatura ha sugerido que la incidencia de actos de abuso sexual contra niños varones es mucho mayor que la que se ha informado en las estadísticas (Urquiza y Keating, 1990).  Algunos estudios indican que 1 de cada 6 niños varones experimenta abuso sexual durante su niñez.  Otros trabajos han estimado que la imposición a niños varones para realizar actividades sexuales se encuentra cerca de un 3% en la población norteamericana (Murphy, 1987).  Estudios más recientes informan una prevalencia de 16% en niños varones norteamericanos (Dube, Anda, Whitfield, Brown, Felitti, Dong y Giles, 2005).  El promedio de edad de los varones que son víctimas de abuso sexual fluctúa entre los 5.9 años y los 11.2 años (Parynik, 1995).

Se han identificado unos factores que influyen en la severidad del impacto del abuso sexual en las personas (Crowder, 1995). El primero de estos factores es la edad en la que se inició el abuso.  Por lo general, mientras menor sea la persona al momento en que se iniciaron los actos de abuso, mayor será su impacto en su desarrollo psicológico (Hunter, 1990).  Los niños y las niñas no tienen la suficiente madurez cognoscitiva para entender e integrar esas experiencias.  Un niño o una niña que experimenta el abuso sexual utilizarán estrategias primitivas, como por ejemplo, la negación, la represión y la disociación, para proteger la integridad de su mente.  El niño o la niña pueden, entonces, generalizar estas estrategias de afrontamiento a otras situaciones en su vida, provocando un deterioro en su desarrollo.

Otro factor identificado es la duración y la frecuencia del abuso.  Hunter (1990) sugiere que mientras más frecuente y mientras más tiempo una persona es abusada, mayor será la severidad de su impacto.  El ambiente en el que el niño o la niña van creciendo, es un ambiente violento y perjudicial.  El niño o la niña pueden acostumbrarse a este tipo de maltrato de manera que afecte sus relaciones con otras personas y consigo mismo o consigo misma.

El tipo de actividades que se realizan como parte del abuso es otro de los factores identificados.  La utilización  de fuerza excesiva mientras se ejecutan las acciones abusivas, tiende a influir en el impacto que tiene dicha experiencia (Urquiza y Capra, 1990).  La incapacidad de protegerse, de sentirse impotente, es mayor cuando un adulto domina mediante la fuerza física.  Las amenazas también tienen un efecto en el estado psicológico del niño o la niña.  El niño o la niña olvidan que el adulto utilizó la fuerza y coerción para que él o ella realizaran estos actos.  Esto trae como consecuencia que se sientan culpables y responsables, o que repriman las memorias de ese evento.  Hunter (1990) plantea que mientras más desviado sea el acto sexual impuesto, mayor será el impacto negativo para la persona. 

La naturaleza de la relación entre el o la sobreviviente y la persona que ejecuta el abuso puede ser otro factor que afecte el impacto de la experiencia.  Mientras más cercana es la relación existente entre las partes, mayor será el sentido de traición que experimentará el menor o la menor.  Los familiares que abusan de los niños y las niñas continúan formando parte del círculo en el que los infantes se desarrollan.  Será muy difícil para el o la sobreviviente olvidar y evitar la experiencia.  Crowder (1995) menciona que el niño o la niña siente confusión y ambivalencia, en el sentido de que le guarda lealtad y hasta cariño al familiar que abusa de él o de ella, pero al mismo tiempo le teme por sus acciones abusivas.   

El número de personas que cometieron el abuso y el sexo de éstas es otra variable que afecta el impacto de esa experiencia.  Hunter (1990) sostiene que mientras mayor sea el número de personas que participaron en actos de abuso contra una persona menor de edad, mayor será la posibilidad de que ésta crea que en el mundo sólo existen personas que son una amenaza.  También, si recibió los abusos de parte de hombres o de mujeres, éste se sentirá menos seguro que si sólo lo hubiera recibido por parte de uno de los dos sexos. 

El presente trabajo tiene como objetivo principal presentar el impacto que tuvieron las experiencias de abuso sexual y maltrato en la niñez en la vida de un hombre puertorriqueño adulto. 

Método

Participante

Para propósitos de identificar al participante se utilizará el nombre ficticio de José.  José era un participante de un grupo de re-educación y re-adiestramiento para hombres que viven la violencia en su relación de pareja .  Este fue referido a psicoterapia individual para trabajar con sus experiencias de abuso y maltrato en la niñez.  El participante contaba con 26 años de edad al momento de iniciar su participación en la psicoterapia.  Era un hombre puertorriqueño, nacido en la ciudad de Nueva York y vivió en los Estados Unidos de Norteamérica hasta los 25 años de edad.  Su padre tenía 56 años de edad y su madre contaba con 50 años de edad.  Su padre trabajaba como terapista en un hospital y su madre era pastora de una iglesia cristiana.  El padre murió en el transcurso de la psicoterapia.  José tenía una hermana mayor de 27 años de edad y un hermano menor de 20 años de edad.  La familia de origen de José vivía en los Estados Unidos.  El participante llevaba dos años de matrimonio con una mujer puertorriqueña de 28 años de edad.  La pareja había procreado un hijo varón de un año y seis meses de edad.     

Procedimiento de la investigación

El participante asistió a un total de 54 sesiones de psicoterapia individual.  El compromiso de participación que se realizó entre el psicoterapeuta y el participante era de 12 sesiones.  Cada 12 sesiones  se evaluaba el trabajo realizado, se identificaba el trabajo que faltaba por hacer, y se volvía a establecer un compromiso por 12 sesiones adicionales.  Esas sesiones fueron grabadas en cintas de audio para ser escuchadas con el propósito de escribir un resumen detallado, el cual se leía al comienzo de cada sesión.  Se le solicitó la autorización al participante para llevar a cabo este estudio.  Se le dio una hoja de consentimiento donde se explicaba el propósito y objetivos de este estudio.  Se le explicó que la información obtenida sería confidencial y anónima.  Una vez el participante aceptó participar en el estudio, firmó la hoja de consentimiento.

Hallazgos y Discusión

Para facilitar la reflexión e interpretación que se realizará del caso en esta sección se decidió dividir las reuniones de psicoterapia individual en segmentos de doce sesiones.  Se presenta el hallazgo obtenido y las implicaciones de estos a la luz de la revisión de literatura.

Sesiones 1-12

Durante este ciclo de sesiones, José describió los diversos tipos de maltrato y violencia que había vivido a lo largo de su desarrollo.  La experiencia de maltrato que tuvo mayor impacto y consecuencias a lo largo de su vida fue el abuso sexual.  José fue abusado sexualmente por su padre.   
 
José relató que él comenzó a experimentar los acercamientos sexuales por parte de su padre a los cuatro años de edad y se extendieron hasta la edad de 15 años.  Es importante identificar la edad en que comenzaron los actos de abuso sexual ya que, de acuerdo a la literatura, este es uno de los factores que influyen en la severidad del impacto de dicha experiencia.  Se ha sugerido que mientras menos edad tenga una persona al momento de iniciarse los abusos, mayor será su impacto en el desarrollo psicológico (Hunter, 1990).  Las experiencias de abuso sexual tuvieron un fuerte impacto en el desarrollo de la autoimagen de José y de cómo él se sentía consigo mismo.  Se ha planteado que el abuso sexual provoca que las personas sobrevivientes se sientan culpables y responsables por el abuso que recibieron (Vander May, 1988).  También se ha sugerido que estas personas manifiestan sentimientos de vergüenza y  de poco valor.  Estas consecuencias las podemos ver en las experiencias que ha tenido José a lo largo de su vida.  Sobre este aspecto José compartió:

    “Hay tantas cosas que me afectan, pero la más que me ha afectado es el abuso sexual.  Siento despreció hacia mí mismo, vergüenza y culpa.”

En términos psicológicos, la experiencia del incesto contribuye a que la persona sobreviviente desarrolle una pobre imagen física sobre sí misma.  Muchas personas sobrevivientes informan verse a sí mismas como personas feas o sucias.  Esta característica planteada en la literatura también pudo observarse en José.  Este aspecto se recoge en la siguiente cita:

    “Me sentía sucioâ?¦Me sentía mal cuando caminaba por lugares donde había mucha gente.  Me sentía como si estuviera desnudo.”   

Una situación particular que les ocurre a los hombres que sobreviven a la experiencia de abuso sexual es que se afecta su idea de la masculinidad.  Crowder (1995) menciona que el niño que fue abusado, al sentirse vulnerable, desarrolla un conflicto consigo mismo, ya que se siente que no cumple con el ideal social de la masculinidad.  Durante la cuarta sesión de la psicoterapia individual José expresó, sumamente afectado y llorando, sus dudas acerca de su hombría.  Solicitó la opinión del psicoterapeuta en varias ocasiones  acerca de cómo era percibido por ellos.  La persona que sobrevive al abuso sexual también crea dudas con respecto a su orientación sexual (Dimock, 1988); se siente confundida sobre si es una persona heterosexual, homosexual o bisexual.  Algunas de estas dudas fueron expresadas por José durante las primeras sesiones.  La siguiente cita ilustra lo que mencionó el participante:

    “(Al psicoterapeuta) Usted duda de mi hombría.  No entiendo por qué no soy un homosexual o un travesti.  Lo que me pasó a mí sólo le pasa a un homosexual o a una prostituta.  A mi me gustan las mujeres, pero mi experiencia me afecta en mi sentir como hombre.”     

La cita anterior refleja cómo José había internalizado la creencia de que una persona que fue abusada sexualmente debería ser una persona homosexual.  La internalización de esa creencia crea ese conflicto interno y esas dudas con respecto a su apariencia y con respecto a su orientación sexual.  Una de las estrategias que él utilizaba para romper con este efecto psicológico era agarrarse continuamente sus genitales durante las sesiones para validar su masculinidad.

Otra consecuencia psicológica que puede experimentar una persona sobreviviente al abuso sexual es la aparición de memorias o recuerdos de la experiencia traumática (Briere, 1989).  Estas memorias pueden manifestarse a través de todos los sentidos.  En la situación particular de José, no solamente eran imágenes que venían a su mente, sino que también experimentaba sensaciones físicas.  En diversas ocasiones, José expresó sentir sensaciones en su cuerpo durante la psicoterapia como, por ejemplo, sensaciones en sus talones, en los genitales y en su boca.  El recuerdo de esas memorias provocaba que José se sintiera muy triste y con mucho coraje.  La siguiente cita ilustra este punto:   

    “(Llorando) De todas las cosas que hizo mi padre la que más afectó mi dignidad fue cuando mi padre puso mi pene hacia atrás.  Esa es la sensación que más me afecta.”

Existe un vínculo bien cercano entre las experiencias de abuso sexual que vivió José y otras formas de maltrato.  José comunicó en varias ocasiones que el abuso sexual estaba acompañado por agresiones físicas y agresiones verbales.  Describió varios actos realizados por su padre que ilustraban la relación del abuso sexual con otras manifestaciones de maltrato. Por ejemplo, José compartió que, en una ocasión, su padre lo trató de ahorcar mientras le decía que lo iba a matar.  En otro momento, su padre cogió una correa y se la amarró a su brazo fuertemente.  Lo amenazó con “puyarlo” con una jeringuilla si él hablaba de lo que estaba ocurriendo, refiriéndose al abuso sexual.  En su intento para que José mantuviera en silencio el abuso del cual estaba siendo víctima, su padre recurría a otros tipos de maltrato.  José relató en una de las sesiones una de las experiencias en la que su papá lo amenazaba de muerte:

“Cuando tenía 13 años fui junto a mi padre a una playa y estábamos caminando por el coral hacia el mar.  Mi papá me agarró e hizo como si me fuera a tirar al mar. Yo creía que mi papá me tiraría. Me dio un terror brutal. Creí que mi papá me iba a matar. Salí corriendo lejos de él y me quedé temblando.”

El padre de José lo mantenía con la duda de si lo mataría o no.  Lo mantenía en un maltrato psicológico constante.  José expresó en una sesión que él había vivido una tortura por más de 16 años de su vida.

Uno de los tipos de maltrato que se ejemplifica con los relatos que José compartió es el maltrato psicológico.  El padre de José constantemente le comunicaba ideas a su hijo que quedaban impregnadas en su mente.  Estas ideas provocaban que José se sintiera mal consigo mismo como se refleja en la siguiente cita:

“Estoy cansado de sentir y pensar que las mujeres piensan que yo soy un violador o que la gente piensa que les voy a robar.  Mi papá siempre me decía que yo iba a caer en la cárcel, que yo era un títere.  Sentía mi cara sucia ante la sociedad.  Mi papá me hizo creer eso, me decía que yo iba a ser un violador, que yo iba a matar gente y que iba a caer en malos pasos.” 

Estas palabras pueden considerarse como una experiencia de abuso emocional ya que tuvo un impacto negativo en su autoimagen y en la forma en que él mismo se percibe.

José mencionó otra instancia, en donde, se sintió traicionado por su padre, ya que este había fallado en cumplir con su palabra.  Recuerda que su padre le había prometido que no abusaría sexualmente de él durante un día de las madres, pero sí lo hizo y no cumplió con su promesa.  José describió el impacto que tuvo esta traición en el aspecto psicológico.  Se creó un sentimiento de impotencia y de desconfianza hacia la figura de su padre.  Ese sentimiento de traición aún provoca reacciones en José cada vez que se celebra este día.  Como él nos explicó:

“Mi papá me violó un día de las madresâ?¦ Mi papá me dijo que no me haría nada ese día, pero cuando mi mamá se fue a dar un servicio religioso, él me hizo cosas, me traicionóâ?¦ Los días de las madres son los días más violentos que paso con mi esposa.  Ese día me provoca malestar, una rabia que no puedo explicarâ?¦ Sentí que mi espíritu murió ese día, y ahí paré de luchar.”

Un aspecto importante de estas primeras doce sesiones es que el participante cuestionaba la veracidad de sus experiencias de abuso.  Ponía en duda lo ocurrido, comentaba que le parecía increíble que esto le hubiese pasado.  La experiencia o el temor de que la información que se está revelando no sea creíble para otras personas es una de las experiencias comunes en las personas que sobreviven al abuso sexual (Josephson y Fong-Beyette, 1987).  José solicitaba la opinión del psicoterapeuta con respecto a si le creía o no que él hubiese sido víctima de dichos eventos.  Sobre las imágenes que venían a su mente, José pensaba que eran actos que su papá cometió, pero no estaba seguro de si estos habían ocurrido en realidad o se los imaginaba por el odio que le tenía.  Esta duda e incertidumbre se refleja en la siguiente cita:

“Tengo imágenes que llegan a mi mente que no entiendo.  Creo que son cosas que me hizo mi padre, pero no sé si ocurrieron en realidad.  Me siento como un mentiroso cuando lo digo.  Son cosas difíciles de creerâ?¦  No sé si usted (al psicoterapeuta) me cree, porque es difícil para mí mismo creerlo.” 

Durante estas primeras sesiones, José comenzó a compartir sus experiencias y el impacto que tuvieron las mismas en su vida.  El efecto de dichas experiencias es tan pernicioso que aún el participante siente el dolor y los sentimientos como si esas experiencias hubiesen ocurrido el día anterior.  Las experiencias de abuso que tuvo fueron tan dolorosas que aún José manifestaba dudas con respecto a la ocurrencia de ellas. 

Sesiones 13-24 
Durante este segundo ciclo de sesiones de psicoterapia individual, José expresaba sentirse con mucha tristeza a consecuencia de las memorias que estaba recuperando acerca del abuso.  José recuperó unas imágenes muy claras y fuertes que provocaban que reviviera nuevamente la experiencia.  Esta nueva vivencia tenía como consecuencia que José se sintiera con mucho coraje y con deseos de tomar alcohol.  Ã?l fue descubriendo que mediante la expresión del coraje y la manifestación de comportamiento violento, y el uso del alcohol podía responder al maltrato recibido.  Esta era la forma predominante como José respondía a las diferentes formas de maltrato que experimentaba, especialmente cuando vivía situaciones de injusticia.  Al igual que a otros sobrevivientes del abuso sexual, a José se le hacía mucho más fácil conectar con emociones tales como el coraje y la tristeza (Urquiza y Capra, 1990).

     
El recuerdo y las imágenes de estas experiencias de abuso sexual trajeron otras consecuencias en el aspecto psicológico.  Por ejemplo, él compartió que existían ciertos alimentos que no podía comer, como por ejemplo la avena y la ensalada.  La textura y el olor de estos alimentos le traían memorias del incesto y le creaban mucha incomodidad.  Esto fue lo que José expresó:

“A mi no me gusta comer avena, me da asco.  Cuando como avena, siento un olor a esperma y no me la puedo comer. Eso me pasa también cuando como ensalada.”

En este sentido, sus hábitos alimentarios quedaron afectados como consecuencia de la experiencia del abuso sexual.           
   
Algunos y algunas sobrevivientes al abuso han sido criadas dentro de ideologías fundamentalistas de la Iglesia.  La literatura ha indicado que muchas de estas personas describen sus experiencias en la Iglesia como abusivas (Ganje-Fling y McCarthy, 1996).  Al igual que lo planteado en la literatura, ésta también fue la situación de José.  Otra forma de abuso que el participante recibió por parte de su familia se vinculaba con la importancia que su padre y su madre le daban a la Iglesia.  Es necesario destacar que el padre y la madre de José eran ministros de la iglesia a la que pertenecían.  En este sentido, José no sólo recibía maltrato por las diferencias de poder que usualmente existen entre los padres, las madres y sus hijos e hijas, sino que también recibía maltrato de quienes representaban la institución de la Iglesia.  Como consecuencia de los abusos que recibió, José manifestó sentirse mal en términos espirituales.  La siguiente cita ilustra lo anterior:

“Mi mamá me dijo que yo había nacido para ser evangelista, que yo tenía el don de sanidad y profecía.  Que si no lo usaba, Dios me iba a sacar de la tierra, Dios me iba a matar. Yo no quiero ser evangelista, me da asco.”

Esa presión que ha recibido por parte de su padre y de su madre como representantes de la Iglesia, le ha provocado a José unas inseguridades e inquietudes respecto a sus creencias espirituales.  Manifestó querer tener una concepción de Dios propia y no la que le impusieron.  Esa imposición resulta ser un acto de abuso más que José estuvo experimentando a lo largo de su desarrollo.  Con respecto a la influencia de la iglesia y los abusos que recibió por parte de ella expresó:

“Quiero conocer a Dios a mi manera, no a la manera de mi papá ni de mi mamá. Le tengo asco a ese sistema de la Iglesia que pretende que las personas tengan un perfeccionismo falso, que promueve el abuso sexual, el abuso espiritual, el abuso físico, la violencia domésticaâ?¦A mi me enseñaron un Dios que tira rayos y que es punitivo.”

A José le mostraron una iglesia que abusa, le enseñaron a ver la muerte como una forma de castigo.  En este sentido no sólo fue su padre quien amenazaba de muerte a José mientras abusaba sexualmente de él, sino que también su madre intentaba lograr que él hiciera lo que ella quería mediante la amenaza de muerte.  El padre y la madre de José tenían un concepto de Dios bien parecido al concepto que tienen ellos de cómo ser mamá y papá: seres dominantes.  José tuvo un padre y una madre sumamente poderosos que usaron su poder para controlar, dominar, intimidar y amenazar.  José recibía un abuso de poder de parte de su padre y de su madre como padres y como pastores de una iglesia.  Esto puede considerarse como un tipo de maltrato institucional. 

Durante este ciclo de reuniones también surgió el tema de las experiencias que José tuvo con la pornografía.  José compartió que mientras él observa pornografía en el presente se masturba, pero lo hace con coraje, y no por placer.  Incluso llora y se siente enojado con la persona de la foto o la película.  Se pone muy triste ante la pornografía y siente como si él fuera quien actuara en ella.  Cuando ve pornografía, ve la mirada perdida en las mujeres y él se identifica con esa mirada.  Lo describe como si su cuerpo estuviera allí pero su mente no lo estuviera.  De acuerdo a Crowder (1995), este sentimiento de que el cuerpo se encuentra presente, pero no la mente, es una de las formas de protección psicológica que creamos los seres humanos y que es muy común en las personas sobrevivientes del abuso sexual.  Algunos ejemplos de esta experiencia son el sentirse que se está fuera del cuerpo, que se es otra persona, entre otras.  Durante las sesiones, José manifestó sentir algunas de estas experiencias.   
 
La exposición a la pornografía también fue parte del abuso que José recibió a una edad temprana.  Su padre veía pornografía en presencia suya cuando José contaba con tres o cuatro años de edad.  José conoció la pornografía temprano en su niñez por imposición de su padre.  La misma ocurrió junto al abuso físico y al abuso sexual que recibía de su papá.  Esta forma de sexualidad obligada, involuntaria y por imposición puede considerarse como un ejercicio de poder unilateral, de control y de dominio.  Es una relación en la cual el padre se impone y contribuye a que José sufra unas consecuencias a nivel psicológico.  En la actualidad, ante el gusto que José sentía por la pornografía, se consideraba a sí mismo como un adicto sexual.  Incluso comenzó a asistir a un grupo de personas adictas al sexo para entender sus sentimientos contradictorios hacia la pornografía (por un lado le gustaba y por el otro se sentía mal porque lo asociaba con su padre).     

Otro asunto de gran importancia ocurrido durante este ciclo de reuniones fue la muerte del padre de José.  Antes de que su padre enfermara, José tuvo la oportunidad de perdonarlo mediante una visualización dirigida.  Posteriormente, José tuvo la oportunidad de ir a ver a su padre a los Estados Unidos y perdonarlo por todo el daño que le había ocasionado.  La muerte de su padre puede interpretarse como una oportunidad  de sanación para ambos.  Tras la muerte de su padre ocurrieron varias cosas positivas.  Por ejemplo, José se dio cuenta de que mucha gente amaba a su padre, que su padre ayudó a muchas personas, y muchas otras cosas que desconocía hasta ese momento.  Estaba muy satisfecho porque, a pesar de la muerte de su padre, tuvo la oportunidad de hablar con su papá, perdonarlo y cerrar ese capítulo de su vida.  Ahora podía recordar con mayor facilidad las cosas buenas que tenía su padre y que había conocido a través de su muerte.  El trabajo del perdón que había realizado en las primeras sesiones de psicoterapia individual facilitó que este proceso pudiera darse en este momento. 

A consecuencia de su participación en el funeral de su padre, José descubrió que él había sido abusado sexualmente por otros hombres.  Comenzó a tener imágenes de un amigo de la familia que vio en el funeral de su padre abusando de él.  También recordó que a los cuatro años de edad fue abusado por un primo de su papá.  El funeral fue una experiencia muy importante para José ya que pudo regresar a su pasado y ver personas de su pasado estando en el presente.  A pesar de que estas memorias regresaron, José ya había hecho un trabajo.  En la actualidad era una persona diferente ya que contaba con más recursos y destrezas para manejar los sentimientos que le provocaban dichas memorias.

Los asuntos de masculinidad también fueron trabajados en este segundo ciclo de reuniones.  Ante las imágenes y los recuerdos que José estaba teniendo, comenzó a expresar nuevamente dudas sobre su identidad sexual.  José expresó de forma explícita la idea de que los transexuales, los homosexuales y los bisexuales eran personas que fueron abusadas sexualmente.  Esta idea que José tiene en el presente también pudo observarse en las generaciones anteriores de la familia como lo ilustra la siguiente cita:

“Durante el funeral le conté a mi abuela que yo había sido violado, aunque no le dije por quién.  Mi abuela me dijo que le diera gracias a Dios porque no salí homosexual.”

    Esa idea que la familia de José ha transmitido de una generación a otra, establece que un hombre que fue sexualmente abusado cuando niño no puede ser completamente masculino.  Esas experiencias de abuso que José experimentó hacen que no se sienta completamente hombre.  En las sesiones, él expresó sentirse menos hombre que el psicoterapeuta.  Sentía que tenía que probar su masculinidad constantemente.  Estas fueron ideas que José fue construyendo al no tener la capacidad de entender los actos de abuso que le ocurrían cuando era niño.  José, al igual que otras personas que viven la experiencia del abuso sexual, se enfrenta a una lucha consigo mismo al haber tenido unas vivencias que son contradictorias  a las nociones culturales de lo que es la masculinidad (Parynik, 1995).  Sin embargo, estas experiencias (las dudas, la necesidad de probar la masculinidad, etc.) son comunes entre todos los hombres en el proceso de desarrollar su masculinidad.  José vincula sus dudas acerca de su masculinidad con las experiencias de abuso sexual que vivió durante su niñez.  Los asuntos de masculinidad fueron aspectos muy dolorosos para José durante el trabajo en las sesiones de psicoterapia.  En varias ocasiones lloró y se mostró muy afectado emocionalmente por la experiencia que estaba sintiendo la cual fue, en muchas instancias, el resultado de los abusos sexuales que recibió por parte de su padre.       

Sesiones 25-36

En las primeras sesiones de este segmento de la psicoterapia individual, se retomó el trabajo con el asunto de la pornografía y la relación que guarda ésta con las otras experiencias de abuso que José vivió.  A José se le hacía difícil visualizar la exposición que tuvo a la pornografía como una experiencia de maltrato.  De sus relatos se desprende que su sexualidad fue estimulada antes de que él estuviese listo para entenderla.  El hecho de que el padre de José pusiera la pornografía y permitiera que éste la viera cuando era un niño de cuatro años de edad es una forma de abuso.  Es decir, poner a un menor a ver una película pornográfica cuando él no tiene la capacidad necesaria para entenderla es una forma de abuso.  José  asoció la pornografía con las experiencias de abuso sexual que estaba teniendo.  Las experiencias sexuales que tuvo con su padre fueron muy dolorosas y por eso podía verlas como una forma de abuso.  Sin embargo, como la pornografía le resultaba una experiencia diferente, José no podía verla como otra forma de abuso de parte de su padre. 

Tanto la pornografía como las experiencias sexuales fueron manifestaciones  diferentes del abuso.  En el caso del abuso sexual era un abuso claro e innegable por las consecuencias negativas que José experimentaba.  Por otro lado, el maltrato vivido a través de la pornografía no estaba tan claro para él, particularmente porque este tipo de experiencia no le producía dolor físico.  La pornografía fue una forma de maltrato invisible, que tuvo consecuencias similares al abuso sexual.  La pornografía fue impuesta y obligada aunque José no se diera cuenta.  Luego de realizar el trabajo psicoterapéutico sobre este tema, José comprendió lo que se estaba planteando en torno a considerar el gusto por la pornografía que tiene actualmente como un resultado de la imposición de parte de su padre.  Esto queda manifestado en la siguiente cita:

“Es como si un padre dejara una pistola encima de la mesa. Su hijo puede meterse un tiro.  En mi casa mi papá dejó la pornografía accesible en vez de quitar el canal porno o hacer alguna restricción al televisor.”

A medida que fueron pasando las sesiones, José fue viendo con mayor claridad el vínculo de la pornografía y el abuso.  Recordó que su padre veía la pornografía mientras abusaba sexualmente de él e incluso le pedía que realizara actos similares a los de las películas.  Estos recuerdos le estaban afectando fuertemente su estado emocional y generaron mucho coraje en él.  José recordó la forma violenta en que su padre abusaba sexualmente de él.  Sobre estas experiencias José comentó:

“Mi papá me obligaba a hacerle sexo oral y quería que lo miraraâ?¦ Mi papá me cogía como a una mujer y me dabaâ?¦ Mi papá era bien violento y agresivoâ?¦Mi papá era como un compañero de cárcel que me violaba.  Yo me crié en una cárcel.”

De acuerdo a José, su padre también traía a hombres del vecindario para que tuvieran relaciones sexuales con él mientras veían la pornografía.  El contexto en que ocurrió el aprendizaje de la sexualidad de José, a través de la pornografía, refleja mucho maltrato, violencia y abuso de poder.  Por las consecuencias que resultaron de estas experiencias era necesario que José trabajara en las sesiones con el origen de su desarrollo sexual a través de la pornografía. 

Durante estas sesiones, José identificó también que sentía mucho coraje hacia su madre porque ella sabía del abuso y no hizo nada para protegerlo.  Manifestó sentir mucho odio, tan grande o peor, hacia su madre que hacia su padre.  La experiencia del abuso sexual generó odio y resentimiento de parte de José hacia su padre y hacia su madre, a uno por los actos que cometió y a la otra por los actos que omitió.   

Una consecuencia que vivió José como resultado del abuso fue que desarrolló un miedo muy grande a realizarse exámenes médicos, particularmente sacarse muestras de sangre.  Esta situación surgió en la psicoterapia ya que él necesitaba realizarse los mismos para su admisión a la universidad.  Esta vivencia del presente puede vincularse con las experiencias que tuvo José con su padre en la que él lo amenazaba con “puyarle” con una jeringuilla si hablaba sobre el abuso que recibía.  Las sensaciones que estaba viviendo José en la actualidad como adulto eran similares a las que sentía cuando niño.  Cuando se enfrenta ahora a la posibilidad de sacarse la sangre le recuerda la experiencia del niño.  La siguiente cita ilustra lo que José compartió:

“Sacarme la sangre me da miedo a la muerte. No he podido dormir bien, me he sentido con furia. La gomita que me ponen en el brazo para sacarme la sangre me da terrorâ?¦ Es una cosa escalofriante sentir que te pongan la gomita en el brazo.  Quiero traer esto aquí para trabajarlo porque siento como si fueran a ponerme en una fila de fusilamiento. No quiero que por un miedo así no pueda ir a estudiar.” 

Uno de los asuntos que surgió en estas doce sesiones de psicoterapia fue la dificultad que José tenía para decir “no” a las personas que se encuentran en posiciones superiores.  Ã?l trajo unos relatos sobre esta dificultad en un escenario de trabajo.  Al examinar esta dificultad que José manifiesta se puede interpretar que esto también se asocia con la experiencia de abuso que él vivió.  En el caso del abuso, a pesar de que él decía que “no” con la palabra, esa manifestación nunca fue respetada por su padre.  En este sentido José fue obligado a decir que sí siempre.  A través de la experiencia del abuso sexual, José aprendió que la satisfacción y las necesidades de los otros o las otras eran más importantes que las de él.  Por lo tanto, esa capacidad de negarse a ciertas personas o experiencias no fue desarrollada apropiadamente.  Esta reflexión se observa en el siguiente planteamiento de José:

“Me siento culpable, como un egoísta si digo que no.  Tal vez me sentía así con mi papá.”

Sesiones 37- 48         

José había estado manifestando durante estas sesiones que no le gustaba caminar frente al público, porque sentía que las personas lo miraban de manera extraña y lo juzgaban.  Ã?l pudo establecer una conexión entre ese pensamiento actual y unas experiencias de su pasado.  José recordó que su padre lo despertaba durante las horas de la madrugada para ver juntos el canal de pornografía.  Mientras veían la pornografía, su padre abusaba sexualmente de él hasta las 5:00 o 6:00 de la mañana.  A consecuencia de esta pérdida de sueño,  José se sentía muy cansado, lo que se le notaba físicamente.  Su padre le pegaba y le decía que despertara porque parecía un “loco.”  Esa experiencia puede considerarse como uno de los orígenes a su situación actual.  Ese mensaje negativo (de que parece un loco), ha permanecido con José hasta su adultez y fue una forma de maltrato que recibió de su padre.  Este mensaje ha provocado unas consecuencias a nivel cognoscitivo en la vida de José. 

José tiene permanentemente la experiencia de que mientras habla con alguna persona, siente como si su cara no fuera la suya.  Se siente o se percibe a sí mismo como una persona diferente a él.  Adquiere rasgos de otras personas, lo que le provoca mucho dolor, particularmente si esas personas son mujeres.  De acuerdo a la literatura, ésta es una de las consecuencias comunes que experimentan las personas que viven el incesto en sus vidas (Briere, 1989).  Esta experiencia está vinculada con el hecho de que el padre de José lo maquillaba para que se viera más femenino, y realizaba otros actos que eran muy dolorosos como colocarle “pinches” de ropa para simular uñas, entre otras.  José aprendió a desvincularse, a ser otra persona como un método de autoprotección.  Esto también puede estar relacionado con el esfuerzo que José realizaba para encubrir lo que estaba ocurriendo.  Como él nos relató, tomaba rasgos y hábitos de otras personas para que el resto de la gente no pudiera percatarse de lo que estaba sucediendo con él.  Esos fueron los mecanismos que utilizó el niño para sobrevivir a dicha experiencia. Pero en la actualidad, ese mecanismo ya no estaba siendo efectivo.  Le estaba haciendo daño.  José necesitaba desarrollar nuevos mecanismos y estrategias de manera que pudiera eliminar los que ya no estaban funcionando.

A consecuencia de las sensaciones, las imágenes y todas las memorias que José había recuperado sobre el abuso, éste se encontraba experimentando lo que él llamó “ataques de pánico.”  Eran experiencias en las que sentía un miedo incontrolable a la muerte.  Este miedo alteraba su funcionamiento diario en términos de que afectaba sus hábitos de sueño, le impedía salir públicamente a la calle, entre otras cosas.  José libraba una batalla constante ante las consecuencias que le evocaban los recuerdos de aquellas experiencias traumáticas que vivió durante la niñez.    Este asunto se puede observar en la siguiente cita:

“No podía dormir, sentía que mi espíritu se salía de mi cuerpo, que me iba a morir. Tenía la sensación de estar enterrado vivo y no podía respirar.”   

Resulta sumamente difícil poder separar las experiencias de maltrato que vivió el participante porque todas ocurrían en conjunto.  José sufrió abuso físico y abuso sexual.  Además sufrió abuso mental o psicológico.  El abuso psicológico se refiere a aquellas ideas que el padre de José sembraba en su mente, aquellas ideas que acompañaban al abuso.  Como por ejemplo, las amenazas de muerte que José recibía de su padre si hablaba con alguien acerca del abuso que recibía.  Durante las pasadas sesiones se había prestado mayor atención al trabajo psicoterapéutico con los abusos físico y sexual.  En este ciclo se comenzó a trabajar más con las consecuencias que tuvo en José las experiencias de abuso psicológico.  El abuso psicológico le ha provocado mucho dolor a José.

Un ejemplo del abuso psicológico que recibió José de parte de su padre fue el mensaje de que los hombres que se masturban son unos violadores.  Al presente José mantiene la duda y el miedo de que él pueda cometer actos de abuso sexual en contra de otras personas, en especial con su hijo.  Su padre constantemente le inculcaba las ideas de que José era un títere, un delincuente, un violador, entre otras.  Una de las consecuencias de ese abuso psicológico y sexual que José vivió fue el desarrollo de esos miedos.  Esos mensajes fueron heridas que se quedaron y que necesitaban ser trabajadas para contrarrestarlas porque estaban afectando su funcionamiento diario.   

Otro mensaje que recibió José y compartió durante este ciclo fue que su madre le comentó que una persona de la Iglesia había sido abusada físicamente y que ésta había sufrido más que José.  Este es un ejemplo de cómo la madre minimizaba los efectos del abuso sexual.  Esta pudiera ser una forma de autoprotección de parte de ella; probablemente se le hacía muy difícil aceptar que estos acontecimientos verdaderamente ocurrieron y pensando de esa forma se sentía mejor.  Aún así, el mensaje tiene un impacto en José en términos de que no se valoriza todo lo que él ha luchado y ha pasado para sobrevivir a estas experiencias.

Estos miedos, estos mensajes y sus vivencias han hecho que José sea una persona solitaria y aislada de las demás personas.  A consecuencia de los cambios que José estaba trabajando en psicoterapia, este sentimiento de soledad y aislamiento estaba comenzando a provocarle dolor.  Pasó tanto tiempo de su vida escondiéndose y ocultándose, que ahora tenía mucho interés en integrarse con las personas, sentarse junto a ellas y conversar.  Las experiencias de maltrato que vivió afectaron sus destrezas sociales.  Ya esconderse y apartarse no resultaba ser un buen mecanismo de protección.  Este es un logro importante en la psicoterapia, porque José reconoce la importancia que tenemos los seres humanos de necesitar a otros seres humanos, reconoce que las relaciones sociales son importantes, que ser reconocido como un ser humano que existe es muy importante.  En el pasado José había desarrollado la destreza de estar solo y aislado, y ahora estaba comenzando a desarrollar sus destrezas sociales.  Este cambio  refleja que  José había comenzado el proceso de integración en este ciclo de reuniones.  Ha ido aceptando e integrando unas experiencias de su vida y, por consiguiente, no siente la necesidad de protegerse tanto como antes.   

Sobre los asuntos de la masculinidad, José continuó ofreciendo varios ejemplos de situaciones que aparentemente no estaban tan relacionadas con el abuso, pero que aún así le provocaban malestar. Estas experiencias estaban relacionadas con el rol y las cualidades que debe tener un hombre masculino de acuerdo a la ideología social.  Movido por la presión de unas amistades José se montó en una motora aún sin saber correrla.  En ese suceso casi tiene un accidente.  Otro ejemplo ocurrió mientras una persona robaba el auto de un predicador y José no hizo nada para detenerlo.  Algunos hombres de la Iglesia comenzaron a decirle que él era un “pato” porque no hizo nada.  Al igual que a otros hombres, a José le inculcaron unas ideas que sugieren que se debe poner la vida en riesgo para ser un hombre masculino.  No poner la vida en riesgo, significa que uno es un hombre miedoso, femenino o “pato.”

Este tipo de presión social inculca unas ideas y unos valores que presionan a un hombre a actuar de una manera destructiva, como se ve en los ejemplos que José ofreció.  En el proceso de construir la identidad masculina, los hombres viven un trámite complejo, difícil y doloroso en el cual aceptan o rechazan los referentes de la masculinidad.  Entre estos referentes se encuentra la idea de que el hombre debe tomar riesgos y ser temerario.  Otro referente es que el hombre debe negar sus miedos, sus dudas y cualquier sentimiento de vulnerabilidad (Román, González, Fernández, Cruz y Ávila, 2003). 

Durante este ciclo reaparece el tema de la crisis espiritual o de fe.  José se refería a esas experiencias relacionadas con la Iglesia que fueron dolorosas y que él ha identificado que ocurrieron en su niñez.  Ã?l recibió muchas presiones para que se mantuviera activo en la Iglesia.  Algunas personas de autoridad en su iglesia le habían dicho que él era una columna de la Iglesia y que mucha gente sería sanada por él.  La crisis surge, en parte, porque José ha comenzado a tener una visión crítica de la Iglesia y de la religión.  Anteriormente, al ser criado en una familia religiosa, no podía cuestionar lo que su papá y o su mamá decían.  Ahora, de adulto, José ha comenzado a mirar sus experiencias con la Iglesia y a trabajarlas al igual que lo hizo con sus experiencias de abuso.  De esta forma es que se expresaba su crisis espiritual. 
   
Sesiones 49-54 

Las sensaciones en el cuerpo de José eran más fuertes cuando se encontraba en la Iglesia.  Había ciertos hombres allí que le provocaban malestar y despertaban sus sensaciones.  En alguna dimensión José estaba relacionando a estos hombres con la experiencia de abuso que tuvo con su padre.  Una de las características similares entre estos hombres y su padre es que eran ministros de la Iglesia.  En el caso de José, existe una asociación bien fuerte entre la Iglesia, los ministros y el abuso.  Es bien difícil desligarlo.  La siguiente cita ilustra los sentimientos de José con respecto a la iglesia:

“Cuando estoy en el altar de la Iglesia predicando o cantando, siento como si tuviera zapatos de tacos puestos, siento que mi pene está doblado hacia atrás, que tengo uñas y maquillaje. Es algo increíble.”     
 
Mientras José está presente en la Iglesia se encuentra muy cerca de las experiencias de abuso.  Se le hace muy difícil establecer una diferencia entre lo que ocurría cuando él era niño y lo que ocurre ahora de adulto.  La experiencia de abuso que sufrió José fue tan extrema que la respuesta que está teniendo ahora, en el presente, son consecuencias de aquella experiencia del pasado.   

Los asuntos de la masculinidad fue un tema constante a través de las reuniones de psicoterapia individual.  El abuso hacía que para José fuera mucho más difícil manejar unos asuntos que todos los hombres tenemos que manejar.  El abuso que vivió por parte de su papá le había causado una herida muy grave.  Ha provocado que sea mucho más difícil para él que trabaje con esos asuntos de hombres comparado a una persona que no tuvo dicha experiencia.  Muchos de los cuestionamientos y dudas que José se hace acerca de su propia hombría, están relacionados conque es un hombre abusado sexualmente por otro hombre.

Una de las influencias más fuertes que ofrecía diversos modelos de lo que era ser un hombre, fue el vecindario donde se crió José.  Este vecindario era sumamente violento y allí se encontraban ejemplos del hombre mujeriego, el hombre que abusaba de los niños y de las niñas, el tirador de drogas, entre otros.  De acuerdo a José, este vecindario reforzaba los abusos que su papá cometía con él.  Los hombres lo agredían física y verbalmente, le faltaban el respeto, lo utilizaban sexualmente, entre otras cosas.  Al respecto José indicó que no sabía si era mejor quedarse en su casa o salir de ella.  Esos asuntos del vecindario eran extensiones del abuso de su papá.  El asunto de su vecindario resultó ser un tema muy doloroso para José.  Todas estas experiencias provocaron que él sintiera que no era aceptado y que continuara aislándose.  Las siguientes palabras de José reflejan su sentir al respecto:

“Mientras fui creciendo, quería identificarme con los muchachos malos, los tiradores de drogas, los gatilleros, etc.  Nunca sentí respeto de la gente, me sentía sin poder, como un “sissy” (marica).  Pensaba que eso era cierto porque mi papá me lo decía, y en la escuela y en el vecindario me maltratabanâ?¦ Sentía que no era nadie en ese mundo de la calle porque ellos tampoco me aceptaban. Nunca recibí aceptación, ni en mi casa ni en la calle.” 

Todas estas experiencias hicieron que José creciera con una necesidad muy marcada de amor y de afecto.  Constantemente buscaba la aprobación de otras personas.  José relató unas experiencias sexuales que sostuvo con un amigo de su edad.  En la actualidad estas experiencias le provocan mucha vergüenza y dolor por las implicaciones que tiene en sus asuntos de masculinidad.  Pero al examinar en profundidad dichas experiencias se puede observar que fueron unas experiencias cuyo propósito era recibir amor y afecto.  Quería tener una experiencia totalmente diferente a los abusos sexuales que estaba viviendo en su hogar.  Era una búsqueda por lograr la aceptación y aprobación de los demás.  Aún así, fue necesario trabajar con la culpa y el dolor que estas experiencias provocaban en su sentir como hombre.

El recuerdo de todas estas experiencias de su vecindario provocó que José se estuviese sintiendo muy triste, con mucha culpa, avergonzado y sucio; se despertaron nuevas sensaciones en su cuerpo, mucho dolor de cabeza, y otros sentimientos.  Para José era muy difícil hablar de esas experiencias, particularmente de aquellas que guardaban relación con la masculinidad.  A los hombres se nos enseña a negar nuestra vulnerabilidad y a ocultar las experiencias como las de José.  La visión de lo que es ser un hombre es que uno no hace esas cosas (tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo) cuando niño.  El proceso de convertirse en hombre es difícil porque requiere que uno niegue experiencias del pasado, requiere que uno niegue su historia.  Eso fue lo que estuvo haciendo José: tratando de ser de una forma que le hacía violencia a su humanidad.

   
Al final de este ciclo, José había comenzado a integrar muchos de los asuntos trabajados en su vida.  Anteriormente se le hacía muy difícil escuchar los resúmenes de las sesiones, pero por el trabajo de integración ha comprendido que esa fue su historia, que esa fue su vida y que no la puede cambiar.  Indicó haber recibido una explicación de parte de Dios para comprender mejor su vida y sus experiencias.  La explicación que tiene ahora es que él aprendió a sobrevivir sometiéndose a las peticiones de otros.  Que no era un cobarde sino un sobreviviente.  El trabajo realizado había ayudado a que José identificara y desarrollara unas fortalezas dentro de sí mismo y que pudiera sobreponerse a las crisis que estos eventos causaron a su vida.  Blume (1990) plantea que es esencial que el o la sobreviviente recupere ese sentido de poder sobre su vida para poder liberarse.  Esto fue lo que precisamente José comenzó a lograr durante este ciclo y con la totalidad del proceso de psicoterapia.     

Conclusión

A lo largo de las 54 reuniones de psicoterapia individual con José, pudieron  observarse los cambios y la transformación que él vivió como resultado de los trabajos realizados.  José fue aceptando e integrando las experiencias de su vida.  Estaba rompiendo con la idea de que haber sido abusado física, sexual y psicológicamente por su padre, lo colocaba en una categoría inferior comparado con las personas que no fueron abusadas.  Esto queda evidenciado por las palabras que él mismo compartió:

“Me considero un sobreviviente al incesto y no como una víctima. Un sobreviviente es alguien que lucha y una víctima es alguien que se tiene pena. Quiero ser un sobreviviente que pueda decir: eso me pasó pero sigo hacia delante. La psicoterapia me ha ayudado a aceptar que fui abusado por mi padre.” 

Otra cita que ilustra la transformación de José como consecuencia del trabajo en psicoterapia puede observarse en esta cita:

“Cuando termine la psicoterapia quisiera ser un voluntario y ayudar. Aunque sea estar sentado escuchando y dar mi testimonio. Me gustaría ayudar a muchos hombres que están en mi situación. (Al psicoterapeuta) Lo que ha hecho conmigo no tiene precio, si no hubiera conocido todo esto hubiera terminado en suicidio. Por eso quisiera corresponder por lo que me ha dado. Me gustaría trabajar de voluntario en comunidades especiales. Las cosas que uno hace sin paga le dan vida y existencia a uno.” 

Bibliografía

American Medical Association (1992). Violence against women: Relevant for medical practitioners. Journal of the American Medical Association, 267, 3184-3189.

Blume, E. (1990). Secret survivors: Uncovering incest and its aftereffects in women. New York, NY: Wiley.

Briere, J. (1989). Therapy for adults molested as children: Beyond survival. New York, NY: Springer Publishing Company.

Crowder, A. (1995). Opening the door:  A Treatment Model for Therapy with Male Survivors of Sexual Abuse. USA: Taylor and Francis, Inc.

Dimock, P. (1988). Adult males sexually abused as children. Journal of Interpersonal Violence, 3, 203-221.

Dube S., Felitti V.,  Dong M, Chapman D, Giles W., Anda R. (2003). Childhood abuse, neglect and household dysfunction and the risk of illicit drug use: the Adverse Childhood Experience Study. Pediatrics, 111, 564 -572.

ESCAPE (2003). Maltrato a menores. Accesado el 7/4/03 del World Wide Web: http://slaq.prw.net/abusos/maltratomenores.htm. 

Ganje-Fling, M. y McCarthy, P. (1996). Impact of childhood sexual abuse on client spiritual development: Counseling implications. Journal of Counseling and Development, 74, 253-258.   

Gracia Fuster, E. (2002). Las víctimas invisibles de la violencia familiar: El extraño iceberg de la violencia doméstica. Barcelona, España: Editorial Paidós. 

Holmes W, y Slap G. (1998). Sexual abuse of boys. JAMA, 280, 1855- 1862.
Hunter, M. (1990). The sexually abused male. Lexington, MA: Lexington Books.
Josephson, G. y Fong-Beyette, M. (1987). Factors assisting female clients’ disclosureof incest during counseling. Journal of Counseling and Development, 65, 475-478.

Knight, C. (1997). The use of self-disclosure by the therapist in the treatment of adult survivors of child abuse. Journal of Child Sexual Abuse, 6, 65-82.

Mullen P., Martin J., Anderson J., Romans S., Herbison G. (1993). Childhood sexual abuse and mental health in adult life. British Journal of  Psychiatry, 163, 721-32.

Murphy, J. (1987). Prevalence of child sexual abuse and consequent victimization in the general population. Paper presented at the Third National Family Violence Research Conference, Durham, NH. 

Parynik Mendel, M. (1995). The male survivor: The impact of sexual abuse. Thousand Oaks: Sage Publications.

Román, F., González, J., Fernández, E., Cruz, E., y Ávila, M. (2003). Masculino que ninguno: una perspectiva sociopersonal del género, el poder y la violencia. Carolina, PR: Editorial La Biblioteca.

Urquiza, A., y Capra, M. (1990). The impact of sexual abuse: Inicial and long term effects. In M Hunter, The sexually abused male (Chap. 5). Lexington, MA: Lexington Books. 

Urquiza, A., y Keating, L. (1990). The prevalence of sexual victimization of males. In M. Hunter (Ed.), The sexually abused male: Vol 1. Prevalence, impact and treatment (pp. 89-104). Lexington, MA: Lexington.

Vander Mey, B. (1988). The sexual victimization of male children: A review of previous research. Child Abused and Neglect, 12, 61-72.

El trauma psicológico

  http://www.psicologiacientifica.com/bv/psicologia-109-1-el-trauma-psicologico.html

  David Puchol Esparza
  Psicólogo
  Universidad de Valencia

  Trabajo publicado el 06 de noviembre de 2001

Resumen

   

   

    El presente artículo pretende abordar un concepto, el de trauma psicológico, a menudo malinterpretado y de especial relevancia en la actualidad.

    A partir de una breve revisión histórica del concepto, se presenta una clasificación de los eventos suscepitbles de originar este trastorno y se enumera la sintomatología más comúnmente asociada al mismo.

    Se concluye subrayando la necesidad de un abordaje adecuado de un trastorno, por definición multidimensional y complejo, y que requiere en no pocas ocasiones de una intervención psicosocial en múltiples niveles.

Palabras claves: Trauma psicológico – Eventos traumáticos – Estrés postraumático

Introducción

El mundo conoce bien el poder de destrucción originado por catástrofes naturales como temporales, huracanes y terremotos. Otros muchos conocen de igual forma la miseria producida por el terrorismo, la violencia, la guerra o la delincuencia. En los últimos 25 años, más de 150 millones de personas anualmente han sido afectados directamente por este tipo de desastres y acontecimientos traumáticos.

Los efectos físicos de un desastre son evidentes. Cientos o miles de personas pierden sus vidas o son gravemente heridos. Los supervivientes arrastran las consecuencias durante toda su vida. Dolor y sufrimiento se distribuyen a partes iguales. Los efectos emocionales â??miedo, ansiedad, estrés, ira, rabia, resentimiento o bloqueo emocional- de los desastres son también obvios. Para muchas víctimas, estos efectos se mitigan e incluso desaparecen con el tiempo. Sin embargo, para otros muchos, las secuelas son a largo plazo y alcanzan en ocasiones la condición de crónicas.

Estas circunstancias no hacen más que añadir complejidad a la hora de abordar una intervención efectiva sobre el TRASTORNO POR ESTRÃ?S POSTRAUMÁTICO término en sí mismo multidimensional y que en los últimos años esta gozando de un mayor interés científico y reconocimiento social, estando de especial actualidad en estos momentos por los acontecimientos acaecidos el pasado 11 de Sepitembre de 2001 en NuevaYork

Perspectiva histórica del estrés traumático

La exposición a eventos traumáticos y las consecuencias que de ello se derivan no es un fenómeno nuevo. Los seres humanos han estado experimentando tragedias y desastres a lo largo de toda la historia.

Evidencias de reacciones postraumáticas datan del siglo sexto antes de Jesucristo y se fundamentan en las reacciones de los soldados durante el combate (Holmes, 1985).

Las respuestas al estrés traumático han sido etiquetadas de muy diversas formas a lo largo de los años. Algunos términos diagnósticos utilizados han incluido los de Neurosis de Guerra, Neurosis Traumática, síndrome Post-Vietnam o Fatiga de Batalla (Meichenbaum, 1994).

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III) reconoció por primera vez el Trastorno por estrés postraumático como una entidad diagnóstica diferenciada en el año 1980. Fue categorizado como un trastorno de ansiedad por la característica presencia de ansiedad persistente, hipervigilancia y conductas de evitación fóbica.

En 1994, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) fue publicado y en él se recogen, respecto a los criterios diagnósticos del trastorno, los últimos avances e investigaciones realizadas en el campo.

Clasificación de los eventos traumáticos

Los eventos traumáticos son, en la mayoría de las ocasiones, inesperados e incontrolables y golpean de manera intensa la sensación de seguridad y auto-confianza del individuo provocando intensas reacciones de vulnerabilidad y temor hacia el entorno.

Ejemplos de este tipo de situaciones son los siguientes:

– Accidentes.

– Desastres naturales como huracanes, terremotos o inundaciones.

– Inesperada muerte familiares.

– Asaltos /delitos / violaciones.

– Abusos físicos/sexuales infancia.

– Torturas / secuestros / actos terroristas.

– Experiencias combate.

Otras formas de estrés severo (pero no extremo) pueden afectar seriamente al individuo pero generalmente no son los detonantes típicos de un trastorno por estrés postraumático, como por ejemplo la pérdida del puesto de trabajo, divorcio, fracaso escolar, etc.

Es importante destacar, tal como indica la investigación reciente, que a pesar de la heterogeneidad de los sucesos traumáticos, los individuos que directa o indirectamente han experimentado este tipo de situaciones muestran un perfil psicopatológico común etiquetado en la actualidad bajo el rótulo de TRASTORNO POR ESTRÃ?S POSTRAUMÁTICO y en algunas ocasiones se presentan otros trastornos asociados como depresión, trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico, conductas fóbicas o abuso de sustancias (Solomon, Gerrity, & Muff, 1992).

Sintomatología del estrés postraumático

Podríamos agrupar la sintomatología asociada mas común en tres bloques:

1.  Re-experimentación del evento traumático

– Flashbacks.Sentimientos y sensaciones asociadas por el sujeto a la situación traumática.

– Pesadillas .El evento u otras imágenes asociadas al mismo recurren frecuentemente en sueños.

– Reacciones físicas y emocionales desproporcionadas antes acontecimientos asociados a la situación traumática .

2. Incremento activación

– Dificultades conciliar el sueño / Hipervigilancia

– Problemas de concentración

– Irratibilidad / impulsividad / agresividad

3. Evitación y bloqueo emocional

– Intensa evitación /huida /rechazo del sujeto a situaciones, lugares, pensamientos, sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento traumático.

– Pérdida de interés.

– Bloqueo emocional / Aislamiento social

Conclusiones

Se ha afirmado que el estrés postraumático puede representar “una de las más severas e incapacitantes formas de estrés humano conocido”(Everly, 1995, p. 7).

Afortunadamente, el estrés traumático y sus consecuencias continúan ganando reconocimiento y la investigaciones recientes son abundantes en este campo, si bien más trabajo de investigación debe ser realizado para alcanzar los resultados de efectividad deseados.

La detección y reconocimiento del estrés asociado a situaciones traumáticas es el primer paso para el individuo en su camino para su total recuperación e integración social.

El tratamiento a través de profesionales con la debida cualificación y experiencia se constituye como el factor crucial, junto a la propia actitud y predisposición del paciente, para ayudar a las víctimas a afrontar la tragedia y continuar con su vida de forma satisfactoria.

Bibliografía

American Psychiatric Association. (1994). Diagnostic and statistical manual of mental disorders(4thed.). Washington, D.C.: APA.

Davidson, J.R.T., & Foa, E.B (Eds.) (1993). Posttraumatic Stress Disorder: DSM-IV and Beyond. Washington, D.C.: American Psychiatric Press.

Ehrenreich, J.H. (2001). Copying with disasters. A guide book to psychosocial intervention. New York: Center for psychology and society.

Everly, G.S. (1995). Psychotraumatology. In: G.S. Everly & J.M. Lating (Eds.), Psychotraumatology: Key papers and core concepts in post-traumatic stress (pp. 9-26). New York: Plenum.

Holmes, R. (1985). Acts of war. New York: Free Press.

Meichenbaum, D. (1994). A clinical handbook/practical therapist manual for assessing and treating adults with post-traumatic stress disorder. Ontario, Canada: Institute Press.

Miguel-Tobal (1990): La Ansiedad. En: Mayor. J. y Pinillos J. L.  (Eds.). Tratado de psicología general. Motivación y emoción. Madrid: Alhambra.

Solomon, S., Gerrity, E.T., & Muff, A.M. (1992). Efficacy of treatments for posttraumatic stress disorder: An empirical review. Journal of the American Medical Association, 268, 633-638.

Trimble, M.D. (1985). Post-traumatic stress disorder: History of a concept. In C.R. Figley (Ed.). Trauma and its Wake: The Study and Treatment of Post-Traumatic Stress Disorder. New York: Brunner/Mazel.

Williams, M.B., & Sommers, J.F. (Eds.) (1994). Handbook of Post-Traumatic Therapy. Westport, CT: Greenwood Press. Revised from Encyclopedia of Psychology, ed. R. Corsini (New York, Wiley, 1984, 1994)