Respaldo de material de tanatología

Evangelio Jn 14, 1-6

Evangelio Jn 14, 1-6 No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios,
creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De lo
contrario, ¿os hubiera dicho que voy a prepararos un lugar? Cuando me
haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os
llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros.
Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dijo:
?Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber el camino?
?Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ?le respondió Jesús?;
nadie va al Padre si no es a través de mí.

GRUPO DE TERAPIA en Madrid

Asunto: RV: [duelo-perdida_emocional] GRUPO DE TERAPIA en Madrid
Fecha: Jueves, 17 de Mayo, 2001  12:28:02 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

Asunto: [duelo-perdida_emocional] GRUPO DE TERAPIA en Madrid
Fecha: Miercoles, 16 de Mayo, 2001  22:50:10 (+0200)
Autor: Adriana Rubinstein  

Por favor, solicito la publicación de este anuncio al moderador de la lista si lo considera oportuno. Muchas gracias

Nuevo inicio

TERAPIA DE GRUPO

——————————————————————————–

?Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace? – Jean-Paul Sartre

——————————————————————————–

Grupo de ayuda para conocimiento y trabajo personal. Dirigido a aquellos que deseen una exploración profunda de su persona.

Resolución de conflictos, crecimiento personal, malas relaciones interpersonales, problemas emocionales.

Inicio:

Junio de 2001

Horario:

A escoger: Lunes de 19:15 a 21 hs. ó Viernes de 17:15 a 19 hs.

Confirmar antes del día 26 de mayo. Consultar nuevas fechas.

Lugar:

Alcalde Sainz de Baranda, 51 ? 1º B – Madrid

Precio:

15.000 pesetas mensuales

Coordinan:

José María Camacho y Adriana Rubinstein

Tel. contacto:

619 79 01 43 (José María) o al 670 61 00 44 (Adriana)

——————————————————————————–

email: elgolam@hotmail.com

LA CRISIS COMO OPORTUNIDAD

Asunto: [duelo-perdida_emocional] LA CRISIS COMO OPORTUNIDAD-RV: [Gestalt-Net] 
Fecha: Viernes, 22 de Diciembre, 2000  08:59:58 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

Asunto: [Gestalt-Net] 
Fecha: Jueves, 21 de Diciembre, 2000  23:48:29 (-0300)
Autor: Hermann Schreck  

CRISIS

La Crisis es una bendición que puede acontecer a personas y países.
Porque la crisis TRAE PROGRESO, la creatividad nace de la angustia y el día
lindo viene de la tempestad oscura.
ES EN LA CRISIS QUE SURGE LA INVENCIÓN, el descubrimiento, la reflexión y
las grandes decisiones por lo humano.
QUIEN SUPERA A LA CRISIS SE SUPERA A SI MISMO SIN QUEDAR SUPERADO, y quien
cuelga en el gancho de la crisis sus fracasos y lamentos, violenta a su
propio talento y tiene más respeto a los problemas que a las soluciones.
SIN CRISIS NO HAY DESAFÍOS.
Sin desafíos, la vida es una rutina que llama a la tumba.
SIN CRISIS NADIE TIENE MÉRITOS.
Y SÓLO EN LA CRISIS USTED MUESTRA QUE ES BUENO, pues sin crisis todo viento
es caricia.
Por eso hablar de crisis es exaltar el conformismo.

En vez de eso, trabaje duro, desinflacione la crisis de uno mismo y acabe de
una vez con la única crisis amenazadora, es que es la tragedia de no saber
por dónde comenzar.

Muy feliz navidad… y un año… como nos merecemos.

Lic. Hermann Schreck

AYUDA PARA REMONTAR LAS HORAS BAJAS

Asunto: [duelo-perdida_emocional] AYUDA PARA REMONTAR LAS HORAS BAJAS
Fecha: Miercoles, 20 de Diciembre, 2000  13:24:52 (GMT)
Autor: tdmeseguer
 

Duelo: ayudas para remontar las horas más bajas 
La muerte de una persona querida supone una fuerte carga de estrés que 
en el 10% de los casos no llega a superarse 

La pérdida de un ser querido es considerada el factor más estresante en 
la vida de una persona, especialmente si se produce de forma imprevista 
y se trata de un hijo. Aunque no existen apenas datos estadísticos 
sobre el duelo, se estima que el 5% de la población sufre anualmente la 
pérdida de un ser querido muy cercano. El tiempo medio de duración del 
duelo suele ser de seis a 12 meses, pero en el 10% de los casos 
persiste más allá de 18 meses y se cronifica. En estos casos, el riesgo 
de suicidio o de alteraciones psíquicas es alto. De ahí la importancia 
de elaborar y superar este proceso, que es inevitable. Para ello, los 
grupos de ayuda mutua pueden ser de gran importancia.

María Dolores perdió a su primogénito, Andrés, de 19 años, en un 
accidente de circulación el 20 de diciembre de 1993. Se dio cuenta de 
que sin él, su vida no tenía sentido. El camión que arrolló a Andrés 
cuando se dirigía a comprar los regalos de Navidad se llevó también por 
delante su ilusión por vivir. Permaneció meses sumida en la angustia de 
la irreversibilidad de su pérdida hasta que una llamada harto 
inoportuna y desagradable la hizo reaccionar. La compañía de seguros 
quería saber quién se haría cargo de los desperfectos del camión. “Me 
di cuenta de que Andrés ya no estaba, pero la sociedad continuaba sin 
él”, recuerda, y acto seguido marcó el número del teléfono de 
información de Barcelona y confesó al operador: “Quiero morirme porque 
mi hijo Andrés ha muerto y mi vida ya no tiene ningún sentido”. 
Las gestiones de aquel telefonista pusieron a María Dolores en contacto 
con una madre que también había perdido un hijo y que la escuchó llorar 
y desahogarse. Semanas más tarde comenzó a asistir a las reuniones del 
Grupo de Duelo, fundado y dirigido por Adela Torras. Son reuniones de 
personas unidas por una pérdida dolorosa, que necesitan ayuda para 
superar el dolor que causa la muerte. Para superar algo inevitable: el 
duelo. 
Si en psiquiatría el concepto de duelo alude al conjunto de 
sentimientos por la pérdida de seres queridos, el luto representa el 
proceso por el que se resuelve el duelo y que incluye una determinada 
situación afectiva predominante y una serie de mecanismos psicológicos 
que conducen a aceptar la nueva realidad. 
Respuesta en ocho fases 
En las clasificaciones psiquiátricas, el duelo es un proceso normal, 
pero puede convertise en patológico cuando los síntomas son demasiado 
intensos e interfieren la vida diaria o cuando se cronifica, es decir, 
cuando los síntomas persisten más allá de 18 meses. “En el duelo, la 
situación clínica se encuentra a menudo entre lo normal y lo 
patológico. La imprecisión y variabilidad de los síntomas hace que se 
solape a veces con otros procesos, como la depresión. No hay acuerdo 
sobre si tiene que haber o no intervención médica, ni acerca de cuál es 
el tratamiento de elección, porque no está claro que mejore el 
pronóstico”, afirma Javier García-Campayo, del servicio de Psiquiatría 
del hospital Miguel Servet de Zaragoza. 
Este psiquiatra, que ha dirigido en Madrid un taller sobre el duelo –
las I Jornadas de Actualización en Medicina de Familia-, sostiene que 
las circunstancias del hecho desencadenante y las del individuo son los 
dos factores predictivos de la intensidad del duelo. “Está estudiado”, 
explica, “que la pérdida de seres queridos es el suceso más estresante 
con diferencia para el ser humano. Cuanto más afecte esa pérdida a la 
vida diaria del sujeto y cuanto más rápida e imprevista sea la muerte, 
mucho mayor será el impacto emocional”. García Campayo describe ocho 
componentes del duelo, que pueden presentarse en diferente orden: “En 
el inicio aparece el choque, cuya duración e intensidad son mayores 
cuanto más imprevista es la muerte. Se acompaña de desorganización en 
forma de desesperación absoluta y desestructuración del funcionamiento 
vital diario. Le sigue el proceso de negación, por el que la persona se 
niega a aceptar esa muerte y trata de actuar como si no hubiese 
ocurrido”. 
Hay también una fase de depresión, que representa la progresión a una 
etapa adaptativa más realista. A veces surge un sentimiento de culpa, 
con pensamientos recurrentes, casi obsesivos, en relación con lo que se 
podría haber hecho por evitar el suceso, y ansiedad ante los cambios 
que acontecerán. Es posible que aparezca también ira hacia familiares o 
amigos “por no haber ayudado o por disfrutar de lo que el sujeto ha 
perdido”, o hacia el propio fallecido “por haber abandonado a los 
supervivientes”. Por último, sobreviene la resolución y aceptación, con 
la adaptación a la pérdida y la nueva vida sin él. “Esta fase no 
siempre se alcanza o a veces tarda mucho tiempo en llegar, sobre todo 
en la pérdida de un hijo, que es el duelo más terrible”, agrega García 
Campayo. 

Grupos de autoayuda 
En el 90% de los casos el duelo se va resolviendo espontáneamente. Sólo 
el 10% de los afectados acaba desarrollando cuadros de depresión, a 
veces con riesgo de suicidio, y trastornos de ansiedad. En un proceso 
normal, la fase aguda del duelo se resuelve entre el primer y el 
segundo mes, tiempo en el que se debe haber recuperado el apetito, el 
sueño y la capacidad de trabajar. No obstante, según apostilla García 
Campayo, cuando transcurren dos o tres semanas tras la muerte y los 
síntomas del duelo son muy invalidantes, conviene consultar al médico. 
En este punto, también pueden ser muy útiles los grupos de autoayuda, 
según coincidieron varios especialistas en las jornadas sobre 
Conciencia de la vida y la muerte -organizadas en San Juan (Alicante) 
por la Fundación Verde Esmeralda-, porque casi nadie está preparado 
para la muerte. Diferentes ponentes insistieron en la necesidad de una 
educación integral que prepare también para afrontar este reto. Esta 
laguna educativa es la que lleva a la afirmación de que “la vida es una 
estafa”, reacción que aparece a veces asociada a la negación, la ira o 
la tristeza cuando se anuncia la muerte propia o la de alguien querido. 
La negación, muchas veces, comienza antes incluso de la muerte. La 
psicóloga Julia López Orozco, impulsora de la Fundación Verde 
Esmeralda, destaca la importancia de saber escuchar al enfermo 
terminal. A menudo, los moribundos sólo encuentran interlocutores fuera 
de su familia. “Una vez vino una señora a Urgencias porque su estado se 
había agravado y se sentía triste porque sabía que iba a morir, pero en 
cuanto mencionaba el asunto en su casa le decían que seguro que se 
pondría mejor. Ella estaba preocupada porque no sabía cómo se iban a 
desenvolver su marido y su hijo menor cuando ella ya no estuviera”, 
explica. 
Cuando la muerte llega y se instala el duelo, más que de superarlo, se 
habla de elaborarlo y transformarlo. “El mejor modo de vencer el dolor 
es sufrirlo plenamente”, recomienda la doctora en metafísica Angi 
Carmelo. No sirve de nada ocultar los sentimientos o construirse una 
coraza contra las emociones, porque acabarán aflorando tarde o 
temprano. Vivir el duelo de forma adecuada es imprescindible para que 
las heridas cicatricen bien. 
La pérdida de un hijo, el dolor más terrible y con mayores secuelas 

La muerte de un hijo es considerada en todas las culturas un hecho 
antinatural, una inversión del ciclo biológico normal. Para el 
psiquiatra Javier García-Campayo, la muerte de un hijo representa el 
duelo más terrible y doloroso. “El estrés que causa la pérdida de los 
hijos”, dice, “es tan intenso que provoca el divorcio en más del 50% de 
los casos, sobre todo si había conflictos previos en la pareja. Uno de 
los padres tiende a culpar al otro de la muerte del hijo alegando 
causas genéticas o falta de cuidado”. 
Si es duro saber que una enfermedad incurable ha puesto fecha de 
caducidad a la vida de un adulto, cuando esto le sucede a un niño el 
proceso adquiere matices insoportables. “No podemos entender por qué ha 
de morir un niño”, comenta Marta Trias, enfermera de la Unidad de 
Cuidados Paliativos del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Su 
departamento trabaja con niños que se enfrentan al trance de una muerte 
segura, pero la mayor parte de su labor se centra en los padres. “No lo 
entienden, dicen que no es justo y no pueden aceptar que le haya tocado 
a su hijo, que es maravilloso”, cuenta Trias. 
Según García-Campayo, el duelo no sólo va asociado a mecanismos 
psicológicos, sino que también se producen reacciones biológicas, como 
alteraciones en la segregación de la hormona cortisol, que repercuten 
en los ritmos biológicos, y un debilitamiento del sistema inmunológico. 
De hecho, se observa que en el primer año del duelo aumenta el número 
de consultas al médico, aunque no el de hospitalizaciones. Se 
incrementa también en estos pacientes el consumo de alcohol, tabaco y 
otras drogas. Y entre los viudos mayores de 55 años se observa también 
un aumento de la mortalidad. 
A juicio de García-Campayo, el tipo de relación con el fallecido es el 
principal factor de cronificación del duelo. La ambivalencia afectiva 
de amor-odio, la que se tiene, por ejemplo, con un padre maltratador, 
con una madre ausente, genera culpa. También puede generar sentimientos 
de culpa la ambivalencia dolor/ descanso, en el caso, por ejemplo, de 
los hijos o los cónyuges de un fallecido que ha estado largo tiempo 
enfermo y dependiente, que muchas veces ha supuesto una gran carga 
emocional. La culpa es, según García-Campayo, “más destructiva y suele 
estar en la base de la mayoría de los duelos crónicos”. Cuando la 
dependencia respecto al fallecido era muy grande y cuando no ha habido 
posibilidad de despedida, también aumenta el riesgo de cronificación. 

EL DUELO COMO RESPUESTA A LA PERDIDA

Asunto: [duelo-perdida_emocional] EL DUELO COMO RESPUESTA A LA PERDIDA
Fecha: Domingo, 17 de Diciembre, 2000  09:47:20 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

EL DUELO
Extracto de la clase “EL DUELO” preparada por J. Ripoll Espiau. 
Coordinadora Autonómica de Trasplantes de Navarra. Departamento de 
Salud. http://donacion.organos.ua.es

EL DUELO COMO RESPUESTA A LA PERDIDA
Una pérdida es una depravación de algún tipo y origina dolor.
La experiencia de pérdida es parte de la experiencia humana; a lo largo 
de la vida sufrimos a menudo pérdidas.
El sentido y la extensión de la pérdida es percibida de modo diferente 
por cada persona. La mayoría de las pérdidas aparecen como negativas 
para el que las experimenta: la muerte de un ser querido, la pérdida de 
bienes materiales. Sin embargo otras pérdidas se reconocen más 
dificilmente. No derivan en principio de hechos desagradables: las 
pérdidas originadas por el crecimiento, los cambios de situación; el 
nacimiento de un hijo pérdida de independencia y libertad -el traslado 
de casa, de ciudad.
Todo cambio, positivo o negativo, implica una pérdida y la necesidad de 
hacer un duelo.
Además, toda pérdida principal viene acompañada de pérdidas secundarias 
y toda pérdida física de otras simbólicas :
La muerte del ser querido es una pérdida principal. Puede generar en el 
doliente, dependiendo del rol que haya jugado en su vida, pérdida de 
status, de lugar de residencia, de amistades, de relación con otros 
miembros de la familia, de entorno social.
Estas pérdidas secundarias, no siempre se identifican como tales y 
pueden causar problemas al originar reaciones que no se entienden y que 
hacen sufrir.
Una pérdida física, pérdida tangible que puede tocarse y verse,- la 
pérdida del marido, el robo del coche, el incendio de la casa- conlleva 
pérdidas simbólicas abstractas de naturaleza psicosocial.
Una enfermedad grave, origina, además de la pérdida de la salud, 
pérdida de la autonomía, de las funciones corporales, de la identidad, 
la intimidad, los contactos sociales, la autoestima y la movilidad. Y 
también la pérdida de esperanzas, sueños y expectativas.
La muerte de un ser querido es una pérdida que se diferencia de otras 
por dos características: 
– la intensidad de los sentimientos 
– la irreversibilidad y «el para siempre» de la muerte. 

EL DUELO COMO PROCESO
Todo duelo es un proceso natural en el que el doliente atraviesa una 
serie de fases. Aunque «no necesariamente a persona en duelo, debe 
pasar por todas ellas ni seguir una determinada secuencia».
En el tiempo, podemos distinguir el duelo inmediato, que se inicia casi 
siempre en los Servicios de Urgencia y UCI de los hospitales y el duelo 
mediato, a medio y largo plazo.
Desde el punto de vista de ayuda profesional, interesa la fenomenología 
del duelo inmediato. El comportamiento y manifestaciones de esa 
persona, indicará lo que le ocurre «por dentro», en su mundo íntimo, y 
así,se le podrá interpretar y comprender.
La forma de iniciar el proceso de duelo es de la máxima importancia.

LAS FASES DEL DUELO
Erich Lindemann ya en 1944 describe las siguientes fases en el 
duelo inmediato: problemas somáticos, preocupaciones relacionadas con 
la imagen del fallecido, culpa, reacciones hostiles y pérdida de 
patrones de conducta.
Kübler-Ross describe el duelo como el paso a través de 5 fases: de 
negación, de ira,de negociación, de depresión y de aceptación.
Para Parkes las fases son de : alarma, búsqueda, mitigación de la 
ira y sentimientos de culpa. Al final, el doliente gana una nueva 
identidad.
Bowlby, insiste en la idea de que «hay que atravesar etapas»antes 
de que el duelo sea finalmente resuelto.
Therese Rando, habla de tres fases dinámicas, plásticas y 
variables, con fluctuaciones y características individuales, al ser la 
respuesta siempre personal: 
– La fase de rechazo: de shock, estupor y negación, tanto en lenguaje 
real como simbólico. 
– La fase de confrontación: el dolor es muy intenso, con un estado 
emocional muy fuerte, en el que uno se va repitiendo que el ser querido 
ha muerto, manifestando ira y furor contra todo y contra todos. « ¿Por 
qué a mí?» 
– La fase de acomodación: declina gradualmente el dolor agudo y 
comienza una reinserción emocional y social en el mundo cotidiano, en 
el que poco a poco el doliente aprende a vivir sin el fallecido. 
Para Grollman las fases son de shock, sufrimiento y recuperación.
Monbourquette habla de amar, perder, crecer: de la pérdida a 
la «ganacia».
Se describe a continuación más detalladamente, un proceso normal de 
duelo según Bob Wright:
Fase I. 
Shock, insensibilidad, estupefacción, nada parece real al doliente. 
Está como en trance.La gente le habla y no responde: se siente 
espectador. No puede concentrarse ni tiene energía; está «aturdido», 
paralizado y los sentimientos como dormidos, «anestesiados». Su 
comportamiento podría interpretarse a veces como «de serenidad», pero 
el doliente se desmorona en cuanto se da cuenta de la realidad.
Esta situación responde a un mecanismo de protección ante la amenaza de 
un dolor psíquico y confusión intolerables. Es un escape natural y 
temporal, que amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la 
terrible realidad. Pues aún cuando haya una aceptación «intelectual»de 
la pérdida, el proceso emocional es muy lento y puede durar días o 
meses.
Negación,incredulidad: «no es a mí»; «ha habido un error»; «estoy 
soñando.». El doliente habla en tiempo presente del fallecido.No 
renuncia a la esperanza de que va a volver. «No ha ocurrido nada».
Los profesionales deben evitar en esta fase los, eufemismos, evasiones 
y fantasías, como «se nos ha ido «, «ha partido», «se ha ido por 
delante».
Pánico. El doliente sólo puede pensar en la pérdida y está «paralizado 
por el miedo»: miedo a perder los nervios y el control, a no poder 
concentrarse , a volverse loco, a lo desconocido, al futuro.¿Qué me va 
a ocurrir? El doliente está emocionalmente desorganizado; se siente 
solo,triste, vacío, confuso, desamparado y desesperado, postrado y 
lleno de desolación. La idea de suicidio no es infrecuente.
Este pánico es normal y hay que decírselo.
Sentimientos y emociones en esta etapa: El dolor, emoción humana básica 
absolutamente normal, aún siendo universal, es extremadamente 
personal.Nunca se hacen dos duelos iguales.»Cada persona llora la 
muerte de su ser querido de un modo diferente». En estos primeros 
momentos, el dolor es aterrador e irregular y se expresa a través de 
una gama extensa de sentimientos, con reacciones muy variadas y a 
menudo contradictorias.
– Son frecuentes los sentimientos de «oportunidad perdida» en esta 
relación. 
– También los de inseguridad: no sabe uno dónde está; la tierra que 
pisa ya no es firme. 
– Como se ha apuntado, aparecen a menudo sentimientos de desesperación 
(e incluso la idea de suicidio). Distraen del enojo, resentimiento, 
cólera que siente el doliente hacia las personas, el muerto,el médico o 
el sistema sanitario y del sentimiento de culpabilidad por esas 
reacciones. 
– Hay una búsqueda que varía desde sentimientos de agitación a la 
búsqueda física, real, de la persona fallecida. 
– La desolación y el llanto son muy frecuentes en un primermomento; 
éste es precisamente el tiempo en que el doliente debe afligirse y 
suprimir o ignorar las reacciones de dolor puede retrasar o alterar el 
duelo. 
Por el contrario, las emociones que se sienten, al ser expresadas, 
ayudan a emerger frustaciones. Hablar del muerto y llorar, alivia y 
hace que se compartan sentimientos con otros. El identificar estas 
emociones: «estoy triste»,»estoy furioso» «estoy dolido «, desahoga y 
sirven de cauce para que las penas fluyan.
Las formas de respuesta a la aflicción pueden manifestarse por:
Diferentes sensaciones físicas: náuseas, vértigo, palpitaciones, 
opresión en la boca del estómago,en el pecho,vacío en el estómago, 
sequedad de boca,ahogo, hipersensibilidad al ruido,fatiga, dolores de 
cabeza, de espalda.
Madoz describe en esta fase los comportamientos siguientes: 
– Aquellos que bloquean la percepción. Como «desmayos» 
o «desfallecimientos», estados crepusculares, (estar «traspuesto») o 
bloqueos pseudocatatónicos(inmóvil, rígido y sin respuestas). 
– Aquellos que alteran la motricidad: parálisis de partes del cuerpo, 
inhibición de movimientos, automatismos motóricos regresivos(balanceo) 
o repetitivos sin sentido («respiraciones artificiales» interminables). 
Esta fase puede durar horas, días o semanas.
Fase II. 
El sentido de culpa relacionado con la pérdida aparece como fenómeno de 
autocastigo y autorrecnminación: cosas que no hizo, no dijo o 
actuaciones que hicieron daño a esa persona amada:» Si al menos hubiera 
llamado antes al médico, le hubiera tratado más cariñosamente, le 
hubiera cuidado más, hubiera tenido más paciencia,le hubiera expresado 
cariño con más frecuencia.»
Hay sentimientos de pérdida de «la vida no vivida».
Antes de la muerte siempre existe la esperanza de que las cosas pueden 
cambiar. La muerte hace examinar la vida: los propios fallos, errores, 
injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer.
En el caso de un hijo o de un cónyuge este sentimiento puede revestir 
gran intensidad.
El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas 
pueden llevar al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo 
a traves de síntomas físicos. Puesto que el pasado no puede cambiarse, 
hay que aceptarlo e integrarlo en la propia vida; el aceptar la culpa 
es una forma de integración.
El doliente está furioso; lleno de ira, rabia y resentimiento.
Cólera: ¿Por qué no se ha muerto mi vecino que es un sinvergüenza?
Enojo: contra el hospital, contra los médicos y enfermeras,con los que 
te rodean-.qué se han creído, hablan de mi futuro y no hay futuro para 
mí..
Indignación con el propio ser querido, «que se ha ido» que «está 
descansando»..
Rabia contra uno mismo y contra los demás.
Depresión y abandono. Prima el sentimiento de desolación. «Nadie ha 
sufrido un duelo como el suyo». La depresión aparece en esta etapa como 
un fenómeno normal y sano. Es una necesidad psicológica, un camino 
lento y tortuoso para llegar a aceptar la pérdida y forma parte del 
proceso de decir «adiós» al ser querido. «El sol luce», pero está 
envuelto en nubes y el doliente no lo ve. Puede ayudarle, el asegurar 
que «la nubes pasan y «se levantan»,aunque en estos momentos a él le 
parezca imposible.
Disminuye de manera importante la autoestiina:«no me importa el 
aspecto», «no valgo la pena», no puedo ser merecedor del afecto de 
otros» .
Sentimientos y emociones en la fase II
El resentimiento disminuye el sufrimiento y la cólera.
Está mejorando puesto que puede expresar sentimientos muy fuertes de 
los que no se creía capaz. Estos sentimientos son normales en las 
personase deben aceptarse, pero a menudo procuramos sublimarlos. Es una 
fase normal en el proceso del duelo e inicia la salida de la depresión.
Comportainientos: alteraciones del apetito, insomnio, miedo a enfermar, 
aislamiento social, evitar lo que recuerda al difunto o por el 
contrario llevar objetos del fallecido o atesorar objetos que le 
pertenecían, visitar los lugares que se frecuentaron juntos.
Se dan a menudo síntomas físicos de enfermedad originados por el dolor, 
la angustia y el stress, que a su vez provocan una depresión del 
sistema inmunológico; el doliente se vuelve físicamente más vulnerable.
Los problemas de salud a lo largo del proceso, pueden indicar 
fijaciones por problemas emocionales mal resueltos.
El entender la causa de todos estos «síntomas» puede ayudar a trabajar 
la pérdida.
Esta fase puede durar desde semanas a meses.
Fase III. 
Resistencia a volver a la vida habitual. El doliente se siente sin 
fuerzas, débil e incapaz de afrontar nuevas situaciones y decisiones. 
Piensa que los que le rodean no tienen ni idea de la magnitud de la 
pérdida, terrible y muy especial. No se duele delante de cualquiera, su 
duelo es un asunto privado. Le hablan de otras cosas ignorando su 
pena.Todos han olvidado lo ocurrido, pero «alguien tiene que 
recordarlo».Quiere tomarse su tiempo para hacer el duelo, se resiste a 
darlo por acabado.
En realidad se produce una «conspiración del silencio» y no se menciona 
al difunto para no provocar la aflicción del doliente. Algo importante 
que pueden realizar los familiares y amigos es el ayudar a conservar la 
memoria del difunto.
El doliente debería abrirse a nuevas relaciones e iniciar algo 
diferente. Pero no le apetece y le cuesta, lo cual es muy normal.
Fase IV. 
Afirmación de la realidad y recuperación. Gradualmente se va abriendo 
paso la esperanza. Las nubes se van despejando. Se alternan temporadas 
buenas con los baches, que casi siempre coinciden con fechas clave, 
aniversarios y fiestas significativas.
Se recupera el sentido de sí mismo que pasa por aceptar la pérdida: mi 
hijo ha muerto. Se afronta la dura realidad.
En muchos casos, el doliente prefiere trabajar por sí mismo su dolor; 
aunque siempre necesita la calidez, la ayuda y el afecto de los que le 
rodean,para motivarle a buscar otras relaciones, trabajos o hobbies que 
den un nuevo sentido a la vida.
Otras veces requiere ayuda más profesionalizada.
Reconocer el dolor e intentar vivirlo,es expresión de salud mental. En 
el dolor no hay atajos,no se puede huir de él, hay que atravesarlo.
Repasar los recuerdos agradables y desagradables, también alivia.
Todos los estudiosos del duelo están de acuerdo en afirmar que un duelo 
se resuelve mejor si se cuenta con soporte emocional y social 
adecuados, ya que el doliente aprende que no tiene que afrontar el 
presente y el futuro solo: cuenta con familiares y amigos que le ayudan 
a temer menos al mundo real.
La experiencia – durísima – de un duelo, da la oportunidad de ayudar a 
otros cuando sufren trances similares.

EL DUELO COMO TRABAJO
El duelo es un trabajo.
La mayoría de los estudiosos del duelo, coinciden en que el doliente 
necesita estar activo y «hacer» más que esperar que «algo ocurra «, de 
manera que el proceso probablemente consiste tanto en experimentar a 
través de unas fases como en cumplir ciertas tareas.
Freud en «Mourning and melancholia» habla del trabajo del duelo.
Erich Lindemann dice que un duelo requiere energía física y 
emocional, ya que hay que hacer activamente cosas para una resolución 
positiva del mismo. A la vez, existen reacciones emotivas de tremenda 
intensidad que necesitan ser expresadas y aceptadas para acomodarse a 
la ausencia del ser querido, construirse una nueva identidad y rehacer 
una nueva vida en la que nunca más estará esa persona.
Para Wordon «los trabajos del duelo», difieren de las fases del 
duelo; requieren actividad por parte del doliente y son muy valiosos 
para el proceso.
Cook y Phillips, que hablan también de trabajo, acuñan la 
palabra «resolución del duelo» como la etapa final del mismo.
Theres Rando (18), dice que duelo y trabajo son sinónimos, pues el 
acomodarse a la ausencia del ser querido y construirse una nueva 
identidad y un nuevo mundo, requiere del doliente trabajar duro.
Bob Wright cree que se conjuga la pasividad con la actividad que 
requiere todo proceso de duelo, al dejar emerger los sentimientos, 
aceptarlos, poner de relieve su valía y a la vez, confrontarlos y 
explorarlos.
Kübler Ross insiste en el duelo como proceso y como trabajo que 
posibilitan al doliente el salir fortalecido y enriquecido de esta 
experiencia.

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL DUELO:
Como ya se ha dicho,aún cuando hayan elementos comunes, la pérdida de 
un ser querido es vivida de manera única e individual por cada uno de 
los dolientes .Cuatro grupos de factores afectan de manera importante 
al duelo: Los factores psicológicos, los recursos personales, las 
circunstancias específicas de la muerte, los apoyos externos.
1.-Los factores psicológicos.
La pérdida y el sentido de la pérdida es único.Una misma pérdida tiene 
un significado diferente para diferentes personas, porque cada uno la 
percibe de manera distinta, dependiendo del: 
– Sentido, calidad e inversión emocional de esa relación para el 
doliente. 
– Dependencia o independencia que ha generado, 
– Cantidad y calidad de los «asuntos» sin resolver entre el doliente y 
el fallecido, características del fallecido, (edad, sexo, 
personalidad), 
– Percepción del doliente sobre la «realización, satisfacción y 
cumplimiento « que la vida ha deparado al fallecido. 
– Rol y funciones del fallecido para el doliente, su familia y el 
sistema social en que se movía, que van a dar lugar a determinado 
número de pérdidas secundarias. 
Si las relaciones con el ser querido han sido conflictivas, el dolor no 
solo es por la pérdida;el doliente también se culpa de no haber tenido 
mejores relaciones con el fallecido; no le queda ni la esperanza de 
poder mejorarlas algún día.
En este caso, la muerte del ser querido resucita viejos conflictos, no 
resueltos con anterioridad: miedos, ansiedades, sentimientos de 
abandono infantiles; y conflictos de ambivalencia, dependencia, 
seguridad en las relaciones padres-hijo. El doliente tiene que 
enfrentarse a la pérdida actual y a viejas pérdidas.
Existe más riesgo de encronización del duelo, cuando la relación previa 
entre el fallecido y el doliente (padres/hijo,relación de pareja) no 
era 
ya sana. Puede producir el « síndrome de duelo ambivalente», en el que 
se mezcla la sensación de alivio con los sentimientos de culpa.
El impacto que una pérdida produce en una persona no se 
puede «normalizar», de manera que se pueda asumir «a priori» qué 
pérdida va a afectarle más. Pero la pena es mayor cuando muere un hijo 
pequeño o adolescente, y el esposo/la esposa.
2.-Los recursos personales
La respuesta a la pérdida y la manera de afrontar el traba o del duelo 
es análoga a otras respuestas vitales de la persona.
Dependen de: 
– Sus comportamientos adaptativos, personalidad , carácter y salud 
mental. 
– El grado de confianza en sí mismo, 
– El nivel de madurez e inteligencia, relacionados de manera positiva 
con una buena resolución del duelo, al dar más posibilidades de 
entender el sentido e implicaciones de esa muerte. 
– El haber o no sufrido otros duelos, que pueden afectarle de manera 
positiva – sabe que «sobrevive» a la pérdida – o negativa. 
– La posibilidad de expresar el duelo. 
– La concurrencia de otras crisis personales, que complican el duelo. 
Cada una de ellas demanda energía y atención, en momentos en que se 
está «vacío». 
La comprensión, implicaciones, manera de afrontar y expresar la 
pérdida, están influídos siempre por el propio sentido de la existencia 
y la fundamentación religiosolfilosófica, cultural y social del 
doliente.
3. Circunstancias específicas de la muerte.
El modo y momento de morir influye en los supervivientes. No es lo 
mismo:
– La muerte de un anciano que la de un niño. Los padres experimentan 
ésta como antinatural e injusta. 
– La muerte por una enfermedad terminal, que la súbita e imprevista. 
– La muerte por suicidio o actos violentos. 
La primera, da a los allegados la oportunidad de prepararse al 
desenlace. Un accidente de tráfico o laboral, un infarto, origina 
muertes muy difíciles de aceptar. Todavía más dramática resulta la 
muerte por suicidio, que deja sentimientos de culpa profundos o la que 
resulta de actos violentos (asesinatos, violaciones). Los dolientes 
pueden obsesionarse con el pensamiento de cómo habrá vivido su ser 
querido aquellos últimos momentos.
4. Los apoyos externos
Los dolientes viven su duelo en una determinada realidad social, que 
influye en el proceso de recuperación.
La familia es el contexto fundamental y puede ayudar o entorpecer la 
elaboración de un duelo, permitiendo,por ej., exteriorizar la pena o 
por el contrario, premiando «la fortaleza» y «entereza» del que «se 
controla». Toda « cultura familiar» implica comportamientos, 
tradiciones, valores sociales y expectativas.
Los amigos, los profesionales, los «grupos de pertenencia», la Iglesia, 
los «grupos de ayuda mutua» -formados por personas que han sufrido 
experiencias similares- pueden ser otras tantas posibilidades de apoyo 
y consuelo.
Las reacciones atípicas del duelo
La intensidad y duración de las reacciones en el tiempo es quizá lo que 
distingue un duelo normal de otro anormal. 
En el duelo anormal el proceso queda bloqueado y el dolor no se 
elabora. Las actitudes de rechazo y no aceptación del hecho y los 
sentimientos de rabia, culpa y tristeza no resueltos, pueden originar 
este bloqueamiento. 
Los mecanismos de defensa que permiten a las personas gestionar la 
angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones 
emotivas, no tienen en estos casos una función saludable. Bloquean, 
retrasan o distorsionan un proceso de crecimiento y maduración. Son 
mecanismos de rechazo, fijación, represión, racionalización, 
aislamiento, regresión, somatización o identificación (con el difunto).

Tipos de duelo. 
– Anticipatorio, en caso de muertes anunciadas
– Retardado, en aquellas personas que «se controlan», «no tienen tiempo 
de ocuparse de sí mismas» o escapan al dolor y a la realidad de la 
muerte del ser querido mediante una «hiperactividad». Durante meses o 
incluso años, cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no 
resuelto.
– Crónico, que arrastra el doliente durante años, absorbido por los 
recuerdos, incapaz de reincorporarse a la vida normal.
– Patológico, caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas 
hipocondriacos, identificación con el fallecido o dependencia de los 
fármacos o el alcohol. Requiere ayuda profesional.
Los objetivos del duelo.
Wordon establece cuatro:
Aceptar la realidad de la pérdida, que es el paso más difícil.
Dar expresión a los sentimientos, identificarlos y comprenderlos, para 
así aceptarlos y encontrar cauces apropiados de canalización e 
integración.
Adaptarse a la nueva existencia sin el ser querido.
Invertir la energía emotiva en nuevas relaciones.

La resolución del duelo
En general, puede decirse que el duelo ha sido resuelto cuando el 
doliente ha cumplido los citados objetivos.
La duración del duelo es siempre variable y dependiente de factores 
particulares que influyen en la respuesta individual a la pérdida.
Los síntomas más intensos del duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 
meses, pero se conocen procesos que necesitan 3 años y más. Hay 
aspectos de la pérdida que acompañan al doliente para siempre o del 
duelo mediato, que se prolongan durante años y a veces hasta su muerte.
El tiempo es terapéutico porque da una perspectiva, ayuda a resituar 
los hechos, adaptarse al cambio y procesar sentimientos. Sin embargo, 
que «el tiempo todo lo cura», «sólo se necesita tiempo», «con el tiempo 
el dolor es menor», sólo es cierto si se toma el duelo como un traba o, 
se afronta la pérdida sin negarla inhibirla o posponerla y se atraviesa 
el dolor, sin evitarlo o circunvalarlo.
Pangrazzi cita dos signos concretos de recuperación: 
– Que el doliente pueda hablar y recordar al ser uerido con naturalidad 
tran uilidad,sin llorar. 
– Que haya establecido nuevas relaciones significativas y aceptado los 
retos de la vida. 

PAPEL DE LOS PROFESIONALES SANITARIOS
El profesional sanitario debe comportarse con los familiares del 
fallecido con tacto, respeto y empatía.
El lenguaje a utilizar debe ser claro, directo y sencillo.
Objetivos de la ayuda al doliente. Proporcionar apoyo emocional. 
Aliviar el sufrimiento en la primera fase del duelo. 
Facilitar el duelo, al ayudar a expresar sentimientos y aceptar de 
manera progresiva la realidad. 
Detectar riesgos incipientes y corregirlos en una fase precoz. 

PSICOONCOLOGIA

Asunto: [duelo-perdida_emocional] PSICOONCOLOGIA
Fecha: Domingo, 17 de Diciembre, 2000  09:54:32 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

Psicólogos contra el cáncer infantil 
La psicooncología mejora la calidad de vida de los niños y sus 
familiares 

La necesidad de contar con psicólogos en los equipos multidisciplinares 
de los hospitales es algo que ya nadie cuestiona. En los servicios de 
Pediatría Infantil, y sobre todo para abordar aquellas patologías 
crónicas como el cáncer, la epilepsia, el asma bronquial o la fibrosis 
quística, “la aportación de estos especialistas es imprescindible”, 
afirma José González Hachero, jefe del servicio de Pediatría Infantil 
del hospital Virgen de la Macarena de Sevilla. Algo que comparte 
Montserrat Daniel Llach, psicóloga que lleva más de 20 años tratando 
patologías infantiles, fundamentalmente a niños oncológicos, en el 
hospital de Sant Pau de Barcelona. 
Montserrat Daniel se muestra prudente si se le habla de cuantificar 
resultados. “Es muy difícil en este trabajo hablar de éxito o de 
fracaso. Afortunadamente, los resultados de un tratamiento de este tipo 
son casi siempre positivos; pero es cierto, también, que casi nunca se 
ven antes de cinco años”, afirma. No tiene ninguna duda, en cambio, de 
lo importante que puede llegar a ser su labor, “no sólo para los 
jóvenes pacientes, sino también para los familiares”. Los pediatras 
también lo reconocen así. “Nuestro trabajo rinde más”, confirma 
Hachero. 
Y, en esta línea, la pediatría social se hace asimismo algunas 
preguntas. ¿Cómo viven los padres la situación de un hijo con cáncer? 
¿Cómo puede mejorarse su estancia en el hospital? Éstos son sólo dos de 
los interrogantes que las pediatras Blanca Núñez de la Torre y Norma 
Sánchez Fernández, del hospital infantil Virgen del Rocío de Sevilla, 
se hicieron para, a continuación, iniciar un estudio clínico sobre las 
repercusiones sociofamiliares de la leucemia infantil, una enfermedad 
de gran impacto emocional, con largos periodos de hospitalización y que 
requiere técnicas de tratamiento agresivas, con efectos secundarios 
importantes. 

Capacidad de adaptación 
Algunas de las conclusiones obtenidas en este trabajo llaman la 
atención. Sorprende, por ejemplo, la gran capacidad de adaptación de 
los niños a la nueva situación, muy por encima, sin duda, de la de sus 
padres, y “mucho mejor incluso”, señalan ambas pediatras, “que la del 
personal sanitario que les atiende”. 
Y es que para la mayoría de los 30 pacientes estudiados (15 niñas y 15 
niños de entre 15 meses y 12 años, que tuvieron que responder a 11 
preguntas), “salvo la punción medular, lo demás no les preocupa nada”, 
explica Núñez de la Torre. En cambio, a los padres, lo que les llena de 
angustia es el tratamiento con quimioterapia. “Algo que no preocupa a 
los niños”, insisten las pediatras. “Ellos, de la quimioterapia, ni 
hablaban”. 
Otro dato significativo es ese 63,3% de padres que reconoce “cambios en 
su relación de pareja”. Hasta un 36% reconoce graves conflictos y 
asegura que ha necesitado ayuda psicológica. Y casi todos, el 87%, 
afirman que la leucemia de su hijo les supone un quebranto importante 
en la economía familiar, “que repercute también en la relación entre 
sus miembros”. 
Las reacciones de los niños, en cambio, se resumen en tres grupos: los 
que se vuelven más caprichosos (46%), más responsables (40%) y más 
afectuosos (43%). Llama la atención, en opinión de las autoras del 
estudio, “lo contentos que se muestran de su estancia en el hospital”. 
Todos dicen que ahora les tratan mejor sus amigos. 
Las pediatras concluyen que la leucemia infantil supone, para los 
padres, “una ruptura en su equilibrio emocional”, apareciendo 
sentimientos a veces tan difíciles de abordar como el de la culpa. Para 
ellas, después del estudio, la repercusión es rotunda: “Desde que lo 
hemos hecho, a los niños con cáncer los miramos de otra manera; ya no 
nos agobiamos tanto”. 
En esa búsqueda de soluciones para el sufrimiento de los niños con 
cáncer, Jesús Sánchez Calero, pediatra y oncólogo del hospital Virgen 
de la Macarena de Sevilla, confirma los beneficios que a su práctica 
diaria le aporta la colaboración con la psicóloga María José Blanco 
Morales, que además es médica. “La comunicación entre médicos, 
pacientes, familiares y entorno es fundamental en estas patologías”, 
asegura. 
Dos días por semana, Blanco Morales se desplaza desde la unidad de 
Pediatría de la Facultad de Medicina de Sevilla hasta el hospital 
Virgen de la Macarena para pasar consulta junto al equipo de Hachero. 
Desde que se incorporara a esta actividad, hace año y medio, los casos 
tratados suman una treintena. 
Aunque la evaluación de resultados aún no se ha hecho, “sí observo una 
gran satisfacción, tanto de los pediatras como de los niños enfermos y 
familiares, pues todos quieren hablar conmigo”, explica la psicóloga. 
Jaime Rodríguez Sacristán, titular de la única Cátedra de Psiquiatría 
Infantil que hay en España, es el impulsor de este proyecto de 
colaboración entre el hospital Virgen de la Macarena y la Universidad. 
Un proyecto que es pionero en Andalucía y para el que, “dada la buena 
acogida”, pide más recursos económicos y humanos. 
No duda en calificar de “imprescindible” la labor de psicólogos y 
psiquiatras en el tratamiento del cáncer infantil. Y cita a Galeno, 
para recordar a continuación que “este médico griego ya dejó escrito 
que el factor psicológico es una de las claves para el tratamiento del 
cáncer”. Luego enumera hasta una veintena de causas de depresión 
infantil. 

Especialidad con futuro 
En esa lista, el psiquiatra señala la ira, el rechazo, la sumisión, la 
negación y la huida. “Todas susceptibles de ser abordadas por el 
especialista en colaboración con el pediatra”, explica. Y concluye: “La 
psicooncología infantil es una especialidad con futuro de la que hoy 
apenas se habla”. 
Quien cura es el oncopediatra, pero también contribuye decisivamente la 
buena salud mental del paciente y de los que le rodean. En los 
protocolos que maneja Blanco Morales existen varios niveles de 
actuación. El primero se activa en el momento en que la familia recibe 
el impacto del diagnóstico. Reacciones de incredulidad, rechazo, 
negación o bloqueo, que imposibilitan la comunicación con el médico, 
son lo frecuente. La psicóloga, en estos casos, tiende puentes para que 
los padres salgan de la incertidumbre; pero, al mismo tiempo, trabaja 
junto al médico en el proceso terapéutico. 

El primer archivo 
En España se declaran cada año 600 nuevos casos de cáncer infantil. La 
evolución experimentada en la cirugía y la precisión en los 
tratamientos (dosis exactas de radio y quimioterapia) han sido 
decisivas para que hoy un 70% de estos tumores se cure. 
Ana María Álvarez Silván, jefa de la unidad de Oncología en el hospital 
infantil Virgen del Rocío de Sevilla, es pionera en el abordaje de la 
patología infantil oncológica. Su primer dato archivado de esta 
enfermedad data de 1972; hoy tiene más de 1.500 casos 
catalogados. “Entonces”, recuerda, “todo el trabajo que hacíamos era 
manual”. Pero, aun así, “estos papeles” son útiles. Nombre, edad, 
estadio, tratamiento, evolución de la enfermedad… Todo aparece 
recogido en ese millar y medio de expedientes, que ahora Álvarez Silván 
está intentando informatizar. 
“Tenemos gráficas comparativas de la evolución de los tumores y de los 
tratamientos de entonces… Y padres que vienen a vernos; padres a los 
que, cuando tenían tres o cuatro años, les curamos un cáncer”. En su 
opinión, el resumen del tratamiento del cáncer infantil en este cuarto 
largo de siglo es haber pasado de un 40% a un 70% de supervivencia. La 
respuesta final, asegura, está en la biología molecular, pues muchos de 
los tumores infantiles tienen origen genético. 
La evolución ha sido muy rápida. “Hoy, el tratamiento integral y la 
calidad de vida del paciente son prioritarios”, añade la oncóloga. 
Ahora, en las unidades de Oncología Pediátrica, intervienen, además de 
los oncólogos, los psicólogos, la enfermería, los maestros que atienden 
la escuela… Y las técnicas quirúrgicas son tan precisas que permiten 
intervenciones prácticamente sin riesgo. También la tolerancia a los 
tratamientos es mucho mayor. “Además”, añade Álvarez Silván, “hay que 
tener siempre presente que en esta patología los niños responden mucho 
mejor que los adultos”. Experiencias, historias, datos… Un material 
imprescindible para el estudio global del cáncer infantil en España que 
la oncóloga sevillana ha puesto a disposición del Registro Nacional de 
Tumores, creado en 1980 en Valencia. 

Primer objetivo: evitar la depresión 
“Una depresión facilita el camino del cáncer”, afirma rotundo el 
psiquiatra infantil Jaime Rodríguez Sacristán, para justificar que la 
preocupación principal de la psicooncología infantil es evitar que el 
niño oncológico o su entorno caigan en ella. Cualquier técnica de 
comunicación, en principio, es buena. No se trata de entretener al niño 
para que sonría, sino de interpretar sus emociones para ayudarle a 
superar el miedo, la frustración, la angustia, la ansiedad, el odio o 
el resentimiento. 
Monserrat Daniel Lluch, que colabora desde hace 10 años con la 
Fundación Villavecchia, una ONG de carácter voluntario y altruista 
dedicada a ayudar a niños con cáncer, dice que “a veces, hay que buscar 
en la realidad exterior algo que mitigue el dolor”. Un juguete, una 
excursión o un ídolo del deporte que se acerca al niño pueden ser a 
veces la única herramienta contra la depresión. 
Al oncólogo pediatra le corresponde curar el proceso orgánico, pero es 
el psicólogo el que mitiga los dolores del ánimo y le dispone para una 
buena salud mental. Por eso la psicóloga catalana y la Fundación 
Villavecchia organizan colonias y excursiones con los niños afectados y 
sus hermanos. Las recaídas o la cronificación de la enfermedad (el 
índice de curación del cáncer infantil en los primeros cinco años 
supera ya el 70%) suponen nuevos niveles de actuación para la 
psicóloga. 

Dolor emocional 
“Si, como dice el adagio, no hay enfermedades, sino enfermos, se 
entiende que para cada protocolo disponga un abordaje específico”, 
recuerda la psicóloga María José Blanco Morales. Para los largos 
posoperatorios, su trabajo consiste en evitar “el dolor emocional”, un 
dolor para el que ni la familia ni el enfermo tienen respuesta. 
Después de año y medio, Blanco Morales cree tener ya, grosso modo una 
batería “interesante” de datos. Destaca, en primer lugar, las 
reacciones depresivas, sobre las que asegura haber obtenido “un cierto 
éxito”. Constata que hay menos tristeza en la unidad, “y menos 
insomnios”. 
Hay una menor inhibición de los niños a la hora de hablar de sí mismos 
o de lo que les preocupa; muchas menos negaciones para actuar o comer, 
y menos inhibiciones ante cualquier actividad. La psicóloga ha 
observado un menor aislamiento general, menos irritabilidad en los 
enfermos y en sus familias, y cree que se han reducido en un alto 
porcentaje las quejas de tipo somático. “Pero el dato más importante”, 
afirma, “es que estamos consiguiendo que aumenten las ganas de vivir en 
todos los casos”. 

Bibliografía: El futuro existe (T. Soriano)

DESAPEGO: EL CRITERIO ES LA ALEGRIA

Asunto: [duelo-perdida_emocional] DESAPEGO: EL CRITERIO ES LA ALEGRIA
Fecha: Sabado, 16 de Diciembre, 2000  09:57:37 (GMT)
Autor: tdmeseguer

Aquí tenéis un texto del maestro de meditación zen Osho Rajneesh 
respecto al apego, el amor y la dirección interna que, alomejor, os 
gusta.

                        El criterio es la alegría
                            Osho Rajneesh

¿Cómo puedo saber si lo que está creciendo dentro es desapego o 
indiferencia?

No es difícil saberlo. ¿Cómo sabes cuándo tienes un dolor de cabeza y 
cómo sabes cuándo no tienes un dolor de cabeza?  Es muy sencillo. 
Cuando creces en el desapego, te volverás más sano, más feliz, tu vida 
se volverá una vida de alegría. Éste es el criterio de todo cuanto es 
bueno.  La alegría es el criterio.  Si estás creciendo en la alegría, 
estás creciendo y vas hacia tu hogar.
Con indiferencia no hay posibilidad de que crezca la alegría.  De 
hecho, si tienes alguna alegría, hasta ésta desaparecerá.
La felicidad es salud y para mí la religión es básicamente hedonista. 
El hedonismo es la esencia misma de la religión.  Ser feliz lo es todo.
Por lo que, recuerda: si las cosas van bien y vas bien encaminado, cada 
momento traerá más alegría, como si estuvieras acercándote a un bello 
jardín.  Cuanto más cerca esté, el aire será más fresco, más fragante. 
Ésta será la señal de que estás yendo en la buena dirección.  Si el 
aire se vuelve menos fresco, menos fragante, en este caso estás yendo 
en la dirección contraria.  La existencia está hecha de alegría.  Es su 
materia prima.  La alegría es la materia con la que se ha hecho la 
existencia.  De modo que cuando estés yendo hacia una mayor 
existencialidad, te irás volviendo más y más lleno de alegría, gozo, 
sin razón alguna.  Si vas hacia el desapego, crecerá el amor, crecerá 
la alegría, sólo los apegos serán descartados, porque los apegos traen 
tristeza, porque los apegos traen ataduras, porque los apegos destruyen 
tu libertad.  Pero si estás volviéndote indiferente… La indiferencia 
es una moneda falsa, se parece al desapego, pero sólo se parece al 
desapego.  Nada crecerá en ella.  Sólo te encogerás y morirás.
Por lo que ve y observa: hay muchos monjes en el mundo -católicos, 
hindúes, jainistas, budistas-, fíjate en ellos.  No producen una 
sensación radiante, no tienen un aura de fragancia, no parecen más 
vivos que tú: de hecho, parecen menos vivos, lisiados, paralíticos. 
Controlados, naturalmente, pero no en una disciplina profunda, 
interior; controlados, pero no conscientes; siguiendo una cierta 
conciencia que la sociedad les ha dado, pero todavía no conscientes de 
sí mismos, no individuos todavía, no libres todavía.  Viven como si ya 
estuvieran en su tumba, a la espera de la muerte.  Su vida se vuelve 
morosa, monótona, triste; es una especie de desespero.
Cuidado.  Siempre que algo no va bien, hay señales en tu ser.  La 
tristeza es una señal, la depresión es una señal, la alegría, la 
celebración también es una señal.  Más canciones te sucederán si vas 
hacia el desapego.  Bailarás más y te volverás más amoroso.  Recuerda, 
el amor no es apego, el amor no sabe de apegos y lo que sabe de apegos 
no es amor.  Es posesividad, dominio, cuelgue, miedo, codicia; puede 
ser mil y una cosas, pero no es amor.  En el nombre del amor se exhiben 
otras cosas, en el nombre del amor otras cosas se ocultan detrás, pero 
la etiqueta “amor” está pegada en el recipiente.  Dentro encontrarás 
muchas clases de cosas, pero nada de amor en absoluto.  Observa.  Si 
estás apegado a una persona, ¿amas? ¿O estás asustado de tu soledad y 
por eso te agarras?  Como no puedes estar solo, utilizas a esta persona 
para no estar solo.  Entonces tienes miedo.  Si la persona se muere, o 
se va a otro lugar, o se enamora de algún otro, entonces matarás a esta 
persona y dirás: «estaba tan apegado … ». O te matarás a ti mismo y 
dirás: «estaba tan apegado que no podía vivir sin ella, o sin él».  Es 
pura estupidez.  No es amor, es otra cosa.  Te da miedo tu soledad, no 
eres capaz de estar contigo mismo, necesitas que alguien te distraiga. 
Y quieres poseer a la otra persona, quieres utilizar a la otra persona 
como medio para tus propios fines.  Utilizar a otra persona como medio 
es violencia.
Enmanuel Kant hizo de esto una de sus ideas fundamentales de la vida 
moral.  Solía decir que tratar a otra persona como un medio es el acto 
más inmoral que existe.  Lo es.  Porque cuando tratas a otra persona 
como un medio -para tu satisfacción, para tu deseo sexual, para tu 
miedo o para otra cosa- cuando utilizas a otra persona como un medio, 
estás reduciendo la otra persona a una cosa, estás destruyendo su 
libertad, estás matando su alma.
El alma sólo puede crecer en libertad.  El amor da libertad.  Y cuando 
tú das libertad, eres libre, esto es, lo que es el desapego.  Si 
impones ataduras al otro, te harás prisionero por voluntad propia.  Si 
atas al otro, el otro te atará a ti; si confinas al otro, el otro te 
confinará; si intentas poseer al otro, el otro te poseerá.  Así es como 
las parejas se pasan toda la vida luchando por el dominio: el hombre a 
su manera, la mujer a su manera.  Ambos luchan.  Es una queja y una 
pelea continuas.  Y el hombre piensa que de alguna manera controla a la 
mujer y la mujer piensa que de alguna manera controla al hombre.  El 
control no es amor.
Nunca trates a una persona como medio.  Trata a todo el mundo como un 
fin en sí mismo, en sí misma; entonces eres una persona religiosa. 
Entonces no te agarras, entonces no estás apegado. Amas, pero tu amor 
da libertad, y cuando tú das libertad al otro, eres libre.  Tu alma 
sólo crece en libertad.  Te sentirás muy, muy feliz.
El mundo se ha convertido en algo muy infeliz.  No porque sea algo 
infeliz, sino porque lo hemos convertido en algo malo.  El mismo mundo 
puede convertirse en una celebración.
Preguntas, ¿cómo puedo saber si están creciendo el desapego o la 
indiferencia dentro?. Si te sientes feliz, si te sientes feliz con lo 
que esté creciendo, más centrado, con más aplomo, más vital que antes, 
entonces adelante con ello.  Entonces no hay que tener miedo.  Que la 
felicidad sea la piedra de toque, el criterio (ninguna otra cosa puede 
ser el criterio).  Nada de lo que las escrituras digan puede ser el 
criterio si tu corazón no late de felicidad; nada de lo que yo diga 
puede ser el criterio si tu corazón no late de felicidad.  En el 
momento de tu nacimiento pusieron un mecanismo sutil en tu interior. 
Va con la vida misma que siempre puedas saber lo que está sucediendo, 
puedas siempre sentir si eres feliz o infeliz.  Nadie pregunta cómo 
saber si es feliz o infeliz.  Nadie lo ha preguntado nunca.  Cuando 
eres infeliz, lo sabes; cuando eres feliz, lo sabes. O sea, que es un 
valor intrínseco.  Lo sabes, has nacido sabiéndolo, así que permite que 
se utilice este valor intrínseco y esto nunca falsificará tu vida. 
Pero si te fijas en las escrituras, hay peligro, porque para la persona 
que escribió un libro determinado puede haber sido un crecimiento, pero 
puede no serlo para ti.  El se sintió feliz.  Mahavir se sintió muy 
feliz ayunando; el Buda nunca se sintió tan feliz ayunando.  Así que, 
¿qué hacer?  Ambos son seres perfectos.  Si escuchas al Buda existe la 
posibilidad de que empieces distorsionando tus propios sentimientos; si 
escuchas a Mahavira existe la misma posibilidad.  Krishna vivió en el 
mundo, amó a muchas mujeres, se lo pasó muy bien.  Era un hombre 
totalmente diferente, perfectamente feliz.  Estaba siempre cantando y 
bailando.  Tenía su propio sentimiento; quizá su sentimiento te 
conviene, quizá no.
Por lo que nunca pruebes ningún criterio exterior; nunca pruebes un 
criterio exterior para tu interior, pues existe el peligro de que 
falsifiques tu mecanismo interno, tu mecanismo intrínseco.  Escucha tu 
corazón.
Yo estoy aquí, no para darte ningún criterio, sino para hacer que 
reconozcas tu propio criterio, para hacerte consciente de tu propia 
conciencia intrínseca.  Siente, y es tan claro que no se necesita 
ninguna otra ayuda.

(Osho Rajneesh)

EL SUFRIMIENTO SEGÚN W. W. DYER

Asunto: [duelo-perdida_emocional] EL SUFRIMIENTO SEGÚN W. W. DYER
Fecha: Sabado, 16 de Diciembre, 2000  10:06:35 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

Sufrimiento
                                    W. W. Dyer

El hombre se ha identificado erróneamente con la pseudoalma o el ego. 
Cuando traspasa este sentido de identidad a su verdadero ser, el alma 
inmortal, descubre que todo dolor es irreal.  Ya no puede ni siquiera 
imaginar el estado de sufrimiento.
Paramahansa YOGANANDA (1893-1952), Dichos de Paramabansa Yogananda

El mensaje de inspiración divina de Paramahansa Yogananda -que es 
posible imaginar que el sufrimiento no existe- puede parecerte 
imposible.  Te animo a contemplar la idea del sufrimiento de una forma 
que a buen seguro te ayudará a ver la vida desde una perspectiva 
totalmente 
distinta.  Te invito a desprenderte de algunas ideas firmemente 
arraigadas y de la falsa identidad a la que se refiere Yogananda.
En la esencia de tu verdadero ser -lo que Yogananda denomina «alma 
inmortal»- el dolor es irreal.  No obstante, vivimos en un mundo real, 
con problemas reales y con elementos de sufrimiento que sabemos que son 
reales.  El consejo de traspasar nuestro sentido de identidad y entrar 
en un estadio en el que ni tan siquiera podemos imaginar el sufrimiento 
probablemente parezca un imposible.
Personalmente, me ha resultado muy útil convertirme en un espectador, 
porque ha permitido que me desprenda de mi apego hacia lo efímero.  Uno 
de mis grandes maestros, Nisargadatta Maharaj, lo expone del siguiente 
modo: «Tú no sufres, sólo sufre la persona que imaginas que eres.  Tú 
no puedes sufrir».  Una vez más se refiere a tu verdadero ser, a esa 
parte de ti que es distinta de tu ego-cuerpo.  Superar tu inclinación a 
creer firmemente en el sufrimiento convirtiéndote en un espectador de 
tu vida es un reto fascinante.
Vamos a tomar como ejemplo el tipo de sufrimiento más común, el dolor. 
Supongamos que padeces alguna clase de dolor, como un fuerte dolor de 
cabeza, y que no estás dispuesto a tolerar que ningún swami te diga que 
no es real o que sólo es tu imaginación.  Tienes todo el derecho del 
mundo a adoptar esa actitud, pero si me escuchas un momento, sabremos 
si eres capaz de distanciarte del sufrimiento. ¿Qué pasaría si pudieras 
llegar a ser un espectador de ese dolor de cabeza traspasando tu 
sentido de identidad hacía lo que Yogananda llama tu verdadera 
existencia?
Si pones tu atención en el dolor podrás identificar su localización 
precisa, describir su tamaño, color, forma y cualquiera de sus 
características.  Si te concentras durante el tiempo suficiente, podrás 
llevar el dolor de un sitio a otro en tu cabeza.  Una vez hayas 
conseguido esa movilidad, tendrás la certeza de que eres capaz de 
sacarlo de tu cabeza.  Esto significa que has eliminado el sufrimiento 
convirtiéndote en un observador y desvinculándote por completo de esa 
experiencia dolorosa.  Algunos llaman a esto control mental, pero yo lo 
veo como un eficaz medio para dejar de identificarnos con lo que hemos 
convenido en llamar sufrimiento.
La mayor parte del sufrimiento que experimentamos fuera del ámbito de 
nuestro cuerpo físico tiene lugar debido a nuestra identificación con 
el orgullo. El maestro dijo: «Recuerda esto y nunca volverás a sufrir. 
No se ha de adjudicar nada al “mi” o al “mío”».  Si repites estas 
palabras con la suficiente frecuencia, especialmente cuando estás 
triste y por tanto sufres, podrás dejar de identificarte 
equivocadamente con tu ego.  El ego es orgullo.
Los indios norteamericanos ojibway hacen algo que yo mismo utilizo 
cuando me doy cuenta de que he vuelto a caer en la arrogancia al 
enfadarme por algún asunto sin importancia.  Sólo tengo que repetir 
esta frase y el sufrimiento desaparece como por arte de magia.  La 
frase es la siguiente: «De vez en cuando me compadezco de mí mismo, y 
mientras tanto mi alma es guiada por los grandes vientos celestiales».
Es una maravillosa imagen que puedes invocar cuando sientas que estás 
sufriendo y te identifiques con tu orgullo.  Como espectador, puedes 
observar tu sufrimiento y, desde esa posición privilegiada, optar por 
amarlo y entregarte de lleno a él.  Puedes tratarlo como un regalo que 
te ayudará a superar esa crisis de identidad con tu pseudoalma y a 
dedicar tu atención y energía a esa parte de ti que puede observar el 
pesar desde una perspectiva de total distanciamiento.
Este tipo de enfoque resulta bastante efectivo a la hora de eliminar el 
sufrimiento.  Cuando vives como lo hizo Yogananda, puedes decir: «Ni 
siquiera puedo imaginar el estado de sufrimiento».  Por alguna razón, 
puedo imaginar a Yogananda diciendo que debes aprender a gozar del 
sufrimiento, puesto que Dios lo ha hecho todo por nuestro propio bien. 
El dolor es un mensajero para que recuerdes a Dios, y que tu alma está 
siendo guiada por los vientos celestiales, aunque sea invisible, y 
entonces el dolor ya no será dolor, ni el sufrimiento será sufrimiento, 
habrás erradicado tu vulnerabilidad al dolor y al sufrimiento al no 
identificarte más con tu cuerpo-mente.
Esto no es un truco, es un medio real para descubrir todas tus 
ataduras, todos tus «mí» y «míos», toda tu arrogancia, y para que te 
vuelvas a identificar con aquello que es eterno.  Verdaderamente 
funciona: como dice Yogananda, descubrirás que el dolor es irreal.
Para poner en práctica este divino consejo empieza por:

– Hacer una evaluación sincera de lo que crees que es el origen de tu 
pesar.  Luego empieza a repetir: «La causa de cualquier sufrimiento 
está en mí y voy a dejar de culpar a los demás por ello».

– Ahora haz un esfuerzo por descubrir todo lo que puedas sobre tu 
actual estado de sufrimiento.  Si es tan sólo un estado mental de 
tristeza, observa dónde reside, dónde se manifiesta, qué aspecto tiene 
y todas las características que puedas identificar.

– Cuando seas consciente de que te estás autocompadeciendo, procura 
repetir las palabras de los ojibway. «De vez en cuando me compadezco de 
mí mismo, y mientras tanto mi alma es guiada por los grandes vientos 
celestiales». Pronto verás lo triviales que son tus sentimientos de 
autocompasión para con tu alma eterna, que nada sabe de tales cosas.

– Pregúntate como hago yo siempre: «¿Qué lección puedo aprender de esta 
experiencia?».  Una vez que sé que he de aprender algo del sufrimiento, 
al igual que de cualquier desengaño y tristeza de mi vida, puedo 
transformar ese dolor en un canto casi al momento.

(W. W. Dyer, “La sabiduría de todos los tiempos”)

EL ENFOQUE DE LA PSICOLOGIA HUMANISTA

Asunto: [duelo-perdida_emocional] EL ENFOQUE DE LA PSICOLOGIA HUMANISTA
Fecha: Jueves, 14 de Diciembre, 2000  12:15:57 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

LA PSICOLOGIA HUMANISTA
Por Carlos Odriozola, Psicologo.

La Psicologia humanista es, además de una corriente de la Psicología y 
de la Psicoterapia, una filosofía de la vida que sitúa al hombre, la 
humanidad, la naturaleza y el universo como un TODO armónico, coherente 
y perfecto.
La diferencia claramente con otras escuelas o corrientes como el 
Psicoanalisis o el conductismo podemos resumirla en los siguiente 
apartados:

1. Por su visión integradora de las distintas areas (intelectual, 
emocional, corporal y espiritual) en clara oposición a la visión 
dicótomica (separadora) mente-cuerpo de otras disciplinas. 
La Psicologia humanista concibe a la persona como una totalidad en la 
que se interrelaciones factores fisicos, emocionales, ideologicos o 
espirituales formando el ser real, no una suma de partes. La psicologia 
humanista no disecciona, no separa aspectos de la persona, señalándolos 
como la causa de la enfermedad. La psicologia humanista ve un ser 
completo y tiene en cuenta cada aspecto y su influencia en el resto. 

2. Por la consideracion del hombre como dotado de TODAS las 
potencialidades necesarias para su completo desarrollo, frente a otras 
consideraciones teóricas que presentan al hombre como un ente 
incompleto, víctima de sus instintos y/o inexorablemente determinado 
por su bio-genética. En este aspecto la psicologia humanista resulta 
revolucionaria ya que deja una puerta abierta a nuestra sanacion. 
Considera que todos somos capaces de cambio y de curacion. Y esa misma 
actitud positiva facilita el proceso de sanacion.

3. Por la vision del síntoma y de la enfermedad como la manifestación 
externa de un conflicto interno (potencialidades no desarrolladas). A 
diferencia de otras posiciones de la psicoterapia, el trabajo con el 
síntoma no es eliminarlo sino escucharlo para comprender su significado 
y mensaje mas profundo. El síntoma es una ayuda, una señal que nos está 
hablando de cual es el problema, expresa aquello que no somos capaces 
de expresar conscientemente. No se trata de intentar acallar ese 
mensaje, sino de descifrar su mensaje que nos conduce a la verdadera 
enfermedad, al autentico bloqueo, que puede ser emocional. El sintoma 
es la voz del cuerpo, la alarma que nos indicade que algo no esta en 
orden.

4. Por su negativa a categorizar personas enfermas o personas sanas. En 
una consideracion humanista de la psicoterapia todos estamos 
necesitados en una y otra medida de encontrar la identidad perdida. 
(del miedo al amor). La psicoterapia humanista no trata con locos o 
enfermos mentales, todas las personas sufren una u otra vez crisis de 
crecimiento, situaciones de emergencia espiritual, situaciones de 
choque que desestabilizan nuestro equilibrio y que requieren ser 
abordadas para alcanzar una vida mas feliz. Todos andamos en la 
busqueda, nadie es mas sano que otros.

5. Por la posicion del terapeuta que lejos de ser el hombre/mujer sano 
que cura al enfermo es tambien un buscador que habiendo recorrido el 
camino ( y estando en ello) conoce y ofrece las herramientas necesarias 
en el momento que considera más oportuno. En este sentido la psicologia 
humanista, ya desde Carl Rogers, uno de sus fundadores rompió con la 
distancia entre paciente y terapeuta. El terapeuta es una persona que 
esta a tu mismo nivel y te mira de frente, que llora contigo y que te 
toca y se rie de ti y contigo. No es el psicoanalista que sientes 
respirar a tus espaldas. En psicologia humanista el terapeuta no cesa 
de aprender del paciente. Uno enseña lo que necesita aprender.

(Extracto de las conferencias impartidas por Carlos Odriozola en las 
Facultades de San Sebastián y Málaga (1992, 98, 99).