Respaldo de material de tanatología

Lógica de Primer Orden: Pequeño Glosario Estructurado

Lógica de Primer Orden: Pequeño Glosario Estructurado

Obligarse a sí mismo a formular las cosas de un modo compatible a los símbolos que siguen, es una excelente disciplina para decir las cosas con cuidado, y además permite a los demás analizarlas con mucha más precisión.

* Función: Una cosa que se evalúa de algún modo.
Por ejemplo: “logaritmoN(2)” o “esposa(Pepe)”.
* Se lee “logaritmo neperiano de 2” y “esposa de Pepe”.
* Si la esposa de Pepe es Maruja, “esposa(Pepe)” se evalúa a Maruja.

* Predicado: Un tipo de función, que se evalúa a cierto o falso, osea una “frase” que puede ser cierta o falsa.
Por ejemplo: “x > 2”, “Pepe lleva un sombrero”. Se dice que los predicados se evalúan a cierto o falso, lo que en lenguaje normal decimos “ser” verdadero o falso.
Por ejemplo: “Para todo ciudadano ruso, si ha nacido antes de 2001, debería estar en el censo de 2002” Podemos usar predicados y decir “Para todo x ciudadano_ruso(x), si año_de_nacimiento(x) < 2001, está_en_el_censo(x, 2002)". * "ciudadano_ruso(x)" sería un predicado que dependiendo de x nos da "cierto" si x es un ciudadano ruso, y falso si no lo es. * "año_de_nacimiento(x)" seria una función que nos da el año de nacimiento de x. * "está_en_el_censo(x, y)" sería una función que dependiendo de x y de y, nos dice si x está en el censo que se ha hecho el año y. Como pueden ver, ese predicado tiene dos cosas de las que depende... a cada cosa de la que una función (predicado o no) depende se la llama parámetro de esa función. están_en_el_censo es una función con dos parámetros. * Hay formas mucho mejores de expresar ciudadano_ruso(x), iremoa mejorando este ejemplo aquí abajo. * Variable: Un nombre corto que le damos a una cosa que suponemos que existe, o bien a una de muchas cosas que suponemos que existen. Por ejemplo: "Para todo x que sea ciudadano ruso, si x ha nacido antes de 2001, x debería estar en el censo de 2002". * x es cualquiera de los ciudadanos rusos posibles. * V: Simbolo que se lee "para todo". El símbolo original es como una A mayúscula puesta de cabeza. Por ejemplo: "Vx que sea ciudadano ruso, si ha nacido antes de 2001, x debería estar en el censo de 2002. Vx ciudadano bielorruso, aunque haya nacido antes del 2001, no tiene porqué estar en ningún censo." * Fíjese que x es al comienzo un ciudadano ruso, y luego un ciudadano bielorruso, cosas diferentes y excluyentes entre sí. X cambia porque está en otro contexto. El contexto lo ha definido cada aparición de "V", pero se puede hacer más explícito con la ayuda de paréntesis. "( Vx que sea ciudadano ruso, si ha nacido antes de 2001, x debería estar en el censo de 2002). (Vx ciudadano bielorruso, aunque haya nacido antes del 2001, no tiene porqué estar en ningún censo) ." * 3: Símbolo que se lee "existe un". El símbolo original es como una E mayúscula puesta ante un espejo. Por ejemplo: "3x tal que x es ciudadano ruso y x nació después de 2002" * También "3" define un contexto. * Fíjense que el que exista uno no quiere decir que no existan más. "3" dice que hay un mínimo de uno, no que no hayan más. Pueden haber más. * 3!: Símbolos que se leen, juntos, "existe un y sólo un". Por ejemplo: "3! Presidente de Francia" * ?: Símbolo que se lee "perteneciente a". El símbolo original es una C mayúscula con un palito horizontal enmedio que la cruza completamente. Por ejemplo: "Vx tal que x ? CiudadanosRusos, si ha nacido antes de 2001, x debería estar en el censo de 2002". * Pertenecer sólo puede usarse entre elementos y conjuntos. El elemento pertenece al conjunto. * Para hacer lógica en un debate, podemos inventarnos libremente los conjuntos que queremos suponer, y se les pueden dar nombres significativos. En caso de duda, se pregunta. Por ejemplo, parece evidente que el conjunto "CiudadanosRusos" es el de todos los ciudadanos rusos y por tanto si x ? CiudadanosRusos, x es un ciudadano ruso. * Los conjuntos definen el Universo de una variable. El Universo de x es "los ciudadanos rusos". x puede ser cualquiera de ellos, y no puede ser nada más que uno de ellos. A eso se le llama también estar en el Universo de los ciudadanos rusos. * |: Símbolo que se lee "tal que". * Por ejemplo: "Vx | x ? CiudadanosRusos, si año_de_nacimiento(x) < 2001, entonces x ? personas ( censo_ruso (2002) )" * Este ejemplo ya es bastante avanzado. censo_ruso(x) es una función que nos da el censo ruso de un determinado año, y necesita como parámetro el año. personas(x) es una función que necesita un censo como parámetro, y nos da de vuelta el conjunto de todas las personas mencionadas en ese censo. * : :  Símbolo que se lee "tenemos que". * Por ejemplo: "Vx | x ? CiudadanosRusos : si año_de_nacimiento(x) < 2001, entonces x ? personas ( censo ( Rusia, 2002) )" * {}: Símbolos que delimitan la descripción de un conjunto. * Por ejemplo: {x | x ? CiudadanosRusos y además año_de_nacimiento(x) < 2001} * Esta frase describe el conjunto de los ciudadanos rusos nacidos antes de 2001. * := : Símbolos que se leen "queda definido como". * Por ejemplo: RusosMenores := {x | x?CiudadanosRusos y además año_de_nacimiento(x) > 1985 }
* Esta frase define el conjunto RusosMenores, aproximadamente como los rusos menores de 18 años (para ser más exacto habría que complicar el ejemplo).

* =, <, >: Sìmbolos matemáricos que se leen “es igual a”, “es menor que” y “es mayor que”, respectivamente.
* Por ejemplo: “esposa(Pepe) = Maruja”

* <=, >= : Símbolos que se leen “es igual o menor a” y “es igual o mayor a”, respectivamente. Los símbolos originales son como un < (o >) con una línea paralela a la de abajo, debajo de ella.
* Por ejemplo: “2 >= 2” (esto es cierto, ya que si es igual, es “mayor o igual”).

* -> : Símbolo que se lee “implica que”. El símbolo original es una flecha a la derecha.
* Por ejemplo: “Vx | x ? CiudadanosRusos : (año_de_nacimiento(x) < 2001) -> (x ? personas ( censo_ruso (2002) ) )”
* Es una forma de cambiar los “entonces”  “pues entonces”, “en ese caso” y estructuras parecidas en una sóla, formal.
* Si a->b, eso no quiere decir que si no ocurre a, no ocurre b (ver la lista de falacias del Sr. Marfil). Si no ocurre a, entonces no sabemos si ocurre b o no, no hemos dicho nada al respecto.
* Tampoco quiere decir que si ocurre b, es porque antes ha ocurrido a. Puede ocurrir otra cosa diferente, c, que también implica a. O no. No lo sabemos. Que ocurre b implica que ocurre a es otra de las falacias presentadas en cualquier lista de falacias.
* Cuando decimos que a -> b es que si ocurre a, podemos suponer que ocurre b. también decimos otra cosa valiosa: Que si no ocurre b, entonces no ocurre a. Porque si ocurre a, tenemos b. Asi que si no tenemos b, no tenemos a.

* <-> : Símbolo que se lee “si y sólo si”. El símbolo original es una flecha de dos puntas.
* a <-> b es lo mismo que decir, a la vez, que a -> b y que b->a. Vienen juntos. O ocurren ambas cosas, o no ocurre ninguna de las dos.
* Por ejemplo: ” ( María = cónyuge(Pepe) ) <-> ( Pepe = cóyuge(María) ) ”

* Y : Símbolo que se lee “y”. El símbolo original es una v minúscula puesta de cabeza.
* Por ejemplo: ” Pepe = cónyuge(María) Y año(boda(María, Pepe)) <= 1979" * Este aserto está formado por dos asertos unidos por el "Y". * Es cierto si y sólo si ocurren las dos cosas. Si sólo ocurre una, no importa cuán importante sea, el aserto completo no se cumple y Pepe y María no pueden celebrar la bodas de plata. * O: Símbolo que se lee "o". El símbolo original es una v dibujada de forma muy sencilla (dos segmentos). * Por ejemplo: " remarcable(x) <-> ( grandioso(x) O terrible(x) ) ”
* Fíjense que pueden cumlpirse ambas cosas. Si algo es grandioso Y terrible, entonces tanto “grandioso(x) O terrible(x)” como “grandioso(x) Y terrible(x)” son ciertas.

* XOR: Símbolo que se lee “o bien en cambio”.
* Por ejemplo:
( progenitor(x,y) Y persona_normal(x) ) <-> ( padre(x,y) XOR madre(x,y) )
* En este ejemplo, si alguien es padre y madre de una persona, no es cierto que sea un progenitor normal. Puede ser un progenitor ( “progenitor(x,y)” puede ser cierto) pero falla “persona_normal(x)”.

* !: Símbolo que se lee “no”. El símbolo original es una L mayúscula pero pequeña, vista boca abajo en un espejo. Osea, un palito horizontal arriba y uno vertical a la derecha.
* Por ejemplo: “!3x ? Hombres | ideal(x)” No existen los hombres ideales, por decir algo triste pero lógico, usando la lógica .

*** Agradecimientos a MoredanK ***

FALACIAS Y SU CONTEXTO

BREVE RESUMEN; FALACIAS Y SU CONTEXTO
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Indice
1. Introducción
2. Falacias
3. Falacias de Atinencia
4. Falacias de ambiguedad
5. Conclusión
6. Bibliografía

1. Introducción

La palabra falacia es usada a veces, como equivalente al término sofisma. La significación de falacia o sofisma alude a un ¨argumento aparente¨ o a una forma de argumente no válida.

La palabra falacia tiene límites imprecisos en su significado. En algunos contextos aparece el término denotando una falsa creencia o un error expresado en un enunciado, pero éste es un uso impropio. Para que haya una falacia es necesario que estemos en presencia de una argumento; conforme a lo que se ha dicho precedentemente, es menester que se trate de un ¨argumento aparente¨. Desde el punto de vista lógico, no existe un argumento o un razonamiento; pero aunque incorrectos a la luz de la lógica, suele llamarse falacias a loa razonamientos que son psicológicamente persuasivos. Es un modo de argumentar en que hay un error en la estructura del razonamiento, que pasa inadvertido.

Debido al múltiple registro de falacias que han mencionado estudiosos durante la historia, se puede concluir que no se puede, ¨ ni se debe*¨ enunciar una clasificación taxativa de las mismas. Pero se tomará como base la realizada por Aristóteles*2.

Como objetivo principal de esta monografía, es que se conozcan, y se comprendan fácilmente, con términos claros y ejemplos, cada una de las falacias que se presentarán.

2. Falacias

Tradicionalmente, las falacias son divididas en dos grandes grupos: ¨Formales¨ y ¨No Formales¨. El tema que será ondeado, será el de estas últimas.

Para hacer una pequeña referencia sobre las falacias formales, diremos que son aquéllas que están conectadas con esquemas de inferencias válidos (el error se distingue en la estructura ¨fomal¨)

Falacias no formales

Las falacias no formales consisten en errores en el razonamiento sometidos o bien por la fuerza persuasiva del argumento empleado para establecer la conclusión o bien por la ambigüedad que presenta el lenguaje utilizado para formular el razonamiento. A la luz de este criterio clasificatorio las falacias no formales se dividen en dos grandes grupos:

A) Falacias de Atinencia

B) Falacias de Ambigüedad

3. Falacias de Atinencia

La característica común a todos los razonamientos que cometen falacias de atinencia* es que sus premisas carecen de atinencia lógica con respecto a sus conclusiones, no pudiendo establecer su verdad.

La circunstancia de carecer de atinencia lógica, presentando en cambio atinencia psicológica se explica por los distintos modos en que puede ser usado el lenguaje.

1) Argumentum ad hominem

Se la comete cuando, en vez de tratar de refutar la verdad de lo que se afirma, se ataca al hombre que hace la afirmación.

No hay conexión lógica entre el enunciado que ataca al autor de una proposición y la proposición cuya verdad se pretende refutar.

No se trata de disputar acerca de la verdad o falsedad de la proposición en cuestión, sino arrojar dudas acerca de la plausibilidad y/o de la consistencia de la persona que defiende esta proposición y contra la cual se argumenta ¨ad hominem¨.

La forma en que se puede persuadir a veces este razonamiento falaz es a través del proceso psicológico de la transferencia. Si puede provocarse una actitud de desaprobación hacia una persona, puede convertirse en desacuerdo con lo que esa persona expresa (pero esta conexión es sólo psicológica, no lógica)

Ejemplo: Si se trata de desvalidar la palabra de Pitágoras: ¨El hombre es la medida de todas las cosas¨, con el argumento falaz: ¨¡Esa proposición es falsa como todas las afirmaciones de los sofistas!¨, nos encontramos con que el nexo es sólo emocional y por lo tanto psicológico; no hay conexión lógica entre el enunciado que ataca el autor de la preposición y la proposición cuya verdad se pretende refutar.

2) Argumento ad ignorantiam

Se comete esta falacia cuando se sostiene que una proposición es verdadera argumentado solamente que no se ha demostrado que sea falsa, o bien que es falsa porque no se ha probado lo contrario. La incapacidad de probar la verdad o falsedad de una proposición carece de conexidad lógica con la afirmación de su falsedad o su verdad, según el caso.

Esta falacia suele cometerse con mucha frecuencia en temas relativos a los fenómenos extrasensoriales.

Ejemplo: Un claro ejemplo de esta falacia es si se dijera: ¨debe haber fantasmas porque nadie ha podido demostrar nunca que no los hay¨.

Pero existe un contexto, el jurídico, donde el argumentum ad ignorantiam acarrea la declaración de inocencia de un agente, por parte del órgano aplicador de derecho. Se establece* que la ignorancia por falta de pruebas o pruebas insuficientes acerca de la culpabilidad de un individuo justifica la aserción de su inocencia.

3) Argumentum ad populum

Esta falacia tiene varios modos de presentación:

Þ Algunas veces, se solicita mediante una argumentación que constituye un llamado emocional al auditorio, la aceptación para un enunciado que no es la conclusión de un razonamiento lógico válido. Este argumento se dirige a un conjunto de personas, con la intención de provocar en ellos aquellos sentimientos que les hagan adoptar el punto de vista del hablante. Este llamado emocional al pueblo puede implicar falacias ad misericordiam y/o ad hominem*3.

Þ Otras veces, se trata de motivar determinada actitud por parte del auditorio, mediante el empleo de una argumentación instrumentada desde una perspectiva psicológica, a efectos de lograr una actitud emocional en pro o en contra de un anunciado determinado.

Ejemplo: Un funcionario, en lugar de presentar pruebas acerca de los resultados de una medida económica, trata de lograr el asentimiento popular aludiendo a lo ¨progresista¨ de la medida en cuestión, que ejecutada dinamiza un sistema ¨absoleto y superado por los países altamente desarrollados¨. Este lenguaje utilizado trata de provocar una actitud de aprobación por parte del auditorio, quien, factores emocionales mediante, no se detendrá a analizar si el enunciado cuya aprobación se promueve es o no la conclusión de una razonamiento válido.

Þ Otro modo de presentación de esta falacia, lo constituye el lenguaje publicitario.

A efectos de lograr la aceptación de un enunciado que alude al consumo de un producto, los mecanismos publicitarios ponen el ¨acento¨, en otro elemento que es que atrapa la actitud positiva del auditorio.

Con la idea de movilizar sentimientos del público a favor o en contra de una medida determinada el propagandista evitará el laborioso proceso de reunir y presentar pruebas y argumentos racionales y concurrirá a los métodos más breves del argumentum ad populum.

El demagogo publicitario, intentará validar o difamar sin ninguna justificación lógica. Los anunciadores ¨hechizan¨ sus productos y nos venden ilusiones de grandeza junto con productos,

Ejemplo: En casi toda venta de automóviles, se acompaña con hermosas jóvenes, para capturar la atención del consumidor, pero no a través del producto directamente.

Muchas veces se nos dice que una marca o producto es mejor que otras solo por que es la mas vendida. Aunque una cierta creencia es verdadera, una venta masiva del producto no justifica lógicamente la mejoría.

4) Falacia de Accidente

La falacia de accidente consiste en aplicar una regla general a un caso en particular cuyas circunstancias ¨accidentales¨ hacen inaplicable la regla. Lo que es verdad ¨en general¨ o en muchos casos, puede no serlo universalmente, porque las circunstancias modifican los casos, relativisandolos.

Ejemplo: Si una persona, en sano juicio, nos entregara un objeto dañino, con animo de tenencia temporal, y este cae en una demencia, uno ¿Debería seguir la regla general del deber de pagar las deudas?

5) Falacia de Accidente inverso (generalización apresurada)

Cuando se generaliza a partir de excepciones o apresuradamente una regla, que se adecua a pocos casos particulares, se comete la falacia de accidente inverso.

Ejemplo: Si se considera el efecto del alcohol sólo sobre los que abusan de él, podría concluirse que todos los licores son dañinos y requerir que su venta y consumo sea prohibido por la ley.

6) Non causa por causa

Non causa por causa: Se refiere a la confusión existente entre lo que no es causa con una causa*. Es decir, ¨No es causa pero se lo trata como una causa¨

Por ende, se podrá decir, que la falacia non causa pro causa consiste en tomar por condición suficiente de un acontecimiento, algo que no lo es.

Ejemplo: Una ejemplificación burda pero clara, sería si se afirmara que ¨el sol sale porque el canto del gallo¨.

7) La pregunta compleja

Cuando se comete la falacia de la pregunta compleja se está requiriendo A) una única respuesta, a un interrogante con varias preguntas, o B) una única respuesta a un interrogante que contiene una presuposición.

Ejemplo:

4 Forma A) Si la madre le pregunta a su hijo, si quiere portarse bien e ir a acostarse; claramente se trata de dos preguntas y una de ellas no presupone una particular respuesta a otra. Deben darse ambas preguntas una única respuesta.

Otro ejemplo seria la pregunta: ¿Podría Dios todopoderoso, crear una piedra tan pesada que ni él podría levantar?

4 Forma B) Si se preguntara: ¿Ocultó usted en su escritorio la joya que sustrajo? Este interrogante contiene una presuposición que se ha contestado afirmativamente a la pregunta: ¿Sustrajo usted la joya?

El procedimiento inteligente es tratar la pregunta compleja no como si fuera simple, sino analizarla en sus partes componentes.

8) Ignoratio elenchi

La falacia Ignoratio elenchi se comete cuando un razonamiento que se supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión diferente.

Ejemplo: Si en un juicio, el fiscal trata de probar la culpabilidad del acusado de asesinato de un niño, pero no a través de pruebas, sino tratando de explicar lo horrible de la muerte de un hijo. De esta manera se tratara de despertar un estado emocional en el jurado, para que se lo culpe por el horror del crimen, y no por si es realmente culpable.

4. Falacias de ambiguedad

La característica común de las falacias de ambigüedad es que aparecen en razonamientos cuya formación contiene palabras o frases, cuyos significados oscilan y cambian de manera más o menos sutil en el curso del razonamiento.

Se clasifican, según la manera que se presente la ambigüedad, en:

1) Falacia de equivoco

Un razonamiento es falaz por equívoco cuando, si darnos cuenta, se usa dentro del mismo contexto, una misma palabra, con diferentes significados literales.

Ejemplo: ¨El fin de una cosa es su perfección, la muerte es el fin de la vida; por lo tanto la muerte es la perfección de la vida¨ Este razonamiento es falaz, porque en él se hallan dos sentidos diferentes de la palabra fin. En uno se toma como objetivo y en otro como último suceso.

2) Falacia de anfibología

Un enunciado es anfibológico cuando su significado es confuso debido a la manera descuidada, torpe o incorrecta en que sus palabras están combinadas. Un enunciado anfibológico puede ser verdadero en una interpretación y falso en otra.

Ejemplo: Si del enunciado ¨Prohibido casarse a los hombres y mujeres menores de 14 años¨ , se extrae como conclusión que sólo pueden casarse mujeres de más de 14 años, cometemos falacias de anfibología, porque estaríamos interpretando el anunciado como una prohibición de casarse que se aplica a todos los hombres, cualquiera sea su edad y a las mujeres menos de 14 años.

Los títulos de los periódicos, muchas veces presentan anfibologías: ¨Un granjero se saltó la tapa de los sesos después de despedirse afectuosamente de su familia con un revólver¨.

5. Conclusión

Es natural que nos preguntemos como tales argumentos pueden engañarnos. Ante esto se podrían citar dos respuestas: A) No siempre es obvio que una determinada argumentación constituye una falacia, ya que una larga discusión, podría fácilmente, llevarnos a la fatiga y perjudicar nuestra atención, pasando por inadvertidas la poca atinencia de la conclusión con respecto a las premisas. B) Y segundo, y más importante, que el lenguaje no solo sirve para comunicar información, sino que puede despertar grandes emociones.

No hay un procedimiento específico que no permita evitar las falacias. Por tratarse de razonamientos de carácter persuasivo, las formas, o mejor dicho, las grande formas que pueden adoptar son muy sutiles.

Creo yo, como ha dicho el maestro Aristóteles, que todo aquel que tenga que argüir, debe conocer estos razonamientos viciosos, carentes de articulación lógica ; pero no para utilizarlos, y enfermar así el lenguaje ; sino para estar prevenidos contra ellos cuando sea probable su utilización por el adversario.

6. Bibliografía

Gómez Astrid y Brueva Maria: ¨Análisis del Lenguaje Jurídico¨, Págs. 155-181, ED. de Belgrano. Bs. As., 1982.

Dra. Lubertino Maria: Apuntes para el primer parcial. ED. Empresa Centro. Bs. As., 1999.

Jiménez Felipe: Lecciones sobre las falacias lógicas. Notas del IES (Institute for the international Education of Students), U.S.A., 1999.

Trabajo enviado por:
Lovrencic Germán T.
germantl@yahoo.com
Cátedra a cargo: Dr. García Zarate
Año: 1ro
Comisión: E

Fuentes de la moralidad Siguiendo el Catecismo de la Iglesia Católica

Fuentes de la moralidad

Siguiendo el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 1750-1756) y la Enclíclica Veritatis Splendor nn. 76-78.

    Las fuentes o elementos constitutivos de la moralidad de los actos humanos son:

    – El objeto elegido

    – El fin que se busca o la intención

    – Las circunstancias de la acción

    El objeto elegido es un bien hacia el cual tiende deliberadamente la voluntad. Especifica moralmente el acto del querer, según que la razón lo reconozca y lo juzgue conforme o no conforme al bien verdadero.

    El objeto del obrar no es una cosa, sino una acción finalizada, el significado objetivo del obrar (por ejemplo: el objeto de robar un caballo no es el caballo, sino el acto de robarlo). Por eso dos actos idénticos físicamente, exteriormente indistinguibles, pueden pertenecer a especies morales diferentes. Como puede ser el caso de una mujer que ha de tomar la píldora por motivos médicos no anticonceptivos. Su acción exterior es idéntica a la que la toma sólo para hacer infecundos los actos conyugales, pero es una acción moral distinta. La diferencia tiene que ver con un dato objetivo, el significado objetivo del acto, que no viene captado por el plano físico exterior, sino por la razón práctica a partir de la persona que actúa. (Un ejemplo clásico es la legítima defensa. En el caso en que mato defendiéndome, el objeto de mi elección no es el matar al otro, sino la protección de mi vida con medios proporcionados.)

    Buscando precisar aún más en qué consiste el objeto, es importante detenerse en la diferencia que hay entre el significado verdadero, iluminado por la Veritatis splendor y el Catecismo de la Iglesia Católica, y lo que se propone erróneamente desde la teoría de la acción:

    El objeto de un acto de alcance moral está constituido propiamente, no por el contenido puramente físico del acto, como señalábamos. El objeto moral, es decir, el objeto sobre el que se apoya la razón práctica, no es jamás simplemente el objeto material (físico) del acto, sino este acto mismo en cuanto que está sometido al imperio de la voluntad y, en consecuencia, en cuanto que es realizado por la persona en un contexto humano. No es, pues, la naturaleza física objetiva de un acto la que, por sí misma, determina su alcance moral; es más bien la relación del acto con la voluntad lo que resulta decisivo. Acá se distinguen las diferentes perspectivas:

    -Comprender la acción como un hacer: suceso físico que provoca efectos exteriores al hombre. (teoría de la acción). El aspecto físico del acto viene determinado por la observación exterior de lo que sucede.

    -Comprender la acción como un obrar, no como algo que sucede fuera de mí, sino como la elección que hago. Las elecciones tienen también un carácter inmanente: cuando obro, elijo algo perteneciente a mí mismo. El obrar produce un efecto sobre el que lo escoge al realizar una acción determinada. Por ejemplo: cuando miento elijo ser un mentiroso. El aspecto moral del acto es el acto visto desde el interior del sujeto.

    Desde esta distinción previa, se puede reafirmar que la moralidad del acto humano depende sobre todo y fundamentalmente del objeto elegido racionalmente por la voluntad deliberada. Así pues, para poder aprehender el objeto de un acto, que lo especifica moralmente, hay que situarse en la perspectiva de la persona que actúa. En efecto, el objeto del acto del querer es un comportamiento elegido libremente. Y en cuanto es conforme con el orden de la razón, es causa de la bondad de la voluntad, nos perfecciona moralmente y nos dispone a reconocer nuestro fin último en el bien perfecto, el amor originario. Así pues, no se puede tomar como objeto de un determinado acto moral, un proceso o un evento de orden físico solamente, que se valora en cuanto origina un determinado estado de cosas en el mundo externo. El objeto es el fin próximo de una elección deliberada que determina el acto del querer de la persona que actúa. En este sentido, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, hay comportamientos concretos cuya elección es siempre errada porque ésta comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral.

    La intención se sitúa del lado del sujeto que actúa. Es un movimiento de la voluntad hacia un fin, fin que designa el objeto buscado en la acción, que apunta al bien esperado de la acción emprendida.

    La intención es el fin que la persona tiene presente, cualquiera que sea el resultado efectivo de la acción. Desde el punto de vista de la moral, no es necesario que se alcance el fin propuesto para que el acto sea calificado moralmente por éste; la intención, incluso no realizada, es por sí sola un factor de moralidad.

    La intención no se limita a la dirección de cada una de nuestras acciones tomadas aisladamente, sino que puede también ordenar viarias acciones hacia un mismo objetivo; puede orientar toda la vida hacia el fin último. Por ejemplo, un servicio que se hace a alguien tiene por fin ayudar al prójimo, pero puede estar inspirado al mismo tiempo por el amor de Dios como fin último de todas nuestras acciones. Por otra parte, la acción del servicio puede estar también inspirada por la intención de obtener un favor o satisfacer la vanidad.

    Una intención buena (por ej: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado (como la mentira). Por el contrario, una intención mala sobreañadida (como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de suyo, puede ser bueno (como la limosna). O sea: un fin malo basta para corromper un acto que, considerado en su solo aspecto exterior, sería aceptable (como orar y ayunar para ser visto por los hombres).

    Las circunstancias, comprendidas en ellas las consecuencias, son los elementos secundarios de un acto moral. Contribuyen a agravar o disminuir la bondad o malicia moral de los actos (por ejemplo: cantidad de dinero robado). Pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra (como actuar por miedo a la muerte). Las circunstancias no pueden modificar la calidad moral de los actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala.

    Es erróneo juzgar la moralidad de los actos humanos considerando solo la intención que los inspira o las circunstancias (ambiente, presión social, coacción o necesidad de obrar, etc.) que son su marco. Hay actos que en sí y por sí mismos son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo: la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio.

    Las circunstancias o intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección.

    Los objetos del acto humano que contradicen radicalmente el bien de la persona han sido denominados en la tradición moral de la Iglesia “intrínsecamente malos”: lo son siempre y por sí mismos, es decir por su objeto, independientemente de las ulteriores intenciones de quien actúa y de las circunstancias. Hay comportamientos concretos (como la fornicación) que siempre es un error elegirlos, porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral.

    Por eso, las circunstancias o intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección.

    El bien procede de la integridad de las condiciones, es por la causa entera (bonum ex integra causa), mientras que el mal resulta de la falta de una sola de ellas. Es decir, que para que un acto sea bueno es necesario que concurran todos los factores de la moralidad, a saber, la bondad del objeto, la rectitud de la intención y la conveniencia de las circunstancias. Para que un acto sea malo basta o bien que su contenido objetivo sea reprensible o bien que el fin que se persigue a través de éste no sea honesto, o también que las circunstancias no sean del todo apropiadas.

    Sucede frecuentemente -afirma Santo Tomás de Aquino- que el hombre actúe con buena intención, pero sin provecho espiritual porque le falta la buena voluntad. Por ejemplo, si una persona roba para ayudar a los pobres, si bien la intención es buena, falta la rectitud de la voluntad porque las obras son malas.

    Concluimos que la buena intención no autoriza a hacer ninguna obra mala. El fin no justifica los medios. Un fin subjetivo, aunque sea bueno, no justifica el uso de medios intrínsecamente malos para conseguirlo. No está permitido hacer el mal para obtener un bien. Así, por ejemplo, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio legítimo para salvar al pueblo.

    Y la razón por la que no basta la buena intención, sino que es necesaria también la recta elección de las obras, reside en el hecho de que el acto humano depende de su objeto, o sea de si éste es o no es ordenable a Dios, a Aquel que “sólo es el Bueno”, y así realiza la perfección de la persona. Por tanto, el acto es bueno si su objeto es conforme con el bien de la persona en el respeto de los bienes moralmente relevantes para ella. Si el objeto de la acción concreta no está en sintonía con el verdadero bien de la persona, la elección de tal acción hace moralmente mala a nuestra voluntad y a nosotros mismos y, por consiguiente, nos pone en contradicción con nuestro fin último, el bien supremo, es decir, Dios mismo.

    http://www.monografias.com/trabajos14/moralidad/moralidad.shtml

La concepción estoica de la buena vida

    La concepción estoica de la buena vida
    María Gracia Núñez

    1) El hegemonikon y la posibilidad de una ética universal

    Nada se opone a que una gota de vino
    se mezcle con el mar.
    Crisipo

    Coincidente históricamente con la disolución de la polis griega, el estoicismo da cuenta del desvanecimiento de la idea restringida de los conceptos de patria y de ciudad en sentido platónico o aristotélico. En este contexto, la política adquiere un sentido más universal, la fraternidad, la condena a la esclavitud y el cosmopolitismo proceden del concepto universal de la ley natural estoica. La búsqueda de una ética universal ilustrada en la noción del sabio estoico permite considerar que en el corpus filosófico estoico hay preceptos relativos al deber hablar en relación a una comunidad sociocultural.

    El presente trabajo pretende una aproximación al modelo estoico respecto a la concepción de la buena vida, considerando que en los textos de los primeros estoicos aparece el intento de describir y estructurar racionalmente una serie de doctrinas susceptibles de ser analizadas a la luz de su manifestación en teorías, símbolos y metáforas.Ç

    En el universo estoico reina un orden perfecto y determinado por la razón; el hombre, siendo una mínima parte, es al mismo tiempo un mundo en pequeño que debe ajustar su conducta al orden universal, sometiéndose voluntariamente a la finalidad que impulsa a todos los seres. El orden particular es una parte del orden universal, el bien particular de cada ser está integrado dentro del bien total del universo.

    Los estoicos establecen como prioridad la educación del hombre. Mediante ésta el individuo será superior a cualquier afecto externo. Plutarco afirma que un estoico trata de hacerlo todo, no para alcanzar el fin, sino por hacer lo que depende de él para alcanzarlo.
    En este trabajo se considerará el tema de la virtud y sus implicancias teóricas en el contexto de la doctrina estoica de la buena vida tal como aparece en los escritos de Zenón de Citio (335-263 AC) y Crisipo de Solos (— 208 AC). En primer término debe destacarse que la virtud, en esta filosofía, no tiene por objetivo la consecución de algo, sino la acción en sí misma. La felicidad consiste en la práctica de la virtud, esencialmente en la sabiduría. Ésta ajusta la vida del sujeto al orden general del mundo y regula su actividad por la razón, es decir, la ley necesaria que preside el desarrollo cósmico. De este modo, el bien y la felicidad del hombre no son simples posibilidades teóricas, sino prácticas concretas. Para explicar el fin, los estoicos describen la felicidad o el bien supremo, porque el fin es coincidente con la vida virtuosa.

    La virtud no es innata; de acuerdo con Crisipo, puede transmitirse y presupone esfuerzo y ejercitación constantes, lo que conduce al sujeto a reemplazar sus creencias y actitudes. Así, la felicidad se presenta “cuando se ha hecho todo de acuerdo con el demonio que cada cual lleva dentro de sí, con la voluntad del gobernador del Todo”. (1930:159)
    El principio supremo de la virtud consiste en vivir conforme a la naturaleza, según Diógenes Laercio es Zenón el primero en postularlo en su tratado Sobre la naturaleza del hombre. De acuerdo a tal noción, el sujeto estoico vive en conformidad consigo mismo y con la razón.

    En el terreno de la filosofía estoica la idea de vivir conforme a la naturaleza se orienta en tres direcciones complementarias -física, lógica y ética- que en conjunto expresan la coherencia universal que se manifiesta en el orden del mundo, el lenguaje y la conducta. Juliá, Boeri y Corso sostienen: “Por cierto que Zenón de Citio y Cleates, posiblemente por ser los más antiguos, establecieron una distinción más simple de los temas, pero no obstante distinguieron también ellos las partes lógica y física (además de la ética).” (1998:25)

    Tal noción de unidad, de coherencia universal, tiene su correlato en el principio físico según el cual “todas las cosas se producen según el destino”. Crisipo define al destino como la razón (logos) del universo; o también: la razón de las cosas administradas en el mundo por la providencia; o incluso: la razón por la cual se han producido los acontecimientos pasados, se producen los acontecimientos presentes y se producirán los acontecimientos futuros.

    Marco Aurelio en sus Soliloquios agrupa en torno a la idea de vivir conforme a la naturaleza los siguientes principios: todo sucede según un plan previsto, el hombre mantiene una relación especial con la naturaleza ya que sólo él comparte su racionalidad, los bienes externos (los bienes naturales de Aristóteles) están desprovistos de valor y el hombre tiene conciencia de pertenencia respecto a su comunidad.

    La concepción de la buena vida para los sujetos racionales se expresa en la coherencia de un modo de vida llevado a cabo dentro de una sociedad, lo cual implica que la vida individual conlleva interacciones sociales y políticas. M. Frede afirma que el sabio estoico no alcanza la ecuanimidad despojándose de las preocupaciones humanas, sino más bien dándose cuenta qué deben ser estas preocupaciones y, por lo tanto, qué han de ser, a saber, los medios con los cuales la naturaleza mantiene su orden racional, natural. Las cosas lo conmueven, pero no de manera tal que ello perturbe el equilibrio de su juicio y lo lleve a darle importancia a cosas que no la tienen. (1993:117)

    La ética estoica se centra en el tema de la virtud, el desarrollo del carácter y su entrenamiento. Toda acción buena involucra bienes, pero lo bueno en sentido estricto es una acción perfectamente buena, un acto correcto, la virtud. La virtud alude a dos aspectos: uno teórico y otro práctico, así como también a lo que se hace, elige, mantiene. Si se actúa de modo selectivo, firme, distributivo y constante se será prudente, valiente, justo y temperante.

    Como la virtud consiste en vivir conforme a la naturaleza y a la razón, ajustando todas las acciones al orden universal, es deseable por sí misma, y no por motivos utilitarios, de esperanza o temor. Ligada a la felicidad y la conducta individual, la virtud se ajusta al orden del mundo. Si bien constituye una unidad indivisible, es inmutable, inalienable y desinteresada, no es innata, se adquiere y cultiva mediante el ejercicio continuo.

    Aristóteles distingue entre diversas virtudes mientras que los estoicos mantienen la unidad de ellas. De acuerdo a la razón práctica de Zenón las virtudes particulares son aplicaciones de la misma a distintos temas. Zenón admite diferentes virtudes -prudencia, valentía, moderación, justicia- pero cuando las describe expresa que son formas de la primera: ?Valentía es prudencia en cosas que requieren resistencia, moderación es prudencia en lo que hay que elegir (…) justicia es prudencia en las cosas que han de ser distribuidas. Porque la virtud es una sola pero en sus diversos estados en relación con los distintos objetos parece ser diferente de acuerdo con sus actividades?. (1998:36-37).
    Según Crisipo, la virtud es una disposición coherente y una fuerza de la parte directiva del alma, que tiene origen en la razón; es un bien que conduce a la vida recta y también es idéntica al pensamiento y a la felicidad. El mencionado autor se refiere a cuatro virtudes cardinales: razón práctica -el saber de lo que se debe o no hacer-, la fortaleza -el saber de lo que se debe o no temer-, la templanza -el saber de lo que hay que elegir- y la justicia -el saber que da a cada uno lo suyo-. (1930:189). Juliá y otros (1998) afirman: A partir del testimonio de Estobeo queda claro que para los estoicos (1) el alma y el pensamiento (diánoia) son cuerpos, (2) el alma es un ser vivo por tener senso-percepción (aíthesis) y (3), lo que es más importante desde el punto de vista de la teoría ética estoica, la virtud es idéntica en sustancia al pensamiento, pues es la parte conductora del alma en un cierto estado. (1998:40-41)

    Plutarco define a la virtud como una disposición del alma coherente consigo misma respecto a la universalidad de la vida. Esto se explica considerando que si bien la virtud adopta diversas formas, cada una de ellas alude a un conocimiento respecto a determinado modo de actuar. El alma humana tiene como parte principal el hegemonikon, un principio rector que regula la conducta práctica y establece un orden riguroso para cada individuo.

    El conocimiento es una aprehensión segura e inmodificable por la razón. Así como existe una de identidad entre lo bueno y lo bello, la sabiduría perfecta es la del logos o razón, eterna y subsistente y toda razón particular participa en la razón universal.
    Según la doctrina estoica, el hombre que ha alcanzado la sabiduría está libre de afectos. El alma humana se constituye sólo por la razón y las emociones son “movimientos, inclinaciones o sustracciones de la razón” (1993:101).

    Por otra parte, los estoicos consideran que existen emociones racionales e irracionales. Estas últimas son los afectos del alma que la tradición platónico-aristotélica conceptualiza como movimientos de una parte irracional del alma. Para el estoicismo, en cambio, los afectos del alma son movimientos voluntarios aunque irracionales de la razón; tienen su origen en la razón; son juicios, movimientos y partes constituyentes de la misma. Las impresiones de los sujetos están dadas por la razón de modo que tienen carácter proposicional. Frede afirma: “Siempre son impresiones respecto a que algo ocurre o no ocurre”. (1993:110). Al repecto Juliá et alia sostienen que Crisipo rechaza en forma explícita la división tripartita del alma y niega, en consecuencia, que exista algo semejante a una parte irracional de la misma, ya que lo que así llaman los platónicos y aristotélicos es idéntico a la parte racional. Las pasiones son explicadas, entonces, como estados, del principio rector.

    Los estoicos también son autores de la paradójica tesis filosófica (muy cuestionada desde la antigüedad), según la cual las pasiones son juicios (kríseis), opiniones o creencias (dóxai). Que las pasiones son juicios o creencias significa que no hay ningún impulso humano que no esté conectado de alguna manera con una actividad intelectual o con algún tipo de elemento cognitivo. Las creencias sobre las que se basan las pasiones deben incluir nuestras creencias evaluativas, nuestras creencias acerca de lo que es bueno o malo. Pero las pasiones no son cualquier tipo de juicio u opinión sino sólo juicios defectuosos o malos. No todo juicio, en efecto, es una pasión sino sólo el que pone en movimiento un impulso excesivo o violento. (1998:58).

    Si la razón en su estado natural y completo se caracteriza por la sabiduría, mediante ella el sujeto será capaz de inclinarse naturalmente hacia lo que reconoció como el bien. Tal reconocimiento proporciona al mismo tiempo razón suficiente y causa para la acción. (1993:108). En sí, todo bien es conveniente, vinculante, ventajoso, servicial, útil, bello, beneficioso, elegible y justo. El perfecto bien es bello porque posee todas las cualidades requeridas por la naturaleza o porque es perfectamente proporcionado. Como lo afirma P. Barth: ?Puesto que… felicidad y actividad virtuosa constituyen una ecuación, puede indicarse indistintamente la felicidad o la virtud como fin de la vida. Libertad frente a los afectos y a las cosas externas es la denominación negativa del fin moral; eudemonia, la positiva. /…/ La felicidad según los estoicos, se halla ligada inseparablemente a la virtud?. (1930:160)

    Todos los movimientos del alma son movimientos de la razón -opiniones, juicios- incluso los afectos irracionales que, debido a su extremada irracionalidad no parecen tener su origen en la razón, deben entenderse como movimientos de la propia razón. A cada afecto corresponde un cambio perceptible en el estado del individuo; Crisipo se refiere a determinados cambios que ocurren en la región del corazón cuando estamos tristes, y de los cuales nos percatamos sintiendo cierto tipo de dolor.

    Una acción virtuosa presupone el dominio de todas las virtudes. Este concepto constituye la tesis de la “implicación recíproca” de las virtudes: si un sujeto tiene una virtud tiene al mismo todas las demás porque -como lo sostiene Crisipo en el primer tratado Sobre las virtudes- sus principios teóricos son comunes. A propósito de esta tesis estoica V. Goldschmidt sostiene: ?El sistema de la verdad, el encadenamiento recípoco de las virtudes seguiría siendo abstracto e ineficaz, sin las ocasiones que les aporta continuamente la vida cotidiana para que tales virtudes se prueben o se confirmen en tal juicio verdadero, en tal acto de virtud, fragmentos que actualizan y expresan, en cada momento, el sistema entero?. (1997:294)

    Para orientar la actividad moral, los estoicos afirman que existen normas estables de conducta. La norma aristotélica de las acciones es subjetiva y proporcional, para los estoicos, en cambio, se basa en la relación objetiva de las acciones humanas con el principio racional que ejercen la naturaleza y el orden cósmico universal. La racionalidad humana se ajusta a la racionalidad universal de modo tal que naturaleza y razón coinciden; los estoicos identifican el vivir conforme al orden y la armonía de los actos con el vivir conforme a la naturaleza. Crisipo plantea que por naturaleza debe entenderse la universal y la propia; tal conformidad y coincidencia entre la armonía de la naturaleza individual con la universal contituye el fin moral. Crisipo afirma: “A uno y lo mismo llamamos Zeus, común naturaleza de todo, destino y necesidad; y es también la justicia y el derecho, la unidad y la paz”. (Armin, II 315, 8).

    “Vivir en coherencia” significa vivir en conformidad con una razón única y armónica; la razón de cada individuo debe adecuarse a la Razón universal, la cual se instaura como parámetro supremo de la acción humana. Crisipo sostiene que el sabio en nada es menos feliz que Zeus porque lo bueno en sentido estricto es una acción perfecta, un acto correcto.

    Zenón exhorta a los individuos a participar en las actividades del Estado; una sentencia estoica citada por Cicerón afirma: “Nunca el sabio es hombre privado.” (1930:168). El deber de hacer el bien a todos los hombres porque todos son parientes entre si y están destinados a vivir en estrecha comunidad es una idea central en el pensamiento de Crisipo. Barth describe tal interrelación entre las esferas pública y privada en los siguientes términos: ?De la simpatía de todas las partes del universo se sigue que el hombre es miembro de un gran Estado, que consta de los seres racionales, de los dioses y los hombres; pero que asimismo es también miembro del Estado en sentido estricto, el cual es una pequeña imitación del Estado total, esto es, del mundo, y se comporta con relación a éste como una casa de la ciudad con relación a la ciudad entera. (1930:167)
    En resumen, la doctrina sobre los deberes se refiere esencialmente a los actos. Para los estoicos el deber es “lo que necesariamente resulta en la vida, lo que cuando ha sucedido encuentra una justificación bien fundada”. (1930:162) En este sentido, un acto debido es una acción apropiada conforme a las condiciones de la naturaleza y, posteriormente, susceptible de ser justificada.

2) ¿La ética universal supone un principio rector?

Entre las “partes del alma” Crisipo distingue la facultad del habla y el principio rector (hegemonikón) que tiene que ver con la razón práctica, el asentimiento, la representación, y el impulso. (1998:57) Si aceptamos que la razón y el impulso son partes de la misma facultad, puede reconocerse -en los escritos de los primeros estoicos- una teoría del lenguaje susceptible de ser valorada en términos pragmáticos. Esto significaría una consideración del lenguaje como vehículo para comunicar representaciones y actitudes volitivas. Asimismo, tales facultades modulan la relación que existe entre los ámbitos -público y privado- en los cuales el sabio se desempeña.

En el contexto estoico, la universalidad está sostenida por el equilibrio entre el logos y la naturaleza, lo que se manifiesta en la acción práctica. El sabio, mediante la facultad del habla, adquiere, produce y comunica determinados principios éticos con los que se conduce en la sociedad en la que vive.

Por otra parte, tanto la relación entre la virtud definida como una disposición del alma coherente consigo misma, como el imperativo de participación social y política, suponen una capacidad de asentimiento expresada mediante una facultad del habla que representa una ética racional y a la vez universal. Anteriormente se ha mencionado que la concepción estoica de la naturaleza supone una visión potencialmente integradora de lo espiritual y lo material, de lo individual y lo social, una integración que se vuelve claramente explícita en la noción del sabio estoico.

La recepción realizada por Cicerón del estoicismo confirma el asentimiento de la doctrina estoica a ciertas ideas centradas en la capacidad representacional del lenguaje. En este sentido, el asentimiento que el sabio expresa respecto a sus impulsos y a su razón se corresponde con un orden racional, institucional y universal. La ética con sus preceptos asegura un orden social destinado a regular el comportamiento. Entre sus preceptos se encuentra el que refiere a tomar conciencia de desde dónde se habla y cómo se hace.
A grandes rasgos y sin ánimo de establecer una relación de correspondencia en este punto entre el enfoque estoico y el planteo de O. Guariglia (1996). El autor afirma que existen debilidades subyacentes al enfoque dialógico y su formalización. Si bien Searle establece normas regulativas y constitutivas que son asociadas a hechos institucionales, la relación entre el sujeto y su intención comunicativa como accionar ético no constituye objeto de interés. Searle apela, en cambio, a la intuición y a la competencia pragmática del individuo. (1985:15).

Las máximas de Grice son más bien prescriptivas y normativas que descriptivas de la conversación como hecho social; aspiran a un ideal de comunicación sin distorsión que procura mejorar la transparencia del mensaje en la comunicación dialógica. Las recomendaciones “sea claro”, “sea breve”, “no diga aquello de lo que no tenga pruebas”, “haga su contribución tan informativa como sea necesario”, “haga que su contribución sea verdadera”, etc., sugieren que la comunicación cotidiana -el nivel empírico en que se dan las implicaturas pragmáticas- debería alcanzar el nivel de la implicación semántica regulada estilísticamente por categorías y máximas de la conversación.

O. Guariglia en Moralidad, ética universalista y sujeto moral, afirma los criterios que los universales basados en esquemas dialógicos no pueden ser meramente formalizaciones porque la noción de persona y conciencia moral se relaciona con principios sustantivos “cuyos contenidos provendrán en última instancia del mundo de la vida, cultural, histórico, social, etc.” (1996:157) De este modo, el autor se refiere a principios que permiten la articulación de una ética argumentativa universal. De acuerdo a esto los principios funcionan como base sustantiva a la hora de concertar una argumentación ética con posibilidades de ayudar a resolver el conflicto dialógico entre diversos agentes. Tales principios garantizan a cada miembro de la sociedad un rasgo de dignidad en relación a la capacidad específica de comunicarse y actuar normativamente (1996:170). Se trata de un conjunto de normas aceptadas y respetadas por los interlocutores que se involucran en el diálogo al interior de una sociedad o institución. Los principios a tener en cuenta son:

I) Ningún miembro de la sociedad interferirá nunca las acciones de otro miembro usando de la violencia en cualquier grado ni pretenderá mediante la aplicación de coacciones un asentimiento forzado para la satisfacción de sus propios fines.

II) Todo miembro de la sociedad tendrá siempre iguales prerrogativas que cualquier otro miembro de ella. Cualquier desigualdad entre ellos no podrá fundarse en la mera diferencia numérica de los individuos.(1996:163)

Es notoria la relación que se establece entre el comportamiento público y comportamiento privado. Prueba de esto es la aceptación por parte del individuo de determinadas normas que se expresan en la coherencia de un modo de vida simultáneamente particular y universal, de modo que, ninguna vida individual puede alejarse de las interacciones sociales y políticas. Puede recordarse que los estoicos afirmaban: “nunca el sabio es hombre privado.”

La interacción de las esferas pública/privada surge de la autoconsciencia del hombre de ser miembro de una especie racional-particular y tambien de una especie racional-universal. Los deberes están relacionados con la acción -lo que Zenón denominaba el acto debido-, una acción conforme a la naturaleza y luego susceptible de ser justificada.
En opinión de Guariglia el tercer pricipio o principio de autonomía “cumple una función imprescindible en la resolución argumentativa de conflictos interpersonales en los cuales los criterios formalistas nos dejan desamparados”. (1996:171)

III) A fin de garantizar la defensa de los derechos que a cada miembro de la sociedad le confieren los principios de la libertad negativa (I) y de la igualdad (II), todo miembro de la sociedad deberá tener iguales posibilidades para alcanzar una capacidad madura que le permira hacer uso de sus derechos y articular argumentativamente sus demandas. (1996:171)

Este principio hace explícito que si bien el concepto de “persona” se aplica en principio a todo miembro de una comunidad con capacidad de comunicar sus creencias normativas, esta suposición universaliza una libertad a priori y a su vez comprende diversas competencias al momento de expresar las opiniones en una interacción deliberativa regida por estrategias normativas concretas.

El sabio estoico como agente moral debe reconocer la relación entre universales normativos y prácticos realizables, para luego poder generalizar su perspectiva desde una comportamiento ético reconocible para otros si es que desea “persuadir” acerca de la eficacia de su práctica y enseñar a los demás la virtud de la misma respecto a la consecución de una vida mejor.

El análisis de Guariglia acerca de la gramática intrínseca de los actos expresivos del hablante cuando dice “yo debo fr” vincula al agente como persona moral con otro agente que se encuentra en relación dialógica respecto al primero. La actitud moral en primera persona del sujeto se encuentra en relación con “un sistema impersonal y universal de principios y reglas”. Si bien la capacidad de deliberación y resolución pragmática está implícita en los actos de habla de Searle, debería superarse la idea de una mera interacción de un sujeto comunicador. Guariglia relaciona con eficacia el nivel locucionario e ilocucionario con la actitud ética que debe suponer toda actividad deliberativa sea bajo las nociones de responsabilidad, racionalidad, prudencia o evaluación de la competencia argumentativa de otro(s) agentes.

Por otra parte, Guariglia ofrece una interesante argumentación que aclara la situación de los comunitarismos e indirectamente se refiere a los efectos relativizantes de teorías anti-universales. El sujeto moral excesivamente particularizado en base a sus máximas e indiscernibles diferencias expresa la subjetividad irracional contra toda racionalidad como si la de-construcción de la razón en el discurso habilitara a rechazar toda forma empírica, institucional y razonable de razón argumentativa que a su vez pueda dar cuenta de tantas diferencias que reclaman derechos individuales que a su vez se “corporativizan” en conjuntos o clases de diferencias.

BIBLIOGRAFÍA
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FREDE, Michael, La doctrina estoica de los afectos del alma, en Schofield, M. y Striker, G. Las normas de la naturaleza. Estudios de ética helenística, Manantial, Buenos Aires, 1993.
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HARE, R. M., The language of morals, Oxford University Press, New York, 1964.
JULIÁ V., BOERI, M. y CORSO, L., Las exposiciones antiguas de ética estoica, (Apéndice: Pablo Caballero), Eudeba, Buenos Aires, 1998.
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RICOEUR, P., Historia y narratividad, Paidós, Barcelona, 1999.
SEARLE, John, Speech Acts, Cambridge, New York, 1985.

La concepción estoica de la buena vida
María Gracia Núñez

Pequeña bibliografía de los filósofos más conocidos

Pequeña bibliografía de los filósofos más conocidos con algunas de sus principales obras filosóficas

(37 Filósofos por orden alfabético)

    Aristóteles: Física, Acerca del alma, Ética a Nicómano, Política y Metafísica

    Bacon, Francisco: De dignitate et augmentis scientarium, Novum organum

    Bergson, Henri:  Materia y memoria, La evolución creadora, Las dos fuentes de la moral y de la religión

    Berkeley: Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Tres dialogos entre Hilas y Filonus

    Descartes: Reglas para la dirección del espíritu, Meditaciones Metafísicas, Discurso del método, Principios de la Filosofía

    Dilthey: Introducción a las ciencias del espiritu, Ideas sobre una psicologia descriptiva y analítica, La juventud de Hegel, La estructura del mundo historico de las ciencias del espiritu

    Duns Escoto: Ordinatio, Reportata parisiensia

    Fichte: Ensayos de una crítica de toda revelación, Fundamentos de la doctrina de la ciencia, Fundamentos del derecho natural según los principios de la doctrina de la ciencia, Sistema de filosofía moral según los principios de la doctrina de la ciencia, Sobre el fundamento de nuestra fe en un gobierno divino del mundo, El destino del hombre, El estado comercial cerrado, Discurso a la nación alemana

    Freud, Sigmund: Estudios sobre la histeria, La interpretación de los sueños, Tres ensayos sobre la sexualidad, El yo y el ello, Tótem y tabú, El porvenir de una ilusión

    Guillermo de Ockham: Comentario a las sentencias, Summa totius logicae

    Hegel: Fe y saber, Fenomenología del espíritu, Ciencia de la logica, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Principios de la filosofia del derecho

    Heidegger: Ser y tiempo, Kant y el problema de la metafísica, Qué es la metafísica, Doctrina de Platón sobre la verdad, Carta sobre el humanismo, Sendas perdidas

    Hobbes, Thomas: De corpore, De homine, De cive, y el Leviatán

    Hume, David: Tratado acerca de la naturaleza humana, Investigacion sobre el entendimiento humano y su Inventigacion sobre los principios de la moral

    Husserl: Experiencia y juicio, la crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental

    Jaspers: Nietzsche, Origen y meta de la historia, La bomba atomica y el origen del hombre, Razon y existencia, La fe filosofica, Filosofia y mundo

    John Locke: Ensayo sobre el entendimiento humano, Dos tratados sobre el gobierno civil, La racionabilidad del cristianismo

    Kant: Critica de la razón pura, Critica de la razón práctica, Critica del juicio

    Kierkegaard: O lo uno o lo otro, Temor y temblor, El concepto de la angustia, La enfermedad mortal

    Leibniz: Discurso de metafísica, El sistema nuevo de la naturalezay de la comunicación de las sustancias, Monadología. Nuevos ensayos acerca del entendimiento humano, Ensayos de Teodicea

    Marcuse: Ontologia de Hegel y la fundamentacion de una teoría de la historicidad, Hegel y el origen de la teoría social, El hombre ultradimensional

    Marx y Engels: La ideologia alemana, La sagrada familia, Manifiesto del partido comunista
    Engels: AntiDuhbrig, El origen de la familia la propiedad privada y el estado, Feuerbach y el fin de la filosofia clasica alemana

    Miguel de Unamuno: Vida de Don Quijote y sancho, La agonía del cristianismo

    Nietzsche:  El nacimiento de la tragedia en el espiritu de la musica,  Consideraciones  intempenvistas, Humano demasiado humano, el Gay saber, Así hablo Zaratrusta, Más allá del bien y del mal, Genealogía de la moral

    Ortega y Gasset: Historia como sistema, Verdad y perspectiva, En torno a Galileo, La idea de principio en Leibniz, Qué es la filosofía, Unas lecciones de metafísica

    Pedro Abelardo: Lógica, Ingredientibus, Glosas a Porfirio, Theología Summi Boni, De Unitate et Trinitate Divina, Theologia Christiana.

    Platón: El Banquete, el Fedón, la República, el Parménides, el Teeteto y el Timeo

    Popper: La sociedad abierta y sus enemigos, La miseria del historicismo, La logica de la investigación científica, El desarrollo del conocimiento cientifico: Conjeturas y refutaciones

    Rousseau: Confesiones, El Discurso de las ciencias y de las artes, el contrato social, la nueva Heloisa, emilio

    Russell: Introduccion a la filosofía matemática, Nuestro conocimiento del mundo externo, El análisis de la mente, Acerca de la educación especialmente en la primera niñez, La educación y el orden social

    San Agustín: Contra Academicos, De genesi ad LItteram, La ciudad de Dios y Confesiones

    Sartre, Jean-Paul: La imaginación, La nausea, El ser y la nada, Ensayo de ontologia fenomenológica, La critica de la razon dialectica

    Schelling: Ideas para una filosofía de la naturaleza, Tratados sobre el alma del mundo, El primer bosquejo de un sistema de filosofía de la naturaleza, Filosofía y religión, y Sistema del idealismo trascendental.

    Séneca: Ensayos morales y Cartas Morales

    Spinoza: Reforma del entendimiento, Tratado teológico-político, Ética

    Tomás de Aquino: Del ente y la esencia, Suma teologica, Suma contra los gentiles

    Voltaire: cartas filosoficas, Metafisica de Newton, Diccionario filosofico manual, el filosofo ignorante, filosofia de la historia

   

El Método Científico

Pasos a seguir en el Método Científico

    Primero. Detectar la existencia de un problema, de un fenómeno de la Naturaleza para el cual queramos una explicación. Este puede ser por ejemplo, la caída de los cuerpos cuando se les suelta.

    Segundo. Realizar un análisis de cúales son los aspectos esenciales del problema para desechar aquéllos que no lo sean. El olor del objeto que cae, por ejemplo, no es esencial para el análisis del problema de su caída.

    Tercero. Reunir todos los datos posibles que incidan en el problema. Esto es, repitiendo el experimento bajo distintas circunstancias, ver si se modifican los resultados; en caso de que lo hagan, la circunstancia que se ha cambiado o añadido influye en el problema y será importante para su análisis. En el caso de un objeto que cae, por ejemplo, la superficie que ofrece el objeto al aire, influye.
    En la Antiguedad y en la Edad Media, este último paso equivalía simplemente a observar los sucesos atentamente tal y como acaecían; pero a principios de los tiempos modernos empezó a implantarse la costumbre de jugar con los propios sucesos, de modo que se sometiera el mismo suceso a circunstancias diferentes para ver así cómo se modificaba su comportamiento. Cabía plantear entonces debidamente una situación en la que los objetos se comportaran de una determinada manera y suministraran datos relevantes para el problema. Uno podía por ejemplo hacer rodar una esfera a lo largo de un plano inclinado y repetir la situación variando el tamaño de las esferas, la naturaleza de su superficie, la inclinación del plano, etc… y viendo cómo se modificaba la caída bajo estos cambios.
    Tales situaciones deliberadamente planteadas para interrogar a la Naturaleza son lo que llamamos “experimentos”.

    Cuarto. Reunidos todos los datos obtenidos de la modificación de las circunstancias relevantes y la observación del cambio en las respuestas bajo estos modificaciones, elabórese una generalización provisional que describa a todos estos datos (los resultados de los diversos experimentos), y que lo haga además, de la manera más simple posible, en forma de un enunciado breve o un a relación matemática.
    Lo que obtenemos es lo que llamamos una “hipótesis”: una explicación provisional de los resultados obtenidos de nuestros experimentos acerca de un problema determinado.

    Quinto. La hipótesis es ahora nuestro medio de predicción del comportamiento de futuros experimentos referentes al mismo tema.
    Podemos ahora plantear una nueva circunstancia que no se nos había ocurrido para el fenómeno que queremos estudiar y para comprobar la validez de la hipótesis, antes de montar un experimento con esa circunstancia y ver lo que pasa, deducimos el resultado directamente de nuestra hipótesis; luego vamos al experimento y vemos si obtenemos el mismo resultado. Repetimos esto varias veces para diferentes circunstancias. Si los resultados están de acuerdo con lo que hemos ido prediciendo, nuestra hipótesis es válida por el momento y en el ámbito que estamos tratando.

    Sexto. Con una interrogación constante en el ámbito tratado, si la hipótesis prevé cada vez el resultado que se observa, podemos elevar la hipótesis al status de “teoría” o incluso de “Ley de la Naturaleza”, siempre en el ámbito tratado.

    Séptimo. Pero las hipótesis han de estar continuamente sometidas a la experimentación para ver hasta dónde se puede llegar con ellas, cúales son sus límites de aplicación, a qué ámbitos llegan y en qué ámbitos no es válida su aplicación.
    Por ejemplo, en el área de la Física, las Leyes de la Mecánica de Newton son perfectamente válidas si nos mantenemos en el ámbito de la Física Clásica, esto es, en situaciones en las que los potenciales gravitatorios a los que están sometidos los objetos cuyo comportamiento estudiamos, nos sean muy intensos, y la velocidad de estos objetos sea muy pequeña comparada con la velocidad de la luz. Mientras nos mantengamos en este ámbito, Newton funciona: lo que predice, se encuentra.
    Sin embargo, a la que nos salimos de estos límites y empezamos a tratar situaciones en las que el campo gravitatorio involucrado sea intenso (por ejemplo, el movimiento de un cuerpo cerca de un agujero negro), o bien objetos cuya velocidad sea del orden o cercana a la de la luz (por ejemplo, si tratamos la luz misma), estamos fuera del ámbito de aplicación de Newton, y tenemos que formular otras hipótesis que serán aplicables a ese ámbito. En concreto, recurrimos a la Teoría de la Relatividad de Einstein.
    Eso no significa que las Leyes de Newton no sean correctas, sino solamente que no se las puede extrapolar de su ámbito de aplicación: son válidas en su ámbito. En el campo de la Física, la idea es ir buscando cada vez una teoría más general, esto es, que incluya el ámbito anterior y otro ámbito no tratado por la teoría anterior. Así, la Teoría de la Relatividad de Einstein, incluye la de Newton: en cierto límite matemático nos encontramos con la Teoría de Newton, de modo que la de Einstein es una teoría más global que la de Newton. Y se sigue en el deseo de una integración cada vez mayor: se busca la síntesis, alguna teoría global a partir de la cual se puedan tratar correctamente
    El método científico es la pauta general de trabajo de cualquier investigador. Sin embargo, a veces las ideas acerca de cómo resolver un problema de la Naturaleza aparecen de la forma más insospechada.
    todos los ámbitos de la física.

    Todo lo expuesto es una versión ‘ideal’ del método científico.
    En la práctica no es necesario que el científico pase por los distintos puntos de este método, por orden, uno a uno, como si fuese un ejercicio de caligrafía; y normalmente, de hecho, no lo hace.
    Más que nada juegan un papel importante para poder ver los comportamientos generales y saber formularlos, factores como la preparación, la capacidad de observación y de relación, la sagacidad y la intuición.

    Hagamos memoria
    La historia de la Ciencia está repleta de casos en los que un investigador da con una idea brillante basada en datos insuficientes y en poca o ninguna experimentación, llegando así a una verdad útil cuyo descubrimiento hubiese requerido años mediante la aplicación directa y estricta del método científico: F.A. Kekulé dió con la estructura del benceno mientras descabezaba un sueño en el autobús; Otto Loewi despertó en medio de la noche con la solución del problema de la conducción sináptica; Donald Gleiser concibió la idea de la cámara de burbujas mientras miraba su vaso de cerveza; Henri Becquerel, realizando un experimento con los Rayos X descubiertos tan sólo un año antes por Röentgen, observó que una placa fotográfica que había dejado casualmente dentro de un cajón oscuro y cerca de una fuente de sal de uranio, se había ennegracido, es decir, algo había actuado sobre ella produciendo ese ennegrecimiento.
    Para otra persona este hecho hubiera pasado desapercibido o no hubiera resultado interesante; sin embargo se requerían los años de trabajo de este hombre y su intuición para darse cuenta de que algo tenía que ver aquél ennegrecimiento con las sales de uranio. Tanto en este como en los otros descubrimientos mencionados, no es simplemente suerte: los elementos citados anteriormente juegan un papel decisivo.

    Podemos decir que el método científico es más bien un ‘leit motiv’, una idea básica que mueve cualquier aprendizaje en ciencia que se quiera aprehender: no imagino meramente y me doy a la especulación y la divagación, sino que ideo un método que me permita obtener resultados con los cuales montar algo concreto que me permita predecir esos y otros resultados, de manera que se pueda comprobar que estoy en la correcto o en lo incorrecto; estructuro un método objetivo, que pueda además ejecutar cualquier otra persona para que mis resultados puedan ser reproducidos por otra persona o mi posible error pueda estar contrastado. El método científico además es un proceso que requiere de muchos investigadores realicen lo mismo para obtener el mayor grado de conocimiento posible acerca de un problema de la Naturaleza.

El origen de la filosofía

El origen de la filosofía

El origen de la filosofía ha sido una cuestión controvertida a lo largo de la historia del pensamiento. Por lo general los filósofos griegos han considerado que la filosofía nace con Tales de Mileto allá por el siglo VII a. c., pero no se consideraba necesario explicar cómo se había producido ese surgimiento de una nueva forma de pensamiento. Sí parecía haber un común acuerdo en considerar la filosofía como la forma de pensamiento racional por excelencia, es decir, una forma de pensamiento que no recurre a la acción de elementos sobrenaturales para explicar la realidad y que rechaza el uso de una lógica ambivalente o contradictoria. Es a partir de la polémica que suscitan los filósofos alejandrinos durante el período helenístico cuando el origen de la filosofía comienza a convertirse en un problema. Y será a lo largo del siglo XX cuando se comiencen a encontrar respuestas explicativas de la aparición del fenómeno filosófico. Para nuestro objetivo nos bastará considerar las dos hipótesis más difundidas acerca del origen de la filosofía: aquella que sostiene el origen a partir de la filosofía oriental, y aquella que hace de la filosofía una creación original de los griegos, y que estudiaremos a continuación.

A) La hipótesis del origen oriental.

Los defensores de esta hipótesis mantienen que los griegos habrían copiado la filosofía oriental, por lo que la filosofía no podría considerarse una creación original del pueblo griego. Los primeros filósofos, sostiene esta hipótesis, habrían viajado a Egipto y Babilonia en donde habrían adquirido sus conocimientos matemáticos y astronómicos; lejos de ser los creadores de la filosofía habría sido unos meros transmisores del saber oriental que, en contacto con la civilización griega habría alcanzado un desarrollo superior al logrado en sus lugares de origen. Esta hipótesis la mantuvieron:
-Los filósofos alejandrinos. En polémica con las escuelas filosóficas griegas, y con el ánimo de desacreditarlas, los filósofos alejandrinos ponen en circulación la tesis del origen oriental de la filosofía.
-Los padres apologistas cristianos. Con intención polémica similar a la de los filósofos alejandrinos, los primeros padres apologistas del cristianismo, airean la hipótesis del origen oriental de la filosofía, hipótesis que posteriormente no será mantenida por la filosofía cristiana occidental.

La cuestión que se debate es si existe esa supuesta filosofía oriental. Si asimilamos la filosofía a un discurso racional entendido como la imposibilidad de recurrir a lo sobrenatural para explicar los fenómenos naturales, y al rechazo de la contradicción, resulta difícilmente sostenible la existencia de una filosofía oriental. La cuestión que se plantea, pues, es la de determinar si esa astronomía y esas matemáticas orientales eran o no eran filosofía. Los estudios sobre el tema parecen indicarnos que no, que la astronomía babilónica tendía a degenerar en astrología, es decir, en arte adivinatoria; y que las matemáticas egipcias, lejos de alcanzar el grado de abstracción necesario para considerarse ciencia, no superaron nunca el estadio de unas matemáticas o de un saber práctico, generado al amparo de las necesidades de medición de los terrenos luego de cada una de las inundaciones periódicas del Nilo.

¿Qué hace que sea en Grecia donde se desarrolle la filosofía y no en cualquier otra zona de oriente? ¿Cómo explicar que, en una civilización concreta, se genere una forma de pensamiento nueva, en contraposición con las anteriores formas de pensamiento? ¿Cuáles son sus características? ¿Y cuáles eran las características del pensamiento anterior? Tanto los orientales como los griegos disponían de una mitología y de unas creencias religiosas similares. Y la estructura explicativa de las mismas es también similar. Un mito es un relato acerca de los orígenes, una narración, no una solución a un problema; puede referirse al origen del mundo, o al origen de un objeto particular, o de una clase específica de animales, etc. Al mismo tiempo que narra, sitúa al hombre en la realidad, le asigna un papel, una función, un sentido, por lo que adquiere también una función social: hacer inteligible el orden social. La existencia de esta forma de pensamiento está atestiguada en todas las civilizaciones, y también, por supuesto, en la griega. De especial importancia para la comprensión de la aparición de la filosofía pueden ser los mitos de Hesíodo que encontramos especialmente en la teogonía. En todo caso, esas explicaciones míticas acerca del origen, comunes a todas las civilizaciones, poseen unas características también comunes que contrastan con las características del pensamiento filosófico: el recurso a entidades sobrenaturales para explicar ese origen, y el recurso a una lógica ambivalente, permitiendo que el mismo elemento o la misma entidad se comporte ya sea como un dios, ya sea como un elemento natural, estarían entre las más significativas. El rechazo de estas características, será propio de la filosofía. Y tal rechazo no parece producirse en la llamada filosofía oriental.

B) La hipótesis del origen griego.

Según esta hipótesis la filosofía sería una creación original del pueblo griego. Nos vamos a centrar en las explicaciones de historiadores del siglo XX, de las que destacamos

a)- La explicación de J. Burnet. Es la llamada tesis del “milagro griego”. Según esta hipótesis la filosofía habría aparecido en Grecia de una manera abrupta y radical como fruto de la genialidad del pueblo griego. Esta hipótesis prescinde de los elementos históricos, socioculturales y políticos, por lo que termina por no explicar nada, cayendo en un círculo vicioso: Los griegos crean la filosofía porque son geniales, y son geniales porque crean la filosofía. La mantiene en su obra “La Aurora de la filosofía griega”, (1915).

b)- La explicación de F. M. Cornford. Defiende la tesis del desarrollo del pensamiento filosófico a partir del pensamiento mítico y religioso. Según esta hipótesis la filosofía sería el resultado de la evolución de las formas primitivas del pensamiento mítico de la Grecia del siglo VII antes de Cristo. Para Cornford existe “una continuidad real entre la primera especulación racional y las representaciones religiosas que entrañaba” de tal modo que “las maneras de pensar que, en filosofía, logran definiciones claras y afirmaciones explícitas ya estaban implícitas en las irracionales intuiciones de lo mitológico”. En su obra “De la religión a la filosofía”, (1912), Cornford explica cómo la estructura de los mitos de Hesíodo en la “Teogonía” se mantiene en las teorías de los primeros filósofos, rechazando éstos solamente el recurso a lo sobrenatural y la aceptación de la contradicción. Destaca la influencia educativa de Homero y Hesíodo en la constitución y posterior desarrollo de la civilización griega, y analiza también cómo algunos de los conceptos que serán fundamentales posteriormente en la filosofía, [ moira (hado, destino), diké, (justicia), physis, (naturaleza), ley, dios, alma, etc.] proceden directamente del pensamiento mítico-religioso griego.

c)- La explicación de J. P. Vernant, en su obra “Mito y pensamiento en la Grecia antigua”, (1965), añade importantes elementos derivados del contexto sociocultural, político y económico de la época para explicar cómo este paso del mito a la racionalidad fue posible, y por qué se produjo en Grecia en lugar de en otra civilización de la época. La inexistencia de una casta sacerdotal, la figura del sabio, el predominio de la ciudad, la transmisión pública del saber, la libertad individual y el desarrollo de la escritura, hacen posible la puesta en entredicho de las explicaciones cosmológicas y su sustitución por una forma de pensamiento que no entrañe la creencia y la superstición propias de los pensamientos mítico y religioso.
La estructura del mito hesiódico (“Teogonía”) sirve de modelo según Vernant a toda la física Jonia, siguiendo a Cornford. En este mito, en efecto, la realidad se genera a partir de un estado inicial de indistinción, por segregación de parejas de contrarios que interactúan hasta acabar configurando toda la realidad conocida. Existen pues tres momentos fundamentales en el discurrir de la narración:
1) Se parte de un estado de indistinción del elemento originario.
2) De él brotan, por segregación, parejas de contrarios.
3) Conforme a un ciclo siempre renovado se produce una continua interacción de contrarios.

Ahora bien, esta misma estructura la encontramos en las explicaciones de los primeros filósofos jonios, pero en ellos ha tomado ya la forma de un problema: en la filosofía el mito esta racionalizado. El mito es animista, mágico, recurre a lo invisible como fundamento de lo visible, acepta lo sobrenatural y lo extraordinario. La cosmología de los primeros filósofos modifica su lenguaje y cambia de contenido: en lugar de narrar los acontecimientos sucesivos, define los primeros principios constitutivos del ser; en lugar de presentarnos una lucha de dioses nos ofrece un intercambio mecánico de procesos o fenómenos naturales. ¿Cuáles son las condiciones bajo las que se produce este cambio?

Para Vernant, el nacimiento de la filosofía es explicable aduciendo causas históricas y sociales. La inexistencia de una casta sacerdotal en Grecia, dadas las características especiales de la religión griega, elimina la posibilidad de instaurar un dogma religioso, así como la posibilidad de hacer de lo religioso un discurso cerrado, accesible sólo a los que pertenecen a la casta sacerdotal; no hay, pues, secretos que ocultar. El sabio, que es a la vez adivino, poeta, profeta, músico, médico, purificador, curandero, pero distinto del sacerdote o chamán de las religiones orientales, y que tiene el poder de ver y hacer ver lo invisible, divulga sus conocimientos: la enseñanza se opone aquí a la iniciación esotérica en una doctrina. Los conocimientos se divulgan, desembarazándose así de la figura del mago. La expansión de la ciudad, correlativamente al auge económico derivado del comercio fundamentalmente, supone el advenimiento del ciudadano, circunstancia paralela al nacimiento y desarrollo de la filosofía. La importancia del linaje deja paso a la prioridad de la polis, de la comunidad, lo que suele ir acompañado de una organización política que reclama la publicidad. El saber es trasladado a la plaza, en plena ágora, siendo objeto de un debate público donde la argumentación dialéctica terminará por predominar sobre la iluminación sobrenatural.

La filosofía, pues, si bien enraizada en el mito, parece ser una creación original del pueblo griego. Su rechazo de lo sobrenatural, de lo mágico, de la ambivalencia, son signos de una racionalidad que difícilmente podemos encontrar en otras formas de pensamiento anterior.

http://www.webdianoia.com/his_fil/origen.htm

MOISÉS Y LOS ORÍGENES DEL MONOTEÍSMO

MOISÉS Y LOS ORÍGENES DEL MONOTEÍSMO
Por: César García

    ¿Quién fue Moisés realmente?

    La Biblia lo presenta como un hebreo que, abandonado en las aguas del Nilo por su madre, fue recogido por la reina y criado como príncipe junto a su hermano Ramsés.
    Luego de matar a un egipcio en defensa de un hebreo esclavo, escapa de su país hacia el Sinaí, donde recibe la palabra de Dios, que le dice que libere a su pueblo del yugo de la esclavitud. Entonces Moisés vuelve a Egipto y le exige al faraón que libere a su pueblo.
    El faraón rehúsa mostrar una falta de poder y supremacía y rechaza la petición de Moisés.
    Esto provoca la ira divina, que arrasa con siete plagas a Egipto y permite así a Moisés liberar a su pueblo.
    Se produce entonces el famoso éxodo, en el que Moisés conduce a los hebreos a través del Mar Rojo abriendo sus aguas. Luego, en el Monte Sinaí, recibe los diez mandamientos de las manos de Dios. Por su tardanza, su hermano Aarón, tomándolo por muerto, manda fundir todo el oro en el fuego, de donde saldría un nuevo dios, un ternero.

    Todos los hebreos, de acuerdo con Aarón, hacen fiestas y sacrificios en honor al nuevo dios. Baja entonces Moisés con las tablas, ve el espectáculo y el becerro, y tira los diez mandamientos, rompiéndolos.  Allí, con los que aún le seguían, mata a los impuros, incluyendo a su hermano Aarón. Luego, dios castiga a Moisés por desobediencia, por haber golpeado una roca en vez de hablarle para que de ésta manara agua que aplacase la sed de los hebreos.
    Fue así que no le permitió entrar en la Tierra Prometida.

    ¿Pero acaso podemos confiar en la Biblia como documento histórico?

    Como dijo Philipp Vandemberg: “El Antiguo Testamento como catecismo representa el mayor impedimento para un esclarecimiento histórico exacto de los acontecimientos relacionados con tan singular personalidad”.
    Sin contar el hecho de que la historia de Moisés fue contada de boca en boca, de generación en generación, durante cientos de años, hasta ser escrita, lo que ciertamente provocó una gran modificación en cuanto a su contenido.
    Sin embargo, existe otra teoría al parecer más contundente: la que formula el sacerdote historiógrafo egipcio Manetón, quien escribió en griego la Historia de Egipto, en treinta volúmenes, por encargo de Tolomeo I.

    Manetón dice que en Avaris, antigua capital de los Hicsos sobre el delta del Nilo, habitaba una tribu acaudillada por un sacerdote de Heliópolis llamado Moisés, quien rechazaba el politeísmo egipcio. En ese sentido, el Antiguo Testamento dice que Moisés aprendió todas las ciencias de los egipcios en la ciudad de On (Heliópolis) y es sabido que sólo los sacerdotes eran instruidos en todas las ciencias, por lo que, probablemente, Moisés fue un sacerdote.
    Ahora bien, los forasteros no solían tener acceso a los recintos sagrados de los templos, lo que nos hace pensar que Moisés bien pudo haber sido de estirpe egipcia. Además, según la Biblia, el nombre Moisés significa “el salvado de las aguas” o “pues de las aguas lo saqué”. Sin embargo, James Henry Breasted indica al respecto que la palabra Moisés significaría “niño” en lengua egipcia antigua.

    Si nos ponemos a pensar, nombres semejantes eran bastante comunes en Egipto, Ramosis, Tutmosis, Ahmosis, etc., todos ellos referidos a la palabra niño.
    De aquí sale una teoría que dice que Moisés seguramente fue llamado Ah mosis o Amenmosis, pero como los hebreos no comprendían bien estos términos, prefirieron la forma abreviada de “Moisés”. Sin embargo, Manetón dice que el verdadero nombre de Moisés era Osaref e, igualmente, habría sido llamado Moisés por los hebreos. Según las cartas de Amarna, los hebreos, provenientes de Caldea, eran unas tribus nómadas saqueadoras llamadas Apiru y Chabiri, que solían asaltar las ciudades de Siria y de Canaan.

    Por lo tanto, si durante el período de Akhenatón los hebreos todavía eran nómadas y, más aún, no estaban instalados en Egipto, no parece posible que el éxodo haya tenido lugar antes o durante este período, tal como ha sido propuesto por algunos autores.
    Parece entonces más verosímil la teoría que sitúa el éxodo durante el reinado de Ramsés II ya que, según lo escrito por Manetón, los hebreos, descendientes de los hicsos, vivían en Avaris, ciudad que se convertiría en Pi-Ramsés, nueva capital del imperio mandada construir por Ramsés II. Por ello, los hebreos tuvieron que haber trabajado en su construcción, tal como lo describe la Biblia cuando dice que trabajaron en Pitom (Pi-Ramsés).

    Seguramente, el éxodo ocurrió entre la guerra de Kadesh (durante el reinado de Ramsés II) y la construcción de la estela de Merenptha (Merenptha, sucesor de Ramsés II), ya que durante la guerra contra los Hititas la “Tierra Prometida” estaba ocupada por los canaanitas y no por los hebreos, mientras que en la estela de Merenptha se menciona por primera vez a los hebreos como un pueblo ya instalado en la “Tierra Prometida”, vencido y sumiso al Faraón.

    ¿Podrían unas tribus nómadas, sin duda primitivas, elaborar una religión monoteísta? ¿Pudo haber influido en su aparición la cultura milenaria egipcia?
    En principio, no parece probable que unas tribus bárbaras saqueadoras hayan creado la concepción de dios único que diera la base a las religiones monoteístas actuales.

    Precisamente un siglo antes de Ramsés II, durante el reinado de Akhenatón, se instauró en Egipto el culto monoteísta a Atón.
    Éste surgió por meras causas políticas, para contrarrestar el creciente poder que adquiría el clero de Amón. El culto a Atón nunca fue puramente monoteísta, ya que las costumbres adquiridas a través de los siglos no son tan fáciles de desechar y la mayoría de éstas se relacionaban con la religión politeísta antigua. Durante los comienzos, se podría decir que este culto era esencialmente monoteísta, pero después sucumbió ante la antigua religión, la que comenzó a tomar ventaja hasta que en el reinado de Tutankhamon se impuso de nuevo como la religión oficial. Esta breve experiencia religiosa probablemente sentó las bases para el nacimiento de la religión Mosaica, ya que muchas fuentes bíblicas parecen haberse fundado en la religión de Atón. Además, si situamos a Moisés en el reinado de Ramsés II, la diferencia de tiempo con el reinado de Akhenatón es de unos cien años; un hecho tan contundente como la aparición del monoteísmo en Egipto pudo haber perdurado fácilmente un siglo. Por algún motivo Ramsés II tuvo tanto empeño en destruir todo recuerdo de Akhenatón y su culto monoteísta, ya que posiblemente esta religión provocaba disturbios en su época. Ahora bien, hay una diferencia fundamental entre el dios de Akhenatón y el de Moisés: el primero es un dios de amor y armonía y el segundo es un dios marcial y caótico. Esto es fácil de entender, ya que a pesar de que Moisés haya sido instruido, el pueblo era bárbaro e inculto, y dioses con estas características eran típicos de estos pueblos. Además, como en Egipto cada ciudad tenía su dios principal, que era el más adorado, tal vez los hebreos, que vivían en Avaris, tomaron características del dios de esta ciudad, llamado Seth, que era el dios del caos y de la guerra.

    Si las cosas fueron tal cual, Abraham, si es que existió, no fue el precursor del monoteísmo, sino un simple jefe guerrero de una tribu nómada. Entonces, el verdadero título de Abraham, como “gran precursor del monoteísmo”, yo se la daría realmente a Akhenatón.

    Herodoto informó que Egipto era el único pueblo que practicaba la circuncisión (por razones higiénicas), lo que se ha podido comprobar gracias al estudio de las momias y de las pinturas murales. Pero los hebreos tomaron esa costumbre seguramente porque no fueron los únicos en formar parte del éxodo.

    Es probable que los egipcios que seguían con el culto a Atón vieran una esperanza en Moisés y partieran con él, difundiendo entre los hebreos algunas de sus costumbres, tal cual la circuncisión. Manetón dice, en la Historia de Egipto, que Moisés no sólo partió con los hebreos, sino que los leprosos egipcios también lo siguieron.

    Seguramente él los llama “leprosos” no porque padecieran la enfermedad, sino porque los consideraba traidores a la religión y a su pueblo.

    ¿Eran los hebreos esclavos en Egipto? No se sabe con certeza.

    Por un lado, un pueblo instalado en una pequeña ciudad no da la impresión de ser esclavo, ya que comúnmente los esclavos estaban repartidos en todo el país opresor.

    Se sabe que eran los labradores los que trabajaban en las construcciones obligatoriamente, aunque con un sueldo, en el período de la inundación.

    Bien pudo haber sido éste el motivo por el cual en la Biblia se consideró a los hebreos como esclavos, ya que una vez instalados en Egipto, y más precisamente en el Delta, seguramente se dedicaron a la agricultura y, en el periodo de la inundación, les habrían obligado a trabajar en las construcciones como al resto de los egipcios.

    Los hebreos, no habituados a tales costumbres, debieron haberlas rechazado. Asimismo, Egipto era considerado el único pueblo sin esclavos en el mundo antiguo.

    Sin embargo, también es cierto que durante el Imperio Nuevo, los prisioneros de guerra tenían que cumplir una condena como esclavos y, al finalizar ésta, tenían la opción de quedarse en Egipto con los mismos derechos que el resto de las personas o de volver a sus respectivos países.

    En cuanto a lo que la Biblia menciona como las “plagas de Egipto”, eran fenómenos muy corrientes en este país. Hay muchas teorías que las explican de una forma muy racional, pero lo que no pueden explicar es la muerte de todos los primogénitos.

    Pero como bien sabemos, la Biblia fue escrita mucho después que estos acontecimientos ocurrieran, por lo que seguramente los escritores del Antiguo Testamento relataron los cuentos que se habían ido degenerando con el pasar del tiempo. Lo que realmente sucedió fue que durante el reinado de Ramsés II murió su primogénito, Amonerkepechef.

    Su muerte debió haber tenido un gran impacto en todo el país, incluso en los hebreos, por lo que seguramente se contó y magnificó hasta llegar a la historia que hoy conocemos.

    Pero no es de extrañarse que su primogénito haya muerto, ya que Ramsés II vivió aproximadamente noventa años y, durante su vida, no sólo murió su primogénito sino también los quince hijos que le seguían a éste.

    Además, si lo que el Antiguo Testamento cuenta es verdad, debería haber una gran cantidad de documentos referentes a la muerte de tantos niños, pero no los hay.  Los trastornos que hubiese sufrido Egipto por un suceso tan contundente habrían sido enormes y muy difícilmente habrían pasado desapercibidos en la historia.

    En cuanto al éxodo, la versión que nos da la Biblia es bastante irreal. Ésta dice que al cruzar el Mar Rojo los hebreos ya estaban libres y las fuerzas del faraón quedaban destrozadas.

    Sin embargo, el Sinaí y el Canaan pertenecían a Egipto en la época de Ramsés II y de su sucesor Merenptha, por lo que al cruzar el Mar Rojo y llegar a Canaan se hubiesen encontrado con las fuerzas del faraón nuevamente.

    Entonces, lo más seguro es que los hebreos se convirtiesen en un pueblo vasallo a Egipto, como lo plantea la famosa estela de Merenptha, que se refiere a ellos como un pueblo derribado y sometido al faraón.

    Además, parece ser que Moisés y sus seguidores no atravesaron el Mar Rojo, sino que cruzaron el lago Menzaleh o Mar de los Juncos, que durante cierto período del año, sus aguas eran lo suficientemente bajas como para atravesarlo a pié.

    La verdadera historia de Moisés es apenas conocida en nuestros días, estando impregnada de leyenda y carente de documentación histórica fidedigna.

    Los documentos que tenemos al alcance y que nos puedan dar información útil son realmente escasos. Por ello este es un tema que aun se trata con gran subjetividad.

    Pero si algo puedo decir de este personaje es que su estudio es del mayor interés para entender las bases del monoteísmo que hoy conocemos.

   

    Página:  http://mosquera.tripod.com.co/monoteismo.htm

Sobre la cultura – Husserl

1. Definición husserliana de cultura: descripción y normatividad

    Creo que no es una mala estrategia a la hora de abordar qué entiende Husserl por cultura, el comenzar por la bipartición ontológica que hace del mundo en naturaleza (Natur) y espíritu (Geist). Son muchos los lugares donde se nos habla profusamente de ello. Haciendo un resumen sumario del tema, podríamos decir que el ámbito de la naturaleza es el de las cosas materiales, el de los entes vistos desde la pura exterioridad espaciotemporal, siendo la ley en base a la cual se rigen la necesidad causal. En contraposición a ello, el mundo del espíritu es aquel en el que lo esencial no viene dado por las relaciones exterior-causales que se dan entre los objetos, sino por la significatividad humana que conforma nuestro primer y primordial contacto con la realidad. Es decir, el mundo del espíritu es el mundo del significado, del sentido, aquello que constituye propiamente nuestro cosmos y nos es dado, en primera instancia, como un regalo por nuestros antepasados. Semejante mundo sólo puede brotar del yo y su vida de conciencia o, mejor dicho, de un yo (no entro aquí en la distinción yo, hombre, persona, subjetividad trascendental) y una vida de conciencia que se encuentran siempre en constante interrelación con otros yoes. Es por esto por lo que un análisis de lo que el ser humano es en cuanto mera exterioridad, es decir, como mera estructura neurofisiológica, nada nos dice de ese mundo significativo, el propiamente humano, que tiene, por contra, que mirar hacia esa interioridad de la vida de conciencia y a las interacciones de esa vida con las de los otros yoes. Frente a la necesidad causal, Husserl hablará de la motivación como la ley que gobierna el mundo del espíritu, una motivación que nunca podrá anular la libertad intransferible del sujeto. Teniendo en cuenta lo dicho sobre el mundo del espíritu, vemos que con él estamos de lleno en el ámbito de lo que tradicionalmente se entiende por mundo cultural o por cultura o, dicho en terminología husserliana, estamos de lleno en el Lebenswelt, en el mundo de la vida entendido ahora como Kulturwelt que se enmarca siempre dentro de una tradición.

    Ahora bien, una vez que hemos llegado a semejante definición de cultura, la consideración que cabe hacer de modo inmediato sobre ese mundo del espíritu, sobre ese mundo cultural que abarca la totalidad de las producciones de sentido fruto del genio espiritual de los hombres, es que, en cuanto tal, hemos de constatar que existen, han existido y existirán una enorme diversidad de culturas. No hace falta más que acercarse tímidamente a la ingente producción historiográfica y antropológica para constatar que los seres humanos que nos han precedido, los actuales y, con toda probabilidad, los que nos sucedan, no vivieron, viven o vivirán bajo una tradición homogénea, idéntica. La variabilidad, la relatividad de las formas de vida, de las tradiciones es enorme y va desde la forma de vestir o las maneras de mesa hasta los diferentes dioses en los que se cree. Siguiendo a Ortega, cabría decir que nuestros sistemas de creencias, es decir, aquello que define para nosotros qué es la realidad, en modo alguno son homogéneos. Fácticamente nos enfrentamos, así, a la variabilidad de las culturas. Pero constatado esto, Husserl se va preguntar si tal diferencia radical entre unas culturas y otras implica asumir necesariamente que todas ellas son iguales, que toda ellas, como decía Ranke de las épocas históricas, son «iguales ante Dios». Esto es, por otra parte, la postura que mantienen los historicistas o los relativistas culturales. Para ellos, nos dice Husserl en un texto del «Origen de la geometría», «todo pueblo o grupo tiene su mundo en el que todo concuerda, tanto si es en la forma mágico-mítica como en la racionaleuropea, y todo se deja explicar completamente. Todo tiene su “lógica” y, según eso, si esta se explicitara en proposiciones, “su” apriori». (1) En tal sentido, es importante recordar que desde esta posición no podemos establecer ninguna jerarquía racional de unos mundos sobre otros. Cada pueblo tiene, como se nos ha dicho, su lógica, su racionalidad, su apriori, en suma, cada mundo tiene su cultura, que no puede ser evaluada desde la de cualquier otro, y esto tanto a nivel de la razón teórica como de la razón práctica. Por eso, la forma racionaleuropea, como aquí se dice, no es ni mejor ni peor, no dice más o menos verdades acerca de los hombre y su mundo que la mítico-mágica. Es más, nociones como la de verdad o bien tendrían sentido sólo dentro de la respectiva cultura que previamente ha dado una definición de bien o verdad. Pues bien, Husserl en absoluto va a compartir la argumentación historicista o relativista, dirigiendo una gran parte de sus esfuerzos filosóficos a neutralizarla. Veámoslo.

    Como podemos deducir por la cita del «Origen de la geometría» leída hace un momento, Husserl va hacer con las diversas culturas dos grandes bloques. De un lado, va a situar a la racionalidad europea, a la que va a dar un rango distintivo, no equiparable a las demás y, de otro, a lo que arriba se ha denominado de modo un tanto impreciso: forma o racionalidad mágico-mítica y que en otros lugares, por ejemplo en la «Conferencia de Viena», tilda como culturas de carácter práctico, mítico-religiosas o prefilosóficas. (2) La pregunta que tenemos ahora que abordar, que surge ante este planteamiento de Husserl es, ¿qué hace a la cultura y racionalidad europeas diferente de todas las demás?, y a renglón seguido, ¿no estamos cayendo con semejante privilegio de la cultura occidental en el tan temido etnocentrismo? Para empezar a responder a semejantes cuestiones es preciso decir, en primer lugar, que cuando Husserl nos habla de cultura europea no está designando con ello un lugar geográfico. Europa es una categoría espiritual que designa un modo peculiar de mirar al mundo que se hace explícito por primera vez en semejante zona geográfica, de la que recibe su nombre. Pero una vez establecido esto, insistamos, ¿qué hace diferente a europa en tanto que categoría espiritual? Pues su pretensión de conducir la vida de los hombres según una idea de racionalidad universal, o como también lo expresa Husserl, de racionalidad científica válida para todos. En efecto, lo que se alumbra en Grecia o, mejor dicho, lo que se hace explícito por primera vez en Grecia de la mano de la filosofía es un modo de pensar que trasciende todo aquello que es Zeitgebunde, es decir, ligado a un tiempo o mundo particulares. La cultura europea es la única en la que se da la curiosa paradoja de pretender trascender su propio marco espacial y temporal, es decir, las cosas no valen por ser europeas, el criterio de legitimidad no esta vinculado al grupo, tiempo y la tradición en la que vivo, sino que son válidas porque son susceptibles de ser asumidas por cualquiera. En tal sentido, la cultura europea se diferencia completamente del resto. Su modo de funcionar no es hacia dentro, hacia el pueblo, nación o grupo que posee semejante tradición, sino hacia fuera y ello supone la constante crítica de los propios presupuestos, de la propia tradición. No se trata de proteger, de eludir el debate, el diálogo, por otra parte, única arma posible de semejante cultura, de fomentar y proteger a toda costa los dogmas heredados, sino, y si se me permite la expresión, de ir a degüello sobre ellos. No en vano, en una de las muchas frases felices que abundan en la obra de Ortega, se nos dice que la filosofía, encarnación para Husserl, como ya sabemos, de la racionalidad occidental, es la «tradición de la intradición». Otras palabras que definen esta peculiaridad de la cultura occidental frente al resto son, a parte de las ya mencionadas de crítica o universalidad, las de autonomía, theoría, responsabilidad, autojustificación absoluta, infinitud o idealidad.

    ¿Que decir, a la vista de lo recién expresado, de la acusación de etnocentrismo, o, como también se ha dicho en alguna ocasión, del posible eurocentrismo de la fenomenología? Yo creo que es marrar el tiro acusar a la fenomenología de etnocentrismo. Se sería etnocéntrico, eurocéntrico en este caso, si lo que hiciéramos fuera interpretar a los demás pueblos o culturas desde la propia particularidad de la cultura occidental. Pero si con lo que Husserl denomina cultura europea no estamos frente a un discurso exclusivo de occidente, no estamos, como ya se apuntó, ante una tradiciones que se circunscribe a un área geográfica determinada sino ante un modo de pensar y actuar, es cierto, nacido en occidente, pero que se eleva por encima de las peculiaridades de la cultura occidental queriéndose convertir en un Logos común que por su propia definición puede ser alcanzado y asimilado por cualquiera por el mero hecho de ser un hombre, si todo eso es así, carece de sentido acusar a la fenomenología de eurocéntrica. Es precisamente esta elevación por encima de la propia facticidad y peculiaridad históricas lo que le permite criticar la propia cultura en la que ha nacido. Porque es verdad, y de ahí pueden venir muchas de las confusiones que hay a la hora de entender que quiere decir Husserl al reivindicar la cultura europea, que no todo en nuestra cultura occidental cae bajo el patrón de lo que aquí se ha estado rotulando como tal. Occidente tiene un gran número de componentes en su tradición cultural que son tan particulares como los de cualquier otra cultura: el vestir, el modo de alimentarse, las creencias religiosas, la composición familiar, etc. En ellas no hay nada que probablemente sea susceptible de ser universalizado. Todo ello es, por usar una distinción categorial de Javier San Martín, un conjunto de formas de vida étnicas, particulares. (3) Pero lo que Husserl propiamente define como cultura occidental es precisamente aquello que se eleva por encima de esas peculiaridades, iguales a las de las otras culturas, y que conforma lo no étnico, que podríamos resumir en los ideales de verdad, bien y belleza, en suma, los ideales que marcan la razón teórica, la razón práctica y la razón estética. Es desde este punto de vista desde el que Husserl nos dirá que la cultura europea es elTelos de la humanidad, aquello a lo que deben tender la totalidad de las culturas, la occidental fáctica también, si queremos aspirar a una humanidad regida por semejantes ideales de verdad, justicia y bellleza. Llegados a este punto es necesario resaltar que Husserl ha dado un paso más en la definición de cultura o, mejor dicho, Husserl ha dado otra definición de qué es cultura. Ya no estamos aquí en un nivel meramente descriptivo: la cultura son las producciones espirituales de las diferentes comunidades humanas, el mundo de sentido propio de cada pueblo, sino que hemos sobrepasado el nivel descriptivo para adentrarnos en un nivel normativo, evaluativo de cultura. La cultura europea se convierte en la norma desde la que evaluar el resto. No nos encontramos, pues, ante el pensamiento relativista o historicista, sino ante su contrario: no todas las lógicas, no todas las concepciones de la verdad, el bien y la belleza son iguales. Hay una que prima sobre las demás y desde la que se puede juzgar la vida de las otras culturas: la cultura europea. Nos hallamos ahora, frente a lo que, siguiendo la estela de Husserl, autores como Javier San Martín o James Hart han llamado el paso de la racionalidad de las culturas a la cultura de la racionalidad. (4) Husserl reconoce, en efecto, la racionalidad funcional de todas las culturas, sin ella no podrían sobrevivir, se extinguirían, y esto es lo que se enmarca dentro de lo que antes he caracterizado como acepción descriptiva de cultura. Pero con la irrupción de la filosofía emerge una forma de ver el mundo basada en la razón, por eso asistimos con ello al nacimiento de la cultura de la racionalidad, que sería, al decir de Husserl, un nuevo nivel de historicidad en el despliegue de la vida humana.

    http://www.bu.edu/wcp/Papers/Cont/ContDiaz.htm

2. La crisis de la cultura

    Termino de hablar de la cultura europea en su sentido normativo como Telos de la humanidad, pero, ¿qué ocurriría si ese ideal de racionalidad europeo se resquebrajase? Evidentemente, si algo semejante acaeciese, la civilización, en su sentido más global, se vería arrastrada a una crisis de proporciones inimaginables y de consecuencias devastadoras. Pues bien, esto es lo que Husserl detecta. La cultura europea está en crisis. Europa ha perdido la fe en aquello que la caracteriza como tal y que supone la condición de posibilidad una humanidad plena: la razón.

    Esta crisis de la racionalidad europea se le mostró a Husserl palpablemente, y con ello retomo algunas de las ideas expresadas con anterioridad en relación a su desacuerdo con las posturas relativistas, desde prácticamente los comienzos de su reflexión filosófica, es decir, desde la refutación del psicologismo llevado a cabo en el primer tomo de las Investigaciones Lógicas, y siguió después en el célebre artículo de la revista Logos, «La filosofía como ciencia estricta». En este último, a diferencia de aquel libro primero, centrado fundamentalmente en la razón teórica, puede verse a un Husserl cada vez más alertado ante las repercusiones prácticas de semejante crisis, que se atestigua sobre todo en su crítica a las filosofías de la Cosmovisión. Pero donde nuestro autor ve realmente la catástrofe civilizatoria, práctico-política que acarrea la pérdida de fe en la razón es en el fenómeno trágico de la Primera Guerra Mundial, tal y como puede constatarse a lo largo de los artículo sobre Renovación de los años 1922-23. La violencia, muerte y destrucción ocasionados por la Gran Guerra significa que la cultura basada en la verdad, el diálogo y la justicia han quebrado. Pero, ¿cuáles son las razones por las cuales la cultura europea entra en barrena, pierde su fe en la razón?

    Para dar una respuesta a este interrogante volvamos a la distinción que hacíamos al principio de la comunicación entre la región ontológica de la naturaleza y la del espíritu. Como se recordará, la naturaleza se definía por se una racionalidad de la exterioridad vinculada a hechos que están sometidos a relaciones causales. Frente a ellos, el mundo del espíritu, el ámbito de la cultura era el del yo-nosotros y sus producciones, un mundo de la interioridad en el que las actividades del yo no estaban sometidas a las leyes de la necesidad causal sino a las de la motivación dentro del marco de la libertad. Con esto de nuevo presente reproduzcamos un texto de Ortega y Gasset que, como en muchos otros temas relacionados con la filosofía de Husserl, resulta enormemente esclarecedor. El fragmento corresponde a: «Sobre la expresión fenómeno cósmico» y es del año 1925. «Cuando vemos el cuerpo de un hombre, nos dice Ortega, ¿vemos un cuerpo o vemos un hombre? Porque el hombre no es sólo un cuerpo, son tras un cuerpo, un alma, espíritu, conciencia, psique, yo, persona, como se prefiera llamar a toda esa porción del hombre que no es espacial, que es idea, sentimiento, volición, memoria, imagen, sensación, instinto.» (577). (5) En efecto, Ortega apunta aquí a lo esencial: ¿definimos o comprendemos cabalmente lo que es un hombre haciendo exclusivamente un análisis meramente fisiológico de su cuerpo?; ¿un análisis, químico o bioquímico del ser humano, es decir, desde la perspectiva natural, agota la comprensión del mismo? La respuesta, tanto para Ortega como para Husserl y para la fenomenología en general, es que no. No se dice con ello que los análisis naturales que practican las ciencias sobre el hombre sean irrelevantes: ahora bien, esa «racionalidad de la exterioridad», tal y como la definió Husserl, esa perspectiva exterior del ser humano que nos ofrecen las ciencias naturales y que significa tratarlo desde la misma óptica que cualquier otro cuerpo, ya sea material o animal, no sólo no agota la totalidad de lo que es el hombre, sino que elimina de raíz aquello que lo va a definir como tal, su condición de sujeto, de yo, su interioridad. De esta forma, si en algún momento la filosofía pretendiese erradicar la dimensión espiritual del ser humano, interpretándolo exclusivamente desde la óptica natural, terminaría por quebrar aquello que es propiamente su núcleo constitutivo. Y eso es lo que ocurre en la cosmovisión positivista del siglo XIX, que se propagará en los inicios del XX, y que no era otra cosa que la expresión última y más depurada de la racionalidad cientificista que toma cuerpo y preponderancia en la Modernidad (por otro lado, hay que advertir que Husserl detecta esta pulsión naturalista de la filosofía a partir de los inicios mismos del nacimiento de la filosofía: Demócrito sería para él un caso claro a este respecto). Desde esta óptica positivista o naturalista la crisis de la cultura europea está servida en la medida en que desaparece toda posibilidad de decir algo con sentido normativo-racional sobre la ética, la política, la religión, etc. Y es que esta naturalización de la conciencia, del sujeto, queda siempre presa de los hechos. En efecto, las ciencias de la naturaleza son ciencias empíricas, y en tal sentido están sometidas siempre a un grado de provisionalidad. Pueden buscarse regularidades inductivas entre los hechos, pero jamás alcanzarán, por propia definición, el nivel de la legalidad universal. Por ello, pretender una fundamentación de este tipo con esos materiales no conduce más que al escepticismo.

    Pero todavía la argumentación positivista puede refinarse más y conceder, incluso, que existe una bipartición ontológica del mundo, es decir, reconocer que hay un mundo de la naturaleza y un mundo del espíritu, nuestro mundo cultural, y que en modo alguno es posible tratar este último desde perspectivas naturales. Ahora bien, una vez reconocido esto, este mundo cultural queda reducido a lo que de él puedan decirnos exclusivamente las ciencias del espíritu, ciencias que, en cuanto tales, de lo único que se ocupan es de hechos, en concreto, de la descripción de los diferentes mundos culturales. Esto es, por otra parte, lo que haría el antropólogo cultural o el historiador que describe el mundo de una época determinada. Con ello estamos, como ya sabemos, dentro del primer concepto de cultura del que nos habló Husserl, el no evaluativo, y con él en el historicismo y en el relativismo. En este punto, no me resisto a citar un texto ejemplar de «La Filosofía como ciencia estricta», donde se denuncia claramente esta insuficiencia de las ciencias positivas, tanto de la naturaleza como del espíritu, señalando que esa superstición de los hechos (Aberglaube der Tatsachen) quebranta el espíritu filosófico: «la enorme cantidad de hechos “explicados” científicamente que estas (las ciencias positivonaturales) nos proporcionan no puede ayudarnos, porque por principio tales hechos traen consigo, junto con todas las ciencias, una dimensión de enigmas cuya solución es una cuestión vital para nosotros. Las ciencias naturales no nos han descifrado en ningún punto particular la realidad actual, esa realidad en que vivimos nos movemos y somos. La creencia general de que su función es hacerlo y que todavía no han llegado a progresar suficientemente, la opinión de que ellas, por principio, podrían realizarlo, se ha revelado a los espíritus profundos como una superstición… Por decirlo en los términos de Lotze: “calcular la marcha del mundo (Weltlauf) no significa comprenderla (ihn verstehen)”. Y no estamos en mejor situación con respecto a las ciencias del espíritu. “Comprender” la vida del espíritu de la humanidad es ciertamente una cosa grande y bella. Pero desgraciadamente ese comprender tampoco nos ayuda, y no ha de ser confundido con el comprender filosófico, que debe desvelarnos los enigmas del mundo y de la vida.» (6)

    Haciendo un balance de este segundo apartado podríamos resumirlo diciendo que la crisis de la racionalidad de la cultura occidental, su pérdida de fe en la razón, se debe a la propia forma evolutiva que tomó la Razón en la Modernidad, que la convirtió en una razón ingenuamente objetivista, en una razón cosificada, positivista, incapaz de elevarse por encima de los hechos para alcanzar el nivel normativo, de telos de la humanidad con el que nació originariamente para desvelarnos los enigmas del mundo y de la vida, como se termina de decir, e impulsar con ello una vida humana conforme a los ideales de verdad, justicia y belleza.

3. La superación de la crisis de la cultura

    Hasta aquí la exposición de cómo ve Husserl la crisis de la cultura y sus causas. Contamos, ahora, por lo tanto, con una radiografía y un diagnóstico de ese fenómeno, pero nos falta todavía, siguiendo la metáfora clínica, no pocas veces empleada por Husserl, un tratamiento que posibilite la curación, la salida de la crisis. Aquí, y con ello entro ya en la tercera y última parte de la comunicación, que será muy breve, la fenomenología vuelve a hacer una apuesta por la razón. El único modo de solucionar la crisis es restaurar la fe en la razón, resucitar de nuevo el ideal de Europa como cultura filosófica, aquel que un día naciera en Grecia y que fue recuperado por la Modernidad con la intención de llevar a la humanidad a su verdadera plenitud, pero que acabó, fruto de un concepto estrecho de racionalidad, en la propia bancarrota de semejante ideal normativo de cultura racional. Sin embargo, una vez establecida la genealogía de la crisis, una vez determinadas las causas de la misma, ya no es tan sencillo hacer, sin más, una reivindicación de la razón. En efecto, nos es conocido que ya desde sus inicios la racionalidad filosófica presenta una cierta tendencia hacia el positivismo (Demócrito) y que ésta es la que triunfa en la Modernidad causando la crisis en la que estamos inmersos. Parece, pues, que la razón, con la que confiábamos en realizar la utopía, está, de una u otra forma, ligada indisolublemente al positivismo que nos destruye. Ante semejante paradoja, ¿cómo reivindicar una salida a la crisis a través de la razón?, «¿no es una rehabilitación precisamente en nuestro tiempo, muy poco oportuna del racionalismo, de la rebuscada ilustración, del intelectualismo que se pierde en teorías divorciadas de la realidad, con sus consecuencias necesariamente desastrosas, de la huera manía cultural, del esnobismo intelectualista? ¿No significa esto querer volver al error fatal de que la ciencia hace sabio al hombre, que la ciencia está llamada a crear una genuina humanidad feliz y dueña de su destino? ¿Quién tomará aún en serio hoy en día tales pensamientos? (Husserl, como vemos, no obvia estas trascendentales preguntas, respondiéndolas del siguiente modo)… También yo estoy convencido de que la crisis europea radica en una aberración del racionalismo. Más esto no autoriza a creer que la racionalidad como tal es perjudicial o que en la totalidad de la existencia humana sólo posee una significación subalterna (porque)… la razón del fracaso de una cultura racional no se halla, empero -como ya he dicho-, en la esencia del mismo racionalismo, sino únicamente en su “enajenamiento”, en su absorción dentro del naturalismo y el objetivismo.» (7)

    Esto hace que para Husserl, sea ahora más necesario que nunca, reivindicar la razón, llevarla a una plena autoconciencia de sí, a una completa autocomprensión de todas sus posibilidades que la libre de cualquier interpretación sesgada. Estaríamos, así, en el camino de retomar el proyecto de una cultura racional, de reclamar otra vez la necesidad de Europa como única vía hacia el desenvolvimiento de una humanidad auténtica cuya aspiración es configurar una vida desde la razón, es decir, desde la fuerza de la razón y no desde la razón de la fuerza. Si no hay posibilidad de revitalizar este proyecto de vida racional, si no hay posibilidad, por tendencial, por asintótica que sea, de fundamentar una cultura de la racionalidad, si renunciamos siquiera a intentarlo, tendríamos que enmendar a P. Levi cuando refiriéndose a los campos de concentración nazis dijo: «sabemos que ha habido asesinos y que confundirlos con sus víctimas es una enfermedad moral o una siniestra señal de complicidad» Y ¿quién se atreve a desmentir a P. Levi?

    http://www.bu.edu/wcp/Papers/Cont/ContDiaz.htm

Epicuro, Máximas Capitales

Epicuro: Máximas Capitales

1. El ser dichoso e incorruptible ni tiene él preocupaciones ni se las proporciona a otro, de suerte que no se ocupa de enojos ni agradecimientos. Pues todo ello se da en el débil.

Escolio: En otros escritos dice que los dioses son visibles a la razón, apareciendo unos según su número, y otros en figura humana, por semejanza a partir del continuo flujo de imágenes semejantes convertidas en la misma.

2. La muerte no es nada para nosotros. Porque lo aniquilado es insensible y lo insensible no es nada para nosotros.

3. El límite de la grandeza de los placeres es la eliminación de todo sufrimiento. Donde haya placer, durante el tiempo que sea, no hay pesar ni sufrimiento ni la mezcla de ambos.

4. No se detiene el sufrimiento ininterrumpidamente en la carne, sino que el más agudo permanece el más breve tiempo, y el que sólo aleja el placer de la carne no perdura muchos días. Las enfermedades muy prolongadas ofrecen en la carne aún más placer que dolor.

5. No es posible vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente sin vivir placenteramente. A quien no alcanza esto, no le es posible vivir placenteramente

6. A fin de tener seguridad en relación a los hombres, sería un bien según naturaleza la existencia del poder y la realeza, a partir de los cuales sería tal vez posible obtenerla.

7. Algunos quisieron llegar a ser famosos y admirados, considerando que así conseguirían la seguridad en relación a los hombres. De suerte que, si la vida de aquellos es segura, han conseguido el bien de la naturaleza. Pero si no es segura, no tienen aquello por lo que se esforzaron desde el principio según lo propio de la naturaleza.

8. Ningún placer es por sí mismo malo. Pero lo producido por ciertos placeres comporta muchas más perturbaciones que placeres.

9. Si se condensase cada placer y lo hiciera tanto en el tiempo como en relación a la totalidad o a las partes más importantes de nuestra naturaleza, entonces los placeres no diferirían unos de otros.

10. Si aquello que produce los placeres de los corruptos les desligara de los miedos de su pensamiento respecto a los fenómenos celestes, la muerte y el dolor, e incluso les enseñara el límite de los deseos, nada tendríamos entonces que censurar a aquellos, colmados por todas partes de placeres y carentes absolutamente de sufrimiento y pesar, aquello que es precisamente el mal.

11. Si nada nos inquietaran las aprensiones ante los fenómenos celestes y ante la muerte -no fuera ella acaso algo para nosotros-, y también el no conocer los límites de los dolores y los deseos, no necesitaríamos de la investigación de la naturaleza.

12. No era posible disipar el temor acerca de las cosas supremas sin examinar cuál es la naturaleza del universo y sin abrigar alguna sospecha de las creencias sobre los mitos. De manera que sin la investigación de la naturaleza no era posible conseguir placeres puros.

13. Ninguno sería el provecho de procurarse la seguridad entre los hombres, permaneciendo los recelos por las cosas de arriba, por las de debajo de la tierra y, en una palabra, por las del infinito.

14. Obtenida hasta cierto punto la seguridad frente a los hombres por un poder fuerte y una buena posición, surge la seguridad más radiante, derivada de la tranquilidad y del abandono de la multitud.

15. La riqueza conforme a la naturaleza está limitada y es muy fácil de conseguir. Lo que es conforme a las vanas opiniones cae al infinito.

16. Breves ataques lanza contra el sabio la fortuna, pues los mayores y más importantes bienes se los ha suministrado su razón y durante todo el tiempo de su vida se los suministra y se los suministrará.

17. El justo es totalmente imperturbable; el injusto está lleno de la mayor perturbación.

18. No crece en la carne el placer una vez alejado el dolor causado por la necesidad, sino que sólo se colorea. El límite del placer dispuesto por la mente lo engendra la investigación sobre estas mismas cosas y sus afines, que han causado al pensamiento los mayores temores.

19. El tiempo infinito y el limitado dan lugar a un placer igual, si uno mide los límites de éste con la razón.

20. La carne tiene los límites del placer por infinitos y un tiempo infinito lo proporciona. Pero la mente, que ha efectuado el cálculo de la finalidad y el límite de la carne y que ha disipado los temores acerca de la eternidad, proporciona la vida perfecta y no tenemos ya ninguna necesidad del tiempo infinito. Y no rechaza el placer ni, cuando las circunstancias disponen nuestra salida de la vida, acaba como si pasara por alto algo de la vida mejor.

21. Quien conoce exactamente los límites de la vida sabe qué fácil de conseguir es aquello que expulsa el dolor causado por la necesidad y hace perfecta la vida entera. De manera que para nada necesita de cosas que acarrean pleitos.

22. Es preciso considerar el fin propuesto y toda la evidencia hacia la que elevamos nuestras opiniones. Si no, todo estaría lleno de desorden y turbación.

23. Si te opones a todas las sensaciones, no tendrás ni siquiera un principio al que referir aquellas que dices ser falsas.

24. Si rechazas completamente cualquier sensación y no distingues lo figurado en relación a lo que nos espera y lo ya presente en la sensación, los sentimientos y toda percepción representativa de la mente, confundirás también las restantes sensaciones con la vana opinión, de manera que rechazarás todo criterio de juicio. Pero si tienes por seguro todo lo esperado en tus pensamientos opinables y lo que no tiene confirmación, no evitarás el engaño. Así que en todo juicio de lo verdadero o no verdadero estarás conservando una total ambigüedad.

25. Si en toda ocasión no refieres cada uno de tus hechos al fin de la naturaleza, sino que te desvías adoptando sea el rechazo sea la elección hacia cualquier otro, tus acciones no serán conformes con tus palabras.

26. Todos aquellos de los deseos que no conducen al dolor si no son saciados, no son necesarios; pero son un apetito fácil de disolver cuando parecen ser difíciles de obtener o causantes de daño.

27. De cuantos bienes nos proporciona la sabiduría para la felicidad de toda la vida, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad.

28. El mismo conocimiento nos hace confiar en que nada terrible es eterno ni duradero y nos hace ver en extremo completa la seguridad de la amistad dentro de los mismos límites.

29. De los deseos unos son naturales y necesarios. Otros, naturales y no necesarios. Otros, ni naturales ni necesarios, sino nacidos de la vana opinión.

ESCOLIO: Epicuro considera naturales y necesarios a los que eliminan el dolor, como la bebida para la sed. Naturales y no necesarios a los que sólo colorean el placer, pero no alejan el sufrimiento, como los alimentos refinados. Ni naturales ni necesarios, como las coronas o las ofrendas de estatuas.

30. En aquellos de los deseos naturales que no ocasionan dolor si no se sacian se da un intenso afán, nacen de una vana opinión y no se disuelven, no por su propia naturaleza, sino por la vanidad del hombre.

31. Lo justo según la naturaleza es una convención sobre lo que lleva a no hacerse daño unos a otros y a no ser dañado.

32. En relación a todos aquellos animales que no pudieron hacer pactos de no dañarse unos a otros ni ser dañados, nada fue justo ni injusto. Y de la misma manera también, de todos aquellos pueblos que no pudieron o no quisieron hacer los pactos de no dañar ni ser dañados.

33. No es nada en sí misma la justicia, sino cierto pacto de no dañar ni ser dañado en las relaciones de unos con otros en distintas ocasiones y en un cierto tiempo.

34. La injusticia no es en si misma un mal a no ser en el temor por la sospecha de que no pasará desapercibida a los que están puestos para castigar tales acciones.

35. No le es posible a quien obra a escondidas contra alguno de los pactos establecidos entre unos y otros de no dañar ni ser dañado confiar en que pasará desapercibido, aunque diez mil veces haya pasado desapercibido hasta el presente. Es incierto si pasará desapercibido hasta el fin.

36. Según el derecho común, lo justo es lo mismo para todos, pues es algo útil en la relación de unos con otros. Pero según el particular de un país y de cada una de las ocasiones, no para todos resulta ser justo lo mismo.

37. De las leyes que son consideradas justas, aquella que es útil en las exigencias de la relación de unos con otros tiene el carácter de lo justo, tanto si es la misma para todos como si no. Si alguno establece una ley, pero no resulta de utilidad para la relación de unos y otros, ya no tiene ésta la naturaleza de lo justo, y si cambia lo útil en relación a lo justo, pero durante algún tiempo se ajusta a nuestra prenoción, en nada es menos justo durante aquel tiempo para quienes no se dejan confundir con vanas palabras, sino que miran simplemente a la realidad.

38. Cuando, sin resultar nuevas las circunstancias, es evidente que las leyes consideradas justas no se adaptan en los mismos hechos a nuestra prenoción, éstas no son justas. Cuando, resultando nuevas las circunstancias, ya no convienen las leyes consideradas justas, eran justas entonces, cuando convenían a la relación mutua de los conciudadanos; después, cuando no convienen, ya no son justas.

39. El que se ha formado de la mejor manera para no poner su confianza en las cosas de fuera, éste hace que todas las cosas posibles le sean familiares y que las no posibles no le sean al menos extrañas. Y con cuantas cosas no le es posible ni siquiera esto, permanece al margen y se limita a aquello que le es útil hacer.

40. Aquellos que han tenido la capacidad de procurarse la mayor seguridad de sus vecinos, viven así entre ellos con la mayor felicidad, pues tienen la confianza más segura, y aun teniendo la más plena familiaridad no lloran como digno de compasión el fin prematuro del que muere.