Respaldo de material de tanatología

Jesús de Nazareth: ¿Vivió como lo narra la Biblia?

De: Alias de MSNoleMEW  (Mensaje original) Enviado: 24/11/2004 15:11

Jesús de Nazareth: ¿Vivió como lo narra la Biblia?

Por Ferney Yesyd Rodríguez

?Una señal inequívoca del amor a la verdad, es no mantener ninguna proposición con mayor seguridad de la que garantizan las pruebas en las que se basa.?
~ John Locke, Filósofo inglés (1632-1704) ~

¿Quién dudaría de la historicidad de Jesús de Nazareth? Contamos los años en ?antes y después de Cristo?. Tantas personas creen que existió, de la misma manera que un héroe de la independencia, que se conmemoran las fecha de su nacimiento y su muerte. Sin embargo, sería prudente preguntamos: ¿Qué evidencias hay sobre la existencia de Jesús de Nazareth?

Si revisamos detalladamente, tendríamos que decir que no tenemos absolutamente ninguna prueba confiable, de fuentes seculares (no religiosas), que Jesús haya vivido, por lo menos de la forma descrita en la Biblia.

Esta respuesta elevará más de un par de cejas, a la vez que nuestros amigos católicos y protestantes nos dirán que la existencia de Jesús es tan indiscutible, que dividió la historia en ?antes y después de Cristo?. Sin embargo, cabe mencionar que el sistema ?antes y después de Cristo? no se inventó hasta el siglo VI y no se aceptó de manera general en Europa hasta el siglo XI.  Nuestro sistema de contar los años en  a. C y d. C lo debemos al monje Dionysius Exigius (o Dionisio el exiguo), quien por orden del Papa Juan I elaboró una cronología fijando el nacimiento de Jesús en el año 753 A. U. C. (ad urbe condita) o año 753 desde la fundación de Roma. El año 1 de la era cristiana fue fijado por Dionisio en el 1 de enero del 754 A.U.C. En tiempos más recientes los historiadores prefieren utilizar las siglas A.E.C. (antes de la era común) y D.E.C. (después de la era común), por  respeto a la diversidad cultural del mundo.

Los científicos fijan los eventos prehistóricos en ?años antes del presente? BP (Before present). Por ejemplo, las pinturas rupestres de la Era glacial en la cueva de Altamira están fechadas en 17.000 años antes del presente. Utilizar en este caso el sistema ?antes de Cristo? es una adjudicación culturalmente abusiva. ¿Les importaría en algo a esos cavernícolas el futuro nacimiento de un líder religioso?

Dionisio elaboró su sistema de contar los años, tomando como históricamente válidas las narraciones de los evangelios, las cuales analizaremos más adelante. Dionisio creía firmemente que Jesús nació el 25 de diciembre, ignorando el origen de esta costumbre. En realidad La Iglesia Católica empezó a celebrar navidad desde el siglo IV. La Enciclopedia de la Religión Católica, Tomo V dice al respecto:

?La razón que llevó la Iglesia Romana a fijar la festividad en ese día, parece ser su tendencia a suplantar las festividades paganas por otras cristianas. De este modo se originaron muchas de las actuales fiestas litúrgicas. Ahora bien sabemos que entonces en Roma los paganos consagraban el día 25 de diciembre en celebrar el Natalis invicti, el nacimiento del Sol Invencible, que después del solsticio, se engrandecía en fuerza y claridad. Símbolo del Sol era Mitra, divinidad oriental, cuyo culto había sido introducido en Roma en 274. De este modo, para hacer ocurrencia a la fiesta pagana consagrada al nacimiento del Sol natural (Mitra), la Iglesia comenzó celebrando este Sol novus…?

Muchos investigadores han llegado a la conclusión que el Jesús que conocemos por el Nuevo Testamento resultó de una creación mitológica del primer siglo. Los investigadores han aplicado el Principio de Evidencia Negativa para llegar a tales conclusiones.

El Principio de Evidencia Negativa dice que no tenemos una buena razón para acreditar una proposición sí los siguientes tres principios se satisfacen:

1. Si todas las pruebas o evidencias que corroboran una proposición son de poca confianza.

2. No existe ninguna evidencia comprobando la proposición, cuando esta debería estar presente si la proposición fuese verdadera.

3. Si se ha realizado una búsqueda minuciosa y exhaustiva tras las evidencias corroborativas en el lugar apropiado.

El primer punto del Principio de Evidencia Negativa, nos pide ?que las pruebas que corroboran una proposición sean poco seguras? Esto es justo lo que ocurre con la única evidencia secular sobre la vida de Jesús: los dos breves pasajes de las obras de un historiador del siglo I, llamado Flavio Josefo. Josefo era un prolífico escritor, no obstante,  solo escribió dos párrafos sobre Jesús. Uno es notoriamente una interpolación, y el otro es altamente sospechoso. Otras referencias a Jesús en los escritos seculares son demasiado ambiguas, o son interpolaciones posteriores.

Este hecho es bastante curioso, ya que la Biblia dice que Jesús fue un fenómeno de masas y que tuvo repercusiones en los eventos sociales de Oriente medio. Esto es como si en un futuro lejano, sólo se encontraran dos breves pasajes sobre la existencia de un tal Nelson Mandela en los textos de historia de Sudáfrica y los diarios del siglo XX.

Al cuestionar a los creyentes sobre esto, ellos responden que se basan en sus sensaciones interiores, y es muy probable que tras enseñarles las incongruencias históricas de sus creencias ellos respondan: ?Esto lo creo porque siento a Cristo en mi corazón?, o ?Tú no puedes entender esto porque no has tenido esta experiencia de vida? o ?Debes saber que Cristo cambió mi vida, y eso es suficiente para que yo crea?.

Sin embargo, estas razones son poco confiables, ya que las personas de todos los credos siempre han tenido sensaciones interiores, sea cual fuere la creencia que promulguen. Los cristianos nos dicen que ellos ?siguen a Jesús?, pero es diferente ser seguidor de alguien a quien se puede ver y escuchar de primera mano, que seguir a unos religiosos que predican (e interpretan) unos textos escritos por unos fulanos, que escucharon hablar de un tal Jesús de Nazareth. ¡La diferencia entre estas dos situaciones es abismal!

En el siglo I, había la costumbre de escribir algo y atribuirlo a otra persona (a su mentor filosófico), tal actividad se conoce como ?Pseudoepigrafía?. Esto dificultó a los estudiosos la verificación de quien realmente escribió los libros del Nuevo Testamento.

Los apologistas cristianos dicen que la pseudoepigrafía era una técnica común en las escuelas de la época, y que en tal época no se consideraba moralmente incorrecta. Sin embargo, el autor Karlheinz Deschner, en su “Historia criminal del cristianismo”, tomo 4 (falsificaciones y engaños), demuestra contundentemente que incluso en la antigüedad, esa práctica era reconocida como deshonesta y fraudulenta.

Los investigadores al aplicar ciertas técnicas, para determinar quién está hablando, cuál es su mensaje, el cuándo y el por qué, han concluido que los escritos más antiguos de los primeros cristianos son las cartas de San Pablo. Estas probablemente datan del comienzo de la quinta década del primer siglo – bien después de los eventos de la vida de Jesús. Además de esto, no todas las epístolas que se encuentran en la Biblia como obras de Pablo, son realmente suyas, sino como se mencionó anteriormente, algunas fueron escritas por otras personas, quienes las atribuyeron a Pablo.

PabloLas cartas paulinas fueron escritas antes que los evangelios, y ninguno de estos es anterior a por lo menos la séptima década.  Los textos  aceptados genuinamente como obras de Pablo son (Gálatas, 1 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Corintios, Romanos, Filemón, y Filipenses).

Al examinar las cartas paulinas genuinas de forma  aislada, queda claro que Pablo no tenía ninguna idea del nacimiento virginal de Cristo, además nunca afirmó haber vivido en la época de Jesús, o que cualquiera de sus mentores era contemporáneo de Jesús, o que Jesús había hecho cualquier milagro. Pablo tampoco asoció la muerte de Jesús con el juicio ante Pilatos. Pablo nunca corroboró la existencia de un Jesús en la primera mitad del primer siglo. Al revisar otros escritos cristianos anteriores a los cuatro evangelios, ahora considerados como apócrifos (que no pertenecen a la Biblia), queda claro que estos omiten las mismas cosas que Pablo omite, lo que nos lleva a pensar que los hechos biográficos asociados a Jesús fueron inventados posteriormente.

La elaboración de los evangelios abarca el periodo del año 70 D.E.C hasta el 120 D.E.C. aprox. Es necesario mencionar que los evangelios fueron escritos después de la destrucción  del templo de Jerusalén en el año 70 D.E.C. por orden del emperador Tito, dando fin a la rebelión judía contra el imperio romano. Este hecho es importante, ya que los predicadores fundamentalistas enseñan que Jesús profetizó la destrucción del templo, lo cual es completamente falso.

MarcosEl primer evangelio escrito, de los cuatro presentes en la Biblia, fue el de Marcos. Su autor creía en supersticiones, demonios, posesiones por los mismos, y milagros. Todo esto afectó la escritura de su evangelio. El autor de Marcos no declara haber conocido a Jesús. Él probablemente escribió su evangelio en Siria (poco después de la destrucción de Jerusalén) para los romanos cristianos, que pasaban por la persecución de Nerón. Es así como Marcos escribió este evangelio probablemente para fortalecer a los perseguidos.

El evangelio de Marcos, no menciona a José en la historia del nacimiento de Jesús. El autor se refiere a Jesús como “hijo de Maria”, una descripción reservada a los hijos ilegítimos. En Marcos no hay detalles sobre el nacimiento de Jesús, no menciona nada sobre un nacimiento virginal, la visita de los reyes magos o de ángeles comentando el nacimiento con los pastores. La razón de esto, es que esos mitos aún no habían sido incluidos en la doctrina cristiana.

MateoEl segundo evangelio fue el de Mateo. El autor de Mateo estaba empeñado en mostrar a los hebreos que Jesús era el Mesías prometido. Cuando el autor de Mateo escribió su evangelio, tenía a su disposición la traducción griega del Antiguo Testamento conocida como ?La Septuaginta? o ?de los setenta?. En la septuaginta se tradujo mal un texto de Isaías que dice que en respuesta a una señal, una mujer joven (almah es el término hebreo) concebiría a un niño que habría de llamarse Emmanuel. La palabra utilizada en hebreo no significa ?virgen?, pues en tal caso el vocablo correcto debió ser ?betulah ?, esta palabra fue traducida al griego como  ?parthenos?, que significa virgen. Así ocurrió un cambio importante de significado y el autor de Mateo terminó afirmando que María era virgen cuando concibió a Jesús.

El autor de Mateo usó como fuente principal el evangelio de Marcos, por lo que incorporó los mitos de este evangelio, adicionó los suyos, y la historia fue alterada nuevamente. Para probar que Jesús era el Mesías, el autor de Mateo omite detalles en la genealogía de Jesús a fin de mostrar conjuntos de siete generaciones desde Abraham a David, de David hasta el exilio, y del exilio hasta Jesús. Las genealogías del evangelio de Mateo contradicen otras genealogías del Viejo Testamento.

También hay contradicciones entre los evangelios. En Mateo se menciona a Jesús como descendiente del rey David por parte de su hijo Salomón; mientras que en Lucas se afirma que Jesús proviene del rey de David, pero por parte de su hijo Natán. Según el evangelio de Mateo el abuelo paterno de Jesús (el padre de José) es Jacob; pero según Lucas el abuelo paterno de Jesús es Elí.

El Evangelio de Mateo fue un esfuerzo para convertir judíos, mientras que el Evangelio de Lucas lo fue para convertir gentiles (no judíos). El autor de Lucas también poseía una copia de Marcos, citó de ella varios pasajes y adicionó lo que le convenía.

LucasEl autor de Lucas escribió para un público romano lleno de posibles conversiones, por lo que Roma fue plasmada de la mejor manera posible. Por ejemplo, en el evangelio de Marcos los soldados romanos azotan a Jesús, pero en el evangelio de Lucas los soldados son de Herodes. El reino de Jesús “no es de este mundo”, obviamente un esfuerzo por aplacar las sospechas romanas de una conspiración cristiana contra el estado. Al ascender Domiciano al trono Romano en el año 81 D.E.C, la persecución se había reiniciado, por esto el autor de Lucas ve la necesidad de atenuar las preocupaciones romanas, mostrando el cristianismo como inofensivo. Por esto dedicó el documento a “Su excelencia Teófilo”.

JuanEl último de los 4 evangelios es el de Juan. Este evangelio fue escrito a comienzos del siglo II, y en éste, Jesús se muestra totalmente opuesto a los judíos.

Como vemos, cada evangelio fue escrito recogiendo información de segunda o tercera mano, después de haberse incorporado mucha mitología, y con fines misioneros precisos. Por esta razón, ninguno de los 4 evangelios es confiable en cuanto a la historicidad de Jesús.

La segunda exigencia del Principio de Evidencia Negativa es que ?no exista ninguna evidencia segura donde ésta debería existir?, y esto es lo que ocurre, ya que no existe ningún registro de la vida de Jesús en los documentos romanos de la época, lo cual es sorprendente, ya que Jesús causó gran conmoción, según la Biblia.

El historiador Josefo era tan meticuloso que escribía una historia de tres páginas para cubrir el juicio y ejecución de un ladrón común. Flavio Josefo escribió exhaustivamente sobre Juan el Bautista, mas sobre Jesús, sólo aparecen dos pequeñas referencias altamente cuestionadas por los investigadores. Desafortunadamente, los escritos de Josefo llegaron hasta nosotros solamente a través de fuentes cristianas, ninguna de ellas anterior al siglo IV, y se sabe que los escritos de Josefo fueron revisados.

Las dos referencias de Josefo sobre Jesús son cuestionables principalmente porque, es poco probable que siendo Josefo un Judío, llamase a Jesús de Mesías, principalmente cuando él no daba crédito a otros aspirantes a Mesías. Además de esto, los comentadores que escribieron sobre Josefo antes de Eusebio (siglo IV D.E.C.) no citan ese pasaje.

La historia sobre el censo que ordenó Herodes, en la ciudad natal de cada habitante, y que llevó a José y María a Belén, no encuentra respaldo en los documentos romanos. Con esta historia, el autor del evangelio de Mateo buscaba convencer a los judíos que Jesús era el Mesías, ya que las profecías judías dicen que el Mesías nacería en Belén. Así que la historia de un censo en la que cada habitante tuviese que viajar a su ciudad de origen es un invento del autor de Mateo. Es importante recalcar que ningún gobernador hizo viajar a las gentes a sus ciudades de origen para ser censadas. Eso es absurdo, poco práctico y no sirve al verdadero propósito que tiene un censo: Saber qué personas viven en una determinada zona para colectar impuestos. Esta leyenda no tiene ninguna evidencia histórica.

La muerte de niños inocentes ordenada por Herodes a fin de matar al niño Jesús, también está ausente de los registros romanos. ¿Es posible que después de semejante masacre ningún historiador haya dicho algo al respecto? Algo similar ocurre con el arresto y juicio de Jesús. Todo esto es muy extraño, ya que los romanos eran muy meticulosos en cuanto a la historia escrita. En la Palestina de ese periodo se encuentran muchos historiadores, entre ellos, el ya mencionado Flavio Josefo. ¿Por qué los escritos contemporáneos fiables no dicen nada sobre Jesús de Nazareth, si según la Biblia, fue todo un fenómeno social?

El tercer requerimiento del Principio de Evidencia Negativa dice que ?debemos haber realizado una búsqueda  minuciosa y exhaustiva de evidencia en donde ella debería estar?. De hecho, esto ya se ha realizado tanto por investigadores religiosos como escépticos, por lo que se puede decir que el tercer punto se ha cumplido.

Con frecuencia las historias mutan, transformándose en mitos, y estos mitos a su vez sufren modificaciones con el tiempo. Así evolucionan las historias sagradas. Por ejemplo, en la Norteamérica del siglo XIX, el joven José Smith aseguró haber recibido una ?nueva luz? que narraba las enseñanzas de Jesús en Norteamérica, ya que según él, Jesús después de haber resucitado había hecho una escala en América para predicarle a los nativos (!!!). La nueva versión de la historia de Jesús que empezó con pocos creyentes, hoy ya tiene aproximadamente 6 millones de seguidores conocidos como mormones. De igual forma en los primeros años del cristianismo, las historias fantásticas inventadas por los evangelistas con el tiempo se convirtieron en la creencia de la mayoría.

Como conclusión podemos decir que basados en el Principio de Evidencia Negativa, tenemos buenas razones para dudar de la biografía de Jesús que se nos presenta en la Biblia. Pero lo que no se puede negar es la existencia de la omnipotente, omnipresente y creadora… ¡mitología de los seres humanos!

http://www.sindioses.org/examenreligiones/jesus.html

Los Testigos de Jehová y sus profecías fallidas

De: Alias de MSNoleMEW  (Mensaje original) Enviado: 19/11/2004 9:36

Sacado de http://www.sindioses.org/examenreligiones/testigos2.html

Los Testigos de Jehová y sus profecías fallidas

Por Ferney Yesyd Rodríguez

¿Quiénes son los Testigos de Jehová?
Los Testigos de Jehová son una denominación cristiana de origen norteamericano de finales del siglo XIX, y como muchas de los grupos religiosos nacidos en esta época son milenaristas, pues predican un inminente fin del mundo. Los Testigos predican el “Armagedón”, término extraído del Apocalipsis. La mayoría de las denominaciones cristianas no la aceptan como tal, porque rechazan la divinidad de Jesús, pero para efectos prácticos, sí lo son porque basan su doctrina en las enseñanzas de la Biblia (según su interpretación particular).
Esta denominación fue fundada por Charles Taze Russell, quien en la década de 1870 creó el grupo de los Estudiantes de la Biblia. Con este grupo estableció el segundo regreso de Jesucristo para el año de 1874.

Especulaciones sobre el fin del mundo
El año de 1874 pasó, y nada de lo pronosticado por los ?Estudiantes de la Biblia? ocurrió. Así empezaron desde su inicios en una larga tradición de predicciones fallidas del fin del mundo. ¿Cómo salirle del paso a la decepción por el fallo del cumplimiento de la profecía? Fácil, Russell dijo que cuando Jesús resucitó ya no tenía un cuerpo físico sino uno espiritual y que por lo tanto la segunda venida era “invisible”. ¡Ahora las mentes escépticas no sólo tienen que imaginarse cómo resucita un muerto, sino cómo resucita un muerto con un cuerpo espiritual invisible!
En 1884, Russell fundó la Sociedad Watchtower (Atalaya) que se convirtió en la corporación legal que servía a los Estudiantes de la Biblia. Para el año de 1890 los seguidores de Russell eran 400 (Le fue muy bien para haber inaugurado su movimiento con una profecía fallida) y pronto estableció la doctrina del Armagedón, que no es más que la gran batalla del bien contra el mal, el fin del mundo y el establecimiento del reino de Dios. Nuevamente Russell se apresura a ponerle fecha al fin del mundo, esta vez para 1914.
1914 vino y se fue y no pasó nada. Cero cumplidas y van dos.  Como la profecía fracasó, la sociedad Watchtower decidió transferir todas las doctrinas sobre 1874 a 1914; esto es, la venida “invisible” de Cristo habría ocurrido realmente en 1914. Poco después Joseph Franklin Rutherford se convirtió en presidente de la organización y les dio su nombre actual: Testigos de Jehová.
Basándose en los escritos de la sociedad, los Testigos de Jehová esperaron el momento crucial en el año 1918. Otra vez, no pasó nada. Cero cumplidas y van tres.  Al no ocurrir nada, Rutherford tampoco resistió la tentación de fijar fechas para el Armagedón: primero 1925 , año en el cual no ocurrió nada importante, excepto que tres cuartos de los Testigos decidieron abandonar la secta, cansados de las profecías fallidas: cero y van cuatro. Ante esta cuarta profecía fallida intentaron otra fecha; señalaron vagamente la década de 1940. Como para 1945 había llegado el final de la segunda guerra mundial, y no había pasado el fin del mundo, volvieron a mover la profecía. ¡Cero cumplidas y van cinco!
Cabe anotar que Joseph Franklin Rutherford escribió el libro “Millones que ahora viven no morirán jamás” en el que predicaba el fin para 1925 y con tal fin, mandó a construir una hermosa mansión a la que llamó Beth Sarim (Casa de los príncipes), porque según su profecía, en 1925 resucitarían Abraham, Isaac y Jacob y se mudarían a la casa que les construyeron los hermanos Testigos de Jehová.  ¿Conmovedor verdad? No importa la abundancia de gente sin hogar en el tercer mundo; ellos tenían que construir esa hermosa mansión para los muertos. A fin de cuentas, ¿No eran los grandes profetas resucitados quienes la usarían?… En realidad, parece que a los profetas no les gustó mucho la casa… ni siquiera los visitaron, y quien terminó viviendo en Beth Sarim fue… ¿Se arriesga a adivinar?  Claro, Rutherford.
El escritor de “Millones que ahora viven no morirán jamás” murió sin ver el cumplimiento de su palabra profética, pero para compensar su pesar vivió en una mansión opulenta gracias a los aportes de sus fieles.
Luego de Rutherford vino Nathan Homer Knorr  y a este le sucedió Fred Franz, quien escribió en 1966 el libro: “Vida eterna en la libertad de los Hijos de Dios”, el cual fijaba el fin del mundo para 1975. Ahora la razón era que en 1975 se cumplían los 6 mil años de la creación del hombre y eso significaba el fin del mundo. En “Life Everlasting in Freedom of the Sons of God”, página 29 y 30 se lee lo siguiente: “Los seis mil años de la creación del hombre terminarían en 1975, y el séptimo período de la historia humana comenzaría en el otoño de 1955 DC… Y no habría de ser un asunto meramente accidental, sino que estaría de acuerdo al propósito amoroso de Jehová Dios para el reino de Jesucristo, el señor del sábado, que habría de suceder en forma paralela con el séptimo milenio de la existencia humana”
Bueno, en esta época algunas personas ya sabían que el hombre no apareció sobre la Tierra hace 6 mil años, sino que nuestra especie, Homo sapiens, apareció hace muchas decenas miles de años. Además, antes de nuestra especie han existido muchas otras especies humanas, tales como Homo habilis, Homo erectus, Homo neanderthalensis, entre otras. Sin embargo, muchos fueron engañados de nuevo (por el analfabetismo científico y la falta de escepticismo). Después de este chasco un millón de fieles abandonaron el movimiento. Cero cumplidas y van seis.
En 1980, la Sociedad Watchtower sugirió que los Testigos y el cuerpo editorial estuvieron muy entusiastas acerca de la “posibilidad” del Armagedón en 1975. Este intento de recuperar los disidentes fue un completo fracaso. Lo único que hicieron fue echarle el agua sucia a los fieles por un error del cuerpo gobernante de la Watchtower.
Y aunque nada igual de escandaloso volvió a ocurrir desde entonces, hubo una última profecía fallida que suele pasar sin notar por parte de los lectores de la literatura que distribuye la Watchtower. Para entender esta profecía se debe comprender la imagen que tiene un Testigo de Jehová del cuerpo gobernante. Para ellos, la Sociedad Watchtower es el “siervo fiel y discreto” de un pasaje de la Biblia, Mateo 24, 45ss. Para ellos, en estos “tiempos finales”, la que imprima la Watchtower en su literatura es tan infalible como lo es el Papa para los Católicos.
¿Cuál es entonces la última profecía fracasada de la Watchtower? La revista “¡Despertad!” es la publicación con la cual comienzan el proceso de adoctrinamiento. Tiene el aspecto de ser una revista de temas variados y de interés. En su recuadro de justificación, en la página cuatro de todas las revistas anteriores a Agosto de 1995 decía lo siguiente:

Por qué se publica ¡Despertad!
¡Despertad! es informativa para toda la familia. Muestra cómo hacer frente a los problemas de nuestro tiempo, presenta noticias de actualidad, habla acerca de las gentes de otros lugares, analiza temas de religión y ciencia. Pero va más allá. Sondea su trasfondo e indica cuál es el verdadero significado de los acontecimientos actuales, aunque siempre mantiene una postura neutral en lo que respecta a la política y no favorece a unas razas sobre otras. Más importante aún: esta revista promueve la confianza en la promesa del Creador de establecer un nuevo mundo pacífico y seguro antes de que desaparezca la generación que vio los acontecimientos de 1914. (énfasis mío)
¡Despertad! 8 de agosto de 1995, p. 4.
Ahí, la Watchtower volvió a cometer el error de profetizar: Habló en nombre del Creador y puso fecha límite de cumplimiento.
La noción bíblica de “generación” que utilizan los Testigos ha variado mucho a lo largo del tiempo: desde unos 30 años hasta unos 80, para poder dar tiempo de que se cumplan sus falsas profecías. En la época en que se escribía esto, los Testigos mantenían que una “generación” bíblica era de 80 años, así que el nuevo mundo pacífico debería haber llegado en 1994.

Claro, llevamos 7 años desde eso, y el mundo sigue igual de violento. La profecía falló. ¿Cuál fue la reacción del cuerpo dirigente de la Watchtower Society? Consistió en “retirar” la profecía de forma “fiel y discreta”:
Por qué se publica ¡Despertad!
¡Despertad! es informativa para toda la familia. Muestra cómo hacer frente a los problemas de nuestro tiempo, presenta noticias de actualidad, habla acerca de las gentes de otros lugares, analiza temas de religión y ciencia. Pero va más allá. Sondea el trasfondo de los acontecimientos actuales e indica cuál es su verdadero significado, aunque siempre mantiene una postura neutral en lo que respecta a la política y no favorece a unas razas sobre otras. Más importante aún: esta revista fomenta confianza en la promesa del Creador de establecer un nuevo mundo pacífico y seguro que pronto reemplazará al sistema de cosas actual caracterizado por la maldad y la rebelión.(énfasis mío)
¡Despertad! 22 de julio de 1996, p. 4
En otras palabras, le quitaron el límite de tiempo: “pronto” puede ser mil años. A fin de cuentas, los cristianos de casi todas las sectas de la historia llevan esperando durante 2000 años el “inminente” regreso de Cristo. Cabe anotar que ahora los Testigos de Jehová recibieron “nueva luz” (el término doctrinal que usan para “borrón y cuenta nueva”): la generación de la profecía evangélica se refiere ahora a “las gentes de ese tiempo”; en otras palabras: una generación es cualquier cosa que se ahora deseen los Testigos de Jehová.

Así llegamos al marcador final (¿por ahora?): Cero cumplidas y fueron siete.

La profecía sin lógica

Hay otro aspecto sobre la “venida invisible” de 1914 que la mayoría de las personas no saben. Los testigos armaron una profecía utilizando una historia contenida en Daniel 4. Sin embargo, al leer detenidamente la pintoresca historia, el lector se puede dar cuenta que no es ninguna profecía sobre el tiempo en que vendría Jesucristo a inaugurar reino alguno. Todo este asunto del ?Reino de Jesús? en 1914 no es más que una interpretación absurda y fuera de contexto.

Para poder saber porque esta ?profecía? es una interpretación fuera de contexto debe revisarse las inconsistencias lógicas e históricas que rodean esta profecía.

Los Testigos de Jehová afirman que el Reino de Dios terminó en la tierra cuando el rey Nabuconodosor destruyó la ciudad de Jerusalén. Luego vendría ?el tiempo de los gentiles?, y luego de pasados ?siete tiempos? se restauraría el ?reino de Dios?.

Lo primero que debe analizarse es el punto de partida de los ?siete tiempos?, es decir la destrucción de Jerusalén por parte de Nabuconodosor, o más específicamente cuando Nabuconodosor quitó del trono a Sedequías (El último rey judío); esto lo fechan los Testigos en el 607 AEC para llegar, ?después de 7 tiempos? al año de 1914. Pero no hay ningún documento histórico que apoye esta fecha: En realidad, la inmensa mayoría de los historiadores, incluso los creyentes de otras ramas del cristianismo, datan la caída de Jerusalén en el 586 AEC.

Luego viene el asunto de los ?Siete tiempos?. Este concepto sale del  capítulo cuarto del libro de Daniel, el cual narra que el Rey Nabuconodosor (Rey de Babilonia) tuvo un sueño en que se le advertía que estaría loco por siete años, en los cuales viviría como un animal salvaje comiendo hierba. Según el libro de Daniel, esto ocurrió porque Nabuconodosor no reconoció a Jehová como Todopoderoso.

Ahora viene otra maniobra por armar la profecía. Los testigos basados en Apocalipsis 12: 6, 4. llegan a la conclusión que ?siete tiempos? sería dos veces 1260 días, ósea  2520 días. La construcción de la fantasiosa profecía continua cuando los Testigos dicen (basados en Números 14:34) que para Dios cada día es como un año. Por lo tanto la profecía al afirmar que deben transcurrir ?siete tiempos?, esta diciendo que deben pasar 2520 años.

En este punto ya está armada la profecía. Partimos del año 607 AEC, le sumamos 2520 años y se llega al año de 1914. Sin embargo,  la historia de la locura de Nabuconodosor no es una profecía, es tan solo la historia de una supuesta advertencia dada por el dios Jehová al rey más poderoso de la época, quien resulta castigado terriblemente.

Aún si el texto de Daniel 4 fuese una profecía, no podría tomarse como cierta. Pues no existe ningún registro escrito que diga que este rey halla durado loco por siete años. Esto es curioso ya que si hay documentos que mencionan al rey Nabuconodosor ¿Será que durante siete años, los babilonios no se dieron cuenta de que su rey se comportaba “algo raro”?

El simple hecho que esta historia tan singular, sea probablemente falsa deja sin piso toda la profecía.

Testigo de sus especulaciones

En la revista ?Atalaya? de mayo de 1984 los Testigos de Jehová afirmaron que “usted, junto con los sobrevivientes de la generación de 1914, puede llegar a ver un nuevo orden.(Pág. 107)? En este número de su revista, los Testigos afirman que el Armagedón ocurriría antes que pasara la generación ?que vio? los acontecimientos de 1914. En la portada de este ejemplar aparece la fotografía de un grupo de personas de 70 a 90 años, con la leyenda -1914- La generación que no pasará.  Desafortunadamente ya no quedan muchas personas que hayan estado vivas en 1914 y el Armagedón no llegó!

Chesterton. El suicidio del pensamiento.

De: irichc  (Mensaje original) Enviado: 21/10/2004 22:51

La gente de hoy no es perversa; en cierto sentido aun pudiera decirse que es demasiado buena: está llena de absurdas virtudes supervivientes. Cuando alguna teoría religiosa es sacudida, como lo fue el Cristianismo en la Reforma, no sólo los vicios quedan sueltos. Claro que los vicios quedan sueltos y vagan causando daños por todas partes; pero también quedan sueltas las virtudes, y éstas vagan con mayor desorden y causan todavía mayores daños. Pudiéramos decir que el mundo moderno está poblado por las viejas virtudes cristianas que se han vuelto locas. Y se han vuelto locas, de sentirse aisladas y de verse vagando a solas. Así sucede que los hombres de ciencia se preocupen por establecer su verdad, y que la verdad les resulte luego despiadada. Así que los humanitarios sólo de la caridad se preocupen, y que su caridad (siento decirlo) resulte muchas veces falsa.Tomemos un caso: Mr. Blatchford ataca el cristianismo en nombre de una sola virtud cristiana que lo ha enloquecido: la virtud de la caridad puramente mística, llevada a términos casi irracionales. Se le ha ocurrido el disparate de que sería más fácil perdonar los pecados si conviniésemos en que no hay pecados. Mr. Blatchford no sólo se porta como un cristiano antiguo, sino que merecería mejor que ninguno ser devorado por leones. Aplicada a él, la acusación del paganismo no puede ser más verdadera: su misericordia no conduce más que a la anarquía. Acaba realmente por ser un enemigo de la especie humana, a fuerza de querer ser tan humanitario. Y ahora examinemos el caso opuesto, el del amargo realista que ha ahogado, conscientemente, en su corazón todos los regocijos humanos que puedan brotar de una hermosa leyenda, o de las exaltaciones del alma. Por celo de la verdad mora, Torquemada hacía padecer tormentos corporales a las pobres gentes. Zola, por celo de la verdad física, las somete a verdaderos tormentos espirituales. Pero en tiempos de Torquemada había, por lo menos, un sistema que consentía, hasta cierto punto, que la rectitud y la paz pudieran conciliarse y aunarse; mientras que hoy ni siquiera pueden saludarse de lejos.

(…)

Con frecuencia se oye decir que la gente sensata desiste de la religión porque la religión parece ofrecer un enigma sin salida. Lo peor no es eso; sino que no se han dado cuenta de que hay un enigma en la religión. Son tan infantilmente estúpidos, que no ven nada de extraordinario en que, chanceando, se les diga, por ejemplo, que una puerta no es una puerta. Los librepensadores del día hablan de la autoridad religiosa, no sólo como si careciera de fundamento actual, pero como si no lo hubiera tenido nunca. Amén de no ver su probable fundamento filosófico, no se dan cuenta de que tenga un fundamento histórico. ¿Quién duda que la autoridad religiosa haya podido ser opresora e irracional? Todo sistema legal (y especialmente el que hoy disfrutamos) ha podido, asimismo, pecar por su indiferencia y su cruel apatía. Es razonable, por ejemplo, atacar a la policía; más aún, es glorioso. Pero los nuevos críticos de la autoridad religiosa están en el caso de atacar a la policía sin haber oído hablar de los salteadores. Porque la inteligencia humana está gravemente amenazada, y por un peligro tan positivo como un atraco; y la autoridad religiosa, equivocada o no, era su única defensa. Y si hemos de salvarnos de una ruina segura, ya es tiempo de pensar en oponer un muro al asalto.

El peligro consiste en que la inteligencia humana es, por naturaleza, capaz de destruirse a sí misma. Así como una generación puede impedir que se produzca la siguiente generación metiéndose en los conventos o echándose al mar toda ella, así una pléyade de pensadores puede, en cierto modo, impedir a quienes le sigan el libre ejercicio del pensamiento, convenciéndolos de que ningún pensamiento humano vale un comino.

(…)

Y todos los sistemas de la religión militante se han organizado, precisamente, en previsión de este mal que siempre nos acecha. Los credos y las cruzadas, las jerarquías y las horribles persecuciones que llenan la historia, no se organizaron contra la razón, como lo repite sin cesar la ignorancia, sino para la árdua defensa de la razón. Instintivamente, el hombre comprendió siempre que, si se consentía discutirlo todo, la primera cosa puesta al debate sería la razón. La autoridad del sacerdote para absolver; la del papa para definir la autoridad, y aun la del inquisidor para aterrorizar a la gente, no han sido más que obscuras defensas alzadas en redor de la misma autoridad central; aquella que es más indemostrable, si se quiere, y más sobrenatural que todas: la autoridad del hombre para pensar.

(…)

El culto de la voluntad no es más que la negación de la voluntad. Admirar el don de elección es negarse a elegir. Si Mr. Bernard Shaw se me acerca y me dice: “Desea algo”, tanto vale como decirme: “No me importa lo que desees” o como decir: “Por mi parte, no tengo ningún interés determinado sobre lo que puedas desear”. No podéis admirar la voluntad en general, porque la esencia de la voluntad está en ser particular. Un anarquista tan brillante como Mr. John Davidson se indigna ante la moralidad ordinaria, e invoca el reinado de la voluntad -de la voluntad para cualquier cosa, en general.- Lo que él quiere es que la humanidad desee algo firmemente. ¡Pero si de algo necesita la humanidad en concreto es nada menos que la moralidad ordinaria! Él se rebela contra la ley, pidiéndonos que deseemos algo, cualquier cosa. ¡Pero si ya hemos deseado algo, ya hemos deseado precisamente la ley contra la cual se está él rebelando!

Desde Nietzsche hasta Mr. Davidson, puede decirse que todos los adoradores de la voluntad carecen de ella casi por completo. Apenas son capaces de querer o desear. ¿Las pruebas? Fácil será proporcionarlas: un síntoma bastante elocuente es que siempre estén hablando de la voluntad como de algo que estalla y derrumba, cuando lo que hace la voluntad es todo lo contrario. Todo acto de voluntad lo es de propia limitación. Desear la acción es desear una limitación. En este sentido, todo acto es un sacrificio. Al escoger una cosa, rechazáis necesariamente otra. Los pensadores de esta escuela solían proponer una objeción contra el matrimonio, que también es aplicable a todos los actos. Todo acto es irremediablemente una selección y una exclusión. Al casaros con una mujer dejáis a todas las demás, y asimismo al adoptar una línea de acción abandonáis todas las otras. Si llegáis a ser rey de Inglaterra, tendréis que dejar vuestro puesto de bedel en Brompton. Si vais a Roma, sacrificáis vuestra encantadora vida de Wimbledon. Y considerando este aspecto negativo o limitativo de la voluntad, que por otra parte es imprescindible, comprendemos mejor lo absurdo de esos discursos de los anarquistas voluntaristas. Mr. John Davidson nos asegura que él no se acobarda ante ningún “Tú no harás”. ¿Pero no comprende Mr. Davidson que “Tú no harás” es un corolario inmediato de “Yo haré”? “Iré a ver la procesión del nuevo alcalde -dice la voluntad-, y tú no me lo impedirás”. Nos conjura el anarquismo a que seamos audaces artistas y no nos cuidemos de ley ni límite alguno. Y no se puede ser artista sin leyes ni límites. El arte es limitación; la esencia de toda pintura es el contorno. Cuando dibujáis una jirafa tenéis que ponerle el pescuezo largo. Y si, según vuestro audaz sistema de creación, os empeñáis en pintarla con el cuello corto, pronto os convenceréis de que no sois libres de pintar una jirafa como se os antoje. Entrar en el terreno de los hechos es entrar en el mundo de los límites. Las cosas pueden emanciparse a ciertas leyes accidentales o pegadizas, pero no pueden escapar a las leyes de su naturaleza. Se puede libertar a un tigre de su jaula, pero no de su piel manchada. No se puede libertar a un camello del peso de su corcova; sería quererlo libertar de su condición de camello. No pretendamos, como esos torpes demagogos, entusiasmar a los triángulos a que se emancipen de la tiranía de sus tres lados. El triángulo que se atraviese a esto, pronto llegaría a un término lamentable. Alguien ha escrito una obra que se llama “El Amor de los Triángulos”. Aunque no la he leído, estoy seguro de que, si los triángulos han podido alguna vez ser amados, se debe a que son triangulares. Y lo propio acontece con cualquiera creación artística; y la creación artística puede considerarse como el ejemplo más elocuente de voluntad pura. El artista ama sus limitaciones; ellas integran la calidad de su obra. El pintor se alegra de que el lienzo sea plano; el escultor, de la palidez de la arcilla.

(…)

Y no, nuestro rebelde es escéptico; no confía plenamente en nada. Como no tiene lealtad, nunca podrá ser un verdadero revolucionario. Quisiera denunciar algún mal, como hace el revolucionario verdadero, pero se lo estorba su desconfianza general de todas las cosas. Porque la denuncia implica algún modo de doctrina moral, y nuestro revolucionario no sólo duda de la doctrina por acusar, sino de la que pudiera fundar la acusación. Si escribe un libro quejándose de que la opresión imperial insulte la pureza de la mujer, después escribe otro en que insulta a la mujer a sus anchas con motivo de los problemas del sexo. Maldice al sultán porque las doncellas cristianas pierden su virginidad y después maldice a Mrs. Grundy porque la conservan. Como político, predicará a gritos contra la guerra, alegando que la guerra gasta las fuerzas de la vida; y más tarde, como filósofo, declarará que la vida es, a su vez, un despilfarro del tiempo.

(…)

En resumen: que nuestro revolucionario, escéptico infinito, no hace más que contraminar sus propias minas. En sus libros de política reprende a los hombres que pisotean la moral, y en sus libros de ética la emprende contra la moral porque pisotea a los hombres. Así el sublevado ha venido a quedar incapaz para todo empeño de sublevación. A fuerza de alzarse contra todo, ha perdido el derecho de alzarse contra cosa alguna.

(…)

Nietzsche tenía cierto talento natural para el sarcasmo: sabía desdeñar, ya que no reir; pero hay siempre en su sátira cierta falta de sustantividad y de peso; y todo porque no tiene, para respaldarla, la masa necesaria de moralidad común. En efecto: Nietzsche es mucho más absurdo que todos los absurdos que denuncia en sus obras. Nietzsche pudiera quedar como el prototipo de esta falta de energía abstracta: el reblandecimiento cerebral que dio al traste con su vida no fue un mero accidente físico. Si Nietzsche no hubiera parado en imbécil, de todas suertes el nietzscheanismo hubiera parado en imbecilidad. El pensamiento demasiado solitario y orgulloso acaba por idiotizar. Todo el que no deja que se ablande su corazón, tendrá que sufrir que se le reblandezca el cerebro.

Este último intento para eludir el intelectualismo acaba en intelectualismo puro, y, por lo mismo, es cosa muerta. Ha fallado el intento. El culto desconsiderado de la anarquía y el culto materialista de la ley acaban en una misma vanidad. Nietzsche, tras escalar vertiginosas cumbres, se queda en el Tíbet. Y allí está sentado a la diestra de Tolstoy, en las regiones de la Nada y del Nirvana. Ambos han perdido la esperanza: uno porque no ha querido conservar nada; el otro porque no ha querido desprenderse de nada. La voluntad tolstoyana resulta como helada al soplo de aquella aprensión budista que en todos los actos especiales cree hallar pecados. Pero tan helada resulta asimismo la voluntad nietscheana, por su creencia en la bondad de todos los actos especiales. Pues si todos ellos son buenos, ninguno es especial. De modo que ambos están en el cruce de los caminos, y mientras uno abomina de todos los caminos, al otro todos parecen tentarle a un tiempo. ¿Resultado?… No es muy difícil adivinarlo. El hecho es que ambos se quedan en el cruce de los caminos.

Chesterton. Ortodoxia.

Las 95 tesis de Martin Lutero

De: Alias de MSNoleMEW  (Mensaje original) Enviado: 07/09/2004 14:13

  1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “Haced penitencia…”, ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.

  2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.

  3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.

  4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.

  5. El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.

  6. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.

  7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.

  8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.

  9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.

  10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.

  11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.

  12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.

  13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.

  14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.

  15. Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.

  16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.

  17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.

  18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.

  19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.

  20. Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.

  21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.

  22. De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.

  23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.

  24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.

  25. El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.

  26. Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.

  27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.

  28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.

  29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.

  30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.

  31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.

  32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.

  33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.

  34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.

  35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.

  36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.

  37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.

  38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.

  39. Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.

  40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.

  41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.

  42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.

  43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.

  44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.

  45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.

  46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.

  47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.

  48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.

  49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.

  50. Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.

  51. Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.

  52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.

  53. Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.

  54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.

  55. Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.

  56. Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.

  57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.

  58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.

  59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.

  60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.

  61. Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.

  62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.

  63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.

  64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.

  65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.

  66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.

  67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.

  68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.

  69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.

  70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.

  71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.

  72. Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.

  73. Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.

  74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.

  75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.

  76. Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.

  77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.

  78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.

  79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.

  80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.

  81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.

  82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?

  83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?

  84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?

  85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?

  86. Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?

  87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?

  88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?

  89. Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?

  90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.

  91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.

  92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: “Paz, paz”; y no hay paz.

  93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: “Cruz, cruz” y no hay cruz.

  94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.

  95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.

Alexis de Tocqueville

De: Alias de MSNoleMEW  (Mensaje original) Enviado: 05/09/2004 16:51

De regreso de su estancia en los Estados Unidos (1831-1832), Tocqueville inicia la redacción de su Démocratie en Amérique (Democracia en América). Comprendiendo que el régimen político y las condiciones de vida en vigor del otro lado del Atlántico iban a generalizarse hacia la mayoría de los países, comenzando por el vieja Europa, y que la propagación del modelo democrático americano era ineluctable, trató de formular las características de éste, y de imaginar su evolución.

    Tocqueville anunció el advenimiento de una sociedad igualitaria, fundada sobre el individualismo, la agitación, y el aislamiento, más marcados aún cuando, paradójicamente, cada uno se volverá más similar al prójimo. “Veo una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que dan vueltas sin descanso en torno a sí mismos para procurarse pequeños y vulgares placeres.” (Démocratie, II 4.6). Y también el advenimiento de una opresión de un género nuevo, que no es ya despotismo o tiranía, sino una “suerte de servidumbre, ordenada, suave y apacible (…), un poder singular, tutelar, todopoderoso (activado por) una red de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes (que) no quebranta las voluntades, pero las aplaca, las doblega y las dirige; raramente fuerza a actuar, pero se opone sin cesar a la acción; no destruye, impide nacer; no tiraniza, molesta, comprime, enerva, apaga, embrutece, y, en fin, reduce a cada nación a no ser más que un rebaño de animales tímidos e industriosos, donde el gobierno es el pastor.” (Démocratie, II 4.6)

    El principal peligro que acecha a los ciudadanos de la conglomeración única y mundial ? a partir de ahora lo cotidiano de cada uno ? no es externo sino interno: es principalmente la inconsciencia de la servidumbre, esta “servidumbre voluntaria” de la cual Étienne de la Boétie había hecho el objeto de su tratado político (1548). El siervo moderno, o postmoderno, contrariamente a aquel de las sociedades antiguas y medievales, no es ya consciente de su servidumbre, pues se recompensa con palabras y sufre pasivamente el discurso ideológico que él mismo produce, colectivamente. A la vez aislado y enredado, individualista y ahogado en la colectividad. El amo de antaño podía amar a su sirviente, el siervo de hoy en día es su propio opresor. Pues en esta servidumbre generalizada, el siervo no se distingue ya de su amo. Cada uno tiende a convertirse en el opresor y el oprimido del otro, no directamente porque el otro, invisible, se manifiesta en la sombra de los reglamentos, de las leyes y de las transacciones. Todos se parecen, porque las condiciones de la existencia y de los estilos de vida tienden a volverse las mismas. Esta empresa de aculturación mundial, sin precedente en la historia de la humanidad ? pues lo que desaparece no es reemplazado por nada ? es, sin cara y sin voz, aunque ruidosa, conducida por todos y en beneficio de nadie.

    “Estilos de vida” no es “niveles de vida”, y sólo existe un criterio que permite rendir cuentas de los “modos de vida”: la tasa de suicidio, de la que se conoce su incremento en las sociedades industriales y postindustriales, en Francia, en Japón. La igualdad de las condiciones es una idea mucho más radical que la desigualdad de las riquezas, finalmente sin importancia (pues el rico sufre la misma servidumbre colectiva), o que el ingenuo concepto marxista de los modos de producción. ¿Cómo podría lo económico liberar la consciencia? ¡Por el contrario, es su principal vector de esclavitud!

    El mecenas de hoy en día es ciego y sumiso: no tiene ni inteligencia, ni cultura, ni fe, para patronear iniciativas originales reales, para ayudar a los talentos a desarrollarse. A la inversa del mecenas ilustrado del Renacimiento, no cesa de sufrir la imposición cultural y el terror ideológico. Se inclina hacia las asociaciones, clubes e institutos de “beneficencia” que no son más que las sucursales de las instituciones. Al igual que el futbolista, el cantante y el actor: repentinamente enriquecidos por el sistema y que les hacemos parlotear delante de los micrófonos.

    Tocqueville es un visionario. La realidad le ha dado la razón: condiciones de vida iguales, degradación de las costumbres y de la convivencia. ¿Sobre el modelo americano? ¿O sobre el ruso?: Tocqueville vacila. Poco importa, pues es la misma cosa. La caída del Muro de Berlín no ha marcado la liberación de las naciones de Europa oriental, sino su entrada en la servidumbre común. Recíprocamente, con la caída del Muro, no fueron los soviéticos quienes se europeizaron, sino más bien el europeo es quien se ha “sovietizado”, “achinado” un poco más. El abad Ferdinando Galiani, “el más profundo y el más lúcido de los hombres de su siglo” (según Nietzsche), escribió ya en 1771, en una carta dirigida a Louise d?Epinay: “Dentro de cien años nos pareceremos mucho más a los Chinos de lo que no nos parecemos ahora. (…) Habrá despotismo por todos lados, pero un despotismo sin crueldad, sin una gota de sangre derramada. Un despotismo de disputas y siempre basado en la interpretación de las viejas leyes, sobre el ardid y la astucia del palacio y de la toga, y el despotismo sólo aspirará a las finanzas de los particulares”. Sin embargo, una diferencia separa al ruso o al búlgaro de hoy en día que ha conocido la servidumbre a cara descubierta y ha podido forjarse una caparazón apropiado, del occidental que nunca a conocido otra cosa más que la ilusión de la libertad, aderezada por el Terror ideológico instalado en la época de los “Derechos del Hombre”. Esto es lo que se constata con los propios ojos cuando un americano y un ruso se cruzan en un avión: la superioridad cínica del segundo.

    No es el ruso o el chino el que se ha vuelto capitalista, sino que es el americano y el europeo los que se han vuelto “comunistas”. La caída del Muro es la marca de este acontecimiento. No es el proletario el que se ha vuelto “burgués”, sino a la inversa. Proletariado significa obligación de trabajar, para subsistir, según las modalidades impuestas desde el exterior, y alienación en un trabajo inútil para sus necesidades y para sus aspiraciones propias. Ahora bien, la ideología, a la inversa que la astrología, niega que puedan existir tales aspiraciones propias a cada uno, que sean independientes del medio sociocultural.

    Toda actividad se ha vuelto pública, socializada, controlada por el Estado y el Mercado. Contrariamente a lo que se argumenta, nosotros no estamos viviendo dentro de una lógica de los “Derechos del Hombre”, y no hay un estado “burgués” como lo creía Marx. No hay más que Aristocracia o Proletariado: es esto lo que a incluido Tocqueville en su otra obra, L?Ancien Régime et la Révolution (1856) (El Antiguo Régimen y la Revolución). Nadie está en condiciones de ejercer una actividad conforme a sus aspiraciones, ni de disfrutar libremente de los frutos de esta actividad sin tener que rendir cuentas, sin haber tenido que beneficiar a alguien más, sin ser tributario de la estafa estatal. Así sucesivamente con su mujer, o con sus mujeres, con sus niños, ya no reales sino públicos, modelados.

    Tocqueville, en apariencia optimista, espera que la modernidad elegirá a fin de cuentas la vía de la “libertad”. En realidad es un pesimista: no cree que las naciones y los pueblos tengan realmente la elección, y las observaciones finales de su tratado suenan falsas. Su optimismo forzado señala la idiosincrasia típica del Leo moderno, acentuada por la fuerte presencia de Plutón en el MC en Piscis, y de la Luna en el FC en Participación Nocturna (cf. infra: la carta natal de Tocqueville).

    Tocqueville permanece como uno de los pilares para una reflexión sobre la modernidad, como lo ha demostrado François Furet (Penser la Révolution française, Paris, Gallimard, 1978). Él ha visto y previsto el advenimiento de la sociedad futura, la nuestra, con uno o dos siglos de anticipación. Los astrólogos se jactan de una ilusoria capacidad de predecir o de pronosticar el futuro, mientras que son impotentes frente al futuro próximo, en un plazo de solamente algunas semanas de un evento (cf. las recientes elecciones americanas: noviembre ? diciembre 2000). Los más astutos establecen balances moderados, sembrados de fórmulas ambiguas, que podrán parecer validar sus pronósticos a los ojos de un público crédulo. Yo ya lo he dicho: esto no es hacer astrología, sino reconducirla sobre seguro hacia el juego de engaños en el que ella se ahoga desde hace tres siglos.

    Además, ¿cómo podría el astrólogo adquirir, con la nariz pegada a sus horóscopos, una visión amplia, sana y esclarecida sobre su tiempo? La astrología mundana es una cuestión de grandes ciclos, de cultura, y de reflexión política. El astrólogo de gabinete se queda mudo acerca de la evolución de las mentalidades y de las ideologías, y se limita generalmente al acontecimiento ? e incluso es dudoso que exista hoy en día un “auténtico acontecimiento” que no sea una fabricación artificial del “Espectáculo” (Guy Debord).

    La ideología moderna estipula que la libre y buena voluntad dirige las reformas útiles en el seno de las sociedades modernas. Ahora bien, los gobiernos sólo actúan en realidad por la doble fuerza de las presiones económicofinancieras, y de la opinión pública, puesto que son las masas quienes le conceden o le retiran su sufragio. Los políticos, colectivamente, buscan contener la opinión pública por la demagogia y la publicidad, y a hacer pasar las imposiciones del Mercado como la elección razonable. Todo el esfuerzo político consiste en convencer a los ciudadanos de la necesidad de esta identificación. Después, a la hora de la competición, cada uno de ellos intenta persuadir a los demás de que él es quien encarna mejor este consenso, y que él hace las mejores elecciones, aquellas de un buen sentido político: chivos y monos, efigies de un espectáculo que se reduce a la animación de una veleta veleidosa, orientada por la competencia de títeres, rivales intercambiables, sometidos a la opinión y las presiones del Mercado. Ninguna época ha conocido semejante degeneración de la voluntad política.

    Michel Foucault ha demostrado que el poder moderno no era ni material (oacción física), ni personal (coacción voluntaria), ni político, sino estructural, y caracterizado por su ubicuidad, su múltiple localización, su inmanencia, constituido por una multitud de micropoderes repartidos entre todos los actores, con lugares de mucha mayor condensación. De hecho el “poder moderno” no es más que una ilusión: “auto” sugestión de la ideología interiorizada por cada uno.

    La ideología parece funcionar por ideas separadas o por parejas de contrarios (izquierda / derecha, política / justicia, privado / público…), pasando por alto los presupuestos del sistema: la “reforma” forma parte integrante del dispositivo, ella es su continuación prevista, ya que se trata siempre de reconducir al conjunto bajo una forma un poco modificada. Pero la ideología moderna es un concepto mucho más vasto que sobrepasa su aspecto político, el más ingenuo. La ideología, es la forma interiorizada de la servidumbre común descrita por Tocqueville. Yo propongo tres criterios de reconocimiento:

    * La ideología impregna la consciencia. Se hace una con la consciencia. No es un objeto exterior de pensamiento fácilmente identificable, ni a la que uno se opone fácilmente, sino que es ese estado del pensar que influye incidentalmente sobre los juicios emitidos sobre aquello a lo que uno cree oponerse. La ideología se impone e impregna con tanta fuerza que uno cae aún cuando cree liberarse de ella. Así: ¡apagar la radio (que transmite el discurso de circunstancias escuchado ya cien veces en otra parte y por otros, ya que lo importante no es el locutor, sino que el balbuceo consensual sea transmitido, poco importa por quién siempre que haya alguien que pueda transmitirlo)… y poner un disco de rap!

    * La ideología no es exterior, entre los otros, en China, bajo el Reich, entre los Zulúes, o desde el tiempo de los Aztecas: es actual, en acto, “entre nosotros”, omnipresente. Lo que ocurre en otra parte no es más que curiosidad: la ideología, es en primer lugar el discurso del vecino o de su mujer. La denuncia de la ideología supuesta entre los otros no está hecha para convencer a los otros, sino para reforzar la ideología entre nosotros. Es similar a las instituciones penitenciarias de la obra de Foucault. La ideología produce naturalmente sus reformadores, críticos y escépticos habituales, sus bufones; ella sabe reconocerlos y remunerarlos en consecuencia. Así se explica, por otra parte, el hundimiento soviético: por la superioridad de la ideología occidental y de sus élites intelectuales. El pesado aparato de la propaganda soviética era ingenuo: bastaba con halagar el amor propio, con dejar canturrear a las sirenas de la libertad, de la voluntad, de la responsabilidad, del reparto, de hacer creer a cada uno que es el autor, el actor y sobre todo el empresario de su existencia.

    * La ideología no se mantiene sujeta por unas pocas ideas, valores o líneas directrices, ni incluso en una red de ideas. Es una organización estructural subyacente a las ideas, una disposición del espíritu. Es el teatro de implosión de todas las ideas en el espíritu. Tampoco se combate a la ideología con el discurso, la argumentación, la razón, la inteligencia, porque, por definición, la ideología ya ha falsificado todos los discursos, todas las argumentaciones. Ha desviado la razón y minado la inteligencia. Sólo se puede combatir por el silencio.

    El término ideología ha sido forjado por el filósofo Destutt de Tracy para designar el conocimiento de las ideas o hechos de consciencia. Marx se apodera de ello para calificar a los pensadores inconscientes de las realidades económicas y materiales subyacentes en su razonamiento. Después, ha sido utilizado corrientemente para descalificar directamente las ideas que no se conforman con las normas del pensamiento, de la razón o del consenso. Yo llamo, en lo que a mí corresponde, ideología, no al sistema de representaciones mentales que caracterizan la mentalidad de una “clase dominante” (Marx), sino al conjunto de los reflejos culturales de la mentalidad dominante, todos los tipos mezclados, inconscientemente vividos por la mayor parte, y en tanto que evacúen, neutralicen y excluyan las representaciones mentales concurrentes que caracterizan la diferencia. La ideología se enraiza en los espíritus a través de la ignorancia (signos primaverales), el miedo (signos estivales), la pereza (signos otoñales) y la cobardía (signos invernales).

    La astrología me interesa desde hace 20 años. Es la única alternativa a la ideología, porque funciona en sí misma, como una ideología: fuerte impregnación, estructuración de la consciencia, ubicuidad, inaccesibilidad.

    La revista neoyorquina Considerations ha publicado recientemente (15.1, 2000, p.89) la carta natal de Tocqueville. La señora Nicole Girard ha recuperado el acta de nacimiento de Alexis de Tocqueville de los archivos del Sena: Charles Alexis Clérel de Tocqueville nació el 29 de julio de 1805, en París, a las 3 hs de la mañana: “Tocqueville?s birth (family name =Clérel) is registered as No. 174 for 29 Juillet 1805 (11 Thermidor an XIII) at the Préfecture du département de la Seine, ville de Paris, primer arrondissement. Birth ocurred at Rue de la Ville l?Évêque, numeró 987, division du Roule.” (correo personal del editor, Ken Gillman, fechado el 28 de marzo de 2000).Este pequeño texto ha sido escrito para honrar este precioso descubrimiento. Un horóscopo tal que este último vale más que otros cien de interés limitado. Más vale profundizar y comprender una sola carta de un hombre valioso, que levantar apresuradamente las cartas de docenas de peleles.

Carta natal Alexis de Tocqueville

        Plutón en el MC, y el único planeta sobre el horizonte, domina el tema de Tocqueville. En oposición: la Luna. Los hombres, individualidades distintas y sobrediferenciadas (Plutón) pero formando un sólo cuerpo (Luna), son debilitados por la pasividad de Virgo y por la inestabilidad de la Casa VII (Participación Nocturna), la casa plutoniana. Reagrupados en un colectivo amorfo (Luna) y desunido (Plutón), sin convivencia, permanecen sometidos a un destino que son incapaces de dominar y esclavizados a unos desconocidos que los exceden totalmente (Casa VII, el Misterio). Esta configuración es la marca de una servidumbre (Luna), tan implacable y estrecha (eje Piscis / Virgo de las restricciones y de las limitaciones), que permanece inconsciente (Casa VII).

        El otro polo de esta carta, ajeno al primero y sin relación con él, está marcado por el Sol en Leo e Individuación Nocturna. El poder tutelar (Sol), desconectado del “pueblo”, persigue sus designios (Casa VIII) sin maldad, pero sin concertación (Leo). Este polo leonino marca también la mirada que el historiador pone sobre el fenómeno aprehendido, el cual quiere creer, a pesar de su constatación de que los hombres descubrirán, finalmente, el medio de superar las pruebas que los agobian.
   

    N. del Autor: Agrego algunos extractos de La Démocratie, (cf. Alexis de Tocqueville, Visionary of Modernity), traducido por un equipo de estudiantes de la Universidad de Virginia, y agradezco desde ya al lector interesado que encontrase una versión del texto en español en Internet.

Referencia de la página:
Patrice Guinard: Alexis de Tocqueville, el Visionario de la Modernidad
(versión francesa, 02.2001: http://cura.free.fr/docum/10toc-fr.html)
http://cura.free.fr/docum/11toc-es.html
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Todos los derechos reservados © 2001 Pía Urruzuno & Patrice Guinard

Hegel. Crítica a la "cosa en sí" de Kant.

De: irichc  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2004 9:00

Concepto general de la lógica

En la lógica más que en ninguna otra ciencia se siente la necesidad de comenzar por el objeto mismo, sin reflexiones preliminares. En cualquier otra ciencia el objeto de la misma y el método científico se diferencian uno del otro; a la vez que el contenido no constituye un comienzo absoluto, sino que depende de otros conceptos y mantiene conexión a su alrededor con otras materias. Por eso a dichas materias les está permitido hablar tanto de su fundamento y de sus conexiones como también del método sólo por lemas; pueden adoptar directamente las formas de las definiciones presupuestas como conocidas y aceptadas y servirse de la manera ordinaria de razonar para establecer sus conceptos generales y sus determinaciones fundamentales.

La lógica, al contrario, no puede presuponer ninguna de estas formas de la reflexión, o reglas y leyes del pensamiento, pues ellas constituyen una parte de su contenido propio y tienen que ser primeramente fundamentadas en la lógica misma.

Pero no sólo la exposición del método científico pertenece al contenido de la lógica, sino también el concepto mismo de ciencia en general, y éste constituye exactamente su resultado último. Por eso ella no puede decir previamente lo que es; sólo su completa exposición proporciona este conocimiento de ella misma, como su fin y conclusión. De la misma manera su objeto, el pensamiento, o con más determinación, el pensamiento que concibe, es tratado esencialmente como parte intrínseca de ella; el concepto de este pensamiento se engendra en el curso de la lógica y no puede por eso proporcionárselo previamente. En consecuencia, lo que en esta introducción se expresa preliminarmente no tiene el propósito de fundamentar el concepto de la lógica o de justificar de antemano científicamente su contenido y método, sino que quiere, por medio de algunas aclaraciones y reflexiones, entendidas en el sentido del razonamiento y de la exposición histórica, acercar a nuestra representación el punto de vista desde el cual esta ciencia tiene que ser considerada.

Al aceptar que la lógica sea la ciencia del pensamiento en general, se entiende con ello que este pensamiento constituye la pura forma de un conocimiento, que la lógica hace abstracción de cualquier contenido y que el llamado segundo elemento, que pertenecería a un conocimiento, es decir la materia, debe ser ofrecido trayéndolo de otra parte. De este modo la lógica, como si esta materia fuera del todo independiente de ella, debería presentar sólo las condiciones formales del conocimiento verdadero, sin contener por sí misma la verdad real; y tampoco podría ser el camino para alcanzar la verdad real, justamente porque el elemento esencial de la verdad, esto es el contenido, se encontraría fuera de ella.

Pero, en primer lugar, es inapropiado decir que la lógica hace abstracción de cualquier contenido, que enseña sólo las reglas del pensar, sin penetrar en lo que ha sido pensado, y sin poder considerar su naturaleza. Puesto que son el pensamiento y las reglas del pensar los que deben constituir su objeto, en éstos tiene la lógica su contenido característico inmediato, y en ellos tiene también aquel segundo elemento del conocimiento, a saber, una materia, de cuya naturaleza debe preocuparse.

En segundo lugar, las representaciones, sobre las que hasta ahora en general se asentaba el concepto de lógica, se han extinguido en parte; ya es tiempo de que desaparezcan del todo, y que el punto de vista de esta ciencia sea concebido de modo más elevado, y adquiera una forma totalmente modificada.

Hasta ahora el concepto de la lógica se fundaba sobre la separación dada de una vez para siempre en la conciencia ordinaria, del contenido del conocimiento y de la forma de éste, es decir, en la separación de la verdad y la certeza. Se presupone ante todo que la materia del conocimiento existe como un mundo acabado, en sí y por sí, fuera del pensamiento; que el pensamiento por sí es vacío y que se añade como una forma extrínseca a aquella materia, se llena de ella, y solamente entonces adquiere un contenido y se convierte así en conocimiento real.

Luego, estos dos elementos ?pues según este modo de ver tienen que presentarse en la relación de elementos, y el conocimiento se compondría de ellos de un modo mecánico, o a lo sumo químico- están colocados por el siguiente orden jerárquico: el objeto es algo por sí completo, acabado, y para su realidad puede prescindir (en absoluto) del pensamiento; el pensamiento, por lo contrario, es algo imperfecto, que necesita completarse primero con una materia y amoldarse a ella como una forma blanda, indeterminada. La verdad consiste en la concordancia del pensamiento con el objeto; y, a fin de producir esta concordancia (pues ella no existe en sí y por sí) el pensamiento debe ajustarse y acomodarse al objeto.

En tercer lugar, dado que la diversidad entre la materia y la forma, entre el objeto y el pensamiento no es dejada en aquella nebulosa indeterminación, sino que es concebida de manera más determinada, deben los dos constituir esferas distintas. Por consiguiente el pensamiento, cuando aprehende y forma la materia, no sale fuera de sí mismo; su acto de aprehender [la materia] y amoldarse a ella no es sino una modificación de él mismo, sin que por esto él se vuelva otro diferente de sí mismo; y la determinación autoconsciente pertenece, no obstante, sólo a él [al pensamiento]. De modo que, aún en su relación con el objeto, el pensamiento no sale fuera de sí mismo hacia el objeto: éste sigue siendo, como cosa en sí, absolutamente un más allá del pensamiento.

Estas opiniones sobre la relación entre sujeto y objeto expresan las determinaciones que constituyen la naturaleza de nuestra conciencia ordinaria, [esto es] de la conciencia fenomenológica. Pero, al ser trasladados a la razón, como si la misma relación existiese en ella, y si esta relación contuviese en sí y por sí la verdad, estos prejuicios se convierten en los errores cuya refutación, practicada por todas partes del universo espiritual y natural, es la filosofía; o mejor dicho, los errores que, por obstruir el acceso a la filosofía, tienen que ser abandonados en el umbral de la misma.

La antigua metafísica tenía, a ese respecto, un concepto del pensamiento más elevado del que se ha vuelto corriente en nuestros días. Ella partía en efecto de la premisa siguiente: que lo que conocemos por el pensamiento sobre las cosas y concerniente a las cosas constituye lo que ellas tienen de verdaderamente verdadero, de manera que no tomaba las cosas en su inmediación, sino sólo en la forma del pensamiento, como pensadas. Esta metafísica, por lo tanto, estimaba que el pensamiento y las determinaciones del pensamiento no eran algo extraño al objeto, sino que constituían más bien su esencia, o sea que las cosas y el pensamiento de ellas ?del mismo modo que nuestro idioma expresa un parentesco entre los dos términos [Ding/Denken]- coinciden en sí y por sí, [esto es] que el pensamiento en sus determinaciones inmanentes y la naturaleza verdadera de las cosas constituyen un solo y mismo contenido.

Pero el entendimiento reflexivo se apoderó de la filosofía. Conviene saber con exactitud lo que significa esta expresión, que se emplea corrientemente como palabra de hondo sentido. Hay que entenderlo generalmente como el entendimiento que se abstrae y por lo tanto separa y que insiste en sus separaciones. En contraste con la razón, se comporta el intelecto humano común, y hace prevalecer su manera de ver, según la cual la verdad tendría por base la realidad sensible, las ideas no serían más que ideas, en el sentido de que sólo la percepción sensible les daría su contenido y su realidad, y que la razón, al permanecer en sí y por sí, crea sólo quimeras. En este renunciamiento de la razón a sí misma el concepto de verdad se pierde, y ella se ve restringida a reconocer sólo la verdad subjetiva, la apariencia, esto es sólo algo que no corresponde la naturaleza del objeto. Así el saber vuelve a reducirse a opinión.

Sin embargo, esta dirección tomada por el conocimiento, que aparece como una pérdida y un retroceso, tiene fundamentos profundos, sobre los que reposa en general la elevación de la razón en el espíritu superior de la moderna filosofía. Vale decir que el motivo de esta representación, que se ha generalizado, tiene que ser buscado en la observación de la necesaria contradicción de las determinaciones del intelecto para consigo mismas. La mencionada reflexión consiste en lo siguiente: superar lo concreto inmediato, determinarlo y dividirlo. Pero tal reflexión debe también superar sus determinaciones divisorias, y ante todo, tiene que relacionarlas mutuamente. Pero desde el punto de vista de establecer esta relación surge su contradicción. Esta relación de la reflexión pertenece en sí a la razón; elevarse sobre aquellas determinaciones, hasta alcanzar a conocer el contraste contenido en ellas, es el gran paso negativo hacia el verdadero concepto de la razón.

Pero esta investigación, si no se realiza de manera acabada, cae en el error de presentar las cosas como si la razón estuviera en contradicción consigo misma; no se da cuenta de que la contradicción es justamente la elevación de la razón sobre las limitaciones del intelecto y la solución de las mismas. En vez de dar el último paso desde aquí hacia lo alto, el reconocimiento de que las determinaciones del intelecto no son satisfactorias ha vuelto a refugiarse en la existencia sensorial, creyendo hallar en ella un objeto sólido y acorde. Como, por otro lado, este conocimiento sabe que sólo es el conocimiento de las apariencias, admite sin duda su carácter insatisfactorio, pero al mismo tiempo presupone que si no es posible conocer correctamente las cosas en sí, por lo menos puede conocérselas en la esfera de los fenómenos, como si justamente sólo la especie de los objetos fuera diferente, y sólo una especie formara parte del conocimiento, es decir, no las cosas en sí, sino la otra especie, la de los fenómenos. Igual que si a un hombre se le reconociera la capacidad de tener un criterio correcto, pero con el agregado de que es incapaz de comprender nada que sea verdadero, sino sólo lo que no es verdadero. Si es absurdo eso, igualmente absurdo es un verdadero conocimiento, que no conoce el objeto tal cual es en sí.

La crítica de las formas del intelecto tuvo el resultado mencionado, es decir, que dichas formas no tienen aplicación alguna a las cosas en sí. Esto puede tener sólo un sentido, que estas formas en sí mismas son algo no verdadero. Pero en cuanto se continúa considerándolas de valor para la razón subjetiva y para la experiencia, la crítica no efectuó ninguna modificación en ellas mismas, y las deja valederas para el sujeto con la misma configuración con que antes valían para el objeto. Pero, si son insuficientes para la cosa en sí, el intelecto a quien deberían pertenecer, tendría que considerarlas menos satisfactorias todavía y negarse a acomodarse a ellas. Si no pueden ser determinaciones de la cosa en sí, mucho menos pueden ser determinaciones del intelecto, al que habría que reconocer por lo menos la dignidad de una cosa en sí. Las determinaciones de lo finito y de lo infinito están en el mismo contraste, ya se apliquen al tiempo y al espacio o al mundo, ya se las consideren como determinaciones dentro del espíritu, tal como el negro y el blanco dan un color gris, tanto cuando se unen sobre una pared como cuando se los mezcla en la paleta. Si nuestra representación del mundo se disuelve cuando se le atribuyen las determinaciones de lo finito y del infinito, con más razón el propio espíritu que contiene a ambas resulta algo contradictorio en sí mismo, que se disuelve en sí. No es la naturaleza de la materia o del objeto a la que se aplican aquellas determinaciones o en que están contenidas, la que puede constituir una diferencia; en efecto, el objeto contiene en sí la contradicción sólo por medio de esas determinaciones y según ellas.

De manera que dicha crítica ha alejado las formas del pensamiento objetivo sólo del objeto, pero dejándolas en el sujeto tal como las encontró. Es decir, que no ha considerado esas formas en sí y por sí, conforme a su peculiar contenido, sino que las ha aceptado como un lema, directamente de la lógica subjetiva; por lo tanto no puede hablarse de una deducción de las formas en sí mismas, o de una deducción de ellas como formas lógicas subjetivas; ni mucho menos se puede hablar de su consideración dialéctica.

El idealismo trascendental, desarrollado consecuentemente, reconoció la nulidad de este espectro de la cosa en sí, que la filosofía crítica dejó subsistir; reconoció la inconsistencia de esta sombra abstracta, separada de todo contenido, y se propuso su destrucción completa. Esta filosofía comenzó también por permitir a la razón que expusiera sus determinaciones deduciéndolas de sí misma. Pero la posición subjetiva de dicha tentativa no le permitió cumplir su propósito. Luego esta posición, y con ella también todo comienzo y elaboración de la ciencia pura fueron abandonados.

Pero tal como se la comprende ordinariamente, la lógica está tratada sin atención alguna para su significado metafísico. Sin duda que, en las condiciones en que todavía se encuentra, no tiene esta ciencia un contenido de tal especie, que pueda ser válido como realidad y como cosa verdadera en la conciencia común, lo que no significa que sea una ciencia formal, desprovista de una verdad sustancial. Sin embargo, no debe buscarse el dominio de la verdad en aquella materia que falta en dicha ciencia, y a cuyo defecto suele atribuirse su carácter insatisfactorio. La carencia de contenido de las formas lógicas se encuentra más bien sólo en la manera de considerarlas y tratarlas. Cuando son consideradas como determinaciones firmes, y por ende desligadas, en lugar de ser reunidas en una unidad orgánica, son formas muertas, donde ya no reside el espíritu, que constituye su concreta unidad viviente. Por eso carecen de contenido sólido, esto es de una materia, la que sería en sí misma un contenido valedero. El contenido de que carecen las formas lógicas no es más que una base firme y una concreción de aquellas determinaciones abstractas; y esta esencia sustancial suele buscarse para ellas en su exterior. Pero la misma razón lógica es lo sustancial o real, que contiene en sí todas las determinaciones abstractas, y constituye su unidad sólida, absolutamente concreta. En consecuencia, no se necesitaba buscar muy lejos lo que se acostumbra a llamar materia. Si la lógica parece carente de contenido, no es culpa de su objeto, sino sólo de la manera cómo ese objeto está concebido.

Esta reflexión nos aproxima al punto de vista desde el cual hay que considerar la lógica, a mostrar hasta donde éste se distingue de las maneras de tratar esta ciencia empleadas hasta ahora y es el único punto de vista verdadero desde el cual la lógica tiene que ser considerada en el futuro.

[…]

Este pensamiento objetivo constituye pues el contenido de la ciencia pura. En consecuencia está tan lejos de ser formal y de estar desprovista de la materia necesaria para un conocimiento real y verdadero, que más bien sólo su contenido es lo verdadero absoluto, o, si uno quiere todavía valerse de la palabra materia, es la verdadera materia; pero una materia cuya forma no es algo exterior, porque dicha materia es más bien el pensamiento puro y por lo tanto la forma absoluta misma. De acuerdo con esto la lógica tiene que ser concebida como el sistema de la razón pura, como el reino del pensamiento puro. Este reino es la verdad tal como está en sí y por sí, sin envoltura. Por eso puede afirmarse que dicho contenido es la representación de Dios, tal como está en su ser eterno, antes de la creación de la naturaleza y de un espíritu finito.

Se celebra a Anaxágoras como el primero que afirmó que el Nus, el pensamiento, es el principio del mundo y que la esencia del mundo ha de determinarse como pensamiento. De este modo puso los fundamentos de una visión intelectual del universo, cuya forma pura debe ser la lógica.

No se trata aquí de un pensamiento en torno de algo, que exista por sí como base, fuera del pensamiento; no se trata de formas, que sólo proporcionarían simples signos de la verdad; sino que las formas necesarias y las determinaciones propias del pensamiento son el contenido y la suprema verdad misma.

[…]

Spinoza, Wolff y otros se han dejado fascinar por la idea de aplicar dicho método a la filosofía, y convertir el proceso extrínseco de la cantidad carente de concepto en proceso del concepto; lo que en sí y por sí es contradictorio. Hasta ahora la filosofía no había encontrado todavía su método; contemplaba con envidia el edificio sistemático de la matemática cuyos métodos tomaba en préstamo, como ya dijimos, o utilizaba los métodos pertenecientes a las ciencias, que no son más que una mezcla de materias dadas, proposiciones experimentales y pensamientos; o a veces recurría también al expediente de rechazar con aspereza todo método. Sin embargo, la expresión de aquél que solo puede ser el verdadero método de la ciencia filosófica, pertenece al tratado de la lógica misma; en efecto, el método es la conciencia relativa a la forma del automovimiento interior de su contenido.

Hegel. Ciencia de la Lógica (introducción).

Giordano Bruno y la infinitud del universo.

De: irichc  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2004 8:58

Giordano Bruno fue el punto confluyente de los racionalistas Leibniz y Spinoza. En ambos la noción de infinito jugaba un papel crucial, tanto en lo tocante a las infinitas mónadas como en lo referente a la sustancia infinita. La tarea del nolano consistió en trasladar a la teología la revolución cosmológica copernicana. Su objetivo: sacar de quicio la ontología y la epistemología escolásticas, de cuño aristotélico, con el consiguiente retorno al platonismo.

A continuación un breve resumen de uno de sus diálogos.

* * *

Epístola proemial al Ilustrísimo Señor Michel de Castelnau

Si yo, Ilustrísimo caballero, tratara con el arado, apacentara un rebaño, cultivara un huerto, arreglara un vestido, nadie me miraría, pocos me observarían , menos todavía me reprenderían y podría agradar fácilmente a todos. Pero por ser delineante del campo de la naturaleza, solícito del pasto del alma, deseoso del cultivo del ingenio y artesano de los hábitos del intelecto, resulta que quien me ha entrevisto me amenaza, quien me ha observado me ataca, quien me ha alcanzado me muerde, quien me ha comprendido me devora; no es uno solo, no son pocos, son muchos, son casi todos.

Si queréis entender cuál es la causa de esto, os diré que el motivo es el conjunto de la gente que me disgusta, el vulgo que odio, la multitud que me desagrada, una que me enamora: aquella por la que soy libre en la sujeción, contento en la pena, rico en la necesidad y vivo en la muerte; aquella por la que no envidio a los que son siervos en la libertad, sienten pena en los placeres, son pobres en las riquezas y muertos en la vida, porque en el cuerpo tienen la cadena que los ata, en el espíritu el infierno que los deprime, en el alma el error que los tiene enfermos, en la mente el letargo que los mata; sin magnanimidad que los eleve, sin generosidad que los ilumine, sin ciencia que los reanime.

Por eso sucede que no retiro, fatigado, el pie del arduo camino; ni bajo los brazos desidioso ante el trabajo que se presenta; ni vuelvo la espalda desesperado ante el enemigo que me ataca; ni deslumbrado aparto los ojos del divino objeto, mientras por lo general me veo considerado sofista, más empeñado en parecer sutil que en ser veraz; ambicioso, más afanoso por suscitar una nueva y falsa secta que por confirmar la antigua y verdadera; cazador que se va procurando un resplandor de gloria presentando tenebrosos errores; un espíritu inquieto que subvierte los edificios de las buenas disciplinas y se hace fundador de artificios de perversidad.

Ojalá, Señor, los santos númenes alejen de mí a todos aquellos que injustamente me odian; ojalá me sea siempre propicio mi Dios; ojalá me sean favorables todos los gobernadores de nuestro mundo; ojalá los astros me procuren tal semilla para el campo y campo para la semilla; que se muestre al mundo útil y glorioso fruto de mi esfuerzo despertando el espíritu y abriendo el sentido a quienes están privados de luz, igual que yo sincerísimamente no finjo y si estoy en el error, no creo en verdad errar; y cuando hablo y escribo, no disputo por amor a la victoria por sí misma (ya que considero enemiga de Dios, vilísima y sin pizca de honor toda reputación y victoria en la que la verdad está ausente), sino que por amor a la verdadera sabiduría y afán de la verdadera contemplación me fatigo, me aflijo y me atormento.

Así lo pondrán de manifiesto los argumentos demostrativos que dependen de razones vivas, las cuales derivan de un sentido regulado, informado por imágenes que no son falsas y que cual veraces embajadoras se desprenden de los objetos de la naturaleza haciéndose presentes a quienes las buscan, patentes a quienes las contemplan, claras a quien las aprehende, ciertas a quien las comprende.

Aquí, pues, os presento mi contemplación del infinito universo y los mundos innumerables.

Argumento del primer diálogo

Tenéis, pues, en el primer diálogo, primero que la inconstancia del sentido muestra que él no es principio de certeza y no la produce más que mediante una comparación y cotejo de un objeto de la sensación con otro y de un sentido con otro; y se concluye de qué manera la verdad está en sujetos diferentes.

En segundo lugar se empieza a demostrar la infinitud del universo y se aduce el primer argumento, sacado de que no saben dar un límite al mundo quienes por obra de la fantasía pretenden fabricarle murallas. En tercer lugar, del hecho de que es incorrecto decir que el mundo es finito y que está en sí mismo, porque eso conviene sólo al inmenso, se toma el segundo argumento. A continuación el tercer argumento se toma de la incorrecta e imposible imaginación del mundo como no ubicado en ningún lugar, porque se seguiría necesamiente que no existe, dado que toda cosa (sea corpórea o incorpórea; corporal o incorporalmente) está en un lugar. El cuarto argumento se recoge de una demostración o cuestión muy apremiante que plantean los epicúreos:

?Por otra parte, suponiendo finito todo el espacio existente, si alguien corriese hacia el borde extremo, a lo último, y desde allí lanzara un dardo volador, ¿qué prefieres decir, que irá a donde se le envíe, disparado con ímpetu vigoroso, o crees que algo podrá resistirle y oponerse a su curso?… Pues, tanto si hay algo que resista y se oponga a que el proyectil alcance y se clave en tal blanco propuesto, como si sale fuera, el punto de que partió no era el último?.

El quinto se toma del hecho de que la definición de lugar dada por Aristóteles no conviene al lugar primero, máximo y universalísimo y que no vale tomar la superficie próxima e inmediata al cuerpo contenido y otras ligerezas que hacen del lugar algo matemático y no físico. Además, entre la superficie del continente y la del contenido que se mueve dentro de ella se necesita siempre un espacio intermedio al que conviene ser más bien lugar; y si queremos tomar del espacio sólo la superficie, es preciso ir buscando infinitamente un lugar finito. El sexto se toma de que no se puede evitar el vacío afirmando que el mundo es finito, si vacío es aquello en lo que no hay nada.

El séptimo de que, así como el espacio en el que está este mundo se entendería vacío si en él no estuviera este mundo, también donde no está el mundo se entiende que está vacío. De este lado del mundo, por tanto, este espacio es indiferente de aquél; la capacidad, pues, que tiene éste la tiene aquél; por tanto tiene el acto, porque ninguna capacidad es eterna sin acto y por ello tiene el acto unido eternamente. Es más: ella misma es acto porque en la eternidad no hay diferencia entre ser y poder ser.

El octavo argumento se toma de que ningún sentido niega el infinito, dado que no lo podemos negar por el hecho que no lo comprendamos con el sentido; por el contrario, del hecho de que el sentido es comprendido por el infinito y la razón viene a confirmarlo, debemos afirmarlo. Es más, si seguimos considerando bien, el sentido lo afirma infinito, porque vemos siempre que una cosa está comprendida por otra y jamás percibimos ni con el sentido externo ni con el interno que una cosa no esté comprendida por otra o algo similar.

?En fin, ante nuestros ojos una cosa limita a otra; el aire circunscribe los montes y los montes el aire; la tierra amojona el mar, el mar a todas las tierras; pero más allá del todo nada hay que le ponga límites… Tan dilatadamente se abre a las cosas la inmensidad del espacio, sin límites, en todas direcciones?.

A partir, pues, de lo que vemos, debemos inferir antes el infinito, porque no se nos presenta nada que no esté limitado por otra cosa y no observamos nada que esté limitado por sí mismo. El argumento noveno lo tomamos de que no se puede negar el espacio infinito más que de palabra, como hacen los obstinados, una vez se ha considerado que el resto del espacio donde no hay mundo y que se llama vacío o se finge también nada, no es posible entenderlo sin capacidad de contener no menor que esta capacidad que contiene. El décimo de que igual que está bien que exista este mundo, no está menos bien que exista cada uno de los infinitos otros. El undécimo de que la bondad de este mundo no es comunicable a otro mundo que pueda existir, igual que mi ser no es comunicable al de éste o aquél. El duodécimo de que no hay razón ni sentido que no permita que exista un infinito corpóreo y explicado igual que se afirma un infinito indivisible, simplicísimo y complicante. El decimotercero de que este espacio del mundo, que a nosotros nos parece tan grande, no es ni parte ni todo en comparación con el infinito y no puede ser el objeto de una operación infinita, con respecto a la cual es un no ente lo que nuestra debilidad puede comprender. Así se responde a cierta observación que nosotros no afirmamos el infinito por la dignidad del espacio, sino por la dignidad de las naturalezas, puesto que por la misma razón por la que existe esto, debe existir cualquier otra cosa que pueda existir, cuya potencia no está actualizada por el ser de éste, igual que la potencia del ser de Elpino tampoco está actualizada por el acto del ser de Fracastoro.

El decimocuarto de que si la potencia activa infinita actualiza el ser corporal y dimensional, éste debe ser necesariamente infinito; de lo contrario se empobrece la naturaleza y dignidad de quien puede hacer y de quien puede ser hecho. El decimoquinto de que el universo en la concepción vulgar no se puede decir que comprenda la perfección de todas las cosas de manera distinta a como yo comprendo la perfección de todos mis miembros y cada globo todo lo que hay en él; es como decir que es rico todo aquel al que no falta nada de lo que tiene. El decimosexto de que el infinito eficiente sería necesariamente deficiente sin el efecto y no podemos concebir que tal efecto infinito sea sólo él mismo. A esto se añade que por eso, si fuera o si es, nada se quita de lo que debe ser en aquello que es verdaderamente efecto y que los teólogos denominan acción ad extra y transitiva, además de la inmanente, porque conviene que sea tan infinita la una como la otra.

El decimoséptimo argumento se toma de que si decimos que el mundo es ilimitado se sigue la paz del entendimiento con nuestro modo de pensar, mientras que del modo contrario se siguen siempre innumerables dificultades e inconvenientes. Se repite, además, lo que se ha dicho en el segundo y en el tercero. El decimoctavo de que si el mundo es esférico, entonces tiene una figura y un límite y ese límite que está más allá de este mundo limitado y figurado (aunque quieras llamarlo ?nada?) tiene también una figura, de suerte que su concavidad está unida a la convexidad de éste, ya que donde comienza tu nada es una concavidad que no se diferencia en nada de la superficie convexa de este mundo. El decimonoveno se añade a lo que se ha dicho en el segundo. En el vigésimo lugar se repite lo que se ha dicho en el décimo.

En la segunda parte de este diálogo lo que se ha demostrado por la potencia pasiva del universo se muestra por la potencia activa del eficiente con varias razones, la primera de las cuales se coge de que la potencia divina no debe estar ociosa y tanto más afirmando un efecto exterior a la propia sustancia (en el caso de que algo pueda serle exterior) y que no está menos ociosa y envidiosa produciendo un efecto finito que no produciendo nada. Se coge la segunda de la práctica, porque la opinión contraria elimina la razón de la bondad y grandeza divinas y de la nuestra no se sigue inconveniente alguno contra ninguna ley ni dogma teológico. La tercera es convertible con la duodécima de la primera parte y se aduce la diferencia entre el todo infinito y lo totalmente infinito. La cuarta se toma de que la omnipotencia resulta censurada por haber hecho el mundo finito y ser agente infinito, no menos por no querer que por no poder. La quinta infiere que si no hace el mundo infinito, no puede hacerlo; y si no tiene potencia para hacerlo infinito, tampoco puede tener vigencia para conservarlo infinitamente; y que si él es finito en un aspecto, vendrá a ser finito en todos los aspectos porque en él todo modo es una cosa y toda cosa y modo es una e idéntica con otra y otro. La sexta es convertible con la décima de la primera parte. Y se aduce la causa por la que los teólogos defienden lo contrario no sin un motivo conveniente; y se habla también de la amistad entre estos sabios y los filósofos sabios.

La séptima se toma de proponer la razón que distingue la potencia activa de las diferentes acciones y de disolver tal argumento. Además se muestra la potencia divina intensiva y extensivamente de manera más egregia de lo que el conjunto de los teólogos haya hecho jamás. Por la octava se muestra que el movimiento de los infinitos mundos no proviene de un motor extrínseco, sino del alma de cada uno y cómo a pesar de todo existe un motor infinito. Por la novena se muestra cómo se verifica en cada uno de los mundos el movimiento intensivamente infinito, a lo que se debe añadir del hecho de que un móvil se mueva y se haya movido en un instante se sigue que se pueda mover en cualquier punto del círculo que hace con el propio centro; y en otra ocasión resolveremos esta objeción cuando nos esté permitido presentar la doctrina con mayor detalle.

Salido de prisión angosta y negra,
donde por luengos años error me tuvo atado,
aquí dejo las cadenas que me impuso
la mano de mi enemiga cruel y fiera.

Entregarme a la noche tarde oscura
ya no podrá, pues quien venció
al gran Pitón y con su sangre tiñó
las aguas del mar, ha apagado mi Megera.

A ti me vuelvo y alzo, mi voz nutricia;
gracias te doy, sol mío, mi luz divina;
te consagro mi corazón, excelsa mano

que me apartaste de aquel tormento atroz,
que a mejor estancia me hiciste guía
y el corazón contrito me volviste sano.

Giordano Bruno. Del infinito, el universo y los mundos.

Nicolás de Cusa. La productividad de las ideas.

De: irichc  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2004 8:58

JUAN – No deje de añadir a estas cosas sobre las cuales ha hablado tan bellamente cómo el mundo más grande [maximus mundus] que es Dios, brilla en el universo.

EL CARDENAL – Me pide que hable sobre cosas profundas y no sé si puedo satisfacerlo. Sin embargo con gusto deduciré lo que me sea posible a partir de la bola, pues la bola visible es la imagen de la bola invisible en la mente del artífice. Por lo tanto tome nota de que la mente posee dentro de sí misma el poder de inventar. La mente, al tener la facultad de concebir libremente, encuentra dentro de sí misma el arte de manifestar sus concepciones, lo cual ahora puede ser llamado maestría de inventar. Alfareros, escultores, pintores, torneros, herreros, tejedores y artesanos similares, todos ellos poseen esta capacidad [arte]. Así, el alfarero desea expresar y hacer visualmente manifiestas las ollas, platos, jaras y otras cosas que su mente concibe y que le permitirán ser reconocido como maestro. Primero intenta determinar la posibilidad de preparar la materia adecuada para recibir la forma artística. Habiendo hecho esto se da cuenta de que sin movimiento no puede convertir en acto lo que era posibilidad, de manera que adopte la forma que ha concebido en su mente. Y construye una rueda mediante cuyo movimiento arranca la forma preconcebida de la posibilidad que brinda la materia.

Y como un material es más adecuado que otro, no se puede decir que una posibilidad sea la más perfecta. Por lo tanto la forma inmaterial y mental no puede ser modelada como realmente es en ningún material. Toda forma visible permanece como la imagen y semejanza de la verdadera e invisible forma que existe en la mente como la mente misma. Por consiguiente la bola existe en la mente del tornero como la mente misma. Cuando la mente desea hacerse visible en la forma que concibe y bajo la concepción a la cual se asimila ella misma, adapta lo material, la madera en este caso, de manera que resulta capaz de adoptar dicha forma. Luego el tornero induce la forma en la madera mediante un movimiento rotativo. Por ende la bola estaba en la mente y ahí la bola arquetípica es la mente. Estaba en la madera bruta en tanto que posibilidad y ahí era materia. Estaba en movimiento cuando era transformada de potencia en acto, y ahí era movimiento. Su posibilidad fue inducida hacia el acto, convirtiéndose en acto a través de la determinación y definición de la posibilidad. Se determina mediante este acto, de manera que resulta una bola visible. A partir de esta similitud con el arte humano tiene usted una manera de conjeturar acerca de la naturaleza del divino arte creativo, aun cuando haya tanta diferencia entre la creatividad de Dios y las fabricaciones del hombre como la que existe entre el creador y su creatura.

Y así la mente divina concibió el mundo dentro de sí misma, y esta concepción establece una igualdad entre la mente divina y su concepción, y se llama arquetipo del mundo. Dios deseó poner de manifiesto la belleza de su concepción. Creó la posibilidad de que el mundo pudiera ser hecho bello, y el movimiento mediante el cual pudiera avanzar desde el estado de posibilidad, de manera que este mundo visible llegara a ser. En el mundo, la posibilidad de que el mundo fuera el mundo se determinó de hecho tal como Dios lo deseó y tal como pudo llegar a ser.

JUAN – Con [los términos] “la capacidad de ser hecho”, posibilidad o materia, ¿se refiere a algo con lo que el mundo está hecho, como decir que la bola está hecha de madera?

EL CARDENAL – De ninguna manera. Quiero decir que el mundo pasa de esa manera de ser que llamamos posibilidad, o capacidad de ser hecho, o materia, a ese modo de ser que se denomina ser en acto. Nada que haya sido hecho pudo formar parte de lo que no podía ser hecho. Pues, ¿cómo podría ser que algo imposible de hacer pudiera ser hecho? Y la materia, si de alguna manera fuera a existir en acto, sería entonces la eternidad misma o el producto de la eternidad. No se puede afirmar que [la materia] es eternidad, dado que Dios es eternidad. Él es todo lo que puede ser. De manera que Él no es materia, es decir, la posibilidad o la capacidad de ser hecho, o variabilidad, así como tampoco la materia es el producto de la eternidad, porque si así hubiera sido entonces hubiera podido ser hecha. Entonces, la capacidad de ser hecha que es la materia sería hecha a partir de la materia y por lo tanto a partir de sí misma, lo cual resulta imposible. Por consiguiente no hay modo de que la materia exista en acto. Pero de la cosa que es hecha porque podía ser hecha se dice que está hecha a partir de la materia. La mente divina no sería omnipotente si pudiera hacer algo sólo a partir de algo, lo que la nada omnipotente y creada mente del hombre hace a diario.

Nicolás de Cusa. El juego de las esferas.

Las características del Universo NO prueban a Dios (Theodore Drange)

De: Alias de MSNMoredanK  (Mensaje original) Enviado: 27/02/2004 12:07

INTRODUCCION

____En varios foros he podido ver cómo bastantes contertulios creyentes se plantean, de una forma u otra, el cómo es posible que el Universo tenga determinadas características, que les parece que sólo pueden ser resultado de la mano divina. Una y otra vez que he visto este tipo de formulaciones: ?¿Cómo puede ser que el Universo sea tan armonioso, tan ordenado, no caótico… si no hay un Dios que creo ése Orden??. Esta pregunta sorprendida puede, en mi opinión, reformularse de la siguinte forma:

____(A1) La existencia de las leyes del Universo tal como las conocemos es un hecho escepcional, que requiere haber sido diseñado de forma inteligente.

____(A2) Éste diseñador inteligente no puede ser otro que Dios.

____En otros foros lo he visto también formulado de la siguiente forma: ?¿Cómo es posible que el Universo sea de tal forma que permite la vida tal como la conocemos??. Éste argumento parte de la idea de que, por ejemplo, en un universo totalmente caótico (sin reglas, o bien entrópico) o totalmente ordenado (homogéneo, o antientrópico) no habría vida tal como la conocemos, así como otras ideas que se mencionan más abajo.

____Bien, todas estas son variantes del llamado Argumento del Ajuste Fino (que llamaré AAF). Se le llama así porque, dicen sus defensores, parece que el Universo esté ?finamente ajustado para que existamos?. Éste argumento ha sido formulado y reformulado una y otra vez como demostración de la existencia de Dios. Ùltimamente la tendencia es reducir su capacidad demostrativa, limitándolo a una demostración de que hay un ?diseñador inteligente? (A1), y dejar para un segundo paso la parte (A2).

____Esto se ha hecho porque muchos ataques al AAF se producían precisamente al pasar de (A1) a (A2). Éste tema (¿realmente implica un diseño inteligente la existencia de un Dios, tal como se concibe Dios en el monoteísmo?) podemos tratarlo en otra línea, aquí nos centraríamos en (A1).

____El AAF, aun en esta forma limitada (A1), es considerado por alguna gente, entre la que me incluyo, una falacia.

ESTRUCTURA DE LA FALSACION (CON EJEMPLO)

____El AAF, en su forma limitada (A1) tiene la siguiente estructura:

____COMO el Universo tiene unas leyes adecuadas para nuestra existencia (llamémoslo [p]) ENTONCES ha sido diseñado por una inteligencia (llamémoslo [q]). Es decir, p => q (se lee ?p implica q?), lo que quiere decir (¡atención!) que dado que ocurre p, entonces ocurre q. Es decir, que q se deriva necesariamente de p, es una conclusión inevitable cuando uno vé p.

____La falsación, básicamente, se concentra en decir ?p implica una de muchas cosas, una de las cuales podría ser q?. Es decir, dice que q no se deriva necesariamente de p, que cuando ocurre p pueden estar ocurriendo otras cosas, y no q.

____Voy a dar un ejemplo cotidiano de ésto, para que se entienda mejor. Los que consideramos falso el AAF lo podríamos comparar con una frase del tipo ?Jose ya no me quiere: No me llamó ayer, y era mi cumpleaños?.

____Aquí [p] es ?Jose no me llamó en mi cumpleaños? y [q] es ?Jose ya no me quiere?.

____Lo que decimos los que no llegamos a la conclusión de que ?Jose ya no me quiere? es que:

____[q] Quizás Jose ya no me quiere.

____[q2] o quizás se le olvidó, simplemente

____[q3] o quizás no estuve localizable

____[q4] o el teléfono estaba estropeado

____[q5] o le ha pasado algo y no pudo llamar

____[q6] o alguna otra cosa que no me puedo imaginar ahora mismo.

____Y por tanto, a partir del hecho de que Jose no me llamó en mi cumpleaños  no puedo llegar a la conclusión de que no me quiere . El que no me llamara no es una demostración (lógica, fehaciente) de que no me quiere.

____Eso no descarta que, de hecho, resulte que no me quiere. Simplemente obliga a buscar más datos y más argumentos, porque sólo con el hecho de que no me llamó, no puedo decir que no me quiere.

____Al decir que [p] => [q] (decimos los que afirmamos que el AFF es una falacia) se están haciendo una serie de suposiciones que no se han demostrado. Se está suponiendo, realmente, que [p2], [p3], [p4], [p5] y [p6] son falsos todos. Sólo si a Jose no se le olvidó, si estuve localizable, si el teléfono funcionaba perfectamente, si Jose podía llamar y si no pasó ninguna otra cosa que pudo impedir que yo recibiera su llamada, sólo entonces puedo decir con firmeza que el que no me llamara indica claramente que ya no me quiere (y buscarme a otro, qué se ha creído el cerdo ése… 😛 ).

____De eso se trata: De mostrar que a partir del hecho de que el Universo es de tal forma que permite nuestra existencia, no podemos decir que hay un diseño inteligente detrás, porque hay otras alternativas cuya falsedad no se ha demostrado.

CUAL NO ES LA INTENCION DE ESTA LINEA 🙂

____Demostrar que Dios no existe, por ejemplo. O demostrar que el universo no ha sido diseñado inteligentemente. Yo no he venido a éste foro a hacer propaganda del ateísmo, me crean Uds. o no, no considero que se pueda demostrar a un creyente por la fe que Dios no existe.

____Lo único que pretendo aquí de demostrar que el que el Universo tenga reglas, parámetros, regularidades, una estructura que permite nuestra existencia no es motivo suficiente para afirmar que éste ha sido diseñado inteligentemente . Y por tanto no puede ser usado como primer paso completo de una demostración de la existencia de Dios.

DRANGE Y EL ARTICULO QUE PRESENTO

____El Ph. Dr. Theodore Drange elaboró en 2000 una contraargumentación del AFF, que fué publicada en la revista ?Philo? especializada en filosofía, y es la que voy a presentar aquí. El motivo por el que no presento el argumento ?con mis propias palabras? es, simplemente, que tengo bastante más confianza en la capacidad descriptiva del Sr. Drange que en la mía propia. Sin embargo, creo que puedo defender cada coma de lo escrito en ése texto y, por otro lado, al hacer la traducción me he permitido poner algunos comentarios extra.

____El argumento presenta como características ?ajustadas finamente? sólamente las ?constantes físicas universales?. Sin embargo, revisándolo, no veo motivo alguno para no introducir cualesquiera otra característica que al defensor del AAF le parezca extraordinaria y necesaria para nuestra existencia.
____Mi intención es que, después de leerlo, los foristas perciban que, aún teniendo el Universo las caracterísitcas que tiene, quizás, después de todo, Jose sigue queriéndome 😀 .

Dios es extraterrestre – Pseudociencia

De: Alias de MSNFoquista  (Mensaje original) Enviado: 21/01/2004 15:38

Existe una teoría que plantea que Dios es extraterrestre y que todas las manifestaciones que se atribuyen a la divinidad no son más que manifestaciones de alta tecnología que visito nuestro mundo en tiempos remotos. Yo no descarto esa teoría pues creo que es muy posible que los santos, la subida de Cristo se deberian a hechos de esa indole. El problema, es que entrariamos en otra incognita, ¿estamos solos en el universo? Según las religiones occidentales, teocentricas, somos los únicos seres pensantes en el universo. Yo creo que eso no es así, creo que hay más vida.

Existe un autor alemán que plantea esta teoría, se llama Erich von Däniken, en su libro “el mensaje de los dioses.


De: Alias de MSNDriver_Op Enviado: 21/01/2004 19:21

Foquista (mensaje original):
  “Existe una teoría que plantea que Dios es extraterrestre” no, amigo, no es una teoría, es un disparate.
“Existe un autor alemán que plantea esta teoría, se llama Erich von Däniken, en su libro “el mensaje de los dioses.”
por empezar Erich von Däniken es suizo y no alemán y, además, es hotelero y no arqueólogo.
A lo largo de sus libros de fantasía nos quiere hacer creer que existen maravillas inexplicables donde no las hay, enunciando las especulaciones más improbables, atribuyendo a seres imaginarios obras y hechos que tienen explicación mas sensatas. Desparramando además un europeocentrismo rallano con el racismo.


De: Alias de MSNDriver_Op Enviado: 22/01/2004 22:09

Lo de hotelero lo agregué de mi propia cuenta. He leído tres libros de Däniken y tengo en mi poder “Carrozas de los dioses”. Te voy a demostrar por qué Galileo enunció una teoría científica digna de respeto y von Däniken lo único que hace es escribir disparates, así mismo coincidirás conmigo en que cualquiera es apto para determinar si estamos frente a una cosa seria o solo… disparates.

Von Däniken utiliza el término “astronautas antiguos” para señalar la noción especulativa de que estos supuestos seres son los responsables de las civilizaciones más antiguas en la Tierra. Los “misterios sin resolver” a los que alude y cuya explicación encuentra en seres imaginarios no son más que un ataque frontal contra las memorias y las capacidades de esas civilizaciones. Von Däniken afirma que los mitos, artes, organizaciones sociales, etc., de culturas antiguas fueron introducidos por los astronautas de otro mundo. Él cuestiona no solo la capacidad de memoria, sino la capacidad de cultura y la civilización en sí misma de la gente antigua. Los seres humanos prehistóricos no desarrollaron sus propias artes y tecnologías, sino que se las enseñaron los visitantes del espacio exterior.

La pregunta antes semejante afirmación es ¿dónde están las pruebas?, la mayoría de esas pruebas están en la forma de falacias y fraudes. Sus datos consisten principalmente en sitios arqueológicos y mitos antiguos. Primero enuncia la explicación y luego trata por todos los médios de “encajar” esos datos en la explicación. La ciencia funciona exactamente alreverés. En el caso de Galileo primero obtuvo datos observacionales precisos acerca del movimiento de los planetas y luego enunció una explicación que encaja con los datos. Si esa explicación iba contra lo aceptado en su época, no importa, los datos están allí para que cualquiera pueda verlos. Por otro lado Von Däniken primero enuncia una explicación y luego hace encajar los datos en ella, eso no es ciencia.

Por ejemplo, en el caso de las “misteriosas” líneas de Nazca, Perú, él explica dibujos animales gigantes en el desierto como un aeropuerto de extraterrestres antiguos. La probabilidad de que estos dibujos estén relacionados con la religión o la ciencia de los aborigenes de la reginon no los considera. Esto también está en contra del método científico el cual dice que cualquiera sea la explicación de un fenómeno debe preferirse la más sencilla (Navaja de Ockham) ¿qué es más probable?, ¿que los peruanos dibujaron esas lineas como parte de algun ritual religioso o que seres de otro planeta las hicieron como un gran aeropuerto espacial? Ante esta pregunta él dice: estos datos deben ser explicados si se asume que a estos idiotas primitivos hicieron esto ellos mismos o bién debemos aceptar la noción más plausible que consiguieron a ayuda de gente extremadamente avanzada que debe haber venido de otros planetas donde las tecnologías tales que los dispositivos antigravedad han sido inventados. Es obvio que Von Däniken se inventa explicaciones más complicadas que las que los datos sugieren.

Él también hace uso de una falacia muy común en la pseudociencia en general (y él es un pseudocientífico, no porque sea hotelero, sino simplemente porque no sigue el método científico), argumenta desde la ignorancia. Dejemos las líneas de Nazca pues estas han sido explicadas desde los años 50 del siglo pasado (por una científica, dicho sea de paso, que vivió 60 años de su vida en la región) mucho antes de las maravillosas explicaciones de Von Däniken, y pasemos a otros “misterios”, por ejemplo el caso de los obeliscos egipcios (dije obeliscos, no piramides), torres gigantes en el medio del desierto, los científicos no encuentran una explicación de cómo pudieron erigirlos, al menos no tienen una explicación que conforme todos los datos, para Von Däniken “…entonces fueron los extraterrestres”, aunque nadie haya visto nunca a uno de cuerpo presente y eso es argumentar desde la ignorancia, algo que la ciencia nunca hace, cuando la ciencia no puede determinar algo dice “no se” y continúa la busqueda, para Von Däniken todo ya está resuelto.

Von Däniken también usa otra falacia común a la pseudociencia: ignorar los datos en contra. Tenemos por ejemplo el caso de las cabezas gigantes de la isla de Pascual en el Pacifico, estas son gigantescas esculturas en forma de cadezas humanas, hay cientos de ellas, hechas en roca esculpida, algunas de ellas pesan cientos de toneladas, Von Däniken por supuesto dice que estas no las hicieron los estúpidos aborigenes sino los extraterrestres a pesar del hecho de que hay en la isla canteras de piedra con cabezas a medio hacer abandonadas quién sabe por qué causa y a pesar de que se han encontrado herramientas y todo tipo de instrumentos en base a los cuales podemos dar una explicación y reproducir el método de fabricación y transporte de dichas esculturas. Von Däniken ignora los datos que contradicen sus “hipótesis”.

Por supuesto que es posible que haya habido o que tengamos visitas de seres extraterrestres, claro que sí, es perfectamente posible pero ese no es el punto en cuestión sino ¿realmente eso ocurrió?, no hay pruebas. Y cuando una hipótesis debe contradecir lo que conocemos hasta ahora del mundo natural pues la ciencia no pide menos que pruebas extraordinarias acerca del hecho, algo que, en los temas que trata Von Däniken, no aporta ninguna concluyente. Máxime habiendo otras explicaciones alternativas y más convencionales, mas acorde con lo que ya se conoce, es decir explicaciones más sencillas. La omnipresente Navaja de Ockham.

Tú dices algo que es muy cierto cuando mencionas la Biblia, la explicación sobrenatural dice que fue inspirada por un ser imaginario llamado Dios cuando por lo que sabemos ese ser no existe, sin embargo tenemos evidencia que muchas otras civilizaciones escribieron libros del mismo tipo y el cual aceptamos como escritos mitológicos y de tradición cultural ¿por qué iba a ser diferente con la Bíblia?. Luego aludes a la raza de Jesus, estoy de acuerdo, no hay razones para pensar que Jesus haya sido otra cosa sino de raza semita. Si pudo haber sido caucasico ¿por qué no negroide, por qué no mongoloide o incluso indoamericano?

Como verás, amigo foquista, todo se resume a tener sentido común, un sentido común educado y tal vez metódico pero sentido común al fin. No te confundas, mi mente está abierta a cualquier cosa, pero no tan abierta como para que se me caiga el cerebro y esto significa que si he de tener la mente abierta esto no implica que deba dejar de pensar objetivamente. No puedo caerme rendido a explicaciones extraordinarias solo porque suenan romanticas o reconfortantes a mi ego, los hechos deben ser tomados tal cual se presentan (o dejan de presentarse), aún si estos no me gustan o van en contra de mis “dogmas”, como le pasó a Galileo.