Respaldo de material de tanatología

SENTIDO Y COMUNIDAD

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (1997). Sentido y comunidad. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (1), 33-42.

SENTIDO Y COMUNIDAD

Desde un interés personal de profundizar sobre la relación íntima entre sentido y comunidad, como desarrollo inherente de la autotrascendencia del ser humano, me dirigí a las obras de autores Latinoamericanos. Consideraba que su labor desde su realidad de pueblos con tan graves problemas sociales (derivados en gran parte de la interrelación mundial) podía aportarme importantes consideraciones en este tema.

Y, evidentemente, en el libro de Gerónimo Acevedo he encontrado aspectos que pueden reorientar mi comprensión, por ejemplo, al enfatizar la dimensión familiar o al poder traducir en cierta medida su concepción de la salud con sus implicaciones sociales e institucionales a las relación de injusticia Norte-Sur (salud como desarrollo de las condiciones necesarias a nivel social para que todos y cada uno de los hombres puedan encontrar y llevar adelante su esencia y sentido).

No obstante, dado que el planteamiento de Gerónimo Acevedo lo abordamos ayer, quiero presentar otro libro que he comenzado a trabajar entresacando las notas que podían hacer mayor relación a este tema de sentido y comunidad. Es el libro:

Etcheverry, J. A. (1990). Viktor Frankl y la logoterapia. Psicología de la esperanza para un mundo en crisis (donde vivir es un riesgo). Buenos Aires: Almagesto.

Presentación del libro

Juan Alberto Etcheverry se plantea como un objetivo de su libro el reflexionar sobre distintos aspectos de la realidad según su comprensión logoterapéutica del hombre y del mundo. Por ello, no es de extrañar que su lectura nos desvele una visión de la Logoterapia personalizada y contextualizada dentro de la situación latinoamericana.

Esta personalización, considero que es una labor que todo logoterapeuta ha de hacer para que la logoterapia además de un instrumento de trabajo y ayuda a otras personas, sea una concepción que nos ayude en nuestra respuesta a la vida personal, familiar y social en un camino de humanización, tanto de nuestras respectivas disciplinas, como de la humanidad. Ello en la línea que Viktor Frankl apuntaba con su idea de que el hombre ya ha llegado hace mucho tiempo al monoteísmo, pero que todavía no ha llegado a la comprensión de una sola humanidad (“monantropismo”). Estimo que sin este objetivo la logoterapia puede convertirse en un fin en sí misma y alejarnos del sentido.

En los sucesivos capítulos, el autor presenta a Viktor Frankl y su obra, desvelándose ésta como respuesta a una necesidad de nuestro mundo moderno: la búsqueda de sentido.

Deja constancia expresa de que el capítulo I, dedicado a los aspectos biográficos, ha sido supervisado personalmente por Frankl. Refleja cuatro momentos esenciales en la experiencia vital del mismo y apunta como bases importantes en la construcción del pensamiento frankliano la obra de Teilhard de Chardin (ciencia y mística se funden en un abrazo) y de Max Scheler (valores). Tales momentos son: 1) Momento interrogativo (la primera juventud, cuando se formula las grandes preguntas existenciales sobre la muerte, el sentido de la vida, el futuro como proyecto a realizar). 2) Momento pático o dramático (experiencia de los campos de concentración, encontrando sus caminos de sentido). 3) Momento científico (el pensamiento frankliano elaborado en teoría antropológica y práctica psicoterapéutica se despliega paulatinamente por la mayor parte de los países). 4) Momento sapiencial (corresponde al descubrimiento del inconsciente espiritual y la presencia personal y viva de Dios en las profundidades del corazón humano).

También hace un recorrido de las visitas de Frankl a Argentina, su impacto y la organización de Encuentros y Congresos desde la idea de que la logoterapia es una escuela abierta a su propia evolución. Así dice: “El sistema frankliano es un desafío a la creatividad y por su contenido intrínseco se presta perfectamente al aporte latinoamericano. Hace a nuestra forma de ser y estar en el mundo.” (pg. 32).

Estas mismas palabras podríamos decírnoslas hoy nosotros en España.

A través de los diferentes capítulos va exponiendo los principales conceptos logoterapéuticos y situando la logoterapia como una de las herramientas más útiles para los desafíos contemporáneos, con un lugar concreto entre las psicoterapias. Todo ello desde la base de que toda psicología se asienta sobre una antropología y que toda antropología es la obra de un hombre, como explícitamente desarrolla la logoterapia.

Es original e interesante su planteamiento del vacío y la frustración existencial desde la perspectiva de los pueblos latinoamericanos (capítulo 4), de la relación sentido y comunidad (capítulo 6) y de la logoterapia y los derechos humanos (capítulo 7), como después veremos.

En el aquí y ahora de la logoterapia (capítulo 8) plantea cómo el currículum de Frankl es toda su vida, cómo la logoterapia vale por su contenido intrínseco, independientemente de su creador al que no hay que caer en mitificar y que es una escuela abierta. También distingue en la estructura del cuerpo logoterapéutico una logoteoría, una logoterapia y una logoactitud, aunque Frankl no estaba en un principio muy de acuerdo en introducir este último término (posteriormente lo admitió).

Etcheverry plantea la logoactitud como la invitación que encierra la logoterapia a operar dentro del campo bipolar alteridad-compromiso, sin que deba mediar un diagnóstico preciso de falta de sentido y/o salud (mental o global). La inserta en el siguiente esquema (pg. 204):

TEORIA filósofo
antropólogo
sociólogo
educador
agente de
  pastoral
INDIVIDUO LOGO TERAPIA médico
psicólogo COMUNIDAD
ACTITUD asistente social
enfermera
agente de salud

Termina con un capítulo (el noveno) de visión de conjunto del libro, glosario de términos y bibliografía. Como Anexo presenta los antecedentes académicos y científicos del Dr. Viktor E. Frankl.

Ideas que destaco del libro para una reflexión sobre el tema sentido y comunidad.

Por contar con una estructuración que facilite la reflexión, las ideas que destaco están agrupadas en torno a cuatro núcleos temáticos, si bien todos están estrechamente relacionados.

1.- La alteridad es la atmósfera englobante que plantea la logoterapia. Alteridad es compromiso.

“La obra frankliana es teoría y práctica psicoterapéutica, pero también una ética de compromiso con el mundo y con los seres concretos que lo construyen día a día.” (pg. 16).

“La salud es la capacidad de luchar en la vida, de responder y crear en el seno de una comunidad compleja y móvil.” (pg. 56).

descubrir y asumir el sentido de la vida

porque el hombre es peculiar (único)
singular (vive una sola vez)

para desarrollar valores de creación (trabajo)
vivencia (amor)
actitud (testimonio)

que se viven en comunidad
(pg. 57)

La reflexión sobre el primer punto nos lleva a ver que un concepto esencial de la logoterapia como es el de la autotranscendencia, base de la responsabilidad, incluye en si mismo la dimensión social del hombre, su aspecto comunitario, la alteridad.

La base fundamental de la ayuda logoterapéutica es el encuentro existencial de un yo con un tú, en el que los valores, tanto de uno como de otro, se ponen de manifiesto, siempre con respeto y sin ninguna actitud de imposición del logoterapeuta. Por tanto, ¿ha de desvelarse  en el logoterapeuta una actitud de compromiso, no sólo con el tú con el que se encuentra en un momento determinando, sino con la humanidad global para que esta potenciación de su autotrascendencia sea una base más sólida para la ayuda?. En otras palabras, ¿habría que cultivar algo así como una dimensión social de la relación de ayuda, manifestada en el compromiso del logoterapeuta en su vida personal, familiar y social por la realización de los valores que descubre como buenos para la humanización de esos ámbitos?. ¿La logoterapia, para ser tal, lleva inevitablemente al compromiso social por la realización de esos valores?.

Llegados a este punto, encontramos la segunda línea de reflexión que se desprende de estas citas: el protagonismo individual y comunitario en la existencia humana.

2.- Protagonismo individual y comunitario en la existencia humana.

– Dentro de las preguntas existenciales Etcheverry incluye:

¿Cuál es mi misión en la vida?.
¿Cómo me relaciono con los demás?.
¿Cómo intervengo en la comunidad de la que formo parte?. Es la crisis de participación, que plantea la tolerancia como paso previo para la solidaridad y la ruptura de la diada opresores/oprimidos.

– La Logoterapia intenta superar lo fáctico en una dinámica que va desde la conciencia ingenua, pasando por la crítica, hasta terminar en la conciencia que asume el compromiso consigo misma y con los demás. Es arribar al para qué desde el por qué.” (pg. 59).

“… el logoterapeuta apela a la capacidad de oposición del paciente, ayudándolo desde su rol a que se asuma como sujeto de deberes y derechos (como individuo y como pueblo). (…). Dostoievski, en Crimen y castigo, diferencia dos tipos de hombres: ‘los dueños del presente y los dueños del futuro’. Dice que ‘las personas del primer grupo conservan el mundo y lo multiplican numéricamente; los personas del otro grupo lo mueven y lo llevan a su fin’.” (pg.60).

“La concepción frankliana promueve un trabajo que no se limita a la salvación de un individuo; quiere despertar el ejercicio de la libertad de un miembro activo de la comunidad a fin de que viva y participe con ésta y para ésta. Hacer lo contrario implica caer en un reduccionismo, quizás el más sutil porque encierra al hombre dentro de sí mismo, alienándolo al privarlo de construir la civilización del amor.” (pg. 61).

Etapa terapéutica
Paciente Terapeuta
Catarsis Conciencia ingenua
¿por qué? Actitud de aceptación y continencia
Esclarecimiento
(en el ‘aquí y ahora’) Conciencia crítica
¿cómo? Actitud de confrontación
(ser/deber ser)
Plan de vida Conciencia comprometida
¿para qué? Actitud de apoyo
(pg. 62).

– En cuanto meta, dentro de las coordenadas propias de tiempo y espacio, cada uno debe elaborar y concretar un proyecto.
El proyecto no es una formulación abstracta. El proyecto debe ser traducido en un estilo de vida, implícito o explícito, sujeto creativamente a la influencia cultural, con valores o disvalores propios de la naturaleza humana y, finalmente con una dimensión individual y otra social (memoria del pueblo).” (pg. 114).

– Los sectores marginados de la opción pueden encontrar tanto a nivel de pueblo como de individuo, con mayor facilidad, el sentido de la vida a través de la lucha por la liberación de todos los condicionamientos, sean del tipo que fueren, y a través del compromiso por la superación histórica de las contradicciones en que se hallan sumergidos.

Como podemos ver en estas citas, Etcheverry postula explícitamente ese compromiso social como esencial tanto en la actitud del terapeuta como en el proceso a seguir por el paciente.

3.- Crítica a la sociedad como perturbadora y transgresora del sentido – Papel de la Logoterapia.

– La sociedad falla en motivar a los individuos para un conjunto de objetivos sociales (…). (pg. 162). Podríamos recordar aquí la necesidad de modelos significativos, de que habla la logoterapia, para el descubrimiento de valores.

– “Ahora bien, el cuadro de situación que presenta aquel hombre o aquel pueblo que han vaciado su propia vida por descuidar la dimensión noética de la existencia, es cualitativamente distinto del que sufre aquel hombre o aquel pueblo que han sido marginados de las áreas de la creatividad y decisión humanas. La primera situación consiste en un autovaciamiento en el que se cae por sumergirse irresponsablemente en una sociedad consumista. La segunda, es el resultado de una vaciamiento desde afuera, por la imposición de condicionamientos de todo tipo, muchas veces arrastrados a lo largo de generaciones enteras. (…) la realidad puede conducir a la frustración por exceso y también por carencia. (…) La necesidad de alimentación, vivienda, educación, etc., precisa “satisfactores” [aquí, encontramos también la aportación de Gerónimo sobre los satisfactores para entender mejor este concepto] que vayan ascendiendo gradualmente desde lo destinado a la mera supervivencia hasta cubrir la satisfacción ontológica (existencia , convivencia, realización, sabiduría, trascendencia).
La interferencia en este proceso ascensional detiene y coarta. El hombre queda ocupado por lo inmediato y urgente, viendo constreñida su creatividad. (…) Se determina así una traba al ejercicio de la libertad y responsabilidad y, en virtud de ello, el hombre se angustia. No es ya la inquietud sorda, poco definible y muchas veces culpable de la carencia de objetivos y el hastío sino el encadenamiento sentido desde el origen de la existencia (ya sea en el orden cronológico o en el de la maduración).
El ‘estar en el mundo’ así recortado presupone una existencia condenada a una realización parcial y seriamente comprometida en su dimensión trascendente.
La frustración existencial del hombre al que nada impide ser protagonista (y que, por tanto, tiene opciones) es similar en sus manifestaciones a la del hombre condenado a ser periférico (que sigue prescripciones). Pero uno, con todo al alcance de la mano, se aburre, mientras el otro está alienado por sus carencias.” (pg. 120-122).

– “El vacío existencial, cuando encarna en el hombre marginado, reconoce como buena parte de sus causas a los condicionamientos externos que éste sufre. La misión del terapeuta consiste en promover su madurez para que recorra el camino de la liberación de tales condicionamientos y así ‘tener más para ser más’. (…) cada individuo ocupa un lugar diferente en la comunidad y pertenece a una subcultura determinada. El hombre marginado y dependiente posee una escala de valores y un código comunicacional propio y peculiar. El terapeuta también cuenta con lo suyo como producto de su extracción social, formación y desempeño profesional. (…) El hombre marginado corre el riesgo de quedar sin respuesta, agregando un nuevo fracaso a su vida.
Por lo anterior es preciso que la Logoterapia sea enriquecida por aportes de quienes estén comprometidos racional y afectivamente con las ‘realidades periféricas’ (no protagonistas), rescatando para el conocimiento y la praxis universal la riqueza de un pensamiento original y creativo.” (pg. 122-123).

Se sigue explicitando abiertamente una actitud de compromiso que se concreta en la liberación de condicionamientos. Esto nos lleva al tema de logoterapia e ideología, el cual también se lo plantea Juan Alberto Etcheverry y dice: “Es un despropósito ideologizar la Logoterapia como ya se hiciera, en algunos espacios, con el psicoanálisis. Pero no hay que rehuir confrontar la realidad con los principios nucleares del proyecto Frankliano y denunciar la incoherencia cada vez que sea el caso, usando la voz que mejor exprese lo denunciado y a quién denuncia. La precaución respecto de las ideología no debiera llevar a la confusión y el desgaste conceptual. ‘Liberación y dependencia’, ‘opresores y oprimidos’, pueden convertirse en eslogans huecos si se repiten acríticamente y sin renovación; pero sintetizan una verdad lamentable y persistente como es la explotación del hombre por el hombre. ¿Hay otra manera de lamentar que la civilización del amor sea un horizonte hacia el cual muchos ni siquiera enderezan sus pasos?. Cuando todavía no hemos conseguido alcanzar la plenitud de la humanización para todos, ya la noosfera se propone interrogantes inéditos. La manipulación genética y los hallazgos de la física cuántica mutarán sin duda al mismísimo hombre, al igual que la revolución informática en curso” (pg. 205).

4.- Derechos humanos.

“En el drama humano de la lucha por los derechos esenciales, la tesis es la proclamación de la dignidad inviolable de la persona humana; la antítesis es el atropello y la tortura; la síntesis es todo este giro antropológico del que la Logoterapia es parte principalísima.
La Logoterapia desmitifica y propone su originalidad, motivando el respeto del hombre por el hombre, al sostener que todas las vidas, durante toda la vida, son intocables y llenas de sentido en sí.
El otro tiene derecho a que yo salga de mi estructura y penetre amorosamente en la de él.
El otro tiene derecho a vivir su propia muerte en el ‘no’ logoterapéutico a la eutanasia.
El otro tiene derecho a la vida.
El hombre no está terminado; transformar el mundo es posible, y es posible hacerlo en dirección hacia una comunidad de iguales.” (pg. 190-191).

Mª Ángeles NOBLEJAS de la FLOR (Madrid)
Dra. en Ciencias de la Educación
Miembro de AESLO

SENTIDO EN LA VIDA Y COMPROMISO SOCIAL. DATOS EMPIRICOS PARA LA REFLEXIÓN

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (2001). Sentido de la vida y compromiso social. Datos empíricos para la reflexión. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (5), 51-65.

SENTIDO EN LA VIDA Y COMPROMISO SOCIAL.
DATOS EMPIRICOS PARA LA REFLEXIÓN

M. Ángeles NOBLEJAS DE LA FLOR

Introducción

En el transcurso de las tareas de baremación, para la población española, de dos test logoterapéuticos (el Purpose In Life test y el Logotest) se aplicó conjuntamente un cuestionario de tipo sociológico, cuyo objetivo inicial era contrastar la distribución sociológica de los tests rellenados para asegurarnos la representación de la población para la que se pretendía realizar el baremo.

Continuando con la línea de investigación basada en esos datos, ahora se quieren analizar los resultados del PIL y Logotest, tanto las puntuaciones totales como las factoriales, en relación a las variables sociológicas generales recogidas en el cuestionario. El análisis de todas ellas resultaría excesivamente largo, por lo que nos vamos a fijar en las variables pertenencia a asociaciones y convicciones religiosas, que son las que mayor nivel de significación en sus diferencias aportan para ambos test. Se tiene en cuenta en el proceso de los datos la influencia de la variable edad, que en trabajos anteriores (Noblejas de la Flor, 1994) se ha demostrado que tiene importancia como para establecer dos baremos diferenciados en España: uno para personas de 16 a 29 años y otro para aquellas de 30 años en adelante.

Queremos reflexionar sobre la relación de estas variables con el sentido de la vida teniendo como trasfondo los datos recopilados y analizados estadísticamente. Este planteamiento nos puede permitir contrastar y profundizar sobre aquellos aspectos o factores en los que encuentran sentido, con mayor o menor frecuencia, diferentes grupos sociales. No queremos caer en planteamientos sociologistas sino colaborar a una mejor comprensión de las situaciones existenciales por las que pueden pasar ciertos colectivos.

En la discusión de resultados se aborda la relación de algunos estudios, encontrados en la bibliografía relacionada, con los datos obtenidos en nuestros análisis.

Material y métodos

El estudio parte de los materiales recogidos en el transcurso de realización de una tesis doctoral (Noblejas de la Flor, 1994), realizando ahora un análisis que en aquel momento no se abordó por superar los objetivos planteados en aquel trabajo.

Los test utilizados son el test PIL (?Purpose-In-Life test?, Crumbaugh y Maholick, 1969) y el Logotest (Lukas, 1986), ampliamente conocidos en el ámbito logoterapéutico. Los interesados en profundizar en estos tests pueden remitirse a los artículos originales citados de sus autores, así como, para conocer el comportamiento de estos instrumentos en el ámbito español, a Noblejas (1999 y 2000) para su estructura factorial y para sus características de fiabilidad respectivamente.

Además se añadió un cuestionario sociológico sobre:
(1) edad, (2) sexo, (3) estado civil, (4) tamaño de la población de residencia, (5) ingresos familiares, (6) nivel de estudios, (7) profesión, (8) personas que conviven en la vivienda, (9) pertenencia a asociaciones, (10) convicciones religiosas y (11) problemas de salud.

El cuestionario era sencillo, con categorías bastante generales, al no pretenderse en su planteamiento subdivisiones propias de un estudio detallado. Por ejemplo, se preguntaba: ?Tiene convicciones religiosas: si __ no __? y no se precisaba si compartía la fe de alguna religión formal y cuál era, en su caso, o si tenía convicciones particulares.

La muestra se pretendió que fuera representativa de la población española mayor de 16 años o más (condición de edad de aplicación que establece el LOGO-test y que extendemos al PIL). Para obtener los datos se realizó un muestreo no probabilístico de tipo casual. Sin embargo se puede considerar también del tipo de muestreo por cuotas ya que se cuidó obtener una muestra representativa de la población española en cuanto a sus características (distribución geográfica y sociológica). Se obtuvieron un total de 841 personas que contestaron en general ambos tests. En algunos casos, no se contestó alguno de ellos, siendo ésta la causa de que en ocasiones los grupos analizados tengan diferente número según se analice el PIL o el Logotest.

Para estudiar las diferencias entre grupos usamos los siguientes métodos estadísticos:
Específicos de comparación de dos grupos:
– diferencias entre medias, el test ?t? de Student
– diferencias entre medianas, el test ?W? de Mann-Whitney o de Wilcoxon
– diferencias entre varianzas, el test ?F? de Snedecor
Para comparar dos o más grupos:
– diferencias entre grupos, análisis de varianza, ANOVA
– diferencias entre grupos, el test de Kruskal-Wallis
– diferencias entre grupos por parejas, el test de diferencias significativas mínimas (Least Significant Difference, LSD) de Fisher
– diferencias entre varianzas, el test de Cochran
Para la consideración de diferencias debidas a varias variables, con sus respectivos grupos:
– análisis de la varianza multifactorial (m-ANOVA).

Se contrastan así las diferencias con distintos tests estadísticos, tanto paramétricos como no paramétricos (ya que algunas variables de las consideradas no presentan para todos los grupos distribuciones normales o varianza similar).

Resultados y discusión

Los valores estadísticos descriptivos para los dos tests logoterapéuticos de los distintos grupos, definidos por las variables estudiadas, se recogen en la Tabla 1. Se observan valores medios de mayor sentido (mayores puntuaciones del PIL y menores del Logotest) para los mayores de 30 años, los asociados y los que tienen convicciones religiosas.

Tabla 1. Valores estadísticos descriptivos para los grupos considerados y para el test PIL y Logotest.

Test PIL
GRUPO Nro. Media SD Mín Máx Apunta-miento Kurtosis
Edad  <30 471 103.6 15.7 46 134 -8.45 4.68 Edad >=30 327 106.4 16.5 35 140 -7.56 5.5
No asociado 334 101.3 17.06 35 134 -6.56 -8.32
Asociado 489 107.2 14.95 46 140 -8.32 4.83
No c.religiosas 180 102.0 16.34 49 140 -3.93 1.13
C. religiosas 608 106.1 15.62 35 138 -10.63 8.29

Logotest
GRUPO Nro. Media SD Mín Máx Apunta-miento Kurtosis
Edad  <30 475 14.7 4.2 3 33 4.20 1.90 Edad >=30 339 13.5 4.5 3 28 3.84 1.31
No asociado 343 15.1 4.64 3 28 1.60 -0.62
Asociado 497 13.5 4.09 4 33 5.55 4.90
No c.religiosas 184 15.5 4.42 3 28 0.55 -0.31
C. religiosas 618 13.7 4.26 3 33 6.13 4.08

Nro.: número de sujetos en el grupo. Media: media aritmética. SD: desviación típica. Mín: valor mínimo. Máx: valor máximo. Apuntamiento: coeficiente de apuntamiento (skewness). Kurtosis: coeficiente de kurtosis.

En la Tabla 2 se exponen los resultados de las pruebas estadísticas específicas para comparar los dos grupos en que se divide la población según cada una de las dos variables consideradas más edad (que hemos comentado que es influyente) y para los dos tests logoterapéuticos. Se observa que todas las diferencias de medias y medianas son significativas siendo el PIL menos sensible a las creencias religiosas que el Logotest. En el caso de comparación por asociación se aprecia una diferencia significativa de varianzas. Las varianzas son mayores en los grupos de peor sentido, dato que confirma la perspectiva logoterapéutica de que el rango de puntuaciones se amplia para recoger la experiencia de consecución de sentido en cualquier situación. En la edad esto no ocurre, lo que podría estar motivado por un componente evolutivo de la variable.

Tabla 2. Comparación de los dos grupos que resultan de cada una de las variables y para los dos tests logoterapéuticos. Se recoge la probabilidad de diferencias significativas. La división por edad se realizó con el criterio de mayor o igual de o menor de 30 años.

t-test W-test F-test
Edad ? PIL *    0.014655 **  0.005742     0.355398
Edad ? LOGO *** 0.000050 *** 0.000024     0.237741
Asociado – PIL *** 0.000006 *** 0.000000 **  0.008072
Asociado – LOGO *** 0.000001 *** 0.000000 *    0.010002
C.religiosas – PIL **  0.002675 **  0.001633     0.441451
C.religiosas – LOGO *** 0.000001 *** 0.000000     0.502740

Uno, dos o tres asteriscos indican niveles de confianza del 95, 99 y 99,9% respectivamente.

La Tabla 3 presenta el resultado de las pruebas estadísticas para los test de comparación de múltiples grupos. Esta tabla presenta resultados similares a los de la Tabla 2, pero posibilita la comparación de múltiples grupos y, por lo tanto, la división en grupos de edad de 10 en 10 años, agrupando todos los mayores de 60 años para no encontrarnos con grupos muy reducidos. También posibilita realizar un análisis de la varianza donde la edad se toma como covariable, eliminando su influencia, antes de analizar las otras dos variables. Este ANOVA sigue aportando diferencias significativas en el logro de sentido por pertenencia a asociaciones y por tenencia de convicciones religiosas.

No obstante, el test PIL reduce la significación de las diferencias para las convicciones religiosas al considerar la edad como covariable (como puede apreciarse, el nivel de confianza pasa a ser del 95%). Esto podría explicarse por la presencia en la muestra de un mayor porcentaje de ausencia de convicciones religiosas en jóvenes; sin eliminar la influencia de la edad, las diferencias entre los grupos con convicciones religiosas y sin ellas serán mayores debido al mayor peso de puntuaciones bajas por edad menor de 30 años y no sólo por no tener convicciones religiosas. Al eliminar tal influencia de la edad, las diferencias por tener o no convicciones religiosas se reducen.

Tabla 3. Comparación de los grupos que resultan de cada una de las variables y para los dos tests logoterapéuticos. Se recoge la probabilidad de diferencias significativas. La división por edad se realizó en grupos de 10 en 10 años y un grupo mayor de 60 años.

ANOVA K-W ?test Fisher LSD C-test ANOVA e
Edad’10 ? PIL *    0.0206 **  0.003839 <30 / >=30     0.404165 /
Edad’10 ? LOGO *** 0.0007 *** 0.000250 <30 / >=30     0.307307 /
Asociado ? PIL *** 0.0000 *** 0.000000 SI **  0.007614 *** 0.0000
Asociado ? LOGO *** 0.0000 *** 0.000000 SI **  0.009491 *** 0.0000
C.religiosas ? PIL **  0.0027 **  0.001632 SI     0.376408 *    0.0151
C.religiosas ? LOGO *** 0.0000 *** 0.000000 SI     0.443168 *** 0.0000

Uno, dos o tres asteriscos indican niveles de confianza del 95, 99 y 99,9% respectivamente. El ?ANOVA e? indica un análisis de varianza eliminando el efecto de la edad que se introduce como covariable.

El uso del ANOVA multifactorial también posibilitó analizar las variables asociación y convicciones religiosas a un tiempo, considerando la edad bien como otra variable más, bien como covariable de sentido (eliminando su influencia previamente). Según se recoge en la Tabla 4, se obtuvieron resultados similares por ambas metodologías que indicaban la importancia fundamental para el sentido tanto del hecho de pertenecer a asociaciones como el de tener convicciones religiosas.

Tabla 4. Análisis de varianza multifactorial con la edad (grupos de 10 en 10 años) como covariable o como otra variable más. Se recoge la probabilidad de diferencias significativas.

m-ANOVA Edad’10 cov. C. religiosas Asociado
PIL **  0.0016 *    0.0388 *** 0.0000
LOGO *** 0.0000 *** 0.0001 *** 0.0000

m-ANOVA Edad’10 C. religiosas Asociado
PIL *    0.0401 *    0.0355 *** 0.0000
LOGO **  0.0016 *** 0.0001 *** 0.0000

Uno, dos o tres asteriscos indican niveles de confianza del 95, 99 y 99,9% respectivamente.

Estos resultados podemos contrastarlos con los de algunos trabajos de la bibliografía, si bien no son estrictamente comparables al no abordar exactamente las mismas variables.

En relación con la variable tener convicciones religiosas, Meier y Edwards (1974), en Canadá, no encontraron diferencias entre las puntuaciones del PIL de distintos credos religiosos. Esto no contradice nuestros resultados al no haber comparación con grupos sin creencias religiosas. Crandall y Rasmussen (1975), en estudiantes de USA, encuentran relación significativa entre altas puntuaciones del PIL y la orientación hacia valores religiosos. También encontraron relación entre el PIL y orientaciones religiosas intrínsecas (un compromiso personal con los valores religiosos) pero no con orientaciones religiosas extrínsecas (referidas a los valores instrumentales de la religión, como seguridad personal, aceptación social, etc.)

Todo ello sería compatible pudiendo considerarse una relación entre el logro de sentido y tener convicciones religiosas personales, independientemente del credo o creencias específicas que se profesen. Sería importante continuar esta línea de investigación de forma que se puedan ir aportando nuevos datos para ayudar a confirmar o refutar esta relación entre sentido y convicciones religiosas que se apunta.

Respecto a la variable asociacionismo, recogemos dos trabajos que abordan implicaciones sociales del sentido. Kalikow y Carr (1968) intentan relacionar la implicación en actividades por los derechos civiles en USA y varios contínuos puntuados por jueces a partir de la pregunta libre del PIL (?Escribe un párrafo describiendo en detalle tus metas, deseos y objetivos en tu vida. ¿Cuánto avanzas hacia ellos??). No encontraron diferencias significativas. Butler y Carr (1968) relacionaron las puntuaciones del PIL con la participación en acciones sociales (manifestaciones, sentadas, encierros, etc.) agrupadas en 4 niveles de participación. Por razones de número de sujetos analiza dos diseños con 3 y 2 niveles de implicación social y no obtienen un ANOVA que indique una relación significativa con el PIL. El trabajo, en el diseño más simple, unía las personas moderadamente activas socialmente a las muy activas, siendo que las puntuaciones del grupo con implicación moderada se parecían mucho más a las del grupo de no actividad social. En todo caso, el grupo de personas con mayor actividad social, presentaba puntuaciones de sentido mayores que los grupos con actividad moderada o sin actividad.

Nuestro trabajo vendría a abundar en la tendencia que se descubre en el trabajo de Butler y Carr (1968) de puntuaciones mayores de sentido en el grupo con mayor actividad en lo social, aportando diferencias significativas en el asociacionismo por la amplia base sociológica de la muestra. De nuestro estudio no se pueden aportar datos acerca de la mayor o menor implicación  o compromiso personal en las asociciones, ya que no se recogía tal información.

Es de destacar, metodológicamente, que el cruce de unas variables con otras puede inducir a atribuir en ocasiones los efectos de una a otra. Es necesario en estudios de este tipo considerar un amplio rango de variables sociológicas de forma conjunta para evitar esos errores. En un estudio posterior, abordaremos esta tarea con el conjunto de variables de que disponemos.

Dada la cantidad de sujetos de la muestra disponible para los análisis estadísticos y en un intento de separar, hasta donde sea posible, la influencia de las convicciones religiosas de la pertenencia a asociaciones, realizamos un análisis de varianza corregido por la edad, considerando una de las variables en un único grupo de la otra. Así, estudiamos la diferencia de tener o no convicciones religiosas en el grupo de las personas que no están asociadas y también, por separado, en el grupo de los que están asociados. Por otra parte, se considera la diferencia de estar asociado o no dentro del grupo de personas que tienen convicciones religiosas y del grupo de las que no las tienen. Los resultados se recogen en la Tabla 5.

Tabla 5. Análisis de varianza corregido por la edad de la convicción religiosa dentro del grupo de asociados y no asociados por separado y de la pertenencia a asociaciones dentro del grupo de convicciones religiosas y de no convicciones religiosas por separado. Se recoge la probabilidad de diferencias significativas.

No asociado C. religiosas
C.religiosas – PIL     0.2235 Asociado ? PIL *** 0.0001
C.religiosas – LOGO **  0.0060 Asociado ? LOGO *** 0.0008
Asociado No c. religiosas
C.religiosas – PIL     0.0862 Asociado ? PIL     0.0599
C.religiosas – LOGO **  0.0083 Asociado ? LOGO *    0.0128

Uno, dos o tres asteriscos indican niveles de confianza del 95, 99 y 99,9% respectivamente.

Este análisis indica que, para el PIL, las diferencias sobre convicciones religiosas no serían diferenciadoras, ni dentro del grupo de los no asociados, ni dentro de los asociados. Por otra parte, el pertenecer a asociaciones sería diferenciador dentro del grupo de convicciones religiosas, pero no dentro del grupo sin convicciones religiosas. Se refuerza pues la interacción entre asociacionismo y creencias religiosas. En el caso del Logotest, todas las diferencias analizadas son significativas, pero destaca que las diferencias por asociación serían mayores en el grupo con convicciones religiosas que en el grupo sin estas convicciones.

Intentamos un análisis más profundo de la interacción a través de las puntuaciones factoriales empíricas (Noblejas, 1994 y 1999). El análisis de varianza sobre los factores de los tests PIL y Logotest se recoge en la Tabla 6. En ella encontramos que 5 factores (percepción de sentido, metas y tareas del PIL, balance existencial, intereses y compromisos y metas y tareas del Logotest) mantienen la interacción entre las creencias religiosas y la pertenencia a asociaciones. Sin embargo, cuatro factores (experiencia de sentido, dialéctica destino-libertad, frustración existencial y flexibilidad axiológica) aparecen sin componente religioso ligados al asociacionismo. Sólo un factor (sentido en el entorno) pasa a decantarse por el componente religioso. Es decir, hay más factores influidos por la variable asociacionismo que por la de convicciones religiosas, lo que puede explicar la presencia más consistente de diferencias significativas respecto a estar asociado en todos los análisis realizados hasta ahora.

Tabla 6. Análisis de varianza multifactorial con la edad (grupos de 10 en 10 años) como covariable. Se recoge la probabilidad de diferencias significativas.

Factores Edad’10 cov C. religiosas Asociado Nombre del factor
FP1 *** 0.0001 *    0.0285 *** 0.0003 Percepción de sentido
FP2     0.3450     0.0950 *** 0.0001 Experiencia de sentido
FP3 **  0.0076 *    0.0234 *    0.022 Metas y tareas
FP4     0.2109     0.6358 **  0.001 Dialéctica destino-libertad
FL1 **  0.0015     0.2510 *    0.0163 Frustración existencial
FL2     0.0566 **  0.0040 *** 0.0004 Balance existencial
FL3     0.0563 *** 0.0003 **  0.0096 Metas y tareas
FL4 *    0.0295 *** 0.0000 *** 0.0000 Intereses y compromisos
FL5     0.2218     0.2032 **  0.0076 Flexibilidad axiológica
FL6     0.1092 **  0.0014     0.1896 Sentido en el entorno

FP1 a FP4, los cuatro factores del PIL. FL1 a FL6, los cuatro factores del Logotest. Uno, dos o tres asteriscos indican niveles de confianza del 95, 99 y 99,9% respectivamente.

Para valorar mejor las diferencias obtenidas, abordamos un estudio cualitativo sobre tablas de medias, separando cada grupo. No se aplican tests estadísticos en general para conocer si las diferencias entre grupos son significativas (las principales ya se han abordado) porque resultarían excesivas comparaciones, muchas sin interés o entre grupos de número reducido. La Tabla 7 recoge las medias entre diversos grupos definidos por la combinación de variables.

Tabla 7. Valores medios del test PIL y Logotest y sus respectivos factores para distintas agrupaciones de la población con los criterios de edad (mayor o menor que 30 años), creencia religiosa (NoCReli./ SiCReli.) y pertenencia a asociaciones (NoAsoc./ SiAsoc.).

TODOS NoAsoc. SiAsoc. NoCReli. SiCReli.
Nro. Pil (788) (334) (489) (180) (608)
PIL 105.2 101.3 107.2 102.0 106.1
FP1 39.0 37.4 39.8 37.5 39.4
FP2 25.3 24.2 25.9 24.6 25.5
FP3 27.4 26.9 27.8 26.6 27.7
FP4 13.5 12.9 13.8 13.4 13.5
Nro. Logo (802) (343) (497) (184) (618)
LOGO 14.1 15.1 13.5 15.4 13.7
FL1 4.84 5.11 4.67 4.78 4.85
FL2 3.35 3.58 3.21 3.63 3.26
FL3 1.74 1.97 1.63 2.17 1.62
FL4 1.56 2.09 1.25 2.18 1.38
FL5 1.80 1.64 1.90 1.66 1.84
FL6 0.79 0.75 0.85 1.02 0.72

Edad < 30 Edad >= 30
NoCReli. SiCReli. NoCReli. SiCReli.
NoAsoc. SiAsoc. NoAsoc. SiAsoc. NoAsoc. SiAsoc. NoAsoc. SiAsoc.
Nro. Pil (53) (58) (122) (196) (29) (34) (93) (178)
PIL 98.7 103.9 102.3 105.9 101.0 105.0 103.3 110.0
FP1 35.6 38.6 37.4 39.0 37.2 38.9 39.4 41.2
FP2 23.8 24.8 24.7 25.7 24.0 25.9 24.3 26.5
FP3 26.1 27.0 27.0 27.6 26.2 26.9 27.4 28.3
FP4 13.2 13.6 13.2 13.6 13.7 13.4 12.1 14.0
Nro. Logo (55) (58) (123) (196) (30) (35) (97) (182)
LOGO 16.1 15.5 15.1 13.8 16.7 13.3 13.7 12.7
FL1 5.07 4.88 5.20 4.91 4.50 4.34 5.01 4.47
FL2 3.64 3.67 3.50 3.29 4.10 3.17 3.45 2.99
FL3 2.27 2.05 1.89 1.63 2.50 1.91 1.67 1.43
FL4 2.25 2.07 2.06 1.24 2.77 1.74 1.71 0.98
FL5 1.78 1.78 1.70 1.96 1.73 1.31 1.44 2.01
FL6 1.11 1.05 0.77 0.77 1.10 0.83 0.37 0.79

Valores de sentido especialmente altos en negrita cursiva y valores de sentido especialmente bajos en negrita subrayado (menor sentido se representa con menor valor en  el PIL y mayor en el Logotest).
PIL y LOGO, puntuaciones totales del test PIL y Logotest. FP1 a FP4, los cuatro factores del PIL. FL1 a FL6, los cuatro factores del Logotest.

El análisis de esta tabla (considerando la edad, pero sin entrar específicamente en ella) pone de manifiesto varias consideraciones.

Las diferencias en el PIL se dan entre los grupos con convicciones religiosas y asociados y los que no tienen convicciones religiosas y no están asociados en los dos rangos de edad. Las mayores diferencias se dan entre el grupo de jóvenes no asociados  y sin convicciones religiosas y el grupo de adultos asociados con convicciones religiosas. De esta forma también se comportan también el FP1 (factor del PIL número 1, percepción de sentido), el FP3 (metas y tareas del PIL), el Logotest como conjunto y el FL4 (factor del Logotest número 4, intereses y compromisos). Este grupo de puntuaciones factoriales y puntuaciones totales presenta un comportamiento similar en coherencia con el ANOVA recogido en la Tabla 6 y la Tabla 4; todos ellos presentan influencia de la edad, las convicciones religiosas y el estar asociado.

Los factores FP2, FP4 y FL5 muestran diferencias en cuanto a la variable asociación pero no en cuanto a las convicciones religiosas, ni tampoco con la edad. Sin embargo, el FP2 (experiencia de sentido) tiene un comportamiento similar al del PIL como conjunto (que hemos visto) pero con las diferencias centradas en el binomio jóvenes, no asociados y sin convicciones religiosas frente a adultos asociados y con convicciones religiosas; pasando las diferencias de jóvenes asociados y con convicciones religiosas y las de adultos, no asociados y sin convicciones religiosas a suavizarse respecto al resto de grupos de su misma edad. El factor FP4 (dialéctica destino-libertad) presenta sus diferencias entre asociados y no asociados del grupo de adultos con convicciones religiosas. Es interesante que las personas de este grupo (adultos con convicciones religiosas) que participan en alguna asociación tienden a considerarse con mayor capacidad de control sobre sus vidas, mientras que las que no están asociadas tienen unos planteamientos más deterministas en la dialéctica entre destino y libertad. En el factor FL5 (flexibilidad axiológica) se observan puntuaciones de menor flexibilidad en la búsqueda y realización de objetivos de sentido en los grupos de personas asociadas y con convicciones religiosas. Por el contrario, la puntuación que indica mayor flexibilidad axiológica la encontramos en el grupo de asociados pero sin convicciones religiosas. Es curioso que la conjunción de grupos hace indicar al ANOVA una influencia primordial de la variable asociacionismo. Los datos nos llevan a la reflexión sobre la dialéctica relativismo o dogmatismo (o fanatismo), con preguntas como: ¿La pertenencia a asociaciones restringe el margen de búsqueda de objetivos cuando existe una convicción religiosa? ¿Es esta orientación respecto a objetivos en el seno de una institución lo que favorece un logro de sentido mayor en los otros factores considerados?

También hay dos factores para los que el ANOVA indica no diferencias de edad y sí de convicciones religiosas y asociacionismo. Son los factores FL2 (balance existencial) y FL3 (metas y tareas del Logotest). La interacción de estar asociado y tener convicciones religiosas potencia, especialmente en la edad adulta, el hacer un balance existencial positivo de la propia vida, encontrando metas y tareas a realizar.

El factor FL1 (frustración existencial) tiene un componente singular en el ANOVA: presenta diferencias significativas en cuanto a la edad y el asociacionismo, pero no en cuanto a convicciones religiosas. Destacan por estar diferencialmente libres de síntomas de frustración los adultos asociados (independientemente de sus convicciones religiosas). Entre jóvenes también se aprecia una tendencia similar pero más suave. Este factor nos estaría indicando el efecto beneficioso para la salud mental de la apertura a los otros en forma institucionalizada (independientemente de tener o no convicciones religiosas).

El factor FL6 (sentido en el entorno) también es singular en su ANOVA, por presentar diferencias por convicciones religiosas solamente. El grupo que alcanza mayor sentido en el entorno es el de adultos con convicciones religiosas y no asociados, que parecen sustituir una visión más hacia fuera por una más familiar.

En definitiva, son datos que confirman la relación entre la pertenencia a asociaciones y el tener convicciones religiosas de algún tipo (además de la interacción entre ambos) con el sentido en la vida, hecho que se relaciona con la capacidad básica del ser humano de la autotrascendencia.

Es de destacar que los datos no son deterministas, no indican que otras situaciones vitales (no asociado, sin convicciones religiosas) estén alejados del logro de sentido. Este puede darse en todos los grupos analizados. De hecho, las puntuaciones medias que indican peor sentido, 98.7 para el total del PIL y 16.1 para el total del Logotest, indican un logro de sentido medio-bajo, que no es señal explícita de riesgo de frustración existencial. Los resultados nos aportan caminos de reflexión para la comprensión de situaciones existenciales distintas y para ayudar a buscar realizaciones personales y colectivas que potencien los contenidos de sentido de las personas, sus vivencias  y sus valores significativos.

Así, si unimos una reflexión sobre la realidad social en que vivimos, globalizada y con grandes e injustas diferencias entre los miembros de una misma humanidad (en cuanto a la realización de los derechos humanos básicos a la vida, a la salud, a la vivienda, al trabajo, a la educación, a la libertad…), con el fenómeno aquí aportado en la investigación, de lograr un mayor sentido en la vida con la vivencia de opciones personales que potencien nuestra autotrascendencia, podemos preguntarnos: ¿Una época de la que se dice que su mal es el sinsentido, no estará esperando una respuesta personal y colectiva de oponerse al individualismo y potenciar la asociación ante las múltiples tareas que la construcción de una sola y justa humanidad conlleva? En este sentido, Frankl (1990, p. 280) llega a apuntar, como ejemplo, que ?…en la medida en que el primer mundo ve su tarea en la lucha contra el hambre del tercer mundo se ayuda a si mismo a superar su propia crisis de sentido…?

En esta tarea, la referencia a unas convicciones sobre la Trascendencia también tienen un papel importante, sin relegar por ello, otras opciones que también son portadoras de sentido.

Conclusiones

Las personas aumentan su sentido en vida (según lo miden el test PIL y Logotest) al estar asociadas y al tener convicciones religiosas, existiendo una interacción entre ambas variables que acentúa tal sentido. El test PIL es menos sensible a las convicciones religiosas que el Logotest.

La mayoría de las puntuaciones factoriales de estos tests se comportan de igual forma que las puntuaciones totales. Sin embargo, destacan excepciones interesantes:

– El factor dialéctica destino-libertad (del test PIL) muestra que las personas asociadas con convicciones religiosas se consideran con mayor capacidad de control sobre sus vidas.
– El factor flexibilidad axiológica (del Logotest) muestra una menor flexibilidad en los asociados con convicciones religiosas, que nos refiere a la dialéctica entre relativismo y dogmatismo.
– El factor frustración existencial (del Logotest) indica un efecto beneficioso para la salud mental de la apertura a los otros en forma institucionalizada, como es el asociacionismo.
– El factor balance existencial (del Logotest) muestra que, sobre todo en la edad adulta, se potencia entre los asociados con convicciones religiosas un balance existencial positivo, que va acompañado del hallazgo de metas y tareas (factor del Logotest) a realizar.
– El sentido en el entorno (del logotest) parece potenciado en los adultos con convicciones religiosas que no se han asociado, orientándose más a hacia la familia que al exterior.

M. Ángeles NOBLEJAS de la FLOR es doctora en CC. de la Educación y Vicepresidenta de la Asociación Española de Logoterapia.

REFERENCIAS

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– Crumbaugh, J.C. y Maholick, L.T. (1969). Manual of instructions for the Purpose In Life test. Saratoga: Viktor Frankl Institute for Logotherapy.

– Frankl, V.E. (1990). Logoterapia y análisis existencial. Barcelona: Ed. Herder.

– Kalikow, D.W. y Carr L. (1968). Determinants of civil rights activities. J. Social Psychol., 74, 111-116.

– Lukas, E. 1986 (Versión castellana de 1996). Logo-test. Test para la medición de la ?realización interior de sentido? y de la ?frustración existencial?. Ed. Almagesto: Buenos Aires. (Se ha confrontado también con otra traducción del original alemán de J.Coloma).

– Noblejas, M.A. (1994). Logoterapia. Fundamentos, principios y aplicación. Una experiencia de evaluación del ?logro interior de sentido?. Tesis Doctorales. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Educación. Edición en CD-ROM.

– Noblejas, M.A. (1999). Estructura factorial de los tests PIL y Logotest. NOUS, (3), 67-84.

– Noblejas, M.A. (2000). Fiabilidad de los tests PIL y Logotest. NOUS, (4), 81-90.

CONSIDERACIONES SOBRE EL VALOR DE ACTITUD EN LOGOTERAPIA

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Kroeff, P. (1998). Consideraciones sobre el valor de actitud en logoterapia. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (2), 39-45.

CONSIDERACIONES SOBRE EL VALOR DE ACTITUD
EN LOGOTERAPIA

Paulo KROEFF

En la Logoterapia, hay tres sugerencias, tres caminos generales a través de los cuales una persona puede encontrar el sentido de su vida: realizando valores de creación, valores de vivencia o valores de actitud. En algunos de sus escritos, Frankl considera los tres valores de igual rango (Frankl, 1970, p.70); en otros (Frankl, 1987; 1990) presenta el valor de actitud, como el más alto de estos tres valores, “el valor supremo”. Tal vez, el rango más alto del valor de actitud radique exactamente en la exigencia mayor que este valor nos hace.

En los valores de creación, nuestro sentido está en las cosas que hacemos para el mundo: con nuestro trabajo, con nuestro actuar. En los valores de vivencia, el sentido se puede encontrar en lo que nos ofrece el mundo; en las experiencias de encuentro con los otros, en la amistad, en el amor, en nuestra contemplación de la naturaleza, en la apreciación del arte, entre otras posibilidades. En estas dos clases de valores, la capacidad de elección es más evidente: nuestra actuación puede cambiar las experiencias que tenemos; puede repetirlas, si nos agrada; puede eliminarlas, si no nos satisfacen. Hasta cierto punto, podemos seleccionar las experiencias que se nos van a presentar. También, se hace más evidente la posibilidad del placer en las actividades o vivencias.

Ya en los valores de actitud, a pesar de que la capacidad de elección se mantiene, pues su desaparición sería un contrasentido teórico dentro de la logoterapia, hay un cambio direccional en cuanto a la reacción que puede tener la persona. Su reacción ya no puede ser dirigida al exterior: cambiar, seleccionar, eliminar, repetir creaciones o vivencias. Por su propia definición, un valor de actitud se posibilita en el momento que nos ocurre algo que no podemos cambiar, algo que no fue el resultado de nuestra elección o selección, es decir, algo que es inevitable de vivenciar: la muerte de alguien, una enfermedad que nos sorprende, la pérdida del empleo, el rechazo de una persona amada, un accidente que nos traumatiza. No hay un camino posible de huida de estas experiencias. Es inevitable aceptar lo que la vida nos ha reservado. El cambio direccional es desde el exterior  que no podemos cambiar , hacía nuestro interior, donde la elección vuelve a ser posible, y esta no es otra que la búsqueda de un significado para esta vivencia nuestra. Estamos frente a un interrogante que la vida nos hace y al que tenemos que responder.

“Pero, es difícil, muy difícil”, decía José hablando del valor de actitud. José (por razones obvias, no es este su verdadero nombre) es un enfermo terminal de cáncer. Como ya conocía con anterioridad la obra de Frankl, fue posible discutir con él los diversos valores para encontrar sentido a la vida. Los valores de creación ya no le están disponibles: ya no puede trabajar, algo que tuvo una significación especial en su vida. El trabajo le proporcionó liberarse de una relación demasiado sofocante con sus padres, la cual le marcó la vida, haciéndole temer relaciones demasiado íntimas, que pudieran reproducir la sensación de estar atrapado. El trabajo también le proporcionó oportunidades para conocer otros países, la vivencia de otras culturas. Los valores de vivencia aún están disponibles, pero bastante reducidos en su amplitud. Ya no puede estar en la montaña, una vivencia que llenaba de valor su vida. Su apreciación por la música, otra vivencia que le encanta, se encuentra disminuida. Ya no puede ir a conciertos, ni siempre se encuentra dispuesto para apreciar la música proporcionada por un compact disc, ya que, o tiene indisposiciones, o tiene dolores, o está atormentado por los pensamientos referentes a la situación en que se encuentra. Por ahora, no puede salir a la calle, pues no tiene la energía que eso supone. A parte de eso, tiene conectadas a su abdomen bolsas para recoger secreciones de su cuerpo y tiene que hacer muchas curas al día. Ni los simples placeres de la vida, como beber y comer le quedan: su alimentación es parenteral y, por ello, gotea constantemente de una bolsa suspendida al lado de su cama. Necesita de los otros para casi todo. Tiene que convivir con una sensación de impotencia y de falta de control, angustiante para él, un hombre muy intelectualizado y con rasgos obsesivos. Tendría todas las razones del mundo para no ver sentido en su vida. Su lucha deberá ser la de no sucumbir al sin sentido. Su desafío será el propuesto por Camus (1996):

En lo más negro de nuestro nihilismo, he buscado tan sólo razones para superar ese nihilismo. Y no por virtud, en absoluto, ni por una rara elevación del alma, sino por fidelidad instintiva a una luz en la que he nacido y en la que desde hace miles de años los hombres han aprendido a saludar la vida hasta en el sufrimiento (p. 68).

Para las personas que no hayan tenido muchas confrontaciones con el destino inevitable, la crisis que tal confrontación puede provocar deja a la persona solamente tres caminos, según Lukas (1986). El primero, no está disponible a José pues no es un creyente. El tercero, la realización estable de un sentido, se encuentra bastante amenazado. A José, le queda la segunda posibilidad: “la empatía y la comprensión de las personas que están a su alrededor” (p. 62).

José reconoce que vivenciar esta enfermedad grave, una situación limite según Jaspers (1993)1, le ha quitado muchas de las restricciones que tenía en contra de la experiencia del amor, de la amistad, del encuentro con las personas, que ahora considera como las experiencias que dan sentido a la vida. Después de un año de enfermedad, y de la experiencia de la quimioterapia, decidió casarse con la mujer con quién mantenía una relación desde hace 12 años, sin convivir con ella, ante la perspectiva de una cirugía con inciertas perspectivas de éxito2. Quería darle la satisfacción de que ella fuera su esposa y de ampararla económicamente, garantizándole la mayor parte de su herencia, en caso de fallecer. También tiene el consuelo de sus amigos, que le acompañan bastante de cerca, turnándose para ayudarle en los muchos cuidados que necesita. Así, si por un lado la realización de valores de vivencia quedó reducida en amplitud, no está cerrada la posibilidad de una profundización en las relaciones con las personas.

Ver sentido en el sufrimiento no es una tarea fácil. Lo negativo de la enfermedad y de sus consecuencias es tan evidente que raras veces permite ver que también esta moneda tiene dos lados. La hermana de otra enferma de cáncer, que moriría pocas semanas después, decía que la enfermedad de su hermana le había cambiado para mejor. Decía que estaba más abierta para comprender el dolor de los otros, que era una persona más sensible de lo que era antes de la enfermedad, que muchas veces se había amargado la vida con cosas sin importancia, que ahora percibía que no hay que dejar el vivir para después. La gravedad de la crisis por la cual pasaba su familia le enseñaba a ver lo que era realmente importante en la vida. Podía percibir la verdad de lo que decía J. P. Richeter, de que solamente apreciamos realmente el sueño, la fortuna y la salud cuando estos son interrumpidos.

Esta posibilidad de existir lo positivo en el sufrimiento lo expresa Remen (1993), una médica, que también padece de una enfermedad grave:

Si aceptamos que cada uno de nosotros es potencialmente un transformador de experiencia, puede haber una manera ‘sana’ de tener una enfermedad, una manera ‘sana’ de enfrentarse con una crisis. Puede haber una manera de utilizar esos eventos comunes en la vida como una indicación para identificar lo que ya fue superado, para encontrar nuevas y mejores maneras de ser y de realizar. Las tragedias y dificultades de la vida cotidiana pueden ser una manera de saber quiénes somos y cómo deseamos vivir (p. 102).

Pero, José tiene razón: “es difícil, muy difícil”. Están ahí todas las limitaciones que el destino le impuso. Está ahí la presencia cercana y muchas veces cegadora de la muerte. Este poder perturbador de la muerte fue bien expresado en una frase de La Rochefoucauld: “No nos es dado contemplar inmutables ni al sol ni a la muerte”. No es fácil ver a la muerte y al sufrimiento como lo propone Frankl en la logoterapia. Como presupuestos de la existencia humana, no pueden quitar sentido a la vida. Pueden, en verdad, ofrecer nuevas oportunidades de encontrarlo, en la manera en que afrontamos estos hechos (el valor de actitud). Véase en este sentido la declaración de Frankl a un periódico de Buenos Aires (La Nación, nov/90):

“Si puedo cargar sobre mis espaldas el peso del dolor, del sufrimiento y de la muerte, podré encontrar el último sentido que la vida puede ofrecer: asumir un destino que no puede evitarse”.

También es difícil para el terapeuta que trabaja con enfermos terminales. Es como si el enfermo le preguntara constantemente: “¿de qué modo pensáis llenar el vacío de mi temor y reducir a claridad el caos de mi confusión?”; utilizando una frase de Cervantes (1996, p. 9), que expresa bien el estado en que a veces se encuentran estos enfermos. En situaciones como estas, Lukas (1989) nos recuerda la necesidad de ayudar al paciente a ver más allá de su enfermedad, de centrarse en lo que aún ofrece posibilidades para la realización de valores, en vez de en las posibilidades perdidas o en las que tendrá que renunciar. O sea, centrarse en el “espacio libre aún preservado”, como ella lo llama. En esta misma dirección van las palabras de Frankl (1976), que vienen a continuación:

…toda psicoterapia debe tener, también, un lado o una fase positiva: tiene que llevar al enfermo a ver todo lo que está más allá de su enfermedad, o sea, concienciarlo de la responsabilidad que precisa tener para aceptar la forma concreta de su existencia personal (p. 152).

Muchas veces Frankl hizo hincapié en la necesidad de que el terapeuta sea creativo, de individualizar sus intervenciones con el paciente, de adaptarlas a la situación que él vive. Tal vez en ninguna otra situación esto tenga tanta importancia como cuando se trabaja con pacientes terminales. Las necesidades son muchas. La ambivalencia y la confusión muchas veces dificultan al propio paciente una visión clara de la situación que vive. Y el tiempo es apremiante. Hay que concretar las metas terapéuticas  a partir de la teoría  en estrategias asequibles. ¿Cómo sacar, por ejemplo, a José de su preguntarse por cómo estará en dos o tres meses (tal vez muerto), un preguntarse que le paraliza, que le coloca en un esperar angustioso, para lanzarlo en un proyecto de vivir lo mejor posible cada uno de los días que le queden?. La logoterapia siempre ha estimulado el volcarse hacía el futuro, hacia la meta a realizar, como un catalizador para la realización presente. Eso se mantiene, pero ahora hay que reducir este futuro a cada día. Una posibilidad intentada fue la de proponer a este hombre acostumbrado a desarrollar proyectos, que desarrollara uno que tuviera como objetivo planear, en el día anterior, como disfrutar lo mejor posible el día de mañana, y solicitar a las personas con quien convive sugerencias para incluir en su proyecto. Es un intento de involucrarlo en el proyecto de volver a vivir su vida  tarea de todos nosotros  en vez de esperar simplemente que la muerte llegue.

Otra posibilidad es apelar a la auto transcendencia, para evitar el peligro del cual nos alertaba Kierkegaard (1993): “Nada es más peligroso ni más paralizador para un hombre que el aislamiento profundo dentro de sí mismo” (p.39). José había manifestado la preocupación por la fragilidad de su ahora esposa, imaginando que no podría soportar conocer su real estado de salud. Estimulado a hablarle de eso, ella le ha sorprendido (y se ha sorprendido a sí misma) con su capacidad de afrontamiento (o, en términos de la logoterapia, su capacidad de movilizar “la fuerza desafiadora del espíritu”). Entonces le propusimos dedicarse más a ella, que es intelectualmente menos brillante que él, ayudándola a continuar desarrollando su fuerza interior para convivir con el sufrimiento del ahora y el vivir después con la ausencia de su esposo. Puede que haya mucho que hacer en esta etapa final, como decía Solzhenitsin3, el Nobel de literatura: “Cuanto más cerca está el fin tantas más cosas hay que hacer”.

Para terminar, que Frankl (1991) diga las últimas palabras:

…que el sufrimiento sea realmente lo que le da al hombre la oportunidad de crecer y de transformarse, nadie lo ha descrito mejor que el pintor y escultor israelí Yehuda Bacon, quien de niño fue llevado a Auschwitz. Se le preguntó después de su liberación qué sentido tendrían aquellos años que pasó en Auschwitz y escribió: De niño pensaba, ya le contaré al mundo lo que en Auschwitz vi, con la esperanza de que el mundo cambiaría; pero el mundo no cambió, el mundo no quería escuchar hablar de Auschwitz. Sólo mucho después comprendí realmente cuál es el sentido del dolor: el dolor realmente tiene sentido cuando tú mismo te conviertes en otro hombre (p. 231).

Paulo KROEFF es psicólogo. Profesor del Instituto de Psicología de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul. Rua Ramiro Barcelos 2600  1º andar. 90035 003 Porto Alegre  RS  Brasil.
Dirección en España: Sector Foresta 17, 4º C. 28760 Tres Cantos  Madrid. Tlfo.:(91)804 3507. E mail: ib309492@public.ibercaja.es

NOTAS

1 “…no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar, estoy sometido al acaso, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones limite” (p. 17).

2 Ante el fracaso de esta cirugía, tuvo que pasar por una segunda, después de la cual fue trasladado a su casa, siendo considerado un paciente terminal.

3 Alexandr Solzhenitsin, citado por su mujer, en el artículo “Ultimas páginas de Solzhenitsin  Su esposa cuenta el esfuerzo literario del premio Nobel bajo la amenaza de la muerte”, El País  Domingo. Madrid, 10 de agosto de 1997, p. 12.

BIBLIOGRAFÍA

– Camus, A. (1996). El verano. Madrid: Alianza Editorial.
– Cervantes Saavedra, M. (1996). El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Madrid: Alba Libros.
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– Frankl, V. E. (1976). Psicoterapia  Uma casuística para médicos. Sâo Paulo: E.P.U.
– Frankl, V. E. (1987). Em busca de sentido  Um psicólogo no campo de concentraçâo. Porto Alegre/Sâo Leopoldo: Sionodal/Sulina.
– Frankl, V. E. (1990). Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder.
– Frankl, V. E. (1991). La voluntad de sentido. Barcelona: Herder.
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– Lukas,E. (1986). Meaning in suffering. Berkeley, Institute of Logotherapy Press.
– Lukas, E. (1989). A força desafiadora do espírito. Sâo Paulo: Ediçôes Loyola.
– Remen, R. N. (1993). O paciente como ser humano. Sâo Paulo: Summus Editorial.

ESTRUCTURA FACTORIAL DEL TEST PIL Y LOGO-TEST

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (1999). Estructura factorial del test PIL y Logo-test. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (3), 67-84.

ESTRUCTURA FACTORIAL
DEL TEST PIL Y LOGO-TEST

M. Angeles NOBLEJAS DE LA FLOR

Diversos autores logoterapeutas han intentado medir la percepción del sentido de la vida que experimenta el hombre mediante instrumentos de evaluación estandarizados. Dos de los más difundidos son el test PIL (Crumbaugh y Maholick, 1969) y el Logo-test (Lukas, 1986) que provienen, respectivamente, del ámbito cultural norteamericano y germano. El segundo es más reciente y se realizó bajo la tutela del propio Frankl; de hecho aparece como apéndice en una de las versiones de su libro “La voluntad de Sentido” (Frankl, 1988). Por su parte, el primero es un material ampliamente utilizado en investigación.

Ambas escalas, aunque diferentes en su construcción, son expresión de la concepción logoterapéutica. Por tanto, realizar una comparación de su estructura y relaciones puede ayudar tanto a una profundización teórica como a mejorar la comprensión en su aplicación.

En concreto, el conocimiento más profundo de estos tests a partir del estudio de su estructura interna y de sus similitudes y diferencias nos permitirá conocer un poco mejor los distintos aspectos que incluye la experiencia del sentido.

Aunque los tests referidos pueden considerarse los más difundidos y utilizados, también se van conociendo otros como las escalas simplificadas del test PIL (por ejemplo, LPQ, Hutzell, 1989), los test LAP-R y SOMP-R (Reker, 1992, 1996) o la Escala Existencial, elaborada por A. Längle y C. Orgler y adaptada al español en Argentina (Boado de Landaboure, 1994).

En este artículo intentaremos reflexionar sobre las implicaciones que algunas pruebas estadísticas (Noblejas, 1994) pueden mostrar sobre la forma en que las personas percibimos y experimentamos el sentido.

SUJETOS Y METODO

Para la comparación de los dos test contamos con los datos de baremación de los mismos para la población española (Noblejas, 1994). Se obtuvo una muestra de 841 personas que rellenaran ambos, así como un cuestionario sociológico. Aunque el muestreo fue de tipo casual, se procuró pedir que contestaran los test a personas de distintas características sociales.

Posteriormente, se comprobó, por medio de las preguntas de tipo sociológico, que habíamos obtenido una muestra equilibrada en un amplio rango de características. La edad osciló de los 16 años (edad mínima estipulada por el Logo-test) a más de 60 años. Los sexos se hallaban equilibradamente representados, así como el estado civil, el tamaño de la población en que se vive, los ingresos, nivel de estudios, profesión, etc.

Queremos resaltar, antes de pasar a comparar ambos tests, que se han encontrado diferencias en función de la edad. Esto, además de exigir usar baremos distintos para cada grupo de edad, indica que según la edad percibimos de modo diferente el sentido. No aparecen, sin embargo, diferencias entre ambos sexos.

Al final de este artículo (Apéndice) describimos brevemente los tests PIL y Logo-test que hemos utilizado, para facilitar la lectura de este artículo al lector no familiarizado con ellos.

Una vez obtenidas las puntuaciones de los tests para las diferentes personas, pasamos al estudio estadístico mediante diferentes métodos. El lector interesado en una descripción detallada de estos procedimientos estadísticos puede consultar un trabajo anterior (Noblejas, 1994).

RELACION ENTRE LAS PUNTUACIONES TOTALES DE LOS TESTS

Como hemos apuntado, el Logo-test fue desarrollado con posterioridad al PIL e intentaba superar alguna limitación detectada en este por Elisabeth Lukas. En palabras de esta autora (Lukas, 1988):

“Como Crumbaugh con su PIL-Test fue a parar directamente a esta problemática [éxito-sentido], era muy importante que, al construir el Logo-Test, se separaran claramente ambas variables. Parece haberse logrado, según lo muestra la baja correlación entre la autovaloración de la persona en el continuo de éxito y el de sentido”. (p. 271).

No obstante, Elisabeth Lukas no informa de ninguna comprobación experimental de las diferencias y similitudes entre ambos tests.

Preble (1986) realizó una comparación resultando un coeficiente de correlación de Spearman de -0.42 (significativo al 99.9%), lo que supone sólo un 18% de varianza compartida. Sin embargo, la misma autora refiere problemas de muestreo y el hecho de que no toda la muestra contestaba el test PIL (sólo 141 de los 537 que si contestaron al Logo-test), lo que, en nuestra opinión, pudo sesgar la muestra sobre la que se obtuvo la correlación. Hemos podido comprobar que el Logo-test exige una mayor reflexión que no todo el mundo está dispuesto a realizar.

Para estudiar las puntuaciones relacionadas (correspondientes a cada sujeto) de ambos tests empleamos el coeficiente de correlación de rangos ? de Spearman y el coeficiente R de Pearson.

Los coeficientes de correlación obtenidos entre el PIL y el Logo-test indican que ambos tests miden de forma similar un 34-38% de lo que intentan medir.

En concreto, los coficientes de correlación son ? = -0.58 y R = -0.62, ambos significativos al 99.9% (es decir, difícilmente atribuibles al azar). En términos de varianza explicada, los dos tests comparten entre un 34% y un 38% de la varianza. El resto de lo que miden puede corresponder a aspectos de sentido diferentes en ambos tests o aspectos no relevantes.

Las correlaciones obtenidas entre las puntuaciones del PIL y el Logo-test explican más varianza que en el estudio de Preble (1986): pasamos de un 18% a un 34%.

LA ESTRUCTURA INTERNA DE LOS TESTS

La estructura de cada test la estudiaremos por medio del análisis factorial (con rotación ortogonal). Este procedimiento trata de agrupar las preguntas que tienen un comportamiento similar y que se diferencian lo más posible del comportamiento de otro grupo de preguntas; a estos grupos se les denomina factores. Las preguntas pertenecen a un factor cuando para éste tiene la saturación factorial más elevada (medida del grado de pertenencia a ese factor) y sólo cuando hay saturaciones del mismo orden se asigna la misma pregunta a varios factores.

Otros autores han realizado análisis factoriales con el test PIL. Reker y Cousins (1979) lo hicieron con el conjunto de preguntas del PIL y el SONG (“Seeking of Noetics Goals”, un cuestionario complementario del PIL, propuesto por Crumbaugh en 1977- para evaluar la capacidad de búsqueda de sentido) encontrando 10 factores en los que las preguntas del PIL participaban ampliamente en 6, escasamente en 3 y no aparecían en otro. Shek (1993) realizó un estudio factorial del test PIL en China indicando la existencia de dos factores que denominó QEXIST (experiencia afectiva de sentido) y PEXIST (aspectos cognitivos del sentido). Ambos estudios se realizaron con tests contestados sólo por estudiantes.

El análisis factorial que realizamos para el PIL proporciona 4 factores que llegan a explicar el 54% por ciento de la varianza en el espacio de los valores (de la información contenida en las preguntas originales) y el 100% en el factorial (espacio creado para maximizar las diferencias entre los factores). Las preguntas se presentan por orden de importancia de sus coeficientes de correlación con los factores a que pertenecen en la Tabla 1.

Tabla 1. Factores del test PIL. Preguntas que incluyen, saturaciones (entre paréntesis) y descripción del contenido.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 12]

El primer factor del PIL (FP1), que podemos denominar percepción de sentido, se ha llamado así porque incluye cuestiones sobre la captación de razones y motivos para vivir la propia vida y la valoración de esta en general.

El segundo factor (FP2), que comparte preguntas con el anterior, lo denominamos experiencia de sentido porque las preguntas incluidas abordan el sentir la existencia personal como llena de cosas buenas y poseen un tono más referido a la vivencia del día a día.

El tercer factor (FP3) lo denominamos metas y tareas (que también comparte preguntas con los dos anteriores) porque las preguntas que más influencia tienen en él hacen referencia a la posesión de objetivos ligados a acciones concretas en la vida y la responsabilidad que sentimos por ellos.

El cuarto factor del PIL (FP4) podemos denominarlo dialéctica destino-libertad. Este factor cambia respecto a los anteriores considerando cuestiones como la tensión entre la libertad y el destino en la vida del hombre y el afrontamiento de la muerte como destino inevitable.

Comparamos los factores del PIL obtenidos con los informados por la bibliografía (y ya citados) en la Tabla 2. Se ha tenido en cuenta el orden de importancia de las preguntas en un factor excepto en el caso de Shek que no informa de esto.

Tabla 2. Comparación de los factores del test PIL en diferentes investigaciones. Preguntas que incluyen y preguntas compartidas con los factores de otros trabajos.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 13]

Se observa una tendencia a agrupar las preguntas respecto al sentido de la vida genérico; uniendo lo que nosotros hemos denominado percepción y experiencia de sentido, lo que Reker y Cousins llaman sentido de la vida y satisfacción de la vida y lo que Shek denomina experiencia de sentido afectiva. Otro agrupamiento sería el de metas y tareas, que incluiría la autorrealización y la consecución de objetivos de Reker y Cousins. Por último, coincidimos con este primer trabajo en el factor que nosotros denominamos dialéctica destino-libertad y él visión de la vida (que interpretamos en el sentido de visión más o menos determinista de la vida).

Para el Logo-test, se obtienen 6 factores que llegan a explicar el 49.9% por ciento de la varianza en el espacio de los valores y el 100% en el factorial. En la Tabla 3 se incluyen los factores, las preguntas que incluyen y el porcentaje de varianza explicada.

Tabla 3. Factores del Logo-test. Preguntas que incluyen, saturaciones (entre paréntesis) y descripción del contenido.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 14]

El primer factor (FL1) lo llamamos frustración existencial porque prácticamente coincide con las preguntas de la parte II del Logo-test que recogen, según su autora, los efectos de la frustración existencial.

El segundo factor (FL2) lo denominamos balance existencial porque recoge las puntuaciones de sentido y de actitud que se derivan de la narración de la propia vida del encuestado y que implican una visión global de la misma, sopesando lo realizado en la propia existencia.

El tercer factor (FL3) denominado metas y tareas, se justifica por incluir las preguntas del apartado I, que Lukas estableció como contenidos de sentido, que intentaban reflejar la autorrealización y la ocupación como fuentes de sentido. La inclusión de la pregunta LII5 del apartado segundo la comentaremos más adelante.

El cuarto factor (FL4), que podemos denominar intereses y compromisos, incluye también preguntas de la parte de contenidos de sentido, orientado ahora hacia las preguntas que intentan captar los intereses de las personas y sus vivencias respecto a ellos, así como su compromiso y las tareas de servicio a los demás.

El quinto factor (FL5) lo llamamos flexibilidad axiológica porque entendemos que se dirige a detectar la capacidad para flexibilizar nuestra persecución de objetivos y el descubrimiento de nuevos valores en función de los acontecimientos que vamos encontrando en la vida. Esta detección se hace a través de la valoración de la felicidad y sufrimiento que asignamos a tres casos que se nos presentan. Así, las mayores puntuaciones se consiguen detectando la mejor situación existencial en aquel caso en que se concretan los intereses y valores en las circunstancias concretas de la vida sin perseguir objetivos totalmente fuera de la realidad. Las peores puntuaciones se asignan al caso de rigidez en las metas y valores sin ninguna adaptación a la realidad.

El sexto factor (FL6) lo denominamos sentido en el entorno. Debemos comentar la dificultad que hemos tenido para nombrar el factor 6 del Logo-test donde se agrupan dos preguntas que reflejan valores vivenciales (LI3 y LI5) con el deseo de bienestar material (LI1); la relación entre las tres preguntas la ciframos en querer disponer de un entorno que proporcione los medios humanos y materiales para la realización de valores vivenciales.

Los factores del Logo-test, aunque no los podemos comparar con otros estudios factoriales (que no hemos encontrado), sí podemos relacionarlos con la finalidad expresada por su autora al construir el test.

El primer factor de este test lo constituye (excepto en una pregunta que desaparece y otra que se incluye) el bloque II de preguntas, con el que E. Lukas pretende captar la frustración existencial en sus manifestaciones. Respecto a la pregunta número 5 de esta parte (LII5), ya indica la autora que equivale “a un dominio positivo, a saber, la disposición a adaptarse razonadamente” por lo que la califica de forma inversa a las preguntas de esa parte y se justifica que no se haya agrupado con este factor. La pregunta número 9 de la primera parte (LI9) pertenece, sin embargo, a este factor; ello puede ser debido a tener más peso para la persona que responde la primera parte de la misma (“Mi vida está ensombrecida por la …”), que podría relacionarse con una situación de frustración, que la segunda parte de actitud (“…, sin embargo, me estoy esforzando mucho …”) o resultarle ambigua: “¿mi vida no está ensombrecida ó no me estoy esforzando?”.

El segundo factor lo constituyen la escala de sentido y de actitud construidas sobre la descripción libre del propio sujeto (parte III3). Comparten muy poca varianza con este factor las demás preguntas.

El tercer, cuarto y sexto factores del Logo-test representan distintos componentes de sentido (metas y tareas (FL3), intereses y compromisos (FL4), sentido en el entorno (FL6)) que se corresponden con la parte I de este test, excepto la pregunta LI9 que ya habíamos localizado en el factor 1 y la pregunta LII5 que pasa al cuarto factor aunque pertenecía a la parte II (y que ya hemos comentado).

El análisis factorial muestra una estructura más compleja para el Logo-test en comparación con el PIL. Esto es congruente con los planteamientos de construcción de ambos tests, el PIL como un conjunto único, el Logo-test como conjunto de partes con objetivos diferenciados. El PIL, por tanto, tendría una estructura más robusta. El Logo-test, no obstante, conserva su unicidad al mantener todos sus factores correlación significativa con la puntuación total, como ya había resaltado su autora (Lukas, 1986) considerando las partes en que lo había dividido a priori.

RELACION ENTRE LOS FACTORES DE AMBOS TESTS

Nos aproximaremos a la relación entre los factores por medio de varios análisis. En primer lugar, estudiamos la correlación entre las puntuaciones factoriales de cada sujeto.

A continuación realizamos un análisis factorial del conjunto de las respuestas de ambos tests para estudiar como se agrupan al considerar todas las preguntas, independientemente del test del que provengan.

Con el mismo objetivo, se extraerán los factores de segundo orden por medio de un análisis factorial en el que tomamos como variables las puntuaciones factoriales de ambos tests; es decir, intentamos agrupar los factores hallados en otros nuevos como lo hicimos inicialmente con las preguntas.

Los coeficientes de correlación de las puntuaciones de los tests con los factores y de los factores entre si, son, en general, significativos pero sólo algunos implican un porcentaje alto de varianza explicada, por lo que nos fijaremos también en este aspecto.

Los coeficientes de correlación entre los factores del test PIL son más altos que los obtenidos entre los factores del Logo-test. Dentro del PIL el factor 4 es el que menos varianza comparte con los otros tres; el factor dialéctica destino-libertad es el factor más diferente de los demás.

Entre los factores del Logo-test los coeficientes de correlación son muy bajos, incluso algunos no llegan a ser significativos. Sin embargo, la correlación entre cada factor y la puntuación total del Logo-test es significativa en todos los casos lo que supone mantener, pese a las diferencias entre los factores, la unidimensionalidad del test. Es decir puede considerarse que mide un único constructo aunque compuesto de varias partes relativamente diferentes entre si.

El factor 5 del Logo-test (flexibilidad axiológica, FL5) lo constituyen las adjudicaciones de sufrimiento y felicidad a tres casos presentados y sus correlaciones son prácticamente no significativas con los otros factores tanto del Logo-test como del PIL y con el propio PIL como conjunto. Sería, por tanto, un aspecto con cierta independencia de los demás, aunque también relacionado con el sentido general del Logo-test y alguno de sus factores.

Las correlaciones entre los factores de diferentes test indican que las mayores varianzas compartidas corresponden a las relaciones entre los tres primeros factores del Logo-test y los tres primeros del PIL. En concreto, por orden de importancia, el primer factor del Logo-test tiene alto coeficiente de correlación con los factores 1, 2 y, en menor medida, con el 3 del PIL; el factor 3 del Logo-test con los factores 3, 2 y 1 del PIL, y el factor 2 del Logo-test con el 3 y 2 del PIL.

Expresándolo de nuevo en los términos elegidos para cada factor, están relacionadas:

a) La frustración existencial (FL1), percepción de sentido (FP1), experiencia de sentido (FP2) y, en menor medida, metas y tareas (FP3).
b) La metas y tareas (FL3 y FP3), experiencia de sentido (FP2) y percepción de sentido (FP1).
c) El balance existencial (FL2), metas y tareas (FP3) y experiencia de sentido (FP2).

El análisis factorial del conjunto de las preguntas de ambos tests de forma simultánea nos indica que estarían relacionadas la percepción de sentido (FP1) y la frustración existencial (FL1) (inversamente) y por otra parte los factores metas y tareas de ambos tests (FP3 y FL3).

Observando los factores de segundo orden, quedarían relacionados:

a) La percepción de sentido (FP1), la frustración existencial (FL1), la experiencia de sentido (FP2) y las metas y tareas (FP3).

b) La flexibilidad axiológica (FL5) y el sentido en el entorno (FL6).

c) Intereses y compromisos (FL4), las metas y tareas (FP3 y FL3) y la dialéctica destino-libertad (FP4), balance existencial (FL2) y experiencia de sentido (FP2).

En síntesis, podríamos decir que:

– Existe frustración existencial, fundamentalmente, si no se percibe y se experimenta el sentido, lo cual también está en relación con las metas y tareas de la persona. Asimismo, el estar orientado a metas y tareas está relacionado con percibir y experimentar sentido de la vida.

– Igualmente, el balance positivo ó negativo de la propia existencia está relacionado con las metas, tareas, interese y compromisos que la persona desarrolla.

– Por otra parte, la relación (de segundo orden) entre flexibilidad axiológica y sentido en el entorno, confirmaría la discusión anterior respecto al nombre de estos factores. Este análisis estadístico vincula la capacidad para flexibilizar nuestra persecución de objetivos y el descubrimiento de nuevos valores en función de los acontecimientos que vamos encontrando en la vida, con el propio hecho de encontrar sentido en el entorno.

Como decíamos al comenzar, los test son congruentes con la logoteoría.

Dentro de cada test, se ponen de manifiesto las relaciones existentes entre los tres primeros factores del PIL entre si (y en menor medida el cuarto), así como las de los 4 primeros factores del Logo-test entre sí, por una parte y entre los factores 5 y 6, por otra.

Reiteradamente, ambos tests se encuentran relacionados por el bloque de los tres primeros factores del PIL (experiencia de sentido, percepción de sentido y metas y tareas) y los factores 1 y 3 del Logo-test fundamentalmente (frustración existencial, metas y tareas).

UTILIDAD DE LAS PUNTUACIONES FACTORIALES

Las puntuación de un factor para un test rellenado por una persona concreta se puede deducir de las respuestas dadas a cada pregunta que interviene en el factor (bien por suma directa de los valores de las preguntas, bien multiplicándolas previamente por sus pesos factoriales, que es el método que nosotros hemos usado). La consideración de estas puntuaciones nos puede ayudar a identificar las áreas de la experiencia de la persona que más contribución están teniendo para que existan problemas en la percepción y experiencia de sentido, más allá de la valoración general de la puntuación total del test.

Por ejemplo, en un estudio sobre población con problemas de drogadicción que se sometía a un programa terapéutico educativo (Noblejas, 1995), se pudo detectar, además de la mejora general de sentido, algunas variaciones diferenciales de los factores que pasamos a comentar.

Los tres primeros factores del PIL se van incrementando paulatinamente hasta alcanzar niveles normales. El factor cuarto del PIL, dialéctica destino-libertad, no presenta en ningún caso diferencias con los valores normales.

Para el Logo-test, los resultados indican que dos factores, a pesar de su mejoría durante el programa, han de esperar a la reincorporación a la vida normal para mejorar dos factores, el de frustración existencial (FL1) y el de metas y tareas (FL3). Es decir, los síntomas de la frustración no desaparecen hasta incorporarse con éxito a ambientes normalizados. Además, las metas y tareas, que incluyen aspectos de autorrealización y ocupación, tampoco se normalizan hasta volver a sus ocupaciones y vida habitual, lo que parece bastante lógico.

Es interesante también destacar que el balance existencial, tras mejorar, pasa a ser al final del programa incluso mejor que la población “normal”. Esto puede estar ligado a un trabajo de mejor comprensión y resignificación de la propia vida.

Por último comentaremos la evolución del FL5, flexibilidad axiológica, que empeora según el Logo-test. Se puede interpretar en relación a un esfuerzo del programa por dotar a sus participantes de un fuerte compromiso con un sistema de valores, necesario para superar el problema que presentan. Sin embargo, puede suponer un elemento de riesgo de reincidencia en problemas noógenos, sobre todo si se ha elaborado una escala piramidal de valores y se ven afectados los fundamentales. Afortunadamente, en el grupo de seguimiento, tras la incorporación a la vida cotidiana, mejora este factor.

CONCLUSIONES

Se confirma la hipótesis primera de existencia de correlaciones significativas (al 99.9%) entre los tests PIL y Logo-test (que comparten el 34% de la varianza), lo que confirma nuevamente la validez de constructo de estos.

Se han identificado 4 factores que componen el test PIL y 6 que componen el Logo-test. Los nombres propuestos para los factores encontrados son:

TEST PIL

percepción de sentido (FP1)
experiencia de sentido (FP2)
metas y tareas (FP3)
dialéctica destino-libertad (FP4)

Logo-test

frustración existencial (FL1)
balance existencial (FL2)
metas y tareas (FL3)
intereses y compromisos (FL4)
flexibilidad axiológica (FL5)
sentido en el entorno (FL6)

Las puntuaciones factoriales del test PIL tienen mayor correlación entre si y mayores porcentajes de varianza compartida que los del Logo-test, conservando este su unidimensionalidad dados los coeficientes de correlación significativos de todos sus factores con la puntuación total.

Ambos tests se encuentran relacionados fundamentalmente por el bloque de los tres primeros factores del PIL (percepción de sentido, experiencia de sentido y metas y tareas) y los factores 1 y 3 del Logo-test (frustración existencial, metas y tareas).

Los factores pueden ser muy útiles para comprender los aspectos de sentido de grupos y personas.

M. Angeles NOBLEJAS DE LA FLOR es Doctora en CC. de la Educación y Vicepresidenta de la Asociación Española de Logoterapia.

BIBLIOGRAFIA

– Boado de Landaboure, N.B. (1994). Escala existencial de A. Längle y C. Orgler. Un instrumento técnico para el abordaje preventivo, diagnóstico y terapéutico. Buenos Aires: Fundación Argentina de Logoterapia.
– Frankl, V.E. (1988). La voluntad de sentido. Barcelona: Herder.
– Hutzell, R.R. (1989). Life Purpose Questionnaire. Berkeley, CA, USA: Institute of Logotherapy Press.
– Lukas, E. (1988). Para validar la logoterapia. En V. Frankl, La voluntad de sentido. Barcelona: Herder.
– Noblejas, M.A. (1994). Logoterapia. Fundamentos, principios y aplicación. Una experiencia de evaluación del “logro interior de sentido”. Tesis doctoral. Fac. de Educación. Universidad Complutense de Madrid.
– Reker, G.T. (1996). Manual of the Sources of Meaning Profile – Revised (SOMP-R). Peterborough, Ontario, Canada: Student Psychologists Press.
– Reker, G.T. (1992). Manual of the Life Attitude Profile – Revised. Peterborough, Ontario, Canada: Student Psychologists Press.

Apéndice. Descripción de los test PIL y Logo-test.

Test PIL

El test de Sentido de la Vida ó PIL (Purpose-In-Life test) se encuentra descrito en su manual (Crumbaugh y Maholick, 1969). Este test tiene como objetivo detectar el vacío existencial (la presencia de neurosis noógena debe ser diagnosticada con la evaluación de los síntomas habituales de la neurosis, en conjunción con el vacío existencial). Las puntuaciones del PIL indican mayor sentido de la vida cuanto más altas son. Ha probado ser útil en situaciones, tanto de orientación personal y vocacional y en el tratamiento de personas con enfermedades de tipo neurótico, como de aplicación colectiva para realizar investigaciones.

El test PIL consta de tres partes.

La primera está formada por 20 items, donde el sujeto se sitúa a sí mismo en una escala del 1 al 7 entre dos sentimientos extremos (escala tipo Likert de 7 puntos), y representa la parte cuantitativa del test que es la que usamos en esta investigación.

Las partes segunda y tercera no se cuantifican (los intentos para lograrlo han añadido poca información a la aportada por la primera parte), lo que justifica, según indican Crumbaugh y Maholick (1969), su no inclusión en estudios de investigación. Su objetivo es proporcionar información para su interpretación clínica. En la parte segunda se solicita al sujeto que termine una frase general (ya comenzada en el protocolo) sobre el sentido de su vida. En la parte tercera se pide que exprese libremente su situación vital, describiendo en detalle los propósitos, metas y ambiciones así como su progreso respecto a ellos.

Cuenta con estudios de validez de constructo y de criterio, así como de fiabilidad.

La versión del PIL en castellano, suministrada por el Viktor Frankl Institute for Logotherapy no tiene una formulación verbal adecuada para un castellano¬parlante español, por lo que se usó una traducción propia (Noblejas, 1994).

Logo-test

El Logo-test es también un auto-test diseñado para medir el logro interior de sentido o su negación, la frustración existencial. Es aplicable a sujetos mayores de 16 años. Debía contemplar aspectos no recogidos por el PIL y conservar, a la vez, la unidimen¬sionalidad, a pesar de sus heterogéneas partes.

Las puntuaciones del Logo-test indican mayor falta de sentido cuanto mayores son (contrariamente a lo que ocurría en el PIL).

El Logo-test consta de tres partes diferenciadas.

La primera tiene su origen en los contenidos de sentido expresados por 1000 transeúntes (encuestados al azar y con edades comprendidas entre 20 y 70 años). Tales contenidos se agruparon en 9 grandes categorías (bienestar material, autorrealización, familia, actividad ocupacional principal, socialidad, intereses, vivencias, servicio a los otros, situación de necesidad -su superación, afirmación de la vida a pesar de todo…-) y dieron lugar a cada una de las preguntas de esta Parte I. Así esta Parte se concreta en nueve preguntas a las que se responde con un “si”, un “no” o se dejan en blanco (lo que se puntúa respectivamente con un “0”, un “2” ó un “1”).

La segunda parte intenta captar la frustración existencial concretando los efectos generales de la frustración (descritos como agresión, regresión, super-compensación, reacción de huída, adaptación razonada, neurosis y depresión) en sus aspectos noógenos. Consta de siete preguntas contestadas con un “A menudo”, “De vez en cuando” ó “Nunca” y puntuadas con un “2”, “1” ó “0”, excepto la pregunta II.5 sobre adaptación razonada, cuyo orden de puntuación es inverso.

La Parte III consta de dos subpartes. En una de ellas se presentan tres casos que, por un lado, ejemplifican la Parte II y por otro buscan un valor de perspectiva enjuiciando otros casos. A partir de las descripciones de tres personas se pregunta cuál es la más feliz y cuál la que más sufre. La expresión del juicio del sujeto sobre estas tres vidas es lo que se conoce como Parte III.2 (que se puntúa, según adecuación, de “0” a “2”). La otra subparte (Parte III.3) pide la descripción libre de lo esencial de la vida de quien realiza el test, a evaluar con una escala de sentido (que distingue el “logro interior de sentido” de la conciencia de éxito y se puntúa de “0” a “4”) y otra de actitud (que evalúa actitudes positivas tanto frente al éxito como frente al fracaso, puntuando de “0” a “2”). Ambas escalas están exhaustivamente definidas y ejemplificadas, para asegurar una adecuada corrección.

Se realizaron con éxito diferentes pruebas de validez y de fiabilidad. A pesar de su estructura en bloques diferenciados, conserva la unidimensionalidad o unicidad, siendo la parte I la que más contribuye a la puntuación total.

Existen dos traducciones del test al castellano. En Lukas (1988) existe una versión argentina con ciertas expresiones no ajustadas para un español. Por otra parte, J. Coloma tradujo el test, a indicación de su autora (Lukas, 1986, sin publicar, original alemán de 1986), recogiendo dos protocolos, uno para varones y otro para mujeres (para facilitar que se identifique mejor la persona que contesta el test) con ligeras variantes respecto a la traducción anteriormente citada. Nosotros usamos una fusión de ambos cuestionarios (Noblejas, 1994) en un sólo formulario sin distinción de sexos.

TRIADA TRÁGICA DE LA VIDA: SUFRIMIENTO, CULPA Y MUERTE

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (1998). Triada trágica de la vida: sufrimiento, culpa y muerte. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (2), 17-38.

TRIADA TRÁGICA DE LA VIDA:
SUFRIMIENTO, CULPA Y MUERTE

Mª Ángeles NOBLEJAS DE LA FLOR

La existencia de todo hombre se encuentra en un momento u otro de su curso con acontecimientos aparentemente negativos que lo enfrentan con sus interrogantes más profundos. Tales acontecimientos se engloban en la terminología logoterapéutica como la “triada trágica de la vida”: el sufrimiento inevitable, la culpa inexcusable y la muerte inevadible.

La pregunta a la que nos enfrenta esta triada es: ¿cómo podemos decir sí a la vida a pesar de todo este su aspecto trágico?. Cuando nos enfrentamos personalmente ante una situación de dolor, culpa o muerte, la sentimos cercana o, incluso, simplemente al reflexionar sobre la presencia en el mundo de estos aspectos negativos, nos preguntamos de una forma o de otra: ¿puede la vida tener un sentido, mantener el sentido en todas sus condiciones y circunstancias? (cfr. Frankl, 1987).

Desde la Logoterapia, centrada en la pregunta sobre el sentido de la vida, postulamos que la vida siempre encierra un sentido, en cualquier circunstancia, por extrema que sea. Y nuestro trabajo consiste en ayudar al descubrimiento de ese sentido.

También de los aspectos negativos, y quizás especialmente de ellos, se puede percibir y vivir un sentido, transformando así tales aspectos en algo positivo: el sufrimiento en una realización y logro humanos, la culpa en oportunidad para aprender, para cambiar a mejor y la muerte en motivación para actuar y vivir de forma responsable.

EL SUFRIMIENTO

Frente a los aspectos trágicos existe siempre la posibilidad de sacar de ellos “el mejor partido posible”. Se trata de vivir un “optimismo trágico”.

Este optimismo trágico se puede aprender de otros que lo viven; es decir, lo aprendemos mediante modelos. No es posible un optimismo por decreto; a nadie podemos ordenar que sea optimista, o que espere contra toda esperanza. El sufrimiento de un homo patiens puede beneficiar a otro, poniendo en marcha su cambio existencial.

En esta línea Fizzotti (1977, 1990) expone cómo la concepción de la Logoterapia sobre el sufrimiento nos presenta los siguientes elementos positivos:

– Prestación: la postura que un enfermo puede adoptar ante su situación tomando posición contra ella al mismo tiempo que la asume con valor y sentido de humanidad. Ello puede constituir un verdadero ejemplo para otros enfermos permitiendo activar todas las posibilidades de significado.

– Crecimiento: asumiendo el propio dolor con dignidad el hombre consigue una fuerza que le permite afrontar las más duras situaciones. Transporta el dolor desde el plano de la facticidad al de la existencialidad.

– Madurez: la persona con el sufrimiento puede alcanzar mayor libertad interior a pesar de la dependencia exterior.

Sin embargo, el hombre no ha de buscar sufrir porque a través del sufrimiento pueda llegar a cotas de realización (mediante la transformación de sí mismo) que no alcanzaría con el trabajo o el amor. Al contrario, está llamado a evitar e impedir el sufrimiento (empeñando su acción en ello) y realizarse por los valores creadores y de vivencia; sólo cuando esto es imposible es invitado a la elevación personal mediante una actitud adecuada en la tribulación.

Así, en una de las ponencias del Primer Encuentro Latinoamericano de Logoterapia (Alfonsín, 1989) leemos:

“Frankl distingue dos clases de sufrimiento: los reparables y los irreparables. En los casos en que el dolor humano es reparable, se da la gran oportunidad de mover todo el potencial de los valores de creación asumidos como valor personal en el mundo; ello evitará que caigamos en una actitud de apatía o de autocompasión y se nos dará la posibilidad de humanizar nuestro entorno. Ante lo irreversible, es preciso darse cuenta de que es posible alcanzar una plenitud humana a pesar del fracaso social, de la enfermedad o de la muerte” (pp. 99).

Elisabeth Lukas (1986) plantea un esquema de la aproximación logoterapéutica al sufrimiento que adjuntamos como Figura 1.

Hoy en día, los mensajes sociales son de huída del sufrimiento y búsqueda de la felicidad. Eso lleva a sentirse el más desgraciado de los seres humanos si tienes algo que la sociedad conceptúa que te aleja de la felicidad.
Así, lo escrito por Frankl en los 80 es válido, e incluso más generalizado a nivel internacional, a finales de los 90:

“Cuando el europeo llega a América, constata con sorpresa cómo se le invita a ser ‘happy’, a ser feliz por decreto. Si tiene motivo para ello, no es necesario que se le ordene; pero si no lo tiene, no es posible forzarlo. Ocurre lo mismo que con la risa: si quiero hacer reír a alguien, debo proporcionarle algún motivo, contándole un chiste, por ejemplo” (Frankl, 1987, pp. 64).

Otra ilusión que se generaliza, basada en la búsqueda de la felicidad, es la vaga idea de que todo puede comprarse. Peor que la sobrevaloración de las cosas materiales es la devaluación de lo inmaterial. Lo expresa con un ejemplo Elisabeth Lukas (1986):

“Una madre que recibe de su hijo mayor un costoso ramo de flores, puede comprárselo ella misma; pero no la visita de su hijo. La percepción de esta fina distinción se ha perdido en gran medida” (pp. 62).

Este contexto de búsqueda de la felicidad potencia la rebelión del hombre ante un destino adverso. Quienes no han aprendido a aceptar lo que les depara la vida (los sucesos inevitables) y creen que pueden tener todo pagando un precio, es muy probable que caigan en la desesperación cuando se enfrentan a un sufrimiento inevitable. Necesitan cambiar la

Figura 1

autocompasión por unas nuevas actitudes hacia su dolor. En una crisis así, el descubrimiento personal de un sentido se convierte en el criterio decisivo en la superación de tal crisis interna.

La Logoterapia nos habla de que la felicidad ha de tener un fundamento del que nazca espontáneamente. La felicidad no ha de perseguirse, no se puede fabricar y cuanto más se persigue, cuanto más se busca por sí misma, menos se alcanza. La base para esa razón para ser feliz está en la voluntad de sentido, como vemos en el clásico esquema logoterapéutico de la Figura 2.

Con un sentido, el hombre está capacitado hasta para el sufrimiento. El encontrar un sentido nos aleja de preguntarle a la vida por qué (por qué me pasa a mí esto, por qué tengo que tener yo este sufrimiento) y nos sitúa en la línea de responder a las preguntas que la vida nos plantea (qué demanda de mí esta situación, qué responsabilidad descubro, ¿hay alguien que pueda estar necesitando algo de mí?, etc.). Así, podemos descubrir que la vida no nos adeuda placer, sino que nos ofrece un sentido. Cuando no descubrimos qué sentido tiene, el sufrimiento conduce a la desesperación, la cual podría definirse como el sufrimiento desprovisto de sentido para la persona que lo padece.

Obviamente, el sufrimiento en sí mismo no tiene sentido, pero el hombre puede adoptar actitudes significativas respecto a él. En este caso, la persona humana se eleva, a través de los llamados valores de actitud.

La vida del hombre no se colma sólo creando o gozando, sino también adoptando una actitud adecuada ante un destino irremisible y fatal. Es decir, el sufrimiento también es un camino de realización humana. Es más, la capacidad de sufrimiento o capacidad para realizar valores de actitud es la que puede llevar al hombre hasta los más altos logros humanos. Así nos dice Frankl (1987b):

“En efecto no es sólo la creación (correspondiente a la capacidad de trabajo) la que puede dar sentido a la existencia (caso en el que hablo de realización de valores creadores), ni es sólo la vivencia, el encuentro y el amor (correspondientes a la capacidad de placer o bienestar) lo que puede hacer que la vida tenga sentido, sino también el sufrimiento. Más aún, en este último caso no se trata sólo de una posibilidad cualquiera, sino de la posibilidad de realizar el valor supremo, de la ocasión de cumplir el más profundo de los sentidos” (pp. 93-94).

Figura 2

Son innumerables los ejemplos que descubrimos en la obra de Frankl y de la logoterapia en general, de personas que encuentran sentido en el sufrimiento. Algunos de los que más solía referir Frankl eran:

– Una mujer judía que llevaba una pulsera que contenía un diente de cada uno de sus hijos muertos en los campos de concentración y ante la pregunta de cómo podía llevarla respondía: ahora soy responsable de un centro para niños huérfanos de la II Guerra Mundial.
– Un médico que había caído en una depresión tras la muerte de su esposa y puede salir de tal depresión cuando asume que con su sufrimiento ha librado a su mujer de sufrir si hubiera sido él quien hubiera muerto antes.

Todos los ejemplos nos ponen de manifiesto que cuando no existe ninguna posibilidad de cambiar el “destino”, lo importante es la actitud con la que se afronta.

La Logoterapia considera que los valores de actitud son más excelentes (superiores en rango ético) que los creadores y los experienciales ya que las posibilidades axiológicas del hacer creativo y de las vivencias pueden ser limitadas y pueden agotarse; sin embargo, las del sufrimiento son ilimitadas.

Aún más, la realización de obras creativas necesita algún tipo de talento o capacidad en el hombre y su utilización, y para la realización de valores vivenciales basta con algo que se posee (los órganos correspondientes: los oídos para oír una sinfonía, los ojos para contemplar un paisaje…). En cambio, para realizar los valores actitudinales no basta con la capacidad creadora y vivencial; es necesaria la capacidad de sufrimiento. Pero el ser humano no nace con esta capacidad (no es innata), sino que debe adquirirla por sí mismo. Esta capacidad consiste en un dominio interno -con renuncia a la configuración externa- con que el hombre va “autoconfigurándose”. Así, el sufrimiento se convierte en un acto valioso.

Por otra parte, Frankl (1986a, 1987a, 1987b) también explica que los valores de actitud constituyen la ruta más importante hacia el sentido (la oportunidad de realizar el sentido en su dimensión más honda) sirviéndose de la diferencia entre “homo faber” y “homo patiens”.

Afirma que el “homo sapiens” puede articularse en el “homo faber”, el “homo amans” y el “homo patiens”. El primero llena su sentido existencial mediante sus creaciones, el segundo enriquece el sentido de su vida a través de la experiencia, el encuentro y el amor, mientras que el último presta “el servicio”, “el rendimiento de sus padecimientos”.

El homo faber estaría representado por una persona que vive el mundo en categorías de éxito-fracaso, se situaría en una ética del éxito.

El éxito incluye golpes de suerte, salud, riqueza, buena educación y condiciones favorables de vida, mientras que el fracaso incluye rachas malas, pobreza, mala salud, condiciones de vida desfavorables…

Sin embargo, para el “homo patiens” las categorías son distintas. Se mueve entre la plenitud o la desesperación, categorías que se encuentran en otra dimensión. Su representación gráfica la recogemos en la Figura 3.

El homo patiens adopta una posición vertical respecto de la línea ética del éxito, pudiendo llegar a su más alta realización dentro de su mayor fracaso. La experiencia demuestra que son compatibles tanto la plenitud y el fracaso, como en su polo opuesto el éxito y la desesperación.

Figura 3

Ahora bien, la línea plenitud-desesperación se encuentra en una dimensión superior, no comprensible desde el eje éxito-fracaso. El “triunfo” del “homo patiens” es un fracaso (“necedad, locura y escándalo”) a los ojos del “homo faber”.

Es, por tanto, en la vivencia del sufrimiento donde principalmente se realizan los valores de actitud, el hombre puede también realizarlos dirigiéndose al comportamiento general que adopta frente a las fuerzas adversas.

Lo explicamos un poco más siguiendo a Elisabeth Lukas (1986) e ilustrándolo con la Figura 4.

La frustración existencial de nuestros días y las crisis de sentido se sitúan el cuadrante entre éxito y desesperación (el de la derecha-abajo). Son personas que están o podrían estar bien pero no disfrutan de la vida; están aburridos, irritables y saciados, pero no ven sentido en sus vidas. Algunos estudio estadísticos que realizó Elisabeth Lukas muestran que en las sociedades de la abundancia el 20% de la población está en este grupo.

Figura 4

La desesperación causada por un sufrimiento auténtico y una situación de miseria se sitúa entre la desesperación y el fracaso (abajo a la izquierda).

Cualquier movimiento hacia la parte superior de los ejes contribuirá a la estabilidad personal, independientemente del lugar en que la persona se sitúe respecto al continuo éxito-fracaso.

Para explorar la conexión entre sentido y sufrimiento hemos de mirar a los dos cuadrantes superiores: descubrir un sentido ya sea en una situación de éxito o de fracaso.

Si consideramos el cuadrante que combina el fracaso y el sentido (superior izquierda), aquí se sitúan aquellas personas que van modulando sus actitudes con un poco de humor, una sonrisa, una forma más amplia de ver las cosas, etc. Se reconcilian a sí mismos con sus debilidades o situaciones irresolubles de una manera positiva e incluso con sentido del humor y muestran lo que es capaz de hacer el ser humano.

La Logoterapia considera tan importantes las actitudes positivas hacia un destino inevitable, que les reserva, como ya hemos dicho, un lugar especial entre los valores humanos (los valores de actitud).

En los casos que se sitúan en el cuadrante superior izquierdo, las personas se ven forzadas a estar en una situación de fracaso aparente pero los valores de actitud transforman su sufrimiento en logro.

Los valores de actitud también pueden alcanzarse en el cuadrante superior derecho. Las actitudes positivas pueden ser importantes en las situaciones de buena fortuna y éxito. El éxito necesita del ejercicio de la autotrascendencia, mirando las situaciones de otras personas en situaciones menos afortunadas, para que la persona no se aleje del sentido.

Por supuesto que el propio sufrimiento nos afecta mucho más que el de los otros. Sin embargo, también es una realidad que el ayudar a personas que están en peor situación, la dedicación a una causa de humanización de la sociedad, etc. es una fuente de sentido que ayuda a las personas que viven en una situación de éxito a encontrar su sentido personal, a través de cambios de actitudes. Siempre que sea verdaderamente salir de uno mismo y no una búsqueda egoísta de mi propio ego (“que bueno soy”).

Figura 5

El éxito y la felicidad han de ser compartidos con otros para tener un papel satisfactorio en la salud psíquica de una persona. La Figura 5 indica que las crisis de sentido de nuestros días (abajo a la derecha) están directamente relacionadas con la actitud general de nuestra sociedad de la abundancia de no ayudar a los otros (arriba a la derecha -pensamiento egocéntrico-).

La frustración existencial y las dudas sobre el sentido de la vida pueden disiparse abriéndonos a los demás. El coraje, el valor, la actitud digna del ser humano ante el sufrimiento actúan contra la desesperación, y la preocupación por los otros lo hace contra el sin-sentido. Estas relaciones han de estar presentes en nuestra concepción como logoterapeutas si no queremos quedarnos en relaciones de ayuda superficiales.

La concepción logoterapéutica que analiza la relación éxito-fracaso, sentido-desesperación, la aplica Elisabeth Lukas en su Logotest, en la parte de descripción libre de la propia situación personal. Para la corrección de esta parte se distingue entre éxito y sentido y se puntúa este último (no el primero) en una escala de sentido. También se valora esta descripción libre en función de una escala de actitud donde se analiza si aparece o no una actitud positiva ante el éxito y ante el fracaso.

Posteriormente, el trabajo de Paulo Kroeff, nos mostrará la vivencia existencial en relación al sentido de personas en situación de enfermedad grave y podremos apreciar las concreciones de esta logoteoría.

LA CULPA

En el trabajo terapéutico y de orientación es preciso reconocer la culpa como una parte de la vida humana que, como cualquier otra, tiene un sentido.

Lo obvio ante una culpa es corregir lo mal hecho, pero si no es posible, lo mejor es aprender de la propia culpa para no repetir el error.

Por tanto, desde el punto de vista de la Logoterapia, la culpa puede convertirse en una oportunidad para aprender y cambiar a mejor. Así, por ejemplo, Elisabeth Lukas (1986), en la exposición de un caso en que una madre había maltratado a su hijo y, por ello, la habían condenado y le habían quitado su custodia, dice:

“Si yo puedo ayudar a Ana [la madre] a madurar, entonces el episodio del maltrato no es un suceso enteramente sin sentido. (…) la experiencia de una gran culpa, a menudo es el punto de partida de una maduración que de otra forma no se hubiera producido” (pp. 85).

También nos transcribe las palabras de otra paciente que había vivido una situación de culpa:

“Todo lo que he llegado a ser ha sido posible porque en mi juventud fui culpable de una terrible acción. La conciencia de esta culpa me cambió a mejor. Nunca podré reparar mi culpa pero todo lo bueno que he hecho después, proviene de esta conciencia” (pp. 94).

El hombre está llamado a la realización de valores. La vida nos ofrece en cada situación una posibilidad de realizar valores y cada uno es libre de decir sí o no y ha de asumir la responsabilidad de tal decisión. Podemos definir la culpa existencial como las cosas no realizadas cuando el hombre es libre y responsable. La culpa es siempre un trocito de vida no vivida, de valores no vividos.

A nivel de psicoterapia y orientación, en el tema de la culpa hay que tener siempre presente la distinción entre sentimiento de culpa injustificado (o culpa psicológica) y culpa real. El terapeuta ha de descubrir si se trata de una culpa existencial justificada o si es un síntoma de un cuadro neurótico o depresivo. La intervención terapéutica es distinta.

Ante los sentimientos de culpa injustificados hay que analizar si provienen de un acontecimiento producido por un error, en cuyo caso hay que explicar el error indicando la falta de libertad o la falta de comprensión de las consecuencias de la acción (puede haber responsabilidad pero no culpa). También pueden derivar los sentimientos de culpa de una patología, teniéndose, en este caso que potenciar el autodistanciamiento de tales sentimientos reconociéndolos como irracionales, utilizando por ejemplo, en los casos adecuados, la intención paradójica. En otros casos, como en las depresiones, hay que tener presente que los sentimientos de culpa son característicos del cuadro y saber que llegará una mejoría.

Por otra parte, ante una culpa existencial real se ha de llegar a la reparación a través del arrepentimiento.

Toda la problemática de la culpa está basada en la libre decisión humana. Antes de la decisión se produce la orientación hacia o contra el significado. El sentido orienta la decisión. Lo positivo o lo negativo para el hombre, lo bueno o lo malo está en relación con el sentido objetivo (la propia conciencia es el órgano que lo descubre relacionándolo también con las características personales y de la situación): lo bueno es el sentido y lo malo es el sinsentido.

El hombre es responsable de la decisión tomada, en primer lugar, ante su propia conciencia. Cuando se realiza lo significativo, la persona tiene su mérito, cuando se realiza lo no-significativo, tiene culpa.

En cada situación la persona ha de elegir entre diferentes posibilidades (Figura 6); unas serán significativas y otras no. Es la propia conciencia la que ha descubrir cuál es la que tiene sentido, dadas las características concretas únicas e irrepetibles tanto de la situación como de la propia persona.

Es decir, ante una decisión mi conciencia ha de descubrir qué valor está esperando ser realizado por mí en esta situación determinada. El sentido está siempre en relación con un valor objetivo. Algo es significativo para mí porque un valor objetivo me está atrayendo hacia ello. Lo significativo está siempre en relación con el “deber ser”.

Por el contrario, lo no significativo nos aleja del sentido y los valores objetivos; nos sitúa en lo que no tiene que ser.

Antes de la decisión, todas las posibilidades pueden llegar a existir, se encuentran en el reino de lo posible (de lo que puede ser). Tras la decisión solo una de ellas pasa a lo real, pasa a ser. El hombre es responsable de la decisión que toma, de esa entrada en lo real de una sola posibilidad, habiendo condenado a las demás a no existir. Si lo realizado es algo significativo, la persona tiene el mérito de esa realización pero si lo realizado no es significativo tiene culpa, ha condenado a no existir algo significativo.

Figura 6

Culpa y mérito permanecen en el tiempo, pues lo realizado permanece en la historia (como veremos después en el tema de la muerte). Aunque la culpa permanece, podemos al mismo tiempo eliminarla con el arrepentimiento, que también permanece.

La reparación de la culpa puede realizarse a través de diferentes caminos, según la situación:

1.- Una acción positiva (hacer un bien) sobre el objeto por el que nos hemos convertido en culpables. Por ejemplo, si hemos robado algo, lo devolvemos; si hemos ofendido a alguien le pedimos disculpas. Para pedir perdón, es necesario tener una humildad interior. Si un niño devuelve una pelota, diciendo: “si la he robado, lo siento, la devuelvo”, obtendrá un crecimiento porque este acto requiere fuerza interior.

2.- Una acción positiva sobre otro objeto si ya no es posible actuar sobre el primero. Es una solución más dolorosa que la anterior pues no es tan directa la reparación. Se hace sobre terceros. Implica hacer en el mundo algo positivo que tenga relación con la culpa y que quizás no se hubiera realizado de no haber cometido anteriormente una culpa. Por ejemplo, la persona a la que hemos ofendido, o robado, etc. se ha muerto, podemos desagraviar o devolver lo robado a la familia. Otro ejemplo muy representativo es que el aparece recogido en la película de Gandhi. Un hindú, por venganza, mata a un niño musulmán; Gandhi le aconseja que adopte a otro niño musulmán que haya perdido a sus padres y que lo eduque como tal.

3.- Actuar sobre nosotros mismos, cambiando, mejorando, cuando no es posible ninguno de los dos caminos anteriores. Se trata de volver a revisar nuestro comportamiento y nuestra forma de vivir; tomar una actitud interior respecto a aquello que ha sucedido. Por ejemplo, alguien moribundo en una prisión que se arrepiente realmente y cambia su actitud interior. Cada proceso de reconocimiento del error es un proceso de crecimiento. Si logra el arrepentimiento real, con el consecuente cambio, la culpa no ha sido inútil.

También hemos de destacar, aunque sea brevemente, el planteamiento de Frankl ante la “culpa colectiva”.

Viktor Frankl niega la existencia de una culpa colectiva. La culpa es sólo personal (siempre necesita una responsabilidad y elección personal). Defendió esta idea de una forma muy comprometida personalmente. En sus memorias podemos leer (Frankl, 1994, pp. 91-93):

“El que habla de culpa colectiva se ubica a sí mismo del lado de la injusticia. En donde pude, constantemente, me pronuncié en contra de la culpa colectiva. En mi libro sobre el campo de concentración (…) relato el siguiente episodio: ‘El comandante del último campo en donde estuve y del cual fui liberado, era un hombre de la SS. Después de la liberación, nos enteramos de algo que hasta ese momento sólo lo sabía el médico del campo (también prisionero): ¡el comandante había gastado en forma secreta, de su propio bolsillo, importantes sumas de dinero para comprar en la farmacia del poblado cercano medicamentos para sus prisioneros!.
Esta historia tuvo una continuación: después de la liberación, prisioneros judíos escondieron al hombre de la SS de las tropas norteamericanas, y le informaron al comandante de éstas que sólo lo entregarían bajo la condición de que no le sería hecho daño alguno. El comandante de las tropas norteamericanas, entonces, les dio su palabra de honor de oficial, y los prisioneros judíos le presentaron al anteriormente comandante del campo. El comandante norteamericano nombró al hombre de la SS nuevamente como comandante del campo, y éste organizó para nosotros campañas para juntar alimentos y ropa entre los habitantes de los pueblos aledaños’.
En el año 1946 no gozaba de popularidad oponerse a la culpa colectiva o poner la cara por un nacionalsocialista, tal como lo hice. Frecuentemente, esto me trajo reprimendas de parte de diferentes organizaciones. En esa época escondí en mi casa a un colega que poseía algún distintivo de honor de la Juventud de Hitler, del que me había enterado que la Policía del Estado lo estaba buscando para presentarlo a un proceso judicial popular (allí sólo se declaraba absolución o pena de muerte). De esta manera lo protegí de la mano de las autoridades.
Me pronuncié en contra de la culpa colectiva -era el año 1946- cuando en presencia del comandante de las tropas de ocupación francesas, un general, di una conferencia en la zona ocupada por los franceses. Al día siguiente, me vino a ver un profesor de la universidad, un ex oficial de la SS, y me preguntó -con lágrimas en los ojos- cómo justo yo tenía el coraje para oponerme públicamente al enjuiciamiento global. ‘Usted no lo puede hacer’, le respondí, ‘usted haría pro domo’. Mas yo soy el ex prisionero Nº 119.104, y como tal sí lo puedo hacer, y por eso también lo debo hacer. A mí me lo aceptan, y esto por lo tanto significa un compromiso’.”

Frankl diferencia entre culpa colectiva, responsabilidad colectiva, culpa dentro de la participación colectiva y responsabilidad planetaria:

. Imputabilidad colectiva.- Los miembros de la colectividad son corresponsables de (han de responder ante) las consecuencias de un acto cometido por un colectivo en cuanto tal. No tienen culpa pues no han participado personalmente en la realización del acto culpable.

. Culpa dentro de la participación en un colectivo.- Sólo si ha habido una verdadera elección, libre y responsable, por parte del individuo, respecto a su pertenencia a ese colectivo. Por tanto, no es culpa colectiva, no se puede atribuir la culpa a cada uno de los individuos por el hecho de pertenecer, hay que discernir en cada uno si se dan esas condiciones de libertad y responsabilidad.

. Responsabilidad colectiva-planetaria.- Reivindica la absoluta reciprocidad y correlación entre los hombres: el individuo es responsable de todos los demás y viceversa.

LA MUERTE

El hombre pierde el cuerpo, el tiempo y el espacio en el momento de la muerte (igual que los recibe en el nacimiento). Sólo la existencia en el tiempo y en el espacio y, a la vez, en el cuerpo tiene un pasado y un futuro, así como un lugar. El ser espiritual como tal es -contrariamente al “estar ahí” del organismo psicofísico- un ser más allá del espacio y del tiempo.

Pero donde no hay tiempo, no tiene sentido hablar de un “antes” o un “después”. La existencia espiritual sólo nos es conocida en co-existencia con lo psicofísico. Toda afirmación sobre la existencia espiritual más allá del cuerpo, del espacio y el tiempo, carece de sentido. Lo que es pre-existencia o post-existencia no es ya existencia.

Sólo conocemos la existencia espiritual formando la unidad y totalidad del ser “hombre”.

Frankl habla de “el continuar viviendo” de lo espiritual como algo posible, si bien no puede ser pensado, ni representado o imaginado. Sin embargo, no sólo es posible, sino que es necesario, ya que lo que no es posible es que pueda morir aquello que está más allá del tiempo y el espacio. Desde esta perspectiva, Frankl (1987a) propone que, en lugar de hablar de “continuación de la vida” de la persona, se diga “supervivir”; en el sentido, no de que la persona espiritual sobreviva a su muerte corporal anímica, sino de un modo de vida del que no podemos hacernos una idea, que no somos capaces de concebir (Chiquirrín, 1987). Relaciona esta “super-vivencia” con un “super-sentido” (sentido que transciende la capacidad comprensiva humana).

Como vemos, el reflexionar sobre el problema de la mortalidad nos sitúa en el plano metafísico, pero aquí solo vamos a recordar algunas pinceladas de sus implicaciones antropológicas.

La limitación temporal de la muerte, es el motivo de la responsabilidad del hombre, pues comprende la importancia de realizar en cada ocasión el valor adecuado (el sentido de esa situación), ya que no puede postponerla. La mortalidad recuerda la fugacidad del tiempo, del momento que pasa y no se puede recuperar por lo que cada uno ha de responder personalmente a ese momento y situación concretos. En este sentido, Fizzotti (1977) dice:

“El marco puramente humano consiste, entonces, en el hecho de morir y de que no se posea una vida terrena perenne, continua, infinita. Pero mientras esto entristece, porque impide poder realizar todo lo que se quisiera, sin embargo, constituye el motivo eficaz de la responsabilidad del hombre. Efectivamente, si esta vida fuese infinita, si el hombre viviese siempre, si como los héroes mitológicos pudiese ser inmortal, no sentiría dentro de sí la urgencia de disfrutar al máximo las ocasiones que se le presenten, porque podría dejar para el día siguiente esas realizaciones (…) la vida del hombre se caracteriza también por la transitoriedad, porque las posibilidades que se le presentan son sólo fugaces, no permanecen para siempre sino sólo unos instantes y después desaparecen. Y como ocasiones [que son], no se repiten, porque cada momento de la vida es distinto y completamente nuevo, con tareas y preguntas diversas que implican distintas respuestas” (pp. 102-103).

Cada posibilidad que se presenta al hombre es irrepetible, al ir ligada a una determinada situación, tiempo y lugar. Es pasajera, ocasional. Pero, como hemos visto, cuando el hombre decide realizar una posibilidad, ésta es inmortalizada, mientras que las demás son eliminadas. La posibilidad elegida deja de ser posibilidad y pasa a existir realmente en el momento de la realización. Deja de ser pasajera y se convierte en pasada. Entonces, se conserva para siempre. Por ello, Frankl dirá que “haber sido es forma más segura de ser” (cfr. Frankl, 1988a). En esta línea, en elogio de alguno amigos muertos en los campos de concentración dice (Frankl, 1987a):

“Ellos no necesitan ninguna crónica y ningún monumento, porque cada acción humana es su propio monumento, más perenne que la obra de nuestras manos. Las acciones de un ser humano, en efecto no pueden desaparecer; lo hecho no puede erradicarse del mundo. Y no es verdad que lo hecho se pierde en el pasado, sino que se conserva en él irrevocablemente” (pp. 268).

Podríamos decir con Fizzotti (1977) que la tarea del hombre es “hacer eterno” lo que es “pasajero” mediante una elección y actuación responsables. La existencia, así, se desarrolla en la tensión entre ser y deber ser.

Desde esta perspectiva la logoterapia nos hace cambiar de óptica. La cuestión real no es, por tanto, ¿por qué he de morir? o ¿tiene la vida sentido si al final hemos de morir?. En vez de preocuparse por la muerte, el hombre ha de ocuparse de vivir, incluso ante la muerte (por ejemplo en una situación de terminal). El hombre ha de buscar los valores actitudinales, que van siempre dirigidos hacia otras personas y no hacia uno mismo.

Elisabeth Lukas (1986) comunica cómo llegó a reconocer vitalmente esta filosofía de los valores actitudinales en la muerte:

“Aprendí esto cuando terminaba mis estudios al lado de mi madre que yacía con cáncer.

Desesperadamente intentábamos encontrar palabras de paz interior en sus últimos días. Sin embargo fue ella quien comenzó a transmitirnos paz y desarrolló una fortaleza incomprensible a pesar de que su cuerpo se debilitaba cada vez más. Vivía los valores de actitud no para encontrar sentido, y también es seguro que no lo hacía para sacar lo mejor posible de su situación desesperada, sino que lo hacía por nosotros. Actuaba con valor, no para sobreponerse a su sufrimiento sino para aliviar el nuestro. Parecía imposible pero sucedió.

Su ejemplo nos dio fortaleza de la que yo todavía tomo nota en la horas de desesperación. (…) recuerdo su serena actitud, me avergüenzo de rendirme y soy capaz de continuar.” (pp. 137-138)

También presenta una experiencia límite de Viktor Frankl:

“En el transcurso de una visita a Munich, Frankl sufrió un ataque al corazón y fue ingresado en una unidad de cuidados intensivos. Al día siguiente logré contactar telefónicamente con su esposa y ella pasó el auricular a su marido. Frankl me dijo que su condición era grave y que su corazón podía dejar de latir en cualquier momento.
Quería decirle tantas cosas para consolarlo, para ayudarlo, para mostrarle mi agradecimiento, pero no podía encontrar las palabras. Aquí, como una madre ante el lecho de su hijo enfermo, había una persona que tenía más fuerza que todos los que le rodeaban, y servía de ejemplo. Habló tranquilo, casi con alegría. Morir no le aterra, dijo, porque acaba de concluir una tarea (entregar el manuscrito a la editorial). La responsabilidad ya había sido transferida a otros, él no necesitaba hacer nada para cambiar la situación, decidirían por él. Aceptaba cualquier decisión del destino porque se hallaba más allá de su responsabilidad y por lo tanto no podía ser incorrecto. (…). Había dedicado su vida a la rehumanización de la psicoterapia y no dejaba este mundo sin recibir el agradecimiento humano.
Así trató de consolarme, a mí que no podía encontrar palabras. Quería decirme: ‘Mantén la calma, porque tu también tendrás que afrontar el destino alguna vez. Mira, es fácil, no necesitas tener miedo’. Este era su legado, una lección desde la cama del hospital. El no pensaba en el paro cardíaco, pensaba en mí” (pp.139).

Mª Ángeles NOBLEJAS es doctora en CC. Educación y logoterapeuta

REFERENCIAS

– Alfonsín de Fasan, A. M. (1989). Los valores en logoterapia. En Primer congreso latinoamericano de logoterapia (pp. 92-99). Caracas: Cato Educadores.
– Chiquirrín Aguilar, R. (1987). La antropología de Viktor E. Frankl. Studium Ovetense, 15, 91-117.
– Fizzotti, E. (1977). De Freud a Frankl. Interrogantes sobre el vacio existencial. Pamplona: EUNSA. (original de 1974).
– Fizzotti, E. (1990). Annotazioni sul significato della sofferenza in Viktor E. Frankl. En E. Fizzotti y R. Carelli, Logoterapia applicata. Da una vita senza senso a un senso nella vita (pp. 43-57). Brezzo di bedero (Varese): Edizioni Salcom.
– Frankl, V. E. (1986a). La idea psicológica del hombre. Madrid: Rialp. (original de 1959).
– Frankl, V. E. (1986b). La psicoterapia al alcance de todos. Barcelona: Herder.
– Frankl, V. E. (1987a). El hombre doliente. Fundamentos antropológicos de la psicoterapia. Barcelona: Herder. (original de 1984).
– Frankl, V. E. (1987b). Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia (5ª ed.). Barcelona: Herder. (original de 1977).
– Frankl, V. E. (1988a). La voluntad de sentido. Barcelona: Herder. (original de 1982).
– Frankl, V. E. (1988b). La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión (7ª ed.). Barcelona: Herder. (original de 1974)
– Frankl, V. E. (1997). Lo que no está escrito en mis libros. Memorias. Buenos Aires: San Pablo. (original de 1995).
– Lukas, E. (1986). Meaning in suffering. Berkeley: Institute of Logotherapy Press.

LOGOTERAPIA : ?UN MODO HUMANO DE HACER TERAPIA?

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Acevedo, G. (2000). Logoterapia: ?Un modo humano de hacer terapia?. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (4), 15-23.

LOGOTERAPIA :
?UN MODO HUMANO DE HACER TERAPIA?
Gerónimo ACEVEDO

La psicoterapia es un método, un instrumento, un camino para alcanzar un fin, ?el desarrollo del ser en su esencia y sentido? y la reincorporación del ?Hombre doliente? (que es un Ser en el mundo) a los grupos existenciales de los que forma parte: la comunidad, la familia, el trabajo, la ciencia, el arte.

Pero toda psicoterapia supone una doctrina que debe tener a la vez un fundamento científico y una raíz filosófica. La reflexión científica es necesaria tanto desde el punto de vista semántico cuanto crítico; la fundamentación filosófica es la clave de la concepción del hombre y de su existencia, sin la cual no hay psicoterapia.

La responsabilidad de la misión exige una constante vigilia crítica que dé cuenta y razón de la legitimidad de los instrumentos puestos en juego en el quehacer psicoterápico, de ahí la importancia que cobran hoy los estudios semánticos y la epistemología. Pero, por otra parte,  los modernos desarrollos de la antropología cultural han extendido y profundizado nuestro conocimiento del hombre de modo tal que, cada vez más, se tiende a enmarcar la concepción terapéutica dentro de una antropofilosofía.

El propósito de esta comunicación es poner de relieve la importancia de los principios expuestos a través del sutil y complejo arte de la psicoterapia.

Comenzamos por señalar la experiencia realizada por el psiquiatra francés Laborit y presentada en la película ?Mi tío de América?.

Laborit encerró un casal de ratas en una celda y conectó a ella electricidad con una intensidad tal que éstas se sintieran molestas sin poner por ello en peligro su vida.

Las ratitas intentaban buscar la puerta de salida que estaba bloqueada, se movían constantemente buscando infructuosamente la salida, los movimientos se tornaban torpes e involuntariamente se chocaban entre ellas.

Ante los primeros roces seguían moviéndose buscando una salida pero al no encontrarla y volver a producirse esos choques comenzaron a agredirse entre ellas para terminar matándose mutuamente.

En el film se muestra que algo similar sucede en los seres humanos y muestra escenas de la vida cotidiana en las que recurren a la violencia entre sí, igual que los animalitos de la jaula por no percibir una esperanza.

El psiquiatra francés repite la experiencia con otro casal de ratas a las que somete a idéntica situación pero deja una puerta que puede abrirse y los animales llegan a otra jaula en la que no sufren la molestia de la electricidad de la anterior. En ella los animalitos se relajan, comen y copulan.

Reconociendo los inconvenientes que tienen extrapolar dogmáticamente experiencias realizadas en animales, para sacar conclusiones en los seres humanos, es interesante señalar algunas coincidencias y señalar importantes diferencias que lamentablemente Laborit no destacó.

Es indudable la importancia de lo fáctico (lo recibido) en el enfermar humano.

La participación de lo somático, lo familiar, lo educacional y lo social  está presente en el enfermar humano como factor condicionante de la estructura de la personalidad. El acontecimiento existencial se vincula  con esa estructura como factor desencadenante y se expresa a través del síntoma.

Pero es substancial reconocer la presencia de lo humano en el enfermar, la singularidad de la persona, y de su respuesta, sus valores, su cosmovisión, su motivación, su proyecto de vida y su búsqueda de sentido.

La presencia de lo fáctico es lo que tienen en común  las ratitas con el hombre, la presencia de lo humano es lo que los diferencia. Mientras que las ratas se agreden por los condicionamientos externos y no pueden dejar de hacerlo si éstos no desaparecen, es decir, su conducta es acción-reacción, los seres humanos padecen la influencia de lo fáctico y sus conductas se asemejan a las de los animales cuando la desesperanza les invade; pero cuando a partir de su ?ser persona? reconoce su espacio de libertad en los condicionamientos, es cuando la existencia se convierte en respuesta y la respuesta se convierte en sentido; es en ese momento en que la crisis se convierte en oportunidad y la oportunidad en crecimiento;  y el ser humano actualiza sus potencialidades convirtiendo su ser en un siendo para llegar a ser lo que puede ser.

El animal vive en su habitat el hombre vive en el mundo.

El animal se mimetiza con su habitat, lo que le permite sobrevivir; el hombre, en cambio, vive en el mundo al que  transforma, convirtiéndose en ?co-creador?y su vivir se convierte en existir.

El hombre, por naturaleza, tiene necesidad de una experiencia verdadera, profunda y abarcadora de la realidad que le permita descubrir su propio yo multidimensionalmente trascendente con respecto a la naturaleza, a sus semejantes, al mundo de los valores, y también con respecto a sí mismo aunque, paradójicamente, sea este ?mundo propio? el  más difícil de descifrar.

Esta es una problemática específicamente humana, plantea dificultades y satisfacciones que tenemos que enfrentar relacionando el desarrollo individual, familiar y social, para crecer hacia una realidad más auténtica, justa y solidaria, sabiendo que ésto es posible pero que depende también de nosotros.

Esta experiencia,  produce  encuentros personales con el sentido, que ocupan un lugar importante en la vida. Se gestan en el interjuego de lo propio y de lo ajeno. Esto es algo que se descubre en una vivencia y es el punto de partida para reconocer la vida recibida y la presencia del ?sentido?como generador de ?esperanza?. Aquí se reconoce el efecto terapéutico del sentido.

A partir de la concepción antropológica de la logoterapia, que comprende el ?presente existencial? del ser humano como el presente de las vivencias pasadas, el presente de las vivencias actuales y el presente de las vivencias futuras, no vive un ?presente existencial humano?quien niega o reprime el pasado (en este sentido el aporte de Freud en el psicoanálisis es valioso)  y de ningún modo vive un ?presente existencial humano? quien se aísla y niega la realidad  actual que le toca vivir y tampoco vive plenamente el presente existencial si se amputa el futuro, si se suprime la esperanza, si se ignora el sentido.

El presente es la integración de las preguntas ontológicas: ¿por qué? y existenciales: ¿para qué?

La logoterapia fue llamada con mucha precisión elpido terapia, terapia de la esperanza, que definiría al hombre como hijo de su pasado pero no esclavo de su pasado sino padre de su porvenir.

El hombre es algo uno pero  también es una diversidad .
Frankl concibe al hombre como ?unidad múltiple?.
Tripartita y Dual.
Tripartita: cuerpo-alma-espíritu forman la totalidad ?hombre?.
Dual: el hombre es facticidad y  existencialidad.

Todo objeto se encuentra en el plano de lo determinado, de lo fáctico, de lo temporespacial de lo cuantificable. El ser humano no es un objeto, la persona ?tiene? y ?es?, pero un tener entendido como no fundante, es decir como aquello segundo que exige algo más profundo que le de identidad y lo sustente. De esta manera, lo psicofísico, por pertenecer al campo del tener, puede ser objetivizado y clasificado, tratado como una cosa, no así la persona, que por pertenecer a la dimensión espiritual debe ser considerada como el ?ser?. De tal forma lo tenido ejerce un condicionamiento pero no determina al ser, la persona comunica su libertad al tener y de esta forma humaniza al tener.  El ?ser?se halla en el núcleo de actos espirituales, en cuanto ?es? intercambia con lo que tiene y con esta actitud lo transforma y se transforma (co-creador) llegando a ser una personalidad, ésta sólo emerge cuando la persona se ha hecho cargo de su facticidad, no sería solo algo dado sino algo por hacer, pero no un hacer desde la nada sino desde lo recibido (fáctico).

En mi práctica cotidiana con los pacientes suelo utilizar El símil del arquitecto. Les digo con humor que al salir de su casa piensen que van a entrevistarse con un arquitecto especialista en reciclaje. Éste, al igual que el terapeuta, no se encuentra con un terreno virgen, sin historia; ambos tienen que rescatar lo valioso y superar lo disvalioso, los dos tienen que trabajar desde lo que tienen para mejorar su calidad de vida en el futuro.

La zona de la espontaneidad, novedad y creatividad

Herrera Figueroa reseña el nivel espiritual valorativo y lo describe como  ?zona de la espontaneidad, novedad y creatividad?. A este nivel, la existencia  puede superar el peso de su inercia, el mismo ser del hombre es el que se supera y trasciende y se plenifica.

Por lo tanto, lo espiritual valorativo es esencial como posible manera de encarnar y temporalizar la existencia en sentido positivo, como camino y superación del ser, al mismo tiempo que constituye la fuente más evidente de la salud humana.

Si el terapeuta al tratar con el paciente lo objetiviza (lo trata como a una ?cosa? que no posee de suyo identidad), reduce su existir al tener, ignorando su ser, convirtiéndolo en un objeto meramente espacial y nunca ?humano?.

Transforma lo que debiera ser su actitud solidaria, en ?la actitud del espectador? que corresponde a una forma de negligencia; ella alude al acto por el que el sujeto lleva al mundo a sí mismo convirtiendo a lo otro en mero espectáculo, en puro suceso separado del sujeto. En este desapego se abren las puertas para la apatía y la irresponsabilidad (inconexión del sujeto). Esta  indiferencia del sujeto se pone de manifiesto en la desaparición del tú, quién  se convierte en un ?él?, del cual se pasa, a su vez, a un ?se?, se-dice, se-hace, se-usa.

La captación de lo esencial implica una cierta ?con-vivencia? con la persona, un ?estar ahí?, una simpatía que abre la puerta a la comprensión de lo fundamental.

¿Por qué se enferma el hombre?

La pregunta de ¿por qué se enferma? debe integrarse con la de ¿por qué no enferma? frente a iguales circunstancias externas. A partir de la misma, la enfermedad pierde su exclusivo rol protagónico y se convierte en acontecimiento vital  que propone una respuesta al ser humano. Se humaniza el concepto de ?sentido de la enfermedad ? con el de sentido del proceso y sentido en el proceso. El enfermar no se agota en su «ser proceso»; es además, y primordialmente, sufrimiento y  respuesta. El hombre lo recrea cada instante con el contenido de su respuesta.

En el ?modo humano de enfermar? intervienen tanto factores de afuera como la respuesta de adentro, lo que muestra su multidimensionalidad.

Se podría decir que los de afuera son los factores condicionantes y lo de adentro, la persona, la libertad del ser no sujeta totalmente a los condicionantes. La participación de lo somático, lo familiar, educacional y social está presente tanto como

Factor condicionante presente en la Estructura del proceso
Acontecimiento como  factor desencadenante
Síntoma como la expresión

Para entender el problema humano de la salud es necesario tener en cuenta qué sucede adentro y afuera  del hombre, cómo sucede, quién es el hombre y cuál es su proyecto de vida. Es útil encontrar factores predisponentes, pero además es necesario saber qué significa para él este episodio puntual que denominamos enfermar.

Necesitamos saber quién es ese hombre, cuál es su visión del mundo (cosmo visión), qué piensa del pasado, qué hace con su presente, qué proyecta para su futuro y cuál es su relación con los valores.

La cosmovisión tanto expresa la estructura de la relación del hombre con el mundo, como el modo de conocer ese aspecto. Si la estructura del Ser-en el mundo es dimensional, también lo ha de ser el enfoque con que se la mire. Esta relación del hombre con el mundo necesita de un  método, una herramienta para ser captada y la logoterapia es ese instrumento.

El sufrimiento y la pregunta por el sentido no pertenecen al género de ideas definidas, precisas y categóricas que tanto valora la cultura actual del pragmatismo, sino que constituyen, más bien, llamadas para continuar pensando, para rebelarse a definiciones prefabricadas, para observar personalmente la singularidad y, sobre todo, para avanzar en una actitud de apertura y de búsqueda (ser-siendo).

Cuando un ser humano acude a la consulta, tras la afección en sí, tras el padecimiento más o menos localizado en el orden de lo corpóreo, invariablemente, existe una preocupación concomitante.

Es el tema, es el miedo, es la duda, o es todo esto junto, que con un telón de fondo, con una trastienda, un trasfondo, es para nosotros muy importante.

Cuando Evelino Leonovdi dijo ?El dolor es un amigo del hombre, encargado de funciones tristes?, no sabemos si el gran psiquiatra romano pensó hasta donde era profundamente cierta la aseveración.

Trataremos de aclarar: que es lo que anuncia, que es lo que señala, a qué apunta el dolor, que última significación tiene.

Evidentemente el ser amigo de alguien presupone el avisarle, prevenirle del peligro.

?El dolor es amigo en tanto y cuanto anuncia la existencia de que un trastorno funcional es orgánico, incide sobre el total sentido de lo que se da en llamar la sinergia funcional orgánica?1.

Pues una cosa es pretender entender una enfermedad y otra cosa muy distinta es tratar a un paciente: para este último fin, el paciente debe poder despegarse dimensionalmente  de su enfermedad. ?El análisis existencial ha de poner de relieve la multiplicidad dentro de esta unidad, ha de desarticular dimensionalmente la unidad en la multiplicidad de existencia y facticidad, de persona y organismo, de espiritual y psicofísico?2.

En su aspiración a la verdad, el saber científico tiene que extenderse no sólo a la experimentación sino también a la experiencia humana, convirtiendo el conocimiento en un develamiento que halla puntos comunes con la tradición, ?sería una certidumbre que hace de la duda una confidente a la que pide consejos?.

La ciencia no es lo opuesto a la sabiduría sino que ésta es su consumación, la sabiduría es la continuación inquieta de la ciencia: traza planes imaginarios de lo que vendrá, siente como contemporáneas a las futuras generaciones.

Se codea con la utopía pero no participa de su borrachera cuando esta última imagina mundos sin los perennes confusos compañeros del mundo: la enfermedad, la injusticia, el sufrimiento, el mal y la muerte. De donde se infiere que la sabiduría es el antídoto de la borrachera porque intenta una viable convivencia con aquellas figuras de lo irremediable y es la que abre paso a la esperanza.

La vida del ser humano en las grandes ciudades está cada vez más distante de sus propias necesidades existenciales, y su pobre nivel de conciencia (cotidiana) representa un obstáculo para descubrir en una experiencia plenificante la realidad del sentido en su vida.

¿Qué pasa, pues, cuando esa experiencia ?de ?unidad?, de ?relación?, y de ?sentido??, que caracteriza a la participación del ser en el mundo, se disgrega? El hombre se desbarranca hacia la experiencia de la ?disociación? y todo lo fragmenta y opone: se maneja con el leguaje del

esto
O lo otro
unidad O         disociación
yo O el
placer O realidad,
naturaleza O cultura,
individuo O comunidad
sentimiento O Responsabilidad

El yo pierde así su relación vinculante con la realidad.
Suprimiendo el concepto del ? y ? esto ? y ? lo otro

                  YO  y  TU
unidad                y    relación
ciencia              y    fe
racionalidad    y  emoción

?Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta masacre: la provocada por la incomunicación, el culto a sí mismo, la reverencia a los Dioses de la televisión, el imperio de la máquina sobre el ser, el sometimiento y la masificación, la competencia feroz y el vértigo apocalíptico en el que toda posibilidad de diálogo desaparece?.

?Aún  podemos aspirar a la grandeza, si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera?3.

Decíamos al comenzar: La psicoterapia es un método, un instrumento, un camino para alcanzar un fin, ?el desarrollo del ser en su esencia y sentido? y la reincorporación del ?Hombre doliente? (que es un Ser en el mundo) a los grupos existenciales de los que forma parte: la comunidad, la familia, el trabajo, la ciencia, el arte.

La logoterapia es un método, un instrumento, tal vez el más adecuado, pero lo más importante es que pueda ser vivida por el ?terapeuta como  persona?, pues el hombre trasmite primero por lo que es, después por lo que hace y luego por lo que dice.

Einstein expresaba ?locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes?.

Por lo tanto, resulta  imprescindible apelar a la conciencia como el órgano del sentido, para recuperar la relación vinculante del yo con el Tu, del hombre con la realidad a través de la ciencia y la fe, la racionalidad y la emoción, la libertad y la responsabilidad.

Juan Pablo II decía: “No es equivocado desear vivir mejor; lo que es equivocado es un estilo de vida que presume ser mejor cuando se dirige al “tener” antes que al “ser” y que desea tener más, no para ser más sino para gastar la vida en gozarla como un fin en sí misma”.

Gerónimo ACEVEDO es Doctor en Medicina y Vicepresidente de la Fundación Argentina de Logoterapia ?Viktor E. Frankl?.

NOTAS

1 José Tomas Acevedo Sojo. ?Incumbencias de la psicoterapia?. La semana Medica
2 Víctor Frankl. Teoría y terapia de las neurosis. Pág., 38.
3 Ernesto Sabato. ?La resistencia?

RELACIÓN ENTRE CALIDAD DE VIDA, EL ENFERMAR Y LA LOGOTERAPIA

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Acevedo, G. (1999). Relación entre la calidad de vida, el enfermar y la logoterapia. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (3), 7-35.

RELACIÓN ENTRE CALIDAD DE VIDA, EL ENFERMAR Y LA LOGOTERAPIA

Gerónimo ACEVEDO

CALIDAD DE VIDA

“Solo puede haber un progreso verdadero: la suma total del progreso espiritual de cada individuo, del grado de la propia perfección en el curso de nuestra vida.” Alexander Solyenitzin

La vida es el alegre trabajo de hacerse hombre y ser persona, “ser en el mundo y con el mundo”.

Transcurre en el espacio entre el estímulo y la respuesta, entre las cosas que nos ocurren y la forma como reaccionamos ante ellas.

Entre el estímulo y la respuesta existe un espacio. En ese espacio se halla el poder para elegir la respuesta, en la respuesta surge el crecimiento, la libertad y el sentido de la vida del ser humano.

Numerosas investigaciones se están centrando en los factores que afectan a la calidad de vida en la medida que ésta se convierte en un indicador de desarrollo humano satisfactorio. Estamos de acuerdo con esto.

¿Pero qué es y cómo se conquista?

En la actualidad se propone como el objetivo a conquistar y se intenta desde las diferentes variables que componen la vida humana, desde distintos enfoques, sociológicos, psicológicos, pedagógicos, económicos, etc.

El término de calidad de vida ha ido evolucionando como una concepción social producto de la construcción de un colectivo en un contexto específico con relación a sus propias necesidades ideológicas, culturales, etc.

Podemos considerarlo como un constructo, un término teórico que no es directamente observable y su aplicación puede ser diferente para los sociólogos, psicólogos o profesionales de la salud.

La investigación antropológica y existencial actual está cobrando día a día especial relevancia y vincula calidad de vida con el sentido de la vida.

Si intentamos profundizar el concepto no podemos excluir la “dimensión espiritual” que es la específica del ser humano. Podríamos decir que es en el interactuar de las preguntas existenciales y las respuestas que da el individuo (es decir, lo que realizamos con sentido) como se construye la calidad de vida.

La logoterapia enfatiza la “calidad de vida humana” vivificada, evaluada y valorada y lo hace a partir del grado de bienestar percibido a través de nuestras respuestas con sentido.

¿Se puede decir que todo enfermar es una pérdida de la calidad de vida?; desde luego que no.

¿Se puede pensar que en el enfermar puede haber calidad de vida?; desde luego que sí.

La vida es como escribir el libro de “Mi propia historia vital”; todos los capítulos son importantes pero se escribe en el presente desde el pasado apuntando al futuro. El presente es la oportunidad. Por esto, vivirla con sentido es tener la ocasión de dar a nuestra existencia una orientación. Es el tiempo de repensar la vida, no sólo desde el rigor y el esfuerzo sino también desde la debilidad y humildad que nos conduce a la sabiduría y al sabor del saber.

La sabiduría es ver lo falso como falso y lo verdadero como verdadero. Todo hombre sabio es bueno porque si no es bueno no es sabio. Es desde esta sabiduría existencial de reconocer la realidad que podemos elaborar un proyecto de vida, descubrir nuevas metas, asumir tareas adecuadas y cumplir aspiraciones. La vida es vida hasta que deja de serlo. Es oportuno recordar que “si lloras porque no puedes ver el sol, no podrás ver el brillo de las estrellas”.

Resulta conveniente tener en cuenta que el imaginario social suele explicar el enfermar sólo como una discapacidad, en lugar de una restricción de alguna de nuestras posibilidades (situación existencial), y de esta forma confunde al paciente que está viviendo su situación de enfermar con un dis capacitado.

Lo perjudicial de esta equivocación es que se iguala capacidad con rendimiento material, ignorando que suelen existir discapacidades con rendimiento material normal o aumentado, pero con disminución de la capacidad de vincularse afectivamente con las personas y con el mundo.
Puede, como sucede en muchas personas, coexistir una pérdida del rendimiento productivo con un aumento del saber sapiencial.
Para poder disfrutar de calidad de vida, no basta aprender a vivir con las limitaciones y las dificultades, lo más decisivo es saber responder y reaccionar con eficacia en forma humana en estas crisis profundas de la existencia, donde la persona se ve enfrentada a lo esencial.
Llega en estos momentos la hora de la verdad, el momento de encontrarle sentido al pasado, de enfrentarse con confianza con el misterio de la vida y el misterio de la muerte.

Recordando palabras de V. Frankl:

Ahora bien, ¿cómo proceden de hecho el hombre y la mujer normales ante lo “incognoscible”? “Para responder a esta pregunta, permitidme que yo, a mi vez, os pregunte: ¿Han estado ustedes alguna vez sobre un estrado?, en ese caso recordarán que, deslumbrados por las candilejas y los reflectores, veían ante ustedes un “agujero negro” más bien algo parecido a un auditorio. Y, no obstante, siguieron ustedes “creyendo” en la existencia y presencia del auditorio. ¿No es así? Pues bien, eso mismo sucede con una porción de la población humana de nuestro planeta, independientemente de que dicha porción sea grande o pequeña. Estos hombres y mujeres siguen también “creyendo”… Deslumbrados por las banalidades de la vida cotidiana, los creyentes llenan el “agujero negro” con símbolos. Como el actor o la actriz que no pueden ver el auditorio ante el cual representan el papel que les corresponde en el drama, de manera parecida algunos seres humanos desean descifrar, proyectar y ver en la nada que está frente a ellos un algo, o mejor dicho, un alguien. Para decirlo de manera desenfadada, los creyentes abrazan aquel principio nuclear del existencialismo que yo resumiría con gusto de la forma siguiente: “Nada es realmente nada”. A lo que yo agregaría “la nada ES”.

EL ENFERMAR HUMANO

Su interpretación desde la antropología existencial logoterapéutica.

Frente al trípode científico racional que ve la enfermedad desde una visión determinista, reduccionista y exclusionista, la logoterapia la enfrenta desde una visión esclarecedora y creativa. ¿Qué queremos decir con determinismo, exclusionismo y reduccionismo?

Determinismo porque considera que la enfermedad está constituida por las variables externas que condicionan y determinan el padecimiento. Ejemplo de esto: La tuberculosis es ocasionada por el vacilo de Koch, él produce la tuberculosis.

Exclusionismo porque excluyen todas las otras causas como la pobreza, la disminución de las defensas, el déficit inmunitario, etc.

Reduccionismo por asignar a una parte la categoría del todo.

Esta visión, además del efecto de reducir la totalidad a una parte, genera una exclusión antropológica ya que no se tiene en cuenta al ser humano con su capacidad de respuesta, su potencialidad, sus motivaciones, su creatividad, su entorno social, sus valores, etc.
Frente a esta visión, surge la necesidad de incorporar una visión más holística que aprecie las dimensiones del ser humano y de esta manera poder abarcar la problemática de una manera más integral (ver Cuadro 1).

Cuadro 1. El enfermar humano.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 1]

Es importante tener en cuenta para el abordaje logoterapéutico si la actitud del paciente está influida por un fatalismo determinista o si tiene la posibilidad de incluirse como protagonista. Es muy frecuente que se interpreten los acontecimientos existenciales que nos interrogan como determinantes de nuestras actitudes y que todo lo que nos pase se intente explicar por lo que sucede afuera, sin tratar de implicarnos y de interrelacionar lo que acontece en el exterior con la posibilidad de respuesta interior.

Es por eso que el presente trabajo tiene la intención de relacionar el acontecimiento de la realidad que nos interroga con la respuesta del individuo frente a ese suceso y es esta respuesta la que constituye nuestra existencia, es decir, las respuestas desde nuestro mundo interior al mundo exterior co creado (ver Figura 1).

Figura 1. Figura de persona.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 2]

Toda persona como ser en el mundo recibe del exterior sensaciones, éstas vienen de afuera y son percibidas por ella, frente a estos acontecimientos del mundo que lo indaga, acoge esa pregunta, y es desde él yo (constituido por las dimensiones biológicas, psicológicas, social y espiritual del ser) donde se produce una conducta activa, la realidad interna impresionada por el exterior automáticamente se vincula con la autoconciencia (órgano del sentido) y con la imaginación.

A partir de lo cual puede idear posibilidades distintas, imaginar opciones y desde esta imaginación, se consulta a la conciencia transitiva critica.

Desde la interacción de la autoconciencia, la imaginación, la conciencia transitiva critica y la voluntad del sentido se produce la evaluación. Se percibe la posibilidad, de dar respuesta y es casualmente ésta, como expresión que actúa en el mundo externo en el que se produce un nuevo nacimiento. Al nacimiento biológico se lo integra con el nacimiento existencial, “el ser que responde” nace al mundo a través de su respuesta, que es única, nadie puede darla por él, ni sin él.

Lo que vuelca al mundo no es lo que recibió sino lo que elabora desde lo recibido.

Sartre decía “somos lo que hacemos con lo hicieron de nosotros” o mejor dicho con lo que hicimos de nosotros. Volcamos al mundo externo nuestra parte activa, nuestra respuesta y es esta respuesta la que vuelve a nosotros desde el mundo.

Es a partir de la conciencia moral (captadora de valores) en que me siento llamado, me interrogo, me pregunto qué me pasa, qué estoy haciendo en el escenario en existencia, soy yo, me tengo que mostrar. Hablábamos de la actitud de implicarse y no de explicar lo que le sucede por lo que viene de afuera.

Figura 2. El enfermar como respuesta.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 3]

El enfermar humano (Figura 2) debe ser visto siempre como una totalidad dinámica que se aparece en el presente a través de un acontecimiento que interroga (qué está pasando); pero para entenderlo es necesario tener en cuenta el pasado, (cómo sucedió, cuál fue su pato-biografía); pero este evento del presente relacionado con el pasado necesita una contextualización con el futuro (telefinalidad) y la pregunta que surge es: ¿cuáles serán las consecuencias?

Esta contextualización requiere evaluar los condicionamientos, en qué sentido este acontecimiento produce efectos y cuáles son las circunstancias históricas, biográficas y sociales, cuáles son las capacidades de cada persona, así como sus posibilidades, que surgen a partir de la resignificación del pasado y de la elaboración del futuro. Desde estas facultades puede construir un futuro en el cual las consecuencias no dependen sólo de lo que ocurrió (afuera) sino de la percepción que la persona pueda desarrollar a partir de su interioridad y de su respuesta.

Figura 3. Acontecimiento.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 4]

El suceso existencial que interroga es un observable. Este acontecimiento (Figura 3) debe ser ubicado en su situación, en el momento histórico de la vida, en la situación específica y en las contingencias, pero además este evento debe interrelacionarse con las motivaciones, con los valores, con la tradición, con la cultura, con el estilo de vida, con la biografía y con las vivencias de la persona.

Este trance produce en el individuo, condicionamientos biológicos, psicológicos y sociales y también le permite desplegar la capacidad de modificaciones externas y de transformaciones internas de actitudes.

En esta habilidad de resignificación del pasado con elaboración del futuro y en el encuentro de los valores es donde se construye la autentica calidad de vida y se desarrolla el sentido de la respuesta.

SECUENCIA METODOLOGICA DE ABORDAJE
DEL FENOMENO HUMANO DE ENFERMAR

Luego de haber desarrollado brevemente los temas calidad de vida y el modo humano de enfermar intentaremos señalar algunos aspectos prácticos de los efectos terapéuticos de la búsqueda de sentido a través del abordaje logoterapéutico.

Vicios de comprensión

Es importante tener una relación lo más veraz con la realidad para poder dialogar con ella y de tal forma comprenderla y responder con sentido.

Es frecuente que en la mayoría de las personas estas patologías o vicios de comprensión se encuentren combinadas y no separadas tan esquemáticamente como aquí se presentan. Nunca en un paciente la perturbación se presenta en forma tan simplificada.

Sin embargo es conveniente desde el punto de vista práctico que podamos determinar cuál distorsión es la preponderante.

Es útil realizar una secuencia metodológica de abordaje del fenómeno humano de enfermar. Para ello, es valioso ubicar el lugar en donde se encuentra alterada la comprensión de la relación ser en el mundo y con el mundo del paciente.

Esta alteración puede producirse por dos causas.

A. Distorsión de la observación de la realidad externa.

Múltiples factores distorsionan la visión de la realidad (Figura 4) y tienen como consecuencia una errónea respuesta a los acontecimientos existenciales que nos interrogan.

Figura 4. Distorsión, mala visión de la realidad.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 5]

Cuando la persona observa la realidad que lo interroga desde su mundo externo y su visión es errónea, es decir, tiene un vicio de captación y de conexión con ese acontecimiento, lleva a su mundo interior esa visión deformada de la realidad que él cree estar viendo y aunque posteriormente en su mundo interior relacione bien esta información con su conciencia, su imaginación y su voluntad, la respuesta desde su mundo interior al mundo exterior es errónea.

Sería como quien se equivoca al abrochar su último botón de la camisa con el anteúltimo ojal, y luego continúa correctamente abrochando cada botón con el ojal que lo enfrenta y cuando llega al cuello piensa que le falta un botón o que le sobra un ojal. Por eso es importante a los efectos metodológicos iniciar el proceso terapéutico intentando que el paciente (respetando su particularidad y sus tiempos) pueda establecer una adecuada visión de la realidad.

B. Distorsión en la relación interna (intrapsíquica).

La distorsión en la relación interna se da cuando existe una visión correcta de la realidad, pero una interpretación errónea de la misma (Figura 5). Por ejemplo, vivir una perdida económica o afectiva real como algo irreparable, es asignar el carácter de absoluto a algo relativo y esto lleva a la desesperación.

Figura 5. Distorsión en la relación interna.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 6]

Puede suceder que se tenga una visión correcta de la realidad pero que las asociaciones internas o las vivencias estén distorsionadas y como consecuencia la respuesta frente al acontecimiento existencial que los interroga es errónea.

Comprensión

Una adecuada comprensión facilita la relación del ser en el mundo (Figura 6) e implica procesos de observación, tener registro y evaluación, desde donde se pueden tomar decisiones y actuar (Cuadro 2).

Figura 6. Comprender.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 7]

Cuadro 2. Toma de decisiones.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 8]

1. Observación.

El objetivo es que el paciente mire y evalúe el mundo exterior. A este proceso podríamos denominarlo reconocimiento de la realidad: un punto de vista hacia el mundo exterior. ¿Qué pasa allá afuera? ¿Es verdad lo que piensa? ¿Qué es lo que realmente lo pone ansioso?

Lo primero es levantar la cabeza y ver cuál es el apremio.

En ese instante comienza el diálogo con el conflicto y con el mundo. Es necesario revisar ese diálogo y se comienza mirando hacia el mundo para ver en qué situación está (¿qué es?, ¿por qué?). Es fundamental que se pueda preguntar qué está pasando, que logre percibir la realidad lo más correctamente posible, reconocer su propio condicionamiento, percibir los acontecimientos con realismo, examinar los condicionamientos y también las capacidades, que sepa formularse la pregunta de sí existen más posibilidades.

Recordar que las creencias que más nos inquietan suelen estar basadas en nuestra interpretación de los hechos, y no en los hechos mismos.

Suele suceder que al excluir posibilidades la persona se quede encerrada, atrapada, y no alcance a percibir más probabilidades excluidas pero viables.

Las causas más frecuentes de neurosis son la generalización y la justificación, sin embargo, la verdad es liberadora.

2. Tener registro.

Es imprescindible para encontrar respuestas con sentido “tener registro”, es decir, haber internalizado el acontecimiento que está sucediendo, las implicaciones del mismo y su relación con el proyecto de vida.

Es algo más que tener conocimiento de lo que está aconteciendo, la caja negra informa lo que pasa pero no lo que le pasa (tener más datos no significa siempre mejor información).

Es una experiencia manifiesta que lo lleva a una toma de posición y para esta toma de posición tiene que sentirse involucrado y evaluar sus potencialidades.

Es interesante señalar las vinculaciones y diferencias que hay entre “lo vivido”, “las vivencias” y “las experiencias”.

A diferencia de “lo vivido”, “la vivencia” es la vida hecha manifiesta. Las vivencias “me” suceden (se tienen). Las experiencias se hacen.

Percibir la realidad es apreciar los hechos, los condicionamientos y las posibilidades; advertir simultáneamente lo que se tiene y lo que falta.

Sabemos qué acontecimiento provoca la ansiedad, y nos preguntamos: ¿Me siento capaz de superar la ansiedad?

El paso del 0 al 1 es más grande que del 1 al 100.

3. Evaluación.

Resulta fundamental esta noción de evaluación porque cuando ésta falla, el ser humano padece carencias valorativas (el tema de carencias valorativas es tratado profundamente por el Dr. R. Rodríguez en su tesis presentada para el Doctorado en Psicología) y estas carencias se pueden manifestar como vacío existencial.

Definimos las carencias valorativas como la incapacidad de descubrir los valores y vivirlos. Por ejemplo, padece de una incapacidad valorativa la persona que no puede ver ni vivir la dimensión humana del amor y reduce el amor nada más que a la situación biológica y psicológica, o quien es incapaz de apreciar el valor estético de una obra de arte, el valor ético de la justicia, el valor humano de la solidaridad. Es también una incapacidad valorativa no distinguir lo verdadero de lo falso, lo importante de lo urgente. Enrique Santos Discépolo descubre estupendamente los efectos de las carencias valorativas como la patología de nuestra época en su célebre tango Cambalache.

QUE EL MUNDO FUE Y SERA
UNA PORQUERIA, YA LO SE.
EN EL QUINIENTOS SEIS
Y EN EL DOS MIL, TAMBIEN.
QUE SIEMPRE HA HABIDO CHORROS,
MAQUIAVELOS Y ESTAFAOS,
CONTENTOS Y AMARGAOS,
VARONES Y DUBLES.
PERO QUE EL SIGLO VEINTE
ES UN DESPLIEGUE
DE MALDA INSOLENTE,
YA NO HAY QUIEN LO NIEGUE.
VIVIMOS REVOLCAOS EN UN MERENGUE
Y EN EL MISMO LODO
TODOS MANOSEAOS.

HOY RESULTA QUE ES LO MISMO
SER DERECHO QUE TRAIDOR,
IGNORANTE, SABIO, CHORRO,
GENEROSO O ESTAFADOR…
¡TODO ES IGUAL!
¡NADA ES MEJOR!
LO MISMO UN BURRO
QUE UN GRAN PROFESOR.
NO HAY APLAZAOS NI ESCALAFON,
LOS IGNORANTES NOS HAN IGUALAO.
SI UNO VIVE EN LA IMPOSTURA
Y OTRO ROBA EN SU AMBICION,
DA LO MISMO QUE SEA CURA,
COLCHONERO, REY DE BASTOS,
CARADURA O POLIZON.

¡QUE FALTA DE RESPETO,
QUE ATROPELLO A LA RAZON!
CUALQUIERA ES UN SEÑOR,
CUALQUIERA ES UN LADRON…
MEZCLAO CON STAVISKY
VA DON BOSCO Y LA MIGNON,
DON CHICHO Y NAPOLEON,
CARNERA Y SAN MARTIN…
IGUAL QUE EN LA VIDRIERA
IRRESPETUOSA
DE LOS CAMBALACHES
SE HA MEZCLAO LA VIDA,

Y HERIDA POR UN SABLE SIN REMACHE
VES LLORAR LA BIBLIA
JUNTO A UN CALEFON.

SIGLO VEINTE, CAMBALACHE
PROBLEMATICO Y FEBRIL…
EL QUE NO LLORA NO MAMA
Y EL QUE NO AFANA ES UN GIL.
¡DALE, NOMAS…!
¡DALE, QUE VA…!
¡QUE ALLA EN EL HORNO
NOS VAMO’ A ENCONTRAR…!
NO PIENSES MAS; SENTATE A UN LAO,
QUE A NADIE IMPORTA SI NACISTE HONRAO…
ES LO MISMO EL QUE LABURA
NOCHE Y DIA COMO UN BUEY,
QUE EL QUE VIVE DE LOS OTROS,
QUE EL QUE MATA, QUE EL QUE CURA,
O ESTA FUERA DE LA LEY…

La noción de carencias valorativas es trascendental para entender la patología del ser humano. Es necesario rescatar las consecuencias de percibir los auténticos valores (satisfactores) y diferenciarlos de los seudo satisfactores “disvalores”. Ello nos conduce al autoconocimiento existencial, el cual definiríamos como el sentido de encontrar el verdadero sentido.

Uno de los propósitos de la terapia es que el paciente se pueda preguntar cuán importante es lo que le está sucediendo (contextualizar), que logre interrogarse qué valor tiene para él, que tome contacto con lo valioso y lo valioso sea esencia, se encarne en su vida y se convierta en el motor de su existencia.

Vista la realidad, los caminos en la vida futura dependen de la valoración de las posibilidades que nos conduce a los valores. El contacto con el valor le otorga significado y eficacia al sentido. La configuración de la vida plena de sentido depende incondicionalmente de poner en obra valores descubiertos y realizados, vividos. Sustantivando, el valor se transforma en lo valioso; el valor de la amistad se sustantiva en tener un amigo.

Es en esta etapa en la que el paciente suele preguntarse hacia dónde quiere volcar su fuerza, descubrir el valor. Abrir el corazón a una posibilidad permite ver el alcance de los valores; abrir la imaginación a distintas posibilidades y una vez imaginadas evaluarlas, nos permite superar el determinismo fatalista. No es sencillo aceptar que las cosas sucedan y tengan influencia sobre nosotros, requiere coraje. Tanto la observación como el tener registro y la evaluación se desarrollan en el mundo interior; es lo que podríamos denominar la persona en sí misma y es a través del autodistanciamiento (entendiendo distanciamiento como diferencia cualitativa) que puede reconocerse a sí misma.

La persona no es lo que le sucede (antagonismo noético facultativo psicosomático).

“Si una personalidad no está orientada a valores más elevados que el yo, la corrupción y la decadencia inevitablemente se apoderarán de ella”. Sólo podemos experimentar la verdadera satisfacción espiritual no a través de la apropiación, sino negándonos a ella. En otras palabras: con la moderación (Nikolai Lossky, filósofo ruso del siglo XX).

Algunas reflexiones útiles

Puntualizamos aquí algunas consideraciones de interés.

Para iniciar un tratamiento logoterapéutico, al igual que cualquier otra terapia es indispensable que el paciente sienta la necesidad de cambio, de que algo tiene que cambiar, que su respuesta frente a las preguntas que le está formulando la existencia pueden ser diferentes. Como decía Albert Einstein, locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.

Es substancial esta noción de involucrarse, de involucrarse en la tarea de constituirse, de convertir la vida en el alegre trabajo de hacerse hombre y ser persona.

a) Generar un encuentro existencial con roles bien definidos, campo propicio para hacer la terapia.

Una buena motivación es indispensable para un encuentro terapéutico y ella se logra después de un dialogo franco entre paciente y terapeuta acerca de todas las cosas que perjudican la motivación. Este dialogo tiene que ser lo más abierto, franco y realista que sea posible. Es necesario realizar una vista panorámica sobre los valores (Positivos) y cuáles son los obstáculos (Negativos).

La experiencia de que en algo deben cambiar tiene que ser vivenciada para despertar la voluntad realista, fuerza sapiente y emotiva. Se llega a este facultad al saber qué es contraproducente y al poder hacer frente a lo que es perjudicial.

b) Esclarecer las motivaciones por las cuales el paciente acude a la terapia.

La primera etapa sería la implicación subjetiva: ¿por qué desea hacer terapia?, ¿cuál fue la razón?, ¿qué es lo que debe modificar?, ¿por qué surgió esta necesidad de modificar?, ¿qué ideas lo llaman a venir a la terapia?, ¿qué espera de la terapia?, ¿usted ha sentido algo concreto por lo que cree que le va a ayudar a la experiencia concreta?, ¿hay vivencias, por las que se decide? (Ver Cuadro 3).

Cuadro 3. Esclarecer motivaciones.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 9]

Cada voluntad tiene su razón, la base de cada voluntad es un valor, el valor tiene la fuerza de la percepción.

Viktor Frankl nos diría: ¿cómo podemos hacer para mover la voluntad con sentido? Si usted quiere mover la voluntad en su paciente tiene que mostrarle un sentido y es el sentido en sí mismo el que está influyendo en la voluntad y llevándola a ser activa, creativa. Que el paciente atrape el sentido, esclarezca un valor, una razón que sea reconocida como valiosa, que su voluntad sea atraída por ese valor y el valor dé la fuerza y estimule la voluntad. En eso que es movido, la persona se reconoce a sí misma, reconoce quién es.

c) Desentrañar sentimientos. Profundización en uno mismo. Descubrimiento de valores.

El proceso se convierte en un proceso “cognitivo existencial”, que denominaría cognitivo sapiencial. Es importante que el paciente se dé cuenta que esta haciendo algo distinto de lo que es cognitivo puramente. Lo que está hablando es intelectualmente claro, pero la dificultad no está en su capacidad intelectual “los sentimientos necesitan tiempo”. Se puede ver, tocar, oír, oler un objeto; se puede pensar con los ojos cerrados un triángulo equilátero pero no se puede tocar ni ver ni pensar un sentimiento, hay que sentirlo.

Es lo mismo que intentar aprender a conducir en una clase: puedo aprender los cambios, el manejo de la dirección, del acelerador, embrague, freno, pero sabiendo eso no puedo conducir, necesito tiempo, tener internalizados esos conocimientos.

Para poder encontrar los valores, lo importante es tener una relación profunda con lo valioso. Y es mediante esa experiencia como se logra saborear, paladear.

Resulta muy importante ver y sentir realmente dónde están los valores ya que la fuerza viene de ahí. Movilizado y tocado por aquello que había vivido, vuelve práctico ese conocimiento. “¿Fue valioso hablar los problemas con alguien, tomar la experiencia, observarla y aprender de ella?”

Debemos estar abiertos a lo que está dentro de nosotros y alrededor de nosotros, ser en el mundo y con el mundo. Si vemos en la profundidad de la voluntad, queremos algo, pero al final divisamos que eso que queríamos, nos estaba esperando mucho antes. No lo veíamos; tenemos que aprender a verlo con el corazón (apertura a los valores).

Es una innovación “cognitivo sapiencial”, no tengo que sacar a relucir una fuerza, la fuerza se manifiesta en mi, está en mí sólo si es comprendido como valor. Esta sabiduría requiere autenticidad y paciencia.

d) Contextualización. Abrimos el Horizonte.

Imaginemos que estamos frente a un ordenador, vamos al icono “ventana” y lo abrimos; aparece la opción “organizar todo” y la ejecutamos. El acontecimiento no desaparece, por el contrario se muestra dentro del contexto. El problema no es el problema sino el lugar que ocupa en nuestra vida.

Abrimos el horizonte (apertura del horizonte de sentido): trazamos el valor encontrado con un sentido más amplio. Queremos ver ahora el problema en el horizonte de su vida. ¿Qué está haciendo? ¿ Para qué vive usted? ¿Para qué vivió usted en los últimos años? ¿Para qué quiere vivir en el futuro? ¿Es importante para el sentido de su vida lo que usted está por hacer? ¿Qué es lo que pasará cuando usted mire para atrás dentro de 5 años? ¿Fue valioso el esfuerzo, está dentro de las líneas de su vida lo que está haciendo? El problema en el horizonte del sentido está conectado con la concepción de vida.

e) Previsión existencial: Alternativa contra el autoengaño.

Las fuerzas contradictorias son demasiado poderosas.

Esto, que está claro en situaciones terapéuticas, puede ser confuso en una experiencia social. Cuando el cielo es azul y el sol brilla, nadie piensa lo oscura que será la noche. “Error cognitivo”: mucha gente piensa que el saber es suficiente para poder hacer, pero no es suficiente. Es común creer que “lo tiene que hacer de una”. Todo de una vez. Sin embargo, son mejores las decisiones pequeñas.

Muchas veces se piensa que el terapeuta cumple su función ayudando al paciente a resolver el conflicto que lo trae a la terapia y se hace un símil con el manager de boxeo que atiende a su pupilo luego de tres minutos de batalla sobre el ring, le restaura sus heridas y lo envía nuevamente al combate donde recibirá nuevos golpes. El buen terapeuta, al igual que el buen manager, no solo debe ayudar a restaurar heridas sino que tiene que propiciar habilidades para no tenerlas.

En diversas ocasiones y preferencialmente en las patologías por procesos adictivos es necesario complementar el tratamiento con:

1) Trabajo sistémico familiar, educativo y comunitario.

Consiste en un proceso activo. En tal proceso son de especial importancia los puntos reflejados en el Cuadro 4.

Cuadro 4. La persona y el contexto.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 9b]

2) Programas de intervención activa comunitarios.

Se realizan a través de programas (Figura 7) centrados en la Antropología filosófica de Viktor Frankl que considera el ser en el mundo y con el mundo.

Viktor Frankl define el mundo como el espacio histórico cultural en el cual el hombre, junto con los demás, intenta realizar la propia existencia, creando una comunidad más humana. Un mundo en el que hay lugar para el ser humano, para el dolor, la esperanza, la familia, la amistad, la solidaridad, el arte, la religión.

El ser humano tiene que generar bienes y además idear formas de organización en las que los bienes potencien las posibilidades para vivir las necesidades de forma coherente, sana y plena.

Debemos pensar las formas viables de recrear y reorganizar los instrumentos (satisfactores) y utilizarlos a efectos de realizar las necesidades (potencialidades humanas) y reducir las posibilidades de frustrarlas.

Las formas en que vivimos nuestras necesidades son, en último término, personales. El positivismo identifica lo personal con lo individual y experimental (lo comprobable); sin embargo, el carácter social de la persona es uno de los ejes de la reflexión sobre el ser humano concreto (ser en el mundo), y la universalidad de lo subjetivo no puede soslayarse.

Hablar de necesidades humanas fundamentales obliga a situarse en el plano de lo subjetivo universal, lo cual torna estéril cualquier enfoque mecanicista.

Figura 7. Programas comunitarios.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 10]

PROCEDIMIENTOS TERAPEUTICOS

Son innumerables las posibilidades con que cuenta el terapeuta para tratar de confrontar al paciente con su libertad y su creatividad. Enunciaremos algunas que son de mí uso práctico y que me han dado buen resultado.

1. La historia con recortes. Condicionamientos y libertad.

Esto es sobre todo muy útil en pacientes de edad media y avanzada de la vida, en la cual los dolientes creen que se han cercenado muchísimas posibilidades. Entonces recorto de los diarios y revistas objetos (pueden ser un zapato, una botella de vino, un árbol o una silla, un cuaderno), paisajes (lagos, mares), algún medio de locomoción (avión, autobús), personas (jóvenes, de edad mediana, adultos). Ellos han de seleccionar unas seis o siete figuras en las cuales incluyan por lo menos una o dos de cada uno de los grupos, es decir, uno o dos objetos, una o dos personas, uno o dos paisajes…

Una vez tomados estos objetos, y en presencia del paciente, en forma totalmente arbitraria y sin pensarlo, se numeran y se pegan en una hoja de papel. Se invita al paciente a que cuando se vaya a su casa trate de relacionarlos y hacer una composición (como hacía en la escuela) tratando de vincular, de relacionar estos elementos que le fueron dados.

El paciente generalmente se muestra presionado, exterioriza sus dificultades, le parece que no sabe lo que va a escribir o no sabe lo que puede pensar. Sin embargo, el terapeuta lo estimula a que lo intente: es una cosa que va a quedar entre nosotros y no tiene importancia el valor artístico de lo que haga.

En la próxima entrevista cuando se trabaja el material que el paciente trae se empieza a considerar qué sintió, qué significo, qué contenido relacional hay en todo eso. Suelo preguntarles qué sentían en el momento el que estaban haciendo el trabajo. Es muy frecuente que los pacientes describan que cuando se sentaron a hacer eso no sabían qué hacer, se percibían incómodos, tensos; pero a medida que lo iban haciendo percibían una satisfacción. Esto es bastante frecuente.

Adviertan satisfacción o no, aquí aparecen los primeros comentarios de parte del terapeuta. Esta composición, como yo le llamo, que logra crear el paciente, se puede analizar como un test proyectivo: afloran muchos de los deseos, asoman las cosas que el paciente siente que desearía realizar y que tiene dificultades de consumar, que le serían placenteras y que él consideraría valiosas. A medida que vamos analizando los contenidos de ese mensaje y sacando jugo de esa visión se pasa a trabajar con el paciente sobre en qué consiste, lo que él ha desarrollado. Se le recuerda que cuando iba a la escuela y le ponían como tarea hacer una composición libre, él tenía todas las posibilidades de desarrollar su imaginación, su creatividad sin encontrar ningún obstáculo. Esto era una libertad casi sin límites, sin condiciones. Hablando del tema de la primavera uno podía poner que llovía, que había flores, especificar por quién estaba acompañado, y se dejaba vuelo a la imaginación. ¿Cuál es la diferencia con este trabajo? Se le hace ver que en este trabajo su libertad estaba condicionada, él no había elegido las figuras, él no había elegido el orden, su libertad estaba externamente restringida, su libertad estaba condicionada, pero su libertad no estaba determinada, y con ese resto de libertad que él tenía fue construyendo esa propia historia, fue haciendo uso de sus posibilidades.

Pero lo primero que realizó fue observar la realidad en la que tenía que operar.

Lo segundo tener registro de cuanto lo limitaban a él esos condicionamientos.

En tercer lugar evaluó sus posibilidades y, haciendo uso de su libertad, fue asociando, transmitiendo, generando esa historia, que tenía condicionamientos, pero que esos condicionamientos no lo determinaban. A similitud de lo que sucede en este ejercicio, en la vida hay condicionamientos que uno tiene, hay situaciones que lo van condicionando. Uno no elige las cartas con que le toca jugar, sino que juega con las cartas que le han tocado. Quién insiste en jugar con las cartas que debería, es quién pierde en la partida.

Es muy importante poder hacer que el paciente tenga registro, es decir, tenga una vivencia de lo que él puede hacer a pesar de sus condicionamientos. Este es un trabajo que hago con alguna frecuencia, con ciertos pacientes; no es que se pueda hacer con todos pero lo que sí puedo asegurarles por mi experiencia es que da unos resultados muy interesantes. Es fundamental poder reconocer la potencialidad para dar respuesta y entender este concepto básico: que el enfermar y la enfermedad no dependen tanto de la fuerza y contenido del condicionamiento cuanto de la incapacidad de utilizar el resto sano (potencial).

Muchas veces parte del sufrimiento del ser humano es por la incapacidad de poder ver otras dimensiones del ser humano, es decir, por no poder ver otras posibilidades más que las materiales, las posibilidades lógicas que surgen de ver un acontecimiento.

Frecuentemente termino el trabajo con “el símil del arquitecto”.

2. El símil del arquitecto.

Les digo con humor que al salir de su casa piensen que van a entrevistarse con un arquitecto especialista en reciclaje. Éste, al igual que el terapeuta, no se encuentra con un terreno virgen, sin historia; ambos tienen que rescatar lo valioso y superar lo disvalioso, con los dos tiene que trabajar para mejorar su calidad de vida.

3. El viaje en avión.

No nos movemos en un mundo de certezas sino de posibilidades. En palabras de León Wieseltier: “Ninguna gran hazaña privada o publica, se ha emprendido en medio de la dicha de la certidumbre”.

Recuerdo que en una oportunidad, frente a un paciente que tenía que hacerse un autotrasplante de médula por un proceso maligno, utilizamos la metáfora del avión.

Le propuse que viera la sala de aislamiento y el proceso de transplante como un viaje en avión. El me respondió que tenía miedo a viajar en avión, pero que con ocasión de su viaje de luna de miel lo había realizado pese a sentir miedo. Le propuse que intentara nuevamente superar el miedo e intentar ese viaje a la vida y aceptó.

Le planteé la metáfora del viaje en avión no como un mundo de certezas, sino como de posibilidades. El paciente me refiere sus dudas de poder tolerar el aislamiento post transplante. Hablamos de que si me quiero salir de un avión volando y sin paracaídas es seguro que muero; si quiero vivir tengo que confiar en el piloto y esperar a que aterrice; yo no puedo pilotar la aeronave, no soy piloto, ese es mi condicionamiento, pero si puedo cambiar mi actitud frente al condicionamiento. El paciente no preguntó por qué me tengo que subir al avión, sino qué tengo que hacer dentro del mismo para superar mis dificultades. Afortunadamente este vuelo llegó a destino. El paciente salió de la sala de aislamiento (el avión metafórico), se recupera y esta escribiendo la historia de este particular viaje de avión para ayudar a otros que necesiten emprender una tarea sin certezas pero con esperanzas.

4. Dialogo. Yo te escuché, pero ahora escúchame a mi.

El dialogo comienza con un “a mi me parece” y continúa escuchando lo que el otro piensa.

En una ocasión fui llamado para asistir a un médico que estaba en terapia intensiva y que padecía un cáncer, hecho que él conocía, con una coagulación intra vascular diseminada, septicemia y crisis repetidas de arritmia cardiaca. Este hombre había pedido que no lo medicaran más y que lo dejasen morir. El especialista en terapia intensiva me dijo que no valía la pena entrar a hablar con él, pero como nos ligaba un gran afecto (factor que hay que valorizar adecuadamente en la medicina) entré, y mi amigo me pidió que lo dejase morir. Me dijo: “No me revivas, prométeme que no lo vas a hacer”.

Yo no sabía qué decir, pero teniendo la convicción absoluta de que la vida tiene un sentido, me atreví a decirle lo siguiente: «Acepto; yo te escuché, pero ahora tienes que escucharme a mí. Estás en la cama y detrás de la pared hay cosas que no ves; lo que estás viendo es una parte de la realidad que puede ser verdad, pero fuera de estas paredes y desde otro punto de vista, hay otra realidad que también puede ser verdad. Detrás de esas paredes están tu esposa, tus hijos y tus amigos, que me están pidiendo otra cosa, que puede ser que no piensen como tú, y no sé quién tiene la razón y la verdad».

Hablamos largo tiempo. Después me pidió que hiciera pasar a su hermano, que estaba desesperado, y le dijo: «Si salgo de acá, prométeme que no fumarás más». El hermano lo abrazó llorando y le dijo «no fumo más». Hace dos años que el hermano dejó de fumar y el médico vivió dos años más. En este caso, habiendo agotado las condiciones internas, el hombre buscó sentido concreto hacia el hermano, que es una forma de trascender. Y lo más sorprendente fue que a la mañana siguiente este paciente había mejorado. Cuando volví a la sala me preguntaron si había cambiado mi plan de antibióticos, pero tuve que decirles que no había cambiado ninguna de las indicaciones terapéuticas establecidas. Muchos médicos no lo creyeron.

5. Lápiz sobre la mesa.

Es también una estrategia que utilizo con frecuencia, tomar un lápiz sobre la mesa del escritorio y golpearlo con una intensidad tal que el lápiz se caiga. Le pregunto al paciente ¿por qué se cayó el lápiz? Una respuesta muy frecuente es: porque usted le pegó con fuerza. Esto es cierto pero es parcial. Corro el lápiz a otro sitio más atrás de la mesa, lo golpeo con igual intensidad y el lápiz no cae. Entonces, nos falta entender por qué se cayó el lápiz, controlar la intensidad del golpe y el lugar en que estaba ubicado en la mesa. Es en ese momento cuando surge esta pregunta: además de la intensidad del golpe y del lugar, ¿por qué se cayó el lápiz? Se quedan callados. Es entonces cuando intento hacer ver el sentido, la voluntad, la afectividad que hay en esa caída del lápiz.

“¿Cómo es esto doctor?” En realidad el lápiz se cayó porque en mí mente se había establecido un deseo de demostrarle que había algo que no estaba en lo físico y sin embargo influía en lo físico. El fenómeno de la caída del lápiz tenía también una razón metafísica, que era, en este encuentro terapéutico, la búsqueda de ilustrar cómo actuaba una dimensión que no estaba presente en el análisis de la interpretación del fenómeno, sin embargo, cómo gravitaba de una manera muy importante.

6. El analfabeto.

Es importante tener registro de cuál es nuestro sistema de pensamiento para interiorizar lo que acontece y tener presente, cuando nos sucede algo a nosotros, cuál es la forma de verlo.

Comienzo preguntando qué es un analfabeto. La respuesta más común es: el que no sabe leer y escribir. Suelo ironizar diciendo que, entonces, mi perro o mi limonero son analfabetos. Me responden que no, que analfabeto es una persona que no sabe leer ni escribir. Observemos que en esta definición definimos algo por lo que le falta. De igual modo, podríamos decir que una vaca es vaca porque no tiene alas.

La descripción que les propongo es: un analfabeto es una persona que puede leer y escribir y no le han enseñado. Precisamos lo que es por lo que puede llegar a ser.

De igual manera, rechazamos la definición de drogadicto y optamos por la de un ser humano que en este momento de su vida esta respondiendo en forma adictiva.

7. Terapia de la mesa de luz.

El cajón de nuestra mesa de luz en muchos casos se parece a nuestra vida. En el tenemos guardadas muchas cosas viejas que no nos sirven, ni nos servirán, pero por apatía, por comodidad, no nos decidimos a desecharlas (¡total no molestan!). Sin embargo, un día de lluvia nos quedamos en casa y decidimos examinar el cajón. Entonces nos damos cuenta de que si molestaban, porque ocultaban una gran cantidad de objetos valiosos que teníamos y la paja se mezclaba con el trigo. Es entonces cuando decidimos poner todo el contenido del cajón encima de la mesa, aunque nos cause una molestia, y seleccionar lo que sirve y desechar lo inútil. Eso nos permitió reencontrarnos con objetos valiosos que teníamos pero que no podíamos utilizar porque ignorábamos su presencia. De igual manera, en la terapia hay que poner toda la “carne en el asador” para descubrir los valores; pero si ponemos remiendos obtendremos remiendos.

Solo descubriendo algo valioso sentimos el valor.

8. Me mojo porque llueve.

También suelo interrogarlos con preguntas sencillas, aparentemente ingenuas, pero trabajando un cambio de mentalidad. Por ejemplo, ¿por qué se moja ud. si cuando sale del consultorio y se va a su casa está lloviendo?

  “Lógico Doctor, porque llueve”.

No, ud. no se moja porque llueva solamente; se moja porque no usa el paraguas, o porque no se pone un impermeable. Uno se moja porque no tiene respuesta frente a la lluvia. Algo de esto sucede en el enfermar humano, es tan importante el acontecimiento que nos arremete como la respuesta que damos.

Esto es valioso para ir trabajando el cambio de paradigma, el cambio de mentalidad; para que el paciente no esté formulando preguntas de tipo explicativo causal sino que vaya pudiendo hacer preguntas antropológicas existenciales.

Cuadro 4. Yo pregunto, la vida me pregunta.

[Incluir bajo este epígrafe la Lámina 11]

La pregunta antropológica es ¿por qué?, y la pregunta existencial es, ¿qué hago yo con esto? Yo me hago la pregunta y yo doy la respuesta, es el cambio que introduce Frankl en la psicoterapia. Copernicano. Existencial. Cuestionado por la vida y no cuestionando a la vida (ver Cuadro 4). La respuesta en mi vida. Ser siendo.

Gerónimo ACEVEDO es Doctor en Medicina y Vicepresidente de la Fundación Argentina de Logoterapia “Viktor E. Frankl”.

LOGOTERAPIA Y TRABAJO SOCIAL

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Duque Carro, T. (1997). Logoterapia y trabajo social. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (1), 14-16.

LOGOTERAPIA Y TRABAJO SOCIAL1

Llevo bastantes años de mi vida trabajando en el terreno de lo social. Es este un campo muy complejo, sencillamente por el hecho de estar formado por personas. Nosotros, las personas, nos vamos organizando en base a diversos criterios, valores, causas, circunstancias, tradiciones, ideas, etc.; todo ello hace que el conjunto social que vamos creando  por otro lado, en permanente cambio  sea de una extraordinaria riqueza y complejidad. Con frecuencia todo esto me presenta serias dificultades de comprensión de la realidad social.
El Trabajo Social es una disciplina que dirige su intervención fundamentalmente a personas y colectivos en estado de necesidad. En este sentido, el Trabajo Social esta teniendo un gran desarrollo dentro del concepto y praxis del Estado de Bienestar2. Concretamente, encontramos que la finalidad de los Servicios Sociales, organizados como un sistema de protección específico es: prevenir y eliminar las causas de la marginación social y de desigualdad, promover la integración social de las personas y colectivos, y, favorecer el pleno y libre desarrollo de las personas y colectivos, adecuándose para ello al modelo actual de sociedad3.
Para llevar a cabo todos estos objetivos, el Trabajo Social se sirve de instrumentos y técnicas con los que realiza su intervención social, proceso que va desde el diagnóstico hasta la evaluación. Además está iluminado por unos principios éticos, a saber, principio de autonomía o autodeterminación, principio de necesidad o interés del usuario y principio de justicia4.
Nos encontramos ante una gran amenaza: reproducir y cronificar las situaciones de exclusión social. Toda la industria asistencial  entramado de Servicios Sociales  se encuentra ante el peligro de no cumplir su cometido. En mi opinión, las políticas sociales y la práctica del trabajo social deben seguir avanzando en el sentido de reducir a niveles mínimos el carácter sobreprotector y paternalista de la intervención social. En esta perspectiva, el sistema logoterapéutico creado por Viktor E. Frankl (1905 1997) resulta una aportación muy interesante desde su Antropología (imagen del hombre) y su Filosofía (imagen del mundo).

Nos ofrece una Antropología donde nos propone una concepción tridimensional (dimensión física, psíquica y espiritual) para acercarnos a la comprensión del hombre, en cuanto identidad de persona. La dimensión específicamente humana es la espiritual. Viktor Frankl va a crear un sistema terapéutico, entendido en sentido amplio, que ayude a la persona a desarrollar su capacidad para descubrir las posibilidades de sentido, reconocerlas y actuar; esta actuación la realiza cada persona desarrollando su capacidad para crear, su capacidad para tener experiencias profundamente humanas (amor, belleza, música…) y su capacidad para sufrir.
Con esta actuación el hombre responde cada día a las preguntas que le va haciendo la vida de forma constante. Orientar hacia los deseos de libertad ante una decisión propia y hacer consciente a la persona de su responsabilidad para la creación de su propia vida constituyen una líneas de actuación para que la intervención social ayude a mantener en unos casos y a recuperar, en otros, la dignidad propia del ser humano. Se trata de una filosofía de trabajo optimista, que cree en la posibilidad que cada persona tiene de ser protagonista de su propia vida. Supone así mismo una visión positiva del mundo.
La Logoterapia se basa en que la motivación de una persona para pensar y actuar no reside, principalmente, en la aspiración de posesión, prestigio o placer, sino en una vida llena de sentido. Con esta imagen del hombre se opone a cualquier planteamiento determinista desde un punto de vista biológico, psicológico y sociológico.
En síntesis, diré que el conjunto del sistema logoterapéutico creado por Viktor E. Frankl puede ser muy útil al Trabajo Social, tanto a niveles de Política Social, de Planificación de programas y estrategias, como de intervenciones sociales aplicadas a campos concretos, como por ejemplo, la inadaptación y desviación social, drogodependencias, educación, alcoholismo, enfermedad crónica, situación de enfermedad terminal, etc. Dispone igualmente de instrumentos específicos para la investigación.
Se trata de un sistema de naturaleza integrativa, que está abierto tanto a su propia evolución como a la cooperación con otros sistemas y escuelas.
Txema DUQUE CARRO (Bilbao)
Trabajador Social
Miembro AESLO
1 El término Trabajo Social está tomado en un sentido amplio, esto es, desde la perspectiva de la intervención social. Como es sabido, el objeto de dicha intervención puede ir dirigida a individuos, grupos, instituciones y colectividades.
2 Como es bien conocido se trata de un concepto en crisis, cuestionado desde distintos ámbitos y autores. Por ello, un concepto en evolución.
3 Tomado de la Ley 5/1996, de 18 de octubre, de Servicios Sociales, en su articulo 1. Publicada en el Boletín Oficial de País Vasco, 12 de noviembre de 1996.
4 Sobre todo este tema puede verse Banks, S., Ética y valores en el Trabajo Social, Barcelona, Paidos (1997); y en Etxeberria, X., Ética básica, Bilbao, Univ. de Deusto (1995). Pienso que será interesante profundizar en los Principios Éticos del Trabajo Social desde una perspectiva logoterapéutica.

PERSONA E INDIVIDUO

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Dominguez Prieto, X.M. (2000). Persona e individuo. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (4), 91-104.

PERSONA E INDIVIDUO

Xosé Manuel DOMINGUEZ PRIETO

1)  La desmoralización de los adictos.

Repítese hasta la saciedad que el alcoholismo, la ergomanía, la ludopatía, la sexoadicción, la drogadicción o el consumismo compulsivo son comportamientos psicopatológicos que precisan tratamiento especializado. Pero lo que no se suele decir es que esas alteraciones psíquicas y comportamentales tienen por fundamento un deterioro moral, una mala gestión biográfica, una opción personal y libre. Tratar de obviar o ignorar este desarreglo moral, señalando que se trata sólo de una patología psíquica, quizás responda a una soterrada intención: la de tratar de tranquilizar la sensación de culpabilidad, eliminando el reconocimiento de la propia responsabilidad en la situación en la que se encuentra. Porque la mayor parte de las compulsiones nacen de un hábito de comportamiento del que la persona es responsable.

Sabido es que la ética se ocupa, entre otras cosas, de reflexionar sobre el carácter moral de la persona, es decir, de aquello que cada uno hizo voluntariamente de sí mismo a lo largo de la vida1. Y eso que vamos haciendo de nosotros, porque así lo queremos, nos va configurando. La repetición habitual de actos y opciones configuran una segunda naturaleza: se trata de aquello que los filósofos griegos llamaban virtud (si era un hábito constructivo) y vicio (sí era un acto que desajustaba y estropeaba a las personas)2. Cada uno es, por tanto, no sólo actor en su vida sino autor de la misma, porque cada uno, con más o menos esfuerzo y con más o menos propensión a determinados actos, va adquiriendo unos hábitos y, en ellos, configurando su propio perfil personal.

Pues bien: asistimos desde hace décadas a un significativo cambio en la formulación de esta cuestión. A saber: ya no se dice que alguien tiene ‘el vicio de ver televisión’ sino que se afirma que alguien es un ‘teleadicto’. Ya no se habla de una sexualidad deformada o viciosa (expresiones que han terminado sonando a ‘moralina’) sino de ‘sexoadicción’. Nadie osa hoy hablar del ‘vicio del juego’, de la ‘intemperancia en el beber o en el comer’ sino que se prefiere una fórmula neutral éticamente, hablándose de ludopatía, alcoholismo o bulimia. Pero la verdad es que la ludopatía, la sexoadicción, la teleadicción, la drogadicción, el alcoholismo o cualquiera otra psicopatología, antes de enfermedades psíquicas suponen un deterioro moral, un quebranto biográfico.

¿Qué ha sucedido con la dimensión ética? ¿No será este esconder la dimensión ética un no querer reconocer la responsabilidad de la persona en esta situación? ¿No supone un intento de proclamar la inocencia de la persona eliminando su libertad? Siendo innegable que el resultado final es psicopatológico, ¿no supone esta reducción de la persona a su dimensión psíquica una promoción de la inmadurez afectiva y volitiva?

Lo que ha sucedido es que ha habido una dimisión de la condición personal, un significativo escamoteo de la dimensión ética. Se ha ignorado que la persona es aquel ser que es suyo, que es dueño de su vida, que es no sólo actor y agente de su vida sino autor de sí mismo, porque es libre y responsable de sí3. Al ser relativamente libre de sus impulsos internos y de las influencias externas, es capaz de optar en función de un proyecto vital y de lo que reconoce como valioso. Por eso, es responsable de lo que hace de sí. Pues bien: esto es precisamente lo que se ha diluido e ignorado. Al haberse ocultado esta dimensión ética, lo que ha sucedido ha sido algo realmente grave: se ha allanado el camino para la reducción de la persona a mero individuo. Se ha eliminado lo que es propio de la persona y se le ha reducido a su dimensión psíquica. Y esto supone, como luego veremos, un empobrecimiento de la propia realidad personal e incluso una desmoralización4 (entendida como parálisis y dimisión personal).

En conclusión: se ha pretendido comprender un fenómeno humano quedándose en la periferia psíquica del mismo. Y no es que no afecte a esta dimensión. Es que la raíz profunda de los problemas a los que aludíamos se encuentran en el nivel más profundo de la persona: en el nivel que la logoterapia denomina espiritual y que la filosofía personalista denomina la persona. Psicología sin antropología, es ciega (o, cuando menos, tuerta). Lo que se ha ignorado, digámoslo ahora dando un paso más, es la doble posibilidad que encierra toda vida humana en cada uno de sus actos: o bien hacerse dueña de sí o dimitir de sí, es decir, vivir como mera persona o como individuo5. Y estas ya no son categorías psicológicas sino antropológicas.

¿Cuál es, en este nivel en el que nos situamos, la diferencia entre persona e individuo?

2) El individuo

La distinción entre individuo y persona, tal y como aquí la vamos a describir, fue muy habitual en muchos de los pensadores e intelectuales que vivieron el periodo entre las dos Guerras Mundiales, sobre todo en los personalistas6. Así,  la encontramos en Lacroix, Nédoncelle, Marcel, Buber, Lévinas y, sobre todo, en Mounier. Éste, diferencia nítidamente ambas categorías indicando que, mientras que el individuo es fruto de un doble movimiento de dispersión en lo exterior y de repliegue en lo interior, la persona responde al doble dinamismo de apertura y donación exterior y de unificación interior desde el núcleo de la propia vocación. De este modo, el individuo sería una persona irrealizada, una persona malograda o una degradación de la persona, cerrada en los límites de su yo hipertrofiado.

Analicemos ahora, con cierto detalle, qué es lo que caracteriza al individuo:
a) Llama Mounier individuo “a la dispersión de la persona en la superficie de su vida y a la complacencia de perderse en ella” (RPC 210). El individuo es dispersión, disolución de la persona en la materia, en la acción, en los personajes que representa. Pérdida en lo múltiple e impersonal7.
b) Es un hombre anónimo, sin vocación, sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin vínculos personales. Se repliega sobre sí, narcisista. “Un hombre abstracto, sin ataduras ni comunidades naturales, dios soberano en el corazón de una libertad sin dirección ni medida, que desde el primer momento vuelve hacia los otros la desconfianza, el cálculo y la reivindicación” (P, 474).
c) Es su actitud básica la de poseer, y por tanto, la de reivindicar, acaparar. En las cosas pone su seguridad8.
d) Pero, sobre todo, el individuo, separado de todos y todo, se cierra, se repliega sobre sí, opta por la disolución en la soledad9:

? Soledad frente a la verdad (se piensa en sí, sin los demás; piensa en sí sin horizonte de sentido).
? Soledad frente al mundo (perdido en la volubilidad de las propias sensaciones o de la propia razón).
? Soledad frente a los hombres: “individuo abstracto, buen salvaje y paseante solitario, sin pasado, sin porvenir, sin relaciones” (RPC 191). Vive la libertad-de, pero ni sospecha la libertad-para. Ha perdido el gusto de acoger y el deseo de dar. Solo se afirma a sí. Es ‘soporte sin contenido de una libertad sin orientación” (RPC 195).

A estas coordenadas ofrecidas por Mounier, podríamos añadir en congruencia con ellas, otras varias:
e) Sus actitudes son las de sumisión a los dictados del mercado, asume los ideales neoliberales. Busca seguridades: coche, ahorro, puertas, guardias, sexo. No quiere compromisos. Los demás o le son útiles (esposa, hijos, amigos) o estorban. No cree en la gratuidad de las relaciones. Incapaz de comprometerse con nada ni nadie que no de dinero. Quiere mantenerse libre-de pero no para ser libre-para. Al no querer tensiones ni problemas, huye, se anestesia (sobre todo mediante la actividad laboral). Consecuentemente, se siente mal en el tiempo libre porque le enfrenta a sí mismo.
f) Sus creencias se han diluido.  Ya no cree en las utopías y religión de cuando era joven. Ahora lo ve como romanticismo ingenuo. No cree firmemente en nada para no tener que comprometerse con nada de modo gratuito. Respecto de los valores personales es indiferente. No tiene ninguna cosmovisión de conjunto, es decir, no hace suyos ningún sistema moral, ni político, ni unas ideas religiosas. Identifica tener convicciones con ser un intolerante. Y por eso él mismo es relativista, escéptico y acrítico. Mas con una excepción: cree en el economicismo neoliberal de modo ciego, acrítico  y fundamentalista. Cree en la productividad, en la competitividad, en la especulación. Cree en todo lo que se puede comprar. Se auto-concibe como productor-consumidor. Compra y adora los objetos de última moda. Por eso sus valores son su visa, su coche, su móvil, sus viajes, sus fotos, sus fiestas. Él es lo que posee. Pero, en realidad, es poseido por lo que cree poseer.

3) ¡VAYA INDIVIDUO! : Lo que el individuo trae consigo.

a) ¿Cuáles son las consecuencias de esta opción vital? Disperso en la superficie de su vida, confiando su consistencia al tener, solo, sumiso, acrítico, sin creencias ni compromisos,  antes o después, termina por desmoronarse psíquicamente. Porque la realidad es tozuda. Y como  en esa situación antes descrita la persona se encuentra con que carece de un horizonte por el que vivir, de un sentido vital, de un proyecto de vida que vaya más allá de lo inmediato y de lo pragmático, termina por sentir que él mismo se ha perdido. Pero, aún dándose cuenta de su situación, se niega a responsabilizarse de sus errores morales (que no quiere percibir como tales): se niega a responsabilizarse de sí. Por ello, o bien trata de anestesiarse (con alcohol, drogas, trabajo, sexo, televisión, internet, etc.) o se abandona inerme a su vacío existencial y  se deprime. En estos casos, muchos optan por asistir al psiquiatra o al psicólogo, no para buscar la raíz de su vacío, sino para que lo cauterice y calme. Pero ocurre con alguna frecuencia que el propio psiquiatra no cree en la persona y comparte con el individuo-paciente el mismo entramado de valores, la misma postura vital anestesiante y nihilista. Por eso muchos terapeutas (??) se limitan a tratar el síntoma mediante fármacos anestésicos dejando intacta la etiología profunda de los conflictos. Todo con tal de no invitar a su paciente a la responsabilidad, a tomar las riendas de sí.

Por tanto, el resultado de esta dimisión personal, en el plano psicológico, es que el sujeto se viene abajo, se desmoraliza, se angustia.

b) Esta angustia o desmoralización ha sido descrita como uno de los rasgos que definen la sociedad actual. En este sentido dirá  Victor Frankl10 que sabemos cómo vivir pero no para qué vivir. Esta pérdida de apoyos y de firmezas sobre las que vivir, junto con el obligársenos a vivir a ritmo trepidante produce este fenómeno de la angustia o, en términos de la logoterapia, neurosis noógena.

Tecnólatra, el individuo descubre finalmente que la técnica no le salva y tras la ‘muerte cultural de Dios’ y la ausencia de cualquier ideal o mística, sólo le cabe sumirse en el narcisismo, que desembocará siempre en la angustia, la depresión o en la autoanestesia (con alcohol, droga, fútbol, Internet, trabajo, sexo o Valium). Todas ellas son formas de desmoralización. Porque todos estos fenómenos responden a algo mucho más radical.

Recordemos que la persona es aquel ser que tiene que hacer su propia vida. Y como la manera concreta en que tiene que ir realizándose es un problema para sí mismo, su vida es inquietud11 (que no angustia). Situada frente a la realidad, la persona se abre a ella para, a través de las posibilidades de realización que le ofrece, irse haciendo plena. En su plenitud reside su felicidad. No existe sólo libertad-de, como pretendía Sartre, sino también libertad-para12, libertad que se compromete. ¿Con qué? Con las posibilidades que descubre como mejores para su plenificación. Esas posibilidades son los llamados bienes. Por consiguiente, no se quiere cualquier cosa sino lo bueno, y lo bueno es lo que plenifica y, al ser apropiado, alegra. Pero también puede brotar la tristeza como fruto de apropiarse la persona de aquellas posibilidades que satisfacen inmediatamente pero no la construyen como persona. Es decir, es la manifestación del empobrecimiento por el que se opta. Pero cabe aún otra posibilidad: la des-moralización, es decir la pérdida de sentido, del para qué de la propia vida (situación ético-antropológica que podría llegar a dar lugar, en el plano psíquico, a la neurosis noógena).

En efecto, se puede dar la espalda a la realidad como fuente de posibilidades, cabe el ocluirse, el no abrirse a esa fuente principal de sentido y posibilidades que son los demás. Así, paralizado, retraído a su puro estado natural, abandonado a su ‘vida estética’, la persona se ve lanzada a actuar habiendo perdido el sentido de por qué actuar. Su inquietud biográfica deja de ser tal para pasar a ser inseguridad, ansiedad.

De este modo el desmoralizado está en situación de impotencia13 .Deja así de apropiarse de posibilidades que podría o debiera apropiarse, de modo que se va vaciando, empobreciendo, desintegrando, desvinculándose de la realidad y perdiendo creatividad. La vivencia de este vacío, de esta parálisis, de esta impotencia, es la esencia de la desmoralización, último destino del individuo que no haya huido de sí mediante alguna forma de anestesia.

4) El individualismo.

Pero en nuestra sociedad no sólo se ha dado una degradación de la persona en individuo, sino todo un êthos social o carácter moral colectivo que responde a estos mismos parámetros: es el individualismo.

Esta realidad social,  tan definitoria de la sociedad neoliberal, economicista y burguesa contemporánea, no es sino el fruto de la promoción social y cultural del individuo en el sentido preciso que lo hemos definido aquí.

a) Para el individualismo, los otros o son ayuda para la propia  realización o son obstáculos. El ‘yo’ exige, ante todo, realizarse (postura recogida por los existencialistas y por Maslow). El infierno es el otro (decía Sartre) si no coadyuva a este fin. Ya no hay, por tanto, ideales comunes. La persona existe, al margen de toda comunidad (aunque viva con otros). Coexiste pero no convive.

b) El individualismo constituye, por otra parte,  el último fruto cultural del liberalismo político unido a un sistema de mercado que se ha impuesto como ideología única. El liberalismo, como sabemos, es aquella doctrina política que defiende la igualdad ante la ley y pretende asegurar unas libertades básicas.

? Consiste, teóricamente, en la defensa del individuo frente a la sociedad y el Estado. Pero esta defensa a ultranza de lo individual acaba siendo un instrumento en manos del fuerte: una defensa del individuo fuerte frente al otro, más débil o ajeno, de la propia realización a toda costa y sin compromisos con otros. Es decir, el liberalismo desembocó históricamente en individualismo.
? La libertad de opción y la igualdad se convierten en el rechazo de toda necesidad, de toda norma, de toda vocación, adhesión o fidelidad que ate. Al cabo, queda una libertad sin ataduras, un individuo desnudo, rey de un corazón sin finalidad: Tal es, sin embargo, la aspiración titánica del liberalismo; se ha apegado tan fuertemente a los valores de la liberación pura y simple, sea cual sea su meta, que ha llegado a colocar la negativa por encima de la elección, la indeterminación por encima de la adhesión, el capricho por encima de la fidelidad, el acto inmotivado por encima de acto lleno de sentido14.
? Consecuentemente, lo que, en última instancia, promueve el individualismo, entendido como sistema moral, es la felicidad, pero entendida ahora como bienestar, como un estar sin tensiones15.

c) ¿Cuáles son los efectos del individualismo?  La corriente ética llamada comunitarismo lleva a cabo una de las críticas más demoledoras al liberalismo atendiendo a sus efectos. El comunitarismo es una doctrina ética surgida en la década de los 80 del siglo XX en la que se afirma que toda concepción del bien, la virtud, la felicidad y la vida buena, son siempre referentes a una determinada comunidad y tradición. Sólo desde la propia tradición y desde la comunidad se hace inteligible la propia identidad moral. La ética comunitaria critica al liberalismo porque promociona una sociedad individualista, insolidaria, en la que se produce anomia en la identidad, desarraigo afectivo y un empobrecimiento en las relaciones sociales y comunitarias. La enorme movilidad debida al trabajo, la movilidad afectiva (separaciones y divorcios) o la movilidad política dan lugar a individuos desarraigados, afectivamente inermes. La persona es un ser comunitario, y cuando le falta la comunidad, sucumbe.

d) En esto coincide con el diagnóstico de otro reciente grupo de pensadores: los de la Escuela de Francfort: Horkheimer, Marcuse o Habermas coinciden en que el individualismo, unido al economicismo neocapitalista, han aplastado al propio individuo al que decían servir en principio. ¿Qué es lo que ha postergado y cosificado a la persona?: los dictados del mercado. El individuo, reducido a ser un peón productor y consumidor, una pieza móvil del engranaje productivo, sacrifica todo (familia, tiempo, salud), en aras de este sistema economicista. Al final, su tiempo, su ocio, sus relaciones, sus acciones, se han cosificado, son tasadas como mercancías. Todo, incluso él mismo, se mide por su valor de uso. El individuo ha desaparecido convertido él mismo en mercancía16. El sistema económico neoliberal ya no sirve a las necesidades del individuo sino que es éste el que sirve dócil y ciegamente al sistema. Si en el siglo XIX se predicó la muerte de Dios, en el XX es la persona quien ha muerto17.

5) La persona

A diferencia del individuo,  la persona, desde la unificación y sentido que propicia el descubrimiento y experiencia de su vocación,  es “señorío y elección, es generosidad” (MSP 627), superación y desprendimiento (MSP 631).

a) Frente a la dispersión del individuo, la persona es dominio de sí, conquista de sí, pero no para vivir para sí.  Por eso, el primer deber de la persona no es salvar su persona sino comprometerla (con otros, en la acción, a favor de la vocación propia y de los demás,  asegurándoles un mínimo material). La libertad la emplea en adherirse a personas y valores personales: corre el riesgo del amor. Así, la vida de la persona es presencia y compromiso18. Pero para serlo, decíamos, necesita estar unificada desde su intimidad por su vocación19.

b) Desde su vocación, desde su particular llamada a ser persona, la persona se unifica y se hace fecunda. Pero es tarea primordial de la persona  la búsqueda y ejecución de esta vocación20. La familia, al igual que el Estado, el Derecho o la economía deben estar al servicio de la protección y promoción de la vocación de la persona. Pero no pueden substituirla: “sólo la persona encuentra su vocación y hace su destino. Ninguna otra persona, ni hombre ni colectividad, puede usurpar esta carga”(MSP 630).

c) La persona realiza esa vocación dándose, comunicándose a otros, sin caer en la tentación del repliegue. Y, por la comunicación, se abre a la comunidad. Así entendida, la persona genera comunidad, pues “no se encuentra sino dándose” (MSP 636), mediante un doble dinamismo de acogida y donación. En ello radica su riqueza, pues “solamente nos encontramos al perdernos; sólo se posee lo que se ama (…) Sólo se posee lo que se da” (RPC 194). Realizando su vocación, acogiendo y donándose, la persona se hace creativa.

d) Así las cosas, podemos intentar describir, que no definir,  la persona como aquella realidad valiosa por sí misma (digna), espiritual y de carácter psicosomático (esto es, con interioridad y exterioridad), sexuada, abierta al cosmos, a las demás personas (en su dimensión individual, social e histórica) y a la trascendencia, que constituye una tarea para sí misma. Esta autorrealización la lleva a cabo mediante proyectos que elabora desde un sentido que descubre para su vida, a partir de las posibilidades que se le ofrecen, apoyado e impelido por las cosas, las demás personas y la trascendencia. En este sentido, la persona es realidad dialógica y relacional de modo que para realizarse y llegar a la plenitud lleva una vida personal y comunitaria. Esta vida comunitaria se realiza mediante los encuentros interpersonales, los cuales son posibles porque la persona es el único ser que es capaz de salir de sí, ponerse en el punto de vista del otro, tomarlo sobre sí, donarse a él y permanecerle fiel.

6) Pero si la persona es esto, ¿cómo podemos recuperar a la persona de su individualismo?

Así las cosas, parece patente que se nos invita a una gran tarea: recuperar a la persona del individuo en que ha degenerado, desarrollando así una cultura personalista y comunitaria. Señala Mounier que “la persona no crece sino purificándose  incesantemente del individuo que hay en ella. No se logra a fuerza de atención sobre sí, sino por el contrario, tornándose disponible”21 ¿Y como se hace esto? Mounier también aporta unas líneas claras de acción:

a) Se recupera a la persona purificándola de lo individual, lo que comienza con la toma de conciencia de que estamos perdidos en el exterior, expulsados de nosotros mismos, prisioneros de nuestros apetitos, relaciones, del mundo que lo distrae. Vida inmediata, sin memoria, sin proyecto, sin dominio, es la definición misma de la exterioridad (P, 485).
b) Romper con el exterior, retirarse, hacer silencio. Esta  actitud permite romper con las distracciones exteriores y recuperar las voces interiores, que son las que permiten a la persona volver a tomar conciencia de su vocación. Lo que se busca, con este silencio y este retiro, es recuperar el secreto interior, la cifra de la propia persona. Se trata de recuperar las fuentes interiores como lugar fontanal del sentido de la persona.
c) Tras esto, esta recuperación supone una conversión, un cambio en el corazón en el que se dejan los valores no arraigados en la persona, y se opta por los que hacen crecer a la persona. Esta conversión tiene una dirección bien precisa: de lo exterior a lo interior y de lo interior a lo trascendente y comunitario.
d) Esta conversión permite recuperar  a la persona. Y esto significa que se recupera su vocación en tanto que llamada que permite unificar a la persona y llevarla más allá de sí misma, indicándole su lugar en la comunión universal.
e) Plegarse para recuperarse y desplegarse.
El repliegue en el interior no supone huida ni reposo sino tensión, experiencia de desposesión y desvalimiento, de riesgo y fragilidad. Se trata de recuperarse a sí en un doble movimiento de negación de sí y afirmación del otro, de concentrarse para desplegarse, empobrecerse para enriquecerse. Persona es, por tanto,  la que corre el riesgo del amor, la que es capaz de donación y acogida. La persona sólo se encuentra dándose. Sólo se recupera perdiéndose.
f) Recuperar a la persona es recuperar, también, su dimensión comunitaria: la persona sólo se encuentra a sí en la comunidad. Por eso debe purificarse del individuo para vivir inserto (no disuelto) en la comunidad, viendo sus problemas desde ella. ¿Qué exige esto?: la apertura de la persona a los otros y al Otro. Sólo desde la apertura a lo comunitario la persona es capaz de dar-de-sí. Desde una experiencia elemental e inmediata, lo que constatamos es que la esencia de la persona es dinámica y que el dinamismo más íntimo de la persona es el de crecer hacia su plenitud, dar-de-sí, aspiración a existir en plenitud o voluntad de ser22. Y esto ocurre en la medida en que va actualizando sus potencialidades de crecimiento y creatividad, se abre a la realidad, descubre un sentido, pone en orden todas sus dimensiones y se cura de todo lo que bloquea esta aspiración. Ahora bien: todo esto  sólo ocurre en el encuentro con los otros y con el Otro en tanto que son impulsantes, posibilitantes y soporte biográfico. En este sentido, la posibilidad radical es la de ofrecer un sentido para vivir. Y en esto consiste la segunda constatación: el viaje hacia la plenitud siempre se hace mediante la apertura a la trascendencia y a la fraternidad. Desde lo íntimo se descubre la necesidad de la relación con los otros como esencial. Sólo en el Encuentro fecundo con el otro y con el Otro, es posible la plenitud personal. Sólo en la donación al otro y al Otro es posible la plenitud personal.

Xosé Manuel DOMÍNGUEZ PRIETO es Doctor en Filosofía y miembro del Instituto Emmanuel Mounier.

SIGLAS de las obras de Mounier citadas

MSP: Manifiesto al servicio del personalismo. Sígueme, Salamanca 1992, tomo I de las OBRAS COMPLETAS pp579-756
RPC: Revolución personalista y comunitaria. Sígueme, Salamanca 1992, tomo I de las OO.CC, pp159-500
P: El personalismo. Sígueme, Salamanca 1990, tomo III de las OBRAS COMPLETAS pp449-550
PCPH: De la propiedad capitalista a la propiedad humana . Sígueme, Salamanca 1992, tomo I de las OBRAS COMPLETAS pp 501-578

NOTAS

1 El vocablo ‘ética’¸ procede del término griego ‘êthos’ que significa ‘modo de ser’ o ‘carácter’. Ya desde Aristóteles la ética es concebida como una reflexión sobre la construcción del carácter moral. El lector interesado puede profundizar en esta sugerente concepción de la ética en alguno de los siguientes textos:
– ARANGUREN, José Luís L.: Ética. Revista de Occidente, Madrid 1976(6ª edición). Primera parte, capítulo 2; segunda parte, capítulos 1, 2 y 23.
– ZUBIRI, Xavier: Sobre el hombre. Capítulo VII: ‘El hombre, realidad moral’. Alianza Editorial, Madrid 1986.
– CORTINA, Adela y MARTÍNEZ, Emilio: Ética. Akal, Madrid 1996. Capítulo I: Él ámbito de la filosofía práctica.

2 Cfr. ARISTÓTELES: Ética a Nicómaco, capítulos II a VII

3 La inseparable relación entre libertad y responsabilidad en la persona es una de las aportaciones más valiosas que a la antropología ha hecho Viktor E. Frankl y la logoterapia. Puede encontrarse una exposición clara y sabrosa en NOBLEJAS, Mª Ángeles: Palabras para una vida con sentido. Desclée De Brouwer, Bilbao, 2000. Capítulos I y II.

4 Recogemos el término en el sentido preciso en que lo emplean Ortega, Zubiri y Aranguren. Hablan estos pensadores españoles de desmoralización en contraposición al estar en ‘buena forma’ moral. Afirma Ortega, y recoge Aranguren en su Ética (op. cit. p.53) que un hombre desmoralizado es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su vida,  por ello no crea, ni fecunda, ni henche su destino.
También Zubiri utiliza el término, en el sentido propuesto, en Sobre el sentimiento y la volición. Alianza Editorial, Madrid 1992, pp. 267, 400-401.

5 No resultará baladí aclarar, dado que el término ‘individuo’ es polisémico y de uso coloquial frecuente, a qué acepciones del mismo no nos referimos. Ante todo, tenemos que distinguir la acepción concreta que le confieren algunos personalistas de las acepciones más cotidianas. Así, en nuestro empleo del término ‘individuo’ no nos referimos a un miembro singular dentro de una especie o género. Tampoco ‘individuo’ tiene, en este contexto, el sentido peyorativo de referirse a ‘un cualquiera’. Y, por supuesto, tampoco es sinónimo de ‘persona’. Por último, señalemos que esta acepción personalista difiere de la empleada en la filosofía griega (individuo como lo opuesto a lo universal), en la filosofía tomista (individuo como lo incomunicable e irrepetible que existe por sí mismo).
Digamos también que aunque esta doble posibilidad radical, persona e individuo, está estudiada de modo explícito por algunos pensadores personalistas, en el siglo XX, la distinción está ya presente a lo largo de la historia del pensamiento, especialmente en los existencialistas. Así, distinguía Kierkegaard entre vida estética y vida ética o Heidegger entre vida auténtica e inauténtica. Para profundizar más sobre el sentido preciso que aquí le queremos dar a los términos ‘persona’ e ‘individuo’ proponemos la consulta de las voces ‘individuo’, ‘persona’ y ‘personalismo’ del Diccionario de Pensamiento Contemporáneo. Dir. Mariano Moreno Villa. Ed. San Pablo. Madrid 1997.

6 Designamos con el término ‘personalismo’ aquellas corrientes filosóficas que afirman la primacía de la persona sobre cualquier otra realidad, y la toman como eje de sus reflexiones. No es tanto un sistema como una perspectiva desde la que se abordan los problemas. Pero una perspectiva filosófica, en la que se atiende a la teoría y a la praxis, y en la que la persona es tomada en su singularidad y en su dimensión comunitaria, como seres libres y creadores.  En concreto, nos referimos al pensamiento de un conjunto de filósofos del s. XX entre los que destaca primero Emmanuel Mounier y el grupo formado en torno a la revista Esprit  y al que se pueden adscribir otros pensadores como Marcel, Scheler, Buber, Ebner, Landsberg, Nedoncelle, Weil, Levinás, Ricoeur, Lacroix y, en España, Carlos Díaz, todos los pensadores vinculados al Instituto Emmanuel Mounier y, de un modo lato, José Luis L. Aranguren, Laín Entralgo y Julián  Marías.

7 Ejemplos de formas de dispersión: hacer del fútbol, la televisión, el internet, las modas, la continua diversión mojada en alcohol, el argumento vital o, al menos, del tiempo libre, que es el tiempo en que la persona dispone más plenamente de sí.

8 Cfr. MSP 627

9 Cfr. RPC 191

10 Cfr. FRANKL, Victor: El hombre en busca de sentido. Herder, Barcelona 1991, Parte II: ‘Principios de logoterapia’ passim. Especialmente p.104
Esta idea es una de las más extendida por toda la obra del afamado psiquiatra. Por ejemplo, se puede encontrar también en La psicoterapia al alcance de todos. Herder, Barcelona 1990, Cuarta Edición, pp. 13-25 y, especialmente, el capítulo XVII, ‘La angustia del hombre ante sí mismo’. Según Victor Frankl, la angustia tiene como radical motivo la ausencia de un sentido existencial.

11 Cfr. ZUBIRI, Xavier: El hombre y Dios. op. cit. p.52. Se trata según Zubiri, de tener que ser absoluto sin saber muy bien cómo serlo.

12 Cfr. ZUBIRI, Xavier: Sobre el sentimiento y la volición. Alianza Editorial, Madrid 1992, pp. 87-92

13 Cfr. Idem. p. 398

14 Emmanuel Mounier: Personalismo y cristianismo. Ed. Sígueme, Salamanca, 1992. Tomo I de las OOCC. pp. 875-876

15 Pero como mostró V.Frankl en El hombre en busca de sentido,  justo la persona crece gracias a sus tensiones y, si estas desaparecen, se desmorona: Considero un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar por supuesto que lo que el hombre necesita ante todo es equilibrio o, como se denomina en biología ‘homeostasis’; es decir, un estado sin tensiones. Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla” (FRANKL, Viktor E.: El hombre en busca de sentido. Herder, Barcelona 1991, 12ª edición. pp. 104-105).
Pero, como ya hemos señalado en el presente trabajo, si la persona se desmorona, se desmoraliza por falta de horizonte y compromiso, nunca puede ser solución enfriar o disfrazar el sentimiento de culpa o el malestar. Las terapias somáticas y psicoanalíticas curan síntomas pero no a la persona. En realidad, como enseña la logoterapia, y el sentido común, la persona sólo se (re)construye desde un horizonte de sentido, desde un sistema de valores y nunca anestesiando sus culpas o adormeciendola con Tranquimacín, tila alpina,Valium o Prozac.

16 A esta reducción mercantilizante, recogiendo el término del marxista Lukács, se le denomina reificación.

17 Incluso hay filosofías, como el estructuralismo, que afirman explicitamente la desaparición del sujeto humano, la muerte del hombre. En fin: ‘Dios ha muerto. El hombre ha muerto y yo mismo no me encuentro ya nada bien’.

18 Cfr. MSP 628

19 Cfr RPC 212: Para Mounier la persona presenta tres dimensiones: encarnación, vocación y comunicación.

20 Cfr. MSP 630

21 P, 474

22 El dinamismo básico de la persona es la aspiración a existir en plenitud en cierto modo semejante a la aspiración de perfección de toda substancia en Aristóteles, al deseo de ser en si y para sí de Sartre, o la tensión hacia el Bien de Platón.

FIABILIDAD DE LOS TESTS PIL Y LOGOTEST

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (2000). Fiabilidad de  los tests PIL y Logotest. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (4), 81-90.

FIABILIDAD DE LOS TESTS PIL Y LOGOTEST

Mª Ángeles NOBLEJAS DE LA FLOR

INTRODUCCIÓN

Validar instrumentos o crear nuevas herramientas que ayuden en la praxis logoterapéutica es necesario para ubicar nuestro quehacer en el actual paradigma científico, en pos de su objetividad.

La ciencia es, al mismo tiempo, capaz de progresar y falible. Por ello, contando con una postura abierta, ha de reconocer sus límites, desde una actitud ética. En esta línea, suscribimos las palabras de Boado de Landaboure (1994, p. 1):

?La hiper o hipovaloración de test y técnicas, encubre muchas veces la inseguridad personal de quien maneja el recurso y conlleva a la empobrecida circunstancia de trastocar lo que es propiamente humano por el resultado de lo técnico. Esto, sin duda, ha engendrado distorsiones iatrogénicas originando fundadas críticas desde diversos enfoques. Estas críticas no invalidan los instrumentos si no que plantean la necesidad de conocer sus alcances y límites.
Tanto la rutina profesional como la innovación apresurada entrañan el grave riesgo de la despersonalización?.

Para avanzar en el conocimiento del hombre estudiamos aspectos particulares, pero nunca hemos de olvidar que el ser humano es siempre más de lo que sabe de sí y puede saber más de lo que algún otro sabe de él  (Jaspers, 1996).

Finalmente, debemos resaltar la necesidad de asumir lo que otras disciplinas, como pueden ser en este caso la estadística, han establecido como procedimientos objetivos; siempre que no nos sitúen en una visión reduccionista y determinista del ser humano.

En esta línea, en este artículo nos planteamos estudiar la fiabilidad de la versión española de los dos test logoterapéuticos más difundidos: el Purpose In Life (PIL) desarrollado en los Estados Unidos (Crumbaugh, 1969) y el Logotest desarrollado en Alemania (Lukas, 1986). Los lectores interesados pueden encontrar una breve descripción de ambos test en un trabajo anterior (Noblejas, 1999).

Dos son los requisitos fundamentales que han de cumplir los instrumentos de medición psicológicos para asegurar la calidad de los datos que serán analizados: la validez y la fiabilidad.

La validez se puede definir (Bisquerra, 1987) como el grado en que un instrumento mide lo que pretende medir. Esta afirmación parece algo obvio pero, por ello, es quizás el aspecto más complicado de objetivar. Se habla de varios tipos de validez ligados a procedimientos específicos de tratamiento del problema. La ?validez de contenido? se da cuando los items representan el contenido que se pretende medir. En este sentido, desde los conocimientos de la logoteoría se puede corroborar que los items representan los contenidos relacionados con la cuestión logoterapéutica del sentido; específicamente Lukas explicita el objetivo de cada una de sus preguntas y su conexión con la logoteoría. Este último aspecto nos llevaría directamente a otro concepto muy cercano que sería la ?validez de constructo?, que determina en qué medida el test es congruente con una teoría o un constructo hipotético. Hay varias formas de objetivar esta validez, una de las más habituales es el análisis factorial con el que se confirma la estructura que se asigna a un test. En este sentido, podemos recordar el ajuste de las partes del logotest a sus componentes factoriales (Noblejas, 1999).

La ?validez concurrente? consiste en comparar las puntuaciones de la prueba con otros indicadores paralelos o criterios externos. En este sentido se han realizado diferentes trabajos como comparar las puntuaciones de sentido con pruebas de psicohigiene general (Lukas, 1986),  ansiedad, autoestima, satisfacción en la vida, bienestar existencial (Shek, 1993), e incluso con el test cumplimentado por personas cercanas a las que lo rellenaban inicialmente (Crumbaugh, 1969).

Por último, la ?validez predictiva? ofrece un índice del grado en que una prueba sirve para predecir comportamientos futuros. En este sentido Crumbaugh (1969) fue capaz de predecir el orden de puntuaciones de varios grupos con ciertas características y Noblejas (1997 y 1998) el comportamiento de grupos de personas con problemas de drogadicción en programas de tratamiento.

La fiabilidad se puede definir (Bisquerra, 1987) como la constancia o estabilidad de los resultados que proporciona un instrumento de medida. Los coeficientes de fiabilidad se interpretan como una correlación, considerándose que valores superiores a 0,75 indican alta fiabilidad. La objetivación de los diferentes matices de los aspectos recogidos en el test en diversas preguntas conducen a una mayor fiabilidad y al mismo tiempo al aumento del número de items planteados. Esto aclara la regla que indica que a más items, mayor fiabilidad y que, incluso, nos permite calcular cuántos items necesitaríamos para alcanzar una fiabilidad deseada.

Hay varios métodos para evaluar la fiabilidad:

– Métodos de consistencia interna. Se basan en obtener coeficientes de consistencia de los datos recogidos en los diferentes tests rellenados. Los más empleados son los coeficientes de Kuder-Richardson (específicamente el que se conoce como fórmula 20) que se usan para tests con items dicotómicos y el coeficiente alfa de Cronbach, aplicable a escalas de varios valores posibles (y que coincide con el de Kuder-Richardson cuando se usa en su cálculo la varianza descriptiva en lugar de la estimada).

– Método del test-retest. Se basa en aplicar la prueba en dos ocasiones distintas a las mismos sujetos y evaluar la correlación entre ambas mediciones. Tiene el inconveniente de que nada asegura cambios en la situación de las personas entre una prueba y otra, variable que habrá que intentar controlar en lo posible.

– Método de formas paralelas. Se administran dos formularios similares, que no son iguales pero que intentan medir lo mismo, a un grupo de personas y se estudian la similitud de los resultados por medio de la correlación, pero con algunas correcciones de sesgo.

– Método de las dos mitades. Consiste en dividir el test en dos partes (pares frente a impares o la primera mitad frente a la segunda) y buscar la correlación entre ambas (para lo cual se puede usar el coeficiente de Spearman-Brown o los coeficientes de Guttman).

Estos métodos están tomados de la Teoría Clásica de los Test; no abordamos la aproximación de la Teoría de la Generabilidad o la de la Respuesta al Item (se puede consultar Martínez Arias, 1996) por estar considerando un test de autoinforme sencillo sin que se hayan considerado factores de variación como observadores, situaciones, ensayos, grupos de tareas, etc. Sin embargo, en futuros trabajos, se podría tener en consideración la Teoría de la Generabilidad para la puntuación de la parte libre del Logotest por varios observadores independientes.

MATERIAL Y MÉTODO

Los tests PIL y Logotest fueron rellenados por 841 personas en un muestreo no probabilístico de tipo casual.

La descripción de ambos instrumentos puede encontrarse en sus manuales (Crumbaugh y Maholick, 1969; Lukas, 1986) o en una síntesis presentada anteriormente (Noblejas, 1999). Para facilitar la lectura del presente artículo incluimos la agrupación de preguntas en factores y partes en las tablas 1 y 2.

      Tabla 1. Agrupación factorial de las preguntas del test PIL.

FACTORES PREGUNTAS (por orden de importancia en el factor)
Experiencia de sentido (FP2) P2 P5 P1 P9 P19 P20 P17
Percepción de sentido (FP1) P11 P16 P4 P6 P10 P12 P9 P20 P17
Metas y tareas (FP3) P13 P3 P8 P7 P20 P17 P19
Dialéctica destino-libertad (FP4) P14 P15 P18

    Tabla 2. Agrupación en partes y factorial de las preguntas del Logotest.

PREGUNTAS PARTES del test FACTORES
FL1 FL2 FL3 FL4 FL5 FL6
LI1

Parte I
Contenidos de sentido X
LI2 X
LI3 X
LI4 X
LI5 X
LI6 X
LI7 X
LI8 X
LI9 X
LII1

Parte II
Síntomas de frustración existencial X
LII2 X
LII3 X
LII4 X
LII5 X X
LII6 X
LII7 X
LIII1 Parte III
Casos propuestos y propio X
LIII2 X
LIII3A Escala de Sentido X
LIII3B Escala de Actitud X
Los nombres de los factores son: FL1 Frustración existencial, FL2 Balance existencial, FL3 Metas y tareas, FL4 Intereses y compromisos, FL5 Flexibilidad axiológica y FL6 Sentido en el entorno.

Como análisis estadísticos de la fiabilidad hemos seleccionado, de entre los más frecuentes en la bibliografía: el coeficiente alfa de Cronbach y los coeficientes de Guttman (en concreto recogemos el Lambda 4 o de ?límites inferiores? y el Lambda 6) y de Spearman-Brown para el análisis en dos mitades (por el método de preguntas pares frente a impares).

Todos los análisis se han realizado con el procedimiento RELIABILITY del paquete de estadística SPSS.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los resultados encontrados para los dos test como conjuntos los recogemos en la tabla 3.

  Tabla 3. Estadísticos de fiabilidad de los test logoterapéuticos.

ESTADÍSTICO Test PIL   Logotest
Alfa 0.879 0.513
Alfa estandarizado 0.892 0.539
Guttman (Lambda 4) 0.838 0.412
Guttman (Lambda 6) 0.893 0.584
Spearman-Brown 0.838 0.591

Los estadísticos encontrados para el test PIL indican una gran fiabilidad, similar a la encontrada tanto por sus autores como por otros estudios: Shek (1986) en China (0.84 para la alfa de Cronbach y 0.82 para el coeficiente de Guttman) o Reker y Cousins (1979) en Estados Unidos (0.87 para Speraman-Brown y 0.79 para un test-retest).

Centrándonos, ahora, en el Logotest, podemos ver que los índices de fiabilidad son bajos. La autora del mismo (Lukas, 1986), informa en su baremación de un coeficiente de fiabilidad de Spearman-Brown de 0.835, para una división de la parte I del test en dos mitades, lo que supone un índice muy alto para un sub-test de 9 preguntas. Así mismo, justifica con la teoría de Rash la unidimensionalidad del test y la incorporación de items.

Las relaciones de las distintas partes del test con la estructura factorial y sus relaciones ya las estudiamos (Noblejas, 1999) con resultados muy similares respecto a los planteamientos de la autora en su construcción. Sin embargo, en el caso de la fiabilidad, la versión española no da resultados parecidos.

Intentamos, en todo caso, una aproximación más detallada a las diferentes partes del test, aunque sólo con el coeficiente alfa de Cronbach ya que permite el estudio de la fiabilidad con bajo número de preguntas (no hay que dividirlas en dos grupos) y porque las variaciones entre los distintos índices de fiabilidad no son importantes. Para ello se han estudiado: la fiabilidad de las partes originales de la prueba, de combinaciones de éstas, así como de los factores y algunas combinaciones de éstos. Se obtienen los resultados de la tabla 4.

  Tabla 4. Estadísticos de fiabilidad para algunas partes del Logotest.

LOGOTEST agrupaciones Coef, Alfa Coef. Alfa estandarizado
Total 0.513 0.539
Parte I 0.364 0.367
Parte II 0.507 0.527
Parte III 0.335 0.353
Partes I y II 0.459 0.493
Partes II y III 0.486 0.512
Factor 1 (? Parte II) 0.289 0.418
Factor 2 (LIII3 A y B) 0.635 0.687
Factor 3 0.342 0.332
Factor 4 0.400 0.400
Factor 5 (LIII 1 y 2) 0.604 0.604
Factor 6 0.299 0.307
Factor 3, 4 y 6 (? Parte I) 0.418 0.408

Para la definición de factores ver Noblejas (1999), aunque aquí se han considerado las preguntas sin coeficientes de ponderación.

Según estos datos, para la versión española del Logotest, la parte de la estructura original que más fiabilidad aporta sería la II o recogida de los síntomas de frustración, que cuenta con 7 preguntas. La parte I (que recoge las áreas de sentido con 9 preguntas) y la parte III (preguntas por la felicidad ?LIII1-, sufrimiento ?LIII2- y escalas de sentido ?LIII3A- y actitud ?LIII3B-), son las que aparecen con peor fiabilidad. Esta última parte III, sin embargo, analizada como los dos factores diferenciados que contiene (F2 y F5), aporta un importante incremento de la fiabilidad, máxime considerando que sólo están compuestas de dos puntajes cada uno, llegando a 0.60.

La consideración del resto de los factores no tiene mayor interés; simplemente resaltar que la corrección de la parte I y parte II en las dos preguntas que cambian de factor (ver Noblejas, 1999) hacen, respectivamente, aumentar y reducir su fiabilidad ligeramente.

Tenemos que destacar que hasta ahora no hemos tenido en cuenta uno de los aspectos que influye sobremanera en los resultados de fiabilidad: la longitud del test, o número de items que lo componen.
Basándonos en la ecuación de Spearman-Brown, podemos obtener la fiabilidad de un test con un número distinto de items paralelos al test original (ver Martínez Arias, 1996):

Cf = Nf ? Ci /( Ni + (Nf-Ni)? Ci )

Siendo Cf el coeficiente de fiabilidad para una longitud final Nf y Ci el coeficiente de fiabilidad de la longitud inicial Ni.

Aplicando esta corrección para un hipotético test (semejante al Logotest) de 20 preguntas, la parte II pasaría a tener una fiabilidad de 0.761 y la parte III, 1 y 2, (correspondiente al factor 5), tendría una fiabilidad de 0.813. Esto, considerando que se esté en disposición de desarrollar un test de 20 preguntas sobre los aspectos indicados sin problemas en las propiedades de los items, ya nos situaría en condiciones de fiabilidad más aceptables.

En definitiva, esta baja fiabilidad del Logotest puede estar ilustrando un viejo problema de la teoría clásica de los test. La fiabilidad (interna) exige altas correlaciones entre los items y la validez (predictiva) exige bajas correlaciones entre los mismos para atender a los diferentes aspectos del tema que se pretenden recoger. Recuérdese además que el Logotest pretendía abordar aspectos no presentes en el PIL y que tiene una estructura intrínseca más diferenciada.

En esta disyuntiva, muchos autores aconsejan (ver, por ejemplo, Guilford y Fruchter, 1978) que cuando se dan conflictos entre el interés de recoger aspectos diferenciados de un constructo y el deseo de obtener coeficientes de fiabilidad altos se opte por baterías de test y no por tests simples.

CONCLUSIONES

El estudio de la fiabilidad de los tests PIL y Logotest, a partir de los datos obtenidos en las baremaciones españolas, nos lleva a verificar el comportamiento del PIL como una prueba fiable. Sin embargo, se han encontrado unos coeficientes bajos para el Logotest. Esto último nos plantea la posibilidad de una mejora de este test, posiblemente a través de estudios y desarrollos estadísticos relacionados con el incremento del número de preguntas para cada uno de los factores que comprende.

Mª Ángeles NOBLEJAS DE LA FLOR es doctora en CC. de la Educación y Vicepresidenta de la Asociación Española de Logoterapia.

BIBLIOGRAFÍA

– Bisquerra, R. (1987). Introducción a la estadística aplicada a la investigación educativa. Barcelona: Promociones Publicaciones Universitarias.
– Boado de Landaboure, N.B. (1994). Escala existencial de A. Längle y C. Orgler. Un instrumento técnico para el abordaje preventivo, diagnóstico y terapéutico. Buenos Aires: Fundación Argentina de Logoterapia.
– Crumbaugh, J.C. y Maholick, L.T. (1969). Manual of instructions for the Purpose In Life test. Saratoga: Viktor Frankl Institute for Logotherapy.
– Guilford, J.P. y Fruchter, B. (1978). Estadística aplicada a la psicología y la educación. Bogotá: McGraw Hill.
– Jaspers, K. (1996). Psicopatología general. México: Fondo de Cultura Económica.
– Lukas, E. 1986 (Versión castellana de 1996) Logo-test. Test para la medición de la ?realización interior de sentido? y de la ?frustración existencial?. Ed. Almagesto: Buenos Aires. (Se ha confrontado también con otra traducción del original alemán de J.Coloma).
– Martínez Arias, R. (1996). Psicometría: teoría de los tests psicológicos y educativos. Madrid: Síntesis.
– Noblejas, M.A. (1997). Meaning levels and drug-abuse therapy: an empirical study. The International Foum for Logoterapy, 20, (1), 46-52.
– Noblejas, M.A. (1998). Evaluación de los abandonos en las primeras fases de un programa de tratamiento de drogadicción. NOUS, (2), 73-79.
– Noblejas, M.A. (1999). Estructura factorial de los tests PIL y Logotest. NOUS, (3), 67-84.
– Reker, G.T. y Cousins, J.B. 1979. Reliability of the Seeking Of Noetic Goals (SONG) and Purpose In Life (PIL) tests. Journal of Clinical Psychology. 35, (1), 85-91.
– Shek, D.T.L. 1986. The purpose in life questionnaire in a chinese context: some psychometric and normative data. Chinese Journal of Psychology. 28, (1), 51-60.
– Shek, D.T.L. (1993). The chinese Purpose-In-Life test and psychological well-being in chinese college studentes. The International Forum for Logotherapy, 16, (1), 35-41.