Respaldo de material de tanatología

SENTIDO Y COMUNIDAD

Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (1997). Sentido y comunidad. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial.  (1), 33-42.

SENTIDO Y COMUNIDAD

Desde un interés personal de profundizar sobre la relación íntima entre sentido y comunidad, como desarrollo inherente de la autotrascendencia del ser humano, me dirigí a las obras de autores Latinoamericanos. Consideraba que su labor desde su realidad de pueblos con tan graves problemas sociales (derivados en gran parte de la interrelación mundial) podía aportarme importantes consideraciones en este tema.

Y, evidentemente, en el libro de Gerónimo Acevedo he encontrado aspectos que pueden reorientar mi comprensión, por ejemplo, al enfatizar la dimensión familiar o al poder traducir en cierta medida su concepción de la salud con sus implicaciones sociales e institucionales a las relación de injusticia Norte-Sur (salud como desarrollo de las condiciones necesarias a nivel social para que todos y cada uno de los hombres puedan encontrar y llevar adelante su esencia y sentido).

No obstante, dado que el planteamiento de Gerónimo Acevedo lo abordamos ayer, quiero presentar otro libro que he comenzado a trabajar entresacando las notas que podían hacer mayor relación a este tema de sentido y comunidad. Es el libro:

Etcheverry, J. A. (1990). Viktor Frankl y la logoterapia. Psicología de la esperanza para un mundo en crisis (donde vivir es un riesgo). Buenos Aires: Almagesto.

Presentación del libro

Juan Alberto Etcheverry se plantea como un objetivo de su libro el reflexionar sobre distintos aspectos de la realidad según su comprensión logoterapéutica del hombre y del mundo. Por ello, no es de extrañar que su lectura nos desvele una visión de la Logoterapia personalizada y contextualizada dentro de la situación latinoamericana.

Esta personalización, considero que es una labor que todo logoterapeuta ha de hacer para que la logoterapia además de un instrumento de trabajo y ayuda a otras personas, sea una concepción que nos ayude en nuestra respuesta a la vida personal, familiar y social en un camino de humanización, tanto de nuestras respectivas disciplinas, como de la humanidad. Ello en la línea que Viktor Frankl apuntaba con su idea de que el hombre ya ha llegado hace mucho tiempo al monoteísmo, pero que todavía no ha llegado a la comprensión de una sola humanidad (“monantropismo”). Estimo que sin este objetivo la logoterapia puede convertirse en un fin en sí misma y alejarnos del sentido.

En los sucesivos capítulos, el autor presenta a Viktor Frankl y su obra, desvelándose ésta como respuesta a una necesidad de nuestro mundo moderno: la búsqueda de sentido.

Deja constancia expresa de que el capítulo I, dedicado a los aspectos biográficos, ha sido supervisado personalmente por Frankl. Refleja cuatro momentos esenciales en la experiencia vital del mismo y apunta como bases importantes en la construcción del pensamiento frankliano la obra de Teilhard de Chardin (ciencia y mística se funden en un abrazo) y de Max Scheler (valores). Tales momentos son: 1) Momento interrogativo (la primera juventud, cuando se formula las grandes preguntas existenciales sobre la muerte, el sentido de la vida, el futuro como proyecto a realizar). 2) Momento pático o dramático (experiencia de los campos de concentración, encontrando sus caminos de sentido). 3) Momento científico (el pensamiento frankliano elaborado en teoría antropológica y práctica psicoterapéutica se despliega paulatinamente por la mayor parte de los países). 4) Momento sapiencial (corresponde al descubrimiento del inconsciente espiritual y la presencia personal y viva de Dios en las profundidades del corazón humano).

También hace un recorrido de las visitas de Frankl a Argentina, su impacto y la organización de Encuentros y Congresos desde la idea de que la logoterapia es una escuela abierta a su propia evolución. Así dice: “El sistema frankliano es un desafío a la creatividad y por su contenido intrínseco se presta perfectamente al aporte latinoamericano. Hace a nuestra forma de ser y estar en el mundo.” (pg. 32).

Estas mismas palabras podríamos decírnoslas hoy nosotros en España.

A través de los diferentes capítulos va exponiendo los principales conceptos logoterapéuticos y situando la logoterapia como una de las herramientas más útiles para los desafíos contemporáneos, con un lugar concreto entre las psicoterapias. Todo ello desde la base de que toda psicología se asienta sobre una antropología y que toda antropología es la obra de un hombre, como explícitamente desarrolla la logoterapia.

Es original e interesante su planteamiento del vacío y la frustración existencial desde la perspectiva de los pueblos latinoamericanos (capítulo 4), de la relación sentido y comunidad (capítulo 6) y de la logoterapia y los derechos humanos (capítulo 7), como después veremos.

En el aquí y ahora de la logoterapia (capítulo 8) plantea cómo el currículum de Frankl es toda su vida, cómo la logoterapia vale por su contenido intrínseco, independientemente de su creador al que no hay que caer en mitificar y que es una escuela abierta. También distingue en la estructura del cuerpo logoterapéutico una logoteoría, una logoterapia y una logoactitud, aunque Frankl no estaba en un principio muy de acuerdo en introducir este último término (posteriormente lo admitió).

Etcheverry plantea la logoactitud como la invitación que encierra la logoterapia a operar dentro del campo bipolar alteridad-compromiso, sin que deba mediar un diagnóstico preciso de falta de sentido y/o salud (mental o global). La inserta en el siguiente esquema (pg. 204):

TEORIA filósofo
antropólogo
sociólogo
educador
agente de
  pastoral
INDIVIDUO LOGO TERAPIA médico
psicólogo COMUNIDAD
ACTITUD asistente social
enfermera
agente de salud

Termina con un capítulo (el noveno) de visión de conjunto del libro, glosario de términos y bibliografía. Como Anexo presenta los antecedentes académicos y científicos del Dr. Viktor E. Frankl.

Ideas que destaco del libro para una reflexión sobre el tema sentido y comunidad.

Por contar con una estructuración que facilite la reflexión, las ideas que destaco están agrupadas en torno a cuatro núcleos temáticos, si bien todos están estrechamente relacionados.

1.- La alteridad es la atmósfera englobante que plantea la logoterapia. Alteridad es compromiso.

“La obra frankliana es teoría y práctica psicoterapéutica, pero también una ética de compromiso con el mundo y con los seres concretos que lo construyen día a día.” (pg. 16).

“La salud es la capacidad de luchar en la vida, de responder y crear en el seno de una comunidad compleja y móvil.” (pg. 56).

descubrir y asumir el sentido de la vida

porque el hombre es peculiar (único)
singular (vive una sola vez)

para desarrollar valores de creación (trabajo)
vivencia (amor)
actitud (testimonio)

que se viven en comunidad
(pg. 57)

La reflexión sobre el primer punto nos lleva a ver que un concepto esencial de la logoterapia como es el de la autotranscendencia, base de la responsabilidad, incluye en si mismo la dimensión social del hombre, su aspecto comunitario, la alteridad.

La base fundamental de la ayuda logoterapéutica es el encuentro existencial de un yo con un tú, en el que los valores, tanto de uno como de otro, se ponen de manifiesto, siempre con respeto y sin ninguna actitud de imposición del logoterapeuta. Por tanto, ¿ha de desvelarse  en el logoterapeuta una actitud de compromiso, no sólo con el tú con el que se encuentra en un momento determinando, sino con la humanidad global para que esta potenciación de su autotrascendencia sea una base más sólida para la ayuda?. En otras palabras, ¿habría que cultivar algo así como una dimensión social de la relación de ayuda, manifestada en el compromiso del logoterapeuta en su vida personal, familiar y social por la realización de los valores que descubre como buenos para la humanización de esos ámbitos?. ¿La logoterapia, para ser tal, lleva inevitablemente al compromiso social por la realización de esos valores?.

Llegados a este punto, encontramos la segunda línea de reflexión que se desprende de estas citas: el protagonismo individual y comunitario en la existencia humana.

2.- Protagonismo individual y comunitario en la existencia humana.

– Dentro de las preguntas existenciales Etcheverry incluye:

¿Cuál es mi misión en la vida?.
¿Cómo me relaciono con los demás?.
¿Cómo intervengo en la comunidad de la que formo parte?. Es la crisis de participación, que plantea la tolerancia como paso previo para la solidaridad y la ruptura de la diada opresores/oprimidos.

– La Logoterapia intenta superar lo fáctico en una dinámica que va desde la conciencia ingenua, pasando por la crítica, hasta terminar en la conciencia que asume el compromiso consigo misma y con los demás. Es arribar al para qué desde el por qué.” (pg. 59).

“… el logoterapeuta apela a la capacidad de oposición del paciente, ayudándolo desde su rol a que se asuma como sujeto de deberes y derechos (como individuo y como pueblo). (…). Dostoievski, en Crimen y castigo, diferencia dos tipos de hombres: ‘los dueños del presente y los dueños del futuro’. Dice que ‘las personas del primer grupo conservan el mundo y lo multiplican numéricamente; los personas del otro grupo lo mueven y lo llevan a su fin’.” (pg.60).

“La concepción frankliana promueve un trabajo que no se limita a la salvación de un individuo; quiere despertar el ejercicio de la libertad de un miembro activo de la comunidad a fin de que viva y participe con ésta y para ésta. Hacer lo contrario implica caer en un reduccionismo, quizás el más sutil porque encierra al hombre dentro de sí mismo, alienándolo al privarlo de construir la civilización del amor.” (pg. 61).

Etapa terapéutica
Paciente Terapeuta
Catarsis Conciencia ingenua
¿por qué? Actitud de aceptación y continencia
Esclarecimiento
(en el ‘aquí y ahora’) Conciencia crítica
¿cómo? Actitud de confrontación
(ser/deber ser)
Plan de vida Conciencia comprometida
¿para qué? Actitud de apoyo
(pg. 62).

– En cuanto meta, dentro de las coordenadas propias de tiempo y espacio, cada uno debe elaborar y concretar un proyecto.
El proyecto no es una formulación abstracta. El proyecto debe ser traducido en un estilo de vida, implícito o explícito, sujeto creativamente a la influencia cultural, con valores o disvalores propios de la naturaleza humana y, finalmente con una dimensión individual y otra social (memoria del pueblo).” (pg. 114).

– Los sectores marginados de la opción pueden encontrar tanto a nivel de pueblo como de individuo, con mayor facilidad, el sentido de la vida a través de la lucha por la liberación de todos los condicionamientos, sean del tipo que fueren, y a través del compromiso por la superación histórica de las contradicciones en que se hallan sumergidos.

Como podemos ver en estas citas, Etcheverry postula explícitamente ese compromiso social como esencial tanto en la actitud del terapeuta como en el proceso a seguir por el paciente.

3.- Crítica a la sociedad como perturbadora y transgresora del sentido – Papel de la Logoterapia.

– La sociedad falla en motivar a los individuos para un conjunto de objetivos sociales (…). (pg. 162). Podríamos recordar aquí la necesidad de modelos significativos, de que habla la logoterapia, para el descubrimiento de valores.

– “Ahora bien, el cuadro de situación que presenta aquel hombre o aquel pueblo que han vaciado su propia vida por descuidar la dimensión noética de la existencia, es cualitativamente distinto del que sufre aquel hombre o aquel pueblo que han sido marginados de las áreas de la creatividad y decisión humanas. La primera situación consiste en un autovaciamiento en el que se cae por sumergirse irresponsablemente en una sociedad consumista. La segunda, es el resultado de una vaciamiento desde afuera, por la imposición de condicionamientos de todo tipo, muchas veces arrastrados a lo largo de generaciones enteras. (…) la realidad puede conducir a la frustración por exceso y también por carencia. (…) La necesidad de alimentación, vivienda, educación, etc., precisa “satisfactores” [aquí, encontramos también la aportación de Gerónimo sobre los satisfactores para entender mejor este concepto] que vayan ascendiendo gradualmente desde lo destinado a la mera supervivencia hasta cubrir la satisfacción ontológica (existencia , convivencia, realización, sabiduría, trascendencia).
La interferencia en este proceso ascensional detiene y coarta. El hombre queda ocupado por lo inmediato y urgente, viendo constreñida su creatividad. (…) Se determina así una traba al ejercicio de la libertad y responsabilidad y, en virtud de ello, el hombre se angustia. No es ya la inquietud sorda, poco definible y muchas veces culpable de la carencia de objetivos y el hastío sino el encadenamiento sentido desde el origen de la existencia (ya sea en el orden cronológico o en el de la maduración).
El ‘estar en el mundo’ así recortado presupone una existencia condenada a una realización parcial y seriamente comprometida en su dimensión trascendente.
La frustración existencial del hombre al que nada impide ser protagonista (y que, por tanto, tiene opciones) es similar en sus manifestaciones a la del hombre condenado a ser periférico (que sigue prescripciones). Pero uno, con todo al alcance de la mano, se aburre, mientras el otro está alienado por sus carencias.” (pg. 120-122).

– “El vacío existencial, cuando encarna en el hombre marginado, reconoce como buena parte de sus causas a los condicionamientos externos que éste sufre. La misión del terapeuta consiste en promover su madurez para que recorra el camino de la liberación de tales condicionamientos y así ‘tener más para ser más’. (…) cada individuo ocupa un lugar diferente en la comunidad y pertenece a una subcultura determinada. El hombre marginado y dependiente posee una escala de valores y un código comunicacional propio y peculiar. El terapeuta también cuenta con lo suyo como producto de su extracción social, formación y desempeño profesional. (…) El hombre marginado corre el riesgo de quedar sin respuesta, agregando un nuevo fracaso a su vida.
Por lo anterior es preciso que la Logoterapia sea enriquecida por aportes de quienes estén comprometidos racional y afectivamente con las ‘realidades periféricas’ (no protagonistas), rescatando para el conocimiento y la praxis universal la riqueza de un pensamiento original y creativo.” (pg. 122-123).

Se sigue explicitando abiertamente una actitud de compromiso que se concreta en la liberación de condicionamientos. Esto nos lleva al tema de logoterapia e ideología, el cual también se lo plantea Juan Alberto Etcheverry y dice: “Es un despropósito ideologizar la Logoterapia como ya se hiciera, en algunos espacios, con el psicoanálisis. Pero no hay que rehuir confrontar la realidad con los principios nucleares del proyecto Frankliano y denunciar la incoherencia cada vez que sea el caso, usando la voz que mejor exprese lo denunciado y a quién denuncia. La precaución respecto de las ideología no debiera llevar a la confusión y el desgaste conceptual. ‘Liberación y dependencia’, ‘opresores y oprimidos’, pueden convertirse en eslogans huecos si se repiten acríticamente y sin renovación; pero sintetizan una verdad lamentable y persistente como es la explotación del hombre por el hombre. ¿Hay otra manera de lamentar que la civilización del amor sea un horizonte hacia el cual muchos ni siquiera enderezan sus pasos?. Cuando todavía no hemos conseguido alcanzar la plenitud de la humanización para todos, ya la noosfera se propone interrogantes inéditos. La manipulación genética y los hallazgos de la física cuántica mutarán sin duda al mismísimo hombre, al igual que la revolución informática en curso” (pg. 205).

4.- Derechos humanos.

“En el drama humano de la lucha por los derechos esenciales, la tesis es la proclamación de la dignidad inviolable de la persona humana; la antítesis es el atropello y la tortura; la síntesis es todo este giro antropológico del que la Logoterapia es parte principalísima.
La Logoterapia desmitifica y propone su originalidad, motivando el respeto del hombre por el hombre, al sostener que todas las vidas, durante toda la vida, son intocables y llenas de sentido en sí.
El otro tiene derecho a que yo salga de mi estructura y penetre amorosamente en la de él.
El otro tiene derecho a vivir su propia muerte en el ‘no’ logoterapéutico a la eutanasia.
El otro tiene derecho a la vida.
El hombre no está terminado; transformar el mundo es posible, y es posible hacerlo en dirección hacia una comunidad de iguales.” (pg. 190-191).

Mª Ángeles NOBLEJAS de la FLOR (Madrid)
Dra. en Ciencias de la Educación
Miembro de AESLO