Respaldo de material de tanatología

EL TESTAMENTO VITAL.

EL TESTAMENTO VITAL.

Zarina  Enviando en: lunes, 14 de abril, 2003 – 06:53 pm

Se entiende por “testamento vital” cualquier documento en el que su firmante exprese aquello que representa su voluntad acerca de las atenciones médicas que desea recibir, o no, en caso de padecer una enfermedad irreversible o terminal que le haya conducido a un estado en el que sea imposible expresarse por sí mismo.

Cada persona, según sus deseos, puede elaborar su propio testamento vital personalizado, haciendo figurar en él cuantas indicaciones y razonamientos considere oportunos y pertinentes en defensa de sus derechos.

En su función específica, el “testamento vital” no está regulado legalmente en todos los países, ni mucho menos, pero conviene saber que, como cualquier otra declaración personal de voluntades, tiene plena validez en cuanto a lo que se declara desear, aunque también es cierto que puede chocar con el límite de aquello que la legislación vigente en un determinado momento y lugar permite asumir a médicos u otros (hoy, en la inmensa mayoría de países todavía se persigue como delito la eutanasia activa o el suicidio asistido).

En cualquier caso, con o sin dificultades legales, este documento, en la práctica, facilita extraordinariamente la toma de decisiones, por parte de quienes asumen la responsabilidad de un enfermo terminal imposibilitado de expresarse, respecto a las situaciones de enfermedad reseñadas en el documento y a las actuaciones médicas que se desean o no.

Por otra parte, si debe acudirse a la Justicia para reclamar el cumplimiento de la voluntad expresada por un enfermo que en ese momento es incapaz de valerse por sí mismo, la existencia de este documento previo siempre resultará una prueba sumamente importante y decisoria.

En España, la primera regulación legal del derecho a suscribir un “testamento vital” fue aprobada el 29 de diciembre de 2000 por el Parlamento de Cataluña. Posteriormente, otros gobiernos autonómicos, imitaron esta propuesta legislativa y aprobaron leyes similares. En suma, el “testamento vital” y la legislación de voluntades anticipadas aprobadas por los parlamentos catalán, extremeño y gallego, u otros textos legales que están en proceso de debate parlamentario, no son más que el desarrollo autonómico de lo aprobado en el año 1986 por la Ley General de Sanidad.

Un documento de estas características, de acuerdo con lo establecido por el artículo 9 del Convenio del Consejo de Europa sobre los derechos del hombre y la biomedicina de 1997, antes mencionado, debe entenderse como un elemento coadyuvante en la toma de decisiones, a fin de conocer con más exactitud la voluntad del paciente”.

A modo de guía, presento las observaciones e instrucciones que propone, la Asociación Derecho a Morir Dignamente para realizar este trámite:

a) El “testamento vital” conviene firmarlo ante un notario para que éste dé fe de la autenticidad de su firma. De no ser así, rubricarlo ante dos testigos que no sean familiares o personas ligadas por intereses económicos a quien suscribe el documento.

b) En el “testamento vital” sugerido por esta Asociación, se incluye la opción de que el firmante nombre un representante a fin de poder enfrentar la eventualidad de quedar imposibilitado para expresarse por sí mismo. En este caso, resulta obvio resaltar que la persona elegida como representante debe compartir o, al menos, comprender lo mejor posible, los deseos, valores y motivos personales que sustentan las decisiones del firmante respecto a las condiciones del final de su vida; siendo recomendable, también, que sea una persona que declare estar dispuesta a luchar por el cumplimiento íntegro de las instrucciones enumeradas en el “testamento vital” en caso de incumplimiento por parte de médicos y/o familiares. Puede resultar prudente nombrar un segundo representante, por si se diera la circunstancia de que el primero -por encontrarse ausente, haber fallecido o por cualquier otra razón- no pudiese cumplir con su cometido.

c) Los apartados 1, 2 y 3 del “testamento vital” sugerido por esta asociación contemplan distintas opciones para paliar el sufrimiento y evitar un alargamiento indeseado de la vida cuando el firmante considere que la calidad de ésta le resulta indeseable o inaceptable a causa de la degradación a la que le ha conducido su enfermedad. Si el firmante no está de acuerdo con parte de su contenido, lo que se solicita en estos puntos del documento puede eliminarse o variarse.

d) El firmante del documento puede suprimir también, según sea su voluntad, las enfermedades enumeradas en el punto 4 que no desea que figuren en su “testamento vital”.

e) A fin de garantizar al máximo el cumplimiento de la voluntad expresada en el “testamento vital”, resulta conveniente repartir copias del documento entre personas de confianza del firmante, incluido el médico de cabecera, si es factible. Es importante también dejar indicaciones sobre dónde localizarlo, por si un accidente o enfermedad súbitos impidieran al firmante poder expresarse.

f) Como medida suplementaria, puede enviarse también una copia del “testamento vital” al Registro de Testamentos en este caso, el representante, puede recabar asesoría sobre cómo utilizar el “testamento vital” registrado.

Modelo de documento propuesto por la Asociación Derecho a Morir Dignamente para redactar el “testamento vital”:
MANIFESTACIÓN DE VOLUNTAD SOBRE EL FINAL DE MI PROPIA VIDA
Yo, ………………………………………………………, con D.N.I. nº…………………………….. mayor de edad, con domicilio en ……… …………………………………………………………………….. ………. en plenitud de mis facultades, libremente y tras prolongada reflexión, DECLARO:
Que, si llego a encontrarme en una situación en la que no pueda tomar decisiones sobre mi cuidado médico, a consecuencia de mi deterioro físico y/o mental, por encontrarme en uno de los estados clínicos enumerados ? de este documento, y si dos médicos independientes coinciden en que mi estado es irreversible, mi voluntad inequívoca es la siguiente:
1. Que no se prolongue mi vida por medios artificiales, tales como técnicas de soporte vital, fluidos intravenosos, fármacos o alimentación artificial.
2. Que se me suministren los fármacos necesarios para paliar al máximo mi malestar, sufrimiento psíquico y dolor físico causados por la enfermedad o por falta de fluidos o alimentación, aun en el caso de que puedan acortar mi vida.
3. Que, si me hallo en un estado particularmente deteriorado, se me administren los fármacos necesarios para acabar definitivamente, y de forma rápida e indolora, con los padecimientos expresados en éste documento.
4. Los estados clínicos a los que hago mención más arriba son:
– Daño cerebral severo e irreversible.
– Tumor maligno diseminado en fase avanzada.
– Enfermedad degenerativa del sistema nervioso y/o del sistema muscular en fase avanzada, con importante limitación de mi movilidad y falta de respuesta positiva al tratamiento específico si lo hubiere.
– Demencias preseniles, seniles o similares.
– Enfermedades o situaciones de gravedad comparable a las anteriores.
– Otras: (especificar si se desea)
5. Designo como mi representante para que vigile el cumplimiento de las instrucciones sobre el final de mi vida expresadas en este documento, y tome las decisiones necesarias para tal fin, a:
Nombre del representante …………………………………………………….. ……………………..
6. Manifiesto, asimismo, que libero a los médicos que me atiendan de toda responsabilidad civil y penal que pueda derivarse por llevar a cabo los términos de esta declaración.
7. Me reservo el derecho de revocar esta declaración en cualquier momento, en forma oral o escrita.
Lugar………………… fecha ……………….. y firma.

TESTIGOS:
Fecha: …….. 1. Nombre …………………………………….. D.N.I. …………….. Firma: ……………
Fecha: …….. 2. Nombre …………………………………….. D.N.I. …………….. Firma: ……………

REPRESENTANTES:
Fecha: …….. 1º Representante: Nombre ………………… D.N.I. …………….. Firma: ……………
Fecha: …….. 2º Representante: Nombre ………………… D.N.I. …………….. Firma: ……………

D.N.I. = Identificación Oficial vigente, para que pueda ser legal.

¿Quien tiene la autoridad?

¿Quien tiene la autoridad?

      DEMETRIO RODRIGUEZ QUIROZ  Enviando en: lunes, 21 de abril, 2003 – 11:19 pm

CUANDO UNA VIDA ESTÁ EN PELIGRO ¿ QUIEN TIENE LA AUTORIDAD O LA RESPONSABILIDAD SOBRE LAS MEDIDAS A TOMAR PARA SALVAR AL PACIENTE?
– Un paciente llega con una intensa hemorragia causada por alguna herida. Necesita urgentemente transfusión sanguínea.
– Durante una intervención quirúrgica, la ruptura de vasos sanguíneos ponen en riesgo la vida de la paciente si no es recuperada la sangre por medio de una transfusión.
– Un bebé nace con eritroblastosis fetal o enfermedad hemolítica del recién nacido, sus niveles de bilirrubinas están tan elevados que son tóxicos, para su recuperación necesita de una exsanguinotransfusión, es decir, extraer su sangre y transfundirle sangre libre de anticuerpos irregulares que hemolizan su sangre.
El problema en este y otros casos es de que los pacientes o sus familiares son TESTIGOS DE JEHOVÁ
y no admiten transfusiones de sangre.
Incluso presentan una tarjeta, ya elaborada, en donde manifiestan su deseo de no permitir la transfusión.
He preparado unidades de sangre listas para enviar a transfundir, y llega el médico o la enfermera a avisarme que la transfusión se suspendió por ese motivo. A pesar de que la vida del paciente corre riesgos.
Pacientes han muerto por ese motivo.
¿ No tiene el deber , el médico, de usar todos los recursos disponibles para salvar una vida ?
¿ No está su autoridad en estos casos por encima de las ideas de los padres ?
¿ No está legislado como un delito el hecho que un bebé muera o quede con deficiencia cerebral, porque sus padres no permitieron el medio que los salvara, en este caso la transfusión ?

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      Zarina  Enviando en: miércoles, 23 de abril, 2003 – 04:48 pm

Demetrio:

Muchos responderemos sin titubear con un NO rotundo a ambas preguntas.

Sin duda no se trata de imponer la opinión de los unos a los otros, ni viceversa, un aspecto básico que debería ser indiscutible es: cada cual es el único dueño de su vida y de su muerte y, por ello, el único con derecho a decidir cuándo y cómo quiere poner término a un proceso vital doloroso y/o degradante del que sabe que no puede evadirse.
Sólo uno mismo puede y debe decidir en qué punto y bajo qué condiciones el seguir vivo ha dejado de ser un derecho para convertirse en obligación.

Si la dignidad es una cualidad inherente a la vida, con más razón debe serlo en el entorno de la muerte, que será la última vivencia y recuerdo que le arrancaremos a este mundo.

El mundo médico actual no puede estar basado solamente en la evidencia científica, para la cual la información que no pueda ser soportada en cifras no existe. El médico no puede olvidar que actúa sobre seres humanos con derechos y sentimientos que no tienen cifras de referencia o rango de normalidad y para los cuales debe tener presente que la Medicina además de técnica también es moral.
Ocurre que la Medicina y los avances sociales han logrado retrasar la muerte, se prolonga la vida, con el consiguiente incremento del número de personas con enfermedades crónicas e incurables, pero también y a la par, se alarga la fase final de la misma, se prolonga, incluso en ocasiones de forma interminable la agonía. Son muchas las enfermedades que pueden causar sufrimiento al final de la vida.

Nuestra sociedad no considera a la muerte como parte de la vida misma. El problema no es la muerte, sino la actitud frente a ella, el rechazo de la misma y las consecuencias para la vida, que sólo es una y limitada. Las claves no están en lo inevitable, sino en su rechazo y las consecuencias del mismo para la vida, con las desviaciones que en ella genera.
“Nuestra inteligencia, tan atrevida, tan activa, apenas se ha ocupado de la muerte” (Metchnicoff).

Hace unas décadas, los libros que trataban el tema de la muerte no incluían un aparte sobre las decisiones acerca del final de la vida.
La razón era muy sencilla: la muerte natural. Como no existían los avances médicos de los que hoy se dispone, no era necesario explicar a las familias y al medico los deseos y las expectativas personales en torno a las circunstancias deseables para morir. No había mayores decisiones que tomar; se moría en casa, pues los hospitales no fueron diseñados para morir en ellos, sin adelantar y sin retrasar el evento de la muerte y sin ningún tipo de medidas artificiales de soporte vital (la diálisis, la ventilación mecánica, las complejas cirugías, los catéteres, etc., no existían).
En vez de la alimentación parenteral, el enfermo recibía en su cama, de manos de un familiar amado, el tradicional caldo casero. Se moría al lado del medico de la familia, quien ya había anunciado al paciente y a su familia acerca de la proximidad del final, y con el apoyo de un sacerdote que los preparaba y reconfortaba espiritualmente.
Se temía a la muerte repentina pero no a la causada por una enfermedad, pues daba al moribundo la oportunidad de ponerse ?en gracia de Dios?, de despedirse de los seres queridos y de prepararse y de presidir su propia muerte.

Hoy las cosas son diferentes, y la muerte no ocurre cuando naturalmente debiera. La ciencia dispone de recursos médicos que pueden dilatarla por meses o años, manteniendo al paciente vivo biológicamente, pero sin capacidad de vivir a plenitud. Cada órgano o sistema que falle puede ser reemplazado para no dejar morir a la persona. El sufrimiento, el dolor y el costo de una intervención no se tienen en cuenta al tomar la determinación de hacerla, pues el objeto único es ampliar el tiempo de vida, aunque esto muchas veces signifique olvidar su calidad de vida y la voluntad del paciente.

En la actualidad cada nueva etapa, y prácticamente cada nuevo síntoma de la evolución de una enfermedad, exigen replantear las decisiones médicas vigentes hasta el día anterior para reemplazarlas por otras. Cada una de estas decisiones determina no solo la calidad de la vida restante sino la calidad de la misma muerte que ese ser humano habrá de experimentar (¿o padecer?)

Durante mucho tiempo la medicina estuvo regida por un espíritu paternalista que le otorgaba al medico poderes de semidiós. El paciente y su familia depositaban en el la responsabilidad de tomar las decisiones, con la certeza de que ellas serian las mas acertadas, sensatas y adecuada, y sin atreverse a cuestionarlas y mucho menos a contrariarlas.
Pero la aparición de importantes avances médicos y tecnológicos rompió, ese equilibrio: la muerte dejo de ser un evento triste, pero inevitable y previsible, para convertirse en algo incierto, solitario, que inspira temor y en lo cual, muchas veces, ni el paciente ni su familia tienen participación alguna.

El morir viviendo se puede alargar interminablemente gracias a la sofisticación de aparatos y procedimientos, mientras los pacientes y su familia se preocupan por el desenlace y por el prospecto de un morir de inquietante calidad.
Es así como surgen en el mundo entero los movimientos ?tipo eutanasia y no eutanasia- a favor del derecho a morir dignamente, ahora mas que nunca susceptible de ser violado debido a los abusos de la tecnología. (Llamado ensañamiento médico).

Esto ante la necesidad de defenderse, de agruparse para reclamar el control perdido y la autonomía y el derecho que establece la diferencia entre morir y poder ?vivir mi muerte?.
Con la conciencia de la propia autonomía y la divulgación de los derechos que asisten al paciente terminal ?por ejemplo, rehusar tratamientos o solicitar al medico verbalmente o por escribo o a través de documentos como: Esta es mi voluntad, que ante la perspectiva de una calidad de vida deplorable e indigna no aplique medidas inútiles y desproporcionadas a la situación- se dio origen a un terreno propicio para el conflicto entre la omnipotencia del medico y la voluntad del paciente informado, hoy en día parece haber consenso en torno al derecho que tiene todo paciente a ser informado. También se acepta, en menor escala, que su voluntad y sus deseos, expresión de su autonomía como ser humano, deben ser protegidos y respetados.

¿Qué a quien toca decidir?, el paciente mentalmente competente y adecuadamente informado acerca de las opciones que existen para enfrentar su grave enfermedad, debe poder tomar la decisión de aceptarla o rehusarlas, aun si la oposición del medico es contraria: Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad. En caso contrario, por aquellos que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.

Sin lugar a dudas una decisión reflexiva, tomada en conjunto entre el paciente y el medico, y en segundo lugar la familia, sería lo ideal.
Los deseos del paciente pueden ser ratificados en ese momento, si el está en condiciones de hacerlo, o pueden deducirse de documentos como: Esta es mi voluntad, en los cuales con la presencia de testigos o familiares, la persona expresa libremente su voluntad en torno a la forma como desearía que se diese su muerte: en casa o en una institución especializada, con o son medicación para controlar el dolor, con o sin auxilios espirituales, con o sin información detallada acerca del diagnostico y el pronóstico incluyendo o excluyendo a la familia en el proceso, agotando hasta el final la búsqueda de medidas extraordinarias para controlar de alguna forma la muerte inminente o señalando en que momento del recorrido y ante cuales síntomas deben abstenerse de iniciar nuevas intervenciones y medidas de soporte vital o retirar las existentes, no solo por inútiles, sino como productoras de sufrimiento adicional.

El paciente siempre debe ser tomado en cuenta, informado, consultado y acompañado en el duro proceso de tomar las decisiones relacionadas con su próximo final. Es ahí donde la ayuda Tanatológica es indispensable tanto para el paciente mismo como para la familia de éste.
Ahora bien, el medico no esta obligado éticamente a satisfacer cualquier requerimiento de su paciente, ni éste a permanecer ligado a un medico impositivo, irrespetuoso y tajante o con el cual no se haya establecido una buena relación, ni a aceptar a ojos cerrados y a cualquier costo físico y psicológico, su conducta y determinaciones. Para algunos enfermos, y esto es igualmente respetable, no se justifica el precio físico y emocional que hay que pagar por la curación, incluso si existe la certeza de que esta llegara tras unos días o semanas de infierno.
Si del otro lado, determinada intervención medica solicitada por el paciente o su familia riñe éticamente con los principios del medico, este deberá expresarlo sin sentirse culpable y sugerir otro profesional o institución.

Calidad de vida y Calidad de muerte:
Así como existe una preocupación por optimizar la calidad de vida hasta el final, es igualmente importante preocuparnos porque nuestros seres queridos tengan una muerte con la calidad, teniendo en cuenta sus deseos y necesidades.

Demetrio: Ahora te pregunto:
¿en donde termina el “deber” medico y donde empieza el llamado ensañamiento médico?

Besos.

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      Ovat Novato
Enviando en: lunes, 28 de abril, 2003 – 07:04 pm

Aquí se está hablando de una persona terminal. Me gustaría ir más lejos y considerar el caso de una persona físicamente sana.

Esta persona desea no vivir más (por la razón que sea). ¿ Se le debe considerar trastornado o loco por tener la idea de ya no querer vivir más ? Si la respuesta es si, entonces lo trataría un “experto” en enfermedades mentales, ¿ no es verdad ?. Pero si la respuesta es NO, ¿ lo debe de tratar un tanatologo ?

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      ZARINA Moderador
Enviando en: martes, 29 de abril, 2003 – 01:38 pm

Ovat:

Se le debe considerar Enfermo, ésta situación puede darse por varias razones: A) Fisica o B) Espiritual.
A): Por algun cambio hormonal, falta de producción de un químico en el cerebro,

B): Pérdida de algún tipo, ya sea muerte, divorcio, jubilación, nido vacío, entre muchisimas otras y desde luego que debe de ser tratada:
1.- Como un enfermo
2.- Por un Médico Psiquiatra o Tanatologo.

Dentro de la Tanatología hay una área que ya mencioné que se llama Logoterapia, ésta ayuda a éste tipo de personas, así como a suicidas en potencia, a encontrarle un sentido a sus vidas, a volver a sentirse y ser útiles tanto en sus vidas como en las vidas de los demas e integrarse a la sociedad.

Para la Logoterapia, la búsqueda de sentido es más que un derecho inalienable del hombre, es la esencia misma de su humanidad.

Si la reprime en su interior, encontrará el vacío existencial, pero si se consagra en ésta búsqueda verá su vida no solamente plena de sentido sino asimismo de los beneficios derivados de una existencia significativa, entre los cuales se encuentran la paz espiritual, la estabilidad mental y la capacidad de desarrollar un proyecto de vida autotrascendente.

?el sentido está, existe y tu tarea es solamente encontrarlo. El sentido no te lo pueden dar ni la sociedad, ni tus padres, ni tu terapeuta, ellos pueden ofrecerte respuestas significativas a tu situación, pero solamente tú puedes descubrir la más significativa para ti.”

La Logoterapia es el método de tratamiento psicoterapéutico que parte del espíritu y está centrado en la búsqueda de sentido.
A diferencia de la psicoterapia que parte de la dimensión psicológica, la logoterapia parte desde la dimensión espiritual.

El fundador de esta “tercera escuela vienesa de psicoterapia” llamada Logoterapia es Víktor E. Frankl considerado dentro de la psicología existencial desarrollada en Europa, como su máximo exponente.

Te recomiendo que leas un excelente libro de él:
“El hombre en busca de sentido”
Autor: Vicktor E. Frankl
Edit. Herder.

Tambien te pongo aquí la dirección del Instituto de Logoterapia en México.
http://www.logoterapia.com.mx

Saludos.

EL SIGNIFICADO DEL SUFRIMIENTO.

EL SIGNIFICADO DEL SUFRIMIENTO.

Zarina Moderador  Enviando en: viernes, 09 de mayo, 2003 – 02:56 pm

Zarina Moderador Enviando en: viernes, 09 de mayo, 2003 – 02:56 pm

El enigma del sufrimiento ha preocupado siempre al hombre.

A menudo, los sufrimientos se relacionan con la identidad, la búsqueda de un significado, un sentimiento de culpabilidad aunque sea poco razonable o injustificado, así como con el desconocimiento de que estos sentimientos son también experimentados por otras personas.

Los que estamos en la proximidad de los enfermos terminales, seamos médicos o no, tenemos que preguntarnos: ¿deberíamos intentar responder a sus interrogantes?, y si es así ¿Cómo deberíamos hacerlo? Están probando nuestra humanidad y buscando una fortaleza que no esta relacionada con nuestras funciones.

La respuesta interdisciplinaria de buenos cuidados paliativos es la que puede, y a menudo logra, traer un significado al sufrimiento inexplicable.

D. Bonhoeffer dijo: ?es infinitamente mas fácil sufrir obedeciendo a un mandato humano que aceptar el sufrimiento como un hombre libre, responsable.

Es infinitamente más fácil sufrir en compañía que abandonado.

Es infinitamente más fácil hacerlo como héroes públicos que solo y en la ignominia.

Es infinitamente más fácil sufrir la muerte física que soportar el sufrimiento espiritual”.

Víctor Frankl, a su vez, lo resumió así: ?El hombre no decrece por el sufrimiento sino por el sufrimiento sin significado?

Es necesario que todos intentemos hallar un significado para el sufrimiento que sea valido tanto para nosotros mismo como para nuestros pacientes.

La mayoría de los enfermos tienden a relacionar sus síntomas con el pasado, el presente y su futuro y buscan encontrar un sentido en lo que les ha pasado.

Desean generalmente recordar y relacionar lo que han hecho en la vida y al hacerlo así, tratan de hallar un significado que lo explique todo e identificar y rectificar las decisiones y orientaciones fundamentales que les han guiado en sus vidas.

Son muchas las preguntas que se hacen sobre si hicieron bien tal o cual cosa y frecuentemente les invade un sentido de fracaso y de culpabilidad.

Anhelan encontrar un significado para sus fallas y un reconocimiento por sus logros, aunque sean conscientes de que vivimos en un mundo que pronto se olvida del éxito y que a menudo resalta los fracasos.

Es la identificación de algo que ha dado valor a sus vidas pasadas lo que les puede dar sentido y seguridad delante de la muerte.

No es correcto o posible introducirse en las respuestas que el moribundo encuentra por si mismo, porque puede estar viendo y tocando un nivel mas profundo de la realidad de nosotros, por lo que debemos respetar su privacidad.

Cuando los pacientes buscan un significado para los momentos presentes, los temas que les preocupan suelen ser generalmente diferentes.

Se sienten poco queridos o escasamente atractivos. Su colostomia o mastectomia les ha alterado su imagen corporal o su sexualidad y a menudo les invaden pensamientos como: ¿Quién les va a querer o aceptar como ahora se encuentran? No se reconocen ni se aceptan como están. Se preguntan ¿Por qué estoy sufriendo? ¿soy todavía necesario?

Estos y otros pensamientos de duda pueden ser reducidos de intensidad si se logran compartir con personas con una educación adecuada en estos temas, como lo son los Tanatologos.

VALORACION DEL SUFRIMIENTO.

En la Medicina Paliativa o Alternativa, se estimula al paciente a hablar sobre las cosas que le preocupan.

El enfermo espera por lo general, alguna intervención activa para un problema determinado pero a veces solo pide un oído que escuche con simpatía sus otras preocupaciones, beneficiándose solo con ello.

Unos días mas tarde, cuando el primer problema puede haber disminuido en importancia, espera una acción sobre otros, algunos de los cuales no nos había mencionado previamente.

Esto que acontece con los síntomas físicos también ocurre con los problemas espirituales.

Un Médico que trabajaba en un hospital para enfermos terminales, encontró que si preguntaba al paciente, al poco tiempo de ser admitido, por 10 causas de malestar, este generalmente manifestaba 8 de carácter físico y 2 emocionales.

Si se repetían las mismas preguntas 4 o 5 días más tarde, 5 eran de carácter físico y 5 de origen emocional, mientras que a los 8 o 10 días del ingreso, la mayoría de las quejas eran de naturaleza espiritual, mencionando raramente los problemas físicos a pesar de que éstos no se habían aliviado completamente.

Esto se debe posiblemente a que ahora se encontraba el paciente en un ambiente mas adecuado para expresar otras necesidades y abrir su corazón a los que le atendien.

Un primer factor importante a considerar es que casi nunca un paciente moribundo mencionará el tema de las dolencias espirituales si antes no están resueltos sus problemas físicos, emocionales y sociales, porque para poder entrar en el aspecto espiritual es fundamental que el enfermo se encuentre aliviado del dolor y de otras molestias físicas y se sienta aceptado y acompañado.

El segundo requisito es que se le permita que hable de sus problemas espirituales, lo que implica que exista en el ambiente y en el equipo de cuidados una actitud positiva hacia los mismos, porque los pacientes solo se abren a estos aspectos con aquellos profesionales que demuestran un genuino interés y experiencia, elementos importantes e indivisibles.

El medico experto en el control del dolor que saluda a su enfermo todos los días preguntándole ¿Cómo tiene hoy el dolor? Es posible que solo consiga que se le indiquen sus diferentes dolores al excluir otros aspectos, mientras que aquel que le pregunte ¿como se siente ahora? O ¿puedo ayudarle de alguna forma?
Es muy probable que se enfrente con síntomas y problemas de importancia para el enfermo mas allá de los que habitualmente conoce.

Donación de órganos en México

Donación de órganos en México

Sólo 20 mil de los 100 mil mexicanos que requieren de un órgano o tejido para mejorar su salud podrán disponer de él, el resto está supeditado a que verdaderamente un milagro mejore su condición; ¿cómo ayudar?

La falta de información y los mitos generados en torno a la transferencia de órganos ha hecho que 80 mil potenciales receptores mexicanos vean alejada la posibilidad de mejorar su calidad de vida, ya que por estas razones no están inscritos en el Programa Nacional de Donación, el cual les abriría el abanico de esperanza.

En México, el número anual de muertes por problemas que pueden resolverse con trasplante de algún órgano o tejido es considerable: enfermedades renales (del riñón), 8 mil; cardiovasculares (del corazón), 90 mil; hepáticas (del hígado) 45 mil.

Lo anterior ha impulsado a las autoridades en la materia a emprender programas de difusión que han empezado a mostrar resultados alentadores. Al respecto habla para saludymedicinas.com.mx la licenciada Silvia Olivares, jefa de Comunicación Social del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra): “Desde hace dos años nos hemos dado a la tarea de concientizar a la población del país sobre una cultura de donación de órganos, en la que incluimos a pacientes, familiares y personal médico de las instituciones de salud que forman parte del programa. La labor no ha sido fácil, pues existen mitos que generan desconfianza y miedo a los familiares y a los propios receptores, pero paulatinamente hemos ganado terreno”.

El programa de difusión ha arrojado los primeros resultados: de 1963 -año en que se realiza el primer trasplante en México- a 1999 se llevaron a cabo 27 mil trasplantes en total en el territorio nacional, de los cuales 51% fueron de córnea, 48% de riñón y el resto de otros órganos. Ahora bien, hasta 1999 se efectuaron 70 trasplantes de corazón, pero sólo en el año 2000 fueron 7 y en 2001, 35, lo que indica que la población poco a poco responde favorablemente. Lo anterior se corrobora al contemplar las cifras en la sustitución de hígados, los cuales se habían efectuado hasta 1999, 117, en 2000 fueron 27 y en 2001, 57.

Zarina  Enviando en: sábado, 08 de octubre, 2005 – 04:28 pm

En la ciencia de la Tanatología: ¿Tiene Dios, realmente, la culpa de mi pérdida?

En la ciencia de la Tanatología: ¿Tiene Dios, realmente, la culpa de mi pérdida?
Por Myrna Zayas-Báez/ Tanatóloga
01/31/2007

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?…Somos más grandes que lo que nos ha ocurrido o nos pueda ocurrir. Podemos ser más grandes que el dolor. Es necesario tomar la determinación de no hacer de lo que nos ha ocurrido una excusa para no continuar. Como el famoso violinista (Quien padeció parálisis infantil) Isaac Perlman, podemos seguir haciendo música aunque nuestro instrumento esté roto.
San Juan, Puerto Rico. (Atanay.Com).-El siguiente artículo fue escrito por: Paulo Daniel Acero Rodríguez, Psicólogo Universidad Nacional de Colombia. Master Integración de personas con discapacidad Universidad Salamanca España. Director Científico Fundación VIDA POR AMOR A ELLOS. Investigador Principal Grupo Muerte y Duelo en el Contexto Colombiano, Universidad Manuela Beltrán.

El escrito que en este momento se apresta a leer, está inspirado y trata acerca de las enseñanzas recibidas a partir de compartir la experiencia con un gran número de personas que, como alguien que conoce, o como usted mismo, han sufrido profundamente y han sido lastimados en la vida y, en razón de ello, se preguntan ¿Por qué a mi?, ¿Por qué Dios no hizo nada para ayudarme?

Aunque necesariamente se reflexiona aquí acerca de la figura de Dios, este artículo, no pretende constituirse, ni más faltaba, en una defensa de Dios, pues, por lo menos para quien escribe, a todas luces es claro que Dios no necesita defensa, pues jamás se atrevería a creer y confiar en un dios que necesita que lo defiendan. Mas bien, este artículo es un intento para ayudar a comprender y enfrentar las duras realidades que tocan a la naturaleza humana, sin evadir las preguntas difíciles ni intentar manipular las respuestas para darle una bella y acomodada presentación.

En su libro ?¿Dónde está Dios cuando las cosas malas suceden??, Horace Duke hace, entre otros relatos, el de la experiencia de un joven llamado Thomas, quien fue violado antes de llegar a los diez años de edad, y en un grupo de apoyo se pregunta ¿Dónde estaba Dios cuando fui violado?

A lo largo de su reflexión, Duke, capellán de un hospital en los Estados Unidos, refleja las diversas inquietudes que ha recibido de parte de muchos jóvenes, todos víctimas de ataques sexuales, y va mostrando la progresión de sus conclusiones que van desde examinar si en los momentos difíciles ?Dios nos lleva cargados?, hasta concluir que, más que eso, en realidad al estar Dios al interior del ser humano, sufre con él su dolor y se identifica con su angustia, dándole la fuerza y la gracia, desde su propio interior, para empezar a vivir cada día de nuevo.

De manera similar, el rabino Harold Kushner, en su libro ?Cuando las cosas malas le pasan a la gente buena?, arroja luces útiles para que quienes sufren puedan manejar las clásicas preguntas: ¿Por qué?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué sufro sin causa justificada?

Entre algunas de las más centrales reflexiones, Kushner comparte la conclusión de que Dios no envía las cosas malas hacia nosotros. Con base en su experiencia y vivencias, Kushner plantea que Dios no causa que las cosas malignas sucedan.

Desde su condición, ofrece una respuesta de corte filosófico teológico a esas preguntas tomando como base las escrituras hebreas denominadas ?Así es la vida?. Desde esta visión se reflexiona: La lluvia cae y el sol alumbra tanto sobre el bueno como sobre el malo; los dos se mojan, si no están protegidos, y se pueden quemar con el sol si no se cuidan debidamente.

De una manera que conforta el espíritu, Kushner afirma que en ninguna manera Dios está tratando de cazar al ser humano y enfatiza que Dios está disponible para ayudarnos a enfrentar la vida.

Por su parte, Philip Yancey, en su libro titulado ?Cuando la vida duele? también ha realizado el ejercicio de tratar de darle una respuesta a las situaciones dolorosas de la vida humana desde un punto de vista espiritual.

Yancey propone algunas de las que podrían ser las razones por las que Dios se quedaría en silencio y no daría respuesta a nuestros gritos de auxilio ni a nuestros ruegos de que se resuelvan nuestras preguntas.

Para Yancey preguntas como las realizadas arriba tienen validez y no se les debe considerar ni como arrogantes ni como señal de sacrilegio o incredulidad. En su libro, Yancey concluye que Dios aún está al control de todos los asuntos de la humanidad y ello implica que permita que algunos realicen cosas malas llegando, incluso, a utilizar los actos malos de algunos, para propósitos que son, de alguna manera, más altos y difíciles de comprender para nosotros.

Desde esta perspectiva, todos los humanos estamos expuestos a sufrir adversidades en la vida, y la tarea consistiría en tomar la decisión de hacer frente a esos acontecimientos con o sin Dios.

En una orientación similar a este último planteamiento se encuentra la conclusión a la que llegó el renombrado psiquiatra Víctor Frankl y que se encuentra contenida de manera clara en su libro ?El hombre en busca de sentido?, en el cual, luego de relatar su propia vivencia al perder a toda su familia en los campos de concentración alemanes y, casi perder su propia vida, determinó no ponerse en la desgastante tarea de señalar culpables, elemento común a todos los que sufren la pérdida de seres queridos o elementos de gran valía emocional como puede ser una función corporal, uno o más miembros del cuerpo, la libertad personal, etc.

Frankl afirma que todo le puede ser arrancado al ser humano menos la capacidad de decidir qué actitud asumirá ante esas circunstancias. En este sentido, Frankl opta por enfatizar que, es la determinación de no entregarse a la adversidad la que nos permite continuar con los deseos de vivir aún en medio de las más dolorosas situaciones.

Retomando las posiciones antes expuestas, y teniendo en cuenta que es una conducta recurrente, se puede afirmar que pudiera parecer cierto que las pérdidas y la aflicción serían menos difíciles de enfrentar si supiéramos la razón por la cual nos ocurren. Sin embargo, tenemos que reconocer que ese no es siempre el caso.

Considero que, en la mayoría de las ocasiones, nunca llegaremos a entender las razones por las que nos ocurren o Dios permite que sucedan ciertas cosas dolorosas. Pero surge una pregunta, ¿Es real que el dolor disminuye, o que las heridas sanan con el hecho de saber las razones por las cuales nos ocurrieron determinados hechos?

El propio ejercicio profesional que está cercano, de manera cotidiana, a personas en duelo, me permite afirmar que los corazones afligidos no se curan con respuestas y que el dolor no disminuye con razones o argumentos.

Retomando a Horace Duke, puedo señalar que hay dos elementos fundamentales a tener en cuenta cuando se trata de iniciar un proceso de recuperación por heridas graves que sobrepasan el daño físico y producen dolor emocional, psíquico e inclusive espiritual.

El primer elemento implica reconocer que lo que nos está sucediendo es parte del proceso de la vida, y la palabra central aquí es proceso, lo que significa que no durará indefinidamente. El dolor algún día pasará. El segundo elemento, consiste en no esperar a que se produzca una recuperación definitiva ni esperar que se pueda volver a ser lo que se era antes de la ocurrencia del suceso trágico.

La experiencia nos muestra que es muy difícil que la gente se recupere y acepte totalmente lo que le ha sucedido cuando ha sido víctima de la maldad de otro semejante o de una tragedia sin sentido.

Pero, también la experiencia no nos deja olvidar que el espíritu humano puede ajustarse, volver a vivir la libertad desde otra perspectiva de vida y colocarse por encima y más allá de la maldad o la injusticia sufrida, como nos lo muestran ejemplos como el del mismo Viktor Frankl y, para, citar casos cercanos, como Tony Meléndez.

De modo que el desafío consiste en hacer uso de la potencialidad que tiene todo ser humano para dejar atrás la adversidad, para proyectarse a pesar de la oscuridad del camino, para ser más grande que las heridas que haya recibido.

Somos más grandes que lo que nos ha ocurrido o nos pueda ocurrir. Podemos ser más grandes que el dolor. Es necesario tomar la determinación de no hacer de lo que nos ha ocurrido una excusa para no continuar. Como el famoso violinista (Quien padeció parálisis infantil) Isaac Perlman, podemos seguir haciendo música aunque nuestro instrumento esté roto.

Fuente: www.atanay.com/noticia.aspx?n=5255

ESCRITURA AUTOMÁTICA O MEDIÁNICA (del foro ayuda al duelo)

ESCRITURA AUTOMÁTICA O MEDIÁNICA

        ¿Como efectuar la escritura automática?
        Existen dos formas distintas par a desarrollar la escritura automática, y que pueden utilizarse según las propias capacidades.
        La 1ª y la más común de las dos es la que sirve de una tablilla espiritista que se apoya en una tabla en la que cual están dibujadas todas las letra del alfabeto, los números y, el sí y el no (No tiene nada que ver con la GUIJA, la GUIJA es muy peligrosa y se explicará aparte), siguiendo este método, el practicante debe hacer sus preguntas exactamente con la misma experimentación radioestésica.
        Según la ubicación de la tablilla sobre las distintas letras podrá obtener frases completas que indiquen la respuesta buscada, las letras obtenidas deberán anotarse en una hoja de papel, después de las respuestas se procederá a repetirlas de la misma forma pero en orden distinto, a fin de poder controlar las respuestas, la tabla le ayudará a desarrollar la escritura automática con la tablilla espiritista.
        La 2ª es un poco más difícil de realizar, pero resulta más funcional, porque es prácticamente directa para quien escribe las respuestas, si ello sucede tiene mayor rapidez y riqueza de contenidos, por ello sugiero que intenten esta segunda hipótesis de trabajo con el siguiente método:
        Proveerse de papel y pluma y de un punto de apoyo, situarse lejos de los ruidos y de las luces demasiado intensas, a fin de no ser molestado.
        Concentrarse a través de la relajación sosteniendo la pluma de forma que la muñeca esté floja y la mano pueda deslizarse suavemente sobre el papel, plantear mentalmente una pregunta y esperar con mucha paciencia, esperar a que la mano empiece a escribir por si sola sobre el papel sin forzarla.
        Y las preguntas que se hayan formulado, obtendrán la respuesta.

Tio Poncho y otros mensajes (del foro ayuda al duelo)

http://mx.groups.yahoo.com/group/ayudaalduelo/

Mensaje #14 de 122
Ayer fue tu cumpleaños, tu sabes que te tenemos presente a pesar de que
fisicamente no estas con nosotros, pero te sentimos , en fechas
especiales como la navidad ahì estuviste, verdad? cuida a mi abuelita,
ti chita, y Tio alfredo y dile a mi abuelito que me hubiera encantado
conocerlo
se que todo esta bien por allà. Los amo. su liz

EL SUFRIMIENTO SEGÚN W. W. DYER

Asunto: [duelo-perdida_emocional] EL SUFRIMIENTO SEGÚN W. W. DYER
Fecha: Sabado, 16 de Diciembre, 2000  10:06:35 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

Sufrimiento
                                    W. W. Dyer

El hombre se ha identificado erróneamente con la pseudoalma o el ego. 
Cuando traspasa este sentido de identidad a su verdadero ser, el alma 
inmortal, descubre que todo dolor es irreal.  Ya no puede ni siquiera 
imaginar el estado de sufrimiento.
Paramahansa YOGANANDA (1893-1952), Dichos de Paramabansa Yogananda

El mensaje de inspiración divina de Paramahansa Yogananda -que es 
posible imaginar que el sufrimiento no existe- puede parecerte 
imposible.  Te animo a contemplar la idea del sufrimiento de una forma 
que a buen seguro te ayudará a ver la vida desde una perspectiva 
totalmente 
distinta.  Te invito a desprenderte de algunas ideas firmemente 
arraigadas y de la falsa identidad a la que se refiere Yogananda.
En la esencia de tu verdadero ser -lo que Yogananda denomina «alma 
inmortal»- el dolor es irreal.  No obstante, vivimos en un mundo real, 
con problemas reales y con elementos de sufrimiento que sabemos que son 
reales.  El consejo de traspasar nuestro sentido de identidad y entrar 
en un estadio en el que ni tan siquiera podemos imaginar el sufrimiento 
probablemente parezca un imposible.
Personalmente, me ha resultado muy útil convertirme en un espectador, 
porque ha permitido que me desprenda de mi apego hacia lo efímero.  Uno 
de mis grandes maestros, Nisargadatta Maharaj, lo expone del siguiente 
modo: «Tú no sufres, sólo sufre la persona que imaginas que eres.  Tú 
no puedes sufrir».  Una vez más se refiere a tu verdadero ser, a esa 
parte de ti que es distinta de tu ego-cuerpo.  Superar tu inclinación a 
creer firmemente en el sufrimiento convirtiéndote en un espectador de 
tu vida es un reto fascinante.
Vamos a tomar como ejemplo el tipo de sufrimiento más común, el dolor. 
Supongamos que padeces alguna clase de dolor, como un fuerte dolor de 
cabeza, y que no estás dispuesto a tolerar que ningún swami te diga que 
no es real o que sólo es tu imaginación.  Tienes todo el derecho del 
mundo a adoptar esa actitud, pero si me escuchas un momento, sabremos 
si eres capaz de distanciarte del sufrimiento. ¿Qué pasaría si pudieras 
llegar a ser un espectador de ese dolor de cabeza traspasando tu 
sentido de identidad hacía lo que Yogananda llama tu verdadera 
existencia?
Si pones tu atención en el dolor podrás identificar su localización 
precisa, describir su tamaño, color, forma y cualquiera de sus 
características.  Si te concentras durante el tiempo suficiente, podrás 
llevar el dolor de un sitio a otro en tu cabeza.  Una vez hayas 
conseguido esa movilidad, tendrás la certeza de que eres capaz de 
sacarlo de tu cabeza.  Esto significa que has eliminado el sufrimiento 
convirtiéndote en un observador y desvinculándote por completo de esa 
experiencia dolorosa.  Algunos llaman a esto control mental, pero yo lo 
veo como un eficaz medio para dejar de identificarnos con lo que hemos 
convenido en llamar sufrimiento.
La mayor parte del sufrimiento que experimentamos fuera del ámbito de 
nuestro cuerpo físico tiene lugar debido a nuestra identificación con 
el orgullo. El maestro dijo: «Recuerda esto y nunca volverás a sufrir. 
No se ha de adjudicar nada al “mi” o al “mío”».  Si repites estas 
palabras con la suficiente frecuencia, especialmente cuando estás 
triste y por tanto sufres, podrás dejar de identificarte 
equivocadamente con tu ego.  El ego es orgullo.
Los indios norteamericanos ojibway hacen algo que yo mismo utilizo 
cuando me doy cuenta de que he vuelto a caer en la arrogancia al 
enfadarme por algún asunto sin importancia.  Sólo tengo que repetir 
esta frase y el sufrimiento desaparece como por arte de magia.  La 
frase es la siguiente: «De vez en cuando me compadezco de mí mismo, y 
mientras tanto mi alma es guiada por los grandes vientos celestiales».
Es una maravillosa imagen que puedes invocar cuando sientas que estás 
sufriendo y te identifiques con tu orgullo.  Como espectador, puedes 
observar tu sufrimiento y, desde esa posición privilegiada, optar por 
amarlo y entregarte de lleno a él.  Puedes tratarlo como un regalo que 
te ayudará a superar esa crisis de identidad con tu pseudoalma y a 
dedicar tu atención y energía a esa parte de ti que puede observar el 
pesar desde una perspectiva de total distanciamiento.
Este tipo de enfoque resulta bastante efectivo a la hora de eliminar el 
sufrimiento.  Cuando vives como lo hizo Yogananda, puedes decir: «Ni 
siquiera puedo imaginar el estado de sufrimiento».  Por alguna razón, 
puedo imaginar a Yogananda diciendo que debes aprender a gozar del 
sufrimiento, puesto que Dios lo ha hecho todo por nuestro propio bien. 
El dolor es un mensajero para que recuerdes a Dios, y que tu alma está 
siendo guiada por los vientos celestiales, aunque sea invisible, y 
entonces el dolor ya no será dolor, ni el sufrimiento será sufrimiento, 
habrás erradicado tu vulnerabilidad al dolor y al sufrimiento al no 
identificarte más con tu cuerpo-mente.
Esto no es un truco, es un medio real para descubrir todas tus 
ataduras, todos tus «mí» y «míos», toda tu arrogancia, y para que te 
vuelvas a identificar con aquello que es eterno.  Verdaderamente 
funciona: como dice Yogananda, descubrirás que el dolor es irreal.
Para poner en práctica este divino consejo empieza por:

– Hacer una evaluación sincera de lo que crees que es el origen de tu 
pesar.  Luego empieza a repetir: «La causa de cualquier sufrimiento 
está en mí y voy a dejar de culpar a los demás por ello».

– Ahora haz un esfuerzo por descubrir todo lo que puedas sobre tu 
actual estado de sufrimiento.  Si es tan sólo un estado mental de 
tristeza, observa dónde reside, dónde se manifiesta, qué aspecto tiene 
y todas las características que puedas identificar.

– Cuando seas consciente de que te estás autocompadeciendo, procura 
repetir las palabras de los ojibway. «De vez en cuando me compadezco de 
mí mismo, y mientras tanto mi alma es guiada por los grandes vientos 
celestiales». Pronto verás lo triviales que son tus sentimientos de 
autocompasión para con tu alma eterna, que nada sabe de tales cosas.

– Pregúntate como hago yo siempre: «¿Qué lección puedo aprender de esta 
experiencia?».  Una vez que sé que he de aprender algo del sufrimiento, 
al igual que de cualquier desengaño y tristeza de mi vida, puedo 
transformar ese dolor en un canto casi al momento.

(W. W. Dyer, “La sabiduría de todos los tiempos”)

ENFERMEDAD Y MUERTE:ASISTENCIA AL ENFERMO MORIBUNDO

ENFERMEDAD Y MUERTE:ASISTENCIA AL ENFERMO MORIBUNDO
Autores:P.Massé García y A. M. Giménez Ciruela
Coordinador: A.Blanco Picabia, Sevilla

PROBLEMAS DEL RESIDENTE ANTE LA MUERTE

“Los médicos, por definición, parecen temer la muerte. Motivados a invertir sus vidas en controlarla y prevenirla, su meta oculta parece ser eliminarla. Ellos, por tanto, son las últimas personas que pueden ayudarnos a aceptar la muerte. Los médicos jóvenes están frecuentemente devastados por sus primeros encuentros con la responsabilidad ante el moribundo y sus dolientes. Por lo general, son abandonados cuando se enfrentan con su consecuente desorden emocional, no son alentados a compartir esto con sus colegas y evitan y se separan de los dolientes cuando pueden, ya sea mediante un distanciamiento físico o emocional” (1).

Con esta afirmación, Lorraine Sherr (1992) nos advierte de las limitaciones psicológicas y emocionales que los médicos, y en especial los médicos jóvenes, podemos tener al abordar la asistencia al enfermo moribundo. El conocimiento de nuestras posibles limitaciones no debe inducirnos al desaliento, sino más bien estimularnos a superarlas.

Trataremos a continuación algunos aspectos importantes de la psicología del enfermo moribundo y de su asistencia cuyo análisis puede ayudarnos a ello.

REACCIONES DEL ENFERMO ANTE LA MUERTE. PROCESO
PSICOLOGICO DEL ENFERMO TERMINAL

Kübler Ross (1969) describe cinco estadíos que se pueden asemejar a las fases que aparecen tras la pérdida de un ser querido (2). Estos estadíos, no son necesariamente sucesivos, pueden darse retrocesos, y/o darse aspectos de distintas fases simultáneamente. Estos estadíos, por los que no necesariamente tienen que pasar todos los pacientes (Tabla 1):

Tabla 1. PROCESO PICOLOGICO DEL ENFERMO TERMINAL. ESTADIOS SEGUN KÜBLER ROSS, 1969.

1.­NEGACION Y AISLAMIENTO
2.­INDIGNACION O IRA
3.­REGATEO O NEGOCIACION
4.­DEPRESION
5.­ACEPTACION

Negación y aislamiento
Es la reacción que presenta el enfermo, y en ocasiones también la familia, tras ser informado de que su enfermedad es irreversible, pudiendo servir como un mecanismo amortiguador. Esta fase se da en todos los enfermos, pudiendo ser sustituida por una aceptación parcial.

Indignación o ira
Cuando el enfermo no puede seguir negando su estado, empieza a preguntarse “¿Por qué? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?” y aparecen sentimientos de ira, rabia y resentimiento. Se culpa a sí mismo, a la familia, al personal médico y a Dios. Este comportamiento del enfermo puede despertar desconcierto y agresividad, por lo que es una fase en la que las relaciones médico enfermo pueden ser difíciles.

También para la familia es cómodo en ese momento echar la culpa al médico, o quejarse contínuamente de todo (asistencia, personal, institución, etc.).

Regateo o negociación
Cuando el paciente ha exteriorizado su indignación y empieza a afrontar la realidad pasa a una fase de negociación y pacto. Se somete dócilmente a las indicaciones de los médicos y realiza promesas de ser mejor con el fin de retrasar los hechos. (“yo me dejo hacer esta prueba o colaboro en el tratamiento, pero usted me garantiza que…”).

Depresión
Cuando el enfermo comprueba que su negación, su indignación o sus negociaciones no le han aportado ninguna mejoría, cae en una depresión, con una doble vertiente, como consecuencia de las pérdidas pasadas y como proyección hacia las pérdidas futuras. El enfermo se aisla, no habla, no come y no coopera. Ha aceptado plenamente que va a morir y desea que la familia y el personal asistencial le acompañen en silencio.

Aceptación
Si el paciente ha tenido el suficiente apoyo durante las fases anteriores, puede llegar a aceptar la muerte con paz y serenidad. Ya no está deprimido, no hay sentimientos negativos. Está muy cansado y débil. Durante esta etapa la comunicación no verbal puede ser de gran ayuda. El paciente requiere una persona que con cariño se ocupe de él. A veces, en esta fase tranquila de aceptación se intenta, de una manera equivocada, seguir animando al enfermo a que viva, cuando lo que el quiere es que le dejen morir tranquilo.

Sporken (1978) distingue cinco fases que preceden a las de Kübler Ross.

Estos estadios son:
Ignorancia
El paciente no conoce su fatal diagnóstico, mientras que sus familiares sí han sido informados, el enfermo permanece tranquilo, mientras que sus familiares están angustiados y tristes. Se establece un muro de silencio alrededor del enfermo, para que éste no conozca la gravedad de su enfermedad, por lo que éste se encuentra cada vez más incomunicado y más solo.

Inseguridad
Esta fase se caracteriza por una ambivalencia entre la esperanza y el miedo. El enfermo pregunta a todo el mundo para salir de sus dudas.

Negación implícita
El enfermo empieza a sospechar la verdad, y al mismo tiempo quiere negarla. Algunos pacientes hacen proyectos de vida completamente diferentes a los que habían realizado hasta entonces.
Comunicación de la verdad
Sporken opina que no hay que comunicar siempre la verdad de la enfermedad al paciente ni tampoco ocultarla sistemáticamente. La comunicación, si se hace, debería serlo en estados avanzados de la enfermedad y considerando las necesidades psicológicas y sociales del enfermo. El médico, que debe ser el que de la información, tiene que observar en sus conversaciones con los pacientes cual puede ser el momento adecuado. Generalmente, lo indicará el mismo paciente.

Fase quinta y sucesivas
A partir de esta fase se sigue la clasificación de Kübler Ross.

NECESIDADES NORMALES DEL ENFERMO EN SU FASE TERMINAL

El Consejo de Europa (Estrasburgo 1981) publicó un folleto denominado “Los problemas de la muerte y los cuidados a los moribundos”, en el que se exponen las necesidades físicas, psicológicas y religiosas del enfermo terminal. En cuanto a las necesidades psicológicas, señala:
­ Seguridad: Confianza en la competencia del personal que le cuida, certeza de no ser abandonado, información periódica, comprensible y creíble, necesidad de una presencia que lo arrope, escuche y apoye.

­ Pertenencia: El enfermo necesita amar, ser amado y aceptado. Necesita ser comprendido y acompañado en sus últimos momentos.

­ Consideración: Necesidad de estima y de reconocimiento, de realizarse como hombre, necesidad del otro y de su ayuda.

Asimismo, en la asistencia al enfermo moribundo, hay que tener en cuenta algunos factores que favorecen notablemente su angustia e inseguridad (3):

­ Ver sufrir a otros pacientes, o a sus familiares y allegados.

­ Carecer de la información que desea acerca de su evolución.

­ Las angustias que pueden derivarse de sus propias características de personalidad.

­ La imposibilidad de comunicar a las personas adecuadas sus miedos, problemas y preocupaciones.

ASPECTOS PSICOPATOLOGICOS IMPLICADOS EN EL PROCESO DE MORIR

La ansiedad, el miedo y la depresión son algunos aspectos casi inherentes al proceso de la muerte. La ansiedad ante la muerte no responde a los factores sociales, personales o ambientales de la misma manera en que lo hacen otros formas de ansiedad (4). La ansiedad ante la muerte se compone al menos de cuatro factores diferentes:
­ Preocupación por las reacciones intelectuales y emocionales ante la muerte.

­ Preocupación por el cambio físico.

­ Darse cuenta y preocuparse por el agotamiento del tiempo vivible.

­ Preocupación por el dolor y el stress que acompañan a la enfermedad y a la muerte.

Algunas previsiones basadas en el fantaseo de determinadas situaciones (el dolor temido, la separación de los demás, las consecuencias en los demás de la propia muerte, el temor a morir mal) pueden resultar más angustiantes para el enfermo que la muerte en sí misma.
En los días o semanas previos a la muerte, con frecuencia los mecanismos de defensa no son suficientes para abordar la situación o no son utilizables por estar afectado el sistema nervioso. Esta descrito que pueden aparecer entonces las alteraciones psicóticas de los moribundos, que deben ser consideradas psicopatológicamente como una forma particular de las psicosis exógenas. En ellas, se cumple la inespecificidad etiológica y sintomática, por lo que no se evidencian relaciones específicas absolutas entre el tipo de enfermedad final y la alteración psíquica causada por la misma.

Podemos hacer la siguiente clasificación de los síndromes fundamentales que suelen aparecer:
­ Cuadros de aspecto maníaco.

­ Cuadros de aspecto catatónico.

­ Cuadros confuso-oníricos.

­ Cuadro psico-orgánicos.

En todo caso habrá que distinguir, lo que es debido al cuadro orgánico determinante de la muerte o periférico, lo debido al tratamiento, y lo debido a la respuesta psicológica del paciente.

COMO ENFRENTARSE AL ENFERMO EN FASE TERMINAL

Cuando nos acercamos al paciente agonizante, es crucial asumir que no existe ningún secreto o fórmula mágica. De igual modo que no hay dos hombres iguales, no puede haber dos formas iguales de morir. No obstante es interesante conocer una serie de principios comunes, para lo cual Lorraine Sherr (Opus cit.) propone las siguientes consideraciones:
Afrontarlo
El temor de hacerlo o no hacerlo bien suele aparecer cuando nos acercamos al enfermo agonizante o al doliente. Esto tiene como resultado el aislamiento del individuo en el preciso momento en que puede estar buscando compañía desesperadamente. Es probable que los pacientes tengan una idea más clara de lo que el asistente debe hacer, y si se les concede tiempo pueden facilitarnos el camino mientras les ayudamos

No evitar el tema
Si nos sentimos incómodos no sirve de nada aparentar no estarlo tratando de distraer el tema y desviar la conversación. Demostremos que estamos accesibles y dejémonos guiar por el enfermo. Ellos pueden querer o no hablar de la situación. Si así lo desean, dejemos que lo hagan. Si no es así, intentemos no imponerle la necesidad de “discutir su muerte”. Es difícil alcanzar el equilibrio.
Si no se sabe qué decir, no importa
Algunas veces las personas sólo quieren sentirse acompañadas. Resulta bastante más útil permanecer ahí y decirles que no se sabe que decir que retirarse y evitar la situación.

No se les hace ningún daño al comentar lo que se siente
Podemos sentirnos tristes o torpes y decirlo.

Siempre puede haber algo que podamos hacer
Con frecuencia estas cosas son pequeños detalles prácticos que pueden pasar desapercibidos ante la amenaza de muerte. No los pasemos por alto. Pueden estar relacionados con los últimos deseos, peticiones, testamentos. Pueden referirse a pequeños bienestares físicos. Pueden ser matices individuales. Cuidar ésto puede ser de gran beneficio para las personas.

No hay reglas
En momentos como estos solemos preguntarnos “¿qué debo hacer? ¿cómo deben sentirse ellos? ¿qué debo decir?”. El mejor consejo es que respondan a la persona y escuchen lo que solicita. No se necesita tener autorización para tocarlas, ayudarlas o símplemente acompañarla.

EL DUELO

La muerte de un ser querido, tiene capacidad para movilizar todo un torbellino de sentimientos y emociones, que no sólo son de tristeza, y que obligan a cambios en el comportamiento de las personas próximas. Si bien la pena es el sentimiento más común, también es cierto que pueden aparecer muchos otros como la aflicción y la desesperación, la apatía, la ansiedad, la hiperactividad, los sentimientos de culpa por acciones u omisiones… según la personalidad del doliente. Pero las dudas, la angustia de que aún no han terminado todos los cambios, la desesperanza ante un nuevo futuro no deseado, puede inducir reacciones cataclísmicas en personas débiles, determinando intentos de autolisis o crisis agresivas hacia el entorno (6,7).

De esta agresividad, es el médico un objetivo frecuentemente seleccionado, al ser percibido como culpable al fracasar en su obligación de salvar la vida.

En cualquier caso, como describe Jeammet (1982), cuando un miembro de un grupo enferma, todo el sistema grupal se debe reajustar en un nuevo equilibrio, que le permita seguir funcionando. Y si el final de la situación es la muerte, deberán producirse los ajustes necesarios para suplir la función que el fallecido desempeñaba dentro de ese equilibrio dinámico.

El médico adopta su propia función, de tal modo que las decisiones de los familiares estarán con mucha frecuencia mediatizadas por las impresiones técnicas, los consejos y los pronósticos del médico en relación al paciente.

BIBLIOGRAFIA

1.­ Lorraine Sherr. Atención para los asistentes, en Agonía, muerte y duelo. Ed. Manual Moderno, 1992, pp 89-103.
2.­ Kübler-Ross E. Therapy with the terminally ill, in On death and dying. Collier books, Macmillan Publishing Company, 1969.Ed. Sociedad Nicolás Monardes, 1992, pp 269-276.
3.­ Norbert E. El envejecimiento y la muerte: algunos problemas sociológicos, en La soledad de los moribundos. Ed. Fondo de Cultura Económica, 1987, pp 85-111.
4.­ Richard Lonetto, Donald I. Templer: Superación de la ansiedad ante la muerte, en La ansiedad ante la muerte. Ed. Termis S.A., 1988, pp 75-106.
5.­ Blanco Picabia A. El Médico ante la muerte de su paciente. Ed. Sociedad Nicolás Monardes, 1992.
6.­ Prados Pérez F. El hombre ante la muerte. Ediciones Iberoamericanas QUORUM, 1986, pp 73-107.
7.­ Santo-Domingo Carrasca J. Psicología de la muerte. Ed. Miguel Castellote, 1976, pp 24-60.

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

1. Blanco Picabia, A . El Médico ante la muerte de su paciente.
Recomendamos este libro, como básico para el entendimiento del tema que nos ocupa. En él se hace un abordaje claro y minucioso del problema de la muerte desde distintas perspectivas, la perspectiva cultural o antropológica, como perciben la muerte los que rodean al moribundo, qué es la muerte del sujeto vista desde su propia perspectiva y como se percibe la muerte del paciente desde la óptica del médico.

2. Kübler-Ross, E: On death and Dying.( Sobre la muerte y los moribundos).
Esta autora es de lectura obligada pues su libro constituye uno de los estudios clásicos más relevantes sobre las reacciones emocionales al morir. Es el resumen de más de quinientas entrevistas con enfermos moribundos. Describe cinco estadíos que se pueden asemejar a las fases que aparecen tras la pérdida de un ser querido, y que no siempre se dan todas ni en todos los pacientes.

3. Lorraine Sherr: Agonía, muerte y duelo.
Este libro también nos parece de reomendable lectura, sobre todo el capítulo referente a la atención para los asistentes, en el que se trata el papel del asistente con los agonizantes, las reacciones emocionales que experimenta el médico que trata a estos pacientes, sus actitudes, problemas, tensiones, formas de enfrentarse de los asistentes, y cómo podrían ser mejor apoyados.

4. Prados Pérez F. El hombre ante la muerte.
Este libro, también nos ayuda a afrontar y comprender los problemas psicológicos que puede plantear una enfermedad terminal, tanto en el individuo que la vive como en su familia. Así mismo describe las necesidades del enfermo en su fase terminal, y de la preparación para la muerte.

5. Richard Lonetto – Donald, I. La ansiedad ante la muerte.
En este libro se analiza la ansiedad ante la muerte que experimentan tanto el paciente, como los que le rodean. Se hace así mismo una descripción fenomenológica de los distintos síntomas y síndromes que aparecen en el enfermo moribundo.