Respaldo de material de tanatología

Autores en la Psicologia – Ken Wilber – PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

Ken Wilber – PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD
Ken Wilber

Ken Wilber

Hola, Edith, adelante. �Te importar�a perdonarme unos minutos? Acabo de recibir una llamada muy poco frecuente. Vuelvo en seguida. Luego fui al cuarto de ba�o, me lav� la cara y me mir� en el espejo. No recuerdo lo que pas� por mi mente; pero entonces, como suele ocurrir en circunstancias similares, sencillamente me disoci� y dej� fuera de mi consciencia la pesadilla que probablemente estar�a aguard�ndonos en la consulta del m�dico[2]. Mi alma se cubri� con el manto de la negaci�n, y arropado en el personaje de profesor -que engalan� con una sonrisa de pl�stico- sal� a reunirme con Edith.

Campbell parece decir al creyente m�tico: Yo s� lo que realmente quieres decir. Pero el problema es que eso no es lo que ellos quieren decir. En mi opini�n, su enfoque es b�sicamente err�neo ya desde su comienzo. Ese tipo de mitos es muy corriente entre los ni�os de seis a once a�os y corresponde al nivel de desarrollo cognitivo que Piaget denomina per�odo de las operaciones concretas. Como reconoce incluso el mismo Campbell, las actuaciones espont�neas de los ni�os de siete a�os de hoy en d�a constituyen una muestra muy representativa de casi todos los grandes mitos exot�ricos del mundo entero. Sin embargo, con la aparici�n de la siguiente estructura de consciencia -el estadio de las operaciones formales o racional- ese mismo ni�o abandona las representaciones m�ticas, momento a partir del cual el ni�o -a menos que viva en una sociedad que aliente de un modo u otro las creencias m�ticas- deja de creer en ellas. Pero, en general, la mente racional y reflexiva considera que los mitos no son m�s que eso -mitos-, mitos �tiles y necesarios hasta llegar a alcanzar un determinado momento evolutivo, pero insostenibles a partir de entonces.

No es cierto que los mitos transmitan el conocimiento evidente que pretenden comunicar y, por consiguiente, no soporten la menor tentativa de verificaci�n cient�fica: la mente racional simplemente rechina ante la mera menci�n de un nacimiento virginal, pongamos por caso… No hay que ir muy lejos para vislumbrar cu�l podr�a ser la respuesta de un marido cuya mujer -embarazada- le dijera: Estoy embarazada, pero no te preocupes porque no me he acostado con ning�n otro hombre. El verdadero padre de mi hijo no es de este planeta.

EZ: (Riendo) Pero tambi�n hay quienes interpretan los mitos de las religiones esot�ricas de una manera aleg�rica o metaf�rica.

KW: Efectivamente. Y �sos son precisamente los m�sticos. En otras palabras, los m�sticos son quienes dan un significado esot�rico u oculto, a los mitos. Y ese significado no depende de un sistema de creencias, de s�mbolos o de mitos externos, sino que brota de la experiencia directa interna y contemplativa del alma. En otras palabras, los m�sticos no son, en modo alguno, creyentes m�ticos, sino fenomen�logos contemplativos, m�sticos contemplativos y cient�ficos contemplativos. Es por ello que, como ha se�alado Alfred North Whitehead, el misticismo siempre se ha aliado con la ciencia en contra de la Iglesia, porque uno y otro se basan en la evidencia consensual directa. Newton fue un gran cient�fico y un profundo m�stico, y no experimentaba conflicto alguno por ello. Pero no parece existir el mismo tipo de compatibilidad entre la ciencia y la creencia m�stica.

Son precisamente los m�sticos quienes afirman que la esencia de su religi�n es b�sicamente id�ntica en todas las religiones m�sticas y que recibe muchos nombres cuando, en realidad, es Uno. Pero no encontrar�s un solo creyente m�tico -un fundamentalista protestante, pongamos por caso- que admita f�cilmente que el budismo tambi�n es un camino perfecto de salvaci�n. Quienes creen en los mitos suelen considerar que est�n en posesi�n del �nico camino, porque su religi�n se basa en mitos externos, que var�an de lugar en lugar; y esto es lo que imposibilita que perciban -a diferencia de los m�sticos- la unidad interna que se oculta detr�s de los s�mbolos externos.

EZ: S�, ya veo. �De modo que no est�s de acuerdo con Carl G. Jung en que los mitos son arquet�picos y, en ese sentido, tienen una importancia m�stica o trascendente?

—Tiene que ser c�ncer �eso era lo �nico en lo que yo pensaba en ese momento-. �Qu� otra cosa podr�a ser? El doctor ya nos lo explicar�. El doctor ya nos lo explicar�. El doctor… ya puede irse al diablo! Maldita sea! Maldita sea! Maldita sea! �D�nde est�n los mecanismos de represi�n y negaci�n cuando m�s los necesito?

Pero, en cierto modo, era de eso, de negaci�n y de represi�n, de lo que hab�a venido a hablar Edith. Nuestro tema fundamental era la relaci�n existente entre la psicolog�a y la espiritualidad. E �bamos a hacerlo siguiendo mi propio modelo general, una s�ntesis que pretende relacionar los dos intentos m�s importantes de comprender al ser humano.

Para Treya y para m�, �sa no era una simple preocupaci�n acad�mica. Los dos est�bamos profundamente implicados en nuestra propia terapia -con Seymour y con otros- y ambos hab�amos meditado durante mucho tiempo. �C�mo relacion�bamos las dos cosas entre s�? Este era el tema fundamental de conversaci�n constante entre Treya, yo y nuestros amigos. Creo que uno de los principales motivos por los que acept� la entrevista de Edith fue precisamente porque ese tema era, tanto te�rica como pr�cticamente, de capital importancia en mi vida.

Cuando record� nuevamente la pregunta de Edith, me di cuenta que hab�amos llegado a un punto clave: Carl Gustav Jung.

Esperaba que ese tema saliera a relucir. Por aquel entonces, al igual que ahora, la encumbrada figura de Carl Jung -del que Campbell no es sino un seguidor m�s- domina totalmente el campo de la psicolog�a de la religi�n. Cuando abord� este campo por primera vez, cre�a firmemente, como todo el mundo, en los conceptos fundamentales y en los esfuerzos pioneros que Jung realiz� en esta �rea. Pero con el transcurrir de los a�os acab� llegando a la conclusi�n de que Jung cometi� varios errores profundos, y que esos errores -intensificados por lo profuso e incuestionado de su difusi�n- constitu�an el principal escollo en el terreno de la psicolog�a transpersonal: no era posible entablar una conversaci�n sobre psicolog�a y religi�n sin antes aclarar este dif�cil y espinoso tema. As� es que, durante la siguiente media hora, Edith y yo nos dedicamos a intentar aclararlo. �Acaso estaba yo en desacuerdo con Jung en que los mitos eran arquet�picos, y por consiguiente, m�sticos?

KW: Jung descubri� que los hombres y mujeres modernos pueden producir de manera espont�nea -en los sue�os, la imaginaci�n activa, las asociaciones libres, etc�tera- casi todos los temas fundamentales de las religiones m�ticas del mundo. Este hallazgo le condujo a deducir que las formas m�ticas b�sicas -a las que denomin� arquetipos- son comunes a todas las personas, las hereda todo el mundo y se transmiten gracias a lo que �l denomina inconsciente colectivo. Y luego afirm� aquello de que -y aqu� le cito literalmente- el misticismo es la experiencia de los arquetipos.

Pero, en mi opini�n, este punto de vista incurre en varios errores cruciales. En primer lugar, es evidente que la mente, incluso la mente moderna, puede llegar a producir, de manera espont�nea, formas m�ticas esencialmente similares a las que podemos encontrar en las religiones m�ticas. Como ya he dicho, los estadios preformales del desarrollo mental -en especial el pensamiento preoperacional y el pensamiento operacional concreto- son naturalmente mit�genos. Todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo atraviesan esos estadios del desarrollo durante la infancia, lo que les permite acceder de manera espont�nea a la estructura del pensamiento m�tico, especialmente en los sue�os, en donde los niveles primitivos del psiquismo pueden aflorar con m�s facilidad.

Pero eso no tiene absolutamente nada de m�stico. Seg�n Jung, los arquetipos son formas m�ticas b�sicas vac�as de contenido, mientras que el misticismo, por su parte, es consciencia carente de forma. No parece existir, por tanto, ning�n punto de contacto entre ambas estructuras.

En segundo lugar, Jung tom� prestado el t�rmino arquetipo de grandes m�sticos como Plat�n y San Agust�n. Pero la forma en que lo utiliza no es la misma en la que lo utilizaron ellos ni tampoco en la que lo han utilizado los grandes m�sticos del mundo entero. Para los m�sticos -Shankara, Plat�n, San Agust�n, Eckhart y Garab Dorje, por ejemplo-, los arquetipos son las primeras formas sutiles que aparecen cuando el mundo brota del Esp�ritu carente de forma, del Esp�ritu no manifestado.

Para ellos, los arquetipos son los modelos en los que se basan todos los dem�s modelos manifestados. EI t�rmino arquetipo, procede del griego arche typon, que significa modelo original. En este sentido, los arquetipos son formas sutiles, formas trascendentales, las primeras formas manifestadas, ya se trate de manifestaciones f�sicas, biol�gicas, mentales, etc�tera, etc�tera. Y en la mayor parte de las formas de misticismo, esos arquetipos son pautas de radiaci�n, puntos de luz, iluminaciones audibles, formas y luminosidades de colores radiantes, luces irisadas, sonidos y vibraciones, a partir de los cuales se manifiesta y condensa, por as� decirlo, el mundo material.

Pero Jung utiliza el t�rmino refiri�ndose a ciertas estructuras m�ticas b�sicas que son comunes a todos los seres humanos, como el tramposo, la sombra, el Sabio, el ego, la m�scara, la Gran Madre, el �nima, el �nimus y otros. Para Jung, pues, los arquetipos no son tanto trascendentales como existenciales, simples facetas de la experiencia comunes a la condici�n humana cotidiana. Coincido con �l en que esas formas m�ticas constituyen un legado colectivo, y tambi�n estoy plenamente de acuerdo en que es muy importante llevarse bien con esos arquetipos m�ticos.

Si, por ejemplo, tengo un problema psicol�gico con mi madre, si tengo lo que se llama un complejo materno, es importante que me d� cuenta de que gran parte de la carga emocional no s�lo proviene de mi propia madre biol�gica sino tambi�n de la Gran Madre, una poderosa imagen del inconsciente colectivo que es, por as� decirlo, la quintaesencia de todas las madres del mundo. Es decir, el psiquismo parece llevar integrado en s� mismo la imagen de la Gran Madre, del mismo modo que tambi�n parece estar equipado con las formas rudimentarias del lenguaje, la percepci�n y diversas pautas instintivas. De este modo, si se reactiva la imagen de la Gran Madre, no s�lo tendr� que hab�rmelas con mi propia madre biol�gica, sino tambi�n deber� afrontar miles de a�os de experiencia materna. As� pues, la imagen de la Gran Madre conlleva una carga que hace que tenga un impacto muy superior al de mi propia madre biol�gica. Llegar a entrar en contacto con la Gran Madre a trav�s del estudio de los mitos de todo el mundo, constituye una buena forma de hacer frente a esa forma m�tica, de volverla consciente y as� poder diferenciarse de ella. Estoy totalmente de acuerdo con Jung sobre este punto. Pero, en cualquier caso, esas formas m�ticas no tienen nada que ver con el misticismo, con la aut�ntica consciencia trascendental.

Lo explicar� de una manera m�s sencilla. El gran error de Jung, en mi opini�n, consisti� en confundir lo colectivo con lo transpersonal (con lo m�stico). El hecho de que mi mente herede ciertas formas colectivas no significa que esas formas sean m�sticas o transpersonales. Todos heredamos colectivamente diez dedos en los pies, por ejemplo, pero el hecho de experimentar los diez dedos de mis pies no supone en modo alguno estar viviendo una experiencia m�stica! Los arquetipos de Jung no tienen pr�cticamente nada que ver con la consciencia aut�nticamente espiritual, trascendental, m�stica y transpersonal; son formas heredadas colectivamente que compendian algunos de los encuentros m�s fundamentales, cotidianos y existenciales de la condici�n humana: la vida, la muerte, el nacimiento, la madre, el padre, la sombra, el ego, etc�tera. Pero en esto no hay nada m�stico. Colectivo s�, pero transpersonal no.

Hay elementos colectivos prepersonales, elementos colectivos personales y elementos colectivos transpersonales; y Jung no los diferencia con la claridad necesaria. Es ese descuido, en mi opini�n, lo que desvirt�a toda su comprensi�n del proceso espiritual.

As� que estoy de acuerdo con �l en que es muy importante entenderse con las formas tanto del inconsciente m�tico personal como del inconsciente colectivo. Pero ninguno de ellos est� relacionado con el verdadero misticismo, que consiste en encontrar, en primer lugar, la luz m�s all� de la forma, y en segundo, la ausencia de forma m�s all� de toda luz.

�Qu� era lo que hac�a que Edith resultara tan agradable? Supuse que tendr�a unos cincuenta a�os; su rostro era radiante y despejado, por momentos casi transparente y, sin embargo, suscitaba una impresi�n de firmeza, fortaleza y seguridad, de manera que su sola presencia despertaba confianza y parec�a decir que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por un amigo y que lo har�a encantada. Sonre�a la mayor parte del tiempo, pero su sonrisa no era forzada ni tampoco parec�a ocultar o negar el dolor; era una sonrisa que armonizaba perfectamente con todo su cuerpo. Parec�a una persona muy fuerte pero sumamente vulnerable, alguien que segu�a sonriendo a�n en medio de la aflicci�n.

Mientras mi mente segu�a encubriendo el posible futuro, me qued� impresionado -a decir verdad, por primera vez- ante la extra�a aura que parec�a haberse tejido a mi alrededor a causa de mi negativa a conceder entrevistas o aparecer en p�blico durante los �ltimos quince a�os. Por mi parte, se trataba de una decisi�n muy sencilla, pero parec�a haber generado mucho ruido e incluso hab�a llegado a suscitar ciertas dudas sobre mi propia existencia. En los primeros quince minutos, estuvimos charlando de mi invisibilidad y, cuando su art�culo fue publicado en Die Zeit, comenzaba del siguiente modo:

Es un ermita�o -me hab�an dicho de Ken Wilber- nadie puede entrevistarle, lo cual no hizo sino avivar a�n m�s mi curiosidad. S�lo le conoc�a por sus libros, en los que, por cierto, exhib�a un conocimiento enciclop�dico, una mente abierta a paradigmas muy diversos, un estilo preciso y lleno de poderosas im�genes, una extraordinaria capacidad de s�ntesis y una claridad de pensamiento muy poco habitual.

Le escrib� pero no obtuve respuesta. Luego vol� a un congreso de la International Transpersonal Association en Jap�n. Seg�n el programa, Wilber iba a ser uno de los exponentes. Jap�n estaba precioso en primavera y el encuentro con las tradiciones religiosas y culturales niponas fue inolvidable. Sin embargo, Ken Wilber no se present�; aunque, y pese a todo, se hallaba, de alg�n modo, presente, porque sobre �l se proyectaban muchas expectativas. Ser invisible no es una mala estrategia de relaciones p�blicas, sobre todo si te llamas Ken Wilber.

Pregunt� qui�n le conoc�a. El presidente de la Asociaci�n, Cecil Burney, me respondi�: Somos amigos. Es una persona muy sociable y nada pretenciosa. �C�mo se las ha arreglado -le pregunt�- si naci� en 1949 y s�lo tiene 37 a�os, para escribir diez libros en tan poco tiempo? Trabaja duro y es un genio, fue su lac�nica respuesta.

Con la ayuda de amigos y de sus editores alemanes intent� nuevamente conseguir otra entrevista. Estaba en San Francisco y todav�a no ten�a su consentimiento. Y entonces, de repente, va y me dice por tel�fono: Claro, venga a verme. Nos reunimos en su casa. La sala de estar est� amoblada con una mesa y sillas de jard�n y, a trav�s de una puerta entornada, distingo un colch�n en el suelo. Ken Wilber, descalzo, con la camisa desabrochada -es un caluroso d�a de verano- me ofrece un vaso de jugo y me comenta, sonriendo: Existo.

-Ya lo ves, Edith, existo- le dije, sent�ndome. Todo el asunto me resultaba muy divertido y pens� en la frase de Garry Trudeau: Intento cultivar un estilo de vida que no requiera de mi presencia. �Qu� puedo hacer por ti, Edith? -pregunt�.

-�Por qu� no concedes entrevistas?

Y entonces le expuse mis razones, fundamentalmente porque lo �nico que quiero hacer es escribir y las entrevistas me distraen demasiado. Edith escuchaba atentamente mientras sonre�a, y yo pod�a sentir perfectamente su amorosa presencia. Hab�a algo muy maternal en su actitud, en la dulzura de su voz y, por alguna raz�n, eso me hac�a a�n m�s dif�cil olvidar el pavor soterrado que, cada tanto, intentaba salir a la superficie.

Hablamos durante horas y tocamos muchos temas. Edith parec�a conocer a fondo la cuesti�n. Cuando luego abord� el tema fundamental de la entrevista, puso en marcha su grabadora.
EZ: Rolf, yo y nuestros lectores estamos especialmente interesados por la interfase existente entre la psicoterapia y la religi�n.

KW: �Y qu� entiendes por religi�n? �El fundamentalismo, el misticismo, la religi�n exot�rica o la religi�n esot�rica?

EZ: Muy bien. Podr�amos empezar por ah�. Creo que en tu libro Un Dios Sociable presentas once definiciones diferentes, once formas distintas de utilizar la palabra religi�n.

KW: Lo que quiero decir es que no podemos hablar de ciencia y religi�n, de psicoterapia y religi�n, o de filosof�a y religi�n mientras no nos pongamos de acuerdo en lo que entendemos por religi�n. Para esta entrevista creo que, por lo menos, deber�amos distinguir entre las llamadas religiones exot�ricas y las religiones esot�ricas. La religi�n exot�rica o externa es una religi�n m�tica, una religi�n terriblemente concreta y literal, que cree, por ejemplo, que Mois�s separ� las aguas del Mar Rojo, que Cristo naci� de una virgen, que el mundo se cre� en seis d�as, que una vez llovi� literalmente man� del cielo, etc�tera. Las religiones exot�ricas del mundo entero se afirman en este tipo de creencias. Los hind�es, por ejemplo, creen que la tierra descansa sobre la espalda de un elefante y que �ste, a su vez, se apoya sobre una tortuga que reposa sobre una serpiente. Pero cuando les preguntamos: �Y en qu� se apoya la serpiente?, te contestan: Hablemos de otra cosa. Si les hici�ramos caso tendr�amos que creer que Lao Ts� ten�a novecientos a�os cuando naci�, que Krishna hizo el amor a diez mil pastorcillas, que Brahma brot� de una grieta en un huevo c�smico, etc�tera. As� son las religiones exot�ricas: un conjunto de sistemas de creencias que intentan explicar los misterios del mundo en t�rminos m�ticos, m�s que en t�rminos de experiencia directa o de evidencia.

EZ: De modo que la religi�n exot�rica o externa es, fundamentalmente, una cuesti�n de creencias, no de evidencia.

KW: As� es, y si crees en todos esos mitos te salvar�s; y, si no crees en ellos, te ir�s al Infierno. Desde ese punto de vista no hay alternativa posible. Este tipo de religi�n fundamentalista se encuentra en todos los rincones del mundo. Yo no discuto nada de eso; lo �nico que afirmo es que ese tipo de religi�n, la religi�n exot�rica, no tiene nada que ver con la religi�n m�stica, esot�rica o la experimentable. Ese es el tipo de religi�n o espiritualidad que verdaderamente me interesa.

EZ: �Qu� significa esot�rico?

KW: Interno u oculto. Una religi�n no es esot�rica o m�stica porque sea oculta, secreta o algo por el estilo, sino porque es una cuesti�n de experiencia directa y de consciencia personal. La religi�n esot�rica no te pide que tengas fe en nada o que te sometas d�cilmente a alg�n dogma. La religi�n esot�rica, por el contrario, consiste en un conjunto de experimentos personales que llevas a cabo cient�ficamente en el laboratorio de tu propia consciencia. Como toda ciencia que se precie, la religi�n esot�rica no se basa en las creencias o los deseos sino en una experiencia directa validada y verificada p�blicamente por un grupo de iguales que tambi�n han llevado a cabo el mismo experimento. Ese experimento es la meditaci�n.

EZ: Pero la meditaci�n es privada.

KW: No, no lo es. No es m�s privada que digamos, por ejemplo, las matem�ticas. No existe la menor evidencia sensorial o emp�rica de que el cuadrado de -1 sea igual a uno. La veracidad o falsedad de este tipo de afirmaciones descansa exclusivamente en su conformidad o inadecuaci�n a ciertas reglas de l�gica interna. As� pues, en el mundo externo no es posible encontrar ning�n n�mero negativo; eso s�lo existe en nuestra propia mente. Pero que s�lo exista en nuestra mente no significa que sea falso, no implica que sea un conocimiento privado y que no pueda ser validado p�blicamente. Su veracidad, por el contrario, es validada por una comunidad de matem�ticos experimentados, personas que conocen la forma de realizar el experimento l�gico necesario para decidir su verdad o su falsedad. Exactamente del mismo modo, el conocimiento meditativo es un conocimiento interno. Pero, al igual que ocurre con las matem�ticas, se trata de un conocimiento que puede ser validado p�blicamente por una comunidad de meditadores experimentados que conocen la l�gica interna de la experiencia contemplativa.

La veracidad del teorema de Pit�goras, por ejemplo, no se determina por sufragio universal, sino que son los matem�ticos experimentados quienes deciden al respecto. De manera similar, las distintas tradiciones espirituales afirman, por ejemplo, que la experiencia �ntima del Ser es una con la experiencia del mundo externo. Pero, en cualquiera de los casos, se trata de una verdad que puede ser verificada experimental y vivencialmente por cualquiera que lleve a cabo el experimento adecuado. Y, tras unos seis mil a�os de experimentaci�n, es perfectamente l�cito extraer ciertas conclusiones y postular determinados teoremas espirituales, por as� decirlo. Esos teoremas espirituales constituyen el n�cleo mismo de las tradiciones de la sabidur�a perenne.

EZ: Pero, �por qu� se les considera ocultas?

KW: Porque hasta que no lleves a cabo el experimento no sabr�s lo que ocurre y, por consiguiente, no estar�s autorizado para votar, del mismo modo que si no aprendes matem�ticas no te permiten dictaminar sobre la veracidad o falsedad del teorema de Pit�goras, lo cual no quiere decir que no puedas tener opiniones al respecto. Pero al misticismo no le interesan las opiniones, sino el conocimiento. La religi�n esot�rica, el misticismo, permanece oculta a toda mente que no lleve a cabo el experimento adecuado. Eso es todo lo que significa el t�rmino esot�rico.

EZ: Pero las religiones son muy diferentes entre s�.

KW: Las religiones exot�ricas difieren enormemente entre s�, pero las religiones esot�ricas de todo el mundo son pr�cticamente id�nticas. Como ya hemos visto, el misticismo o esoterismo es, en un sentido amplio del t�rmino, cient�fico, y al igual que no existe una qu�mica alemana diferente de la qu�mica americana, tampoco existe una ciencia m�stica hind� diferente de la musulmana. M�s bien al contrario, ambas est�n fundamentalmente de acuerdo en la naturaleza del alma, la naturaleza del Esp�ritu y la naturaleza de su identidad suprema, por nombrar tan s�lo algunas de sus m�ltiples coincidencias. Eso es lo que los eruditos denominan la unidad trascendente de las religiones del mundo -es decir, el n�cleo esot�rico que las unifica-. Obviamente, sus estructuras superficiales var�an enormemente, pero sus estructuras profundas, en cambio, son pr�cticamente id�nticas y reflejan la unanimidad del esp�ritu humano y sus leyes reveladas fenomenol�gicamente.

EZ: Lo que dices es muy importante pero no pareces creer -a diferencia de Joseph Campbell- que las religiones m�ticas transmitan ning�n conocimiento espiritual v�lido.

KW: Eres muy libre de interpretar los mitos de las religiones exot�ricas como m�s te plazca. Puedes, como hace Campbell, interpretar los mitos como alegor�as o met�foras de verdades trascendentes. Puedes, por ejemplo, interpretar que el nacimiento virginal de Cristo significa que obraba espont�neamente desde su verdadero Yo (con may�scula), lo cual es precisamente lo que yo opino. Pero el problema es que quienes creen en los mitos no suelen admitirlo as�. Ellos creen, por ejemplo, que Mar�a era realmente virgen cuando concibi� a Jes�s. Los creyentes m�ticos no interpretan aleg�ricamente los mitos, sino que lo hacen de una manera literal y concreta. En su tentativa de salvar los mitos, Joseph Campbell viola el mismo tejido de las creencias m�ticas, lo cual constituye un error inaceptable.

Campbell parece decir al creyente m�tico: Yo s� lo que realmente quieres decir. Pero el problema es que eso no es lo que ellos quieren decir. En mi opini�n, su enfoque es b�sicamente err�neo ya desde su comienzo. Ese tipo de mitos es muy corriente entre los ni�os de seis a once a�os y corresponde al nivel de desarrollo cognitivo que Piaget denomina per�odo de las operaciones concretas. Como reconoce incluso el mismo Campbell, las actuaciones espont�neas de los ni�os de siete a�os de hoy en d�a constituyen una muestra muy representativa de casi todos los grandes mitos exot�ricos del mundo entero. Sin embargo, con la aparici�n de la siguiente estructura de consciencia -el estadio de las operaciones formales o racional- ese mismo ni�o abandona las representaciones m�ticas, momento a partir del cual el ni�o -a menos que viva en una sociedad que aliente de un modo u otro las creencias m�ticas- deja de creer en ellas. Pero, en general, la mente racional y reflexiva considera que los mitos no son m�s que eso -mitos-, mitos �tiles y necesarios hasta llegar a alcanzar un determinado momento evolutivo, pero insostenibles a partir de entonces.

No es cierto que los mitos transmitan el conocimiento evidente que pretenden comunicar y, por consiguiente, no soporten la menor tentativa de verificaci�n cient�fica: la mente racional simplemente rechina ante la mera menci�n de un nacimiento virginal, pongamos por caso… No hay que ir muy lejos para vislumbrar cu�l podr�a ser la respuesta de un marido cuya mujer -embarazada- le dijera: Estoy embarazada, pero no te preocupes porque no me he acostado con ning�n otro hombre. El verdadero padre de mi hijo no es de este planeta.

EZ: (Riendo) Pero tambi�n hay quienes interpretan los mitos de las religiones esot�ricas de una manera aleg�rica o metaf�rica.

KW: Efectivamente. Y �sos son precisamente los m�sticos. En otras palabras, los m�sticos son quienes dan un significado esot�rico u oculto, a los mitos. Y ese significado no depende de un sistema de creencias, de s�mbolos o de mitos externos, sino que brota de la experiencia directa interna y contemplativa del alma. En otras palabras, los m�sticos no son, en modo alguno, creyentes m�ticos, sino fenomen�logos contemplativos, m�sticos contemplativos y cient�ficos contemplativos. Es por ello que, como ha se�alado Alfred North Whitehead, el misticismo siempre se ha aliado con la ciencia en contra de la Iglesia, porque uno y otro se basan en la evidencia consensual directa. Newton fue un gran cient�fico y un profundo m�stico, y no experimentaba conflicto alguno por ello. Pero no parece existir el mismo tipo de compatibilidad entre la ciencia y la creencia m�stica.

Son precisamente los m�sticos quienes afirman que la esencia de su religi�n es b�sicamente id�ntica en todas las religiones m�sticas y que recibe muchos nombres cuando, en realidad, es Uno. Pero no encontrar�s un solo creyente m�tico -un fundamentalista protestante, pongamos por caso- que admita f�cilmente que el budismo tambi�n es un camino perfecto de salvaci�n. Quienes creen en los mitos suelen considerar que est�n en posesi�n del �nico camino, porque su religi�n se basa en mitos externos, que var�an de lugar en lugar; y esto es lo que imposibilita que perciban -a diferencia de los m�sticos- la unidad interna que se oculta detr�s de los s�mbolos externos.

EZ: S�, ya veo. �De modo que no est�s de acuerdo con Carl G. Jung en que los mitos son arquet�picos y, en ese sentido, tienen una importancia m�stica o trascendente?

—Tiene que ser c�ncer �eso era lo �nico en lo que yo pensaba en ese momento-. �Qu� otra cosa podr�a ser? El doctor ya nos lo explicar�. El doctor ya nos lo explicar�. El doctor… ya puede irse al diablo! Maldita sea! Maldita sea! Maldita sea! �D�nde est�n los mecanismos de represi�n y negaci�n cuando m�s los necesito?

Pero, en cierto modo, era de eso, de negaci�n y de represi�n, de lo que hab�a venido a hablar Edith. Nuestro tema fundamental era la relaci�n existente entre la psicolog�a y la espiritualidad. E �bamos a hacerlo siguiendo mi propio modelo general, una s�ntesis que pretende relacionar los dos intentos m�s importantes de comprender al ser humano.

Para Treya y para m�, �sa no era una simple preocupaci�n acad�mica. Los dos est�bamos profundamente implicados en nuestra propia terapia -con Seymour y con otros- y ambos hab�amos meditado durante mucho tiempo. �C�mo relacion�bamos las dos cosas entre s�? Este era el tema fundamental de conversaci�n constante entre Treya, yo y nuestros amigos. Creo que uno de los principales motivos por los que acept� la entrevista de Edith fue precisamente porque ese tema era, tanto te�rica como pr�cticamente, de capital importancia en mi vida.

Cuando record� nuevamente la pregunta de Edith, me di cuenta que hab�amos llegado a un punto clave: Carl Gustav Jung.

Esperaba que ese tema saliera a relucir. Por aquel entonces, al igual que ahora, la encumbrada figura de Carl Jung -del que Campbell no es sino un seguidor m�s- domina totalmente el campo de la psicolog�a de la religi�n. Cuando abord� este campo por primera vez, cre�a firmemente, como todo el mundo, en los conceptos fundamentales y en los esfuerzos pioneros que Jung realiz� en esta �rea. Pero con el transcurrir de los a�os acab� llegando a la conclusi�n de que Jung cometi� varios errores profundos, y que esos errores -intensificados por lo profuso e incuestionado de su difusi�n- constitu�an el principal escollo en el terreno de la psicolog�a transpersonal: no era posible entablar una conversaci�n sobre psicolog�a y religi�n sin antes aclarar este dif�cil y espinoso tema. As� es que, durante la siguiente media hora, Edith y yo nos dedicamos a intentar aclararlo. �Acaso estaba yo en desacuerdo con Jung en que los mitos eran arquet�picos, y por consiguiente, m�sticos?

EZ: Pero tropezar con el material arquet�pico del psiquismo puede constituir una experiencia muy poderosa y, en ocasiones, hasta muy sobrecogedora.

KW: S�, porque los arquetipos son colectivos y su poder trasciende, con mucho, al individuo: cuentan con el poder de millones de a�os de evoluci�n a sus espaldas. pero colectivo no significa transpersonal. El poder de los verdaderos arquetipos, los arquetipos transpersonales, se deriva directamente del hecho de que son las primeras formas del Esp�ritu atemporal. El poder de los arquetipos jungianos, por su parte, se deriva del hecho de ser las formas m�s antiguas de la historia temporal.
Como constat� el mismo Jung, es necesario alejarse de los arquetipos y diferenciarse de ellos para liberarse de su poder, un proceso al que denomin� proceso de individuaci�n. Y una vez m�s, estoy completamente de acuerdo con �l a este respecto. Hay que diferenciarse de los arquetipos jungianos.

Pero, en �ltima instancia, para que la identidad de la persona se transforme en esa forma transpersonal, uno debe acercarse a los verdaderos arquetipos, los arquetipos transpersonales. Y �sa es una diferencia enorme. El �nico arquetipo jungiano aut�nticamente transpersonal es el Self, pero hasta la misma exposici�n de Jung a este respecto me parece sumamente fr�gil porque, a mi juicio, no enfatiza lo suficiente su car�cter no dual. As� pues…

EZ: Creo que no ser� necesario insistir m�s sobre este punto. Est� muy claro. Podr�amos volver a nuestro tema original. Quisiera preguntar…

Su entusiasmo era contagioso. Su sonrisa luc�a resplandeciente de una pregunta a la siguiente y parec�a no cansarse nunca. Y fue su entusiasmo, m�s que nada, lo que me ayud� a apartar la mente de ese terror soterrado y su amenazadora cercan�a. Le serv� un poco m�s de jugo.

EZ: Quisiera preguntarte por la relaci�n que existe entre la religi�n esot�rica y la psicoterapia. En otras palabras, tanto la meditaci�n como la psicoterapia pretenden transformar a la consciencia y curar el alma, pero �cu�l es la relaci�n que existe entre la meditaci�n y la psicoterapia? En tu libro Transformations of Consciousness abordas el tema con mucho detalle. Tal vez podr�as resumir esa exposici�n.

KW: Muy bien. Creo que lo m�s f�cil ser� remitirnos al esquema que aparece en esta obra. En t�rminos generales, la idea global es muy sencilla: el crecimiento y el desarrollo se dan a trav�s de una serie de estadios o niveles, desde el menos desarrollado e integrado hasta el m�s desarrollado y m�s integrado. Y aunque probablemente existan multitud de niveles y subniveles de crecimiento diferentes, en ese libro he seleccionado nueve de los m�s importantes que aparecen en la primera columna de la figura estructuras b�sicas de la consciencia.

Pues bien, a medida que el self se va desarrollando a trav�s de cada uno de esos estadios, las cosas pueden ir relativamente bien o relativamente mal. En el primer caso, el self se desarrolla normalmente y alcanza el siguiente estadio de un modo relativamente sano. Pero si las cosas, en cambio, se desarrollan de manera inadecuada, pueden aparecer diversas patolog�as, y el tipo de patolog�a, el tipo de neurosis, depender� precisamente de la etapa o nivel en que tenga lugar el problema.

En otras palabras, en cada uno de los estadios o niveles de desarrollo, el self debe enfrentarse a diferentes tareas, y su manera de gestionarlas determina si las supera de manera adecuada o inadecuada. En cada una de las etapas de desarrollo, el self comienza identific�ndose con esa etapa y debe realizar las tareas propias de ese estadio, ya se trate de aprender el control de los esf�nteres o de aprender a hablar. Pero para que el desarrollo prosiga, el Ser debe terminar renunciando a esa etapa y desidentificarse de ella para dar paso a una etapa nueva y superior; en otras palabras, tiene que diferenciarse del estadio inferior, identificarse con el superior y, por �ltimo, integrar lo superior con lo inferior.

Esta tarea de diferenciaci�n y posterior integraci�n se denomina fulcro, un punto de inflexi�n, un momento clave del proceso de desarrollo. En la segunda columna, titulada fulcros correspondientes, tenemos los nueve grandes fulcros, los momentos decisivos correspondientes a los nueve grandes niveles o etapas de desarrollo de la consciencia. De este modo, cuando algo funciona mal en un determinado fulcro, el sujeto termina desarrollando una patolog�a concreta caracter�stica. Esas nueve grandes patolog�as se presentan en la tercera columna de nuestra figura, patolog�as caracter�sticas. En ella encuentras cosas tales como psicosis, neurosis, crisis existenciales, etc�tera.

Finalmente, a lo largo de los a�os, se han desarrollado diversas modalidades terap�uticas para tratar las diversas patolog�as: en la cuarta columna -modalidades de tratamiento- he detallado los m�s apropiados para cada problema concreto. Esa es, precisamente, la relaci�n que existe entre la psicoterapia y la meditaci�n.

EZ: Esta sencilla figura condensa una enorme cantidad de informaci�n. Me gustar�a ahora considerar cada punto con m�s detenimiento. Empecemos con una breve explicaci�n de las estructuras b�sicas de la consciencia.

KW: Las estructuras b�sicas constituyen los ladrillos fundamentales de la consciencia: las sensaciones, las im�genes, los impulsos, los conceptos, etc�tera. He se�alado nueve grandes estructuras b�sicas que constituyen una versi�n ampliada de lo que la filosof�a perenne denomina la Gran Cadena del Ser: materia, cuerpo, mente, alma y esp�ritu. En orden ascendente, los nueve niveles son los siguientes:

Primer nivel: las estructuras f�sico-sensoriales. Incluyen los componentes materiales del cuerpo m�s la sensaci�n y la percepci�n. Es lo que Piaget llam� inteligencia sensoriomotora; lo que Aurobindo denomin� lo sensoriof�sico; lo que el Vedanta denomina annamaya-kosha, etc�tera.

Segundo nivel: lo emocional-fant�smico. Se trata del nivel emocional y sexual, del nivel de los instintos, de la libido, del impulso vital, de la bioenerg�a y del prana m�s el nivel de las im�genes, las primeras formas mentales. Las im�genes -lo que Arieti denomina nivel fant�smico- empieza a aflorar en el ni�o en torno a los siete meses aproximadamente.

Tercer nivel: la mente representacional. Es lo que Piaget denominara pensamiento preoperacional. Est� basada en los s�mbolos, que aparecen entre los dos y los cuatro a�os de edad y en los conceptos, que aparecen entre los cuatro y los siete a�os.

TEORIAS DE LA PERSONALIDAD (Viktor Frankl)

TEORIAS DE LA PERSONALIDAD (Viktor Frankl)
Tanto la teoría como la terapia de Víctor Frankl se desarrolló a partir de sus experiencias en los campos de concentración nazis. Al ver quien sobrevivía y quién no (a quién se le daba la oportunidad de vivir), concluyó que el filósofo Friederich Nietszche estaba en lo cierto: Aquellos que tienen un por qué para vivir, pese a la adversidad, resistirán?. Pudo percibir cómo las personas que tenían esperanzas de reunirse con seres queridos o que poseían proyectos que sentían como una necesidad inconclusa, o aquellos que tenían una gran fe, parecían tener mejores oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.

Su terapia se denomina logoterapia, de la palabra griega logos, que significa estudio, palabra, espíritu, Dios o significado, sentido, siendo ésta última la acepción que Frankl tomó, aunque bien es cierto que las demás no se apartan mucho de este sentido. Cuando comparamos a Frankl con Freud y Adler, podemos decir que en los postulados esenciales de Freud, (éste consideraba que la pulsión de placer era la raíz de toda motivación humana) y Adler (la voluntad de poder), Frankl, en contraste, se inclinó por la voluntad de sentido.

Frankl también utiliza la palabra griega noös, que significa mente o espíritu. Sugiere que en psicología tradicional, nos centramos en la ?psicodinámica? o la búsqueda de las personas para reducir su monto de tensión. En vez de centrarnos en eso; o más bien, además de lo anterior, debemos prestar atención a la noödinámica, la cual considera que la tensión es necesaria para la salud, al menos cuando tiene que ver con el sentido. ¡A las personas les gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de un meta valiosa que conseguir!.

No obstante, el esfuerzo puesto al servicio de un sentido puede ser frustrante, la cual puede llevar a la neurosis, especialmente a aquella llamada neurosis noogénica, o lo que otros suelen llamar neurosis existencial o espiritual. Más que nunca, las personas actuales están experimentando sus vidas como vacías, faltas de sentido, sin propósito, sin objetivo alguno…, y perece ser que responden a estas experiencias con comportamientos inusuales que les daña a sí mismos, a otros, a la sociedad o a los tres.

Una de sus metáforas favoritas es el vacío existencial. Si el sentido es lo que buscamos, el sin sentido es un agujero, un hueco en tu vida, y en los momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a llenarlo. Frankl sugiere que uno de los signos más conspicuos de vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento. Puntualiza en cómo las personas con frecuencia, cuando al fin tienen tiempo de hacer lo que quieren, parecen ¡no querer hacer nada!. La gente entra en barrena cuando se jubila; los estudiantes se emborrachan cada fin de semana; nos sumergimos en entretenimientos pasivos cada noche; la neurosis del domingo, le llama.

De manera que intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con ?cosas? que aunque producen algo de satisfacción, también esperamos que provean de una última gran satisfacción: podemos intentar llenar nuestras vidas con placer, comiendo más allá de nuestras necesidades, teniendo sexo promiscuo, dándonos ?la gran vida?. O podemos llenar nuestras vidas con el trabajo, con la conformidad, con la convencionalidad. También podemos llenar nuestras vidas con ciertos ?círculos viciosos? neuróticos, tales como obsesiones con gérmenes y limpieza o con una obsesión guiada por el miedo hacia un objeto fóbico. La cualidad que define a estos círculos viciosos es que, no importa lo que hagamos, nunca será suficiente.

Igual que Erich Fromm, Frankl señala que los animales tienen un instinto que les guía. En las sociedades tradicionales, hemos llegado a sustituir bastante bien los instintos con nuestras tradiciones sociales. En la actualidad, casi ni siquiera eso llegamos a tener. La mayoría de los intentos para lograr una guía dentro de la conformidad y convencionalidad se topan de frente con el hecho de que cada vez es más difícil evitar la libertad que poseemos ahora para llevar a cabo nuestros proyectos en la vida; en definitiva, encontrar nuestro propio sentido.

Entonces, ¿cómo hallamos nuestro sentido?. Frankl nos presenta tres grandes acercamientos: el primero es a través de los valores experienciales, o vivenciar algo o alguien que valoramos. Aquí se podrían incluir las experiencias pico de Maslow y las experiencias estéticas como ver una buena obra de arte o las maravillas naturales. Pero nuestro ejemplo más importante es el de experimentar el valor de otra persona, v.g. a través del amor. A través de nuestro amor, podemos inducir a nuestro amad@ a desarrollar un sentido, y así lograr nuestro propio sentido.

La segunda forma de hallar nuestro sentido es a través de valores creativos, es como ?llevar a cabo un acto?, como dice Frankl. Esta sería la idea existencial tradicional de proveerse a sí mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos, o mejor dicho, a comprometerse con el proyecto de su propia vida. Incluye, evidentemente, la creatividad en el arte, música, escritura, invención y demás. También incluye la generatividad de la que Erikson habló: el cuidado de las generaciones futuras.

La tercera vía de descubrir el sentido es aquella de la que pocas personas además de Frankl suscriben: los valores actitudinales. Estos incluyen tales virtudes como la compasión, valentía y un buen sentido del humor, etc. Pero el ejemplo más famoso de Frankl es el logro del sentido a través del sufrimiento. El autor nos brinda un ejemplo de uno de sus pacientes: un doctor cuya esposa había muerto, se sentía muy triste y desolado. Frankl le preguntó, ?¿Si usted hubiera muerto antes que ella, cómo habría sido para ella?. El doctor contestó que hubiera sido extremadamente difícil para ella. Frankl puntualizó que al haber muerto ella primero, se había evitado ese sufrimiento, pero ahora él tenía que pagar un precio por sobrevivirle y llorarle. En otras palabras, la pena es el precio que pagamos por amor. Para este doctor, esto dio sentido a su muerte y su dolor, lo que le permitió luego lidiar con ello. Su sufrimiento dio un paso adelante: con un sentido, el sufrimiento puede soportarse con la dignidad.

Frank también señaló que de forma poco frecuente se les brinda la oportunidad de sufrir con valentía a las personas enfermas gravemente, y así por tanto, mantener cierto grado de dignidad. ¡Anímate!, decimos, ¡Sé optimista!. Están hechos para sentirse avergonzados de su dolor y su infelicidad.

No obstante, al final, estos valores actitudinales, experienciales y creativos son meras manifestaciones superficiales de algo mucho más fundamental, el suprasentido. Aquí podemos percibir la faceta más religiosa de Frankl: el supra-sentido es la idea de que, de hecho, existe un sentido último en la vida; sentido que no depende de otros, ni de nuestros proyectos o incluso de nuestra dignidad. Es una clara referencia a Dios y al sentido espiritual de la vida.

Esta postura sitúa al existencialismo de Frankl en un lugar diferente, digamos, del existencialismo de Jean Paul Sartre. Este último, así como otros existencialistas ateos, sugieren que la vida en su fin carece de sentido, y debemos afrontar ese sin sentido con coraje. Sartre dice que debemos aprender a soportar esta falta de sentido; Frankl, por el contrario, dice que lo que necesitamos es aprender a soportar nuestra inhabilidad para comprender en su totalidad el gran sentido último.

?Logos es más profundo que la lógica?, decía, y es hacia la fe adonde debemos inclinarnos.

http://www.ship.edu/~cgboeree/franklesp.html

EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA SUFRIENTE

EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA SUFRIENTE
EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA SUFRIENTE
Comentarios sobre El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl (1946)

Prof. Graciela Barroso

5 de agosto de 2002

Cómo aceptar que la vida sea digna de ser vivida, a pesar de todo lo adverso que hay en ella, es el tema central del existencialismo. Víktor Frankl afirma que vivir es aceptar con dignidad el desafío que plantea la vida, con su carga de adversidad, y sobrevivir es hallar el sentido de ese sufrimiento.

¿Qué es el hombre, entonces? El ser humano es alguien inevitablemente afectado por su entorno. Sin embargo, el hombre tiene una cierta capacidad de elección, ya que puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental, incluso cuando se encuentra en circunstancias terribles de tensión psíquica y física. Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.

Aun cuando parezca que las circunstancias son más fuertes, siempre hay ocasiones para elegir si uno va a ser o no juguete de dichas circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.

El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga su cruz, le da muchas oportunidades ?incluso bajo las peores de las adversidades? para dar a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad.O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal. Una situación difícil puede proporcionarle la oportunidad de hacer méritos en el camino de la superación.

En todas partes, el hombre se enfrenta a su destino y puede conseguir algo por vía del sufrimiento. Muchas veces es precisamente una situación externa excepcionalmente difícil lo que da al hombre la posibilidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo. La realidad cotidiana representa una oportunidad y un desafío: o bien se puede convertir la experiencia en victoria, la vida en un triunfo interno, o bien se puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar.

¿Qué es, en definitiva, vivir? Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que se nos plantean y cumplir las tareas que la vida nos asigna continuamente. “Vida” no significa algo vago, sino algo muy real y concreto, que configura el destino de cada hombre, distinto y único.
La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una racionalización secundaria de sus impulsos, de sus instintos. Sentido no es algo que nace de la propia existencia, sino algo que hace frente a la existencia.

El hombre es una criatura responsable y debe aprehender el sentido potencial de su vida. Lo que se le pide al hombre no es, como en el caso de otros filósofos existenciales, que soporte la insensatez del mundo, de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su propia capacidad para aprehender toda la sensatez incondicional de esa vida.

Cada época tiene su propia neurosis colectiva, es cierto. El vacío existencial, neurosis masiva de este tiempo según Frankl, puede develarse como una forma privada y personal de nihilismo, que se traduce a veces en la aseveración de que todo se ha perdido o carece de significación. Es cierto también que cada ser humano es un ser finito, y su libertad está restringida. No se trata, entonces, de liberarse de las condiciones que imponen las circunstancias del mundo, se trata de tomar una postura ante esas condiciones. La libertad, en definitiva, es la capacidad de la existencia humana para elevarse por encima de esas condiciones y trascenderlas.

En definitiva, el ser humano no es una cosa más entre otras cosas: las cosas se determinan unas a otras, pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser, dentro de los límites de sus facultades y de su entorno, lo tiene que hacer por y para sí mismo.

¿Qué es el hombre, para Frankl? Es el ser que siempre decide lo que es, en medio y a pesar de, las circunstancias. Y lo aclara con una imagen de su propia experiencia: el hombre es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme, musitando una oración.

Reflexiones acerca de Dios (en una tarde de verano)

http://www.psicologia-online.com/foros/viewtopic.php?f=22&t=17439

Me da la impresión que mucha gente creyente lo es por el simple hecho de haber sido adoctrinada desde la infancia. Incluso yo, que me declaro lógicamente ateo, no puedo dejar de oir una vocecilla en mi interior: blasfemo!, a la par que cuesta creer que tanta gente creyente no puede estar equivocada, y que tantos religiosos profesionales que hay no pueden estar dedicando su vida a una serie de añejas patrañas. Los que adoraban a Zeus y a Ra sí que eran crédulos y supersticiosos, pobrecitos, pero nuestro Dios sí es el auténtico, no? Vaaale… llámese Dios, Alá o Buda… eso es lo de menos… (mientras no le llames Zeus o Ra) (Odín tampoco vale).

Pero claro, tampoco entiendo que ningún bondadoso y omnisciente Dios pueda ser tan cruel con sus hijos. A los padres maltratadores les encierran justamente, pero a Dios le adoramos. Vale, cosas como Hitlers y Stalins son culpa nuestra, de nuestro libre albedrío, y tantos millones de personas muertas, mutiladas, o hundidas en la miseria comprenderían a pesar de todo que Él no podía hacer nada, ni tirar un pequeño rayo a Hitler, que estaba atado de manos o lavándoselas quizá que queda como más bíblico.

Pero lo del tsunami o lo del Mitch, o tantas otras catástrofes cien por cien naturales pues sí que las vería como extremas crueldades o negligencias de Dios, lo cual lo invalidaría como tal.

Intentemos abandonar la idea de dioses tan tradicionales como humanos y pasemos a planos algo más trascendentales. A pesar de ser ateo o ateíllo, uno no puede dejar de maravillarse por lo que parece un… Supremo Orden en las Cosas. Por desgracia existen los tsunamis, pero no te explicas cómo puede existir algo tan complejo como el cuerpo humano ( y vaya para lo que lo utilizamos!), o la atmósfera con su capa de ozono y sus campos Van Allen, o te vas a un planetario y ves que somos menos que un palillo en el pacífico ( y seguimos hipotecándonos como si ná!).

Y dices… a ver a ver… pues está muy claro. Dios es una ecuación! Él es Ella. La Ecuación es la responsable del Supremo Orden en las Cosas (pese a los tsunamis); ya, ya sé que enseguida me diréis… ¿y quien diseñó la ecuación, tio listo? ¿acaso no fue Dios? Pamplinas, que eres un pamplinas, etc. Intentaré explicar mi razonamiento con una comparación, como haría Amparo Baró en Siete Vidas, ya que me voy de cabeza a su quinta.

Supongamos que el Auténtico Dios, el de Verdad de Verdad, es un venerable señor mayor con barba blanca y bigotes blancos (cortesia para los católicos) que se atusa el bigote blanco mientras calcula una tacada en el billar. Bueno, ya se ve por donde voy, la Bola de Billar somos nosotros, nuestro Universo, y está a punto de empezar el Big Bang; el señor apunta el taco, busca el ángulo y le da el golpe adecuado. La Bola de Billar empieza a andar de ahí para allá, siempre según una trayectoría muy bien calculada. Lo que no sabemos es si irá a donde ha calculado el jugador.

Pero… esto ya no tiene importancia, porque el golpe ya lo han dado, y a partir de ese momento la Bola sigue su curso independientemente de la voluntad del jugador de billar… vale, él es el Auténtico Dios, el de Verdad de Verdad, pero efectivamente ya no puede hacer nada, no puede corregir la trayectoria una vez ha dado la Big Tacada Bang, le echarían de la partida!

Por tanto, el Auténtico Dios ya no interesa. Ahora Dios es La Ecuación, es decir, el golpecito con cierto impulso dado en el lugar adecuado, y ahora es Ella quien rige nuestras vidas, ya que esto no lo puede cambiar ni Dios (el Auténtico).

Si acéptaramos esto, podríamos aceptar nuestro Universo como lo que es, una buena jugada de billar pero quizá sin la exactitud adecuada (muy bien lo de la vista, muy mal lo de la ceguera), pero lo más interesante sería quizá la posibilidad de desentrañar la Ecuación…¿el Arbol de la Sabiduría? (glups!) y cambiar ciertas cosas erráticas de la trayectoria, como por ejemplo poder predecir catástrofes naturales insitas en la Ecuación.

Si se pueden predecir otras cosas me pido el prime, que quiero jugar a la primitiva!

Lo que Jesús significa para mi [Mohandas Gandhi]

Lo que Jesús significa para mi [Mohandas Gandhi]
Entonces, ¿qué significa Jesús para mi? Para mi, Él fue uno de los maestros más grandes que la humanidad ha tenido. Para sus seguidores, Él era el Hijo unigénito de Dios. ¿El hecho que yo acepte o no esta creencia hace de Jesús más o menos influyente en mi vida? ¿Estará prohibida para mi toda la grandeza de Su enseñanza y Su doctrina? No puedo creerlo. Para mi implica un nacimiento espiritual. En otras palabras, mi interpretación es que la vida de Jesús es la clave de su cercanía a Dios; que Él expresó, como nadie más pudo hacerlo, el espíritu y la voluntad de Dios. Es en este sentido que lo veo y reconozco como Hijo de Dios. Pero yo creo que algo de ese espíritu que Jesús ejemplifica al máximo en su más profundo sentido humano, existe. Debo creer esto; si no lo creyera, sería un escéptico; y ser un escéptico es vivir una vida vacía y sin contenido moral. O, lo que es lo mismo, condenar a toda la raza humana a un final negativo.
Ciertamente ha razones para el escepticismo cuando uno observa las sangrientas masacres que los agresores europeos han desatado, y cuando se piensa en la miseria y el sufrimiento que prevalece en todos los rincones del mundo; lo mismo que la pestilencia y las hambrunas que terrible e inevitablemente siguen a las guerras. Ante esto, ¿cómo se puede hablar seriamente del espíritu divino encarnado en el hombre? Porque esto actos de terror y de muerte ofenden la conciencia del hombre; porque el hombre sabe que son la representación del mal y porque en lo más profundo de su corazón y su mente, lo deplora. Y, más aún, porque cuando no escoge el mal camino, desorientado por falsas enseñanzas de corruptos falsos líderes, dentro de su pecho el hombre tiene un impulso hacia el bien y la compasión que son la chispa de la divinidad, que algún día, creo, hará reventar la hermosa flor que es la esperanza de la humanidad. Un ejemplo de ese florecimiento puede encontrarse en la persona y la vida de Jesús. Me niego a creer que existe ahora o haya existido alguna persona que ha hecho uso de Su ejemplo para disminuir sus pecados, aunque lo haya hecho sin percatarse de ello. La vida de todos, en mayor o menor grado, han sido cambiadas por Su presencia, Sus acciones y las palabras dichas por Su divina voz.

Yo creo que es imposible estimar los méritos de las diferentes religiones del mundo, y mucho más. Creo que es innecesario y peligroso siquiera intentar hacerlo. Pero a mi juicio, cada una de ellas incorporan una fuerza motivadora común: el deseo de levantar la vida del hombre y darle un propósito. Y porque la vida de Jesús tiene la significación y trascendencia a la que he hecho alusión, creo que Él no le pertenece únicamente al cristianismo, sino también al mundo entero; a todas las razas y pueblos, sin importar mucho bajo qué bandera, nombre o doctrina puedan trabajar, profesar una fe o adorar a un Dios heredado de sus ancestros.

DIOS no existe, ES

DIOS no existe, ES

Doménico Douady

TAOÍSMO-CONFUNIONISMO

“El Tao nunca lleva a cabo ninguna acción, pero no deja nada por hacer.

Lao Tse”

“Practica el no hacer.
Esfuérzate por el no esfuerzo.
Saborea lo que no tiene sabor.
Ensalza lo humilde.
Multiplica lo poco.
Recompensa la injuria con bondad.
Corta el problema en su brote.
Siembra lo grande en lo pequeño.
Las cosas difíciles del mundo solo pueden abordarse cuando son fáciles.
Las cosas grandes del mundo sólo pueden realizarse prestando atención a sus comienzos pequeños.
Así pues, el Sabio nunca tiene que luchar a brazo partido con grandes cosas, aunque ¡sólo él es capaz de realizarlas!
Quien promete a la ligera no es fiable.
Quien piensa que todo es fácil acabará encontrando todo difícil.
Por ello, el Sabio, al considerar difícil cada cosa, no encuentra dificultades al final.

Lao Tse, Tao Te King”

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA DEPRESIVA, NEUROSIS NOÓGNEA Y SUICIDIO-1766

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA DEPRESIVA, NEUROSIS NOÃ?GNEA Y SUICIDIO

DEPRESION

La depresión, como entidad clínica definida, tiene una prevalencia del 5-6% en la población general, si bien pueden encontrarse síntomas depresivos en el 15-20%. El diagnóstico preciso resulta imprescindible, ya que es inexcusable un abordaje terapéutico específico.

Puesto que la tristeza y algunos síntomas depresivos (astenia, desmoralización, anorexia, etc.), son ubicados y pueden darse tanto en el sujeto normal como en el ámbito de la patología, la actuación inicial debe ir dirigida a delimitar si tales síntomas están justificados por una situación socio-ambiental concreta y no constituyen un estado mórbido, ya que la intensidad, duración y escasa afectación del rendimiento no permiten hablar de patología o, por el contrario, decidir si se enfrenta a un estado mórbido.

Los cuadros distímicos incapacitan y provocan un grave desequilibrio personal y social. La depresión es una entidad patológica que, en muchos casos de forma silenciosa, puede destruir la vida a muchos niveles, convirtiendo a la persona que la padece en insegura, temerosa, ansiosa e inestable, dificultando seriamente su vida cotidiana e impidiendo su competencia personal y social.

Algunos estudios psicológicos muestran que ciertos tipos de trastornos de conducta, como la ansiedad y la depresión, pueden aparecer cuando la persona fracasa al intentar enfrentar de manera adaptativa los acontecimientos de la vida cotidiana. Asimismo, aportan datos alarmantes según los cuales la depresión ocupa el cuarto lugar de la lista de epidemiología, y pronostican que pasará al segundo lugar en el 2010.

Las causas de la depresión son complejas, ya que se mueven desde lo biológico como factores genéticos, anormalidades hormonales, desequilibrio en los neurotransmisores (deficiencia en serotonina, dopamina o noradrenalina o todos; depresión endógena), hasta las experiencias traumáticas reciente o factores estresantes en la vida diaria (depresión reactiva). Además, otras enfermedades pueden ser causa de depresión, o ser concomitantes con ésta. Incluso, la depresión puede sobrevenir a la persona como resultado del tratamiento de otra enfermedad, provocada por determinados tratamientos farmacológicos (depresión iatrógena).

Alrededor del 16% de la población padece depresión clínica una vez al menos en su vida. La depresión es más común en mujeres que en hombres, y su prevalencia en el episodio unipolar es de 1â??9% para hombres y 3â??2% para mujeres. El 5â??8% de hombres y el 9â??5% de mujeres experimentaran un episodio depresivo en un período de 12 meses. Esta prevalencia puede variar según la población y en algunas poblaciones puede ser aún mayor. Otro aspecto preocupante es que ataca en los años más productivos de una persona, ya que se da entre los 18 y 44 años, y dentro de este rango especialmente entre los 25 y los 34 años, encontrándose cada vez más en edades tan tempranas como la niñez y la adolescencia. En los textos de psicopatología al uso y en las diferentes obras que existen acerca de depresión se desarrollan diferentes clasificaciones. La referencia es obligada a la clasificación de la OMS, la CIE-10 y la de la APA, el DSM-IV-TR.

Los síntomas de la depresión tienen algunas variaciones dependiendo del tipo que se presente, pero los más comunes son sentimientos de profunda tristeza y desesperanza, pérdida de interés e incapacidad para experimentar placer (anhedonia), pérdida de apetito (anorexia) o aumento considerable del apetito, insomnio o hipersomnia, fatiga, energía baja, sentimientos de inutilidad, incapacidad y culpa, incapacidad para concentrarse, baja autoestima, sentimiento de soledad o de incomunicación, miedo persistente sin saber a qué o por qué y pensamientos recurrentes de muerte y suicidio.

Los siguientes síntomas son los más característicos de las personas que padecen de-presión: atienden selectivamente a acontecimientos negativos de sus vidas (abstracción selectiva) y a las consecuencias inmediatas, y no a las demoradas, de su conducta; establecen exigentes patrones de evaluación para su conducta, a menudo son perfeccionistas y ven que su conducta nunca es tan buena como debería ser, se rigen por el «todo-o-nada», y esta evaluación se aplica más a sí mismo que a los demás; tienden a hacer atribuciones internas en el caso de acontecimientos negativos y atribuciones externas en el caso de sucesos positivos; se autoadministran recompensas contingentes insuficientes y castigos excesivos debido a una fuerte culpa y autocrítica. Es muy importante para el diagnóstico el potencial de las personas deprimidas para percibir negativamente el ambiente y los acontecimientos que le rodean.

Como trastorno clínico (CIE-10), la depresión se distingue de la tristeza normal y ordinaria en que interfiere con la funcionalidad cotidiana (la persona vive la incapacidad o el absurdo, al realizar las tareas domésticas, aun cuando las lleve a cabo); implica importantes problemas en la interacción social, en la conducta y/o el funcionamiento mental o biológico; es mucho más profunda y dolorosa; es más prolongada en su curso y requiere atención médica y psicoterapéutica. Las personas con depresión experimentan que su vida carece de sentido, que el sufrimiento es excesivo, intolerable, y debido a ello deciden dar fin a su vida, la cual se presenta en sus condiciones como algo absoluto, irremediable e irreversible.

En los últimos años se ha hecho tan frecuente que ya muchas personas utilizan la palabra «depresión» para describir sus estados de tristeza o preocupación. Sin embargo, es muy importante distinguir el «sentimiento» de tristeza o soledad de un trastorno de estado depresivo clínicamente diagnosticable.

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA Y NEUROSIS NOÃ?GNEA II

DESESPERANZA

Hace referencia a sentimientos y cogniciones negativas acerca de uno mismo, del mundo y del futuro, y se correlaciona de manera directa y significativa con ideaciones y tendencias suicidas, de tal modo que a mayor grado de desesperanza, mayor riesgo de suicidio.

La desesperanza es un síntoma que acompaña a la ideación suicida más que el propio estado depresivo; no obstante, no se sabe a ciencia cierta si la desesperanza es un factor de riesgo que interactúa con, y puede exacerbar, otras vulnerabilidades cognitivas que diferencian las personas suicidas de las no suicidas, tales como la rigidez y el pensamiento obsesivo, poca capacidad de resolución de problemas, y un autoconcepto negativo.

DISTIMIA DEPRESIVA O TRASTORNO DISTÍMICO

Distimia, de unas palabras griegas que significan “humor perturbado”, es uno de los trastornos más abundantes en nuestros tiempos. Se emplea el nombre de distimia para calificar una alteración del estado de ánimo que también se denomina con otros nombres:

1. Depresión menor. Es un nombre engañoso, pues, aunque los síntomas sean en menor cantidad o intensidad que en una depresión mayor, su permanencia en el tiempo suelen causar malestar significativo a las personas.

2. Depresión neurótica. Nombre hoy en desuso. Se refiere a una antigua clasificación en la que los “trastornos neuróticos” eran definidos como “de origen psicológico”.

3. Depresión crónica. Es una definición que carga el acento en la duración del proceso. Pero también el trastorno depresivo mayor puede ser crónico, y es muy distinto de la distimia

4. Se considera que los trastornos relacionados con el déficit de serotonina pueden afectar al 30 % de las personas. La distimia sería el más frecuente de ellos.

Síntomas

Los síntomas más importantes son:

1. Altibajos del estado de ánimo

2. Tendencia al estado de ánimo irritable o deprimido. La persona distímica suele ser enojadiza, y con tendencia a estar triste o deprimida

3. Dificultad para disfrutar de las cosas positivas de la vida. La persona distímica tiene atolladeros para llegar a considerarse plenamente feliz

4. Trastornos del sueño: el sueño no acaba de ser reparador. La persona distímica se despierta varias veces, y suele hallarse cansada por la mañana

5. Problemas de concentración. La persona distímica acostumbra a percibir problemas de memoria y de concentración, aún para actividades lúdicas (ver una película, por ejemplo)

6. Tendencia a las somatizaciones. Cefaleas y vértigos son las más frecuentes, junto a los estados de fatiga crónica

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA Y NEUROSIS NOÃ?GNEA III

Causas

No es sino un estado casi depresivo, probablemente de naturaleza orgánica (genética) aunque activado por una situación de estrés continuado. Acontece con frecuencia en personas sometidas a tensiones constantes, o en personas extremadamente autoexigentes, para las cuales cualquier situación se convierte en estresante.

Duración

Puede durar semanas, meses o años. Hay personas que han estado así prácticamente toda su vida. Algunos autores hablan de “personalidad depresiva” en estos casos. Muchas personas con distimia llegan a creer que “ellas son así”, y no identifican la distimia como una condición patológica, sino como un estado normal de su forma de ser.

Malestar personal o familiar creado por la distimia

La distimia es causa frecuente de malestar personal, y de malestar familiar. Las personas con distimia suelen estar irritadas, agresivas, con facilidad para entrar en discusiones, y con una baja tolerancia a las frustraciones. Con frecuencia se las califica de “amargadas”.

Tratamiento

Las personas con trastorno distímico pueden ser tratadas mediante varias técnicas, ya sea psicoterapia y/o antidepresivos.

NEUROSIS NOÃ?GENA

Cuando la persona experimenta que su voluntad de sentido existencial no se satisface, cuando no encuentra sentido a su vida, se origina una frustración existencial, o frustración de la voluntad de sentido, dando lugar a la llamada «neurosis noógena» o «vacío existencial», un estado caracterizado por la incertidumbre sobre el del sentido de la vida.

Las manifestaciones del vacío existencial son la sensación de tedio, hastío o aburrimiento, la convicción de que no se posee control sobre la propia vida y de que nada puede hacerse para que sea de otro modo. En ocasiones, esta frustración existencial puede expresarse bajo la forma de sintomatología depresiva.

Esta depresión noógena sería la frustración espiritual-existencial de una persona, la cual desespera porque no vive según los dictados de su más auténtica forma de ser. Alrededor del 20% de las depresiones que son clínicamente tratadas no responden a una etiología psicógena o somatógena, sino noógena, esto es, provocada por la falta de sentido de la propia vida. Este tipo de depresión parece que va en aumento, sobre todo en las sociedades más industrializadas, en las que aparentemente las personas gozan de mayor bienestar y felicidad. El riesgo de suicidio en esta neurosis es más elevado que cuando las condiciones generales de la vida no son tan buenas pero se experimenta la expectativa del logro, o el logro mismo de sentido. En estos casos se hablaría de «suicidio noógeno».

SUICIDIO

El suicidio es un fenómeno complejo que ha atraído la atención de filósofos, teólogos, médicos, psicólogos, sociólogos y artistas a lo largo de los siglos. Encontramos referencias en Platón (Fedón, Las Leyes), Aristóteles (Ã?tica a Nicómaco), Séneca (Cartas morales a Lucilio), San Agustín (La ciudad de Dios), Santo Tomás de Aquino (Summa Theologica), Montaigne (Ensayos), Hume (Sobre el suicidio), Schopenhauer (Sobre la felicidad), Durkheim (El suicidio), Nietzsche (Así habló Zaratrustra), Jaspers (Filosofía), Cioran (La tentación de existir, Del inconveniente de haber nacido), por citar solo algunos.

DEPRESIÓN, DESESPERANZA, DISTIMIA Y NEUROSIS NOÃ?GNEA IV

Relativamente pocos países disponen de datos fidedignos sobre el comportamiento suicida no mortal. La razón principal reside en la dificultad de recopilar la información. Sólo una minoría de los que intentan suicidarse acuden a los centros de salud para recibir atención médica. Además, en muchos países en desarrollo, la tentativa de suicidio sigue siendo un delito penado y, por consiguiente, los hospitales no registran los casos.

Por otra parte, en muchos lugares no es obligatorio notificar las lesiones y, en consecuencia, no se recopila la información sobre ellas en ningún nivel. Otros factores también pueden influir en la notificación, como la edad, el método de la tentativa de suicidio, la cultura y la accesibilidad de la atención de salud. En la actualidad, no se conoce claramente la magnitud de los intentos de suicidio en la mayor parte de los países. Hay algunos datos que indican que, en promedio, sólo cerca de 25% de los que llevan a cabo actos suicidas contactan con un hospital público (posiblemente uno de los mejores lugares para la recopilación de datos) y estos casos no son necesariamente los más graves.

El aumento de las muertes por suicidio en los últimos años ha sido experimentado, sobre todo, en población adolescente que presenta problemas de drogadicción, conflictividad familiar y problemas en la identidad/conducta sexual y adulta joven (es una de las tres causas principales de muerte en este grupo poblacional) con edades entre los 35 y los 45 años.

Alrededor del 14% de los suicidios se cometen entre los 15 y los 24 años, al punto de haber llegado a convertirse en la segunda causa de muerte en jóvenes a partir de los 14 años. Algunos estudios han hallado tasas entre el 15% y el 20% de adolescentes con ideación suicida acompañada de sentimientos de desesperanza e indefensión. Las elevadas tasas de suicidio permiten considerarlo un auténtico mal epidémico, siendo uno de los problemas más importantes en las sociedades actuales.

Pueden ser diversos las causas y motivos que llevan a una persona a decidir suicidarse: niveles anormales de serotonina u otros neurotransmisores que provocan una depresión endógena incontrolable por quien la padece, acontecimientos vitales dramáticos y traumáticos que hacen insoportable seguir viviendo, la sensación profunda de que la vida carece de sentido.

Los deseos de suicidio pueden entenderse como expresión extrema del deseo de escapar a lo que parecen ser problemas irresolubles o una situación intolerable. El depresivo puede verse a sí mismo como una carga inútil y consecuentemente pensar que sería mejor para todos, incluido él mismo, si estuviese muerto.

La desesperanza, junto con la presencia de trastorno mental, el historial de tentativas suicidas previas, el historial familiar de suicidios y el abuso de sustancias adictivas, es uno de los factores predictores más potentes de tentativa suicida.

Bibliografía

García-Alandete, J., Gallego-Pérez, J.F. y Pérez-Delgado, E.: DEPRESIÓN, DESESPERANZA, NEUROSIS NOÃ?GNEA Y SUICIDIO. INTERPSIQUIS. 2007; (2007)

http://www.drromeu.net/Distimia.htm

Tanatología: "Prevención del suicidio"

Tanatología: “Prevención del suicidio”

Por Myrna Zayas-Báez

09/21/2005

Un instrumento para profesionales de los medios

El número de suicidios es a menudo subestimado. El alcance de esta subestimación varía de país a país, dependiendo principalmente de las formas en que se determine el suicidio. Otras razones para la subestimación incluyen el estigma, los factores sociales y políticos y los reglamentos de las pólizas de seguros, lo que significa que puede que algunos suicidios se reporten bajo el disfraz de accidentes o muerte por causas indeterminadas. Se cree que el alcance de esta subestimación es 20-25% en personas de edad y 6-12% en otras.

No existen a nivel mundial, registros oficiales de comportamiento suicida no fatal (intentos de suicidio), en gran parte porque en promedio sólo alrededor del 25 % de quienes lo intentan, necesitan o buscan atención médica. Por lo tanto, la mayoría de los intentos de suicidio no se informan ni registran.

PRECAUCIONES EN EL USO DE DATOS SOBRE EL SUICIDIO

Con frecuencia se comparan los datos sobre suicidio provenientes de diferentes países, pero hay que tener presente que el registro de los datos de mortalidad varía muchísimo entre los países y esto afecta seriamente cualquier comparación directa. Las tasas de suicidio se expresan normalmente como el número de muertes por suicidio por cada 100.000 habitantes. Si las tasas reportadas se refieren a poblaciones pequeñas (esto es ciudades, provincias o incluso países pequeños), se requiere actuar con mucha precaución, debido a que unas pocas muertes pueden cambiar radicalmente el panorama. Para poblaciones menores de 250.000, generalmente se usa un número aproximado de suicidios. Algunas tasas pueden reportarse en estándares por edad. Esto puede excluir suicidios en menores de 15 años, debido a que son un número pequeño, pero en muchos países existe un alarmante incremento en los suicidios en el grupo que comprende esta edad.

¿CÃ?MO INFORMAR SOBRE EL SUICIDIO EN GENERAL?

Entre los temas específicos que necesitan mencionarse al informar sobre el suicidio se incluyen los siguientes:

1. Las estadísticas deberán interpretarse cuidadosa y correctamente

2. Deberán usarse fuentes auténticas y confiables

3. Los comentarios espontáneos deberán manejarse con cuidado en vista de las presiones por tiempo

4. Las generalizaciones basadas en cifras pequeñas requieren particular atención y las expresiones tales como “epidemia de suicidios” y “el lugar con mayor tasa de suicidios en el mundo” deberán evitarse

5. Se debe oponer resistencia a informar el comportamiento suicida como una respuesta entendible a los cambios o la degradación social o cultural.

¿CÃ?MO INFORMAR SOBRE UN SUICIDIO ESPECÍFICO?

Los siguientes puntos deberán tenerse en mente:

El cubrimiento sensacionalista de suicidios deberá evitarse de manera diligente, particularmente cuando involucra a una celebridad. Este cubrimiento deberá minimizarse hasta donde sea posible. Cualquier problema mental que la celebridad pueda haber tenido deberá reconocerse igualmente. Deberá hacerse el mayor esfuerzo por evitar exageraciones. Las fotografías de la víctima, del método empleado y de la escena del suicidio deben evitarse. Los titulares en primera página nunca son la ubicación ideal para informar sobre un suicidio.

1. Deberán evitarse las descripciones detalladas del método usado y cómo lo obtuvo la víctima. Las investigaciones han demostrado que el cubrimiento por parte de los medios tiene mayor impacto sobre el método de suicidio adoptado, que la misma frecuencia con que ocurren los suicidios. Ciertos escenarios â?? puentes, acantilados, edificios altos, carrileras, etc. â?? están tradicionalmente asociados con el suicidio y la publicidad extra aumenta el riesgo que más personas los usen.

2. Deberá informarse acerca del suicidio como algo inexplicable o simplista. El suicidio nunca es el resultado de un solo factor o hecho. Usualmente lo causa una compleja interacción de muchos factores tales como enfermedad mental y física, abuso de sustancias, conflictos familiares e interpersonales y acontecimientos estresantes. Es útil reconocer que una variedad de factores contribuyen al suicidio.

3. El suicidio no deberá describirse como un método para enfrentar problemas personales tales como bancarrota, incapacidad de aprobar un examen, o abuso sexual.

4. Los informes deberán tener en cuenta el impacto sobre las familias y otros sobrevivientes en términos del estigma y el sufrimiento psicológico.

5. Glorificar a las víctimas de suicidio como mártires y objetos de adulación pública, puede sugerir a las personas vulnerables que la sociedad honra el comportamiento suicida. En vez de eso, deberá hacerse énfasis en lamentar la muerte de la persona.

6. Describir las consecuencias físicas de intentos de suicidio (daño cerebral, parálisis, etc.) puede actuar como elemento de disuasión.

SUMINISTRO DE INFORMACIÓN SOBRE AYUDA DISPONIBLE

1.Los medios pueden jugar un papel proactivo en ayudar a prevenir el suicidio al publicar la siguiente información junto con noticias sobre el suicidio:

2. Lista de servicios de salud mental y líneas telefónicas de ayuda disponibles con sus números telefónicos y direcciones actualizados

3. Publicitar las señales de advertencia del comportamiento suicida

4. Transmitir mensajes sobre la frecuente asociación entre la depresión y el comportamiento suicida, siendo la depresión una condición tratable

5. Ofrecer un mensaje de solidaridad a los sobrevivientes en momentos de profundo dolor, proporcionando números de teléfono de los grupos de apoyo para sobrevivientes, si los hay. Esto aumenta la probabilidad de que profesionales en salud mental, amigos y familiares intervengan en las crisis suicidas.

RESUMEN SOBRE QUÃ? HACER Y QUÃ? NO HACER

Qué hacer

â?¢ Trabajar estrechamente con autoridades de la salud en la presentación de los hechos.

â?¢ Referirse al suicidio como un hecho logrado, no uno exitoso.

â?¢ Presentar sólo datos relevantes en las páginas interiores.

â?¢ Resaltar las alternativas al suicidio.

â?¢ Proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios.

â?¢ Publicitar indicadores de riesgo y señales de advertencia.

Qué no hacer

â?¢ No publicar fotografías o notas suicidas.

â?¢ No informar detalles específicos del método usado.

â?¢ No dar razones simplistas.

â?¢ No glorificar ni sensacionalizar el suicidio.

â?¢ No usar estereotipos religiosos o culturales.

â?¢ No aportar culpas.

Hay otra serie de instrumentos para poder prevenir el suicidio para todas las áreas interesadas. El Suicidio es real, es diario, es común; y sin embargo el tema es tabú. Las personas afectadas se sienten marginadas y no encuentran apoyo para poder hablar de su pérdida.

Apoyemos la iniciativa mundial de la OMS para la prevención del suicidio.

15. Prevención del Suicidio I

Tanatología: “Prevención del suicidio”

Por Myrna Zayas-Báez09/21/2005Un instrumento para profesionales de los medios

San Juan, Puerto Rico â?? (www.atanay,com) â?? La Profesora Silvia Britos, Fundadora y Presidente de ONG Asociación Civil “Estaciones del Alma” y Presidente de la “Red Mundial de Suicidiólogos”, está creando conciencia del fuerte impacto que tienen los medios de comunicación al informar sobre el suicidio. En este artículo se ofrecen un resumen de una serie de instrumentos dirigidos a grupos sociales y profesionales específicos particularmente relevantes para la prevención del suicidio.

El suicidio es un fenómeno complejo que ha atraído la atención de filósofos, teólogos, médicos, sociólogos y artistas a lo largo de los siglos. Según el filósofo francés, Albert Camus, (El Mito de Sísifo), es el único problema filosófico serio. Y SIN EMBARGO SIGUE SIENDO UN TABÃ? EN LA SOCIEDAD.

Debido a que es un problema grave de Salud Pública, el Suicidio requiere nuestra atención, pero desgraciadamente su prevención y control no son tarea fácil. Investigaciones recientes indican que la prevención del suicidio, si bien es posible, comprende una serie de actividades que van desde la provisión de las mejores condiciones posibles para la educación de jóvenes y niños; y el tratamiento eficaz de trastornos mentales, hasta el control medioambiental de los factores de riesgo. La difusión apropiada de información y una campaña de sensibilización del problema son elementos esenciales para el éxito de los programas de prevención.

En 1999, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el programa SUPRE (SUICIDE PREVENTION â?? PREVENCIÓN DEL SUICIDIO); una iniciativa mundial para la prevención del suicidio. Los Medios de Comunicación juegan un papel significativo en la sociedad actual, al suministrar una amplia gama de información en variedad de formas. Ejercen una fuerte influencia sobre las actitudes, creencias y comportamientos de la comunidad y juegan un importante rol en la política, la economía y la práctica social. Debido a esa influencia, los medios también pueden jugar un rol activo en la prevención del suicidio.

El suicidio es tal vez la forma más trágica de terminar con la propia vida. La mayoría de las personas que se plantean la idea del suicidio son ambivalentes. No están seguras de querer morir. Uno de los muchos factores que pueden llevar a una persona vulnerable al suicidio es la publicidad sobre este tema en los medios de comunicación. La forma como estos medios informan acerca de casos de suicidio puede influir en otros suicidios.

Estos instrumentos buscan dar una idea general del impacto de los medios al informar sobre el suicidio, indican las fuentes de información confiables, sugieren cómo informar acerca del suicidio en circunstancias generales y específicas. Señalan los riesgos que deben evitarse al informar sobre este tema.

IMPACTO DE LOS MEDIOS AL INFORMAR SOBRE EL SUICIDIO

Una de las primeras asociaciones conocidas entre el suicidio y los medios de comunicación surgió de la novela de Goethe “Leiden des jungen Werther” (Las Penas del Joven Werther) publicada en 1774. En esta obra, el héroe se dispara luego de un amor infortunado, y poco después de su publicación, se informó acerca de muchos varones jóvenes que usaron el mismo método para cometer suicidio. Esto resultó en la prohibición del libro en varios lugares. De ahí el término “efecto Werther” usado en la literatura técnica para designar la imitación en los suicidios.

Otros estudios del rol de los medios en el suicidio incluyen una revisión que se remonta al siglo pasado en los Estados Unidos. Otro caso famoso y reciente se relaciona con el libro Final Exit (Salida Final) escrito por Derek Humphry: después de su publicación, hubo un aumento en los suicidios en Nueva York, usando los métodos descritos.

La publicación de Suicide, mode dâ??emploi (Suicido, modo de empleo) también condujo a un aumento en el número de suicidios. De acuerdo con Philips y su equipo, el grado de publicidad dado a la historia de un suicidio está directamente correlacionado con el número de suicidios posteriores.

Los casos de suicidio involucrando celebridades han tenido un impacto particularmente fuerte. La televisión también influye en el comportamiento suicida. Philips mostró un aumento en los suicidios hasta 10 días después de los informes sobre casos de suicidio en las noticias. Como en los medios impresos, las historias altamente publicitadas que aparecen en múltiples programas por múltiples canales parecen tener el mayor impacto, todo lo más si involucran celebridades. No obstante, existen informes contradictorios sobre el impacto de programas ficticios: algunos no muestran efecto alguno, mientras otros lo ocasionan con un aumento en el comportamiento suicida.

La asociación entre obras teatrales o musicales y el comportamiento suicida ha sido pobremente investigada y permanece siendo prácticamente anecdótica. Más recientemente, el Internet ha introducido algunos temas nuevos. Existen sitios en la red que ayudan a las personas con ideas suicidas y otros que intentan prevenir los suicidios. Hasta ahora, ningún estudio sistemático ha analizado su impacto sobre el tema.

En términos generales, existe evidencia suficiente para sugerir que algunas formas de cubrimiento periodístico y televisivo real del suicidio están asociadas con un exceso en suicidios estadísticamente significativo; el impacto parece ser mayor entre la gente joven. No obstante, no se informa en los medios de la mayoría de los suicidios; cuando se toma la decisión de informar al público sobre un suicidio, usualmente involucra una persona, método o lugar en particular. Con frecuencia este tema es de interés periodístico y los medios tienen derecho a informar sobre él.

Los suicidios que con mayor probabilidad atraen la atención de los medios, son aquéllos que se apartan de los patrones usuales. De hecho, es impactante que los casos presentados en los medios sean casi invariablemente atípicos y fuera de lo común y representarlos como típicos, perpetúa aún más la información errónea sobre el suicidio. Los clínicos y los investigadores reconocen que no existe cubrimiento de noticias sobre el suicidio per se, sino cierto tipo de cubrimiento noticioso que aumenta el comportamiento suicida en poblaciones vulnerables. A la inversa, ciertos tipos de cubrimiento pueden ayudar a prevenir la imitación del comportamiento suicida.

Existe siempre la posibilidad de que la publicidad sobre el suicidio pueda hacer que éste parezca “normal”. Una cobertura repetitiva y continua del suicidio tiende a inducir a y promover pensamientos suicidas, particularmente entre los adolescentes y los adultos jóvenes. Informar del suicidio de manera apropiada, exacta y potencialmente útil a través de medios progresistas e inteligentes puede prevenir una trágica pérdida de vidas.

FUENTES DE INFORMACIÓN CONFIABLES La información confiable sobre la mortalidad del suicidio puede obtenerse de un buen número de organizaciones alrededor del mundo. El banco de datos de la OMS contiene datos por edad y género a partir de 1950. Otras organizaciones que pueden suministrar información son el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF), el Instituto Interregional de Investigación del Crimen y la Justicia de las Naciones Unidas (UNICRI), el Fondo para el Desarrollo de la Mujer de las Naciones Unidas (UNIFEM), la Red Internacional de Epidemiología Clínica (INCLEN), la Sociedad Internacional para la Prevención del Abuso y la Negligencia en Niños (ISPCAN), INTERPOL, la Oficina Estadística de las Comunidades Europeas (EUROSTAT) y el Banco Mundial.

Un número de agencias gubernamentales, asociaciones nacionales y organizaciones voluntarias también proporcionan información: el Centro Nacional Sueco para la Investigación y la Prevención del Suicidio, la Oficina de Estadísticas Australiana y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos son algunos ejemplos.

La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio who.int/ina-ngo/ngo027.htm, la Asociación Americana de Suicidiología who.suicidology.org, La Red Australiana de Intervención Temprana para Salud Mental en Personas Jóvenes http://auseinet.flinders.edu.au/ y la Academia Internacional de Investigación del Suicidio uni-wuerzburg.de/IASR tienen su propio sitio en la red, al cual se puede acceder para información. Los datos disponibles más recientes sobre mortalidad en suicidios provenientes de estas agencias, usualmente hacen relación a un periodo de 18-36 meses en el pasado, dependiendo del país en cuestión.

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

1. Introducción

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
Correo Electrónico: serper.grm@infomed.sld.cu

  Escribir un libro sobre el suicidio en la adolescencia destinado a un público general resulta harto difícil por varias razones: probablemente algunos pensarán que por qué no se escribe sobre otro tema menos trágico, que aporte más a este grupo de personas en vez de escribir un libro sobre suicidio en los adolescentes que pudiera incrementar el riesgo en ellos y al final un mayor número intente quitarse la vida. Otros considerarán que el suicidio no es tan frecuente en estas edades, pues la adolescencia es una etapa de la vida con muchas potencialidades para desarrollar una existencia creativa y el suicidio, cuando ocurre, debe ser un acto impulsivo, no bien pensado y por tanto, muy difícil de evitar, tarea esta que deben abordar los psiquiatras, psicólogos, suicidólogos, y médicos de la familia, no así otros sectores, que pudieran empeorar las cosas y demorar la asistencia especializada.

      Cada una de estas razones constituyen mitos relacionados con la conducta suicida y no reflejan en modo alguno las evidencias del suicidio en la adolescencia. Aprender a cuidarse la única vida que tenemos los seres humanos es una cualidad que debe ser desarrollada desde la más temprana infancia, pues si no se tiene vida no se puede llevar a cabo proyecto alguno. Aprender a amarse racionalmente incrementará la capacidad de amar a otros, aprender a respetarse hará que seamos respetados. Enfrentar la vida con soluciones no suicidas mejorará nuestra calidad de vida.

    A pesar nuestro, el suicidio en la adolescencia es una trágica realidad, ocupando un lugar entre las tres primeras causas de muerte en la mayoría de los países y en algunos, sólo le supera otro tipo de muerte violenta: los accidentes de vehículos de motor. Y lo peor es que la tendencia es a incrementarse según los estimados de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

    Dotar a los adolescentes de la literatura científica que aborde el comportamiento suicida y su prevención pudiera ser de una utilidad no despreciable, pues les pondría en mejores condiciones de ayudarse ellos mismos y a sus iguales que se encuentren en una situación de crisis suicida. Similar provecho tendría para los padres, las madres, y otros familiares, maestros y profesores, que estarían más capacitados para detectar prematuramente aquellos candidatos a la realización de un acto suicida y evitar que ocurra, además de contribuir a interpretar el suicidio como un proceso que tiene su historia y que contrariamente a lo que se piensa, no ocurre por impulso, sino más bien como una decisión largamente pensada, analizada, desechada y retomada en múltiples ocasiones para poner fin a una vida, en la que el suicidio es un síntoma más, el último síntoma, de una existencia infeliz.

    En este libro aparecen un grupo de preguntas que han sido realizadas al autor por adolescentes que han participado en sus conferencias sobre el tema del suicidio y su prevención y expresiones erróneas que hemos escuchado a padres y madres y que se convierten en un problema para la crianza de los hijos. También se ofrecen algunos consejos a la familia para que puedan lograr relaciones interpersonales más armónicas entre sus miembros, todo lo cual contribuirá a mantener la salud mental de sus integrantes.

    Ojalá sea leído con el mismo amor con que fue escrito.

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

2. Generalidades

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
Correo Electrónico: serper.grm@infomed.sld.cu

La  adolescencia es definida como una etapa del ciclo vital entre la niñez y la adultez, que se inicia por los cambios puberales y se caracteriza por profundas transformaciones biológicas, psicológicas y sociales, muchas de ellas generadoras de crisis, conflictos y contradicciones, pero esencialmente positivos.

    De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años, considerándose dos fases: la adolescencia temprana de 10 a 14 años, y la adolescencia tardía de 15 a 19 años.

    La adolescencia, con independencia de las influencias sociales, culturales y étnicas, se caracteriza por eventos universales entre los que se destacan:

    â??El crecimiento corporal evidenciable en el aumento de peso, estatura y los cambios en las formas y dimensiones corporales.

    â??El aumento de la masa muscular y de la fuerza muscular, más marcada en el varón, acompañado de un incremento de la capacidad de transportación de oxígeno, de los mecanismos amortiguadores de la sangre capaces de neutralizar de manera más eficiente los productos químicos derivados de la actividad muscular.

    â??Incremento y maduración de los pulmones y el corazón, con un mayor rendimiento y recuperación más rápida frente al ejercicio físico.

    â??Incremento de la velocidad de crecimiento, los cambios en las formas y dimensiones corporales, los procesos endocrino metabólicos y la correspondiente maduración, no siempre ocurren de forma armónica, por lo que es común que presenten torpeza motora e incoordinación, fatiga fácil, trastornos del sueño, los que pueden generar trastornos emocionales y conductuales transitorios.

    â??Desarrollo y maduración sexual, con la aparición de las características sexuales secundarias y el inicio de la capacidad reproductiva

    â??Los aspectos psicosociales están integrados en una serie de características y comportamientos que en mayor o menor grado estarán presentes durante esta etapa de la vida y que pueden resumirse de la siguiente manera:

        â?¢ Búsqueda de sí mismo y de su identidad.
        â?¢ Necesidad de independencia.
        â?¢ Tendencia grupal.
        â?¢ Evolución del pensamiento concreto al abstracto.
        â?¢ Manifestaciones y conductas sexuales con desarrollo de la identidad sexual.
        â?¢ Relaciones conflictivas con los padres que fluctúan entre la dependencia y la necesidad de separación de los mismos.
        â?¢ Actividad social reivindicativa, tornándose más analíticos, con pensamientos simbólicos, en los que formulan sus propias hipótesis y llegan a conclusiones propias.
        â?¢ Eligen una ocupación para la que necesitarán adiestramiento y capacitación para llevarla a la práctica.
        â?¢ Necesidad de asumir un nuevo rol social como partícipe de una cultura o subcultura específica.

      No se pretende enumerar todas las características que definen esta etapa de la vida. Con las hasta aquí abordadas, el lector tendrá aquellas que constituyen las esenciales de la adolescencia. Pasemos a continuación a abordar los aspectos más generales relacionados con el comportamiento suicida, para en los siguientes capítulos, introducirnos en las especificidades del adolescente suicida.

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3. El Comportamiento Suicida

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
Correo Electrónico: serper.grm@infomed.sld.cu

El comportamiento suicida abarca las siguientes manifestaciones:
1- El deseo de morir. Representa la inconformidad e insatisfacción del sujeto con su modo de vivir en el momento presente y que puede manifestar en frases como: â??la vida no merece la pena vivirlaâ?, â??lo que quisiera es morirmeâ?, â??para vivir de esta manera lo mejor es estar muertoâ? y otras expresiones similares.

2- La representación suicida. Constituida por imágenes mentales del suicidio del propio individuo, que también puede expresarse manifestando que se ha imaginado ahorcado o que se ha pensado ahorcado.

3- Las ideas suicidas. Consisten en pensamientos de terminar con la propia existencia y que pueden adoptar las siguientes formas de presentación:

    â??Idea suicida sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de matarse pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: â??no sé cómo, pero lo voy a hacerâ?.
    â??Idea suicida con un método inespecífico o indeterminado en la que el individuo expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo ha de hacerlo, usualmente responde: â??De cualquier forma, ahorcándome, quemándome, pegándome un balazo.â?
    â??Idea suicida con un método específico no planificado, en la cual el sujeto desea suicidarse y ha elegido un método determinado para llevarlo a cabo, pero aún no ha ideado cuándo lo va a ejecutar, en qué preciso lugar, ni tampoco ha tenido en consideración las debidas precauciones que ha de tomar para no ser descubierto y cumplir con sus propósitos de autodestruirse.
    â??El plan suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo desea suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal, un lugar donde lo realizará, el momento oportuno para no ser descubierto, los motivos que sustentan dicha decisión que ha de realizar con el propósito de morir.

4- La amenaza suicida. Consiste en la insinuación o afirmación verbal de las intenciones suicidas, expresada por lo general ante personas estrechamente vinculadas al sujeto y que harán lo posible por impedirlo. Debe considerarse como una petición de ayuda.

5- El gesto suicida. Es el ademán de realizar un acto suicida. Mientras la amenaza es verbal, el gesto suicida incluye el acto, que por lo general no conlleva lesiones de relevancia para el sujeto, pero que hay que considerar muy seriamente.

6- El intento suicida, también denominado parasuicidio, tentativa de suicidio, intento de autoeliminación o autolesión intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte en el cual un individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.

7- El suicidio frustrado. Es aquel acto suicida que, de no mediar situaciones fortuitas, no esperadas, casuales, hubiera terminado en la muerte.

8- El suicidio accidental. El realizado con un método del cual se desconocía su verdadero efecto o con un método conocido, pero que no se pensó que el desenlace fuera la muerte, no deseada por el sujeto al llevar a cabo el acto. También se incluyen los casos en los que no se previeron las complicaciones posibles, como sucede en la población penal, que se autoagrede sin propósitos de morir, pero las complicaciones derivadas del acto le privan de la vida (inyección de petróleo en la pared abdominal, introducción de alambres hasta el estómago o por la uretra, etc.).

9- Suicidio intencional. Es cualquier lesión autoinfligida deliberadamente realizada por el sujeto con el propósito de morir y cuyo resultado es la muerte. En la actualidad aún se debate si es necesario que el individuo desee morir o no, pues en este último caso estaríamos ante un suicidio accidental, en el que no existen deseos de morir, aunque el resultado haya sido la muerte.

    De todos los componentes del comportamiento suicida, los más frecuentes son las ideas suicidas, los intentos de suicidio y el suicidio consumado, sea accidental o intencional.

    Las ideas suicidas son muy frecuentes en la adolescencia sin que ello constituya un peligro inminente para la vida, si no se planifica o se asocia a otros factores, llamados de riesgo, en cuyo caso adquieren carácter mórbido y pueden desembocar en la realización de un acto suicida.

El intento de suicidio es muy común entre los adolescentes con predisposición para esta conducta y se considera que por cada adolescente que comete suicidio, lo intentan cerca de trescientos.

¿ COMO EVITAR EL SUICIDIO EN ADOLESCENTES ?

4. Factores de Riesgo Suicida en la Niñez

Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero
Correo Electrónico: serper.grm@infomed.sld.cu

      El conocimiento de los factores de riesgo que predisponen la aparición de determinada condición mórbida es una estrategia válida para su prevención. Este principio es aplicable a la conducta suicida.

      Ante todo hay que considerar que los factores de riesgo suicida son individuales, pues lo que para algunos es un elemento de riesgo, para otros puede no representar problema alguno. Además de individuales son generacionales, ya que los factores de riesgo en la niñez pueden no serlo en la adolescencia, la adultez o la vejez. Por otra parte son genéricos, ya que la mujer tendrá factores de riesgo privativos de su condición y así también lo será para el hombre. Por último, están condicionados culturalmente, pues los factores de riesgo suicida de determinadas culturas pueden no serlo para otras.

      Pasemos a enunciar los factores de riesgo suicida en la niñez que contribuyen a que se desarrolle la conducta suicida en la adolescencia.

      Como es conocido, se considera que por debajo de los 5 ó 6 años, los niños tienen un concepto muy rudimentario de lo que es la muerte o el morir, por lo que resulta prácticamente improbable que se participe activamente de la muerte. En esta etapa la muerte se representa, personifica u objetiviza como una persona con buenas o malas intenciones, o un lugar desagradable o apacible. También a estas edades es común que la muerte se asocie a la vejez y a las enfermedades. Por encima de esta edad, se comienza a considerar la muerte como un suceso inevitable y universal, llegando el niño o la niña a la conclusión de que todas las personas, incluyéndolo a él, tienen que morir.

      Paralelamente con el concepto de muerte se desarrolla el de suicidio. Por lo general los niños han tenido alguna experiencia sobre el tema mediante la visualización de este tipo de acto en la televisión, sea a través de programaciones para los adultos o dirigidos a los niños y las niñas (muñequitos o comics). Otras veces, el concepto se va adquiriendo mediante diálogos con compañeros de su propia edad que han tenido familiares suicidas o por conversaciones que escuchan a los adultos. En sus concepciones sobre el suicidio, en el niño se entremezclan creencias racionales e irracionales, articuladas y lógicas y poco coherentes y comprensibles.

      Hay niños y niñas que adquieren ambos conceptos, muerte y suicidio a una edad más temprana y otros más tardíamente, creyendo estos últimos que la muerte es una continuidad de la vida o que es un estado parecido al sueño del cual es posible ser despertado tal y como ocurre en el cuento â??La Bella Durmienteâ?.

      En la infancia, como es lógico suponer, los factores de riesgo suicida deben ser detectados principalmente en el medio familiar. Por lo general, el clima emocional familiar es caótico, pues no hay un adecuado funcionamiento de sus integrantes y no se respetan los roles ni las fronteras de sus respectivos miembros. Los padres, cuando conviven juntos se enrolan en constantes querellas, llegando a la violencia física entre ellos o dirigiéndolas a los integrantes más vulnerables, en este caso los más jóvenes, niños y niñas y los más viejos, ancianos y ancianas.

      Es frecuente que los progenitores padezcan alguna enfermedad mental, entre las que se citan por su frecuencia, el alcoholismo paterno y la depresión materna. El alcoholismo paterno es sufrido por el resto de la familia, pues esta toxicomanía involucra a todos los integrantes, sea por los desórdenes conductuales, por la violencia, los actos suicidas, los problemas económicos o la incapacidad de cumplir con los roles asignados al alcohólico y que otros tienen que asumir.

      La depresión materna, además del peligro suicida que conlleva se convierte en un estímulo para el pesimismo, la desesperanza, la sensación de soledad y la falta de motivación. A ello se añaden las situaciones de maltrato por no poder la madre, en estas condiciones, satisfacer las necesidades emocionales y de cuidados del niño o la niña.
Otro factor de riesgo suicida de importancia en la niñez es la presencia de conducta suicida en alguno de los progenitores. Aunque no está demostrado que el suicidio esté determinado genéticamente, es un hecho que el suicidio puede ser imitado, principalmente por las generaciones más jóvenes, lo cual ha dado origen al término â??Efecto Wertherâ?, por los suicidios ocurridos entre los jóvenes que habían leído la novela de Goethe Las penas del joven Werther, cuyo protagonista termina su vida por suicidio con arma de fuego. En ocasiones este proceso no es plenamente consciente y el suicidio se produce por un mecanismo de identificación, proceso mediante el cual se incorporan a la personalidad algunos rasgos de la personalidad o formas de ser del sujeto identificado.

      Otras veces lo que se transmite es la predisposición genética, no para el suicidio, sino más bien para alguna de las enfermedades en las que este síntoma es frecuente. Entre estas enfermedades se encuentran las depresiones y las esquizofrenias en cualquiera de sus formas clínicas. Ambos trastornos están descritos como uno de los principales factores de riesgo suicida en la adolescencia.

      Las relaciones entre los progenitores y sus hijos pueden convertirse en un factor de riesgo de suicidio cuando están matizadas por situaciones de maltrato infantil y de abuso sexual, físico o psicológico. La violencia contra los niños y las niñas en cualquiera de sus formas es uno de los factores que entorpecen el desarrollo espiritual de la personalidad, contribuyendo a la aparición de rasgos en ella que predisponen a la realización de actos suicidas, entre los que se destacan la propia violencia, la impulsividad, baja autoestima, las dificultades en las relaciones con personas significativas, la desconfianza, por sólo citar algunos.

      Otras veces las relaciones están caracterizadas por la sobreprotección, la permisividad y la falta de autoridad, todo lo cual conspira contra el buen desarrollo de la personalidad de los niños y las niñas, quienes se tornan caprichosos, demandantes, poco tolerantes a las frustraciones, manipuladores y egocéntricos, pretendiendo que todos los seres humanos los traten de la misma manera indulgente que lo hacen los familiares, lo que provoca diversos problemas de adaptación desde la más temprana infancia, los que se recrudecen en la adolescencia, cuando la socialización ocupa un lugar preponderante en la conformación definitiva de la personalidad.

      Los motivos que pueden desencadenar una crisis suicida infantil son variados y no específicos, pues también se presentan en otros niños que nunca intentarán contra su vida. Entre los más frecuentes se encuentran:
1- Presenciar acontecimientos dolorosos como el divorcio de los padres, la muerte de seres queridos, de figuras significativas, el abandono, etc.
2- Problemas en las relaciones con los progenitores en los que predomine el maltrato físico, la negligencia, el abuso emocional y el abuso sexual.
3- Problemas escolares, sea por dificultades del aprendizaje o disciplinarios.
4- Llamadas de atención de carácter humillante por parte de padres, madres, tutores, maestros o cualquier otra figura significativa, sea en público o en privado.
5- Búsqueda de atención al no ser escuchadas las peticiones de ayuda en otras formas expresivas.
6- Para agredir a otros con los que se mantienen relaciones disfuncionales, generalmente las madres y los padres.
7- Para reunirse con un ser querido recientemente fallecido y que constituía el principal soporte emocional del niño o la niña.

      Obviamente, una crisis suicida infantil surge de la relación del niño o la niña con su medio familiar y se manifiesta por una serie de señales en la conducta que se expresan, de manera general, en cambios de todo tipo. Comienzan a tornarse agresivos o pasivos en su comportamiento en la casa y en la escuela, cambian sus hábitos de alimentación y de sueño, pudiendo mostrar inapetencia o por el contrario, un apetito inusual. En cuanto al hábito del sueño, los cambios pueden consistir en desvelos o insomnio, terrores nocturnos, en los cuales el niño o la niña despiertan, al parecer, pues realmente no lo están aún, con los ojos desmesuradamente abiertos, temerosos, sudorosos y quejándose de lo que están visualizando y que les ocasionan el terror que experimentan.

    También sufren de pesadillas o malos sueños, así como enuresis, o lo que es lo mismo, orinarse en las ropas de cama mientras se está durmiendo. En otras ocasiones lo que pueden presentar es una somnolencia excesiva, que puede ser un síntoma depresivo a estas edades.

      Durante la crisis suicida infantil son comunes los problemas relacionados con el rendimiento y comportamiento del niño o la niña en la escuela. Las dificultades académicas, las fugas de la escuela, el desinterés por las actividades escolares, la rebeldía sin motivo aparente, la no participación en los juegos habituales con los demás niños y amigos, la repartición de posesiones valiosas, y hacer notas de despedidas, son signos que pueden ser observados en una crisis suicida infantil.

      Para el manejo de esta crisis suicida en la infancia es necesaria la participación de los padres y las madres en la terapia, lo cual no se logra en muchas ocasiones, pues el niño o la niña provienen de hogares rotos o con un clima emocional que impide tal procedimiento.

      La atención psicoterapéutica a una crisis suicida infantil debe ir dirigida a la sensibilización de padres o tutores para que tomen conciencia de los cambios ocurridos en el niño o la niña, que presagian la ocurrencia de un acto suicida. Hay que insistir con ellos en el control de los métodos mediante los cuales el niño o la niña puedan autolesionarse y poner a buen recaudo sogas, cuchillos, armas de fuego, tabletas de cualquier tipo, combustibles, sustancias tóxicas y otros venenos, etc.

      Si el niño o la niña realizan una tentativa de suicidio hay que investigar qué intención perseguían con este acto, pues necesariamente no tiene que ser el deseo de morir el principal móvil, aunque sea el de mayor gravedad. Los deseos de llamar la atención, la petición de ayuda, la necesidad de mostrar a otros cuán grandes son sus problemas, pueden ser algunos de los mensajes enviados con un acto suicida. Se debe intentar realizar un diagnóstico correcto del cuadro clínico que está condicionando la crisis suicida, para descartar que este sea el debut de una enfermedad psiquiátrica mayor, como un trastorno del humor o una esquizofrenia, y en ello puede desempeñar un papel muy útil la observación de sus juegos y la entrevista médica, la cual debe correr a cargo de un especialista en psiquiatría del niño y el adolescente.

      La actitud de la familia ante el intento de suicidio infantil constituye un dato de suma importancia y cuando sea posible hay que evaluar la capacidad que tienen los padres y las madres para comprender y modificar los factores que han predispuesto o precipitado el intento de suicidio. Es necesario que la familia comprenda que la conducta suicida siempre indica una adaptación inadecuada y requiere tratamiento psicológico, psiquiátrico o ambos, según sea la gravedad del caso y nunca limitarlo a la resolución de la crisis suicida.

      Se debe evitar que los padres y las madres se ataquen mutuamente, para lo cual se le hace entender que ya la familia tiene un problema, que es el intento suicida del niño o la niña y no se debe sumar uno más, dado por los continuos ataques mutuos, que lo único que pueden conseguir es entorpecer el manejo de la crisis o provocar mayor malestar en el infante que puede sentirse culpable de estas reyertas. Se invitará a cada progenitor a meditar en lo que cada cual debe comenzar a hacer o dejar de hacer para que la situación del infante sea aliviada y se establecerán contratos terapéuticos con cada uno, a ser reevaluados en próximos encuentros. Si alguno de los progenitores presenta niveles importantes de psicopatología, se intentará persuadir para recibir la terapia correspondiente.

      Nunca debe transmitirse a los miembros de la familia que este tipo de acto tiene intenciones de manipularlos y siempre se les debe alertar sobre aquellas conductas que presagian la realización de un nuevo acto de suicidio.
La hospitalización del niño o la niña que han intentado contra su vida puede ser una indicación válida si persisten las ideas suicidas, si el intento de suicidio es el debut de una enfermedad psiquiátrica grave, si existe comorbilidad, especialmente el consumo de drogas, alcohol u otras sustancias adictivas, si los progenitores padecen de trastornos mentales de importancia o si el clima emocional familiar no constituye un medio idóneo para que la crisis suicida sea resuelta.

      De manera general, se puede dividir la biografía de los futuros adolescentes con conducta suicida en tres momentos.
1- Infancia problemática, caracterizada por un elevado número de eventos vitales negativos, tales como abandono paterno, hogar roto, muerte de seres queridos por conducta suicida, alcoholismo paterno, depresión materna, dificultades socioeconómicas, abuso sexual, maltrato físico o psicológico, etc.
2- Recrudecimiento de los problemas previos con la incorporación de los propios de la edad, como son las preocupaciones sexuales, los cambios somáticos, los nuevos retos en las relaciones sociales, la independencia, la vocación, etc.
3- Etapa previa al acto de suicidio que se caracteriza por la ruptura de una relación valiosa o un cambio inesperado de su rutina cotidiana, a la cual le es imposible adaptarse de una manera creativa, apareciendo los mecanismos autodestructivos.

      Una vez conocidos los factores de riesgo suicida infantil, pasemos a mencionar los que suelen aparecer en la adolescencia o recrudecerse en ella.