Respaldo de material de tanatología

Paradojas de Zenón

SOBRE ZENÓN DE ELEA :

De Zenón de Elea se conserva muy pocos fragmentos, la mayor cantidad de referencias son indirectas es decir, a través de otros autores que transmiten y comentan hechos o dichos que se le atribuyen. Sobre la fecha de su nacimiento tampoco tenemos una fuente segura, se supone que nació entre el 490-485 a C.; sí se sabe con certeza que fue discípulo de Parménides, y que como éste, también en sus inicios fue pitagórico.

Respecto de Parménides, Zenón presenta dos aspectos diferenciales importantes: el abandono de la forma épica y el desarrollo de una prosa sin concesiones a los efectos poéticos; y la innovación que aporta en los métodos expositivos, lo que le valió el título de ?inventor de la dialéctica?, porque partía de una hipótesis comúnmente admitida para demostrar luego su falsedad mediante argumentaciones del tipo ?si A, entonces B, siendo B imposible, entonces A es falso?. Parece que su pretensión era demostrar que las perplejidades que se seguían de la doctrina sobre el ser de Parménides no eran nada comparadas con las perplejidades que se seguían al intentar decir lo obvio: como por ejemplo, que hay pluralidad de seres o que el movimiento es posible.

El método de razonamiento de Zenón consistía en operar por REDUCCIÓN AL ABSURDO que es un método de deducción indirecta cuya modo de proceder es:

    1. Dar por supuesta la falsedad de la conclusión (es decir, la negación de lo que se desea probar), ?(no)A?;
    2. Obtener, a partir de ese supuesto, una contradicción; Rechazar, en vista de semejante resultado, dicho supuesto ?B y (no)B?; y
    3. Afirmar, como consecuencia de ello, la conclusión deseada, ?A?.

Este método de razonamiento lógico se inspira en la idea de que una contradicción es inadmisible. El método de deducción por reducción al absurdo es de origen pitagórico y fue utilizado para demostrar la inconmensurabilidad de la diagonal de un cuadrado con su lado, es decir, que el número ?raíz cuadrada de 2? no es un número racional. Sin embargo, pese a su origen pitagórico, la Escuela de Elea lo usó y con gran maestría contra las concepciones físicas de la Escuela pitagórica.

Como ya he señalado, dos tipos de problemas fueron objeto de particular atención para Zenón: el problema de la pluralidad de los seres, y el problema del movimiento.

LAS PARADOJAS DE MOVIMIENTO

Por lo que se refiere a las paradojas o aporías (proposiciones sin salida lógica) del movimiento, la fuente principal es Aristóteles quien en su Física las transcribe y critica. La ?paradoja de Aquiles y la tortuga? es el segundo de los cuatro argumentos que desarrolla Zenón contra la afirmación de la posibilidad del movimiento. Los cuatro argumentos forman un conjunto ordenado dirigido a negar las dos grandes teorías que sobre el movimiento eran admitidas en época de Zenón:

    a) El espacio y el tiempo son infinitamente divisibles y el movimiento es continuo y uniforme
    b) El espacio y el tiempo se componen de unidades mínimas indivisibles y, entonces, el movimiento consta de una sucesión de diminutos saltos sucesivos.

Los cuatro argumentos que Zenón construye para mostrar las contradicciones que se derivan de afirmar cualquiera des estas dos explicaciones del movimiento, se ordenan dos a dos:

    a1) el argumento llamado del estadio, y
    a2) el argumento llamado de Aquiles y la tortuga;

    b1) el argumento llamado de la flecha disparada, y
    b2) el argumento llamado de los batallones en movimiento;

Los dos primeros argumentos irían dirigidos contra la afirmación de que el movimiento sea continúo y uniforme, los dos segundos contra la afirmación de que el movimiento conste de unidades mínimas. Son los dos primeros argumentos los que J.-A. Miller presenta en la p.16 como ?la imposibilidad de partir? (a1) y como ?la imposibilidad de llegar a su destino? (a2).

Agustín García Calvo señala que las aporías de Zenón muestran ?las contradicciones insuperables entre dos necesidades que ambas necesariamente padecemos, la de contar en cuanto al ser, con una oposición, privativa, sin transiciones, entre lo que es una cosa y lo que no es, y la de contar, en cuanto a haber, con una continuidad, esto es, una gradación innumerable (o interminablemente numerable) de la cuantía.

Las aporías de Zenón nos colocan frente a los límites que el propio decir por el sólo hecho de decirse impone al que dice. Paradoja esta que se ha intentando resolver a lo largo de la historia y que sólo la invención de los números transfinitos por Cantor ha permitido afirmar a los matemáticos que finalmente las paradojas planteadas por Zenón tienen una salida. Cómo no, si se inventaron para eso, responde A. García Calvo.

Sin embargo, un breve recorrido por los distintos intentos de refutación de estas paradojas muestra el calado de la imposibilidad que las sostiene, más allá de la perplejidad en que nos deja el hecho de que el movimiento efectivo no pueda decirse lógicamente sin caer en contradicción manifiesta.

BREVE RECORRIDO POR LOS INTENTOS DE REFUTACIÓN DE LAS APORÍAS DE ZENÓN

Desde el mismo momento en que fueron enunciadas se intentó su refutación desde distintas perspectivas.

Así, las refutaciones de tipo ?lógico? han tendido a demostrar que las aporías de Zenón se sostienen en una petición de principio en la cual se supone lo que se niega y por tanto su formulación sería imposible. Pero afirmar esto significa negar la posibilidad de probar algo mediante un procedimiento indirecto de deducción como es el de ?reducción al absurdo?.

Las refutaciones matemáticas, a partir de la creación del cálculo infinitesimal, han pretendido que siendo posible la suma de una progresión geométrica infinita, no hay motivo que impida suponer la posibilidad de que la distancia entre dos puntos que se desplazan pueda llegar a ser igual que cero. Los problemas que se les platean a este tipo de refutaciones son el de dar cuenta de la superposición de dos órdenes diferenciados como son el de la matemática y la física, y además dejan sin resolver el problema del tiempo.

Refutaciones de tipo ?físico-matematicas? son, por ejemplo, la de B. Russell quien en sus Principia Mathematica sostiene para solucionar las aporías que tanto la serie de los momentos temporales como la serie de los puntos espaciales son ?continuos matemáticos?, no habiendo por consiguiente terceros momentos que se vayan interponiendo hasta el infinito entre dos momentos dados. El problema radica en demostrar que son ?continuos matemáticos?.

De entre las refutaciones de tipo ?filosóficas?, señalar la de Aristóteles que se sustenta en diferenciar lo infinito en acto y lo infinito en potencia; así potencialmente tanto la línea o segmento espacial como el segmento temporal son infinitamente divisibles, mientras que actualmente son indivisibles. El problema que platea la solución de Aristóteles, además de los derivados de las implicaciones metafísicas, y por tanto físicas, de su doctrina del ser en acto y del ser en potencia, es que postular la infinita divisibilidad implica necesariamente poseer ?actualmente? un número infinito de puntos espaciales o de instantes temporales, como señaló Max Black. Otro tipo de solución ?filosófica? es la propuesta por H. Bergson y por A. N. Whitehead: si el tiempo fuera reductible al espacio, la aporía sería irresoluble; pero si lo consideramos como una fluencia indivisible, por principio indescomponible en ?momentos? (concebidos por analogía con los ?puntos espaciales?, entonces Aquiles sí que alcanzaría a la tortuga pues la dificultad está en haber aplicado al tiempo y al movimiento los conceptos de ?ser? y de ?cosa? en vez de aplicarles los de ?fluencia? y ?acto?. Los problemas de esta solución son varios: por un lado las consecuencias metafísicas y físicas que se sigue de aplicar al tiempo el concepto de fluencia y, por otro, los problemas de fundamentación metafísicos y físicos del acto.

1. La dicotomía (o la carrera)

– Descripción:

Un corredor debe recorrer el espacio que media entre el punto de salida y la meta. Para ello deberá en primer lugar alcanzar el punto medio del trayecto y aún antes el punto que media entre este último y la salida… Puesto que nadie puede completar ese número infinito de tareas es necesario concluir que el corredor no puede alcanzar la meta.

– Expresión formal.

1. Desplazarse de un punto A a un punto B es una tarea formada por un número infinito de tareas menores: primero se habrá de llegar a A1 ?un puntointermedio entre A y B- y antes aún a A2?punto intermedio entre A y A1-, etc.

2. Es lógicamente imposible completar una serie infinita de tareas discretas. Por tanto, conclusión: Es lógicamente imposible desplazarse de A a B, y puesto que A y B son puntos arbitrarios, hemos de aceptar que todo desplazamiento es imposible.

2. Aquiles y la tortuga

– Descripción

Aquiles se dispone a correr frente a una tortuga que los dioses han enviado a modo de desafío para el de los piés alados. Puesto que Aquiles se siente muy superior propone que la tortuga salga algún tiempo antes que él. La tortuga sabia acepta la ventaja y parte antes. Todo lo que Aquiles tiene que hacer es alcanzarla y luego rebasarla para llegar antes a la meta. Para ello, tiene que alcanzar primero el punto que la tortuga tenía en el momento en que el parte. Cuando llega allí, la tortuga ha avanzado hasta un punto más allá que Aquiles tendrá que alcanzar antes de dar caza a la tortuga. Cuando llega a este nuevo punto la tortuga ya lo ha abandonado para hallarse un poco más allá. Por tanto, si la tortuga no se detiene, Aquiles nunca será capaz de alcanzarla.

– Expresión formal.

1. Para que un cuerpo en movimiento alcance a otro, también en movimiento, que se halla en un punto A es preciso que el primero pase antes por cada uno delos puntos A1

2. El cuerpo perseguidor tiene que completar una serie infinita de tareas antes de alcanzar al perseguido. Por tanto,la conclusión es: El segundo cuerpo (el perseguidor) nunca puede alcanzar a otro (el perseguido) si éste no se detiene.

3. La flecha

– Descripción

Hemos arrojado una flecha y en estos momentos se encuentra en el aire. Nos damos cuenta, no obstante, de que en cada instante la flecha ocupa una única posición que, además, equivale a la propia flecha. Es decir, en cada instante la flecha se halla en reposo con respecto al espacio que ocupa, ya que de otro modo no sería un instante de tiempo. Ahora bien, el lapso de tiempo que media entre el instante en que lanzo la flecha y este al que me llevado estas reflexiones no es sino un conjunto de instantes de tiempo. Puesto que hemos dicho que en cada instante la flecha permanece en reposo, habremos de concluir que en el lapso formado por esos instantes la flecha permance igualmente en reposo.

– Expresión formal

1. En cada instante ti, la flecha no se mueve,

2. Un lapso de tiempo no es sino una colección de instantes t0,t1.ti,.,Por tanto,Conclusión: En un lapso de tiempo, no importa su duración, la flecha no semueve.

4. El estadio

– Descripción

Dos filas de igual numero de soldados (B B B B y C C C C) parten de los extremos de un estadio en dirección al centro (la tribuna formada por A A A A) a la misma velocidad. Se paran cuando estén alineados. El primer soldado B recorre un espacio igual a dos A, pero, en el mismo tiempo, el primer soldado C recorre cuatro soldados B.  Dado que los tamaños de A, B y C son iguales, se concluye que la velocidad de los soldados C es doble que la de los soldados B, y habíamos dicho que la velocidad era la misma.

                                                  A A A A
                                          B B B B  —–>
                                          <------      C C C C

La teoría del Big Bang

    BigBang

    A través de la constante de Hubble se puede determinar matemáticamente la edad del universo, ya que la inversa de ese valor es de unos 15 mil millones de años; que es el tiempo transcurrido desde el primer gran estallido, el Big Bang hasta la época actual. El Big Bang fue bautizado por el astrónomo inglés Fred Hoyle en 1950 como el instante inicial de la gran explosión que habría dado comienzo al espacio y al tiempo.

    Sea cual fuera el mecanismo que dio inicio al Big Bang, éste debió ser muy rápido: el universo pasó de ser denso y caliente (instante “cero” del tiempo) a ser casi vacío y frío (instante actual). De la situación del universo antes del Big Bang no se sabe nada, ni siquiera puede imaginarse cómo comenzó. Puede estimarse que antes de conformadas las galaxias, la densidad de materia del universo habría sido infinita o extremadamente grande; por lo tanto, el análisis del universo puede iniciarse un instante después del Big Bang, en el cual la densidad resulte ahora finita, aunque extraordinariamente enorme Algo similar se puede decir con respecto a la temperatura. En las regiones de mayor temperatura se acumuló la materia que luego dio origen a las galaxias y posteriormente a las estrellas. Se pueden analizar los procesos físicos que se desarrollaron después del Big Bang desde el tiempo de 10-43 seg después del inicio del universo.

    Al momento del Big Bang las 4 fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravitación, fuerza fuerte, electromagnetismo, fuerza débil formaron una única fuerza, la superfuerza, que a medida que el universo se expande se separan una de otra. Luego aparecen los protones y neutrones que componen los núcleos del hidrógeno, deuterio, helio y litio. Al proseguir el enfiriamiento del universo los electrones se unen a los núcleos átomicos y forman los átomos neutros. Posteriormente la radiación y la materia que cubren todo el universo se separan, lo que se define como el descople. Aparecen luego las galaxias, las estrellas y los planetas.

    En ese momento junto a la materia no condensada, debió existir un campo de radiación tan intenso cuyos residuos deberían poder observarse en la actualidad. Al respecto surge un dato observacional importante: en 1965 A. Penzias y R.Wilson detectaron una radiación en las longitudes de onda de radio, que corresponden a una temperatura extremadamente baja: unos

    (T = 3 K, donde “K” es el símbolo de las temperaturas en la escala Kelvin, donde el “cero” corresponde a -273ºC).

    Esa radiación predicha por G.Gamow en 1948 se conoce como radiación cósmica de fondo y se supone que se habría generado cuando en el universo se desacopló la radiación de la materia. Tenía una edad de unos 300.000 años y una temperatura de unos 3000 K. En aquel momento todavía no se habían formado ni las galaxias ni las estrellas ni los planetas.

    Una característica de esa radiación es que se distribuye de manera uniforme en todo el cielo, sin que se note ninguna dirección preferencial; a propósito, es una de las pruebas convincentes de que el Big Bang realmente sucedió fue la detección de esa radiación de fondo abarcado todo el espacio. El estudio de esa radiación permite obtener información sobre las condiciones del universo en sus comienzos; por ejemplo, el satélite COBE encontró en 1992, tenues fluctuaciones de temperatura en la radiación de fondo, las que se han interpretado también como una confirmación de que el Big Bang existió. Esas fluctuaciones de radiación indican variaciones de densidad de la materia.

    Las abundancias observadas de hidrógeno, deuterio, helio y litio en las nebulosas gaseosas y en las estrellas coinciden con las estimadas en los procesos de evolución del universo, lo que confirma también la existencia del Big Bang.

    A continuación se mencionan los principales fenómenos ocurridos luego del estallido inicial de acuerdo a las modernas teorías cosmológicas. (Se indica con T la temperatura del universo en ese instante).

    0  Big Bang. Origen del tiempo, el espacio y la energía del universo que conocemos.

    10-43 seg  Instante después del Big Bang en que puede analizarse los procesos físicos que se desarrollaron posteriormente. T =1032 K

    10-36 seg  Se separa la fuerza fuerte. El volumen del universo comienza una muy rápida expansión: es el universo inflacionario.T = 1027 K

    10-32 seg  Termina la época inflacionaria. Plasma ionizado de materia y radiación. T = 1026K

    10-12  Separación de la fuerza débil del electromagnetismo. T = 1015K

    10-6  Los quarks se unen de a tres para formar protones y neutrones. T = 1013K

    10-2 seg  Una sopa de materia y radiación interaccionan en equilibrio térmico.T = 1011 K

    1 seg  Aparecen los neutrinos. T= 1010 K

    102 seg  Protones y electrones forman los primeros átomos de hidrógeno. T = 109 K

    103 seg Los protones y los neutrones se unen, formando núcleos de helio. El universo ahora está compuesto de un 25% de núcleos de helio y un 75% de hidrógeno. T = 108K

    1 año  La temperatura ambiente del universo es aproximadamente la del centro de una estrella. T= 107K

    5.105 años  Origen de la radiación cósmica de fondo. En lo sucesivo, la materia puede condensarse en galaxias y estrellas. T = 105K

    109 años  Aparecen las protogalaxias y se forman los cúmulos globulares. Comienza la época de los quásares. T = 102 K

    1010 años  El Sol y los planetas se condensan a partir de una nube de gas y polvo en un brazo espiral de la Vía Láctea.

    3.1010 años  La Tierra se ha enfríado lo suficiente para formar una corteza sólida; es la edad de las más antiguas rocas terrestres. 

Ética de EG Moore

EL BIEN ES INDEFINIBLE

Algunos filósofos morales, hace notar Moore, han considerado adecuada la definición de la Ética como la actividad que trata de lo bueno y lo malo en la conducta humana. De hecho, tal definición es demasiado angosta. Porque puede haber otras cosas, además de la conducta humana, que sean buenas; la ética puede definirse, pues, como la investigación general de lo bueno. En cualquier caso, antes de preguntar ¿qué es el bien? queriendo significar ¿qué cosas y qué tipo de conducta poseen la propiedad de ser buenos?, parece más propio lógicamente preguntar y responder al interrogante ¿Qué es lo bueno?, queriendo significar ¿cómo hay que definir lo bueno?, ¿qué es la la bondad en si? Porque si no sabemos contestar a esta pregunta, se nos puede decir: ¿cómo podremos discriminar entre la conducta buena y la mala y decir qué cosas poseen la propiedad de la bondad?

Moore insiste en que al suscitar la pregunta ¿cómo hay que definir el bien? no está buscando una definición puramente verbal, la suerte de definición que consista simplemente en sustituir la palabra a definir por otras palabras. Ni está tratando tampoco de establecer o justificar el uso común de la palabra bueno.  Mi asunto – señala Moore –  es sólo con ese objeto o idea a los que yo creo – con razón o erróneamente – se refiere generalmente la palabra. Lo que quiero descubrir es la naturaleza de ese objeto o idea. Con otras palabras, Moore se ocupa más del análisis fenomenológico que del lingüístico.

Habiendo planteado la pregunta, Moore precede a aseverar que NO PUEDE SER CONTESTADA, no porque lo bueno sea una cualidad misteriosa, oculta e irreconocible, sino porque la idea de lo bueno es una noción simple, como la de lo amarillo. Las definiciones que describen la naturaleza real de un objeto sólo son posibles cuando el objeto es complejo. Cuando el objeto es simple, ninguna definición es posible. Por todo ello, lo BUENO ES INDEFINIBLE. Esto no implica la conclusión de que las cosas que sean buenas sean indefinibles. Todo lo que se declara es que la noción de lo bueno como tal, es una noción simple y, por tanto incapaz de cualquier definición, en el sentido más importante de esa palabra.
De esta doctrina de lo bueno como una propiedad o cualidad indefinible se deducen CONCLUSIONES importantes. Supongamos, por ejemplo, que alguien dice que el placer es el bien. El placer puede ser una de las cosas que posean la propiedad de ser buenas; pero si, como ocurre aquí probablemente, quien habla imagina que está dando una definición del bien, lo que dice no puede ser  verdadero. Si el bien es una propiedad indefinible, no podemos sustituirlo por ninguna otra propiedad, como la de lo placentero. Porque aun cuando admitamos, en procura de argumento, que todas las cosas que posean la propiedad de ser buenas poseen también la propiedad de ser placenteras, el placer no sería ni podría ser lo mismo que el bien. Y quien imagine que es o podría ser lo mismo, es culpable de lo que Moore denomina como  FALACIA NATURALISTICA.

FALACIA NATURALÍSTICA

Ahora bien, la FALACIA NATURALÍSTICA consiste básicamente en el fracaso en distinguir claramente esa única e indefinible cualidad a la que queremos significar por bien. Todo el que identifica la bondad con cualquier otra cualidad o cosa, sea el placer,  la auto – percepción, la virtud, o el amor, diciendo que eso es lo que significa el bien, es culpable de tal falacia. Tales cosas podrían tener perfectamente la cualidad de la bondad en el sentido, por ejemplo, de que lo placentero tiene también la cualidad de ser bueno. Pero esto no significa que ser placentero sea lo mismo que ser bueno; del mismo modo que en el supuesto de que todas las prímulas fueran amarillas, no se seguiría de allí que una prímula y lo amarillo fueran lo mismo.

Pero podríamos preguntar: ¿por qué habría tal falacia de ser descrita como naturalística? La única razón para definirla así sería evidentemente la creencia de que la bondad no es una cualidad natural. Dada esta creencia, se deduciría que aquellos que identifiquen la bondad con una cualidad natural serían culpables de una falacia naturalística. Pero aunque en los Principios éticos,  Moore, sin duda sostiene que la bondad es una cualidad no-natural, complica grandemente las cosas cuando establece una distinción entre dos grupos de filósofos, ambos sindicados como culpables de la falacia naturalística. El primer grupo contiene a aquellos que defienden una especie de ética  naturalista  definiendo el bien como una cierta propiedad de las cosas, que existe en el tiempo. El hedonismo, que identifica el placer y el bien, sería un ejemplo. El segundo grupo está formado por aquellos que basan la ética en la metafísica y definen el bien en términos metafísicos, es decir, en términos de o por referencia a una realidad suprasensible que trasciende la naturaleza y no existe en el tiempo. Según Moore,  Spinoza,  es un ejemplo de esto cuando nos dice que nos tornamos perfectos en proporción a cuanto estemos unidos con la Sustancia Absoluta, nombre que él da al Amor intelectual de Dios. Otro ejemplo lo constituyen quienes dicen que nuestro fin ultimo, el bien supremo, es la realización de nuestro verdadero yo, y que el  verdadero yo no es nada de lo que existe aquí y ahora en la naturaleza.

DIFICULTADES PRESENTES EN LA TEORÍA DE MOORE

¿Qué significa, pues, decir que el bien sea una cualidad no natural, si al mismo tiempo aquellos que definen al bien en términos de o con referencia a una realidad o cualidad o experiencia no natural son considerados culpables de la falacia naturalística?

La respuesta que inmediatamente se nos ocurre es que no hay incompatibilidad entre la afirmación de que el bien sea una cualidad no natural indefinible y la negación de que pueda definírsele por otra cualidad no natural. Sin duda, la afirmación implica la negación. Pero esta consideración no nos dice por sí sola en qué sentido el bien sea una cualidad no natural. En los Principios éticos Moore  aclara que no tiene la más mínima intención de negar que el bien pueda ser una propiedad de los objetos naturales. Y sin embargo he dicho que el bien no es en sí una propiedad natural. Qué significa, pues, que el bien pueda ser, y sin duda sea, una propiedad no natural de por lo menos algunos objetos naturales?

La respuesta que se nos da en los Principios éticos es extrañísima. Una propiedad natural o, en cualquier caso, la mayoría de las propiedades naturales, puede existir por si misma en el tiempo, pero el bien no puede existir por sí mismo. ¿Podemos imaginarnos el bien existiendo por sí mismo en el tiempo, y no como una simple propiedad de algunos objetos naturales? No ciertamente no podemos. Pero tampoco podemos imaginarnos que una cualidad natural tal el ser valeroso, exista por sí misma en el tiempo. Y cuando el profesor C. D. Broad. por ejemplo, señaló este hecho, Moore  dijo que estaba completamente de acuerdo. No es de extrañar. pues, que luego reconociera rotundamente que en los Principios no había dado una explicación sostenible de lo que quería significar al decir que el bien no era una propiedad natural.

En su ensayo sobre la concepción del valor intrínseco, en Estudios filosóficos, Moore explicó otra vez la relación entre las propiedades naturales y las no naturales. Más tarde reconoció que esta explicación era realmente dos explicaciones; pero sostuvo que una de ellas podría ser cierta. Cuando a una cosa se le atribuye una cualidad natural intrínseca, en cierto modo siempre se define esa cosa. Pero si se le atribuye a una cosa una cualidad intrínseca no natural, la cosa no queda definida en absoluto. Obviamente, si el bien es una cualidad intrínseca no natural y si atribuir tal cualidad a un objeto no es definirlo en modo alguno surge inmediatamente la tentación de concluir que el término bien expresa una actitud valorativa, por decirlo así, y que decir que una cosa es buena es expresar tal actitud y al mismo tiempo un deseo de que los demás la compartan. Pero si se llega a tal conclusión, la idea be que el bien sea una cualidad intrínseca de las cosas tiene que ser abandonada. Y Moore  no estaba dispuesto a hacerlo. Creía que podemos reconocer qué cosas poseen la cualidad de ser buenas, aunque no podamos definir la cualidad. Y cuando escribió los Principios éticos, estaba convencido de que una de las principales misiones de la filosofía moral consistía en determinar los valores en este sentido, es decir, en determinar qué cosas poseen la cualidad del bien y qué cosas la poseen en más alto grado que otras.

OBLIGACIÓN Y DEBER MORAL

Moore definió la OBLIGACIÓN refiriéndola a la producción del bien. Nuestro DEBER MORAL, pues, puede definirse como la acción que hará que en el universo exista más bien que cualquier otra posibilidad. En efecto, en los Principios éticos Moore llegó a decir que es una verdad demostrable que la afirmación de que uno se siente moralmente inclinado a realizar una acción es idéntica a la afirmación de que tal acción producirá la mayor cantidad posible de bien en el universo. Pero cuando escribió su Ética ya no se atrevía a decir que ambas afirmaciones fueran idénticas. Y más tarde admitió la necesidad de distinguir claramente entre la afirmación de que es moralmente obligatoria la acción que produzca la mayor medida de bien como un efecto subsecuente a la acción y la afirmación de que es moralmente obligatoria la acción que, debido a su realización y debido a su naturaleza intrínseca, hace al universo intrínsecamente mejor de lo que sería si se hubiera realizado cualquier otra acción. En cualquier caso el punto a señalar es que Moore no ve su teoría del bien, como propiedad no – natural indefinible, como algo totalmente incompatible con una visión teleológica de la ética que interprete el deber como producción del bien, es decir, como producción de cosas o experiencias que posean la cualidad intrínseca del bien. Ni de hecho parece haber ninguna incompatibilidad.

De esta teoría del deber no se deduce, sin embargo, que en cualquier circunstancia, sea la que sea, estemos moralmente obligados a realizar una acción determinada. Porque puede haber dos o más acciones posibles que, a nuestro modo de ver, sean igualmente productoras de bien. Podemos, pues, describir tales acciones como correctas o moralmente permisibles, pero no como moralmente obligatorias, aun cuando estuviéramos obligados a realizar la una o la otra.
Moore presuponía sin duda que si un hombre pronuncia un juicio moral específico o una acción, su juicio, en cuanto es precisamente un juicio moral, puede ser verdadero o falso. Tomemos, por ejemplo, la afirmación de que Bruto hizo bien apuñalando a Julio César. Si tal aserción es intentada con un sentido específicamente ético, no es reductible ni a la afirmación de que quien la formule adopte una actitud subjetiva de aprobación hacia la acción de Bruto, ni a la afirmación de que, como materia de hecho histórico: Bruto apuñaló a César. Y en su irreductible carácter moral es o verdadera o falsa. Así, la discusión entre quien diga que la acción de Bruto estuvo bien y quien diga que estuvo mal será una disputa acerca de la verdad o la falsedad de una proposición moral.

TEORÍA EMOTIVA

Cuando Moore se enfrentó con la llamada TEORÍA EMOTIVA de la ética, Moore ,empezó a dudar de la verdad de la posición que hasta entonces había adoptado. Como puede verse en su A Reply to My Critics ( Respuesta a mis críticos ), concedió que el profesor C. L. Stevenson pudiera estar en lo cierto al sostener que quien dice que la acción de Bruto estuvo bien ( donde la palabra “bien” se usa en un sentido específicamente ético ) no está diciendo nada acerca de que la verdad o falsedad pudiera ser predicada, excepto tal vez que Bruto efectivamente apuñaló a César, afirmación que es claramente histórica y no ética. Más tarde, Moore admitió que si uno dice que la acción de Bruto fue justa, mientras otro dice que la acción de Bruto fue errónea: me siento inclinado a pensar que su desacuerdo es simplemente un desacuerdo en la actitud, como el que se da entre quien dice juguemos al póker y el que dice ‘ no, escuchemos un disco’; y no sé si no estoy tan inclinado a pensar en esto como a pensar que están formulando afirmaciones incompatibles. Al mismo tiempo Moore confesaba que se sentía también inclinado a pensar que su antigua opinión era la cierta; y sostenía que, en cualquier caso, Stevenson no había demostrado que fuera falsa. “Justo”, “erróneo”, “deber”, tal vez tengan sólo un significado emotivo. Y en tal caso, lo mismo debe decirse de “bien”. Me siento inclinado a pensar que esto es así, pero también me siento inclinado a pensar que no sea así; y no sé hacia qué lado me incline con más fuerza.

Tales dudas pueden razonablemente ser descritas como típicas de Moore. Fue, como se ha indicado a menudo, un gran formulador de preguntas. Planteaba un problema, trataba de definirlo precisamente y proponía una solución. Pero cuando se enfrentaba con la crítica, jamás la desechaba. Cuando pensaba que ella se basaba en un malentendido de lo que él había dicho, procuraba explicar su significado con mayor claridad. Pero cuando la crítica era sustancial y no simplemente el fruto de un malentendido su costumbre era prestar una atención seria a las indicaciones del crítico y dar el debido peso a su punto de vista. Moore jamás dio por supuesto que lo que él hubiera dicho debiera ser cierto y lo que el otro dijera debería ser falso. Y no dudó en expresar ingenuamente sus reflexiones y perplejidades. Hay que recordar, pues, que está pensando en voz alta, por decirlo así, y que sus vacilaciones no deben ser necesariamente tomadas como una definitiva retractación de sus ideas anteriores. Se compromete a sopesar el nuevo punto de vista sugerido por un crítico, y trata de estimar la suma de verdad que haya en él. Además, como hemos visto, es terriblemente sincero con respecto a sus impresiones subjetivas, dejando que sus lectores sepan, sin ningún intento de ocultarlo, que se siente inclinado a aceptar el nuevo punto de vista, y al mismo tiempo a afirmarse en su visión anterior. Moore jamás se sintió inevitablemente comprometido con su pasado, es decir, con lo que hubiera dicho en el pasado. Y cuando se convencía de que se había equivocado, lo decía llanamente.
No obstante, respecto al problema de si la verdad y la falsedad pueden predicarse adecuadamente de los juicios morales, no puede decirse que que Moore se convenciera de que su idea primitiva estuviera equivocada. En cualquier caso, las tesis éticas que siempre se asocian a su nombre son las de la indefinibilidad del bien en tanto cualidad intrínseca no natural, y la de la necesidad de evitar la llamada falacia naturalística en cualquiera de sus formas. La posición básica de Moore, en especial la desarrollada en los Principios éticos puede ser proclamada como realista, pero no naturalística; realista en el sentido de que considera el bien como una cualidad intrínseca objetiva y reconocible; no naturalística, en el sentido de que esta cualidad es descrita como no natural. Pero Moore jamás, logró explicar satisfactoriamente lo que significa, por ejemplo, decir que el bien es una cualidad no natural de los objetos naturales. Y es comprensible que la teoría emotiva de la ética eventualmente viniera a primer plano de la discusión filosófica.

Después de todo, esta teoría puede declararse libre de la falacia naturalistica, lo cual puede servirle de arma para acometer a las teorías contrarias. Al mismo tiempo, la teoría es inmune a la acusación de cometer lo que Moore llama la falacia naturalística, sencillamente porque en ella el bien ha sido completamente eliminado de la esfera de las cualidades intrínsecas objetivas.
Frederick Copleston. Historia de la Filosofía. Tomo 8 ,pags .394-399.

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La duda metódica (Descartes)

Meditaciones Metafísicas
(1ª Meditación)
Descartes (1596-1650) 
La duda metódica

    ” Ya me percaté hace algunos años de cuántas opiniones falsas admití como verdaderas en la primera edad de mi vida y de cuán dudosas eran las que despues construí sobre aquéllas, de modo que era preciso destruirlas de raiz para comenzar de nuevo desde los cimientos si quería establecer alguna vez un sistema firme y permanente….Por todo ello, habiéndome desembarazado oportunamente de toda clase de preocupaciones, me he procurado un reposo tranquilo en apartada soledad, con el fín de dedicarme en libertad a la destrucción sistemática de mis opiniones…..Para ello, puesto que la razón me persuade a evitar dar fe no menos cuidadosamente a las cosas que no son absolutamente seguras e indubitables que a las abiertamente falsas, me bastará para rechazarlas todas encontrar en cada una algún motivo de duda…..Pues bien, todo lo que hasta ahora he admitido como absolutamente cierto lo he percibido de los sentidos o por los sentidos; he descubierto, sin embargo, que éstos engañan de vez en cuando y es prudente no confiar nunca en aquellos que nos han engañado aunque sólo haya sido por una sola vez. Con todo, aunque a veces los sentidos nos engañan aunque sólo haya sido por una sola vez. Con todo, aunque a veces los sentidos nos engañan en lo pequeño y en lo lejano, quizás hay otras cosas de las que no se puede dudar aún cuando las recibamos por medio de los mismos, como, por ejemplo, que estoy aquí, que estoy sentado junto al fuego, que estoy vestido con traje de invierno, que tengo este papel en las manos y cosas por el estilo. ¿Con qué razón se puede negar que estas manos y este cuerpo sean míos? A no ser que me asemeje a no sé que locos cuyos cerebros ofusca un pertinaz vapor de tal manera atrabiliario que aseveran en todo momentos que son reyes, siendo en realidad pobres…..Perfectamente, como si yo no fuera un hombre que suele dormir por las noches e imaginar en sueños las mismas cosas que cuando estoy despierto…..Pero ahora veo este papel con los ojos abiertos, y no está adormilada mi cabeza que muevo, y conscientemente ys sensiblemente extiendo mi mano, puesto que un hombre dormido no lo experimentaría con tanta claridad; como si no me acordara de que he sido ya otras veces engañado en sueños por los mismos pensamientos. Cuando doy más vueltas a la cuestión veo sin duda alguna que estar despierto no se distingue con indicio seguro del estar dormido…..Pues bien, soñemos y que no sean, por tanto, verdaderos esos actos particulares; como, por ejemplo, que abrimos los ojos, que movemos la cabeza, que extendemos las manos; pensemos que quiza no tenemos tales manos ni tal cuerpo…..Por todo ello, deduciremos quizá sin errar que la física, la astronomía, la medicina y todas las demás disciplinas que dependen de la consideración de las cosas, con ciertamente dudosas, mientras que la aritmética, la geometría y otras de este tipo, que tratan sobre las cosas más simples y absolutamente generales, sin preocuparse de si existen en realidad en la naturaleza o no, poseen algo cierto e indudable, puesto que, ya esté dormido, ya esté despierto, dos y tres serán siempre cinco y el cuadrado no tendrá más que cuatro lados; y no parece ser posible que unas verdades tan obvias incurran en sospecha de falsedad…..No obstante, está grabada en mi mente una antigua idea, a saber, que existe un Dios omnipotente…… Pero, ¿cómo puedo saber que Dios no me induce a errar siempre que sumo dos más dos o numero los lados de un cuadrado…..Supondré, pues, que no un Dios óptimo, fuente de la verdad, sino algún genio maligno de extremado poder e inteligencia pone todo su empeño en hacerme errar…..; permaneceré pues asido a esta meditación y de este modo, aunque no me sea permitido conocer algo verdadero, procuraré al menos con resuelta decisión no dar fé a cosas falsas y evitar que este engañador, por fuerte y listo que sea, puede inculcarme nada. ”

    Descartes.  Meditaciones metafísicas. 1ª meditación

    DUDA METÓDICA
    Es necesario diferenciar entre duda real y duda metódica. La primera es la que utiliza el escéptico que solo duda por dudar. Descartes rechaza este tipo de duda. La segunda es aquella que utiliza el filósofo como medio para intentar averigüar si es posible llegar a algún tipo de verdad absoluta sobre la que no se pueda dudar. Esta es la duda métodica que utiliza Descartes. Al mismo tiempo la duda ha de ser universal, es decir, ha de ser aplicada a toda proposición acerca de la cual quepa la más mínima interrogación. Tambien ha de ser provisional, es decir, deberá ser abandonada desde el momento en que se llegue a descubrir un principio verdadero. Por último, ha de ser teorética. Esto quiere decir que la duda no ha de extenderse a la conducta. En el terreno de la moral estamos obligados a seguir proposiciones meramente probables.
    1ª Meditación

    INDUBITABLES:
    Nótes que Descartes parece poner en un mismo plano de igualdad a las cosas que son manifiestamente falsas con las cosas de las que no estamos seguros de su verdad. Esta es la base de la Duda Métodica: considerar como provisionalmente falso no a lo que sabemos que es falso sino a  todo aquello de lo que dudamos que sea verdadero.
    1ª Meditación

    EL ENGAÑO DE LOS SENTIDOS
    Descartes expone aquí una de las razones que le llevan a plantear la duda métodica. Es evidente, señala, que los sentidos nos engañan y aunque tal engaño unicamente nos afectara una vez ya sería motivo suficiente para situar en el terreno de la duda todo lo que aprendemos a  través de los sentidos. Ahora bien, Descartes, es consciente que no es lo mismo el engaño que nos producen los sentidos en el ámbito de lo lejano y en de lo cercano. Tenemos experiencia de que los sentidos nos han jugado una mala pasada al confundir a lo lejos una cosa con otra; ahora bien, ¿tiene sentido afirmar que los sentidos nos engañan cuando contemplamos de cerca nuestras propias manos o cuando sentimos que éstas se calientan al estar cerca de un fuego? ¿Tiene sentido dudar tambien de estas sensaciones? La respuesta cartesiana es que sí. Pero para justificarla tendrá que introducir el efecto del mundo de los sueños que tanto atraía  a los hombres del Barroco.
    1ª Meditación

    EL MUNDO DE LOS SUEÑOS
    Descartes introduce el mundo de los sueños para justificar la duda sobre el engaño de los sentidos en el ámbito de lo cercano. ¿Cómo es posible dudar de que estas manos que veo tan de cerca sean mis manos? ¿Cómo dudar de que es mi cuerpo el que está sentado aquí junto a un fuego? Descartes justifica la duda afirmando que esa misma situación la ha vivido en sus sueños. En mis sueños, afirma Descartes, veía estas mismas manos de cerca y sentía que mi cuerpo estaba sentado junto al mismo fuego. Pues bien, si alguien me preguntara cuales son las manos verdaderas y cual es el fuego verdadero que me calienta, es evidente que respondería que el que se corresponde con el estado de vigilia. Pero ¿dónde reside tal seguridad? ¿en que basamos nuestra creencia acerca de que que el mundo de la vigilia es más verdadero que el mundo de los sueños? Como todo esto produce algún tipo de duda es por que lo que, Descartes, se decide situar tambien en el ámbito de la duda metódica a todo aquello que los sentidos nos muestran en el ámbito de lo más cercano.
    1ª Meditación

    SOÑEMOS
    Es decir dudemos que es verdad todo aquello que aprendemos a través de los sentidos tanto en lo referente a lo lejano como a lo cercano. Esto quiere decir que Descartes sitúa en el ámbito de la duda todo lo percibido por los sentidos, y esto implica dudar  incluso que tenemos cuerpo o manos. Al mismo tiempo todas aquellas disciplinas que tiene por objeto la investigación de lo material  ( física, astronomía, medicina…. ) quedarían tambien sometidas al terreno de la duda.
    1ª Meditación

    ARITMETICA
    Al llegar a este punto, Descartes, parece haber encontrado una disciplina que parece evadir la duda metódica. Es evidente que la matemática no es algo que dependa de los sentidos y, además, tambien parece evadir el problema del mundo de la vigilia y de los sueños. Y es que me puede ofrecer duda porque es más cierto que las manos del estado de vigilia son más verdaderas que las del mundo de los sueños; sin embargo, cuando sumo 2+3 su resultado es el mismo ya esté despierto ya esté dormido. Por lo tanto, la duda metódica parece no afectar al mundo de la matemática y de la geometría. ¿Se hallará aquí el principio indubitable que Descartes anda buscando?
    1ª Meditación

    HIPÓTESIS GENIO MALIGNO
    Descartes utiliza la Hipótesis del Genio Maligno para justificar tambien la duda acerca de las verdades matemáticas. Es cierto que el mundo de los sueños no plantea dudas acerca de la veracidad de las proposiciones matemáticas ya que siempre que sumamos 2+3 su resultado será 5 ya esté dormido ya esté despierto. Ahora bien, ¿y si existe algún ser todopoderoso, pero maligno, que me impulsa a errar tambien en estas cuestiones? Pùes bien, como esta cuestión le plantea a Descartes algún tipo de duda, es por lo que decide situar tambien como dudoso todo lo aprendido acerca del mundo de la ciencia matemática. Por ello dice Descartes: “creeré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todo lo externo no son más que engaños de sueños… sobre la arimética o la geometría…quizás algún Dios me ha podido dar una naturaleza tal, que yo pudiera engañarme….Permaneceré, pues, asido a esta meditación…….”.
    1ª Meditación

Las tres leyes de Newton

      Las tres leyes de Newton                         

                                             
Primera ley del movimiento de Newton:

Cada cuerpo persevera en su estado de reposo, o de movimiento uniforme en una línea recta, a menos que sea compelido a cambiar este estado por una fuerza ejercida sobre él.
Los proyectiles perseveran en sus movimientos, mientras no sean retardados por la resistencia del aire, o impelidos hacia abajo por la fuerza de gravedad. Un trompo, cuyas partes por su cohesión están perpetuamente alejadas de movimientos rectilínios, no cesa en su rotación salvo que sea retardado por el aire. Los grandes cuerpos de los planetas y cometas, encontrándose con menos resistencia en espacios más libres, preservan sus movimientos, tanto progresivos como circulares, por un tiempo mucho más largo.

Segunda ley del movimiento de Newton:

El cambio de movimiento es siempre proporcional a la fuerza motriz que se imprime; y se efectúa en la dirección de la línea recta según la cual actúa la fuerza. Newton nos legó una fórmula matemática para averiguar su trayectoria cuando actúa esa u otra fuerza:

F = ma

Fuerza igual masa por aceleración. Si una fuerza cualquiera genera un movimiento, una fuerza doble generará un movimiento doble, una fuerza triple un movimiento triple, ya sea que la fuerza actúe enteramente y de una vez, o gradualmente y sucesivamente. . .
Frente a la acción de una fuerza neta, un objeto experimenta una aceleración:
directamente proporcional a la fuerza neta
inversamente proporcional a la masa del objeto.

a = F/m
Recuerde, que
F es la fuerza neta

m es la masa en la cual actúa sobre ella la fuerza neta.
Es una herramienta poderosa para contestar con precisión preguntas como las siguientes: ¿qué órbitas son posibles para planetas y cometas ante la atracción del Sol? ¿Qué curva describe en el aire el ombligo de un bañista que se tira a la piscina desde un tablón? ¿Qué ángulo tiene que darle un futbolista a la pelota para que llegue lo más lejos posible? O, si el Sol y su séquito de planetas giran a novecientos mil kilómetros por hora en torno al centro de la galaxia, distante doscientos cuarenta mil billones de kilómetros, ¿cuál es la masa contenida en el interior?, etc. (Respuestas: las órbitas posibles son las que se forman por la intersección de un plano con un cono: el círculo, la elipse y la hipérbole; la curva del ombligo del bañista es una parábola; el ángulo es de 45 grados si dejamos fuera el freno del aire; la masa es de unas cien mil millones de masas solares, etc.)

Es, con la matemática de la segunda ley de Newton, que podemos calcular qué velocidad hay que imprimirle a un cohete para que se escape de la Tierra y se quede por ahí dando vueltas. Curiosamente, los cálculos que debemos realizar no dependen de la masa del cohete. Cualquier objeto de cualquiera de los tres reinos, incluido en ello una nave espacial, deben alcanzar la misma velocidad para escapar de las garras del planeta madre: cuarenta mil doscientos ochenticuatro kilómetros por hora o once mil ciento noventa kilómetros por segundo. Si es menos, el objeto vuelve a la Tierra. Si es más se escapa para siempre. Claro está, que cualquiera de los objetos que logren escapar de la atracción gravitatoria del planeta, perfectamente pueden ser capturados por la gravedad de otro planeta o del mismo Sol. De hecho, estimando cuidadosamente la velocidad para cada parte de la trayectoria a recorrer, gracias a lo que nos enseña esa famosa segunda ley, ha sido posible enviar naves espaciales no tripuladas a Marte y posarse en la superficie del planeta. Viajar por Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, como lo hicieron las naves Voyager en 1977. O orbitar a Júpiter y sus satélites como actualmente lo hace la Galileo.
Siempre aquí, salta la pregunta ¿y qué pasa con la luz? ¿puede escaparse? Aunque es un tema, dado la focalización literaria de este trabajo, que debemos de tratar con algunos detalles, aquí podemos señalar que la luz es distinta, se dice que no tiene masa, y por tanto la segunda ley parece no funcionar. Si sabemos que escapa, pues si no fuese así, profesionales como los astrónomos no tendrían trabajo, ya que no veríamos ni la Luna, ni el Sol, ni cuerpo alguno en el espacio, serían puros agujeros negros. Pero insisto, es una cuestión que volveremos sobre ella en más detalles en capítulos posteriores. Por ahora, sigamos con Newton y sus leyes.

Tercera ley del movimiento de Newton:

Esta tercera ley de Newton, también es conocida como de acción y reacción.
A cada acción se opone siempre una reacción igual: o las acciones mutuas de dos cuerpos uno sobre el otro, son siempre iguales, y dirigidas en sentido contrario. … .
En un sistema donde ninguna fuerzas externas están presente, cada fuerza de acción son iguales y opuestas, adquiriendo velocidades inversas proporcionales a sus masas. Si usted presiona una piedra con su dedo, el dedo también es presionado por la piedra… Si un cuerpo golpea contra otro, y debido a su fuerza cambia el movimiento del otro cuerpo, ese cuerpo también sufrirá un cambio igual, en su propio movimiento, hacia la parte contraria. Los cambios ocasionados por estas acciones son iguales, no en las velocidades sino en los movimientos de los cuerpos; es decir, si los cuerpos no son estorbados por cualquier otro impedimento.

Fab = -Fba

Matemáticamente la tercera ley del movimiento de Newton suele expresarse como sigue:

F1 = F2′

donde F1 es la fuerza que actúa sobre el cuerpo 1 y F2′ es la fuerza reactiva que actúa sobre el cuerpo 2. En una aplicación combinada de la segunda y tercera ley de Newton tenemos que:
m1 a1 = m2 a2′
donde los subíndices están referidos a los cuerpos 1 y 2.
Ejemplo: La fuerza de atracción F1 que ejerce la Tierra sobre un objeto en su superficie es igual y opuesta a la fuerza de atracción F2 que emite el objeto. Ambos, la Tierra y objeto se aceleran, pero como la masa de la Tierra es inmensamente mayor, la aceleración de efecto que recibe es ínfima comparada con la que recepciona el objeto (su masa comparativa es muy pequeña). A ello se debe la razón del por qué nosotros podemos percibir la aceleración de un objeto que cae sobre la superficie de la Tierra, que es de 980 centímetros por segundo al cuadrado (cm/s2); sin embargo, no detectamos la aceleración de la Tierra, que es de aproximadamente sobre 1,5 x 10-21 cm/s2 para un objeto de 90 kg. Solamente, cuando dos cuerpos comportan masas semejantes, como un par de estrellas binarias, entonces nosotros fácilmente podemos observar la aceleración de ambas masas.

La ley del Karma

La Ley del Karma

    H. Saddhatissa, nació en Ceilán y fue ordenado monje budista en 1926. Posteriormente se desempeñó como profesor de budismo en la Universidad de Benarés (India) y en Toronto (Canadá). Es un representante calificado de la escuela Theravada del cual existen algunos libros en español del cual recomendamos, por su claridad y concisión el que figura en la nota 1.

    Kamma o Karma, según lo escribamos en Pali o en Sánscrito, está producido -para Saddhatissa- por todas las acciones que cada individuo efectúa. Karma es la manera como “el pasado influye sobre el presente, pues ‘Kamma’ es pasado al igual que presente. El pasado y el presente influyen sobre el futuro -en esta vida o en la venidera-. Buda ha dicho: ‘Es al acto mental de la voluntad, oh monjes, al que llamo Kamma. Después del deseo viene la acción mediante el cuerpo, la palabra o el pensamiento’ (Anguttaranikaya)”

    Habitualmente, y no sólo en el budismo, se usa “Karma” como nombre genérico para denotar la conducta y sus resultados. Dichas consecuencias forman una intrincada madeja, interactuando entre si hasta el punto de no poder seguir la cadena causal. Cadena que puede llegar a ser muy compleja dado que nuevos efectos reaccionan con los anteriores, generando consecuencias de toda clase.

    Es de hacer notar que, según el budismo (Theravada), no son todas las acciones humanas son provocadoras de Karma: “la voz Pali “Kamma” (…) significa literalmente “acción”, “actuar”. Pero en la teoría buddhista del karma tiene un sentido específico: expresa únicamente la “acción volitiva”, y no todas las acciones. Además, esta palabra no significa, como muchos suelen emplearla errónea y libremente, el resultado del karma, pues en la terminología buddhista, el karma no significa nunca su propio efecto, sino que éste es conocido con el nombre de “fruto” o “resultado” del karma (Kamma-phala o Kamma-vipaka)

    Tampoco debe confundirse la acción de la ley kármica con “recompensa” o “castigo” por la conducta llevada a cabo. No es la acción de la justicia humana o divina, es el resultado de una ley natural. Una clase de acción volitiva genera unos efectos, otra clase genera distintos. “La idea de justicia moral o de recompensa y castigo, proviene de la concepción de un ser supremo o de un Dios que juzga, dicta sentencia y decide qué es lo bueno y qué es lo malo”

    El budismo considera que no se pueden eliminar las consecuencias kármicas que operan hasta su extinción; como las ondas provocadas por lanzar una piedra en un lago se extienden hasta llegar a la orilla o perderse en la distancia. La consecuencias (vipaka) de la conducta volitiva se extienden hasta que sus efectos quedan cumplidos. Esta acción puede abarcar más de una vida. De ahí la dificultad para establecer la cadena causal en la determinación del estado presente; deberíamos incluir también vidas anteriores, con los inconvenientes de no saber que hechos son los que provocaron los actuales efectos.

    Siendo una cuestión básica para la comprensión no sólo del budismo sino de las tradiciones orientales este concepto ha sido bastante mal entendido, al asimilarlo incorrectamente al destino; a una especie de predestinación que está más allá de la voluntad humana.

    No es el “destino”, porque éste se nos impone. En cambio la ley kármica es el resultado de acciones que pueden ser cambiadas por la acción de la libertad humana. “Nuestra vida -dice Saddhatisa- es, a la vez, vipaka [resultado] del pasado y Kamma [productora de consecuencias] del futuro. La ley del “Kamma/vipaka” explica la razón por la que el Budismo es frecuentemente considerado como la doctrina del aquí y del ahora. Pues el aquí y el ahora es el único campo de acción en el que el hombre puede influir sobre la cadena del Kamma/vipaka y, finalmente interrumpirla”

    Pagina; http://usuarios.iponet.es/casinada/080504.htm

La Evolucion

        Charles Darwin al decir esto, hace referencia al proceso mediante el cual el hombre fue evolucionando a través del tiempo. ?En el siglo XIX, surgió la otra idea perturbadora. Darwin nos dice que el hombre es el resultado de la evolución de la vida en la Tierra. Un ser íntimamente emparentado con los primates y no el producto de uno creación especial. Todavía se escucha, a veces, los ecos del encendido debate que sus ideas generaron a mediados del siglo pasado.? (Los Caminos de la Evolución ? Biología II ? página 148).

    EVOLUCIÓN DE LOS PRIMATES (Villésalomon ? Biología Gral.- Editorial. Interamericana página 450)

    Muchas personas se interesan por conocer sus raíces. Para muchos, esto significa conocer los antecesores inmediatos de los abuelos. En este capítulo se estudian, la que podrían llamarse ?raíces profundas?, rastreando los ancestros de la raza humana hasta la aparición delos primates, hace 65 millones de años. Aun después de un año de la publicación de Origen of species., de Charles Darwin, las pruebas fosilíferas de la raza humana eran escasas y poco satisfactorias. Sin embargo, en los últimos 40 o 50 años, la investigación ha encontrado datos importantes acerca del origen del hombre, sobre todo en Africa oriental.

    Los seres humanos y otros primates son mamíferos, miembros de la clase Mamalia. El lector recordará que los mamíferos son animales homeotérmicos (de sangre caliente) que poseen polos, y alimentan a sus crías con leche producida en las glándulas mamarias. Casi todos los mamíferos son vivíparos, es decir que paren a sus crías vivas, a diferencia de los animales que ponen huevos. Aunque los mamíferos se originaron de los reptiles hace unos 210 millones de años, su importancia era secundaria. Fue la ?época de los reptiles?, y éstos eran los animales dominantes en toda la Tierra. En la era Mesozoica hubo tres líneas importantes de mamíferos: 1) multituber-culados, que dieron lugar a monotremas con pico de pato como el ornitorrinco; 2) marsupiales, ancestros del conocido canguro y de la zarigüeya; y 3) mamíferos placentarios, semejantes a la musaraña, que ingerían insectos y vivían un a existencia nocturna en los árboles. Estos mamíferos permanecieron como un componente de la vida en la Tierra, por casi 150 millones de años.

    Los dinosaurios y muchos reptiles se extinguieron hace cerca de 65 millones de años. Esto condujo al ?vaciamiento? de muchos nichos que los mamíferos pudieron ocupar. Por otro lado, las angiospermas, incluso algunos árboles, sufrieron radiación adaptativa y dieron origen a nuevas condiciones ambientales, fuentes de alimento y protección contra depredadores. A principio de la era Cenozoica, los mamíferos sufrieron radiación adaptativa. Los primeros primates evolucionaron de mamíferos arborícolas, semejantes a la musaraña, originados en la ?época de los reptiles?. El organismo vivo más parecido a estos ancestros tan antiguos es la musaraña de los árboles de Sudamérica.

    Por sus ancestros, la mayoría de los primates posee adaptaciones para una existencia arborícola. Una de las características más importantes de los primates es la presencia de cinco dígitos en mano y pies: cuatro dígitos y un pulgar oponible. Esto permite a los primates agarrase de objetos, como las ramas de los árboles. Las uñas proporcionan una cubierta protectora a las puntas de los dedos. Las yemas de los dedos son sensibles y diestras. Otra características de la vida arborícola está dada por las extremidades, que rotan con libertad a nivel de caderas y de hombros. Esto da a los primates una movilidad completa para trepar y alcanzar los alimentos de los árboles. La localización de los ojos al frente de la cabeza y el hocico corto es una adaptación que proporciona una visión estereoscópica o tridimensional. Tal característica es esencial para los animales arborícolas, ya que un error en la percepción de la profundidad puede provocar una caída fatal. Además de la visión aguda, la audición en los primates también lo es, no así el sentido del olfato.

    Los primates comparten muchas otras carácterísticas; entre ellas, un compartamiento social complejo. Algunos biólogos consideran que el aprendizaje, asociado con interacciones en las sociedades de los primates, pudo ser un factor importante en la evolución de una masa encefálica más voluminosa y compleja. Al reproducirse, los primates dan origen a un descendiente indefenso, que requiere de protección y nutrición por un período prolongado.

    Hay dos subórdenes en el orden de los primates. Los prosimios (que significa antes de los simios) incluye lemures, lorises y tarseros. Los antropoides comprenden monos, simios y seres humanos, que son los primates con masa encefálica más grande, en particular, el cerebro.

    EL HOMBRE: UN PRIMATE(Los caminos de la Evolución ? Biología II)

    UN LUGAR PARA EL HOMBRE

    Tal como sostuvimos en el capítulo anterior, los mamíferos se diversificaron a lo largo de los últimos 65 millones de años. Dentro de este grupo surgieron y se diversificaron a su vez, los primates.

    Los fósiles nos muestran que los primeros primates eran organismos de pequeño tamaño, que vivían en las copas de los árboles y que, probablemente, se alimentaban de insectos.

    Dentro de los primates actuales encontramos dos grandes grupos, que se distribuyen en zonas geográficas bien diferenciadas.

    Por una parte el mono araña, el mono aullador y el tití son primate característicos del nuevo mundo (América). Por la otra los ?grandes monos? como los chimpancés, gorilas y mandriles, son característicos del viejo mundo (Asia y África). El ser humano es un primate que, a diferencia del resto, se ha expandido por todo el planeta.

    A nadie escapa la semejanza entre el hombre y los primates. Este parecido se hace más evidente cuando se compara al ser humano con los grandes monos que, por esa razón son llamados antropoides (o simios): chimpancés, gorilas, gibones y orangutanes, todos ellos del viejo mundo. De hecho, el término orangután significa en lenguaje malayo, hombre de los bosques. Pero más allá de aquellas características que resaltan a simple vista, las investigaciones biológicas refuerzan y confirman la validez de esta impresión: el hombre comparte con el chimpancé el 99% de la información genética contenida en el ADN. De esta forma, resulta evidente que la especie Homo sapiens a la que pertenecemos está emparentada con los antropoides, en particular con gorilas y chimpancés.

    EL HOMBRE: ¿DESCIENDE DEL MONO?

    Las consideraciones respecto de la historia evolutiva del género Homo presentan algunas confusiones que impiden comprender el tema. Una de las más habituales se refiere a la frase ?el hombre desciende del mono?, expresada como una conclusión obligada de la teoría darwinista de la evolución. Ocurre que el concepto de ?mono? utilizado aquí es tan difuso que no queda claro a qué se refiere. El término ?mono? bien puede referir a los simios actuales como el chimpancé y el gorila, o bien a alguna de las formas fósiles que se han descubierto y que se extinguieron hace millones de años atrás.

    Actualmente, está claramente establecido que el hombre no desciende del gorila o el chimpancé. No obstante, si retrocedemos lo suficiente en el tiempo, podemos encontrar un antepasado común entre el chimpancé y el hombre. De esta manera, estos primates actuales podrían, quizás,ser considerados nuestros ?primos? dentro de la historia evolutiva.

    Como se observa en el siguiente árbol evolutivo (ver diseño experimental), la tan mentada frase ?el hombre desciende del mono? no tiene sentido si se consideran como tales a los primates vivientes.

Thomas Samuel Kuhn

    Thomas Samuel Kuhn

   

    Thomas Samuel Kuhn nació en Cincinnati, Ohio, el 18 de julio de 1922. Estudió Físicas en la Universidad de Harvard, por la que se doctoró en dicha especialidad en 1949. A partir de entonces su interés se orientó hacia el estudio de la Historia de la Ciencia, al que se dedicó por completo. Permaneció en Harvard como profesor ayudante de Historia de la Ciencia hasta 1956, en que aceptó una oferta de la Universidad de Berkeley, donde ocupará la Cátedra de Historia de la Ciencia a partir de 1961. En 1964 pasará a desempeñar ese mismo puesto en la Universidad de Princenton hasta 1979, año en que se instalará en Boston, ocupando la Cátedra de Filosofía e Historia de la Ciencia del Massachusetts Institute of Technology. Falleció el 17 de junio de 1996 en su casa de Cambridge, Massachusetts.

    Uno de los más importantes, y mejor conocidos, representantes de la “nueva filosofía de la ciencia” es indudablemente Thomas Kuhn. Su libro La estructura de las revoluciones científicas,publicado en 1962, causó literalmente una revolución no sólo en el campo de la historia de la ciencia, sino también en la filosofía de la ciencia y en la concepción que los distintos campos científicos se han formado de sí mismos. Cualquier persona interesada en comprender el debate contemporáneo en la filosofía de la ciencia debe leer su libro.

    Kuhn se inició profesionalmente como físico y sólo después se convirtió en historiador de la ciencia. Fue mucho más tarde en su carrera profesional, y como consecuencia de su interés por la historia de la ciencia, que empezó a interesarse por los problemas relacionados con la filosofía de la ciencia, en general, y del crecimiento o evolución de la ciencia, en particular. Su primer contacto con la filosofía fue a través de la tradición analítica y particularmente de los “juegos del lenguaje” de Wittgenstein. Kuhn quedó especialmente impresionado por la concepción wittgensteiniana de los “universos de discurso”, es decir, de la existencia de sistemas lingüísticos cerrados en los que los elementos obtienen el significado de su lugar en el contexto sistemático y lo pierden al salir o ser extrapolados de éste. Más aún, estos universos de discurso tienen la característica de no ser traducibles entre sí, lo cual imposibilita, las más de las veces, la comunicación, entre ellos.

    La estructura de las revoluciones científicasse originó en un intento por aplicar esta noción de universos de discurso al análisis de la historia de la ciencia y de las teorías científicas. Esto quedará más claro a continuación, cuando analicemos la noción de “paradigma”, redefinida por Kuhn, y que posee una enorme similaridad con la de universo de discurso. El análisis kuhniano, sin embargo, no se detiene ahí; elabora toda una nueva tipología de análisis histórico de la ciencia que va más allá de las nociones propuestas por Wingenstein.

    Kuhn reinició el debate filosófico sobre el crecimiento del conocimiento científico elaborando una posición radicalmente distinta de las sostenidas hasta entonces por los positivistas lógicos y los falsacionistas.

    Como ya lo hemos discutido anteriormente, el problema principal de Popper en su Lógica del descubrimiento científicoera encontrar una regla de demarcación entre ciencia y no ciencia o pseudo-ciencia, que le permitiera evitar los problemas del inductivismo y del verificacionismo. La solución a este problema la encontró en su “falsacionismo” que consiste, esencialmente, en la adquisición de conocimiento a través de la refutación de conjeturas previamente formuladas.

    En el análisis que Kuhn hace del crecimiento científico, el énfasis se dirige más hacia la descripción histórica que a la metodología normativa, como en el caso de Popper o del positivismo lógico.

    De acuerdo con Kuhn, la historia de la ciencia se encuentra marcada por largos periodos de refinamiento estable, que él denomina “Ciencia normal”, y que se ven sistemáticamente interrumpidos por cambios bruscos de una teoría a otra sin ninguna posibilidad de comunicación entre ellas. A estas bruscas interrupciones, Kuhn las llama “revoluciones científicas”. Un esquema representaría gráficamente su modelo de la siguiente forma:

    La ciencia normal se inicia siempre con algún “logro”, esto es, con el surgimiento de una teoría que explica, por primera vez en la historia del área, algún hecho o evento. La ciencia normal es un período en que la actividad científica se dedica a la resolución de “acertijos” o enigmas concretos y parciales. A través de la resolución de estos acertijos los científicos tratan, al mismo tiempo, de extender el rango de aplicación de sus técnicas de investigación y de resolver algunos de los problemas existentes en su campo.

    Los períodos de investigación científica normal se caracterizan también por sus marcadas tendencias conservadoras, los investigadores son premiados no tanto por su originalidad como por su lealtad al trabajo de confirmación de la teoría o “paradigma” dominante. En este sentido, la tenacidad científica es también una de las características que define los períodos de ciencia normal. Esta tenacidad se manifiesta, principalmente, en la resistencia a cualquier manifestación externa y contraria al paradigma dominante.

    Es importante hacer notar que, para Kuhn, ésta es una característica que se origina con el entrenamiento científico que prepara a los estudiantes para el manejo y aplicación de un solo paradigma científico. Fue el mismo Kuhn quien utilizó esta característica de la ciencia en contra del modelo popperiano. Kuhn arguye, en contra de Popper, que la respuesta típica de los científicos al enfrentar una refutación experimental no es la de rechazar la teoría, como él afirma, sino la de retener dicha teoría modificando sus hipótesis auxiliares u observacionales (involucradas en dicha refutación). El mismo Lakatos, un filósofo falsacionista casi tan importante como Popper, ha ilustrado la noción de tenacidad con varios ejemplos en la historia de la ciencia, aunque dándoles un sentido distinto al de Kuhn. (Ver Lakatos más adelante).

    De acuerdo con Kuhn, los logros de una teoría integrada al paradigma dominante en períodos de ciencia normal son acumulados e integrados en los libros de texto que se utilizan para entrenar a las nuevas generaciones de científicos en los problemas y soluciones legítimas del paradigma.

    En general, los logros que constituyen la teoría que caracteriza los períodos de ciencia normal carecen de precedentes, esto es, son originales y novedosos y, además, son logros abiertos en el sentido de que presentan y permiten la existencia de enigmas y acertijos que deben resolverse en el futuro.

    La característica más importante de la ciencia normal es la existencia de un “paradigma”. Su significado, un tanto vago, ha sido criticado por una de las más distinguidas seguidoras del modelo kuhnniano, Margaret Masterman (1970), quien encontró más de 20 acepciones distintas, y en ocasiones contradictorias, del término. Debido principalmente a esto, en las correcciones a su propio trabajo, Kuhn (1970) distingue dos formas principales del uso de la palabra “paradigma”. Por un lado, el paradigma debe ser concebido como un logro, es decir, como una forma nueva y aceptada de resolver un problema en la ciencia, que más tarde es utilizada como modelo para la investigación y la formación de una teoría.

    Por otra parte, el paradigma debe ser concebido como una serie de valores compartidos, esto es, un conjunto de métodos, reglas y generalizaciones utilizadas conjuntamente por aquellos entrenados para realizar el trabajo científico de investigación, que se modela a través del paradigma como logro. Kuhn también acuñó el término “matriz interdisciplinaria”, el cual, además de incluir la noción de paradigma, se refiere al grupo de científicos como la unidad social que reconoce y comparte un logro paradigmático, que escribe y selecciona los libros de texto, proporciona entrenamiento y grados académicos y conduce investigación para la resolución de enigmas y acertijos.

    De acuerdo con Kuhn, el cambio de un paradigma por otro, a través de una resolución, no ocurre debido a que el nuevo paradigma responde mejor las preguntas que el viejo. Ocurre más bien, debido a que la teoría antigua se muestra cada vez más incapaz de resolver las anomalías que se le presentan, y la comunidad de científicos la abandona por otra a través de lo que el mismo Kuhn ha denominado switch gestaltico.

    Las revoluciones ocurren porque un nuevo logro o paradigma presenta nuevas formas de ver las cosas, crean de con ello nuevos métodos de análisis y nuevos problemas a qué dedicarse. En la mayoría de los casos, las teorías y problemas anteriores son olvidados o guardados como reliquias históricas. Característica que ha dado en llamarse, desde entonces, “pérdidas kuhnianas”.

    Ahora bien, dado que diferentes paradigmas se enfocan y parten de diferentes problemas y presupuestos, no existe una medida común de su éxito que permita evaluarlos o compararlos unos con otros. A esta característica de los paradigmas, Kuhn la llama “inconmensurabilidad”, término que tomaron Paul Feyerabend y el mismo Kuhn de la geometría, y que significa “sin medida común”. Es también debido a esta característica, la carencia de conceptos con significado común entre teorías, que la transición de un paradigma a otro ocurren de una manera radical y repentina, casi podemos decir irracional.

    Después de una serie más o menos larga de fuertes críticas en contra de su modelo, Kuhn ha suavizado sus concepciones originales básicas, como “paradigma” y “revolución científica”. Se ha argumentado mucho en contra de estas categorías que, inicialmente, fueron definidas de una forma estricta y que encontraron pocas confirmaciones en la historia de la ciencia. Del mismo modo se argumentó en contra de la necesaria irracionalidad que este modelo impone al cambio científico constriñéndolo casi totalmente a su historia externa o a la sociología del conocimiento, y por desconocer la posibilidad de progreso de la ciencia. Sin embargo, y a pesar de las modificaciones que el mismo Kuhn hizo a su modelo, lo que aún permanece de éste es su énfasis en el papel que tienen los valores compartidos por la comunidad científica en las decisiones científicas, particularmente con respecto a la tenacidad y a la evaluación de paradigmas en competencia; conserva también una actitud escéptica hacia los llamados factores cognoscitivos como “racionalidad epistemológica” o “historia interna” en la explicación del cambio científico, y se inclina por los factores sociológicos como autoridad, poder, grupos de referencia como determinantes de la conducta científica.

    Finalmente, Kuhn fue uno de los primeros y más importantes críticos de la noción de “progreso” en la ciencia, noción que él relaciona con la acumulatividad o el reduccionismo y a las que se opone abiertamente al menos al hablar de cambios entre distintos paradigmas. Es por esto que él prefiere hablar de “cambio” científico en lugar de “crecimiento o “progreso”. 

C. Louis Mostesquieu

MONTESQUIEU

    El objetivo del pensamiento político de Montesquieu, expresado en el Espíritu de las leyes, es elaborar una física de las sociedades humanas. Su modelo, tanto en contenido como metodología, está más en la línea de lo experiemntal que lo especulativo. Adopta el análisis histórico, basado en la comparación; arranca de los hechos, observando sus variaciones para extraer de ellas leyes.

    En esta obra se nos ofrece, además de la descripción de las idiosincrasias nacionales, las diversas formas de gobierno y sus fundamentos, así como los condicionantes históricos e, incluso, climáticos de éstos, elaboró un novedoso enfoque de las leyes, los hechos sociales y la política: se desvane la clásica oposición entre las tesis iusnaturalistas y  escépticas, que atribuían el fundamento de las leyes a la arbitrariedad de los legisladores: consideraba más bien que las leyes proceden de relaciones necesarias derivadas de la naturaleza de las cosas y las relaciones sociales, de forma que no sólo se opuso a la separación entre ley natural y ley positiva sino que consideraba que son complementarias.

    Cada pueblo tiene las formas de gobierno y las leyes que son propias a su idiosincrasia y trayectoria histórica, y no existe un único baremo desde el cual juzgar la bondad o maldad de sus corpus legislativos. A cada forma de gobierno le corresponden determinadas leyes, pero tanto éstas como aquéllas están determinadas por factores objetivos tales como el clima y las peculiaridades geográficas que, según él, intervienen tanto como los condicionantes históricos en la formación de las leyes. No obstante, teniendo en cuenta dichos factores, se puede tomar el conjunto del corpus legislativo y las formas de gobierno como indicadores de los grados de libertad a los que ha llegado un determinado pueblo.

    La filosofía política  se transmuta en una filosofía moral cuando establece un ideal político que defiende es el de la consecución de la máxima libertad aunada a la necesaria autoridad política;  rechaza abiertamente las formas de gobierno despóticas. Pero para garantizarla al máximo, Montesquieu considera que es imprescindible la separación de poderes. Muy influenciado por Locke, desarrolla la concepción liberalista de éste, y además de considerar la necesidad de separar el poder ejecutivo del poder legislativo, piensa que también es preciso separar el poder judicial. Esta separación de los tres poderes ha sido asumida y aplicada por todos los gobiernos democráticos posteriores.
   

    Capítulo 1. De las leyes en general.

    Las leyes en su más extenso significado, son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas; y, en este sentido, todos los seres tienen sus leyes: la divinidad (…) el mundo material (…) las inteligencias superiores al hombre (…) los brutos (…) los hombres (…) Estas reglas son un relación establecida constantemente (…) cada diversidad es uniformidad; cada cambio es constancia. (…)

    El hombre como ser físico, lo mismo que los demás cuerpos, está gobernado por leyes invariables. Como ser inteligente, viola sin cesar las leyes que ha establecido Dios, y varía las que ha establecido él mismo; hace falta que se conduzca y, sin embargo, es un ser limitado; está sujeto a la ignorancia y al error, como todas las inteligencias finitas; incluso pierde los débiles conocimientos que posee. Como criatura sensible se encuentra sometido a mil pasiones; semejante ser podía olvidar a Dios en todo instante. Dios se lo recuerda por las leyes de la religión; semejante ser podía olvidarse en todo instante de sí mismo; los filósofos le han recordado por las leyes de la moral: hecho para vivir en sociedad podía olvidar a los demás; los legisladores le han hecho entrar en sus deberes por las leyes políticas y civiles.

    Capítulo 2. De las leyes de la naturaleza.

    Anteriores a todas estas leyes son las leyes de la naturaleza, llamadas así porque derivan únicamente de la constitución de nuestro ser. Para conocerlas bien, hay que considerar a un hombre antes del establecimiento de las sociedades. En semejante estado, las leyes que reciben serán las de la naturaleza.

    La ley que imprimiendo en nosotros la idea de un creador nos lleva hacia él es la primera (…) por su importancia (…) pero no por el orden. El hombre en su estado natural tendría la facultad de conocer, pero no conocimientos. Es claro que sus primeras ideas no serían ideas especulativas. Pensaría en la conservación (…) Un hombre así sólo sería consciente, al principio de su debilidad; su timidez sería extremada. (…) En estas condiciones cada uno se sentiría inferior a los demás o, todo lo más, igual, de modo que nadie intentaría atacar a otro. La paz sería, pues, la primera ley natural. (…)

    Al sentimiento de su debilidad (…) uniría el sentimiento de sus necesidades, y, así, otra ley natural sería la que le inspirase la búsqueda de alimentos. (…) el temor (…) el placer (…) la atracción (…) (…) el conocimiento (…) constituiría la tercera. (…) Y el deseo de vivir en sociedad es la cuarta ley natural.

    Capítulo 3. De las leyes positivas.

    Tan pronto como los hombres se hallan en sociedad, pierden el sentimiento de su debilidad; cesa la igualdad que existía entre ellos, y comienza el estado de guerra.

    Cada sociedad particular llega a sentir su fuerza, lo que produce un estado de guerra de nación a nación. Los particulares, en cada sociedad, comienzan a sentir su fuerza; buscan volver a su favor las principales ventajas de esta sociedad, lo que constituye entre ellos un estado de guerra.

    Estas dos clases de estados de guerra establecen las leyes entre los hombres. Considerados habitantes de tan gran planeta, en el que es necesario que haya diversos pueblos, tienen leyes en las relaciones que estos pueblos tienen entre sí; y es el Derecho de gentes. Considerado como viviendo en una sociedad que debe ser mantenida, tiene leyes en las relaciones que tienen los que gobiernan con los gobernados; y es el Derecho político. Las tienen también en las relaciones que todos los ciudadanos tienen entre sí; y es el Derecho civil. (…) Una sociedad no podría subsistir sin un gobierno. La reunión de todas las fuerzas particulares (…) forma lo que se llama un Estado político. (…)

    Las fuerzas particulares no pueden reunirse sin que se reunan todas las voluntades. La reunión de estas voluntades (…) es lo que se llama estado civil.

    La ley, en general, es la razón humana en cuanto gobierna a todos los pueblos de la tierra; las leyes políticas y civiles de cada nación no deben ser más que los casos particulares a los que se aplica la razón humana. Por ello, dichas leyes deben ser adecuadas al pueblo para el que fueron dictadas (…) Deben adaptarse a los caracteres físicos del país, al clima (…) a la calidad del terreno, a su situación, a su tamaño, al género de vida (…) Deben adaptarse al grado de libertad que permita la constitución, a la región (…) inclinaciones (…) riqueza (…) costumbres (…) maneras.

    El equilibrio político: división de poderes.

    En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el (…) de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil.

    Por el primero, el príncipe o magistrado hace las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro simplemente poder ejecutivo del Estado.

    La libertad política, en un ciudadano, es la tranquilidad de espíritu que proviene de la opinión que cada uno tiene de su seguridad; y para que se goce de ella, es preciso que sea tal el gobierno que ningún ciudadano tenga motivo de temer a otro.

    Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona (…) entonces no hay libertad, porque es de temer que (…) hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo.

    Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor.

    En en estado en que un hombre solo o una corporación (…) administrasen los tres poderes (…) todo se perdería enteramente. (…)

    El poder judicial no debe confiarse a un senado permanente y sí a personas elegidas entre el pueblo en determinadas épocas del año, de modo prescrito por las leyes, para formar un tribunal que dure solamente el tiempo que requiera la necesidad.

    De este modo el poder de juzgar, tan terrible en manos del hombre, no estando sujeto a una clase determinada, ni perteneciente exclusivamente a una profesión se hace, por decirlo así, nulo e invisible. Y como los jueces no están presentes de continuo, lo que se teme es la magistrartura y no se teme a los magistrados.

    Y es necesario también que en las grandes acusaciones el criminal, unido con la ley, pueda elegir sus jueces, o cuando menos recusar un número tan grande de ellos que los que resten se consideren elegidos por él.
   

    Sobre la libertad.

    No hay palabra que haya recibido significados más diferentes y que haya impresionado más a los espíritus de tantas maneras como la de la libertad. Los uno la han tomado por la libertad de deponer a aquel al que habían dado un poder tiránico; los otros, por la facultad de elegir aquel a quien debían obedecer; otros, por el derecho a estar armados y a poder ejercer la violencia; aquéllos, por el privilegio de no ser gobernados más que por un hombre de su nación o por sus propias leyes. (…) Algunos han unido ese nombre a una forma de gobierno y lo han excluido de los otros. (…) En fin, cada uno ha llamado  libertad al gobierno que era más conforme con sus costumbres y sus inclinaciones; y como, en una república, no siempre se tiene ante los ojos y de una manera tan presente los instrumentos de los males que se deploran, y también las leyes parecen hablar más y los ejecutores de la ley hablar menos, se les pone ordinariamente en las repúblicas y se la excluye de las monarquías. En fin, como en las democracias el pueblo parece hacer poco más o menos lo que quiere, se ha puesto la libertad en ese tipo de gobierno y se ha confundido el poder del pueblo con la libertad del pueblo.
    Es cierto que en las democracias el pueblo parece hacer lo que quiere; pero la libertad política no consiste en hacer lo que se quiera. En un Estado, es decir, en una sociedad en la que haya leyes, la libertad no puede consistir más que en poder hacer lo que se debe querer y no verse obligado a hacer aquello que no se debe querer.
    Hay que entender claramente lo que es la independencia y lo que es la libertad. La libertad es el derecho de hacer lo que las leyes permiten; y si un ciudadano pudiera hacer lo que prohiben, ya no habría libertad, porque los otros tendrían ese mismo poder.
    La democracia y la aristocracia no son estados libres de por sí. La libertad política no se halla más que en los gobiernos moderados (…) cuando no se abusa de su poder; pero es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder se ve inclinado a abusar de él; y así lo hace hasta que encuentra algún límite. ¿Quién lo diría? Hasta la virtud necesita límites. Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder.

    http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd99/ed99-0257-01/montes.html

Carl Gustav Jung

Carl Gustav Jung
(1875-1947)

Autor de teorías particularísimas, fue el segundo de los discípulos de Freud que se retiró del psicoanálisis, rechazando la teoría sexual de la neurosis. La larga obre de Jung exhibe tres periodos bien delimitados:

1. Coincidencia con las ideas Freudianas.

2. Divergencia con el psicoanálisis

3. Elaboración de la psicología compleja

En el año 1904 Jung publicó El método asociativo, donde probaba experimentalmente la existencia de complejos inconscientes y la unidad del psiquismo. Entre 1906 -1907 descubre los complejos. Él los define como la agrupación de elementos psíquicos alrededor de contenidos de tono emocional. Finalmente, en 1913, el mismo año en que rompe con Freud, edita su Teoría del psicoanálisis que lo muestra como un eximio psicoanalista teórico y práctico.

Jung sostuvo que la educación provoca conflictos, puesto que confina al ser y le pone vallas ?al lineamiento general de su vida?.

Distinguió tres etapas en la evolución de la personalidad:

·PRE -SEXUAL: abarca desde el nacimiento hasta principios del cuarto año de vida, y en la cual el crecimiento y la nutrición y el crecimiento son lo fundamental.

·PRE -PUBERAL: comprende desde los últimos años de la niñez hasta la pubertad.

·MADUREZ: comprende de la pubertad en adelante.

La psicología compleja se inicia con la concepción de la psique es la suma de los procesos mentales. Se divide en cuatro zonas:

1. La del Yo o yoica en la que se produce la conciencia del propio existir.

2. La del conocimiento general.

3. La del inconsciente personal.

4. La del inconsciente colectivo.

En el análisis de las asociaciones descubrió un aspecto sumamente significativo: ciertas respuestas poseían un valor específico para la comprensión de la situación anímica del enfermo. La comprobación de este hecho indujo a Jung a reconocer la importancia de la observación del aspecto afectivo de las asociaciones para la ?investigación experimental de los cambios emocionales patológicos y sus consecuencias?

Con el experimento asociativo, Jung creó finalmente la base experimental gracias a al cual llegó a ser posible la emisión de juicios objetivos, independientes del criterio personal, sobre la existencia de complejos con tinte emocional en el fondo del alma.

En sus estudios sobre la asociación estableció un estrecho parentesco entre complejo y trauma. Jung dio un paso más en su confrontación teórica con el trauma, en especial con el trauma sexual de la infancia, expuesto por Freud en 1896; llegó a considerar demasiado unilateral la importancia dada por aquél al significado inicial del trauma.

Siempre fue característica de la psicología Junguiana su visión de la estructura psíquica como una totalidad. Le parecía que lo decisivo para la compresión de la vida psíquica era el tinte emocional que lo caracterizaba, es decir, la conexión existente entre el contenido y emoción. Para él se daba aquí una unidad psíquica superior. Cuyas propiedades de coherencia y estructuración se debía, en gran medida, a la conexión permanente entre el tono emocional y representación.

Jung vio en la unidad de la psique el fundamento de las unidades estructurales de la psique bajo una doble perspectiva: transformaciones y símbolos de la libido.

Estudiando el instinto, Jung logró discernir imágenes arcaicas y contenidos arquetípicos (1920) en algunos productos y procesos psíquicos inconscientes, que estaban profundamente enraizados en la vida instintiva. Con ello, la hipótesis junguiana de una predisposición constitucional cobraba entidad y se reforzaba la teoría del núcleo como portador de significaciones arcaicas y disposiciones pulsionales.

Jung coincidía con Freud en que los complejos con tinte emocional eran, en su mayoría inconscientes. A mayor grado de inconsciencia, tanto más incorregible e incontrolable es el complejo.

Tipificó el complejo del yo como ?el conjunto más sólidamente asociado de la psique? que estaba unido indisolublemente al ?tono emocional vital del propio cuerpo. Aunque veía en él el ?centro específico de la individualidad? de cuya posición en la totalidad dependía fundamentalmente la salud de la persona.

Los espíritus (pensamientos mórbidos o ideas completamente nuevas) considerados desde el punto de vista de la psicopatología, son complejos inconscientes autónomos en su proyección exteriorizada pues de suyo no poseen asociación directa del yo.

Jung llegó a la conclusión de que el complejo inconsciente representaba una personalidad parcial inconsciente de la psique.

Freud y Jung vieron en el conflicto, en especial en el conflicto moral, una importante causa de la formación de complejos (traumas), y al aumentar la intensidad, también el complejo traumático podía convertirse en punto de partida de tensiones y conflictos. Para Jung el conflicto era un inevitable hecho de la vida y de su proceso evolutivo, que no había que juzgar sin más como algo negativo.

Inicialmente vio Jung en la imagen arquetípica, a semejanza de la imagen originaria, una forma fundamental típica de una cierta experiencia anímica que siempre se repetía.

Se inspiró al principio en Platón, concibiendo la imagen arquetípica como una especie de posibilidad prefigurada de la facultad de representación que empujaba las vivencias en una determinada dirección. El arquetipo no procede de los hechos físicos, sino que, antes bien, refleja la forma en que el alma experimenta esos hechos.

Los arquetipos son algo así como órganos de la psique prerracional. Son estructuras básicas características, que se heredan eternamente y que en su inicio carece de contenido específico. El contenido específico se da primero en la vida individual, en la que la experiencia personal se da precisamente en esas formas. El arquetipo era un ?elemento estructural psíquico y por tanto una parte vitalmente necesaria de la economía anímica?. Es una especie de disposición a reproducir siempre las mismas o parecidas representaciones míticas.

Jung siempre mantuvo que ?la conciencia constituía la condición previa indispensable del yo? aun cuando la inversión de esta frase, a saber: ?que ¡sin yo no era concebible conciencia alguna?, no tenía el mismo grado de validez.

El yo era para él un insondable misterio que encerraba en sí la mayor oscuridad. Llegó incluso a ver en el yo ?una personificación relativamente constante del propio inconsciente?.

Con el estudio de las fantasías de enfermos mentales se introdujo un cambio: en las producciones arcaicas de la fantasía y de los sueños descubrió Jung no sólo de lo autónomo y la capacidad de producir neoformaciones creadoras en la psique inconsciente, sino también la existencia de un sentido más profundo, que la mayoría de las veces escapaba a la conciencia.

En 1917 había tratado Jung de establecer la distinción entre las reminiscencias personales y la ?manifestación de las capas más profundas del inconsciente?, en las que pululaban las imágenes originarias del hombre. Pero hasta 1919 no encontramos una primera descripción del inconsciente personal.

Jung vio en el inconsciente un ámbito colectivo de disposiciones psíquicas de índole creadora. La expresión ?Inconsciente colectivo? como denominación de un estrato profundo de la psique, no sólo arcaico, sino también universal y ubicuo.

El inconsciente colectivo era para él, no sólo la fuente de las pulsiones y los instintos, sino el origen de las formas básicas del pensar y sentir humanos: impulso creador y protoimagen colectiva. Jung concibió las imágenes colectivas como una especie de materia prima que, a su entender, necesitaba aun en todo caso ser traducida al lenguaje de la época correspondiente.

Jung no podía nunca considerar que el sentido de un símbolo fuese ?un signo que ocultara algo de común conocimiento?, sino que veía en él esencialmente una indicación de algo todavía desconocido. Tampoco pasó por alto el gran mérito de Freud, que consistía en haber elaborado las bases formales del símbolo.

1. EL SÍMBOLO DEL INCESTO: Jung veía lo esencial de la imagen del incesto, no el deseo incestuoso, sino antes bien, el contenido simbólico del incesto. Era para él, una expresión primitiva y recurrente de la nostalgia del ser humano hacia un estado de seguridad en las circunstancias primigenias, en la dicha de la inconsciencia plena, en la que todavía era uno consigo mismo y con la primitiva causa materna.

2. EL SÍMBOLO COMO MEDIADOR: Jung figura la concepción del símbolo como mediador, en el que se unían los contrarios de conciente e inconsciente. Veía en él una expresión paradójica que aspiraba a unir el sí y el no, y que incluía tanto al uno como al otro. A causa de su doble naturaleza, el símbolo era una paradoja que no sólo intensificaba las contradicciones, sino que suponía al mismo tiempo, un más allá de la tensión contradictoria entre lo racional y lo irracional.

3. EL SÍMBOLO DEL SÍ MISMO: La característica del sí mismo de expresar tanto lo racional y lo irracional como lo empírico y lo trascendente ha hecho que siempre resultase difícil acuñar una fórmula racional que la expresara en esencia: tan sólo el símbolo podía reflejar la totalidad de la psique de forma satisfactoria.

a. El sí mismo como símbolo unificador: Tal como pudo comprobar Jung una y otra vez en sus investigaciones sobre la psicología de la religión, por regla general eran símbolos tetramorfos y circulares los que expresaban más adecuadamente la totalidad. Como idea primitiva de la humanidad, la tétrada de elementos simbólicos se refería no sólo a los cuatro temperamentos, las cuatro estaciones del año, los cuatro puntos cardinales, sino también a las cuatro funciones.

b. La función religiosa del sí mismo: Para él en las imágenes de Dios, tal como aparecía en sueños, las visiones y la imaginación, se dibujaba un hecho más profundo que el del yo, a saber: una función natural del alma que ponía de manifiesto experiencias inmediatas en el interior y procesos vivos en el inconsciente. A este respecto resultó especialmente esclarecedora para él la imagen de la renovación divina. Indicaba un valor supremo, que preparaba tanto una nueva actitud de la conciencia como una nueva manifestación de la vida.

c. Arquetipo del sí mismo y vivencia: Jung nunca puso en tela de juicio la validez subjetiva de las vivencias interiores. Sus propias experiencias, así como los testimonios históricos, y también las confesiones de sus discípulos, lo convencieron una y otra vez del extraordinario valor vivencial de la experiencia interior para el sujeto.

En los últimos años de su labor científica Jung se adentro en un terreno tan desconocido para la psicología médica que difícilmente resultaba ya posible comparar sus concepciones maduras con las tempranas concepciones de Freud.

Jung veía que las imágenes arquetípicas actuaban como fuerzas creadoras que formaban y transformaban la vida y el actuar del individuo dando origen también, a las ideas y a las creaciones artísticas. Había comprobado previamente que existía una interacción del arquetipo y la psique consciente.  Expuso en 1919, que instinto e imagen arquetípica constituían la base del inconsciente colectivo.

Jung veía en la tensión de los opuestos, fundamentalmente en la contraposición entre pulsión y espíritu, el origen profundo de la energía. El arquetipo era el sentido de la pulsión, mientras que le instinto, por otra, representaba el aspecto energético del espíritu.

Es de observar que sólo en los textos de sus últimos años entendió Jung el término espíritu (Geist) en el sentido de algo en sí que, por así decirlo, daba sentido y finalidad a la vida como ?espíritu rector?.

Jung extrajo la hipótesis de que de modo análogo al arquetipo, al en-sí del espíritu, también existe un en-sí de la pulsión. De la misma manera que la imagen arquetípica conducía a la naturaleza psicoide del arquetipo en sí, también la percepción del instinto desemboca en un en-sí, a saber: en el en-sí de la materia.

El arquetipo es la forma cognoscible a la introspección de la organización psíquica apriorística. El principio de ordenación apriorístico que actuaba en el arquetipo tenía su contrapartida en la naturaleza psicoide del inconsciente colectivo.

Jung pudo comprobar que al hundirse la energía psíquica en las capas profundas del inconsciente, se daba también, una creciente equiparación de la vivencia con la naturaleza del instinto, es decir, con las propiedades del primitivismo, del automatismo, de la no influenciabilidad.

Basado en http://html.rincondelvago.com/carlos-gustavo-jung.html