Respaldo de material de tanatología

La familia y la enfermedad terminal

La familia y la enfermedad terminal
Indice
1. Introducción
2. Definición
3. La familia terminal
4. Organización y funcionamiento familiar
5. La biografía familiar
6. Crisis de claudicación familiar
7. El trabajo con los familiares
8. Conclusión
9. Bibliografía
1. Introducción
Al acompañar a una persona padeciendo de una enfermedad catalogada como terminal, siempre debe tenerse en cuenta que la unidad básica a tratar es la familia.
Esta revisión pretende abarcar los aspectos más relevantes dentro de la familia del que muere, así como establecer una guía de manejo en todos los aspectos relevantes al ciclo intra familiar de la enfermedad terminal.
Para entender a una familia “terminal”, se hace necesario que se repasen conceptos básicos sobre la estructura familiar, para luego entrar en la dinámica de la familia ante él diagnostico de la enfermedad y el proceso del ir ? muriéndose, para terminar con unas recomendaciones para quienes experimentan esta difícil situación.
2. Definición
Por familia no debe solo pensarse en seres unidos por vínculos consanguíneos, la definición debe abarcar a todos aquellos significativos afectivamente y que participan en la vida familiar.
La familia debe asumirse en su totalidad como un organismo vivo, y cualquier alteración en la estructura o función de alguno de sus integrantes, influirá en todos y cada uno de los demás miembros.
Tipos de familia
1. Pareja sin hijos: Compuesta por los miembros de la pareja.
2. Familia nuclear: Compuesta por dos generaciones. Padres e hijos sin importar el tipo de unión y si los hijos son adoptivos o biológicos.
3. Familia monoparental: Compuesta por un sólo miembro de la pareja y sus hijos.
4. Familia extensa: Compuesta por más de tres generaciones, padres, hijos y nietos.
5. Familia unipersonal: Una persona decide vivir sola.
6. Familia padrastral simple: Uno de los cónyuges aporta a una relación nueva hijos de una relación anterior y viven bajo el mismo techo.
7. Familia padrastral compuesta: Los tuyos, los míos y los nuestros, viven bajo el mismo techo.
8. Otros tipos de familia: de hermanos, de homosexuales, en inquilinatos, familias con otros parientes, etc.
Ciclo vital familiar
1. Noviazgo
2. Pareja sin hijos
3. Pareja con hijos
4. Escolaridad de los hijos
5. Adolescencia
6. hijos que se van
7. Jubilación
Funciones de la familia
Las funciones de la familia permiten que sus miembros desarrollen la autonomía y la identidad
1. Sexual: Busca el encuentro afectivo de la pareja y la reproducción de la especie.
2. Económica: La familia debe desarrollar sus habilidades para procurarse su manutención y satisfacer sus necesidades materiales.
3. Social: La Familia transmite valores, tradiciones y principios que le permiten a los individuos insertarse en la sociedad.
4. Afectiva: Es el clima afectivo que transmite la familia y está expr4esado en la calidad de sus lazos de amor, lealtad, apoyo y reconocimiento. Esta función es la única que la familia no puede delegar al sistema social.
5. De soporte y apoyo mutuo: ayuda en crisis.
Limites de la familia
Barrera invisible en la familia que protege el espacio de cada individuo con relación al manejo de la información y distribución de funciones.
1. Límites claros: Se intercambia información manteniendo la privacidad y permitiendo la participación. Hay colaboración, sentido de pertenencia y normas claras.
2. Límites difusos: se comparte toda la información, no hay privacidad ni independencia, los roles y las normas no son claras pues la familia no ha delimitado a su interior el cumplimiento de funciones específicas.
3. Límites rígidos: No se comparte información, existen barreras en la comunicación, no hay sentido de colaboración ni de pertenencia al grupo familiar.
Crisis familiares
1. Crisis de desarrollo: Crisis del ciclo vital, son universales y predecibles. Son las mas frecuentes.
2. Crisis estructurales: Surgen de la interacción entre los miembros de la familia; alcoholismo, violencia intra familiar, comunicación bloqueada, etc.
3. Crisis inesperadas: Aparecen en cualquier momento, no se planean y no se gestan en la dinámica familiar y es posible que no se repitan.
4. Crisis de desvalimiento: Uno o varios de los miembros de la familia es dependiente o disfuncional física o mentalmente (enfermedad mental o física, enfermedad terminal, cuidado de anciano, de niños, dependencia económica)
3. La familia terminal
La familia es una parte esencial dentro de la Medicina Paliativa. Contribuye a los cuidados del enfermo y tiene que recibir la atención e instrucción necesarias por parte del equipo de cuidados para no influir negativamente en la evolución del paciente.
La enfermedad terminal separa al paciente y a su familia solo en el cuerpo de quien la sufre, pues los sueños, las emociones y la dinámica familiar se altera por igual en todos, por lo que en el manejo debe incluirse a cada uno de los miembros.
En una situación límite como la enfermedad maligna terminal, los conflictos familiares afloran y pueden influir negativamente sobre la persona afectada. Es función del equipo de cuidados evitar en lo posible las situaciones de tensión en el seno de la familia y ayudar a su resolución en el caso de que dicha situación exista.
La familia puede colaborar eficaz y activamente en el cuidado del enfermo si se la instruye de una forma adecuada en el control de los síntomas, los cambios posturales y la higiene personal. Necesita de una información veraz y continuada, un apoyo constante, la seguridad de una asistencia completa durante todo el proceso, descargar tensiones generales y las disponibilidad permanente del equipo de cuidados.
La visión de la interdependencia de los miembros de la familia en salud y enfermedades basada en relaciones estrechas de amor es simple e incompleta dentro de la dinámica de las complejas relaciones del grupo familiar.
La enfermedad terminal altera la unidad social, los familiares y los amigos, y afloran los conflictos internos preexistentes. La información inadecuada, los mitos, la presencia más o menos explícita de la muerte y la idea de un sufrimiento inevitable crean una intensa atmósfera de angustia.
Optica de la enfermedad terminal
Es de anotar que la visión del paciente de su enfermedad es diferente a lo que ven sus familiares y cuidadores, la experiencia del dolor puede servir como modelo para comprender un poco estas experiencias.
Se podría inferir, que el proceso en el paciente comienza al producirse cambios orgánicos que llevan a una manifestación emocional de estas experiencias, hecho que puede aumentar o disminuir la intensidad del síntoma en cuestión, dependiendo del manejo; en la familia, la primera manifestación es emocional, al ser testigos del proceso de deterioro de su ser querido, y de acuerdo a su historia familiar, sus mitos y experiencias previas, estas manifestaciones podrán o no, hacerles daño, incluso haciendo que aparezcan síntomas físicos similares a los del paciente, o exacerbando enfermedades previas (Ej. : hipertensión, diabetes, etc.
Si no se modifican estas diferencias, a través de una información creíble y continuada, estas conductas repercutirán negativamente en el paciente y bloquearán los cuidados del equipo. La cantidad de tiempo y desgaste que conlleva la asistencia a la familia es recuperada con creces al conseguir que no interfieran negativamente en la buena marcha del proceso individual e intransferible de la propia muerte de la persona.
Ninguna familia que haya tenido que convivir con una enfermedad fatal sale ilesa de esa experiencia, pues debe enfrentarse permanentemente a desgastantes exigencias y cambios, él ultimo es la muerte del ser querido y cuando esto ocurre cada miembro es diferente de lo que era cuando aquel gozaba de salud.
Dificultades intra familiares ante la enfermedad terminal.
Básicamente la familia se ve sometida a cuatro tipos de problemas:
1. Desorganización: la enfermedad quebranta los recursos adaptativos para afrontar situaciones difíciles que antes habían sido exitosos.
2. Ansiedad: conductas hiperactivas, irritabilidad, intolerancia entre unos y otros.
3. Labilidad emocional: reacción oscilante y superficial cuando la capacidad de contener, frenar y organizar las respuestas afectivas se muestra insuficiente
4. Tendencia a la introversión: La enfermedad y la muerte son poderosas fuerzas centrípetas que ejercen un efecto de muralla en la familia, la cual para defenderse del desorden implanta nuevas normas
Todos estos factores, sumados a una grave y larga enfermedad cambia a todos los que conviven con quien la sufre en aspectos como:
1. Preocupación insistente por las consecuencias futuras (soledad-economía familiar-educación de los hijos-etc)
2. Sentimientos de culpa originados en el ir muriéndose.
3. Emociones y reacciones contradictorias derivadas del agotamiento físico y emocional
4. Colapso de la red de comunicación intra familiar
5. Aislamiento de los miembros
6. Redistribución de los roles
7. Confusión personal
Sumado a estos factores, el estrés psicológico cambia la dinámica familiar, dentro de la cual se desarrollan nuevos patrones de afrontamiento y convivencia:
? Constantes visitas al hospital
? Acompañamiento a consultas
? Análisis y tratamientos
? Largas noches de acompañamiento
Todas estas actividades deben combinarse con las de la vida diaria, las que también cambian:
? Alimentación irregular
? Disminución e incluso desaparición de momentos de descanso
? Periodos de ocio y placer que son utilizados para recuperar tareas domesticas, vigilancia y crianza de los hijos (tareas de por sí agotantes y absorbentes).
Factores intra-familiares que intervienen en el proceso de acompañar a un enfermo terminal:
1. Características individuales: Son los recursos propios con los que se cuenta para afrontar una situación de estrés. Aquí influye el tipo de relación con el ser querido y con el resto de familiares.
2. Historia previa de pérdidas: Si la familia ha pasado por muertes anteriores será más vulnerable al proceso actual. Ante una nueva pérdida se reactivan los sentimientos, temores y reacciones de duelos previos.
3. Relaciones familiares: Los conflictos previos se exacerban ante la situación de estrés.
4. Papel del paciente en la familia
5. Tipo de enfermedad y muerte
6. Recursos socio-económicos: Un mayor apoyo en estos dos aspectos se traduce en una mayor estabilidad familiar.
El diagnostico
Al conocerse el diagnóstico de una enfermedad terminal, la familia sufre una importante alteración psico-social al tener que afrontar:
1. Enfermedad y muerte del ser querido.
2. Cambios en estructura, funcionamiento y sistema de vida de sus miembros.
3. Anticipar el dolor que se presentará tras la pérdida.
El familiar experimenta un aprendizaje similar al del enfermo con relación a la idea de muerte, considerándola cada vez como una posibilidad más real, hasta llegar a admitirla en algunos casos.
Manifestaciones ante el diagnostico
1. Shock: Período de aturdimiento e incredulidad. Se activa la respuesta de alerta. Se recurre a más opciones que buscan encontrar la posibilidad de curación.
2. Negación: Período necesario para poder manejar el estado de shock, durante esta fase la familia puede mantener el control y la estabilidad emocional. No todos los miembros reaccionan igual. Comienzan a manifestarse sentimientos de:
? Ansiedad
? Miedo
? Desprotección
? Inutilidad
? Rabia y protesta (ante la sensación de vivir un castigo injusto)
1. Negociación: Significa que se empieza a asimilar el significado de la enfermedad.
2. Conspiración del silencio: acuerdo sobre no decir la verdad, aunque se tenga claridad sobre ella, con el fin de protegerse unos con otros. La conspiración relega al paciente al aislamiento emocional dejándolo sólo con sus pensamientos, ansiedades y temores.
3. Depresión: Al avanzar la enfermedad, la familia se enfrenta a diversas pérdidas; durante esta fase surgen sentimientos de:
? Dolor
? Tristeza
? Desasosiego
? Temor
? Ansiedad
? Confusión
? Desesperanza
1. Duelo anticipatorio: o aceptación, ocurre cuando la familia halla mecanismos de adaptación, se ve próxima la muerte del paciente y la familia emocionalmente se siente preparada. Al aceptar los hechos y al abandonar terceras y cuartas opiniones y curaciones milagrosas; la esperanza debe fortalecerse hacia el acompañamiento y al adecuado control de síntomas, por lo que la familia reorganiza su esquema, permitiéndose el pensamiento de pérdida, y al mismo tiempo siendo la base del manejo.
Temores ante un familiar con una enfermedad terminal
Desde el mismo momento en que la familia toma conciencia de que uno de sus componentes va a morir en un plazo más o menos breve, surge una serie de miedos:
1. Al sufrimiento del paciente y, especialmente, a que tenga una agonía dolorosa. incrementa con el progresivo deterioro del ser querido, aumenta aún más con la aparición de nuevos síntomas como:
? Disnea
? Convulsiones
? Hemorragias
? Vómitos
? Estertores pre-mortem
? Dolor
? Grado de conciencia
1. A que el paciente sea abandonado y no reciba la atención adecuada en el momento necesario; si está hospitalizado, sensación de poco oportunismo en la atención pues piensan que para el personal de salud esta persona “ya no vale por su incurabilidad”.
2. A hablar con el paciente. (conspiración del silencio)
3. A que el paciente comprenda su condición física por las manifestaciones o actitudes de la familia.
4. A estar ausente cuando la persona fallezca, a separarse de ella un rato, lo cual entorpece las necesidades de descanso y de realizar actividades propias de la vida cotidiana.
La comunicación en la familia que enfrenta una enfermedad terminal
Similar al trastorno de comunicación y aislamiento del enfermo terminal, también la familia se incomunica y aísla del y entre sí, apareciendo entonces la llamada conspiración del silencio.
Conspiración del silencio
Se entiende la conspiración del silencio como toda comunicación que pretenda mantener, ante un tercero un “falso equilibrio” de normalidad, como si nada estuviese pasando (conocimiento de doble efecto) frente a una información estimada como angustiante. Esta reacción se debe a que el familiar está más angustiado que el paciente.
La sobrecarga emocional de la familia suele ser mayor que la del paciente, debido a la “doble contabilidad” que deben llevar.
Este tipo de conducta se asume debido a motivos intra grupales y socio-culturales complejos, respondiendo a una historia familiar y a la imagen popular de la enfermedad; por lo que no es de fácil modificación.
El paciente y la conspiración: la mayoría, sino todos los pacientes, conocen de la existencia de una enfermedad grave ( lo habitual es que sepa mas de lo que el entorno supone); aun cuando nadie se lo haya preguntado o dicho y puede también estar callando o actuando ante su familia pretendiendo que no sabe nada, asumiendo que ellos “no podrían asimilarlo”.
Como afrontarla:
? Tener en cuenta que al principio puede ser difícil convencer a algunos familiares de la importancia de una aproximación basada en la confianza y la seguridad, pero si se mantiene en mente que tal discusión servirá para propósitos educacionales, se podrá llevar a la familia hacia una aceptación mas real de la situación y hacia una definición mas clara y productiva de su rol al lado del paciente.
? Al facilitar un cambio de postura, el profesional recalcara que el es el encargado natural de brindarla, liberando así a la familia de esta responsabilidad.
? Anticipar y legitimizar la reacción del paciente.
Acompañar al paciente luego de la “revelación” (no contar y huir).
Otro factor que inhibe la comunicación entre el paciente y los familiares es el miedo a la muerte y a sus consecuencias que posea cada uno de los integrantes, muchas familias reaccionan a sus propios miedos involucrándose en una aflicción anticipada, viendo al paciente como si ya estuviese muerto, cuando aun no es el momento de afligirse por ese motivo.
El entorno del hospital es un factor que puede acrecentar el abismo en la comunicación, pues debido a las demandas institucionales puede llegar a ser difícil dar información al momento sin ser confuso e inconsistente. Se subestima la capacidad de la familia como cuidadora, haciendo que se comporten mas pasivamente, o que realicen funciones para las que no están preparados emocionalmente, generando aun más confusión y sentimientos de abandono.
Finalmente, debe tenerse en cuenta que el proceso de comunicación familiar no se refiere solo a la capacidad y permisividad para hablar de los hechos relacionados con la enfermedad y la forma de manejar los distintos problemas que se van presentando; este proceso incluye la creación de un clima apropiado que permita y anime la expresión abierta de los sentimientos individuales de cada uno de los miembros del grupo, esto se refiere al termino cohesión familiar.
Cohesión
Se refiere a como se sienten los miembros de la familia entre si, a que tanto apoyo y disponibilidad ofrecen, a la existencia de alianzas, subgrupos o triangulaciones y reglas “tacitas” de la familia (Ej.: no manifestar sentimientos tristes).
Elementos de la Cohesión:
1. Comunicación abierta y sin limitaciones tacitas en la expresión de sentimientos.
2. Grado de sincronismo que existe entre las diferentes estrategias de afrontamiento utilizadas por los miembros del grupo familiar.
Facilitando la cohesión:
Con frecuencia, el asistente tendrá que hacer de interprete y mediador, explicando a unos individuos lo que otros piensan y saben; las causas de su enojo o retraimiento y como perciben su situación y la de otros, de esta forma se puede establecer un área de comprensión compartida como base para continuar la interacción, facilitándose así las relaciones interpersonales, y por ende, un mejor cuidado del enfermo.
4. Organización y funcionamiento familiar
Cuando un equipo asistencial se acerque a una familia enfrentando una enfermedad terminal, deben tenerse en cuenta 4 aspectos de la dinámica familiar:
1. Los subsistemas de familia
2. Biografía familiar
3. Necesidades propias y ajenas
4. El apoyo
Los subsistemas
Toda familia, aunque en apariencia caótica, tiene una compleja estructura de funcionamiento y convivencia. Cada familia es un sistema compuesto de subsistemas funcionalmente definidos, que mantienen unos limites dinámicos y se relacionan unos con otros según una estructura jerárquica establecida a lo largo de su formación.
Subsistemas conyugal
Los cónyuges suelen estar profundamente involucrados y viven la totalidad de la experiencia del paciente con gran intensidad, suelen convertirte en el cuidador primario
La relación previa al diagnostico y progresión de la enfermedad juega un papel básico en el tipo de cuidado que se derivara posteriormente, dentro de este marco tener en cuenta:
? Si el paciente era el miembro más activo y proveedor de apoyo, el cónyuge debe llevar la carga extra de renunciar al papel de dependiente y funcionar como cuidador (desplazamiento de roles).
? .Si la relación era conflictiva y ambivalente, entonces se generaran sentimientos de culpa y distanciamiento intensos.
? El grado de intimidad previo.
Sentimientos vivenciados por el cónyuge
? Ansiedad
? Depresión
? Fenómenos de agresividad
? Fenómenos de negación
? Fenómenos de desplazamiento
? Sentimientos de culpa
? Proyección sobre el paciente de los deseos no reconocidos.
? Intensificación de los mecanismos de defensa
? Compasión y dolor secundarios a su identificación empática con el enfermo
Respuesta a las vivencias:
? Descenso dramático en la capacidad de afrontamiento (incluso ante situaciones poco estresantes)
? Rechazo ante hablar con el paciente sobre la muerte ( aun cuando el paciente lo desee )
? Vigilancia constante e insistencia en mantener la conspiración del silencio en relación a la enfermedad terminal
? Necesidad de estar acompañando al paciente constantemente ( aunque el paciente refiera que no necesita tanta intimidad )
Agresividad desplazada hacia otros cuidadores (personal asistencial, otros familiares, amigos, etc. )
Subsistema parental
La enfermedad crónica en si es causa de gran angustia para los padres que cuidan de un hijo que afronta una enfermedad terminal.
La pareja de padres vivencian preocupaciones económicas que los pueden llevar a restringir las actividades que realizaban en conjunto, ya fueran placenteras o no, para dedicarse a labores productivas únicamente con relación a su hijo. Esto hace que se disminuya la disponibilidad de atención que la pareja se dedica el uno al otro llegando ambos a una sensación de soledad o perdida, además de un aumento en la tensión de las estrategias de afrontamiento individuales.
En caso de hospitalización por exacerbación de la enfermedad, la relación parental sufre una carga adicional, las madres suelen permanecer al lado del hijo muchas horas, mientras que la presencia del padre es mas reducida, si esta situación se prolonga y la coalición entre madre e hijo es intensa, el funcionamiento conyugal puede sufrir un colapso, llegando a sobrecargar este subsistema, haciendo que la madre reprenda al padre por ser muy estricto o este a la madre por sobreprotectora.
Subsistema filial
Estas son algunas de las respuestas encontradas en hijos de enfermos terminales:
? Sentimientos de culpa asociados a posible participación causal en la enfermedad (pensamiento mágico)
? Congoja por la perdida de ambos padres (uno por la enfermedad, el otro por dedicarse a cuidar del enfermo)
? Desplazamiento
? Ansiedad de separación
? Rabia, temor y resentimiento por ser abandonados o “dejados a un lado”
Hostilidad ante una situación incomprensible
Explicarle en términos simples la razón por la cual los adultos se están comportando de manera tan extraña es útil y libera al niño del pensamiento de que la actitud de rechazo se debe a algo que ellos hicieron.
Se debe permitir el acceso al proceso de ir muriéndose y a la muerte en si ligado a alguien afectivamente unido al niño o adolescente y que lo guíe ante el cuerpo enfermo o fallecido de su familiar.
Se debe trabajar en la desmitificación de la muerte, recordando siempre que el niño aprende por imitación.
Subsistema parental
Se sufre un rango de problemas similar al anterior, sumándole el trastorno agudo y doloroso en la relación entre hermanos, que teniendo en cuenta el potencial para una fuerte identificación y rivalidad, puede conducir a heridas graves y profundas.
La ocultación sistemática de la verdad ante un niño que sospecha la gravedad de la enfermedad de su hermano puede conducir a:
? No aceptar su propio proceso de aflicción
? Estimulación de fantasmas relacionados con su responsabilidad en la enfermedad y las preocupaciones con su propio bienestar
Aparición de enfermedades psicógenas como solicitud de recibir la misma atención del hermano, por lo que asume que debe estar enfermo para merecerla (Ej.: asma psicógena)
Los abuelos
Debido a las características cambiantes de la sociedad, la tecnología y la violencia, los abuelos han pasado a formar parte del proceso de aflicción, situación que no era tan frecuente anteriormente.
Respuestas de los abuelos ante la enfermedad terminal de un nieto:
? Dolor y angustia “triple”: por el nieto, por sus hijos y por ellos mismos.
? Suposición que por ser abuelos se deben “defender mejor” y servir como ejemplo
? Sentimientos de agresividad y culpa secundarios al no reconocimiento de los síntomas de la enfermedad terminal por ellos mismos y/o sus hijos
? Incapacidad e impotencia física o emocional ante el cuidado de un enfermo terminal
Sentimiento de fracaso en su rol de abuelos o padres
5. La biografía familiar
Las respuestas de la familia dependen de una estructura previa de funcionamiento, aunque no sea la mas adecuada para la crisis actual. (similar al caso del paciente, en donde el ir muriéndose no se aleja de su biografía personal, en la familia la adaptación tendrá como base la biografía familiar).
Junto a la estructura, cada familia posee una única y acumulada historia de sus experiencias, con eventos importantes y una serie de mitos, creencias y tradiciones que se desarrollan y establecen alrededor del tiempo emocional de esa historia, algunas de estas se relacionan con la enfermedad y a perdidas afectivas y pueden proporcionar antecedentes de la respuesta actual a la enfermedad terminal; el comportamiento pasado de sus miembros y como grupo, puede definir la importancia y la definición de las crisis, la forma en la cual los recursos de apoyo son solicitados y manejados, los roles que se esperan de los diferentes miembros y el grado de éxito esperado.
Por otro lado, la modificación en el comportamiento de alguno de los miembros del grupo familiar puede causar graves conflictos intra familiares debido a que las creencias individuales están habitualmente relacionadas a su propia familia de origen y no son necesariamente compatibles con la familia actual.
Es importante analizar en que parte del ciclo vital se encuentra la familia, teniendo en cuenta que a mayor juventud, menor es la capacidad de afrontamiento de la situación.
Las necesidades propias y ajenas
La enfermedad terminal de un miembro de la familia enfrenta a la totalidad de la misma con una amenazante crisis en la que todos sus miembros reaccionan en sus formas características. Sus respuestas son variables y pueden ser mas o menos compatibles unas con otras y con las necesidades del momento. Algunos de los miembros pueden estar aun más angustiados que el propio paciente. Sin embargo es un tiempo de reunión y movilización de recursos; hay mucha voluntad para ofrecer ayuda y apoyo activo, incluso de miembros lejanos y amigos de la familia.
La familia debe equilibrar las necesidades del paciente con las de otros miembros de la misma, además de reasumir las tareas normales del desarrollo para cada uno de ellos, pueden surgir dificultades y conflictos entre sus miembros, diferencias sobre los objetivos y el proceso mismo de la enfermedad y su tratamiento; mientras un cuidador primario puede permanecer manifiestamente protector, otro permite, exige y estimula una mayor liberad del paciente. Con el paso del tiempo y con la cronificación y avance de la enfermedad y de los conflictos intra familiares, un número mayor de familiares puede sufrir y manifestar su disgusto, celos y necesidades, llevando a un incremento paradójico de los síntomas de estrés.
De esta forma, durante la fase de consolidación de las estrategias utilizadas para afrontar la enfermedad, la familia puede encontrarse a sí misma más aislada, con una grave interrupción en la comunicación entre sus miembros, precisamente en el momento en que más apoyo se necesita, sentimientos de vergüenza, rabia, temor y depresión pueden contribuir a su aislamiento.
No siempre el estrés psicológico es el único problema a manejar en la familia dentro del proceso de ir muriéndose, en ocasiones hay que tener en cuenta necesidades económicas y sociales no satisfechas, para las cuales se requiere la intervención de un profesional o varios coordinadamente.
El brindar apoyo
Los métodos que utilice la familia para cuidar al enfermo dependerán de su historia, organización y estructura.
Cuando la familia se involucra en el cuidado del enfermo terminal no sufrirá tanto desgaste físico y emocional y el proceso de duelo no sería tan doloroso al reflexionar sobre el trabajo realizado.
Posibles formas de apoyo:
1. Apoyo emocional:
Es la principal fuente de estrategias de afrontamiento para el paciente.
De todas las formas de apoyo es el más importante e inmediato.
2. Responsabilidad compartida en la toma de decisiones:
El diagnostico de enfermedad terminal produce complejas tomas de decisiones en los pacientes, por lo que las familias pueden colaborar comprometiéndose y en ocasiones siendo el punto de enlace para explorar toda la información que esta llegando.
3. Disposición de cuidados concretos:
Esto confirma la importancia de la familia como miembro activo del equipo de tratamiento; desde el punto de vista de que la asistencia domiciliaria y la muerte en casa no son perspectivas irreales, aunque hoy en día esta situación es más difícil y costosa en términos económicos y humanos.
4. Disponer de un marco de continuidad:
Una de las labores más agotadoras en familia cuando un paciente afronta una enfermedad terminal, es suplir todas las actividades que este ser realizaba, afrontar nuevas demandas y satisfacer las necesidades emocionales de los otros
miembros.
Aunque no es un cuidado directo del paciente si influye muchísimo para su bienestar.
6. Crisis de claudicación familiar
Definición.
“Incapacidad de los miembros de la familia para ofrecer una respuesta adecuada a las múltiples demandas y necesidades del paciente”.
Es un reflejo del abandono asistencial a paciente y familia.
También puede producirse en otras situaciones como: ruina económica, comisión de delitos graves, separación afectiva,
pérdida del puesto de trabajo.
La diferencia de estas crisis con las de claudicación familiar ante una enfermedad terminal es que las otras pueden superarse con el tiempo, en el caso de la muerte más cercana, supone un cambio radical y no hay tiempo suficiente para la vuelta a la normalidad.
Se refleja en la dificultad de mantener una comunicación positiva con el paciente, entre los miembros y el equipo de cuidados.
No todos claudican a la vez, pero cuando en conjunto son incapaces de dar una respuesta adecuada, estamos ante una crisis de Claudicación Familiar, en donde la última etapa de la vida se convierte en un drama para todos y se traduce en abandono para el paciente.
-Factores Que Intervienen-
1. Tipo de familia.
? Familia Nuclear: Compuesta por padres e hijos. El agotamiento del cuidador principal (debido a la carga de trabajo, tareas domésticas y cuidado del enfermo), es una situación de riesgo, al no disponer de recursos y alternativas para sustituirle.
? Familia extensa: Compuesta por varias generaciones y parientes próximos que viven bajo el mismo techo o cercanos.
Tiene la ventaja relativa de la posibilidad de relevo entre miembros ante la presencia de crisis.
La dificultad surge al entrar en colisión distintos puntos de vista y criterios sobre que hacer en relación con el diagnóstico, pronóstico y el lugar donde permanecerá la persona enferma.
Para prevenir esta situación, el equipo de cuidados, junto al paciente debe elegir al cuidador principal y ofrecerle todos los apoyos disponibles.
1. Lugar de residencia.
? Familia en su medio:
Medio rural: se suele tener mayor apoyo de familiares y de la vecindad; la dependencia de centros sanitarios es menor y la solidaridad del resto de la comunidad está más o menos garantizada
Medio urbano: Existen más dificultades para cuidar directamente al paciente con enfermedad en fase terminal.
Los domicilios no son adecuados para el cuidado, la proximidad física de los vecinos no tiene reflejo en una relación solidaria; por lo que la hospitalización del paciente suele ser el recurso más utilizado, sin tener en cuenta la fase de la enfermedad, ni los objetivos planteados para el paciente y el tipo de institución sanitaria.
? Familias desplazadas (alejadas de su medio):
Debido a diversos factores (violencia, estudio, trabajo, etc.), la familia deja de contar con una serie de recursos (presencia de familiares y amigos, desconocimiento del medio social y cultural) lo que los deja abandonados ante la enfermedad y muerte.
La crisis de Claudicación familiar termina convirtiéndose en el único medio de expresión de malestar y miedo ante la situación que se vive.
1. Trayectoria de la enfermedad.
Una vez diagnosticada la enfermedad, el grupo familiar inicia una búsqueda en ocasiones compulsiva e irracional de algún método (médico o no) que asegure la permanencia física del ser querido, llevando al gasto de grandes sumas de dinero.
La concurrencia de los cuidados paliativos cuando los objetivos curativos no se han descartado, pueden facilitar este tránsito, evitando la fatídica frase de “ya no hay nada por hacer”, motivo frecuente de la crisis de Claudicación familiar.
2. Experiencias anteriores.
Las pérdidas anteriores no pueden considerarse como de ayuda ante una nueva, se acumulan dolores y angustias, que hacen la recuperación tremendamente difícil.
3. Vigencia de problemas no resueltos.
En muchas ocasiones a la enfermedad y el proceso de ir-muriéndose se suman todos los problemas propios de la convivencia y de la vida cotidiana, empeorando la relación y desmejorando el cuidado del paciente.
La enfermedad en ocasiones puede ser un motivo idóneo para aclarar situaciones de enfrentamiento. Para la pareja, es una ocasión privilegiada para reflexionar juntos sobre el pasado, presente y futuro de quienes permanecen en la corporalidad.
4. Incomunicación
(ver Conspiración del Silencio)
5. Protagonismo de última hora.
Se refiere al miembro de la familia que por motivos de distancia afectiva o su situación de claudicación individual, acude a última hora con exigencias y órdenes para resolver a su manera lo que los demás no han podido. Culpabiliza a los cuidadores y al equipo de la situación del paciente.
Una escucha atenta y una actitud firme pero cercana, dejándole verbalizar su miedo o culpa es el mejor modo de tranquilizarle. Discutir es una pérdida de tiempo.
6. La Ingerencia intempestiva
Aparición súbita de otros profesionales sanitarios o no, u otros no tan profesionales, con otros objetivos y sin relación con los equipos profesionales de cuidados, lo que puede generar confusión en el paciente y la familia.
7. Los “buenos samaritanos”
Son aquellas personas, de buena voluntad, que en su intento de ayudar no calculan el grado ni el nivel de compromiso que están dispuestos a admitir, se agotan o abandonan al paciente cuando más se necesita de ellos.
Se presentan para satisfacer necesidades de auto – confirmación, cuando lo hacen, desaparecen.

Derechos de un Enfermo Terminal

Zarina  Enviando en: lunes, 14 de abril, 2003 – 06:49 pm           

¡SER FELIZ CUIDANDO!

No se puede pretender cuidar a un moribundo por obligación impuesta, sino por obligación libremente elegida.
Obligación como derecho del ser humano y estrategia por el amor que tenemos a la persona.
La FELICIDAD que proporciona el cuidar al moribundo en el trayecto final de su camino, es algo que merece la pena experimentar.
El cuidado profesional signo de evolución y progreso en nuestra comunidad.
Cuidar a enfermos terminales como experiencia humana profesionalizada, enriquecedora y gratificante. Enfermos, familiares y miembros del equipo nos darán a diario lecciones de dignidad.
El saber ser y el saber estar se conjugan como nunca al lado de enfermos terminales.
El hombre y la mujer, son luz y amor y ésas son las cosas que lleva cuando sale de esta vida ?la LUZ y el AMOR con que VIVIÓ en la tierra?.

Cuando la evolución de una enfermedad arrastra a uno mismo, o a un ser querido, hacia un fin próximo e inevitable, ¿es lícito adoptar cualquier estrategia médica a fin de intentar retrasar ese momento de la extinción?, ¿es justo mantener la vida en quien, a causa de su estado terminal, ya no es dueño de aquello que más humanos nos hace: voluntad, libertad y dignidad?

Muchos responderemos sin titubear con un no rotundo a ambas preguntas, pero no pocos, influidos por motivaciones diversas, se decantarán por un sí con más o menos matices.

Sin duda no se trata de imponer la opinión de los unos a los otros, ni viceversa, pero, en cualquier caso, debajo de la discrepancia ideológica anida un aspecto básico que debería ser indiscutible: cada cual es el único dueño de su vida y de su muerte y, por ello, el único con derecho a decidir cuándo y cómo quiere poner término a un proceso vital doloroso y/o degradante del que sabe que no puede evadirse.

Sólo uno mismo puede y debe decidir en qué punto y bajo qué condiciones el seguir vivo ha dejado de ser un derecho para convertirse en obligación.

Si la dignidad es una cualidad inherente a la vida, con más razón debe serlo en el entorno de la muerte, que será la última vivencia y recuerdo que le arrancaremos a este mundo al apagar nuestro postrer suspiro… y también la última imagen de uno mismo que dejaremos en herencia a parientes y amigos.

¿Hace falta sufrir y hacer sufrir a quienes nos aman para pasar por este trance? ¿le sirve de algo, al enfermo o a su entorno familiar, una agonía larga o una progresiva pérdida de facultades que desemboca en lo meramente vegetativo?

En muchas culturas y en no pocas personas, incluso dentro de nuestra propia sociedad, el acto de morir rebosa dignidad, amor y hasta belleza, pero, en general, en la sociedad industrial, para tratar de hurtarle al destino un tiempo que tampoco podemos vivir -la enfermedad nos lo impide-, somos capaces de privarnos a nosotros de dignidad y cargar a los demás con el peso del dolor que causa contemplar tal degradación.

El artículo 15 de la Constitución Española, por ejemplo, al igual que hacen sus equivalentes en las cartas magnas de otros países, establece que “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que en ningún caso puedan ser sometidos a tortura ni a pena o tratos inhumanos o degradantes”.

El texto es claro y rotundo, aunque algún segmento social, con criterio secuestrado por sus creencias religiosas, persista en una interpretación miope e interesada de este derecho fundamental que atañe tanto a la defensa de la vida, como a la de la integridad física y moral y, claro, al derecho de no tener que sufrir tratos inhumanos o degradantes; aspectos, estos últimos, que, en enfermos terminales, a menudo son vulnerados cuando se les somete a “encarnizamiento terapéutico”, eso es manteniéndoles con vida artificialmente y en condiciones que degradan notablemente la dignidad de la persona.

Por ello, son muchos los juristas y organizaciones profesionales de juristas que vienen reclamando desde hace tiempo que este artículo que proclama el derecho a la vida se interprete de manera que reconozca igualmente el derecho a una muerte digna, dado que la vida impuesta por otros -por muy médicos o familiares que sean- no puede ser de ninguna manera un bien jurídico a proteger en un Estado de Derecho.

Esta postura, defendida también en todo el mundo por los colectivos que luchan por lograr el derecho a una muerte digna, se traduce en una serie de puntos que dibujan los derechos que debería tener -y exigir- cualquier persona afectada por una enfermedad terminal e irreversible:

Los derechos del enfermo terminal
? Tengo el derecho de ser tratado como un ser humano vivo hasta el momento de mi muerte.
? Tengo el derecho de mantener una esperanza, cualquiera que sea ésta.
? Tengo el derecho de expresar a mi manera mis sentimientos y mis emociones por lo que respecta al acercamiento de mi muerte.
? Tengo el derecho de obtener la atención de médicos y enfermeras, incluso si los objetivos de curación deben ser cambiados por objetivos de confort.
? Tengo Derecho a que se respete y en lo posible se alivie el dolor de mis familiares, allegados y amigos.
? Tengo derecho de expresar mis sentimientos y emociones, en todo momento y enfocar a mí manera mí propia muerte.
? Tengo el derecho a poder acceder y emitir un documento legal de últimas voluntades donde se establezcan por escrito las disposiciones oportunas respecto a las condiciones en torno a mí muerte (documento que en este aspecto es conocido como “testamento vital”).
? Tengo el derecho de no morir solo.
? Tengo el derecho de ser liberado del dolor.
? Tengo el derecho de obtener una respuesta honesta, cualquiera que sea mi pregunta.
? Tengo el derecho de no ser engañado.
? Tengo Derecho a decidir si deseo estar consciente, dentro de las limitaciones de mi enfermedad hasta el fin y ser trasladado a mi domicilio a mi solicitud.
? Tengo derecho a participar en las decisiones que incumben a mis cuidados y a mí vida.
? Tengo el derecho de recibir ayuda de mi familia y para mi familia en la aceptación de mi muerte.
? Tengo el derecho de morir en paz y con dignidad.
? Tengo el derecho de conservar mi individualidad y de no ser juzgado por mis decisiones, que pueden ser contrarias a las creencias de otros.
? Tengo el derecho de ser cuidado por personas sensibles y competentes, que van a intentar comprender mis necesidades y que serán capaces de encontrar algunas satisfacciones ayudándome a enfrentarme con la muerte.
? Tengo el derecho de que mi cuerpo sea respetado después de mi muerte.
? Tengo Derecho a que mi cadáver sea tratado con dignidad y respeto, dentro de los límites de lo posible amortajado y velado, del modo que yo o mis familiares o allegados hallamos solicitado.

CLÁUSULA FINAL
Las decisiones del paciente, en su caso, quedarán debidamente documentadas en la historia clínica.

La presente Declaración de Derechos del Enfermo Terminal no excluye la validez y necesidad de respetar las normas éticas y legales que rigen la investigación científica, la docencia clínica, la extracción de órganos, y/o tejidos para trasplantes o injertos o de sustancias biológicas con fines diagnósticos o terapéuticos, la confidencialidad y el secreto profesional en el manejo de los datos clínicos u otras normas aplicables a casos singulares y concretos de enfermos terminales.
Aunque no hay, ni mucho menos, una sola posibilidad de reacción y actuación ante el anuncio de estar inmerso en un proceso irreversible y/o terminal, puede servir de alguna ayuda u orientación, a quien se encuentre en este trance, el comenzar a caminar por una senda que ha sido trazada por la experiencia previa de los médicos y enfermos que ya la han recorrido. Veamos:

Tras recibir el diagnóstico y, claro está, su confirmación, resulta aconsejable preparar la siguiente visita al médico especialista con bastante antelación, dándose tiempo suficiente para poder reflexionar sobre todos los aspectos y dudas relativos al caso

Puede ser una buena idea confeccionar un listado por escrito a fin de no olvidar ninguna pregunta.

Dada la naturaleza del proceso, será recomendable intentar establecer con el médico especialista una relación de confianza, de cercanía emocional, haciéndole partícipe no sólo de los síntomas experimentados a causa de la enfermedad -que como técnico le competen-, sino, también, de los aspectos clínicos, psicológicos o sociales que sean causa de ansiedad, temor, duda o preocupación, puesto que su experiencia en muchos casos similares podrá ser de gran ayuda para obtener orientación.

Será primordial entablar un conocimiento estrecho y cercano con el médico, dialogar acerca de las opciones que propone a fin de controlar los síntomas negativos ligados a la enfermedad -ansiedad, debilidad física, insomnio, agitación, dolor, vómitos, falta de apetito y/o dificultad para ingerir alimentos o bebidas, etc.- y darle tiempo -durante dos o tres visitas- y oportunidad para que pueda apoyar emocionalmente al enfermo.

Salvo que el deceso se prevea muy cercano, en esas primeras visitas no resultará todavía apropiado reclamar algún tipo de ayuda concreta para morir dignamente -evitando agonías y encarnizamientos terapéuticos inútiles-, aunque sí puede ser ocasión para sacar a colación cuanto se relacione con el “testamento vital” del paciente, ya sea su intención de suscribirlo o las condiciones de uno ya previamente protocolizado.

La actitud y respuesta que el médico y el Tanatólogo manifiesten ante el “testamento vital” del paciente podrá ser un indicador muy importante para poder valorar sus intenciones y, fundamentalmente, la predisposición que tiene a respetar la voluntad de la persona que tiene ante sí.

Un paciente con las ideas claras acerca de su derecho a tener una muerte digna no debería aceptar respuestas ambiguas por parte de su médico, ni tampoco una actitud de rechazo o indiferencia acerca de este derecho.

En cualquier caso, independientemente de la actitud del médico respecto al “testamento vital” del enfermo, éste deberá obtener una aclaración precisa de hasta dónde está dispuesto a respetar su voluntad ante posibilidades tales como realizar pruebas diagnósticas o tratamientos no deseados, control del dolor, hospitalización, alimentación forzada mediante sonda nasogástrica, tratamiento antibiótico, sedación terminal, etc.

Si un médico rechaza respetar la voluntad lícita y libremente expresada por su paciente acerca de las condiciones que atañen a su muerte, valdrá la pena modificar ese riesgo cuando todavía se está a tiempo.

Hay que tratar de poner lo que quede de vida y la propia muerte en manos de otro médico que respete a la persona y merezca su confianza. En todos estos momentos la ayuda de un Tanatólogo es indispensable.

MEDICINA DEL DOLOR Y CUIDADOS PALIATIVOS

Zarina  Enviando en: jueves, 13 de abril, 2006 – 03:20 pm

Enviado por Margarita Bravo M ——————————————————————————–

Las clínicas del dolor en los servicios médicos hospitalarios en nuestro país son servicios relativamente jóvenes, quizá una de las especialidades médicas más recientes.
La Dra. Hernández nos contesta:

¿Qué son las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?
¿Quién puede recibir los beneficios de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?
¿Qué tratamiento proporciona la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?
¿Qué otros objetivos tienen las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?

Medicina del dolor y cuidados paliativos

La primera clínica del dolor en el ámbito mundial fue puesta en servicio en 1947, por el doctor F. A. Duncan Alexander, en el Veterans administration Hospital en Mackinney, Texas.
En México, el tratamiento del dolor como clínica inició el 2 de junio de 1972 en el Instituto Nacional de la Nutrición, posteriormente han surgido otras más como la del Hospital General de México y la del Instituto Nacional de Cancerología, que fueron de las primeras reconocidas en el país, y que además cuentan con programas de especialización en dolor, con una duración de un año. Otras clínicas escuelas de más reciente formación en el Distrito Federal han sido la del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE y del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, esta última que se dedica de manera especializada a la atención de niños.
En algunos otros centro hospitalarios, a pesar de que no se han dado las facilidades necesarias para el establecimiento de las clínicas del dolor, algunos de los médicos que han realizado este entrenamiento, han intentado día con día, poder proporcionar este servicio en sus centros de trabajo.
El dolor en los niños es un tema que recibe poca atención, y hasta hace pocos años atrás se ha visto un importante incremento relacionado con este tema. Las facilidades del tratamiento del dolor en niños, ya sea ambulatorio u hospitalizado son muy reducidas; la mayoría de las clínicas de nuestro país, sino es que todas, raramente o jamás ven niños, algunos de los factores que influyen en esto son entre otros: por un lado el hecho de que la percepción, el dolor y el sufrimiento son eventos personales o privados, y que el lenguaje es la forma más efectiva de comunicación, los niños que poseen un lenguaje limitado o no existe, conducen a que su evaluación sea difícil; por otro lado existe considerable evidencia que el dolor intraoperatorio y posoperatorio es frecuentemente manejado de manera deficiente en niños.

Pero, ¿qué son las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?

El servicio en clínica del dolor se encuentra constituido por un grupo de anestesiólogos principalmente, psicólogos, enfermeras, tanatólogoas y trabajadores sociales, todos como equipo multidisciplinario. El médico especialista en dolor (algólogo) tiene la responsabilidad del trabajo inicial, incluyendo una historia detallada y un examen completo, la tarea del psicólogo es la de establecer el papel de los factores afectivos y ambientalistas de la conducta dolorosa, al enfermera y la trabajadora social, hacen una evaluación de los recursos personales, familiares y sociales para llevar a cabo los tratamientos.
El funcionario de las clínicas del dolor se complementa con la colaboración espontánea de diferentes especialidades como son: la neurología, psiquiatría, oncología, cirugía, medicina interna, bioquímica, ortopedia, medicina física y rehabilitación, urología, etc.
¿Quién puede recibir los beneficios de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?

Las clínicas del dolor, en especial como la del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, dan atención para tratar tipos singulares de dolor como son el dolor agudo, el dolor crónico, el dolor por cáncer y atención a pacientes en fase terminal.
Dentro del dolor agudo, se encuentra principalmente el dolor durante una cirugía y posterior a esta (postoperatorio), por lo que cualquier paciente que se programa para una cirugía puede ser valorado y manejado con respecto al dolor incluso, en algunas ocasiones que lo ameriten, previo a la cirugía.
Otros tipos de dolor agudo que pueden ser atendidos son el dolor postraumático, ejemplo de ello es el dolor debido a quemaduras, accidentes, etc.
Con respecto al dolor crónico, existen cuatro grupos de dolor crónico mayor y que pueden verse grandemente beneficiados, estos son: dolor abdominal, de miembros, cefaleas y dolor de pecho. Algunos ejemplos podrían ser neuropatías, migrañas, lumbalgias, artritis, etc.
El dolor por cáncer es uno de los rubros que más atención recibe por parte de la clínica y este se encuentra relacionado con cinco grupos: dolor relacionado con la enfermedad (ej. metástasis), dolor relacionado con la terapia contra el cáncer (ej. mucositis), dolor relacionado a procedimientos dolorosos (ej. punción lumbar), dolor debido al debilitamiento (ej. Reposo obligado) o dolor de tipo incidental (que no está relacionado con circunstancias médicas).
Cuando el paciente se encuentra en un estado avanzado de la enfermedad, se presentan una serie de síntomas incluyendo al dolor, en este caso se da la atención y el apoyo necesarios para mejorar la calidad de vida. Este apoyo incluye manejo farmacológico de síntomas, apoyo para facilitar el proceso de elaboración del duelo.

¿Qué tratamiento proporciona la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?

Después de realizar una evaluación sobre la base del origen del dolor, la intensidad, la localización, la historia de uso de analgésicos previos, así como la duración anticipada del dolor (agudo o crónico), se selecciona un plan óptimo de manejo.
El plan terapéutico de inicio, es una o más de las siguientes estrategias: medicamento analgésicos, técnicas como bloqueos anestésicos y/o agentes inhalados, técnicas neuroquirúrgicas, y técnicas no invasivas como son la hipnosis, técnicas de relajación, terapias cognitivas, retroalimentación biológica, estimulación nerviosa transcutánea, etc.

¿Qué otros objetivos tienen las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?

A parte de los asistenciales, que son la atención de una manera actualizada, con personal interesado y motivado para el estudio y tratamiento del dolor, están los académicos, en donde se establecen talleres de discusión incrementando los conocimientos sobre tópicos específicos, además de la divulgación de los diversos aspectos de la clínica del dolor.
Como podemos observar, en la actualidad todos los niños y adultos que experimentan algún tipo de dolor, pueden verse beneficiados por los grandes avances en la ciencia médica para controlarlo, evitando así el sufrimiento innecesario como ocurría en el pasado y donde no sólo sufría el paciente sino también la familia. En la actualidad estamos en la posibilidad de ofrecer una mejor calidad de vida.

Dra. Sonia Hernández Hernández
Jefe de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos.
Hospital Infantil de México “Federico Gómez

http://www.entornomedico.net/tanatologia/print.php?sid=67

Ayudar a las personas con discapacida…

Zarina  Enviando en: domingo, 22 de enero, 2006 – 02:18 pm           

Ayudar a las personas con discapacidad que trabajan contigo

Mientras las personas discapacitadas están en el lugar de trabajo la gente quiere un tratamiento igual en vez de un tratamiento especial, asi que trata de seguir estas recomendaciones:

Relájate. La gente con incapacidades incorpora todas las características que tu esperas ver en un empleado.

Mira a la persona en vez de la discapacidad. Entiende que una persona discapacitada tiene un derecho legal de acceso igual al empleado.

Trata a la persona como tú lo harías con cualquier otro trabajador (como un adulto responsable completando tareas de un empleado asignado.)

Respeta a los aparatos de las personas discapacitadas tales como una silla de ruedas, bastón, etc.

Toca en el brazo o el hombro a una persona ligeramente con problemas de deterioro para escuchar para atraer su atención.

Identifícate y a otros quienes estén presentes cuando te reúnas con una persona ciega.

Involucra a la persona discapacitada en cualquier esfuerzo para hacer del lugar de trabajo un lugar más accesible.

Haz ofertas de ayuda en el mismo contexto como una oferta de ayuda a cualquier otro trabajador.Deja que una persona discapacitada haga su propia decisión con respecto a su capacidad de hacer la tarea.

Enfoca la crítica en el desempeño del trabajo más que en la incapacidad de una persona.

¿Quien tiene la autoridad?

¿Quien tiene la autoridad?

      DEMETRIO RODRIGUEZ QUIROZ  Enviando en: lunes, 21 de abril, 2003 – 11:19 pm

CUANDO UNA VIDA ESTÁ EN PELIGRO ¿ QUIEN TIENE LA AUTORIDAD O LA RESPONSABILIDAD SOBRE LAS MEDIDAS A TOMAR PARA SALVAR AL PACIENTE?
– Un paciente llega con una intensa hemorragia causada por alguna herida. Necesita urgentemente transfusión sanguínea.
– Durante una intervención quirúrgica, la ruptura de vasos sanguíneos ponen en riesgo la vida de la paciente si no es recuperada la sangre por medio de una transfusión.
– Un bebé nace con eritroblastosis fetal o enfermedad hemolítica del recién nacido, sus niveles de bilirrubinas están tan elevados que son tóxicos, para su recuperación necesita de una exsanguinotransfusión, es decir, extraer su sangre y transfundirle sangre libre de anticuerpos irregulares que hemolizan su sangre.
El problema en este y otros casos es de que los pacientes o sus familiares son TESTIGOS DE JEHOVÁ
y no admiten transfusiones de sangre.
Incluso presentan una tarjeta, ya elaborada, en donde manifiestan su deseo de no permitir la transfusión.
He preparado unidades de sangre listas para enviar a transfundir, y llega el médico o la enfermera a avisarme que la transfusión se suspendió por ese motivo. A pesar de que la vida del paciente corre riesgos.
Pacientes han muerto por ese motivo.
¿ No tiene el deber , el médico, de usar todos los recursos disponibles para salvar una vida ?
¿ No está su autoridad en estos casos por encima de las ideas de los padres ?
¿ No está legislado como un delito el hecho que un bebé muera o quede con deficiencia cerebral, porque sus padres no permitieron el medio que los salvara, en este caso la transfusión ?

__________________________

      Zarina  Enviando en: miércoles, 23 de abril, 2003 – 04:48 pm

Demetrio:

Muchos responderemos sin titubear con un NO rotundo a ambas preguntas.

Sin duda no se trata de imponer la opinión de los unos a los otros, ni viceversa, un aspecto básico que debería ser indiscutible es: cada cual es el único dueño de su vida y de su muerte y, por ello, el único con derecho a decidir cuándo y cómo quiere poner término a un proceso vital doloroso y/o degradante del que sabe que no puede evadirse.
Sólo uno mismo puede y debe decidir en qué punto y bajo qué condiciones el seguir vivo ha dejado de ser un derecho para convertirse en obligación.

Si la dignidad es una cualidad inherente a la vida, con más razón debe serlo en el entorno de la muerte, que será la última vivencia y recuerdo que le arrancaremos a este mundo.

El mundo médico actual no puede estar basado solamente en la evidencia científica, para la cual la información que no pueda ser soportada en cifras no existe. El médico no puede olvidar que actúa sobre seres humanos con derechos y sentimientos que no tienen cifras de referencia o rango de normalidad y para los cuales debe tener presente que la Medicina además de técnica también es moral.
Ocurre que la Medicina y los avances sociales han logrado retrasar la muerte, se prolonga la vida, con el consiguiente incremento del número de personas con enfermedades crónicas e incurables, pero también y a la par, se alarga la fase final de la misma, se prolonga, incluso en ocasiones de forma interminable la agonía. Son muchas las enfermedades que pueden causar sufrimiento al final de la vida.

Nuestra sociedad no considera a la muerte como parte de la vida misma. El problema no es la muerte, sino la actitud frente a ella, el rechazo de la misma y las consecuencias para la vida, que sólo es una y limitada. Las claves no están en lo inevitable, sino en su rechazo y las consecuencias del mismo para la vida, con las desviaciones que en ella genera.
“Nuestra inteligencia, tan atrevida, tan activa, apenas se ha ocupado de la muerte” (Metchnicoff).

Hace unas décadas, los libros que trataban el tema de la muerte no incluían un aparte sobre las decisiones acerca del final de la vida.
La razón era muy sencilla: la muerte natural. Como no existían los avances médicos de los que hoy se dispone, no era necesario explicar a las familias y al medico los deseos y las expectativas personales en torno a las circunstancias deseables para morir. No había mayores decisiones que tomar; se moría en casa, pues los hospitales no fueron diseñados para morir en ellos, sin adelantar y sin retrasar el evento de la muerte y sin ningún tipo de medidas artificiales de soporte vital (la diálisis, la ventilación mecánica, las complejas cirugías, los catéteres, etc., no existían).
En vez de la alimentación parenteral, el enfermo recibía en su cama, de manos de un familiar amado, el tradicional caldo casero. Se moría al lado del medico de la familia, quien ya había anunciado al paciente y a su familia acerca de la proximidad del final, y con el apoyo de un sacerdote que los preparaba y reconfortaba espiritualmente.
Se temía a la muerte repentina pero no a la causada por una enfermedad, pues daba al moribundo la oportunidad de ponerse ?en gracia de Dios?, de despedirse de los seres queridos y de prepararse y de presidir su propia muerte.

Hoy las cosas son diferentes, y la muerte no ocurre cuando naturalmente debiera. La ciencia dispone de recursos médicos que pueden dilatarla por meses o años, manteniendo al paciente vivo biológicamente, pero sin capacidad de vivir a plenitud. Cada órgano o sistema que falle puede ser reemplazado para no dejar morir a la persona. El sufrimiento, el dolor y el costo de una intervención no se tienen en cuenta al tomar la determinación de hacerla, pues el objeto único es ampliar el tiempo de vida, aunque esto muchas veces signifique olvidar su calidad de vida y la voluntad del paciente.

En la actualidad cada nueva etapa, y prácticamente cada nuevo síntoma de la evolución de una enfermedad, exigen replantear las decisiones médicas vigentes hasta el día anterior para reemplazarlas por otras. Cada una de estas decisiones determina no solo la calidad de la vida restante sino la calidad de la misma muerte que ese ser humano habrá de experimentar (¿o padecer?)

Durante mucho tiempo la medicina estuvo regida por un espíritu paternalista que le otorgaba al medico poderes de semidiós. El paciente y su familia depositaban en el la responsabilidad de tomar las decisiones, con la certeza de que ellas serian las mas acertadas, sensatas y adecuada, y sin atreverse a cuestionarlas y mucho menos a contrariarlas.
Pero la aparición de importantes avances médicos y tecnológicos rompió, ese equilibrio: la muerte dejo de ser un evento triste, pero inevitable y previsible, para convertirse en algo incierto, solitario, que inspira temor y en lo cual, muchas veces, ni el paciente ni su familia tienen participación alguna.

El morir viviendo se puede alargar interminablemente gracias a la sofisticación de aparatos y procedimientos, mientras los pacientes y su familia se preocupan por el desenlace y por el prospecto de un morir de inquietante calidad.
Es así como surgen en el mundo entero los movimientos ?tipo eutanasia y no eutanasia- a favor del derecho a morir dignamente, ahora mas que nunca susceptible de ser violado debido a los abusos de la tecnología. (Llamado ensañamiento médico).

Esto ante la necesidad de defenderse, de agruparse para reclamar el control perdido y la autonomía y el derecho que establece la diferencia entre morir y poder ?vivir mi muerte?.
Con la conciencia de la propia autonomía y la divulgación de los derechos que asisten al paciente terminal ?por ejemplo, rehusar tratamientos o solicitar al medico verbalmente o por escribo o a través de documentos como: Esta es mi voluntad, que ante la perspectiva de una calidad de vida deplorable e indigna no aplique medidas inútiles y desproporcionadas a la situación- se dio origen a un terreno propicio para el conflicto entre la omnipotencia del medico y la voluntad del paciente informado, hoy en día parece haber consenso en torno al derecho que tiene todo paciente a ser informado. También se acepta, en menor escala, que su voluntad y sus deseos, expresión de su autonomía como ser humano, deben ser protegidos y respetados.

¿Qué a quien toca decidir?, el paciente mentalmente competente y adecuadamente informado acerca de las opciones que existen para enfrentar su grave enfermedad, debe poder tomar la decisión de aceptarla o rehusarlas, aun si la oposición del medico es contraria: Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad. En caso contrario, por aquellos que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.

Sin lugar a dudas una decisión reflexiva, tomada en conjunto entre el paciente y el medico, y en segundo lugar la familia, sería lo ideal.
Los deseos del paciente pueden ser ratificados en ese momento, si el está en condiciones de hacerlo, o pueden deducirse de documentos como: Esta es mi voluntad, en los cuales con la presencia de testigos o familiares, la persona expresa libremente su voluntad en torno a la forma como desearía que se diese su muerte: en casa o en una institución especializada, con o son medicación para controlar el dolor, con o sin auxilios espirituales, con o sin información detallada acerca del diagnostico y el pronóstico incluyendo o excluyendo a la familia en el proceso, agotando hasta el final la búsqueda de medidas extraordinarias para controlar de alguna forma la muerte inminente o señalando en que momento del recorrido y ante cuales síntomas deben abstenerse de iniciar nuevas intervenciones y medidas de soporte vital o retirar las existentes, no solo por inútiles, sino como productoras de sufrimiento adicional.

El paciente siempre debe ser tomado en cuenta, informado, consultado y acompañado en el duro proceso de tomar las decisiones relacionadas con su próximo final. Es ahí donde la ayuda Tanatológica es indispensable tanto para el paciente mismo como para la familia de éste.
Ahora bien, el medico no esta obligado éticamente a satisfacer cualquier requerimiento de su paciente, ni éste a permanecer ligado a un medico impositivo, irrespetuoso y tajante o con el cual no se haya establecido una buena relación, ni a aceptar a ojos cerrados y a cualquier costo físico y psicológico, su conducta y determinaciones. Para algunos enfermos, y esto es igualmente respetable, no se justifica el precio físico y emocional que hay que pagar por la curación, incluso si existe la certeza de que esta llegara tras unos días o semanas de infierno.
Si del otro lado, determinada intervención medica solicitada por el paciente o su familia riñe éticamente con los principios del medico, este deberá expresarlo sin sentirse culpable y sugerir otro profesional o institución.

Calidad de vida y Calidad de muerte:
Así como existe una preocupación por optimizar la calidad de vida hasta el final, es igualmente importante preocuparnos porque nuestros seres queridos tengan una muerte con la calidad, teniendo en cuenta sus deseos y necesidades.

Demetrio: Ahora te pregunto:
¿en donde termina el “deber” medico y donde empieza el llamado ensañamiento médico?

Besos.

__________________________

      Ovat Novato
Enviando en: lunes, 28 de abril, 2003 – 07:04 pm

Aquí se está hablando de una persona terminal. Me gustaría ir más lejos y considerar el caso de una persona físicamente sana.

Esta persona desea no vivir más (por la razón que sea). ¿ Se le debe considerar trastornado o loco por tener la idea de ya no querer vivir más ? Si la respuesta es si, entonces lo trataría un “experto” en enfermedades mentales, ¿ no es verdad ?. Pero si la respuesta es NO, ¿ lo debe de tratar un tanatologo ?

__________________________

      ZARINA Moderador
Enviando en: martes, 29 de abril, 2003 – 01:38 pm

Ovat:

Se le debe considerar Enfermo, ésta situación puede darse por varias razones: A) Fisica o B) Espiritual.
A): Por algun cambio hormonal, falta de producción de un químico en el cerebro,

B): Pérdida de algún tipo, ya sea muerte, divorcio, jubilación, nido vacío, entre muchisimas otras y desde luego que debe de ser tratada:
1.- Como un enfermo
2.- Por un Médico Psiquiatra o Tanatologo.

Dentro de la Tanatología hay una área que ya mencioné que se llama Logoterapia, ésta ayuda a éste tipo de personas, así como a suicidas en potencia, a encontrarle un sentido a sus vidas, a volver a sentirse y ser útiles tanto en sus vidas como en las vidas de los demas e integrarse a la sociedad.

Para la Logoterapia, la búsqueda de sentido es más que un derecho inalienable del hombre, es la esencia misma de su humanidad.

Si la reprime en su interior, encontrará el vacío existencial, pero si se consagra en ésta búsqueda verá su vida no solamente plena de sentido sino asimismo de los beneficios derivados de una existencia significativa, entre los cuales se encuentran la paz espiritual, la estabilidad mental y la capacidad de desarrollar un proyecto de vida autotrascendente.

?el sentido está, existe y tu tarea es solamente encontrarlo. El sentido no te lo pueden dar ni la sociedad, ni tus padres, ni tu terapeuta, ellos pueden ofrecerte respuestas significativas a tu situación, pero solamente tú puedes descubrir la más significativa para ti.”

La Logoterapia es el método de tratamiento psicoterapéutico que parte del espíritu y está centrado en la búsqueda de sentido.
A diferencia de la psicoterapia que parte de la dimensión psicológica, la logoterapia parte desde la dimensión espiritual.

El fundador de esta “tercera escuela vienesa de psicoterapia” llamada Logoterapia es Víktor E. Frankl considerado dentro de la psicología existencial desarrollada en Europa, como su máximo exponente.

Te recomiendo que leas un excelente libro de él:
“El hombre en busca de sentido”
Autor: Vicktor E. Frankl
Edit. Herder.

Tambien te pongo aquí la dirección del Instituto de Logoterapia en México.
http://www.logoterapia.com.mx

Saludos.

Propósito adquiere la persona

Propósito adquiere la persona

      Sammy Novato  Enviando en: miércoles, 30 de abril, 2003 – 09:17 am              

Ahora Zarina, la cuestion se convierte en PROPOSITO, que proposito adquiere la persona, ya cuando ve el camino final de la vida…

(Es cierto, cada dia morimos y envejecemos)

Pero ya teniendo conocimiento de que me queda cierto tiempo de vida, cual puede ser mi proposito, La Reconciliacion personal de ideas y principios….

Cuentame mas de esta parte final, como:
1. Que piensa de si misma la persona en estos casos
2. Como se puede ayudar a una persona en esta situacion
3. Que cambios psicologicos son visibles en estas personas

Cuidate
_____________________

      ZARINA (Zarina) Moderador  Enviando en: jueves, 01 de mayo, 2003 – 03:26 am              

Sammy:

Comienzo a contestarte en partes, perdón.

Mira desde luego depende de la edad de la persona que está en éstas circunstancias, ya que de acuerdo a su edad, cambia la situación. Pero hablemos de una persona madura ¿okis?.

“Morir con dignidad es una oportunidad inmerecida, un gran regalo: el gran don. Y al mismo tiempo una gran tarea para la humanidad”.
Hans Kung, 1997.

La enfermedad no debe ser vista solo como un conjunto de procesos bilogicos deteriorantes; hay que considerar tambien sus implicaciones sociales y si significado psicologico.

Un diagnostico de sida, por ejemplo, puede ser visto por una persona como una terrible infección viral, mientras que otra puede asumirlo como un castigo divino y una tercera como un estigma familiar y social.

De la forma como cada quien lo viva dependerá en parte la posibilidad de desahogarse con otras personas acerca de los detalles, los sentimientos y la necesidad de apoyo.

La duración en el tiempo es otro factor a tener en cuenta, pues una enfermedad de curso rapido, muy agresivo o que se descubre en una fase ya muy avanzada, no da tiempo a la familia para reorganizarse luego del choque inicial del diagnóstico. Pero, por otro lado, una enfermedad muy prolongada exige a los familiares múltiples adaptaciones que incluyen conceder sus espacios, replantear sus rutinas y/o abandonar parcial o totalmente su mundo previo para poder cuidar al enfermo.

Con frecuencia, estas circunstancias generan una ambivalencia entre la devoción y la dedicación exclusivas al enfermo y la atención de las necesidades y fatigas propias, junto con una sensación de perdida de la libertad.
Tambien aparece a veces el deseo de retirarse de la tarea, con la consiguiente culpa.

Cuando una persona es victima de una enfermedad grave, su familia atraviesa tres momentos:
1.- Crisis aguda inicial con desorganización profunda y angustia.
2.- Periodo de adaptación.
3.- Fase terminal.

Crisis aguda inicial con desorganización profunda y angustia:
Corresponde a la etapa de incredulidad e incertidumbre relacionada con el diagnóstico.

Periódo de adaptación:
Luego de la aceptación del diagnóstico y de haber agotado todos los recursos disponibles para anular el veredicto, buscando un posible error, o lograr la curacion, la familia se reparte las tareas y se adapta a vivir con él, los que lo acompañaron en un principio, han regresado a sus actividades habituales, por lo que el paciente debe enfrentar solo los síntomas de la enfermedad, los efectos colaterales de las drogas y tratamientos y su propio proceso interno de aceptar que es una persona enferma.

Algunas enfermedades con un patrón de desarrollo lento, como la esclerosis múltiple, presentan episodios agudos seguidos de periodos largos de estabilización, mientras que el de, la leucemia y algunos otros tipos de cancer muestran un patron de altibajos marcados entre remisiones y recaidas.
En ocasiones, estos peridos de estabilizacion o de remision son interpretados equivocadamente por el paciente y su familia como curaciones; luego, cuando la enfermedad vuelve a manifestarse, el golpe que reciben es peor.

Fase Terminal:
La muerte se acepta ya como un evento inevitable y proximo, y se cambia de curar a aliviar.

De nuevo la fimilia, a menos que haya sido adecuadamente preparada, suele entrar en crisis. En esta etapa, tanto el medico como el paciente y su familia necesitan replantear las decisiones anteriormente validas para acomodarlas, en lo posible, a los valores y deseos del enfermo en busquda de una buena calidad de muerte.

Con bastante frecuencia he visto que, luego del fallecimiento, la familia se cuestiona con remordimientos por qué permitió tantos experimentos y tan costosas e inutiles intervenciones médicas, que le ocasionaron mas sufrimientos a su ser querido y quizas una muerte de muy mala calidad, solo, agobiado e incomunicado, a lo mejor conectado a aparatos, extenuado por el dolor y con el cuerpo martirizado.

Conocer verbalmente o por escrito las preferencias de la persona acerca de las circunstancias en que le gustaria que se diera su muerte, y discutirlas, previenen muchos problemas y conflictos entre los medicos y los familiares.

_____________________

      Tedesca (Tedesca) Miembro Junior  Enviando en: jueves, 01 de mayo, 2003 – 09:07 pm              

Zari,
pienso que este tema va acorde al que yo planteé en el otro foro, el de las dependencias del ser humano. Como allá bien dices, se trata de vivir, y no de sólo de sobrevivir, y cuando ya no se dan la condiciones necesarias con los factores básicos necesarios que hacen que la vida tenga sentido, realmente empieza a carecer de este sentido. Queda la pregunta: ¿qué es para cada uno lo que da sentido a su vida?
Supongo que la respuesta varía de persona a persona, y allí entran también mucho las creencias del individuo. Un ejemplo claro para ello ha sido la vida de Stephen Hawkins, que a pesar de todas las adversidades con las que se encontraba, seguía adelante y aprovechaba cada momento. (Por cierto, ¿sabe alguien algo acerca de su estado actual?)

Lo que está claro, que es excelente que ahora ya se cuenta con la asistencia de profesionales en este tema, y considero que la labor de los tanatólogos es realmente de gran importancia.

Saludos
Tedesca

 
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      ZARINA (Zarina) Moderador  Enviando en: viernes, 02 de mayo, 2003 – 04:34 pm              

TEDESCA:

Gracias por tu comentario, yo tambien pienso que actualmente es necesario conocer la Tanatologia, por ello mi empeño en darlo a conocer. 

Sobre Hawking lo ultimo que supe es que sacó su libro: “El Universo en una cascára de nuez” el cual tiene sus últimos descubrimientos – y no he podido conseguir, buaaaa, siempre que pregunto está agotado – y de salud está igual. Es admirable ver el sentido que le dió a su vida a pesar de la adversidad ¡nunca se dió por vencido¡ es un bello ejemplo de lo maravilloso y grande que puede ser el Hombre si se lo propone.

Aprovecho para comentarte que cuando estaba estudiando Tanatología, nos pusieron un video sobre una mujer que estaba embarazada y el doctor le dijo que mejor abortara pues su hija venía mal formada, ella dijo que la tendría igual, cuando nació la bb no tenía brazos, pero ella la enseñó para no sentirse una inutil y salir adelante en la vida, y la ves en el video con una blusa sin mangas para que la puedas ver bien, ella está casada y tuvo un hijo normal fisicamente, ella todo lo hace unicamente con los pies, se maquilla los ojos, cocina, ¡maneja¡ (claro está adaptado), cose, abrocha botones, etc., y es FELIZ, ella siempre usa sandalias y ves como va caminando y se safa la sandalia y levanta algo del suelo, o en la cocina parte la cebolla, ES INCREIBLE¡¡¡¡ ella es italiana. Cuando lo recuerdo me da verguenza ser tan… como soy. 

Tienes razon sobre el tema que pusiste en Religión, el sentido de vida es individual y además va de acuerdo a la edad de la persona, ya que para un niño su “motivacion” será el juego y para un adulto quizá su familia y para un anciano su “alma”.

Te mando un mega beso y otro a Scooby.

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      Tedesca (Tedesca) Miembro Junior  Enviando en: viernes, 02 de mayo, 2003 – 08:24 pm              

Ojo con los besos para el Scooby. Te puede pegar la sarna.

Sobre el ejemplo de la muchacha sin brazos – sí, realmente es de admirar. Yo también me avergüenzo muchas veces cuando veo estos ejemplos y pienso en mis temporadas de desmotivación. Supongo que es un poco lo que comenta Demetrio en el otro tema, aquello de que le echamos más ganas cuando vemos que no tenemos todo a nuestro alcance como las personas “normales”. Tenemos que madurar mucho todavía en este aspecto, aprender mucho de estos ejemplos.

Abrazo y buen fin de semana
Tedesca

LAS FASES DEL DUELO

LAS FASES DEL DUELO

Zarina Moderador  Enviando en: martes, 10 de junio, 2003 – 04:56 pm

Ya en 1944 se describe las siguientes fases en el duelo inmediato: problemas somáticos, preocupaciones relacionadas con la imagen del fallecido, culpa, reacciones hostiles y pérdida de patrones de conducta.

La Dra. Kübler-Ross describe el duelo como el paso a través de 5 fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Therese Rando habla de tres fases dinámicas, con fluctuaciones y características individuales, al ser la respuesta siempre personal:
? La fase de rechazo: de shock, estupor y negación, tanto en lenguaje real como simbólico.
? La fase de confrontación: el dolor es muy intenso, con un estado emocional muy fuerte, en el que uno se va repitiendo que el ser querido ha muerto, manifestando ira y furor contra todo y contra todos. « ¿Por qué a mí?»
? La fase de acomodación: declina gradualmente el dolor agudo y comienza una reinserción emocional y social en el mundo cotidiano, en el que poco a poco el doliente aprende a vivir sin el fallecido.

Fase I.
Shock, insensibilidad, estupefacción, nada parece real al doliente. Está como en trance. La gente le habla y no responde: se siente espectador. No puede concentrarse ni tiene energía; está «aturdido», paralizado y los sentimientos como dormidos, «anestesiados». Su comportamiento podría interpretarse a veces como «de serenidad», pero el doliente se desmorona en cuanto se da cuenta de la realidad.

Esta situación responde a un mecanismo de protección ante la amenaza de un dolor psíquico y confusión intolerables. Es un escape natural y temporal, que amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la terrible realidad. Pues aún cuando haya una aceptación «intelectual» de la pérdida, el proceso emocional es muy lento y puede durar días o meses.

Negación,incredulidad: «no es a mí»; «ha habido un error»; «estoy soñando.»

El doliente habla en tiempo presente del fallecido. No renuncia a la esperanza de que va a volver. «No ha ocurrido nada».

Los profesionales deben evitar en esta fase los, eufemismos, evasiones y fantasías, como «se nos ha ido «, «ha partido», «se ha ido por delante».
Pánico. El doliente sólo puede pensar en la pérdida y está «paralizado por el miedo»: miedo a perder los nervios y el control, a no poder concentrarse, a volverse loco, a lo desconocido, al futuro.¿Qué me va a ocurrir? El doliente está emocionalmente desorganizado; se siente solo,triste, vacío, confuso, desamparado y desesperado, postrado y lleno de desolación. La idea de suicidio no es infrecuente.

Este pánico es normal y hay que decírselo.
Sentimientos y emociones en esta etapa: El dolor, emoción humana básica absolutamente normal, aún siendo universal, es extremadamente personal.

Nunca se hacen dos duelos iguales.»Cada persona llora la muerte de su ser querido de un modo diferente». En estos primeros momentos, el dolor es aterrador e irregular y se expresa a través de una gama extensa de sentimientos, con reacciones muy variadas y a menudo contradictorias.

? Son frecuentes los sentimientos de «oportunidad perdida» en esta relación.
? También los de inseguridad: no sabe uno dónde está; la tierra que pisa ya no es firme.
? Como se ha apuntado, aparecen a menudo sentimientos de desesperación (e incluso la idea de suicidio). Distraen del enojo, resentimiento, cólera que siente el doliente hacia las personas, el muerto,el médico o el sistema sanitario y del sentimiento de culpabilidad por esas reacciones.
? Hay una búsqueda que varía desde sentimientos de agitación a la búsqueda física, real, de la persona fallecida.
? La desolación y el llanto son muy frecuentes en un primermomento; éste es precisamente el tiempo en que el doliente debe afligirse y suprimir o ignorar las reacciones de dolor puede retrasar o alterar el duelo.

Por el contrario, las emociones que se sienten, al ser expresadas, ayudan a emerger frustaciones. Hablar del muerto y llorar, alivia y hace que se compartan sentimientos con otros.

El identificar estas emociones: «estoy triste»,»estoy furioso» «estoy dolido« desahoga y sirven de cauce para que las penas fluyan.

Las formas de respuesta a la aflicción pueden manifestarse por:
Diferentes sensaciones físicas: náuseas, vértigo, palpitaciones, opresión en la boca del estómago,en el pecho,vacío en el estómago, sequedad de boca,ahogo, hipersensibilidad al ruido,fatiga, dolores de cabeza, de espalda.

Madoz describe en esta fase los comportamientos siguientes:
? Aquellos que bloquean la percepción. Como «desmayos» o «desfallecimientos», estados crepusculares, (estar «traspuesto») o bloqueos pseudocatatónicos(inmóvil, rígido y sin respuestas).
? Aquellos que alteran la motricidad: parálisis de partes del cuerpo, inhibición de movimientos, automatismos motóricos regresivos(balanceo) o repetitivos sin sentido («respiraciones artificiales» interminables).
Esta fase puede durar horas, días o semanas.

Fase II

El sentido de culpa relacionado con la pérdida aparece como fenómeno de autocastigo y autorrecnminación: cosas que no hizo, no dijo o actuaciones que hicieron daño a esa persona amada:» Si al menos hubiera llamado antes al médico, le hubiera tratado más cariñosamente, le hubiera cuidado más, hubiera tenido más paciencia,le hubiera expresado cariño con más frecuencia.»

Hay sentimientos de pérdida de «la vida no vivida».

Antes de la muerte siempre existe la esperanza de que las cosas pueden cambiar. La muerte hace examinar la vida: los propios fallos, errores, injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer.

En el caso de un hijo o de un cónyuge este sentimiento puede revestir gran intensidad.

El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden llevar al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo a traves de síntomas físicos.

Puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo e integrarlo en la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integración.

El doliente está furioso; lleno de ira, rabia y resentimiento.

Cólera: ¿Por qué no se ha muerto mi vecino que es un sinvergüenza?

Enojo: contra el hospital, contra los médicos y enfermeras,con los que te rodean-.qué se han creído, hablan de mi futuro y no hay futuro para mí..

Indignación con el propio ser querido, «que se ha ido» que «está descansando»..

Rabia contra uno mismo y contra los demás.

Depresión y abandono. Prima el sentimiento de desolación. «Nadie ha sufrido un duelo como el suyo».
La depresión aparece en esta etapa como un fenómeno normal y sano. Es una necesidad psicológica, un camino lento y tortuoso para llegar a aceptar la pérdida y forma parte del proceso de decir «adiós» al ser querido.

«El sol luce», pero está envuelto en nubes y el doliente no lo ve. Puede ayudarle, el asegurar que «la nubes pasan y «se levantan»,aunque en estos momentos a él le parezca imposible.

Disminuye de manera importante la autoestiina:«no me importa el aspecto», «no valgo la pena», no puedo ser merecedor del afecto de otros» .

Sentimientos y emociones en la fase II

El resentimiento disminuye el sufrimiento y la cólera.

Está mejorando puesto que puede expresar sentimientos muy fuertes de los que no se creía capaz.

Estos sentimientos son normales en las personase deben aceptarse, pero a menudo procuramos sublimarlos. Es una fase normal en el proceso del duelo e inicia la salida de la depresión.

Comportamientos: alteraciones del apetito,
insomnio, miedo a enfermar, aislamiento social, evitar lo que recuerda al difunto o por el contrario llevar objetos del fallecido o atesorar objetos que le pertenecían, visitar los lugares que se frecuentaron juntos.

Se dan a menudo síntomas físicos de enfermedad originados por el dolor, la angustia y el stress, que a su vez provocan una depresión del sistema inmunológico; el doliente se vuelve físicamente más vulnerable.

Los problemas de salud a lo largo del proceso, pueden indicar fijaciones por problemas emocionales mal resueltos.

El entender la causa de todos estos «síntomas» puede ayudar a trabajar la pérdida.

Esta fase puede durar desde semanas a meses

Fase III.

Resistencia a volver a la vida habitual. El doliente se siente sin fuerzas, débil e incapaz de afrontar nuevas situaciones y decisiones.

Piensa que los que le rodean no tienen ni idea de la magnitud de la pérdida, terrible y muy especial. No se duele delante de cualquiera, su duelo es un asunto privado. Le hablan de otras cosas ignorando su pena.Todos han olvidado lo ocurrido, pero «alguien tiene que recordarlo».

Quiere tomarse su tiempo para hacer el duelo, se resiste a darlo por acabado.

En realidad se produce una «conspiración del silencio» y no se menciona al difunto para no provocar la aflicción del doliente. Algo importante que pueden realizar los familiares y amigos es el ayudar a conservar la memoria del difunto.

El doliente debería abrirse a nuevas relaciones e iniciar algo diferente. Pero no le apetece y le cuesta, lo cual es muy normal.

Fase IV.

Afirmación de la realidad y recuperación. Gradualmente se va abriendo paso la esperanza. Las nubes se van despejando. Se alternan temporadas buenas con los baches, que casi siempre coinciden con fechas clave, aniversarios y fiestas significativas.

Se recupera el sentido de sí mismo que pasa por aceptar la pérdida: mi hijo ha muerto. Se afronta la dura realidad.

En muchos casos, el doliente prefiere trabajar por sí mismo su dolor; aunque siempre necesita la calidez, la ayuda y el afecto de los que le rodean,para motivarle a buscar otras relaciones, trabajos o hobbies que den un nuevo sentido a la vida.

Otras veces requiere ayuda más profesionalizada.
Reconocer el dolor e intentar vivirlo,es expresión de salud mental. En el dolor no hay atajos,no se puede huir de él, hay que atravesarlo.

Repasar los recuerdos agradables y desagradables, también alivia.

Todos los estudiosos del duelo están de acuerdo en afirmar que un duelo se resuelve mejor si se cuenta con soporte emocional y social adecuados, ya que el doliente aprende que no tiene que afrontar el presente y el futuro solo: cuenta con familiares y amigos que le ayudan a temer menos al mundo real.

La experiencia – durísima – de un duelo, da la oportunidad de ayudar a otros cuando sufren trances similares.

EL DUELO COMO TRABAJO

El duelo es un trabajo
La mayoría de los estudiosos del duelo, coinciden en que el doliente necesita estar activo y «hacer» más que esperar que «algo ocurra« de manera que el proceso probablemente consiste tanto en experimentar a través de unas fases como en cumplir ciertas tareas.

Un duelo requiere energía física y emocional, ya que hay que hacer activamente cosas para una resolución positiva del mismo.

A la vez, existen reacciones emotivas de tremenda intensidad que necesitan ser expresadas y aceptadas para acomodarse a la ausencia del ser querido, construirse una nueva identidad y rehacer una nueva vida en la que nunca más estará esa persona.

«Los trabajos del duelo», difieren de las fases del duelo; requieren actividad por parte del doliente y son muy valiosos para el proceso.
«Resolución del duelo» es la etapa final del mismo.

La Dra. Kübler Ross insiste en el duelo como proceso y como trabajo que posibilitan al doliente el salir fortalecido y enriquecido de esta experiencia.

Cont…

(Message edited by Zarina on Junio 10, 2003)

El Enfermo en Fase Terminal

El Enfermo en Fase Terminal

  1. NECESIDADEES FISICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.
  2. NECESIDADES PSICOLOGICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL
  3. Perdida de salud.-
  4. Perdida de libertad.-
  5. Perdida del cuerpo.
  6. Perdida de la imagen propia.
  7. Perdida de la paz interior.
  8. LOS MIEDOS DEL MORIBUNDO.
  9. Miedo a lo desconocido.
  10. Miedo a la destrucción.
  11. Miedo a la soledad.
  12. Miedo de perder el cuerpo.
  13. Miedo a perder el autocontrol.
  14. Miedo al dolor.
  15. Miedo de pérdida de identidad.
  16. Miedo de regresión del Yo.
  17. NECESIDADES DEL MORIBUNDO
  18. NECESIDAD DE LA VERDAD.
  19. CARACTERISTICAS DE LA TERAPIA CON MORIBUNDOS.

La agonía es ese periodo como lo define Gray, que puede estar cargado de dolor, deterioro corporal y angustia mental. Es el camino por el que se viaja hacia el no ser, que es la Muerte, si le quitamos a esa su sentido de trascendencia. Por esta razón el Enfermo en Fase Terminal tiene muchas necesidades. Entenderlas y saber ayudarle, es hacerle su Muerte amable, llena de paz y serenidad, lo que es el gran objetivo del Tanatólogo.

NECESIDADEES FISICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.
1.- La sensibilidad, los movimientos y los reflejos, los empieza a perder el Enfermo por las piernas y los pies, por lo que debemos vigilar que las sábanas estén suficientemente flojas.

2.- Al aparecer una abundante sudación, señal del deterioro de la circulación periférica, el pie se enfría. Sin embargo la temperatura del organismo aumentara. La agitación que generalmente presenta el moribundo se debe muchas veces a la sensación de calor; muchos enfermos intentan quitarse las sabanas. Necesitan pues ropas ligeras y circulación de aire fresco.

3.- Conforme pasa el tiempo, el moribundo va perdiendo tanto la visión como la audición. Solo ve lo que le está muy cerca y oye nada mas lo que se le dice directamente. Hay que procurar que la habitación tenga luz suficiente, si es indirecta mejor, y pedir a los familiares que no hablen en voz baja, sino cerca de él, al oído pudiera ser, con voz clara y con respuestas SINCERAS.

4.- Aunque vaya disminuyendo su sensibilidad, el Enfermo en Fase Terminal siente la presión. Si a él le gusta, tóquelo. Pero habrá que saber si le place, hay muchos enfermos que prefieren la sola compañía del familiar sin el menor asomo de caricia física.

5.- La presencia del dolor físico puede ser continua a lo largo de todo el proceso agónico. Hay que curarlo. Si el Tanatologo no es medico ni enfermero, entonces se requiere una gran comunicación con el equipo multidisciplinario pertinente.

6.- Con frecuencia., el Enfermo en Fase Terminal permanece con plena conciencia casi hasta el final. Lo que significa que hasta el final, hay que brindarle un cuidado holístico total, biofisiologico, psicológico, emocional., social, afectivo, místico, religioso, espiritual. Fisiológicamente hay que hacer hincapié en los Cuidados Paliativos.
Recordemos que el moribundo sigue siendo persona por mas moribundo que esté y seguirá siendo la misma persona que siempre fue. Nunca debemos olvidarlo.

NECESIDADES PSICOLOGICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.
Respecto a sus necesidades psicológicas-emocionales, recordemos que el paciente está sufriendo diferentes perdidas, muy dolorosas para el. Perdidas a las que el Tantólogo debe poner mucha atención. Estas son principalmente:

Perdida de salud.-
La primera y más obvia. Lo que ya no es tan manifiesto, son las consecuencias necesarias por esta perdida, el enfermo pierde también su seguridad, incluyendo quizás la que da la esperanza, ya que su futuro le es incierto, pierde su tranquilidad, hasta económica en muchos casos, pierde su estabilidad, también emocionalmente hablando, pierde su autonomía, es decir, se vuelve una persona dependiente de todos y para todo y llega a perder hasta su capacidad de decisión, por mas que se trate de su propia vida.

Perdida de libertad.-
Libertad de movimientos, ya que por el gran debilitamiento que padece no podrá moverse aunque este llagado por no cambiar de postura, también perderá su libertad de pensar: la mezcla de emociones que sufre lo obligara a pensar siempre en una misma dirección, perderá su libertad de privacidad, aunque sea el protagonista del drama, en los hospitales muchos estudiantes, los residentes, tienen el derecho de entrar a examinar al paciente, por mas que éste se enoje, o por más vergüenza que le de.

Perdida del cuerpo.
Lo pierde como aliado, como su amigo. Desde el momento en que comenzó el proceso degenerativo consecuencia de la enfermedad terminal, su cuerpo se convierte en el enemigo actual y en un obstáculo para su autorrealización. Para muchos pacientes esto reviste la mayor importancia, hasta se apenan de que alguien vea su deterioro físico.

Perdida de la imagen propia.
Ante el deterioro físico aparece la pérdida de autoestima, principio de una depresión que puede ser muy profunda: por ejemplo, cuando la quimioterapia obliga a la mujer a raparse la cabeza. Con la depresión el paciente sufre también perdida de afectos ya que se negara a toda relación afectiva y se llenara de rabias y de culpas.

Perdida de la paz interior.
Porque, ante la cercanía de la muerte, el moribundo comenzara a hacer una autoanalisis de su vida y sino se le ha ayudado en todas sus perdidas, el saldo será negativo para el. Igual le sucederá cuando, sin llegar aun a la Depresión Anticipatorio, empiece a enfrentar la realidad de su problema, cercana muerte y todas sus consecuencias: como van a quedar sus seres queridos cuando el haya muerto, cuanto irán a sufrir?y es probable que surjan fuertes culpas.

Lo anterior da al Tanatologo, muchas líneas de trabajo importantes, además de las estudiadas durante la carrera. Si recordamos la definición de Enfermo Terminal, sabemos que los problemas empiezan desde el momento mismo en que conoció su diagnóstico. Recordemos que la Angustia, es la primera de las emociones que aparecen y hará que tanto el como su familia olviden muchas de las opciones que dio el medico y muchas de las razones ofrecidas. Recordemos que el diagnostico tiene un profundo significado emocional que continuará a lo largo de todo el proceso e influirá en las consecuencias. Y recordemos la soledad del moribundo, el vacío amoroso que suele tener. Recordemos que lo escrito para que realmente vivamos la misión del Tantólogo. Hay que aumentar otro punto básico en el trato con el Enfermo en Fase Terminal: sus miedos.

LOS MIEDOS DEL MORIBUNDO.
El periodo que va de ser un Enfermo Terminal a un Enfermo en Fase Terminal, esta con mucha frecuencia envuelto en diversas crisis. Percibirlas y definirlas es algo de lo más importante, tanto para el enfermo y sus familiares, como para el Tantólogo. Si el paciente llega a superar realmente la crisis del conocimiento de su cercana Muerte, entonces podrá entrar en un camino integrado de aceptacion, paz y dignidad. En caso contrario, caerá en un proceso de desintegración y se vera obligado a utilizar muchos mecanismo de disfunsion. Las crisis que acompañan al enfermo pueden aflorar problemas del pasado que han estado reprimidos por largos años y activar al mismo tiempo, problemas de dependencia, Pasividad, narcisismo, e identidad, entre otros. La muerte enfrenta a la persona con un potencial disolución de su Yo y esto hace que el enfermo sufra de miedos. El Tantólogo debe ayudar a los Enfermo Terminales y a los Enfermos en Fase Terminal a que negocien con los varios aspectos del proceso del morir, según su personalidad y espiritualidad y con los miedos que brotan sin misericordia. Estos son principalmente los siguientes:

Miedo a lo desconocido.
Aunque todos los estudios del tema lo mencionaran, parece ser que no existe o al menos no es tan fuete, en las personas realmente místicas. Las personas que tienen verdadera fe en la resurrección pueden manejar mejor este miedo. Por el sentido de persona y trascendencia que proclama esta doctrina.

Miedo a la destrucción.
La destrucción del cuerpo en el proceso de putrefacción. Va en contra del narcisismo natural. Además de que muchas personas sufren el miedo al cadáver quizás por las consejas populares y las películas de terror.

Miedo a la soledad.
Desde el momento mismo de la hospitalización se aparta al enfermo del resto de sus amigos y familiares, incluso sucede esto si el paciente permanece en su casa. Es un fenómeno psicológico y cultural que deshumaniza y mecaniza el proceso de morir. El asilamiento y la privación del contacto humano lleva rápidamente a una fuerte depresión. Recordemos que el hombre es un ser antológicamente social y al Enfermo en Fase Terminal, mas si está en alguna unidad de Terapia Intensiva, se le prohíbe estar con miembros de su familia o sus amigos y la persona enferma sabe que esto va a suceder y lo sabe mucho antes de ser un moribundo. Por eso su miedo. El Tantólogo consciente de tal situación futura, deberá trabajarla anticipatoriamente tanto con el Enfermo Terminal como con su familia.

Miedo de perder el cuerpo.
Sentido psicológico de la pérdida del Yo. Si perdemos el Yo perdemos todo. También influye un poco la cultura al físico, típica de nuestros tiempos.

Miedo a perder el autocontrol.
Cada día que pasa y que la enfermedad se agrava, va creciendo la dependencia. El Yo no es mas el amo ni el capitán. Parece que no tiene derecho alguno a hacer la más mínima decisión sobre su vida y esto lo resiente todo enfermo. Por eso es muy importante mejor dicho, es importante en extremo, dejarle al moribundo cualquier autoridad que pueda seguir teniendo y dejarlo que siga reinando tanto como sea posible sobre su propia situación, cuando ya no pueda hacerlo, lo podrá aceptar un poco mas fácilmente y ya no sufrirá vergüenzas por ello.

Miedo al dolor.
Es uno de los mas agudos y realistas es una de las circunstancias que pueden agobiar mas al Tantologo no es especialita en manejo del dolor. No es solamente miedo al dolor físico, sino miedo a estar viviendo de sufrimiento en sufrimiento y de que tal situación se torne inmanejable. Sabemos que el alivio del dolor esta muy influenciado por las propias actitudes del paciente hacia su propio tormento. Manejarlas es una gran meta Tantologica. En muchas ocasiones el miedo al dolor es provocado por algunos otros de los miedos. Es importante tener una buena relación con algún especialista en la cura del dolor físico. Ya existen muy buenas clínicas de dolor. Quitar el dolor es básico. No debemos permitirnos que nuestro ?miedo moral? por el peligro de una adicción impida que ayudemos a nuestro paciente.

Miedo de pérdida de identidad.
Surge como resultado del vacío del contacto humano. En muchos hospitales se ven ?casos muy interesantes? o simplemente ?expedientes? pero no personas enfermas. Una señora decía: ?La vida es triste, cuando vivía mi esposo, yo era la señora X y cuando murió fui solamente Doña Luisa; ahora soy nada más la setenta y siete? al sentirse tratado así y al tener que vivir una soledad profunda e interior, aparecen los miedos ya citados en el Enfermo Terminal y mas aun si se trata de Enfermos en Fase Terminal. Es necesario que el Tantólogo trate de levantar la autoestima de su paciente. Es necesario que por todos los medios a su alcance, lo haga sentirse persona y no solo un número de identificación.

Miedo de regresión del Yo.
Representa quizás la última lucha. El Ego pelea constantemente contra la regresión dentro de su perdida del Yo. Lo que significa que todo Enfermo, todo ser humano, necesita morir con dignidad. No por algo el acto de morir es el último en la vida de las personas y el más trascendente e importante de todos.

Parece que los miedos mas comunes entre los mexicanos, son cuatro: MIEDO AL DOLOR, además de lo dicho renglones arriba, el Tantólogo deberá asegurarles, tanto al paciente como a los familiares, que los fármacos si darán bienestar al enfermo y que el personal del hospital no podrá permitir que un dolor curable lo vaya a hacer sufrir. Quizás sea necesario informar a los familiares que la agonía, en si, es indolora: la naturaleza proporciona, diremos que amorosamente, un anestésico total cuando llega el momento de la Muerte, cuando la agonía es ya el final. Uno de los errores mas habituales es creer que dolor y agonía son compañeros inseparables esto seria una excepción a la regla. Lo común es que la inconciencia aparezca más frecuentemente que el dolor. Morir no es más doloroso que nacer.

Un error que cometemos con muchísima frecuencia es el de sedar al paciente para evitarle molestias a el y a sus familiares. Tratamos de mantenerlo sedado, e incluso lo hacemos por petición expresa de los mismos familiares que la piden movidos por su angustia e impotencia. Pero un manejo inadecuado del dolor físico o mental, trae mayores sufrimientos. Todo miembro del Equipo de salud debería examinarse sobre su actitud mental hacia la Muerte y hacia el dolor de morir, una mala actitud, sea por conceptos culturales, religiosos, históricos, sociales, emocionales, o profesionales, causa sufrimientos físicos y psíquicos en mayor o menor grado. En cambio, una aceptación real de la Muerte, evita mucho dolor y sufrimientos patológicos. Por lo mismo el Tantólogo debe conocer la actitud al respecto de sus paciente el Enfermo y la Familia, lo mismo que la de los miembros del equipo de salud y orientarlos.

Por lo que toca al miedo de la soledad, este guarda una relación directa con el anterior: el dolor es más intenso para el enfermo cuando se queda solo. Para comprender mejor lo dicho recuerde usted sus ideas al odontólogo no se siente igual el martirio si entra solo al consultorio y se sienta solo en la silla del dentista, a que si va acompañado por alguien que usted ama. O recuerde sus consultas con cualquier otro especialita: ir acompañado le facilita escuchar lo que quieren informarle y disminuye muchísimo el grado de angustia que tenga. Imaginese el miedo que sentirá el paciente moribundo cuando este solo.

El enfermo moribundo necesita saber que no lo hemos abandonado. Por eso exige nuestra presencia física y no solo la moral. Según la experiencia es notable el hecho de que la mayoría de los pacientes mueren cuando están acompañados. Esto puede significar que el moribundo prefiere morirse en presencia de otro ser humano. Hay enfermos que temen irse a dormir, porque temen morir solos. Ortiz Quezada nos recuerda que el calor humano vivifica al que se muere, mientras que la soledad acentúa el dolor de despedirse de la vida. Debemos asegurarnos que siempre que sea posible, estén alrededor de su cama las personas que ama el que está muriendo. El necesita de sus seres queridos. Pero a medida que se acerca el final, que se debilita, lo más conveniente será limitar el número de visitas: máximo dos o tres. El Tanatólogo debería conocer bien a la familia y al enfermo para saber que personas son las indicadas para estar con el moribundo, ayudarlas y estar abierto a sus necesidades. Esto no quiere decir que debamos platicar con el moribundo. Nuestra simple presencia es lo que el necesita para saber que no lo hemos abandonado.

No todos los Enfermos en Fase Terminal, pero si muchos, sufren el miedo de que su vida haya carecido de sentido, de significado. Se trata de un miedo tan difícil de explicar como de afrontar. La importancia que tiene este concepto y que debemos insistir en una cosa es la que perder el sentido de nuestra vida es la mayor desgracia que el ser humano puede tener. Los humanos buscamos incesamente un significado para todo, más para los sucesos de la vida, es como si quisiéramos que nuestro vivir estuviera repleto de significado, no importa tanto la autoconservación como la autorrealización. Víctor Frankl constató que los que murieron en los campos de concentración no fueron precisamente los débiles y que tampoco los fuertes fueron los que sobrevivieron, los que pudieron seguir vivos fueron aquellos que encontraron un sentido al sufrimiento y a sus vidas. El enseña ?Haber sido es una forma de ser?. Lo que significa que cada ser humano merece todo el respeto por ser persona individual con una experiencia vital única. Cada uno de nuestros pacientes son únicos. Y así debemos de tratarlos. Para eliminarles el miedo de que su vida pierda todo significado debemos recurría a la virtud de la esperanza. Porque mientras la haya el paciente podrá, seguir teniendo un objetivo, pero debemos también motivar la voluntad del enfermo: si mantenemos viva su voluntad y esperanza, seguirá actuando su creatividad y su imaginación positiva y así estemos fortaleciendo su Yo. Voluntad y esperanza se manifiestan en nuestra capacidad de movernos y expresarnos. No solo. A propósito de este miedo, Williams Ziengler enseña que una medida terapéutica importante es el sentido del humor. Ella dice?A menudo olvidamos que los moribundos también ha de tener risas y alegría en sus vidas?, no como escape o fuga, sino como una manera fundamentalmente humana de relacionarse. La risa es un fenómeno típicamente humano.

Por lo que toca al miedo a morir sin dignidad, un Tanatólogo lo va eliminando simplemente con su trato. Un buen Tanatologo es el mejor medicamento para su enfermo, simplemente por el hecho de escucharlo, orientarlo, comprenderlo, apoyarlo, ayudarlo y estar con el, la presencia del Tanatólogo será la mejor terapia: su actitud humana será el arma fundamental junto con el profundo conocimiento profesional que en conciencia debe poseer.

NECESIDADES DEL MORIBUNDO.

Necesidad de verse bien.
El enfermo tiene diferentes necesidades. Una de ellas es la de verse bien: limpio, arreglada presentable. Es muy importante su sentido de dignidad. Es una necesidad de distinción, de seguir siendo dignamente la persona que siempre había sido. Es tan importante este aspecto que muchas veces le hacemos un daño a nuestro enfermo cuando lo obligamos a recibir visitas ya que el no se siente presentable. No confundir esta necesidad, con la negación a ser visitado por una gran depresión. Por otra parte, si deberás estamos ayudando a nuestro paciente de la manera como el lo necesita, a lo largo de todas sus etapas del proceso del morir, o en esa entremezcla de emociones ya estudiadas, forzosamente se le ira quitando este miedo, porque sabrá con certeza que al morir lo hará con toda dignidad: es consciente de que si lo tratamos como persona y por lo mismo, sabe que todo seguirá siendo igual hasta el final.

NECESIDAD DE LA VERDAD.
Es necesario que siempre le digamos la verdad a nuestro enfermo. Es una condición indispensable. El requiere conocer toda la vereda sobre su estado. Generalmente nos da miedo decirla, pero recordemos que es por nuestra angustia, no por el bien del paciente. Cecily Saunders nos enseña que la verdad no esta reñida con la esperanza y que siempre es mas fácil combatir al enemigo cuando se le conoce que cuando se le ignora. El moribundo vive un real anhelo de certidumbre: los últimos meses, días, momentos, de una persona deben vivirse con toda sinceridad y honestidad. Cierto que el diagnostico, los cambios sufridos y los pronósticos, deberá hablarlos el medico tratante y no el Tanatólogo. Pero este tiene que estar presente en el momento en que se le diga la verdad al enfermo, para apoyarlo en sus muchas necesidades y dudas insatisfechas que empezara a manifestar. La verdad siempre haya que decirla, lo importante s es saber que decir, a quien, para que, como, cuando y donde. Es cierta la frase evangélica: ?La verdad os hará libres?.
Además el paciente ?sabe? interiormente la verdad, pues ve que su condición no mejora, solo que necesita escucharlo de otra persona.

Williams-Ziegler transcribe las palabras escritas de un estudiante moribundo que nos revelan las necesidades básicas de quienes están en esa etapa. Transcribo solo un extracto: ?El paciente moribundo no es contemplado por los demás como una persona y por lo tanto, no puede comunicarse como tal? si realmente le importara, ¿perdería usted mucho de su profesionalismo si llorara conmigo, de persona a persona? Quizá entonces no fuera tan duro morir?? Si. El moribundo seguirá siendo persona por mas moribundo que esté.

CARACTERISTICAS DE LA TERAPIA CON MORIBUNDOS.

Es importante tener en cuenta ciertas características de la terapia con moribundos que la distinguen de la terapia con enfermos no terminales. Shneidman menciona estas:

El focus en tanatología debe estar fuertemente fijo en el contenido afectivo emocional. Es lo más importante, ya que la realidad de la muerte reemplaza a la realidad ordinaria, los hechos duros, temibles están enfatizados, y por lo mismo, los sentimientos están estresados.

Los mensajes del Enfermo Terminal se dan en dos planos: latente y manifiesto.
A los dos habrá que poner interés. Los dos son valiosos y muy significativos. Pero el énfasis debe estar en el manifiesto. El tanatologo debe concentrarse mayormente en esto último para lograr una mejor aceptación y empatia. No importa que se corra el riesgo de provocar una regresión y dependencia. Los mensajes latentes, como por ejemplo hacer los arreglos del funeral o disponer de los asuntos personales del Enfermo en Fase Terminal, pueden envolver los deseos del enfermo de continuar con el control, o manifestar sus deseos de inmortalidad, no necesitan generalmente hacerse explícitos.

Analizar y platicar sobre los significados inconscientes constituye el trabajo principal del psicoanálisis. Pero tratándose de} enfermos Terminales, el mensaje consciente, percibido y comunicado por el paciente o dicho al enfermo, asume la mas grande importancia. Simplemente por la falta de tiempo. No lo hay para trabajar en los escondidos y profundamente reprimidos mensajes inconscientes. No debemos ignorar las latentes implicaciones inconscientes, pero no hay que sacarlas a colación en el tratamiento tanatologico, a menos que la interpretación sea esperada por el paciente como una ayuda inmediata.

Con respecto a los roles, el trabajo tanatologico presenta una especial y única situación de transferencia y contratransferencia. La igualdad convenida entre el enfermo y el tanatologo, adquiere una característica singular en el trabajo con el moribundo, labor que es muy diferente a cualquier otra situación vital; el Tanatologo, además de terapeuta, es también sobreviviente, preservador de la continuidad, mensajero y traductor de deseos no realizados todavía. Por lo que puede surgir una transferencia negativa, nacida entre otras causas por la envida al sobreviviente, que debe ser animada a una libre expresión. Es fundamental hacerlo. La transferencia positiva, en cambio, no necesita ser analizada, simplemente debe ser expresada y aceptada. En cuanto ala contra transferencia, esta debe ser cuidadosamente monitoreada. Si es negativa, lo mejor será que l tanatologo se aparte, lo mas que puede hacer en tal caso, es sugerir el nombre de otro Tanatologo que haga el trabajo, presentarlo el personalmente. Si es positiva, recordemos que si es muy valido un acercamiento extraordinario dada la especial situación que se vive: desde la primera sesión terapéutica el paciente ya esta muriendo.

Es permitido que el moribundo ame al tanatolgo y que este ame a su paciente. Hablamos de amor en un sentido pleno. Y esto no es posible en ningun otro encuentro psicoterapéutico. En el trabajo tanatologico si, ya que el amor verdadero es lo que sostiene al enfermo en Fase Terminal siempre que esté en estado critico. Normalmente, cuando de habla de la transferencia, se esta refiriendo a un fenómeno primariamente inconsciente, cuya característica principal es la experiencia de sentimientos por una persona que no esta presente, pero que es vista, o sentida, como si fuera alguien del pasado.

No olvidemos que el trabajo con Enfermos Terminales y mas con Enfermos en Fase Terminal tienen una doble carga: una intrapsiquica, que lleva al Tanatologo a prepararse para su propia Muerte, y otra, interpersonal, que significa el preparase a si mismo y a los familiares del paciente a ser sobrevivientes. En algunos momentos y en algunos Enfermos Terminales, ciertas regresiones infantiles pueden ser buenas, incluso pueden ser la fuente del valor que necesita el enfermo ola familia. Estas regresiones incluyen por supuesto, la creencia infantil en la figura omnipotente del padre, del que espera total protección, incluso mágica.

Una manera como el tanatologo puede ayudarse ante la vivencia de una estresante transferencia y contratasferencia, será la de cambiar, cuantas veces lo necesite el aspecto de que la muerte es el final. En realidad es ante todo un principio.
Finalmente siempre debemos tener presente tambien que estar al lado de un Enfermo Terminal nos hace testigos de diferentes reacciones humanas, buenas, malas, regulares. Ayudar a bien morir nos hace topar con situaciones que solo la Historia Clínica nos podrá iluminar la historia Clínica es muy importante para el trabajo del Tanatologo.

Zarina Moderador  Enviando en: jueves, 11 de setiembre, 2003 – 04:24 am

Reacciones frente al cambio en el trabajo

Reacciones frente al cambio en el trabajo

  1. Negación
  2. Ira
  3. Exploración y aceptación
  4. Compromiso
  5. Conclusiones

Los cambios en la rutina establecida o en la forma en que las cosas se venían haciendo suponen un shock para el empleado. Shock que suele demostrarse a través de una serie de etapas. Qué esperar en estos casos.

Es inevitable que, al producirse un cambio, las reacciones de los empleados sean mas bien negativas, rayando en la total negativa al mismo. Esto se debe, principalmente a que el cambio genera muchos sentimientos negativos en los seres humanos, sentimientos de miedo, falta de la rutina, de estar perdido ante una situación nueva.

Así que rara vez podemos esperar que, al anunciar un cambio en las políticas laborales, los empleados se pongan en nuestro lado o, tan siquiera, en nuestra posición como jefes.

Con el paso del tiempo, a medida que comprendan la importancia del cambio y puedan adaptarse a la nueva situación y comprometerse con la misma, los empleados irán aceptando lo que se ha hecho

Pero, antes de llegar a la aceptación final, la gente pasa por una serie de etapas, que debemos comprender y ser capaces de aceptar, para no sobredimensionar los problemas que puedan acarrear. Estas etapas suelen parecerse a las que todos atravesamos cuando sufrimos la pérdida de un familiar cercano o de una persona amada.

Negación

La primer etapa a la que nos enfrentamos es la negación, un total desprendimiento de lo que realmente está pasando, un estado en el que se cierra los ojos a la realidad para mantener la ?vista? fija en la situación como era antes del cambio, negándose (justamente) a aceptar que algo ha pasado y que nada es lo mismo que solía ser. En un nivel menos poderoso, se reconoce que el cambio se ha producido, pero se niega que se vaya a mantener, tratándoselo como algo pasajero.

Es la etapa en la que se escuchan cosas como:

?Nah, no te preocupes, no va a pasar nada. Cada tanto hacen uno de estos anuncios y después no pasa nada?

?Es una de esas ideas que a veces tienen allá arriba, que nunca terminan de cuajar?

?Va a ser como todo. Van a estar un tiempo con esto, diciendo lo importante que es, dedicados a este cambio, y después se van a dar cuenta que no importa y todo va a volver a la normalidad?

?Lo voy a creer cuando lo vea?

El mecanismo psicológico que se esconde detrás de la negación es la esperanza de que no habrá necesidad de adaptarse a una situación nueva, que genera miedo y falta de seguridad. Si negamos que el cambio se producirá, no habrá necesidad de adaptarse a él.

La principal problemática que acarrea esta etapa es que se hace casi imposible preparar a las personas para lo que pasará en el futuro próximo, ya que para ellos no ocurrirá. No hay forma de planear los cambios y adaptaciones necesarios cuando la idea imperante en la persona con la que se está trabajando es que esos cambios y adaptaciones no ocurrirán. Entonces, ¿cuál es la necesidad de trabajar en ellos?

Pero llega un momento en que permanecer en la etapa de negación se hace prácticamente imposible, y es cuando finalmente tenemos evidencia sólida, tangible, empírica e irrefutable de que las cosas son diferentes. Cuando la realidad nos indica lo contrario, la mayor parte de nosotros (no todos, ya que en algunos la negación es lo suficientemente fuerte como para superar, por un tiempo, las trabas puesta por la realidad misma) saldremos del estado de negación y nos moveremos a la siguiente etapa.

Ira

Cuando la negación finalmente desaparece, ahuyentada por las pruebas de que el cambio efectivamente está en proceso, aparece la segunda etapa, la de la ira. Es una etapa en la que se demuestra el enojo que producen los cambios que otra persona (no nosotros) está propiciando en nuestra rutina. Además, la ira suele venir acompañada de una cuota de resistencia frente al generador del cambio y el cambio mismo.

Esta etapa es la mas critica a la hora de lograr que la implementación de un cambio sea aceptada plenamente. El liderazgo juega un papel vital en lograr que se supere la etapa de la ira y la resistencia, en lograr que la persona supere sus pre-conceptos y llegue a la siguiente etapa.

Pero, si el liderazgo es pobre o inexistente, la ira puede permanecer eternamente en el aire, aún mucho después de que el cambio y el miedo que generó se hayan desvanecido.

En esta etapa es que se escuchan comentarios agresivos, rayando en lo violento, como estos:

?¿Quiénes se creen que son para hacer este tipo de cosas con nosotros? Tenemos derechos?

?¿Por qué siempre se la agarran con nosotros? ¿Qué hemos hecho para merecer esto??

?¿Qué tienen de malo las cosas como están ahora? ¿Por qué tenemos que cambiarlas? ¿Para qué??

?¿Cómo pueden dejar que nos hagan esto??

A esto hay que sumarle comentarios mucho más agresivos, insultos y una actitud general de abierta oposición, que puede hacer que las cosas sean realmente desagradables en el lugar de trabajo.

Exploración y aceptación

Luego de que la negación ha desaparecido ya hace un buen tiempo y un buen liderazgo ha logrado reducir la ira y la resistencia a prácticamente nada (pueden no haber desaparecido, pero ya no ocupan un lugar central en la actitud frente al cambio) y las quejas ya no son ni siquiera un eco en los pasillos, se llega finalmente a la próxima etapa: la exploración y aceptación del cambio.

Esta es la etapa en la que los empleados finalmente empiezan a comprender y sumarse al cambio y lo que este trae consigo. Finalmente han conseguido entender mejor las razones del cambio y lo que se espera de ellos en la nueva situación. Se muestran dispuestos a explorar lo que deben hacer, ya no están cerrados a la idea de que el cambio pueda ser favorable, tanto para ellos como para la empresa. Abren su mente y se muestran dispuestos a colaborar en el planeamiento que el cambio necesita, para ser piezas participantes en el proceso de elaboración del cambio.

Se les escuchará decir cosas como estas:

?Bien, si es inevitable, lo único que nos queda por hacer es aprovecharnos de él lo mejor posible.?

?Tal vez podamos superarlo. Y, ¿quién sabe?, tal vez hasta pueda resultar un beneficio.?

?Bueno, hay que seguir trabajando.?

Compromiso

Esta es la ultima etapa, la que llega después de superar las trabas impuestas por la negación, la ira y la resistencia y que solo es posible con el empuje de la exploración y la aceptación. Es la etapa en que los empleados se comprometen con el cambio y se disponen a trabajar en pos de conseguir que sea tan beneficioso como sea posible. Ya saben que es una realidad y que es inevitable, por lo tanto se esfuerzan en hacerlo lo mejor posible, en lograr que sea exitoso, al menos.

Es cierto que algunos cambios nunca tendrán el apoyo de los empleados (reducciones de sueldo, de tiempo para comer, descansos, etc.), pero aquellos que puedan ser aceptados conseguirán en esta etapa el apoyo de los empleados.

Es su interés lograr que la organización sea efectiva, aún con las modificaciones que el cambio en las políticas laborales en la empresa haya traído. Superar la etapa de inefectividad y lograr resultados positivos. Con esto es que se comprometen los empleados.

Conclusiones

Aun cuando ya hemos hablado largamente de los cambios y las etapas, hay un par de puntos que es bueno remarcar.

Primero, nunca olvidemos que los procesos de cambio tardan un largo tiempo en estabilizarse y empezar a funcionar. No hay que entrar en pánico ni irnos a ninguno de los dos extremos: el de dejar que las cosas se resuelvan solas (ya que no lo harán) ni el de enloquecernos ante la resistencia razonable que sin lugar a dudas encontraremos.

Y, en segundo lugar, sí debemos preocuparnos si no encontramos ninguna resistencia frente al cambio planteado. Siempre hay reacciones, es inevitable. Y más aún si el cambio es grande. Si no las vemos, es porque nuestra gente las está escondiendo. Y toda reacción eventualmente sale a la luz. Si no las enfrentamos cuando recién comienzan, pueden aparecer violentamente y destruir todo nuestro trabajo. Es importante salir al cruce de las reacciones, aprender donde están y cuáles son, lograr que la gente las manifieste, para prevenir problemas posteriores.

Con todo esto dicho, se puede entender el proceso del cambio y lograr que no sea tan traumático.

Zarina Moderador  Enviando en: martes, 08 de febrero, 2005 – 02:40 pm