Respaldo de material de tanatología

Homenaje a Dame Cicely Saunders (RIAD)

EN RECUERDO DE LA GRAN MAESTRA

Fallece Dame Cicely Saunders a los 87 años de edad.

Saunders, Dame Cicely (Mary Strode)
(1918? 2005)

Fundadora del movimiento “Hospice”. Nacida en Londres, Reino Unido, estudió en Oxford, y realizó su entrenamiento en la escuela médica del hospital de St Thomas y en la escuela de enfermería de Nightingale.

Fue fundadora (1967), director médico (1967-85), y presidente (a partir de 1985) del “St Christopher Hospice”. Promotora indiscutible del principio de morir con dignidad, sosteniendo que la muerte es un proceso natural y se puede facilitar por unos sensibles y adecuados cuidados de enfermería, así como el control eficaz del dolor.

Escritora de innumerables publicaciones en la materia, es considerada como pionera en este rubro y fue galardonada por diversos premios y reconocimientos internacionales entre el que destaca el premio “Templeton” en 1981.

Dame Cicely Saunders murió este 14 de Julio en su propio Hospice, el St. Christopher’s en la ciudad de Londres, Inglaterra.

En paz descanse

Homenaje a Elizabeth Kubler Ross (RIAD)

  Elisabeth Kubler-Ross ha muerto
El pasado día 24 de agosto en Scottsdale, Arizona, falleció a los 78 años de edad Elisabeth Kubler-Ross, pionera del movimiento de cuidados paliativos en el mundo entero. Autora de más de 20 libros sobre la muerte y el cuidado a los moribundos, traducidos a 26 idiomas, murió placidamente rodeada de sus seres queridos. No hay que temer a la muerte. La muerte no existe es solo una transición solía afirmar esta mujer considerada por el Times como una de los 100 pensadores más importantes de nuestro siglo.

Elisabeth, allá por el año 60, trabajó en varios Hospitales de Chicago, Colorado, y Nueva York y se sintió horrorizada por los tratamientos que se daban a los entonces llamados moribundos: ?Se les aislaba, se abusaba de ellos; nadie era honesto con ellos?. En contra de sus colegas médicos decidió sentarse cerca de sus enfermos, perder tiempo con ellos, y escucharles para conocerles mejor: ?mi objetivo era romper la capa de negación social y profesional que les prohibía expresar sus preocupaciones más íntimas acerca de la propia muerte?. Los médicos y personal del hospital de Chicago negaron las existencia de enfermos terminales, otros la acusaron de explotarlos, pero poco después sus seminarios dónde les entrevistaba frente a una audiencia de personal sanitario, fueron tan populares que tuvieron que pedir el auditorio del hospital. En 1968 estos seminarios se convirtieron en cursos acreditados. Hoy la formación sobre la muerte y el morir forma parte del currículum de medicina en los Estados Unidos. En 1969 publicó un libro dónde explicaba sus experiencias con más de 500 enfermos al final de la vida. ?Sobre la muerte y los moribundos? fue un best seller y una revolución en su momento: una revolución porqué era una llamada a la humanización, al trato con los enfermos en esta última etapa de la vida, una invitación al diálogo honesto y franco acerca de sus preocupaciones, y un signo de esperanza de que esta etapa puede tener un significado de esperanza y plenitud si se afronta sin dolor físico, con conciencia y acompañado de los seres queridos, todo ello con la ayuda de profesionales sensibles, honestos y preparados.

En 1970 Kubler-Ross empezó a explorar la posibilidad de la existencia de vida después de la muerte. La Universidad de Chicago cuestionó su trabajo y la despidió. A partir de entonces decidió dedicarse a la práctica privada dando conferencias, escribiendo y promocionando servicios de atención a personas en duelo y enfermas. Diseñó un curso /taller llamado ?Vida Muerte y Transición? para personas afrontando todo tipo de pérdida. El símbolo que utilizó para estos cursos fue una mariposa ahora popularizada como icono de la muerte y la transición. Estos talleres llevan ofreciéndose desde hace más de 30 años en todo el mundo. En 1975 Elizabeth publicó entrevistas y testimonios de personas que habían vivido experiencias en el límite y habían regresado. En estas experiencias, hoy muy conocidas y estudiadas, la gente habla de la muerte como una experiencia maravillosa y del reencuentro con personas amadas que han muerto antes. ?No sólo creo que hay una vida después de la muerte, sino que lo sé, tenemos datos suficientes verificables y es importante compartir este conocimiento con la gente?. Su trabajo sobre el más allá supuso un alejamiento de muchos estamentos médicos que habían valorado su trabajo como pionera del movimiento de paliativos.

En España su mensaje ha calado e inspirado varios centros de atención a personas en duelo como el centro AVES en Barcelona o nuestro servicio de Apoyo al Duelo de Girona, entre otros. El taller ?Vivir y Dejar Partir?, dirigido por personal entrenado por ella misma se imparte en nuestro país desde hace más de 10 años. Sus libros se venden y son una esperanza para todos aquellos que afrontan la muerte de un ser querido. Estas iniciativas son signos de que se ha avanzado algo……. pero queda aún mucho pendiente. Su mensaje sobre la humanización en el trato al enfermo moribundo está aun muy lejos de ser una realidad en nuestros hospitales.

En España se muere muy mal: el personal sanitario no es honesto con los pacientes- no se habla del tema, se engaña a los pacientes y se siguen aplicando tratamientos fútiles sin consultarles, se sigue medicalizando el sufrimiento psicológico. La mayoría de los médicos no saben ayudar a morir, y están más interesados en sus investigaciones sobre fármacos y tratamientos que en aprender a cómo escuchar las necesidades, preocupaciones y miedos de los pacientes y de sus familias. La mayoría del personal sanitario carece de la formación adecuada en paliativos, y desde sus propios miedos y con la excusa de que ? hay que hacer todo lo posible..? el encarnizamiento médico sigue siendo una práctica común en la mayoría de los hospitales de nuestro país dónde??la enfermedad? es mucho más importante que ?la persona. (Después de este tratamiento los análisis hematológicos están mucho mejor… es una lástima que el paciente haya muerto).

A parte de honrosas y meritorias experiencias aisladas de profesionales motivados y sensibles por el tema, el único lugar dónde tratar las necesidades globales de la persona enferma – físicas, emocionales y espirituales- es más importante que la mera lucha contra enfermedad, y dónde se trata con cierto cuidado el tema de la muerte, es en las unidades de cuidados paliativos. Lamentablemente esta atención no alcanza a todo el mundo y además los pacientes son derivados a ella muy tarde cuando a penas hay tiempo para que el equipo pueda facilitar a esa familia una experiencia de buena muerte tal y como Kubler-Ross la describe.

Las gente no tiene miedo a morir, la gente tiene miedo a morir en una unidad de cuidados intensivos, alejados del alimento espiritual que da una mano amorosa , separados de la posibilidad de experimentar las cosas que hacen que la vida valga la pena. En este sentido, el mensaje de Kubler ?Ross sigue siendo hoy en día para todos nosotros un reto pendiente y una revolución.

Falleció – hizo su transición – como a ella le gustaba llamar a su muerte rodeada de sus seres queridos. Su funeral fue emocionante, irreverente y hilarante. Asistieron fundadores de unidades de cuidados paliativos, de centros de duelo, centros para niños, programas para víctimas de abusos — un montón de personas que emprendieron estos proyectos simplemente porque Elisabeth les dijo… ¡hacedlo! . Nos recordaron una vez más su mensaje…No atreverte puede ser mucho más dañino que atreverte y equivocarte… Esto último al menos les da a los demás algo que perdonar, lo primero no les da nada

En el entierro un rabí pronunció el responso, una india americana (hermanada con ella) purificó a Elisabeth con humo para su viaje y un monje tibetano cantó textos del libro tibetano de los muertos… Mientras, se soltaron centenares de mariposas que se posaron sobre las personas presentes, y globos de ET – uno de sus personajes favoritos – con ?Bienvenida EKR? escrito. Finalmente se esparcieron pétalos de rosas sobre su ataúd antes de depositarlo en la tierra.

Gracias Elisabeth por tu valentía, tu sentido del humor, por tu no-miedo a la muerte y tu capacidad de trasmitirlo. Has sido un regalo y una inspiración para muchos de nosotros. Has impactado a muchas vidas …… no sé si el cielo va a seguir siendo el mismo desde que tú has llegado ahí…… seguramente ya has empezado allí algún tipo de revolución…… y aquí en la tierra nos has dejado un buen legado…. esperamos ser capaces de seguir trasmitiéndolo.

Alba Payás
Servicio de Apoyo al Duelo. Girona.

www.externalizationworkshops.com
www.elisabethkublerross.com

FARMACOLOGÍA BÁSICA PARA DOLIENTES (RIAD)

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FARMACOLOGÍA BÁSICA PARA DOLIENTES

Aunque el duelo no es un trastorno mental como tal, el DSM-IV lo clasifica en la categoría diagnóstica de trastornos adicionales que pueden requerir atención clínica, y la CIE 10 dentro de los trastornos adaptativos (sólo si sus reacciones se consideren anormales por sus manifestaciones o contenidos). La polémica sobre si medicar o no durante el mismo sigue vigente, así como sobre quién debe recaer la responsabilidad de su atención.

Las personas en duelo habitualmente solicitan atención en las siguientes circunstancias:

  1.
      Cuando las reacciones iniciales son vividas por la persona, así como por su entorno, como muy intensas o desmedidas (o, por el contrario, nulas), aunque no se correspondan ambas opiniones: lo que para el deudo inmediato puede parecer exagerado, puede no parecerlo a su entorno; así, mucha gente considera que “es normal” y que no se debe buscar ayuda, sea porque se considere un signo de debilidad (“los psicólogos son para los locos”) o por el temor a “psiquiatrizar” o “medicalizar” la situación; y lo que para el deudo puede ser normal, puede no serlo para el entorno: frecuentemente se da la situación en la que el deudo todavía siente deseos de llorar y extraña notablemente a su ser querido muerto al cabo de 12-15 meses (se olvida considerar los factores que pueden complicar el duelo y producir un desfase en su evolución), y el entono considera que “eso ya no es normal”, “que la persona está deprimida” y deberá buscar ayuda. En esta situación inicial también entrarán en juego las condiciones caracterológicas (pre-mórbidas o no) del deudo, lo cual creará aún más confusión a la hora de medicar.
  2.
      Reacción inicial inusitadamente intensa y/o crisis conversiva.
  3.
      Al cabo de 8-10 meses, cuando las reacciones del duelo se asemejan más a un trastorno depresivo mayor.
  4.
      Cuando la persona se siente incapaz de soportar la angustia generada, no sólo por la pérdida sufrida sino por las reacciones no adaptativas de un entorno no propicio para el trabajo del duelo.
  5.
      En adolescentes, cuando no se observa una respuesta aparente a la pérdida (en general por un desconocimiento del duelo en este grupo de edad) o por reacciones agresivas o uso de sustancias (alcohol, drogas).
  6.
      En caso de múltiples quejas somáticas o insomnio persistente (en general mayor de 15 días).
  7.
      Cuando el deudo principal es mayor (tercera edad) y presenta muchas complicaciones orgánicas (una situación de salud delicada).
  8.
      Cuando existen problemas familiares en el manejo del duelo (entre sus miembros o con las cosas materiales pertenecientes al fallecido).
  9.
      Cuando hay niños en la casa y se busca que el impacto de la pérdida sobre éstos no sea psicopatológico.
  10.
      Deudos con antecedentes psiquiátricos previos a la pérdida.
  11.
      Producto de una mayor conciencia de la promoción y prevención en el duelo (cada vez más común en nuestro entorno).

¿Quién deberá entonces atender a las personas en estas circunstancias? ¿El psicólogo? ¿El médico de familia? ¿El psiquiatra? ¿Cuáles de ellas ameritan medicación, de que clase farmacológica y por cuanto tiempo?

En vista de que la muerte y la pérdida de seres queridos son fenómenos obligados, y de la alta frecuencia con que los Equipos Básicos de Salud (EBS) atienden a las personas en duelo, deberá ser el médico de familia y su equipo de salud (enfermería, trabajo social y psicología) quienes se responsabilicen del cuidado de las personas afligidas. Los grupos de apoyo para el duelo dentro de los EBS deberían tener tanto peso como actualmente lo tienen los grupos de hipertensos. La remisión al psiquiatra dependerá de la valoración que el propio EBS haga del deudo, siempre desde un conocimiento pleno de la dinámica del duelo, de su consejería y de los factores de riesgo y reacciones distorsionadas del mismo; es decir, deberán estar preparados para ayudar a las personas en duelo que soliciten su ayuda y sobre todo para reconocer cuándo la evolución de un duelo no es la normal y éste requiera una intervención más cuidadosa.

¿Qué circunstancias ameritan entonces medicación, de que clase farmacológica y por cuanto tiempo?

Teniendo en cuenta las razones por las cuales las personas habitualmente solicitan atención, vamos a considerar lo siguiente:

Circunstancia

Conducta

Medicación

Duración

Discrepancia entre lo que siente el deudo y lo que siente su entorno o viceversa

Evaluación por el EBS; grupo de apoyo

No

A demanda de los deudos

Reacción inicial inusitadamente intensa y/o crisis conversiva

Intervención en crisis, EMDR

Lorazepam 0,5-1,0 mg SL

1 a 3 dosis

Fase 3 del duelo (8-10 meses después)

Seguimiento por el EBS; educación en duelo; grupo de apoyo

No

A demanda de los deudos

Angustia insoportable (generalmente en los primeros 6 meses y durante las reacciones de aniversario o las fechas conmemorativas)

Seguimiento por el EBS; grupo de apoyo; técnicas de control de la angustia

  1. Rescate

  2. Valeriana

  3. Clonazepam

A demanda; limitar BZD a <2 meses Adolescentes Evaluación por el EBS; grupo de apoyo No A demanda del adolescente Quejas somáticas múltiples Evaluación por EBS; grupo de apoyo   1. Rescate A demanda Insomnio Técnicas de relajación; remedios caseros   1. Valeriana   2. Trazodona   3. BZD de acción corta   4. Zolpidem o Zopiclona 1 a 2 meses; limitar BZD a <2 meses Tercera edad (mayores de 60 años) Evaluación y seguimiento por el EBS; grupo de apoyo No 1 a 2 años Problemas familiares Evaluación por EBS; educación en duelo No 6 meses Niños Evaluación y seguimiento por el EBS; grupo de apoyo No No Promoción y prevención Evaluación por el EBS; grupo de apoyo No A demanda de los deudos Personas con antecedentes psiquiátricos previos a la pérdida o síntomas sugestivos de depresión mayor (*) Evaluación y seguimiento por el EBS; remisión a psiquiatría Depende de la patología de base 6 a 18 meses BZD: Benzodiacepinas; SL: Sublingual; EMDR: Eye Movement Desensitization and Reprocessing o DRMO (Desensibilización y Reproceso por el Movimiento de los Ojos) Valeriana: Hierba nativa de Europa y Asia, aunque ahora se cultiva en todo el mundo. Se cree que el nombre proviene de la palabra en latín "valere" que significa estar saludable o fuerte. Se ha reportado el uso de la valeriana como sedante y tratamiento contra la ansiedad por más de 2.000 años; por ejemplo, en el siglo II A.C., Galeno recomendaba la valeriana como tratamiento para el insomnio. Aunque o se conocen los ingredientes activos de la valeriana, las preparaciones se estandarizan a menudo al contenido del ácido valerénico. Dosificación: 400-900 mg de un extracto acuoso o acuoso-etanólico (correspondientes a 1,5-3,0 gr de hierba), tomadas 30 y 60 minutos antes de acostarse; 300-1.800 mg vía oral en forme de cápsula; 10-20 gotas sublinguales de solución estándar (o disueltas en agua) cada 6-8 horas. Rescate: (Rescue Remedy):: Se trata de una mezcla de cinco flores de Bach diferentes {Cherry Plum ? Cerasifera (para la pérdida de control e histeria), Clematis- Clemátide (para el desvanecimiento),  Impatiens - Impaciencia (para la inquietud desmedida), Rock Rose - Heliantemo (para el terror y el pánico) y Star of Bethlehem - Estrella de Belén (para los estados de shock)}, que usados conjuntamente actúan de manera inmediata en situaciones de urgencia y sucesos estresantes. Dosificación: 4 gotas por toma y tan frecuentemente como se requiera. También puede añadir 4 gotas en un vaso de agua y tomar sorbos a intervalos frecuentes hasta que la persona se haya calmado. Para más información sobre la Terapia floral como acompañamiento del proceso del duelo, consultar "Rojas Posada, S.: El manejo del duelo. Una propuesta para un nuevo comienzo. Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2005". Clonazepam: 2-5 gotas sublinguales cada 6-8 horas Trazodona: 50-100 mg/noche Zolpidem o Zopiclona: 1/2 a 1 tableta al acostarse (*) El uso de antidepresivos en el duelo es exclusivo del médico psiquiatra o el médico especializado en consejería de duelo e intervención en crisis.

CRITERIOS REVISADOS DE DUELO COMPLICADO (CRDC) (RIAD)

CRITERIOS REVISADOS DE DUELO COMPLICADO (CRDC)

Criterio A: Estrés por la separación afectiva que conlleva la muerte: Presentar, cada día o en grado acusado, 3 de los 4 síntomas siguientes: 1. Pensamientos intrusos acerca del fallecido (que entran en la mente sin control). 2. Añoranza del fallecido (recordar su ausencia con enorme y profunda tristeza). 3. Búsqueda del fallecido aún sabiendo que está muerto. 4. Sentimientos de soledad como resultado del fallecimiento.

Criterio B: Estrés por el trauma psíquico que supone la muerte: Presentar, cada día o en grado acusado, y como consecuencia del fallecimiento, 4 de los 8 síntomas siguientes: 1. Falta de metas y/o tener la sensación de que todo es inútil respecto al futuro. 2. Sensación subjetiva de frialdad, indiferencia y/o ausencia de respuesta emocional. 3. Dificultad para aceptar la realidad de la muerte (p.ej: no terminar de creérselo?). 4. Sentir que la vida está vacía y/o que no tiene sentido. 5. Sentir que se ha muerto una parte de si mismo. 6. Asumir síntomas y/o conductas perjudiciales del fallecido o relacionadas con él. 7. Excesiva irritabilidad, amargura y/o enfado en relación con el fallecimiento. 8. Tener alterada la manera de ver e interpretar el mundo (p.ej., haber perdido la sensación de seguridad, la sensación de control, la confianza en los demás, etc.).

Criterio C (Cronología): La duración del trastorno (los síntomas arriba indicados) es de al menos 6 meses.

Criterio D (Deterioro): El trastorno causa un importante deterioro de la vida social, laboral u otras actividades significativas de la persona en duelo.

¿Se cumplen los criterios A, B, C y D de duelo complicado?

Bibliografía

1. Landa V, García-García JA.: El proceso de duelo. En: De la Revilla L, Montoro R, eds. Atención familiar en el enfermo crónico, inmovilizado y terminal. Granada: Fundación para el Estudio de la Atención a la Familia; 2000.

2. García-García JA, Landa V, Grandes G, Mauriz A, Andollo I.: Cuidados Primarios de Duelo (CPD). El nivel primario de atención al doliente. Sestao: Grupo de Estudios de Duelo de Vizcaya; 2001. p 17-8.

3. Prigerson HG, Shear MK, Jacobs SC, Reynolds III CF, Maciejewski PK, Davidson JRT et al.: Consensus criteria for traumatic grief. A preliminary empirical test. Br J Psychiatry 1999; 174: 67-73.

4. Prigerson HG, Jacobs SC.: Traumatic Grief as a distinct disorder: a rationale, consensus criteria, and empirical test. In: Stroebe MS, Hansson RO, Stroebe W, Henk Schut. Handbook of Bereavement Research. Consequences, coping, and care. Washington DC: American Psychological Association; 2001. p 613-48.

5. Prigerson HG, Jacobs SC.: Caring for bereaved patients. ?All the doctors just suddenly go?. JAMA 2001; 286: 1369-76.

Grupo de Investigación y Estudios Formales en Duelo (RIAD)

GRIEF
Grupo de Investigación y Estudios Formales en Duelo

Nombre

Origen

Fecha Inicio

Mitos y Leyendas sobre el duelo en una población de estudiantes de psicología

Medellín – Colombia

TERMINADO

Unidades de Duelo Tuteladas y Grupos de Ayuda Mutua para Niños y Adolescentes de los Colegios de Medellín y el área metropolitana

Medellín- Colombia

TERMINADO
   
   
   
   

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Miembros GRIEF hasta la fecha (15/04/04)

Diana Gisela Ríos, psicóloga (Medellín – Colombia)

Carolina Jaramillo, psicóloga (Medellín – Colombia)

Diana Peláez, psicóloga (Medellín – Colombia)

Jorge Montoya Carrasquilla, gerontopsiquiatra (Medellín – Colombia)

Natalia Lorezno Ruiz, psicóloga (España)

las tareas del duelo (RIAD-Red Iberoamericana de Intervención en Duelo)

FACILITANDO EL DUELO NORMAL EN EL ADULTO

Aunque la mayoría de las personas afligidas se recuperan de sus pérdidas sin ninguna asistencia profesional, el conocimiento de las fases del duelo, con sus síntomas y reacciones particulares, posibilita a la persona a ?prestarse ayuda?, a facilitar su duelo e identificar sus reacciones, permitiéndole a su vez poner en marcha de forma precoz distintas estrategias para disminuir la probabilidad de complicaciones futuras o patrones disfuncionales.

Como hemos visto, las condiciones más favorables para el desarrollo de un duelo sano son:

1. Información
Es decir, educación en duelo: qué es el duelo, cómo se presenta, qué me puede pasar, qué puedo hacer, qué pueden hacer otros por mi, etc.). Debemos recordar que una situación será tanto más angustiante cuanto más la desconozcamos. Se trata de la primera de las tareas del duelo.
2. Compañía
Mi entorno familiar y social inmediato como interlocutores de mi dolor, que conozcan tanto del duelo como yo, llenos de paciencia y que sepan acompañarme y escucharme: ?si tanto me quieren como para acompañarme, deberían aprender del duelo, tanto o quizás más que yo?.
3. Conversación
Una de mis tareas más importantes es el hablar, hablar y hablar de mí ser querido, del dolor, de lo que le acompaña, de mis angustias, del colapso de mi futuro, de mi rabia y de mi desesperación.

En la medida en que se rompe la construcción de la realidad, el sentido de la vida y la identidad propia después del fallecimiento, la capacidad del individuo de reasignar responsabilidades en dichas áreas y la disponibilidad de recursos alternativos son fundamentales para su proceso de adaptación a una vida sin el fallecido. Sea cual fuese la relación de los deudos con el difunto, hay un consenso general de que todo ajuste positivo después de una pérdida sólo se puede lograr si los deudos llevan a cabo lo que se ha dado en llamar “trabajo de congoja” (trabajo de la aflicción o trabajo del duelo).

La idea de “trabajo” viene al caso porque la adaptación normal a una pérdida implica considerable dolor y esfuerzo antes de poder reconocer la realidad de la misma, aceptar que la persona muerta ya no está más y buscar otras relaciones o vías de interacción social productiva. Este ejercicio ubica de manera clara en el pasado las relaciones y experiencias con el difunto; si el deudo no se mueve de una relación idealizada, puede llegar a ser incapaz de afligirse por la persona real. Sabemos que los muertos no se olvidan sino que se ubican en el pasado, en tanto que su recuerdo se incorpora a la realidad del presente: por medio del trabajo de congoja es posible poner a los difuntos en una perspectiva histórica y emocional.

Algunas personas encontrarán consuelo por la pérdida de un ser querido acudiendo a su sacerdote de confianza, a sus amigos, al ejercicio físico o aumentando sus horas de trabajo diario; para otros podrá ser útil estar en un grupo de auto-ayuda o acudir a los especialistas en duelo. En esto casos, siempre se acercará mucha gente que querrá ?arreglar? nuestras vidas: Escuchémosles y démosles gracias por su interés. El alcohol o las drogas no son la forma más sana o apropiada de encontrar consuelo; esto solo nos añadirá más problemas.

En este modelo de adaptación a la pérdida o “trabajo de congoja”, se pueden identificar varias tareas que deben emprenderse en el curso del duelo y adaptación a un mundo donde el difunto ya no existe. Estas tareas son tanto emocionales como instrumentales: el superviviente debe aprender tanto a enfrentarse con los sentimientos de angustia, soledad y desesperación como a poner una instalación eléctrica para una bombilla, arreglar un fogón o pagar los impuestos; son relativamente simples y de carácter progresivo, y constituyen los elementos en los cuales se apoya el asistente para su labor de facilitación del duelo normal. El duelo no es pues un fenómeno ?pasivo?, sino, por el contrario, ?muy activo?, en donde el deudo participa intensamente en cada una de estas tareas.

Estas TAREAS, son

PRIMERA TAREA
Educación en Duelo
Uno de los aspectos más importantes para facilitar nuestra recuperación es buscar información acerca de lo que es y lo que se siente durante el duelo, cuánto dura, qué factores modifican o alteran el proceso de recuperación, cómo puedo ayudarme, de qué forma otros pueden ayudarme, etc., en definitiva, EDUCACIÓN EN DUELO. Esto evita muchos tipos de interpretaciones erróneas y angustias innecesarias.

SEGUNDA TAREA
Ventilación
Como hemos visto, durante los primeros días o semanas después del fallecimiento el superviviente permanece en un estado de shock adaptativo y defensivo, caracterizado por un aturdimiento continuo, incredulidad, confusión y preocupación por la imagen del muerto; durante este lapso aún no habrá sentido todo el impacto de la pérdida. Al mismo tiempo, el deudo generalmente cuenta con el apoyo de familiares y amigos quienes habitualmente se dedican a los arreglos prácticos relacionados con el fallecimiento (certificado de defunción, registro, arreglos del funeral, cobertura de gastos, etc.). Al ser organizados y protegidos por otros, la oportunidad de enfrentarse o experimentar la realidad de su pérdida se ve así reducida; la realidad y el sentido de las cosas se suspenden temporalmente, en tanto que todo sucede a su alrededor.

Si bien las actividades de la vida diaria pueden continuar su curso normal, pierden su sentido derivado del intercambio con otros. Aun cuando la atención de familiares y amigos, el funeral y las actividades y arreglos relacionados con el fallecimiento impliquen que alguien ha muerto, suelen ser percibidos como irreales y alejados de la experiencia personal: es casi como si todo ocurriera a otras personas, parece una pesadilla, un mal sueño.

Gradualmente, y por la naturaleza de las reacciones de los demás -sus visitas, las condolencias y consuelos, el llanto-, una creciente consciencia de que el muerto ya no está presente confirman y fortalecen la realidad de la pérdida; se accede a su reconocimiento intelectual aun cuando emocionalmente no se acepte.

Dos tipos de estrategias facilitan el reconocimiento y aceptación de la pérdida:

a. Recordar todos los eventos relacionados con la muerte, es decir, las circunstancias alrededor de la misma; esto significa que una de las mejores cosas que podemos hacer es hablar, hablar y hablar. Al repetir una revisión de la muerte o notificación de la misma, la realidad se hace más clara y más detalles acuden a la conciencia, al mismo tiempo que el deudo experimenta recuerdos relacionados al difunto. Cada repetición, aunque muy dolorosa, permite una mayor descarga de angustia y dolor; así, según se dice, ?duelo que no se habla, es duelo que no se cura?. De esta forma es que el revivir la experiencia facilita la integración de la realidad de la pérdida. El hablar de lo sucedido, de lo que sentimos, de lo que nos pasa, de lo que pensamos de nuestro futuro, de los demás y de cualquier otro tema que en ese momento nos apetezca, también puede darnos pie para permitir una apertura hacia la resolución de asuntos pendientes con el ser querido fallecido (si es que quedó alguno o algunos). El hablar, como terapia de duelo, me permite pues reconocer la realidad de lo sucedido, descargar dolor, establecer los primeros pasos para un cambio en la relación (hablar en pasado y no en presente, cambiar de relación física a simbólica) y extender mi red social de apoyo.
b. Evitar la negación: el objetivo es referirse al difunto como ya muerto, hablando directamente de lo que ha sucedido, utilizando los verbos en su tiempo apropiado y responder a sus dudas o inquietudes de tal manera que confirmen la realidad; este proceso no debe ser brutal o desatento, sino suavemente correctivo mientras el acompañante responde con seguridad en una forma que confirma y no elude la realidad de la pérdida total o irreversible.

TERCERA TAREA
Curación
Abordar o coger cada uno de los componentes de nuestro dolor y realizar las actividades necesarias para favorecer su cicatrización:

a. Respecto al dolor biológico, es decir, al dolor del cuerpo, deberemos acudir a nuestro médico de confianza para que estudie y/o trate nuestro dolor y nos aconseje al respecto. Si permitimos que este dolor continúe sin ninguna atención médica, puede llegar a absorber mucha de nuestra atención y retrasar nuestro proceso de recuperación, sin olvidar que puede relacionarse con una enfermedad de mayor o menor gravedad que también retrasaría nuestra recuperación.

b. En cuanto al dolor psicológico, debemos recordar lo más detalladamente posible nuestra vida con el ser querido perdido. Este ejercicio (que puede utilizar todo tipo de artificios como fotografías y objetos familiares) tiene como propósito ayudarnos a continuar, separar y establecer los límites apropiados que nos diferencien del ser querido, confirmando así nuestra identidad personal y recuperando la confianza en nosotros mismos. Es decir, esto ayuda al proceso de emancipación emocional de las uniones de apego con el difunto. Para ello, aquellos que acompañan al deudo deben estar dispuestos y preparados para escuchar y participar con estímulos que ayuden al deudo a relatar la historia más completa del difunto y de su vida juntos. Este ejercicio posee además dos ventajas adicionales:

(1) Visualización del difunto como lo que realmente fue: cuando el deudo puede hablar acerca de cómo se conocieron y de algunos hechos de su vida juntos, muchas emociones son experimentadas y empezará a ver al difunto como una persona más real y no como la idealización de las fases iniciales (“un santo que murió); sin embargo, esto en ocasiones le puede crear conflictos si su interlocutor no comprende el propósito de este ejercicio. Muchas personas consideran saludable que el deudo hable en forma positiva del difunto, pero tienen menos humor y paciencia para escuchar sus expresiones de enojo y culpabilidad por una relación largamente ambivalente y conflictiva; esto es especialmente verdad para aquellos que conocieron al difunto y desean conservar su propia imagen del fallecido, prefiriendo olvidarse de contrariedades y conflictos que en su opinión ya no tienen remedio. Con frecuencia, y por temor a ser “desleal con el muerto” o a alejar a sus amigos y familiares, el individuo puede sentirse inhibido para exteriorizar su enojo con el difunto.
(2) Favorece la autoestima: El recuerdo de aspectos buenos y productivos, y la confirmación de haber logrado algo provechoso y madurativo, favorece la autoestima, atenúa la hostilidad y enojo y nivela la culpabilidad que se atribuye al difunto con la propia, llegando a un término medio en el cual se reconoce lo bueno y lo malo de su relación.

c. Para tratar con el dolor social (el dolor por la sociedad y su forma de ser), debemos deshacernos de forma constructiva de toda nuestra rabia y odio (de una forma que sea sana para nosotros y no produzca daño a otros), de tal forma que no sea un obstáculo para nuestro proceso de recuperación. Podremos utilizar todo tipo de artilugios, tales como una almohada, un cojín, un saco de boxeador, una pelota contra una pared, jugar al tenis u otros deportes parecidos que impliquen una intensa actividad física de tirar o golpear una pelota contra una pared. Una vez descargada esta pesada y dolorosa carga, ya podremos mirar con otros ojos y pensar cuál puede ser nuestra contribución para que la sociedad en que vivimos sea un poco mejor.

d. Para el dolor familiar, es decir, el dolor de nuestros otros seres queridos, debemos tratar de recuperar una de las funciones más importantes de la familia, la de apoyo y soporte mutuo, mediante una buena comunicación y utilizando la terapia o técnica del ?hombro-oído-abrazo?: es decir, prestando nuestro hombro y pecho al dolor del otro y nuestro oído a su angustia y dolor a través de un escuchar sin interrumpir; además, como en toda situación angustiante, un abrazo familiar y cariñoso será siempre un buen acompañante.

e. Respecto al dolor espiritual (el dolor de nuestra alma), la fe y el consejo espiritual podrán ser la alternativa más apropiada.

f. En relación con el dolor que el pasado nos produce, debemos nuevamente recordar lo más detalladamente posible nuestra vida con el ser querido perdido, actividad que realizaremos siempre con el mayor número posible de nuestros familiares presentes, cada uno aportando sus propios recuerdos, dificultades, anécdotas y curiosidades e intentado realizar la biografía más completa del ser querido (volumen de historias que podrá ser consultado cuando así se desee). Podemos utilizar igualmente fotografías y objetos familiares para lograr una mayor reconstrucción. Este ejercicio tiene como propósito llegar a establecer un sentimiento de reconciliación, paz y gratitud con ese rico pasado vivido con nuestro ser querido perdido, confirmando así nuestra identidad familiar y estableciendo las bases para un futuro diferente y nuevo.

g. El analgésico que necesitamos para calmar el dolor que el presente nos produce sólo podemos encontrarlo en la intimidad de nuestra familia, en sus fuerzas de apoyo y soporte y en la técnica del ?hombro-oído-abrazo?. Es ella quien nos infundirá seguridad y confianza y nos proporcionará un modelo de estabilidad y continuidad al no desistir en el contacto mutuo ni dejarse abrumar por la ausencia aparente de soluciones a los distintos problemas.

h. Finalmente, para el dolor que el futuro nos produce, no hay mejor analgésico que la familia: si logramos alcanzar un sentimiento de reconciliación, paz y gratitud con ese rico pasado vivido con nuestro ser querido perdido, confirmar nuestra identidad familiar y lograr de la familia la seguridad y la confianza y el modelo de estabilidad y continuidad necesarios, estaremos estableciendo las bases necesarias para un futuro en comunidad con nuestra familia y nuestro dolor.

El superviviente empezará a mostrar su aceptación de la pérdida al hablar del difunto en función de su muerte y de su propia soledad; cuando de esta manera la pérdida se vuelve real, el dolor de estar solo y vivir cada día sin el difunto empezará a sentirse y expresarse.

Un aspecto importante para facilitar esta tarea es que tenemos que reconocer que hay poco consuelo posible cuando una persona enfrenta su futuro sin el ser amado perdido. No obstante, aquellos que le rodean si que pueden ofrecerle un sentido de estabilidad, continuidad y confiabilidad en un mundo que para ellos es caótico y carente de significado y propósito. Sólo en esta forma es posible que algún consuelo pueda comunicarse y aceptarse.

CUARTA TAREA
Reconstrucción
Recuperar nuestra realidad, nuestro sentido de la vida, nuestra personalidad íntegra y la confianza en el mundo puede llegar a ser una de las tareas más difíciles de la recuperación. Esto significa, entre otras cosas, enfrentarse con la desorganización y la adaptación a un entorno sin el ser querido. Es también uno de los factores que hace que el proceso de recuperación tome tanto tiempo como 3-4 años si no existen complicaciones.

Debido a que cada ser humano participa en mayor o menor intensidad de nuestra realidad, de nuestro sentido de la vida, de nuestra personalidad íntegra y de nuestra confianza en el mundo, un primer paso es establecer qué tanto de cada uno de estos elementos (realidad, sentido de la vida, personalidad y confianza) estaba absorbido por o dependía del ser querido fallecido. Una vez alcanzado este objetivo, debemos entonces utilizar ?lo que queda? de cada una de estas tres esferas como elemento o base para su reconstrucción. Más énfasis deberemos poner en aquellos aspectos que más seriamente se vean afectados por su dependencia del ser querido.
Cómo recuperar nuestra realidad:
La realidad que sirve como base a todas nuestras acciones, interacciones y expectativas (es decir, la rutina diaria, nuestras conversaciones con otros, nuestra forma de reaccionar a las cosas, nuestros proyectos, ilusiones, etc.) puede hacerse pedazos en mayor o menor medida según participase en ella nuestro ser querido. Si logramos clarificar lo que nos queda de ella en cada uno de sus elementos (rutina diaria, conversaciones con otros, nuestras reacciones, proyectos, ilusiones, etc.) utilizaremos estos ?desechos? como elementos para su reconstrucción. Esto significa que debemos establecer cuáles son cada uno de los elementos que componen nuestra realidad y realizar el ejercicio con cada uno de ellos. Esta tarea podemos hacerla solos, con la ayuda de un terapeuta o, más apropiadamente, con la ayuda de nuestros familiares.

El enfrentar la desorganización y la adaptación a un entorno sin el difunto suele ser la tarea más difícil para los deudos e incluso para aquellos que le acompañan en su duelo. El mundo se ha convertido en un lugar poco seguro y confiable -y la confirmación de la identidad personal ?a través de esa persona? se ha interrumpido-, la realidad supuesta se ha hecho añicos y las relaciones con otros tienen ahora que re-establecerse sobre una base completamente diferente.

Distintos y complejos problemas debe ahora afrontar el superviviente:

a. Reconstruir y recuperar su confianza en un mundo donde puede suceder cualquier cosa;
b. Continuar, separar y establecer los límites apropiados que le diferencien del difunto, confirmando así su identidad personal y recuperando la confianza en sí mismo;
c. Darle un nuevo sentido a la realidad y a la vida;
d. Manejar la interacción social ahora que ha perdido al ser tal vez más importante de su vida;
e. Abordar en solitario distintos problemas prácticos (económicos, vivienda, hijos, etc.).

Para facilitar este difícil proceso, aquellos que acompañan a una persona en duelo pueden:

(1) Infundir seguridad, confianza y proporcionar un modelo de estabilidad; esto es especialmente importante, como hemos visto, cuando el mundo se ha llegado a percibir como inseguro e inestable y cuando los amigos y familiares lejanos han empezado a retirar su apoyo o no saben cómo ayudar de forma adecuada y efectiva; al abordar y aceptar con un sentido de seguridad sus diversos problemas, aquel que acompaña -más su presencia- le transmiten un sentido de control y dominio.
(2) Establecer un marco de continuidad al no desistir en el contacto ni dejarse abrumar por la ausencia aparente de soluciones a los distintos problemas.
(3) Nuestros familiares, amigos, un terapeuta o nuestro grupo de duelo, pueden actuar temporalmente como “sustitutos interinos” (es decir, como una compañía pasajera mientras pasamos la fase aguda y nos sentimos capaces de reanudar nuestras otras amistades) con el fin de contribuir a la confirmación de nuestra identidad (es decir, a que seamos capaces de reconocer lo que es nuestro y no del ser querido perdido) y a nuestra auto-estima, y participar de nuestra interacción social durante el tiempo que precise el seguimiento del duelo. Además, también pueden ayudarnos a abordar y manejar diferentes problemas prácticos (económicos, vivienda, hijos, etc.); para ello se requiere que se acepte a los deudos como individuos y no como una categoría de personas difíciles de abordar.
(4) Se puede facilitar la interacción social al anticipar a los deudos lo que puede ocurrir en su entorno social y la forma en que reaccionan tanto ellos como el entorno a los cambios previstos; facilitar su integración al ayudarles a entender estos problemas como naturales y propios de sus circunstancias individuales. Después de cada paso tentativo, el individuo adquiere más confianza, aprende nuevas formas de manejar la interacción y establece relaciones sobre una base nueva y realista.

A pesar de ello, son inevitables los fracasos temporales, decepciones y retrocesos. Al evaluar individualmente la naturaleza de las aparentes dificultades, y al discutir los métodos para abordarlas, se minimiza la confusión y se establecen metas realistas. Aprender nuevos roles y recuperar el sentido de la propia identidad es un proceso lento, gradual y a veces desalentador; cada paso alcanzado da la oportunidad al acompañante para fortalecer la autoestima y confianza en sí mismo, animándoles a dar el paso siguiente. El objetivo no es aconsejar a los deudos sobre cómo manejar sus problemas, sino en darles la oportunidad de anticipar y comprobar varias estrategias para abordarlos, guiando la discusión en lugar de explicar qué es lo que está bien y qué lo que está mal.

Cómo recuperar nuestro sentido de la vida:
El sentido de la vida que sirve como base a nuestra relación diaria con otros y con el mundo, y a nuestros propósitos del presente y planes para el futuro, puede igualmente hacerse pedazos en mayor o menor medida según participase en él nuestro ser querido. Si logramos clarificar lo que nos queda de ese sentido de la vida en cada uno de sus elementos (propósitos del presente, planes para el futuro, etc.) utilizaremos estos ?desechos? como elementos para su reconstrucción. Esto significa que debemos establecer cuáles son cada uno de los elementos que le dan sentido a nuestra vida y realizar el ejercicio con cada uno de ellos. Esta tarea podemos hacerla solos, con la ayuda de un terapeuta o, más apropiadamente, con la ayuda de nuestros familiares.

Parte de este trabajo de recuperar el sentido de la vida, aunque más tardíamente,  implica reinvertir en una relación tan significativa como la que se ha perdido, es decir, formar nuevas relaciones y construir un nuevo sentido de la vida en el cual podrá o no participar mayormente esta nueva relación. Aquel que acompaña al deudo puede ayudar a éste a establecer diferentes contactos a los de la familia; para facilitar esto deberá evaluar conjuntamente con el superviviente las cualidades propias de su entorno, sus intereses y habilidades sociales, y las incapacidades actuales. La familia del deudo puede ocasionalmente requerir ayuda para entender la importancia de establecer nuevas relaciones como una tarea apropiada del proceso de aflicción normal del adulto. En el caso de la pérdida del cónyuge, es importante discutir posibles sentimientos de “deslealtad” con el difunto cuando una nueva relación significativa se percibe como un posible “sustituto”. Esta tarea de re-invertir en una nueva relación involucra socialización con nuevos compañeros y nuevos patrones de vida, y movimiento hacia una identidad nueva.

Cómo recuperar nuestra personalidad:
Es verdad que nuestra personalidad depende de muchas variables, si bien, cuando convivimos muchos años con una persona llega uno a tal grado de intimidad que uno puede no saber que es realmente de uno y que era del otro, creando una forma de confusión entre nuestras personalidades. Así, si logramos clarificar lo que realmente pertenece a nosotros en cada uno de los elementos de nuestra personalidad, utilizaremos esto como elemento para reconstruirla. Esto significa que debemos establecer cuáles son cada uno de los elementos que la componen y que no pertenecían al otro; es, de alguna forma, como volver a descubrir qué somos y para dónde vamos.

El objetivo final no es aconsejar a los deudos sobre cómo manejar sus problemas, sino en darles la oportunidad de anticipar y comprobar varias estrategias para abordarlos (enfrentarlos), guiando la discusión en lugar de explicar qué es lo que está bien y qué lo que está mal.

Durante este proceso de recuperación debemos, además, considerar:

1. Intervenciones precoces antes de que se establezcan patrones disfuncionales (es decir, formas no muy adecuadas para enfrentar el duelo o que pueden generarle a la persona más dificultades que beneficios).
2. Intervención sintomática:
a. Confrontar con la realidad la culpabilidad hacia uno mismo y hacia los otros (diferenciar entre culpa racional e irracional);
b. Ayudar a corregir las negaciones y distorsiones;
c. Trabajar el enfado y la rabia (orientación constructiva);
d. Confrontar la sensación de traición y abandono con la realidad;
e. Explorar fantasías de futuro (efecto de la pérdida sobre el propio futuro);
f. Manejo grupal del estigma y la vergüenza por las características de la muerte.
3. Intervención relacional:
a. Explorar las funciones de rol y la vivencia de fracaso del mismo.
b. Confrontar la necesidad de encontrar una justificación racional a la muerte (una causa medianamente aceptable).
4. Establecer un ritual de despedida.
5. Terapia individual y terapia grupal.

Para dar una mayor factibilidad al proceso de recuperación, el deudo debe considerar:

1. La institución más importante para podernos recuperar de la pérdida de un ser querido es NUESTRA PROPIA FAMILIA (?el duelo es un asunto de familia?). Las fortalezas de soporte y apoyo que posee la familia son únicas, y nunca mejor aplicadas que en el caso de la pérdida de uno de sus miembros. No debemos olvidar que la familia es especialmente buena es para los momentos ?malos?, más que para los llamados ?bueno? (fiestas, cumpleaños, etc.). Además de la familia como grupo de apoyo principal (F), debemos contar con al menos dos grupos alternos: (1) Uno o más grupos de apoyo (F1) en nuestra comunidad (de amigos, grupo de oración, de tertulia, de juego de cartas, gastronómico, etc.) y (2) Un grupo de duelo (F2) local o itinerante como recursos para la recuperación.

2. Es preciso recuperar la comunicación que se ve tan afectada por la muerte, que si lloro delante del otro también le estoy dando permiso de que lo haga conmigo, de que su angustia es sólo el reflejo de la máscara que se quita y que escondía ante nuestra presencia y, finalmente, que puedo aplicar ese viejo y sabio adagio de la sabiduría popular que dice que ?una pena compartida es media pena?, y que mejor forma que hacerlo en familia.

3. La terapia del Hombro-Oído-Abrazo: la terapia más importante para recuperarnos de la pérdida de un ser querido es tan antigua que la hemos olvidado; se nos ha olvidado que los seres humanos somos puro afecto, más afecto que cerebro, que necesitamos tocarnos (cosa que ya casi no hacemos), que el órgano del cuerpo que más necesitamos de otra persona para recuperarnos no es precisamente su boca (no necesitamos ?un discurso?), su cerebro o su corazón; el órgano del cuerpo más importante para ayudar a otra persona a recuperarse de la pérdida de un ser querido está precisamente a ambos lados de la cabeza, se llama ?oídos?; es decir, que nos escuchen una y otra vez decir el mismo curso (nos tenemos que volver cansones con el tema ?ese es el tema más importante en nuestra vida ahora-, sin que nos interrumpan con esas frustrantes frases de  ?otra vez con el mismo cuento?, ?otra vez llorando?). Necesitamos oídos que tengan la paciencia de escuchar nuestra angustia, dolor, desesperación rabia y tristeza una y otra vez, sin interrumpirnos (?nosotros hablamos y ellos escuchan?), prestándonos, eso sí, sus hombros para recostar nuestra afligida existencia porque no hay nada como este dolor. Y, finalmente, que nos den el mejor de los remedios para el duelo: un abrazo. Más no es un abrazo cualquiera, es un abrazo de 20-30 segundos, y al menos cada 4 horas.

4. Realizar entre todos una BIOGRAFÍA del Ser querido, pues ?ese ser querido? era todo un personaje, un protagonista, un héroe en nuestra familia, quien amerita, como homenaje y recuerdo, la biografía más completa de su vida, no sólo para nosotros sino para futuras generaciones.

5. Puesto que ?el duelo no se resuelve con la razón ni con la inteligencia, sino con el corazón?, no se trata tanto de pensar o razonar qué hacer para recuperarse: lo que se debe hacer, básicamente, es SENTIR Y EXPRESAR lo que de nuestro corazón proviene. Así, no se trata de reprimir los sentimientos, más bien de articularlos en palabras (hablar), en papel (escribir), en sonidos (gritar o cantar) o con el ejercicio físico.

6. Visitas al cementerio. A pesar de ser una opción absolutamente personal (solo yo siento el dolor, solo yo se si me sirve) y de formar parte de los rituales del duelo, la visita al cementerio aporta, además: (1) Libertad de expresión: Se trata de un lugar donde puedes hacer cualquier cosa (llorar, gritar, patalear, hablar con una pared, etc.) sin que nadie te diga nada pues es un lugar propicio para hacer este tipo de cosas. (2) Aplicar la técnica (modificada) de la silla vacía: El hablar con el cuerpo del ser querido detrás de un pequeño muro, imaginándose que está allí, escuchándonos -y aún sin hacerlo así-, es una forma muy adecuada de descargar tensión, dolor y angustia.

El proceso de recuperación de la pérdida de un ser querido consume gran cantidad de energía, tanto por el proceso en sí como por lo que el deudo invierte en informar a otros en cómo ayudarle (pedagogía del duelo). Por ello, las instituciones y/u organizaciones deben invertir en la pedagogía del duelo de forma que la persona en duelo no gaste tanta energía en educar a otros sobre el cómo deben ayudarle y apoyarle.

Con frecuencia, a muchas personas no les gusta hablar mucho de lo sucedido, del ser querido muerto, de lo que siente y lo que piensan, por no despertar su dolor o por  sentirse incomprendidos. Sabemos que el escribir, escribir y escribir (una bitácora o diario de duelo) es también una alternativa excelente. Entre las virtudes del escribir, están:

1. Permite guardar y evaluar los progresos.
2. Ayuda a la aceptación.
3. Expresar y descargar emociones y pensamientos.
4. Facilita el llorar.
5. Sentir presente al que murió.
6. Acompañarse.
7. Resolver asuntos pendientes.
8. Clasificar y registrar.
9. Me escucho….
10. Permite objetivizar.
11. Honrar al difunto.
12. Mejorar la comunicación.
13. Ubicación de la realidad.
14. Mejora el conocimiento de sí mismo.
15. Es el mejor de los oficios.
16. Es más íntimo.

Puesto que el duelo no se resuelve con la razón ni con la inteligencia, sino con el corazón, no se trata de pensar tanto o razonar cómo tiene uno que recuperarse: lo que se debe hacer es sentir y expresar el dolor, la angustia, la desesperación y los demás molestos síntomas del duelo. Para recuperarnos es preciso curar el dolor (los distintos tipos de dolor) y recuperar nuestro mundo (en sus tres grandes esferas). Estas son las 2 grandes tareas del duelo.

Al analizar el trabajo del duelo ?todo lo que debe hacer y a todo lo que se tiene que enfrentar para recuperarse de la pérdida de su ser querido- encontramos varias cosas que pueden hacerle más pesado o difícil su trabajo de recuperación y que cada persona debe evaluar individualmente para de esta forma dirigir sus mayores esfuerzos hacia aquellas áreas más conflictivas (ver dibujo):

1. Cargas Propias del Duelo
Son los componentes -síntomas y signos- propios de la aflicción: dolor, angustia, rabia desesperación, sensación de vacío, soledad, ansiedad de separación, etc.
2. Cargas no intrínsecas al proceso
Se trata de los obstáculos que entorpecen y dificultan el desarrollo del proceso del duelo y que están directamente relacionados con la aflicción y la pérdida: falta de información, evitación, represión, aislamiento, rechazo, entorno conflictivo no sano para el desarrollo del duelo, etc.
3. Asuntos Pendientes
Son todas aquellas cosas relacionadas con pérdidas previas de todo tipo (además de los asuntos pendientes por la pérdida actual) y que no fueron adecuadamente resueltas en su momento, generando una impronta en la situación actual y/o alterando la capacidad de la persona para resolver la pérdida actual.
4. Crisis concurrentes
Se trata de los obstáculos que entorpecen, dificultan y retrasan el desarrollo del proceso del duelo y que no están directamente relacionados con la aflicción y la pérdida: problemas económicos, obligaciones múltiples, enfermedad de otro familiar, desplazamientos, violencia, etc.
Manejo de los tiempos en el duelo como parte del proceso de recuperación.
Una parte importante del trabajo del duelo consiste en ubicar a la persona u objeto perdido en el área de los afectos; para ello es preciso “extraerlos” del afuera y ubicarlos dentro de uno mismo.
El Trabajo del Duelo
TAREA
PROCESO
HERRAMIENTA
ACCIONES A CONSIDERAR
1. INFORMACIÓN
Normalización: Confrontar lo que se siente con los síntomas normales del duelo
Anticipación: Evaluar por anticipado lo que ha de presentarse, y diseñar estrategias para ello; ofrecer esperanza
Leer, escuchar, ver, sentir (sobre el duelo), tanto para el deudo principal como para los acompañantes de éste
Aceptación: Exclusivamente de lo intelectual, del razonamiento abstracto, de los hechos que condujeron a la muerte, del cuerpo ya muerto, de lo social. No forzar la aceptación afectiva
Ejercicio: Realizar algún tipo de actividad física, por ejemplo, caminar
Grupos de ayuda mutua
Técnica narrativa
Breve Inventario del Duelo
Guías breves de duelo (preferiblemente no muy densas y extensas)
Escala del acompañante de duelo
2. VENTILACIÓN
Evocación: Recordar todo lo sucedido, lo más detalladamente posibles
Confrontación: Evitar la negación, hablar en los tiempos correctos
Aceptación: Continuar con el proceso de aceptación intelectual; vislumbrar algunos aspectos de la aceptación emocional (recordar aspectos de la vida juntos, visitas al cementerio/osario)
Biografía del querido: Vislumbrar al ser querido tal como fue
Grupos de ayuda mutua
Técnica narrativa
Ver fotos o películas
Escala de Las Tres Esferas
Inventario de pérdidas vividas
Diario del duelo
3. CURACIÓN
Segmentación: Evaluar y abordar por separado cada uno de los componentes del dolor
Consulta médica: Evitar que las molestias físicas absorban energía requerida en otros procesos
Evocación: Recordar lo más detalladamente posible la vida en conjunto.
Aceptación: Continuar con el proceso de aceptación emocional; ver al fallecido como una persona más real y no como la idealización de las fases iniciales; evaluación de los diferentes roles que éste cumplía y su nivel individual de finalización
Descarga: Deshacerse de toda la rabia y el resentimiento residual con la vida, el mundo y el muerto
Revitalización: El abrazo como la mejor estrategia para la revitalización personal y familiar
Fortalecimiento: El recuerdo de aspectos buenos y productivos, y la confirmación de haber logrado algo provechoso y madurativo, favorece la autoestima y fortalece a la persona
Planificación: La reconciliación con el pasado vivido y la seguridad y confianza alcanzada en la familia del presente, permiten establecer las bases necesarias para planificar y calmar la dolorosa perspectiva de un futuro sin el difunto
Escala del Trabajo de Duelo
Carta modelo
Asuntos pendientes
4. RE-CONSTRUCCIÓN
Análisis: Analizar cada una de las dimensiones que componen el mundo personal
Afrontamiento: Afrontar cada una de las dificultades encontradas en el análisis realizado y emprender los correctivos específicos
Diferenciación: Diferenciar el mundo personal, del presente, del mundo del pasado, del vivido con el ser querido fallecido
Inventario: Establecer qué tanto de cada uno de los elementos que componen el mundo personal estaba absorbido por o dependía del ser querido fallecido; este ejercicio puede ser repetido en varias ocasiones a lo largo del duelo
Confianza: Encontrar la persona o personas que le infundan seguridad y confianza, y le proporcionen un modelo de estabilidad y un marco de continuidad
Emprendimiento: Recuperar el control de las actividades de la vida diaria y aprender nuevos roles
Aceptación: Aceptar que la confirmación de la identidad personal a través de esa persona fallecida se ha interrumpido, que el mundo es ahora diferente y que las relaciones con otros y con el mundo tienen ahora que re-establecerse sobre una base completamente diferente
Re-socialización: Encontrar el o los sustitutos interinos que contribuyan a la confirmación de la identidad personal y colaboren en la interacción social durante el tiempo que se precise hasta que el deudo adquiera la confianza de hacerlo solo
Re-inversión: Aprender nuevos roles, recuperar el sentido de la propia identidad, fortalecer la autoestima y la confianza necesaria en sí mismo para animarse a reinvertir en una relación o relaciones tan significativas como la perdida
Escala de las Tres Esferas

Obstaculos para el duelo (escala de recuperacion)

EL TRABAJO DEL DUELO
1. Cargas Propias del Duelo
Son los componentes -síntomas y signos- propios de la aflicción: dolor, angustia, rabia desesperación, sensación de vacío, soledad, ansiedad de separación, etc.
2. Cargas no intrínsecas al proceso
Se trata de los obstáculos que entorpecen y dificultan el desarrollo del proceso del duelo y que están directamente relacionados con la aflicción y la pérdida: falta de información, evitación, represión, aislamiento, rechazo, entorno conflictivo no sano para el desarrollo del duelo, etc.
3. Asuntos Pendientes
Son todas aquellas cosas relacionadas con pérdidas previas de todo tipo (además de los asuntos pendientes por la pérdida actual) y que no fueron adecuadamente resueltas en su momento, generando una impronta en la situación actual y/o alterando la capacidad de la persona para resolver la pérdida actual.
4. Crisis concurrentes
Se trata de los obstáculos que entorpecen, dificultan y retrasan el desarrollo del proceso del duelo y que no están directamente relacionados con la aflicción y la pérdida: problemas económicos, obligaciones múltiples, enfermedad de otro familiar, desplazamientos, violencia, etc.

ESCALA DE EVALUACIÓN DEL TRABAJO DEL DUELO
La Escala de Evaluación del Trabajo del Duelo es un diseño personal del autor y no ha sido validado ni homologado; su única utilidad es obtener una impresión global del trabajo del duelo de la persona en particular.

Al analizar el Trabajo del Duelo ?todo lo que debe hacer y a todo lo que se tiene que enfrentar para recuperarse de la pérdida de su ser querido- encontramos varias cosas que pueden hacerle más pesado o difícil su trabajo de recuperación. En las siguientes preguntas encontrará algunas de ellas. Le rogamos responda lo más sinceramente posible que pueda si considera que ese problema en especial le genera más o menos problemas para su recuperación en base a la escala siguiente:

0: No (no me genera problema)
1: Un poco
2: Bastante
3: Mucho

I. Cargas Propias del Duelo (ponga en la casilla de enfrente el número correspondiente):
1. Incredulidad (   )
2. Negación (   )
3. Aceptación (   )
4. Inquietud (   )
5. Crisis de angustia (   )
6. Pesadillas (   )
7. Miedo (   )
8. Temor al muerto (   )
9. Boca seca (   )
10. Suspiros frecuentes (   )
11. Debilidad muscular (   )
12. Llanto (   )
13. Rabia (   )
14. Temblor incontrolable (   )
15. Perplejidad (   )
16. Trastornos del sueño (   )
17. Cambios del apetito (   )
18. Manos frías y sudorosas (   )
19. Náuseas (   )
20. Orinadera (   )
21. Diarrea (   )
22. Bostezos (   )
23. Palpitaciones (   )
24. Mareos (   )
25. Disminución de la concentración (   )
26. Trastornos de memoria (   )
27. Ansiedad de separación (   )
28. Sensación de vacío (   )
29. Pérdida de control (   )
30. Estrés prolongado (   )
31. Buscar al ser querido en todas partes (   )
32. Culpa (   )
33. Sentir la presencia del muerto (   )
34. Aislamiento (   )
35. Fatiga  (   )
36. Debilidad (   )
37. Repasar lo sucedido una y otra vez (   )
38. Soledad (   )
39. Necesidad de sueño (   )
40. Desesperación (   )
41. Desamparo (   )
42. Impotencia (   )
43. Reasumir el control de la propia vida (   )
44. Abandonar roles anteriores (   )
45. Buscar un significado a lo sucedido (   )
46. Perdonar (   )
47. Aprender a vivir sin esa persona (   )
48. Otro (especifique):

Puntuación: _____  Promedio: ______

II. Cargas no intrínsecas al proceso (ponga en la casilla de enfrente el número correspondiente):
1. Falta de información (   )
2. Evitar sentir (   )
3. No pensar (   )
4. Reprimir los sentimientos (   )
5. Llorar solo (   )
6. Entorno represivo (   )
7. Aislarse de otros (   )
8. Rechazar los sentimientos (   )
9. Ansiedad (   )
10. Depresión (   )
11. Soledad (   )
12. Otros (especifique):

Puntuación: _____  Promedio: ______

III. Asuntos Pendientes (ponga en la casilla de enfrente el número correspondiente):
1. Muerte del papá (   )
2. Muerte de la mamá (   )
3. Divorcio o separación de los padres (   )
4. Encarcelamiento de uno o ambos padres (   )
5. Muerte de un familiar que vivía en la misma casa (   )
6. Enfermedad/incapacidad grave en papá, mamá o hermano (   )
7. Abusos sexuales en la infancia (   )
8. Llegada de un nuevo miembro a la familia (   )
9. Cambios importantes a nivel económico (   )
10. Muerte de un amigo íntimo (   )
11. Discusiones frecuentes de los padres (   )
12. Hermano/a abandona hogar por matrimonio o estudio (   )
13. Cambio de residencia (mudanza) (   )
14. Cambio a una escuela nueva (   )
15. Muerte de una mascota (   )
16. Pérdida de objetos amados por robo (   )
17. Pérdida de objetos amados por incendio (   )
18. Pérdida amorosa (   )
19. Pérdida de año escolar (   )
20. Violencia intrafamiliar (   )
21. Violencia en el barrio, ciudad o pueblo (   )
22. Miseria económica (   )
23. Desplazado de otro pueblo o dentro de la ciudad (   )
24. Haber sufrido amputaciones de alguna extremidad (   )
25. Haber sufrido quemaduras visibles (p.ej., en cara) (   )
26. Haber sufrido cirugías visibles (p.ej., en cara) (   )
27. Muerte sin despedida (   )
28. No haberle dicho que le amaba (   )
29. No haberle dicho ? (   )
30. No haberle pedido perdón (   )
31. No haber hecho ? (   )
32. No haber sido mejor padre, madre, hijo/a, hermano/a, amigo/a, esposo/a, etc. (   )
33. No haber cumplido sus deseos (   )
34. No haber estado allí en ese momento (   )
35. No haber hecho las paces (   )
36. Otras (especifique):

Puntuación: _____  Promedio: ______

IV. Crisis concurrentes (ponga en la casilla de enfrente el número correspondiente):
1. Pobreza (   )
2. Leves dificultades económicas (   )
3. Moderadas dificultades económicas (   )
4. Graves dificultades económicas (   )
5. Obligaciones múltiples (   )
6. Sufre de enfermedad grave (   )
7. Cirugía pendiente (   )
8. Enfermedad de otro familiar (   )
9. Desplazamientos (   )
10. Violencia local (   )
11. Violencia intrafamiliar (   )
12. Abandono (   )
13. Ambiente familiar conflictivo (   )
14. Otro (especifique):

Puntuación: _____   Promedio: ______

PUNTUACION TOTAL: _____  PROMEDIO TOTAL: _____

Escuela de Padres y Otros Cuidadores de Niños en Duelo (RIAD)

Escuela de Padres y Otros Cuidadores de Niños en Duelo

No Tema

Duración (min)
Objetivo Responsable
1

Cómo hablarle al niño de la muerte
  Aprender a utilizar la comunicación verbal y no verbal en la comunicación con el niño acerca de la muerte.
2 Concepto de muerte en el niño    Conocer el desarrollo del concepto de muerte en el niño según su edad y adecuar las intervenciones a éste.
3 Características del duelo en la infancia   Conocer las características generales y particulares del duelo según la edad del niño.
4 Tipo de pérdidas en el niño    
5 Duelo único versus duelo múltiple    
6 Cronología del duelo en el niño    
7 Qué le ayuda y qué no le ayuda al niño durante su duelo    
8

La familia como Unidad Primaria de Facilitación del Duelo
   
9 Técnicas para ayudarle al niño a recuperarse de la pérdida del ser querido    
10 Los Derechos del Niño Escolar en Duelo    
11

Relación Niño-Colegio-Familia
 

Duelo por Pérdida de hijos (RIAD, Red Iberoamericana de Intervención en Duelo)

Aunque el grado de parentesco no es un buen indicador de la intensidad de la pérdida, los seres humanos depositan en sus hijos gran parte de su mundo; son más que familiares, son parte esencial de cada uno, de los sueños y proyecciones, y representan el futuro y la continuidad de los padres. Con todo, es considerada la peor de las pérdidas en la cultura occidental.

Cualquiera que sea la causa, su muerte ejerce un profundo efecto emocional sobre la familia como un todo, y en cada uno de sus integrantes. Los sentimientos de culpa y enojo son frecuentes, y la hostilidad y agresividad se desplazan habitualmente hacia el cónyuge, hermanos u otras personas conocidas.

Si el entorno paternal ha sido demasiado protector y se busca – mediante determinadas conductas – la sustitución del miembro perdido, se puede estimular artificial e inadvertidamente tal comportamiento en los supervivientes y perturbarla. Por otra parte, cuando se pierde a un hijo, es posible que pierda más que un lazo de unión; la familia puede haber utilizado la enfermedad de aquel como un medio de evitar problemas mutuos y conflictos no relacionados con la enfermedad. Con su fallecimiento, y ante la imposibilidad de recurrir a estos modelos desviados, el grupo fraternal debe, por consiguiente, enfrentarse a los hechos de forma adaptativa y directa, buscar otras alternativas para evitar el conflicto o desintegrarse.

El grave impacto que causa este tipo de pérdidas exige un abordaje protocolizado y multidisciplinario ante las graves consecuencias que conlleva sobre cada uno de los supervivientes, particularmente si existen niños pequeños.

http://www.missfoundation.org/spanish/myths.html

http://www.bereavementmag.com/

http://www.centerforloss.com/pg/default.asp

http://www.krisalida.com/html/krisalida2.html

http://www.death-dying.com/

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Duelo por Muerte Perinatal (RIAD, Red Iberoamericana de Intervención en Duelo)

Muerte neonatal: Popularmente se cree que la muerte de un recién nacido – al carecer de tiempo suficiente para que se establezcan fuertes lazos de unión – produce menos aflicción que en aquellos casos en que si ha habido tiempo para que estos se formasen (sería tanto como decir que duele más la pérdida de un hijo de 50 años que la de uno de 35, y no es así). Existen suficientes datos que corroboran que la respuesta de las familias en estos casos se corresponde con las reacciones aflictivas típicas. Las madres manifiestan con frecuencia culpabilidad basada en causas imaginarias de la muerte, tales como prácticas sexuales durante el embarazo, alimentación insuficiente o trabajo intenso y prolongado durante la gestación. Los padres también experimentan sentimientos de culpa relacionados con el abandono de sus esposas, falta de atención a las necesidades de éstas, causas genéticas o la sensación de “haber hecho algo mal”. Si lo desean, el tenerlo en brazos puede ayudarles en su proceso de aflicción (es recomendable hablar previamente de los cambios que el cuerpo del bebé puede presentar en cuanto al color de la piel, la temperatura, la rigidez, etc.). Además, como parte del proceso del duelo, y para lograr su conclusión, es conveniente disponer de una ceremonia formal que promueva la exteriorización del dolor y no deje a la familia con la sensación de que el nacimiento y la muerte del niño han sido sucesos sin importancia.

En caso de abortos y mortinatos: Cuando las madres se enfrentan con el nacimiento de un niño muerto, aproximadamente el 50% se reprochan a ellas mismas o echan la culpa a otros, 25% lo considera la voluntad de Dios y otro 25% evita pensar en ello. Las reacciones de aflicción son típicas y los sentimientos de vergüenza – relacionados con la vivencia de fracaso como mujeres capaces de dar vida a un niño ? son habituales. Este tipo de muerte añade un agravante al duelo: la pérdida de lo que podría haber sido, de la sensación de futuro. Como en el caso anterior, se recomienda que los padres vean y toquen a la criatura; esto permite facilitar el proceso aflictivo al existir una “persona tangible” por la cual apenarse. Cuando no lo deseen – circunstancia que por lo demás no es extraña o anormal – no hay que dejar que se sientan culpables por su actitud. De igual forma, también es importante ponerle nombre a la criatura y realizar algún tipo de ritual sencillo.

Tanto en los casos de muerte neonatal, como en abortos y mortinatos, existe cierta “desacreditación” social del duelo y, a veces, es considerado como un “duelo de poca importancia”, motivo por el cual las madres y/o padres pueden no consultan por ello.