Respaldo de material de tanatología

doble discriminación: discapacidad y transexualidad

Ignorada ante su discapacidad, agredida por su transexualidad
ROCIO SANCHEZ /NOTIESE ESPECIAL PARA LA JORNADA

Irina Echeverría enfrenta dos facetas de la discriminación. Nació
con polineuropatía degenerativa crónica, padecimiento que disminuye
el movimiento y la sensibilidad en todo el cuerpo, por lo que usa
silla de ruedas. La discriminación que aparecía como indiferencia
ante su discapacidad motora se transformó en ataques cuando comenzó
su proceso de reasignación de sexo, hace cuatro años. Irina, una
mujer transexual que preferiría la indiferencia de la gente con tal
de que no la agrediera, relata en entrevista con NotieSe los
problemas que ha enfrentado tanto a nivel social como institucional.
Hace siete años Irina y una amiga llegaron a vivir a una unidad
habitacional en la delegación Tláhuac. La mayoría de sus vecinos son
empleados sindicalizados del Gobierno del Distrito Federal. La
unidad, con banquetas de hasta 40 centímetros de alto, no contaba
con accesos para silla de ruedas. Irina las solicitó al
administrador del condominio, pero se negaron a la petición. Tuvo
que pagar de su bolsa la construcción de una rampa en la parte
trasera del edificio, junto a su departamento.
Cuando inició su proceso transexual los conflictos se incrementaron.
El entonces administrador de la unidad y otros tres vecinos
comenzaron a insultarla cotidianamente y a reclamarle la rampa. ”Me
agreden por la ventana; me avientan basura, tierra, animales
muertos; me gritan ‘pinche puto’, ‘pinche maricón’, ‘lárgate de
aquí'”.
Una de sus vecinas le reveló que la razón de tal furia es su
transexualidad, por lo que ”harán todo para conseguir que se vaya
de la unidad”. Irina y su amiga aseguran que si tuvieran los
recursos económicos se irían a vivir a otro lugar, “no por salir
huyendo, sino para vivir mejor”.
Batallas legales
A causa de las agresiones Irina interpuso una denuncia por
discriminación, así como un procedimiento ante el juez cívico para
resolver el problema de los accesos a su departamento. Además,
acudió a interponer sendas quejas en la Comisión de Derechos Humanos
del Distrito Federal y al Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación (Conapred).
Al levantar la denuncia por discriminación, el Ministerio Público
número uno de Tláhuac trató a Irina con clara actitud
discriminatoria. ”Se portó amable conmigo hasta el momento en que
vio mis documentos oficiales con mi antigua identidad masculina. En
ese momento se volvió déspota y comenzó a hablarme en masculino”.
También le dijo que las acciones que sus vecinos llevan a cabo en su
contra “no constituyen actos de discriminación”, por lo que su
denuncia no procedía.
Ante este trato, Irina acudió a la Fiscalía para Servidores Públicos
del Distrito Federal para denunciar la negligencia del Ministerio
Público. La denuncia continúa en proceso.
En Conapred, pese a que el trato inicial tampoco fue adecuado, de
acuerdo con Irina, la queja tuvo entrada y se citó a sus agresores
para conciliar, pero sólo tres de los cuatro involucrados
acudieron. ”Negaron todo; dijeron que están dispuestos a someterse
a la audiencia de conciliación y hasta aseguraron que uno de ellos
es mi amigo”. Los insultos y las burlas continuaron después de tales
declaraciones.
Otro proceso interpuesto por Irina fue una queja ante la
Procuraduría Social (Prosoc) del Distrito Federal, encargada de
normar la convivencia entre condóminos. La afectada envió una carta
a la procuradora, María Magdalena Gómez Rivera, narrando los
problemas que ha tenido en su unidad debido a su discapacidad y su
transexualidad. Le aconsejaron en un escrito que acudiera al
Ministerio Público y al Juzgado Cívico y, si nada de esto funciona,
a la Comisión de Derechos Humanos del DF. Una vez agotadas estas
instancias podría regresar a la Prosoc a interponer una
queja. ”Todo eso ya lo hice y antes de que me dieran esa
respuesta”. Inconforme, Irina acudió a la oficina de la
procuradora. Ahí la atendió su secretaria particular, quien se
mostró sorprendida por la respuesta dada y se comprometió a revisar
el caso.
Sin embargo, cuando logró que dieran entrada a su proceso en Prosoc,
sus cuatro vecinos ya habían interpuesto una queja por invasión de
áreas comunes. Ayer, la solución que propuso el subprocurador de
quejas de Posoc, Juan de Dios Izquierdo, da la razón a los quejosos
aseverando que Irina está violando la Ley Condominal, por lo que
deberá quitar la rampa -su único acceso a su casa- o pagar una multa
de 300 días de salario mínimo.
Situación emblemática
Víctor Velasco, sicólogo con amplia experiencia en el tema de
transexualidad, dijo a NotieSe que la de Irina es “una situación
común porque su condición genera un gran rechazo social debido a la
ignorancia y los miedos que mueve.
”Cuando en la vida cotidiana vemos a una persona con discapacidad,
tendemos a pensar que es una persona que no ejerce su sexualidad. En
la medida en que ella muestra que su sexualidad está ahí presente,
provoca más el rechazo de los vecinos porque evidencia dos cosas que
desearían no observar: tanto su transexualidad como su discapacidad.
Las dos provocan mucho temor”, asegura.
Ante los miedos que genera estar cerca de algo que al parecer nos
amenaza y no podemos controlar, dice el también director del Centro
de Capacitación y Apoyo Sexológico Humanista, la agresión es la
reacción más primitiva. La diferencia entre el estado de
discapacidad de Irina y la agresión que sufre ahora que es
transexual, afirma, “es que en el primero, mediante la indiferencia,
pareciera que no existes, pero cuando eso se hace absolutamente
evidente (en la transexualidad) ya no puedes jugar a que no ves”.
Lucha constante
Irina ya ha ganado otras batallas. Una fue conservar su empleo de 15
años como vigilante en la UNAM. “Me dieron de baja, pero me quejé
ante la rectoría y gané, aun sin que el sindicato moviera un dedo.
Me reinstalaron, me pagaron salarios caídos y ahora el trato de
directores y subdirectores hacia mí es de respeto”.
Lo que Irina exige es respeto. Las agresiones hacia ella son
injustas, afirma, ya que cualquier persona que la conozca sabe “que
no me meto con nadie. Mi vida es privada y lo único que hice fue
atravesar un proceso transgénero sin esconderme. La agresividad de
la gente es terrible”.
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