Zarina Enviando en: domingo, 11 de mayo, 2003 – 02:06 pm
Los seres humanos necesitamos ponerle fin a una relación, despedirnos, cerrar el ciclo vital antes de morir.
Intentamos conseguir, de alguna manera, una especie de permiso de nuestros seres queridos para poder morir.
Esto se ha hecho evidente con algunas experiencias conmovedoras: alguien que no muere hasta tanto no regrese su hijo de un viaje, puede escribir una carta o enviar un mensaje a sus seres queridos que dé razon de lo que con el ocurrió.
La oportunidad de decir adios que una enfermedad ofrece a los familiares y amigos es muy valiosa y aporta gran alivio, asi se trate de un triste alivio, al paciente y su familia: compartir las lagrimas, reiterarse los afectos, perdonar fallas y heridas previas, abreviar las distancias afectivas y manifestar agradecimiento por lo vivido y el dolor por tener que separarse.
El contacto físico, un abrazo, una caricia o una mirada, dicen tanto o más que las palabras y constituyen interacciones de profundo valor humano de las cuales los sobrevivientes jamas se arrepiente.
Ma bien se lamentan de no haberlo hecho en vida, especialmente aquellos que por temor al dolor disimularon sus necesidades tras una falsa fachada de entereza, desapego y control de la situación.
Aprovechemos ahora que estamos vivos para perder el miedo a decir: te quiero y disfrutar en vida de la gente que amamos, cerremos el círculo del rencor y abramos la puerta del perdón, depues puede ser tarde.