Respaldo de material de tanatología

FACTORES DE RIESGO DE DUELO COMPLICADO

FACTORES DE RIESGO DE DUELO COMPLICADO
Nuestra sociedad ya no sabe sentir, porque demasiadas historias
permanecen ocultas y jamás serán escuchadas.
Marion Woodman

FACTORES DE RIESGO DE DUELO COMPLICADO
Nuestra sociedad ya no sabe sentir, porque demasiadas historias
permanecen ocultas y jamás serán escuchadas.
Marion Woodman

Se han identificado varios factores de riesgo que pueden hacer que el proceso de recuperación sea más difícil de lo que sería sin la presencia de estos. La experiencia del trabajo con los deudos demuestra que la pérdida de un ser querido suele estar habitualmente complicada por otras circunstancias concurrentes; es decir, reconstruir el mundo puede ser sólo una parte de las muchas dificultades que también pueden presentarse. El que un hecho en particular genere o no un duelo complicado depende tanto de los recursos internos (p.ej., estrategias de afrontamiento, resiliencia) como de los externos (entorno apropiado y facilitador), y muy especialmente del balance dinámico que se establezca entre ambos tipos de recursos.

Un duelo complicado es, como la palabra lo dice, más difícil, tormentoso, angustiante o pesado, y es clasificado en varios tipos: ausente o retardado, inhibido, prolongado o crónico, ambiguo o imposible, no resuelto, intensificado y distorsionado. La variedad enmascarada es más un tipo de aflicción de alto riesgo que una pena complicada en sí.

Algunos de estos factores son:

1. Edad extrema (niños y ancianos)
Se trata de un factor de riesgo muy importante debido a que las características de la aflicción en estas edades son diferentes a las de otros grupos etáreos (ver más en sección correspondiente).

2. Igual edad del difunto a la de otra persona significativa muerta en el pasado
Esta coincidencia cronológica de las dos pérdidas hace que la recuperación sea más difícil.

3. Pérdidas múltiples o acumuladas
La presencia de varias pérdidas en distintos momentos de un mismo duelo (mientras la persona intenta recuperarse de una, viene la otra, y así) o su concurrencia múltiple (varios seres u objetos queridos perdidos al mismo tiempo) hacen que el proceso sea tremendamente difícil.

4. Crisis concurrentes
El hecho de que otro u otros problemas importantes que resolver coincidan con la pérdida actual (p.ej., enfermedad en el deudo principal, obligaciones múltiples, crianza de los hijos, economía familiar, situación socioeconómica conflictiva, etc.), puede hacer que la persona se vea en la necesidad de aplazar el duelo para otro momento, pues su sola presencia puede tener tal prioridad que ella no pueda ocuparse en ese momento de su aflicción.

5. Enfermedad física o psiquiátrica previa o actual
Toda enfermedad crónica previa o aguda grave establece ya un factor de riesgo de complicaciones durante el duelo.

6. Duelo no resuelto de pérdida previa
Si la persona se encuentra recuperándose de una pérdida en particular, y se le añade otra (cualquiera que sea), el proceso puede bloquearse, tornarse más lento o no darse sin ayuda adecuada.

7. Pobres o ausentes sistemas de apoyo emocional y social
Para recuperarse de las pérdidas, los seres humanos acuden a dos fuentes importantes de ayuda: la interna (p.ej., de la personalidad, la experiencia, la edad)  y la externa (las que vienen de otros, sean o no familiares). La persona puede optar por hacerlo sólo con los recursos propios, utilizando muy poco o nada los externos, o viceversa, u optar por emplearles por igual. Los mejores resultados se alcanzan cuando se acude a las dos fuentes, sacándoles el máximo provecho.

8. Relación altamente ambivalente o dependiente con el difunto
Cuando el vínculo que unía al sobreviviente con la persona fallecida fue muy ambivalente, con una mezcla de sentimientos de amor y rechazo (p.ej., cuando el difunto era alcohólico o muy agresivo), o se trataba de una relación altamente dependiente (el otro era quien hacía o decidía todo), el trabajo de recuperación puede llegar a ser más difícil.

9. Muerte repentina e imprevista, incluyendo suicidio
Debido a que este tipo de circunstancias producen una reacción inicial muy intensa, el proceso de recuperación puede complicarse.

10. Aquellos que pueden estar disuadidos de expresar su congoja (dolor) o no tienen oportunidad de hacerlo
Este tipo de comportamiento en el entorno es, desafortunadamente, muy frecuente: los deudos son animados a no expresar su dolor. Algunos de los comentarios más comunes que buscan que la persona no llore son: ?se va a enfermar?, ?la vida debe seguir?, ?no lo deja ir?, ?no lo deja descansar?, ?usted no tiene remordimientos?, ?pone mal a los demás?, ?¿quiere que le pegue para que llore por algo de verdad? (en caso de los niños)?, ?¿por qué se siente así si él o ella ya no está sufriendo??; finalmente, y ante la ineficacia de estos comentarios (pues las lágrimas siguen corriendo), el acompañante opta por irse y deja al deudo con su dolor. Esta actitud sólo lleva a complicar más el proceso de recuperación pues genera en el sobreviviente mayor angustia y soledad, obligando a ésta a dejar de lado el valioso recurso externo que constituye su entorno afectivo.

11. Aflicción aguda inusitadamente intensa
Si la respuesta inicial es muy intensa, tanto como para requerir un servicio médico o psicológico de urgencia (se incluye angustia o ansiedad aguda con o sin pánico), el proceso de recuperación puede verse afectado.

12. Una incierta o no-visualización de la pérdida
Esta circunstancia puede llevar a que el proceso de recuperación no se inicie o se aplace pues no hay evidencia tangible que corrobore la realidad de lo sucedido. Se presenta cuando no se ve el cuerpo muerto, ya sea por  deseo expreso o en casos de ahogamiento, guerra, atentados terroristas, etc.

13. Pérdida social inaceptable (relación homo/heterosexual que era secreta, muerte por asesinato, suicidio, SIDA, etc.) o que es socialmente negada (aborto, homicidio piadoso, etc.)
Debido a las características especiales de la muerte (estigma, rechazo social, incomprensión, ilegalidad), este tipo de fallecimiento pueden llevar a complicaciones serias en el duelo.

14. Negación intelectual/emocional de la pérdida
Esta reacción suele ser muy problemática (se incluye la momificación o conservación de las cosas y del cuerpo como si la persona estuviera aún viva, más allá de las tres primeras fases del duelo) y la mayor parte de las veces exige consulta especializada.

15. Enfermedad terminal de larga evolución
Como hemos visto antes, un cuidado tan prolongado puede cansar demasiado al deudo y  agotar sus energías, reduciendo la disponibilidad de esta para invertir en el proceso del duelo.

16. Síntomas depresivos de diverso grado de intensidad desde el inicio del duelo
Esta reacción es ya, de por sí, una complicación del proceso de volver a vivir tras la muerte.

17. Personalidad pre-mórbida
Todo trastorno de personalidad previo (sujetos cuyas formas de ser nos parecen extrañas y/o conflictivas) puede complicar de forma grave el trabajo del duelo.