Respaldo de material de tanatología

Nietzsche y Dios

FRIEDRICH NIETZSCHE

    EL “HUMANISMO” ATEO DE FRIEDRICH NIETZSCHE

    Nietzsche es el profeta de la muerte de, Dios y de la grandeza del hombre, es uno de los pioneros del humanismo ateo. Esta figura enigmática ha ejercido una influencia clara sobre Heidegger, Gide, Sartre, Malraux, Camus. Ha podido inspirar la locura racista de Hitler, e inspira, sin duda, las actitudes de mucha juventud actual.

    Del mono al superhombre

    Esta evolución profetizada por Nietzsche supone al hombre como un “animal cuyo tipo no está determinado”, que debe favorecer su propia evolución. Lo propone en Así habló Zarathustra, que él considera su obra maestra, “un quinto evangelio”.
    ?Yo predico el Superhombre. Yo os anuncio el Superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Quién de vosotros ha hecho algo para superarlo? Todos los hombres, hasta el presente, han originado algo superior a vosotros mismos, ¡y mientras, vosotros, queréis ser el refluir de esa marea y retornar a la animalidad, mejor que superar al hombre! ¿Qué es el mono para el hombre? Un motivo de risa, o una dolorosa vergüenza. Pues otro tanto debe ser el hombre para el Superhombre; una irrisión, o una afrentosa vergüenza.

    ¡Habéis ya recorrido el sendero que va desde el gusano al hombre, pero queda aún en vosotros mucho de gusano! Escuchadme, os diré qué es el Superhombre: el Superhombre es el sentido de la tierra. Que vuestra voluntad diga: ¡sea el Superhombre el sentido de la tierra! ¡Hermanos míos, yo os exhorto a que permanezcáis fieles al sentido de la tierra, y nunca prestáis fe a quienes os hablan de esperanzas ultraterrenas! Son destiladores de veneno, conscientes o inconscientes. Son menospreciadores de la tierra, moribundos y emponzoñados, y la tierra les resulta fatigosa, ¡Por eso desean abandonarla!? (Nietzsche, Así habló Zarathustra, pág. 46)

    Voluntad de dominio

    “El ser viviente desea ante todo dar libre curso a su fuerza, la vida es en sí misma voluntad de dominio.” Sobre todo significa posesión de sí, absoluta libertad, capacidad de crear valores nuevos, alcanzar una independencia sin límites. Esta voluntad de dominio es medio de conseguir hacer realidad el Superhombre. Para ello hay que recorrer dos estadios.

    – Primer estadio: romper los decálogos, sacudir las servidumbres tradicionales. ?¡Oh, hermanos míos, romped las viejas tablas!?

    – Segundo estadio: ?Conquistar el derecho de crear valores nuevos por medio de la acción y seguir el instinto?.

    ?El ser viviente desea ante todo dar libre curso a su fuerza, la vida es en sí misma voluntad de dominio. Esta voluntad de dominio es medio de conseguir hacer realidad el Superhombre.? (Nietzsche)

    La verdad no existe, “desprecio esta palabra tan altanera”. “El instinto está por encima de la moral.” El Superhombre está más allá del bien y del mal. “La naturaleza superior mide los valores según su criterio superior.” “Nada es verdad, todo está permitido.” Así el Superhombre – desprecia el pecado- logra pasar de la moral de los esclavos a la moral de los dominadores.

    LA TRANSFORMACIÓN SIN DIOS

    “Dios ha muerto”

    Pero esta transformación tan radical de valores sólo puede darse si Dios no existe o si lo matamos. ¡El “tú debes” es el obstáculo mayor para el advenimiento del Superhombre!

    ?Antaño los crímenes contra Dios eran los máximos crímenes, la blasfemia contra Dios era la máxima blasfemia. Pero Dios ha muerto, y con él han muerto esas blasfemias y han desaparecido esos delitos. Hogaño el crimen más terrible es el crimen contra la tierra; es decir, poner por encima del sentido de la tierra las entrañas de lo incognoscible.? (Nietzsche, Así habló Zarathustra, pág. 47)

    Crítica del cristianismo

    Nietzsche hace una crítica dura del cristianismo. Naturalmente, del cristianismo que él conoce. Pertenece a una familia de pastores protestantes. Para él el cristianismo tiene un encanto pernicioso, parecido a las adormideras que rebajan las energías.

    ?Ahora comprendo… ¡lo que buscaban era dormir tranquilamente y practicar virtudes coronadas de adormideras! Bienaventurados los soñolientos porque pronto ?se dormirán? Sería preciso que me cantaran cantos mejores para que yo creyera en su Salvador: sería preciso que sus discípulos tuvieran un aire más desembarazado?.

    Y Nietzsche pasa revista a las principales virtudes cristianas

    ¿Qué es el amor al prójimo? “Codicia, amor: ¡ah, qué distinto suenan en nuestros corazones estas dos palabras! Pero bien pudiera ser que fueran dos expresiones diferentes de un mismo instinto. . . necesidad de soltar, de dar”. Son los pobres los que predican la caridad: ?el prójimo alaba el desinterés porque redunda en su propio beneficio.?

    ¿Qué es la compasión? “ya sea la compasión de un Dios o la compasión de los hombres, la compasión es una ofensa al pudor”. “Cuando voy a ayudarle, estoy hiriendo gravemente su dignidad”.

    ¿Qué es el perdón de las ofensas? El que no tiene la fuerza suficiente para vencer a su enemigo, santifica así su cobardía : ?Se creen buenos porque tienen las patas débiles?.

    ¿Qué es la oración ? “Los pobres de espíritu no saben salir adelante, y prohibirles el runrún de la oración es quitarles la religión. . . Es que lo único que les pide su religión es que estén tranquilos, no sólo su ánimo, sino sus ojos, sus manos, sus piernas y toda suerte de órganos. . . ”

    Y ¿qué es la humildad sino bajeza; la pureza sino obsesión de la carne, etc. . .? En una palabra : ?Vuestra virtud es la cobardía de vuestros vicios?.

    Por eso el Cristianismo es una religión de degenerados; es todo lo contrario del principio de selección; protege a los ineptos y ha hecho un ?aborto sublime?, ?un rengo que obstaculiza el camino a otro más ágil que él?.

    Así es como Nietzsche traduce las Bienaventuranzas: ?Los pobres, los impotentes, los débiles, son los únicos buenos, los que sufren, las necesitados, los deformes, son los únicos buenos bendecidos por Dios. . . Por el contrario, vosotros que sois nobles y poderosos, sois desde toda la eternidad los malos, los crueles, los insaciables, y eternamente seréis los réprobos, los malditos, los condenados.?

    Un cierto cristianismo debe morir

    Un cierto Dios ha muerto, es verdad, un cierto cristianismo debe morir. Es el problema creado por el proceso histórico de la secularización. ¿No será ese Dios del que Nietzsche busca la muerte?

    ?El cristianismo, por poco que se le desvía de sus verdaderas perspectivas, corre el riesgo de fomentar una especie de fatalismo devoto, que es degradación de la idea de providencia, una especie de masoquismo melancólico, que es degradación de la virtud de la humildad; una incredulidad fácil, que es una degradación de la esperanza, un sentimentalismo invertebrado, que es una degradación de la caridad. Y no continúo. . . Quizás se encuentren más cristianos que lleven la imagen de este cristianismo desvitalizado que los que lo practican en toda su autenticidad. A todos aquellos, aunque sean unos genios como Nietzsche; que juzguen al cristianismo bajo estos productos tan ampliamente extendidos, los remitimos al cristianismo auténtico que los rechaza más vehemente que sus adversarios.? (Manuel Mounier, L’espoir des desesperes Oeuvres I, 1V).

    Nietzsche y el “odio amoroso” a Cristo

    Nietzsche se jacta del desprecio hacia “ese extraño santo, que decía de sí mismo: Yo soy la verdad, ese presuntuoso que desde hace tanto tiempo hace hincharse de vanidad a tanta gentecilla”. No obstante, Nietzsche parece poseído de una secreta envidia contra Jesús. No contento con copiar el vocabulario bíblico (Ecce Homo, el monte de los Olivos, los Siete Sellos, etc.), plagia en sus obras muchos temas evangélicos: las parábolas, la cena, el mesianismo. Y Nietzsche quiere persuadirse de tener razón contra Jesucristo; ?el Hebreo Jesús. . , murió demasiado joven, Si hubiera llegado a mi edad se hubiera retractado de su doctrina. Era suficientemente noble para retractarse.?.

    En su “odio amoroso” llega a identificarse con el adversario. Su última carta irá firmada: “El Crucificado”. Como los viñadores homicidas de la parábola que dijeron ya entonces: “Este es el heredero. Vamos, matémoslo, y será nuestra la herencia.” (Mc. 12, 7).

    ?Hasta, el último de sus días Nietzsche estará como obsesionado por la figura de Jesús. Pasa por la alternativa de admiración y de menosprecio, de ternura y de sarcasmo, fruto de una secreta envidia. No es el descubrimiento de un nuevo reino, ni la afirmación incoercible de nuevos valores los que determinan en él estas negaciones y estas críticas, sino un instintivo antagonismo incluso en la imitación. Siente la necesidad de desempeñar un papel análogo y superior. Es que a Nietzsche no le bastaba con hacerte el “anunciador” de un nuevo Evangelio: aspiraba al título de redentor. Para esto no le queda otro remedio que medirse con Cristo, y jamás dejará de acechado con malicia. Todo el Zarathustra es un testimonio de este deseo de imitación. . . En Jesucristo, ?todo es Sí? Nietzsche, por desgracia, es el hombre del resentimiento.? (De Lubac, Affrontements Mystiques).