Respaldo de material de tanatología

Cuando los hombres estan de luto

CUANDO LOS HOMBRES
ESTÁN DE LUTO

 

Por qué los Hombres Sufren
De Diferente Manera
Y Cómo Lo Puedes Ayudar
Licenciada Elizabeth Levang

A mi abuela, Salute Del Bel Belluz,
quien con su amor por mi hizo toda la diferencia.

Contenido
Reconocimientos
Introducción   
PRIMERA PARTE:  NUEVOS ENTENDIMIENTOS
1. Cuando los Hombres y las Mujeres están de Luto
?Sigue el Viento:  Canciones para Almas Manchadas? por Ralph O. Robinson
2. El Lenguaje del Pesar
?Mi Padre? por Jon Masson
3. El Proceso del Luto:  El Hombre Pensante
?Ya No Está Más Aquí? por Jim Amundsen
SEGUNDA PARTE:  REALIDADES Y RETOS
4. La Negación
?El Último Viaje de Pesca? por Larry D. Jonson
5. La Ira
?El Síndrome del Animal Herido? por Robert W. Ross
6. El Control
?El Pesar Resuelto? por J. B. Blair
7. La Amargura
?Sin Padre? por John L. Jankord
8. Los Comportamientos Adictivos
?El Precio del Éxito? por Richard Friberg
9. La Desesperación
?Atrapado en un Paracaídas Precioso? por Jim Murrow
TERCERA PARTE:  PROSPECTOS DE RENOVACIÓN
10. Un Tiempo de Cambio y Sanación
?Escogiendo la Felicidad sobre la Pena? por Thomas Chalfant

11. Transformación
?El Circulo de la Aflicción? por Kent L. Koppelman
Acerca de los Contribuyentes ,    Acerca del Autor  y  Fuentes

Reconocimientos

Una suave brisa roza nuestras caras conforme nosotras tres?Rachel Faldet, Karen Fitton y yo?nos sentábamos en la plataforma del tren en Norwalk, Conecticut.  Era principios de julio y momentos antes habíamos tratado de persuadir al conductor de ir un poco más rápido para que pidiéramos alcanzar nuestro tren hacia Maniatan.  Acabábamos de terminar de grabar otro programa de televisión y donde al final de la gira promocional del libro Our Stories of Miscarriage [La Historia de Nuestros Abortos Espontáneos] de Rachel y Karen.  Para cuando le pagamos al conductor la tarifa el tren ya había alejado de la estación.  Mientras nos acomodábamos para esperar el siguiente tren, nos pareció apropiado hablar acerca de hacia donde se dirigían nuestras vidas.  Karen y Rachel me animaron ese día a perseguir mi interés desde hace mucho tiempo por escribir un libro acerca de los hombres y el pesar.  Les agradezco por ese importante empujón.  Le agradezco, especialmente, a Rachel, cuyo rol en este proyecto parece crecer rápidamente con el tiempo.  Ha sido muy importante poder contar con su experiencia literaria y su amistad.
      Mi esposo, Curt, no sólo leyó cada una de las palabras que escribí, sino que también contribuyó de muchas maneras.  Sus habilidades como psicólogo clínico están impresas a lo largo del libro, y le agradezco por su consejo experimentado.  Durante todos los meses que investigué y escribí este libro, mi hija, Natalie, siempre compartió su sabiduría y amor.  Le agradezco por todos los sacrificios que hizo y por su apoyo incondicional.
      La evocadora poesía que se encuentra dentro de este libro fue compuesta expresamente para cada capítulo por Louis Cerulli, un poeta magnífico.  Louis también se tomó la exigente tarea de ayudarme a encontrar colaboradores y fue el responsable de editar sus historias.  Le agradezco a Louis por compartir sus regalos creativos y por su paciencia durante este siempre evolutivo proyecto. 
      Admiro a los hombres que contribuyeron con sus historias para este libro.  Se necesita mucho coraje compartir el dolor íntimo del pesar y me siento humilde y privilegiada de conocer a estos hombres a través de su escritura.  Les agradezco por permitirme a mi y a usted por dejarnos entrar en sus vidas.
      Muchas manos y voces le prestaron ayuda a mi trabajo.  A todos aquellos que sacaron ideas conmigo, oraron, compartieron experiencias personales, escucharon, leyeron los borradores y mantuvieron mi proyecto en sus corazones, les ofrezco unas gracias sinceras.  Entre estos queridos corazones me gustaría darle las gracias a Hill Cerulli, Brenda Crowe y la licenciada Kay Talbot.  Quiero darle las gracias especialmente a mi hermana, Julie Ehrman y a su esposo, Ferry por su apoyo constante y por su especial cuidado y preocupación por mi familia; a Farol Dahlof, quien me ayudó a investigar, a organizar sesiones y a tomar notas; al licenciado Ken Druck, quien pasó muchas horas compartiendo sus experiencias clínicas relacionadas con el tema de los hombres y también el cómo sobrevivió a la dolorosa muerte de su hija, Jenna; y a Richard Edler, cuyos esfuerzos por transformar su vida después de la muerte de su hijo, Mark, ha sido una inspiración para mi.  Principalmente, estoy agradecida a aquellos hombres y mujeres, quienes amablemente me permitieron entrevistarlos y aprender de su sufrimiento y a los amigos y colegas quienes me ayudaron a trabajar en red alrededor del país en busca de temas y colaboradores.
      Le doy las gracias especialmente a Lane Stiles de Fairview Press, cuya creencia en mis ideas y habilidades me dieron la fuerza.

Introducción
Soy completamente italiana de sangre.  Esta herencia probablemente evoca imágenes de una familia que no le teme a demostrar sus emociones.  En parte, esto es verdad en mi familia; yo sabía cuando mis padres estaban enojados y cuándo estaban decepcionados.  Tampoco era muy difícil saber cuándo ellos estaban complacidos.  Pero la tristeza o el pesar eran otra historia completamente.  No creo haber visto nunca a mi padre llorar.  Creo que nunca lo voy a ver.  Las lágrimas no son parte de su mundo de hombre.
      Cuando estaba trabajando en mi primer libro, Remembering with love:  Messages of Hope for the First Year of Grieving and Beyond [Recordando con amor:  Mensajes de Esperanza para el Primer Año de Luto y Más Allá] estaba desconcertada por la resistencia que los hombres mostraban al hablar de sus sentimientos.  Creí que así justamente actuaban mi padre y otros parientes masculinos.  Le pedí a docenas de hombres que conocía que escribieran unas cuantas líneas o incluso un pequeño párrafo acerca de la muerte de algún ser querido para poder incluir sus pensamientos y experiencias en el libro.  Mientras que muchos apoyaron el proyecto y estaban muy emocionados acerca del libro, muy pocos estaban dispuestos a compartir sus sentimientos.  Aquellos pocos que lo hicieron, hablaron sobre poderosas emociones y un intenso dolor.  Parecía que estos hombres estaban incómodos, pero ellos estaban dispuestos a dejar su aprensión por un lado para así tratar de ayudar a otros.  Todo esto era muy desconcertante para mí.
      Mi esposo, Curt, era uno de esos hombres reacios a hablar.
      He visto a Curt llorar.  Ha sucedido solamente un par de veces en dieciséis años que hemos estado casados.  Sus lágrimas siempre aparecen como una impresión hacia mí.  Aunque estoy tratando fuertemente de entender qué significan sus lágrimas y cómo debo responde yo a ello.  Sé que aunque es difícil para él superar el pensamiento estereotipo del rol masculino al ser vulnerable también es difícil.  Mi esposo es psicólogo clínico.  Él sabe qué son las emociones; generalmente, él puede nombrar sus sentimientos.  Pero como muchas mujeres, algunas veces fallo al reconocerlas.
      La primera vez que mi esposo lloró fue en respuesta a nuestra lucha constante contra la infertilidad.  Durante cuatro años seguimos la ruta interminable de exámenes y pruebas, cirugías exploratorias y más pruebas.  Los diagnósticos nunca cambiaron:  infertilidad inexplicable.  Investigamos nuestras opciones para adoptar?una lista de espera de tres años, si teníamos la suerte suficiente de calificar.  Pensamos en un estilo de vida sin niños.  Un mes agonizante tras otro, seguimos todos los procedimientos?y esperamos.
      Una noche en junio Curt se sentó a la orilla de nuestra cama y se soltó a decir en una voz  estremecedora, ?no quiero que pase otro Día del Padre sin ser padre?.  A mí se me había olvidado que en unos días sería el Día del Padre.  Mientras pronunciaba estas palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas y empezó a sollozar incontrolablemente.  Cuatro años de pruebas, cuatro años de malas noticias, cuatro años de Días del Padre perdidos.  Él no podía controlar más la agitación.  Me sentí inútil e ignorante.  ¿Cómo había pasado por alto su dolor?
      El siguiente Día del Padre llegó y se fue, y así pasó el siguiente.  No fue sino hasta tres años después que el sueño de Curt se hizo realidad y ello solamente por dos médicos muy hábiles, una enfermera perceptiva y la gracia de Dios.  Esa fue la segunda vez que Curt lloró.
      Las últimas palabras de nuestro especialista en fertilidad fueron ?ustedes nunca tendrán un niño.  Claramente, no si la intervención médica.?  Nuestra única esperanza era la fertilización in Vitro, pero el promedio del éxito era muy baja y el costo muy elevado, por lo que optamos que la naturaleza siguiera su curso.  Me había esta sintiendo mal por más de un mes y Curt casualmente hizo el comentario de que probablemente estuviera embarazada.  Aunque ninguno de los dos se atrevió a creerlo, de todas formas, él compró una prueba de embarazo casera.  Para nuestro total asombro, la prueba resulto positiva.  Un segundo examen en la clínica mostró ser positiva.
      ?¿Qué hago ahora??  Le pregunté complacientemente al representante de la clínica que me llamó para confirmar el examen.  Todavía teníamos miedo de emocionarnos.
      Todavía incrédulos, fuimos por un ultrasonido.  Nuestro especialista en fertilidad no era tranquilizador, pero vio el latido del corazón en el monitor, se había quedado completamente sin habla.  Mientras nos sentábamos en su oficina ojeo rápido mi expediente?completamente las cinco pulgadas de éste?y siguió murmurando acerca de las pruebas inconclusas.  Sí, estaba embarazada. 

      Mi fuente se rompió el día más frío del año.  La navidad estaba solamente a unos días y las tormentas de hielo recientes hacían que viajar fuera difícil.  Mi hermana Julie, preocupada por nuestra seguridad y el manejo traicionero pidió que me fuera al hospital y que me quedara allí, aunque tuviéramos que esperar en la cafetería toda la noche.
      Más tarde, cuando llegué al hospital, ellos me llevaron en silla de ruedas a la sala de parto.  Allí esperamos el resto de la noche.  Mi espalda me dolía mucho, hasta que finalmente me pusieron la epidural.  Por la mañana, mi obstetra, el Dr. Hachiya, entró al cuarto y en unos minutos ya estábamos listos para dar a luz a nuestro hijo, largamente esperado.  O así lo creímos.  El bebé no salía y el latido del corazón bajo y la sala de pronto se abarrotó de personal.  La supervisora de piso, una ex enfermera del ejército, se paró sobre un taburete sobre mi abdomen empujando hacia abajo con toda su fuerza y gritando en mi oído, ?si quiere que este bebé viva, empiece a pujar ahora?.  El cordón umbilical estaba enredado fuertemente alrededor del cuello del bebé.
      Unos minutos tensos más tarde, el Dr. Hachiya pudo liberar al bebe del cordón y acostarla en mi estómago.  Ella no estaba respirando.  Su cara estaba como morada.  Ella chisporroteó y se ahogó con los líquidos en su garganta y no podía llorar.  Traté de hablar, llamando a Curt para que la viera.  La enfermera alcanzó sobre mi cabeza una mascarilla de oxígeno y se la puso en la cara a la bebé y en unos segundos se la llevó a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal (UCIN).
      La Dr. Wiborg-Harvath, un pediatra haciendo rondas esa mañana, justamente entro en la sala cuando llevaron a nuestra Natalie.  Ella la vio y corrió para estabilizar a la bebé.  Más tarde ese día, después de que la enfermera del parto, Audrey Gable,  tenía dudas de la placenta, se creyó que Natalie había contraído estreptocócico Grupo B, una infección que mata a los bebés debido a su sistema inmune deficiente.  Además del oxígeno y los antibióticos que le estaban dando para limpiar la bolsa de aire que se había hecho alrededor de su corazón, se introdujo una segunda dosis de antibióticos.  Esperamos por noticias esperanzadoras.
      Curt se ocupó a sí mismo contestando llamadas de amigos preocupados y deliberando con el personal del hospital.  Él secó mis lágrimas y trabajó muy duro para animar mi débil optimismo.  Él sostuvo a Natalie con una suave ternura y negociaba solamente por unos minutos más cuando la  enfermera regresaba con ella a la UCIN.  No tengo idea de cuándo él dormía o comía.
      Pasó la Navidad.  Los regalos sin abrir de Natalie se mantenían en vigilia bajo el árbol.
      El Dr. Hachiya me dio de alta del hospital, pero regresaba temprano todas la mañanas para estar todos los momentos posibles en la UCIN cargando a Natalie, hablándole, temiendo por ella.  Curt y yo y algunos familiares pasaban las tardes cargándola y mirando su carita inocente.  En una voz tan clara y firme como podía tener, Curt le leía poemas a Natalie escritos por Robert Frost.  Reacio, Curt decidió regresar a trabajar y atender a sus clientes.
      Una tarde me dejaron parada en la estación de las enfermeras.  La vía intravenosa de Natalie había colapsado y la enfermera estaba poniéndole una nueva línea?un trabajo delicado para las venas tan pequeñas.  Estaba cansada y asustada.  Me volteé y vi a Curt que se acercaba hacia mí.  Sorprendida, me pregunte si algo malo había pasado.  Lo llamé, ?¿Qué haces tu aquí??  Se acerco más y bajó la cabeza y lentamente dijo ?Decidí que yo necesito más ayuda que mis clientes?.  El significado de sus palabras me dejó sin aliento.  Las lágrimas de rodaron por las mejillas.  Había tratado de ser valiente para mí y para Natalie, pero él también tenía miedo.  Sentía que su sueño de ser padre se esfumaba.  Su masculinidad y su identidad estaban en riesgo.  Una vez más, no había visto su dolor.  Había contado con su apoyo, el cual él me había brindado, pero yo no estaba consciente de su temor y del terrible agobio bajo el cual él estaba viviendo.
      El dolor que Curt experimentó acerca de la paternidad lo hizo a él ser un padre más atento y sensible.  Ha trabajado para ser más directo con sus sentimientos hasta cuando cree que yo no los voy a entender.  Por mi parte, trato de escuchar con más cuidado los silencios de Curt y de identificarme con la presión que siente de ser fuerte.  Nuestra querida Natalie ha ganado una perspectiva única sobre los hombres y el sufrimiento, ya que hemos compartido la historia de su nacimiento y hemos hablado abiertamente sobre nuestro dolor.  A los siete años, todavía se deleita en decirle a cualquiera que la escuche que ella hizo que los sueños de su papá se hicieran realidad.
   

  Mi interés en los hombres y el dolor es parte de la historia de mi vida.  Si usted está leyendo esto, el luto, probablemente es parte de su historia también.  Confío en que encuentre este libro como una ayuda para comprender el dolor de su pareja y el suyo mismo.  Espero, también, que se vaya animada y con esperanza.  Este libro fue escrito expresamente con estas razones.
      Las composiciones de once hombres?padres, esposos, hermanos y amigos?se encuentran dentro de las páginas de este libro.  Tomó mucho coraje para que estos hombres escribieran acerca de sus tragedias personales y por eso estas historias son especiales y tan importantes para mí.  Espero que para usted también sean especiales e importantes.  A Curt y a mí nos tomó muchos años entender que sufrimos de diferente manera.  Todavía seguimos aprendiendo.  Las lecciones que podemos obtener de hombres como John Jankord, Larry Jonson, Kent Koppelman y Ralph Robinson son poderosas.  Su mensaje es que los hombres si sufren.  A ellos sí les importa.  Ellos pueden sufrir de diferente manera, pero sufren igualmente.
      Al final de cada capítulo, encontrará una respuesta específica para considerar.  Lo invito para que piense sobre estas respuestas de ayuda y que lo puedan inspirar.  Estas tienen la intención de cuestionar sus creencias acerca de los hombres y el sufrimiento, mientras que lo equipan a usted con nuevas estrategias para ayudar a los hombres con su sufrimiento.  Estas respuestas también tienen la intención de validar sus sentimientos, deseos y esperanzas. 
      Este libro se apoya necesariamente en la generalización sacada de las vidas y situaciones de muchos hombres y mujeres.  Ya que es imposible para mí saber las circunstancias únicas de su vida, algunas declaraciones o pensamientos puede que no se aplique a usted y otras pueden sonar certeras.  Como todos los libros, tomo lo que le sirva, lo que resuene en su corazón.  Este no es un libro sobre lo que es ?correcto? o ?incorrecto? acerca del sufrimiento de los hombres, acerca de la intimidad de las relaciones o sobre las mujeres.  Es un libro para entender qué es y qué puede ser.
      Gracias por permitir que nuestras vidas se crucen.  Le deseo paz.
–Elizabeth Levang

 
PRIMERA PARTE
NUEVOS ENTENDIMIENTOS

1
Cuando los Hombres y las Mujeres Sufren

Mi sufrimiento tiembla en las ramas del árbol
Silencioso en los dedos del Invierno.
Como una alborada congelada
Manchados en lienzos del crepúsculo
Forcejean en el aire mutilado.
Todas las tardes camino con él
Enmarañado en cada aliento de niebla
Y cada nudo siempre apretando.
–Louis Cerulli

 

Sigue el Viento, Canciones para Almas Manchadas

La ambulancia salió de la subdivisión, pero las luces no estaban encendidas,  la sirena no estaba retumbando y el conductor no tenía prisa.  Debí haber atado cabos.  No fue sino hasta que mi esposa, Kathy y yo condujimos hasta nuestra casa y vimos la cinta amarilla de la policía que me di cuenta que algo estaba mal.
      Corriendo hacia la casa, pase por debajo de la cinta amarilla.  ?¿Quién es usted?? me preguntaron tres oficiales de policía conforme me rodeaban.  So el padre de Ryan.  ¿Cómo está él??  Inmediatamente, el oficial que estaba frente a mí  me vio a los ojos y me dijo, ?lo siento señor.  Él esta muerto.?  Me sentí atrapado, claustrofóbico.  No podía respirar.  Las rodillas se me doblaron y me desplomé. 
      Mientras que los amigos de Ryan corrían alrededor del jardín gritando y llorando, logré caminar aturdido hacia el carro para decirle a Kathy que nuestro hijo de dieciséis años estaba muerto.
      Una reunión de adolescentes, alcohol y una pistola que los niños habían encontrado cambió mi vida.  Ryan y sus amigos le habían quitado la tolva a la pistola ?sólo para estar seguros?.  Todos ellos habían jugado con el arma.  La habían disparado al aire dentro de la chimenea.  Ellos se apuntaron a cada uno.  Cuando Ryan jugó con el arma, el seguro de alguna manera  ya no estaba puesto.  La única bala restante en la recámara acabó con su vida.  El oficial forense me dijo que su muerte había sido instantánea.  Él dudaba que Ryan siquiera hubiese escuchado el arma dispararse.
Los años de Ryan estaban llenos, aunque cortos.  Los logros de mi hijo en el escenario como un joven actor eran impresionantes.  Un atleta, Ryan dejó los deportes conforme su pasión por la actuación, la música, la escritura y la poesía maduraban.  Él era seguro de sí mismo.  Reconocí su audacia y la respeté.  La audacia fue parte de Ryan desde muy temprana edad.
      Mi dolor llevaba muchas caras; con cada una podía surgir un torrente de pensamientos y emociones.  El dolor se disfrazaba con la comida favorita de Ryan que ya no comprábamos más, con su ropa que ya no necesitaba que fuera lavada y su guitarra que nadie tocaba.  Podía ser una reflexión apartada del lago que alguna vez llevó nuestra canoa o las palabras de una canción que a él le gustaba.  Estaba oculto en mis sueños.  El viento sonaba como el llanto de Ryan.
      Al principio, me desplomaba y lloraba.  Me sentía como un roedor en un laberinto de emociones del cual no podía escapar.  No podía salir de allí, no había salida y siempre terminaba donde había empezado.  En algunos momentos, recuerdos de Ryan venían como olas en la playa.  Los que podía ver venir los saltaba o les permitía pasar a través de mí.  Otros recuerdos venían de atrás sin ninguna advertencia y me tiraban al suelo.
      En el primer aniversario de la muerte de mi hijo, caminé al cementerio, escuché en audífonos las canciones que tocaron en la escuela de Ryan en su ceremonia de conmemoración.  Un camión repartidor  llegó al tope de la montaña y tuve la escalofriante intuición de que necesitaba detener ese camión.  No esperaba nada, pero le hice señales al conductor y le pregunté si ella tenía algo para los Robinsons.  Ella me vio sorprendida.  Firmé por el paquete, lo puse bajo mi brazo y seguí caminando.
      Mientras caminaba hacia el cementerio, vi algo que parecía un listón blanco en el suelo que se suspendía hacia el otro lado de la lápida de Ryan.  Los amigos de Ryan habían dejado cosas diversas allí a lo largo del año:  señuelos de pesca, discos compactos, notas, molinetes, flores, llaveros, poemas.  Me pregunté.  ?¿Por qué un listón blanco??  Cuando tuve a la vista la lápida completa, me di cuneta que el listón era la correa de una guitarra eléctrica.  Al recordar el amor de Ryan por las guitarras, caí sobre mis rodillas y sollocé.  Me sentí como arañando la tierra para sacar a mi hijo de donde estaba.
      Más tarde, después de hablar con Ryan, abrí el paquete.  Dentro había dos cajas envueltas en regalo y un mensaje escrito a mano de parte de un amigo cercano.  En la parte de arriba de la nota mi amigo había escrito, ?En Memoria de Ryan Jon Robinson.?  Mi amigo dijo que había comprado varios discos compactos hace un año el fin de semana que Ryan había muerto.  Irónicamente, todos los discos contenían canciones acerca de la muerte de un ser

querido.  Como tributo a Ryan, mi amigo me envió estas canciones en una cinta de audio e incluyó una caja de madera de cerezo para almacenar allí la cinta.
      Toqué la cinta.  Después de la primera canción, a pesar de que pensé que nunca iba a poder escucharla completamente.  Las palabras trajeron tanto dolor.  Richard Shindell cantó, ?Nunca hubo una advertencia / Nunca hubo una señal / Es que solamente me levanté esta mañana / Y la eternidad era mía.?  Yo conocía este sentimiento muy bien; no necesitaba la música para que me recordara de ello.  ¿No era la muerte de Ryan, mis recuerdos y mis pesadillas suficientes?  La canción de Shindell continuó, ?Pero tu no sabes con lo que estás lidiando, no tienes ni la menor idea.?  Pensé, cómo desearía no saber con lo que estoy lidiando.
      Varios días después, camino al trabajo, volví a escuchar la cinta.  Mientras conducía, la letra de una canción de Catie Curtis se mofó de mí, ?Solamente se hace más difícil cuando te preguntas por qué.?  ¿Cuántas veces me había hecho esa pregunta?  Me pregunté.  ¿Por qué él?  ¿Por qué nosotros?  ¿Por qué nuestra familia?  ¿Por qué un niño de dieciséis años con talento, con tanto qué ofrecer?  La canción de Curtis continuó, ?Estoy cansada de todo el peso / Estoy cansada de ser fuerte.?  Me acordé de las veces que desde la muerte de Ryan pensé en acabar con mi propia vida.  Estar vivo dolía demasiado.  Era cuestión de balance.  Pensé que vivir con mi dolor tenía que ser peor que mi propia muerte.  Estaba cansado de ser fuerte.
Aún conduciendo, escuché la canción de Diane Zaigler.  Ella cantó, ?Caí de rodillas en la tumba de mi hermano / Siete años completos han pasado desde que murió.?  Las palabras me hicieron llorar.  Me acorde de haberme desplomado en la tumba de Ryan al ver la guitarra.  Mientras continuaba en la carretera, la gente me miraba fijamente desde las ventanas de sus carros.  No me importaba lo que la gente pensaba.  Me dejé que las lágrimas corrieran y se sentía bien.
      Encontré que el mejor momento para escuchar la cinta era en la mañana mientras conducía hacia el trabajo.  Le di la bienvenida a la soledad, a la privacidad que me daba la cámara aislada de mi vehículo.  Estaba trabajando mi forma de pasar  a través de todas estas canciones una a una.  Cada una tenía un significado, cada una desataba emociones con las que yo estaba mejor sin alejarlas.  Estaba dejando ir la frustración, la rabia y la tristeza encerrada.  Después de mi viaje al trabajo de cuarenta minutos, llegaba al trabajo con los ojos borrosos y rojos.  Empecé a llevar Kleenex en el carro.
      Una canción de Archie Roach me hizo darme cuenta que es imposible entender cuánto un padre ama a su hijo hasta que ese hijo no está.  Las palabras de una canción de Steve Fisher me ayudaron a darme cuenta que gran parte de mi vida estaba definida por la vida de Ryan.  Pensé que la mayoría de los niños no pueden entender qué gran parte de la vida de sus padres está explicada por sus actividades diarias.  Pensé en mis dos hijas vivas.
      Con el tiempo, mi esposa, Kathy, y yo asistimos a una reunión regional de una organización de duelo para padres y hermanos.  Allí había más de trescientas personas, todas escuchando al orador principal.  Era un sentimiento agridulce mientras me daba cuenta que no era el único que había experimentado una terrible pérdida.
      Más tarde ese día, nos dividimos en grupos más pequeños.  Kathy y yo nos sentamos con personas que estaban lidiando con ?pérdidas trágicas??muertes sin anticipación o aviso.  Asombrados de las historias de muerte, escuché atentamente.  Aunque parecía imposible, había pérdidas que parecían más trágicas que la nuestra:  niños de la misma familia que habían muerto al mismo tiempo, niños que habían luchado con enfermedades que los lisiaban, niños que habían sido asesinados.
      Mientras escuchaba estas historias, las palabras de una canción de Dougie MacLean de la cinta se vinieron a mi mente.  En mi mente, él cantaba, ?Estas alas rotas no van a volar / Estas alas rotas no van a volar?para nada.?  De hecho, durante todo el día en la reunión escuché canciones en mi cabeza.
      Además de conectarme con la organización del duelo, también había estado viendo a un terapeuta que me dijo ?para mantener el duelo moviéndose, no lo niegue o lo reprima.?  En algún momento, cruce la esquina.  Ya podía escuchar las canciones de la cinta sin sollozar inconsolablemente.  Podía pensar en Ryan y sonreír.
 

    Las canciones me habían ayudado.  Decidí que estas podía estar a la disposición de cualquiera?no solamente para mí?que estuviera lidiando con la muerte de un ser querido.  Me di cuenta que la música podía ayudar a la gente a lidiar con el duelo de una manera productiva.  Sentí que tenía una misión.
      Con el tiempo, contacté a cada uno de los músicos y recopilé un disco compacto.  El título, ?Follow the Wind:  Songs for Stained Souls? (Sigue el Viento:  Canciones para Almas Manchadas) está inspirado por uno de los poemas de Ryan que encontré después de su muerte.  Ryan había escrito, ?Sigue el viento a otros lados que te llamen.  ¿Puedes capturar la vida que aún está por vivir?  Esa alma manchada se puede limpiar con el tiempo y con fe?.
      Después que terminé de hacer el disco compacto, alcancé un nivel de aceptación de la muerte de Ryan que nunca creí que fuera posible.  Para mí, la música y mi envolvimiento en la organización del duelo fueron parte importante para poder con el dolor.
      Mi hijo está en mi corazón todos los días.
      En mi corazón también están las letras de Richard Shindell, ?Pero estás a la mitad del mundo de lejos.  Es muy poco lo que puedo decir ahora, pero que siempre te amaré y que siempre te extrañaré y que siempre será bienvenido?.
–Ralph O. Robinson

 

El luto es una experiencia de la cual no podemos escapar.  Hay una mínima forma de escondernos del sufrimiento emocional que nos causa la muerte de un ser querido y no existe la posibilidad de aislarnos a nosotros mismos del mundo que incluye la pérdida de trabajo, enfermedades catastróficas, divorcios, abuso, acoso y violación.  El luto crea una angustia intensa y un dolor indiscutible.  Es complejo y constante.  No importa qué tanto nos esforcemos por eludirlo, la posibilidad del dolor siempre está presente en nuestras vidas.
      Mientras que el dolor es inevitable, la mayoría de las personas no están preparadas para los tumultuosos sentimientos y pensamientos que trae.  El trauma de una muerte o una pérdida deja a muchos de nosotros sintiéndonos ansiosos,  aturdidos, aislados, impresionados, confundidos, vacíos, deprimidos, irritables, enojados, tristes.  Los sentimientos del duelo hostil y ajeno y no estamos seguros de cómo seguir adelante.  El sentimiento de estar paralizado e inmovilizado por la dura realidad se apodera de nosotros. 
      El luto crea una sensación de caos.  Destruye nuestra conexión con una realidad familiar, moldeada y confortable.  Nos roba nuestros sueños y nos engaña con nuestro futuro.  Lo que era, ha terminado.  Mientras que el mundo continúa apresurado y vibrante nuestro mundo se detiene.  El tiempo se detiene para nosotros.  A pesar de nuestros sentimientos, el mañana continúa llegando.
      El luto cambia irrevocablemente nuestras vidas.  Lo que creíamos ayer puede que ya no mantenga ninguna realidad.  Nuestra mente da vueltas en el dolor por las oportunidades desperdiciadas, las palabras desagradables o duras que dijimos y en las promesas que hicimos que nunca mantuvimos.  Cualquier cosas que creamos para lo que la vida nos haya preparado, siempre somos ingenuos al dolor.  El sufrimiento es una prueba de verdadero coraje y la tenacidad del espíritu humano.  El luto siempre nos recuerda la fragilidad de la vida y la necesidad de vivir la vida en su momento.  La historia anterior escrita por Ralph Robinson nos habla de estas solemnes verdades.
      Lo que nos trae la profundidad del dolor y la angustia de la muerte o pérdida es el convencernos que somos impotentes e incapaces de sobrevivir.  Queremos una respuesta mágica o por lo menos queremos una forma de calcular el tiempo que nos tomaría sanar?alguna garantía de que no vamos a sufrir por la eternidad.  El acto del sufrimiento es debilitante y exhaustivo.  Su duración es indefinida.
      El luto nos causa traumas físicos, emocionales, espirituales y a nuestro ser cognoscitivo.  El pecho y el abdomen nos duelen siempre.  Tenemos problemas para respirar, concentrarnos y pensar.  Experimentamos el aislamiento social y la presión económica.  Los amigos, la familia y los compañeros de trabajo sirven de fuente como consuelo y ánimo o puede que a ellos no les importe o no lo comprendan.  Podemos escuchar nuestra satisfacción por temas vacíos y  clichés insensatos o podemos ser muy afortunados  para descubrir una red de apoyo para tranquilizarnos y ayudarnos.  Nuestra fe religiosa puede estar a prueba mientras luchamos con el pensamiento de cómo algo malo nos pudo pasar.  Por mucho, la muerte puede parecer el único alivio del peso opresivo del dolor.
      Cuando tratamos de ignorar o negar el dolor, éste trata de buscar la manera de ser reconocido.  El dolor no se evapora o se disipa porque nosotros ignoremos nuestras emociones.  Esas emociones solamente se expresan por sí solas en otro camino indirecto.  La adicción, el abuso u otros comportamientos destructivos son substitutos pobres para el trabajo del dolor.  Por mucho, el evitarlo nos lleva a la desesperación y a la depresión?una incapacidad para tan siquiera encontrar una pequeña esperanza en el día más radiante.  El luto no es un anfitrión amable.  Toma su partida cuando él está listo, no cuando nosotros estamos listos.
      No hay dos personas que experimenten el luto de la misma manera.  Ya sea hombre o mujer, viejo o joven, sueco o Nativo Americano, Protestante o Católico Romano el luto es un proceso individual.  Es un latido rítmico único  de corazón de cada uno o el paisaje caleidoscópico de la mente de cada uno.  Nuestro dolor es solamente nuestro.  Cómo nosotros reaccionamos, procesamos o sobrevivimos al dolor depende de un sinnúmero de factores que solamente nosotros conocemos.  No existe una receta de cinco pasos a seguir, no hay plantillas que determinen, manejen o prescriban cómo cada uno sufrirá.  Después de todo somos individuos.
      Aunque expresados de una forma única e individual, el dolor tiende a manifestarse en patrones y procesos generales.  Mucha gente dice que ellos encontraron algún tipo de consuelo al saber qué etapa o pasos del luto podrían experimentar mientras luchan para sanar.  Todavía no existe un mapa que pueda definir con precisión nuestro camino a través del luto.  Lo único que nosotros tenemos son puras generales, rayos de luz que iluminan nuestro oscuro y estrecho camino.  Como mucha gente sabe, el proceso del luto no es fácil de definir.
      La vida es sobre cambios y las ocasiones de cambio presentes para el crecimiento, la adaptación y la renovación.  Algunas veces toleramos o permitimos el cambio.  En otras ocasiones, somos arrastrados pasivamente sin poder resistirnos a su poderosa fuerza.  El luto es el director del cambio.  Las muchas opciones y decisiones a las que nos enfrentamos en nuestro dolor  alteraran indiscutiblemente el camino de nuestra vida.  Nuestro camino ha cambiado, externa e internamente.  No hay marcha atrás, no hay forma de recobrar el pasado.  Estamos en un estado destrozo de incertidumbre.
      Muchos de nosotros respondemos al luto con negación, cólera, amargura y desesperación.  Reñimos en contra de la devastación que nos ha ocurrido y peleamos desesperadamente por controlar lo que ha quedado de nuestra vida.  Otros vienen a tratar el luto como un proceso de descubrimiento y permitirle transformar sus actitudes, prioridades y perspectivas de la vida.  Ellos persisten en sobreponer la crisis de su vida y aferrarse a la promesa de sanación.  Muchas cosas buenas en nuestro mundo, como los esfuerzos de Ralph para llevar la música a nuestro dolor, pueden atribuirse a aquellos que dirigen causas y preocupaciones que nacen de su luto.
      El cambio es inevitable en el luto, pero raramente es predecible.  La sanación sí sucede, la vida desarrolla un nuevo ritmo y patrón, pero cómo o cuándo va a suceder es parte del desconocimiento del luto.  El dolor no se puede apremia o apresurar.
      El luto es una experiencia como ninguna otra en la vida.  La mayoría de nosotros encuentra imposible comprender el duro giro que nuestra vida ha tomado y buscamos desenfrenadamente el orden, la sanidad y la compasión.  Lo que la gente desea, casi instantáneamente, y algunas veces secretamente, es el apoyo.  Sabemos que no podemos enfrentar nuestra tragedia solos, y no podemos sobrevivir en la soledad.  El luto es un tiempo de necesidad.
      Aunque la tragedia con frecuencia separa a la gente y hace más obvia la diferencia radical en los estilos de arreglárselas.  Esta división es  más evidente entre géneros.  En un momento, cuando los padres apesarados quieren mantenerse unidos el uno con el otro para encontrarle sentido a la muerte cruel y prematura de un niño, cuando un esposo sin trabajo quiere el ánimo de su esposa mientras busca un nuevo empleo, cuando una mujer atacada por el cáncer quiere la comprensión de su compañero mientras ella enfrenta un agotador curso de radiaciones y cirugía, los sexos con frecuencia no saben comunicar su dolor o conseguir el apoyo el uno  del otro.
      Los hombres y las mujeres que son parejas íntimas tienen una conexión privilegiada forjada de amor, respeto y admiración.  Esta conexión le da a la pareja una capacidad enorme para confortarse y darse consuelo el uno al otro.  En el mejor sentido, la unión le da a las parejas la habilidad de ver más allá de las diferencias y asirse firmemente ala línea de la vida de la esperanza.  ?Diferente? no tiene porqué significar malo o incorrecto, inferior o deficiente.  Y ?diferente? no tiene que terminar en la ausencia de comunicación y apoyo.
      Todos queremos sufrir de la forma correcta.  Aunque muchas veces los hombres y las mujeres niegan el dolor de sus parejas e intentan legislar cómo ellos tienen que sufrir.  Las mujeres tienden a interpretar a los hombres como que están carentes de emociones y renuentes a expresar verbalmente su angustia.  Para las mujeres, los hombres parecen no tener sentimientos ni palabras.  Pareciera que no tienen lenguaje para el dolor, ni habilidad para poner en palabras a su experiencia.  Las mujeres con frecuencia están desconcertadas cuando ocasionalmente caen las lágrimas silenciosamente durante una película o cuando  interrumpe un rápido sollozo en alguna canción de fondo.  Ellos se preguntan si esa expresión lamento es la suma del alcance de su dolor.
      Muchas mujeres hablan sobre sus sentimientos con aparentemente poco esfuerzo.  Ellas parecen dispuestas a compartir abiertamente sus llantos, lágrimas y sollozos.  El dolor raramente es inhibido; más bien, muchas mujeres tienden a expresarlo exterior y públicamente.  Las acciones de las mujeres parecen estar basados completamente en contraste a la aparente imperturbabilidad y falta de sentimientos de los hombres, lo cual las mujeres perciben como una evidencia de que a los hombres simplemente no les importa.  Las mujeres concluyen en que los hombres son tan fríos y tan duros como negros barrotes de prisión.  Justificado o no, ellas declaran que los hombres son insensibles e incapaces de amar verdaderamente.
      Los hombres tienden a sentirse tan confundidos con la forma de sufrir de las mujeres.  Muchos hombres crecen cansados de lágrimas y llantos y reprenden a sus parejas a lo que ellos se refieren como dolor auto infligido.  Aparentemente, no están inclinados a permitirse ellos mismos de una manera similar, estos hombres se distraen a sí mismos de su dolor para poder continuar con sus trabajos o sus vidas.  Para que no los controle el dolor, ellos trabajan para fortalecerse en contra de sus frágiles emociones y para mantener su dolor en privado.  Estos hombres se cuestionan por qué su pareja refunfuñan e insisten en insisten en contar y volver a contar su tragedia.  Los hombres saben que la historia está grabada por siempre en las paredes de sus mentes; no necesitan que se los estén recordando.  Finalmente, muchos hombres se enfadan o desilusionan cuando sienten que fallado al reparar el enorme vacío que hay en el corazón de sus parejas.
      Los sexos tienen un lenguaje diferente para el luto.  Las formas en que ellos procesan sus emociones son únicas también.  Los hombres tienden a pensar  la forma de superar el dolor; el intelecto es su guía.  Las mujeres parecen sentir su forma de superar el dolor; la emoción es su piloto.  Muy a menudo los hombres dicen que no tienen palabras para el luto, y se describen como silenciosos.  Es como si los hombres tuvieran una falta de lenguaje universal para transmitir sus sentimientos o darles expresión a sus experiencias.  Ellos se sienten paralizados.  Las mujeres parecen no poder ir más allá de sus sentimientos.  El dolor eclipsa sus vidas.  Muchas nos confían que anhelan acabar con las lágrimas y, de hecho, se sienten envidiosas de que los hombres regresan fácilmente a la acción y siguen con la rutina cotidiana de la vida.
      La incongruencia en la forma de sobrellevar el luto entre los hombres y las mujeres claramente inflingen pérdidas en las relaciones.  El divorcio, la separación y la discordia marital son extremadamente altos entre aquellos que han experimentado una pérdida o dolor.  La mayoría de las mujeres sinceramente quieren abrirse paso a través de su pareja para saber, qué o si hay algo en su corazón.  La mayoría de los hombres también concuerdan en que quieren dejar las farsas y por una sola vez sentirse comprendidos en su dolor.  Todos nosotros tenemos el derecho de estar de luto tanto y tan fuerte como lo necesitemos.  A través de la íntima conexión con nuestra pareja, tenemos un lugar en donde podemos encontrar un apoyo auténtico, validar nuestros sentimientos y darnos permiso el uno al otro para sufrir a nuestra propia manera y de acuerdo a nuestro tiempo.

Concéntrese en las posibilidades
Los hombres y las mujeres pueden caminar juntos en pena.  Como íntimos, podemos empezar a comprendernos el uno al otro mucho más.  Cuando las mujeres se concentran en todas las formas posibles que existen del dolor, ellas pueden ser testigos del coraje de su pareja.  Ellos pueden experimentar la importante desesperación del otro, no solamente estremecerse ante su enojo o su rabia.  Si enfocamos nuestro dolor como pareja íntima, nuestras conciencias se infunden con respeto, empatía, comprensión y confianza.  Como una estrella polar brillante en el cielo de la noche, estos valores pueden guiarnos a pasar nuestras dudas y miedos y guiarnos más allá de las restricciones que nuestras expectativas y perjuicios nos dan.  Nuestra unión íntima nos recompensa con una apreciación de nuestra singularidad y una sensación de buena fortuna por la fuerza que cada compañero le da al viaje a través del luto.
      Cuando las mujeres se concentran en las posibilidades en su relación, ellas expanden su potencial para sanar.  A través de una nueva comprensión, ellas ganan fuerza y esperanza para combatir la carga y la desolación del dolor.  Estar de luto es una experiencia horrenda hecha mucho peor cuando la relación íntima se hace corta y el confort y el apoyo que tanto se necesitan están ausentes.  Abrir la mente uno del otro a nuevas otras posibilidades permitirá que la intimidad crezca.
      El dolor no distingue géneros.  Los hombres sí sufren.  El suicidio de un niño, el comienzo de la demencia en un padre y la inminente pérdida de trabajo son eventos que te devastan la vida.  Aunque sus sentimientos y palabras parezcan incongruentes para muchas mujeres, los hombres experimentan un nivel de angustia y desesperación que reflejan eso de las mujeres.  El hecho de que muchos hombres deciden no hablar sobre sus sentimientos, no significa que no tengan sentimientos, sino que no tienen palabras para expresar sus sentimientos ante la cara sin sentido e incomprensible de una tragedia.  Los hombres están en una doble obligación.  Les pedimos que honren el código masculino protegiéndonos y defendiéndonos, aunque también les exigimos que ellos sean tiernos y sensibles.  Nosotros les decimos a los niños que dejen que mamá les dé un beso para curar sus heridas, aunque los reprendemos cuando no son fuertes cuando sus amigos o hermanos se burlan o lo molestan.  Con mucha frecuencia, se encuentran atrapados en el medio.
      A través de nuestro amor y preocupación el uno para el otro, encontramos el coraje, la paciencia y la compasión para reconocer y respetar nuestro dolor en común.  La reciprocidad nos anima a liberarnos el uno al otro para poder llevar el luto a nuestra propia manera y a nuestro propio paso.  Esto nos permite dar un apoyo auténtico de una manera que no aprieta, permite o crea una dependencia.  El dolor no debe ser un punto de división, sino un punto de conexión.

?CUANDO ALGUIEN MUERE? Edgar Jackson

?CUANDO ALGUIEN MUERE?
Edgar Jackson

La experiencia universal

Todo el mundo sabe que la muerte es inevitable. Pero el hecho de saberlo no basta para garantizar que estaremos preparados para la  experiencia cuando llegue el momento. En cierta medida la muerte es el único acontecimiento para el cuál jamás podremos estar preparados del todo. Si tratáramos de imaginar por anticipado nuestra propia muerte o la de algún ser querido, nuestra imaginación sería incapaz de absorber su tremendo impacto.
Parte de la dificultad radica en que nunca se producen dos muertes iguales. La experiencia de la muerte varía de acuerdo con la forma en que se produce y a la persona que la sufre. La muerte puede asaltarnos súbitamente y sin previo aviso. O se nos viene arrastrando a hurtadillas, insidiosamente. A veces llega como un amigo largamente esperado tras un período de prolongado de intolerable sufrimiento. Nuestras reacciones dependerán, en gran medida, de la forma en que la muerte se presente.
Asimismo la muerte afecta de distinta manera a diferentes personas. Cada uno de nosotros enfrentará a la muerte de una manera particular de acuerdo con su propia personalidad. La diferencia de nuestra idiosincrasia se evidencian en la forma disímil de reaccionar frente a la muerte. Pero pueden anotarse algunas reacciones que son comunes a todos y que nos ayudarán a comprender esa experiencia.
Cuando un ser querido muere, de repente y de manera trágica, lo habitual es que nos sintamos abrumados por el sacudón de la angustia. En un primer momento nuestro dolor puede traducirse en reacciones físicas. Sentimos un nudo en la garganta y nos cuesta tragar o hablar, a lo que se añaden altibajos de un malestar generalizado en todo el cuerpo, por períodos que van de algunos minutos a varias horas. No es fácil describir ese malestar, porque no es un dolor agudo localizado en un lugar determinado. Se trata más bien de una vaga sensación de padecimiento que percibimos en todo el cuerpo pero en ningún lugar en particular.
A veces esas reacciones físicas se manifiestan por espasmos y dificultades respiratorias que se alivian con suspiros esporádicos profundos. Otras veces acusamos una sensación moderada de náuseas y de vacío en la boca del estómago.
También podemos sentirnos débiles y abatidos. Pareciera que nuestros músculos han perdido sus fuerzas. Nuestros brazos pesan y nos tambaleamos al andar. En realidad hay una clara del control muscular provocada por una fuerza extraña que en algunos casos puede llevar al temblor muscular. A veces sentimos escalofríos seguidos de sudor caliente al principio y luego frío. Y en ocasiones nuestra reacción toma la forma de un dolor angustioso como si fuera un dolor de cabeza, pero no como los dolores de cabeza habituales, ya que es mucho más generalizado.
Estas reacciones físicas ante el anuncio de una muerte súbita no son anormales. Es la forma en que nuestro organismo responde ante la conmoción de un cambio que quiebra el esquema de nuestra vida. Y no es raro que estos síntomas retornen, en mayor o menor grado, en cualquier momento, especialmente cuando se menciona el nombre de la persona fallecida.
Pero más allá de los efectos ante una muerte trágica e intempestiva, están las reacciones mentales y emocionales, Parecería, por ejemplo, que también la mente pierde el control. Nuestros pensamientos se nos escapan de las manos. El proceso habitualmente ordenado que guía nuestro pensamiento es reemplazado por una confusa mezcolanza de ideas que se suceden desordenadamente, sin ton ni son. Algunas de ellas pueden ser la expresión de una aguda ansiedad sobre uno mismo y sobre el futuro. Otras pueden revelar un profundo resentimiento contra la vida, contra Dios y contra las circunstancias responsables de un golpe tan duro Quizás sintamos una amargura que afecta nuestras relaciones tanto con otras personas como con nosotros mismos.
En medio de tanto dolor y confusión, es posible que lleguemos a creer que en nuestra intensa pena y nuestras locas ideas hay ?algo que anda mal?. A veces se nos ocurre la idea de inventar sentimientos porque creemos que son más valederos o apropiados de los que tenemos. Resolvemos hacer y decir cosas porque creemos que eso es lo que los demás esperan de nosotros.
Durante ese período de sentimientos tan conflictivos, es saludable comprender que nuestra pérdida es real, que nuestra pena es real, que nuestras sensaciones forman parte de nuestro ser y que son los sentimientos legítimos los que necesitan ser sondeados y encarados.
Es perfectamente natural que por nuestra imaginación vuelen las ideas más incoherentes  y que fuertes emociones llenen nuestro corazón, pues no sólo nuestro cuerpo sino todo nuestro ser se tambalea por el impacto recibido. Con el tiempo las ideas perturbadoras desaparecen gradualmente y se reinstala un cuadro mental más racional y lógico. Pero aún en los momentos de crisis es saludable recordar que media una gran diferencia entre imaginar un pensamiento y ejecutar una acción. Por lo tanto no  debemos sentirnos tan culpables por algunos de los pensamientos que visitan fugazmente nuestra mente. Reflejan nuestra angustia y no nuestra verdadera personalidad.
Estos sentimientos desagradables y sus ideas concomitantes pueden servir a un propósito útil. Se ha denominado a la tristeza ?la enfermedad que se cura sola?. Pero hay que darle una oportunidad, siendo honestos respecto de nuestros sentimientos. El reprimirlos y evitar toda circunstancia que sirva de estímulo desencadenante puede, a la larga ser perjudicial. En cambio es saludable reconocerlos y expresarlos, y cuanto más pronto mejor. No tenemos porqué avergonzarnos por tener sentimientos hondos. Son una parte valedera de nuestra personalidad y deben ser respetados por lo que son, es decir como una respuesta honesta a una crisis en nuestra vida.
La aguda congoja producida por la muerte intempestiva puede manifestarse también en nuestro comportamiento social. Según el temperamento de las personas, algunos prefieren estar solos, sin ver a nadie. Parecería que reclamaran su pena como cosa propia, apretándola contra con su pecho en solitario infortunio. O pueden reaccionar en forma diametralmente opuesta, hasta tener miedo de quedar solos, recurriendo a la gente que los rodea en busca de apoyo. Ambas formas de reaccionar son perfectamente normales y dependen de la personalidad de cada uno. Recordemos siempre que a los efectos del futuro de nuestra salud, es mejor admitir y expresar nuestros sentimientos que negarlos y reprimirlos. Por lo tanto  es preferible en esos momentos rodearnos de gente que comparta nuestros sentimientos y nos ayuden a expresarlos. Comprobaremos también que a veces resulta más fácil hablar con extraños o con amistades circunstanciales.
El impacto producido por una muerte súbita e inesperada, es terriblemente penoso y muy difícil de sobrellevar. Necesitaremos de toda la ayuda posible; y aún cuando creamos que podremos prescindir de ella, es beneficioso responder al gesto de los que abren sus brazos en cariñoso afecto.. Nos están diciendo: ?Yo sé cuánto estás sufriendo en lo más hondo de tu ser. Quisiera ayudarte a sobrellevar tu carga y aliviar tu dolor. Déjame hacerlo, por favor?. De una manera que no es fácil de percibir, esta ayuda es eficaz y puede aliviar el dolor.
Aún cuando la muerte haya sido anticipada con alguna antelación puede asimismo provocar un sufrimiento agudo. Y mientras más íntima haya sido la relación con el muerto, más dura se torna la experiencia. Las pérdidas más dolorosas son las que ocurren en la familia; el padre o el hijo, la hermana o el hermano, el esposo o la esposa. Cuando la trama de la vida ha sido tejida con hebras compactas, su desgarramiento es difícil de reparar. Se plantean grandes cambios en las relaciones sociales y familiares, y hay que adaptarse a una nueva forma de vida. Aún cuando hayamos velado durante una larga enfermedad o en el lento deterioro de la vejez, el significado emocional del cambio suele ser mayor de lo que anticipamos. A menudo escuchamos decir: ? Sabía que iba a morir y creía estar preparado, pero me ha afectado más de lo que hubiera imaginado?. La tristeza anticipada suele ser muy diferente de la tristeza que experimentamos en realidad. Y esto se debe, simplemente que lo irreversible de la muerte sacude los viejos sistemas de seguridad bajo cuya protección hemos vivido, y ahora se plantea la tarea de encontrar nuevas formas de seguridad.
Aún cuando hayamos contado con el tiempo suficiente para adaptarnos a la posibilidad de la muerte, surgen reacciones emocionales, en el momento de la misma, similares a las producidas cuando la muerte ha sido súbita o prematura. Y en estos casos también es importante que aceptemos nuestros sentimientos tal cual se manifiestan, como parte integrante de nuestro ser. Solamente así podremos dominar la angustia emocional y reajustar nuestras vidas en forma prudente y equilibrada.
Ocurre a veces, que la muerte llega como un amigo para liberar a una persona débil de una carga intolerable. Es lo que ocurre a veces con los viejos y los inválidos. Una persona yace en un sanatorio con pérdida total de la memoria y múltiples complicaciones físicas. El tratamiento médico pareciera más un intento de postergar una muerte en ciernes que salvar una vida útil. La persona que conocimos en sus años fructíferos ya ha dejado de existir, aún cuando los procesos orgánicos de su existencia física persistan como un eco distorsionado. Cuando finalmente la muerte llega en esas circunstancias decimos sencillamente: ?Es una bendición. En realidad había dejado de existir, estrictamente hablando, hace mucho tiempo?. Luego nos juntamos para recitar una bendición sobre el episodio final de un proceso que ha ido progresando durante un largo lapso.
Y, sin embargo, a pesar de reconocer la naturaleza amistosa de esa muerte, nos embarga de otra forma de tristeza, la silenciosa pesadumbre de saber que las cosas no serán nunca iguales que antes. Y despertamos a la serena realidad de que nosotros también somos mortales y eventualmente habremos de morir. Con la muerte de otro no solamente vislumbramos nuestra propia muerte, sino que morimos un poco. Porque lo que ha sucedido en el fondo de nuestro ser, al enfrentar a la muerte, no es otra cosa que el resquebrajamiento de una prolongación de nuestro yo. El yo que vive en nosotros está formado por la proyección de ese yo en muchas direcciones. No se trata solamente de que estamos relacionados con otra gente; en esa medida vivimos en esa otra gente. Sentimos con ellos y ellos sienten con nosotros. La más exquisita experiencia de la vida nace de estas relaciones que se proyectan desde nuestro propio ser a las vidas que nos rodean.
Cuando amamos a alguien, nuestra vida se enriquece de una manera sorprendente, pero también se ve amenazada porque nos hacemos vulnerables al sufrimiento a través de la persona de aquellos que amamos. Sabemos bien cómo sucede esto: si amamos a alguien y algo bueno le acontece, nos gozamos; si le ocurre algo doloroso, nos duele; si algo lo destruye, nos sentimos destruidos. Cuando la muerte troncha la vida de alguien que ha ocupado un lugar prominente en nuestra existencia, acusamos el dolor de una amputación emocional.. Cuanto más ligada esté nuestra vida a otros, mayor será nuestra vulnerabilidad.
Esta figura de la amputación emocional plantea lo que a primera vista constituye un dilema penoso. No queremos vivir como ermitaños. Muy pobre sería nuestra vida si nos retrajéramos de las experiencias y relaciones que la llenan de amor, de calor y admiración. Y sin embargo no queremos provocar un perjuicio irreparable en nuestras vidas por un dolor que no podemos solucionar. Pero no son estas las únicas alternativas. Podemos contar con la honda satisfacción de que el amor nos reconcilia con la vida, y superar la amenaza que la muerte significa para la vida, porque somos capaces de llorar.
Pudiera creerse que la capacidad de llorar carece de importancia. Sin embargo, una de las bienaventuranzas dice lo contrario: ?Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación?. En la versión de Philips se lee: ?Felices aquellos que conocen la tristeza, porque ellos recibirán valor y consuelo?. Las personas sensatas que cuentan con recursos espirituales, pueden enfrentar con éxito la amputación emocional de la muerte y resurgir de la experiencia más sabios y fuertes que antes. ¿Cómo es posible esto?. Previamente debemos fijar el sentido exacto de los vocablos que utilizamos: la aflicción implica una pérdida que nos afecta directamente. :La pesadumbre es la reacción provocada por la pérdida. El lamento es el proceso mediante el cual se restaura el equilibrio de la persona que ha sufrido una pérdida. El llanto puede devolver a la persona la parte de sí misma que aparentemente ha perdido debido a la muerte de otra.
Un llanto saludable no sólo alivia el dolor provocado por la pérdida sino que ayuda a recuperar la inversión emocional hecha sobre la vida de la persona que ha fallecido. En efecto, debemos reclamar el capital emocional para ser reinvertido donde pueda dar frutos de vida abundante.
Uno de los misterios de la aflicción y del llanto es que la persona que ha sido asolada por la pérdida y que piensa que no puede aguantar un día más, de alguna manera descubre recursos y fuerza interiores que le permiten con el tiempo volver la mirada atrás y recordar la experiencia de la muerte como un ?dolor olvidado?. Los momentos dichosos serán recordados, pero la angustia intolerable pasará.
Al analizar la experiencia de la pérdida procuraremos descubrir la naturaleza íntima de los recursos que nos posibilitan superar el penoso encuentro con la muerte, y llegar a una vida consolidada, afianzada y enriquecida.
No resulta fácil este intento, y carecemos de palabras mágicas para disipar la tristeza. Pero vislumbramos muchos elementos del pasado que pueden ser útiles para el presente. Las experiencias dolorosas de los otros nos pueden ayudar a manejar con sabiduría nuestra propia tristeza. Podemos encontrar ayuda y comprensión entre aquellos que nos rodean, que soportaron experiencias similares y supieron sobrellevarlas. Podemos adiestrarnos y desarrollar nuestros recursos interiores. Y para desarrollar recursos y disciplinas, hace falta un esfuerzo concentrado. A esa tarea dirigimos nuestras energías en las páginas siguientes.

El Camino de las lagrimas Jorge Bucay

El Camino de
las
Lágrimas

Jorge Bucay

ÍNDICE:

CAPÍTULO 1.
EMPEZANDO EL CAMINO:

CAPÍTULO 2
UN CAMINO NECESARIO:

CAPÍTULO 3:
EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS.

CAPÍTULO 4:
QUÉ ES EL DUELO.

CAPÍTULO 5
ETAPAS DEL CAMINO.

CAPÍTULO 6.
DESPUÉS DEL RECORRIDO.

CAPÍTULO 7
DUELOS POR MUERTE.

CAPÍTULO 8
OTROS DUELOS.

CAPÍTULO 9.
AYUDAR A OTROS A RECORRER EL CAMINO.

CAPÍTULO 1
EMPEZANDO EL CAMINO

Así empieza el camino de las lágrimas. Así, conectándonos con lo doloroso. Porque así es como se entra en este sendero, con este peso, con esta carga. Y también con esta creencia irremediable: la supuesta conciencia de que no lo voy a soportar. Porque todos pensamos al comenzar este tramo que es insoportable. No es culpa nuestra; hemos sido entrenados por los más influyentes de nuestros educadores para creer que no soportaremos el dolor, que nadie puede superar la muerte de un ser querido, que podríamos morir si la persona amada nos deja, que la tristeza es nefasta y destructiva, que no somos capaces de aguantar ni siquiera un momento de sufrimiento extremo de una pérdida importante. Y nosotros vivimos así, condicionando nuestra vida con estos pensamientos, que como la mayoría de las creencias aprendidas son una compañía peligrosa y actúan como grandes enemigos que nos empujasen a veces a costo mayores que los que supuestamente evitan. En el caso de las pérdidas, por ej, pueden extraviarnos de la ruta hacia nuestra liberación definitiva de lo que ya no está. Hay una historia verídica, que sucedió en África. Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo. De repente un derrumbe los dejó aislados del afuera sellando la salida. En silencio cada uno miró a los demás. Con su experiencia se dieron cuenta de que el problema sería el oxígeno. Si hacían todo bien les quedaba unas tres horas de aire, cuanto mucho tres horas y media. Mucha gente de afuera sabían que estaban allí atrapados, pero un derrumbe como ese significaba horadar otra vez la mina, podrían hacerlo antes  de que se termine el aire? Los mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxígeno que pudieran. Acordaron hacer el menor esfuerzo físico, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron en silencio en el piso….era difícil calcular el tiempo que pasaba… incidental- mente uno tenía reloj. Hacía él iban todas las preguntas ¿cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora? El tiempo se estiraba, cada minuto parecía una hora y la desesperación agravaba más la tensión. El jefe se dio cuenta que si seguían así, la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. ordenó a el que tenía el reloj que sólo él controlara el paso del tiempo y avisara cada media hora. Cumpliendo la orden, a la primera media hora dijo “ha pasado media hora” Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire.. El hombre del reloj se dio cuenta de que a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba.
Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morir sufriendo. Así que la próxima vez que les informó la media hora habían pasado 45 minutos. No había manera de notar la diferencia. Apoyado en el éxito del engaño de la tercera información la dio casi una hora después… así siguió el del reloj, cada hora completa les informaba que había pasado media hora. …La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en qué cámara estaban atrapados y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos.
Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia…el que tenía el reloj. Esta es la fuerza que tienen las creencias en nuestras vidas. Esto es lo que nuestros condicionamientos pueden llegar a hacer de nosotros. Cada vez que construyamos una certeza de que un hecho irremediablemente siniestro va a pasar, no sabiendo cómo (o sabiéndolo)nos ocuparemos de producir, de buscar, de disparar (o como mínimo de no impedir) que algo de lo terrible y previsto nos pase realmente. De paso y como en el cuento, el mecanismo funciona también al revés: Cuando creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, nuestras posibilidades de avanzar se multiplican. Claro que si la cuadrilla hubiera tardado doce horas, no habría habido pensamiento que salvara a los mineros.
NO digo que la actitud positiva por sí misma sea capaz de conjurar la fatalidad o de evitar tragedias. Digo que las creencias autodestructivas indudablemente condicionan la manera en la cual enfrento las dificultades. El cuento de los mineros debería obligarnos a pensar en estos condicionamientos. Y empiezo desde aquí porque uno de los falsos mitos culturales que aprendimos con nuestra educación es que no estamos preparados para el dolor ni para la pérdida.
Repetimos casi sin pensarlo: “No hubiera podido seguir si lo perdía” “No puedo seguir si no tengo esto” “No podría seguir si no consigo lo otro” Cuando hablo de dependencias, digo siempre que cuando tenía algunas horas o días de vida, era claro, aunque yo no lo supiera todavía, que no podía sobrevivir sin mi mamá o por lo menos sin alguien que me diera cuidados maternales; mi mamá era entonces imprescindible para mí porque yo no podía vivir sin su existencia. Después de los tres meses de vida seguramente me hice más consciente de esa necesidad pero descubrí además a mi papá y empecé a darme cuenta de que verdaderamente no podía vivir sin ellos. Algún tiempo después ya no eran mi mamá y mi papá, era MI familia, que incluía a mi hermano, algunos tíos y alguno de mis abuelos. Yo los amaba profundamente y sentía, me acuerdo de esto, que no podía vivir sin ellos. Más tarde apareció la escuela y con ella, la Srita Angeloz, el Sr.Almejúm, La Srita Mariano y el Sr.Fernández, maestros a quienes creí a su tiempo imprescindibles en mi vida. En la escuela República de Perú conocí a mi primer amigo entrañable “Pocho” Valiente, de quién pensé en aquel momento que nunca, nunca, podría separarme.
Siguieron después mis amigos del colegio secundario y Rosita, mi primera novia, sin la cual, por supuesto, creía que no podía vivir. Y después la Universidad, pensaba que no podía vivir sin mi carrera. Hasta que a los 21 años, después de algunas novias, también imprescindibles, conocí a Perla y sentí inmediatamente que no podía vivir sin ella. Quizás por eso hicimos una familia sin la cual no sabría cómo vivir, Y así seguí sumando ideas, descubriendo más imprescindibles, mi profesión, algunos amigos, el trabajo, la seguridad económica, el techo propio y aún después, más personas, situaciones y hechos sin los cuales no podía vivir. Hasta que un día, exactamente el 23 de Noviembre de 1979, me di cuenta que no podía vivir sin mí. Yo nunca me había dado cuenta de esto, nunca noté que yo era imprescindible para mí mismo. ¿Estúpido, verdad? Todo el tiempo sabía yo sin quién no podría vivir y nunca me había dado cuenta, hasta los treinta años, de que sobre todo, no podía vivir sin mí. Fue interesante de todas formas confirmar que sería verdaderamente difícil vivir sin algunas de esas otras cosas y personas, pero esto no cambiaba el nuevo darme cuenta “Me sería imposible vivir sin mí.” Entonces empecé a pensar que algunas de las cosas que había conseguido y algunas de las personas sin las cuales creía que no podía vivir, quizás un día no estuvieran. Las personas podían decidir irse, no necesariamente morirse, simplemente no estar en mi vida. Las cosas podían cambiar y las situaciones podían volverse totalmente opuestas a como yo las había conocido. Y empecé a saber que debía aprender a prepararme para pasar por estas pérdidas. Por supuesto que no es igual que alguien se vaya a que ese alguien se muera. Seguramente no es lo mismo mudarse de una casa peor a una casa mejor, que al revés. Claro que no es lo mismo cambiar un auto todo desvencijado por un auto nuevo, que a la inversa. Es obvio que la vivencia de pérdida no es la misma en ninguno de estos ejemplos, pero quiero decir desde el comienzo que siempre hay un dolor en una pérdida. Perder es dejar algo “que era”, para entrar en otro lugar donde hay otra cosa “que es”. Y esto “que es” no es lo mismo “que era” Y este cambio, sea interno o externo, conlleva un proceso de elaboración de lo diferente, una adaptación a lo nuevo, aunque sea para mejor. Este proceso se conoce con el nombre de “elaboración del duelo”. Mejorar también es perder:
Como su nombre lo indica, los duelos…duelen. Y no se puede evitar que duelan. Quiero decir, el hecho concreto de pensar que voy hacía algo mejor que aquello que dejé es muchas veces un excelente premio consuelo, que de alguna manera compensa con la alegría de esto que vivo el dolor que causa lo perdido.
Pero atención: COMPENSA pero no EVITA APLACA pero no CANCELA ANIMA a seguir pero no ANULA la pena. Siempre recuerdo el día que dejé mi primer consultorio Era un depto alquilado realmente rasposo, de un solo ambiente chiquitito, oscuro, interno, bastante desagradable. A veces digo que no soy psicoanalista porque el paciente acostado no entraba en ese consultorio, había que estar sentando. Y un día, cuando me empezó a ir mejor, decidí dejar ese depto. para irme a un consultorio más grande, de dos ambientes, mejor ubicado. Para mí era un salto impresionante. Y sin embargo, dejar ese.consultorio, donde yo había empezado, me costó muchísimo. Si no hubiera sido por mi hermano que vino a ayudarme a sacar las cosas, me habría quedado sentado, como estaba cuando él llegó, mirando las paredes, el techo, las grietas del baño, mirando el calefón eléctrico…porque no hubiera podido ni empezar a poner las cosas en los canastos. Él me había venido a ayudar, y empezó a descolgar los cuadros y a ponerlos en el piso…él sacaba y yo ponía…así durante horas para poder dejar ese lugar y partir hacía algo mejor, hacía el lugar que había elegido para mi futuro y mi comodidad… Lo increíble es que yo lo sabía y lo tenía muy presente, pero esto no evitaba el dolor de pensar en aquello que dejaba. Las cosas que uno deja siempre tiene que elaborarse. Siempre tiene uno que dejar atrás las cosas que ya no están aquí, aun cuando de alguna forma sigan estando…(?) Quiero decir, hace 26 años que estoy casado con mi esposa, yo sé que ella es siempre la misma, tiene el mismo nombre, el mismo apellido, la puedo reconocer, se parece bastante a aquella que era, pero también sé que no es la misma.- Desde muchos ángulos es totalmente otra. Por supuesto que físicamente hemos cambiado ambos (yo más que
ella), pero más allá de eso cuando pienso en aquella Perla que Perla era, de alguna manera se me confronta con esta que hoy es. Y en las más de las cosas me parece que ésta me gusta mucho más que la otra. Y digo, es fantástica esta Perla comparada con aquella, es maravilloso darse cuenta de cuánto ha crecido, es espectacular; pero esto no quiere decir que yo no haya tenido que hacer un duelo por aquella Perla que fue. Y fíjense que no estoy hablando de la muerte de nadie, ni del abandono de nadie, simplemente estoy hablando de alguien que era de una manera y que hoy es de otra. Que el presente sea aun mejor que el pasado no quiere decir que yo no tenga que elaborar el duelo. El mapa no es el territorio. Hay que aprender a recorrer este camino, que es el camino de las pérdidas, hay que aprender a sanar estas heridas que se producen cuando algo cambia, cuando el otro parte, cuando la situación se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía que tenía o cuando me doy cuenta de que nunca lo tendré lo que esperaba tener algún día (y ni siquiera es importante si verdaderamente lo tuve o no). Este sendero tiene sus reglas, tiene sus pautas. Este camino tiene sus mapas y conocerlos ayudará seguramente a llegar más entero al final del recorrido. Un ingeniero que se llamaba Korzybski decía que en realidad todos construimos una especie de esquema del mundo en el que habitamos, un “mapa” del territorio y en él, vivimos. Pero el mapa, aclara, NO es el territorio. El mapa es apenas nuestro mapa. Es la idea que nosotros tenemos de cómo es la realidad, aunque muchas veces esté teñida por nuestros prejuicios. Aunque no se corresponda exactamente con los hechos, es en ESE mapa donde vivimos. No vivimos en la realidad sino en nuestra imagen de ella. Si en mi mapa tengo registrado que aquí en mi cuarto hay un árbol, aunque no lo haya, aunque nunca haya existido, aunque el árbol no esté en el de Uds. y todos pasen por este lugar sin miedos ni registro alguno, yo voy a vivir esquivando este árbol por el resto de mi vida. Y cuando me vean esquivar el tronco Uds. me van a decir: -¿Qué hacés, estás loco? Y yo voy a pensar “los locos son ustedes”. Desde afuera de mi mapa esta conducta puede parecer estúpida y hasta graciosa, en los hechos puede resultar bastante peligrosa Dicen que una vez un borracho caminaba distraído por un campo. De pronto vio que se le venían encima dos toros, uno era verdadero y el otro imaginario.
El tipo salió corriendo para escapar de ambos hasta que consiguió llegar a un lugar donde vio dos enormes árboles. Un árbol era también imaginario pero el otro por suerte era verdadero. Borracho como estaba, el pobre desgraciado trató de subirse al árbol imaginario y lo agarró el toro real… Y por supuesto…colorín…colorado. Es decir, depende de cómo haya trazado este mapa de mi vida, depende del lugar que ocupa cada cosa en mi esquema, depende de las creencias que configuran mi ruta, así voy a transitar el proceso de la pérdida.
Un camino que empieza cuando sucede o cuando me doy cuenta de una pérdida y termina cuando esa pérdida ha sido superada. No se puede hablar de duelos y de pérdidas desconociendo el pequeño malestar que nos producen estos temas. De alguna manera un malestar que vale la pena en el sentido de aprender algunas cosas o revisar algunas otras, para sistematizar lo que todos sabemos. Nada de lo que escriba acá será extraño o misterioso para los que lo lean . De una o de otra manera todos hemos visto, hemos pasado, hemos sentido o hemos estado cerca de lo que otros sentían en relación a un dolor. La mala noticia para los que leen esto es a la vez una afortunada situación para mí, porque yo sé que pensar en la muerte de un ser querido es una cosa para quien lo ha vivido y otra para quien solamente habla de ello. Por mucho que yo haya leído sobre esto, por mucho que yo haya visto sufrir a otros, por mucho que yo haya acompañado a otros, siento que es  casi insolente escribir del tema sin haber pasado por ese lugar, sin haberlo padecido personalmente. Yo sé que en este punto la experiencia de lo vivido y padecido enseña de verdad mucho más, muchísimo más, que todo lo que cualquiera pueda leer.
Pérdidas inevitables. Este libro no habla sólo de la muerte de los seres queridos. A lo largo de nuestras vidas las pérdidas constituyen un fenómeno mucho más amplio y para bien o para mal, universal. Perdemos, no sólo a través de la muerte sino también siendo abandonados, cambiando, siguiendo adelante.
Nuestras pérdidas incluyen también las renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos, la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, nuestras ilusiones de libertad, de poder y de seguridad, así como la pérdida de nuestra juventud, aquella irreverente individualidad que se creía para siempre ajena a las arrugas, invulnerable e inmortal.
Pérdidas que al decir de Judith Viorst nos acompañan toda una vida, pérdidas necesarias, pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos no sólo con la muerte de alguien querido, no sólo con un revés material, no sólo con las partes de nosotros mismos que desaparecieron, sino con hechos ineludibles como… que nuestra madre va a dejarnos y nosotros vamos a dejarla a ella; que el amor de nuestros padres nunca será exclusivamente para nosotros; que aquello que nos hiere no siempre puede ser remediado con besos; que, esencialmente, estamos aquí solos; que tendremos que aceptar el amor mezclado con el odio y lo bueno con lo malo; que a pesar de ser como se esperaba que sea , una chica no podrá casarse con su padre; que algunas de nuestras elecciones están limitadas por nuestra anatomía; que existen defectos y conflictos en todas las relaciones humanas; que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera; que no importa cuán listos seamos, a veces nos toca perder; y que somos tremendamente incapaces de ofrecer a nuestros seres queridos o a nosotros mismos la protección necesaria contra el peligro, contra el dolor, contra el tiempo perdido, contra la vejez y contra la muerte. Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables. Y son pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. De hecho, somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a cómo nos hemos conducido frente a estas pérdidas. Por supuesto que trazar este mapa nos pone en un clima diferente del que algunos de Uds. Encontraron recorriendo e de la autodependencia o el del encuentro. El clima de aquellos era el clima de descubrirse uno mismo, de descubrir el disfrute, de ser lo que uno es junto a otros. Pero hablar de la elaboración del duelo no parece un tema que nos remonte al disfrute, que nos remonte a la alegría, es un tema que tiene una arista que conecta, por supuesto, con el dolor. Este camino, el de las lágrimas, enseña a aceptar el vínculo vital que existe entre las pérdidas y las adquisiciones. Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está y que eso es madurar.
Asumiremos al recorrerlo que las pérdidas tienden a ser problemáticas y dolorosas, pero sólo a través de ellas nos convertiremos en seres humanos plenamente desarrollados.
Para empezar por algún lado, el tema de las pérdidas es el de la elaboración del duelo y esto nos abre a dos conceptos: elaboración y duelo elaboración que deriva duelo que deriva de labor, de tarea. dolor. Como dice Sigmund Freud en Melancolía y duelo, la elaboración del duelo es un trabajo…un trabajo. El trabajo de aceptar la nueva realidad. proceso de aceptación Que quiere decir Que quiere decir dejar tiempo y cambio de pelearme
con la realidad que no es como yo quisiera. El ciclo de la experiencia. Todas las pérdidas son diferentes. No se puede poner en la misma bolsa y analizarlas desde el mismo lugar. Y sin embargo, desde el punto de vista psicológico, la diferencia tendrá que ver con la dificultad para hacer ese trabajo, pero el proceso del duelo es más o menos equivalente en una separación, en una pérdida material o en una muerte. El proceso de aceptación empieza, como todos, en la retirada.
Retirada es el lugar donde yo estoy aislado de lo que todavía no pasó, o de algo que está pasando y de lo que todavía no me enteré, un estímulo que está afuera, sin ninguna relación conmigo por el momento. Si estoy por entrar en una reunión donde hay gente que no conozco, la situación de retirada se establece antes de entrar, quizás todavía antes de viajar hacia la reunión. Cuando llego me enfrento con la situación de la gente reunida. Agradable o desagradable, tengo una sensación. Esto es: siento algo. Mis sentidos me informan cosas. Veo la gente, siento los ruidos, alguien se acerca. Tengo sensaciones, olfativas, auditivas, visuales, corporales, quizás me tiembla un poco el cuerpo y estoy transpirando. Después de las sensaciones “me doy cuenta”, tomo conciencia de lo que pasa.
Esto es, analizando las sensaciones deduzco que la reunión es de etiqueta, que hay muchísima gente y me digo: “Uy, algunos me miran”. Me doy cuenta de lo que está pasando, de qué es esto que está estimulando mis sentidos. Después de que me doy cuenta o tomo conciencia de lo que pasa se movilizan mis emociones. Siento un montón de cosas, pero no ya desde los sentidos, oídos, ojos, boca. No. Empiezo a sentir que me  asusta, me gusta o me angustia. Siento placer, inquietud y excitación.
Siento miedo, ganas, deseo, placer de verlos o temor por el resultado del encuentro. Emociones que bullen dentro mío.
Emociones que se transforman en acción. La palabra emoción es una palabra interesante, viene de moción que significa movimiento (a pesar de que la asociamos solamente con algo vivencial o interno) porque la emoción es lo que precede al movimiento. La emoción prepara el cuerpo para la acción. Pero la emoción sólo es la mitad del proceso. La otra mitad es la acción. Así que lo que hago enseguida es cargarme de energía, de potencia, de ganas. Me asusto y me voy, me quedo y empiezo a hablar, hablo por allí o acá, decido contar mis emociones, o no contarlas y esconderlas, o disimularlas o cualquier otra acción.
Entonces es el momento del contacto, el punto clave. Contacto es la posibilidad de establecer una relación concreta con el estímulo de afuera. No sólo tengo sensaciones, me doy cuenta, movilizo y actúo, sino que además vivo, me comprometo con la situación en la cual estoy inmerso; eso es establecer el contacto.
Y después de estar en contacto un tiempo, por preservación, por salud, por agotamiento del ciclo, hago una despedida e inicio una nueva retirada. Otra vez me alejo para quedarme conmigo y para volver a empezar. En la elaboración del duelo el estímulo percibido desde la situación de retirada es la pérdida. A veces de inmediato y otras no tanto me doy cuenta de lo que está pasando, he perdido esto que tenía o creía que tenía. Y siento.
Se articulan en mis sentidos un montón de cosas, no mis emociones todavía, sino mis sentidos. Y luego, frente a esta historia de impresiones negativas o desagradables, me doy cuenta cabal de lo que pasó. Aparecen y me invaden ahora sí, un montón de emociones diferentes y a veces contradictorias.
Transformar en acciones estas emociones me permitirá la conciencia verdadera de la ausencia de lo que ya no está. Y es la toma de conciencia de lo ausente, el contacto con la temida ausencia lo que me permitirá luego la aceptación de la nueva realidad, un definitivo darme cuenta antes de la vuelta a mí mismo. Me gustaría compartir con vos mi versión de un cuento que me llegó de manos de un paciente. Martín había vivido gran parte de su vida con intensidad y gozo. De alguna manera su intuición lo había guiado cuando su inteligencia fallaba en mostrarle el mejor camino. Casi todo el tiempo se sentía en paz y feliz; ensombrecía su ánimo, algunas veces, esa sensación de estar demasiado en función de sí mismo. Él había aprendido a hacerse cargo de sí y se amaba suficientemente como para intentar procurarse las mejores cosas. sabía que hacía todo lo posible para cuidarse de no dañar a los demás, especialmente a aquellos de sus afectos. Quizás por eso le dolían tanto los señalamientos injustos, la envidia de los otros o las acusaciones de egoísta que recogía demasiado frecuentemente de boca de extraños y conocidos. ¿Alcanzaba para darle significado a su vida la búsqueda de su propio placer? ¿Soportaba él mismo definirse como un hedonista centrando su existencia en su satisfacción individual? ¿Cómo armonizar estos sentimientos de goce personal con sus concepciones éticas, con sus creencias religiosas, con todo lo que había aprendido de sus mayores?
¿Qué sentido tenía una vida que sólo se significaba a sí misma?
Ese día, más que otros, esos pensamientos lo abrumaron.
Quizás debía irse. Partir. Dejar lo que tenía en manos de los otros. repartir lo cosechado y dejarlo de legado para, aunque sea en ausencia, ser en los demás un buen recuerdo. En otro país, en otro pueblo, en otro lugar, con otra gente, podría empezar de nuevo. Una vida diferente, una vida de servicio a los demás, una vida solitaria. Debía tomarse el tiempo de reflexionar sobre su presente y sobre su futuro. Martín puso muchas cosas en su mochila y partió en dirección al monte. Le habían contado del silencio de la cima y de cómo la vista del valle fértil ayudaba a poner en orden los pensamientos de quien hasta allí llegaba. En el punto más alto del monte giró para mirar su ciudad quizás por última vez. atardecía y el poblado se veía hermoso desde allí -Por un peso te alquilo el catalejo. Era la voz de un viejo que apareció desde la nada con un pequeño telescopio plegable entre sus manos y que ahora le ofrecía con una mano mientras con la otra tendida hacia arriba reclamaba su moneda. Martín encontró en su bolsillo la moneda buscada y se la dio al viejo que desplegó su catalejo y se lo alcanzó.
Después de un rato de mirar consiguió ubicar su barrio, la plaza y hasta la escuela frente a ella. Algo llamó su atención. Un punto dorado brillaba intensamente en el patio del antiguo edificio. Martín separó sus ojos del lente, parpadeó algunas veces y volvió a mirar. El punto dorado seguía allí. – Qué raro ?exclamó Martín sin darse cuenta que hablaba en voz alta -¿ Qué es raro? -preguntó el viejo – El punto brillante -dijo Martín- ahí en el patio de la escuela -siguió, alcanzándole al viejo el telescopio para que viera lo que él veía. – Son huellas -dijo el anciano. -¿ Qué huellas? -preguntó Martín – Te acordás de aquél día…debías tener siete años, tu amigo de la infancia, Javier, lloraba desconsolado en ese patio de la escuela, Su madre le había dado unas monedas para comprar un lápiz para el primer día de clases. Él había perdido el dinero y lloraba a mares -contestó el viejo. Y después de una pausa siguió -: ¿Te acordás de lo que hiciste? tenías un lápiz nuevito que estrenarías ese día. Te arrimaste al portón de entrada y cortaste en lápiz en dos partes iguales, sacaste punta a la mitad cortada y le diste el nuevo lápiz a Javier. – No me acordaba -dijo Martín-.
Pero eso ¿qué tiene que ver con el punto brillante? ? Javier nunca olvidó ese gesto y ese recuerdo se volvió importante en su vida. – ¿Y? – Hay acciones en la vida de uno que dejan huellas en la vida de otros -explicó el viejo-, las acciones que contribuyen al desarrollo de los demás quedan marcadas como huellas doradas… Volvió a mirar por el telescopio y vio otro punto brillante en la vereda a la salida del colegio. – ese es el día que saliste a defender a Pancho, ¿te acordás? Volviste a casa con ojo morado y un bolsillo del guardapolvos arrancado Martín miraba la ciudad. – Ese que está ahí en el centro -siguió el viejo-es el trabajo que le conseguiste a Don Pedro cuando lo despidieron de la fábrica … y el otro, el de la derecha, es la huella de aquella vez que juntaste el dinero que hacía falta para la operación del hijo de Ramírez…las huellas esas que salen a la izquierda son de cuando volviste del viaje porque la madre de tu amigo Juan había muerto y quisiste estar con él. Apartó la vista del telescopio y sin necesidad de él empezó a ver cómo miles de puntos dorados aparecían desparramados por toda la ciudad. Al terminar de ocultarse el sol, todo el pueblo parecía iluminado por sus huellas doradas. Martín sintió que podía regresar sereno a su casa. Su vida comenzaba, de nuevo, desde un lugar distinto.

CAPÍTULO 2
UN CAMINO NECESARIO

El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo. Harold S. Kushner. ¿Qué nos viene a la cabeza cuando vemos la palabra escrita aquí abajo?
PÉRDIDA. No importa desacordar en la pertinencia de cada término de la lista de asociaciones que sigue, porque algunas cosas son pertinentes sólo para quien las dice, pero lo cierto es que cada vez que hago la pregunta las palabras que apareen relacionadas con la pérdida son casi siempre las mismas:
muerte, desolación, vacío, ausencia, dolor, bronca, impotencia, angustia, eternidad, soledad, miedo, tristeza, irreversibilidad, desconcierto, nostalgia, desesperación, autorreproche, llanto, sufrimiento. Y yo creo que dando nada más que un vistazo podríamos entender todo lo odioso que resulta cada pérdida a nuestro corazón. Porque fíjense, aunque sea por un minuto, en este listado de palabras. Todos quisiéramos erradicar esta lista de nuestro diccionario. Sólo con estas palabras cada uno puede conectarse internamente con toda la presencia de las cosas que quisiéramos no encontrar jamás en nuestro camino y hasta (si pudiéramos elegir) intentaríamos evitar permanentemente del camino de los que amamos. Y sin embargo lo que yo quiero tratar de demostrar es que estas son las cosas que han hecho de nosotros esto que somos. Estas emociones, estas vivencias, estas palabras sentidas y no solamente pronunciadas, son las responsables de nuestra forma de ser. Porque somos el resultado de nuestro crecimiento y desarrollo y éstos dependen de nuestros duelos. Estas experiencias son necesarias para determinar nuestra manera de ser en el mundo. Nadie puede evolucionar sin dolor, nadie puede crecer si no ha experimentado antes en sí mismo gran parte de las emociones y sensaciones que definen las palabras de la lista. ¿Eso qué quiere decir, que hace falta sufrir para poder crecer? ¿Estamos diciendo que hace falta conectarse con el vacío interno para poder sentirse adulto? ¿Tengo que haber pensado en la muerte para seguir mi camino? Digo yo que sí. Creo sinceramente que hace falta cada una de estas cosas para llegar a la autorrealización. La lista describe en buena medida parte del proceso NORMAL de la elaboración del duelo y dado que estas experiencias son imprescindible los duelos son parte de nuestro crecimiento. De ninguna de estas palabras yo podría decir “Ésta no debería estar, esto es anormal, aquello forma parte de lo enfermizo o patológico”. Puede ser que en algún momento alguien tenga un duelo menos denso, no tan complicado, un proceso que no se desarrolle con tanto sufrimiento ni tanta angustia…puede ser. Pero también podría suceder que otra persona o esa misma en otro momento, transite un duelo que incluya todas estas cosas y algunas más. Este libro quizás dispare algunos recuerdos y desde allí movilice algunas cosas personales, quizás algunos eventos no del todo resueltos, de hecho lo produce en mí el mero hecho de escribirlo. Por eso es que, más que otras veces, te pido que te sientas con derecho a disentir, que te permitas decir “no estoy de acuerdo” o “yo creo justo lo contrario”, que te animes a pensar que soy un idiota o putearme por sostener esto que digo. No te dejes tentar por el lugar común de pensar que si lo dice el libro entonces esto es lo que “se debe” o “no se debe” sentir, porque un duelo siempre es algo personal y siempre lo va a ser. Tomemos algunos miles de personas y pintémosle de tinta negra los pulgares. Pidámosle después que dejen su huella en las paredes. Cada una de esas manchas será diferente, no habrá dos iguales porque no hay dos personas con huellas dactilares idénticas. Sin embargo…
todas tendrán características similares que nos permitan estudiarlas y saber más de ellas. Cada uno de nuestros duelos es único y además irrepetible y sin embargo, se parece a todos los otros duelos propios y ajenos en ciertos puntos que son comunes y nos ayudarán a entenderlos. Una de estas cosas en común que quiero empezar señalando es que ayudar en un duelo, cualquiera sea su causa, implica conectar a quien lo padece con el permiso de expresar sus emociones, cualesquiera que sean. Todos los terapeutas del mundo (que disentimos en casi todo) estamos de acuerdo en que la posibilidad de encontrar una forma de expresión de las vivencias internas ayudará a quienes están transitando por este camino a aliviar su dolor. El desafío de la pérdida: Para entender la dificultad que significa enfrentarse con una pérdida nos importa entender qué es una pérdida. Cuando, como siempre, busqué en el diccionario etimológico el origen de la palabra, me sorprendió encontrar que pérdida viene de la unión del prefijo per, que quiere decir al extremo, superlativamente, por completo, y de der, que es un antecesor de nuestro verbo dar. Y partiendo de esto pensé que la etimología me obligaba a pensar en la pérdida como la sensación que tiene quien siente que ha dado todo a alguien o a algo que ya no está. ¿La palabra pérdida tiene que ver con haber dado lo máximo? Y entonces pensé: “No, no puede ser. ¿Dónde está el error? Porque cuando uno da, en general, no siente la pérdida, en todo caso lo perdido es lo que alguien, la vida o las circunstancias te sacan”. Y me acordaba de Nasrudím… Él anda por el pueblo diciendo: – He perdido la mula, he perdido la mula, estoy desesperado, ya no puedo vivir.
– No puedo vivir si no encuentro mi mula. – Aquel que encuentre mi mula va a recibir como recompensa mi mula. Y la gente a su paso le grita: – Estás loco, totalmente loco, ¿perdiste la mula y ofreces como recompensa la propia mula? Y él contesta: – Sí, porque a mí me molesta no tenerla, pero mucho más me molesta haberla perdido. Porque el dolor de la pérdida no tiene tanto que ver con el no tener, como con la situación concreta del mal manejo de mi impotencia, con lo que el afuera se ha quedado, con esa carencia de algo que yo, por el momento al menos, no hubiera querido que se llevara. Quizás, pienso ahora, AHÍ ESTÁ LA BASE ETIMOLÓGICA DE LA palabra. La pérdida nos habla de conceder mucho más de lo que estoy dispuesto a dar. Quizás en el fondo yo nunca quiero desprenderme totalmente de nada, y la vivencia de lo perdido es tema del “ya no más”. Un “ya no más” impuesto, que no depende de mi decisión ni de mi capacidad. Así que este dolor del duelo es entonces la renuncia forzada a algo que hubiera preferido seguir teniendo. ¿Pero cómo podría evitarlo? Ya vimos que las emociones redundan en que yo me prepare para la acción. Y esta acción de alguna manera me va a conectar con el estímulo.
Aunque conexión también puede querer decir salir corriendo,.porque conectarse quiere decir ESTAR en sintonía con lo que está pasando. Dicho de otra manera, hay una relación entre lo que hago, lo que siento, lo que percibí y el estímulo original.
Esta respuesta (Mi respuesta) me conecta DURANTE UN TIEMPO con la situación y la modifica (aunque más no sea, en mi manera de percibir el estímulo). La conexión, en el mejor de los casos, llegado un momento se agota, se termina, pierde vigencia y entonces vuelvo a estar en reposo. Este ciclo, que como dijimos se llama ciclo de la experiencia, se reproduce en cada una de las situaciones, minuto tras minuto, instante tras instante, día tras día de nuestras vidas. También cuando este estímulo es la muerte de alguien. Lo que me pasa a mí en este caso recorre exactamente el mismo circuito: percibo la situación del afuera, me conecto con una determinada emoción, movilizo una energía, que se va a tener que transformar en acción para que establezca contacto con esa situación concreta, hasta que esa situación se agote y vuelva al reposo. De lo que vamos a hablar es acerca de cómo esta elaboración se da, no sólo frente a la muerte de alguien, sino en muchas otras pérdidas, de la enfermiza conexión que no se agota, del apego y del desapego.
Pérdidas grandes y pequeñas pérdidas: Cada pérdida, por pequeña que sea, implica la necesidad de hacer una elaboración; no sólo las grandes pérdidas generan duelos sino que, repito, TODA pérdida lo implica. Por supuesto que las grandes pérdidas generan comúnmente duelos más difíciles, pero las pequeñas también implican dolor y trabajo. Un trabajo que hay que hacer, que no sucede solo. Una tarea que casi nunca transcurre espontáneamente, conmigo como espectador.

Sociedad de Ayuda al Viajero en los Bardos

http://bardoworks.org/lrs.htm

Nuestra Misión:
La Sociedad de Lectores del Laberinto fue fundada en 1974 para mantener vivo el arte de guiar a un individuo por el estado de Tránsito entre la muerte y el renacimiento. En España esta sociedad es conocida como la Sociedad de Ayuda al Viajero en los Bardos.

Esta Sociedad ofrece cursillos y talleres sobre cómo hacerse comadrona terminal — y también proporciona el servicio de leer para aquéllos que están muertos o que se encuentran en el proceso de morir. 

¿Quién o qué es un Lector del Laberinto?
Un Lector del Laberinto es un persona que ha sido instruida en la antigua tradición de guiar al Ser por el estado de entre vidas — una práctica que ha existido en todas las culturas por todo el mundo; ejemplificada por el Libro Tibetano de los Muertos, el Libro Contemporáneo de los Muertos, el Libro Egipcio de los Muertos, y el Calendario de Los Pastores. Esta tradición es una tradición oral, (lo que significa que las instrucciones se leen en voz alta), que da instrucciones especiales en intervalos específicos con el propósito de guiar al individuo a través del tránsito o, si es posible, desde el momento de la muerte hasta la Liberacíon.

La muerte es una función de la vida. Preferimos no ignorar esta faceta muy importante de la vida. El propósito de un lector es ayudar al individuo a hacer el tránsito a través del proceso de morir. La Sociedad de Ayuda al Viajero en los Bardos trabaja con el texto actualizado para el siglo XXI: el Libro Contemporáneo de los Muertos de E.J. Gold.

¿Qué es una Comadrona Terminal?
Igual que el parto natural prepara la futura mamá para las sensaciones, tensiones y alegrías del parto, una Comadrona Terminal prepara los pacientes terminales para su muerte inminente y experiencia de tránsito. Al saber que la experiencia después de la muerte es una para la que la mayoría de la gente no está preparada, los pacientes terminales aprenden a considerar su vida sin remordimientos, preparándose para la transición final. Los talleres y la instrucción para la Comadrona Terminal incluyen técnicas exactas para afrontar la experiencias después de la muerte.

¿Quién puede aprender a ser un Lector del Laberinto?
Nuestra expreiencia nos indica que cualquier persona que tenga un interés sincero en hacerse Lector del Laberinto es capaz de desarrollar las habilidades y aprender el arte de serlo. Te invitamos a contactarte directamente con nosotros para recibir más información sobre cómo puedes llegar a ser un Lector del Laberinto.

Los miembros de la Sociedad de Ayuda al Viajero en los Bardos ofrecen cursillos e instrucción en persona o vía internet, haciendo que estas enseñanzas lleguen a todas partes del planeta.

COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE

COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE

                    I

  Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
  contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
  tan callando;
  cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
  da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
  fue mejor.

                    II

  Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s’es ido
  e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
  por passado.
  Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
  lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
  por tal manera.

                    III

  Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
  qu’es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
  e consumir;
  allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
  e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
  e los ricos.

            INVOCACIÓN

                    IV

  Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
  y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
  sus sabores.
  Aquél sólo m’encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
  de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
  su deidad.

                    V

  Este mundo es el camino
para el otro, qu’es morada
  sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
  sin errar.
  Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
  e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
  descansamos.

                    VI

  Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
  como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
  que atendemos.
  Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
  descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
  do murió.

                    VII

  Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
  corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
  angelical,
  ¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
  e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
  descompuesta!

                    VIII

  Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
  y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
  las perdemos.
  Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
  que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
  desfallescen.

                    IX

  Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
  de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
  ¿cuál se para?
  Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
  de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
  de senectud.

                    X

  Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
  tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
  en esta vida!
  Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
  que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
  se mantienen.

                    XI

  Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
  ¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d’una señora;
  que se muda,
  que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
  presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
  en una cosa.

                    XII

  Pero digo c’acompañen
e lleguen fasta la fuessa
  con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
  como sueño,
e los deleites d’acá
son, en que nos deleitamos,
  temporales,
e los tormentos d’allá,
que por ellos esperamos,
  eternales.

                    XIII

  Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
  que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
  en que caemos.
  Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
  sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
  no hay lugar.

                    XIV

  Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
  ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
  trastornadas;
  assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
  e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
  de ganados.

                    XV

  Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
  ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
  sus hestorias;
  non curemos de saber
lo d’aquel siglo passado
  qué fue d’ello;
vengamos a lo d’ayer,
que también es olvidado
  como aquello.

                    XVI

  ¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d’Aragón
  ¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
  como truxeron?
  ¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
  de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
  e çimeras?

                    XVII

  ¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
  sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
  d’amadores?
  ¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
  que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
  que traían?

                    XVIII

  Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
  alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
  se le daba!
  Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
  se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
  lo que le dio!

                    XIX

  Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
  llenos d’oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
  del tesoro,
  los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
  tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
  de los prados?

                    XX

  Pues su hermano el innocente
qu’en su vida sucesor
  se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
  le siguió!
  Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
  en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
  echaste agua.

                    XXI

  Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
  tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
  degollado.
  Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
  su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
  al dexar?

                    XXII

  E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
  como reyes,
c’a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
  a sus leyes;
  aquella prosperidad
qu’en tan alto fue subida
  y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
  fue amatada?

                    XXIII

  Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
  e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
  e traspones?
  E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
  y en las pazes,
cuando tú, cruda, t’ensañas,
con tu fuerça, las atierras
  e desfazes.

                    XXIV

  Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
  e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
  e barreras,
  la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
  ¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
  con tu flecha.

                    XXV

  Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
  de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
  e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
  pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu’el mundo todo sabe
  cuáles fueron.

                    XXVI

  Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
  e parientes!
¡Qué enemigo d’enemigos!
¡Qué maestro d’esforçados
  e valientes!
  ¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
  ¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
  qué león!

                    XXVII

  En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
  e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
  e trabajar;
  en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
  con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
  que prometía.

                    XXVIII

  Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
  del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
  e buen talante.
  Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
  de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
  de su tierra.

                    XXIX

  Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
  ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
  e sus villas;
  y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
  se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
  que le dieron.

                    XXX

  Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
  ¿cómo s’hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
  se sostuvo.
  Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
  que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
  que tenía.

                    XXXI

  Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
  en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
  en senectud.
  Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
  bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
  dell Espada.

                    XXXII

  E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
  las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
  las cobró.
  Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
  fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
  su partido.

                    XXXIII

  Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
  al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
  verdadero;
  después de tanta hazaña
a que non puede bastar
  cuenta cierta,
en la su villa d’Ocaña
vino la Muerte a llamar
  a su puerta,

                    XXXIV

  diziendo: “Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
  e su halago;
vuestro corazón d’azero
muestre su esfuerço famoso
  en este trago;
  e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
  por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
  que vos llama.”

                    XXXV

  “Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
  qu’esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
  acá dexáis.
  Aunqu’esta vida d’honor
tampoco no es eternal
  ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
  peresçedera.”

                    XXXVI

  “El vivir qu’es perdurable
non se gana con estados
  mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
  infernales;
  mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
  e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
  contra moros.”

                    XXXVII

  “E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
  de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
  por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
  que tenéis,
partid con buena esperança,
qu’estotra vida tercera
  ganaréis.”

[Responde el Maestre:]

                    XXXVIII

  “Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
  por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
  para todo;
  e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
  clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
  es locura.”

[Del maestre a Jesús]

                    XXXIX

  “Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
  e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
  como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
  en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
  me perdona”.

        FIN

                    XL

  Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
  conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
  e criados,
  dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
  en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
  su memoria.

CEREMONIA

CEREMONIA
LECTOR
Hoy, día ___ de _____________ de _____, siendo las  ___ horas, en presencia de ________ ____________________________________________________(familiares presentes), nos hemos reunido en unión a ____________________________ (nombre del fallecido), muerto en la fecha _________ como consecuencia de _______________ , para realizar la labor que nos corresponde como seres que vivimos en el plano físico terrenal, y del cual ____________________________ (nombre del fallecido) ha partido ya.
Que nuestros corazones, palabras y pensamientos le sirvan de guía y apoyo en la etapa por la cual transcurre hoy.

CORO
La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna. El cuerpo se desecha así como la mariposa desecha a la oruga, y el Ser nace y se reconoce. Sin temor mira tu cuerpo y siente tu Ser, pues tu cuerpo muere y tu Ser vive.
Abre tu corazón a la luz que te rodea, confía en ella y goza del haber despertado a la eternidad; recorre los caminos del tiempo y descubre que otros, así como tú, han desechado sus cuerpos para que sus esencias, libres de vestiduras, se reconozcan en el Todo Uno (Todo Uno, Dios, Divinidad, Absoluto, Espíritu Supremo. Deberá elegirse la palabra que más se acomode a las creencias de la familia o del fallecido).
Hoy despiertas de un sueño finito y así como muchos acepta la Luz cuyo brillo proviene de ti. Eres eterno y vives en ÉL.

LECTOR
Tu, que eres inmortal, escucha el llamado que te hace tu YO; hoy naces para ser eterno, descubre en ti la realidad.

CORO
Es el momento de ver lo que a tus ojos se escondía, es el tiempo de sentir lo que a tu piel escapaba, es el instante de oír lo que a tus oídos callaba, es hora de que transciendas tus sentidos y te reconozcas. Tu eres más que eso. Eres todo y persistes.

LECTOR
Desecha tu cuerpo y tus temores pues no pertenecen a ti; tu cuerpo pertenece a lo mutable, a lo susceptible, a lo frustrante.
Tu eres inmutable, intocable e indestructible. El temor proviene de lo mutable. Sin temor, escucha la Voz del Silencio, que es tu voz.

CORO
Cierra tus ojos a lo finito y tu visión será infinita. Escucha sólo lo que a tus oídos no llega, de esta forma podrás sentir lo que tu cuerpo ya muerto no puede sentir.

LECTOR Y CORO
Que nuestras palabras permitan que __________________________ (nombre del fallecido) se acerque a la verdad, se descubra y se regocije de saberse eterno. Que nuestros pensamientos permitan que ______________________ (nombre del fallecido) acepte la luz que ilumine su corazón y pierda el temor de acercarse a sí mismo. Que nuestra acción guíe a ___________________________ (nombre del fallecido) a través de las tinieblas de la ignorancia y la duda; que su conciencia vea la realidad tal cual es, sin máscaras ni velos, y se reconozca.

LECTOR
Que nuestros corazones, palabras y pensamientos te sirvan de guía y apoyo en la etapa por la cual transcurres hoy.

CORO
La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna y manifiesta. Continúa tu camino. Despréndete de cuanto temor o deseo terreno te aceche, y acepta tu verdad: presencia y conciencia más allá de la muerte de un cuerpo físico

NECROSALES INICIALES

La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna. El cuerpo se desecha así como la mariposa desecha a la oruga, y el Ser nace y se reconoce. Sin temor mira tu cuerpo y siente tu Ser, pues tu cuerpo muere y tu Ser vive.
Abre tu corazón a la luz que te rodea, confía en ella y goza del haber despertado a la eternidad; recorre los caminos del tiempo y descubre que otros, así como tu, han desechado sus cuerpos para que sus esencias, libres de vestiduras, se reconozcan en el Todo Uno.
Hoy despiertas de un sueño finito y así como muchos acepta la luz cuyo brillo proviene de ti. Eres eterno y vives en ÉL.
2
Hoy, que has desterrado el velo que cubría tus ojos;
hoy, que has abandonado el bullicio que ensordecía tus oídos;
hoy, que has desterrado las sensaciones que turbaban tus sentidos;
hoy, que has renunciado al cuerpo que limitaba tu ser, ATIENDE:
No son tus ojos ni tus oídos, no son tus sensaciones, es sólo tu cuerpo el que muere, es sólo eso, pues tu aún sigues allí;
No es el velo ni el bullicio, no son las sensaciones ni es tu cuerpo, es tu conciencia la que escucha, es sólo eso, pues tu aún sigues allí.
Hoy que te has liberado de tus limitaciones, has descubierto la verdad de lo que eres: Esencia siempre consciente.
Hoy es el gran día de tu despertar, ATIENDE.
3
¡Si!, eres tu quien mira tu cuerpo hoy, quien piensa, quien escucha, quien espera.
¡No!, no eres tu quien yace aquí; es sólo un cuerpo frío y sin vida: tu eras quien daba la vida al cuerpo que hoy yace aquí; el que daba la alegría, el amor y la esperanza. Eres tu el cálido y vivo, el Eterno.
¡Si, si eres tu! Siempre tu.
4
Hoy que has terminado tu labor reposas en la tierra de los muertos:
¡Bienaventurados aquellos que reposan luego de una agotadora jornada en la tierra de los hombres!
¡Bienaventurados aquellos que reconocen el propósito de su labor en la tierra de los hombres!
¡Bienaventurados aquellos que se reconocen en la tierra de los hombres!
¡Tu eres uno de ellos, bienaventurado seas!
5
Escucha las palabras que pacientemente acuden a ti, entrégate a su dulce susurreo; explora tu verdadera existencia, y sin temor acude a tu lugar.
6
Estas palabras que hoy pronunciamos son nuestra manifestación de amor y alegría para que nuestros pensamientos iluminen tu camino y te acompañen en su recorrido:
Mis palabras son las palabras del amor;
mis pensamientos son pensamientos de alegría;
mi amor es más extenso que la vida: traspasa la muerte al igual que mi existencia;
mi alegría es más profunda que el dolor: penetra a toda existencia al igual que mi amor hacia ti.
Todo es amor, y tu camino nuestra alegría.
7
Regocíjate, la muerte es bienvenida.
En unión a ti celebramos esta nueva etapa; hoy más que nunca perteneces a nosotros y nosotros a ti, tu eres la esencia que nutre nuestros cuerpos y aviva nuestros corazones.
Eres todo aquello que nosotros aún no conocemos pues nuestros recuerdos se hallan perdidos en el tiempo; es por ello que celebramos tu nuevo despertar, un despertar que nos acerca aquello que nosotros también somos: verdad de La Verdad, realidad oculta en lo aparente, vida disfrazada de muerte.
Tu y nosotros por siempre descubiertos.
8
Sujeto (a) al cuerpo eras mortal.
Sujeto (a) al tiempo eras temporal;
hoy, que te has desprendido de tu cuerpo y traspasado las fronteras del tiempo, te decimos:
Bienvenida sea la inmortalidad, la libertad de la esencia sobre el cuerpo y el tiempo;
bienvenida sea la alegría del saberse siempre inmortales, siempre crecientes.
Tu alegría será nuestra alegría, tu confianza será nuestra confianza; tu amor es nuestro amor.
Confía en tu inmortalidad así como nosotros confiamos en tu atemporalidad.
No sujeto al cuerpo eres infinito, no sujeto al tiempo eres perpetuo.
Hoy, que has despertado del sueño mortal y que has penetrado en los confines de tu existencia, te decimos:
Bienvenida sea la Inmortalidad.
9
Eres como todo ser, indefectiblemente sumido en el Todo;
eres como toda conciencia, imprescindiblemente real;
eres como todo hombre, indispensablemente confuso.
¿Te has dado cuenta? ¡Siempre Eres!
Lo indefectible es lo imprescindible y lo indispensable;
El Todo es Real y es Confuso:
Es real cuando es la conciencia,
es confuso cuando es el hombre.
¿Cómo explicar lo confuso?
A través de lo imprescindible, indefectiblemente sumido en el Todo.
10
En cada pensamiento y en cada palabra hay alegría;
esta es la verdad de la alegría:
Que La Luz ilumine tu camino y descubra en ti la esencia de las esencias,
pues es el brillo de la esencia que brota de ti y el que ilumina tu camino.
Acércate a la fuente que da brillo y goza la dicha que su calor produce.
Ve con ella y permite que conduzca tu existencia a los confines de la historia,
que descubra el velo que cubre la única verdad, la verdad que reside en ti y que hoy acude a tu encuentro.
Que la luz ilumine tu camino y permita que de tu interior brote la dicha infinita que habita y que clama su presencia en el hombre de hoy, libre de vestiduras y lleno de confianza.
¡Sin límites, extiéndete!, deja libre aquello que sólo tu puedes permitir, aquello que es real, aquello que es parte de ti.
¡Extiéndete y goza de la dicha de ser tu mismo!
11
No tengas miedo, confía y escucha:
Tu estado de hoy es el Estado Real,
el hombre que habitaba el cuerpo muerto que hoy asistimos,
el Ser infinito, inmortal e indestructible.
A ti nos dirigimos, hombre de hoy, hombre de siempre.
12
Que nuestro amor te sirva de guía:
Tu existencia más allá de la muerte es tan real como nuestra existencia.
Dos mundos separados por un puente cuyo paso hoy transcurres.
Es tu lugar como Ser libre de las limitaciones de un cuerpo,
un cuerpo muerto y una esencia manifiesta, viva y consciente de su existencia.
Nuestras palabras llegan a ti reafirmando la concepción de lo humano como entidad que transmuta en el proceso de la muerte.
Aun sin ser evidente para nosotros, somos conscientes de tu existencia, confiamos en el Hombre como Ser, esencia de las esencias, inmortal e imperturbable.

NECROSALES CEREMONIALES CLÁSICOS

NECROSALES CEREMONIALES CLÁSICOS
1
No temas:
Morir es reconocer,
es descubrir,
es recordar,
es florecer,
es madurar,
es crecer,
es nacer.
Jamás se muere
si se reconoce,
se descubre,
se recuerda,
se florece,
se madura,
se crece.
2
No hay sinsabores ni agonía, todo es alegría.
Un nuevo hombre ha nacido, El Verdadero, El Único;
sin máscaras, sin apariencias.
No hay penas ni amarguras,
la armonía es bienvenida;
El Hombre descubre al hombre,
La Vida descubre a la muerte,
y el hombre, que es vida, no muere.
Brota en ti el nuevo hombre, y
el germen de la Vida Eterna florece en la muerte.
No hay sufrimiento ni tormento,
desenvolverse es descifrarse;
todo es alegría, todo es verdadero.
Nada hay más sincero que la Voz del Hombre que responde al hombre;
concordia es tu signo y la dicha tu estado.
No hay congoja, todo es fiesta,
un Nuevo Hombre ha nacido.
3
En unión a ti celebramos hoy el amanecer de un nuevo día:
Que La Luz ilumine la esencia de tu vida y el gozo inunde el corazón de tu conciencia.
Siente la necesidad de conocerte, siente lo que eres pues esa es tu única necesidad;
hoy, como siempre, el amor te rodea y te conduce a la verdad;
hoy, como siempre, tu eres el que regresa y el que parte;
en un lado o en el otro es lo mismo,
nada cambia, es el mismo día.
La noche es la Luz y la luz es la Noche, lo mismo que tu, siempre aquí, siempre allá.
La alegría es sólo una, la tuya y la mía.
4
Todo sigue, y tu estas ahí.
En nosotros está tu recuerdo presente,
y en ti estaremos eternamente nosotros.
Esta paz que hoy aflora, esta paz que hoy nos envuelve,
es la manifestación de tu presencia, de tu permanencia en el tiempo.
Es la paz de tu inmortalidad.
Todo sigue, y en nosotros está tu presencia.
5
Las fronteras del tiempo son tan rígidas como tu pensamiento;
los límites de tu existencia son tan cortos como tu concepción del Ser Humano;
tu cuerpo muerto es tan real como lo es tu estado;
sin fronteras en el tiempo, tu pensamiento es infinito;
lo inmortal pertenece a ti y tu existencia es evidente.
Es a ese hombre, libre de límites y real, al que nos dirigimos:
Eres La Esencia del cuerpo que hoy yace ante nosotros, eres el Ser que habitaba su cuerpo,
eres la prueba que tanto ansiabas.
6
Acércate a la Verdad de tu existencia;
perteneces a un mundo real, sin límites,
sin frustraciones, sin temores.
Es tan claro y cálido como tu Ser íntimo,
de tu misma esencia, de tu misma identidad;
perteneces a un Todo que hoy reclama su reconocimiento, su verdad.
Eres tan consciente de tu existencia como nosotros de tu muerte;
vives en un mundo de Luz, sin penumbras, sin misterios.
Ese es tu lugar, perteneces a él, como nosotros a nuestro lugar.
7
Aquella luz que a tus ojos se insinúa, aquel color que su rayo descubre,
es la esencia de tu misma esencia que cubre cuanto existe;
es su tibio calor el que hoy alimenta el fuego de tu existencia, el que tu Ser siente y reconoce:
Ese eres tu:
Aquel que llena todo lugar, que vive más allá de la muerte, que se esconde a los ojos del hombre mortal,
que se manifiesta en el hombre íntegro, que es lo que tu eres,
Esencia de las Esencias.
8
Es la muerte la respuesta a la duda de tu existencia,
es tu conciencia la negación de la duda,
esa es tu condición, siempre consciente de tu existencia:
Nuestras palabras se dirigen a ti,
aquel que persiste más allá de la muerte,
aquel que vive la realidad de una duda supuesta,
aquel que confirma la ilusión de la muerte.
Es tu estado el del Hombre Real,
es tu conciencia la Conciencia Real,
vives para confirmar lo real: El hombre no muere, persiste más allá de la muerte.
9
Hoy es el día del despertar, del despertar de un sueño finito;
es el día del Hombre Real, del hombre libre, sin limitaciones;
es el día de la Luz Permanente, clara y tibia como la esencia propia de tu nuevo estado;
es el día del desenvolvimiento,
del abandono del cuerpo física ya muerto,
de la realidad de tu nuevo cuerpo.
Hoy es tu día, el día que siempre llega al Hombre Real,
el día de su verdad.
10
Ha llegado el momento de comenzar,
de iniciar tu camino, de recorrer la historia;
es el momento de tu verdad,
es el momento de descubrir el Asunto Real,
de aceptar la existencia más allá de la muerte física,
del encuentro con tu Ser consciente y evidente.
Es a ti a quien nos dirigimos, es en ti en quien pensamos;
son nuestras palabras manifestación de vida,
de permanencia más allá de la muerte.
Son la confirmación de tu existencia.
Eres lo que nunca dudamos, el Ser Eterno y Vivo.