Respaldo de material de tanatología

¿Cómo compaginar la aniquiladora idea de la muerte?

¿Cómo compaginar la aniquiladora idea de la muerte con este incontenible afán de vida?

Mario Benedetti

ERA SÓLO VARICELA

M. dijo: -Yo quiero ir a Rafaela.

Y tosía una vez más, sin poder contenerse. Pero además de la tos, la fiebre, los escalofríos, el dolor de cabeza que se sentía como si martillaran dentro del cráneo.

El pediatra que examinaba a su hijo le informó el diagnóstico: -Es una varicela, tiene que evitar exponerlo al sol, en lo posible que no se toque las lesiones. Primero son pequeñas ronchitas llamadas pápulas que luego se convierten en vesículas y finalmente en costras. ¿Usted ya tuvo varicela?

-No recuerdo.

-Si no la ha tenido, la va a tener, porque su hijo está contagiando desde antes de la erupción. Y algo muy importante: no le dé ningún medicamento que contenga aspirina, porque existe el riesgo de una complicación muy seria que afecta al sistema nervioso central, es una inflamación grave del cerebro.

M. escuchó las indicaciones como desde un planeta lejano y pidió al médico que se las escribiera por miedo a no recordarlas. Tomó en brazos a su bebé -tenía dos años recién cumplidos- y salió. Si tuviera que repetir, si tuviera que recordar lo que hizo hasta el momento en que subió por fin al colectivo, no hubiera podido, todo le parecía confuso, desconocido y hasta amenazante. Tenía un solo pensamiento: Yo quiero ir a Rafaela. La mujer del asiento de al lado no pudo menos que advertir que algo malo le ocurría a ese inquieto pasajero, especialmente por su profesión, era enfermera. El hombre temblaba, sacudido por los escalofríos.

Durante los cabeceos frecuentes, cuando el sueño lo vencía, sus brazos se aflojaban y el chico quedaba desprotegido. Solidariamente lo convenció de que se lo cuidaría hasta llegar al destino. M. tampoco recordaría que sus familiares lo esperaban en la terminal, ni sus rostros alarmados al ver su estado demacrado, el pelo mojado por la transpiración febril, los escalofríos intermitentes, la respiración superficial y agitada, con la boca abierta, los labios secos. M. fue internado esa tarde en terapia intensiva. Por la noche, fue necesario colocarlo en respiración asistida, con diagnóstico de neumonía bilateral grave, probablemente de causa varicelosa.

La evolución fue larga y complicada, lo que ocurre en un porcentaje muy reducido de pacientes. M. agregó insuficiencia cardiaca al cuadro infeccioso, además de que las lesiones por la varicela se sobre infectaron.

El virus de la varicela deprime la respuesta inmune, es decir las defensas que tiene el organismo para contrarrestar la colonización bacteriana.  La invasión del virus al sistema nervioso también determinó períodos de excitación y confusión, que se sumaban a los efectos de la persistente fiebre. Por más de una semana, el cuadro fue crítico y con un desenlace incierto.

Afortunadamente, el trabajo conjunto del equipo humano y las medidas de sostén que se corregían cotidianamente rindieron su fruto. En el décimo día de internación, se pudo desconectar del respirador y al día siguiente comenzó a ingerir alimento nuevamente. Hasta entonces, durante la conexión al respirador, la nutrición se mantenía mediante una sonda.

Ese mismo día, la enfermera le mostró una foto del responsable de su contagio, que sus familiares le acercaron.

Inmediatamente, reaccionó: -Ese es mi hijo, ¿de dónde sacaste eso?  M ya estaba por el buen camino.

ACERCA DE LA SALUD/Por el Dr. Armando Peláez – http://laopinion-rafaela.com.ar/opinion/2007/06/20/h762003.htm