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Control del tratamiento de la LMC

Control del tratamiento de la LMC

Durante el tratamiento de la leucemia mieloide crónica (LMC) el médico se basará en varias pruebas para poder determinar la respuesta del paciente al tratamiento.  Éstas incluyen las pruebas que se utilizan inicialmente para diagnosticar la enfermedad.

Respuesta hematológica
Como el primer paso del tratamiento de la LMC es normalizar el recuento de células sanguíneas, los médicos empiezan el control mediante análisis de sangre para contar la cantidad de glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas que hay en el organismo. En la LMC no tratada los glóbulos blancos se encuentran en cantidades muy elevadas.

Si el recuento total de glóbulos blancos sigue disminuyendo y la cantidad de glóbulos rojos y de plaquetas vuelve a ser normal, significa que el tratamiento funciona. En la fase crónica de la LMC, el recuento de glóbulos blancos a menudo vuelve a su nivel normal rápidamente. Este proceso recibe el nombre de respuesta hematológica completa.

Los análisis de sangre continuarán realizándose durante todo el tratamiento para asegurar que el recuento de células sanguíneas se mantiene en niveles normales. Si éstas volvieran a alcanzar niveles anómalos podría producirse una recurrencia de la enfermedad.

Pruebas citogenéticas
Durante el diagnóstico inicial, el médico probablemente pida pruebas citogenéticas para comprobar la presencia del cromosoma Filadelfia, una anomalía genética específica que se encuentra en la médula ósea y en las células sanguíneas de pacientes con LMC. A medida que se desarrolla la leucemia, el número de células irregulares aumenta si lo comparamos con los glóbulos blancos normales.

Se extraen células de la médula ósea y se analizan para comprobar la presencia del cromosoma Filadelfia. Se selecciona la médula ósea porque es ahí donde se dividen las células sanguíneas, y porque en esta fase del ciclo vital de las células es cuando se pueden ver sus cromosomas a través de un microscopio. Se analizan unas veinte o treinta células sanguíneas. En algunos casos, especialmente antes del tratamiento, cuando el recuento de glóbulos rojos es extremadamente elevado, las pruebas citogenéticas pueden realizarse con muestras de sangre en vez de con la médula ósea.

La detección de una sola célula con el cromosoma Filadelfia basta para confirmar el diagnóstico de la LMC, pero normalmente las veinte o treinta células contienen el cromosoma Filadelfia en el momento del diagnóstico.  A medida que continúa el tratamiento eficaz, el médico hará un seguimiento de la reducción del porcentaje de estas células.

El grado de respuesta del organismo al tratamiento se describe en porcentajes.  La reducción del porcentaje de células que contienen el cromosoma Filadelfia se considera una respuesta citogenética.  Si el número de células leucémicas con el cromosoma Filadelfia disminuye a menos del 35%, se considera una respuesta citogenética mayor. Si la prueba citogenética muestra que no hay más células con el cromosoma Filadelfia, o que el porcentaje es 0%, se considera una respuesta citogenética completa.

Las pruebas citogenéticas se pueden utilizar durante el tratamiento para comprobar otras posibles anomalías cromosómicas que puedan desarrollarse con el tiempo.  Pero si el tratamiento es eficaz, las pruebas citogenéticas pueden resultar no ser suficientemente sensibles como para comprobar el progreso del ataque contra la enfermedad. La muestra de 20 ó 30 células no es lo suficientemente amplia.  Es decir, si el tratamiento funciona correctamente y se da una respuesta citogenética completa, aún podría haber muchas células con el cromosoma Filadelfia por debajo del umbral de detección de las pruebas citogenéticas con microscopio. Por lo tanto, un tratamiento eficaz debe ir acompañado de un seguimiento cada vez más sensible.

Prueba de FISH
Los médicos pueden recurrir a la hibridación in situ fluorescente (FISH), un tipo de prueba citogenética que se realiza con células sanguíneas o medulares, lo que significa que la prueba de FISH puede realizarse con una muestra de sangre o de médula ósea.  Durante esta prueba se marcan varios cientos de células con una sustancia química que puede hacer visible ciertos genes bajo una luz especial.  Con la prueba FISH los técnicos de laboratorio pueden detectar la presencia o ausencia del gen BCR-ABL. Normalmente esta técnica permite detectar una célula anómala entre 500 normales.

Prueba de PCR
La prueba más sensible para controlar la evolución de la enfermedad en el tratamiento de la LMC es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR).  Después de extraer una muestra de sangre o de médula ósea y aplicar una técnica sofisticada llamada amplificación génica, un técnico de laboratorio puede utilizar la PCR para observar directamente la composición genética de las células sanguíneas. La prueba mide la cantidad del gen BCR-ABL. La prueba de PCR es tan sensible que puede encontrar una célula con el cromosoma Filadelfia entre un millón de células sanas.  Muchos médicos afirman que es importante obtener un nivel de referencia de PCR al principio del tratamiento farmacológico de la LMC para medir la respuesta con el tiempo.

Los resultados de la prueba de PCR pueden diferir entre los laboratorios, y la sensibilidad también puede variar.  Se recomienda utilizar el mismo laboratorio al hacer el seguimiento de la prueba de PCR para obtener una evaluación de las respuestas al tratamiento farmacológico más exacta y consistente.  Actualmente los médicos están fomentando una estandarización, de manera que los resultados de diferentes laboratorios puedan utilizarse para hacer un seguimiento del mismo paciente.

Los médicos también están fomentando el uso de un tipo de PCR llamado PCR “cuantitativo”, que presenta los resultados en términos de porcentaje de células leucémicas. Otras pruebas llamadas PCR “cualitativo” simplemente ofrecen resultados “positivos” o “negativos” con referencia a una sensibilidad especificada. El problema de esta aproximación es que no se miden los cambios con el tiempo.
En este sentido, un hallazgo negativo (a menudo definido matemáticamente como una reducción de 3 log) del gen BCR-ABL mediante la prueba de PCR es una señal muy positiva para los pacientes.  Sin embargo, es probable que el paciente aún tenga en su organismo células con el cromosoma Filadelfia que no se pueden detectar ni siquiera con el PCR.  Aunque sólo quede una célula, la LMC aún puede recurrir.  Por esta razón los médicos no suelen considerar que un paciente con LMC está curado.

Recurrencia de la enfermedad
Un número reducido de pacientes en la fase crónica de la LMC recaerá después de haber seguido durante cierto tiempo un tratamiento eficaz con imatinib.  Por esta razón se debe continuar con el control regular.  Los médicos hablan de una recaída citogenética cuando el porcentaje de células con el cromosoma Filadelfia empieza a aumentar después de una periodo de disminución según las pruebas citogenéticas.  Del mismo modo, una recaída hematológica sucede cuando el recuento sanguíneo es anormal después de un periodo de buen control.

La recaída después del tratamiento farmacológico a veces se puede tratar con una dosis más elevada de imatinib o con tratamientos farmacológicos más recientes. A veces también puede considerarse el transplante de células madre. Consulte el webcast relacionado: Monitoring and Adherence in CML (Control y observación de la LMC).