Respaldo de material de tanatología

Sida: "Hay que acercar los tratamientos a los pacientes"

Sida: “Hay que acercar los tratamientos a los pacientes” Es lo que proponen especialistas para hacer frente a la epidemia “Hay que acercar los tratamientos antirretrovirales a la gente que los necesita, ya no basta con que los tratamientos estén disponibles”, dijo a LA NACION el doctor Julio Montaner, investigador argentino que dirige del Centro de Excelencia en VIH/Sida de la Columbia Británica, Canadá, momentos antes de participar de la conferencia de prensa en la que se presentó el 8° Simposio Internacional Sida 2006, que comienza hoy en la ciudad de Buenos Aires.

En Canadá, donde Montaner reside desde hace 25 años, una de cada tres personas con VIH no sabe que está infectada. En la Argentina, ese nivel de desconocimiento se encuentra aún más extendido: sólo una de cada tres personas con VIH sabe que lleva en su sangre el virus del sida. “En la Argentina hay entre 30 y 35.000 personas en tratamiento antirretroviral de las 90.000 personas con VIH que deberían estar recibiendo tratamiento”, precisó el doctor Pedro Cahn, jefe de infectología del hospital Fernández y presidente de la Sociedad Internacional de Sida. ¿Por qué sólo ese porcentaje accede al tratamiento cuando el Estado provee la medicación antirretroviral en forma gratuita? “Nuestro sistema de salud es un sistema de puertas abiertas -respondió Cahn-. Es gratuito. Nadie te impide la entrada. Pero si no llegás, mala suerte. Hay un problema de ineficiencia del sistema que hace que sólo puedan acceder los que tienen dinero para pagarse el viaje al hospital, un trabajo flexible como para no perder el presentismo o que tengan con quién dejar a los hijos mientras van a la mañana al hospital.”

En la Argentina, las barreras de acceso no sólo se vuelven visibles en el reducido porcentaje de personas con VIH en tratamiento. Según estadísticas hospitalarias, hoy el 30% de los que reciben un diagnóstico positivo para el VIH se entera de que está infectado sólo al ser internado tras haber desarrollado sida. “La única solución es salir a buscar a los pacientes”, enfatizó Cahn, quien contó que actualmente la Fundación Huésped -de la que es presidente- lleva adelante experiencias comunitarias para la descentralización del diagnóstico del VIH/sida. “Estamos trabajando en comunidades muy pobres de Lanús y La Matanza, entre otras, donde capacitamos a miembros del equipo de salud del sector público y a voluntarios para promover el testeo de personas para VIH/sida -contó-, y estamos logrando que aumente el número de personas testeadas.” Pero estas son sólo experiencias testigo, completó: “No se pueden sostener indefinidamente a través de las ONG”. Se estima que en la Argentina son 150.000 los portadores del virus. Sin excusas

En Canadá, Montaner lleva adelante otro tipo de experiencias de acercar el tratamiento a los pacientes con VIH/sida. “Tenemos programas de «tratamiento diario observado» en los que enfermeras llevan el tratamiento a la casa del paciente. Los resultados son excelentes, pero muy caros -contó-. Pero hay casos en los que si no, el paciente (drogadictos, personas sin dinero para comer o sin techo, con enfermedades mentales) no puede recibir la terapia.” Cahn y Montaner coinciden en que ya no existen argumentos para que las políticas gubernamentales de lucha contra el sida se agoten en ofrecer los medicamentos en forma gratuita: también hay que hacerlos llegar a quienes los necesitan. “Durante la década pasada, el Banco Mundial sostenía que había que invertir la plata en prevención y no en tratamiento -comentó Cahn-: invertir en prevención permite que se infecten menos personas y no hay que gastar tanto en tratamiento, decían.” Pero un estudio realizado por Montaner -y publicado el mes pasado en la revista The Lancet- demuestra que no se puede pensar la prevención del VIH/sida aislada del tratamiento.

A través de un modelo matemático, el investigador demostró que la misma terapia antirretroviral que evita que el paciente infectado desarrolle sida y muera también es beneficiosa para la sociedad, ya que disminuye drásticamente el contagio del virus. “Si [como demuestra el estudio] por cada dólar que se invierte en tratamiento se ahorran dos dólares en infecciones, ya no hay excusas. No es que no hay dinero -concluyó Montaner-. Al ser beneficioso para el paciente, pero también altamente beneficioso para la sociedad, crea una responsabilidad de parte del sistema de salud de que cada paciente reciba tratamiento. No tratar a los que lo necesitan es un crimen.”

Por Sebastián A. Ríos De la Redacción de LA NACION

http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=838121  LA NACION | 06.09.2006 | Página 12 | Ciencia/Salud