Respaldo de material de tanatología

testamento de un agonizante

BADR SHAKIR AL SAYYAB (1926-1964)
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Poemario: LA CASA DE LOS ESCLAVOS (1963)

Traducido del árabe por:

María Luisa Prieto

TESTAMENTO DE UN AGONIZANTE

¡Silencio! Silencio de los cementerios en vuestras tristes calles.

Yo clamo, grito, me lamento y en el silencio oigo

la solemne nieve esparcida en la sombra

donde se repiten unos pasos solitarios cuyo eco se traga

la ciudad, como si una bestia de hierro y piedra

devorara la vida y no quedara vida desde la tarde hasta el día.

¿Dónde está Iraq? ¿Dónde está el sol de sus mañanas, transportado por un navío

sobre el agua del Tigris o del Buwayb? ¿Dónde están los ecos de los cantos

que palpitan cual alas de palomas sobre las espigas y las palmeras,

acudiendo desde cada casa al aire libre,

desde cada colina que cubren las flores de las llanuras?

Si muero, patria, no tengo mayor deseo que

una tumba en tus tristes cementerios, y si

me salvo, no quiero de la vida más que una choza en tu campo.

Por tus desiertos infinitos, para protegerte de las desgracias,

yo daría las calles y los barrios de Londres.

Tal vez muera mañana: el mal corta sin contemplaciones

la cuerda que ata a la vida

los escombros de mi cuerpo, como una casa

de muros desgastados por el viento y techo perforado por goteras.

Hermanos, dispersados desde el Sur hasta el Norte

por caminos, llanuras y altas montañas,

hijos de mi pueblo en aldeas y ciudades amadas,

no reneguéis de los dones de Iraq,

habéis habitado el mejor país, entre el verdor y el agua:

al sol, luz de Dios, lo inundan el verano y el invierno,

no lo olvidéis por otro.

Esto es un paraíso: cuidado con la víbora que repta por su fertilidad.

Yo estoy muerto, y un muerto no miente. Reniego de todo pensamiento

si el corazón no es su fuente.

Resplandor del día,

inunda Iraq con tu oro porque del barro de Iraq

es mi cuerpo, y del agua de Iraq.

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