INTRODUCCIÓN
Los chinos tienen una ancestral maldición que reza así: Ojalá y vivan en tiempos interesantes. Afortunada o desafortunadamente, depende si aprueba este siglo, o si añora “buenos viejos tiempos”, nuestros tiempos actuales son los más interesantes vividos por toda la humanidad. Tal vez sea una maldición, tal vez no, pero la aceleración del cambio por la tecnología, la vida diaria, la salud, y la sociedad, jamás ha sido mayor ?y continúa a grandes pasos.
Más para tales movimientos de la sociedad humana, deben existir ajustes, atrasos y tendencias retrógradas. Las personas acostumbradas a estos cambios como el pan de cada día, se enfrentan a un vértigo de virajes repentinos, de sismos de duda, al preguntarse si todo esto nos lleva a la catástrofe o a alguna planicie de calma y orden, o si esta aceleración está más allá de todo control.
La ciencia-ficción es una casa matriz de aceleraciones para la consideración de estas cosas. La imaginación de sus autores y lectores explotan los eventos del presente para la especulación de sus extensiones hacia el futuro. Existen cosmogamas enteras sobre esos futuros con fluctuaciones que abarcan todo tipo de posibilidades, los indicadores reconocibles no sólo por lectores sino por el público en general, el cual ha sido expuesto a ellos, vía televisión y películas.
Sin embargo, la ciencia-ficción tiene una forma inmediata de reflejar tos ánimos y los tiempos. En volúmenes del pasado sobre estos anuales he notado tendencias hacia el optimismo, la utopía, y a los periodos de cautas reflexiones. Al recopilar el material, cristalicé tales tendencias. Yo lo llamaría terrestrealismo. Con esto quiero decir que estas historias tienden a pensar en las crisis y los futuros de la Tierra y la humanidad, más que al hecho de estancarse en conceptos de dimensionales galácticas de mundos colonizados y seres extraños. En resumen, los autores y los editores de ciencia-ficción se inclinaban hacia historias más “terrestres” que en los de años anteriores.
Así pues, de las historias seleccionadas para este anuario, considero como lo más extraordinario que la mayoría de ellas se desarrollan en escenarios razonablemente relacionados con lo terrestre, y sólo dos pueden clasificarse como historias sidero-locales. En esas dos, la de Bradley y la de George R. R. Martin, hay también valores básicos terrestres y humanos.
Los escritores de ciencia-ficción viven al día en este mundo de los 80s. No viven en torres de marfil ni en lamasterios tibetanos. No son inmunes a los ánimos o pensamientos del mundo que los rodea. Así que no pueden menos que reflexionar sobre ellos.
Por mi papel como editor de esta antología anual, así como por ser publicista-editor de novelas de ciencia-ficción, estas corrientes de pensamientos me llegan a través de la perceptibilidad. Los detecto en las novelas del año. El año pasado noté una tendencia hacia la ciencia-ficción mórbida, según mi criterio al poner como ejemplo a las novelas aclamadas Las sombras del torturador, La fuga del tiempo, Sobre alas de la canción, Jem, y lejos de lo por mí denominado como ciencia-ficción vibrante, como El alcance de las serpientes, Más allá del horizonte del Evento Azul y Los ingenieros del mundo de Aro.
Estas son reflexiones del viraje social vivido por el mundo de hoy. El hecho es, me atrevo a agregar, que tal viraje es sólo una gota de una contra-corriente. . . todavía. La ciencia-ficción continúa socialmente optimista.
1980 fue un año de cambios en el mundo publicitario de la ciencia-ficción. Galaxia, una vez primer adalid de esta rama, al final muere víctima de una larga dolencia terminal. Galileo muere con ella. Analogía fue finalmente arrojada de su hogar de Condé Nast y comprada de inmediato por los publicistas de las revistas que ya la habían relegado en sus ventas y aclamaban a la revista de ciencia-ficción de Isaac Asimov. Asombro se comió a su gemelo fantástico y sigue adelante con tumbos. Fantasía y Ciencia-Ficción conservan su alto nivel literario acostumbrado ?consistentemente superior a otras publicaciones.
Algunos de los libros editados indicaron recortes a la cantidad de publicaciones sobre ciencia-ficción / fantasía, al mismo tiempo que otros editores anunciaban nuevos programas y listas extensas, los cuales indicarían una especie de señales cruzadas en ese campo. Omni que en 1979 incluyó varias historias de ciencia-ficción suficientemente excelentes como para pagar premios, así como para convertirlas en antologías, sufrió un fuerte cambio político que dio como resultado una lista de ficción fuertemente criticada como trivial y efímera.
La ciencia-ficción británica parece estar estancada, sin publicaciones novedosas. En Europa, los libros de ciencia-ficción están en su apogeo, especialmente en Alemania, Francia y Holanda, así como en los países socialistas. En España e Italia los pronósticos se tambalean, mientras que en Japón la ciencia-ficción sigue tan fuerte como siempre.
Pero por todo el globo, la ciencia-ficción piensa en términos terrestres. Hay cambios en la economía, en la política, en las estructuras sociales, y toda especulación se encuentra bajo la influencia de estas presiones. El programa espacial norteamericano, mientras se vanagloria en resultados espectaculares con los descubrimientos de sus Saturnos y Júpiter, establece un tiempo basado en los éxitos de sus viajes espaciales. Los soviéticos avanzan en sus esfuerzos para conservar un laboratorio espacial en órbita y extender el tiempo que sus cosmonautas duren allá? así como pruebas futuras de exploraciones a Venus.
El conservadurismo cauto parece ser la orden general del día. Pero vigilen a su autor local de ciencia-ficción. ¡Podría proyectar indicios de un nuevo brote!
VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE BEETHOVEN
Por Sharon Weeb
La conservación y el desarrollo del genio es un prerrequisito para el progreso de la humanidad. Mientras avanzamos en la solución del problema de la longevidad, intentamos progresar en las demás esferas. Pero supongan que ese triunfo niega igualdad deseable en la aspiración humana. Si el costo de la inmortalidad es la aburrición universal o la fijación eterna, como muchos filósofos claman, ¿puede tener esta solución?
Lo trajeron ante el Comité de Vesta cuando tenía 11 años de edad. Su vejiga estaba tensa por la presión y le lastimaba. El sudor cubría sus palmas.
La noche anterior su nombre estaba iluminado sobre el gran tablero del dormitorio: DAVID DEFOUR. Nunca lo había visto antes.
?Tú eres ese ?dijo uno de los muchachos con mirada conocedora que lo hizo sentir aniñado e ignorante.
? ¿Yo soy qué? -Sus ojos aletearon la pregunta de un muchacho a otro y a otro?, ¿yo soy qué?
?Tú vas a ser.
?Sí ?dijo otro.
?Tú vas a ser castigado.
? ¿Porqué?
?Porque.
? ¿Porqué?
?Castigado no, estúpido ?dijo una nueva voz?. Escogido. ?El nuevo muchacho, un joven mayor del dormitorio de arriba, puso un brazo protector alrededor del hombro de David. ?Te escogieron ?dijo?. Debes de ser especial.
? ¿Escogido para qué? El temor crecía dentro de él, empujaba su corazón y lo desviaba hacia arriba hasta golpear y agitar su garganta.
Había oído antes de vez en cuando, algunas murmuraciones, pero las había ignorado en su mayoría. Ahora venían hacia él; sus labios tuvieron que preguntarlo. ? ¿Qué?
?Porque, tú serás fa-mo-so ?pronunció lentamente el nuevo muchacho, al apretar su hombro?. Tendrás todo lo que quieras. Pero después. . . tendrás que morir ?los ojos del muchacho escudriñaron los suyos?, me pregunto cómo será morir.
David escurrió su pequeño cuerpo fuera del brazo del joven y corrió con las piernas encorvadas al baño. Quería vaciar su vejiga. Deseaba llorar. Era como eso, ahora.
Los miembros del Comité, tres, llevaban sus batas con lunares grises porque estaban sentados en cónclave formal. La mujer alta de cara cuadrada, la Presidenta, tocó el sólido cojincillo frente a ella con un mazo de cristal. -David Defour ?dijo la mujer?, acércate a la Presidenta.
El miedo llameó a través de su cara delgada. Le temblaban las piernas y las rodillas.
?No tengas miedo ?dijo la segunda mujer rompiendo el protocolo, quizá porque era amable o tal vez porque recordaba lo que era tener 11 años y estar asustado.
Se paró ante ellas. Miraba hacia lo que parecía ser una gran altura, hacia los miembros sentados.
La Presidenta habló de nuevo. ?David Defour, ¿sabes por qué has sido llamado ante el Comité?
Parpadeó, empujó su barbilla, movió su cabeza casi imperceptiblemente.
? ¿Es tu contestación un no? Emplazó él su voz de soprano vacilante. ?Es no.
?Muy bien. Miembros de Conway, lean la Instrucción. Los miembros de Conway miraron a David con ojos grises y acerados. Luego él miró hacia abajo y empezó a leer:
?Desde las primeras sombras del tiempo, la humanidad sabía que era mortal. Para los eones eso significaba alcanzarlo más allá de él mismo. En un sentido había fallado; en otro sentido tuvo éxito. Y la búsqueda siempre se hacía presente. Se dirigió en muchas direcciones, encontró éxitos y fracasos en cada una. Entonces la humanidad encontró éxitos finales y fracasos también. Porque, cuando la humanidad mató a la muerte en sus laboratorios, mató la necesidad de la inmortalidad. Cuando la muerte murió, también murió la poesía de la Tierra y su música. La filosofía fue acallada; el Arte se hizo polvo; la Ciencia fue sofocada. Sólo quedaron los ecos. Y así fue como la humanidad se dio cuenta que grandes ganancias reflejan grandes pérdidas. Y reconoció la necesidad de escoger de entre sus miembros aquellos pocos que, cuando niegan su inmortalidad, deben crearla para ellos mismos, en beneficio de todos. Es por este propósito, David Defour, que has sido emplazado aquí este día. . .
Los miembros de Conway lo taladraron con fijeza. ? ¿Aceptas la responsabilidad que la humanidad te impone?
Frías oleadas soplaron a través de su pequeño cuerpo, sintió escalofríos en el vientre, sus huesos hormigueaban. Se paró, temblaba, con largos ojos dilatados, trataba de darle sentido a lo que había escuchado.
La Presidenta dijo ?Es costumbre, David, decir “acepto”.
Abrió la boca, la cerró, la abrió de nuevo. Su voz vibró en su garganta, como una abeja capturada que volaba fuera, al fin.
?”Acepto”.
-David, estoy aquí para ayudar a facilitar tu transición. ¿Tienes alguna pregunta?
Miró la cara dulce y tranquila a través del escritorio, intentó leer en ella, pero falló. Trató de darle un sentido al aturdido día y falló de nuevo.
Después del cónclave del Comité, fue llevado a Medicina Nivelada, impotente, mientras su cuerpo fue probado íntimamente hasta sentir su cara tornarse caliente con embarazo. Metales puntiagudos removieron muestras de sus tejidos, de su sangre. Luego, el veredicto: Tiempo Decisivo, sesenta meses lunares.
Lo alimentaron, le dieron algo de beber. Lo tomó agradecido; Empujó la comida alrededor de su tazón. Después fue traído aquí, al hombre de cara dulce y tranquila con mejillas sonrosadas y piel tan suave como la crema.
?Tú no vas a seguir en Vesta, David. Hoy saldrás para Renacimiento. Es en la Tierra. Vivirás ahí ?consultó el expediente de David?, por sesenta meses, hasta la Decisión Final. El consejero absorbió la mirada que pasó sobre el rostro de David. Sonrió débilmente; había visto esa mirada antes?. Te gustará, David. A todos les ha gustado. Lo preferirás después de un tiempo. En Renacimiento estarás con los de tu misma clase.
¿Dejar Vesta? ¿El dormitorio? ¿Todo lo conocido por él? Empezó a temblar. No había conocido ningún otro lugar. Lo iban a llevar fuera de su hogar, de los muchachos a quienes estimaba como a sus hermanos, lejos de su cama, de la Madre Jacobs y de la Madre Chin. Ardientes lágrimas chocaron contra sus pestañas, detenidas sólo por un pestañeo. Y su música. ¿Iban a llevársela también? ¿Sería arrancado de su flauta? ¿De su cítara??Por favor. ¡Déjenme aquí! ¡No quiero ir!
?No podemos hace eso David. Mañana, los muchachos con quienes vives comenzarán el tratamiento. La comida que ingieras, el agua que bebas será diferente a la de ellos. Lo siento, pero sales hoy.
Con pequeña voz vacilante dijo con desesperación. ? ¿Puedo tomar mis cosas?
?La Madre Chin te las empacó. Todo está a bordo de la nave ya.
?En respuesta a la esperanza reflejada en los ojos del muchacho, el consultor agregó?: Todo está ahí, David. Tus instrumentos musicales también. Especialmente aquellos. Encontrarás más en Renacimiento. Muchos más. ?Se levantó bruscamente?. Sube a bordo. Es un largo viaje.
?No puedo irme todavía, debo despedirme.
?No, David. Hemos pensado en una separación limpia y rápida.
Se acurrucó solo en un compartimiento en la nave. Cuando la puerta se cerró, fijó la vista en su soledad por unos minutos y dejó salir las lágrimas.
El piloto, al observar su desconsuelo, tomó nota y prudentemente lo dejó llorar por un tiempo antes de presionar el botón de sonido y activar el mirador del muchacho.
?Hola, David. Yo soy Heintz. Estaré aquí para ayudarte durante el viaje ?dijo la voz desde la pantalla?. Si miras a la derecha de tu compartimiento, verás un botón marcado ‘agua’ y otro marcado ‘jugo’. Te recomiendo el jugo, está muy bueno.
Estaba sediento. Presionó el botón y de la pared salió un tubo para beber. Estaba bueno. Apagó su sed.
Heintz esperó hasta que hiciera efecto el ligero sedante, entonces dijo. ? ¿Alguna vez estuviste en una nave?
David meneó la cabeza.
?El capitán acaba de abordar, David. Saldremos en unos minutos. Sintonizaré tu pantalla para que puedas ver el despegue, pero primero quiero que te ajustes el cinturón. Presiona la palanca frente a ti.
Una luz verde salió bajo sus narices; debajo de ella, emergió un pequeño manubrio. Lo empujó y un hilo sutil de luz emergió de las paredes del compartimiento y lo envolvió gentil pero firmemente. Sólo sus brazos quedaron libres.
?Bien, cuando estemos en camino, puedes desengancharte de mi señal. Mientras tanto, siéntete libre para explorar tu compartimiento. Si me necesitas, presiona el botón ‘asistente’ sobre tu cabeza.
La pantalla se puso en blanco.
Justo sobre su testa, un teclado de botones plateados centelleó. Uno decía ‘Música’. Lo presionó y se presentó un selector de números. Indeciso, oprimió una cifra al azar, se recostó y cerró los ojos.
La suave melodía de una cítara comenzó, seguida por el abotagamiento de un violonchelo. El arreglo de una vieja pieza de piano, pensó. ¿Qué era eso? Lo había escuchado antes en su clase de historia de la música, pero el nombre, el compositor, no lo recordaba. La música, inexpresivamente triste pareció envolverlo. Se marcó dos manchas cafés con los puños en sus ojos para detener el brote de las lágrimas, pero éstas corrieron a través de sus curvos dedos y trazaron su camino hacia la barbilla mientras la Patética de Beethoven surgía a través de su cinta plateada.
Una voz brillante le sacudió. ? ¿Lloras? Así son todos.
?Un suspiro?. ¡Qué aburrido! ?Una niña como de su edad lo atisbo desde el mirador. Sus ojos eran francos, azules, con un rocío de pecas como nuez moscada sobre la nariz?. Esperaba que fueras diferente. ?No estoy llorando ?se restregó vigorosamente los ojos?. Iba a tomar una siesta. ?Guiñó deliberadamente hacia la cara de la niña?. ¿Quién eres?
?Liss, ¿Cómo te llamas?
?David. ¿Dónde estás?
?En el compartimiento 17. Tú estás en el 8.
?Pensé que estaba solo.
La niña rió. ? ¿Tienes un vacío en medio de tus oídos? La risa lo hizo frenar. ? ¿Qué quieres decir?
? ¿Pensaste que la nave efectuaba un viaje sólo por ti?
?Bueno, no ?su barbilla sobresalió un poco hacia afuera.
?Lo hiciste ?ella rió de nuevo.
¿Quién pensaba que era ella, de cualquier modo? ¿Por qué no te vas de relámpago? ?Alcanzó el botón para privacidad.
?Espera, no me desconectes. Espera, por favor. El tono de pánico en su voz lo hizo detener la mano en el botón.
?Por favor ?dijo ella?, quiero hablar, estoy muy sola. El la miró por un largo tiempo. ? ¿Adonde vas?
?Al mismo lugar que tú.
? ¿Cómo sabes a donde voy?
?Tengo medios. Espera. ¿Oyes eso? Hemos iniciado el despegue. El susurro que subconscientemente escuchó desde que estuvo a bordo, dio lugar a una vibración pesada.
? Las turbinas comienzan a abrirse ?dijo ella?, mira.
La cara de la muchacha se apartó en un óvalo de 10 cms. en un rincón. El resto de la pantalla se llenó de una vista masiva de las turbinas de Vesta, las cuales sobresalían en fuerte vacío. Un millón de puntos estrellados taladraba lo negro del espacio.
Se formó un bulto en su garganta y no pudo tragarlo. Realmente partían. Dejaban su hogar. . . Quizás para siempre.
? ¿Vas a llorar de nuevo? Se armó de valor. ?No.
?Bien. No creo poder soportarlo. Mira, somos libres.
El último vestigio de chirridos de puertas se esfumó. Tan sólo había oscuridad y luces centelleantes sobre la pantalla y una imagen de 10 cms. de la pecosa cara de una niña.
?Pronto nos desengancharemos del cinturón ?dijo ella.
? ¿Cómo sabes tanto? ?demandó él. La encontró fastidiosa y al mismo tiempo infinitamente confortante para hablar, pero aún no sabía cómo definir sus sentimientos.
?Experiencia ?dijo ella?. He hecho todo esto antes. Escepticismo rosa. ? ¿Cuándo?
?Esta mañana. Yo fui la primera a bordo desde Hoffmeir.
? ¡Hoffmeir!
?Sí. No pensaste que ellos sólo escogieron Vesta. ?El meneó la cabeza. No había pensado acerca de todo aquello.
?Nos paramos cerca de Hebe. Después vinimos a Vesta. Esta es mi tercera partida ?dijo ella con aire de tempestuosa madurez.
? ¡Oh! ¿Cuántos de nosotros estamos aquí?
?Hasta ahora, nueve en los compartimientos. Más adelante se llenará de adultos en viajes de negocios y vacaciones. No estoy interesada en ellos. ¿Cuál es tu talento?
?La música.
?Yo voy a ser una escritora. Leo todo el tiempo. Incluso he leído los archivos. Tengo un enorme vocabulario. ?Lo miró especulativamente?. La mayoría de los músicos que he conocido son desmedidamente sensitivos. ¿Lo eres tú? El no supo qué contestar.
?Tal vez lo eres. Espero hayas estado protegido, intentaré llevarte de la mano. En Renacimiento necesitarás de alguien como yo.
?No necesito de nadie.
Ella suspiró. ?No quiero ser descortés. No puedo remediarlo. Pareces estar muy desamparado.
El apagó la pantalla durante 5 minutos, y cuando la soledad intentó abrumarlo, la encendió de nuevo en el compartimiento 17.
? ¿Liss? ? murmuró ?, ¿Liss?
Apareció la cara, pecosa, rosada, con una ligera hinchazón alrededor de los ojos. Sus mejillas mostraban huellas de lágrimas.
? ¿Me vas a hablar, David? ?Preguntó humildemente.
?Eso creo. Su barbilla temblaba ligeramente. ?Siento haberte hecho enojar.
?No hay problema.
?Hablo demasiado. Siempre lo hago. No quiero decir nada con eso. La firme pero casi imperceptible aceleración desapareció de pronto. La luz del compartimiento vino tan pronto como la voz de Heintz dijo, ?Pasajeros, pueden desabrocharse el cinturón.
David jaló la palanca frente a él. La mayor parte del cinto limitado se retractó y tan sólo quedó una correa suave y elástica en su lugar. Se podía mover libremente alrededor y rebotar con suavidad en las paredes acojinadas del compartimiento. Volvió rápidamente al juego. Uno, dos (techo, pared), tres, cuatro (pared, pared) cinco, seis (asiento, pared).
Se enrolló como una pelota, los brazos alrededor de las rodillas. Se empujaba del asiento con los dedos de los pies, con el riesgo de impactarse contra el techo, por lo cual dirigía su espalda hacia el asiento. Techo, asiento, techo. Un poco fuera del centro hizo carambola hacia la pantalla. Pasó a corta distancia y logró detener la correa, vio a Liss en la pantalla, revoloteaba también, como un balón a la deriva en las alturas. Heintz los observaba desde su tablero, reía entre dientes y meneaba la cabeza. No había encontrado a ningún muchacho capaz de desaprovechar aquel juego. Características de nacimiento, pensó. Además, nunca había fallado respecto a las consecuencias.
En unos pocos minutos, un verdoso y pálido David, así como una sudorosa-Liss, se adhirieron a sus respectivos asientos con manos temblorosas mientras presionaban el botón de ‘Servicio’.
?Voy en camino hacia ustedes, chicos Heintz presionó la palanca para las cabinas 8 y 17 y una nube de neutralizador se esparció en los compartimientos?. Despacio, respiren profundamente. ?En 30 segundos desaparecieron las náuseas de David, así como su rigidez?. Tomaré una siesta ?dijo a la imagen de la pantalla.
?Yo también. Buenas noches, David.
Se estrecharon las manos a través de la pantalla como si se tocaran el uno al otro. Durmieron hasta la hora de ajustar el cinturón para el aterrizaje sobre la Tierra.
Desembarcaron en al terminal Atlantic-Biscayne en la mitad de una calurosa mañana azulada. Los ojos de David se deslumbraron por el reflejo de vidrio cortado sobre el océano. Las olas cercanas rompían sobre los campos burbujeantes de los almacenes y los econdos que habían brotado en el despertar de la terminal de la isla. Hecha por el hombre algunas millas hacia el oeste, el horizonte de la playa de Miami emergió del océano como un oasis de acero.
Aunque era un día caluroso, él se estremeció a la vista del océano. Nada que hubiera visto lo preparó para esto, nada que hubiera olido… El olor del mar se pegó a los poros de su nariz. El aire soleado presionó suavemente sobre su cuerpo y pareció resistir el movimiento dentro y fuera de sus pulmones. Una fina película de sudor aperló su frente.
Una mujer en uniforme azul decía algo… ?Te aclimatarás pronto. Procederemos de inmediato al revoloteo. Llegaremos a Renacimiento después del almuerzo.
Vio a Liss y se dirigió hacia ella. Era más alta que él, más grande de lo que él pensó que era. Atacado por repentina timidez se volteó y pretendió mirar al océano. Después de un momento, la mano de ella tocó la de él. La sintió tibia y amistosa.
En Tierra… suaves piernas que chocaron con efusión después de unos cuantos metros caminaron la corta distancia hacia el zontilator marcado “Frontera de Revoloteo”.
?Esta comida es desagradable ?dijo Liss al arrugar su nariz con disgusto.
El supo el significado. Tan lejos, la comida de la Tierra parecía extravagante y… bueno, terrestre, comparada con su dieta en Vesta, y el agua tenía un sabor a algo como metal.
?Tenemos que acostumbrarnos a ella. ?Liss empujó fuera su plato y acomodó su cuerpo a una posición confortable en el asiento del aparato revoloteador, junto a él. Su brazo regordete y suave apretado contra el huesudo de él. David tentativamente decidió que le gustaba. Descubrió que las niñas huelen diferente de los niños y pensó porqué no lo había notado antes. Pero él no había prestado mucha atención a niñas hasta ahora. Siempre las había encontrado exasperantes, incómodas y no valiosas. Liss era exasperante, pero era agradable en cierta forma. Decidió que Liss estaba bien. Probablemente ella no era una niña típica. Pensó si todas las niñas de Hoffmeir serían como ella.
? ¿Fue eso como regresar a casa? ?preguntó él.
? ¿Quieres decir comparado con Vesta? Bueno, Hoffmeir es más pequeño, desde luego, y más nuevo, como puedes esperar de una población hecha por el hombre, pero vivimos dentro, justo como tú hiciste en Vesta. Y la gente de Hoffmeir siempre es más inteligente. La miró con sorpresa y empujó su pequeño brazo regordete. ? ¿De qué hablas?
?Es verdad. Todos saben que los de Vesta son sólo técnicos. Hay variedad en Hoffmeir. La sola Universidad es la mejor del sistema. Eso dicen los archivos. Además, en una sociedad selecta, pequeña como Hoffmeir, hay un premio en cerebros.
Lo tenía casi como atontado. Era una niña típica, de acuerdo. De hecho, era tan típica que era sobresaliente. Apostó que Hoffmeir contaba con suficientes niñas de cerebro espacial tales como ella. La voz de él vertió desprecio. ?Apuesto que cualquiera en mi dormitorio es lo doble de listo que tú.
? ¿Vivías en un dormitorio? ?Los ojos de el la se dilataron y serpentearon a las esquinas?. ¡Oh! desde luego.
? ¿Qué quieres decir con ‘desde luego’? ¿Dónde viviste?
?Con mis padres.
Sintió él su boca abierta, caída. ‘Miente’. ‘Ella en realidad debía considerarlo estúpido si creía en una historia semejante. Nadie conoció a sus padres hasta el día que lo aceptaron en la comunidad adulta. Uno de dos años de edad tendría mejor sentido al decir tal relato.
?No es una mentira. Supe que los vestanos no eran tan inteligentes, pero tú eres la prueba que son estúpidos.
? ¿Yo soy estúpido?
?Sí, lo eres maniobró su cinturón y sacó fuera un pequeño ‘cubo mirador’-. Mira.
Presionó la luz con el pulgar. Un sonriente hombre y una mujer estaban sentados a una mesa decorada con cubos de luz verdes de Día de renovación. Una niña ?Liss?entró, I levaba una fuente de vino ceremonial. Lo bajó delante de ellos y el hombre alto vertió tres bebidas de él. Sus manos se alzaron en un brindis formal.
Un tri-dimensional saludo emergió:
?A nuestra hija en este día de regocijo. Que encuentre su camino y bienestar.
David clavó la vista en el “cubo mirador” incrédulo.
? ¿Ahora me crees?
?Yo no entiendo ?empezó él?. ¿Por qué. . .como tú???calló no sabiendo como pronunciar todas las preguntas que estaban en su cabeza. Solo los oficiales y un grupo de personas eran permitidos reproducirse a sí mismos para comenzar, pero ellos nunca crearon a los niños por ellos mismos?. Esos nunca se hizo, ?dijo él.
?Deben ser muy importantes.
?Lo son. ?Estiró ella sus hombros hacia atrás ligeramente? Mi padre pintó el retrato oficial del Primer Ministro Gerstein, y mi madre es una poeta laureada del cinturón, sin dejar de incluir tu preciosa Vesta.
Alzó una ceja y preguntó. ?Entonces, si ellos hacen eso, significa. . . significa.
?Si ?dijo ella?. Son mortales.
La nave se sumergió de repente bajo una cubierta de nubes ? ¡Mira! ?la nariz de Liss presionó la ventana curva seguida rápidamente por la de David. Un tapete verde arrugado de montañas se estrechaba bajo ellos.
La nave descendió entre dos montañas, y pasó a través de un paso angosto, se inclinó de nuevo, para continuar una línea curva plateada que se sumergía hacia abajo a un barranco pétreo para finalmente salir hacia un silvestre valle.
David se sintió aturdido con el vuelo y ligeramente borracho. Nada que hubiera alguna vez experimentado, no había caída libre en el skiptor, nada comparado a esto.
La nave se dejó caer de nuevo, libró escasamente las copas de los árboles. La línea plateada se volvió un río unido sobre las rocas en su trayectoria. Adelante, los árboles se adelgazaron dejando un pequeño claro. La embestida de la nave cesó cuando empezó su suave descenso vertical.
Varias personas los esperaban.
El hombre que lo había tomado a su cargo dijo ?Queremos que descanses hoy en vez de reunirlos a escuchar discursos aburridos. Les hemos arreglado orientadores privados.
Caminaron a lo largo de un sendero curvo de grava a través de profundos bosques. Un arroyo saltaba de piedra en piedra, gorgoreaba y coqueaba su camino hacia el río. Aquí y allá pequeños edificios de madera brotaban como hongos cafés bajo los árboles.
El esfuerzo de caminar, de jalar aire pesado, fue casi demasiado; sintió doblarse sus rodillas. Una mano firme lo sostuvo y lo auxilió ?Aquí estamos ?el hombre empujó y abrió la puerta de una de las pequeñas unidades.
La cabaña era un cuarto sencillo con un baño pequeño justo en un rincón. Una cama cilíndrica enrollada contra una pared. El hombre empujó una palanca y se abrió. ?Descansa por un rato, David, más tarde ?le indicó el tablero de comunicación sobre el muro contrario?, aprenderás más acerca de Renacimiento. Después de que hayas descansado vendrán a llevarte a comer.
Sonrió el hombre y pasó una mano larga a través del cabello del muchacho. ?Sé cómo es de confuso, David. Sé cómo te sientes. David miró hacia arriba con sorpresa e incredulidad. Nadie podía realmente saber cómo se sentía.
El hombre lo miró, pero fue como si David no estuviera ahí por el momento. Después dijo. ?Esta fue mi cabaña también. Hace 20 años.
Estaba demasiado cansado, demasiado incierto para dormir. Se recostó sobre la pequeña cama y miró estúpidamente a su alrededor. Las ventanas estaban abiertas y el suave aire caliente presionó dentro del cuarto y trajo extraños olores y sonidos. Una vez un pájaro cantó y trató de catalogar su sonido en su mente. Los únicos pájaros en Vesta eran los pollos y patos del Nivel de Sustento y las imágenes vacías de Educación.
El sol a través de la ventana trazó un rectángulo de luz como polvo de gis amarillo en el centro del cuarto. En el rectángulo un gracioso estante de música con manuscritos arreglados sobre él. Su propia cítara y su flauta, colocadas cerca del estante. Se sintió agradecido por ellas, como si ellas representaran una continuidad en su vida. Del otro lado del cuarto, pegado al tablero de comunicación había un teclado triple. Tenía barras amplificadoras. La curiosidad lo impulsó a pararse y cruzar el cuarto. Barras amplificadoras, no lo podía creer. Había un solo medidor de sinfonía en Vesta capaz de compararse a éste. El de él ?el que le dejaron ellos usar? era como un juguete comparado con éste.
Se paró frente a él, con los dedos suspendidos, temeroso de tocarlo pero tentado bajo redención. Oprimió el control marcado “soloboe” y tocó un fragmento de melodía que había pasado por su cabeza por un momento. El sinfonizador resonó en una quejumbrosa voz de tono delgado. “Recuerda” dijo al contener el aliento; presionó el control “Depósito”. El bajonista estaba en seguida, no… dos bajonistas. . .atravesó jocoso en los registros bajos. “Ahora, juntos” El trío resonó en el pequeño cuarto. David escuchó críticamente, presionó “demora” luego la clave del bajonista I y II “Repetir”, se dijo a sí mismo. Mejor, pensó, y los obscuros ojos brillaron al sonido que llenaba la cabaña. Mejor. Hizo acopio de todos y se maravilló de lo intrincado del sinfonizador. Podía contar una docena de pasos mecánicos y no creativos. No más esperas entre la idea y la realización. Activó las voces de los bajonistas de nuevo y tocó una contra la otra en un argumento. Las voces crecieron y trató de ocultar su risa al estridente graznido de pato. Ahora una persecución? un estallido. Una caricatura que terminaba ?dos airados bajonistas con pico de pato? se desplomaban encima y encima de cada uno para protestar salvajemente hasta quedar sin aliento, sus graznidos se apaciguaban hasta desaparecer.
Le llegó una idea. Sostuvo el sensor en su garganta y subvocalizó “Comedor de Patos, Comedor de Patos, Comedor de Patos, Comedor de Patos”. Presionó una palanca amplificadora, lo veía “C-o-m-e-d-o-r d-e-p-a-t-o-s. Ahora, lo atajó. . . ‘C’C’C’C’ P-a-t-o-s”. Tocó con los controles hasta que tuvo a su monstruo galopante detrás de los patos bajonistas. Empezó con una caminata determinada en los registros bajos: ‘C’C’Kuh’ Nefasto. Afinó en los patos en un graznido de tono medio. ‘C’C’Kuh.C’C’Kuh. Después un suspiro p-a-t-t-t-. Lo giró bajo 17 tonos p-a-t-o-s-s-s-. C’C’Kuh.
Nerviosos graznidos de patos y después la persecución C’C’Kuh P-a-t-o-s-s-s-Kuh ?con desprecio Ping.
Terminó con un deliciosamente horrible graznido de pato y el monstruo suspirante C-o-m-m-m-. Visiones de remolinos, plumas de pato flotaban en su cabeza. Halagado con la imagen lograda, se rió fuerte. ?Buenas tardes, David ?dijo una voz de mujer desde el comunicador. Perplejo la miró.
?Vamos a iniciar tu orientación ahora. Observa la pantalla por favor. ?La imagen del mapa de un satélite apareció en ella?. El skiptor aterrizó aquí… ?Un agrandamiento del mapa, después la escena del Atlántico Vizcaíno?. Abordaste la nave y llegaste aquí. ?Aparecieron las verdes montañas señaladas en el mapa?. Estás en un área conocida como la Montaña Salvaje, parte del Continente Norteamericano una vez conocido como Georgia. La desierta área tiene más de 4,000 kilómetros cuadrados, de la cual Renacimiento tiene permitido usar 180 kilómetros cuadrados. ?La imagen afocó una área pequeña.
David reconoció las cabañas cafés cerca del sitio de aterrizaje.
?Estás aquí, en Residencia 6.
Las imágenes dieron salida a un mapa estilizado que mostraba el centro de estudio, comedores y un lago de recreación. A la orilla del mismo, estaban colocados una serie de escenarios para tocar música.
?Pronto aprenderás a desplazarte alrededor, David. Ahora queremos contarte un poco sobre Renacimiento. Fuiste traído aquí, como lo fueron los otros, con muy poca información acerca de esta operación. Así es como fue planeado. Queremos que cada uno de ustedes descubra por sí mismo como es nuestra vida aquí. Aunque tu llegada fue brusca y tu descontento natural, esto fue preparado para que veas tu nueva vida sin prejuicios y actitudes preconcebidas.
?Tenemos una vida simple aquí, simple, pero enriquecida. Encontrarás suficiente complejidad en tu trabajo y en las relaciones con tus maestros y tus iguales. Esto, también, es deliberado. Hemos tratado de formar un ambiente conducido a creatividad, el cual, esperamos simule un temprano tiempo simplista cuando toda la humanidad encare una vida de breve extensión.
?Mientras estés aquí, aprenderás más de la disciplina de tu arte. En Renacimiento aprenderás a reverenciar las ideas y las culturas que la humanidad ha perseguido a través de su historia.
?Cada uno de ustedes ha recibido un tiempo de Decisión Final. En tu caso, David, el tiempo es de 60 meses lunares. En ese lapso, si decides no permanecer con nosotros, puedes hacer tu Decisión Final para el tratamiento de inmortalidad. Después de ese tiempo, tu cuerpo habrá madurado lo suficiente para empezar los tratamientos.
?Nosotros, desde luego, esperamos que durante tu estancia aquí escogerás quedarte. Sin embargo, si decides dejarnos no habrá reproches ni deshonra por lo que decidas. Conocerás a tus maestros pronto, David. Si tienes alguna pregunta, el comunicador te la contestará.
Calló la voz, calló. Se escuchó un toquido en la puerta, y después. . . ?tan sólo exploro ?dijo Liss al cerrar la puerta tras de sí.
? ¿Cómo supiste donde estaba?
?Fácil. Le pregunté al comunicador. Ven, te voy a mostrar donde habito. ?Apuntó fuera de la ventana a la ensenada oculta bajo un grupo de graciosos árboles obscuros?. ¿Ves aquellos árboles? El comunicador los clasifica como abetos. De todos modos, un poco más allá se encuentra un pequeño puente para peatones. Después de que cruzas, hay un sendero que da a mi puerta ?ocultó su risa?. Es un poco como la casa de la bruja en Hensel y Gretel, ¿no crees?
La miró con absoluta confianza.
Escudriñó la cara de él y suspiró. -¿No sabes nada acerca de mitología?? Meneó la cabeza?. Técnicos. Bueno, debo tomarte de la mano y ?calló?. Lo estoy haciendo de nuevo, ¿no es así? Lo siento. Por favor no frunzas tu cara. Eso me pone nerviosa.
Parecía tan apenada y tan sincera, él relajó su cara y apareció una sonrisa. ?Está bien.
?Realmente quisiera contarte acerca de Hensel y Gretel. Eso es ?agregó ella rápidamente?, si quieres oírlo.
?Bien, adelante entonces.
?Oh, ahora no. En la noche. Es una historia para ir a la cama. Enséñame tus cosas ?dijo ella?. Señaló al sintonizador?. ¿Qué es eso? Le explicó cómo trabajaba.
?Interesante ?admitió ella?. Entonces puedes trabajar de dos formas, justo como yo.
? ¿Qué quieres decir?
?Bueno, mi cabaña tiene un procesador sobre el comunicador. Puedo usarlo para escribir, pero a la mitad del cuarto, por donde está tu estante de música, está la cosa más graciosa. Es un mueble alto con un tope en declive, y tiene un banquillo hacia arriba para sentarse.
? ¿Qué se supone que hagas allí? ?le preguntó.
?Escribir. ?Esperó por su reacción y ocultó su risa cuando vio la perplejidad de su rostro?. Hay un montón de papel y plumas sobre el escritorio. ¿Puedes imaginar algo tan primitivo? Pregunté al comunicador acerca de eso. ¿Sabías que en la antigüedad muchos de los escritores escribieron realmente de esa manera?
Movió él su cabeza.
?Creo que debo intentarlo. Es más bien romántico, ¿no crees? De todos modos. Veo que tienes la misma distribución ?caminó hacia el estante de música?. ¿Qué es esto?
David examinó las hojas. Algunas estaban en blanco excepto por el pentagrama impreso sobre ellas. Otras eran composiciones para cítara y flauta.
? ¿Cómo suena esto? ?preguntó Liss al levantar una hoja al azar.
El la miró con sorpresa; estaba titulada “Canción de David”. El compositor era alguien llamado T. Rolfe. Tomó su flauta y empezó a tocar, despacio al principio, ya que era una pieza difícil, después más fluidamente mientras lo embargaba el sentimiento musical.
?Eso está bello ?dijo Liss cuando terminó.
?Estoy de acuerdo ?dijo la mujer a la puerta, quien había entrado sin notarse?. No puedo imaginar eso tocado con más sentimiento. David la miró sonrosado de placer pero éste desapareció cuando la vio. Sintió algo frío que serpenteaba como patas de araña en su estómago. La mujer era vieja. Vieja de manera que David nunca había visto. Pequeña y encorvada. Sus sabios ojos negros quemaban en una cara embutida en arrugas, marchitada la carne. Su pelo alborotado en salvajes cabos gris y blanco alrededor de su cabeza. La estirada piel hacía la mandíbula y garganta una mole continua de tejido. Se estremeció.
?Escuché cómo tocabas la canción que te escribí?dijo ella?, y por eso entré. Voy a ser tu maestra, David. Mientras él se quedó callado, Liss dijo. ? ¡Oh!, entonces usted es T. Rolfe.
?Tanya.
? ¿Aprenderá David a escribir música como usted? La anciana sonrió, aumentó diez veces las arrugas que coronaban su cara, en las esquinas de su boca y sus ojos. ?Veremos. Cuando se hubo ido, David permaneció parado en silencio. Contemplaba todavía aquella vetusta aparición.
?Es agradable ?dijo Liss?, ¿no lo crees tú? El la miró agobiado. ?Ella es. . . Ella es horrible.
?Es sólo vieja ?dijo Liss?. Debe tener cerca de 100. ¡Cerca de 100! La cara suave de la Madre Chin de su dormitorio era de cerca de 200. La Madre Jacobs era todavía más vieja. ?Sintió su quijada cerrada. ?Cómo pueden hacerlo. Cómo pueden. Ella acarició su hombro. ?Lo siento. Me olvidé. Nunca has visto mortales. ¿No es así? Movió su cabeza desdichadamente. Después la miró por largo rato.
?No estás asustada por eso. ¿Lo estás, Liss? La sorpresa flameó su cara. ?No. Creo que no. Y ahora ?dijo animadamente?, sugiero investiguemos la comida. Sospecho que será desagradable, pero ya no me importa.
Esa noche, más tarde, se acostó en su cabaña, tan solo, desdichado y tímido como un cachorro alejado de la cama de paja de sus hermanos por primera vez. A lo lejos cantó una lechuza. Cerca, otra respondió. Asustado se paró y miró, a través de la ventana, las sombras densas a la luz de la luna. Nada se movía.
Inquieto, se recostó de nuevo. Quería estar en casa, recogido en su cama en medio de Jeremy y Martin, arrullado por suaves ronquidos y sordos ruidos de sueño. No se estaría aquí. No podría. Ni aunque lo torturaran.
Lentamente lo alcanzó el sueño y el agotamiento. Se soñó que caminaba solo entre bosques cobijantes. Después de un tiempo se dio cuenta que estaba perdido. Se espantó y empezó a correr hasta que llegó a un grupo de árboles y un puente de peatones sobre la ensenada. Sus pies rascaban sobre el pequeño sendero, corrió y llamó ¡Liss! ¡Liss!
La puerta de la cabaña ?la perversa cara de la bruja?estaba abierta. Tanya Rolfe estaba parada camino a la puerta, le hacía señas con sus manos como garras. Se agitó y refunfuñó en su sueño. Fuera de su ventana, una lechuza descendió sobre alas silenciosas, con sus garras maniataba un pequeño ratón gris.