Respaldo de material de tanatología

Cuando Muere un Bebé

Cuando Muere un Bebé

Usted ha esperado a su bebé nueve meses, ha soñado con él, lo ha sentido patear e hipar, ha oido el palpitar de su corazón. Compró cuna, pidió el ajuar, preparó a sus amigas y a la familia y se preparó usted para una vida nueva con el recién nacido -y ahora resulta ue vuelve a su casa con las manos vacías.
Tal vez no hay mayor dolor que el que se sufre con la muerte de un hijo. Y aún cuando nada puede aliviarlo, sí hay algunos pasos que se pueden dar para hacer más tolerable el futuro y reducir la inevitable depresión que sigue a semejante tragedia.

    * Vea a su hijito, álcelo, póngale nombre. Sufrir es un paso vital para recuperarse de la pérdida, pero no se puede uno doler por un niño sin nombre a quien nunca ha visto. Aún cuando haya nacido con una deformidad, los expertos afirman que es mejor verlo que no verlo porque lo que uno se imagina suele ser peor que la realidad. Alzarlo y ponerle nombre hará la muerte más real para usted, y al fin y al cabo, más fácil de sobrellevar. Lo mismo se puede decir de hacer arreglos para las exequias y el entierro, que además le dan otra oportunidad de decirle adiós. Y la tumba será un sitio permanente donde podrá ir a visitarlo en los años venideros.
    * Comente los detalles de la autopsia y otros con el médico para aceptar la realidad de lo ocurrido y ayudarse a sobrellevar su dolor. En la sala de partos le informaron de muchos detalles, pero las medicinas, su estado hormonal y el efecto del golpe que ha recibido probablemente le impidieron comprenderlos del todo.
    * Si es posible, pida que cuando le den la noticia no le den sedativos, los cuales, si bien alivian momentáneamente el dolor, tienden a borrar su recuerdo de lo que ocurrió. Esto le hace más difícil afrontar la pena y al mismo tiempo los priva a usted y su esposo de la oportunidad de ayudarse el uno al otro.
    * Guarde una foto (muchos hospitales las toman) u otros recuerdos, para que tenga objetos tangibles en que fijar su afecto cuando piense en el futuro en el hijo que perdió. Aún cuando esto parezca mórbido, los expertos dicen que ayuda. Recuerde los atributos positivos: ojos grandes y pestañas largas, lindas manos y dedos delicados, la cabecita cubierta de cabello.
    * Pida a sus parientes y amigas que no hagan desaparecer de su casa todos los preparativos que usted había hecho para recibir al bebé. Dígales que usted misma lo hará. Ellos seguramente proceden con buenas intenciones, pero volver a su casa y encontrarla como si nunca se hubiera esperado un hijo sólo servirá para aumentar su sentido de irrealidad.
    * Llore todo lo que quiera o crea que necesita. Llorar es parte del proceso de la pena. Si no llora ahora, algo quedará pendiente y acaso tenga que atender a ello más adelante.
    * Prepárese para un período difícil. Durante un tiempo se sentirá deprimida; probablemente le costará trabajo dormir, reñirá con su marido, descuidará a sus otros hijos. Probablemente querría volver a ser niña para que la quisieran, la acariciaran y la cuidaran. Todo esto es normal.
    * Reconozca que los padres también sufren, aunque su pena pueda ser o parecer menos intensa, debido en parte a que, a diferencia de las madres, no llevaron a la criatura en su seno. Y a menudo tienen una manera distinta de hacer frente a su dolor. Por ejemplo, algunos lo reprimen y tienen fortaleza para ayudar a su mujer. Pero el sufrimiento se manifiesta en otras formas: mal humor, irresponsabilidad; o acaso busquen un alivio en la bebida. Infortunadamente, un padre adolorido no es mucha ayuda para la esposa, ni ella para él, y es posible que ambos tengan que buscar ayuda en otra parte.
    * No se enfrente sola con el mundo. Si vacila en volver a salir por el temor de que la gente le pregunte: “¿Pero qué te pasó?”, hágase acompañar por una amiga que pueda contestar las preguntas de las impertinentes las primeras veces que vuelva al supermercado, el parque, el banco, etc. Cuide de que a sus colegas en el trabajo, o en la Iglesia o sinagoga o cualquier otra organización de la cual usted haga parte se les informe antes de su regreso, de modo que no tenga que estar dando explicaciones difíciles.
    * Tenga en cuenta que su dolor disminuirá con el tiempo, pero prepárese para la eventualidad de que jamás desaparezca del todo. El proceso de la pena, con pesadillas y recuerdos amargos, muchas veces puede durar hasta dos años; pero lo peor pasa por lo general a los seis meses de la pérdida. Si transcurridos seis o nueve meses la pena sigue siendo el centro de su universo, si pierde el interés en todo lo demás y parece que no puede funcionar, busque ayuda. Búsquela también desde el principio si no ha sentido ningún dolor.
    * Busque apoyo. Es posible que ingresando en un grupo de ayuda mutua, de padres que han perdido hijos, obtenga la fortaleza que necesita, como la han obtenido otros. Pero cuide de que tal grupo no sea una manera de sostener su rabia o su dolor. Si después de un año (o menos si es el caso) todavía no se puede resignar a la pérdida que ha sufrido, es bueno que busque terapia individual.
    * Vuelva los ojos a la religión, si esto la consuela. Algunos padres afligidos por la desgracia se sienten demasiado resentidos para hacer esto, pero para muchos la fe en Dios es gran consuelo.
    * No espere que tener otro hijo la va a resarcir de su pena. Si su marido y usted quieren tenerlo, muy bien; pero esperen el tiempo que su médico les recomiende. No traten de concebir con el propósito de sentirse mejor, aliviar los remordimientos o la rabia, o lograr paz para su espíritu. Eso no funciona y podría constituir una carga injusta para el nuevo hijo. Cualquier decisión que tomen acerca de su futura fecundidad (o tener otro hijo o hacerse esterilizar) debe aplazarse hasta que pase lo más profundo de la pena.
    * Reconozca que el remordimiento complica la pena y hace más difícil resignarse a la pérdida. Si usted no estaba muy convencida de que quería tener un hijo (como les pasa a muchas mujeres), si su mamá no era afectuosa y usted teme no serlo tampoco y que por eso fue por lo que perdió al niño, si se sentía insegura acerca de su feminidad (temiendo que no podría dar vida a un hijo) y ahora sus dudas se han confirmado, o si siente que no ha sido capaz de dar de sí lo que su familia y amigos esperaban de usted, busque asistencia profesional que le haga comprender que tales sentimientos de responsabilidad por la pérdida no tienen ningún fundamento. Si siente remordimiento por el solo hecho de pensar en regresar a una vida normal, porque le parece que eso sería una deslealtad para con el niño muerto, quizá le ayude pedirle espiritualmente al bebé perdón o permiso para volver a gozar la vida.


3 thoughts on Cuando Muere un Bebé

  1. http://eraenabril.foroactivo.com/sobre-perdida-de-embarazos-o-bebes-f10/

    * Los Padres pueden sentir que no tienen ya nada por qué vivir y piensan si habrá alivio para tan intenso e inmenso dolor. Esté seguro que muchos padres sienten lo mismo, pero uno vuelve a encontrar sentido y el dolor disminuye.

    Cuando muere un hijo al primer momento hay fuerte conmoción, seguida por la negación de la realidad. Mentalmente puede que comprendas que ha pasado, pero existe una manera profunda, subconsciente, en la cual puedes resistirte y negar la muerte de tú hijo. Hay quienes siguen colocando su plato en la mesa, y manteniendo todo arreglado como si estuviera vivo, sin cambiar ni tocar nada por largo tiempo.

    La negación no es un proceso que tenga una duración determinada, no hay tiempo preciso para deshacerse de ella. Sin embargo, cuánto más tiempo, más difícil será para tí aceptar la realidad inmodificable de que tú hijo ha muerto.

    Es probable que cuando caigas en cuenta de dicha realidad, se te presente la sensación de que con la partida de tú hijo, se ha alejado de tí toda capacidad de amar. Te sientes vacío Inclusive se te hace difícil expresar o sentir amor hacia personas a quienes nunca has dudado en amar, tú cónyuge o tus otros hijos. No te asustes. Es un proceso natural; y hasta permítete sentir de esa manera.

    Sin embargo, en cuanto puedas equilibrar tus sentimientos y comprender que el amor que sientes por tú hijo no está en él sino en tí; que es un sentimiento tuyo; podrás darte cuenta de que ese amor no lo has perdido, sino que está guardado en tú corazón, de una manera íntima, profunda y tuya.

    Es muy recomendable hacer contacto con otros Padres que han perdido hijos, ya que aunque el proceso de recuperación es lento y prolongado, se puede volver a dar sentido a la vida “VOLVER A VIVIR” y junto a ellos, encontrar la forma de darle un sentido positivo a la pérdida. Al principio te parecerá algo irreal y hasta imposible. Sin embargo, no te niegues la oportunidad de apostar a ello. Ténte paciencia, espera, e intenta tú camino. Si el amor a tú hijo muerto está en tí, será este mismo amor el que te dará la fuerza necesaria para superar tú dolor, aprendiendo nuevamente a vivir.

    Elaborado y adaptado por Yuraima Martini
    Fuente: Los Amigos Compasivos.

    ¿PORQUE LLORAR?

    Llorar no solo es aceptable, sino una saludable expresión del dolor y alivia las tensiones entre madres, padres, hermanos y hermanas. Llore tranquilo y libre cuando sienta la necesidad de hacerlo.

    El llanto es emoción y permite expresar el sentimiento de dolor. Provoca alivio y relaja; es un drenaje el cual se puede usar para exteriorizar un sentimiento.Es por ésta razón que se debe dejar fluir el llanto sin interrupción, hasta que solo se detenga.

    Pero así como el llanto es una demostración de amor y emoción profunda, no debes inquietarte o preocuparte si no puedes llorar, no sientes la necesidad de llorar o si las lágrimas no vienen. El llanto es una forma de expresión; pero no es la única.Con frecuencia los Padres por el estado de “shock” o por el bloqueo emocional que les produce la muerte del hijo,encuentran cerradas sus vías de expresión, y se sienten anestesiados, ausentes, o como participando en un mundo irreal. No te asustes. Es natural, y puede durar algún tiempo.

    Por eso: llora si quieres; y no te desesperes si no lloras. El llanto no mide el amor hacia tú hijo, ni el dolor que te provoca tú ausencia.

    Elaborado y adaptado por Yuraima Martini.
    Fuente:Los Amigos Compasivos.

    PREGUNTAS ACERCA DE TU FE

    La muerte de tu bebé puede llevarte a debatir o a cuestionar tu propia fe, o tu filosofía de vida. Por un tiempo quizá sientas que la vida es desagradable y que carece de sentido, así como que no tienes por qué vivir.
    Muchas de tus quejas y rebeliones pueden dirigirse directamente a Dios, y puedes hasta considerar que tienes que tomarte tiempo para re-examinar tus creencias religiosas.
    Estos sentimientos pueden ser combativos, pero es importante que te permitas a ti mismo, la libertad de abordar estas preguntas sin sentimientos de culpa. Un sentido de propósitos y de control retornarán a tu vida en algún momento. Pero ello es un proceso gradual que no tiene un límite de tiempo preestablecido. Para muchos la fe provee apoyos y frecuentemente ayuda a los padres a aceptar lo inaceptable.

    ALGUNAS COSAS QUE PUEDEN AYUDARTE

    Fotografías u otros recuerdos, suelen ayudar a los padres durante el proceso de sufrimiento.
    Otros padres, cuando no tienen estos elementos, guardar recuerdos del hospital, certificados u otros elementos, que guardan en una caja especialmente comprada para ello.
    Trata de compartir tiempo con otros padres que han pasado por experiencias similares
    Compartiendo con ellos, dentro de una atmósfera de aceptación y comprensión, puede aliviarse el sentimiento de soledad y desolación que produce el sufrimiento. Aquellos que ?han estado allí? pueden realmente entenderte en la mayoría de los aspectos dolorosos del sufrimiento, al mismo tiempo que te recuerdan que no estás solo en el dolor.

    INTERRUPCIÓN DEL EMBARAZO, MUERTE EN EL NACIMIENTO
    Y MUERTE DE UN BEBE

    Comprendiendo el dolor
    Un mensaje para ti, que sufres

    Los Amigos Compasivos es un Grupo Internacional de apoyo para los padres que han sufrido la perdida de un hijo y para sus otros hijos. Este Grupo, que funciona en los Estados Unidos, ha publicado un folleto sobre el tema de referencia y luego de haber tomado contacto epistolar con ellos, nos hemos animado a traducirlo para traer estas reflexiones al Grupo y permitir que pueda ser alcanzado a otros padres que,
    por la causa expresada en el título, estén sufriendo.
    – Daniel y Gabriela Vítolo-
    La muerte de un bebé es una de las más dolorosas y traumáticas experiencias que los padres pueden afrontar a lo largo de su vida. Aunque nadie pueda alejar de ti el dolor que sientes en ese momento, puede resultarte de ayuda conocer como otras personas han atravesado tu misma experiencia, o han encontrado al menos una manera de lidiar con ese intenso sufrimiento que les ha provocado la muerte de su bebé.
    Es importante que te des permiso para sufrir. El sufrimiento por la muerte de tu bebé pue-de llevar más tiempo del que tu y los otros esperan. Generalmente, quienes te rodean se sentirán incómodos frente a la intensa experiencia por la que tu estás atravesando. Trata de ser paciente, y no esperes demasiado en poco tiempo.
    No importa como ocurrió, ni el tiempo que vivió tu bebé, él fue y es parte tuya y con su muerte murieron para ti, también, muchas de tus esperanzas y sueños de futuro.
    Elegirle un nombre si es que no pudo nacer, y aún rememorar su muerte puede ayudarte a afirmar en ti la idea que eres un padre o una madre y que tienes el derecho de sufrir por todo el tiempo, y con toda la intensidad que consideres necesaria.

    EL ABUSO DE LOS MEDICAMENTOS

    Puede ocurrir que te sientas tentado a adormecer el dolor de tu sufrimiento utilizando el alcohol, los medicamentos o las drogas. Pero ello sólo dilatará y postergará el normal proceso de sufrimiento, prolongándolo .No puedes escapar del dolor del sufrimiento. Ni evitar enfrentarlo indefinidamente. Sólo podrás superarlo sintiéndolo y viviéndolo intensamente.

    LOS SÍNTOMAS DEL SUFRIMIENTO
    Cuando un bebé muere, los síntomas normales del sufrimiento varían en forma considerable. Las reacciones de los padres y sus sentimientos suelen diferir sustancialmente
    Entre las típicas reacciones que pueden presentarse pueden señalarse las siguientes:

    ? Llanto, soledad, desolación.
    ? La necesidad de hablar acerca de la muerte de tu bebé, de los detalles y las circunstancias en que ocurrió.
    ? Sentimientos de desesperanza, abandono, depresión.
    ? Rabia, enojo, culpa.
    ? Pérdida del apetito o, por el contrario, ansiedad frente a la comida, insomnio, irritabilidad.
    ? Falta de capacidad para concentrarse, comprender, o recordar.
    ? Pérdida de objetivos y metas de vida, un sentido de desolación e incertidumbre frente al futuro.

    El sufrimiento, como decimos, lleva más tiempo del que tu y los demás imaginan, y tiene muchos altibajos. Aumenta y cede en forma errática, El primer año es especialmente difícil, cuando los padres se hacen preguntas dolorosas o se atormentan con las siguientes cuestiones:

    ? Por qué le pasó esto a mi bebé?
    ? Por qué le pasó esto a mi familia?
    ? Por qué no me di cuenta de que algo no andaba bien?
    ? Por qué no fui a consultar al médico antes?
    ? Es sólo mi culpa?
    ? Si sólo hubiera…..

    No existe ninguna manera adecuada de satisfacer preguntas o cuestionamientos de esta índole. La rabia y la culpa son reacciones normales y frecuentes que acompañan al sufrimiento.
    Intenta compartir y expresar estos sentimientos como un modo de que los mismos puedan ?salir?. Del mismo modo, perdónate a ti mismo y perdona a los demás
    Muchos padres han encontrado ayuda para su sufrimiento tomándose tiempo para buscar documentación e información vinculada a su específica pérdida, o llegando a aprender y conocer sobre los problemas vinculados a la muerte de los bebés.

    Los Amigos Compasivos es un Grupo Internacional de apoyo para los padres que han sufrido la pérdida de un hijo, y para sus otros hijos. Este Grupo, que funciona en los Estados Unidos, ha publicado un folleto sobre el tema de referencia y luego de haber tomado contacto epistolar con ellos, nos hemos animado a traducirlo para traer estas reflexiones al Grupo y permitir que pueda ser alcanzado a otros padres que, por la causa expresada en el título, estén sufriendo.
    – Daniel y Gabriela Vítolo-

  2. EL IMPACTO DEL SUFRIMIENTO EN EL MATRIMONIO

    La reacción ante la muerte de un bebé es algo individual e intransmisible; es algo estrictamente personal y pertenece a cada persona que transita por dicha experiencia. Marido y mujer, padre y madre, generalmente sufren de diversa manera y en forma frecuente no entienden las reacciones o necesidades de su pareja. Hay veces en que cada uno se siente por momentos tentado, y por otros renuente, a expresar sus sentimientos de tristeza y dolor cuando el cónyuge ha tenido un ?buen día?, y viceversa.
    Aunque algunos de los padres no desee hablar de la muerte de su bebé, resulta paradójico que le agrade que el otro lo haga, o sienta la necesidad de hacerlo. Contradicciones típicas del proceso de sufrimiento.
    El llanto es otra área de expresión en que los cónyuges suelen diferir. Es aceptable, y una sana expresión de sufrimiento el llorar, pero muchos padres encuentran dificultades para liberar las tensiones a través del llanto. Los padres sienten, frecuentemente, la necesidad de llorar, pero lamentablemente son estimulados por terceros a ser ?fuertes?. Sin embargo no olvides que llorar es una reacción normal y saludable.
    Sufrir conlleva una actividad emocional, física y psíquicamente agotadora, y no deja energías para algo más que eso: sufrir. Se hace difícil la comunicación en el matrimonio, pero resulta esencial que esa falta de comprensión que se presenta, y las emociones intensas que se sien-ten, no provoquen problemas en el matrimonio. Sufrir, de todas maneras, es algo estresante, y las parejas necesitan estar atentas respecto de que el sufrimiento no siempre hace que los cónyuges se acerquen en el duelo.
    Algo que resulta de gran ayuda es que los esposos se den cuenta de estas dificultades y diferencias, de modo que cada uno de ellos no tenga resentimientos ni rabia contra el otro, como tampoco sienta que al otro no le importa lo sucedido, o que no está herido por la pérdida. Siempre es preferible admitir las diferentes formas del sufrimiento y de su expresión, que ahogar deliberadamente esas expresiones. Es bueno compartir los sentimientos, y es también importante tener presente que las expresiones de sufrimiento que se manifiestan sólo indican una pequeña par-te de lo que la persona, en realidad, está sintiendo o experimentando. Es la punta de un ?iceberg?. Marido y mujer pueden reaccionar de manera diferente, y como íntimamente pueden. Y ello ocurre también con sus relaciones íntimas y con sus muestras de afecto. Mientras un cónyuge puede necesitar y buscar estar cerca del otro y compartir intimidad, intentando asegurarse de que nada ha cambiado, el otro puede considerar que retomar relaciones íntimas es una afrenta o una ofensa cuando su bebé ha muerto. Reconoce y acepta que esas reacciones-ambas- son normales. Con tiempo y paciencia , muchas parejas recobran su intimidad, cuando ambos se sienten listos.
    Es importante que los matrimonios adviertan con claridad que la solución para estos problemas no es sencilla, que no hay tiempos preestablecidos, ni recetas para la recuperación. Todos los esfuerzos deben dirigirse a compartir lo que cada uno está sintiendo. Tu relación con tu cónyuge puede ser más incómoda cuanto más tiempo tu te ?encierres? en estos sentimientos y emociones.

    Howard Cupp es un hombre que vive en Norman, Oklahoma, U.S.A., y que se ha relacionado con el grupo americano que tiene un programa nacional de ayuda para padres que han perdido hijos (Los Amigos Compasivos). Howard les ha hecho llegar, a un boletín que este grupo publica, máximas que pueden servir de guía para entender y transitar el duelo dentro del matrimonio. Estas máximas han sido comentadas por nosotros, según la experiencia recogida en la participación en grupos de autoayuda, y las acercamos para la reflexión y como documento de trabajo.
    Daniel y Gabriela Vítolo
    Como puedo ayudar en mi matrimonio

    1) Asigna principal prioridad a la relación de tu matrimonio

    Es natural que el dolor, en un primer momento, y en el curso de su desarrollo. Vaya anestesiando tus sentimientos, o te lleve a un aislamiento sobre la base de considerar, o sentir, que en el sufri-miento estás solo. Y ello no es inadecuado, toda vez que, en estricta realidad, cada dolor es único y se percibe sólo en la mayor intimidad.
    Sin embargo, no debes olvidar que formas parte de una familia, y que esa familia tiene su célula en tu matrimonio. Lo más grande que tienes en común con tu cónyuge, es el amor que los une, y luego de ello, tus hijos: el que ha muerto (que es fruto de ese amor) y los que quedan vivos, si tienes más. Pero aún si no tienes hijos, al menos no te olvides lo que representaba ese hijo que ha muerto desde la óptica del fruto del amor común de la pareja
    Por ello, la base de sustentación de tu recuperación también tiene, como especial referencia, tu ma-trimonio. Trata de priorizar esta relación para poder compartir, y fortalecer el trabajo de recupera-ción. Si has perdido a tu hijo, todavía te queda como primera riqueza entre tantas otras ?tu matri-monio: que fue el origen y la causa del nacimiento de tu hijo, el cual representa el símbolo del amor. Y, como símbolo, encierra una realidad: ese amor. Trata de conservarlo, de protegerlo. Intén-talo con todas tus fuerzas. Y para ello otorga una especial importancia a la relación de tu matrimo-nio. No crezcas en el desinterés; por el contrario, imponte priorizar esta relación.
    Varios son los motivos que mueven a tomar una decisión de esta naturaleza. Si no tienes más hijos, porque tu matrimonio es algo fundamental que te queda como realización personal en el amor. Si tienes más hijos, porque, además de la razón ya mencionada, a ellos los favorece que tu matrimonio crezca en el amor hacia ellos, como reflejo del amor mutuo.

    2) Cultiva la transparencia, la apertura de espíritu y la honestidad en los sentimientos y en su expresión.

    Tenemos -frente a nuestro dolor- en la relación matrimonial, una natural tendencia a ocultar nues-tros sentimientos por varias razones. Muchas veces por pudor; otras por creer que si lo hacemos podemos dañar o agravar el estado emocional de nuestro cónyuge; y otras-finalmente- por una cues-tión de mera reserva, privacidad o intimidad.
    Sin embargo, es sumamente útil no ocultar a nuestro cónyuge nuestros sentimientos. Los buenos y los malos. Tanto la paz y la serenidad, como la rabia y el llanto, la melancolía y la tristeza; como el recuerdo emocionado y la alegría de saber que tu hijo está bien, o está feliz, si es lo que verdadera-mente sientes.
    Es importante que cada uno de los cónyuges conozca lo que siente el otro, y lo que le está pasando al otro. De otro modo jamás podrá comprenderlo, ni ?compartir?. Y esto es la esencia de tu matri-monio: ?compartir la vida?. No te muestres como no eres, ni intentes aparentar que no te pasa lo que te pasa. ¿Piensas por ventura que el otro no podrá entenderte?.Por el contrario: juntos comprende-rán. Si el dolor es común no quites a tu matrimonio este espacio común de la convivencia y del ?compartir?. Estarías restando un ámbito que es parte fundamental de tu vida a la decisión que al-guna vez tomaste de ?compartir? una vida con otro.

    3) Acepta el dolor que tu sientes y encuéntrate predispuesto a valorizar y escuchar la expresión de tu cónyuge, relativa al dolor que está sintiendo.

    Suele suceder que sientes que tu dolor no puedes superarlo; y que ello te inhibe de cualquier otro sentimiento, o de toda otra perspectiva de vida.
    Sin embargo la rebelión contra tu dolor en nada te ayudará. El dolor está; y como es un dolor del alma, para él no hay remedio que pueda comprarse en una farmacia. Cuanto antes te decidas a aceptar tu dolor, ese dolor se podrá ir.Si-por el contrario- te rebelas a sentir ese dolor, éste te presen-tará una lucha cruel por imponerse a la voluntad de no sentirlo; se agrandará y permanecerá contigo más tiempo del que normalmente debería permanecer.
    Simplemente lo tienes: sientes dolor. Deja que esto ocurra, siente ese dolor. El dolor se irá solo: cuando advierta que tu lo has aceptado: y que con tu aceptación ha sido vencido pues ya no tiene voluntad alguna que doblegar.
    La actitud de aceptación de tu dolor también te ayudará a valorizar y escuchar la expresión del dolor de tu cónyuge; e imaginar sus sentimientos similares, aunque muchas veces manifestados de otro modo, también se presentan en él.
    Valorízalos: no te muestres extraño a esos sentimientos, aunque no sean los mismos que tu sientes. La muerte de tu hijo es una prueba que ambos deben pasar, y tienes que entender que la mejor ma-nera de pasarla es conociendo, valorizando y respetando el mutuo dolor.

    4) Se paciente con tu cónyuge y contigo mismo. Advierte que tu cónyuge, probablemente, no se encuentre en la misma etapa del proceso del dolor en que tu te encuentras, y admite que ello es normal

    El problema de los ?tiempos? es algo que nos angustia por nuestra propia naturaleza. Hemos queri-do siempre dominar el tiempo, encerrarlo con agujas y números. Fijar ?nuestros?tiempos de nues-tras obras, proyectos; más aún, gobernar el ?tiempo? de los demás.
    La muerte de nuestro hijo nos ha demostrado que el ?tiempo? no es nuestro. Y que nada podemos hacer con ese ? tiempo?, que a su vez es relativo en función de lo que sentimos y de lo que desea-mos.
    Por ello resulta fundamental desarrollar la paciencia. No esperar que pase en nuestro ?tiempo? lo que debe pasar. Lo que debe pasar será en ? su? debido ?tiempo?. Al ?tiempo? de un plan y de una obra que nos excede y que no viene de nosotros; aunque
    ?está? en nosotros.
    Y la pregunta que todos nos hacemos respecto de cuanto habrá de durar este proceso de dolor; cuan-to tiempo más; tiene una sola respuesta: durará todo lo que debe durar: ni menos ni más.
    Y en este ? tiempo? sin horas, sin minutos y sin segundos, sino sólo ?tiempo?, a lo largo del proceso de dolor, es común que los cónyuges no transiten paralelamente las etapas. Es más; lo frecuente es que-como una suerte de compensación-cuando uno de ellos esté más golpeado, el otro se sienta en mejores condiciones, y viceversa. También en lo que hace a la duración del proceso, los tiempos suelen ser diferentes.
    Por ello es de especial importancia advertir y comprender que el otro cónyuge puede encontrarse en una etapa de dolor distinta de la en que tu estás. Y que debes respetar y apoyar esa diferencia.
    De allí que parte del respeto es no juzgar ni interferir en sus sentimientos, ni en el desenvolvimiento de sus etapas, sino respetarlas. Si tu estás bien, y él no, no le recrimines que siga llorando, sobre la base de sostener que ha pasado el ?tiempo? de llorar. Igualmente si tu estás mal y el otro está bien, no le recrimines su sonrisa sosteniendo que aún es tiempo de ?llorar?. No lo juzgues si desea man-tener el luto, o si ha resuelto levantarlo. Respeta, acepta, comprende y apoya cada una de sus mani-festaciones y decisiones; aunque no las compartas.

    5)No esperes que tu cónyuge sea para ti el único camino para restablecerte de tu dolor

    Si bien es tu cónyuge lo más cercano que tienes en ese ?compartir? del dolor de la muerte de tu hijo, es importante que entiendas que no es él, el único camino de salvación para restablecerte de tu do-lor.
    Es una parte necesaria del camino y un elemento fundamental; pero no el único.
    En primer lugar nada podrá hacer tu cónyuge por ti , si tu no lo dejas hacer. Si lo rechazas, si te aís-las de él, si le ocultas tus sentimientos; si le diriges sólo reproches, culpas o temores
    En segundo lugar, tampoco podrá hacer nada por ti, tu cónyuge, si no existe dentro de ti una íntima y firme decisión de superar tu dolor, de restablecerte.
    No pienses que tu cónyuge pueda ? rescatarte? de tu angustia, de tu desazón, de tu tristeza. Sólo podrá dentro de sus posibilidades, pues tu cónyuge también está pasando por el proceso de dolor, ayudarte, acompañarte y compartir el tránsito por este proceso de dolor.
    Pero así como el dolor es, a la vez, personal e intransferible, no puede ser ?arrancado? desde fuera de ti mismo, sino desde tu interior; y en ello tienes un protagonismo.
    De allí que la reflexión te sugiera que no esperes que sea tu cónyuge quien te sane; y. consecuente-mente, no culpes a tu cónyuge ni dirijas sentimientos negativos a él si no sanas en el tiempo que esperas sanar.

    6) Dedícate y sé comunicativo. Otorga especial atención a los afectos que cada uno siente por el otro. Aprende y practica manifestaciones de amor. Recuérdate estar en contacto en forma física; la importancia de las caricias y del contacto humano son fundamentales para la recuperación , y como vía de demostrar amor y valoración

    No es bueno que le rechazo físico, o el desinterés por tu cónyuge sean elementos que acompañen tu proceso de tránsito por el dolor.
    Por el contrario, cultivar el afecto y el amor mutuo, suelen ser bálsamos que disminuyen el impacto que el dolor produce.
    La sensación de soledad, o de sufrimiento íntimo pueden arrastrarte hacia una cúpula de aislamiento que en nada te beneficia sino que te perjudica, pues te quita nutrientes paratu vida espiritual y afec-tiva. Es importante que practiques manifestaciones de amor; que intentes- al menos ? practicarlos; y en ello el contacto físico ayuda.
    Habrás oído hablar de que los abrazos tienen propiedades terapéuticas; como así también las cari-cias y los besos. Cuántas veces una mano en el hombro, un roce, o una caricia dan más alivio que mil palabras. El sentido de la vibración; la transmisión directa del sentimiento.
    Es muy probable que en un primer tiempo te resistas a reanudar tu contacto sexual con tu cónyuge. Sentimientos de culpa frente a la posibilidad del mutuo placer; desinterés; o la aterradora idea sólo de que ello pueda darse, se te presentarán frecuentemente. Del mismo modo, las primeras experien-cias en este sentido te harán sentir confuso y hasta pueden ser traumáticas. No te asustes; es normal que esto ocurra.
    Sin embargo debes imponerte igualmente llevar adelante esa experiencia. Será más difícil, segura-mente, para la mujer que para el varón; ya que por su propia naturaleza la mujer requiere de un pro-ceso más lento en esta relación, ya que su actitud frente al sexo es menos epidérmica; o al menos de reacción no tan inmediata como en el caso del varón.
    Por otra parte, este contacto será un elemento importante para poder evaluar y advertir de un modo más directo, cómo está tu cónyuge y cómo transita su proceso de dolor. No te escapes de tu cónyu-ge, no lo esquives. Búscalo y encuéntralo; y en el encuentro fúndanse en la experiencia y el dolor común, que tiene su origen en el fruto del amor común que es tu hijo muerto.

    7 )Admite o crea un espacio en tu relación. Todos tienen derecho a tener un grado de privacidad con sus sentimientos, incluyendo el dolor

    Puedes pensar que las reflexiones anteriores tienden a ?socializar? o ?comunicar? tu dolor privándo-te de intimidad, o de tu propio camino de recuperación
    Nada de eso. Los pensamientos que hemos esbozado tienden a la búsqueda de algunos modos de ayudar dentro del matrimonio. Pero ello de manera ninguna inhibe que conserves un ámbito propio, un rincón íntimo, o momentos sólo tuyos para la relación con tu hijo muerto.
    Como bien se señala en la máxima que comentamos, yu tienes derecho a tener un grado de privaci-dad con tus sentimientos, incluyendo el dolor. Por eso admite que tanto tú como tu cónyuge, puedan tener un espacio propio.
    Pero también apuntamos a otro sentido de la privacidad: la relación matrimonial. Esta relación también, en algún aspecto, debe tender a preservarse a sí misma y como ?relación matrimonial? propiamente dicha. No la esquives.
    Es común advertir que a la muerte de un hijo prosigue una crisis matrimonial, muchas veces pro-funda. No la subestimes; dedícale tiempo y atención. No te abandones, pues llegarás a perder más de lo que ya has perdido: que es mucho.
    Tu matrimonio puede coexistir con la intimidad de tu dolor. No hay incompatibilidad alguna en este aspecto.

    UN MENSAJE PARA TI QUE DESEAS RECUPERARTE, Y QUE DESEAS HACERLO EN TU PROPIO MATRIMONIO

    Permítete junto a tu cónyuge disfrutar cada uno del otro, y disfrutar la vida cada vez que puedas. Encuéntrate predispuesto a que rían juntos, del mismo modo en que pueden llorar juntos. Busca y encuentra algunas cosas agradables y placenteras para hacer juntos.
    Ayúdense el uno al otro a recordar que la vida es más que el hijo que ha muerto. Así como es de importante ese hijo para ti, y así como es intenso el dolor que tu sientes respecto de su muerte, debes comprender que tu matrimonio y tu relación conyugal involucran mucho más que ese hijo.

  3. Leyendo una revista (Dominical) encontré un artículo escrito por Carlos Fraga y me pareció oportuno colocarlo aqui pues creo que puede servir de ayuda sobre todo a los familiares y amigos que a veces no saben la diferencia entre ayudar y apoyar y terminan haciendonos sentir peor sin darse cuanta.
    “Si observo a una dama con un niño en un aparatoso coche, intentando con dificultad bajar unas escaleras, puedo ayudarla. Si, en cambio, veo a mi hermana con una gran tristeza porque terminó con su novio -aqui podríamos poner nuestro caso perder un hijo o un embarazo-, puedo apoyarla, pero ayudarla no, puesto que entiendo que es un proceso que sólo ella puede vivir y que lo único que puedo es hacerle sentir mi presencia y disposición”…
    …”El apoyo parte del hecho de saber y confiar que el otro puede, quizás con torpeza, lentamente, pero puede. Aqui sabemos que no podemos hacer más y que de poco vale tratar de llevarle al lomo, porque todo eso es suyo”…
    …”Es importante saber que la ayuda siempre debe ser pedida y el apoyo ofrecido. De lo contrario, pasaríamos a invadir los procesos ajenos. La ayuda implica acciones, tareas, etc. El apoyo es más presencia, pensamiento, disponibilidad, siempre desde lo humano. Recordemos las instrucciones de seguridad aérea en los vuelos: “Si lleva a un niño o anciano, primero póngase usted la máscara o chaleco, una vez colocada, ayude al niño o anciano”. esto no es egoísmo, es responsabilidad”.
    _________________

    RELACIONES CON LA FAMILIA Y LOS AMIGOS

    Amigos, parientes y compañeros de trabajo pueden sentirse incómodos contigo. Ellos no pueden entender la intensidad de tu sufrimiento, sin embargo no pueden evitar sentir que tienen que ayudarte. Consecuentemente, te acercan recetas, ?clichés? y frases para provocar tu consuelo. Así es que tu puedes escuchar, frecuentemente:

    + Tu puedes tener más hijos.
    + Tu fuiste afortunado si la pérdida se produjo en las etapas iniciales del embarazo.
    + Tu eres todavía lo suficientemente joven para poder tener nuevos hijos.
    + Tuviste suerte de que todo se produjo antes de que el bebé fuera traído del hospital a la casa. Si no hubiera sido peor.
    + Si tenía que suceder, mejor que fuera pronto.

    Estas propuestas son significativamente dolorosa, pero es muy poco lo que tu puedes hacer frente a estas frases ofrecidas por personas que tienen la sincera actitud de ayudarte -aunque de hecho no te ayuden-.Desde el momento que ellas no han sufrido la pérdida que tu sufriste, y no han pasado por tu experiencia, les resulta sumamente difícil poder siquiera imaginar o entender la magnitud y profundidad de tu sufrimiento y tristeza.

    Otro de los modos en que los amigos o familiares pretenden mitigar tu pena es sugiriéndote tener otro bebé. Transmite a tus familiares y amigos tus sentimientos respecto de cuan importante fue ese bebé para ti, y pide que te ayuden escuchándote. Nadie reemplaza a nadie.

Comments are currently closed.