Respaldo de material de tanatología

Arteterapia: Curar con mucho arte

EFE
Para algunas personas, la arteterapia es el tratamiento más eficaz.
Daniel Galilea, EFE

De la conjunción de la psicología, la pedagogía y las bellas artes surge este método que emplea la expresión artística como recurso terapéutico. La pintura, el teatro y la música se emplean cada vez en más hospitales para aliviar el estrés, el dolor y la ansiedad, y tratar dolencias como el autismo o la anorexia en niños y jóvenes.
El medicamento más bello
La definen como la medicina más bella del mundo y para algunas personas es el tratamiento, sin medicamentos ni efectos secundarios, más eficaz que conocen. Es una psicoterapia donde las sesiones no consisten en charlar con un psiquiatra, sino en practicar actividades artísticas y manualidades. Es la arteterapia.

Uno de sus beneficios consiste en fomentar un cambio de actitud frente a la enfermedad, al provocar un contacto con emociones y realidades subconscientes que el paciente no puede expresar mediante palabras. También ayuda a encontrar el camino para enfrentar la dolencia, y además, se puede utilizar para aumentar la autoestima, desestresarse o mejorar la motricidad.

La terapia artística se viene empleando desde hace años para tratar los problemas de los adultos y ancianos, como el cáncer, el Parkinson, el Alzheimer, o el Síndrome del Trabajador Quemado, pero una de sus aplicaciones más innovadoras y crecientes es la pediátrica y adolescente, con resultados a menudo asombrosos.

En España, Francia, Bélgica y Portugal funciona un proyecto promovido por la asociación gala Arte en la Ciudad, consistente en introducir el arte en espacios insólitos permitiendo que lo descubran nuevos públicos, instalar obras en hospitales, contribuyendo humanizar los centros, mejorar la estancia de los niños ingresados, posibilitar el descubrimiento de jóvenes talentos y facilitar el encuentro entre el artista y los niños.
Un taller artístico en el hospital
Una de las variantes del programa, donde quedan reflejadas las propiedades terapéuticas de la pintura, las manualidades, la fotografía o la música, consiste en que un profesional del arte realice una obra, que después adornará un centro sanitario, contando con el apoyo de los más pequeños, quienes elaboran piezas para esta creación, que es más un juego que una obra.

Uno de sus resultados ha sido el árbol-ciudad, situado en el hall del Hospital materno-infantil La Paz, de Madrid: una creación dividida en tres partes: “esabal? (la base, al revés), “nozaroc? (corazón) y “sollat? (tallos), cada una realizada con distintos materiales: cobre, aluminio, metacrilato y productos vegetales.

La idea de invertir el orden de las palabras fue de Pepa Rueda, encargada de dirigir la actividad infantil, en un juego que  intenta fomentar la capacidad imaginativa por encima del dolor o el sufrimiento que padecen los niños hospitalizados, algunos con cáncer, que durante los dos meses que duró el taller, aportaron una pizca de su creatividad y su esfuerzo al proyecto.

“El objetivo es despertar su ilusión y mejorar su autoestima, haciéndoles sentir parte de un proyecto común y adaptando los recursos a las posibilidades y salud de cada uno. A veces usamos materiales como remolacha, curry, azafranes ó cafés, pero algunos niños tenían alergia y necesitaron guantes, y otros no podían llevarlos porque eran alérgicos al látex”, explica Rueda.

La magia de la música y la pintura
En la obra también participaron padres, abuelos, familiares e incluso personal hospitalario, parar “humanizar lo que rodea a los niños y cambien las relaciones con ellos”, señala Pepa.

La pintura fue una de las artes más utilizadas además de las manualidades o la fotografía. A veces, Pepa pedía a los niños que dibujasen la música que estaban escuchando y tarareaban de forma espontánea, lo cual indicaba que así lograban relajarse.

Además, la música puede ser terapéutica en el trastorno autista, ya que las notas consiguen aumentar la flexibilidad, creatividad y tolerancia al cambio en los pequeños “encerrados en su mundo”.

Para Tony Wigram, profesor de musicoterapia en la Universidad de Aalborg, Reino Unido, y autor de once libros sobre esta técnica, “la improvisación musical, de forma estructurada y flexible, es capaz de captar la atención de los niños autistas y promueve el contacto y juego recíproco, es decir, la interacción”.
Los sonidos de la salud
“El jazz y el blues son útiles en el autismo porque debido a su velocidad y espontaneidad logran un diálogo con estos niños”, señala este profesor interesado en el efecto fisiológico del sonido y la música, y su empleo en los trastornos del desarrollo.

La musicoterapia, consistente en escuchar música y sonidos, y en practicarlos con distintos instrumentos, es una fusión de música y terapia, arte y ciencia junto con un proceso interpersonal. Tanto los psiquiatras, como los logopedas, fisioterapeutas o profesores, pueden aplicarla de forma individual o multidisciplinar.

Su acción terapéutica se produce tanto a nivel fisiológico como psicológico. Por un lado, las vibraciones sonoras estimulan ciertos receptores sensoriales, auditivos y táctiles, y producen cambios en la resistencia eléctrica de la piel y del ritmo cardiaco.

Su efecto sobre la mente, abarca desde una mejora de la comunicación, al aumentar la fantasía y asociaciones, hasta una mayor socialización a través de la mejora de la autoexpresión. Todas estas características hacen de la musicoterapia una herramienta muy útil para el manejo de los pacientes autistas.

Bailar para sentirse mejor
Hermano de la música, “el baile también se utiliza para ayudar a las personas enfermas o sanas, a llegar a un equilibrio interno, a conocerse mejor y a sentirse más fuertes para hacer frente a la enfermedad”, señala la terapeuta portuguesa Cristina Rocha.

En el madrileño Hospital Infantil del Niño Jesús utilizan la danzaterapia para ayudar a niñas con anorexia o bulimia, y niños hiperactivos, con problemas de movilidad o accidentados, aunque la danza no es el único arte que utilizan con fines terapéuticos.
que están en discapacidad.

Los ejercicios son los mismos que los pacientes harían en un gimnasio, pero los aplican en una producción artística, que les resulta mucho más estimulante. Aunque al principio, muchos niños son incapaces de coger un trocito de material, progresan mucho porque el barro tiene una textura muy fácil de manejar.
Creación, igual a curación
Asimismo, el Arte-Sano o Arte-Terapia se utiliza en el Hospital Niño Jesús para tratar adicciones, la inadaptación social  y deficiencias psíquicas, como el síndrome de Down.

En los trastornos alimenticios y de imagen, en los cuales las pacientes suelen tener un bajo concepto de sí mismas y piensan que lo hacen todo mal, que son las más feas, por medio del arte se les enseña a autovalorarse y a fomentar su autoestima, “al hacerles ver que son capaces de hacer cosas bellas y que se sientan por encima de los demás”, según María Fernanda Delgado, responsable del taller de arteterapia del Niño Jesús.

Sus pacientes son niños en edad de jugar, lo que  implica una situación espontánea, no forzada, una actividad relajante, no tensionante y creativa. A través del lenguaje del Arte y su mundo de fantasía, crean un cuadro o un esmalte o una cerámica, únicos e irrepetibles, donde además de belleza crean salud.

Todos hemos experimentado momentos o circunstancias en los que nos ha sido imposible expresar nuestros problemas o sentimientos a través de las palabras.

Según los expertos del Hospital del Niño Jesús, “en esos momentos, cuando buscamos una forma de expresión que nos libere de las tensiones o de nuestras contradicciones internas y problemas, es cuando un lápiz, un pincel, una hoja de papel, el dejar volar la imaginación y dejar libre nuestra creatividad, sin ataduras, sin criticas, sin normas, hace que utilicemos toda nuestra energía psíquica y física en equilibrar nuestro ser en esa conjunción de mente creativa y cuerpo”.

En este sentido, el arte es un medio para mejorar las respuestas del paciente a sus problemas y limitaciones, posibilitándole a través de la conjunción de la creatividad y motricidad, que mejore progresivamente sus deficiencias físicas o motoras, lo cual allana el camino de su curación o de su restablecimiento.