Respaldo de material de tanatología

COSAS QUE NO SE DEBEN HACERCuando queremos ayudar a una persona

COSAS QUE NO SE DEBEN HACER
Cuando queremos ayudar a una persona que ha perdido un ser querido

1. Inhibir la expresión de sentimientos y obligar a la persona que ha sufrido la pérdida a asumir un papel determinado según los criterios propios de otra persona. Es importante reconocer que los consejos “no piense más en eso”, “piense en los demás”, “no se preocupe”, “tiene que ser fuerte”, “no llore que no lo va a dejar ir o no lo va a dejar descansar”, son pueriles, ingenuos, imposibles de lograr y no ofrecen ningún apoyo a la persona. Debemos dejar que la persona tenga sentimientos perturbadores sin tener la sensación de que nos están defraudando. Además, se deben respetar las diferencias individuales en la expresión del dolor y en la recuperación del mismo.

2. Salir huyendo ante la mínima expresión de sentimientos dolorosos. Permitir y animar la expresión de los sentimientos de dolor y tristeza por la pérdida del ser querido son uno de los factores claves en la ayuda a las personas que han tenido pérdidas. Así, debemos estar atentos y escuchar el dolor, la tristeza, la rabia, la frustración, la soledad y todos los otros sentimientos que acompañan a la aflicción. Además, será necesario tener listos los hombros, los brazos y el pecho como consuelo para sostener la afligida existencia de nuestro hermano afligido.

3. Decirle a la persona que ha sufrido la pérdida lo que tiene que hacer como si uno fuera el que está sintiendo el dolor. En cosas de dolor, como el dolor que produce la pérdida de un ser querido, el deudo es el experto y es precisamente él quien deberá hablar y no nosotros (recuerde que “duelo que no se habla es duelo que no se cura”). Además, no sugiera que hacer, hágalo usted mismo.

4. Decir “sé cómo se siente”. Recuerde que cada persona experimenta su dolor de una manera única y nadie como ella sabe como se siente; muestre su comprensión (“entiendo que debe sentirse mal”) e invite a la persona a que comparta sus sentimientos si es su deseo. No de por su puesto que los conoce. Recuerde que lo importante no es lo que usted diga sino lo que permite que la otra persona le diga; una escucha comprensiva es la actitud más apropiada. Frases como “los caminos del Señor son insondables” y otras parecidas solo convence a la persona de que no nos preocupamos lo suficiente por entenderla.

5. Decirle “llámame o ven a mi casa si te sientes muy mal o necesitas algo”. Cuando uno se siente tan mal no suele tener ganas de llamar por teléfono o arreglarse para ir a visitar a otros, así, este tipo de ofrecimientos indefinidos suele declinarse y se pierde la ayuda ofrecida. No espere a que el deudo busque ayuda, tome la iniciativa y visítelo o llámelo.

6. Sugerir que “el tiempo cura todas las heridas”. Debido a que el tiempo que domina la experiencia del duelo durante los primeros 6-12 meses es el tiempo subjetivo (es decir, la vivencia personal e intransferible del paso del tiempo cronológico), esta conocida sentencia no suele cumplirse durante este primer período. Sabemos que las experiencias alegres acortan la vivencia subjetiva del paso del tiempo mientras que las experiencias tristes y dolorosas (tiempo del duelo) alargan la sensación de paso del tiempo. Así, en un tiempo como el del duelo es normal tener la sensación de encogimiento o alargamiento del paso del tiempo dependiendo del estado de ánimo de la persona en un momento determinado (recuérdese la experiencia emocional de montaña rusa del duelo).

7. Ante la demanda de ayuda, delegarla en otros. Nuestra presencia, interés y preocupación genuina es lo que marca la diferencia en situaciones como esta. No tiene que pensar que tiene que decir algo, lo importante es que este allí, así sea sin decir nada.

8. Intentar que la persona se de prisa en superar su dolor. El trabajo del duelo requiere tiempo y paciencia y no puede hacerse en un plazo de tiempo fijo. Cada persona tiene su propio tiempo y velocidad y las prisas son malas compañeras de viaje. El animar a la persona a “ocupar su tiempo” es una buena estrategia “por momentos” (se utilizan mecanismos de evitación y distracción), pero recuerde que estas estrategias no solucionan el problema, lo aplazan, quizás para un momento en que la persona se encuentre sola. No intente cubrir con otras cosas lo que usted puede hacer con su presencia.

9. Retirar de la vista de la persona toda información referente al duelo, al dolor, la pérdida, la aflicción y el luto. Es importante reconocer que la primera tarea en el duelo es la educación en duelo, es decir, informarse sobre lo que a uno le está pasando, de esta forma sabrá qué hacer y qué no hacer.

10. Aislar a la persona de su familia y fomentar o crear indisposición mutua. El duelo es un “asunto de familia” y es precisamente la familia la institución más importante para la recuperación de la pérdida de un ser querido. Así, deberá contribuir a que el apoyo y la comunicación efectiva de la familia sean los instrumentos más efectivos que faciliten la recuperación.

11. Desentenderse de la persona en duelo. Debido a que el proceso del duelo es largo y toma su tiempo, las personas se suelen agotar de prestar su apoyo y consuelo o suponen que “ya es suficiente” (según su propio criterio de tiempo) y van dejando de lado a la persona con el agravante de la pérdida añadida de compañía y consuelo. Dosifique su ayuda según los criterios que entre usted y la persona afligida acuerden y, en la medida en que pueda, no interrumpa bruscamente su apoyo. Preocuparse por una persona afligida también significa prestar atención a la presencia de reacciones anormales o distorsionadas del duelo y animar a la realización de todas las actividades necesarias para la promoción, mantenimiento de la salud y prevención de enfermedades durante este difícil período en la vida de la persona.

12. Rechazar cualquier tipo de grupo de terapia de duelo. Una de las personas más adecuadas para ayudar a otra en duelo es precisamente otra persona en duelo que ya ha avanzada un poco más por el difícil y doloroso camino de la recuperación. Este tipo de ayuda se obtiene precisamente en los grupos de auto-ayuda y ayuda-mutua. Los beneficios de este tipo de terapia son reconocidos a nivel mundial.


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  1. COSAS QUE SE DEBEN HACER
    Cuando queremos ayudar a una persona que ha perdido un ser querido

    1. Leer e informarse de todo lo relacionado con el duelo, la aflicción y el luto. De esta forma la ayuda será más efectiva. Además, deberán mantenerse abiertas las puertas de la comunicación. Si no sabe qué decir, pregunte: “¿cómo ha estado hoy?”, “¿Cómo va el día?”.

    2. Mantener los oídos atentos para escuchar el dolor, la tristeza, la rabia, la frustración, la soledad y todos los otros sentimientos que acompañan a la aflicción. Intente escuchar un 80% del tiempo y hablar solo un 20%. Hay muy pocas personas que se tomen el tiempo necesario para escuchar las preocupaciones más profundas de otros.

    3. Permita y anime la expresión de los sentimientos de dolor y tristeza por la pérdida del ser amado, sin salir huyendo ante la expresión de los mismos. Establezca un contacto físico adecuado (por ejemplo, poniendo el brazo sobre el hombro del otro o dándole un abrazo cuando fallan las palabras) y aprenda a sentirse cómodo con el silencio compartido en lugar de intentar hablar para animar a la persona. Además, sea paciente con la historia de la persona que ha sufrido la pérdida y permitirle compartir sus recuerdos del ser querido.

    4. Preste, indefinidamente y mientras sea necesario, sus hombros, brazos y pecho como consuelo para sostener la afligida existencia de su afligido hermano.

    5. No espere a que el deudo busque ayuda, tomaré siempre la iniciativa visitándolo o llamándolo. Puede también ofrecer ayuda concreta con las tareas de la vida cotidiana. Lo importante sigue siendo estar ahí.

    6. Contribuya a que el apoyo y la comunicación efectiva de la familia sean los instrumentos más efectivos que faciliten la recuperación por la pérdida del ser amado.

    7. Respete las diferencias individuales en la expresión del dolor y en la recuperación del mismo.

    8. Este atento a la presencia de reacciones anormales o distorsionadas del duelo.

    9. Anime la realización de todas las actividades necesarias para la promoción, mantenimiento de la salud y prevención de enfermedades durante el duelo.

    10. Una vez alcanzada la recuperación, anime y colabore en el establecimiento de grupos de auto-ayuda en mi vecindario.

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