Respaldo de material de tanatología

JUEGO DE CARTAS VICENTINAS

http://montedeoya.homestead.com/cartas.html

Textos para la elaboración de un juego de cartas o fichas con los elementos mínimos necesarios para un adecuado abordaje de los niños en duelo
 
 
 
1. COMUNICACIÓN DE LAS MALAS NOTICIAS

¿Cómo puedo comunicar a los niños la muerte acaecida?

¿Cómo se les puede explicar qué es la muerte?

¿Qué puedo decir cuando pregunten por qué?

¿Se debe ocultar la pena a los niños?

¿Hay algo que no se les deba decir?

2. CONSEJOS GENERALES RESPECTO A LA COMUNICACIÓN

Aproveche los momentos pedagógicos para hablar de la muerte.

Escuche y reconozca los sentimientos de los niños como válidos y adecuados

Sea paciente y prepárese a repetir muchas veces la misma conversación

Sea claro y objetivo

Recuerde que el duelo es un asunto de familia

3. EL NIÑO EN DUELO

Reacciones comunes a la muerte. Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte. Que decir y hacer

De 0 a 10 meses: Los bebés

Antes de los 3 años: Los más pequeños

De 3 a 5 años: Pre-escolares

De 6 a 9 años: Escolares tempranos

De 9 a 12 años: Escolares tardíos (pre-adolescentes)

De 13 a 18 años: Adolescentes

4. CONSEJOS GENERALES PARA AYUDAR A UN NIÑO A RECUPERARSE DE SU DOLOR

5. SIGNOS DE ALARMA

COMUNICACIÓN DE LAS MALAS NOTICIAS

Cuando muere un ser querido, ni los padres, otros familiares o amigos saben por lo general qué decir o hacer para que los niños comprendan lo que ha ocurrido. No obstante, de todos se obtienen sugerencias, muchas de ellas incongruentes o contradictorias unas con otras, dejándolo a uno más confundido, sin saber qué hacer o decir, la más de las veces optando por la que mejor nos parece en ese momento o por la sugerida por aquella persona en la que más confiamos.

Cinco preguntas, que tienen una relación directa con la comunicación de las malas noticias, deben ser manejadas para una comunicación apropiada de la muerte y las malas noticias a los niños:

1. ¿Cómo puedo comunicar a los niños la muerte acaecida?

2. ¿Cómo se les puede explicar qué es la muerte?

3. ¿Qué puedo decir cuando pregunten por qué?

4. ¿Se debe ocultar la pena a los niños?

5. ¿Hay algo que no se les deba decir?

¿COMO PUEDO COMUNICAR A LOS NIÑOS LA MUERTE ACAECIDA?

A la hora de comunicar la muerte de un ser querido a los niños, es importante que tenga en cuenta las características que debe reunir cualquier tipo de comunicación relacionada con la muerte:

1. Hacerlo con serenidad, dulzura y afecto.

2. Usar palabras sencillas.

3. Dedicar todo el tiempo que el niño requiera para esta comunicación y para asimilar sus consecuencias según sus directrices.

4. Estar dispuesto a repetir muchas veces lo mismo.

5. No añadir preguntas o comentarios que no se han hecho.

Siéntese con ellos en un lugar tranquilo, abrácelos (si se lo permiten) y explíqueles, en pocas palabras, cómo ha muerto el ser querido. Recuerde que los múltiples ?muy? ayudan a los niños a distinguir la muerte del ser querido de otras condiciones. Los eufemismos ?palabras que suavizan la realidad- del tipo ?pérdida?, ?se fue?, ?se lo han llevado?, ?ha desaparecido?, ?ha emprendido un largo viaje?, ?a pasado a mejor vida?, ?está con el Señor? es mejor evitarlos pues estimulan los miedos que tienen los niños a ser abandonados y crean ansiedad y más confusión.

¿CÓMO SE LES PUEDE EXPLICAR QUÉ ES LA MUERTE?

Ante la pregunta ?¿qué significa o qué quiere decir muerto??, explíqueles de nuevo, con palabras sencillas y sinceras, y recordando que los niños piensan de forma muy concreta y tienden a interpretar las cosas literalmente, que ?muerto? significa que: ?El cuerpo se ha detenido del todo?, ?El cuerpo ha dejado de funcionar?, ?El cuerpo ya no puede hacer nada de lo que antes hacía?, ?El cuerpo ya no puede sentir dolor, caminar, respirar, comer, dormir, hablar, oír o  sentir frío o calor?, ?El cuerpo ya no sentirá nada nunca más?.

De igual forma, al explicar la muerte a los niños es importante que esta explicación se de en términos sencillos y reales, sin mentiras o invenciones. No dude en usar las palabras “muerto” y “muerte”; así, por ejemplo, siéntese con el niño, abrácelo y dígale: “Cariño, ha ocurrido algo muy triste. Tu papá ha muerto en un accidente; un carro lo golpeó y su cuerpo dejó de funcionar. Nadie tiene la culpa de que haya muerto. Lo vamos ha extrañar mucho porque lo queríamos, y él nos quería a nosotros”.

¿QUÉ PUEDO DECIR CUANDO PREGUNTEN POR QUÉ?

Ante esta pregunta, es bueno admitir que usted también se ha preguntado lo mismo. Si no sabe la respuesta, dígaselo. Dígale que, según sus creencias personales, todos los seres de la tierra han de morir algún día, que la muerte le ocurre a todo el mundo, que hay cosas que podemos controlar y otras que no, y que la muerte es una de las que no podemos controlar. Es muy importante hacer énfasis en que nada de lo que ellos hayan dicho, hecho o pensado ha causado la muerte del ser querido.

¿SE DEBE OCULTAR LA PENA A LOS NIÑOS?

Llorar delante de los niños es apropiado, normal y saludable, pues les estás enseñando que es bueno llorar y compartir el llanto, que con el llanto uno transmite su situación de dolor y la necesidad de ayuda y apoyo, y que llorar es la válvula natural para descargar el dolor y la angustia. Si no lloramos delante de los niños, si fingimos no inmutarnos y negar nuestros sentimientos (?yo no lloro delante de mis hijos para no angustiarlos…?), les estaríamos enseñando que se deben ocultar para llorar, que deben arreglárselas solos, que deben hacer/aprender otras cosas para transmitir su dolor y angustia y que llorar es signo de debilidad.

Si como adultos exteriorizamos nuestro dolor delante de los niños, los niños verán que es normal afligirse y, en ocasiones, esto les dará la oportunidad de expresarse ellos mismos.

Resulta casi imposible ocultar por completo los sentimientos a los niños ya que, no solo los niños son muy perspicaces y observadores, y si algo va mal, normalmente lo perciben, sino que la comunicación infraverbal (todo lo que acompaña a, excede o implica un mensaje), integrada por gestos, actitudes, silencios, acciones, presencias, ausencias, cambios en el tono de la voz, rechazos, negativas a una explicación coherente, incoherencias entre lo explicado y lo aconsejado, etc., encuentran al niño más indefenso y receptivo, y por ello empeora su estado de ánimo y estimula sus fantasías, sin olvidar que, a veces, las fantasías suelen ser más terribles que la cruda realidad.

En general, y especialmente desde los adultos, los mensajes no verbales son más creíbles por su espontaneidad, ya que carecen de connotaciones manipulativas.

Así, ocultar los hechos y las consecuencias de una muerte en el seno de la familia no protege realmente a los niños del dolor, solo hace que se sientan más confusos, asustados, ansiosos y solitarios.

¿HAY ALGO QUE NO SE LES DEBA DECIR?

Teniendo presente que uno de los más terribles temores del niño es el de ser abandonado por su/s cuidador/es, sobre todo cuando ha muerto uno de los padres, no es bueno decirles que el ser querido muerto ?está realizando un largo viaje? pues esto pudiera reforzar su sentimiento de desamparo y llevarle a pensar que el ser querido se ha ido sin siquiera decirle adiós (esto estimula su pensamiento mágico respecto a cierta responsabilidad suya por el suceso que condujo a su ?haberse ido?), o que el ser querido está durmiendo, pues si equipara el sueño con la muerte pudiera desarrollar cierto miedo o terror a dormir. Como hemos visto, la comunicación sincera, apropiada y ajustada al nivel de compresión y edad del niño es y siempre será buena.

CONSEJOS GENERALES RESPECTO A LA COMUNICACIÓN

Por más que deseemos proteger a los  niños de conocer la muerte, depende de nosotros como adultos que les ayudemos a comprender esta realidad básica de todos los días, especialmente cuando no tenemos tiempo de ayudarles a entender lo que están viendo en sus video-juegos y dibujos animados, en donde la muerte parece tan extraña e irreal, casi un juego. Necesitamos ayudarles a afirmar y reconocer sus emociones y a resolver y entender sus miedos de una forma más adecuada para su desarrollo como adultos saludables.

Es importante tener presente las siguientes consideraciones generales:

1. Aproveche los momentos pedagógicos para hablar de la muerte.

2. Escuche y reconozca los sentimientos de los niños como válidos y adecuados.

3. Sea paciente y prepárese a repetir muchas veces la misma conversación.

4. Sea claro y objetivo.

5. Recuerde que el duelo es un asunto de familia.

APROVECHE LOS MOMENTOS PEDAGÓGICOS PARA HABLAR DE LA MUERTE

La muerte de una mascota, de un animal común, de un personaje público o un acontecimiento trágico son buenos momentos pedagógicos para presentar a los niños el tema de la muerte. Pueden utilizarse palabras como ?Rufo ha dejado de vivir del todo y ya no volverá. Cuando alguien se muere, está bien y es normal estar tristes por un tiempo?. De esta forma el entenderá que los sentimientos de tristeza son normales y naturales y que la tristeza acabará por desaparecer.

En las conversaciones inmediatas a la muerte, es muy importante resaltarle al niño que es mucho mejor hablar del dolor y la tristeza y sentirla ?pues la tristeza es necesaria para curar la herida-, que guardársela dentro (reprimirla) y fingir que no está ahí o que no se siente; esto solo hará más daño que beneficio y la herida tardará más en curarse. Al acompañar a los niños en este proceso de aprendizaje de la muerte les estamos dando elementos esenciales (estrategias y herramientas) para afrontar las inevitables pérdidas futuras.

ESCUCHE Y RECONOZCA LOS SENTIMIENTOS DE LOS NIÑOS COMO VÁLIDOS Y ADECUADOS

Escuche lo que los niños dicen y sienten mientras hablan con usted, con sus amigos o cuando hablan o cantan solos, de esta forma tendrá alguna idea de lo que los niños están pensando y sintiendo. Observe su forma de expresarse y su nivel de actividad física. No es necesario que les hable a diario de la muerte u otros temas relacionados; aproveche los momentos que parezcan más naturales y agradables. Procure no proyectar sus miedos y ansiedades en ellos y sea consciente de sus estados de ánimo y preocupaciones (recuerde la comunicación infraverbal).

SEA PACIENTE Y PREPÁRESE A REPETIR MUCHAS VECES LA MISMA CONVERSACIÓN

El concepto de la muerte es algo muy complejo y los niños pequeños pueden no entenderlo. De igual forma, y aunque los adolescentes están aceptando su propia mortalidad, puede también resultarles difícil captar la realidad de la muerte. Es probable que necesite repetir la misma conversación muchas veces, por ello, intente permanecer tranquilo, serio y compasivo para ayudarlos a comprenderla.

SEA CLARO Y OBJETIVO

Cuando hable con los niños de la muerte, intente emplear siempre un lenguaje sencillo y directo pues evitará crear miedos y falsas ideas. Responda a sus preguntas con hechos concretos y con veracidad. Pídales que le repitan lo que se les ha dicho, pues de esta forma se asegurará que entienden lo que se les está diciendo.

RECUERDE QUE EL DUELO ES UN ASUNTO DE FAMILIA

Debido a que el duelo es un asunto de familia, y que ésta constituye el primer y más valioso grupo de apoyo que compartirá información, preocupaciones e ideas relacionadas con la muerte, la aflicción y el luto, todos los miembros de la familia deben tener la misma oportunidad para expresarse y recibir atención y apoyo. Aprender sobre la muerte como una familia fortalece los lazos de unión y se desmitifican ciertos mitos como el que asegura que hablar de la muerte hace que las personas se mueran.

EL NIÑO EN DUELO

De 0 a 10 meses: Los bebés

Reacciones comunes a la muerte. Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte

Reaccionan con angustia ante la pérdida de la principal persona que los cuidaba (usualmente la madre). Además, es posible que capten el dolor de quienes les rodean cuando éste toma forma de llantos, de cambios en el programa y en las rutinas, y de ruidos y estímulos adicionales en el ambiente del hogar. La ausencia de rostros sonrientes y de períodos de juegos, y el hecho de que ya no lo sostengan en brazos, puede tener un efecto acumulativo.

Que decir y hacer

Intente mantener la misma rutina a la que el bebé está acostumbrado; minimice los sonidos y los sucesos inusuales que ocurran cerca de él (llantos, voces altas, gran cantidad de desconocidos), hasta que el ambiente familiar vuelva a ser, en la medida de lo posible, como era antes de que ocurriera la muerte.

Antes de los 3 años: Los más pequeños

Reacciones comunes a la muerte

Llanto, apegamiento (conducta aferrada, se ?pega? al cuidador), trastornos del sueño y la alimentación, conducta regresiva (se orina en la cama, se chupar dedo), juego o lenguaje muy repetitivo.

Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte

Poca comprensión de su causa o finalidad, reaccionan a la separación, responden a los cambios en su mundo inmediato, curiosidad acerca de dónde van las cosas (?si algo no está visible, no existe?), la muerte es igualada a inmovilidad.

Qué decir y hacer

Ofrezca explicaciones simples y en pocas palabras, y utilice elementos de la naturaleza en sus analogías. Relacione la información con el propio mundo del niño, en términos del sentido y actividades de la vida diaria: comer, dormir, oler, escuchar, correr, hablar, cantar y reír. Espere preguntas repetidas una y otra vez, como si la información no se le hubiera dicho antes. Reasegure al niño de que ellos serán cuidados y que los adultos estarán siempre a su alrededor para cuidarlos hasta que ellos sean lo suficientemente mayores como para cuidar de ellos mismos. Mantenga las rutinas tanto como sea posible. Tranquilícelo y confórtelo en formas que sean familiares para él (mecerlo, acariciarlo, cantarle, jugar). Mantenga límites. Involúcrelos en el juego. Use fotos y libros de cuentos para explicarle los conceptos que estén a su nivel.

De 3 a 5 años: Pre-escolares

Reacciones comunes a la muerte

Miedo a la separación de los padres y otros seres queridos. Aferramiento, rabietas y explosiones de irritabilidad. Comportamiento de lucha, llanto y aislamiento. Conducta regresiva (se orina en la cama, se chupar el dedo). Trastornos del sueño (pesadillas, dificultad para dormir solo). Incremento en los temores usuales (oscuridad, monstruos). Pensamiento mágico. Creer que la persona reaparecerá. Actúa y habla como si la persona no estuviera enferma o todavía estuviera viva.

Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte

Se enfocan en detalles concretos. Personalizan la experiencia y creen que pueden haberla causado (?la muerte es un castigo por malas acciones o palabras?). Buscan el control de la situación. Igualan la muerte con las cosas que están inmóviles y la vida con las cosas que se mueven. Incapacidad para manejar el tiempo y el concepto de finalidad. Creen que la muerte es reversible. Creen que la persona muerta conserva cualidades de las personas vivas.

Qué decir y hacer

Corrija la información errónea y las fantasías. Sea honesto y claro en sus respuestas; use explicaciones simples a cerca de la causa del evento o muerte (?algunas personas hacen cosas peligrosas?, ?cuando la gente muere no podemos verlas más pero podemos mirar sus fotos y recordarlas?). Relacione experiencias similares con la actual. Haga claras distinciones entre la experiencia del niño y la del familiar fallecido. Use un vocabulario real para referirse a la muerte y evite eufemismos. Use términos concretos para describir los lugares y las situaciones presentadas. Ayúdele a clasificar y rotular sus reacciones y sentimientos. Refuerce el hecho de que el niño no es culpable, que sus pensamientos, comportamientos o palabras no hacen que la gente se lastime o muera. Refuerce el hecho de que la muerte no es una forma de castigo. Acepte fluctuaciones en su humor. Acepte su conducta regresiva pero ayúdele a recuperar el control. Proporciónele límites para conductas inapropiadas (?no puedes estar hasta las 10 de la noche despierto, acuéstate hasta que te de sueño?).

Establezca un cuidado consistente, seguro y estable. Permita la participación y elección del niño para asistir a las actividades del funeral y los servicios de recuerdo (memorial). Espere preguntas repetidas una y otra vez, como si la información no se le hubiera dicho antes. Espere que piensen que cuando alguien muere puede regresar. Cuéntele historias y muéstrele fotos de la persona que murió para crear una conexión y solidificar los recuerdos. Busque y anime la expresión de sentimientos en el juego, pintura, gritar, romper o rayar papel, etc. Use otros recursos externos, tales como libros.

De 6 a 9 años: Escolares tempranos

Reacciones comunes a la muerte

Rabia, pelea, comportamiento envalentado (de matón), negación, irritabilidad, culpa, fluctuaciones en el humor; miedo a la separación, a estar solo o a que recurran los hechos. Aislamiento, regresión, quejas físicas (dolor de estómago o de cabeza). Problemas escolares (ausentismo, dificultades académicas, dificultades de concentración).

Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte

Fascinación por los detalles, aumenta su vocabulario y su compresión de los conceptos. Mayor comprensión respecto a la propia salud personal y seguridad. Personificación de la muerte (cree en el ?hombre del saco?, en el ?chucho?). Relación dispareja entre las emociones y su comprensión de la muerte. Pensamiento mágico. Presencia del ?Síndrome del niño perfecto? (el niño que previene o corrige la muerte) o del ?Síndrome del niño malo? (ser malo como castigo por muertes pasadas y anticipación de futuros castigos). Deseos de reunirse con el muerto.

Qué decir y hacer

Proporcione información clara y honesta, describiendo lo que usted sabe y, aún, admitiendo que no conoce la respuesta a ciertas preguntas. Describa cómo sucedieron los hechos, con detalle, según él los solicite; evite lo grotesco. Pregunte y conozca qué es lo que el niño piensa y sabe acerca de lo sucedido; no emita juicios sobre sus necesidades sin conocerlas. Sea muy concreto y, si es necesario o apropiado, use fotos o dibujos para explicar las cosas. Prepare/anticipe al niño futuros cambios y hable acerca de lo que esto significa para el niño.

Prepara al niño para cambios en sus rutinas o en el funcionamiento de la casa y  deje que el niño conozca los diferentes arreglos. Anime la comunicación de sentimientos confusos y no placenteros. Valide y normalice sus reacciones y dificultades en la escuela, con los compañeros y en la familia. Permita la repetición de preguntas y la búsqueda de respuestas. Sea sensible a los mensajes de culpa del niño y corrija mitos y concepciones erróneas. Monitoree los cambios en otras áreas de su vida (académica, social, deporte, etc.). Coopere con otros adultos de la red de apoyo al niño y que pueden ayudarle con los cambios en su vida (profesores, entrenadores, padres de un amigo, etc.). Anime su participación en actividades relacionadas con los servicios conmemorativos de acuerdo a los deseos del niño y a su horario, y entérese de cómo y cuándo el niño quiere contribuir a la realización de éste. Déle permiso para retirarse y volver a entrar en las reuniones familiares cuando así lo necesite. Use carteleras para visualmente describir, predecir y planear los eventos normales.

Anime el compromiso en actividades recreativas familiares y sociales apropiadas a la edad. Anime la expresión de sentimientos (verbalmente, en el juego, con arte, o privadamente, con los padres o compañeros). Ayude al niño a relacionarse con otros; discuta sus preferencias respecto al deseo de mantener sus pensamientos en privado; practique lo que dice cuando le explique la situación. Use recursos externos para la explicación de la información y los sentimientos (p.ej., libros).

De 9 a 12 años: Escolares tardíos (pre-adolescentes)

Reacciones comunes a la muerte

Llanto, nostalgia, agresividad, irritabilidad, comportamiento envalentado (de matón) o de payaso, resentimiento, tristeza, soledad, aislamiento, miedos, ansiedad, pánico; supresión emocional, negación, evitación, culpa, vergüenza; trastornos del sueño, preocupaciones acerca de su salud, quejas físicas; problemas o declinar académico, rechazo escolar, trastornos de memoria; pensamientos repetitivos o hablar persistente con los compañeros, demanda exagerada de preocupación y necesidad de ayuda.

Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte

Comprensión madura de la muerte (es permanente, irreversible, inevitable, universal y no funcional). Respuestas tipo adulto. Exagerados intentos por proteger/ayudar a los cuidadores y miembros de la familia. Sentido de responsabilidad en los conflictos familiares y deseo de continuar con el compromiso social. Sensación de ir de forma subterránea. Sentirse diferente a otros que no han experimentado una muerte.

Qué decir y hacer

Anime una discusión más específica acerca de la causa de la muerte e invítele a hacer preguntas; permita que el niño exprese su relato personal de los hechos. Busque oportunidades para manejar sentimientos cuando el niño esté listo o cuando una situación diferente se origine; deje que el niño escoja su propio ritmo. Apoye y acepte la expresión de todo tipo de sentimientos. Eduque al niño acerca de las reacciones comunes (tristeza, soledad, dolor, rabia, etc.) y los riesgos involucrados al evitar los sentimientos difíciles.

Ofrezca o busque a otras personas o salidas que le ayuden a la expresión de sus emociones; recuerde algunos niños se siente incómodos expresando emociones fuertes a sus padres por miedo a trastornarlos o lastimarlos. Discuta los cambios que ocurrirán en la casa; pídale sugerencias cuando negocie nuevas formas de manejar la situación; evite cambios innecesarios. Anime la discusión acerca de cómo manejar nuevas responsabilidades. Pregúntele al niño cómo y qué quieren ellos decirle a otros respecto a lo sucedido (compañeros, amigos, profesores).

Acepte la ayuda de otras personas. Anime y permita el compromiso en actividades externas. Anime la conmemoración de la persona que murió de forma que sea para ellos personalmente significativo. Comparta aspecto de sus propias respuestas y formas de luchar.

De 13 a 18 años: Adolescentes

Reacciones comunes a la muerte

Entumecimiento, re-experimentación del hecho, evitación de sentimientos, resentimiento, pérdida de confianza, culpa, vergüenza, depresión, pensamientos suicidas, distanciamiento, aislamiento, ansiedad, pánico, disociación, oscilaciones del humor, irritabilidad, rabia, auto-implicación, exagerada euforia, ?acting out? (involucrarse en actividades de riesgo, antisociales o ilegales), abuso de sustancias; miedo a eventos similares, a la enfermedad, muerte o el futuro; trastornos el apetito y del sueño, quejas o cambios físicos, declinar académico, rechazo escolar.

Lo que ellos saben y sienten acerca de la muerte

Reacción de duelo tipo adulto, presión para ser responsable e involucrarse en un comportamiento de adulto y/o resentimiento o enojo por ello, temor de expresar emociones fuertes, ansiedad por sentirse abrumado o en situación embarazosa, cambios en su sentido de identidad y propósito en la vida, pensamientos acerca del futuro (mortalidad personal, eventos importantes sin el ser querido, etc.).

Qué decir y hacer

Involucre al adolescente en las actividades familiares relacionadas a la muerte, pero tenga precaución cuando pida su participación por un largo período de tiempo. Resista el esperar o asignar responsabilidades de adulto. Discuta los cambios en la familia y trabajen juntos para encontrar soluciones. Tenga precaución acerca de cualquier cambio que el adolescente pueda querer hacer durante el trauma o inmediatamente después de una muerte. Considere cómo el evento o la muerte pueden estar influenciando la conducta usualmente difícil del adolescente y manéjela directamente.

Eduque al adolescente acerca del duelo y de los riesgos potenciales de la conducta ?acting out?. Sea sensible a sus mensajes respecto a actividades de riesgo o ilegales. Espere variabilidad del humor y de la conducta. Espere la tendencia reactiva a llegar a ser excesivamente cercano o, por el contrario, extremadamente distante. Anime al adolescente a confiar en alguien fuera de la familia. Permita el desarrollo de las conductas normales de independencia. Mantenga límites, consistencia y un sentido de estabilidad. Sea razonable con las reglas y con las expectativas conductuales y académicas.

CONSEJOS GENERALES PARA AYUDAR A UN NIÑO A RECUPERARSE DE SU DOLOR

1. Dedíquele tiempo
2. Permanezca a su lado
3. Deja que los demás le ayuden
4. Abandone las ideas preconcebidas
5. Dele la oportunidad de expresarse
6. Anímelo a hacer alguna actividad física
7. Lean un libro juntos
8. Recurra a una escuela de padres o grupo de ayuda-mutua
9. Sea consciente de cuándo buscar ayuda profesional

SIGNOS DE ALARMA

Cuando el niño presente alguno o algunos de los siguientes síntomas, busque ayuda profesional:

1. Lloran en exceso durante largos períodos
2. Tienen rabietas frecuentes y prolongadas
3. Presentan cambios extremos en la conducta
4. Muestran patentes cambios en el rendimiento escolar y las notas
5. Se retraen durante largos espacios de tiempo
6. Muestran falta de interés por los amigos y por las actividades que solían gustarle
7. Tienen frecuentes pesadillas y problemas de sueño
8. Presentan frecuentes dolores de cabeza, solos o acompañados de otras dolencias físicas
9. Muestran marcados cambios en el peso (aumentos o descensos bruscos)
10. Tienen apatía, insensibilidad y una falta general de interés por la vida
11. Piensan negativamente acerca del futuro durante mucho tiempo o no se interesan por él.