Respaldo de material de tanatología

MEDICINA DEL DOLOR Y CUIDADOS PALIATIVOS

Zarina  Enviando en: jueves, 13 de abril, 2006 – 03:20 pm

Enviado por Margarita Bravo M ——————————————————————————–

Las clínicas del dolor en los servicios médicos hospitalarios en nuestro país son servicios relativamente jóvenes, quizá una de las especialidades médicas más recientes.
La Dra. Hernández nos contesta:

¿Qué son las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?
¿Quién puede recibir los beneficios de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?
¿Qué tratamiento proporciona la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?
¿Qué otros objetivos tienen las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?

Medicina del dolor y cuidados paliativos

La primera clínica del dolor en el ámbito mundial fue puesta en servicio en 1947, por el doctor F. A. Duncan Alexander, en el Veterans administration Hospital en Mackinney, Texas.
En México, el tratamiento del dolor como clínica inició el 2 de junio de 1972 en el Instituto Nacional de la Nutrición, posteriormente han surgido otras más como la del Hospital General de México y la del Instituto Nacional de Cancerología, que fueron de las primeras reconocidas en el país, y que además cuentan con programas de especialización en dolor, con una duración de un año. Otras clínicas escuelas de más reciente formación en el Distrito Federal han sido la del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE y del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, esta última que se dedica de manera especializada a la atención de niños.
En algunos otros centro hospitalarios, a pesar de que no se han dado las facilidades necesarias para el establecimiento de las clínicas del dolor, algunos de los médicos que han realizado este entrenamiento, han intentado día con día, poder proporcionar este servicio en sus centros de trabajo.
El dolor en los niños es un tema que recibe poca atención, y hasta hace pocos años atrás se ha visto un importante incremento relacionado con este tema. Las facilidades del tratamiento del dolor en niños, ya sea ambulatorio u hospitalizado son muy reducidas; la mayoría de las clínicas de nuestro país, sino es que todas, raramente o jamás ven niños, algunos de los factores que influyen en esto son entre otros: por un lado el hecho de que la percepción, el dolor y el sufrimiento son eventos personales o privados, y que el lenguaje es la forma más efectiva de comunicación, los niños que poseen un lenguaje limitado o no existe, conducen a que su evaluación sea difícil; por otro lado existe considerable evidencia que el dolor intraoperatorio y posoperatorio es frecuentemente manejado de manera deficiente en niños.

Pero, ¿qué son las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?

El servicio en clínica del dolor se encuentra constituido por un grupo de anestesiólogos principalmente, psicólogos, enfermeras, tanatólogoas y trabajadores sociales, todos como equipo multidisciplinario. El médico especialista en dolor (algólogo) tiene la responsabilidad del trabajo inicial, incluyendo una historia detallada y un examen completo, la tarea del psicólogo es la de establecer el papel de los factores afectivos y ambientalistas de la conducta dolorosa, al enfermera y la trabajadora social, hacen una evaluación de los recursos personales, familiares y sociales para llevar a cabo los tratamientos.
El funcionario de las clínicas del dolor se complementa con la colaboración espontánea de diferentes especialidades como son: la neurología, psiquiatría, oncología, cirugía, medicina interna, bioquímica, ortopedia, medicina física y rehabilitación, urología, etc.
¿Quién puede recibir los beneficios de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?

Las clínicas del dolor, en especial como la del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, dan atención para tratar tipos singulares de dolor como son el dolor agudo, el dolor crónico, el dolor por cáncer y atención a pacientes en fase terminal.
Dentro del dolor agudo, se encuentra principalmente el dolor durante una cirugía y posterior a esta (postoperatorio), por lo que cualquier paciente que se programa para una cirugía puede ser valorado y manejado con respecto al dolor incluso, en algunas ocasiones que lo ameriten, previo a la cirugía.
Otros tipos de dolor agudo que pueden ser atendidos son el dolor postraumático, ejemplo de ello es el dolor debido a quemaduras, accidentes, etc.
Con respecto al dolor crónico, existen cuatro grupos de dolor crónico mayor y que pueden verse grandemente beneficiados, estos son: dolor abdominal, de miembros, cefaleas y dolor de pecho. Algunos ejemplos podrían ser neuropatías, migrañas, lumbalgias, artritis, etc.
El dolor por cáncer es uno de los rubros que más atención recibe por parte de la clínica y este se encuentra relacionado con cinco grupos: dolor relacionado con la enfermedad (ej. metástasis), dolor relacionado con la terapia contra el cáncer (ej. mucositis), dolor relacionado a procedimientos dolorosos (ej. punción lumbar), dolor debido al debilitamiento (ej. Reposo obligado) o dolor de tipo incidental (que no está relacionado con circunstancias médicas).
Cuando el paciente se encuentra en un estado avanzado de la enfermedad, se presentan una serie de síntomas incluyendo al dolor, en este caso se da la atención y el apoyo necesarios para mejorar la calidad de vida. Este apoyo incluye manejo farmacológico de síntomas, apoyo para facilitar el proceso de elaboración del duelo.

¿Qué tratamiento proporciona la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos?

Después de realizar una evaluación sobre la base del origen del dolor, la intensidad, la localización, la historia de uso de analgésicos previos, así como la duración anticipada del dolor (agudo o crónico), se selecciona un plan óptimo de manejo.
El plan terapéutico de inicio, es una o más de las siguientes estrategias: medicamento analgésicos, técnicas como bloqueos anestésicos y/o agentes inhalados, técnicas neuroquirúrgicas, y técnicas no invasivas como son la hipnosis, técnicas de relajación, terapias cognitivas, retroalimentación biológica, estimulación nerviosa transcutánea, etc.

¿Qué otros objetivos tienen las Clínicas del Dolor y Cuidados Paliativos?

A parte de los asistenciales, que son la atención de una manera actualizada, con personal interesado y motivado para el estudio y tratamiento del dolor, están los académicos, en donde se establecen talleres de discusión incrementando los conocimientos sobre tópicos específicos, además de la divulgación de los diversos aspectos de la clínica del dolor.
Como podemos observar, en la actualidad todos los niños y adultos que experimentan algún tipo de dolor, pueden verse beneficiados por los grandes avances en la ciencia médica para controlarlo, evitando así el sufrimiento innecesario como ocurría en el pasado y donde no sólo sufría el paciente sino también la familia. En la actualidad estamos en la posibilidad de ofrecer una mejor calidad de vida.

Dra. Sonia Hernández Hernández
Jefe de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos.
Hospital Infantil de México “Federico Gómez

http://www.entornomedico.net/tanatologia/print.php?sid=67

Ayudar a las personas con discapacida…

Zarina  Enviando en: domingo, 22 de enero, 2006 – 02:18 pm           

Ayudar a las personas con discapacidad que trabajan contigo

Mientras las personas discapacitadas están en el lugar de trabajo la gente quiere un tratamiento igual en vez de un tratamiento especial, asi que trata de seguir estas recomendaciones:

Relájate. La gente con incapacidades incorpora todas las características que tu esperas ver en un empleado.

Mira a la persona en vez de la discapacidad. Entiende que una persona discapacitada tiene un derecho legal de acceso igual al empleado.

Trata a la persona como tú lo harías con cualquier otro trabajador (como un adulto responsable completando tareas de un empleado asignado.)

Respeta a los aparatos de las personas discapacitadas tales como una silla de ruedas, bastón, etc.

Toca en el brazo o el hombro a una persona ligeramente con problemas de deterioro para escuchar para atraer su atención.

Identifícate y a otros quienes estén presentes cuando te reúnas con una persona ciega.

Involucra a la persona discapacitada en cualquier esfuerzo para hacer del lugar de trabajo un lugar más accesible.

Haz ofertas de ayuda en el mismo contexto como una oferta de ayuda a cualquier otro trabajador.Deja que una persona discapacitada haga su propia decisión con respecto a su capacidad de hacer la tarea.

Enfoca la crítica en el desempeño del trabajo más que en la incapacidad de una persona.

El Enfermo en Fase Terminal

El Enfermo en Fase Terminal

  1. NECESIDADEES FISICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.
  2. NECESIDADES PSICOLOGICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL
  3. Perdida de salud.-
  4. Perdida de libertad.-
  5. Perdida del cuerpo.
  6. Perdida de la imagen propia.
  7. Perdida de la paz interior.
  8. LOS MIEDOS DEL MORIBUNDO.
  9. Miedo a lo desconocido.
  10. Miedo a la destrucción.
  11. Miedo a la soledad.
  12. Miedo de perder el cuerpo.
  13. Miedo a perder el autocontrol.
  14. Miedo al dolor.
  15. Miedo de pérdida de identidad.
  16. Miedo de regresión del Yo.
  17. NECESIDADES DEL MORIBUNDO
  18. NECESIDAD DE LA VERDAD.
  19. CARACTERISTICAS DE LA TERAPIA CON MORIBUNDOS.

La agonía es ese periodo como lo define Gray, que puede estar cargado de dolor, deterioro corporal y angustia mental. Es el camino por el que se viaja hacia el no ser, que es la Muerte, si le quitamos a esa su sentido de trascendencia. Por esta razón el Enfermo en Fase Terminal tiene muchas necesidades. Entenderlas y saber ayudarle, es hacerle su Muerte amable, llena de paz y serenidad, lo que es el gran objetivo del Tanatólogo.

NECESIDADEES FISICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.
1.- La sensibilidad, los movimientos y los reflejos, los empieza a perder el Enfermo por las piernas y los pies, por lo que debemos vigilar que las sábanas estén suficientemente flojas.

2.- Al aparecer una abundante sudación, señal del deterioro de la circulación periférica, el pie se enfría. Sin embargo la temperatura del organismo aumentara. La agitación que generalmente presenta el moribundo se debe muchas veces a la sensación de calor; muchos enfermos intentan quitarse las sabanas. Necesitan pues ropas ligeras y circulación de aire fresco.

3.- Conforme pasa el tiempo, el moribundo va perdiendo tanto la visión como la audición. Solo ve lo que le está muy cerca y oye nada mas lo que se le dice directamente. Hay que procurar que la habitación tenga luz suficiente, si es indirecta mejor, y pedir a los familiares que no hablen en voz baja, sino cerca de él, al oído pudiera ser, con voz clara y con respuestas SINCERAS.

4.- Aunque vaya disminuyendo su sensibilidad, el Enfermo en Fase Terminal siente la presión. Si a él le gusta, tóquelo. Pero habrá que saber si le place, hay muchos enfermos que prefieren la sola compañía del familiar sin el menor asomo de caricia física.

5.- La presencia del dolor físico puede ser continua a lo largo de todo el proceso agónico. Hay que curarlo. Si el Tanatologo no es medico ni enfermero, entonces se requiere una gran comunicación con el equipo multidisciplinario pertinente.

6.- Con frecuencia., el Enfermo en Fase Terminal permanece con plena conciencia casi hasta el final. Lo que significa que hasta el final, hay que brindarle un cuidado holístico total, biofisiologico, psicológico, emocional., social, afectivo, místico, religioso, espiritual. Fisiológicamente hay que hacer hincapié en los Cuidados Paliativos.
Recordemos que el moribundo sigue siendo persona por mas moribundo que esté y seguirá siendo la misma persona que siempre fue. Nunca debemos olvidarlo.

NECESIDADES PSICOLOGICAS DEL PACIENTE EN FASE TERMINAL.
Respecto a sus necesidades psicológicas-emocionales, recordemos que el paciente está sufriendo diferentes perdidas, muy dolorosas para el. Perdidas a las que el Tantólogo debe poner mucha atención. Estas son principalmente:

Perdida de salud.-
La primera y más obvia. Lo que ya no es tan manifiesto, son las consecuencias necesarias por esta perdida, el enfermo pierde también su seguridad, incluyendo quizás la que da la esperanza, ya que su futuro le es incierto, pierde su tranquilidad, hasta económica en muchos casos, pierde su estabilidad, también emocionalmente hablando, pierde su autonomía, es decir, se vuelve una persona dependiente de todos y para todo y llega a perder hasta su capacidad de decisión, por mas que se trate de su propia vida.

Perdida de libertad.-
Libertad de movimientos, ya que por el gran debilitamiento que padece no podrá moverse aunque este llagado por no cambiar de postura, también perderá su libertad de pensar: la mezcla de emociones que sufre lo obligara a pensar siempre en una misma dirección, perderá su libertad de privacidad, aunque sea el protagonista del drama, en los hospitales muchos estudiantes, los residentes, tienen el derecho de entrar a examinar al paciente, por mas que éste se enoje, o por más vergüenza que le de.

Perdida del cuerpo.
Lo pierde como aliado, como su amigo. Desde el momento en que comenzó el proceso degenerativo consecuencia de la enfermedad terminal, su cuerpo se convierte en el enemigo actual y en un obstáculo para su autorrealización. Para muchos pacientes esto reviste la mayor importancia, hasta se apenan de que alguien vea su deterioro físico.

Perdida de la imagen propia.
Ante el deterioro físico aparece la pérdida de autoestima, principio de una depresión que puede ser muy profunda: por ejemplo, cuando la quimioterapia obliga a la mujer a raparse la cabeza. Con la depresión el paciente sufre también perdida de afectos ya que se negara a toda relación afectiva y se llenara de rabias y de culpas.

Perdida de la paz interior.
Porque, ante la cercanía de la muerte, el moribundo comenzara a hacer una autoanalisis de su vida y sino se le ha ayudado en todas sus perdidas, el saldo será negativo para el. Igual le sucederá cuando, sin llegar aun a la Depresión Anticipatorio, empiece a enfrentar la realidad de su problema, cercana muerte y todas sus consecuencias: como van a quedar sus seres queridos cuando el haya muerto, cuanto irán a sufrir?y es probable que surjan fuertes culpas.

Lo anterior da al Tanatologo, muchas líneas de trabajo importantes, además de las estudiadas durante la carrera. Si recordamos la definición de Enfermo Terminal, sabemos que los problemas empiezan desde el momento mismo en que conoció su diagnóstico. Recordemos que la Angustia, es la primera de las emociones que aparecen y hará que tanto el como su familia olviden muchas de las opciones que dio el medico y muchas de las razones ofrecidas. Recordemos que el diagnostico tiene un profundo significado emocional que continuará a lo largo de todo el proceso e influirá en las consecuencias. Y recordemos la soledad del moribundo, el vacío amoroso que suele tener. Recordemos que lo escrito para que realmente vivamos la misión del Tantólogo. Hay que aumentar otro punto básico en el trato con el Enfermo en Fase Terminal: sus miedos.

LOS MIEDOS DEL MORIBUNDO.
El periodo que va de ser un Enfermo Terminal a un Enfermo en Fase Terminal, esta con mucha frecuencia envuelto en diversas crisis. Percibirlas y definirlas es algo de lo más importante, tanto para el enfermo y sus familiares, como para el Tantólogo. Si el paciente llega a superar realmente la crisis del conocimiento de su cercana Muerte, entonces podrá entrar en un camino integrado de aceptacion, paz y dignidad. En caso contrario, caerá en un proceso de desintegración y se vera obligado a utilizar muchos mecanismo de disfunsion. Las crisis que acompañan al enfermo pueden aflorar problemas del pasado que han estado reprimidos por largos años y activar al mismo tiempo, problemas de dependencia, Pasividad, narcisismo, e identidad, entre otros. La muerte enfrenta a la persona con un potencial disolución de su Yo y esto hace que el enfermo sufra de miedos. El Tantólogo debe ayudar a los Enfermo Terminales y a los Enfermos en Fase Terminal a que negocien con los varios aspectos del proceso del morir, según su personalidad y espiritualidad y con los miedos que brotan sin misericordia. Estos son principalmente los siguientes:

Miedo a lo desconocido.
Aunque todos los estudios del tema lo mencionaran, parece ser que no existe o al menos no es tan fuete, en las personas realmente místicas. Las personas que tienen verdadera fe en la resurrección pueden manejar mejor este miedo. Por el sentido de persona y trascendencia que proclama esta doctrina.

Miedo a la destrucción.
La destrucción del cuerpo en el proceso de putrefacción. Va en contra del narcisismo natural. Además de que muchas personas sufren el miedo al cadáver quizás por las consejas populares y las películas de terror.

Miedo a la soledad.
Desde el momento mismo de la hospitalización se aparta al enfermo del resto de sus amigos y familiares, incluso sucede esto si el paciente permanece en su casa. Es un fenómeno psicológico y cultural que deshumaniza y mecaniza el proceso de morir. El asilamiento y la privación del contacto humano lleva rápidamente a una fuerte depresión. Recordemos que el hombre es un ser antológicamente social y al Enfermo en Fase Terminal, mas si está en alguna unidad de Terapia Intensiva, se le prohíbe estar con miembros de su familia o sus amigos y la persona enferma sabe que esto va a suceder y lo sabe mucho antes de ser un moribundo. Por eso su miedo. El Tantólogo consciente de tal situación futura, deberá trabajarla anticipatoriamente tanto con el Enfermo Terminal como con su familia.

Miedo de perder el cuerpo.
Sentido psicológico de la pérdida del Yo. Si perdemos el Yo perdemos todo. También influye un poco la cultura al físico, típica de nuestros tiempos.

Miedo a perder el autocontrol.
Cada día que pasa y que la enfermedad se agrava, va creciendo la dependencia. El Yo no es mas el amo ni el capitán. Parece que no tiene derecho alguno a hacer la más mínima decisión sobre su vida y esto lo resiente todo enfermo. Por eso es muy importante mejor dicho, es importante en extremo, dejarle al moribundo cualquier autoridad que pueda seguir teniendo y dejarlo que siga reinando tanto como sea posible sobre su propia situación, cuando ya no pueda hacerlo, lo podrá aceptar un poco mas fácilmente y ya no sufrirá vergüenzas por ello.

Miedo al dolor.
Es uno de los mas agudos y realistas es una de las circunstancias que pueden agobiar mas al Tantologo no es especialita en manejo del dolor. No es solamente miedo al dolor físico, sino miedo a estar viviendo de sufrimiento en sufrimiento y de que tal situación se torne inmanejable. Sabemos que el alivio del dolor esta muy influenciado por las propias actitudes del paciente hacia su propio tormento. Manejarlas es una gran meta Tantologica. En muchas ocasiones el miedo al dolor es provocado por algunos otros de los miedos. Es importante tener una buena relación con algún especialista en la cura del dolor físico. Ya existen muy buenas clínicas de dolor. Quitar el dolor es básico. No debemos permitirnos que nuestro ?miedo moral? por el peligro de una adicción impida que ayudemos a nuestro paciente.

Miedo de pérdida de identidad.
Surge como resultado del vacío del contacto humano. En muchos hospitales se ven ?casos muy interesantes? o simplemente ?expedientes? pero no personas enfermas. Una señora decía: ?La vida es triste, cuando vivía mi esposo, yo era la señora X y cuando murió fui solamente Doña Luisa; ahora soy nada más la setenta y siete? al sentirse tratado así y al tener que vivir una soledad profunda e interior, aparecen los miedos ya citados en el Enfermo Terminal y mas aun si se trata de Enfermos en Fase Terminal. Es necesario que el Tantólogo trate de levantar la autoestima de su paciente. Es necesario que por todos los medios a su alcance, lo haga sentirse persona y no solo un número de identificación.

Miedo de regresión del Yo.
Representa quizás la última lucha. El Ego pelea constantemente contra la regresión dentro de su perdida del Yo. Lo que significa que todo Enfermo, todo ser humano, necesita morir con dignidad. No por algo el acto de morir es el último en la vida de las personas y el más trascendente e importante de todos.

Parece que los miedos mas comunes entre los mexicanos, son cuatro: MIEDO AL DOLOR, además de lo dicho renglones arriba, el Tantólogo deberá asegurarles, tanto al paciente como a los familiares, que los fármacos si darán bienestar al enfermo y que el personal del hospital no podrá permitir que un dolor curable lo vaya a hacer sufrir. Quizás sea necesario informar a los familiares que la agonía, en si, es indolora: la naturaleza proporciona, diremos que amorosamente, un anestésico total cuando llega el momento de la Muerte, cuando la agonía es ya el final. Uno de los errores mas habituales es creer que dolor y agonía son compañeros inseparables esto seria una excepción a la regla. Lo común es que la inconciencia aparezca más frecuentemente que el dolor. Morir no es más doloroso que nacer.

Un error que cometemos con muchísima frecuencia es el de sedar al paciente para evitarle molestias a el y a sus familiares. Tratamos de mantenerlo sedado, e incluso lo hacemos por petición expresa de los mismos familiares que la piden movidos por su angustia e impotencia. Pero un manejo inadecuado del dolor físico o mental, trae mayores sufrimientos. Todo miembro del Equipo de salud debería examinarse sobre su actitud mental hacia la Muerte y hacia el dolor de morir, una mala actitud, sea por conceptos culturales, religiosos, históricos, sociales, emocionales, o profesionales, causa sufrimientos físicos y psíquicos en mayor o menor grado. En cambio, una aceptación real de la Muerte, evita mucho dolor y sufrimientos patológicos. Por lo mismo el Tantólogo debe conocer la actitud al respecto de sus paciente el Enfermo y la Familia, lo mismo que la de los miembros del equipo de salud y orientarlos.

Por lo que toca al miedo de la soledad, este guarda una relación directa con el anterior: el dolor es más intenso para el enfermo cuando se queda solo. Para comprender mejor lo dicho recuerde usted sus ideas al odontólogo no se siente igual el martirio si entra solo al consultorio y se sienta solo en la silla del dentista, a que si va acompañado por alguien que usted ama. O recuerde sus consultas con cualquier otro especialita: ir acompañado le facilita escuchar lo que quieren informarle y disminuye muchísimo el grado de angustia que tenga. Imaginese el miedo que sentirá el paciente moribundo cuando este solo.

El enfermo moribundo necesita saber que no lo hemos abandonado. Por eso exige nuestra presencia física y no solo la moral. Según la experiencia es notable el hecho de que la mayoría de los pacientes mueren cuando están acompañados. Esto puede significar que el moribundo prefiere morirse en presencia de otro ser humano. Hay enfermos que temen irse a dormir, porque temen morir solos. Ortiz Quezada nos recuerda que el calor humano vivifica al que se muere, mientras que la soledad acentúa el dolor de despedirse de la vida. Debemos asegurarnos que siempre que sea posible, estén alrededor de su cama las personas que ama el que está muriendo. El necesita de sus seres queridos. Pero a medida que se acerca el final, que se debilita, lo más conveniente será limitar el número de visitas: máximo dos o tres. El Tanatólogo debería conocer bien a la familia y al enfermo para saber que personas son las indicadas para estar con el moribundo, ayudarlas y estar abierto a sus necesidades. Esto no quiere decir que debamos platicar con el moribundo. Nuestra simple presencia es lo que el necesita para saber que no lo hemos abandonado.

No todos los Enfermos en Fase Terminal, pero si muchos, sufren el miedo de que su vida haya carecido de sentido, de significado. Se trata de un miedo tan difícil de explicar como de afrontar. La importancia que tiene este concepto y que debemos insistir en una cosa es la que perder el sentido de nuestra vida es la mayor desgracia que el ser humano puede tener. Los humanos buscamos incesamente un significado para todo, más para los sucesos de la vida, es como si quisiéramos que nuestro vivir estuviera repleto de significado, no importa tanto la autoconservación como la autorrealización. Víctor Frankl constató que los que murieron en los campos de concentración no fueron precisamente los débiles y que tampoco los fuertes fueron los que sobrevivieron, los que pudieron seguir vivos fueron aquellos que encontraron un sentido al sufrimiento y a sus vidas. El enseña ?Haber sido es una forma de ser?. Lo que significa que cada ser humano merece todo el respeto por ser persona individual con una experiencia vital única. Cada uno de nuestros pacientes son únicos. Y así debemos de tratarlos. Para eliminarles el miedo de que su vida pierda todo significado debemos recurría a la virtud de la esperanza. Porque mientras la haya el paciente podrá, seguir teniendo un objetivo, pero debemos también motivar la voluntad del enfermo: si mantenemos viva su voluntad y esperanza, seguirá actuando su creatividad y su imaginación positiva y así estemos fortaleciendo su Yo. Voluntad y esperanza se manifiestan en nuestra capacidad de movernos y expresarnos. No solo. A propósito de este miedo, Williams Ziengler enseña que una medida terapéutica importante es el sentido del humor. Ella dice?A menudo olvidamos que los moribundos también ha de tener risas y alegría en sus vidas?, no como escape o fuga, sino como una manera fundamentalmente humana de relacionarse. La risa es un fenómeno típicamente humano.

Por lo que toca al miedo a morir sin dignidad, un Tanatólogo lo va eliminando simplemente con su trato. Un buen Tanatologo es el mejor medicamento para su enfermo, simplemente por el hecho de escucharlo, orientarlo, comprenderlo, apoyarlo, ayudarlo y estar con el, la presencia del Tanatólogo será la mejor terapia: su actitud humana será el arma fundamental junto con el profundo conocimiento profesional que en conciencia debe poseer.

NECESIDADES DEL MORIBUNDO.

Necesidad de verse bien.
El enfermo tiene diferentes necesidades. Una de ellas es la de verse bien: limpio, arreglada presentable. Es muy importante su sentido de dignidad. Es una necesidad de distinción, de seguir siendo dignamente la persona que siempre había sido. Es tan importante este aspecto que muchas veces le hacemos un daño a nuestro enfermo cuando lo obligamos a recibir visitas ya que el no se siente presentable. No confundir esta necesidad, con la negación a ser visitado por una gran depresión. Por otra parte, si deberás estamos ayudando a nuestro paciente de la manera como el lo necesita, a lo largo de todas sus etapas del proceso del morir, o en esa entremezcla de emociones ya estudiadas, forzosamente se le ira quitando este miedo, porque sabrá con certeza que al morir lo hará con toda dignidad: es consciente de que si lo tratamos como persona y por lo mismo, sabe que todo seguirá siendo igual hasta el final.

NECESIDAD DE LA VERDAD.
Es necesario que siempre le digamos la verdad a nuestro enfermo. Es una condición indispensable. El requiere conocer toda la vereda sobre su estado. Generalmente nos da miedo decirla, pero recordemos que es por nuestra angustia, no por el bien del paciente. Cecily Saunders nos enseña que la verdad no esta reñida con la esperanza y que siempre es mas fácil combatir al enemigo cuando se le conoce que cuando se le ignora. El moribundo vive un real anhelo de certidumbre: los últimos meses, días, momentos, de una persona deben vivirse con toda sinceridad y honestidad. Cierto que el diagnostico, los cambios sufridos y los pronósticos, deberá hablarlos el medico tratante y no el Tanatólogo. Pero este tiene que estar presente en el momento en que se le diga la verdad al enfermo, para apoyarlo en sus muchas necesidades y dudas insatisfechas que empezara a manifestar. La verdad siempre haya que decirla, lo importante s es saber que decir, a quien, para que, como, cuando y donde. Es cierta la frase evangélica: ?La verdad os hará libres?.
Además el paciente ?sabe? interiormente la verdad, pues ve que su condición no mejora, solo que necesita escucharlo de otra persona.

Williams-Ziegler transcribe las palabras escritas de un estudiante moribundo que nos revelan las necesidades básicas de quienes están en esa etapa. Transcribo solo un extracto: ?El paciente moribundo no es contemplado por los demás como una persona y por lo tanto, no puede comunicarse como tal? si realmente le importara, ¿perdería usted mucho de su profesionalismo si llorara conmigo, de persona a persona? Quizá entonces no fuera tan duro morir?? Si. El moribundo seguirá siendo persona por mas moribundo que esté.

CARACTERISTICAS DE LA TERAPIA CON MORIBUNDOS.

Es importante tener en cuenta ciertas características de la terapia con moribundos que la distinguen de la terapia con enfermos no terminales. Shneidman menciona estas:

El focus en tanatología debe estar fuertemente fijo en el contenido afectivo emocional. Es lo más importante, ya que la realidad de la muerte reemplaza a la realidad ordinaria, los hechos duros, temibles están enfatizados, y por lo mismo, los sentimientos están estresados.

Los mensajes del Enfermo Terminal se dan en dos planos: latente y manifiesto.
A los dos habrá que poner interés. Los dos son valiosos y muy significativos. Pero el énfasis debe estar en el manifiesto. El tanatologo debe concentrarse mayormente en esto último para lograr una mejor aceptación y empatia. No importa que se corra el riesgo de provocar una regresión y dependencia. Los mensajes latentes, como por ejemplo hacer los arreglos del funeral o disponer de los asuntos personales del Enfermo en Fase Terminal, pueden envolver los deseos del enfermo de continuar con el control, o manifestar sus deseos de inmortalidad, no necesitan generalmente hacerse explícitos.

Analizar y platicar sobre los significados inconscientes constituye el trabajo principal del psicoanálisis. Pero tratándose de} enfermos Terminales, el mensaje consciente, percibido y comunicado por el paciente o dicho al enfermo, asume la mas grande importancia. Simplemente por la falta de tiempo. No lo hay para trabajar en los escondidos y profundamente reprimidos mensajes inconscientes. No debemos ignorar las latentes implicaciones inconscientes, pero no hay que sacarlas a colación en el tratamiento tanatologico, a menos que la interpretación sea esperada por el paciente como una ayuda inmediata.

Con respecto a los roles, el trabajo tanatologico presenta una especial y única situación de transferencia y contratransferencia. La igualdad convenida entre el enfermo y el tanatologo, adquiere una característica singular en el trabajo con el moribundo, labor que es muy diferente a cualquier otra situación vital; el Tanatologo, además de terapeuta, es también sobreviviente, preservador de la continuidad, mensajero y traductor de deseos no realizados todavía. Por lo que puede surgir una transferencia negativa, nacida entre otras causas por la envida al sobreviviente, que debe ser animada a una libre expresión. Es fundamental hacerlo. La transferencia positiva, en cambio, no necesita ser analizada, simplemente debe ser expresada y aceptada. En cuanto ala contra transferencia, esta debe ser cuidadosamente monitoreada. Si es negativa, lo mejor será que l tanatologo se aparte, lo mas que puede hacer en tal caso, es sugerir el nombre de otro Tanatologo que haga el trabajo, presentarlo el personalmente. Si es positiva, recordemos que si es muy valido un acercamiento extraordinario dada la especial situación que se vive: desde la primera sesión terapéutica el paciente ya esta muriendo.

Es permitido que el moribundo ame al tanatolgo y que este ame a su paciente. Hablamos de amor en un sentido pleno. Y esto no es posible en ningun otro encuentro psicoterapéutico. En el trabajo tanatologico si, ya que el amor verdadero es lo que sostiene al enfermo en Fase Terminal siempre que esté en estado critico. Normalmente, cuando de habla de la transferencia, se esta refiriendo a un fenómeno primariamente inconsciente, cuya característica principal es la experiencia de sentimientos por una persona que no esta presente, pero que es vista, o sentida, como si fuera alguien del pasado.

No olvidemos que el trabajo con Enfermos Terminales y mas con Enfermos en Fase Terminal tienen una doble carga: una intrapsiquica, que lleva al Tanatologo a prepararse para su propia Muerte, y otra, interpersonal, que significa el preparase a si mismo y a los familiares del paciente a ser sobrevivientes. En algunos momentos y en algunos Enfermos Terminales, ciertas regresiones infantiles pueden ser buenas, incluso pueden ser la fuente del valor que necesita el enfermo ola familia. Estas regresiones incluyen por supuesto, la creencia infantil en la figura omnipotente del padre, del que espera total protección, incluso mágica.

Una manera como el tanatologo puede ayudarse ante la vivencia de una estresante transferencia y contratasferencia, será la de cambiar, cuantas veces lo necesite el aspecto de que la muerte es el final. En realidad es ante todo un principio.
Finalmente siempre debemos tener presente tambien que estar al lado de un Enfermo Terminal nos hace testigos de diferentes reacciones humanas, buenas, malas, regulares. Ayudar a bien morir nos hace topar con situaciones que solo la Historia Clínica nos podrá iluminar la historia Clínica es muy importante para el trabajo del Tanatologo.

Zarina Moderador  Enviando en: jueves, 11 de setiembre, 2003 – 04:24 am

Consejos para cuidados del paciente encamado: úlceras por presión

Consejos para cuidados del paciente encamado: úlceras por presión

Las úlceras por presión (UPP) forman un problema habitual en pacientes encamados. Al llegar a la edad avanzada uno de los mayores factores de riesgo para la formación de estas UPP es la falta de movilidad y la necrosis que esta situación produce. Así, en los últimos estudios realizados para la prevención de este tipo de heridas, podemos concluir que lo más importante es la obtención de una buena movilidad de las personas de riesgo, para ello: la realización de unos adecuados cambios posturales; y la utilización de productos que hidraten la piel y mantengan la integridad de la misma.

Definición.

La UPP es una lesión de origen isquémico (tejido muerto), consecuencia del aplastamiento tisular entre dos planos duros: uno perteneciente al paciente (hueso) y otro generalmente externo a él (el plano del lecho, del sillón o de un objeto cualquiera).

Fisiopatología de las úlceras.

La formación de estas lesiones tiene su origen en la falta de circulación de sangre en una zona (necrosis) durante un período prolongado ya que se produce una compresión capilar, originándose acidosis tisular y destrucción de los tejidos.

Manifestaciones clínicas de la isquemia.

Podemos clasificar las UPP en diferentes fases dependiendo su grado de lesión e isquemia.

ESTADÍO 1 o UPP DE PRIMER GRADO
Es la fase inicial de la UPP, se caracteriza por un pequeño edema y enrojecimiento de la zona. Afecta a epidermis y dermis. En esta fase es muy importante la prevención. Para ello la utilización de productos que mantengan la zona hidratada y mucha movilidad es lo esencial.

ESTADÍO 2 o UPP DE SEGUNDO GRADO
En esta segunda fase se forma un pequeño eritema situado justo encima de un relieve óseo. Se ve afectada epidermis, dermis y tejido celular subcutáneo superficial. En este grado es imprescindible la intervención de personal sanitario y especializado para evitar que la herida pase al estadío siguiente.

ESTADÍO 3 o UPP DE TERCER GRADO
Se forma un flictena, esto es, la herida toma aspecto enrojecido y se puede observar la aparición de esfacelos (tejido de aspecto amarillento que anuncian la gravedad de la lesión), estos tejidos se deben desprender con la utilización de cremas y pomadas que ayuden al desbridamiento químico. Se ve afectada la zona hasta el tejido celular subcutáneo profundo.

ESTADÍO 4
Se produce una pérdida total del grosor de la piel con destrucción extensa, necrosis del tejido. En este estadío pueden presentarse zonas necrosadas que ya no pueden regenerarse y el tejido por tanto ya no crece en esas zonas. Se afecta también el tejido muscular e incluso en ocasiones el hueso pudiendo producirse infección sistémica. El desbridamiento de la zona necrosada es muy importante para poder tratar la úlcera.

Zarina Moderador  Enviando en: martes, 08 de febrero, 2005 – 02:34 pm

En qué me puede ayudar un tanatólogo?

En qué me puede ayudar un tanatólogo?

El tanatólogo es la persona capacitada para ayudar en el proceso de duelo, así como cualquier tipo de pérdidas significativas, al hombre que muere y a aquellas personas que lo rodean.

Otra la finalidad de la Tanatología es procurar que al paciente o cualquier ser humano que sufra una pérdida se le trate con respeto, cariño, compasión y que conserve su dignidad hasta el último momento.

El tanatólogo debe de tener la capacidad para “ponerse en los zapatos del otro”, con respeto, confidencialidad, cordialidad, en pocas palabras con CALIDAD HUMANA para poder ofrecer al usuario el apoyo que él busca.

Zarina Moderador  Enviando en: martes, 08 de febrero, 2005 – 02:45 pm

Reflexiones de un enfermo en torno al dolor

Reflexiones de un enfermo en torno al dolor

El dolor es un misterio. Hay que acercarse a él de puntillas y sabiendo que, después de muchas palabras, el misterio seguirá estando ahí hasta que el mundo acabe. Tenemos que acercarnos con delicadeza, como un cirujano ante una herida. Y con realismo, sin que bellas consideraciones poéticas nos impidan ver su tremenda realidad.

La primera consideración que yo haría es la de la «cantidad» de dolor que hay en el mundo. Después de tantos siglos de ciencia, el hombre apenas ha logrado disminuir en unos pocos centímetros las montañas del dolor. Y en muchos aspectos la cantidad del dolor aumenta. Se preguntaba Péguy: ¿Creemos acaso que la Humanidad esta sufriendo cada vez menos? ¿Creéis que el padre que ve a su hijo enfermo hoy sufre menos que otro padre del siglo XVI? ¿Creéis que los hombres se van haciendo menos viejos que hace cuatro siglos? ¿Que la Humanidad tiene ahora menos capacidad para ser desgraciada?

Zarina Moderador  Enviando en: sábado, 23 de julio, 2005 – 02:59 pm

EL ENFOQUE DE LA PSICOLOGIA HUMANISTA

Asunto: [duelo-perdida_emocional] EL ENFOQUE DE LA PSICOLOGIA HUMANISTA
Fecha: Jueves, 14 de Diciembre, 2000  12:15:57 (GMT)
Autor: tdmeseguer 

LA PSICOLOGIA HUMANISTA
Por Carlos Odriozola, Psicologo.

La Psicologia humanista es, además de una corriente de la Psicología y 
de la Psicoterapia, una filosofía de la vida que sitúa al hombre, la 
humanidad, la naturaleza y el universo como un TODO armónico, coherente 
y perfecto.
La diferencia claramente con otras escuelas o corrientes como el 
Psicoanalisis o el conductismo podemos resumirla en los siguiente 
apartados:

1. Por su visión integradora de las distintas areas (intelectual, 
emocional, corporal y espiritual) en clara oposición a la visión 
dicótomica (separadora) mente-cuerpo de otras disciplinas. 
La Psicologia humanista concibe a la persona como una totalidad en la 
que se interrelaciones factores fisicos, emocionales, ideologicos o 
espirituales formando el ser real, no una suma de partes. La psicologia 
humanista no disecciona, no separa aspectos de la persona, señalándolos 
como la causa de la enfermedad. La psicologia humanista ve un ser 
completo y tiene en cuenta cada aspecto y su influencia en el resto. 

2. Por la consideracion del hombre como dotado de TODAS las 
potencialidades necesarias para su completo desarrollo, frente a otras 
consideraciones teóricas que presentan al hombre como un ente 
incompleto, víctima de sus instintos y/o inexorablemente determinado 
por su bio-genética. En este aspecto la psicologia humanista resulta 
revolucionaria ya que deja una puerta abierta a nuestra sanacion. 
Considera que todos somos capaces de cambio y de curacion. Y esa misma 
actitud positiva facilita el proceso de sanacion.

3. Por la vision del síntoma y de la enfermedad como la manifestación 
externa de un conflicto interno (potencialidades no desarrolladas). A 
diferencia de otras posiciones de la psicoterapia, el trabajo con el 
síntoma no es eliminarlo sino escucharlo para comprender su significado 
y mensaje mas profundo. El síntoma es una ayuda, una señal que nos está 
hablando de cual es el problema, expresa aquello que no somos capaces 
de expresar conscientemente. No se trata de intentar acallar ese 
mensaje, sino de descifrar su mensaje que nos conduce a la verdadera 
enfermedad, al autentico bloqueo, que puede ser emocional. El sintoma 
es la voz del cuerpo, la alarma que nos indicade que algo no esta en 
orden.

4. Por su negativa a categorizar personas enfermas o personas sanas. En 
una consideracion humanista de la psicoterapia todos estamos 
necesitados en una y otra medida de encontrar la identidad perdida. 
(del miedo al amor). La psicoterapia humanista no trata con locos o 
enfermos mentales, todas las personas sufren una u otra vez crisis de 
crecimiento, situaciones de emergencia espiritual, situaciones de 
choque que desestabilizan nuestro equilibrio y que requieren ser 
abordadas para alcanzar una vida mas feliz. Todos andamos en la 
busqueda, nadie es mas sano que otros.

5. Por la posicion del terapeuta que lejos de ser el hombre/mujer sano 
que cura al enfermo es tambien un buscador que habiendo recorrido el 
camino ( y estando en ello) conoce y ofrece las herramientas necesarias 
en el momento que considera más oportuno. En este sentido la psicologia 
humanista, ya desde Carl Rogers, uno de sus fundadores rompió con la 
distancia entre paciente y terapeuta. El terapeuta es una persona que 
esta a tu mismo nivel y te mira de frente, que llora contigo y que te 
toca y se rie de ti y contigo. No es el psicoanalista que sientes 
respirar a tus espaldas. En psicologia humanista el terapeuta no cesa 
de aprender del paciente. Uno enseña lo que necesita aprender.

(Extracto de las conferencias impartidas por Carlos Odriozola en las 
Facultades de San Sebastián y Málaga (1992, 98, 99).

la muerte

La muerte.

Permanecemos indiferentes a ciertas realidades y rehuimos determinadas experiencias, en especial la de la muerte.
Stalin dijo que la muerte de una persona es una tragedia pero que un millón de muertos es sólo una cifra.
Cuando se torna demasiado insoportable la idea del hambre en Bangladesh, en Camboya o en la India, nos apartamos del asunto, contentándonos con enviar algunas prendas de ropa o aumentando nuestra limosna en la colecta del domingo.
En la actualidad, la mayoría de los campesinos envían sus animales al matadero en donde son muertos mediante técnicas modernas, después congelados en el mismo lugar.
En el siglo XIX sólo llegaban a los 15 años menos del 50% de los niños nacidos vivos. Así, las familias se hallaban en contacto frecuente con la muerte. La estructura familiar era también muy diferente entonces. Los miembros de la ?gran familia? vivían juntos y, consiguientemente, asistían mucho más a menudo a la muerte de un pariente o de un conocido. Y como la muerte se producía con frecuencia, los contactos con ella eran numerosos.
Cuando alguien moría, eran los mismos miembros de la familia quienes amortajaban el cadáver, fabricaban el ataúd y cavaban la tumba. El cuerpo del difunto quedaba expuesto en el salón familiar. Una vez concluido el velatorio, era natural que los parientes y amigos durmieran en la casa en que reposaba el cadáver de la persona amada.
Como ya no tenemos contactos tan directos con la muerte, nos resultaría difícil comportarnos ante ella con la misma naturalidad. Por el contrario, las generaciones jóvenes, actuales y futuras que no han tenido las mismas experiencias, creen que la muerte se halla reservada a los viejos.
Erikson (1963) afirma (cap. 1) que la integridad del Sí, opuesta a la capacidad o la incapacidad de aceptar la muerte inminente de otro o la propia, constituiría la última fase de la evolución ontogenética. Esta noción se emparenta, en ciertos aspectos, con la del estadio final, que es el de la aceptación de la muerte, descrito por Kubler – Ross (1969). Por su parte, Dylan Thomas aconseja luchar en vez de aceptar:
?Do not go gentle into that Good Night,
Rage, rage against the dying of the light…?
?No aceptes mansamente la noche, pelea contra la muerte
de la luz…?

La evolución de las causas de muerte durante la vida.
Charcot (1867) señalaba que las personas de edad parecen inmunizadas contra ciertas enfermedades. Al envejecer el organismo se debilita y ya no es capaz de recobrarse de una manera adecuada. Finalmente, ciertas enfermedades parecen afectar en forma específica a las personas de edad y rara vez a los jóvenes. Tal vez la Medicina consiga un día curar las enfermedades crónicas y propias de la vejez, tal como ha logrado combatir las enfermedades infecciosas y de otro género que antes acababan con los jóvenes.

La muerte en cuanto concepto y acontecimiento.
Resulta además muy difícil separar a la muerte de la no-muerte y a la vida de la no-vida. Aunque quepa oponer la ausencia a la presencia, la distinción comporta por añadidura tres dimensiones: psicológica, social y física (Kastelbaum y Aisemberg, 1972).
Tener 70 años es un poco como vivir en un campo de batalla y ver morir a los amigos, sabiendo que muy pronto llegar{a nuestro turno. El sentimiento de sobrevivir a la muerte de los demás se parece a la trágica experiencia de los sobrevivientes de Hiroshima.
La segunda forma de muerte psicológica es aquélla con la que nos tropezamos en presencia de un ser que se halla psicológicamente ausente. Éste es el caso de los psicóticos y de los dementes que nos parecen extraños y, en cierta manera inhumanos como los ?muertos que andan? de las antiguas películas de horror. Su mirada está vacía y resultan difíciles de abordar. La demencia y la psicosis son mucho más frecuentes en las personas de edad que en los jóvenes; {esto equivale a decir que la muerte psicológica se encuentra con harta frecuencia asociada a la vejez.
La tercera forma de muerte psicológica proviene de la alienación completa del Sí, un tanto como si se viviera en un sueño. El hecho de que muchas personas de edad vivan aisladas o internadas en una residencia puede suscitar en ellas una especie de muerte psicológica que sería consecuente con la esterilidad de la soledad.
A la muerte psicológica se añade la muerte social, la forma final de la muerte psicológica. Esta alienación puede sobrevenir en las personas de edad cuando los familiares cambian de domicilio y se alejan, cuando mueren los semejantes o cuando desaparece el entorno familiar a consecuencia de una transformación urbana. Como los ancianos ya no desempeñan papeles activos en la sociedad, se encuentran carentes de estructuras de apoyo y pueden consiguientemente desarrollar sentimientos de ?anomia?. Tales sentimientos pueden inducir a la persona en cuestión a sentir que ya no forma parte de su entorno inmediato. Los casos de ostracismo oficial (v.g. excomunión) u oficioso (v.g. internamiento en una residencia) representan, probablemente, las formas más extremas o radicales de muerte social.
Ya no se consideran hoy como índices suficientes de la muerte la interrupción de la respiración, de los latidos del corazón y la del reflejo pupilar. Ante la diversidad de las técnicas empleadas para registrar unas respuestas fisiológicas, se ha vuelto, por el contrario, muy compleja la determinación exacta del momento de la muerte. (EEG; electroencefalograma).
Riley y otros (1968) han demostrado, sin embargo, que existe una relación significativa entre las dos siguientes visiones negativas de la muerte: 1) que la muerte sobreviene siempre demasiado pronto y 2) que morir es sufrir. Han comprobado, no obstante, que estas percepciones negativas disminuían a medida que se elevaba el nivel de educación.
La debilidad de los sujetos próximos a morir parece indicar que la muerte estaría precedida por el agotamiento de una determinada energía vital ligada a la energía del Yo y a su integridad.
El sitio en donde tiene lugar el fallecimiento ya no es el mismo de antes. Hemos relegado la muerte a los hospitales  y, en consecuencia, despersonalizado el acontecimiento. Antaño se convocaba a la familia a la cabecera del moribundo mientras que ahora, generalmente, se ruega que abandonen la habitación. El dicho popular afirma que es mejor morir de pie que en el hospital, en donde el ambiente resulta física, espiritual y psicológicamente aséptico.

El proceso mortal.
Kubler – Ross(1969) plantean cinco estadios en el proceso de la muerte. El primero se caracteriza por la denegación:? No, yo no, esto no es cierto!?. El segundo estadio se caracteriza por sentimientos mixtos de cólera, envidia y resentimiento: ?¿Porqué yo? Es un estadio egoísta. El tercer estadio es el del regateo; el moribundo implora a Dios que prolongue su vida o que disminuya su dolor. El cuarto estadio es de depresión; el moribundo comienza a comprender que es inútil luchar. Se caracteriza por una resignación triste que aún no es aceptación. La aceptación sólo sobreviene en el estadio final cuando la persona acepta por fin su muerte inminente, sin placer, sin resignación, pero con calma.
Cuatro elementos principales determinan las reacciones de cada uno ante la inminencia de su muerte:
1.-  La historia y las características personales.
2.-  El contexto en el que aparece el enfermo.
3.-  El curso de la enfermedad.
4.-  La naturaleza de la propia enfermedad.
La mayoría de los moribundos sufren reacciones emotivas como la cólera, la culpabilidad, la vergüenza y el pesar ante su propia muerte. El pesar resulta especialmente intenso porque no se pierde a un solo ser amado sino a todos los seres amados (Kubler – Ross, 1969).
Los miembros de la familia deberían mostrarse particularmente sensibles a las reacciones emotivas del moribundo y comprender que no se hallan dirigidos contra ellos sino más bien contra su estado (es decir, su muerte inminente).
Glaser y Strauss (1967) identifican seis modalidades:
1.-  La muerte súbita.
2.-  La espera breve.
3.-  La espera prolongada.
4.-  El plazo corto.
5.-  La sentencia aplazada.
6.-  El pronóstico de vaivén.
Cada modalidad suscita diferentes reacciones. La muerte súbita no permite a la víctima ni a la familia prepararse para el acontecimiento y el paciente carece de posibilidad alguna de reaccionar al respecto. La espera prolongada es la que hace posible la elaboración más considerable de las reacciones emotivas.
Como el hospital es, por lo común, el lugar en donde se desarrolla la fase final de la enfermedad, Glaser y Strauss (1965) han identificado cuatro tipos de contextos hospitalarios, según la manera de abordar el tema de la muerte. Son los siguientes:
1.-  La ignorancia.
2.-  La sospecha.
3.-  El silencio cómplice.
4.-  La lucidez.
Nos referimos a la ignorancia cuando ni el personal, ni el enfermo, ni su familia, admiten la inminencia de la muerte.
Kubler – Ross (1969), la describen como un estado precario que provoca que la mínima palabra, el menor gesto puedan inducir al paciente a sospechar la gravedad de su estado. A la crueldad y a la injusticia de este comportamiento respecto a los moribundos, se añade la inquietud inútil que puede provocar en los demás enfermos y en sus familias, quienes corren el riesgo de considerar como propios los signos de muerte que aprecian en torno de ellos.
En el silencio cómplice,  las dos partes evitan hablar del tema.
La lucidez rechaza todas las evasivas y no evita mirar cara a cara a la muerte.
La ignorancia tiene su origen en la inexperiencia, ya que los enfermos carecen de cualquier experiencia respecto de la muerte. Desde el momento de nuestro nacimiento, caminamos lentamente hacia la muerte y nada hay tan seguro como el hecho de que moriremos.
La muerte puede parecer deseable, sobre todo cuando el sufrimiento es grande, porque pondrá fin a un doloroso capítulo de la vida. Sin embargo, y gracias a los progresos de la tecnología médica, las muertes dolorosas son cada vez más raras y hay muchas razones para creer que la mayoría de nosotros moriremos de una enfermedad crónica, conscientes de la aproximación de la muerte, pero sin experimentar sufrimientos intolerables. Es importante reconocer las reacciones individuales ante la inminencia de la muerte.

El miedo a la muerte y a los moribundos.
Los psicólogos establecen una distinción importante entre el miedo y la angustia; el miedo tiene un objeto del que carece la angustia. Como la muerte es un estado que sólo nos imaginamos bastante mal, nuestra reacción ante ésta se aproxima más a la angustia que al miedo. Las diferentes formas que reviste la angustia ante la muerte pueden, sin embargo, parecerse al miedo, cuando se refieren a situaciones o a objetos precisos.
El malestar que experimentamos ante un moribundo o un muerto, al igual que en presencia de objetos fúnebres, proviene del hecho de que nos obligan a tomar conciencia de nuestra propia condición de mortales. Como los ancianos se hallan próximos a la muerte, nos alejamos de ellos. Peor aún, los ancianos se sienten alienados porque creen que ser viejo implica ser un moribundo.
Es triste. Nos impide acercarnos a ellos y atender a los moribundos, tarea que nos haría posible prepararnos para nuestra propia muerte. Descuidamos, pues, nuestras propias necesidades y las de los demás en el mismo momento en que resultan más acuciantes. Si es triste que deben morir los ancianos, aún lo es más que se vean obligados a vivir en el aislamiento, separados de los seres queridos y extraños a sí mismos.

El miedo a nuestra propia muerte.
Nuestros propios contactos profesionales con las personas de edad suelen indicar que éstas temen menos la muerte que:
1.-  Al internamiento en una residencia.
2.-  A la enfermedad prolongada.
3.-  al dolor y el sufrimiento.
4.-  Al crimen.

Los temores que acompañan al proceso mortal.
1.-  No podré sentir ya nada.
2.-  No estoy seguro de lo que me sucederá si hay otra vida después de la .muerte.
3.-  Tengo miedo de lo que le pase a mi cuerpo después de la muerte.
4.-  Ya no podré cuidar de los míos.
5.-  Mi muerte podría causar dolor a mis familiares y amigos.
6.-  Es el final de todos mis proyectos.
7.-  Mi muerte podría ser dolorosa.
La causa del mayor disgusto es el pensamiento de provocar dolor a los demás.
Según Brantner (1970), el miedo a morir se resume en tres temores fundamentales:
1.-  El miedo a morir solo.
2.-  El miedo a morir en la oscuridad.
3.-  El miedo a sufrir.
No existe hoy razón alguna para dejar que alguien muera solo, como no sea la indiferencia de los parientes, de los amigos o de las personas en general. Hay servicios de ayuda mutua telefónica, para tranquilizar a las personas de edad que viven solas y que temen caer y no poder levantarse o que tienen miedo de morir aisladas y de que sólo se descubra su cadáver cuando haya comenzado a descomponerse. Gracias a los progresos en neurofisiología y farmacología, en la mayoría de los casos cabe eliminar o aliviar el sufrimiento. El único inconveniente de los analgésicos consiste en que nublan la conciencia cuando son suministrados en dosis fuertes. El riesgo de toxicomanía (apetencia morbosa por las sustancias tóxicas) carece evidentemente de fundamento en la fase terminal de una enfermedad, aunque, por desgracia, preocupe a veces al personal sanitario.

La influencia de los factores culturales en la experiencia de la muerte.
Siete factores principales influyen ahora en la experiencia de la muerte:
1.-  La urbanización.
2.-  El declive de la religión.
3.-  La evolución de la tecnología médica.
4.-  El paso de la familia numerosa a la familia nuclear.
5.-  Las modificaciones epidemiológicas.
6.-  El advenimiento de la era atómica.
7.-  La evolución de las prácticas y de las costumbres fúnebres.
Si se perpetúa la nueva costumbre de la muerte en el hospital en vez de en casa, convendrá adoptar algunas medidas:
1.-  Prever unos hospitales o unos servicios especiales en ellos que estén expresamente reservados a los moribundos.
2.-  Modificar la concepción actual de los hospitales a fin de que sean sensibles a las necesidades de los moribundos, suponiendo, evidentemente, que la mayor parte de esta clientela estará integrada por ancianos.
Instituciones de este tipo en mundo entero tienen como objetivos proporcionar humanidad y estimular la lucidez. La atmósfera que reina es abierta y cordial y el marco material no reviste el lúgubre aspecto propio  de las instituciones hospitalarias, sin que se descuide el lado práctico. Por el contrario, el personal de los hospicios no intenta heroicas intervenciones médicas para demorar el momento de la muerte y sólo se aceptan enfermos cuando están en  su fase terminal.
Algunos poseen guardería para los hijos del personal y se invita a las familias a que traigan a los hijos y a los nietos. Los horarios de visita son muy flexibles y adaptados a las necesidades de la familia y del enfermo más que a las del personal.
Pueden compartir sus últimos días con sus íntimos comunicándose en forma sincera y decorosa con ellos.
También se ha implementado un vasto programa de cuidados domiciliarios, cuyo objetivo estriba en proporcionar los medios necesarios a las familias que desean mantener en casa a sus parientes moribundos.
Si se pretende mejorar las condiciones de los enfermos en fase terminal cabe prever, además de los hospicios, otros tipos de intervención que se acomoden a las normas de la Medicina tradicional. El primer paso a dar consistiría en mejorar la calidad de la formación y de la experiencia del personal sanitario, sobre todo en cuanto a las necesidades psicológicas de los moribundos.
Convendría, entre otras cosas, asesorar a las familias para que se sientan mejor preparadas y más naturales ante sus parientes moribundos. Sería también preciso que se generalizara un empleo adecuado de los analgésicos, con el fin de lograr un justo equilibrio entre el alivio del dolor y el mantenimiento de la conciencia.
Habría que tomar más en consideración la necesidad de soledad y de intimidad de los moribundos. Todas estas medidas demandan un cambio de actitud.

Algunas cuestiones contemporáneas.
· El suicidio.
Test de Robins, West y Murphy sobre sus causas.
1.-  El suicidio se halla ligado a la falta de integración social.
2.-  El suicidio se encuentra en una relación inversamente proporcional a la violencia.
3.-  La probabilidad de suicidio aumenta entre los que han frecuentado la compañía de personas que han tratado de quitarse la vida.
4.-  La frecuencia del suicidio aumenta entre los ancianos que poseen una fuerte ética protestante centrada en la realización individual orientada hacia el futuro.
5.-  Se hallan asociadas al suicidio las ideas recibidas según las cuales los ancianos se ven obligados a rechazar los placeres de la vida y a abandonar sus papeles sociales.
6.- La probabilidad de suicidio aumenta con el sentido de la responsabilidad individual que incrementa el sentimiento de culpa y la depresión.
7.-  La tasa de suicidio se eleva con la insatisfacción en la vida cotidiana y profesional.
8.-  Las tasas elevadas de suicidio se explican por la elección de un sistema de valores laicos en vez de religiosos, ya que en el primero se autoriza el suicidio en ciertas condiciones.
9.-  El suicidio es más frecuente entre las personas afectadas por una lesión cerebral, sobre todo en presencia del alcoholismo.
10.-  Las tasas elevadas de suicidio se hallan asociadas a la depresión.

· La eutanasia.
Si a veces quiere decir procurar una ?buena? muerte, designa por lo general el ?homicidio por piedad?. En el sentido de ?homicidio por piedad?, la eutanasia constituye una cierta forma de ayuda al moribundo. Podemos distinguir:
1.-  Eutanasia directa y voluntaria.
2.-  Eutanasia indirecta y voluntaria.
3.-  Eutanasia directa e involuntaria.
4.-  Eutanasia indirecta e involuntaria.

ESCALA DE LAS TRES ESFERAS-36

ESCALA DE LAS TRES ESFERAS
Montoya Carrasquilla, 2003

Nombre:
Edad:
Fecha:
Relación con el fallecido:
Fecha del fallecimiento:
Causa:
Lugar de residencia:
Estrato social (nivel socio-económico):
Teléfono:

Puntuación
En absoluto = 0
Un poco = 1
Bastante = 2
Mucho = 3

1. Mi rutina diaria ha cambiado mucho
2. Mis conversaciones con otras personas se han deteriorado
3. Mi forma de reaccionar a las cosas ya no es la misma
4. Mi proyectos ya no tienen sentido
5. Mis ilusiones se han perdido
6. El caos se ha apoderado de mi vida
7. Mi vida se ha vuelto insegura
8. Mi mundo se ha vuelto caótico
9. Mi mundo es ahora peligroso
10. Ahora las personas me parecen extrañas
11. Ya no entiendo a la gente
12. Mi mundo ha dejado de ser confiable y seguro
13. Mis actividades diarias no tienen sentido
14. Mis conversaciones con otros ya no valen la pena
15. Mis propósitos del presente se han perdido
16. Mi planes para el futuro ya no tienen sentido
17. Mi vida ha dejado de tener sentido
18. Siento que he perdido parte de mi mismo/a
19. Me siento vacío/a
20. Me siento extraño/a
21. Me siento irreal
22. Me siento incompleto/a
23. Siento que ya no soy el/la mismo/a

Puntuación (La puntuación mayor señala el área más afectada)

Mi Realidad (1-12): _____
Mi Sentido de la Vida (13-17): _____
Mi Personalidad (18-23): _____

Recuperar nuestra realidad, nuestro sentido de la vida, nuestra personalidad íntegra y la confianza en el mundo puede llegar a ser una de las tareas más difíciles de la recuperación. Esto significa, entre otras cosas, enfrentarse con la desorganización y la adaptación a un entorno sin el ser querido. Debido a que cada ser humano participa en mayor o menor intensidad de nuestra realidad, de nuestro sentido de la vida, de nuestra personalidad íntegra y de nuestra confianza en el mundo, un primer paso es establecer qué tanto de cada uno de estos elementos (realidad, sentido de la vida, personalidad y confianza) estaba absorbido por o dependía de nuestro ser querido perdido y, por ende, qué tanto estará afectado por la pérdida. Una vez alcanzado este objetivo, debemos entonces utilizar “lo que queda” como elemento o base para su reconstrucción. Más énfasis deberemos poner en aquellos aspectos que más seriamente se vean afectados por su dependencia del ser querido; es decir, nuestra prioridad será retomar el trabajo de reconstruir aquello que primeramente esté más afectado.

La Escala de las Tres Esferas es un diseño personal del autor; no ha sido validada ni homologada. Su aplicación solo es útil para evaluar cuál de las tres esferas de nuestro mundo es la más afectada por la pérdida.