Dios,
tú no eres Dios
si no eres el Dios del Amor y de la Vida. Entonces iba a decirte que no creo en ti;
que no creo que eres el Amor, porque murió…; que no creo que eres la Vida, porque murió…;
Pero, más bien te digo que creo como nunca, que creo en ti y te creo a ti, solamente, oscuramente, desnudamente, porque me siento impotente, sin ninguna explicación ante la muerte.. Por eso te confieso que me duele en el alma la muerte de… Siento dolor y rabia, angustia, impotencia y rebeldía. ¡Me siento una criatura acorralada! Y, finalmente, acepto la muerte de…, aunque no comprendo nada.
Creo en Ti, Dios del Amor y de la Vida, porque necesito que la muerte tenga alguna explicación y algún sentido, y quiero pensar que tú lo sabes, aunque yo lo ignore, y espero que mis muertos vivan, aunque yo no sepa cómo ni dónde…