Respaldo de material de tanatología

Carta a mi hijo (Rodrigo Alejandro) (Pitocho)

    Agosto 29 de 2005

   

   

    Carta a mi hijo (Rodrigo Alejandro) (Pitocho)

     

    Mi niño bonito… hace dos años que llegaste a darme una inmensa alegría. Cambiaste mi vida, le pusiste sabor, me diste un gran motivo para seguir luchando y ser mejor cada día.

    Debes saber y sentir el inmenso amor que te tengo, este amor que no me cabe en el pecho y que todos los días te brindo? Sé que te encuentras muy bien, que hace un año partiste al mejor lugar, ni más ni menos que al lado de Dios, junto a Jesús, sé que eres feliz y estás contento, lo sé porque te he visto y sentido, ahora sólo te doy las gracias por brindarme todos esos lindos momentos, tus alegrías, tu risa, tus bracitos alrededor de mi cuello, tus besos de amor, tus juegos, tus gritos y tus primeras palabras, cortas pero al fin palabras que llenaron mi corazón. Gracias por tus miradas inquietas y llenas de picardía y asombro. Gracias por tus primeros momentos, por decirme mamá y por permitirme estar contigo hasta el último momento. Sé que no te gusta estar solito, y ahora sé que no lo estarás jamás, sin embargo, mi corazón siente un poco de envidia, pues no seré yo quién pueda abrazarte cuando tengas frío, ni tomar tu mano cuando quieras caminar, no seré yo quien seque tus lágrimas cuando tengas alguna caída por jugar, no podré besar tu raspón para curarte y quitarte el dolor, no seré yo quien te llevé por primera vez a la primaria y te ayude a hacer las tareas, ni quien te consuele por el dolor del primer amor, no seré yo quien cuide tu fiebre ni vele tu sueño, será Dios quien esté a tu lado y nunca sentirás soledad. Y te diré algo mi niño, tal vez yo no pueda hacer todo eso aquí en esta vida físicamente, pero lo hago en mi corazón, y llegará el día, no sé cuándo ni cómo, pero estaré contigo para siempre, ese día podremos continuar con todo esto que quedó pendiente, podremos abrazarnos así de frente, podremos besarnos y decirnos cuánto nos amamos, vivir juntos esa vida eterna que ya comenzaste a vivir y que es plena y dulce, ese día cuando mi cuerpo no sufra, mis ojos se cierren y mi alma descanse.

   

    Hasta entonces y más, te amamos?.  Tus papás? Rodolfo y Marcela