Respaldo de material de tanatología

LA PÉRDIDA EN EL NIÑO —

LA PÉRDIDA EN EL NIÑO —
MUERTE, LUTO Y DUELO

CÓMO PUEDEN LOS CUIDADORES AYUDAR A NIÑOS QUE HAN ESTADO EXPUESTOS A MUERTES TRAUMÁTICAS

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Bruce D. Perry, M.D., Ph. D.
Jana Rubenstein, M.Ed., LPC

The ChildTrauma Programs
www.ChildTrauma.org

* This is an Academy version Adaptado de:LA PÉRDIDA EN EL NIÑO, MUERTE, LUTO Y DUELO
BD Perry, 1995

Traducido con permiso del autor por : Alma Collazo y Edgar Rivera,
Instituto de Programación Neurolingüística de Puerto Rico, Inc.
San Juan, Puerto Rico

Tabla de Contenido
# Introducción

    * Preguntas Frecuentes

    * ¿Qué Puedo Hacer?

    * Acerca de los Autores

    *

INTRODUCCIÓN

PRINCIPIOS BÁSICOS PARA AYUDAR A NIÑOS EN LUTO

Para la mayoría de los niños, el luto es una experiencia nueva. Y como pasa con toda nueva experiencia, lo desconocido puede resultar confuso y amedrentador. La mayor parte de los niños no saben qué esperar luego de la pérdida de un miembro de la familia o algún amigo. Es posible que los niños pequeños no comprendan qué realmente significa morir y puedan sentirse confundidos por las reacciones de los miembros de su familia.

Ya para cuando la mayoría de las personas llegan a la adultez, entienden mejor la muerte y el proceso de luto es más predecible. Los adultos ya han experimentado de primera mano sentimientos de coraje, confusión y tristeza, y han aprendido formas de manejarlas y sanar una pérdida. Los niños buscan respuestas y consuelo de los mayores que les rodean, sin embargo, a menudo nos sentimos impotentes para esta función. Si bien los adultos no tienen todas las respuestas, pueden ayudar a los niños a comprender mejor ese proceso del luto.

Esta guía trata algunos temas claves relacionados al complejo conjunto de reacciones en el niño como resultado de una muerte traumática. Aún cuando focaliza en la muerte traumática, esta información puede ser de ayuda a familias, trabajadores de casos, maestros y otros adultos que trabajen y vivan con algún niño que está experimentando el luto.

Esta sencilla guía intenta informar y ofrecer principios generales — su intención no es ser totalmente abarcadora o excluir otras observaciones o enfoques en la ayuda a niños en luto.

PREGUNTAS FRECUENTES

1. ¿Debería hablar del evento traumático?

No temas hablar del evento traumático. Los niños no se benefician de “no pensar en ello”o “sacarlo de sus mentes”. Si el niño percibe que sus cuidadores están alterados por la situación, no lo traerá a colación. A la larga, ésto hace que el proceso de recuperación del niño sea aún más difícil. No traigas tú el tema, pero si el niño lo trae, no evites discutirlo.

Escucha al niño, contesta sus preguntas, ofrécele consuelo y apoyo. A menudo no tenemos explicaciones adecuadas para una muerte sin sentido o traumática. Está bien decirle que no sabes por qué paso una cosa así, y que tú también te sientes confundido y alterado por ello. A la larga, el escuchar y consolar al niño sin evadir o sobre reaccionar, tendrá unos efectos positivos críticos y de larga duración en la habilidad que éste desarrolle el niño para manejar la pérdida traumática.

2. ¿Cómo debería hablar del suceso?

Utiliza un lenguaje y explicaciones apropiadas para la edad. El momento en que se hace y el lenguaje utilizado son importantes. En los momentos inmediatos después de la muerte, el niño no estará muy capacitado para procesar información compleja o abstracta. Según se aleja del incidente, podrá focalizar por más tiempo, digerir más y buscarle más sentido a lo que ha ocurrido. No te sorprendas si el niño actúa como si la persona amada no hubiese muerto o que habrá de regresar. A veces los niños pequeños se comportan como si no hubiesen “escuchado”nada de lo que dijiste. Se requieren muchos momentos de triste claridad para que la realidad de la pérdida penetre en los niños pequeños. Entre medio de esos momentos de dura realidad, los niños emplean una serie de técnicas para manejarse – algunas de las cuales podrían confundir o turbar a los adultos.

En este largo proceso el niño continúa “reexperimentando” la pérdida. En sus juegos, dibujos y palabras, el niño podría repetir,

reactuar y revivir algunos de los elementos de la pérdida traumática. Los adultos sobrevivientes escucharán al pequeño hacer las mismas preguntas una y otra vez. Puede que les pidan que describan una y otra vez “lo que pasó”. El niño puede desarrollar una preocupación empática profunda por otros que estén también experimentando una pérdida, incluyendo los personajes de los caricaturas animadas y los animales. “¿Dónde está la mamá de Mickey Mouse?”. O al ver un pájaro muerto podría preguntar – “¿Quién cuidará a sus pajaritos bebés ahora?”.

El niño experimentará y procesará el mismo material en formas diferentes en distintos momentos luego de que ocurriera la muerte. A la larga, la oportunidad de procesar y reprocesar muchas veces le facilitará un manejo saludable del suceso. Un niño específico podría estar reprocesándolo a través de todo su desarrollo. Aún años después de la muerte de la madre o un hermano, el niño podría revivir la pérdida y luchar por comprenderla desde su perspectiva de desarrollo actual.

Uno de los elementos más importantes de este proceso, es que los niños a diferentes edades tienen distintos estilos de adaptación y distintas habilidades para comprender conceptos abstractos como la muerte. Niños de distintas edades tienen muy diversas ideas sobre ésta. Los muy pequeñitos pueden no darse cuenta de cuán terminante es. Trata de no asociar el sueño con la muerte. Si ambas llegan a asociarse, no sería sorprendente que el niño tuviera miedo de dormir; o le diera miedo que sus seres amados se duerman. Trata de obtener algún entendimiento de lo que el niño piensa que es la muerte – tiene una visión de la otra vida, existen algunos miedos específicos de la muerte, y así por el estilo. Mientras más entiendas el concepto que tiene el niño de la muerte, más fácil se te hará comunicarte con él en una forma significativa.

3. ¿Debería hablar a otros del suceso traumático?

Sí. Informa a los adultos y niños en la vida del pequeño, de lo que ha ocurrido. Permite que los maestros, los padres de los amigos del niño y, de ser apropiado, sus compañeros, conozcan algo del dolor que éste está viviendo. A veces ésto hace que las personas en su vida le ofrezcan un poco de tolerancia, comprensión o nutrimento que le suavice el camino. Muchas veces la gente puede ser intolerante o insensible al tratar con el dolor de un niño en luto “¿No es ya tiempo de que lo sobrepase?”Cuando observes algo así, no seas tímido en llamar a la persona aparte y educarlo al respecto.

4. ¿Cuál es la diferencia entre luto y duelo?

Luto es la etiqueta que se le ha puesto al conjunto de reacciones emocionales, cognoscitivas, conductuales y físicas que se observan luego de la muerte de un ser querido. Las respuestas normales al luto incluyen negación, adormecimiento emocional, coraje, rabia, ataques de ansiedad (punzadas), tristeza, miedo, confusión, dificultad para dormir, regresión en los niños, malestar de estómago, pérdida del apetito, materializaciones histéricas (percepciones visuales o auditivas pasajeras de haber visto o escuchado a la persona querida) y otros muchos síntomas potenciales. Estos síntomas son similares a los que a menudo se observan en los periodos post-traumáticos agudos.

El duelo es el proceso formal de responder a la muerte. Ésto incluye los servicios fúnebres, funeral, velorio, vestirse de luto, y cosas por el estilo. Estos actos semi-ritualistas son muy útiles para organizar y focalizar la reacción de luto en el periodo inmediato después de la muerte. Es importante permitir que los niños participen de los elementos de este proceso. Uno de los elementos sanadores más importantes del duelo es que resulta ser un modo en que la persona puede “tener control” sobre la forma en que experimenta el trauma. En lugar de sentarse solo, con una serie de recuerdos intrusivos relacionados a la muerte, uno puede, en forma controlada, recordar a la persona perdida sin enfocar el suceso de muerte. El grado de control que se tenga al manejar un evento traumático es muy importante al determinar cuán destructivo éste llegará a ser con el tiempo.

5. ¿Cuánto tiempo debería durar el luto?

El luto es normal — las reacciones persistentes de luto no lo son. Así como una reacción persistente al trauma puede significar grandes problemas, lo mismo ocurre con las reacciones de luto persistentes. Si los síntomas que describimos arriba duran por más de seis meses, o si éstos interfieren con cualquier aspecto del funcionamiento, es necesario hacerles frente. Si el niño está en terapia, comunícaselo al terapista. Averigua si su desempeño escolar se ha afectado. Obseva cualquier cambio que ocurra en sus patrones de juego o pérdida de interés en otras actividades. Observa. Sé paciente. Sé tolerante. Simpatiza con él. Éstos niños han sido heridos y viven en continuo dolor.

6. ¿Debería yo preocuparme cuando un niño me dice que escucha la voz de su padre muerto?

Espera que ocurran experiencias “sensoriales” fuera de lo común. Los niños (y adultos) a menudo experimentan sensaciones visuales, auditivas y sensoriales fuera de lo común, aún más de seis meses después de ocurrida la pérdida. El niño puede pensar que escuchó la voz de la persona– o que la vio entre la multitud– o que de reojo le pareció ver su imagen reflejada en la ventana. Estas percepciones son más comunes a la hora de levantarse o acostarse. Las mismas pueden resultar perturbadoras tanto para los padres, cuidadores como para el niño. Tranquiliza al niño. A menudo estas “visiones”se interpretan dentro del contexto de unas creencias religiosas — “vuelven a decirme que todo está bien — todavía están conmigo”. Ésto puede ser muy importante para el niño y no hay razón alguna para socavar estos sentimientos. Estas “materializaciones histéricas” son comunes y a menudo mal llamadas “halucinaciones”visuales o auditivas. Si tienes alguna pregunta sobre estos síntomas, contacta a algún profesional de la salud mental de experiencia o a un médico.

7. ¿Entienden los niños estos sucesos con exactitud?

Con frecuencia, los niños pequeños hacen unas presunciones equivocadas respecto a la causa de eventos importantes. Desgraciadamente estas presunciones pueden incluir algún sentido de que el suceso–la muerte de un ser querido inclusive– fue su culpa. Los adultos a menudo asumen que la causalidad está clara — murió en un accidente de carro, recibió un disparo de un carro que pasaba, murió en un fuego– El niño fácilmente puede distorsionar el suceso y llegar a conclusiones equivocadas de su causa. Mi mamá murió en un accidente de carro porque venía a recogerme a la escuela. La persona que le disparó a mi hermano me estaba apuntando a mi y le pegó a mi hermano pues él estaba en mi cuarto. El fuego fue la forma en que Dios castigó (o hizo martirizó) a mi familia. En muchas de sus explicaciones distorsionadas, los niños asumen cierto grado de responsabilidad por la muerte. Ésto puede llevarlos a tener sentimientos de culpa sumamente destructivos e inapropiados.

Sé claro. Explora lo que el niño siente sobre la causa del suceso. Corrige y aclara si notas que está llevando algún razonamiento equivocado. Con el tiempo, la habilidad del niño para hacerle frente a estas situaciones se asocia a su habilidad para entender. Aún cuando hay ciertos elementos de la muerte y la tragedia que parecieran estar fuera de toda comprensión, así mismo se le puede explicar al niño– hay algunas cosas que no entendemos. No dejes que el niño desarrolle el sentido de que hay algo secreto en este asunto– ésto podría resultar muy destructivo. Permíte al niño saber que hay cosas que los adultos tampoco saben ni pueden entender.

¿CÓMO PUEDO AYUDAR?

1. Sé sincero, abierto y claro

Ofrece a los niños los hechos relacionados a la muerte. Aún cuando no hay necesidad de describirlos con lujo de detalle, es importante que se le ofrezcan algunos detalles. A veces éstos serán horribles, pero es necesario que el niño reciba infomación correcta de los hechos. De no ofrecércelos, su imaginación los suplirá. Muy a menudo estos detalles imaginarios son distorsionados, poco precisos, aún más horribles que los detalles de la realidad misma y pueden interferir con el proceso de sanación a largo plazo.

2. No evites hablar del tema cuando el niño lo traiga.

Al igual que con otros traumas, los mayores que rodean al niño tienen que estar disponibles cuando éste desee hablar, pero a la vez deberán abstenerse de escudriñarle si el niño no desea hacerlo. Ésto puede querer decir contestar alguna pregunta — puede querer decir luchar con una pregunta muy difícil. “¿Duele cuando uno muere quemado?” No te sorprendas si en medio de tu lucha por encontrar la respuesta correcta, el niño se va a jugar y se muestra desinteresado. En ese momento no ha podido tolerar el nivel de intensidad emocional y está tratando de manejarlo evadiéndolo.

Los niños pueden percibir si el tema es emocionalmente difícil para los adultos que le rodean. Es posible que entonces trate de agradarlos–ya bien evitando los tópicos emocionales o insistiendo en otros que sientan son más agradables para los adultos. Trata de medir tu propio sentido de incomodidad y háblalo directamente con el niño. Para él resultará reconfortante saber que no está solo en su malestar emocional.

Los niños miran hacia los adultos para comprender e interpretar sus propios estados internos. Los más pequeñitos aún pueden reflejar la naturaleza e intensidad de las emociones de los mayores. Así que si sientes que no estás capacitado para controlar tus emociones cuando está tratando de ayudar a un niño, necesitarás utilizar contigo mismo algunas técnicas para manejarlo. Toma unos momentos para ti, serénate y luego trata de ayudar al niño. Es simplemente humano perder el control y tornarse sumamente emocional en momentos como éstos. No es malo si, cuando te sientas más sereno, puedas ayudar al niño a comprender cómo fuiste abrumado por la emción (tal como le pasa a ellos algunas veces) y cómo tú también estás tratando de comprender. “Tenemos que ayudarnos unos a otros cuando estamos tristes”.

3. Prepárate a discutir los mismos detalles una y otra vez.

Espera oir al niño decir cosas que tal parecería no te “escuchó” cuando se lo dijiste la primera vez. Las poderosas y pervasivas implicaciones de la muerte para un niño pueden ser abrumadoras — un evento traumático. Las respuestas del niño a la muerte de uno de sus padres, de un hermano u otro ser querido, podrán ser similares a sus respuestas en cualquier otro evento traumático. Ésto puede incluir adormecimiento emocional, evasión, tristeza, regresión, episodios de manifestación de coraje, frustración, miedo de lo desconocido (el futuro), impotencia y confusión.

El niño tendrá recuerdos recurrentes, intrusivos y que despierten sus emociones, de la persona amada o de su muerte,. Si no tiene una imagen clara de cómo ocurrió la muerte, imaginará una diversidad de escenarios. Estas imágenes se repetirán una y otra vez. Cuando lo hagan, el niño ( si él o ella se siente a salvo y apoyado por los mayores que le rodean) volverá a preguntar sobre la muerte, cosas específicas de ésta y de su ser querido. Con paciencia, repítele los datos claros y verdaderos. Si hay algo que no sabes — si también tú te has preguntado sobre la naturaleza de la muerte o algún detalle de esta pérdida en específico– compártelo con el niño. Ayúdale a explorar posibles explicaciones, permítele entender que tanto tú como otros adultos pueden y muy a menudo tienen, que vivir con muchas incógnitas. Sin embargo, déjale saber que en este proceso que hay cosas que sí sabemos– cosas que sí entendemos. Trae a la conversación memorias, recuerdos e imágenes positivas de la persona amada.

4. Está disponible para el niño, se nutriente, reconfortante y predecible.

Haz lo mejor que puedas para estar disponible, ser cariñoso, brindar apoyo y ser predecible. Todo ésto le facilitará el trabajo al niño. Se sentirán más seguros y cuidados. La pérdida de uno de sus padres, algún hermano u otro ser querido es un suceso extremadamente traumático que cambiará para siempre la vida del niño. El niño tiene ante si, en cierto sentido, la tarea para su vida entera de trabajar y volver a trabajar– experimentar y volver a experimentar la pérdida de estos seres amados. Cada festividad– cada ocasión “familiar”– revivirá en el niño la pérdida, la muerte y el fantasma de su ser amado. La presencia de cuidadores, maestros, terapistas y trabajadores de casos, que estén disponibles, sean nutrientes y cariñosos, ayudará a que esta travesía sea más fácil.

5. Entiende que los niños sobrevivientes, a menudo se sienten culpables.

Un niño que sobrevive cuando miembros de su familia han muerto, puede a menudo sentirse culpable. Ésta es una creencia que podría resultarle sumamente destructiva y pervasiva. El grado de culpa que el niño pueda sentir, frecuentemente está asociado con el nivel en que desarrollan y mantienen unas presunciones equivocadas del suceso. Uno de los pricipios más importantes en este proceso es que los niños no saben cómo verbalizar o expresar su sentido de culpa del mismo modo que lo hace los adultos. El sentido de culpa, como lo expresan los niños, puede más bien observarse en conductas y emociones relacionadas al odio de si mismos y la auto-destrucción. Es muy posible que el niño no pueda poner en palabras que su sentido de culpa por haber sobrevivido esté íntimamente relacionado a su sentido de minusvalía, o sus conductas destructivas o de auto-maltrato.

Niños que sobreviven la muerte súbita de alguno de sus padres sufrirán un profundo sentido de culpa por el hecho de haber sobrevivido. Hubo algo malo en mi. Yo pude haber estado allí– Yo debí haber estado allí. Estos pensamientos recurrirán en un sinnumero de formas; y la mayor parte de las veces el resultado de estos serán pensamintos de culpa. Si los cuidadores, terapistas y maestros de estos niños pueden minimizar estas ideas potencialmente destructivas y en aumento, se facilitará su recuperación.

6. Aprovecha otros recursos

Existen muchos otros profesionales bien adiestrados que están dispuestos a ayudar, a ti y al niño, en tu trabajo con estos problemas. Aprovéchalos. Si el niño está recibiendo terapia, habla con su terapista. Llama a nuestras oficinas–estamos siempre inetresados en ayudar a los niños. Siempre recuerda que ésto no desaparece– la forma en que el niño lo experimenta cambia, evoluciona y madura. La pérdida de uno de sus padres, un hermano o par, siempre estará con ellos. Ayúdalos, con el tiempo con tu amor y comprensión, a desarrollar un sentido maduro de esta pérdida.

ACERCA DE LOS AUTORES

Bruce Duncan Perry, M.D., Ph. D.

Dr. Perry es el Director Médico, los Programas Provinciales en la Salud Mental de Niños para el Alberta la Tabla Mental de la Salud. Además él continúa dirigir la Academia de ChildTrauma, una instrucción y founded de instituto de investigación en 1990. De 1992 a 2001, Dr. Perry sirvió como el Thomas S. El Profesor de Investigación de Trammell de la Psiquiatría de Niño en el Colegio de Baylor de la Medicina y el Jefe de la Psiquiatría en el Hospital de Niños de Tejas en Houston, Tejas. Para mas informacion favor de leer su bibliografia.

Jana Rubensein, M.Ed., LPC

Jana Rubenstein es el Director de la Academia de ChildTrauma. En este papel ella proporciona el descuido y el liderazgo para los varios proyectos de Academia. La Sra. Rubenstein tiene trabajar clínico extenso de experiencia con niños y familias tratando con el trauma y la pérdida.