Respaldo de material de tanatología

Afrontar la propia muerte

De: Mile  (Mensaje original) Enviado: 06/06/2002 23:19

Morir es algo absolutamente desconocido para cada uno de nosotros, es una paso de mucha trascendencia que causa angustia lo cual hace factible que el ser humano piense en eludirla o retrasarla aún sabiendo que no puede dominarla. Por lo tanto la muerte es algo que debe comprenderse y aceptarse pero sólo resulta posible lograrlo dentro de cada uno de nosotros, en nuestro fuero interno, en nuestra propia conciencia y en el convencimiento de una existencia plena y una vida con actitud abierta y en eterno aprendizaje, tomando los errores y fracasos como maestros de vida y encontrando algún punto de alegría en la contrariedad.
Sera posible??  Seremos capaces de afrontar nuestra propia muerte en este instante??

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De: Fernando_Díaz Enviado: 07/06/2002 6:42

ES INDISPENSABLE, PARA ECONTRARNOS CON LA MUERTE, ENCONTRARNOS CON NUESTRA PROPIA MUERTE…  MORIR… OLVIDAR NUESTRO PASADO Y NUESTRO PROCESO HISTORICO, PARA ASÍ NO DEPENDER… SIN DEPENDENCIA, SIN ANHELOS DEL PASADO, LIBRE CAMINARÉ ACOMPAÑADO DE MI MUERTE… TALVEZ ASÍ, LA MUERTE, MI MUERTE, NO ME CAUSE DOLOR… TALVEZ ASÍ, ESTARÉ PREPARADO PARA AYUDAR AL OTRO A MORIR… A VIVIR MURIENDO!!

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De: montedeoya Enviado: 09/06/2002 2:12

Excelente, Fernando. Sigue así: …. a vivir muriendo en cada momento, en cada vida, en cada hecho. Es ella mi compañera, es ella quien me recibe, es ella MI GRAN MADRE (de ahí lo femenino de la muerte): ella nos recibe, nos acoge, nos abraza. Ella es, en verdad, nuestra amiga….. nuestra amada muerte.
Montedeoya

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De: montedeoya Enviado: 16/06/2002 3:31

Os adjunto el taller del equipaje; algunos le conoceis, otros tal vez no. Es sencillo y puede aportaros algo. Una de las tareas más difíciles de llevar a cabo es …… (y no es la muerte) …. es ser consecuentes con nuestras propias creencias: no importa lo que sean con tal de que seamos consecuentes con ellas; es precisamente la consecuencia lo que hace la diferencia entre una creencia y una verdad asumida (recordada) como propia … en eso estamos. Somos aprendices y lo intentamos ….
montedeoya

EL EQUIPAJE

Allí estaba, como todos los días, a la misma hora, en la misma posición y mirando su maleta. Los cristales de su vieja ventana -pequeños recuadros de historias ya pasadas- tan solo dejaban entrever una postura de vieja holgura y un mirar no se sabe dónde. A sus 78 años, y tras muchos años de intentar su maleta arreglar, poco le quedaba por esperar. De joven, cuando su vitalidad lo permitía, se acercaba a la maleta e intentaba su equipaje preparar. Más todo terminaba allí: en un querer pero no puedo, en un saber pero no se. Así, y por muchos años -tantos que ya lo había olvidado-, y al cabo de unos instantes casi distantes, terminaba por abandonar aquello que no se atrevía a ahondar. Como siempre, las sabias palabras de su padre golpeaban insistentes sus recuerdos, sacudiendo el polvo que años de experiencias habían depositado suavemente: ?Mantén siempre tu equipaje preparado?. Más lo que su padre no le había dicho era lo que en su equipaje debería llevar. Y aún hoy no lograba descifrar qué era aquello que debería llevar para un viaje cuyo destino ignoraba en total. Y no es que fuese perezoso, pues de oso nada tenía, eran aquellos a quienes preguntaban, tanto él como ellos, los que por error se equivocaban.

– Dime, ¿si has de partir, qué equipaje has de urdir?
– Primero, has de saber, debes decirme a dónde he de ir.
– ¡A cualquier lugar! ¿Acaso importa a donde has de ir si es obligado partir?
– Más, insisto, ¿será tierra caliente donde todo ente su cuerpo ha de derretir?
– De ello nada se.
– ¿Será acaso tierra fría donde se enfría todo vivir?
– De ello nada se.
– ¿Tal vez tierra templada donde soplada la vida ha de transcurrir?
– De ello nada se.
– Pero, vamos, ¿acaso algo has de saber?
– Oh, si, ¡que obligado es el proceder!
– Pues si así le pones, ¡melones no habré de llevar!

Así, y como tantas otras veces, peces y otras reces, sus interlocutores, como autores, le venían a ofrecer. Más la pregunta, que se unta más no se pega, llega una y otra vez: ¿si has de partir, qué equipaje has de urdir? En sus recuerdos las palabras de su padre de nuevo se repetían: ?Querido hijo, la vida es el equipaje que cada uno se fabrica y lleva, llueva o no llueva; cuanto más le metas, más pesado se te hará. Así, piensa siempre en qué será aquello que en ello meterás?.

Un día, como sin buscar más buscando algo que llevar, una pequeña y vieja mujer le preguntó:

– ¿Qué buscas tan insistentemente que ya mi mente ha de turbar?
– ¡Ah!, anciana mujer, busco aquello que tu bello cuerpo nunca ha de reflejar. Dime, que a mi te diriges, ¿qué es lo que en mi equipaje he de llevar?
– Antes bien, debes decirme, ¿hacia dónde has de partir?
– ¡A cualquier lugar! ¿Acaso importa a donde has de ir si es obligado partir?
– En tu hablar ya se denota el largo caminar que, tras nota y nota, todo peregrino ha de apuntar. Si bien, ¡fácil me lo pones!
– ¿Qué? ¿Has de saber tu más que lo sabios que en este mundo ha de haber?
– ¿Acaso ves en mi rastros de equipaje por llevar?
– No, ciertamente no. Tu andar ya no es como el caminar. Dime, te lo ruego, ¿cuál es ese tan afamado tesoro que he de llevar?
– Mucho me extraña que un hombre de tu maña desconozca tan semejante tesoro que todos han de conocer.
– Pues así es, sabia mujer. Largos años he buscado lo que no he encontrado en ningún lugar.
– Ese es el punto, bien lo has dicho y me lo apunto: Tu buscar errado ha vagado. Es en tu interior donde semejante búsqueda debió de comenzar; tal vez así tu vagar pronto su fin hubiese podido encontrar.
Dime, pues, con prontitud, ¿qué actitud es la que he de asumir para este discurrir pronto sucumbir?
– Responde tu, como corresponde a todo hombre, al acertijo de su vivir: ¿qué es aquello que protege de todo mal, por muy mal que se ha de presentar? Ni el frío, y mucho menos el calor o el templado de su color, han de daño producir a aquel que por este se deja conducir. ¿Qué es aquello que por todo y para todo te ha de servir y del servir por vivir se ha de olvidar? ¿Qué es aquello que llenará tu fardo sin siquiera carga producir?
– ¡Asombrado me dejas!, anciana mujer. En tus canas ya muchas ganas de vivir se reflejan por doquier. Dime, dime, ¿tan semejante prodigio cuál ha de ser?
– ¡Asombrada me dejas!, caminante de errado vagar, que desconozcas tan semejante talante que por delante seguro te pudo pasar. Ciertamente te diré la identidad de tan ilustre deidad, más tras acertijo deberás buscar.
– ¿Y cuál acertijo a este hijo tuyo has de dar?
-Fácil será: ?Ve a Roma que seguro al volver lo encontrarás?.

Y así, allí estaba nuestro amigo, como todos los días, a la misma hora, en la misma posición y mirando su maleta, ¡maleta que para Roma quería preparar!

J. Montoya Carrasquilla, 1999

TALLER SOBRE LA MUERTE

A. Lectura: El Equipaje (15 minutos)
B. Una vez leído El Equipaje, se plantea el siguiente esquema:

La muerte (*) ha sido vista tradicionalmente desde dos puntos de vista:

1. Mi muerte como UN ACONTECIMIENTO DEL FUTURO.
2. Mi muerte como UN PRESENTE CONTINUO.
(*) Mi propia muerte, pues este taller no trata de la muerte ?del otro?
(es decir, de un familiar u otro ser diferente a uno mismo).

Si consideramos ?muerte? como un ?viaje que obligatoriamente tenemos que hacer a una ciudad cualquiera (cualquier ciudad del País)? para el cual debemos preparar unas maletas, entonces, aplicando el esquema anterior, tendríamos:

1. Iré a ?esa ciudad? más adelante, tal vez en diciembre (vacaciones), por ello, todavía no prepararé las maletas.
2. Como me puedo ir a ?esa ciudad? en cualquier momento, mantendré las maletas preparadas.

2. Pregunta (Taller): ¿Qué es lo que debemos meter en esas maletas? (15 minutos).
3. Listado en tablón de las alternativas del contenido del equipaje (15 minutos).
4. Análisis en grupo de las alternativas tomando como eje de comparación el amor (30 minutos).
5. Respuesta al acertijo.
6. Conclusión: No importa para donde vayamos (o tengamos que viajar) si con nosotros llevamos el amor: este nos servirá y protegerá en cualquier lugar. Así, si vamos llenos de amor, la muerte perderá su importancia. Por otra parte, podrá entenderse que la muerte no es otra cosa que una maleta en la que cada uno va ?metiendo? cosas (angustia, miedo, dolor, tristeza, liberación, re-encuentro, etc.), y, justo en el momento en que se lo plantea, es decir, en que se pregunta ?qué es la muerte?, lo que realmente se hace es descubrir de qué está llena la maleta. En otras palabras, la muerte es lo que cada uno quiere que sea (lo que cada uno ha metido en esa maleta).

Taller presentado en el VII CONGRESO FILOSÓFICO CORAZONISTA. Vida-Muerte, Una relación trascendente. Mayo 19-21 de 1999, Medellín (Colombia)
TEMA: EXPERIENCIA DE LA MUERTE. Visión Científica
Dr. J. Montoya Carrasquilla, M.D.