Respaldo de material de tanatología

¿Una verdadera epidemia?

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Dra Sánchez Alvarez, Jefe de Sección de Medicina Intensiva.
Jefe de Unidad de Nutrición Hospital General Universitario de Murcia.
Colaboradora de ADANER.
Anorexia, bulimia y otros trastornos de la alimentación.
12 de mayo de 2001.

Trastornos de la alimentación: ¿una verdadera epidemia?

Los trastornos de alimentación son desórdenes complejos que comprenden dos tipos de alteraciones de la conducta: unos directamente relacionados con la comida y el peso, y otros derivados de la relación consigo mismo y con los demás. Aunque aparecen alteraciones graves en la conducta alimentaria, existe un conflicto psicológico causa de esta alteración, y que debe ser la base del tratamiento.

¿Existe realmente una “epidemia” de trastornos de alimentación?. Aunque conocemos trastornos de alimentación desde la antigüedad: recordemos los ágapes de los romanos: la visita a los “vomitorium” tras grandes comilonas para vomitar y poder seguir comiendo era una costumbre habitual o en una época posterior los casos de personas, en especial mujeres, consideradas santas por los ayunos tan intensos que hacían; la primera descripción científica conocida de este tipo de trastornos es del año 1689: el Dr Morton comunica la existencia de una “consunción nerviosa” en una paciente suya en la que no encontró causa de enfermedad para su negativa a comer y su deterioro nutricional. En los años siguientes hay comunicaciones científicas aisladas. En el pasado siglo XX la preocupación por esta enfermedad es creciente, estudiando fundamentalmente los casos de anorexia, quizás por el hecho de ser “visibles”, mientras que otro tipo de trastornos son difíciles de descubrir si no son dichos por los pacientes.

A partir de los años 50 el conocimiento es mayor, en primer lugar porque se estudian los factores biológicos y psicológicos, a la vez que emerge la importancia que los hábitos sociales y educativos tienen en el desarrollo de esta enfermedad. De hecho, los modelos de belleza femenina cambian a partir de esta fecha: las curvas deseables de los años anteriores desaparecen para dejar pasar un modelo delgado, andrógeno. El cambio del papel de la mujer en la sociedad, el abandono del hábito de comida en familia son factores que se evocan para el “aumento” de casos de trastornos de alimentación.

¿Realmente existe este aumento? Pienso que el número de personas que caen en la anorexia sigue siendo similar al de hace unos años: lo que existe actualmente es una mayor atención a estos pacientes. Lo que sí parece estar aumentando son los casos de bulimia y los trastornos de alimentación no específicos: es decir, aquellos en que la ansiedad, la frustración, el aburrimiento son la base fundamental de esta alteración de la conducta alimentaria.

La anorexia nerviosa es conocida ampliamente: las personas que presentan esta enfermedad rehusan mantener el peso corporal en un peso adecudado, tienen un miedo intenso a la ganancia de peso o de grasa, incluso estando muy por debajo de un peso correcto, tienen una distorsión de la imagen propia totalmente errónea, pues se siguen viendo gordas. Para conseguir estar delgadas rehusan comer, utilizando para ello todos los medios a su alcance: esconden la comida, siempre “han comido” cuando se les pide que coman, desmenuzan la comida del plato cuando tienen que comer acompañadas, rehusan cualquier elemento energético, se eternizan en comer…. En el caso de las mujeres se considera necesario la ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos. (consecuencia de la malnutrición que presentan).

Se considera que la bulimia nerviosa ocurre en aquellas personas que tienen episodios recurrentes de “atracones” de comida ( rápido consumo de una gran cantidad de comida en muy poco tiempo), una pérdida de control durante los atracones, que les imposibilita para dejar de comer, seguidos de vómitos autoinducidos, el uso de laxantes o diuréticos, y alternando con episodios de dietas estrictas o ayunos. Tienen una preocupación excesiva con el peso corporal Para entrar dentro de esta clasificación se requieren un promedio de dos atracones por semana al menos durante 3 meses.

Estas dos alteraciones clásicas son bien conocidas; pero existen una serie de alteraciones con la conducta alimentaria, (trastornos de la conducta alimentaria no específicos) reconocidos desde hace bien poco, y que están siendo motivo de atención médica y psiquiátrica; por ejemplo, el sindrome compulsivo alimenticio comprende a personas que intentan dietas en un gran número de ocasiones, tienen dificultad para saber cuando tienen hambre o cuando están saciadas, se consideran adictas a la comida, pues comen, comen, comen…. y tienen un pobre concepto de sí mismas. Su situación sigue un círculo vicioso que les imposibilita la vida: Cuando tienen un problema al que no pueden hacer frente la respuesta es: estoy demasiado gorda, si aldegazo, podré con todo: debo seguir una dieta. En ese momento bien inician una dieta severa que no pueden seguir, por lo que comen compulsivamente o bien nada más proponerse hacer la dieta comen compulsivamente, por lo que sienten que han fallado terriblemente y se sienten fracasadas: no pueden hacer frente al problema y……. De esta forma presentan un fracaso diario, que las convierte en grandes comedoras, habitualmente obesas. Este síndrome fue recientemente reconocido como un trastorno de alimentación ( 1990), aunque no está considerado como una alteración psiquiátrica.

A estos trastornos podríamos añadir una serie de trastornos conocidos y que no cumplen los criterios clínicos propios de la anorexia y la bulimia: así encontraremos pacientes con criterios de anorexia, pero que no han perdido la menstruación a pesar de estar malnutridas o bien pacientes que cumplen criterios de anorexia nerviosa pero que mantienen el peso; otros que usan métodos diversos con la alimentación dirigidos a no engordar ( por ejemplo mastican la comida, pero no se la tragan), o hacen conductas compensatorias inapropiadas ante mínimas cantidades de comida (una patata chips puede ser motivo de gran cantidad de ejercicio y culpabilidad); otros pacientes tienen atracones muy ocasionales que mantienen durante tiempo, pero siempre menos de 2 atracones semanales; y otras pacientes que se dan atracones ocasionales pero que no vomitan. La “pica” ( necesidad de comer sustancias no comestibles, como tiza, yeso,… también está considerada como trastorno de alimentación, pero no condiciona un alteración en la vida como la de los trastornos anteriormente descritos.

Así, consideramos que existe un aumento estos trastornos, pero sobre todo un mayor conocimiento de los mismos. Se considera que este tipo de enfermedades afectan sobre todo a mujeres adolescentes y jóvenes: En la literatura médica mundial existen estudios epidemiológicos que demuestran que la Anorexia nerviosa afecta hasta el 0.5% de adolescentes mientras la bulimia nerviosa alcanzaría hasta el 1%. Las cifras no son muy distintas en nuestro país: Morandé comunicó en 1999 los resultados de estudios realizados a una población joven (edad media 15.05 años) de hombres y mujeres: sus cifras en el grupo de mujeres eran de 0.69% para Anorexia nerviosa y 1.24 % para Bulimia nerviosa; pero comunicó una incidencia de Trastornos de comportamiento alimentario no específicos del 2.76% en el grupo de mujeres. En el año 2000, Pérez Gaspar y colaboradores comunicaron la existencia de anorexia nerviosa en 0.31%, de bulimia en el 0.77% y de trastornos de comportamiento alilmentario no específicos en el 3.07% en un grupo grande de mujeres con edad media de 15.48 años.

Si tenemos en cuenta que en el momento actual la población femenina entre 10-18 años de España es de 1.592.251 (datos del Ministerio Educación y Ciencia del Curso 1999-2000), y extrapolamos las cifras comentadas anteriormente, podremos comprender la importancia que estos trastornos de alimentación tienen: posiblemente la población afecta superará las 66.000 adolescentes: Casi 5000 adolescentes femeninas padecen una anorexia nerviosa, más de 12.000 sufren bulimia y cerca de 49.000 presentan un trastorno de alimentación no específico.

También los hombres se van “contagiando” de la enfermedad, y aunque es mucho menor el número de varones con trastornos de alimentación, (se calcula que existen cerca de 6.000 adolescentes que presentan anorexia o bulimia) vemos poco a poco crecer esta enfermedad en varones, en especial la bulimia. Existe un cuadro que es más frecuente en varones que en mujeres, y aunque no está considerado como un trastorno de alimentación, sí puede dar paso a la aparición de los mismos en alguna ocasión. Me refiero al deseo de musculación que ocurre en los gimnasios y que se acompaña de ingesta de múltiples productos energético-proteicos junto con dietas alimenticias como medio de conseguir la forma física deseada. Esta puede ser una puerta abierta para los varones para ingresar en los trastornos de alimentación no especificos, e incluso en la anorexia o bulimia.

De aquí la importancia que tiene el abordaje de estos trastornos. Es necesario un mayor conocimiento de los mismos y una concienciación de la sociedad de su existencia. Sólo así podremos iniciar la lucha contra esta creciente “epidemia” .