Respaldo de material de tanatología

El Existencialismo

    1- INTRODUCCIÓN

    1.1 El contexto filosófico

    El existencialismo es una corriente filosófica de finales del XIX y principios del XX, cuyas influencias van más allá de la Segunda Guerra Mundial. El existencialismo es sucesor de la filosofía de Nietzsche; no existe como teoría filosófica propiamente dicha, más bien es un conjunto de autores que piensan y viven existencialmente. La más clara influencia de Nietzsche es la negación a considerar el hombre en abstracto, o sujeto de categorías metafísicas. No les interesa qué es el hombre (su esencia) sino profundizar en su existencia real y completa.

    Los acontecimientos que dominan la primera mitad del siglo XX (casi 60 millones de muertos entre las dos Guerras Mundiales, las revoluciones rusa y china, las dictaduras en Italia y Alemania, la crisis económica de los años 30 y la energía atómica con fines bélicos) determinaron un proceso de despersonalización según el cual el individuo pierde identidad diluido en una masa social fácilmente manipulable.

    Además las dos corrientes filosóficas predominantes al comenzar el XX (idealismo de origen hegeliano y mecanicismo positivista) habían mantenido el criterio común que considera al sujeto humano como un ser pasivo, carente de esencia y personalidad completas.

    La respuesta existencialista es una protesta contra la despersonalización, considerando al hombre como actor de su propia historia. Quieren abandonar la actitud distante de la filosofía tradicional que analiza al hombre como espectador de los acontecimientos. El existencialismo no quiere ser objetivo ni académico; se declara apasionadamente comprometido con el individuo. En síntesis, otorga prioridad a lo siguiente:

    1. a la existencia sobre la esencia;
    2. a la vida sobre la razón (rechaza la abstracción);
    3. a la praxis sobre la teoría; y
    4. a la libertad sobre la determinación.

    1.2 Diferentes tendencias existencialistas

    Muchos autores han hecho clasificaciones diferentes, que sólo permiten concluir que no existe el existencialismo sino, en plural, existencialismos. Empecemos por exponer una clasificación que distingue tres tendencias:

    a) Tendencia amplia: es una clasificación excesiva y confusa que pretende incluir como existencialistas a Sócrates, Pascal, Nietzsche y Sartre, entre muchos otros. En realidad, considera existencialistas a todos aquellos en los que predomina la antropología sobre otras posibles “partes” del quehacer filosófico (Mounier).

    b) Tendencia intelectual: otro francés (Jacques Maritain), un neotomista, mantiene que ser existencialista es simplemente afirmar la existencia como un acto vivido y ejercido; y, por otro lado, un planteamiento académico que permite desarrollar ideas y teorías.

    c) Tendencia religiosa: algunos clasifican los existencialistas según su dimensión religiosa. La respuesta del ateísmo existencial ante la despersonalización (Sartre y Heidegger) y el existencialismo cristiano ante el mismo problema (Jaspers y Kierkegaard).

    Otros autores han distinguido otros tres tipos fijándose en que el existencialismo no consiste en ser, sino en la relación con el ser:

    d) E. negativo, es decir, pesimista porque entiende al hombre dirigido hacia la nada, a la angustia y a la muerte (Sartre).

    e) E. teológico, es decir, optimista por el convencimiento en la existencia de una realidad absoluta que garantiza las posibilidades de realización del hombre (personalismo cristiano).

    f) E. positivo. ni pesimista ni optimista; las posibilidades de realización del hombre son reales, no estando condenados a un fracaso irremediable pero tampoco la realización es infalible (Merleau-Ponty).

    Todas estas clasificaciones sólo se entienden si distinguimos entre actitud existencial y pensamiento existencialista. Así llamamos existencialistas a los filósofos que mediante el método fenomenológico (Husserl) pretenden un análisis sistemático de la existencia; y filósofos de la existencia a los pensadores que adoptan la actitud que hemos descrito antes, según la tendencias.

    1.3 Orientaciones fundamentales

    Las cuestiones que resumen los contenidos más importantes del ex. son seis:

    – El uso del método fenomenológico de Husserl como análisis de la existencia humana.
    – La distinción entre existencia auténtica y existencia inauténtica, referidas al individuo.
    – El principio de que la existencia es anterior a la esencia.
    – Interés por el hombre concreto y el sentido de su existencia.
    – Interés por el hombre “mundano”, que obliga a preguntarse por el sentido del mundo y la historia.
    – Interés por el ser angustiado ante el problema de la muerte.

    a) El método fenomenológico. El e. pretende ser un humanismo (filosofía del hombre) como persona individual, y ser social en consonancia con sus circunstancias históricas. El método utilizado será el propuesto por Husserl; filósofo más bien esencialista, es decir, preocupado por lograr que la filosofía alcanzara el nivel de ciencia estricta. Su método no quería limitarse a dar teorías abstractas (intelectualismo, marxismo, idealismo), sino a describir con exactitud los fenómenos tal como aparecen en la conciencia.

    El método se adaptaba bien a los objetivos de la temática existencialista, pero se limitan al uso de él, no adoptando el pensamiento global de su autor.

    b) Existencia auténtica y existencia inauténtica. Frente al espectáculo de muerte y ruina de la posguerra, la ciencia ofrecía al hombre un avance tecnológico que propiciaría la sociedad de consumo. Esta plantea una doble opción: tener más o ser, es decir elegir la identidad propia.

    La existencia auténtica consiste en elegir la segunda opción. Sin olvidar que el hombre es un ser temporal e histórico, limitado por una circunstancias concretas; la existencia auténtica se caracterizará por vivir de acuerdo con el propio ser y tener conciencia de la propia limitación; y en el extremo de su limitación se encuentra la muerte. El hombre auténtico no escapa de la angustia de la nada, de la experiencia consciente de ser para la muerte. La existencia auténtica, que vive la angustia, permite despertarse de falsas ilusiones o seguridades, y reconocerse “desnudo”. A partir de aquí, podrá tomar la opción radical de realizarse a si mismo (frente al absurdo mundo consumista sin sentido que le rodea). La existencia auténtica es la realización de la libertad de elección, es decir, frente al sentimiento del absurdo de la muerte elegimos libremente crear valores propios.

    La existencia inauténtica es la del sujeto que renuncia a la libertad de realizarse a si mismo, caracterizándose por el anonimato (una más en la “masa”), la mediocridad (hace lo que la gente hace), la frivolidad (prefiere la charlatanería superficial), la irresponsabilidad (no se plantea problemas, no se esfuerza en buscar soluciones y no prevé consecuencias) y es inconsciente (se evade de las grandes cuestiones de la existencia humana).

    c) La existencia es anterior a la esencia. Definir al hombre por su esencia (animal racional, por ejemplo), considerando accidental lo que la caracteriza como individuo concreto, es lo propio de la filosofía tradicional. Para el e. no es lo importante en el hombre concreto ser animal racional, sino precisamente lo que le individualiza o le distingue de cualquier otro. Lo que distingue a una persona de otra son sus decisiones individuales, su ejercicio de la libertad de elección.

    Es lo concreto, los caracteres individuales que adquiero al cabo de la vida, lo que constituye mi yo. Ese conjunto de caracteres es mi esencia real, no realizada hasta el final de la vida (existencia). Por tanto, la existencia precede a mi esencia, porque ésta sólo será completada al final de aquélla. Además esto ocurre con cualquier objeto.

    d) Interés por el hombre concreto. El e. no está interesado por el hombre en general, sino por el existir cotidiano individual de cada hombre, el que existe de verdad y está en el mundo.

    El sentido de la vida humana no debe ser una generalización, sino que se trata de la orientación que cada uno queremos dar a nuestra propia vida. Cada uno elige su manera de vivir, depende de nuestra libre elección condicionada por el entorno social e histórico en el que se vive. No elegimos existir o no existir; el ejercicio de la libertad sólo determina la forma de la existencia.

    e) Interés por el hombre “mundano”. El hombre concreto está abierto al futuro, a un abanico de posibilidades y no puede escapar de las circunstancias que le rodean. El hombre se ve “arrojado” a un mundo concreto: las cosas, las personas, las situaciones concretas condicionan la existencia real, y, a la vez, la hacen existencia humana. Esta es un proyecto que se va realizando pagando el precio de perder muchas posibilidades que jamás serán realizadas. El hombre es actor y autor, a un tiempo, de su historia. Sólo cuando el hombre asume esa realidad, cada día, se encuentra a si mismo y construye su existencia auténtica.

    f) Interés por el hombre angustiado. Abandonado a sus propias fuerzas, el hombre concreto se encuentra “desnudo”, sin nada. Todas sus actividades están dirigidas a un límite no traspasable: la muerte. El hombre no puede controlar su propio tiempo y se angustia: “La vida es absurdo” (Albert Camus); “El hombre es una pasión inútil” (Sartre).

    La autenticidad de la existencia humana consiste precisamente en aceptarla como su propia realidad, a pesar de la angustia. Se compromete con su mundo y su historia luchando contra falsos absolutos (Dios, Estado, Patria, familia, dinero, prestigio, etc.) que pretenden hacerle huir de la realidad de la muerte; que le impiden realizarse como “ser en el mundo”.

    La muerte no es la “última estación”, como dice el tópico, no es algo que viene desde fuera: ¡soy yo unido con mi propio fin! Yo me defino por mi fin: soy “ser para la muerte”. La muerte está en la estructura constitutiva de mi existencia.

    2- SU PENSAMIENTO

    Sartre se caracterizó por ser el principal representante y difusor del pensamiento existencialista. Es el que más ha contribuido a su formación y desarrollo, no sólo con obras de carácter filosófico, sino también con su obra literaria, con la que logro mayor influencia y difusión.

    Lo que más destaca de su pensamiento es su ontología fenomenológica: parte de la afirmación de que lo que existe es lo que aparece, lo que se manifiesta, el fenómeno; lo que es lo mismo, la apariencia no se esconde, sino que revela su esencia; la esencia misma que se manifiesta se revela tal como es.

    Esta descripción fenomenológica le lleva a distinguir entre el ser en sí y el ser para sí. En realidad el ser en conjunto consiste en una relación dialéctica entre estos dos polos: el ser y la nada.

    2.1 El ser en sí y el ser para sí

    El ser en sí es el objeto, la cosa. El ser es lo que es, y nada más. Es una entidad densa, encerrada en sí misma, no mantiene relación con ningún otro. No existe fuera de sí y se agota en sí mismo. No puede llegar a ser otro, y de esta carencia de relación se explica su incognoscibilidad.

    Este ser no es todo el ser. Existe una extraña relación de ser y no ser: el ser para sí. Es la conciencia o realidad humana. Es un ser incompleto, no acabado, que ha de realizarse. Es, sobretodo, conciencia de la nada, puesto que puede ser de otra manera, aspira a otro ser. En el ser para sí encontramos el no ser.

    Mientras el ser en sí es lo que es; el ser para sí, el hombre, es un proyecto, que existe en la medida que se realiza. El hombre debe romper la opacidad del ser en sí para relacionarse con el mundo, con la temporalidad concreta. El ser en sí es tranquilo, porque no se cuestiona nada. El ser para sí vive la intranquilidad de ser más o de otra manera. Esta proyección hacia la realización es un sentimiento de vértigo que Sartre denomina náusea.

    2.2 La existencia humana es libertad

    Sartre identifica la nada con la libertad: el hombre tiene que existir en una actividad, en una serie de actos que él mismo elige para llegar a ser él mismo. La nada puede llegar a ser, porque tiene en ella la posibilidad, la capacidad de realizarse a sí misma. La nada es el hombre. El hombre es angustia, la angustia de la libertad de elección: “estamos condenados a la libertad”. En el verso de Machado se reconoce el concepto de libertad existencialista: “se hace camino al andar”.

    No existe, desde este punto de vista, más ética que la de la situación, una ética concreta en la que la conciencia de libertad es el fundamento de los valores. La vida no tiene sentido antes de ser vivida, no se justifican por tanto las morales materiales teleológicas.

    2.3 Antropología

    La ontología de Sartre se reduce a antropología. No cabe entender al hombre, existencialmente, mas que como subjetividad. No es una subjetividad abstracta (el “yo pienso” cartesiano), sino una subjetividad en la que la existencia concreta es anterior a la esencia. Una subjetividad caracterizada por el compromiso de la realización del proyecto propio.

    Además se entiende como intersubjetividad. Es imposible concebir el “yo” sin el “tú”. La libertad es en realidad dialéctica de libertades. Mi libertad de elección se enfrenta con la libertad de elección de los otros. En este contexto se entiende la frase: “el infierno son los otros”. La contemplación del ejercicio de la libertad de otros es objetivar o cosificar al otro. Así instalamos en el orden del “ser en sí” a los demás. Al contrario, dialécticamente, en la mirada del otro reconozco mi esclavitud (alienación). Esto genera relacionas conflictivas, que en unos casos buscan la asimilación de la libertad de uno en la del otro, y en otros casos el intento de afrontar desde mi libertad la del otro. Esta lucha conlleva que la experiencia de la libertad pague el precio de la soledad.

    El humanismo existencialista de Sartre no toma como fin al hombre, sino que lo considera siempre fuera de sí mismo, trascendiéndose en la subjetividad (intencionalidad). El hombre, ser para sí, es el legislador y creador de valores, que sustituye a Dios. “El humanismo existencialista es un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente” que no hunde al hombre en la desesperación.

    http://www.terra.es/personal/ofernandezg/10.htm