Respaldo de material de tanatología

De la codependencia a la coparticipación positiva

Quiero ser Libre
De la codependencia a la coparticipación positiva
María Esther B: de Castillo
Elía María B: de Maqueo
Tesha P. de Martínez Baez

Estamos llamados a la libertad.
Esta es nuestra vocación.
Sólo existe una ineludible obligación:
No podemos renunciar a la felicidad,
porque sólo el libre es feliz
y sólo el feliz es libre.
José H. Prado Flores

El concepto de codependencia ha surgido en los últimos años y las teorías acerca de ella proceden, en su mayor parte, de personas que admiten tener esa enfermedad y están en proceso de recuperación.
Para las autoras de Quiero ser Libre, la codependencia es una enfermedad que se mani-fiesta en la incapacidad para lograr participar en forma positiva en una relación. El codependiente es una persona que depende emocional, psicológica, espiritual, física o financieramente de otra persona obviamente enferma, incapacitada o necesitada.
Es demasiado responsable y está demasiado involucrada con las necesidades, deseos, pensamientos y actos de otra persona, y esto afecta todas sus otras relaciones.
La palabra codependiente o coadicto proviene, según el diccionario, de las partículas co: con o necesario, y adicción: esclavitud. Es la persona necesaria para que la esclavitud funcione.
Además, la codependencia no respeta edades, estrato social o sexo. Toca a toda la so-ciedad en una forma o en otra.
Entre los grupos con mayor propensión a volverse codependientes están los cónyuges de los alcohólicos o adictos; los adictos en recuperación, los familiares de personas que trabajan demasiado, familias con algún trauma o en donde se sobreprotege y no se pro-picia la autonomía de los miembros, familiares de alguna persona incapacitada crónica-mente o las familias de un neurótico.
La codependencia proviene en gran parte de la manera como la persona se ve en su rela-ción con el mundo. No tiene referencia externa, se considera sin valor en sí misma, ne-cesita recibir ese valor del exterior y vive tratando que los demás la vean como ella quiere ser vista.
Entre otras características, el texto nos habla de que el codependiente siempre quiere aparecer como “bueno” y llega a creer que controla las percepciones de todos. Su vida se rige por lo que cree que los demás piensan de él y hará cualquier cosa por permane-cer en una relación, por temible que ésta sea, ya que sin esa relación siente que no “tie-ne” nada, que no “es” nada. Consume una gran cantidad de energía en conservar esas relaciones, aunque el costo sea muy alto. Quien sufre esta enfermedad tiene un gran miedo al abandono. Por eso muchas veces busca alguien más necesitado que él a quien cuidar y que no lo abandonará. Tiene una necesidad imperiosa de controlar las situacio-nes, a sí mismo y a los demás. En el fondo, se encuentra el “demonio” de la baja autoes-tima.
Como necesita de la aceptación de los demás, desarrolla un “sí mismo falso”, el cual se siente a disgusto, perturbado y sin autenticidad.
Ese “sí mismo falso” o codependiente es como una máscara: es envidioso, crítico y cul-pa a todos. Es perfeccionista y egoísta. Se obliga a ser lo que piensa que los demás quie-ren que sea. Es conformista. Da el amor con condiciones. Cubre, esconde y niega los sentimientos. No sabe lo que siente, es a veces pasivo y a veces agresivo; parece pode-roso y fuerte, pero en realidad no lo es. Tiende a aislarse y siempre quiere tener el con-trol. No se rinde. Bloquea la información que le llega del inconsciente. La mayoría del tiempo, cuando actúa ese “sí mismo falso”, se siente vacío, a disgusto, como aletargado. No se siente real, completo, integrado, sano. Siente que algo está mal. Pero cree que así debe ser, que eso es lo normal. Ese “sí mismo falso” puede ser destructivo para el propio ser, para otros y para las relaciones íntimas. Es como una espada de dos filos que sirve a diferentes propósitos, entre ellos el de protegerse de las heridas y del rechazo.
CODEPENDENCIA Y RELACIONES DE GÃ?NERO
En Quiero ser libre se explica: “Una de las aseveraciones más aceptadas en la sociedad y que destruye tanto la verdadera libertad del hombre y de la mujer, es que las mujeres han nacido y deben ser enseñadas a complacer en todo a su esposo, no importa que sean tratadas injustamente por él y cuánta enfermedad y sufrimiento traiga a la mujer y a los hijos esa sumisión equivocada. “Madonna Kolbenschlag, una autoridad en la filosofía social, en su libro Kiss Sleeping Beauty Good-Bye, explica cómo en la mayoría de las culturas se va equipando a la niña con dos tipos de “persona o máscara”: la de “ser obje-to deseable” y la de “vivir para el otro”.
La primera la condiciona a tener una necesidad de aceptación y de adulación excesiva, y la hace vivir pendiente de ser ese objeto deseable, sin preocuparse ni darse tiempo para desarrollar su personalidad propia y sostener relaciones firmes y auténticas con amigos y compañeros.
“La segunda le enseñará a olvidarse tanto de sí misma e el servicio y el sacrificio al otro, que ella misma no existe. Además, centra su vida en la espera de ese “otro”, que le va a dar sentido a su existencia. Es decir, su vida no vale la pena vivirse sino en razón del “otro”. Cuando ese “otro” no llega, la joven quedará frustrada de por vida y ni si-quiera pensará en la posibilidad de darle otro sentido a su vida. Muchas mujeres hoy en día estudian una carrera solamente para entretenerse mientras llega ese “otro” esperado.
“Por otro lado, a los hombres se les enseña que no deben expresar lo que sienten, ya que su papel de hombre se asocia con un nivel superior al de las mujeres, y por lo tanto, no pueden permitirse debilidades de ninguna índole, como mostrar sufrimiento, dolor o cualquier otro sentimiento.
“El hombre, por otra parte, debe ser educado para controlar el mundo, su familia y, por supuesto, sus sentimientos; y cuando no lo hace, se siente un completo fracaso. Siempre se espera de él que sea un triunfador, y vive su vida tratando de realizar las expectativas de los demás.
“Podríamos pensar que hoy en día todo esto pertenece al pasado, sin embargo, nos en-contramos con muchos matrimonios modernos que se inician sobre estas bases, parecen compartir la idea de compañerismo y de igualdad y aparentemente enfrentan la vida de diferente manera. Con el tiempo hemos visto que, en el fondo, prevalecen las mismas ideas y muchas veces, en lo más profundo de las dificultades matrimoniales, yacen ocul-tos los sentimientos de que la mujer no ha complacido suficientemente a su marido y de que él no ha llenado las expectativas de triunfo y de que no ha sabido controlar las si-tuaciones.”
El texto también detalla las cinco formas en que se puede manifestar la codependencia: rescate, reacción, atadura, dependencia y control. Analiza diversas historias que tienen que ver con situaciones codependientes y expresa posibles soluciones para estos casos, además de concluir con los pasos para la recuperación de esta enfermedad en general, que incluye: darse cuenta, aceptar la realidad y desear cambiar.
Barnetche de Castillo, María Esther y otras, Quiero ser libre. De la codependencia…, pp. 56-58.
Ficha bibliográfica: Barnetche de Castillo, María Esther y otras, Quiero ser Libre, de la Codepen-dencia a la Coparticipación Positiva, México, Vigésimo Primera reimpresión, 1999, editorial Pro-mexa, 211 pp.
Reseña: María de Lourdes Ruiz Pavón

“Si estás en una relación enfermiza y tienes miedo de dejarla, o has perdido a la persona que amas y no eres capaz de aceptarlo, es probable que utilice alguno de los dieciocho pensamientos perturbadores” que se señalan a continuación. Son engaños que emplea la mente para intentar salvar un amor perdido, “no importa qué tan inconveniente o dañino sea, la adicción afectiva no mide consecuencias. Es ciega por naturaleza.”

Excusar o justificar el poco o nulo amor recibido:
01.- “Me quiere pero no se da cuenta”
02.- “Los problemas psicológicos que tiene le impiden amarme”
03.- “Ã?sa es su manera de amar”
04.- “Me quiere, pero tiene impedimentos externos”
05.- “Se va a separar”

Minimizar los defectos de la pareja o de la relación:
06.- “Nadie es perfecto” o “Hay parejas peores”
07.- “No es tan grave”
08.- “No recuerdo que haya habido nada malo”

No resignarse a la pérdida (1). Creer que todavía hay amor donde no lo hay:
09.- “Todavía me llama”, “Todavía me mira”, “Todavía pregunta por mí”
10.- “Todavía hacemos el amor”
11.- “Todavía no tiene otra persona” o “Todavía está disponible”
12.- “Se va a dar cuenta de lo que valgo”

No resignarse a la pérdida (2). Persistir tozudamente en recuperar un amor perdi-do:
13.- “Dios me va a ayudar”, “Me hice echar las cartas” o “Me hice la carta astral”
14.- “Intentaré nuevas estrategias de seducción”
15.- “Mi amor y comprensión lo curarán”

No resignarse a la pérdida (3). Alejarse, pero no del todo:
16.- “Voy a dejarlo poco a poco”
17.- “Sólo seremos amigos”
18.- “Sólo seremos amantes”

“Todos obedecen a la misma necesidad: retener la fuente de apego mediante el au-toengaño”.

“Si logras observar las cosas como realmente son, dejando las parcialidades y las mentiras a un lado, tus esquemas irracionales comenzarán a tambalear. Aunque te duela el alma y tu organismo entre en crisis de abstinencia, no hay otro camino. Además, tal como decía Jalil Gibrán: “Si no se rompe, ¿cómo logrará abrirse tu corazón?”.

Enamorarse con los ojos abiertos | Pareja

Quizás la expectativa de felicidad instantánea que solemos endilgarle al vínculo de pare-ja, este deseo de exultancia, se deba a un estiramiento ilusorio del instante de enamora-miento. Cuando uno se enamora en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como una pantalla donde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados. Los sentimientos, a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. La construcción del amor empieza cuando puedo ver al que tengo enfrente, cuando descubro al otro.

Es allí cuando el amor reemplaza al enamoramiento. Pasado ese momento inicial co-mienzan a salir a la luz las peores partes mías que también proyecto en él.

Amar a alguien es el desafío de deshacer aquellas proyecciones para relacionarse verda-deramente con el otro. Este proceso no es fácil, pero es una de las cosas más hermosas que ocurren o que ayudamos a que ocurran. Hablamos del amor en el sentido de “que nos importa el bienestar del otro”. Nada más y nada menos. El amor como el bienestar que invade cuerpo y alma y que se afianza cuando puedo ver al otro sin querer cambiar-lo. Más importante que la manera de ser del otro, importa el bienestar que siento a su lado y su bienestar al lado mío. El placer de estar con alguien que se ocupa de que uno esté bien, que percibe lo que necesitamos y disfruta al dárnoslo, eso hace al amor. Una pareja es más que una decisión, es algo que ocurre cuando nos sentimos unidos a otro de una manera diferente. Podría decir que desde el placer de estar con otro tomamos la decisión de compartir gran parte de nuestra vida con esa persona y descubrimos el gusto de estar juntos. Aunque es necesario saber que encontrar un compañero de ruta no es suficiente; también hace falta que esa persona sea capaz de nutrirnos, como ya dijimos, que de hecho sea una eficaz ayuda en nuestro crecimiento personal. Welwood dice que el verdadero amor existe cuando amamos por lo que sabemos que esa persona puede llegar a ser, no solo por lo que es. “El enamoramiento es más bien una relación en la cual la otra persona no es en realidad reconocida como verdaderamente otra, sino más bien sentida e interpretada como si fuera un doble de uno mismo, quizás en la versión masculina y eventualmente dotada de rasgos que corresponden a la imagen idealizada de lo que uno quisiera ser. En el enamoramiento hay un yo me amo al verme reflejado en vos.” Mauricio Abadi. Enamorarse es amar las coincidencias, y amar es enamorarse de las diferencias.

Enamorarse es amar las coincidencias, y amar es enamorarse de las diferencias

(Mauricio Abadi)

EVITAR LA RUTINA: COSA DE DOS

A veces, con el paso del tiempo, la relación se convierte en rutina. Como consecuencia el desencan-to, y en ocasiones el distanciamiento, se abren paso en la pareja. Para superarlo, es importante reconocer los primeros indicios, cuando aparecen y cómo hacerles frente.

Casi todas las parejas empiezan su relación con amor y grandes esperanzas. Pero el tiempo hace mella en ellas. El encanto de los primeros tiempos se diluye en la rutina del día a día. Piensan que esa persona que prometía ser su mejor amigo para toda la vida, un alma gemela, se ha convertido en alguien con el que se aburren y tienen pocas cosas en común. Se sienten decepcionados con su cónyuge y el matrimonio, y dudan de sus sentimientos.

Algunas de las preocupaciones más habituales de estos hombres y mujeres es pensar que ya no quieren a su pareja. Afirman que se aburren, sienten que han evolucionado mientras el otro se ha quedado atrapado en la monotonía. Su pareja ya no es interesante, excitante, ni sexualmente atractiva.

Cuando la rutina se hace presente
Los primeros indicios surgen cuando, después de haber acostado a los niños, sólo se quiere tener tiempo para sí mismo. Cuando les agrada que su pareja esté de viaje o fuera de la ciudad, cuando a su regreso no se emocionan como antes.

Para otros, existen pruebas de que se han desenamorado ya que se sienten solos y poco valorados. Se preguntan “¿No sería más agradable estar con alguien que no diera mi existencia por sentado, que me encontrara especial o que pensara que soy atractivo?

El peso de los sentimientos
También hay quienes se inquietan porque les atrae otra persona. Este sentimiento, independientemente de que se responda a él o no, en algunas personas suscita serias dudas acerca del amor que sienten por su pareja.

Para muchas, también es problemático cómo se sienten consigo mismas en la relación. Muchas personas afirman: “No me gusto. Me estoy convirtiendo en un refunfuñón. Sé que a menudo hablo con un tono muy desagradable. No me gusta ser así. Me siento vacío. No puedo de mostrar afecto. ¡No siento afecto!”

Momentos críticos
Las parejas pasan por ciclos y en algunos existen más posibilidades que la rutina se apodere de ellos. El inicio de la convivencia, a pesar de ser un periodo de entusiasmo, puede desembocar en monotonía. La pareja descubre los contrastes entre las expectativas y la realidad; este hecho puede llevar al desencuentro y al distanciamiento de la relación.

El nacimiento del primer hijo es otro momento al que se debe prestar especial atención. El ser padres conlleva una pequeña negociación dentro de la pareja donde queden claros las funciones parentales de las conyugales. Si este acuerdo, no se alcanza, sus efectos en la relación no se harán esperar.

Los cambios que implican en la vida familiar la escolarización de los hijos y su marcha del hogar familiar pueden desestabilizar la relación. La dedicación a la pareja debería cobrar mayor protagonismo en estas situaciones.

Adiós a la rutina
Muchos estudios sobre la monotonía de pareja, narran como pueden renacer relaciones moribundas y la facilidad con que las parejas invierten todo el desencanto y problemas que solía envolverles, dando un nuevo sentido a su relación de pareja.

Existen medios al alcance de todos, como la lectura de un buen libro especializado en el tema puede aler-tar a tiempo y descubrir la felicidad deseada. Se puede acudir a un terapeuta, siempre y cuando los miem-bros de la pareja, tengan ganas y crean firmemente en un profesional que puede ayudarles a salir del ba-che en el que se encuentran.

ADICCION AL AMOR
Raúl E. Martínez M.
Doctor en Psicología

Stanton Peele publicó un libro titulado Amor y Adicción (1975), marcando un hito en el estudio y comprensión de cier-tas relaciones de pareja, apasionadas e irracionales. El adicto al amor sufre la absorción por su pareja de la mayor parte de su vida; se distancia de sus amigos y familiares y hasta puede des-cuidar sus responsabilidades laborales por intentar permanecer junto al otro, a quien idealiza, disculpándole y comprendiéndole cuando atenta reiteradamente contra su dignidad. Manifiesta intensos celos inmotivados, pues a cada momento teme perder a quien es fuente de toda su seguridad, tranquilidad y bienes-tar. Esta condición psicológica se diferencia del enamoramiento más o menos normal, pues el adicto soporta estoicamente el abuso físico o emocional del otro, y su tolerancia de estas agre-siones la siente como una demostración más de su inmenso amor. Lo característico de esta distorsión extrema del amor pa-sional, es la total incontrolabilidad de las intensas emociones ligadas a una persona que objetivamente no tiene mérito alguno o no el suficiente para justificar la entrega incondicional. Las personas adictas al amor insisten además en caer una y otra vez en este tipo de relación destructiva con distintas parejas, y más aún, pareciera ser que las buscan expresamente.
Se ha señalado que ciertas creencias culturales originarían o facilitarían en personas predispuestas, esta anormalidad del afecto. Por una parte, se supone erróneamente que una vida re-lativamente distante de nuestros congéneres es siempre una señal de problemas psicológicos como la timidez, la depresión, etc., o en el mejor de los casos una decisión de ascetas que re-chazan los placeres de la sociabilidad, y que por lo tanto sin duda lo más sano sería cultivar estrechas relaciones afectivas con las personas y establecer al fin una relación de pareja para largo tiempo y mejor aún para toda la vida. Por otro lado, la pa-reja matrimonial que antiguamente se constituía a partir de acuerdos familiares, en algún momento de la historia comenzó a formarse sobre la base de la atracción y el afecto mutuo, im-poniéndose como característica importante de la relación un fuerte tono sentimental. La sociedad fue pregonando que ena-morarse era una experiencia trascendente de la que nadie debía privarse y que el romance intenso (con sus altibajos emociona-les a veces catastróficos) era lo más propio del auténtico afecto en pareja. De esta forma, el amor romántico y pasional se exal-tó, aceptándose como muestras de su fuerza la exclusividad, la dependencia emocional y la intimidad compartida sin límites. Son estos elementos los que, obviamente caricaturizados, con-forman precisamente el núcleo de la adicción al amor, que se potencia en una persona con baja autoestima, quien necesita imperiosamente que, los demás en general y su pareja en espe-cial, le sostenga y le conceda valor.
En realidad, el amor sano y constructivo no acepta ni exige una absorción por el otro, sino que espera compartir experien-cias que amplíen las posibilidades de desarrollo personal; no sobreidealiza ni acepta incondicionalmente sino que pretende una relación de mutua ayuda y ajuste; no provoca dolor ni in-certidumbre sino una intensificación de la alegría de vivir; no es accidental ni incontrolable sino construíble y mejorable. Cuan-do realmente se ama, el otro no es imprescindible aunque sí muy importante; se puede existir sin él pero se prefiere hacerlo junto a él. En verdad, sólo se puede vivir en pareja cuando se es capaz de vivir solo.

Amor pleno | Pareja (Ã?xito en la pareja)

La flor más bella no es la que arrancamos ,sino la que llega a nuestras manos elevada por el viento

Aunque parezca un contrasentido, cuando mejor se está en pareja es cuando no se tiene necesidad de ella. Para que una relación sea saludable, cada uno de los miembros debe bas-tarse a si mismo. De este modo, la unión con otra persona añade valor a la vida sin ir en detrimento de la propia identi-dad.
Muchas parejas se forman básicamente por la incapacidad de los individuos para estar solos. Estas personas tienden a pre-cipitarse en la elección del compañero y una vez establecida la relación adoptan posiciones rígidas que se traducen en celos, posesión e inseguridad. Esto se debe a que no buscan a alguien con quien compartir la existencia, sino un parche emocional.
Aquel que esté lleno de heridas, debería sanarlas antes de ponerse en camino. Lo que uno n o resuelva por si mismo no lo hará a través de una relación sentimental.
Si temes la soledad, pregúntate que es lo que te hace sentir incomodo contigo mismo.
El amor es efectivamente un hecho extraordinario. Por eso es esencial que sirva para elevar nuestra vida y no para suplir una carencia.

Pareja | Pareja

01.- De sus estudios se concluye que el amor es… a) ¿una necesidad fisiológica?, b) ¿un instinto animal?, o c) ¿el resultado de un flujo químico en el cerebro?
Amamos porque, hace millones de años, nuestros antepasados necesitaban este flujo cerebral, estos impulsos y sentimientos para dirigir su cortejo, apareamiento, reproduc-ción y paternidad. El impulso del amor está profundamente imbricado en el cerebro humano. Por lo tanto, el amor es una necesidad fisiológica, un instinto animal y también el resultado de un flujo químico en el cerebro.

02.- â??El amor romántico es una droga adictivaâ?. ¿Cómo puede controlarse esta adicción?
Efectivamente, tiene todos los síntomas: a medida que el tiempo pasa, uno quiere más y más de la persona deseada. Además, es una adicción muy difícil de controlar. Creo que la mejor forma de hacerlo es afrontarlo como una sustancia adictiva. Cuando alguien ha sido rechazado, lo mejor es deshacerse de todo lo que le recuerde a esta persona, no llamarla ni contactarla nunca más, salir y hacer cosas que le distraigan. Eventualmente, la química cerebral del amor romántico irá amainando, tal y como sucede con el sín-drome de cualquier adicción.

03.- ¿Qué tienen en común el amor y el chocolate?
El chocolate contiene una sustancia que opera químicamente de manera similar a la do-pamina, que viene asociada siempre al amor romántico. El chocolate es excitante. Ade-más, tiene muchísimo significado cultural, cuando alguien te ofrece chocolate suele ser un mensaje de que le gustas. Pero no creo que por sí mismo sea capaz de encender el amor romántico.

04.- ¿Uno sufre más cuanta más capacidad de amor tiene?
Es cierto. Cuanto más capacidad de amor tiene una persona, más sufre. El amor román-tico es extremadamente poderoso, y cuando a uno le rechazan puede caer fácilmente en una depresión clínica e incluso contemplar el suicidio.

05.- ¿Amamos inconscientemente al otro por lo que tiene de nosotros mismos o por lo que nos diferencia?
Amamos por tantos cientos de razones diferentes… Pero la mayoría de las personas an-sían una unión emocional con su amado; normalmente, esa separación emocional, física o espiritual con la persona que aman no es deseable.

06.- ¿Cómo se configura en una persona el mapa inconsciente del amor, ese patrón que marcará nuestras relaciones amorosas de por vida?
Cuando crecemos, inconscientemente empiezan a gustarnos y disgustarnos determina-das cosas, incorporamos valores específicos, ideas y principios. Configuramos nuestro gusto. De la misma manera, construimos inconscientemente un mapa del amor que fun-ciona como un conjunto de rasgos que buscaremos en nuestra pareja.

07.- ¿Es posible amar a dos personas a la vez?
Creo que es muy posible sentir un profundo apego por una pareja con la que uno lleva mucho tiempo, y a la vez estar locamente apasionado por un amor romántico hacia otra persona distinta, y además sentirse atraído sexualmente por otros individuos. Estos tres sistemas cerebrales (lujuria, amor romántico y apego) no están bien conectados a nivel cerebral. Pero lo que sí creo que es imposible es sentirse locamente apasionado por un amor romántico hacia más de una persona al mismo tiempo. El amor romántico está asociado con la obsesión hacia una persona, y es imposible obsesionarse con dos perso-nas a la vez.

08.- ¿Existen individuos incapaces de desarrollar químicamente el sentimiento de apego? ¿De ahí la abundancia de paternidades mal entendidas y, en menor medi-da, malas maternidades?
Probablemente. Nuestra química cerebral y nuestras experiencias infantiles nos hacen diferentes. Ambos factores contribuyen a que el sentimiento de apego sea diferente en cada uno.

09.- ¿Cuánto dura por término medio la pasión amorosa?
Puede durar la vida entera si existe una barrera real en su relación, tal como que uno de los dos esté casado con otra persona diferente, o que los dos vivan en continentes distin-tos, por ejemplo. Pero los estudios de amantes que comparten la vida diaria demuestra que el amor romántico no dura más que entre 18 meses y tres años.

10.- Sostiene que es posible mantener viva la llama del éxtasis romántico en pareja de larga duración. ¿Podría apuntar alguna receta?
Sí, creo que sí puede mantenerse vivo el romance. Lo más importante es hacer juntos cosas novedosas, que sean excitantes, llamativas, nuevas e incluso ligeramente peligro-sas. Estas novedades excitantes elevan los niveles de dopamina en el cerebro y son ca-paces de estimular los sentimientos de romance. Por esto se explica que las vacaciones puedan resultar tan románticas.

11.- Los hombres, dice, se estimulan fundamentalmente por la vista, y las mujeres, por la palabra. ¿Esto continúa siendo así hoy en día?
Sí, creo que sí. Los hombres se guían fundamentalmente por la vista, porque durante millones de años medían a sus parejas en términos de juventud, salud y fertilidad: nece-sitaba elegir una compañera que pudiera darle hijos sanos. Y lo hacían, mirando y con-templando el físico de las mujeres, que a su vez pasaban la vida intentando tener buen aspecto porque eran conscientes de esta susceptibilidad masculina. Al mismo tiempo, las mujeres necesitaban calibrar la habilidad de su pareja para proveer y proteger a sus vástagos. Y lo hacían, escuchando lo que el hombre les decía: no se puede saber si un hombre es amable, generoso y sincero con mirarle, hay que conversar. De hecho, la habilidad verbal de las mujeres está en relación con la hormona femenina, el estrógeno, que aumenta en el meridiano del ciclo menstrual, mejorando dicha facultad. Para las mujeres, las palabras son la intimidad.

12.- ¿Los hombres, por lo general, prefieren mujeres bellas que inteligentes?
No lo sé, existen muchos tipos de hombres, pero creo que tienden cada vez más a elegir a las mujeres por su cerebro. Hoy en día, tanto hombres como mujeres desean una pare-ja suficientemente lista para traer un salario a casa y mantener una conversación. Nos movemos hacia matrimonios compañeros, entre iguales, donde ambos trabajan, proveen a la familia y son educados e intelectualmente estimulantes. En este medio, lo que se espera de las mujeres es que sean competentes e inteligentes.

13.- â??Los hombres buscan objetos sexuales y las mujeres objetos con éxitoâ?, según los científicos. ¿Usted cree que también esto continúa siendo así?
Creo que de algún modo es una tendencia en declive. Pero incluso en sociedades donde las mujeres son bastante prósperas económicamente, habitualmente tienden a elegir hombres que sean más ricos que ellas.

14.- ¿Por qué las mujeres se enamoran más lentamente que los hombres?
Creo que los hombres se enamoran antes precisamente porque se basan en un factor visual. Y las mujeres tienen más que perder cuando eligen a un compañero: no olvides que son las mujeres quienes gestan al bebé, atraviesan el peligroso proceso del parto y después lo crían durante su infancia. Por tanto, las mujeres tienen que ser, en cierto mo-do, más cuidadosas a la hora de escoger.

15.- ¿En qué se basa la afirmación de que â??para las mujeres el sexo pasajero no existeâ??
Esa afirmación no es mía, pero las mujeres se benefician menos del sexo casual. Tienen más que perder, este tipo de relación sexual encierra para las mujeres más riesgos, fun-damentalmente el de quedarse embarazadas, y menos resultados.

16.- ¿Somos las mujeres menos celosas que los hombres? ¿Por qué?
Creo que ambos pueden volverse muy celosos cuando les provocan. La diferencia es simplemente que las mujeres manejan sus celos de forma diferente. Ellas tienden más a hablar sobre la situación y a tratar de entenderla, mientras que los hombres son más da-dos a desaparecer, porque tienen buenas razones: el hombre cornudo se arriesga a pasar su vida criando a un niño que no es suyo. El adulterio femenino es para ellos una gran amenaza.

17.- ¿El amor a primera vista es una conducta eminentemente animal o qué extra-ño mecanismo nos lleva a amar a otro al primer impulso?
Sí, procede de un instinto natural. Los animales no disponen de meses o años para pro-curarse una pareja; cuando comienza la temporada de apareamiento deben iniciar el proceso, por tanto suelen expresar una atracción instantánea hacia individuos concretos. Nosotros hemos heredado este impulso de atracción inmediata.

18.- ¿El amor a primera vista es más posesivo?
Los hombres y mujeres enamorados son siempre posesivos, forma parte del amor, no importa de qué forma o cómo se haya iniciado.

19.- ¿Los celos amenazan o encienden la pasión?
Pueden operar en ambos sentidos. Pueden provocar el fin de una relación o, por el con-trario, elevar su intensidad y su fuerza; pero depende de muchos, muchos factores.

20.- ¿Es posible amar y no sentir celos?
Sí, hay personas menos celosas que otras. Sin embargo, yo diría que cualquiera que esté realmente enamorado puede volverse muy celoso si siente amenazada su relación.

21.- ¿Los celos son siempre el origen de los malos tratos?
Suele ser la causa más común, pero no necesariamente la única. La mente criminal pue-de tener otros motivos para maltratar a su pareja, tales como el alcoholismo, el consumo de drogas, etcétera.

22.- Concluye usted que la relación cerebral entre el amor y el odio/furia explica sucesos pasionales como el acoso, el homicidio o el suicidio. ¿Son estos sucesos más frecuentes en la actualidad o sólo se habla más de ellos?
Sospecho que la condición humana ha expresado siempre el odio y la venganza, y que los crímenes pasionales en siglos pasados se cometían en igual medida que ahora.

23.- El rechazo del ser amado, dice, es uno de los sufrimientos emocionales más profundos y perturbadores que puede experimentar un ser humano. ¿Más doloro-so que la muerte de un hijo?
Hummmmm. Creo que la muerte de un hijo es el sufrimiento más terrible que un ser humano puede soportar. Tus hijos llevan tu ADN, son tu futuro, tu mañana. Debiéramos morir antes que nuestros hijos, siempre lo he pensado así. Pero el sentimiento de recha-zo en un amor romántico puede ser realmente devastador, sí.

24.- ¿Funciona la voluntad de enamorarse como forma de curar un rechazo amo-roso anterior?
Sí, la mayoría de la gente se recupera gradualmente de un rechazo amoroso y continúa adelante con su vida. Pero, sea como fuere, nunca olvidamos a quien se deshizo de no-sotros.

Etapas del amor | Pareja (Ã?xito en la pareja)

1.- ENAMORAMIENTO: Para algunos psicólogos esta etapa sería de â??imbecilidad transitoriaâ? produce cambios fisiológicos: energía excesiva, euforia, pérdida de apetito, insomnio, deseo sexual, pensamientos repetitivos sobre el ser amado. Es pasajero porque nuestro cuerpo no podría soportarlo a la larga.
2.- ADAPTACIÓN: Se empieza a conocer al otro con sus virtudes pero también con sus defectos, y así debe ser, es una etapa más realista. En esta etapa se definirán los proyectos comunes y aparecerán las discrepancias, el acuerdo lograra la evolución de la pareja y en los desacuerdos estarán las parejas que no superen esta fase.
3.- SEGURIDAD: Es una fase de seguridad donde los proyectos comunes se desarrollan, el amor esta sustentado por otros sentimientos muy importantes, la lealtad, la amistad, el compañerismo sin dejar de lado lo anterior. No debemos olvidar que las relaciones son cambiantes y no podemos creer que al llegar aquí todo esta ganado, es un proceso que nunca para, todos los días tenemos que luchar por disfrutar del amor.

El enamoramiento
¿Una situación pasajera o una situación deseable?

¿Es enamorarse el estado emocional perfecto o un espejismo pasajero que, mientras dura, aliena a la “víctima” hasta el punto de incapacitarle para percibir cualquier cosa distinta de la atracción hacia la persona objeto de sus desvelos? Estas son las dos posturas extremas ante esa coyuntura que constituye el enamorarse de alguien.

El romántico la defenderá como la situación ideal, porque entiende que nada en el mundo merece compararse con esa felicidad que genera la pasión amorosa. El escéptico o desengañado, sin embargo, aducirá que el amor es una enfermedad pasajera que deja secuelas pero que puede superarse a nada que uno se dedique a lo esencial en la vida: la familia, las aficiones, el trabajo, los amigos… Sin duda, ante el fenómeno del amor cada uno tiene su propia percepción y sensibilidad. Se puede caracterizar el enamoramiento como una “locura” transitoria que no tiene edad y que repercute en gran medida en la vida cotidiana del afectado. Es, normalmente, una emoción que irrumpe sin avisar, intensa y bruscamente y que normalmente se atenuará con el paso del tiempo. El enamoramiento es una experiencia que nos conmueve y conmociona, un estado pasajero en que el mundo tiende a convertirse en un paraíso y la vida en una fiesta: el diálogo, por arte de magia, deviene inagotable; el sentido del tiempo desaparece y el “ser con” y el “ser para” ese alguien se convierte en uno de los ejes de nuestra existencia. El amor, en su primera e impulsiva fase, es una nueva, luminosa y diferente forma de estar en la vida, que sacude nuestros cimientos racionales y nos lleva a vivir desde otra perspectiva.
Los síntomas
Aunque suene irónico, el amor puede contemplarse como una patología, como un trastorno ocasional con sus síntomas característicos. Veamos tres de ellos: la idealización de la otra persona, la admiración que sentimos hacia ella y la atribución de un conjunto de característi-cas positivas y nobles, omitiéndose los planteamientos críticos. Otro síntoma es la desapari-ción de la agresividad: para la persona amada, sólo tenemos palabras dulces y amables. Se produce también un cierto trastorno de la atención: todo se nos antoja óptimo, casi mágico. Así, la vida es un regalo e invita a la ensoñación. La comunicación con el enamorado es más comunión que otra cosa y el sentirse adivinado por el otro provee a la relación de sobreen-tendidos y certidumbre. “Te querré siempre”, decimos, insuflados de un optimismo ciego y renunciando a mirar a un pasado poco complaciente. Asimismo, aparece el “secuestro men-tal”: la vida del enamorado gira en torno a cuándo se producirá el próximo encuentro con el destinatario de ese amor. El tiempo adquiere un ritmo distinto, en función de si estamos o no con la persona amada. Sacrificio y esfuerzo no tienen el sentido habitual si se trata de hacer algo por el otro o si permite estar con él o ella. Nos descubrimos más generosos y volcados que nunca: satisfacer, sorprender y agradar al otro se convierte en la mayor ilusión. Ese es uno de los problemas: en esta fase impulsiva y optimista a ultranza: comprender al otro, entenderle, deviene cuestión secundaria.
En los más afectados por el amor, el nerviosismo, las taquicardias, la sudoración, la sensa-ción de no saber cómo comportarse, al igual que las de una extraña placidez y la propensión al lagrimeo y a la risa forman parte de esos momentos irrepetibles del recién enamorado. Visto lo anterior, habrá quien piense que esto de enamorarse (en cuanto que entraña de ingenuidad e ilusión desmedidas y de confianza ciega en el otro) es cosa de juventud o, más bien, de la adolescencia. No todos vivimos de igual modo la experiencia amorosa y puede variar la intensidad de estos síntomas o que no concurran todos ellos, pero la idealización, la peculiar comunicación, la percepción del tiempo, la placidez y las manifestaciones corporales definen el enamoramiento pasional.

Amar es comunicarse y compartir
Amar es darse al otro, comunicarse, desearse y compartirse desde la realidad de quiénes somos. Supone esfuerzo y mimo, confianza y una cierta incondicionalidad ante el proyecto de esa relación. Es un continuo, y casi siempre se manifiesta con vocación eterna, no coyun-tural. Pero el enamoramiento profundo y apasionado, sin embargo, es un pico de explosión que no parte de quiénes somos en realidad sino de unos seres mutuamente idealizados por una relación muy intensa. Esta situación idílica lleva incorporada su fecha de caducidad, por-que el estado de tensión que genera y la suma dedicación que exige no pueden perpetuarse a lo largo de los años. Cuando hablamos de enamoramiento siempre lo asociamos a otra persona y sin embargo ésa es sólo una forma más de amor. Tal vez ese enfoque sea el que nos responda por qué hay personas que nunca o sólo en su juventud recuerdan haberse sentido enamoradas. Y es que para enamorarse de alguien, hay que tener los poros de la piel abiertos a los paisajes, a las personas que nos rodean, a los sentimientos…. Quien sabe reaccionar ante la frustración y el sufrimiento, está mejor preparado para la flexibilidad y apertura mental y emocional que el amor necesita para brotar. En resumen, para poder enamorarse de alguien hay que amar la vida, mostrar interés por lo que acontece a nuestro alrededor, tener ganas de saber, de crear, y aferrarse a la vida apurándola como hacemos con la última gota de agua cuando nos morimos de sed. Puede ser un planteamiento radical, porque a veces es el amor lo que nos permite acceder a todo un mundo de percepciones ya olvidadas pero también es cierto que muchos lamentan no haber estado “preparados” cuan-do el amor llamó a su puerta. Porque la respuesta al amor exige una disposición emocional, un atrevimiento, la asunción del riesgo de fracaso de la relación.
En cualquier momento, independientemente de nuestra edad y situación emocional, enamo-rarse entra dentro de lo posible. Entrar en amores está muy relacionado con la estructura afectiva de las personas, que se ha ido tejiendo en función del tipo de afectos vividos con personas de gran significación emocional, preferentemente del medio familiar. En cada ena-moramiento están presentes, si bien de forma oculta, los modelos y expectativas que arras-tramos desde nuestras experiencias afectivas más tempranas. Muchas relaciones fracasan porque se repiten inconscientemente modelos de relación que no funcionaron o porque se esperaba que la persona amada llenara vacíos heredados de una experiencia insatisfactoria de otras relaciones familiares o amorosas. Cuántas veces hemos oído lo de “si lo sé, no me caso”. Pero, ¿qué es lo que había que saber? Un tanto toscamente expresado: que la otra persona no es el príncipe azul ni la mujer-madre perfecta que nos imaginamos cuando surgió el amor. Aunque haya excepciones, casi nadie responde del todo a las expectativas que sus-citó en el otro mientras duró la fase de enamoramiento, porque somos seres humanos, y por tanto, imperfectos y bien distintos de la persona idealizada que el otro creó en su mente cuando se enamoró.
¿Gestionar el amor?
Hay quien se enamora con frecuencia y de distintas personas por poco tiempo, mientras que otros y otras confiesan no haberse enamorado nunca o haberlo hecho sólo una vez y para toda la vida. El amor pertenece al campo de los sentimientos, a las emociones difícilmente explicables con los argumentos de la razón. El amor hace inexplicable al ser humano y ahí reside su grandeza: continúa siendo un misterio a pesar de los intentos de comprenderlo que el ser humano ha emprendido a lo largo de los siglos. Cuando una persona dice a su enamo-rado “vida mía” siente que el otro es su vida, el compendio de sus aspiraciones emocionales. Pero ahí reside el riesgo: hay que soñar, pero esperarlo todo de la otra persona equivale a arriesgarse a la decepción. Ahí está la clave del fracaso de muchas parejas. Antes de adquirir un compromiso formal, conviene enfriar un poco los ánimos, bajar al terreno de lo real y estudiar a la otra persona, ensayar una relación que nos permita conocer a fondo a nuestro amante, delimitar su manera de pensar, de comportarse en la cotidianeidad, su modo de percibirnos como personas, lo que espera de nosotros y lo que podemos darle para hacerle feliz y consolidar nuestra relación de pareja.
Durante la fase de enamoramiento disculpamos “defectillos” que casi nos parecen un decha-do de originalidad pero quizá el paso del tiempo convierta esas peculiaridades y costumbres en una losa para la relación. Conviene reflexionar un poco. Quizá lo adecuado sea habilitar una convivencia en la que se puedan comprobar lo que dan de sí las expectativas que hemos depositado en el otro. Después podremos adoptar decisiones, siempre dejando la puerta abierta a cambios e imprevistos porque todos somos una caja de sorpresas. En esa cautela pactada puede estar la clave del éxito: vamos a abrir juntos nuestros respectivos cofres para ver qué hay dentro del de cada uno y a asumir conjuntamente la situación real sin perder cada uno su libertad de acción y decisión.
El conocimiento de uno mismo, de las vivencias que han influido en nuestra vida, nos ayuda a saber por qué reaccionamos de determinada manera ante una situación o qué debemos modificar para que las relación amorosa resulte satisfactoria. Pero tampoco nuestra historia personal debe erigirse en condicionante fatal que nos impide abrirnos a opciones con expec-tativas de éxito. Como seres inteligentes y emocionales que evolucionan, somos un proyecto por hacer.

Las obsesiones
El amargo pan de cada día

¿Quién no ha tenido alguna vez ideas o preocupaciones que de forma repetitiva le asaltan sin que sepa alejarlas para vivir sin su pernicioso influjo?

No son pocos quienes dudan sistemáticamente si han cerrado bien la puerta, desconectado el gas, apagado la luz… y vuelven una y otra vez a confirmar que, efectivamente, sí lo habían hecho. Otras personas ritualizan su vida cotidiana con manías como contar las baldosas de las cocinas o los peldaños de las escaleras, no pisar las rayas del suelo, retener las matrículas de los coches, ocupar siempre el mismo asiento en las reuniones o comidas, portar un objeto inútil en el bolsillo… Pero esto no son sino manifestaciones casi anecdóticas de unas costumbres que pueden convertirse en un verdadero problema psicológico. Todos tenemos hábitos que, a pesar de que merezcan el calificactivo de manías, consideramos normales. Pero cuando estos pensamientos o manías hacen sufrir nos encontramos con los trastornos obsesivo compulsivos. Las obsesiones son pensamientos que se repiten de forma insistente a pesar de la voluntad del individuo, y que escapan a su control.
Si los pensamientos obsesivos se convierten en gestos de conducta casi automática, devie-nen en compulsiones, acciones o manías que la persona se ve forzada a ejecutar para sentir-se bien o, al menos, tranquila. Es consciente de lo absurdas e irracionales que son, pero se siente incapaz de eludirlas. Cuando las compulsiones se asocian entre sí, formando una ca-dena, se convierten en rituales patológicos.
Catálogo de rituales obsesivos
Casi siempre están relacionados con:
â?¢ La limpieza. Quienes los padecen tiene pavor a quedar contaminados con lo que to-can o rozan y se lavan repetidamente las manos. Incluso llegan a evitar dar la mano o cualquier contacto físico en los saludos. Una motita de polvo en un mueble les pa-rece algo horrible.
â?¢ El orden No soportan que alguna cosa se halle, siquiera temporalmente, fuera de su sitio. Incluso si ocupan su lugar debe ser en simetría o en conformidad con los ángu-los de la mesa. Tampoco soportan que los demás no cumplan con esos cánones del orden compulsivo y las personas que conviven en la casa, sean adultos o no, habrán de cumplir estrictamente con las normas de orden y limpieza impuestas por el afec-tado por esta manía.
â?¢ Comportamientos indecisos. Por ejemplo, comprueban una y otra vez cómo está la casa antes de cerrar la puerta. Y aun así, vuelven a entrar después de haber ce-rrado. Ante cualquier decisión, por nimia que sea, lo pensarán durante meses. Y, una vez adoptada, dudarán si fue acertada. Y reflexionarán incasablemente sobre si han hecho bien, o consultarán con otras fuentes.
Distinguir los pensamientos obsesivos
Todos tenemos manías, preocupaciones o pensamientos repetidos. Pero si la obsesión llega a dificultar o impedir las relaciones sociales, si la persona pierde libertad… nos hallamos ante un trastorno obsesivo compulsivo que puede requerir de la intervención de un especialista. Resultaría interminable enumerar las consecuencias que pueden acarrear los pensamientos irracionales en quienes los padecen y en quienes conviven con estas personas. El catálogo es muy amplio, desde los inconvenientes más triviales hasta los desenlaces más dramáticos. Y todo ello sólo por haber interpretado distorsionadamente la realidad. Ya en el siglo I, Epicte-to, un filósofo estoico, afirmaba que «los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que hacen de ellas». En cualquier caso, lo interesante es saber cómo librarse de las obsesiones y hacer frente a estos pensamientos irracionales y distorsio-nados. Y, consecuentemente, cómo conseguir vencer a las conductas compulsivas.
La psicología científica, de la mano de autores como Ellis, Beck, Mahoney o Golfried, ha alumbrado la Reestructuración Cognitiva, una técnica psicológica cuyo objetivo es identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos que las personas experi-mentan en determinadas situaciones o tienen acerca de otras personas.
Los pensamientos negativos
El pensamiento, en general, es un diálogo con nosotros mismos en el que terminamos haciendo afirmaciones sobre determinadas situaciones. Pueden ser positivos si nos hacen sentir bien y nos ayudan; o negativos, si nos originan emociones negativas o nos hacen su-frir. Serán racionales si se corresponden con lo que sucede objetivamente en la realidad, e irracionales si se alejan de lo que sucede.
Los pensamientos que causan más sufrimiento son los irracionales negativos. Describamos algunos :
â?¢ Pensamiento filtrante. Se toman los detalles negativos y se magnifican, sin filtrar los aspectos positivos de la situación.
â?¢ Pensamiento polarizado. El maniqueismo: las cosas son blancas o negras. La per-sona ha de ser perfecta; si no, es un fracasado. No hay término medio.
â?¢ Sobregeneralización del pensamiento. Se extrae una conclusión general de un simple incidente. Si ocurre algo malo en una ocasión, se esperará que ocurra una y otra vez.
â?¢ Interpretación del pensamiento. Creemos saber qué sienten los demás y por qué se comportan como lo hacen. Nos vemos capaces de adivinar lo que sienten los de-más acerca de nosotros.
â?¢ Visión catastrofista. Se vaticina, se espera y se teme irracionalmente, el desastre. El individuo se entera de un problema y empieza a decirse «¿y si ocurre que…?», «¿y si me sucede a mí?»
â?¢ Personalización. Creemos que todo lo que la gente hace o dice es una forma de re-acción hacia nosotros. Y nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es más elegante, quién es más brillante, quién tiene aspecto más saludable¿
â?¢ Culpabilidad. Mantiene que los demás son responsables de su sufrimiento o adopta el punto de vista opuesto y se culpa a sí mismo de los problemas ajenos.
Cómo actuar ante los pensamientos irracionales negativos
â?¢ Seamos conscientes de la influencia que tienen sobre nuestra conducta y emocio-nes. Los pensamientos son esos monólogos que mantenemos con nosotros mismos interpretando la realidad que nos rodea y a nosotros mismos. Pero son sólo hipótesis a demostrar.
â?¢ Identificar los pensamientos, determinar en qué medida son objetivas esas inter-pretaciones de la realidad, hasta qué punto son racionales. Y hasta qué punto son polizones que se han colado sin nuestro permiso y nos hacen sufrir sin razón. La alarma salta cuando nos producen emociones negativas como miedo, angustia o tris-teza. Desenmascaremos entonces al polizón y examinémoslo sobre la racionalidad y la adecuación con la realidad.
â?¢ Analizarlos, partiendo de que son sólo hipótesis a demostrar y que pensar algo no significa que sea cierto.
Cómo analizar si los pensamientos se ajustan a la realidad
â?¢ Qué datos objetivos de la realidad apoyan e invalidan ese pensamiento.
â?¢ Con qué argumentos se defendería ese pensamiento ante otra persona
â?¢ Qué probabilidad existe de que suceda lo que se piensa.
â?¢ Si lo tuviera otra persona, qué le diría yo para demostrarle que está en un error.
â?¢ Es esa la única forma de interpretar la situación o existen otras .
Cómo analizar si influyen en los estados emocionales y en las conductas
â?¢ ¿Me ayuda a conseguir mis objetivos?
â?¢ ¿Me hace bien o me hace daño?
â?¢ ¿Cómo influye en mi estado de ánimo?
â?¢ ¿Cómo influye en mi conducta?
Cómo analizar qué ocurriría si lo que se piensa fuera cierto.
â?¢ Incluso si lo que pienso es correcto ¿es realmente una catástrofe?
â?¢ ¿Qué consecuencias reales tendría para mí si ocurriera?
â?¢ Si es así, ¿está justificado que me descomponga tanto?
â?¢ Si lo malo ocurre, ¿será para siempre? ¿O algo temporal?


2 thoughts on De la codependencia a la coparticipación positiva

  1. Parejas que funcionan | Pareja (Ã?xito en la pareja)

    1.- Buena comunicación y respeto:

    – evitar insultos
    – no levantar tono de voz
    – si se tiene mucha rabia o frustración, aplicar tiempo fuera:
    â?¢ Posponer conversación
    â?¢ Irse cada uno a una habitación
    â?¢ Si se vive separados irse cada uno a su casa, Hasta que las emociones desagradables hayan bajado de intensidad solamente entonces se puede hablar.
    […]

    evitar mensajes tu: tu eresâ?¦es que tuâ?¦, con los mensajes tu el otro se pone a la defen-siva y se discute
    – evitar generalizaciones : es que tu nada haces bienâ?¦todo lo haces mal..siempre estas igual
    – criticar conductas no a la persona
    – respetar los silencios
    – usar mensajes yo: yo no me siento bienâ?¦yo creoâ?¦

    Ejemplos:
    Situación: un miembro de la pareja grita al otro
    Respuesta negativa: eres unâ?¦siempre estas igualâ?¦ (esto genera que no se ponga en tu lugar, sino a la defensiva y comience a defenderseâ?¦) Respuesta positiva: no me siento bien si me gritas, espero que no vuelva a ocurrir (le das la oportunidad que lo pueda cambiar y dices como la conducta de esta persona te hace sentir, sin faltarle al respeto).

    2.- Confianza:
    – los celos solo ensucian y estropean las relaciones, el que los siente sufre y el que los padece también.

    3.- Relaciones con el mundo exterior y con la propia intimidad:
    â?¢ Las buenas parejas tienen tiempo para si mismos, se alegran que el otro pueda tenerlo y disfrutan también de su propia intimidad.
    â?¢ También pueden compartir tiempo con otras personas juntos y separados.

    Los celos no son amor | Pareja (Problemas de pareja)

        Los celos se convierten en patológicos cuando nos hacen sufrir a nosotros o nuestra pareja, todos en un mo-mento dado hemos podido sentir en nuestro interior esa emoción burbujeante y ácida llamada celos, a veces con sentido y otras veces debido a nuestra inseguridad.

    Las personas con problemas de inseguridad y baja autoes-tima sentirán celos por su pareja como una forma de con-trolarle para no sentir esos miedos, esa inseguridad y evi-tar un abandono muchas veces imaginario. La autoestima es vital para una buena relación de pareja sino te quieres tú es normal y lógico pensar, que si alguien te quiere pue-da irse con una persona â??más válidaâ? que tú. Lo peor es que esa inseguridad puede volverse contra ti y hacer que aunque la persona te quiera acabe por huir lejos de ti.

    Si te ves con sentimientos de celos o sufres celos por parte de tu pareja es importante poder buscar ayuda, uno de los objetivos será trabajar esa inseguridad personal para dis-minuir y eliminar ese sentimiento tan doloroso y cegador.

    Los celos
    ¿Amor o sentimiento de posesión?

    Los celos, (“el vicio de la posesión”, como Jacques Cardonne los denominaba) han sido, des-de hace siglos, argumento recurrente y fértil de la literatura aunque constituyan también el germen de demasiados sucesos desgraciados y muy reales. Pero, ¿qué son los celos?.

    Podríamos definirlos como un estado emotivo ansioso que padece una persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee-tiene, o se considera que se tiene-posee, o se debiera tener-poseer (amor, poder, imagen profesional o social…).
    En el ámbito sentimental, el rasgo más acusado de los celos es la desconfianza y sospecha permanentes en el otro que tiñen, y perjudican gravemente, la relación con la persona ama-da. La mayoría entendemos por celos ese confuso, paralizador y obsesivo sentimiento causa-do por el temor de que la persona depositaria de nuestro amor prefiera a otra en lugar de a nosotros.
    Cuando se muestra en su forma aguda, el origen de los celos hay que buscarlo en situacio-nes neuróticas o, en general, psicopáticas. Algunos autores creen que el sentimiento de los celos es universal e innato. Linton, por ejemplo, ve una prueba de esta tesis en el hecho de que en las Islas Marquesas, donde la libertad sexual es prácticamente total, los indígenas manifiestan sus celos sólo cuando están ebrios; es decir cuando su control voluntario, su raciocinio, ha disminuido. Por el contrario, otros psicólogos (como O.Klineberg) señalan que este sentimiento es de origen cultural, y que los celos no dependen del deseo o necesidad de goce exclusivo de los favores del otro, sino del “estatuto” social. En las sociedades monogá-micas, como la nuestra, y siempre según este autor, el adulterio sólo provoca reacciones celosas en la medida en que origina inseguridad (material o afectiva) o afecta al prestigio y al honor. Son dos teorías relativamente antagónicas, pero como ocurre con frecuencia, per-fectamente complementarias.
    Podemos pensar por tanto, que cuando nos mostramos celosos experimentamos sensaciones inherentes a nuestra condición de seres humanos y, a la vez, manifestamos un comporta-miento adquirido y heredado de nuestra cultura y modus vivendi.

    Un sentimiento que puede resultar peligroso
    Las personas muy celosas son, frecuentemente, apasionadas, ansiosas, un poco sadomaso-quistas y neuróticas, y proyectan en su entorno humano sus propias tendencias a la infideli-dad. Buscan con avidez todas las pruebas de su presunto infortunio y se muestran refracta-rios a los argumentos racionales que les trasmiten las personas cercanas con las que se sin-ceran.
    Los celosos delirantes que se sienten abandonados, menospreciados y burlados, pueden lle-gar hasta la tragedia de perseguir con odio a su “amor” y no vacilarán en atacarlo. De ahí que este sentimiento de los celos genere tantos problemas, no sólo en la seguridad física de las personas directamente afectadas por casos criminales sino también en el equilibrio emo-cional de otras muchas cuyo bienestar psicológico se ve amenazado. Cuando en una pareja surge el miedo a la separación, éste se manifiesta en forma de celos, de persecución al cón-yuge en su hipotética infidelidad, controlándole y pretendiendo obligarle a que sea fiel. Cuan-to más persigue a su pareja con celos, tanto más se siente impulsado el perseguido o perse-guida a demostrar su autonomía, esforzándose en alejarse y no dejarse obligar. Y cuanto más lo hace, tanto más busca el celoso o celosa reclamarle como posesión propia y secues-trar su libertad de movimientos y de sentimientos.
    El celoso exige entonces a su pareja la descripción pormenorizada de su supuesta aventura y en su mente se mezclan el miedo al ridículo, a estar en boca de todos, el sentir con dolor que la otra persona vale más, la pérdida de autoestima, un deseo morboso de información (cir-cunstancias de la otra relación, quién es, dónde se ven, desde cuándo…..), un desmedido afán de control, un sentimiento de posesión exacerbado, la agresividad para con uno mis-mo…
    Vive la situación como si de una tortura se tratara e incluso con deseos de venganza, que van desde el encerrarse en el silencio hasta el drama que con tanta frecuencia describen las secciones de sucesos de los medios de comunicación.

    Los celos no son amor
    Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de cancio-nes, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona. Y, normalmente, quienes padecen preferentemente estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas, que sólo se curarán saliendo de su autoencierro. En muchas situaciones de celos hay, más que amor o miedo a la soledad, otras causas: sentimientos de posesión del otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo, de envidia hacia la mayor riqueza de la vida emocional del otro…
    Un tipo muy especial de celos son los infantiles (“complejo de Caín”), que se manifiestan tras el nacimiento de un nuevo hermano. El niño, antes centro de todas las atenciones, se ve obligado a aceptar que debe compartir con el nuevo miembro de la familia el amor y cuida-dos de sus padres, muy especialmente de la madre, lo que hace que vea en el recién llegado un usurpador y la malquerencia hacia “el intruso”, lo que puede conducirle a volcar su agre-sividad en su pequeño hermano. Según los psicólogos, no es extraño que incluso el origen de ciertos estados neuróticos que sufren los adultos provenga de secuelas de celos infantiles padecidos hace décadas. Pero los celos no son exclusivos del espacio familiar o sentimental: otro ámbito donde germinan es el mundo laboral.
    Los celos afectan con frecuencia a profesionales desconfiados y muy competitivos (en la ma-la acepción del término), incapaces de trabajar en equipo y que invierten gran parte de su tiempo y energía en los pequeños detalles, no compartiendo información y controlando cuan-to ocurre a su alrededor, a fin de que nadie presente un trabajo que pueda ensombrecer el suyo. La vida y valía personal de estos celosos laborales giran en torno a su estatus profe-sional y mantienen una baja autoestima (disfrazada frecuentemente de autosuficiencia). Y, por supuesto, con esa actitud, evidencian su inseguridad y un déficit de inteligencia emocio-nal, al no responder positiva y equilibradamente a los estímulos del exterior, en este caso, a la competencia de sus compañeros de trabajo.
    También pueden surgir los celos en la relación con los amigos (“ese es el más guapo, aquel-lla es la más lista, ese el que tiene la casa más bonita, este es el que está casado con la que más dinero gana”), pero normalmente no generan tantos problemas ni alcanzan dimesiones dramáticas.

    Si nos sentimos celosos de nuestra pareja:

    â?¢ “Los celos son malos consejeros” dice el refrán. No desdeñemos su importancia ni dejemos que se nos cuelen como sentimientos normales o que hasta tienen su en-canto, por cuanto trasmiten “lo mucho que le quiero”. En la realidad cotidiana, los celos rompen y enturbian las relaciones, y los individuos celosos acaban minando, con su posesividad y persecución asfixiantes, el gozo y el placer del encuentro, el equilibrio en la pareja, que se basa en la ternura, la comprensión, la tolerancia y el respeto a la autonomía del otro. Si en un momento determinado nos sentimos vícti-mas de un ataque de celos que perjudica nuestro bienestar emocional, actuemos de-dicidamente:
    â?¢ Seamos conscientes de que estamos padeciendo los celos sin querernos engañar ju-gando a progresistas.
    â?¢ Comuniquemos nuestros sentimientos a la persona cuyo comportamiento ha genera-do los celos, especificándole claramente las conductas que nos hacen sentirnos celo-sos.
    â?¢ Hablémosle cuanto haga falta, aunque sin someterla a una presión excesiva (y mu-cho menos aún, recurriendo a amenazas o agresiones físicas), y con ánimo de pedir-le que nos ayude a disipar nuestras dudas. Se trata de saber qué ocurre en realidad y de cotejarlo con nuestra percepción, que perfectamente puede ser errónea.
    â?¢ Si se trata de un pensamiento irracional que estamos alimentando, debemos apoyar-nos en la realidad y desterrarlo definitivamente. Nos será más fácil si contamos con la ayuda de la otra parte. Pero no olvidemos también es parte afectada, a la que de-bemos comprender y ayudar.
    â?¢ Revisemos durante un cierto tiempo nuestra actitud ante la otra persona, para com-probar que los celos han desaparecido.
    â?¢ Fortalezcamos el diálogo continuo, la confianza y el contacto amoroso: son los mejo-res instrumentos para superar el desencuentro y los celos.
    â?¢ Aceptémonos más, confiemos en nosotros mismos y trabajemos la seguridad en no-sotros mismos, nuestra autoestima.
    â?¢ Si sufrimos un cuadro agudo de celos o nos vemos incapaces de gestionarlos por no-sostros mismos, dirijámosnos cuanto antes a una consulta psicológica.
    â?¢ Y, por último, si hay motivo real para nuestros celos, planteemos con realismo la si-tuación a nuestra pareja. Y armémonos de valor, paciencia y comprensión para su-perar la situación. Casi todo tiene un final, y el amor también puede tener fecha de caducidad.

    Causas del desamor | Pareja (Problemas de pareja)

        01.- Decepción: en la convivencia día a día bajo el mismo techo, se descubren aspectos desconoci-dos del otro que en algunas ocasiones suponen dar al traste con la idea que se tenía de nuestra pareja. Ello ocurre principalmente debido a que en la etapa inicial de la relación lo habitual es que cada uno trate de dar lo mejor de sí y que -al estar enamora-do/a- se vea solo aquello que se quiere ver. En esta etapa es importante la aceptación del otro y el des-arrollar habilidades para mantener la relación.
    02.- Egoísmo: el sentimiento amoroso no es pura-mente altruista, cuando damos esperamos recibir lo mismo o al menos en similar proporción. El inter-cambio de afecto, de entrega, de comprensión, de cariño, de trabajo… llevará al desencanto si no es compartido, a la frustración, y logrará consumir a la relación.
    03.- Autoengaño: la creencia de que lograremos cambiar al otro es falsa y el mantener la venda en los ojos tampoco da resultado y en algún momento esta caerá. Tampoco resultan esas uniones en la que uno de los miembros proyecta en el otro su ideal de persona y la disfraza de lo que no es.
    04.- Falta de palabras: la incomunicación es uno de los pilares por los que se agrietan muchas pare-jas, y muchas veces la suma de silencios se va agrandando en igual proporción al resentimiento acumulado. Se acaba por no tener confianza en el otro y es imprescindible el diálogo y la sinceridad para poder mantener a flote la pareja. Las quejas en voz alta y la claridad restan relevancia al problema y al comunicarlo se minimiza el conflicto.
    05.- Rutina: la apatía en una relación es muy peli-grosa. Cuando se instala el desinterés poco pode-mos hacer. Es importante esforzarse para mantener un intercambio interesante en la pareja y esto es algo que concierne a cada una de las partes. Es una utopía fantasiosa el sueño de que el otro, si nos ama, debe adivinar nuestros deseos. Las dos partes han de trabajar para que la relación sea todo menos aburrida.

    Por qué el amor acaba en naufragio

    Cada año se producen 135.000 rupturas. Una de cada cuatro bodas acaba en divorcio. Las separaciones aumentan incluso entre segmentos de edad inusuales, como el de las personas de entre 65 y 72 años. Sólo los honora-rios de los abogados implicados en separaciones mueven al año 540 millo-nes de euros. Separados, hijos de parejas rotas, abogados y psicólogos hablan sobre las causas de este masivo desenamoramiento. San Valentín, no hay duda, anda de capa caída.

    Hijos. â??La ruptura de mis padres me hizo independiente.â?

    Abogados. â??Hay quien tras casarse descubre que su marido es alcohólico.â?Miguel F. Lasqueti, 46 años, turno de oficio

    Psicólogos. â??Siempre hay tres en la relación: cada uno y la parejaâ?. Blanca Armijo,

    Separados. â??Romper es doloroso pero también un gran aprendizajeâ?

    Por Carmen Machado. Fotografías de Luis de las Alas

    Para muchas parejas jóvenes, la idea del matrimonio no podría concebirse hoy sin su correspon-diente contrapartida: el divorcio. Pero no siempre ha sido así. Antes de 1981, los matrimonios eran para toda la vida, pero la ley de divorcio comenzó a sacar a la luz una realidad que se ha demostrado imparable: en 1982 se produjeron 21.463 divorcios y 17.445 separaciones. Después, año tras año, las estadísticas se han ido disparando hasta llegar a 2004, cuando los divorcios fue-ron 52.591 y las separaciones 82.340. Casi 135.000 rupturas (lo que significa una cada 3,89 mi-nutos) frente a los 216.149 nuevos matrimonios contraídos.
    Begoña Gómez, de 48 años y una de las pioneras en lo que respecta al divorcio, vivió su ruptura de manera angustiosa. “Me divorcié en 1986 y en aquella época todo era muy distinto. Para mis padres, que eran muy conservadores, fue tremendo. Ahora, las cosas han cambiado mucho, por-que es el pan nuestro de cada día. Yo trabajo como monitora en un colegio y la inmensa mayoría de los niños tiene a sus padres separados”.
    ¿Qué nos ha ocurrido a los españoles para que nos coloquemos en tan poco tiempo a la par de otras sociedades occidentales donde el divorcio â??con tasas aún más elevadas que las nuestrasâ?? constituye algo de índole casi cotidiano? Nos desenamoramos con mucha facilidad, eso parece evidente, pero las causas son tan múltiples y variadas como diferentes y dispares son las parejas que diariamente ventilan sus trapos sucios en los miles de despachos de abogados de familia que hay en nuestro país.
    “El factor determinante para la ruptura de mi matrimonio fue el hecho de que se colara una terce-ra persona”. María del Mar tiene muy claro el motivo de su ruptura. “Esa infidelidad llevó las cosas al límite, pero lo cierto es que, a lo largo de 12 años de convivencia, me fui desencantando en muchos aspectos. Cayeron muchas gotas de agua hasta que el vaso se colmó”.
    Infidelidad, desencanto, inmadurez, decepción si la otra persona no responde a nuestras expecta-tivasâ?¦ Ã?stos son algunos de los factores que hacen que nos desenamoremos. Desgraciadamente, no existen estadísticas que cuantifiquen y pongan nombre a las causas del desamor, máxime cuando la modificación del Código Civil ha eliminado la necesidad de invocar motivos para conce-der el divorcio. Pero en una cosa parecen coincidir los psicólogos que trabajan en terapia de pareja y los abogados de familia, y es que la infidelidad no suele ser el motivo de la ruptura, sino única-mente una señal muy dolorosa que indica que las cosas no marchan bien.
    Para Antonio Gil, psicólogo del Centro Karion, “los problemas sexuales normalmente vienen des-pués. Es decir, la pareja no funciona y entonces el sexo empieza a no funcionar tampoco. Cuando el problema se soluciona, la vida sexual también vuelve a ser como antes. Y si uno se enamora de una tercera persona es que algo falla en la relación, porque si la vida en pareja te llena, no te hace falta recurrir a la infidelidad”.
    En el caso de Alicia Guijarro, de 41 años, la infidelidad, en efecto, fue sólo uno más de los factores que la condujeron al desamor. “Me enteré de una de sus infidelidades, pero durante 14 años de matrimonio debió de haber muchas más. Lo peor fue que me mentía continuamente, incluso des-pués de haberle pillado con otra persona. Entonces empecé a dar los primeros pasos para conse-guir el divorcio. En mi caso, el factor determinante del desamor fueron sus mentiras”.
    Muchas causas. Lo que relatan María del Mar y Alicia es lo mismo que les sucede a miles de pare-jas a diario, aunque no siempre se entrometa una tercera persona. La mayoría de los psicólogos coinciden en afirmar que los factores que conducen al desamor son siempre muy variados y juntos se convierten en un cóctel explosivo que, cuando estalla, deja a los dos miembros de la pareja sumidos en el rencor, el desconcierto y la infelicidad. No hay un único elemento que desencadene la ruptura; por el contrario, hay muchas pequeñas gotas que al principio no traspasan la venda con que nos ciega el enamoramiento pasional, pero que, poco a poco, van llenando un vaso que finalmente, acaba por desbordarse.
    La psicóloga María Jesús Álava Reyes, autora de varios libros sobre desarrollo personal, acaba de publicar una obra con un título revelador â??Amar sin sufrirâ?? y con un subtítulo que lo es aún más: Ni los hombres son imposibles, ni las mujeres incomprensibles. Según su análisis, “las mujeres nos solemos quejar de que ellos no nos entienden o no nos miman como desearíamos, pero tam-bién los hombres se sienten muy presionados, porque la mujer ha pasado de tener una parte pa-siva en la relación a mostrar sus exigencias de forma activa. Además, existen diferencias muy importantes entre los dos sexos de las que no somos conscientes y que constituyen en gran medi-da la principal causa de fracaso de la pareja. Las mujeres les estamos pidiendo a los hombres que sientan, piensen y actúen como nosotras, y en sentido contrario pasa lo mismo”.
    Sea o no a causa de una diferente manera de ver las cosas entre hombres y mujeres, lo cierto es que nuestra sociedad ha cambiado y los valores que rigen a escala social se reflejan también en los valores que aplican las parejas en su relación. ¿Nos desenamoramos más porque somos más exigentes con nuestras parejas o nos desenamoramos lo mismo, pero ahora resulta más sencillo tanto establecer como romper el vínculo? La primera hipótesis es compartida por un mayor núme-ro de psicólogos y sociólogos. Las cifras parecen apoyar esta idea, porque desde la entrada en vigor de la ley del divorcio de 1981, las rupturas no han hecho más que aumentar. En 13 años, entre 1991 y 2004, el número total de separaciones se ha duplicado y, de hecho, la curva es tan ascendente que en sólo tres años, entre 2001 y 2004, las rupturas se han incrementado en un 30,5%. En total, desde que se legalizó el divorcio, se han producido en España 1.054.059 separa-ciones y 703.018 divorcios, o, lo que es lo mismo, 1.757.077 rupturas.
    Desamor sin edad. Juan Luis Rubio, presidente de la Asociación de Padres de Familia Separados, comprueba a diario el ritmo de vértigo al que nos de-senamoramos hoy los españoles: “En los 15 años que llevamos funcionando como asociación, se ha incrementado muchísimo el número de separaciones, y lo más destacable es que el aumento alcanza a edades límite. Antes, la gente se separaba entre los 38 y los 45 años. Ahora, el divorcio ha aumentado mucho entre la gente de 22 ó 23 años y también en personas mayores, de hasta 72 años”. María Jesús Álava no cree que la situación vaya a remitir en los próximos tiempos: “Es indudable que las separaciones cada vez van a más. En mi clínica somos 10 personas y todos comprobamos que aumentan día a día de forma vertiginosa”. María Jesús Adán, del Centro Psicológico Adán, asegura que “cada vez hay más rup-turas, quizá porque ya no se aguanta tanto. Antes también había malos tratos o dominación del hombre sobre la mujer, o desvinculación del hombre de las tareas domésticas. La diferencia es que antes se toleraba y hoy no”.
    Otra opinión, la de Blanca Armijo, del centro CBP Psicólogos, incide también en el aumento de las rupturas, pero apunta a una de las posibles causas: que ahora nos separamos antes de haber dado tiempo a que se produzca el amor maduro, un sentimiento que debe seguir a la pasión de la primera etapa de la relación: “Cuando se acaba la fase inicial del enamoramiento se producen muchas rupturas. Antes, la gente se casaba para mantener una casa y criar a unos hijos, y no le daba tanta importancia al hecho del amor en sí. Pero ahora, la gente se casa por amor y si la pa-reja se desenamora, llega la crisis”.
    Se aguanta menos, hay más facilidades para separarse, se confunde enamoramiento con amorâ?¦, y también, indudablemente, influye el hecho de que nuestro tipo de sociedad favorece la aparición de individuos con el síndrome de Peter Pan, es decir, que prolongan sus rasgos infantiles de ego-ísmo y falta de compromiso hasta bien entrada la madurez. Esa infancia anormalmente larga hace que se conciba la pareja como un compañero de juegos o, incluso, como un juguete. Cuando se estropea, deja de interesar.
    El psicólogo Raúl Padilla, del Centro Psicantropía, asegura que las parejas son cada vez más prác-ticas y que esto va en detrimento de las relaciones. “Estamos inmersos en una cultura que nos empuja a poseer más, a disfrutar y buscar la felicidad casi compulsivamente. Se tiende a analizar las cosas en términos de consumo: si mi coche se ha quedado viejo, lo tiro y me compro otro. Lo mismo pasa con las relaciones de pareja”.
    Desde luego, los más jóvenes no parecen estar por la idea de que pueda existir un amor para toda la vida, y quizá los hijos de parejas separadas sean los que menos creen en el amor eterno. Reco-nocen abiertamente que, por lo general, aunque el divorcio no les haya afectado siempre que se haya producido de forma civilizada, sí ha dejado en ellos una huella de desconfianza de cara a sus propias relaciones.
    En este sentido se explica Marcos, de 23 años, hijo de padres que se divorciaron cuando él apenas tenía meses: “No creo en el amor para toda la vida. La gente de mi generación, cuando ve que la relación va mal la corta, quizá porque no queremos que nos hagan daño. Las chicas, sobre todo, esperan a alguien totalmente idealizado, y en cuanto tienen una mínima relación la dejan porque van con un listón muy alto. No dan oportunidad. Pero es que a mí me pasa lo mismo”.
    Buscar ayuda. Todavía son muy pocos los que recurren a un experto cuando ven que las cosas están empezando a ir mal. Muchos piensan que una terapia de pareja puede resultar larga y cos-tosa, o bien están convencidos de que no resolverá nada. Sin embargo, se pueden encontrar psi-cólogos a la medida de cada bolsillo, ya que en muchos gabinetes y centros psicológicos, el precio de la sesión puede rondar los 30 euros. De ahí para arriba, claro, porque en este campo los hono-rarios son libres. Sin embargo, no es dinero malgastado, porque, según el informe del Instituto de Política Familiar, cada año más de 16.000 matrimonios se reconcilian durante el tiempo de la se-paración, y unos 8.000 deciden seguir separados pero sin dar el paso hacia el divorcio (lo cual también puede significar, claro está, que muchos de ellos prefieren ahorrarse el desembolso que supone la ruptura definitiva, en la ignorancia de las consecuencias legales y económicas que ello trae consigo en materia de herencias, por ejemplo).
    Según Raúl Padilla, más o menos una de cada dos parejas podría salvarse si pidiera ayuda a tiem-po y decidiera ventilar sus diferencias delante de un psicólogo y no frente a un abogado, cosa que sucede con mucha frecuencia. De hecho, los abogados que llevan asuntos de familia se quejan de que las parejas acuden a ellos con la esperanza de que les proporcionen una solución mágica. La abogada Irma Fernández Rozas asegura que “la mayoría de la gente acude al abogado como si fuera a un mediador familiar. Cuando vienen las parejas a mi despacho, a menudo tengo que in-tervenir enérgicamente para que no se produzcan insultos. Con los años de profesión uno se vuel-ve bastante psicólogo, pero la verdad es que se ponen a discutir y a echarse en cara pequeñas o grandes cosas, sobre todo acerca de quién ha gastado más dinero”.
    Desde la Asociación de Abogados de Familia aseguran que la mujer pide más la separación y el hombre más el divorcio, pero los abogados y psicólogos consultados opinan que es la mujer la que pide mayoritariamente tanto uno como el otro. Hay más datos que refuerzan esta tesis. Según un estudio realizado por el psicólogo Antoni Boliches sobre 503 parejas, la mujer toma la iniciativa en la ruptura en un 55% de los casos. Las hay incluso que, por ahorrarse problemas, corren con to-dos los gastos que supone el trámite.
    Y, la pregunta se hace inevitable: ¿cuánto dinero mueve todo ese desamor que se ha apoderado de nosotros como una gripe malévola? Las cifras son elevadas. Si la pareja es de clase media-baja y el divorcio se produce de mutuo acuerdo, la minuta del abogado puede ascender a unos 2.000 euros. Si cada cónyuge tiene su propio letrado, subiría a 4.000 euros, aproximadamente. En casos complicados, puede llegar hasta 10.000 o incluso 18.000 euros, según cálculos de Irma Fernández Rozas. Si tenemos en cuenta que el número de divorcios en España fue de 135.000 en 2004 y le calculamos, tirando por lo bajo, una media de 4.000 euros por cada uno, la cifra que se mueve anualmente en España sería de 540 millones de euros (la misma cantidad que aportación directa del Estado a las Comunidades Autónomas).
    Odio y negocio. Determinar cuánto negocio generan las separaciones y divorcios es, a todas luces, misión imposible. Para empezar, no existe un registro nacional de abogados matrimonialistas. La Asociación Española de Abogados de Familia, por ejemplo, cuenta con 1.000 miembros, pero hay muchísimos más abogados que llevan temas de pareja y no están afiliados. Por otra parte, sabe-mos que las separaciones inciden de forma directa en el mercado inmobiliario, generando un au-mento en la demanda de alquileres, pero se carece de información sobre cuántos inquilinos lo son en razón de una ruptura de pareja. Lo único que está claro es que, para algunos, el desamor está suponiendo un negocio tan boyante como para los chicles de nicotina las restricciones al uso del tabaco.
    Porque, por ejemplo, ¿qué sería de la prensa y la tele del corazón sin las separaciones de los fa-mosos, ésas que generan miles de euros en exclusivas? Sin embargo, Luis Zarraluqui, muy cono-cido por sus 50 años en el ejercicio de su profesión y por haber llevado las separaciones de mu-chos rostros populares, nos tranquiliza. Definitivamente, los famosos también son de este mundo: “Los famosos son iguales que los demás a la hora de separarse, aunque quizá se desenamoren con más facilidad cuando se trata de personas jóvenes, futbolistas, actores, etc. que han alcanza-do el éxito muy pronto y realmente no han madurado completamente a nivel emocional”.
    ¿Y los gays? Todos los factores que hemos analizado hasta ahora como causantes del desamor se pueden aplicar de la misma forma a las parejas formadas por personas del mismo sexo. Entre julio y diciembre de 2004 se celebraron 327 bodas de parejas homosexuales. ¿Veremos dentro de poco una explosión de divorcios gays? “No cabe duda”, señala María Jesús Álava, “porque cuando una persona se siente enamorada, la pulsión es la misma, aunque aún no ha habido tiempo para que esas parejas se puedan consolidar y habrá que esperar un poco antes de ver las cifras de divor-cio”.
    Después de todo lo visto, ¿nos puede quedar la esperanza de que exista un amor para siempre? Pues sí, porque si no resultara suficiente prueba la visión de esas parejas de ancianos que cami-nan cogidas de la mano, el psicólogo Antonio Gil nos asegura que el amor eterno puede estar al alcance de todos nosotros. “Es una habilidad, una labor diaria de los dos. Las parejas que duran toda la vida son aquéllas que se comunican bien, que negocian y que tienen habilidad para solu-cionar los problemas. Es cierto que las causas del desamor son muchas y que todos corremos el riesgo de desenamorarnos. Pero siempre es posible dar marcha atrás. Si has estado bien con al-guien durante años, ¿por qué no vas a seguir así si pones un poco de esfuerzo en el día a día?”.
    “Amar sin sufrir” (La Esfera de los Libros), de María Jesús Álava Reyes.
    Aprender a enfrentarse con el tema de la pérdida es aceptar vivir el duelo, saber que aquello que era es aquello que era y que Ya no es más o por lo menos que ya no es lo mismo que era. De hecho nunca es lo mismo.
    Decía Heráclito: imposible bañarse dos veces en el mismo río. Ni el río trae la misma agua ni yo soy el mismo. Hay una pérdida necesaria. Cuando me doy cuenta de que algo ha muerto, de que algo está terminado, ese es un buen momento para soltar. Cuando ya no sirve, cuando ya no cumple, cuando ya no es, es el tiempo de soltar.
    Lo que seguro no voy a hacer, si te amo de verdad, es querer retenerte.Lo que seguro no voy a hacer es tratar de engancharte, si es verdad que te amo.
    ¿Te amo a vos, o amo la comodidad de que estés al lado mío?
    ¿Estoy relacionado con vos, individuo, persona?, o estoy relacionado con mi idea de que ya te encontré y no quiero salir a buscar más a nadie. La verdad es que la pregunta que hago a todos es la que me hago a mí.
    Si mañana yo llego a mi casa y mi esposa, después de 26 años de casados, me dice que no me quiere más…¿qué pasa?
    Primero dolor, angustia, tristeza y luego más dolor. Y después las dudas. Me pregunto: ¿quiero yo seguir viviendo con alguien que no me quiere? Yo. No ella. Yo ¿quiero se-guir? La quiero enormemente ¿Alcanza? ¿Puedo yo quererla por los dos? La ver-dad…que no. Y la verdad es que esta es la historia: como sé que no puedo determinar que me quieras ni quererte por ambos, entonces…te dejo ir. No te atrapo, no te agarro, no te aferro, no te aprisiono.
    Y no te dejo ir porque no me importe, te dejo ir porque me importa.

    (Aportación De Vicente D. extracto de Jorge Bucay El camino de las lágrimas)

  2. SALUD MENTAL Y EMOCIONAL DE LOS JÃ?VENES
    6. 16. PAREJA: ENAMORAMIENTO, AMOR Y DESAMOR
    1. Algunas características del enamoramiento
    2. Evolución del enamoramiento: final o consolidación
    3. Despúes del desamor
    4. Direcciones de interés
    5. Bibliografía
    Sumario Problemas Concretos

     
    1. ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ENAMORAMIENTO
    El enamoramiento es un estado de ánimo, un desencadenante de la experiencia amorosa. Dicha experiencia puede ser compartida o no por la otra persona; si esta responde a nuestro deseo amoroso, es la vivencia del éxtasis, la magia. No parece haber barreras para los amantes, como si nada tuviera mayor sentido que ellos mismos.
    Cuando, por el contrario, no existe una correspondencia, el deseo y la frustración conti-nua generan un estado de tristeza profunda. Toda esa energía que genera el enamora-miento, al no encontrar respuesta, se vuelve contra uno mismo generando autodestruc-ción. Se pierde la alegría, el deseo de vivir, y uno se ve a sí mismo inferior, pensando cosas como: “… algo malo tendré para que no me quiera…; no soy lo suficientemente guapo/a, simpático/a…; nunca encontraré a nadie para mí…; no me volveré nunca a enamorar…” Hay que hacer una despedida interior, vivir el duelo y prepararse para una nueva apertura.
    La persona enamorada puede sentir sensaciones de frío, calor, tener taquicardia, ponerse a temblar, enrojecer ante la presencia de la persona amada o con solo oír su nombre. Se vive con gran intensidad, pero también con gran inseguridad, llegando a sentir desde la alegría más absoluta a la tristeza más profunda por el miedo al abandono del ser amado.
    El pensamiento se convierte en obsesivo, “…no puedo dejar de pensar en el/ella…” Se está pendiente de una palabra suya de afecto, de una sonrisa, una mirada, una llamada de teléfono…, para asegurarnos de que existe una correspondencia.
    El comportamiento es compulsivo: impulso de frecuentar los lugares por donde pasa, hablar continuamente de el/ella, de sus características físicas, de su personalidad… Nos sentimos totalmente seducidos por esa persona, todo cuanto hace o dice es maravilloso. Tiene gracia, es inteligente, valor, honradez, coherencia…
    El enamoramiento puede manifestarse bruscamente -es el flechazo- o como la transfor-mación de una relación que se inició como amistosa.
    Cuando estamos enamorados/as, se desea estar el máximo posible del tiempo con la persona amada, incorporarlo a nuestro mundo, a nuestra vida. Se busca contacto a través de la piel, la mirada, se busca su proximidad, sentir su energía.
    Vivir el enamoramiento es como estar en otro mundo. Es vivir en la fantasía. No vemos al amado como es, sino que sólo vemos algunas de sus partes, aquellas que deseamos ver o que deseamos que tenga. Lo convertimos en la pareja ideal, interpretando su com-portamiento en base a nuestras fantasías. En realidad nos imaginamos como es y nos lo creemos, a veces acertamos en algo, pero otras después de este período, incluso se llega a pensar: “…como me pude enamorar de esta persona, …cómo no me di cuenta de como era, … antes no era así…” Es la idealización del ser amado.
    Todo cuanto hace o dice nos parece hermoso, no tiene defectos, incluso no entendemos como alguien puede verle alguno, incluso si vemos algo que en otras personas sería ne-gativo, en el ser amado no tiene importancia. En este período se altera nuestra manera de vivir el tiempo y el espacio, no existe otra realidad que el ser amado. El tiempo pare-ce muy corto en su presencia y muy largo en su ausencia.
    Cuando una persona está enamorada es fácilmente reconocida por los otros a través de todo un lenguaje corporal, la forma de mirar al otro, de escucharle, de sonreirle… Ena-morarse produce placer, nos volvemos más receptivos con todos los sentidos: somos capaces de detectar sútiles cambios de voz, de la mirada, del gesto, nos permitimos también sentir más las emociones y todo nuestro organismo se revitaliza.
    También aumenta nuestra autoestima, nos sentimos más seguros e importantes, queri-dos/as, incluso aquellos aspectos que antes no nos gustaban de nosotros mismos, ya no son tan importantes. Es como si de repente nos sintiéramos hermosos, útiles, inteligen-tes, fuertes, deseados/as… y nos convertimos en todo aquello que queremos ser o que cree el otro que somos.
    Sin embargo, cuando nos enamoramos aparece la siguiente creencia: que la otra persona ha de corresponder ( de lo contrario, es injusto).
    El enamoramiento, como todos los procesos internos, se produce individualmente, y a veces maravillosamente se da a dúo, pero en otras ocasiones no es correspondido. En este caso es cuando, unido al placer del enamoramiento, aparece la tristeza, la melanco-lía amorosa.
    Es una experiencia que nos une, querámoslo o no, con la persona amada, incluso aunque esta no quiera. Le amamos intensamente y le hacemos objeto de nuestro deseo, de nues-tras ilusiones y fantasías. Pero la otra persona puede no sentir lo mismo. El enamora-miento no es algo voluntario, ni se puede crear ni hacerlo desaparecer. Existe o no exis-te. Es un proceso que hay que pasar, como el desamor.
    Sumario

     
    2. EVOLUCIÓN DEL ENAMORAMIENTO: FINAL O CONSOLIDA-CIÓN
    El enamoramiento dura un período más o menos largo, tras el cual pueden suceder dos cosas: o concluye o se transforma. Se va pasando a un mayor contacto con la realidad, empezamos a ver al amado/a también en aquellos aspectos que no nos gustan.
    Puede suceder:
    a) El enamoramiento concluye y con él la relación
    Cuando desidealizamos a la persona amada, observamos que dista mucho de lo que era en nuestras fantasías, de nuestras expectativas de relación. Nos damos cuenta entonces de que tenemos valores y formas de ver la vida muy diferentes. Desaparece la magia, la vibración de los cuerpos. Deja de seducirnos. Nos desenamoramos.
    Esto es lo más frecuente tras la mayoría de los enamoramientos. Son vividos como una experiencia hermosa, intensa, pero fugaz. Especialmente en la adolescencia, donde se ensayan los caminos amorosos y se construye la propia identidad. Muchos enamora-mientos surgen para concluir, formando parte del aprendizaje de la vida.
    b) cuando el enamoramiento se transforma en una relacion consolidada
    Desaparece la idealización, pero la persona que descubrimos nos llena, nos gusta y de-cidimos compartir nuestra vida con ella. Desaparecen muchas de las reacciones físicas típicas de la etapa del enamoramiento, dando paso a un amor profundo y comprometido, en el que los dos miembros de la pareja se preocupan el uno por el otro y se cuidan mu-tuamente.
    El amor y el desamor forman parte de la vida, necesitamos, pues, vivir estas experien-cias aprendiendo de ellas, tomándolas como oportunidades que nos ofrece la vida en el proceso de nuestro desarrollo como personas.
    No debemos olvidarnos de que las crisis nos ayudan a renovarnos, a generar nuestros propios recursos, que nos ayudan a afrontar la vida de una forma más positiva y feliz. No tenemos porque vivir la ruptura amorosa como un fracaso, sino como una evolución hacia algo más positivo, aprendiendo a confiar en nosotros mismos y en el propio pro-ceso de la vida.
    Sumario

     
    3. DESPUÃ?S DEL DESAMOR
    El final del enamoramiento puede desembocar en una vivencias de desamor o shock sentimental. Por muy doloroso que sea el shock sentimental que se sufre cuando uno pierde a la persona que ama, es un fenómeno normal con una evolución y unas fases. Es un período denominado de DUELO, en el cual uno tiene que adaptarse a vivir y a ser feliz de nuevo sin la persona que quería.
    Generalmente la primera crisis que se pasa es la más grave, porque la persona todavía no ha desarrollado las técnicas adecuadas para hacer frente a la situación. Aunque puede haber diferencias personales, este período está constituido por tres fases: la primera, que es la más cercana a la ruptura, se vive con gran tristeza, llegándose a culpabilizar por la ruptura con pensamientos del tipo: “… si hubiera hecho… esto no habría pasado…., si no hubiera hecho… quizá aun seguiríamos juntos….”; es la etapa denominada MASO-QUISTA. En la segunda fase, empiezan a salir los rencores y entonces es “el otro” el que vemos como el culpable único de la ruptura.
    En ninguna de estas dos fases, que a veces se alternan, se ve la realidad tal y como es. Con el paso del tiempo las emociones se tranquilizan y vemos las cosas de una manera mas objetiva, llegando a entender los motivos de la ruptura. Uno se va sintiendo cada vez más independiente, menos triste, menos resentido y va encontrando nuevas formas de disfrutar. Es el momento de recuperar a los amigos/as, quizás algo abandonados, de volver a las aficiones o de crearse otras nuevas. Poco a poco la herida se va cerrando y uno vuelve a recuperar la confianza en sí mismo/a, abriéndose a nuevas relaciones.
    Hay personas que necesitan enamorar continuamente y cuando lo han conseguido el interés por la conquista desaparece. Hay una búsqueda constante de ser querido o de reconocimiento social, sobre todo en los varones ya que supone prestigio, aunque tam-bién puede ser producto de una mala relación con ese sexo, seducir para abandonar, es una manera de castigar.
    Otras personas buscan inmediatamente alguien a quien volver a idealizar. No se puede soportar la idea de estar solo/a, necesitan a alguien para que continuamente les apoye, tienen miedo a no saber que hacer por ellos/as mismos/as.
    Sumario

     
    4. DIRECCIONES DE INTERÃ?S
    – Asesoría Psicológica del CIPAJ. Miércoles de 16â??15 a 18â??15 h. y viernes de 12 a 14 h. Gratuita, previa petición de hora. Pza. de San Carlos, 4. Tel. 976 721 818.
    http://www.cipaj.org
    E-mail: juvayto@public.ibercaja.es
    – Asesoría Psicológica de la Universidad de Zaragoza. Lunes de 16 a 20 h. y martes de 10 a 14 h. Gratuita, previa petición de hora. Pedro Cerbuna, 12. Edificio Interfacul-tades, 3ª planta. Tel. 976 761 356.
    Sumario

     
    5. BIBLIOGRAFÁ
    – Mil y una estrategias amorosas. Marie Papillot.Ed. Martínez Roca.
    – El primer amor. Francesco Alberoni.
    – El arte de seguir juntos. Michael Broder.
    – Los secretos de la pareja feliz. Paul Coleman.
    – Los vínculos amorosos. Fina Sanz. Ed. Kairos.
    – Remedios para el desamor. Enrique Rojas. Ed. Temas de hoy.
    – Con el amor no basta. Aaron Beck.
    – La pareja rota. Luis Rojas Marcos. Ed. Espasa Calpe.
    – El amor: psicología de un fenómeno. Peyter Lauster. Ed. Mensajero.
    – Los hombres son de marte, las mujeres son de venus.

    Infidelidad | Pareja (Problemas de pareja)

    Motivos de infidelidad:
    â?¢ Por desamor ya no amas a tu pareja y buscas un motivo aunque sea inconsciente para recu-perar tu libertad
    â?¢ Por falta de pasión con tu pareja
    â?¢ Por ampliar tu propia experiencia sexual
    â?¢ Por aburrimiento
    â?¢ Por soledad afectiva
    â?¢ Porque tu pareja es conflictiva
    â?¢ Porque te sientes menospreciado
    â?¢ Porque te enamoras de alguien que repre-senta lo nuevo o lo diferente

    Motivos de fidelidad:
    â?¢ Por amor a tu pareja
    â?¢ Por razones éticas o morales
    â?¢ Por escarmiento
    â?¢ Por miedo a perder a los hijos
    â?¢ Por falta de energía
    â?¢ Por miedo a perder lo que posees

    INFIDELIDAD, CAUSAS, CONSECUENCIAS Y CRISIS DE PAREJA

    La infidelidad se vive como la peor traición de la pareja y se piensa que el infiel es el culpable de un grave daño a la relación de pareja, ya que, se supone que en la relación de pareja se tiene todo lo que necesita para vivir bien.
    Generalmente se piensa que la infidelidad se relaciona con encuentros sexua-les extra pareja.

    Pero, también existe la infidelidad producto de las crisis o problemas en la pareja; en este tipo de infidelidad no sólo se trata de un evento sexual, ya que el o la infiel busca lo que no encuentra con su pareja, por ejemplo aspectos intelectuales, físicos, emocionales, de aten-ción, económicos, etc. 
    Para poder entender un poco mas de la infidelidad, de-bemos decir que, la infidelidad  existe siempre y cuando,  primero exista una pareja, puede ser noviazgo, vivir jun-tos, matrimonio, etc.; a resumidas cuentas, la infidelidad va a afectar la relación de una pareja.

    Esto surge, en parte por nuestra sociedad, ya que cre-cemos y somos educados para pensar que la  monoga-mia será el tipo de relación en la que viviremos y por lo tanto, tenemos muchos argumentos de educación que así lo determinan.

    Los factores de educación  van conformando la moral, los valores, costumbres, normas, formas de comportamiento, etc. Y nos educan como personas con lo que conocemos como una conducta â??normalâ? (nos referimos con normal que esta dentro de la norma social vigente) y lo normal en nuestra sociedad es que vivamos en pareja, repito es una forma educativa de tipo social, y debemos tomar en cuenta que existen otras formas, creencias, valores y costumbres. 
    Hasta aquí todo va claro, pero el problema surge cuando nos damos cuenta que los seres humanos en ocasiones pedimos cosas opuestas a lo que se es-peraba, sobre todo en aspectos relacionados con la pasión y el amor.

    La pasión que en ocasiones se desaparece o  cam-bia  y el amor que se desvanece cuando la rutina y la monotonía van llenando a la pareja de obligacio-nes, decepciones, mala comunicación, mala eco-nomía, mala salud, etc. 
    Pero ¿cómo definir la infidelidad entonces?.- De una manera rápida la podemos definir como las relacio-nes extra conyugales o extra pareja, sean de tipo sexual o afectivo. 
    Entendemos la relación fuera del lazo o compromiso de pareja, ya que se había establecido un acuerdo de estar juntos los dos sexual y emocionalmente el uno para el otro en exclusividad, al menos es lo es-perado. 
    Pero y ¿Qué provoca la infidelidad? 

    Contra lo que muchos piensan, no es un solo factor y cada conjunto de factores dependen de cada persona y de cada situación y por lo tanto es muy difícil de-finir que produce la infidelidad. Lo que si se puede adelantar para entenderla son los factores que predisponen a las personas a la infidelidad: 
    Uno de los factores que provoca la infidelidad se refiere a la elección de la pro-pia pareja.- Es importante señalar que no es del todo cierto que elegimos li-bremente a la pareja, por lo general  la “decisión” está dada por factores res-tringidos al circulo en el que nos desarrollamos, es decir, la elección no es al azar sino que está altamente determinada de acuerdo con las actividades que realizamos, las cuales nos permiten “conocer” o relacionarnos con otras perso-nas. 
    Incluso existen teorías que nos dicen que nos sentimos atraídos por personas que realizan actividades similares a nosotros, tal es el caso de las relaciones que se desarrollan en la escuela, en el trabajo, en el gimnasio, en los círculos de amigos, etc. 
    Generalmente en las relaciones de pareja donde se presen-tan episodios de infidelidad, producen formas de amor y odio o de amor y dolor; esto es causado por que supone-mos que el otro “debe” satisfacer nuestras necesidades, lo cual se da muchas veces a  nivel inconsciente. Las necesi-dades son de manera completa e integra, entre ellas desta-can, lo económico, la atención, el amor, lo sexual, la pro-tección, la fidelidad, etc. 

    Por ejemplo, la pareja complementaria, en donde uno “manda” y es considerado más desarrollado, mejor, más capaz, con mas dinero, etc., puede verse seriamente afec-tada cuando el “obediente” obtiene, por ejemplo logros que lo hacen salir del esquema anterior, o entender la relación desde otra perspectiva. 
    En este ejemplo, el “obediente”, realiza una elección del tipo analítico pero dados los logros, su relación se transfor-ma en una elección basada mas en la confianza en si mis-mo. La relación continúa siempre que la elección sea ratifi-cada por ambos miembros de la pareja. 

    Puede darse el caso de que la elección de la pareja se base en un afán de evi-tar la depresión o de no querer estar â??solo consigo mismoâ?, y esto haga que la elección sea de tipo analítico y cuando descubra que su pareja no es la solu-ción a sus problemas buscara entonces una relación extra. 
    Las situaciones anteriores, hacen referencia a elecciones de pareja poco sa-nas, en la medida en que se hacen modos de relación rígidas que ante cual-quier crisis o problema “vital” de la pareja, resultarán las conductas inoperantes para resolver o cuando menos llevar a buen término los problemas que la aquejan. Y una de las conductas que hace inoperante la relación de pareja es la infidelidad. 
    En ese momento, lo que parecía amor, se va tornando en frustración, coraje y odio, lo cual puede desencadenar que se busque un amante que sea totalmen-te opuesto a lo que es la pareja, aunque también pueden aparecer personas circunstanciales que podrán general los cuadros de infidelidad, por ejemplo, el caso donde un (a) amigo (a) o compañero (a) de trabajo se vuelve la persona que nos escucha sobre los problemas que tenemos. La compenetración que se logra al contar nuestras penas es tanta, que muchas de la veces puede generar un romance. 

    Ya que eso brinda como un desahogo emocional, en oca-siones esto permite seguir en la relación de pareja, ya que de alguna manera se logra com-pensar que lo no se tiene con la pareja. 
    Esto tiene una lógica basada en la existencia de relaciones de infidelidad en donde la rela-ción sexual no es lo más impor-tante, sino la necesidad de sentirse escuchado y atendido por otra persona. 
    La relación extra conyugal también se llega a presentar por que alguno de los dos se siente amenazado en su auto-nomía y a través de otra rela-ción, se logran sentir apoyados o con un â??valor extraâ? que per-mite enfrentar las cosas que solo (a) no se podía. Sobre todo que la extra relación per-mite seguir sintiendo cierta au-tonomía. 

    También existen relaciones extra pareja cuando se sienten que la pareja ame-naza la independencia y la autonomía y se tienen miedo a quedar atrapado (a), en este sentido, se observan personas que una vez que el/la amante inicia sus exigencias, buscarán nuevamente otra relación que los “salve” tanto del cónyu-ge como del amante “devorador” o bien, pueden mantenerse así para evitar ser absorbidos por ambas. 
    Hasta aquí hemos dado un repaso de algunas de las causantes de la infideli-dad, y diremos que es necesario, para mantener una buena relación de pareja, establecer cierta independencia y autonomía entre los miembros de la pareja. 
    Se debe mantener una buena comunicación efectiva en la pareja. 
    Se recomienda constatar el laso de unión en la pareja. 
    Se considera importante renovar los acuerdos de la pareja. 
    Y finalmente, es importante recomendar el revisar como quieres vivir, ya que la fidelidad también es un acto de convicción, esto quiere decir que para mante-nerte tranquilo (a) en una relación, debes planear que tipo de relación quieres y propones, ya que la infidelidad se relaciona con el acto de mentir o engañar a la pareja, ya que esta desconoce nuestras intenciones. 
    Este artículo no termina, he decido hacer una serie de artículos que hablen de la infidelidad, ya que existen muchas variantes que por espacio y tiempo no se trataron aquí, así que seguiremos escribiendo sobre el tema. 
    Como siempre me despido diciéndote a ti lector (ra), que si encuentras un refle-jo o similitud de tu caso en lo escrito, por favor comunícate, tienes a tu disposi-ción mi correo y mi consultorio para hacer una cita.

    M. en C. José Jaime Martínez  Salgado

    Sexólogo Clínico, Especialista en Hipnosis y en Progra-mación Neurolinguistica*.

    *Certificado por John Grinder, creador junto con Ri-chard Bandler de la Programación Neurolinguistica.
    Certificado en Hipnosis Clínica por la Federación Mexi-cana de Hipnosis Clínica
    Sexólogo de IMESEX
    VISITA:  http://www.consultasexual.com.mx

    Superar una ruptura | Pareja

        Una ruptura de pareja consiste en un proceso de duelo por la perdida que genera, y un proceso de adaptación que dura un tiempo, tenemos que darnos la oportunidad de expresar ese dolor, y tantas emociones como se tenga, rabia, nostalgia, rencor etc.â?¦pero también tenemos que saber que hay actitudes que nos ayudarán a hacer este difícil cambio, las siguientes son estos.

    1.- Piense en positivo
    La etapa que acaba de finalizar ha sido mala, pero no la vida al completo. Cuando la monotonía se rompe, puede ser un buen momento para emprender una serie de proyectos que siempre había deseado hacer. Estos no tienen por qué ser grandes cambios, al menos al principio. En un primer momento, pe-queñas modificaciones cotidianas pueden ayudarle a coger gusto por su nueva vida.

    2.- Renuévese
    Renueve todo aquello de su casa que le pueda traer malos recuerdos o vibra-ciones negativas. Pero nunca debe intentar olvidar toda su relación anterior, la clave está en superar, no en olvidar. Tampoco es bueno idealizar la relación y conservar cada detalle u objeto que recuerde a la persona amada como reli-quia.

    3.- Busque apoyos
    Busque ayuda. No trate de pasar el mal trago en soledad. Aunque tampoco es bueno depender de nadie, lo cierto es que para afrontar tanto cambio, es bue-no aferrase a personas queridas. Conviene que busque a los amigos y amigas que ya tenía, cuidar sus relaciones y buscar nuevos apoyos. Si lo esta pasando muy mal anímicamente, busque ayuda profesional médica o psicológica. La comida de su madre, el apoyo de sus hermanos, o un café con una amiga pue-den ser la solución.

    4.- Manténgase activo
    Manténgase activo tanto físicamente, hacer ejercicio regularmente mejorará su estado anímico y social y siga saliendo con amigos y con la familia. Apun-tarse a una ONG o a una asociación lúdica de separados o divorciados puede ser una nueva manera de establecer relaciones, sentirse útil y estar activo.

    5.- Dé tiempo al tiempo
    Deje pasar el tiempo: el no pretenda que su caso sea distinto. No haga cam-bios muy importantes en su vida de modo repentino. Todos deben ser peque-ños pasos. Haga cosas que le resulten placenteras. Escriba una lista de cosas que le gustan y procure hacerlas regularmente.

    Celos: ¿amor o enfermedad? | Pareja

        Todos en un momento dado hemos sentido celos, cuando se convierte en una emo-ción cotidiana destruye a quien los siente y destruye a quien los padece. Culturalmente se asocia los celos y el amor, pero no es una demostración de amor sentir celos infunda-dos y si de inseguridad y baja autoestima. Las Creencias irracionales que dan lugar a celos patológicos serían:

    1.- La pareja que yo he elegido debe amarme mucho y en todo momento mientras yo quiera que sea así.
    2.- Es terrible que mi amor no sea correspondido y eso hace que mi vida sea horrible.
    3.- No puedo soportar que mi pareja no me quiera tanto como yo a ella/él
    4.- Dado que no he logrado que mi pareja me quiera como tendría que haber hecho soy una persona inadecuada e indigna de amor.
    5.- Si mi pareja me deja nunca encontraré a nadie a quien amar y seré infeliz toda mi vida porque no puedo ser feliz sin un/a hombre/mujer.
    6.- Tengo que estar absolutamente seguro/a en todo momento de que mi pareja me ama, ya que necesito su amor para vivir.
    7.- Si mi pareja me es infiel, los demás se reirán de mí y pensarán que soy un idiota to-tal, y eso no podría soportarlo.

    Miedo al compromiso
    La autonomía y la responsabilidad se van adquiriendo desde la infancia

    Los jóvenes de hoy (una tercera parte de quienes tienen 30 años viven todavía en casa de sus progenitores) se lo piensan mucho antes de irse del hogar familiar. Y, todos en general, le damos mil vueltas a la cabeza antes de suscribir cualquier compromiso que suponga una atadura: hipotecarse comprando una vivienda, consolidar una relación sentimental, tener hijos, cambiar de lugar de residencia para acceder a un nuevo puesto de trabajo&
    Este mundo de comodidades y seguridad en que vivimos nos ha hecho conservadores, rece-losos ante el futuro y dubitativos, introspectivos y, lo que es peor, nos ha convertido en per-sonas bastante inseguras y desconfiadas. Buena parte de esta situación se debe a la educa-ción protectora y permisiva que los padres de las últimas generaciones han proporcionado a sus hijos. Esa sensación de bienestar a cambio de casi nada y con tan pocos límites y obliga-ciones, actúa como freno ante el cambio, al aumentar el nivel de prevención y exigencia ante las incertidumbres que generan los cambios estructurales. Sin duda, hay barreras objetivas ante las que apenas se puede intervenir, como la carestía de la vivienda o la escasez y baja remuneración del trabajo, que dificultan la toma de las decisiones relacionadas con la eman-cipación y el desarrollo personal.
    Pero hace sólo tres décadas, ni se vivía tan cómodamente ni la gente había tenido tanto tiempo (antes de la vida en pareja y de tener descendencia) para construirse a sí misma, para definir sus preferencias y su propio estilo de vida. Crear una familia o irse de casa de los padres supone renuncias importantes, que pueden verse sobradamente compensadas una vez realizado el cambio pero que hacen que la gente se lo piense mucho antes de tomar la decisión.
    El miedo a las obligaciones y a perder independencia
    Los problemas acostumbran a surgir incluso antes de que se llegue a la convivencia de la pareja: empieza a plantearse si es “el momento adecuado”, si se está “preparado para dar un paso tan importante”, si “no nos estaremos precipitando”. La vida en pareja entraña el riesgo al fracaso amoroso, además de un compromiso, una comunidad de objetivos, una necesidad de tolerancia, comprensión, cariño y atención permanente al otro, una mecánica de concesiones mutuas, una pérdida de libertad individual en la medida que deben alcanzar-se consensos. En suma, un conjunto de cambios que si se realizan espontáneamente y sin gran cálculo nos conducirán a nuevas circunstancias que iremos sobrellevando como mejor podamos, unas veces con optimismo y otras con la resignación y madurez de quien ha modi-ficado su vida y asume las repercusiones de sus actos. Pero, cuando ante la expectativa del cambio, nos planteamos una y mil veces si no será más lo que perdemos que lo que gana-mos y puede más el temor al fracaso que la expectativa ante lo bueno que está por venir, tenemos un problema.
    Pero también, conforme se va madurando, muchos tienden a ser más realistas, comprensi-vos y generosos con los demás. Al conocernos mejor y al estar más familiarizados con los recovecos y limitaciones del ser humano, nos mostramos más tolerantes y abiertos.
    El porqué del miedo
    Algunos jóvenes manifiestan miedo al compromiso con otras personas e, incluso, al compro-miso con su propia autonomía. Temor a responsabilizarse, a vivir con independencia territo-rial y emocional respecto de sus padres. Miedo, en suma, a hacerse cargo de sí mismos, a ser responsables de sus actos, decisiones y opiniones. El miedo revela normalmente una desproporción entre la dimensión de lo que tenemos que afrontar y los recursos con que contamos para ello. Y no es suficiente con disponer de esos recursos, hemos ser conscientes de nuestra capacidad y para ello es indispensable ponerla en práctica. Aquí está el quid de la cuestión. Los padres han protegido tanto a sus hijos, han querido allanarles tanto el camino, que no han hecho sino poner barreras a su evolución. Han olvidado que valerse por uno mismo y dotarse de la capacidad de afrontar las dudas, los problemas y las dificultades, sólo se aprende desde una autonomía de opinión y de acción, que debe irse construyendo con el transcurso de los años. Los jóvenes han de ir generando sus propios recursos, experimen-tando sus capacidades y comprobando que los errores son oportunidades de aprendizaje para crear respuestas más eficaces y adecuadas. Un joven que ignora sus capacidades ten-derá a ser inseguro y temeroso, a manifestar dependencia de las personas que le han ayu-dado a resolver sus problemas. Una cosa es ayudar a los hijos y otra, bien distinta, realizar tareas y adoptar decisiones que les corresponden a ellos. El efecto de esta equivocada acti-tud es evidente: no se emanciparán, tardarán más en madurar y asumir las competencias que les corresponden, e incluso podrían aferrarse a esa niñez (prolongada inconscientemente por los padres) tan placentera y exenta de responsabilidades. En suma, se frenará el difícil camino hacia su autonomía como seres pensantes, libres y responsables. Además, se les puede crear un alto nivel de exigencia hacia los demás y una tendencia a la vida fácil y sin problemas, lo que propicia una escasa tolerancia al fracaso, a la disciplina y al esfuerzo.

    Educar para la autonomía y la responsabilidad

    â?¢  La principal misión de los padres es ayudar y acompañar a los hijos a que se conviertan en personas autónomas y responsables.
    â?¢  Los padres son educadores, nunca amigos con los que lo fundamental es “llevarse bien”.
    â?¢  La educación es una inversión a largo plazo en la que nunca se deja de hacer “ingresos”, y que exige a los padres reflexión, disciplina, constancia, esfuerzo, y mucha paciencia.
    â?¢  La aplicación cotidiana de una correcta estrategia educativa puede generar enfrentamien-tos entre padres e hijos que hay que saber conducir.
    â?¢  Los padres que adoptan decisiones que corresponde tomar a sus hijos y que les resuelven todos sus problemas, generan en los jóvenes un déficit de autoestima y de capacidad para afrontar los retos de la vida.
    â?¢  Educar para que los hijos no muestren miedo ante las obligaciones y los compromisos es una tarea incómoda, desagradecida y difícil. Las recetas no existen, hay que atender a las peculiaridades de cada hijo.
    â?¢  Dejando a salvo valores innegociables (como el respeto, la solidaridad y la responsabili-dad), la actitud más adecuada de los padres es la que resulta activa, próxima, abierta, vigi-lante y respetuosa.
    â?¢  Dos ejemplos de buena conducta educativa: dejar al niño de pocos meses llorar por la noche no permitiéndole dormir en la cama de sus padres, y “obligar” a los hijos a que, antes de solicitar consejo, reflexionen sobre las decisiones

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