Respaldo de material de tanatología

LA MUERTE DE SU HERMANO LA DESPERTÓ A LA VIDA:

LA MUERTE DE SU HERMANO LA DESPERTÓ A LA VIDA: Su inspiradora lucha contra un terrible cáncer le enseñó el valor de la vida y del amor http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_47853.html

Jueves, 12 de abril, 2007 MIÉRCOLES 11 de abril (HealthDay News/HispaniCare) — Steven, un hermano de Andrea Kott, murió en 2004 después de una batalla de 16 años contra una poca común forma de cáncer. Su muerte no fue “buena”. Le salían tumores de todos lados del cuerpo, sufría un dolor constante, no podía beber ni comer, y hacía mucho había tenido que renunciar a su pasión, la enseñanza. “Pero aún entonces, discapacitado y atormentado, Steven se aferró a la vida. Y yo, la reportera de salud que se especializaba en la atención del final de la vida y el movimiento del derecho a la muerte, no podía comprender por qué”, escribe Kott en un artículo de opinión publicado en la edición del 11 de abril del Journal of the AMERICAN MEDICAL ASSOCIATION.

Para Kott, el viaje de Steven de la vida a la muerte fue un viaje paralelo igual de significativo. “Al principio lo vi con arrogancia. Había estado escribiendo sobre la muerte y la agonía y me preguntaba por qué alguien querría seguir”, recuerda durante una entrevista. “Cuando el desenlace se acercaba, comencé a cambiar de opinión. No podía soportar que no estuviera en el mundo nunca más. Nunca se me ocurrió (antes) que el sufrimiento brindaba una riqueza y un valor adicional, que una persona sigue siendo la misma, que la relación con esa persona y las personas que la aman sigue siendo igual. Aún siguen ahí”. Steven, quien vivía en Kent, Connecticut, tenía 44 años en 1988 cuando le diagnosticaron un cordoma, un tumor poco común que usualmente se origina en la espina dorsal pero que eventualmente se irradia a otros huesos por el cuerpo. Los médicos extirparon el tumor original junto con su cóccix y los nervios que controlaban la función de los intestinos y la vejiga, y la función sexual. “Si me hubieran preguntado a los 20, cuando estaba sano, qué elegiría, la muerte o una vida sin poder hacer el amor de manera tradicional, probablemente hubiera dicho que la muerte”, le dijo Steven a Andrea unos pocos meses antes de su muerte.

AL FINAL, ELIGIÓ LA VIDA, COMO HACEN MUCHOS. “La gente vive su enfermedad de tantas formas distintas, pero esta historia no tiene nada poco familiar”, afirmó el Dr. Michael Fisch, director médico del Programa comunitario de oncología clínica del Centro contra el cáncer M.D. Anderson de la Universidad de Texas en Houston. “Luchaba por vivir y aferrarse a las cosas que valoraba en medio de circunstancias muy difíciles”. A los 50, Steven, profesor universitario de literatura, comenzó a tocar el violín, un sueño de toda su vida, estudio con una clase de chicos de quinto grado en una escuela primaria. Volvió a dar clases, hizo una segunda luna de miel con su esposa en las Islas Caimán y se ganó una beca Fullbright para dar clases en Inglaterra. Tuvo cinco años de IRM limpios antes de que el cáncer volviera, esta vez en su clavícula, lo que le puso fin a su naciente carrera con el violín. “No es que esta enfermedad amenace la vida”, dijo en un momento. “Lo que amenaza es el estilo de vida”.

Pero, con el tiempo, los tumores se apoderaron de todo. “Desde ese entonces, cada examen identificaba nuevos tumores, alrededor de sus costillas, otros que estrangulaban su nervio ciático y otros que penetraban las membranas alrededor de su cerebro”, escribe Kott, quien vive en Sleepy Hollow, Nueva York. “Crecían dentro de su cuerpo y crecían hasta salir al exterior. Uno se envolvió en sus cuerdas locales y hacía que pareciera que se había tragado una pelota de tenis”. Aún así, Steven continuó con la enseñanza, ocultando sus tumores bajo suéteres grandes y usando un micrófono “igual que Madonna” después de que el cirujano extirpó sus cuerdas vocales. Hacia el final de su vida, los tumores lo obligaron a caminar doblado en un ángulo de 45 grados, apoyado sobre un andador. Cuando se acercaba el final de la lucha de su hermano, Kott deseaba que se aferrara a la vida, pero también que dejara de luchar. “El equilibrio entre la vida y la muerte es muy delicado y el sufrimiento también importa”, señaló Kott.

“La moraleja es que se trata del sufrimiento del paciente, no de las personas que lo rodean”. “Tomar posturas es muy fácil cuando la muerte es algo abstracto”, continuó. “Cuando la muerte te mira a la cara, no se puede saber, no se sabe. Steven me lo enseñó. Me enseñó que no se puede saber qué va a pasar de un minuto al próximo”.

LA COMUNICACIÓN AL FINAL DE LA VIDA AYUDA A LAS FAMILIAS A SOBREPONERSE

LA COMUNICACIÓN AL FINAL DE LA VIDA AYUDA A LAS FAMILIAS A SOBREPONERSE A LA PÉRDIDA – Un estudio halla que pasar tan sólo 10 minutos adicionales con un proveedor de atención médica reduce el estrés y la depresión

MIÉRCOLES 31 de enero (HealthDay News/HispaniCare) — Cuando los médicos invertían 10 minutos más de lo habitual para escuchar a los familiares de los pacientes que agonizaban en la unidad de cuidados intensivos y les ofrecían una guía informativa sobre cómo superar la pérdida de un ser querido, era menos probable que estos familiares experimentaran estrés, ansiedad o depresión tras la muerte de su pariente.

Esa es la conclusión de un nuevo estudio francés que aparece en la edición del 1 de febrero del New England Journal of Medicine. Los autores del estudio encontraron que cuando los médicos se acercaban a las familias afligidas y se tomaban más tiempo para escucharlas, podían reducir los síntomas del estrés en 24 por ciento, los síntomas de ansiedad en 22 por ciento y los de depresión en 27 por ciento. “Este ensayo controlado y aleatorio muestra que una estrategia de comunicación proactiva es eficaz para aliviar los síntomas del estrés, ansiedad y depresión en los familiares de pacientes críticamente enfermos y moribundos”, aseguró la autora principal del estudio, la Dra. Elie Azoulay, directora asistente de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Saint-Louis en París.

Tener un ser querido en la UCI es muy estresante para la familia, sobre todo porque a menudo estos pacientes no pueden comunicarse, según la información de fondo del estudio. Mantener reuniones sobre el final de la vida, en la que los familiares se reúnen con el equipo de la UCI, se ha convertido en un estándar en muchos centros médicos. Pero esta práctica no ha sido evaluada en un ensayo controlado y aleatorio, de acuerdo con los autores del estudio.

Para el estudio reciente, los investigadores contaron con la participación de los familiares de 126 pacientes moribundos en la UCI de 22 unidades de cuidados intensivos de Francia. La mitad de los familiares participó en una reunión estándar sobre el final de la vida, cuya duración generalmente es de unos 20 minutos. La otra mitad participó en una reunión sobre el final de la vida más proactiva y de mayor duración, alrededor de 30 minutos. Durante este período de tiempo se les animó a que hicieran preguntas y que expresaran sus preocupaciones, y al final de la sesión se les proveyó una guía informativa sobre cómo superar la muerte de un ser querido.

Los participantes en el grupo de comunicación proactiva hablaron unos 9 minutos más, en promedio, que los del grupo estándar. Noventa días después de la muerte de su ser querido, todos los participantes del estudio fueron entrevistados por teléfono. El grupo de comunicación proactiva tenía una menor incidencia de síntomas del trastorno por estrés postraumático que los del grupo estándar: 45 por ciento, en comparación con 69 por ciento. Los síntomas de ansiedad estuvieron presentes en el 45 por ciento del grupo de comunicación proactiva, frente al 67 por ciento de los del grupo estándar. Y los síntomas de depresión se manifestaron en el 29 por ciento del grupo de comunicación proactiva, frente al 56 por ciento de los del grupo estándar. Cuando se preguntó al Dr. Craig Lilly, quien también es coautor de un editorial acompañante en la misma edición de la publicación, sobre si estos hallazgos podrían replicarse en los Estados Unidos, respondió, “el mensaje fundamental es sin lugar a dudas extrapolable. Si sacamos 10 minutos adicionales para escuchar a las familias, sin hablar, sólo prestando atención, los niveles de estrés serán menores.

Cuando se tiene un familiar en crisis, es importante hablar con el médico sobre los valores de ese ser querido y qué tipo de desenlace funcional desearían”, señaló Lilly, que es profesor de medicina, anestesiología y cirugía en el Centro Médico Memorial de la Universidad de Massachusetts en Worcester. Si el médico de su pariente o equipo de atención médica no habla con usted, Lilly recomienda solicitar una reunión con los médicos y enfermeras involucrados y que todos los miembros importantes de la familia estén presente, para que esta sesión de comunicación sea efectiva para todos los interesados. “Estas sesiones de comunicación formal pueden ser útiles para ambas partes. Los miembros de la familia deben venir preparados. Dígale a los médicos cuáles son los valores del paciente y lo que hubiera deseado; así como también sobre cuáles deberían ser los objetivos de la atención. Una buena comunicación ayuda a que todos entiendan mejor las opciones disponibles y qué esperar”, apuntó Lilly.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare HealthDay (c) Derechos de autor 2007, ScoutNews, LLC

Las cuatro tareas del duelo

Tareas:

1.  Aceptar la realidad de la pérdida
2.  Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida
3.  Adaptarse al medio, en el que el fallecido está ausente
4.  Recolocar emocionalmente al fallecido y SEGUIR VIVIENDO

EL TRAUMA EN EL DUELO

EL TRAUMA EN EL DUELO

¿Qué es el Trauma en el Duelo?

El trauma es un estado emocional de malestar y estrés asociado a una experiencia catastrófica extraordinaria que desata en el doliente la sensación de ser vulnerable al daño.

Cuando la muerte ocurre en circunstancias inesperadas y repentinas, sin dar preaviso (como es el caso de los accidentes, los desastres naturales, el suicidio, el homicidio), el dolor es más agudo y traumático y las reacciones son más severas, exageradas y complicadas. Este tipo de muerte por ser inesperadas usualmente causan un shock doloroso acompañado por inhabilidad para creer lo que ha sucedido y que alguien cercano ha muerto. Este estado de choque sobrecarga las capacidades de reaccionar. La persona se siente abrumada por el suceso inesperado e imprevisto y sus mecanismos para enfrentar la situación resultan insuficientes.

Factores que pueden hacer que una Muerte sea Traumática y el Duelo más Complicado:

    * Lo súbito, sorpresivo y no anticipado de la muerte.
    * La violencia, mutilación o destrucción del cuerpo.
    * Si la muerte fue determinada por factores al azar que pudieron haber sido evitados.
    * Las muertes múltiples.

Este tipo de muerte por ser inesperadas usualmente causan un shock doloroso acompañado por inhabilidad para creer lo que ha sucedido y que alguien cercano ha muerto. Este estado de choque sobrecarga las capacidades de reaccionar.

Complicaciones que Pueden Surgir al Enfrentarse a una Muerte Traumática:

    * La capacidad de adaptación del doliente disminuye como consecuencia del evento traumático; este hace que aparezcan múltiples factores estresantes.
    * Nuestra presunción del mundo seguro y predecible se estremece sin preaviso y se alteran o invalidan nuestras creencias y noción de invulnerabilidad.
    * Este tipo de muertes inesperadas no permite realizar un cierre en la relación, es decir, despedirse, resolver algún asunto pendiente, etc.
    * Los síntomas agudos del duelo y choque emocional físico perduran por más tiempo.
    * El doliente reconstruye obsesivamente los eventos y el escenario en que sucedieron, buscando entender esa muerte y obtener control sobre ella.
    * Este tipo de muertes genera grandes culpas y auto-reproches en el doliente, ya que muchas veces quedan discusiones sin resolver o peleas, y se culpan por haber estado lejos del ser querido.
    * Las reacciones emocionales suelen ser más intensos.
    * Aparece el estrés Post-traumático que se manifiesta a través de la intrusión repetida de imágenes y recuerdos trágicos y del incremento de respuestas psicológicas.

Situaciones Traumáticas que Requieren Asistencia Especial:

  1. Muerte accidental:
      Cuando la muerte ocurre en accidentes ya sean de índole natural como son huracanes, derrumbes, terremotos, o los causados por fallas humanas, como son accidentes aéreos, automovilísticos, en barco, etc. Producen en el doliente una serie de reacciones que pueden complicar el proceso de duelo por lo inesperado y traumático del suceso. En muchos casos la muerte accidental, la desfiguración o la ausencia del cuerpo lleva a los dolientes a no querer o no poder ver el cuerpo, sin embargo, se ha comprobado que ver el cuerpo o una parte del mismo ayudará a iniciar el proceso del duelo porque significa la irreversibilidad de la pérdida.

  2. Muerte por homicidio:
      La muerte de un ser querido en un homicidio o asesinato intencional produce en el doliente una serie de sentimientos encontrados. Se experimenta una mayor disonancia cognoscitiva, negación e impulsos asesinos; conflicto con el sistema de valores y de creencias y un distanciamiento del apoyo por el estigma del homicidio. Los supervivientes deben manejar sentimientos de miedo, vulnerabilidad, ira, rabia, vergüenza, culpa, remordimiento y recogimiento emocional.

      La falta de apoyo por la ley y el sistema de justicia criminal y la intromisión de los medios de comunicación también complican el duelo. Los retrasos en la sentencia del asesino, la falta de castigo adecuado para el crimen incrementa los sentimientos de pérdida de control. Cada uno de estos aspectos deben ser trabajados con el superviviente del homicidio.

  3. Suicidio:
      El tema del suicidio es visto como un tabú en nuestra sociedad y cuando éste ocurre estigmatiza no solo a la víctima sino a toda la familia. Los sobrevivientes de un suicidio experimentan una fuerte culpa, reciben menos apoyo da la sociedad y tienen una mayor necesidad de entender porqué su ser querido decidió quitarse la vida. Se experimenta una larga búsqueda de los motivos de la víctima para quitarse la vida, muchas veces se niega la causa de la muerte, se hacen preguntas religiosas sobre la vida después de la muerte de la víctima.

Reacción de Duelo en una Muerte Traumática:

  1. Negación: Se niega la muerte de la persona. La gente parece querer convencerse a sí mismos que su negación es legítima y que la muerte de su ser querido realmente no ha ocurrido.

  2. Interrogatorios: Se busca la razón de la muerte, se oyen comentarios como “Qué fue lo que pasó”, “como murió”. En este punto la causa de la muerte es importante para reconocer la pérdida y se hace muy difícil para muchas personas no encontrar las respuestas.

  3. Rabia: la rabia puede ser indirecta y emocional, las personas pueden patear objetos, golpear las paredes y dar demostraciones de otros actos violentos.

  4. Culpa: las personas empiezan a experimentar culpa por la muerte de su ser querido o la atribuyen a alguna persona o situación. Para los dolientes es necesario lograr culpar a alguien por la muerte.

  5. Desesperación: Se llega a sentir desesperanzado, desamparado y resignado a la muerte de su ser querido.

Cómo Apoyar a Quien Vive una Pérdida Traumática:

    * No le impida desahogarse. El doliente necesita hablar de su dolor, compartir la experiencia, repetir el recuerdo traumático de los hechos, de las últimas horas.
    * Déjelo que se entere, respóndale a las preguntas sobre los detalles de la tragedia, para aceptar la realidad.
    * Déjelo que exprese su dolor libremente; no le imponga estereotipos culturales o patrones familiares que limiten la expresión de su dolor.
    * La rabia, el dolor, la desesperanza, el sentir o imaginar la presencia son normales y no lo condicionan a la locura o a la depresión crónica.
    * Conocer el proceso de duelo y saber qué le espera, facilitan ese proceso.
    * La magnitud del afecto por el muerto no se mide en términos de la duración de la tristeza, intensidad de la reacción o perpetuación de la incapacidad para volver a distraerse o disfrutar.
    * El doliente debería permanecer varios días en su hogar antes de regresar a su ambiente laboral, ya que le permitirá tener tiempo para poder asumir su dolor.
    * La cura geográfica no ayuda. La persona debe regresar a su hogar y allí enfrentar la realidad de la perdida. Ir de viaje mientras no se ha superado el duelo es crear nuevos motivos de inestabilidad. El cambio de residencia debe hacerse cuando la persona se sienta preparada para ello, no como un medio para escapar al dolor.
    * Evadir recuerdos o deshacerse de las pertenencias del muerto “cuanto antes” tampoco ayuda. Es tan perjudicial como la actitud de mantener todo en el mismo lugar, como si nada hubiera sucedido. Se recomienda, si así lo desea, guardar ciertas pertenencias muy significativas de la persona fallecida, ya que nos permitirá volver a ellas para evocar el recuerdo del ser querido. Cuando se sienta capaz de enfrentar el momento, puede deshacerse de las demás pertenencias

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL DUELO

Zarina  Enviando en: martes, 10 de junio, 2003 – 05:15 pm           

Como ya se ha dicho,aún cuando hayan elementos comunes, la pérdida de un ser querido es vivida de manera única e individual por cada uno de los dolientes.

Cuatro grupos de factores afectan de manera importante al duelo:

– Los factores psicológicos,
– Los recursos personales,
– Las circunstancias específicas de la muerte,
– Los apoyos externos.

1.-Los factores psicológicos.

La pérdida y el sentido de la pérdida es único. Una misma pérdida tiene un significado diferente para diferentes personas, porque cada uno la percibe de manera distinta, dependiendo del:

? Sentido, calidad e inversión emocional de esa relación para el doliente.
? Dependencia o independencia que ha generado,
? Cantidad y calidad de los «asuntos» sin resolver entre el doliente y el fallecido, características del fallecido, (edad, sexo, personalidad),
? Percepción del doliente sobre la «realización, satisfacción y cumplimiento « que la vida ha deparado al fallecido.
? Rol y funciones del fallecido para el doliente, su familia y el sistema social en que se movía, que van a dar lugar a determinado número de pérdidas secundarias.

Si las relaciones con el ser querido han sido conflictivas, el dolor no solo es por la pérdida; el doliente también se culpa de no haber tenido mejores relaciones con el fallecido; no le queda ni la esperanza de poder mejorarlas algún día.

En este caso, la muerte del ser querido resucita viejos conflictos, no resueltos con anterioridad: miedos, ansiedades, sentimientos de abandono infantiles; y conflictos de ambivalencia, dependencia, seguridad en las relaciones padres-hijo.

El doliente tiene que enfrentarse a la pérdida actual y a viejas pérdidas.

Existe más riesgo de encronización del duelo, cuando la relación previa entre el fallecido y el doliente (padres-hijo,relación de pareja) no era ya sana. Puede producir el « síndrome de duelo ambivalente», en el que se mezcla la sensación de alivio con los sentimientos de culpa.

El impacto que una pérdida produce en una persona no se puede «normalizar», de manera que se pueda asumir «a priori» qué pérdida va a afectarle más.

Pero la pena es mayor cuando muere un hijo pequeño o adolescente, y el esposo/la esposa.

2.-Los recursos personales

La respuesta a la pérdida y la manera de afrontar el traba o del duelo es análoga a otras respuestas vitales de la persona.
Dependen de:
? Sus comportamientos adaptativos, personalidad , carácter y salud mental.
? El grado de confianza en sí mismo,
? El nivel de madurez e inteligencia, relacionados de manera positiva con una buena resolución del duelo, al dar más posibilidades de entender el sentido e ¡aplicaciones de esa muerte.
? El haber o no sufrido otros duelos, que pueden afectarle de manera positiva – sabe que «sobrevive» a la pérdida – o negativa.
? La posibilidad de expresar el duelo.
? La concurrencia de otras crisis personales, que complican el duelo. Cada una de ellas demanda energía y atención, en momentos en que se está «vacío».

La comprensión, implicaciones, manera de afrontar y expresar la pérdida, están influídos siempre por el propio sentido de la existencia y la fundamentación religioso-filosófica, cultural y social del doliente.

3. Circunstancias específicas de la muerte.

El modo y momento de morir influye en los supervivientes. No es lo mismo:
? La muerte de un anciano que la de un niño. Los padres experimentan ésta como antinatural e injusta.
? La muerte por una enfermedad terminal, que la súbita e imprevista.
? La muerte por suicidio o actos violentos.

La primera, da a los allegados la oportunidad de prepararse al desenlace.

Un accidente de tráfico o laboral, un infarto, origina muertes muy difíciles de aceptar.

Todavía más dramática resulta la muerte por suicidio, que deja sentimientos de culpa profundos o la que resulta de actos violentos (asesinatos, violaciones).

Los dolientes pueden obsesionarse con el pensamiento de cómo habrá vivido su ser querido aquellos últimos momentos.

4. Los apoyos externos

Los dolientes viven su duelo en una determinada realidad social, que influye en el proceso de recuperación.

La familia es el contexto fundamental y puede ayudar o entorpecer la elaboración de un duelo, permitiendo,por ej., exteriorizar la pena o por el contrario, premiando «la fortaleza» y «entereza» del que «se controla».

Toda «cultura familiar» implica comportamientos, tradiciones, valores sociales y expectativas.

Los amigos, los profesionales, los «grupos de pertenencia», la Iglesia, los «grupos de ayuda mutua» -formados por personas que han sufrido experiencias similares- pueden ser otras tantas posibilidades de apoyo y consuelo.

Las reacciones atípicas del duelo

La intensidad y duración de las reacciones en el tiempo es quizá lo que distingue un duelo normal de otro anormal.

En el duelo anormal el proceso queda bloqueado y el dolor no se elabora.

Las actitudes de rechazo y no aceptación del hecho y los sentimientos de rabia, culpa y tristeza no resueltos, pueden originar este bloqueamiento.

Los mecanismos de defensa que permiten a las personas gestionar la angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones emotivas, no tienen en estos casos una función saludable. Bloquean, retrasan o distorsionan un proceso de crecimiento y maduración.

Son mecanismos de rechazo, fijación, represión, racionalización, aislamiento, regresión, somatización o identificación (con el difunto).

Tipos de duelo.

? Anticipatorio, en caso de muertes anunciadas
? Retardado, en aquellas personas que «se controlan», «no tienen tiempo de ocuparse de sí mismas» o escapan al dolor y a la realidad de la muerte del ser querido mediante una «hiperactividad». Durante meses o incluso años, cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no resuelto.
? Crónico, que arrastra el doliente durante años, absorbido por los recuerdos, incapaz de reincorporarse a la vida normal.
? Patológico, caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas hipocondriacos, identificación con el fallecido o dependencia de los fármacos o el alcohol. Requiere ayuda profesional.

Los objetivos del duelo
.
1. Aceptar la realidad de la pérdida, que es el paso más difícil.
2. Dar expresión a los sentimientos, identificarlos y comprenderlos, para así aceptarlos y encontrar cauces apropiados de canalización e integración.
3. Adaptarse a la nueva existencia sin el ser querido.
4. Invertir la energía emotiva en nuevas relaciones.

La resolución del duelo

En general, puede decirse que el duelo ha sido resuelto cuando el doliente ha cumplido los citados objetivos.

La duración del duelo es siempre variable y dependiente de factores particulares que influyen en la respuesta individual a la pérdida.

Los síntomas más intensos del duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 meses, pero se conocen procesos que necesitan 3 años y más.

Hay aspectos de la pérdida que acompañan al doliente para siempre o del duelo mediato, que se prolongan durante años y a veces hasta su muerte.

El tiempo es terapéutico porque da una perspectiva, ayuda a resituar los hechos, adaptarse al cambio y procesar sentimientos.

Sin embargo, que «el tiempo todo lo cura», «sólo se necesita tiempo», «con el tiempo el dolor es menor», sólo es cierto si se toma el duelo como un trabajo, se afronta la pérdida sin negarla inhibirla o posponerla y se atraviesa el dolor, sin evitarlo o circunvalarlo.

Dos signos concretos de recuperación:
? Que el doliente pueda hablar y recordar al ser querido con naturalidad tranquilidad,sin llorar.
? Que haya establecido nuevas relaciones significativas y aceptado los retos de la vida.

PAPEL DE LOS PROFESIONALES: TANATOLOGOS

El profesional debe comportarse con los familiares del fallecido con tacto, respeto y empatía.

El lenguaje a utilizar debe ser claro, directo y sencillo.

Objetivos de la ayuda al doliente.

1. Proporcionar apoyo emocional.
2. Aliviar el sufrimientoen la primera fase del duelo.
3. Facilitar el duelo, al ayudar a expresar sentimientos y aceptar de manera progresiva la realidad.
4. Detectar riesgos incipientes y corregirlos en una fase precoz.
5. Tratar posibles problemas superpuestos (lipotin-úas, hipoglucemia en diabéticos, crisis psicóticas).
6. En el caso de un donante potencial de órganos, el Coordinador de trasplantes puede ofrecer una al temativa a la familia: la donación

Evaluación del duelo inmediato.

Los dos aspectos a considerar son: el sufrimiento del doliente y los riesgos aparejados.

Es difícil distinguir entre el dolor y la aflicción «normales» y «anormales», hasta que transcurran unos cuantos meses o más, desde la muerte del ser querido.

Pero siempre el sufrimiento del doliente es mayor si se trata de: muertes inesperadas, «inoportunas» por la edad o las circunstancias, un hijo de corta edad o incluso adolescente, el cónyuge.

La aceptación del sufrimiento

Zarina  Enviando en: sábado, 08 de abril, 2006 – 03:41 pm           

La aceptación del sufrimiento

Se dice que la aceptación del sufrimiento es el principio de su liberación. El dolor es una parte de la experiencia humana, si nos atrevemos a sumergirnos en ella, emergemos fortalecidos espiritualmente.

En un seminario, el psiquiatra Richard Moss habló sobre el sentido del sufrimiento:

“Si te paras arrogante ante él, se te puede volver insoportable; si lo haces con dignidad, puede abrirte los ojos al infinito. Elige cómo cargar esta cruz. ‘, (..) Ia sabiduría de las ideas no te protegerá del sufrimiento. No importa cuánta energía puedas convocar, tampoco te liberará. Hasta que la energía corra por sí misma, sin ninguna intención, sin cambio. Permite que el sufrimiento abra tus ojos y tu corazón al infinito.”

Uno de los más grandes obstáculos para nuestro desarrollo espiritual es el miedo al sufrimiento: nos hace detenemos cuando nos enfrentamos con las dificultades y conflictos inevitables, retacea nuestras fuerzas y poraliza nuestros impulsos más generosos, a menudo nos hace abandonar o fracasar en nuestros compromisos intemos o externos.” (Roberto Assagioli, psiquiatra)

Viktor Frankl, psiquiatra, dice que el amor nos hace fuertes para asumir mejor el dolor y que el sufrimiento aumento nuestra capacidad de amar El sufrimiento, el enfrentamiento con una situación inevitable, con algo que no se puede cambiar, nos presento la oportunidad de provocar un cambio dentro de nosotros, un cambio de actitud hacía un actitud más humana. Ante las lecciones más dolorosas que la vida nos presento, nosotros podemos rebelamos, acusar, negar, o podemos asumir la actitud más auténticamente humano, que es intentar comprender, asumir que estamos ante una lección, cambiar algo en nosotros en lugar de querer cambiar el proyecto de Dios o de la Realidad. Tl hombre es el único ser capaz de transformar una tragedia en un logro humano… depende de la actitud que asuma ante ella.

Extraído del libro:

“Viaje del Alma” de Anna Inés de Avruj, Edit. Grijalbo

http://www.rutasdelalma.com/filosofiadevida/sufrimiento.htm

¿Despedirse?

Zarina  Enviando en: domingo, 11 de mayo, 2003 – 02:06 pm           

Los seres humanos necesitamos ponerle fin a una relación, despedirnos, cerrar el ciclo vital antes de morir.

Intentamos conseguir, de alguna manera, una especie de permiso de nuestros seres queridos para poder morir.

Esto se ha hecho evidente con algunas experiencias conmovedoras: alguien que no muere hasta tanto no regrese su hijo de un viaje, puede escribir una carta o enviar un mensaje a sus seres queridos que dé razon de lo que con el ocurrió.

La oportunidad de decir adios que una enfermedad ofrece a los familiares y amigos es muy valiosa y aporta gran alivio, asi se trate de un triste alivio, al paciente y su familia: compartir las lagrimas, reiterarse los afectos, perdonar fallas y heridas previas, abreviar las distancias afectivas y manifestar agradecimiento por lo vivido y el dolor por tener que separarse.

El contacto físico, un abrazo, una caricia o una mirada, dicen tanto o más que las palabras y constituyen interacciones de profundo valor humano de las cuales los sobrevivientes jamas se arrepiente.

Ma bien se lamentan de no haberlo hecho en vida, especialmente aquellos que por temor al dolor disimularon sus necesidades tras una falsa fachada de entereza, desapego y control de la situación.

Aprovechemos ahora que estamos vivos para perder el miedo a decir: te quiero y disfrutar en vida de la gente que amamos, cerremos el círculo del rencor y abramos la puerta del perdón, depues puede ser tarde.

Terapia del duelo

Terapia del duelo

La pérdida de un ser querido es una situación por la que muchos hemos atravesado o atravesaremos a lo largo de nuestras vidas. Si bien es una de las transiciones normales y naturales de la vida, no sabemos si por lo inesperado o impensado, nos deja en una situación de estupor, aturdidos, y sin palabras que nos permita describir o expresar nuestras sensaciones y sentimientos.

Nos apegamos a seres queridos que nos acompañan, nos complementan y terminan siendo partes nuestras. Toleramos su ausencia, si sabemos que ésta no es duradera y que a pesar de la distancia, podremos recuperarlo, pero si tenemos que confrontarnos con la irreversibilidad de la muerte, entonces, ya nada nos consuela, y la angustia y el miedo, se transforman en nuestra diaria compañía.

¿Será por eso que la perdida de un ser amado nos hiere haciéndonos sentir un dolor insoportable, como si nos hubieran arrancado una parte vital de nosotros mismos?

En este trance se resquebraja nuestro mundo, lo que era hasta ese momento, ahora ya no lo es más, perdemos el timón de nuestro barco, no sabemos cómo ni para dónde seguir.

Nuestra vida pierde sentido y muchas veces anhelamos la muerte como única salvación, en una fantasía loca y desesperada de reunión con ese ser querido en algún otro mundo.

Nos duele el cuerpo y el alma, nada nos calma, la tristeza y el anhelo de recuperar lo perdido, nos agota, nos abocamos en una búsqueda sin fin. Nuestras cabeza trabaja a un ritmo alocada en su intento de encontrar respuestas a tantos interrogantes, pero como un disco rayado, se repiten escenas, se reviven recuerdos en un intento de recuperar a ese otro aunque sea a través de la memoria.

Nuestras lágrimas se transforman en el mejor modo de sintetizar el desasosiego, el vacío y el miedo de tener que enfrentar el mundo sin ese otro. La culpa de no haber podido evitar de algún modo la muerte, y tener que lidiar con ella ahora, nos deja impotentes y nos hace sentir que yano podremos nada.

¿Cómo poder frente a una realidad tan devastadora, encontrar a esta altura algún camino con salida? Quizás éste constituya el gran desafío, si bien frenar y evitar todas estas emociones, es una actitud frecuente a la hora de mitigar el dolor del duelo, es necesario la creación de estrategias de afrontamiento que permitan un buen drenaje emocional, transformando al duelo en un trabajo activo que lo convierta en una oportunidad para el crecimiento y el cambio.

Zarina Moderador  Enviando en: martes, 08 de febrero, 2005 – 02:32 pm