Respaldo de material de tanatología

NECROSALES PARA EL DUELO

NECROSALES PARA EL DUELO
1
Es tu presencia física la que mi corazón extraña, más es tu realidad tras la muerte la que mi conciencia intuye y ama.
No puedo permitir que mis deseos relativos distraigan tu atención;
el amor es más intenso que mis necesidades.
Es tu verdad mi existencia, es tu existencia mi verdad;
no hay lugar para el vacío donde la vida no muere, no hay tristeza donde la inmortalidad se manifiesta;
es mi deber estas palabras, es mi amor su manifestación.
Mi vida transcurre por el tiempo del sujeto humano, tu existencia transcurre en la eternidad de la presencia;
dos vidas separadas por la muerte de la manifestación física, dos vidas unidas en la esencia del Ser que constituye tu vivencia;
siempre vivos más allá de la muerte, siempre conscientes de la existencia.
Este es el propósito de mi futura vivencia.
2
En mis pensamientos tu imagen persiste, en mi vida la separación es evidente;
sin tu presencia física la muerte es solitaria, por ello mis palabras acompañan tu existencia.
Vivir más allá de la muerte es la realidad que no objetivo, más es mi conciencia el reflejo de tu vivencia.
Si por la muerte el Ser despierta, bienvenida sea la inmortalidad;
si por la muerte la verdad se aclara, bienvenido sea el despertar.
Mi vida debe continuar en la confianza de tu presencia pues el futuro espera su desvelar.
Así, mi ruego no es por tu existencia, es la verdad quien motiva mi necesidad: oculto en la muerte el sentido de la vida está.
La muerte no existe, son sólo apariencias.
3
Es sólo tu cuerpo a quien hoy no aprecio, no sólo son mis recuerdos los que hoy acuden,
es la confirmación de tu existencia más allá de la muerte la verdad que hoy envuelve a mi conciencia.
Que mis palabras sean la manifestación de la confianza y la evidencia de mi posición;
mi vida continúa en la humana presencia, sujeta al tiempo y a la formación.
Tu vida continúa ajena a mi presencia, tan cerca de mi, en mi conciencia adormecida por la realidad humana, el sueño finito de un cuerpo orgánico.
En verdad te digo que lo que hoy me inunda no es tu ausencia, es mi existencia empobrecida por la muerte de un cuerpo lo que hoy me agobia.
Por eso te digo que la realidad que hoy vivencias es también mi verdad.
Vives más allá de mi evidencia.
4
Cada día que pasa tras tu muerte, cada día que vivo sin tu presencia, son días oscuros de mi existencia.
Tu conoces la luz que ilumina el sendero de la muerte, tu descubres la realidad de la existencia,
tu vives la evidencia de la persistencia más allá de la muerte de un cuerpo físico; ¿por qué entonces mi vida es oscura sin tu presencia?
Es mi realidad la vitalidad de un cuerpo, está mi Ser limitado por la carne, es mi sueño la humana existencia,
está mi conciencia sujeta al tiempo; estas son las razones de la oscuridad de mi vida, las consecuencias que tu muerte en mi presenta y el motivo de mi angustia.
Hoy, consciente de tu existencia, te digo: La Luz que ilumina el Sendero de la Muerte descubre la realidad de la vida: persistencia más allá de la muerte de un cuerpo físico.
Cada día que pasa tras tu muerte, cada día que vivo sin tu presencia, son días nuevos en mi existencia.
5
Con tu muerte mi vida cambió, y el sentido de la existencia se sacudió.
Tan sólo un cuerpo y tu presencia es lo que he perdido, tan sólo tu compañía y amor físico me han abandonado.
Si la realidad de tu existencia más allá de la muerte es evidente a ti, ¿por qué la muerte me oculta su verdad?
La muerte nada oculta, la verdad de la vida en la muerte está. Si es esta la realidad, ¿cuál es la verdad de la vida?
La muerte no existe, son sólo apariencias. Es esta la verdad.
Con tu muerte mi vida cambió, y el sentido de la existencia se transformó.
Vivir para descubrir la verdad de la existencia, vivir para conocer la realidad de un cuerpo,
vivir para entender el amor, vivir en presencia de otros.
Así como antes, así después.
6
No puedo negar lo que hoy siento, no puedo entender lo que hoy sucede;
si la existencia tras la muerte es una evidencia objetiva para ti, ¿a qué se debe mi estado de hoy?
Siento que vivo porque mi cuerpo así lo afirma;
soy consciente de mi vida, así mi pensamiento lo afirma.
¿A cuál de ellos debo aceptar como evidencia que me une a ti?
Eres la esencia libre de un cuerpo muerto, eres conciencia que existe sin evidencia necesaria;
soy la substancia de mi cuerpo vivo, soy consciente de mi vida, es esta la evidencia.
No puedo permitir que mis necesidades me distraigan; vivir y morir siendo conscientes de la existencia.
7
Ha sido tu muerte la verdad de un cuerpo, tan mortal como el tiempo y la carne;
ha sido tu existencia la verdad del Ser, inmortal como la esencia que integraba tu cuerpo.
Es mi vida la verdad de tu muerte, el despertar a la realidad humana;
tan mortal como la carne, tan inmortal como la esencia; vivir sujeto al tiempo, al cuerpo y a la muerte.
Es esta mi posición.
Por eso digo:
Soy tan verdad como la vida, tan mortal como el cuerpo, tan eterno como la esencia.
Y es esta mi certeza.
8
Tan cerca de ti como la muerte, siempre presente.
Tan unido a ti como la vida, apegada a mi esencia; es mi existencia realidad orgánica, mortal como mi cuerpo.
Es mi substancia vivencia objetiva, inmortal como mi Ser;
es tu muerte la confirmación humana, verdad sujeta al tiempo, dependencia orgánica, esencia oculta.
Es tu muerte la confirmación del Ser, verdad infinita, independencia orgánica, conciencia despierta, esencia manifiesta.
9
Es tu muerte la razón de mis palabras, sin tu presencia física mis pensamientos a ti acuden;
es tu muerte el final orgánico, sin tu cuerpo físico la esencia persiste;
tan sólo la distancia inconsciente nos separa, tan sólo la evidencia humana nos obliga, no es la presencia física la verdad de la existencia.
Vivir en el tiempo limitante, vivir con la gravedad del peso, vivir para descubrir la realidad,
es éste mi propósito.
No es la verdad propiedad ajena, no son las verdades múltiples;
soy yo la verdad de tu muerte, eres tu la verdad de mi existencia.
Siempre inmortales a pesar del tiempo.
10
Siempre he vivido pensando que con la muerte todo termina, siempre he pensado que vida es sinónimo de vitalidad orgánica, siempre me he preguntado qué sucede después de la muerte.
Por ello ahora yo te pregunto:
¿A quién me dirijo si con tu muerte tu ausencia física confirma mis pensamientos?
He dudado que con la muerte todo termina; he diferenciado mi cuerpo de mi pensamiento y esencia;
he tenido temor, curiosidad e indiferencia.
Por ello ahora yo te pregunto:
¿Cuál es la verdad humana que con la muerte a mi pensamiento hostiga?
Me dirijo a ti por la certeza que la conciencia humana esconde, más allá de la muerte, más allá de mis dudas, temores e indiferencia;
más allá de mi cuerpo la verdad se descubre, nuestra verdad,
la inmortalidad del Ser más allá de cualquier muerte.

NECROSALES RITUALES

NECROSALES RITUALES

I.
1
Estamos reunidos aquí con el propósito de atraer la atención de aquellos que hoy han muerto; os rogamos estéis atentos a nuestras palabras y pensamientos. Todo lo que hoy se pronuncie es dirigido a vosotros; la certidumbre de vuestra existencia es la base de la cual partimos, el propósito que nos planteamos y la evidencia que confirma vuestra muerte en el mundo de los hombres. No hay mayor verdad que la que estáis objetivando, no hay otra realidad que la que hoy vivís, sois el motivo de nuestro interés. Estad pues atentos a nuestras palabras y pensamientos.
2
Son nuestros pensamientos unidos una llamada de atención para que vosotros, muertos en la tierra de los hombres, atendáis a nuestras palabras:
Sois conscientes de vuestra posición; escucháis y os preguntáis que os sucede en estos momentos que observáis vuestros cuerpos muertos.
Nuestra intención confirma vuestra existencia más allá de la muerte, vuestra vivencia evidencia tal realidad. Sois la verdad de la muerte,
sois la esencia que persiste íntegra y que ahora despierta a la verdad de la vida humana; el Ser que habitaba el deshecho cuerpo que hoy apreciáis, el Ser Eterno que vive más allá de la muerte de un cuerpo físico. Sois aquello que pensáis, aquello que escucha y atiende; eso sois vosotros: Verdad, integridad y conciencia despierta.
3
A todo aquel cuyo cuerpo muerto observa, aquel que ha muerto para el mundo de los hombres, aquellos que evidencian la verdad que la muerte revela, atended a nuestras palabras:
Habéis muerto para nuestro mundo físico, vuestra esencia se manifiesta en lo que vuestro pensamiento intuye, vivís en la realidad que vuestra conciencia aprecia, sois tan eternos como la substancia que hoy evidencia vuestra verdad. Sois aquello que observa, escucha y atiende; sois sensibles a vuestra posición, actuad como tales y acudid hacia la luz que iluminará vuestro camino. Ese es vuestro destino.
4
Vosotros, llamados muertos en el mundo de los hombres, acudid a nuestra llamada:
Nada hay porqué temer, sois vosotros quienes atendéis; es vuestra conciencia despierta, es vuestra esencia íntegra la vivencia que hoy tenéis.
Nada es más vuestro. La muerte no existe, es sólo la apariencia de una vitalidad orgánica finita. La evidencia de la verdad es vuestra; sois la realidad que la muerte oculta, el despertar que la muerte encierra, la razón que hoy os da vida y la esencia que en aquel cuerpo muerto residía.
Sois lo que hoy sois, vida más allá de la muerte.
5
Aquellos que han muerto el día de hoy, aquellos que sin rumbo transitan por el sendero de la incertidumbre, a todos vosotros nos dirigimos;
nuestras lejanas palabras pretenden atraer vuestra atención, escuchad lo que os decimos: Habéis muerto para nuestro mundo, mundo físico de materia finita, sujeta al tiempo y a las impresiones externas. Hoy, libres de vuestras vestiduras orgánicas, podréis reconocer la verdad que tras la muerte se descubre, la permanencia íntegra de la conciencia del Ser que constituye vuestra esencia viva. Es en ella donde vuestra confianza reside, es ella quien os conduce, es ella la verdad de todo cuanto existe. Sois vosotros lo que ella es, vida siempre viva.
6
Todo aquel que escuche, todo aquel que dude; a todo aquel que acuda, a todos vosotros os decimos: La muerte de un cuerpo es el final de la vida humana orgánica, física y social; ya no podéis intervenir en el mundo de la materia humana, estáis tan muertos como el cuerpo que hoy apreciáis. Esa es vuestra realidad. A vosotros nos dirigimos:
Morir es desechar un cuerpo que ya no es útil a vuestros propósitos, morir es conservar vuestra integridad como esencias conscientes, morir es despertar a la verdad de la existencia del Ser Humano, morir es descubrir vuestro origen inmortal. Con la muerte la realidad persiste, con la muerte el sentido se aclara, con la muerte vuestra existencia se hace evidente. Sois tan íntegros como vivos y conscientes, sois tan reales como objetivos y precisos. La muerte es convicción.
7
Es el final del tiempo humano, del orgánico cuerpo que alojaba vuestra esencia; es el final de la carne limitante, del sueño físico-vehículo de vuestro Ser; tan sólo el principio de vuestro despertar, de la verdad de la existencia humana; tan sólo el principio de la realidad tras la muerte,
de la conciencia íntegra y lúcida. Final de los tiempos, principio del Ser consciente, esencia libre de limitaciones. Esa es vuestra verdad, nuestra verdad.
II.
1
Es también nuestro propósito llamar a aquellos cuya existencia posterior a la muerte se prolonga en un período de incertidumbre, incapacidad de acción y sufrimiento:
Debéis entender que una vez muerto el cuerpo físico vuestra esencia es intangible e inabordable por nuestros sentidos físicos; sólo nuestras palabras y pensamientos pueden llegar a vosotros. El dolor que hoy apreciáis en vuestros seres queridos es sólo la consecuencia de su ignorancia respecto a vuestra verdad, verdad que también a ellos pertenece, la inmortalidad de la esencia del Ser Humano; ignorancia de las necesidades que vosotros hoy requerís, paz y tranquilidad en vuestro proceso de desenvolvimiento. Por ello os decimos que debéis prestar atención a nuestras palabras y continuar vuestro sendero. Escuchad pues atentos lo que os decimos.
2
Vosotros, que habéis muerto y aceptado la realidad tras la muerte, atended:
Ya el mundo humano no es susceptible a vuestra influencia, lo orgánico a lo orgánico, vosotros a vuestro lugar;
debéis permitir que los llamados vivos en la tierra de los hombres continúen su existencia y descubran la verdad de sus vidas;
debéis alejaros de cuanta posesión material dispusisteis, ellas pertenecen ahora al mundo de lo mutable, tangible y finito.
Sois pasajeros de la muerte y vuestro camino debe continuar; acercaros a la luz que iluminará la verdad de vuestra existencia y descubrid la razón de la misma. ¡Marcharos y desenvolveros del mundo humano!
3
La muerte en el mundo humano es el final de todo propósito; morir significa abandonar, relegar todo lo poseído pues tan sólo eso pertenece a su mundo orgánico y relativo. Una vez que habéis muerto, nada de ese mundo os pertenece; tan sólo vuestra consciencia despierta, tan sólo vuestra esencia viva, tan sólo la evidencia de la existencia más allá de la muerte es vuestra; el mundo humano se escapa a vuestro deseo.  No permitáis que vuestro amor os atraiga al mundo del Ser Humano, debéis continuar por el sendero ya iniciado.
4
Cuando vuestro cuerpo físico murió abandonasteis cualquier posibilidad, cualquier intervención quedó reducida a simple observación; es vuestra esencia, pensamiento y conciencia quien os conduce ahora, libre de límites y despierta a la verdad. Es vuestra esencia, siempre presente, quien ahora os empuja por el sendero del desenvolvimiento, del descubrimiento de vosotros mismos y de vuestro propósito. Es vuestra esencia, íntegra e inmortal, la razón de vuestra actual existencia y vehículo de manifestación. A pesar de la independencia del tiempo, vuestro destino es continuar, sin detenerse en atracciones humanas, hacia el origen de la historia. ¡No os detengáis, continuad vuestro camino!
5
En todo momento vuestra esencia es consciente, sois partícipes de la realidad tras la muerte; conocéis vuestra integridad, independencia y libertad. Reconocéis las limitaciones y apegos humanos, su ignorancia de la verdad y su dependencia al tiempo. Es su destino reconocer la verdad que se oculta tras el manto orgánico y material; vosotros les conocéis, sois parte de ellos. Por vuestra posición actual debéis permitir que ellos continúen su labor en la tierra de los llamados vivos. Para ellos habéis muerto y es vuestro deber continuar el camino que con la muerte se inició, desenvolverse del mundo humano y encontrar la verdad que se encierra en la esencia de cada cual. Es el amor que por ellos sentís la razón que os obliga a dejarlos continuar su historia, tanto ellos como vosotros tenéis un propósito. Y es la muerte tan sólo un comienzo.
6
Es necesario que continuéis vuestro camino, quienes por vosotros se esfuerzan os esperan; tan sólo un paso os separa de la libertad de todo cuanto hoy os obliga a permanecer cercanos al mundo humano; despertad del sueño que os envuelve y aceptad vuestro destino sin igual. Acudid con la confianza que la realidad de hoy os manifiesta, existencia íntegra, consciente y autónoma más allá de cualquier incidencia. Id prontos hacia la Luz que iluminará vuestra verdad, inmortalidad de la esencia que constituye a vuestro Ser. Es ahora el momento de partir, sed conscientes de vuestra posición.
7
Con estas palabras que hoy pronunciamos, con la intención que hoy se hace manifiesta, vuestra espera deberá terminar. Es nuestro deber estimularos a continuar el sendero ya iniciado, a ser conscientes de vuestra actual realidad, ayudaros en el proceso de desenvolvimiento y a que aceptéis la evidencia de vuestra existencia. No hay otro lugar donde podáis acudir, habéis muerto para el mundo humano y es vuestro destino esclarecer la verdad que tan cerca a vosotros está. ¡Alejaros del mundo humano y acercaros a vuestra esencia inmortal!
III.
1
Finaliza la reunión con las palabras que dan el significado a nuestra existencia y al motivo que aquí nos reúne. Hemos hablado de la muerte y de la vida, hemos llamado a aquellos que han muerto hoy, lejos de nosotros, desechando sus cuerpos finitos. También hemos llamado a aquellos cuyo período posterior a la muerte se ha visto prolongado por la incertidumbre, incapacidad de acción y sufrimiento. Todos ellos son conscientes de su posición y de la realidad que hoy objetivan. Es ahora el momento de hablar de nuestra actual vivencia, existencia que es limitada por un cuerpo pero infinita en esencia e inmortal por su origen. Escuchad pues lo que de nosotros se dice, permitiendo que nuestra conciencia sedimente la verdad de todo cuanto se habla.
2
Nacidos en el seno de un cuerpo orgánico, vehículo de manifestación de nuestra esencia, sujetos al tiempo estamos. Morir es nuestro límite físico, existir más allá de la muerte nuestra verdad. Somos substancia de la Substancia, conciencia en la Conciencia, integridad en el Todo Uno.
Vivir la Unidad del Ser, vivir con la conciencia despierta y con la responsabilidad de la igualdad son nuestros objetivos. Despertar a la realidad del Ser Humano, despertar a la realidad de toda existencia y a la verdad de la vida son nuestros propósitos. Así como antes, así después.
3
Somos pequeños en cuanto Individualmente nos vemos, mínimos en cuanto al Universo destacamos, temporales en cuanto a lo Orgánico expresamos. Pero también, inmensos en cuanto a Unidad nos apreciamos, eternos en cuanto al Universo consideramos, inmortales en cuanto a Esencia somos. Nacer y morir en un espacio limitado de tiempo, es esa nuestra verdad corporal; nacer y morir en el ilimitado espacio atemporal, es esa nuestra verdad esencial. Tanto lo uno como lo otro, la muerte y el nacer son sólo una ilusión. La Eternidad no nos pertenece, somos ella misma.
4
Nuestro cuerpo vivo es la evidencia de la existencia orgánica, somos objetivables gracias a él. Con la muerte la objetividad del cuerpo se pierde, transformándose en la evidencia de nuestra muerte. Es nuestra esencia la evidencia de la existencia íntegra, somos conscientes gracias a ella.
Con la muerte la conciencia despierta, descubriendo la verdad de nuestra muerte. Tanto cuerpo como esencia, es la existencia íntegra,  anifestaciones de la misma substancia. Así nuestra vida doblemente participa, así nuestra muerte doblemente indica.
5
Es la vida una expresión de la esencia, somos como nos manifestamos. Es la muerte una expresión de lo orgánico, vitalidad sujeta al tiempo y a las circunstancias. Ante todo final un principio se aclara, cíclica existencia es la nuestra; imperturbable nuestra esencia en el tiempo transcurre. Cada extremo descubre su razón, tanto uno como el otro se repiten en el tiempo. Oníricos nacimientos, vidas somnolientas, despertar de la muerte. Es el sueño finito de nuestra existencia. Muda la piel, renace el Nuevo Ser.
6
No es paralela nuestra existencia, la dicotomía del Ser es aparente, es la ilusión a que el tiempo nos sujeta; vehículo orgánico, esencia íntegra.
Inmortales por origen, finitos en manifestación física. Vivir es descubrir, tiempo orgánico; morir es reconocer, tiempo esencial. Es nuestra conciencia quien nos dice: envejece tu cuerpo; es nuestro cuerpo quien nos dice: envejezco. Yo digo: Vivo temporalmente sujeto al tiempo, vivo lo aparente.
7
Final de los tiempos, despertar de la conciencia. Es esta nuestra verdad. Vivir en la Unidad, vivir con la responsabilidad del compromiso, vivir con aquellos que viven y mueren, son estos nuestros objetivos. Para aquellos que viven nuestra vida es su servicio, para aquellos que mueren nuestra meta es su desenvolvimiento. En la igualdad que la muerte nos demuestra, en la identidad que El Todo nos manifiesta, nuestro existir es la Eterna Vivencia.

NECROSALES DE URGENCIA

NECROSALES DE URGENCIA
Para llevar en el bolsillo
Tu, ____________________________________ que acabas de partir, acércate y escucha:
Has muerto para nuestro mundo, que era tu antiguo mundo. Aún así nos escuchas, pues sólo tu cuerpo físico es el que ha muerto, tu alma vive. Tu cuerpo físico se deshace, pues sólo tu cuerpo físico muere. Nuestro mundo es el mundo de cuerpos físicos que perecen; tu mundo, ese nuevo mundo en que hoy te encuentras, es el mundo de las almas que nunca mueren, que siempre viven y que siempre crecen. Nuestro mundo es oscuro y limitado, tu mundo es claro e infinito; no busques aquí pues nada hay para ti; sólo tus recuerdos y nuestros pensamientos nos unen a ti. Debes estar en el lugar que te corresponde, así como nosotros estamos en el lugar que nos corresponde; a cada cual su sitio según su nivel de existencia. Eres tan real para tu lugar como nosotros para nuestro lugar. Ve, ve con aquellos de tu lugar.

Hoy es el día del despertar, del despertar de un sueño finito; es el día del hombre (mujer) real, del hombre (mujer) sin limitaciones. Es el día de la luz permanente, clara y tibia como la esencia propia de tu nuevo estado. Es el día del DESENVOLVIMIENTO, del abandono del cuerpo físico ya muerto, de la realidad de tu nuevo cuerpo. Hoy es tu día, el día que siempre llega al hombre (mujer) real, el día de su verdad.

Tu eres esencia de la Esencia, alma entre las Almas, conciencia en la Conciencia. Nada hay que temer. Espera en la confianza de que la Luz pronto inundará tu nueva existencia y encontrarán la razón de tu Ser. Disfruta de tu descanso y acepta el despertar de la verdad: Escucha la Voz del Silencio que es Tu Voz; escucha la Voz del Silencio que Eres Tu; escucha en el Silencio, escucha pues eres TU.

Hoy que has desterrado el velo que cubría tus ojos; hoy que has abandonado el bullicio que ensordecía tus oídos; hoy que has desechado las sensaciones que turbaban tus sentidos; hoy que has renunciado al cuerpo físico que limitaba tu Ser, ATIENDE:

No son tus ojos ni tus oídos, no son tus sensaciones; es sólo tu cuerpo el que muere, es sólo eso pues tu aún sigues allí. No es el velo ni el bullicio, no son las sensaciones ni es tu cuerpo. Es tu alma la que escucha, es sólo eso pues tu aún sigues allí. Hoy, que te has liberado de tus limitaciones, has descubierto la verdad de lo que eres, Alma y siempre Alma. Hoy es el gran día de tu despertar. ATIENDE:

La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna. El cuerpo se desecha así como la mariposa desecha a la oruga, y el Ser nace y se reconoce. Sin temor mira tu cuerpo y siente tu Ser, pues tu cuerpo muere y tu Ser vive. Abre tu corazón a la luz que te rodea, confía en ella y goza del haber despertado a la eternidad; recorre los caminos del tiempo y descubre que otros, así como tu, han desechado sus cuerpos para que sus esencias, libres de vestiduras, se reconozcan en el Todo Uno. Hoy despiertas de un sueño finito y así como muchos acepta la luz cuyo brillo proviene de ti. Eres eterno y vives en ÉL.

ESCUCHA LAS PALABRAS QUE PACIENTEMENTE ACUDEN A TI, ENTRÉGATE A SU DULCE SUSURREO. EXPLORA TU VERDADERA EXISTENCIA Y, SIN TEMOR, ACUDE A TU LUGAR.

No tengas miedo, confía y escucha: Tu estado de hoy es el Estado Real, el hombre (mujer) que habitaba el cuerpo muerto que hoy asistimos, el Ser Infinito, Inmortal e Indestructible. A ti nos dirigimos, HOMBRE (MUJER) DE HOY, HOMBRE (MUJER) DE SIEMPRE.

NECROSALES: Discurso Fúnebre y Libro de Los Muertos

NECROSALES
Yálemos
Discurso Fúnebre y Libro de Los Muertos

No podré morir con lo que de la vida sueño, pero podré vivir con lo que de la muerte sueño: Un despertar (montedeoya, Madrid, 1996)
Estimado amigo:

Los Necrosales (discurso fúnebre y libro de los muertos) se apoyan en una única convicción: la persistencia del Hombre, consciente, autónomo y vivo, más allá de la muerte de un cuerpo físico, y su único objetivo es facilitar su desenvolvimiento tras la muerte del cuerpo físico. La verdad que ellos exponen, reclaman y celebran es propiedad de todos; no pertenecen o están adscritos o son parte alguna de ninguna religión en particular, aunque pueden ser un complemento de cualquier rito fúnebre de cualquiera de ellas. Esta verdad (que para la gran mayoría sólo podrá ser comprobada tras su muerte) es, más que confortante y esperanzadora, una obligada cita con nuestra más íntima verdad: el reconocimiento de nuestro verdadero Ser, de la herencia que a todos pertenece: nuestra inmortalidad más allá de la carne.

Su lectura pretende ayudar, tanto a nosotros mismos (reforzar nuestra consciencia del Ser, nuestra inmortalidad y nuestra comunión con todos los Seres Humanos) como a aquellos que han muerto para nuestro mundo (ayudarles a “despegarse” de sus ataduras físicas y a reconocer su verdad y permanencia más allá de la muerte del cuerpo físico).

Su estructura está desarrollada de la siguiente manera:

1º Una ceremonia inicial de apertura que permita “armonizar” y “sintonizar” los pensamientos y deseos con el sentir de los necrosales y la importancia y gravedad del aspecto a tratar. Deberá ser celebrada en las primeras 24 horas de acaecida la muerte y puede ser incorporada a cualquier ceremonia fúnebre tradicional.
2º Una selección de 22 Necrosales (12 Iniciales y 10 Ceremoniales Clásicos) que podrán ser incluidos en la parte final de la ceremonia (uno, dos, tres o cuantos deseen los familiares o el lector encargado en caso de ausencia de éstos; esto vale para todos los demás necrosales excepto para los rituales).
3º Una selección de 20 Necrosales Directores para atraer la atención del fallecido (Ser, Ente, Alma, Espíritu, Esencia, Yo superior; deberá elegirse la palabra que más se acomode a las creencias de la familia o del fallecido); elegir un número suficiente acorde con las creencia expresadas por el fallecido o por la familia; cuanto mayor haya sido (o sea) el rechazo a una “vida más allá de la muerte” más oportuno será elegir un número mayor de estos necrosales.
4º Una selección de Necrosales Especiales distribuidos de la siguiente forma:

A. 10 necrosales en caso de muerte por suicidio.
B. 10 necrosales en caso de muerte múltiple.
C. 5 necrosales en caso de muerte y ausencia del cuerpo físico o cadáver.
D. 5 necrosales en caso de muerte de un desconocido (“NN” o “no name”).
E. 5 necrosales en caso de muerte de un personaje famoso.

5º Una selección de 10 Necrosales para el Duelo (período de aflicción o tristeza que sigue a la pérdida de un ser querido).
6º 3 series de 7 Necrosales Rituales para ser leídos por 6 personas y de frecuencia diaria.

Tanto los necrosales directores como los especiales se deberán empezar a leer al terminar la ceremonia; los necrosales para el duelo son para leerlos durante este período (cuantas veces se desee y el tiempo que se desee).

Las 3 series de 7 necrosales rituales deberán ser leídos un mínimo de 3 veces diarias; aunque idealmente se requieren 6 personas para su lectura -y el que empieza deberá terminar su lectura en cada serie-, podrán ser leídos por cualquier número de personas inferior a 6; en caso de ser el número mayor de 6, los demás acompañarán al grupo de 6 leyéndolos en voz baja. Este grupo de personas “lectoras” de necrosales rituales día a día son conocidas como el “Club de Lectores”.

Espero que estos 108 necrosales sean de vuestro beneficio y del de vuestros seres queridos.

montedeoya (J. Montoya Carrasquilla)
Nishamakarma – Madrid, 1996

El libro tibetano de los muertos

EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS
BARDO-THODOL
Atribuido a Padmasambhava

PREFACIO
Por LAMA ANAGARIKA GOVINDA
Acarya, Arya Maitreya Mandala

Hace más de medio siglo, el lama Kazi Dawa Samdup realizó una traducción del Bardo- Thodol que el doctor Evans-Wentz redactó y publicó con el título de Libro de los Muertos tibetano.
Se trataba, para aquella época, de una importante realización, debido a lo poco que se conocía el budismo tibetano, hasta el punto de que varios sabios de renombre pusieron en duda la autenticidad del texto, presumiendo que Evans-Wentz había sido víctima de un engaño y que le habían entregado un manuscrito falsificado. Olvidaban, quienes así pensaban, que la falsificación de semejante manuscrito en tibetano clásico no podía deberse sino a la mano de un sabio de gran categoría, y en ese caso no era plausible imputarle esa intención a quien se hubiera encargado de semejante trabajo. En efecto, ofrecer al mundo ese trabajo firmado con su propio nombre hubiera sido mucho más sencillo que firmarlo con el nombre de Padmasambhava. Esto no es más que un ejemplo del escepticismo de la época frente al Tibet y a la literatura tibetana, desconocidos en la mayoría de los círculos.
Mientras, el Bardo-Thodol se había convertido en una de las obras más célebres de la literatura internacional. A este respecto, merece toda la atención, no sólo de los filólogos, sobre todo de los tibetólogos, sino también la de los psicólogos que hicieron importantes descubrimientos gracias al conocimiento del Bardo-Thodol.
C. G. Jung, por ejemplo, escribió unos comentarios significativos a este respecto. Gracias a eso, el Bardo-Thodol ha pasado a ocupar el centro del pensamiento moderno y de la investigación científica. Se empieza a considerar a esta obra, no ya sólo como un documento importante de una especulación religiosa o de un pensamiento mitológico, sino como el fundamento de un conocimiento psicológico que como tal pertenece a toda la humanidad, y deja de ser patrimonio de una religión o de una cultura particular. Debemos revisar nuestro juicio sobre lo que considerábamos producto de un folklore primitivo. Así mismo, tenemos que reconsiderar nuestro concepto de progreso de una civilización. Es posible que los tibetanos hayan quedado rezagados en el terreno del desarrollo técnico, pero están mucho más adelantados en el terreno de la psicología, y sobre todo en las técnicas de meditación. Basta leer obras como Lam-rim-chen-po, de Tsonkapa, o el mkas-grub-rje, el Fundamentals of the Buddhist Tantras (r Gyud-sde-spihi-rnam-par-gzag-par-brjod), para maravillarse del desarrollo extraordinariamente refinado de la psicología en la escolástica tibetana. Hasta hoy no hemos empezado a comprender esas ideas tan adelantadas, gracias a la nueva psicología de las profundidades, que por vez primera se ha atrevido a traspasar las fronteras de nuestra conciencia despierta para aventurarse en las capas profundas de la psique humana.
La psicología moderna descubría de este modo las estructuras universales del consciente profundo y su condicionamiento por los arquetipos. Estos no sólo desempeñan un papel determinante en el consciente humano. Sabemos ahora que la verdad de los dioses y diosas consiste precisamente en esos arquetipos, rechazados por el pensamiento del hombre occidental de hoy, así como por tantas generaciones anteriores. Por tanto, esta perspectiva nos permite ver que lo que nos parecía simplemente la simbología mítica de una cultura particular, tiene en realidad un significado universal y encierra una verdad para la humanidad tanto presente como futura. Por esta razón, consideramos las enseñanzas del Bardo-Thodol como una obra preciosa de la literatura universal, como la Biblia, el Corán, los Upanishads, el Yi-King, el Tao-te-king, y como los dramas de Shakespeare, de Goethe, la Divina Comedia de Dante y las grandes obras del Renacimiento.
Cuanto más profundicemos en su comprensión más traducciones e interpretaciones encontraremos, más versiones diferentes tendremos a nuestra disposición y mejor descubriremos la verdad contenida en cada uno de los escritos esotéricos del pasado. Escribía Evans-Wentz hace más de medio siglo, en su introducción del Bardo-Thodol: «Los textos tibetanos tántricos resultan particularmente difíciles de verter al inglés; por su forma abreviada, a veces hay que recurrir a la interpolación de palabras o de frases.
En los próximos años, al igual que ocurrió con las primeras traducciones de la Biblia, esta versión podrá ser objeto de revisión (1).»
La traducción literal de obra tan abstrusa en su verdadero significado, y escrito en lenguaje simbólico, resulta ardua, sobre todo si la emprenden europeos que, con frecuencia, difícilmente logran trascender su mentalidad occidental, por ser primero cristianos y luego eruditos. Pueden perderse, como suele ser el caso de las traducciones de vedas realizadas a partir del sánscrito. Incluso para un tibetano, si no es un lama versado en tantrismo, el Bardo-Thodol es un libro cuasi-hermético.
Felizmente, la traductora de la presente obra no es sólo especialista en budismo tibetano y profesora de tibetología en la universidad de Munich, sino que está profundamente vinculada a la práctica de la tradición tibetana. Su colaborador, formado por el Dalai Lama, es un lama notable, igualmente lector de tibetano en la famosa universidad de Viena. Creo, pues, que podemos dejarnos guiar con toda confianza por estos dos investigadores, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de documentos de la tradición Gelugpa que no se aparta prácticamente de los Nyingmapa y Kargyüpa. Esta tradición transmite fielmente lo esencial de esos textos, desde hace cerca de mil años.
Hay que decir, por otra parte, que la tibetología ha realizado enormes progresos en los últimos cincuenta años; de tal forma que hoy disponemos de medios de investigación que no existían en tiempos de Evans-Wentz. El sería el primero en acoger con los brazos abiertos las nuevas traducciones e investigaciones, ya que carecía de todo orgullo personal. Su único deseo era transmitir fielmente el budismo tibetano en el que se refleja el Dharma de Buda. Para cumplir sus deseos, tenemos que desentrañar los pensamientos conductores de este libro, que no concierne sólo a los tibetanos sino al mundo entero.

Se atribuyen las enseñanzas del Bardo-Thodol al gran apóstol budista Padmasambhava. A mediados del siglo VIII de nuestra era, invitado por el rey Ti-song-de-tsen, llevó el budismo al Tibet y fundó el primer monasterio (samye). Su personalidad excepcional causó una impresión tan profunda en sus contemporáneos, que aun hoy, doce siglos después, el recuerdo de su vida y de sus actos sigue vivo en la memoria del pueblo tibetano. Por lo que de él sabemos, era un hombre que transmitía el Conocimiento de
forma práctica, dando unas enseñanzas desacostumbradas; estaba al mismo tiempo dotado de fuerzas psíquicas que emanaban de su profunda espiritualidad. De otro modo, no hubiera podido conseguir en tan pocos años someter al sacerdocio hostil de un país bárbaro en la cumbre del poder y que tenía dominada a China en aquella época. Las dificultades con que se tropezó en su tarea, pese a la simpatía del rey y de la corte, nos recuerdan a las del gran sabio y santo Shantarakshita, que fue primero llamado al Tibet y luego tuvo que abandonar rápidamente el país, no pudiendo regresar a él hasta después de su pacificación por Padmasambhava.
Si bien Shantarakshita quiso llevar el budismo al pueblo tibetano sin tener en cuenta su mentalidad y sus tradiciones, Padmasambhava, por el contrario, se mostró más diplomático, pues era un buen psicólogo a la vez que gran sabio. No condenó en absoluto la antigua religión de los tibetanos, sino que respetó a los genii loci, incluyéndolos en el círculo de las divinidades, con tal de que se respetara y practicara el Dharma. Se comportaba en esto igual que Buda, que jamás combatió a las divinidades de la tradición veda sino que demostró cómo el budismo las englobaba, al haber anulado la noción de karma cualquier influencia nefasta que hubieran podido tener sobre el alma del pueblo tibetano.

Los versos de la Dedicatoria, al comienzo de la obra, nos indican que deben atribuirse a Padmasambhava las ideas esenciales y quizá incluso una versión primitiva del Bardo- Thodol, tal y como se ha conservado en la parte métrica de la obra. Estos versos nos
permiten identificar al autor. Nos presentan en cualquier caso las bases espirituales sobre las que reposa la obra.

¡Oh! Amitabha, luz infinita del Cuerpo de Vacuidad
¡Oh! Apariciones apacibles e iracundas
[Jinas y Boddhisattvas] (Lha) (2)
¡Oh! Orden del Loto, Cuerpo de Gozo.
¡Oh! Padmasambhava, salvador de todos los seres,
encarnación terrestre (Nirmanakaya).

Venerados seáis los Tres Cuerpos de Buda.

Estos versos apelan al conocimiento de los mandalas, a la simbología de las imágenes y, sobre todo, a la enseñanza de los «Tres Cuerpos» [trikaya], que concierne a la naturaleza de las realizaciones espirituales de un Buda. Volvemos a encontrar la representación de estos «Tres cuerpos de Buda» en el Mahayana-Shraddhotpada-Shastra. Estas nociones son fundamentales para la comprensión del Bardo-Thodol. La explicación de estos versos de introducción es, por tanto, la clave del Bardo-Thodol. La naturaleza de nuestro ser profundo no es diferente de la de un Buda. La diferencia reside en que un Buda es consciente de esa naturaleza, mientras que el hombre apegado a la tierra no lo es, por culpa de la ilusión del ego, del yo. Esta naturaleza profunda del ser se
llama Sunhyata, pura potencialidad, pura vacuidad del «aún sin formar» que presupone toda forma; para la conciencia del espíritu iluminado será el Dharma, la más alta verdad, la ley de virtud inmanente. Representa el estado espiritual de un Buda. El Dharma Kaya (3), o Cuerpo de Vacuidad, Cuerpo del Dharma en Sí, es el más alto principio de la Budeidad.
El Sambhogakaya (4), el Cuerpo de Gozo espiritual bienaventurado, es el fruto del Dharmakaya a nivel de la visión intuitiva.
Aquí lo indecible se convierte en visión creadora, forma simbólica espiritual, experiencia de dicha bienaventurada. Es la herencia que nos han dejado por su actuación en el mundo las almas que han alcanzado la iluminación. Ellas fueron la encarnación visible de esa experiencia que conoce el hombre imbuido de ese espíritu y cuya forma corporal se va metamorfoseando a imagen de la vida anterior. Según la concepción búdica, el cuerpo es una conciencia hecha visible. La iluminación interior transforma, pues, el cuerpo visible en «Cuerpo de Metamorfosis», llamado Nirmanakaya, que es la descripción del cuerpo de todo ser humano que ha pasado por la vía de una metamorfosis espiritual.
Por tanto, nuestro verso significa que Padmasambhava es el amo y protector de cuantos se confían a él y le veneran en esos Tres Cuerpos de Buda, o principio del orden del Loto, a saber:
– en el plano de la ley universal de Dharmakaya como luz ilimitada o Amitabha,.
– y en el plano de la aparición corporal (Nirmanakaya) en su forma humana, que no es sino la encarnación de las formas antes mencionadas.
No es, pues, la personalidad histórica a la que se venera en su forma humana, sino a la forma del principio interior, imperecedera, que se expresa en ella.

Como observa acertadamente Kern (5), el objeto del culto religioso, el Buda, no fue nunca un ser humano para los budistas. El Buda tampoco era un dios, como observaba él expresamente en uno de sus discursos. Era el Iluminado; y por tanto, más que un
dios, que para alcanzar la redención ha de volver a tomar forma en una vida humana, ya que la vida humana es la vida de la decisión. Sigue diciendo Kern: «La figura histórica del maestro Sakyamuni recibe erróneamente el nombre de Buda o Tathagata. Efectivamente; el objeto de culto no es la divinización del hombre Sakyamuni.» Es lo que le trasciende, más allá de la forma de aparición que adopta una vez; lo que le relaciona con todos los Budas que le han precedido y que le sucederán. La Bodhicitta, la conciencia del despertar, es sobre todo ese espíritu suprapersonal que todo lo abarca y que se encuentra en estado potencial en todo ser vivo.
Mientras esa conciencia no pueda vivirse o realizarse en su totalidad (lo que sólo logra el Buda), deberemos contentarnos con los reflejos de la visión interior en donde los principios y las cualidades de la iluminación están separados como los rayos del sol
cuando pasan por un prisma.
Las formas de los símbolos de estas visiones no son creaciones arbitrarias, sino, por así decirlo, las huellas luminosas que deja la experiencia mil en aria de la espiritualidad en el alma humana; son los cuerpos luminosos de todos los espíritus del despertar que nos
han precedido en la tierra, los cuerpos creados por sus méritos, cuerpo de recompensa de todos los Budas, también llamado Sambhogakaya, cuerpo nuevo que elaboramos con nuestro estado de veneración.
De este modo, los finas y Boddhisattvas que aparecen en la visión profunda, son cada uno cierto aspecto de la iluminación (pensamiento del despertar) y, por tanto, también un aspecto latente de cada conciencia del despertar. Para preservar el espíritu de una dispersión arbitraria, los maestros de las diferentes escuelas proponen unos dibujos geométricos concéntricos, llamados mandalas. Son unas representaciones del espíritu en las que se fijan las posiciones y relaciones recíprocas de los diferentes símbolos e imágenes nacidas de la visión profunda. A esta descripción se le llama ?loto del quíntuple desarrollo de la visión profunda?.
Sin desarrollar aquí el estudio de los mandalas, nos limitaremos a indicar que los Jinas o Vencedores de la ignorancia, los Boddhisattvas y demás figuras que les acompañan (reunidos en tibetano bajo la expresión Lha) están repartidos en cinco desarrollos:

el desarrollo del Vajra,
el desarrollo del Ratna,
el desarrollo de Padma,
el desarrollo del Karma, cuyos símbolos representan la circunferencia del mandala,
mientras que el centro es el desarrollo del Buda, la reunificación de todos esos principios cuyo símbolo está representado por la rueda de la ley del Dharma-cakra.

El Vajra (El Centro de diamante, traducido siempre erróneamente por el dibujo del rayo, que sería sin embargo válido para el hinduismo) significa la indestructibilidad, la inquebrantabilidad de la conciencia del despertar, semejante a la gran vacuidad, Sunhyata, y personificado por el Dhyani-Buda-Aksobhya.
El Ratna es el don de los Tres Raros y Sublimes (6) a través de los cuales el Buda da su propia persona, su doctrina y su comunidad. En este caso está personificado en Ratnasambhava y se le representa con el gesto del don.
El Loto (Padma), o desarrollo de la meditación, se expresa por Amitabha, representado en la postura de la meditación (Dhyana-mudra).
El doble-vajra, o Karma, significa en este caso la realización del saber por la compasión y el constante amor al prójimo. Se le representa por medio de Amoghasiddhi en el gesto de la «impasividad» (Abhaya-mudra). Cuando la compasión (Karuma) surge de un amor espontáneo al prójimo, suprime los efectos consecutivos del karma (Karma-vipaka). Aquí se considera al karma como acción pura, no como una serie de acciones.
La rueda de la ley (Dharma-cakra) representa la presencia potencial de las cuatro cualidades anteriores, simbolizadas por Vairocana, que es el desarrollo del Buda, en el centro de la esfera del Dharma (Dharmadhatu).

Cada una de las cuatro cualidades anteriores puede desarrollarse a distintos niveles. En tanto que potencialidad, a nivel de las leyes universales; en tanto que idea creadora, a nivel de la experiencia espiritual; en tanto que materialización o encarnación de la idea, a nivel de la aparición corporal.
Cuando se considera a Padmasambhava como encarnación del desarrollo del loto, «nacido del loto» como su nombre indica, significa que se hace uno con la idea y las cualidades de Amitabha.
El ejercicio de esta meditación del mandala de Amitabha lleva a la realización interior.
Estas enseñanzas de origen propiamente suprahumano no eran una mera transmisión de teorías filosóficas. Reposaban sobre experiencias de orden meditativo, pues Padmasambhava quería dejarle al mundo no un nuevo sistema, sino la vía de la
experiencia individual, la realización de la meta, que son posibles en cada vida humana desde este momento y no sólo en un futuro lejano.
¡Efectivamente, sólo los que están dispuestos a recorrer el camino propuesto, poniendo en práctica los mandamientos, pueden entrever las observaciones, indicaciones, símbolos y visiones descritos en el Bardo-Thodol. Mientras que los que meten la
nariz en los secretos de esta obra por mera curiosidad, verán cómo aumentan sus dudas e incertidumbres, o no harán más que añadir un nuevo trofeo a su colección de curiosidades exóticas!

El Bardo-Thodol se ha hecho célebre bajo el título de Libro de los Muertos tibetano, título muy impresionante, sobre todo por su analogía con el Libro de los Muertos egipcio. Sin embargo, como vamos a demostrar, este título de Libro de los Muertos
tibetano no corresponde verdaderamente al contenido de la obra.
Nada puede inducir más a error que comparar estos dos libros. C. G. Jung, en su comentario a la traducción alemana, distingue perfectamente las dos obras cuando dice: «Sin comparación con el Libro de los Muertos egipcio, del que no se puede decir sino demasiado o demasiado poco, el Bardo-Thodol contiene una filosofía comprensiva y humana que se dirige a los hombres y no a los dioses o a hombres primitivos. Su filosofía es la quintaesencia de la psicología crítica búdica y, como tal, puede decirse
que es una reflexión extrema.»
En el título del Bardo-Thodol, la palabra muerte no aparece por ninguna parte. Este término desvía totalmente el sentido de la obra que reside en la idea de liberación, es decir, liberación de las ilusiones de nuestra conciencia ego céntrica que oscila perpetuamente entre nacimiento y muerte, ser y no ser, esperanza y duda, sin alcanzar el despertar, la paz del nirvana, ese estado estable, lejos de las ilusiones del samsaray de los estados intermedios.
Relacionar bardo y muertos sería un retorno a las representaciones del mundo más primitivas. La palabra bardo tiene un significado infinitamente más amplio y no concierne al concepto de la muerte más que un caso particular.
Para quien confía en la metafísica búdica, está claro que nacimiento y muerte no son los únicos fenómenos de la vida y de la muerte, sino que intervienen en nosotros de forma ininterrumpida. En cada instante, algo muere dentro de nosotros y algo nace.
Los diferentes Bardos no son sino los diferentes estados de conciencia de nuestra vida: el estado de conciencia despierta, de la conciencia de sueño, de la conciencia de agonía, de la conciencia de muerte y el estado de la conciencia de renacimiento.
Todo esto se describe claramente en los versos radicales de los Seis Bardos (Bar-do-rnam drug-rtsa-tsig), que constituyen el núcleo original de la obra. Esto demuestra que nos enfrentamos aquí con la verdad de la vida, y no sólo con una instrucción sobre la muerte, o con una misa de muertos, como podría hacernos creer la obra posteriormente degradada.
No es una guía de muertos, sino una guía de cuantos quieren traspasar la muerte, metamorfoseando su proceso en un acto de liberación. Efectivamente, al morir, pasamos por las mismas etapas que atravesamos en los estados progresivos de la meditación. Ya decía Plutarco: «En el instante de la muerte, el alma alcanza los mismos misterios que los grandes iniciados.»
Al cortar automáticamente con la envoltura corporal y con todas las voliciones e impedimentos de la conciencia superficial, la muerte nos da visiblemente una ocasión excepcional de liberarnos del dominio de nuestros instintos oscuros, y nos permite percibir la luz liberadora, aunque sólo sea un instante. El que logre permanecer atado a ese instante, y mantenerse a la altura de ese conocimiento, alcanzará esa liberación. Por el contrario, la caída de quien no pueda permanecer en ese nivel, acarreará un retorno
más o menos difícil al círculo de los nacimientos.
Sólo se enfrentan a la impetuosidad de ese instante quienes se hayan preparado durante su vida. Por eso la iniciación de los grandes misterios de la antigüedad consistía en una muerte simbólica del iniciado. Padmasambhava también la utilizó, como podemos comprobar en su advertencia del último verso, en el que vemos que, en la idea de la aproximación a la muerte, no se trata de querer rehusar los intereses insignificantes del deseo de vivir, sino de consagrarnos al Dharma mientras la vida nos lo permita.
A este fin, conviene incluir la muerte en la vida cotidiana, no como un rechazo de la vida, sino como parte inseparable y necesaria de la vida. Para penetrar en esta esfera de experiencias, no se trata de hacer consideraciones morbosas -que pertenecerían a un
mundo muy distinto y servirían a unos fines muy diferentes-, sino de descender al fondo del núcleo del ser en el que encontramos a la vida ya la muerte indisolublemente unidas.

PRESENTACIÓN

Por  EVA K. DARGYAY

La experiencia de la muerte en las tradiciones míticas

En casi todas las culturas de la humanidad, la muerte, experiencia horrible y terrorífica, inspira la reflexión sobre el sentido de la vida, sobre las causas que llevan a tamaña prueba y la acción apremiante que la hace inevitable. Se intenta, desde el albor de la
humanidad, dar un sentido al horror y captar lo incomprensible con imágenes míticas.
No conocemos ninguna cultura que no haya tratado de resolver el enigma de la muerte. Todas las culturas nos transmiten esencialmente la misma imagen (1).
Al principio, cuando el hombre era aún totalmente uno, inseparable del ser divino, no conocía la muerte. No tuvo que padecerla hasta haber caído del orden divino celestial, hasta haberse separado de él. El estado primero del hombre era paradisíaco.
Vivía en el jardín del Edén, no conocía ningún deseo, ningún odio, formaba uno con los demás seres vivos y conocía la felicidad contemplando al ser verdadero. Las más antiguas culturas ven el estado original del hombre de una forma aún más concreta: los frutos están a su disposición en abundancia, le basta con cogerlos. Desconoce hostilidades y luchas. Pero, sin embargo, por paradisíaco que sea ese estado original del hombre, lleva en sí la marca de la inmovilidad y de la permanencia, sin ninguna creatividad, ninguna libertad. Así aparece la muerte en su sentido profundo, como una consecuencia necesaria a la ausencia de flexibilidad del estado original paradisíaco. Para poder desarrollarse, el hombre tiene que morir, como harán todos los santos, los místicos, los chamanistas y los maestros espirituales.
La muerte tiene la cabeza de Jano; mira al mismo tiempo al mundo y al más allá, pero es también el umbral en que se confunden sufrimiento y dicha, inmovilidad y movimiento.
Desde los tiempos más remotos, el tema de la muerte ha ocupado un lugar preponderante en el pensamiento humano. Nuestra época no puede evitar la cuestión de la muerte que nos asalta a diario. Cada tarde viene a golpear nuestras conciencias a través de las antenas de televisión. Nunca una época ha sentido la muerte de forma tan unidimensional como la nuestra. La muerte, en general, no es más que el final absurdo de una vida carente de sentido. La muerte no es más que el siniestro segador que nos lleva.
Cuando, en Occidente, empezamos a despojar a la muerte del significado que le daban la religión y los mitos, la profanación total de la vida humana no fue más que cuestión de décadas. No podemos ya darle un significado a la muerte, en la que no vemos más
que la detención de ciertas funciones orgánicas. La muerte se ha convertido en un estado fisiológico. Pero esta idea nos resulta tan poco satisfactoria que nos las componemos para no mirar a la muerte de frente. Encerramos a los enfermos ya los moribundos en habitaciones desnudas, llenas de aparatos, y sobre todo apartados de toda presencia humana. No queremos tener nada que ver con la muerte. No queremos meter a los muertos en ataúdes y enterrarlos. Queremos apartar a la muerte de nuestro camino y olvidarla sencillamente.
La interpretación fisiológica de la muerte, tal y como se admite hoy en Occidente, no nos permite entender esta obra que se ha hecho famosa bajo el título de Libro tibetano de los Muertos.
Sin embargo, empiezan a producirse algunas aperturas en Occidente que permiten alcanzar una mejor comprensión de la muerte. Querría citar aquí el libro del médico americano Moody, sobre ciertos testimonios acerca de la muerte. Raymond A. Moody,
en Vida después de la Vida (edit. en Madrid en 1977 por vez primera), interroga a diferentes pacientes, considerados como clínicamente muertos, al habérseles detenido el corazón durante varios minutos y no observarse corrientes cerebrales.
Este médico reúne más de 150 testimonios que sorprenden por la semejanza de las experiencias y de las percepciones: el muerto oye al médico declarar su defunción. Acompañado por ruidosos zumbidos, le parece atravesar un túnel sombrío y encontrarse entonces fuera de su cuerpo, si bien tiene la impresión de tener un cuerpo liviano, inmaterial, desde el cual puede observar cuanto ocurre en. torno a su cadáver. Seres inmateriales como él vienen a su encuentro, resplandecientes de amor y de armonía, en una deslumbrante luz sobrenatural. Vuelve a ver espontáneamente los actos de su vida; y pese a las advertencias del Amor y de la Paz que quieren retenerle, se siente impelido a reintegrarse a su cuerpo.
Cierra esta experiencia de la muerte el sentimiento de no estar aún «maduro» para el más allá.
Estos testimonios de personas muy diversas procedentes de todas las capas de la sociedad americana del siglo XX, concuerdan de forma pasmosa con el Libro tibetano de los Muertos. Encontramos en él cada uno de los fenómenos expuestos. Para ilustrar
el trasfondo religioso del Libro tibetano de los Muertos, me gustaría invitar al lector a volver la vista hacia el pensamiento de nuestros antepasados, para ver cómo entendían ellos la muerte.
La arqueología no puede ayudarnos a conocer lo que las culturas antiguas pensaban de la muerte. Los mitos, y cada relato que a ellos hace referencia, pueden aportarnos datos, como si transmitieran una historia sucedida en cierta época. Volveremos a encontrar estos mitos, en su verdad y en sus palabras, dentro de los eternos sueños de la humanidad. Estos sueños no son «pompas de jabón», como pretende hacernos creer un proverbio engañoso, sino que contienen la más profunda visión de nuestro ser. No en
vano el psicoanálisis se vale de los sueños para curar el alma del hombre.
Todos los mitos de la humanidad consideran a la muerte como un acontecimiento excepcional, que no forma parte de lo natural.
La muerte no es una necesidad inherente a la naturaleza. No puede comprenderse más que como una perversión, o inversión de la propia naturaleza del hombre. Así, algunos mitos comparan la llegada de la muerte a un acto de desobediencia: el hombre se niega a obedecer un mandamiento de Dios. Casi siempre es la curiosidad la que impulsa al hombre a infringir el mandamiento.
Otros mitos ven la muerte como la consecuencia de un acto particularmente odioso, cometido por un ser demoniaco. Volvemos a encontrar tales mitos en los antiguos habitantes de Australia, de Asia Central, de Siberia y de América del Norte. Otros mitos consideran a la muerte más como un error de la creación: se abre por descuido la caja de Pandora, el mensajero que ha de anunciar a los hombres la inmortalidad se retrasa tanto que el segundo mensajero que ha de anunciar la muerte llega antes a los hombres.
Estos mitos se encuentran preferentemente en Africa.
En el Libro tibetano de los Muertos; el Bardo- Thodol (2), la muerte interviene en primer lugar en razón de los actos de los que es responsable el moribundo. Se llama Karma a la suma de todos esos actos. Hablaremos más adelante de estos conceptos. Por el momento, recordemos que en el Bardo-Thodol aparece la muerte en función de nuestras propias acciones. La muerte sobreviene, pues, tan sólo como consecuencia de la perversión y del desorden de los dioses, pero procede del error del individuo

Siete sermones a los muertos C. Jung

Siete sermones a los muertos

Siete sermones a los muertos (en latín Septem Sermones ad Mortuos) constituye un opúsculo creado por C. G. Jung en 1916 para una edición privada. Jung lo regalaba en ocasiones a sus amigos y allegados, y no podía ser adquirido en la librería. Más adelante consideró dicha obra como un «pecado de juventud» y se retractó, desdiciéndose de lo expresado en ella.
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Introducción
Para poder llegar a entender la necesidad de escribir el presente texto es preciso conocer los antecedentes en los cuales se sitúa la biografía de su autor, partiendo desde 1913, año en el que se producirá su ruptura con Freud, hasta 1916, fecha de elaboración del opúsculo.[1] [2] Tres años en los que se generará una etapa de descubrimiento y transformación personal y en los que correrá parejo la evolución de toda su obra.
El análisis del inconsciente: apunte biográfico
Duelo y renacimiento

C. G. Jung en 1909.
Tras la separación de Freud en 1913 se inició en Jung una época de inseguridad y desorientación interior. Inicialmente focalizado en hallar una nueva actitud frente a sus pacientes, no tardaría en realizar una recapitulación de si mismo, llegandose a formular la siguiente y consabida pregunta: «¿Pero, cuál es, pues, tu mito, el mito en el que tú vives?». Es en este punto donde considera que «había llegado al límite».[3]
Al infructuoso análisis inicial de sus sueños y fantasías diurnas desde una perspectiva psicoanalítica, siguió la aceptación del desconocimiento acerca de lo que hacía y de lo que le sucedía. Así pues, decidió «abandonarse conscientemente a los impulsos del inconsciente». De ello derivó la necesidad del juego, la construcción y edificación infantiles como elementos preliminares en el hallazgo de su propio mito. Salvó la distancia existente entre el adulto y el niño de once años repleto de una vida fecunda que a él le faltaba: el vehículo fue la repetición de sus juegos infantiles rememorados a través de las fantasías emergidas de su inconsciente.
Todo ello continuó teniendo lugar en su vida posterior. Siempre que ésta se quedaba atascada recurría a la pintura o a la escultura como «un rite d`entrée para las ideas y trabajos subsiguientes».[4]
Hacia otoño de ese mismo año, Jung alude a una transposición de su sintomatología interna de carácter psíquico, hacia afuera, como si se tratara de una realidad concreta. Es entonces cuando tiene varias alucinaciones, la primera estando de viaje llegaría a durar una hora, y que irían repitiéndose a lo largo del tiempo. La conclusión inicial a la que llegaría sería la del inicio de una Psicosis. Durante la primavera y principios del verano de 1914 volverían a sucederse episodios similares pero esta vez en forma de tres sueños sucesivos. El carácter de los mismos continuaba siendo de tipo catastrofista. El 1 de agosto estallaría la primera guerra mundial y con ella la confirmación del carácter premonitorio de sus sueños y visiones, arrinconando sus primeras tentativas diagnósticas.
Ante tales circunstancias intentó averiguar qué le sucedía y por qué su propia vida dependía ahora de la colectividad.[5]
Los arquetipos de lo inconsciente colectivo
El carácter de experimento científico implícito en la confrontación con su inconsciente terminó siendo también «un experimento que tuvo lugar en mí». El contenido de dicha experimentación consistía en «traducir mis emociones en imágenes, es decir, hallar aquellas imágenes que se ocultaban tras las emociones». Seguidamente procedía a anotar las fantasías emergidas dando expresión a las condiciones psíquicas implícitas a través de un lenguaje poético, dado que éste es el lenguaje de los arquetipos y de lo inconsciente. Es a partir de ahora cuando empezarían a vislumbrarse las esperadas respuestas a las preguntas formuladas en el vacío, y con ello a la edificación de su propio corpus teórico y psicoterapéutico.
El héroe y la sombra
Sería el 12 de septiembre de 1913 cuando «me decidí a realizar el primer paso». Tras una primera visión, con alusiones al mito del héroe y del sol, «un drama de muerte y renovación», le siguió seis días después, un sueño, donde se mostraban el arquetipo de la sombra y nuevamente el arquetipo del héroe, esta vez representado por Sigfrido, al que había que asesinar. Éste representaba la voluntad consciente del Yo, la imposición heroica de la propia voluntad, sin embargo «había que dar fin a esta identidad con el ideal del héroe; pues existe algo más alto que la voluntad del Yo y a lo cual había que someterse». Jung debía sacrificar su ideal y su actitud consciente.[6]
El viejo sabio, el ánima y el héroe

Representación del arquetipo del Viejo Sabio.
A fin de agilizar su experimento con el inconsciente recurrirá a representarse mentalmente una pendiente con la finalidad de captar mejor sus fantasías y descender a los estratos más profundos de la psique. De ahí surgirá el episodio en donde llega a vislumbrar tres nuevas figuras. Elías, arquetipo del Viejo Sabio, encarnación del Logos, el elemento racional; Salomé, arquetipo del Ánima, o arquetipo de lo femenino, representada ciega, encarnación de Eros, el elemento erótico; y una serpiente negra, que anunciaba de nuevo el mito del héroe.[7]
Filemón
Finalmente, y desde esta misma triada emergerá una nueva figura derivada del arquetipo del Viejo Sabio a la que llamará Filemón, describiéndola como «un pagano que aportaba una influencia egipcio-helenística con matiz gnóstico», «un guru», «un espíritu», «un maestro del alma».[7]
Filemón y otras figuras de la fantasía me llevaron al convencimiento de que existen otras cosas en el alma que no hago yo, sino que ocurren por sí mismas y tienen su propia vida.
C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos, pag. 218.
Será Filemón la figura deseada por Jung en esos momentos de confusión, «una sabiduría y un poder supremos que me desenmarañasen las espontáneas creaciones de mi fantasía». Quién, por un lado, comience a representar la motivación subyacente en la elaboración de los Septem Sermones, y quien, por otro, de lugar a una recapitulación teórica y a una validación en la existencia autónoma de los arquetipos, mas allá de los complejos, extendiendo «ad infinítum» la conceptualización limitante del inconsciente freudiano.
Ka
Posteriormente, Filemón quedaría condicionado a otra figura que entraría en escena y a la que Jung asociaría con el Ka egipcio. Con el tiempo lograría integrar ambas figuras gracias a la alquimia. Filemón representaba lo espiritual, el sentido; Ka, un espíritu de la naturaleza, una especie de demonio terrestre o metálico.[8]
La ambivalencia del ánima

Isis, fuerza fecundadora de la naturaleza, representando a su vez el arquetipo del ánima.
Ante la disyuntiva proveniente entre si lo que estaba experimentando era arte y nó ciencia, logró afrontar y aprehender nuevamente al ambivalente arquetipo del ánima, el alma en el sentido primitivo, o lo femenino en lo inconsciente colectivo de un hombre (a lo masculino en lo inconsciente colectivo de una mujer lo denominó animus).[9]
Inicialmente impresionado por el aspecto negativo del ánima, llegaría a describirle a partir de su capacidad para «generar timidez ante su presencia», por su «influencia funesta sobre los hombres», por su «carácter persuasivo e insinuativo», por la «fuerza tentadora y astucia profunda en lo que expresa», por su «doblez, altavoz del inconsciente, capacidad de aniquilación sobre un hombre». Todo ello, sin embargo, permitió a Jung comprender lo decisiva que era en último término la consciencia a la hora de equilibrar las manifestaciones arquetípicas del inconsciente, recordando que el orden de importancia no radicaba en ningún sistema preferente sino en una articulación de opuestos psíquicos que se presentaba en forma de conflictos, compensaciones y complementariedades. El fin último debía consistir en apropiarse de una totalidad integradora desde una inmadura unilateralidad disociativa. Como paso previo al establecimiento de una comunicación con el inconsciente, y a fin de no vernos a merced del arquetipo, era ineludible poder llegar a diferenciar entre la consciencia y el contenido del inconsciente. Ello se lograba aislando a este último a través de un proceso de personificación.
Pero el ánima tiene también su aspecto positivo dado que «es la que facilita a la consciencia las imágenes del inconsciente».[10]
Individuación: meta vital y terapéutica

Representación mandálica del Sí-mismo en el proceso de individuación.
Contenido en el proceso biográfico relatado por Jung en sus memorias se deduce una interrelación recíproca entre sujeto y objeto, redescubriéndose un conocimiento que se autovalida a su vez en el propio experimentador. El ser humano como microcosmos del macrocosmos.
La psicología analítica creada por Jung parte de una estructuración psíquica constituida por un inconsciente colectivo en la psique de cada individuo, de tal modo que la consciencia centralizada en el Yo ya no establecerá relaciones exclusivas de reciprocidad a nivel de los complejos de lo inconsciente personal, sino que habrá de vérselas a su vez con los constituyentes transpersonales de lo inconsciente colectivo: los arquetipos.[11] [12]
Al proceso de interrelación consciencia-inconsciente colectivo a lo largo de la biografía del individuo lo denominó Jung proceso de individuación. En cada momento de dicho proceso vital va emergiendo paulatinamente el carácter del individuo o individualidad psíquica, personificada a través del arquetipo del Sí-mismo, Yo nuclear tanto de lo consciente como de lo inconsciente colectivo, a diferencia del Yo nominativo, sujeto unilateral de la consciencia.
La finalidad última de la Psicología de los complejos va a situarse por lo tanto en el despliegue de dicho arquetipo central a lo largo y ancho de la ininterrumpida corriente sobre la que navega «aquel proceso que engendra un individuo psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo», en la constitución, diferenciación y consciencia relativa de los arquetipos, un diálogo en definitiva entre consciente e inconsciente.
Tres serán las vías que propicien el proceso de «llegar a ser un individuo», «llegar a ser uno Mismo»:
1. El desarrollo vital ineludible
2. La interpretación de los sueños
3. Y, como hemos contemplado ya, la imaginación activa, o método desarrollado por Jung para establecer un diálogo activo en estado de vigilia con lo inconsciente. Estando relajado, como en trance, se centra la atención en una imagen (proveniente de un sueño, por ejemplo), interrogándola acerca de su origen, significado, etc., como si se tratara de otra persona.[13]
Schwarzes Buch (Libro Negro) y Rotes Buch (Libro Rojo)

Las fantasías que por entonces se le presentaban a Jung las escribía primeramente en el Schwarzes Buch (Libro Negro) y posteriormente las transcribía al Rotes Buch (Libro Rojo), ampliado con ilustraciones, una de ellas la del propio Filemón.
Aniela Jaffé aclara que “El Schwarzes Buch comprende seis volúmenes encuadernados en piel negra; el Rotes Buch, un infolio encuadernado en piel roja, contiene las mismas fantasías, pero en una forma y lenguaje retocados y en escritura gótica caligráfica, a la manera de los manuscritos medievales”.[14]
Añade Jung en el ocaso de su vida el vano intento en traducir sus fantasías estéticamente a lo largo del libro rojo. Vislumbrando su incapacidad para «hablar el lenguaje adecuado» renunciaría a lo estético en favor de la comprensión científica, aun cuando reconozca su deuda respecto a lo primero dado que sin dicha dedicación no hubiera entendido «su obligación moral respecto a las imágenes».
Comprendí que ningún lenguaje es tan perfecto que pueda sustituir a la vida. Si se intenta sustituir la vida, no sólo no se consigue, sino que a la vida se la arruina.
C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos, pag. 224.
Ante la autonomía de lo inconsciente recomienda por lo tanto cumplir tanto con una obligación intelectual como moral. Ante lo imaginal debería insistirse en el entendimiento sin renunciar a la comprensión, pero siempre con el deber moral de aprehender que el caelidoscópico mundo que nos ofrece el ánima no puede ser sustituido por el Logos. Eros y Logos, vida y entendimiento son dos principios diferentes y por tanto opuestos y complementarios, siendo infructuosa su mutua sustitución. Se requiere además de comprensión, la realización en vida de las imágenes, vivenciar lo manifestado. Lo contrario sería limitarse a un motivo de asombro que conllevaría efectos negativos del inconsciente, se arrebataría a la existencia su integridad otorgando a la individualidad el tinte de lo fragmentario.
Jung incluirá en sus memorias dos escritos independientes del Schwarzes Buch y Rotes Buch:
1. Por un lado, un Complemento al Rotes Buch (1959).[15]
2. Y por otro, después de dudar y solo «en haras a la honradez», los propios Septem Sermones ad Mortuos (1916), no permitiendo sin embargo que se desvelase el significado del Anagrama presente al final del opúsculo:[16]
NAHTRIHECCUNDE
GAHINNEVERAHTUNIN
ZEHGESSURKLACH
ZUNNUS

C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos, pag. 460.
Tanto el Libro Negro como el Libro Rojo no llegarían a publicarse por expreso deseo de Jung y de su familia. Existe actualmente una fundación, la Philemon Foundation, cuyo proyecto fundamental consiste en actualizar toda el trabajo de C. G. Jung incluyendo material disponible no editado en sus Obras Completas. Treinta volúmenes adicionales a los veintiuno ya existentes en un plazo estimado de treinta años.
En contraste con las Obras completas (The Collected Works) extensamente conocidas, se desea que las Complete Works comprendan manuscritos, seminarios, y correspondencia hasta ahora inédita o que se creía perdida en decenas de miles de páginas.
El primer acto de Philemon Foundation será completar la financiación del Libro Rojo de Jung (Red Book o Rotes Buch) para su edición, la publicación más importante desde su muerte. La aparición de dicho trabajo inaugurará una nueva era en el estudio de Jung, y permitirá que la génesis de su trabajo posterior sea entendido basándose en un firme equilibrio histórico.[17]
Septem sermones ad mortuos
Tras una gradual transformación, en 1916 Jung sentiría la necesidad imperiosa de escribir, sintiéndose «impulsado desde dentro a formular y expresar lo que podría haber dicho Filemón». De esta fuerza ineludible, aparentemente comandada desde lo más profundo de lo inconsciente colectivo, surgirían los Septem Sermones ad Mortuos con su lenguaje característico.
Manifestaciones de lo inconsciente colectivo

Professor Jean-Martin Charcot enseñando en la Salpêtrière de Paris, Francia. Muestra a sus estudiantes una mujer (“Blanche” (Marie) Wittman) en estado de trance o shock. Resultó una época que establecía relaciones entre la histeria y el fenómeno del espiritismo.
A una inicial intranquilidad subjetiva siguieron la manifestación preliminar por toda su casa de toda una serie de fenómenos parapsíquicos o paranormales presenciados por toda su familia, de los que ya tenía amplio conocimiento y experiencia, habida cuenta de que su tesis doctoral «Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos», realizada con el profesor Eugen Bleuler en la facultad de medicina de la Universidad de Zürich en 1902, versaba sobre lo que en aquel momento se prefería denominar espiritismo y fenómenos asociados. También debe recordarse que la propia madre de Jung, Emilie Preiswerk (1848-1923) poseía una personalidad marcadamente disociativa que influyó enormemente en el rasgo intuitivo de Jung, tan llamativo para todos quienes le conocieron, o que el material que conformara su tesis lo extrajera de las sesiones de espiritismo efectuadas en su casa desde 1896. Hoy se sabe que la paciente nombrada en su tesis doctoral, «la señorita S. W.», era su prima Hélène Preiswerk.[18]
Las manifestaciones fueron las siguientes:[19]
1. Su hija mayor veía por la noche una figura blanca atravesando la habitación.
2. A su otra hija la levantaron la manta de la cama en dos ocasiones por la noche.
3. Su hijo de nueve años tuvo un sueño de carácter terrorífico al que llamó «el dibujo del pescador»: en él aparece representado como figura central un pescador que acababa de coger un pez del rio. Frente a él se cierne, por un lado, la figura del diablo reclamando el robo de dicho pez, y por otro, un ángel defendiendo la inocencia del pescador.
4. Sus dos hijas y Jung mismo percibieron el sonido de la campanilla de la puerta, pero al abrirla allí no había nadie.
La conclusión a la que llegará Jung es que la casa estaba repleta de espíritus, y ante la pregunta «Por el amor de Dios, ¿qué es esto?», escucharía al unísono la siguiente respuesta, incluida a posteriori en el encabezamiento del Sermo I de los Septem Sermones ad Mortuos:
Regresamos de Jerusalén, donde no hallamos lo que buscábamos.
C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos, págs. 227 y 448.
Es entonces cuando comenzaría a escribir el texto, resolviendo la situación de infestación a los tres días de haberlo finalizado.
Pérdida del alma

Helena de Troya como representación ambivalente del arquetipo Ánima.
Jung invita a aceptar lo acontecido tal como fue experimentado, eludiendo todo intento de reduccionismo y tergiversación amparado por un pretendido omniabarcante conocimiento científico o su aniquilación a través de la anomalía.
Recuperando la síntesis de su conceptualización, y permitiendo por tanto continuar observando lo fenomenológico como resultado de una ecuación en donde siempre intervienen el mundus imaginalis y lo cotidianamente fáctico, nos es posible entender que la Materia es el aspecto concreto de lo Inconsciente colectivo, que el Mundo en general estaría de este modo estructurado y configurado a partir de los constituyentes más inmediatos de la Psique Colectiva, los Arquetipos, y que cualquier fenómeno de Sincronicidad es resultado de la ininterrumpida comunicación establecida entre ambos sistemas.[20] [21]
Así nos relata Jung la posible relación que pudiera haber tenido lo acontecido con el estado emocional en el que se hallaba, y desde el que podrían haberse producido fenómenos parapsicológicos. Se trataba de una «constelación inconsciente», es decir, de la activación de un complejo psicológico debido generalmente a una reacción de naturaleza emocional (consciente o inconsciente), ya sea frente a una persona o una situación, siendo dicha constelación de carácter Numinoso.[22] El Numen de un arquetipo representa aquel agente o efecto dinámico, no resultante de un acto volitivo, que captura y controla al individuo.[23]
Poco antes del retorno de los muertos sucedió otro hecho importante descrito por Jung como la pérdida del alma. Más de dos décadas después, en 1939, expondrá ante Eranos su obra «Sobre el renacer», en la que describirá que la desaparición del alma en una fantasía era un hecho frecuente entre los pueblos primitivos. Se correspondería a una alteración de la personalidad en forma de disminución. El alma se puede marchar de modo súbito dando lugar a un trastorno de la salud del individuo. Su explicación radicaría en que la mente primitiva dispondría de un funcionamiento preferentemente pulsional, emocional e inconsciente y por tanto tendente a la disociación, antes que a la integración mental. Dicho de otro modo, requeriría un mayor esfuerzo para funcionar desde la consciencia y la volición, al situarse de un modo más próximo a los contenidos del inconsciente. Sin embargo, puntualizó que ello no significaba que el hombre civilizado estuviera exento de dicha pérdida. Pierre Janet ya apuntalaría en 1909 como denominación alternativa a la misma sintomatología la de abaissement du niveau mental. Hallaríamos en este caso un rebajamiento de la tensión de la consciencia sentido subjetivamente como pesadez, desgana y tristeza, siendo el origen de ello la ausencia de energías disponibles.[24]
Para Jung, el alma viene representada en el hombre por el arquetipo del ánima, ánima significa en latín alma.[25] Por otro lado, y como se ha visto yá, el ánima es el aspecto femenino presente en lo inconsciente colectivo de los hombres (al aspecto masculino presente en la psique colectiva de las mujeres se denominó animus).[9] Si a ello añadimos que el ánima representa el arquetipo de la vida, siendo su principio Eros, reflejando la naturaleza de lo relacional, se deducirá de ello que para el hombre, la pérdida del alma signifique la pérdida de lo vital y lo vinculativo. De algún modo, el arquetipo del ánima ha tenido que desasirse del nivel de lo consciente emprendiendo el camino de lo inconsciente colectivo. Desde la teorización junguiana no se trataría de una pérdida real, sino de una desvinculación arquetipal que conlleva una descompensación en forma de constelación inconsciente. El arquetipo del ánima se ha retirado al inconsciente, al «país de los muertos». En términos energéticos, lo consciente se vacía al revivificarse lo inconsciente.[26] Si el ánima crea la relación en lo inconsciente, y éste representa al país de los muertos, «en cierto sentido es también una relación con la colectividad de los muertos».
En el «país de los muertos» el alma experimenta una secreta vivificación y da forma a las huellas ancestrales, a los temas colectivos del inconsciente. Igual que una médium, da a los muertos posibilidad de manifestarse. Por ello, muy pronto después de la desaparición del alma aparecieron en mí los «muertos», y surgieron los «Septem Sermones ad Mortuos».
C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos, pag. 228.
Finaliza Jung reconociendo que los Septem Sermones constituyeron una especie de prólogo, un cierto croquis y resumen de lo que tenía que transmitir al mundo acerca del inconsciente.
Bibliografía
Fuentes primarias
Texto íntegro
? Jaffé, Aniela (ed.) (1964/2005 [7ª edición]), Recuerdos, sueños y pensamientos, Pags. 448-460. Madrid: Seix Barral (Los Tres Mundos). ISBN 9788432208294.
? Septem Sermones ad Mortuos (texto completo en alemán)
? Septem Sermones ad Mortuos (texto completo en castellano)
? Septem Sermones ad Mortuos (texto completo en inglés)
Obra
? Jaffé, Aniela (ed.), Recuerdos, sueños, pensamientos (1961), Anexo Obra Completa: Autobiografía. En preparación. Madrid: Editorial Trotta.
? Jung, Carl Gustav (1999), Estudios psiquiátricos, Obra completa: volumen 1. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481643411.
? ? (2000), Freud y el Psicoanálisis, Obra completa: volumen 4. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481643947.
? ?, Símbolos de transformación (1912/1952), Obra completa: volumen 5. En preparación. Madrid: Editorial Trotta.
? ? (2007), Dos escritos sobre psicología analítica, Obra completa: volumen 7. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481647600.
? ? (2004), La dinámica de lo inconsciente, Obra completa: volumen 8. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481645873.
? ? (2003), Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Obra completa: volumen 9/1. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481645255.
? ? (2001), Civilización en transición, Obra completa: volumen 10. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481644036.
? ? (2006), La práctica de la Psicoterapia, Obra completa: volumen 16. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481648126.
? ? (2005 [2ª edición 2006]), Sobre el amor, Madrid: Editorial Trotta. ISBN 9788481647747.
? Young-Eisendrath, Polly, y Dawson, Terence (1999/2003), Introducción a Jung, Madrid: Akal Cambridge. ISBN 9788483230480.
Fuentes secundarias
? Hoeller, Stephan A. (2005), Jung gnóstico y los siete sermones a los muertos, Málaga: Editorial Sirio. ISBN 9788478084630.
Notas:
1. ? Jung, Carl Gustav (2000), Obra completa volumen 4: Freud y el psicoanálisis, Ensayo de exposición de la teoría psicoanalítica, 87-214, Madrid: Trotta. ISBN 9788481643947.
2. ? Jung, Carl Gustav (1993), Símbolos de transformación, Buenos Aires: Paidós. ISBN 9788475091389.
3. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 205, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
4. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 207-209, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
5. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 209-211, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
6. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 213-216, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
7. ? a b Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 216-217, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
8. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 220, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
9. ? a b Jung, Carl Gustav (2005), Sobre el amor, Madrid: Trotta. ISBN 9788481647747.
10. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 221-223, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
11. ? Jung, Carl Gustav (2007), Obra Completa volumen 7: Dos escritos sobre psicología analítica, Madrid: Trotta. ISBN 9788481647600.
12. ? Jung, Carl Gustav (2003), Obra Completa volumen 9/1: Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo, 3-40, Madrid: Trotta. ISBN 9788481645255.
13. ? Young-Eisendrath, Polly, Dawson, Terence (1999), Introducción a Jung, 445, Madrid: Akal Cambridge. ISBN 9788483230480.
14. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 224, nota 7, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
15. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 446-447, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
16. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 447-460, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
17. ? Philemon Foundation [1]
18. ? Jung, Carl Gustav (1999), Obra Completa volumen 1: Estudios Psiquiátricos, Presentación e Introducción, XI-XII, XXXVIII, Madrid: Trotta. ISBN 9788481643411.
19. ? Jaffé, Aniela (1964), Recuerdos, sueños y pensamientos, 226-227, Madrid: Seix Barral. ISBN 9788432208294.
20. ? Jung, Carl Gustav (2004), Obra Completa volumen 8: La dinámica de lo inconsciente, Sincronicidad como principio de conexiones acausales, Sobre sincronicidad, 415-520, Madrid: Trotta. ISBN 9788481645873.
21. ? Jung, Carl Gustav (2002), Obra Completa volumen 14: Mysterium coniunctionis, Prólogo de Marie-Louise von Franz, 3, Madrid: Trotta. ISBN 9788481645132.
22. ? Young-Eisendrath, Polly, Dawson, Terence (1999), Introducción a Jung, 444, Madrid: Akal Cambridge. ISBN 9788483230480.
23. ? Young-Eisendrath, Polly, Dawson, Terence (1999), Introducción a Jung, 446, Madrid: Akal Cambridge. ISBN 9788483230480.
24. ? Jung, Carl Gustav (2003), Obra Completa volumen 9/1: Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Sobre el renacer, 111-112, Madrid: Trotta. ISBN 9788481645255.
25. ? Jung, Carl Gustav (2003), Obra Completa volumen 9/1: Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, Sobre el arquetipo con especial consideración del concepto de Ánima, 53-71, Madrid: Trotta. ISBN 9788481645255.
26. ? Jung, Carl Gustav (2004), Obra Completa volumen 8: La dinámica de lo inconsciente, Sobre la energética del alma, 5-68, Madrid: Trotta. ISBN 9788481645873.
Véase también
? C. G. Jung
Enlaces externos
? Versión parcial de los Septem sermones al castellano
? http://www.wikilearning.com/vii_sermones_ad_mortuos-wkccp-3421-2.htm
? Versión parcial de Miguel Serrano de los Siete sermones al castellano
? http://www.libreopinion.com/members/treus_fest/sermones_ad_mortuos.htm
? Carl Gustav Jung y la Parapsicología: Un análisis biográfico
? http://www.pucsp.br/pos/cos/cepe/intercon/revista/artigos/jung.htm
? Arquetipos, espíritus y complejos: El espiritismo a la luz de la psicología junguiana
? http://www.uprm.edu/socialsciences/mnunez/arquetipos.htm
? Lhttp://laberintodearcanos.blogspot.com/2007/02/jung-entre-al-alquimia-y-el-chamanismo.htmlaberinto de arcanos: Jung: Entre la Alquimia y el Chamanismo
? Philemon Foundation Proyecto de actualización de las Obras Completas de C. G. Jung incluyendo material disponible no editado en las ediciones estándar: 30 volúmenes adicionales a los 20 ya existentes en un plazo estimado de 30 años (en inglés).
? https://www.philemonfoundation.org/

Practicas tibetanas ante la muerte

PHOWA
La transferencia de la conciencia hacia la Verdad

(1) Para realizar está práctica empieza reposando calmadamente e invocando de corazón la presencia de la encarnación de la Verdad, representada por Buda, Cristo, un santo o maestro divino por el que sientas devoción, visualizándolo como una presencia de energía y luz radiante, amorosa y compasiva.
(2) Ábrete ahora y se consciente de aquellos aspectos de tu ser que necesitan ser reconocidos, purificados, sanados, y perdonados, al tiempo que reconoces y aceptas cualquier mal pensamiento, remordimiento, o emoción destructiva que te aflija. Hazte consciente incluso de aquellas zonas de tu cuerpo donde sientas debilidad, tengas una enfermedad, o incluso tengas miedo a enfermar. Entonces visualizate  como una esfera de luz situada en el corazón, que sale proyectada del centro de tu pecho como una estrella fugaz y vuela hacia el corazón de la presencia divina que tienes delante, dirigiéndote a ella con sinceridad y humildad, solicitándole ayuda y guía.
(3) La presencia divina invocada responde en forma inmediata, enviando amor, compasión y paz desde su corazón, manifestándose como un haz de rayos de luz, que caen sobre ti como una cascada de amor puro, dejando que esa energía te bañe plenamente y te rodee; sintiendo que es una fuerza sanadora, compasiva, amorosa, repleta de divinas bendiciones, brindándote amor incondicional, paz, armonía interior, y confianza en ti mismo.
(4) Siente como esa energía disuelve tus temores, tus defensas, tu “sensación de un yo”, visualizándote entonces como una esfera de pura luz divina, al tiempo que recitas un mantram, una oración, o una plegaria.
(5) Entonces sientes que te disuelves y te fusionas con la presencia divina que has invocado.
(6) Para concluir siente que retornas a ti mismo, sintiendo en tu centro que nuestra esencia es una conciencia límpida y pura, amorosa, humilde y compasiva y sabiendo que esa es nuestra verdadera naturaleza, retorna a tus actividades cotidianas, sabiendo que ese es nuestro refugio y que siempre en cualquier circunstancia puedes volver a él.
(7) Al finalizar la práctica, comparte el mérito de las bendiciones recibidas con todos los seres, orando para hacer todo lo posible por aliviar su sufrimiento, para brindarles la felicidad, ayudarles en su evolución espiritual y para que reciban la guía divina que los lleve de la ignorancia del ego hacia la sabiduría divina.

NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO

NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO
(Para rezar por los difuntos en cualquier época del año y en especial del 24 de Octubre al 1 de Noviembre)
PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
Por la señal de la santa cruz, etc.
Acto de contrición
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí. Pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido. Y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración al Padre Eterno
Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio. Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.
MEDITACIÓN PROPIA DEL DÍA
(Día: 1 – 2 – 3 – 4 – 5 – 6 – 7 – 8 – 9)
ORACIÓN FINAL
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Dales, Señor el descanso eterno
y brille para ellas la Luz que no tiene fin.
Que descansen en paz.
Amén.
Que las almas de todos los fieles difuntos,
por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
San José, ruega por nosotros.

MEDITACIÓN DÍA PRIMERO
Existencia del Purgatorio
Punto Primero. – Es un artículo de fe que las almas de los que mueren con alguna culpa venial, o sin haber satisfecho plenamente a la Justicia divina por los pecados ya perdonados, están detenidas en un lugar de expiación que llamamos Purgatorio. Así lo enseña la santa Madre Iglesia, columna infalible de la verdad: así lo confirma la más antigua y constante tradición de todos los siglos; así lo aseguran unánimemente los santos Padres griegos y latinos, Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Agustín, y tantos otros; así lo han definido los sagrados Concilios de Roma, de Cartago, de Florencia, de Letrán y de Trento, dirigidos por el Espíritu Santo. Y aunque la Iglesia no lo enseñase así ¿no lo dice bastante la razón natural?
Supongamos que sale de este mundo un alma con algún pecado venial; ¿qué hará Dios de ella? ¿La arrojará al infierno, y siendo su hija y esposa amadísima la confundirá con los réprobos y espíritus infernales? Eso repugna a la Justicia y Bondad divinas. ¿La introducirá en el cielo? Eso se opone igualmente a la santidad y pureza infinita del Creador; pues sólo aquel cuyas manos son inocentes, y cuyo corazón está limpio, subirá al monte del Señor. Nada manchado puede entrar en aquel reino purísimo. ¿Qué hará, pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por Malaquías: La pondré como en un crisol, esto es, en un lugar de penas y tormentos, de donde no saldrá hasta que haya plenamente satisfecho a la Justicia divina.
¿Crees tú esto, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te burles de ello, la cosa es, y será así. Negar el Purgatorio, sólo poner en duda deliberadamente su existencia, es ya pecado grave. ¿Crees tú esta verdad, y con esa indiferencia miras tan horribles penas? ¿Crees en el Purgatorio, y con tus culpas sigues amontonando leña para arder en el más terrible fuego?
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. – Es también un artículo de fe que nosotros podemos aliviar a aquellas almas afligidísimas. Sí; en virtud de la Comunión de los Santos, hay plena comunicación de bienes espirituales entre los Bienaventurados que triunfan en el cielo, los cristianos que militamos en la tierra, y las almas que sufren en el Purgatorio. En virtud de esta comunicación de bienes, podemos con mucha facilidad, y mérito nuestro, bajar al Purgatorio con nuestros sufragios, y a imitación de Jesucristo, después de su muerte, librar a aquellas almas, y alegrar al cielo con un nuevo grado de gloria accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella patria felicísima.
!Oh admirable disposición de la Sabiduría divina! ¡Oh, que dicha y felicidad la nuestra! Viéndose Dios obligado a castigar a aquellas sus hijas muy amadas, busca medianeros que intercedan por ellas, a fin de conciliar así el rigor de la Justicia con la ternura de Misericordia infinita. Y nosotros somos estos dichosos medianeros y corredentores; de nosotros depende la suerte de aquellas pobres almas.
Haz, pues, cristiano, con fervor este santo novenario. No faltes a él ningún día; ¿quién sabe si abrirás el cielo a alguno de tus parientes y amigos ya difuntos? ¿Y serás tan duro e insensible que le niegues este pequeño sacrificio, pudiéndoles hacer ese gran favor a tan poca costa?
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA SEGUNDO
Sobre la pena de sentido en general
Punto Primero. – Ven, mortal; tú, que vives como si después de esta vida no te quedase nada que temer, ni que esperar: ven; penetra con el espíritu en aquellos horrendos calabozos donde la Justicia divina acrisola las almas de los que mueren con algún pecado venial; mira si, fuera del infierno, pueden darse penas mayores, ni aun semejantes a las que allí se padecen.
Considera todos los dolores que han sufrido los enfermos en todos los hospitales y lugares del mundo; ¿igualarían todos ellos a los dolores que padece un alma en el Purgatorio? No, dice San Agustín; pues éstos exceden a todo cuanto se puede sentir, ver o imaginar en este mundo.
Añadamos a todos estos males los suplicios y tormentos que la crueldad de los Nerones, Dioclecianos, Decios y demás perseguidores de la Iglesia inventó contra los cristianos, ¿igualarían al Purgatorio? Tampoco, dice San Anselmo, pues la menor pena de aquel lugar de expiación es más terrible que el mayor tormento que se pueda imaginar en este mundo.
Entonces, ¿qué penas serán aquéllas? Son tales, dice San Cirilo de Jerusalén, que cualquiera de aquellas almas querría más ser atormentada hasta el día del juicio con cuantos dolores y penas han padecido los hombres desde Adán hasta la hora presente, que no estar un solo día en el Purgatorio sufriendo lo que allí se padece. Pues todos los tormentos y penas que se han sufrido en este mundo, comparados con los que sufre un alma en el Purgatorio, pueden tenerse por consuelo y alivio.
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo – ¿Y quiénes son esas Almas tan horriblemente atormentadas en el Purgatorio? Este es un tema profundo para hacernos reflexionar. Son obra maestra de la mano del Omnipotente, y vivas imágenes de su divinidad; son amigas, hijas y esposas del Señor; ¡y no obstante, son severamente purificadas! Dios las amó desde toda la eternidad, las redimió con la sangre de sus venas, ahora las ama con un amor infinito, como que están en su gracia y amistad divina: ¡y no obstante sufren penas imponderables!
El Purgatorio. ¡Qué claramente nos manifiesta la justicia y santidad de Dios! ¡Cuánto horror debe inspirarnos al pecado! Porque si con tanto rigor trata Dios a sus almas amadas por faltas ligeras, ¿cómo seremos tratados nosotros, pecadores; nosotros, que vivimos tantas veces abandonados al arbitrio de las pasiones?
Si con el árbol verde hacen esto, con el seco ¿qué harán? Si el hijo y heredero del cielo es castigado por faltas que a muchos parecen virtudes, ¿cómo seremos castigado nosotros, pecadores y enemigos de Dios, por nuestros vicios y pecados tan horrendos y abominables? Pensémoslo bien, y enmendemos nuestras vidas.
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA TERCERO
Sobre el fuego del Purgatorio
Punto Primero. – Considera, amado cristiano, el tormento que causa a las almas el fuego abrasador del Purgatorio. Si el fuego de este mundo, creado para servicio del hombre, y efecto de la bondad divina, es ya el más terrible de todos los elementos; si es ya tal su virtud, que consume bosques, abrasa edificios, calcina mármoles durísimos, hace saltar piedras y murallas, derrite metales y ocasiona terribles estragos, ¿qué será el fuego del Purgatorio, encendido por un Dios santísimo y justísimo, para con él demostrar el odio infinito que tiene al pecado?
Es tal, dice San Agustín, que el fuego de este mundo, comparado con él, no es más que pintado.
Ahora bien; si tener el dedo en la llama de una vela sería para nosotros insoportable dolor, ¿qué tormento será para aquellas almas sepultadas en un fuego que es, dicen Santo Tomás y San Gregorio, igual en todo, menos en la duración, al del infierno?
Sí; escuchémoslo bien, almas tibias, y estremezcámonos: Con el mismo fuego se purifica el elegido y arde el condenado; con la única diferencia, que aquél saldrá cuando haya satisfecho por sus culpas, y éste arderá allí eternamente. ¿Y continuamos nosotros en nuestra tibieza?
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. – Consideremos cuáles son las faltas por las que Dios, infinitamente bueno y misericordioso, castiga a sus amadísimas Esposas con tanto rigor, y veremos que son faltas leves, y a veces un solo pecado venial. Qué mal tan grave debe ser éste delante de Dios, cuando es tan severamente castigado en el Purgatorio!
En efecto; el pecado venial es leve, si se lo compara con el mortal, pero en sí es un mal mayor que la ruina de todos los imperios y que la destrucción del universo: es un mal tan espantoso, que excede en malicia a todas las desgracias y calamidades del mundo: es un mal tan grande, que si cometiéndolo pudiésemos convertir a todos los pecadores, sacar a todos los condenados del infierno, librar a todas las almas del Purgatorio, aun entonces no deberíamos cometerlo, pues todos estos bienes no igualarían la malicia del pecado más leve: porque aquellos son males de la criatura, y éste es un mal y una ofensa hecha al mismo Creador. ¿Podemos oír esto sin horrorizarnos y sin cambiar de conducta?
Pero ¿qué es nuestra vida, sino una serie ininterrumpida de pecados? ¡Pecados cometidos con los ojos, con los oídos, con la lengua, con las manos, con todos los sentidos! !Cuántas culpas por la ignorancia crasa y olvido voluntario de nuestras obligaciones! ¡Cuántas indiscreciones por la distracción de nuestro espíritu; por la violencia de nuestro genio; por la temeridad de nuestros juicios; por la malicia de nuestras sospechas! ¡Cuántas faltas por no querer mortificarnos, ni sujetarnos a otro, por nuestra ligereza en el hablar!
Lloremos, nuestra ceguera; y a la claridad del fuego espantoso del Purgatorio, comprendamos por último qué gran mal es cometer un pecado venial.
Si, es un mal tan grande; ¡y nosotros, lejos de llorarlo, lo cometemos sin escrúpulo a manera de juego, pasatiempo y diversión!
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria 
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MEDITACIÓN DIA CUARTO
Sobre la pena de daño
Punto Primero. – Por horrorosos que sean los tormentos que padecen las Animas en el Purgatorio, por espantosas que sean las llamas en que se abrasan, no igualarán jamás la pena vivísima que sienten al verse privadas de la vista clara de Dios.
En efecto; aquéllas constituyen la pena de sentido; ésta, la de daño; aquéllas son limitadas; ésta, infinita; aquéllas privan a las Almas de un bien accidental, cual es el deleite; por ésta, carecen de un bien esencial a la bienaventuranza, en el cual consiste la felicidad del hombre, y es la posesión beatífica de Dios.
Ahora no comprenderemos esta pena; pero ella es atroz, incomprensible, infinita.
¡Pobres Animas! Ustedes conocen a Dios, no con un conocimiento oscuro, como nosotros, sino con una luz clara y perfectísima; ven que es el centro de vuestra felicidad, que contiene todas las perfecciones posibles, y en grado infinito; saben que si cayera en el infierno una sola gota de aquel océano infinito de delicias que en sí encierra, bastaría para extinguir aquellas llamas y hacer del infierno el paraíso más delicioso.
Comprenden todo esto perfectísimamente, y así se lanzan ustedes hacia aquel Bien infinito con más fuerza que una enorme piedra separada de la montaña se precipita a lo profundo del valle; ¡y no obstante, no lo pueden abrazar ni poseer? ¡Qué pena! ¡Qué gran tormento!
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. – Si tan horrible pena sienten las Animas, viéndose privadas del hermosísimo rostro de Dios, ¿cuál debería ser nuestro desconsuelo como pecadores, si vivimos privados de su gracia y amistad?
Las almas benditas del Purgatorio no poseen aún a Dios, es verdad; pero están seguras de poseerlo un día, porque son amigas, hijas y esposas suyas muy queridas. Pero hay mucho que saben que viviendo como viven, no poseerán jamás a Dios. Saben que, desde el momento que se rebelaron contra El perdieron su gracia, y con ella la rica herencia de la gloria. ¿Cómo dicen: Padre nuestro, que estás en los cielos?
¡Cuántos se engañan! Dios ya no es su padre, ni su señor ni su rey. Ojalá no nos encontremos nosotros en tal situación.
Y si así fuera, deberíamos hacer una buena confesión para recuperar la amistad divina, y poder estar en paz, sabiendo que el Señor será nuestro deleite para siempre.
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA QUINTO
Remordimiento de un Anima en el Purgatorio
Imaginemos hoy una persona que haya llevado en este mundo una vida semejante a la nuestra: que haya vivido tibia, inmortificada, distraída en los ejercicios de piedad como nosotros, sin tener horror más que al pecado mortal y al infierno, en el mejor de los casos. Supongamos, no obstante, que haya tenido la dicha de hacer una buena confesión, morir en gracia e ir al Purgatorio. ¿Qué pensará en medio de aquellas penas y tormentos? Seguramente dos pensamientos la afligirán enormemente.
Primer Pensamiento. – Pude librarme de estas penas, y no quise. ¡Yo mismo he encendido estas llamas! ¡Yo soy la causa de estas penas! Dios no hace más que ejecutar la sentencia que yo en el mundo pronuncié contra mí mismo.
¡Cuántos medios me proporcionó Dios para evitarme esto! Caricias, amenazas, beneficios, todo lo había agotado; gracias singularísimas de inspiraciones, buenos ejemplos, libros piadosos, padres vigilantes, confesores celosos, maestros y predicadores fervorosos, remordimientos continuos, todo lo había empleado.
Pero, ¡qué locura tan grande la mía! ¡Por no privarme de un frívolo pasatiempo, por ir a bailes, por divertirme o jugar con tal compañía, por no abstenerme de una mirada, de un vil gusto, de una vana complacencia, por hablar de los defectos del prójimo, me sujeté voluntariamente a tantas penas y tormentos! Me lo decían todos los años, me lo predicaban y repetían: ¡pero yo no hacía caso!…
¡Dichoso San Pablo, primer ermitaño; dichosas Gertrudis, Escolástica, y tantos otros Santos que, habiendo satisfecho a la Justicia divina en el mundo, subieron al cielo sin pasar por el Purgatorio! ¡Yo podía hacer lo que ellos hicieron, pero no quise! ¡Locuras mundanas, conversaciones frívolas, pasatiempos, vanidad, qué caro me cuestan ahora! Podría fácilmente haber evitado todo eso y no lo hice. Y sólo porque no quise.
Medita un poco sobre lo dicho.
El Segundo Pensamiento que aflige al alma tibia que vivió como nosotros vivimos, es este: Yo querría librarme ahora del Purgatorio, y no puedo. ¡Si pudiera yo ahora volver al mundo!, dirá cada una de aquellas Almas, ¡con qué gusto me sepultaría en los desiertos con los Hilariones y Arsenios! Haría penitencias más espantosas que las de un Ignacio en la cueva de Manresa, que las de un Simeón Estilita y de un San Pedro de Alcántara; pasaría noches enteras en oración, como los Antonios, Basilios y Jerónimos; me arrojaría en estanques helados y me revolcaría entre espinas, como los Benitos y los Franciscos; etc.
Pero, en realidad no era necesario nada de esto; con mucho menos podrían haber evitado esas llamas. Sin hacer más que lo que debían hacer cada día, pero haciéndolo con perfección, evitaban todo esto. Sí; los mismos Sacramentos, pero recibidos con mejores disposiciones; las mismas misas, pero oídas con más recogimiento y atención; las mismas devociones, pero practicadas con más fervor; las mismas mortificaciones, ayunos y obras de misericordia, pero hechas con menos ostentación, únicamente por agradar á Dios, no sólo les hubieran librado de todas esas penas, sino también asegurado a ellas y a muchas otras almas la posesión del reino de los cielos.
Pero ahora sus deseos son inútiles: ya no es tiempo de merecer: ha llegado para ellas aquella noche intimada por San Juan, en la que nadie puede hacer obra alguna meritoria: ahora es necesario padecer, y sufrir penas inexplicables, y sufrirlas sin mérito alguno. ¡Y yo lo he querido! ¡Pude fácilmente evitar estos tormentos, y no quise! ¡Quisiera poder evitarlos ahora, y no puedo!
¡Dichosos nosotros que oímos esto! Tenemos tiempo todavía: aún no llegó para nosotros aquella noche tenebrosa. ¿Y seguiremos perdiendo el tiempo, y los días tan preciosos? ¿No tomaremos la seria resolución de confesarnos bien y de enmendar nuestra vida?
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA SEXTO
Paciencia y resignación de las benditas Almas del purgatorio
Punto Primero. – Es Verdad que las almas del Purgatorio padecen imponderables penas, y sin mérito: pero las padecen con una paciencia y resignación admirables. Conocen a Dios con luz perfectísima, lo aman con amor purísimo, y desean ardentísimamente poseerlo: pero al ver sus faltas, bendicen y adoran la mano justa y amorosa que las castiga.
¡Y con cuánta más resignación que los hermanos de José, exclaman: Merito haec patimur! Con mucha razón padecemos, Señor; pues cuando pecamos no temimos tu poder y tu justicia, frustramos los designios de tu amor y de tu sabiduría, despreciamos tu majestad y tu grandeza, y ofendimos tus perfecciones infinitas. Justo es que padezcamos.
Hombres sin conocimiento de la verdadera religión fueron agradecidos a sus bienhechores; Faraón hizo a José virrey de Egipto porque le interpretó un sueño misterioso. Asuero elevó a Mardoqueo a los primeros empleos de Persia porque le descubrió una conspiración; hasta los osos y los leones y otras fieras salvajes agradecidas defendieron a sus bienhechores; y nosotros, creados a tu imagen, redimidas con tu Sangre, honradas y exaltadas con tantos dones de la gracia, ingratos te abandonamos en vida. Sí; purifícanos en este fuego; ¡por ásperas que sean nuestras penas, bendeciremos y ensalzaremos tu justicia y misericordia infinitas. ?Justo eres, Señor, y son rectos todos tus juicios?.
Todavía más: es tanta la fealdad del pecado, por leve que sea, que si Dios abriera a esas almas las puertas del cielo, no se atreverían a entrar en él, manchadas como están; sino que suplicarían al Señor las dejara purificarse primero en aquellas llamas. Igual que una joven escogida por esposa de un gran monarca si el día de las bodas apareciese una llaga horrible en su rostro, no se atrevería a presentarse en la Corte, y suplicaría al Rey que difiriese las bodas hasta que estuviera perfectamente curada.
¿Oh pecado, por leve que parezcas, qué tan grave mal eres que las mismas almas preferirían los horrores del Purgatorio antes que entrar en el cielo con la menor sombra de tu mancha!
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. ? Miremos ahora en nosotros si puede darse incoherencia mayor que la nuestra… Nos reconocemos merecedores de horribles penas por parte de la Justicia divina, debido a los enormes pecados que cometimos en la vida pasada, y debido a las innumerables faltas en que al presente caemos todos los días; reconocemos, además, que no basta confesarse, ya que la absolución borra sí la culpa, pero no quita toda la pena, y por esto sabemos que es preciso satisfacer a la Justicia divina o en éste, o en el otro mundo; y sin embargo, jamás nos preocupamos por hacer penitencia.
Ahora podríamos expiar nuestras culpas fácilmente, y con gran mérito nuestro: una confesión bien hecha, una misa bien oída, un trabajo sufrido con paciencia, una ligera mortificación, una limosna, una indulgencia, un Vía Crucis hecho con devoción, podría evitarnos espantosos suplicios: y nosotros todo lo descuidamos, todo lo dejamos para la otra vida.
¿Acaso Hemos olvidado lo horribles que son y cuánto tiempo duran aquellos tormentos? ¿No sabemos que, según afirman ciertos autores, fundados en revelaciones muy respetables, varias de aquellas almas han estado siglos enteros en el Purgatorio, y otras estarán allí hasta el día del juicio final?
¡Qué gran insensatez la nuestra! Las Almas, dice San Cirilo de Jerusalén, querrían mejor sufrir hasta el fin del mundo todos los tormentos de esta vida, que pasar una sola hora en el Purgatorio; y nosotros queremos más arder siglos enteros en el Purgatorio, que mortificarnos en esta vida un solo momento. ¡Qué gran absurdo!
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA SÉPTIMO
Descuido de los mortales en aliviar a las Almas del Purgatorio
Punto Primero. – ¡Pobres almas! ¡Están padeciendo tormentos y penas inexplicables: no pueden merecer, ni esperar alivio sino de los vivos; y éstos, nosotros, ingratos, no cuidamos de ellas! Tienen ellas en el mundo tantos hermanos, parientes y amigos, y no hallan, como José, un Rubén piadoso que las saque de aquella profunda cisterna. Sus tinieblas son más dolorosas que la ceguedad de Tobías, y no encuentran un Rafael que les dé la vista deseada, para contemplar el rostro hermosísimo de Dios. Se abrasan en más ardiente sed que el criado de Abraham, y no hallan una solícita Rebeca que se la alivie. Son infinitamente más desgraciadas que el caminante de Jericó y el paralítico del Evangelio. Pero no encuentran un samaritano u otra persona compasiva que las consuele.
¡Pobres almas! ¡Qué gran tormento es para ustedes este olvido de los mortales! ¡Podrían tan fácilmente aliviarlas y libertarlas del Purgatorio; bastaría una misa, una Comunión y un Vía Crucis, una indulgencia que aplicasen; y nadie se preocupa de ofrecerlas por ustedes!
¿Y quiénes son esos ingratos? ¡Son sus mismos parientes y amigos, sus mismos hijos!. Ellos se alimentan y recrean con los bienes o posibilidades que ustedes les dejaron, y ahora, como desconocidos, no se acuerdan ya de ustedes.
¡Pobres almas! Con mucha más razón que David pueden ustedes decir: si alguien que no hubiese nunca recibido ningún favor de mi parte, si un enemigo me tratara así por doloroso que me fuera, podría soportarlo con paciencia: ¡pero tú, hijo mío, hermano, pariente, amigo, que me debes tantos beneficios; tú, hijo mío, por quien pasé tantos dolores y noches tan malas; tú, esposo; tú, esposa mía, que tantas pruebas recibiste de mi amor, siendo objeto de mis desvelos y blanco de mis incesantes favores: que tú me trates así; que, descuidando los sufragios que tanto te encargué me dejes en este fuego, sin querer socorrerme! ¡Ésta sí que es una ingratitud y crueldad superior a todo lo que podemos pensar!
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. – ¡Pobres almas! Pero más pobres e infelices seremos nosotros, si no las socorremos. Acuérdate, nos gritan los difuntos a nosotros, de cómo he sido yo juzgado: porque así mismo lo serás tú: A mí ayer; a ti hoy. Tú también serás del número de los difuntos, y tal vez muy pronto. Y por rico y poderoso que seas, ¿qué sacarás de este mundo? Lo que nosotros sacamos, y nada más: las obras. Si son buenas, ¡qué consuelo! Si malas, ¡qué desesperación! Como tú hayas hecho con nosotros, harán contigo.
¿Lo oyes? Si ahora eres duro e insensible con las benditas Almas del Purgatorio, duros e insensibles serán contigo los mortales, cuando tú hayas dejado de existir. Y no es éste el parecer de un sabio; es el oráculo de la Sabiduría infinita, que nos dice en San Mateo: Con la misma medida con que midiereis, seréis medidos. Sí; del mismo modo que nos hubiésemos portado con las almas de nuestros prójimos, se portarán los mortales también con nosotros. ¡Ay de aquel que no hubiese practicado misericordia, porque le espera, dice el apóstol Santiago, un juicio sin misericordia. ¿Y no tiemblas tú, insensible para con los difuntos? Si lleno de indignación, el Juez supremo arroja al infierno al que niega la limosna a un pobre, que tal vez era enemigo de Dios por el pecado, ¿con cuánta justicia y rigor condenará al que niegue a sus amadísimas esposas los sufragios de los bienes que les pertenecían?
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA OCTAVO
Cómo recompensará el Señor a los devotos de las benditas Ánimas
Punto Primero. – Supongamos que, movidos por estas meditaciones, hacemos una sincera y completa confesión, y ganando la indulgencia plenaria de este santo novenario, sacamos un alma del Purgatorio.
¡Qué grande será nuestra dicha! Si perseveramos, ¡qué gran retribución recibiremos en el cielo! Si los reyes de la tierra, siendo miserables mortales, recompensan con tanta generosidad al que libra a uno de sus súbditos de un gran peligro, o expone su vida sirviendo generosamente a los apestados, ¿cómo será el premio que dará el Señor al que libre a una o más almas de las llamas del Purgatorio?
Hagamos esta comparación: Padres y madres, si un hijo de ustedes cayese en un río o en un fuego, y alguien lo rescatara y se los devolviese vivo, ¿cómo lo agradecerían? Si ustedes fueran ricos y potentados, y esa persona fuera pobre, ¿cómo lo premiarían?
Ahora bien: ¿qué comparación puede haber entre el cariño del padre más amoroso con el amor que Dios profesa a aquellas almas, que son sus hijas amadas? ¿Qué son todos los peligros y males de este mundo, comparados con las penas del Purgatorio? ¿Y qué comparación puede haber entre el poder y la generosidad de un miserable mortal y el poder y la generosidad infinitos de Dios, que promete un inmenso premio de gloria por la visita hecha a un preso, a un enfermo, o por un vaso de agua dado a un pobre por su amor?
¡Cristianos! No dudemos decir que se ve como asegurada nuestra salvación, si logramos sacar una sola alma del Purgatorio. Sabiendo esto, ¿no haremos lo posible para lograrlo?
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. – No pensemos que estas sean sólo unas reflexiones piadosas; es una promesa formal de Jesucristo, Verdad Eterna, que no puede faltar a su palabra. ¿No nos dice en el sagrado Evangelio: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia? Fundado en estas palabras infalibles, dice San Gregorio: “Yo no sé que se haya condenado ninguno que haya usado de misericordia con el prójimo”.
Dios quiere mucho a las almas; todo cuanto se hace por ellas, lo mira, agradece y premia como si a El mismo se le hiciera; En verdad os digo que todo cuanto habéis hecho con uno de esos pequeños hermanos míos, lo habéis hecho conmigo. Qué dichosos somos los cristianos; si socorremos a las pobres Ánimas del Purgatorio, un día nos dirá nuestro generosísimo Juez: ?venid, benditos de mi Padre. Aquellas pobres almas tenían hambre, y vosotros comulgando las habéis alimentado con el pan de vida de mi sacratísimo Cuerpo; morían de sed, y asistiendo o haciendo celebrar misas, les habéis dado a beber mi Sangre preciosísima; estaban desnudas, y con vuestras oraciones y sufragios las habéis vestido con una estola de inmortalidad; gemían en la más triste prisión, y con vuestros méritos e indulgencias las habéis sacado de ella?.
“Y no es precisamente a las Ánimas a quienes habéis hecho estos favores; a Mí me los habéis hecho: Conmigo lo hicisteis: pues todo cuanto hicisteis por ellas, Yo lo miro por tan propio como si lo hubieseis hecho por Mí mismo. Por tanto, venid, benditos de mi Padre, a recibir la corona de gloria que os está preparada en el cielo”.
¿No quisiéramos, cristianos, lograr semejante dicha? Está en nuestras manos.
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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MEDITACIÓN DIA NOVENO
Agradecimiento de las benditas Ánimas para con sus devotos
Punto Primero. ? Llegamos hoy al día feliz; hoy, con las Comuniones y sufragios que los fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras iglesias, muchas de aquellas almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, han pasado a ser dichosos habitantes y príncipes felices de la Corte celestial. Ya ven cara a cara la Hermosura y Majestad infinita; ya poseen a Dios, que contiene en sí cuanto hay de amable, de grande, delicioso y perfecto. Su entendimiento ya no puede experimentar ni más alegría, ni más suavidad, ni más dicha.
Si pudiésemos entrar hoy en aquella dichosa patria y contemplar el paso de aquellos Bienaventurados! ¡Qué alegría, qué abrazos se dan tan afectuosos! ¡Qué cánticos entonan en acción de gracias al Dios de las misericordias y a los generosos cristianos que las han sacado del Purgatorio! ¡Cómo dan por bien empleadas las penas que en este mundo padecieron!
¡Con qué alegría está diciendo cada una de ellas: Dichosas confesiones y comuniones; dichosas las misas que oía, las limosnas, oraciones, penitencias y obras buenas que yo practicaba; dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por ser practicante! !Y con qué generosidad pagas, Señor, hasta los sacrificios más pequeños e insignificantes que hice por tu amor!
¿No quisiéramos nosotros tener nosotros la misma suerte?
Entonces luchemos contra las pasiones; que sin luchar no se alcanza la victoria; sin pena, no hay felicidad.
Medita un poco sobre lo dicho.
Punto Segundo. – !Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a alguna de aquellas almas! El cielo debe a tus sufragios el nuevo regocijo y la nueva gloria accidental que ahora experimenta. Y aquellas almas dichosas te deben la libertad, y con ella la posesión de una felicidad infinita. ¿Cómo no suplicarán fervorosamente a Dios por ti? ¿Cómo no van a socorrerte en cualquier necesidad que te encuentres? ¿Qué empeño pondrán en conseguirte las gracias necesarias para vencer las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar de los vicios?
Y si alguna vez te vieres en peligro de pecar y de caer en el infierno, ¡con cuánto celo esas almas dirán al Señor: ¿Vas a permitir, oh Dios, que se pierda eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas? ¿No prometiste que alcanzarían misericordia los que la tuvieran con el prójimo? ¿Consentirías ahora que cayese en el infierno aquel que con sufragios me abrió las puertas del cielo?
¡Dichoso cristiano, cuántos envidian tu dicha! Persevera, y tienes segura la palma de la gloria.
Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta novena.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Los necrosales

NECROSALES

(Yálemos)

DISCURSO FÚNEBRE Y LIBRO DE LOS MUERTOS

J. Monte de Oya (J. Nishamakarma)

http://www.necrosales.homestead.com/index.html

Yálemo

Mit. griega. Hijo de Apolo y de la musa Calíope. Es la personificación del triste lamento que se entonaba por los muertos, por lo que pasaba por
ser el creador del género poético correspondiente (“Yálemos” o “Jálemos”). Se le considera como hermano de Orfeo y de Himeneo, la personi-
ficación del canto nupcial.

No podré morir con lo que de la vida sueño, pero podré vivir

con lo que de la muerte sueño: Un despertar.

J. Monte de Oya (Madrid, 1996)

Estimado amigo:

Los Necrosales (discurso fúnebre y libro de los muertos) se apoyan en una única convicción: la persistencia del Hombre, consciente, autónomo
y vivo, más allá de la muerte de un cuerpo físico, y su único objetivo es facilitar su desenvolvimiento tras la muerte del cuerpo físico.

La verdad que ellos exponen, reclaman y celebran es propiedad de todos; no pertenecen o están adscritos o son parte alguna de ninguna
religión en particular, aunque pueden ser un complemento de cualquier rito fúnebre de cualquiera de ellas.

Esta verdad (que para la gran mayoría sólo podrá ser comprobada tras su muerte) es, más que confortante y esperanzadora, una obligada cita
con nuestra más íntima verdad: el reconocimiento de nuestro verdadero Ser, de la herencia que a todos pertenece: nuestra inmortalidad más
allá de la carne.

Su lectura pretende ayudar, tanto a nosotros mismos (reforzar nuestra consciencia del Ser, nuestra inmortalidad y nuestra comunión con todos
los Seres Humanos) como a aquellos que han muerto para nuestro mundo (ayudarles a “despegarse” de sus ataduras físicas y a reconocer su
verdad y permanencia más allá de la muerte del cuerpo físico).

Su estructura está desarrollada de la siguiente manera:

11 Una ceremonia inicial de apertura que permita “armonizar” y “sintonizar” los pensamientos y deseos con el sentir de los necrosales y la importancia y gravedad del
aspecto a tratar. Deberá ser celebrada en las primeras 24 horas de acaecida la muerte y puede ser incorporada a cualquier ceremonia fúnebre tradicional.

21 Una selección de 22 Necrosales (12 Iniciales y 10 Ceremoniales Clásicos) que podrán ser incluidos en la parte final de la ceremonia (uno, dos, tres o cuantos
deseen los familiares o el lector encargado en caso de ausencia de éstos; esto vale para todos los demás necrosales excepto para los rituales).

31 Una selección de 20 Necrosales Directores para atraer la atención del fallecido (Ser, Ente, Alma, Espíritu, Esencia, Yo superior; deberá elegirse la palabra que más
se acomode a las creencias de la familia o del fallecido); elegir un número suficiente acorde con las creencia expresadas por el fallecido o por la familia; cuanto mayor
haya sido (o sea) el rechazo a una “vida más allá de la muerte” más oportuno será elegir un número mayor de estos necrosales.

41 Una selección de Necrosales Especiales distribuidos de la siguiente forma:

A. 10 necrosales en caso de muerte por suicidio.

B. 10 necrosales en caso de muerte múltiple.

C. 5 necrosales en caso de muerte y ausencia del cuerpo físico o cadáver.

D. 5 necrosales en caso de muerte de un desconocido (“NN” o “no name”).

E. 5 necrosales en caso de muerte de un personaje famoso.

51 Una selección de 10 Necrosales para el Duelo (período de aflicción o tristeza que sigue a la pérdida de un ser querido).

61 3 series de 7 Necrosales Rituales para ser leídos por 6 personas.

Tanto los necrosales directores como los especiales se deberán empezar a leer al terminar la ceremonia; los necrosales para el duelo son para
leerlos durante este período (cuantas veces se desee y el tiempo que se desee).

Las 3 series de 7 necrosales rituales deberán ser leídos un mínimo de 3 veces diarias; aunque idealmente se requieren 6 personas para su
lectura -y el que empieza deberá terminar su lectura en cada serie-, podrán ser leídos por cualquier número de personas inferior a 6; en caso de
ser el número mayor de 6, los demás acompañarán al grupo de 6 leyéndolos en voz baja.

Espero que estos 108 necrosales sean de vuestro beneficio y del de vuestros seres queridos.

1. CEREMONIA

LECTOR

Hoy, día ___ de _____________ de _____, siendo las ____ horas, en
presencia de _______________________________________________
(familiares presentes), nos hemos reunido en unión a
_______________________________ (nombre del fallecido), muerto en la
fecha _________ como consecuencia de ___________________ , para
realizar la labor que nos corresponde como seres que vivimos en el plano
físico terrenal, y del cual ____________________________ (nombre del
fallecido) ha partido ya.

Que nuestros corazones, palabras y pensamientos le sirvan de guía y
apoyo en la etapa por la cual transcurre hoy.

CORO

La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna. El cuerpo
se desecha así como la mariposa desecha a la oruga, y el Ser nace y se
reconoce. Sin temor mira tu cuerpo y siente tu Ser, pues tu cuerpo muere
y tu Ser vive.

Abre tu corazón a la luz que te rodea, confía en ella y goza del haber
despertado a la eternidad; recorre los caminos del tiempo y descubre que
otros, así como tú, han desechado sus cuerpos para que sus esencias,
libres de vestiduras, se reconozcan en el Todo Uno (Todo Uno, Dios,
Divinidad, Absoluto, Espíritu Supremo. Deberá elegirse la palabra que más
se acomode a las creencias de la familia o del fallecido).

Hoy despiertas de un sueño finito y así como muchos acepta la Luz cuyo
brillo proviene de ti. Eres eterno y vives en ÉL.

LECTOR

Tu, que eres inmortal, escucha el llamado que te hace tu YO; hoy naces
para ser eterno, descubre en ti la realidad.

CORO

Es el momento de ver lo que a tus ojos se escondía, es el tiempo de sentir
lo que a tu piel escapaba, es el instante de oír lo que a tus oídos callaba,
es hora de que transciendas tus sentidos y te reconozcas. Tu eres más
que eso. Eres todo y persistes.

LECTOR

Desecha tu cuerpo y tus temores pues no pertenecen a ti; tu cuerpo
pertenece a lo mutable, a lo susceptible, a lo frustrante.

Tu eres inmutable, intocable e indestructible.

El temor proviene de lo mutable. Sin temor, escucha la Voz del Silencio,
que es tu voz.

CORO

Cierra tus ojos a lo finito y tu visión será infinita. Escucha sólo lo que a tus
oídos no llega, de esta forma podrás sentir lo que tu cuerpo ya muerto no
puede sentir.

LECTOR Y CORO

Que nuestras palabras permitan que __________________________
(nombre del fallecido) se acerque a la verdad, se descubra y se regocije
de saberse eterno.

Que nuestros pensamientos permitan que ______________________
(nombre del fallecido) acepte la luz que ilumine su corazón y pierda el
temor de acercarse a sí mismo.

Que nuestra acción guíe a ___________________________ (nombre del
fallecido) a través de las tinieblas de la ignorancia y la duda; que su
conciencia vea la realidad tal cual es, sin máscaras ni velos, y se
reconozca.

LECTOR

Que nuestros corazones, palabras y pensamientos te sirvan de guía y
apoyo en la etapa por la cual transcurres hoy.

CORO

La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna y
manifiesta. Continúa tu camino. Despréndete de cuanto temor o deseo
terreno te aceche, y acepta tu verdad: presencia y conciencia más allá de
la muerte de un cuerpo físico.

2. NECROSALES INICIALES

1

La muerte no existe, son sólo apariencias; la Esencia es eterna. El cuerpo
se desecha así como la mariposa desecha a la oruga, y el Ser nace y se
reconoce. Sin temor mira tu cuerpo y siente tu Ser, pues tu cuerpo muere
y tu Ser vive.

Abre tu corazón a la luz que te rodea, confía en ella y goza del haber
despertado a la eternidad; recorre los caminos del tiempo y descubre que
otros, así como tu, han desechado sus cuerpos para que sus esencias,
libres de vestiduras, se reconozcan en el Todo Uno.

Hoy despiertas de un sueño finito y así como muchos acepta la luz cuyo
brillo proviene de ti. Eres eterno y vives en ÉL.

2

Hoy, que has desterrado el velo que cubría tus ojos;

hoy, que has abandonado el bullicio que ensordecía tus oídos;

hoy, que has desterrado las sensaciones que turbaban tus sentidos;

hoy, que has renunciado al cuerpo que limitaba tu ser, ATIENDE:

No son tus ojos ni tus oídos, no son tus sensaciones, es sólo tu
cuerpo el que muere, es sólo eso, pues tu aún sigues allí;

No es el velo ni el bullicio, no son las sensaciones ni es tu
cuerpo, es tu conciencia la que escucha, es sólo eso, pues tu
aún sigues allí.

Hoy que te has liberado de tus limitaciones, has descubierto la verdad de
lo que eres: Esencia siempre consciente.

Hoy es el gran día de tu despertar, ATIENDE.

3

(Si!, eres tu quien mira tu cuerpo hoy, quien piensa, quien escucha, quien
espera.

(No!, no eres tu quien yace aquí; es sólo un cuerpo frío y sin vida: tu eras
quien daba la vida al cuerpo que hoy yace aquí; el que daba la alegría, el
amor y la esperanza. Eres tu el cálido y vivo, el Eterno.

(Si, si eres tu! Siempre tu.

4

Hoy que has terminado tu labor reposas en la tierra de los muertos:

(Bienaventurados aquellos que reposan luego de una
agotadora jornada en la tierra de los hombres!

(Bienaventurados aquellos que reconocen el propósito de su
labor en la tierra de los hombres!

(Bienaventurados aquellos que se reconocen en la tierra de
los hombres!

(Tu eres uno de ellos, bienaventurado seas!

5

Escucha las palabras que pacientemente acuden a ti, entrégate a su dulce
susurreo; explora tu verdadera existencia, y sin temor acude a tu lugar.

6

Estas palabras que hoy pronunciamos son nuestra manifestación de amor
y alegría para que nuestros pensamientos iluminen tu camino y te
acompañen en su recorrido:

Mis palabras son las palabras del amor;

mis pensamientos son pensamientos de alegría;

mi amor es más extenso que la vida: traspasa la muerte al igual
que mi existencia;

mi alegría es más profunda que el dolor: penetra a toda

existencia al igual que mi amor hacia ti.

Todo es amor, y tu camino nuestra alegría.

7

Regocíjate, la muerte es bienvenida.

En unión a ti celebramos esta nueva etapa; hoy más que nunca
perteneces a nosotros y nosotros a ti, tu eres la esencia que nutre
nuestros cuerpos y aviva nuestros corazones.

Eres todo aquello que nosotros aún no conocemos pues nuestros
recuerdos se hallan perdidos en el tiempo; es por ello que celebramos tu
nuevo despertar, un despertar que nos acerca aquello que nosotros
también somos: verdad de La Verdad, realidad oculta en lo aparente, vida
disfrazada de muerte.

Tu y nosotros por siempre descubiertos.

8

Sujeto (a) al cuerpo eras mortal.

Sujeto (a) al tiempo eras temporal;

hoy, que te has desprendido de tu cuerpo y traspasado las fronteras del
tiempo, te decimos:

Bienvenida sea la inmortalidad,

la libertad de la esencia sobre el cuerpo y el tiempo;

bienvenida sea la alegría del saberse siempre inmortales,

siempre crecientes.

Tu alegría será nuestra alegría, tu confianza será nuestra
confianza; tu amor es nuestro amor.

Confía en tu inmortalidad así como nosotros confiamos en tu
atemporalidad.

No sujeto al cuerpo eres infinito,

no sujeto al tiempo eres perpetuo.

Hoy, que has despertado del sueño mortal y que has penetrado en los
confines de tu existencia, te decimos:

Bienvenida sea la Inmortalidad.

9

Eres como todo ser, indefectiblemente sumido en el Todo;

eres como toda conciencia, imprescindiblemente real;

eres como todo hombre, indispensablemente confuso.

¿Te has dado cuenta? (Siempre Eres!

Lo indefectible es lo imprescindible y lo indispensable;

El Todo es Real y es Confuso:

Es real cuando es la conciencia,

es confuso cuando es el hombre.

¿Cómo explicar lo confuso?

A través de lo imprescindible, indefectiblemente sumido en el Todo.

10

En cada pensamiento y en cada palabra hay alegría;

esta es la verdad de la alegría:

Que La Luz ilumine tu camino y descubra en ti

la esencia de las esencias,

pues es el brillo de la esencia que brota de ti y el que ilumina tu
camino.

Acércate a la fuente que da brillo y goza la dicha que su calor
produce.

Ve con ella y permite que conduzca tu existencia a los confines
de la historia,

que descubra el velo que cubre la única verdad, la verdad que
reside en ti y que hoy acude a tu encuentro.

Que la luz ilumine tu camino y permita que de tu interior brote la
dicha infinita que habita y que clama su presencia en el hombre
de hoy, libre de vestiduras y lleno de confianza.

(Sin límites, extiéndete!, deja libre aquello que sólo tu puedes
permitir, aquello que es real, aquello que es parte de ti.

(Extiéndete y goza de la dicha de ser tu mismo!