Respaldo de material de tanatología

El Arte de Morir

De: montedeoya Enviado: 04/01/2003 13:08

En relación con el Arte de Morir, sería bueno que pensarais si existe alguna diferencia o no (y cuáles son las características que le distinguen) entre este “arte de morir” relacionado con mi propia muerte y la muerte de otros (por ejemplo, un hijo, el conyuge, un padre, etc.). Hablemos en términos prácticos, en términos que podamos llevar a nuestros pacientes y a nosotros mismos. Está claro que las posturas existenciales facilitan y guían nuestro hacer, pero, tal vez, ese paciente precisamente, aquel que está frente a mi, no me entienda y preciso de elementos prácticos para estar junto a él y ayudarle en su propio Arte de Morir. Asi:
1. ¿Que debo hacer para facilitar o propiciar un arte de morir en el otro?
2. ¿Que debo hacer para facilitar o propiciar un arte de morir en mi mismo?
montedeoya
 
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De: Fernando_Díaz Enviado: 04/01/2003 13:47

Recordemos que “el arte de morir”corresponde al “arte de vivir”.  Quien en vida no aprende a vivir, dificilmente aprende a morir.  Nos gastamos mucho tiempo en parafarnalias y pensamientos oniristas… la vida se camina, el camino son los actos, y dentro de estos actos esta la escucha atenta y la compañia compasiva hacia aquel que muere.  Si mi corazon esta abierto a la verdad del otro, no importa cual sea, y adopto la posicion de escucha atenta, me dare cuenta que lo que lleva en su corazon es exactamente igual a lo que llevo en mi corazón.

Siempre será un buen momento para morir

De: montedeoya Enviado: 08/10/2002 4:13

(…)
Si lees entre líneas te darás cuenta que escribes sobre ti, sobre tu dolor, sobre tu angustia, el dolor-angustia que viene del otro y sacude tu existencia. Puede ser difícil entender esto desde la perspectiva de Enfermos Terminales de Segundo Grado (no diagnosticados de enfermedad terminal). No obstante, desde la perspectiva de Enfermos Terminales de Primer Grado (diagnosticados de enfermedad terminal), la cosa parece diferente, al menos en una sola cosa: nada (incluido el concepto de muerte previo) volverá a ser lo mismo: tendrá todo que ser re-construido. Este es el acertijo: vivir mientras mueres, crecer mientras acabas, descubrir que queda mientras abandonas todo lo que tenías. Una forma de descubrir lo que dices es muriéndote lentamente, y, pregúntate, ¿acaso no lo estas haciendo? ¿Dónde entonces comenzar? Ya, ahora mismo es un buen momento. Por ello siempre será un buen momento para morir. Mentalidad de aprendiz, ¿qué importa si aún no lo se? Morir con angustia o sin angustia, con dolor o sin dolor. ¿cuál es la diferencia?

Montedeoya

Sobre los Hospices

De: Judith  (Mensaje original) Enviado: 21/06/2002 6:09

(…) ¿Cuáles son las instalaciones necesarias para poner un Hospice en funcionamiento? ¿Qué tipo de edificio requiere? ¿Qué mobiliario e instrumental? ¿Cuántas personas albergaría? ¿Qué tipo de cuidados se les ofrecería?
¿Cuánto personal necesita y que especialidades cubriría dicho personal? He oído que existen este tipo de establecimientos en Inglaterra, pero ignoro en qué consisten exactamente. Les agradeceré información sobre esto. Un saludo a todos desde mi primer mensaje. Judith 

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De: montedeoya Enviado: 22/06/2002 3:48

(…) Respecto a tus inquietudes, paso a responderte (esperando el aporte de otros compañeros):
1.  ¿Cuáles son las instalaciones necesarias para poner un Hospice en funcionamiento?
Los más importante son las personas pues ellas son el hospice; el espacio es un complemento para ofrecer a los pacientes y a las familias una estancia larga o corta según sus necesidades. El hospice se fundamenta en la asistencia domiciliaria.
2 ¿Qué tipo de edificio requiere?
Piensa en un hogar-asilo-clínica pequeña, de una sola planta (piso), con jardínes y habitaciones individuales como para unos 30 pacientes, centro de día, consultorios, salones, oficinas, gimnasio, tanatorio, sala de cine, reuniones, etc.
3. ¿Qué mobiliario e instrumental?
Sencillo. No precisa instrumental sofisticado. En casos raros puede ser necesaria una bomba de infusión u otro artilugio, tal vez.
4 ¿Cuántas personas albergaría?
Depende de los recursos de personal disponibles; en la literatura se describe 1 cama de hospice o UCP por cada 100 de agudos. Creo que de unos 30-40 personas en regimen de ingreso.
5 ¿Qué tipo de cuidados se les ofrecería?
Paliativos, pero también de rehabilitación, de apoyo, de grupo, etc. (de amor en definitiva)
¿Cuánto personal necesita y que especialidades cubriría dicho personal?
Sería cuestión de hacer los cálculos según el número de camas. El personal serían:
médicos, enfermeras, auxilires, psicólogos, sociólogo, trabajo social, fisioterapia, terapéuta ocupacional, sacerdote o religioso, personal administrativo, abogado, aseo, cocina, etc. Seguro se me queda alguno….
Un abrazo.
montedeoya

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De: MTP Enviado: 27/07/2002 3:22

(…)Me parece que además de los Hospices puede ser interesante considerar la posibilidad de concluir la vida en el hogar, rodeado de la familia y apoyados, todos, por un profesional que acompañe, informe, oriente y sepa utilizar las técnicas que se requieran para garantizar la tranquilidad y el bienestar de la persona.
Creo que de esa manera se puede ir diseminando entre la comunidad una visión menos dolorosa de la muerte. Es necesario seguir hablando y sacar del ámbito científico o profesional estas consideraciones para que las personas comunes y corrientes pongan en consideración la dignidad de morir. Lo cierto es que con mucha frecuencia la angustia y la falta de información en los familiares es lo que determina las decisiones que, al final maltratan más que beneficiar al enfermo, porque una vez institucionalizado se pierde la autonomía y son otros los que toman las decisiones.

Muchas gracias por la información.
Un abrazo

MTP

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De: montedeoya Enviado: 27/07/2002 3:40

Hola MPT:
Tienes razón en mucho. Recuerda que la filosofía del movimiento hospice estimula, precisamente, la atención domicilia y, en caso de ingreso (institucionalización), lo que se pretende es que sea “una casa fuera de casa”; “la angustia y la falta de información en los familiares” es claramente un problema a corregir siempre.
¿Hemos dejado de soñar o seguimos en un profundo sueño delta?

Montedeoya
 

LA ALEGRIA DE VIVIR LA MUERTE

De: SUNSHINE  (Mensaje original) Enviado: 15/04/2002 5:52

Mi punto de vista ante la muerte no es tan trágico como la gran mayoría de las personas lo conciben, hay situaciones en las que la muerte sería el inicio del verdadero descanso y la meta en la búsqueda de la tranquilidad.  Aunque para muchos la muerte pinta un escenario desolador, para otros víctimas o no de la desesperanza y el dolor representa el paraíso de la felicidad.

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De: Rafael Enviado: 31/05/2002 0:39

(…) La muerte de la gente, a mi juicio, siempre es triste. No puede haber alegría que provenga de ella. Pienso que el sentimiento más cómodo que pueda surgir ante la muerte es la indiferencia. Como cuando abrimos el periódico y encontramos que alguien ha muerto, e incluso vemos su fotografía. Podríamos estar seguros, no obstante, que ?esa muerte? tiene su cercano, su doliente; que no le puede dar alegría al que la mira como pérdida.

Si la muerte es un desaparecer ajeno, un extinguirse algo vinculado a nosotros, debemos verla como un evento que nos quita, que nos hace ver que siempre habrá un momento en que no podemos tener lo que tenemos, y eso significa, por ejemplo, no tener más una caricia, una voz, una figura sólida, alguien que supo de nosotros, que participó de nuestra historia y cuyos actos ya no nutrirán nuestra memoria. Eso es muy triste, siempre será triste

No menos pasa cuando se trata de nuestra propia muerte. Uno vive una vida al tiempo que se construye a sí mismo. Y terminamos siendo muchas cosas, tantas como los sentidos y la imaginación nos han permitido crear a partir del mundo: mis padres, mi esposa, mis hijos, mi perro, mis amigos, la brisa salobre del mar, una canción de amor, mis éxitos, mis fracasos, mi forma de escribir, mi forma de hablar, como percibo, como me perciben, mis recuerdos, el sexo, mi música, mi coraje, la forma como me figuro el futuro… Son muchas cosas las que perderíamos si muriéramos y pienso que una sóla de ellas, bien vivida, bastaría para sentir tristeza al morir.

Me atrevo a concluir que precisamente porque la muerte es triste debemos aprender a afrontarla. Mirarla con serenidad en tanto es ineludible. Padecer la ajena con la seguridad de que nos enseña; y la propia, con la calma que deberíamos tener cuando renunciamos a algo que siempre supimos que no era para siempre.
(…)

Rafael

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De: montedeoya Enviado: 31/05/2002 3:07

(…) Pensar en cómo la muerte es esto o aquello precisamente porque la vida es esto o aquello. Si la muerte es triste ¿será porque la vida es alegre? Si no se trata de opuestos, entonces qué es cada una? ¿Y si solo son lo mismo? Lo que debemos cambiar no es la muerte, es nuestro concepto de vida: la muerte siempre será lo mismo, un cambio y nada.
(…)
montedeoya

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De: montedeoya Enviado: 01/06/2002 4:03

(…) “Nada” en relación a la muerte hace referencia a que ésta es un cambio y “nada más” (lo demás se lo ponemos nosotros, nuestro prejuicios, nuestro temores y nuestras angustias).
Cuando digo que lo que debemos cambiar no es la muerte sino nuestro concepto de vida me refiero a que a medida que conoces la muerte descubres la vida, y te das cuenta que la vida no es lo contrario a la muerte y que la muerte no es la negación de la vida: todo es lo mismo. Ninguna niega a la otra y tampoco son complemento. Son lo mismo. Cambiar nuestro concepto de vida es amar sin temor a perder (puesto que no se pierde), es amar por la simple razón de existir, de ser, de estar. Nuestro concepto de vida cambia cuando descubres que la muerte no existe, que son solo apariencias; ya no te peocupas porque las cosas puedan o no seguir, simplemente siguen y tu sigues ahí. Se pierde el concepto de lo temporal y comienza a vivirse el ahora (que es un para siempre). Todo está bien, todo es bello, todo es lo mismo. Allí es donde me dirijo, sin dirigirme, tanto es arriba como es abajo, etc…
La muerte es confirmación, la confimación de tu verdad, verdad que a todos pertenece: la inmortalidad del ser.
(…)
Jorge Montoya 

Orígenes de la Tanatología

De: montedeoya  (Mensaje original) Enviado: 25/06/2002 3:38

(….)

Una de las disciplinas más interesante en este tema de la muerte y los moribundos es la tanatología histórica, con sus primeros protagonistas en Sócrates, Platón, Aristóteles y muy especialmente Julio Anneo Séneca. De ellos hemos aprendido mucho -por no decirlo todo- en lo relacionado con la muerte. (…) Aquí va algo que puede interesaros:

Sobre la muerte ….. No en vano se trata de un fenómeno psicológico, social y biológico que promueve unas determinadas actitudes psíquicas y compor­tamenta­les, y que en el transcurso del tiempo ha origi­nado diversas signi­ficacio­nes, ritos, prácticas y costumbres cuyo aprecio ha sido muchas veces genera­dor de movimientos artísticos. Todas estas y otras perspectivas, comple­menta­rias en su origen y propósi­to, podrían constituir lo que el ruso Ilia Ilich Mechnikov denominó ya en 1901 TANATOLOGIA o ciencia de la muerte. ILIA ILICH MECHNIKOV (1845?1916) Médico,biólogo y zoólogo nacido en Swanopka (Charcow); colaborador inmediato de L. Pasteur y subdi­rector del Instituto Pasteur. Descubridor de la Fagocitosis (1884?1892). Sentó con sus estudios sobre la fagocitosis los traba­jos de Wright y otros que condujeron a la Vacunoterapia. En 1903 consigue, con E. Roux, el hecho trascendental de la inoculación de la sífilis a los animales. Obtuvo el premio nobel, en unión con P. Ehrlich, en 1908. Muere en 1916 a los 71 años.

Montedeoya

Afrontar la propia muerte

De: Mile  (Mensaje original) Enviado: 06/06/2002 23:19

Morir es algo absolutamente desconocido para cada uno de nosotros, es una paso de mucha trascendencia que causa angustia lo cual hace factible que el ser humano piense en eludirla o retrasarla aún sabiendo que no puede dominarla. Por lo tanto la muerte es algo que debe comprenderse y aceptarse pero sólo resulta posible lograrlo dentro de cada uno de nosotros, en nuestro fuero interno, en nuestra propia conciencia y en el convencimiento de una existencia plena y una vida con actitud abierta y en eterno aprendizaje, tomando los errores y fracasos como maestros de vida y encontrando algún punto de alegría en la contrariedad.
Sera posible??  Seremos capaces de afrontar nuestra propia muerte en este instante??

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De: Fernando_Díaz Enviado: 07/06/2002 6:42

ES INDISPENSABLE, PARA ECONTRARNOS CON LA MUERTE, ENCONTRARNOS CON NUESTRA PROPIA MUERTE…  MORIR… OLVIDAR NUESTRO PASADO Y NUESTRO PROCESO HISTORICO, PARA ASÍ NO DEPENDER… SIN DEPENDENCIA, SIN ANHELOS DEL PASADO, LIBRE CAMINARÉ ACOMPAÑADO DE MI MUERTE… TALVEZ ASÍ, LA MUERTE, MI MUERTE, NO ME CAUSE DOLOR… TALVEZ ASÍ, ESTARÉ PREPARADO PARA AYUDAR AL OTRO A MORIR… A VIVIR MURIENDO!!

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De: montedeoya Enviado: 09/06/2002 2:12

Excelente, Fernando. Sigue así: …. a vivir muriendo en cada momento, en cada vida, en cada hecho. Es ella mi compañera, es ella quien me recibe, es ella MI GRAN MADRE (de ahí lo femenino de la muerte): ella nos recibe, nos acoge, nos abraza. Ella es, en verdad, nuestra amiga….. nuestra amada muerte.
Montedeoya

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De: montedeoya Enviado: 16/06/2002 3:31

Os adjunto el taller del equipaje; algunos le conoceis, otros tal vez no. Es sencillo y puede aportaros algo. Una de las tareas más difíciles de llevar a cabo es …… (y no es la muerte) …. es ser consecuentes con nuestras propias creencias: no importa lo que sean con tal de que seamos consecuentes con ellas; es precisamente la consecuencia lo que hace la diferencia entre una creencia y una verdad asumida (recordada) como propia … en eso estamos. Somos aprendices y lo intentamos ….
montedeoya

EL EQUIPAJE

Allí estaba, como todos los días, a la misma hora, en la misma posición y mirando su maleta. Los cristales de su vieja ventana -pequeños recuadros de historias ya pasadas- tan solo dejaban entrever una postura de vieja holgura y un mirar no se sabe dónde. A sus 78 años, y tras muchos años de intentar su maleta arreglar, poco le quedaba por esperar. De joven, cuando su vitalidad lo permitía, se acercaba a la maleta e intentaba su equipaje preparar. Más todo terminaba allí: en un querer pero no puedo, en un saber pero no se. Así, y por muchos años -tantos que ya lo había olvidado-, y al cabo de unos instantes casi distantes, terminaba por abandonar aquello que no se atrevía a ahondar. Como siempre, las sabias palabras de su padre golpeaban insistentes sus recuerdos, sacudiendo el polvo que años de experiencias habían depositado suavemente: ?Mantén siempre tu equipaje preparado?. Más lo que su padre no le había dicho era lo que en su equipaje debería llevar. Y aún hoy no lograba descifrar qué era aquello que debería llevar para un viaje cuyo destino ignoraba en total. Y no es que fuese perezoso, pues de oso nada tenía, eran aquellos a quienes preguntaban, tanto él como ellos, los que por error se equivocaban.

– Dime, ¿si has de partir, qué equipaje has de urdir?
– Primero, has de saber, debes decirme a dónde he de ir.
– ¡A cualquier lugar! ¿Acaso importa a donde has de ir si es obligado partir?
– Más, insisto, ¿será tierra caliente donde todo ente su cuerpo ha de derretir?
– De ello nada se.
– ¿Será acaso tierra fría donde se enfría todo vivir?
– De ello nada se.
– ¿Tal vez tierra templada donde soplada la vida ha de transcurrir?
– De ello nada se.
– Pero, vamos, ¿acaso algo has de saber?
– Oh, si, ¡que obligado es el proceder!
– Pues si así le pones, ¡melones no habré de llevar!

Así, y como tantas otras veces, peces y otras reces, sus interlocutores, como autores, le venían a ofrecer. Más la pregunta, que se unta más no se pega, llega una y otra vez: ¿si has de partir, qué equipaje has de urdir? En sus recuerdos las palabras de su padre de nuevo se repetían: ?Querido hijo, la vida es el equipaje que cada uno se fabrica y lleva, llueva o no llueva; cuanto más le metas, más pesado se te hará. Así, piensa siempre en qué será aquello que en ello meterás?.

Un día, como sin buscar más buscando algo que llevar, una pequeña y vieja mujer le preguntó:

– ¿Qué buscas tan insistentemente que ya mi mente ha de turbar?
– ¡Ah!, anciana mujer, busco aquello que tu bello cuerpo nunca ha de reflejar. Dime, que a mi te diriges, ¿qué es lo que en mi equipaje he de llevar?
– Antes bien, debes decirme, ¿hacia dónde has de partir?
– ¡A cualquier lugar! ¿Acaso importa a donde has de ir si es obligado partir?
– En tu hablar ya se denota el largo caminar que, tras nota y nota, todo peregrino ha de apuntar. Si bien, ¡fácil me lo pones!
– ¿Qué? ¿Has de saber tu más que lo sabios que en este mundo ha de haber?
– ¿Acaso ves en mi rastros de equipaje por llevar?
– No, ciertamente no. Tu andar ya no es como el caminar. Dime, te lo ruego, ¿cuál es ese tan afamado tesoro que he de llevar?
– Mucho me extraña que un hombre de tu maña desconozca tan semejante tesoro que todos han de conocer.
– Pues así es, sabia mujer. Largos años he buscado lo que no he encontrado en ningún lugar.
– Ese es el punto, bien lo has dicho y me lo apunto: Tu buscar errado ha vagado. Es en tu interior donde semejante búsqueda debió de comenzar; tal vez así tu vagar pronto su fin hubiese podido encontrar.
Dime, pues, con prontitud, ¿qué actitud es la que he de asumir para este discurrir pronto sucumbir?
– Responde tu, como corresponde a todo hombre, al acertijo de su vivir: ¿qué es aquello que protege de todo mal, por muy mal que se ha de presentar? Ni el frío, y mucho menos el calor o el templado de su color, han de daño producir a aquel que por este se deja conducir. ¿Qué es aquello que por todo y para todo te ha de servir y del servir por vivir se ha de olvidar? ¿Qué es aquello que llenará tu fardo sin siquiera carga producir?
– ¡Asombrado me dejas!, anciana mujer. En tus canas ya muchas ganas de vivir se reflejan por doquier. Dime, dime, ¿tan semejante prodigio cuál ha de ser?
– ¡Asombrada me dejas!, caminante de errado vagar, que desconozcas tan semejante talante que por delante seguro te pudo pasar. Ciertamente te diré la identidad de tan ilustre deidad, más tras acertijo deberás buscar.
– ¿Y cuál acertijo a este hijo tuyo has de dar?
-Fácil será: ?Ve a Roma que seguro al volver lo encontrarás?.

Y así, allí estaba nuestro amigo, como todos los días, a la misma hora, en la misma posición y mirando su maleta, ¡maleta que para Roma quería preparar!

J. Montoya Carrasquilla, 1999

TALLER SOBRE LA MUERTE

A. Lectura: El Equipaje (15 minutos)
B. Una vez leído El Equipaje, se plantea el siguiente esquema:

La muerte (*) ha sido vista tradicionalmente desde dos puntos de vista:

1. Mi muerte como UN ACONTECIMIENTO DEL FUTURO.
2. Mi muerte como UN PRESENTE CONTINUO.
(*) Mi propia muerte, pues este taller no trata de la muerte ?del otro?
(es decir, de un familiar u otro ser diferente a uno mismo).

Si consideramos ?muerte? como un ?viaje que obligatoriamente tenemos que hacer a una ciudad cualquiera (cualquier ciudad del País)? para el cual debemos preparar unas maletas, entonces, aplicando el esquema anterior, tendríamos:

1. Iré a ?esa ciudad? más adelante, tal vez en diciembre (vacaciones), por ello, todavía no prepararé las maletas.
2. Como me puedo ir a ?esa ciudad? en cualquier momento, mantendré las maletas preparadas.

2. Pregunta (Taller): ¿Qué es lo que debemos meter en esas maletas? (15 minutos).
3. Listado en tablón de las alternativas del contenido del equipaje (15 minutos).
4. Análisis en grupo de las alternativas tomando como eje de comparación el amor (30 minutos).
5. Respuesta al acertijo.
6. Conclusión: No importa para donde vayamos (o tengamos que viajar) si con nosotros llevamos el amor: este nos servirá y protegerá en cualquier lugar. Así, si vamos llenos de amor, la muerte perderá su importancia. Por otra parte, podrá entenderse que la muerte no es otra cosa que una maleta en la que cada uno va ?metiendo? cosas (angustia, miedo, dolor, tristeza, liberación, re-encuentro, etc.), y, justo en el momento en que se lo plantea, es decir, en que se pregunta ?qué es la muerte?, lo que realmente se hace es descubrir de qué está llena la maleta. En otras palabras, la muerte es lo que cada uno quiere que sea (lo que cada uno ha metido en esa maleta).

Taller presentado en el VII CONGRESO FILOSÓFICO CORAZONISTA. Vida-Muerte, Una relación trascendente. Mayo 19-21 de 1999, Medellín (Colombia)
TEMA: EXPERIENCIA DE LA MUERTE. Visión Científica
Dr. J. Montoya Carrasquilla, M.D.

Reconciliación

De: Fernando_Díaz  (Mensaje original) Enviado: 17/04/2002 21:01

Cada acto, cada momento, cada segundo, se nace y se muere. La impermanencia del ser, radica en el estado de no conciencia del tiempo. La impermanencia del ser nos permite la posibilidad de vivir paso a paso. Del tiempo, y su indispensable y necesaria proyeccion al futuro, dependen nuestros apegos y necesidades. Estos nos limitan el horizonte y nos modifican el dolor, la muerte o la vida. Si queremos vivenciar cada uno de estos momentos, debemos renunciar al tiempo de nuestra existencia, para aceptar desde nuestro interior, cada acto o momento que se vive, incluyendo el dolor y la muerte misma

Sufrimiento

De: montedeoya Enviado: 01/04/2002 1:14

Sería muy bueno que diferenciaramos entre “sufrimiento” y “dolor físico” pues ambos no son sinónimos. El dolor físico no tiene ninguna justificación, como tampoco la tiene el dolor psicológico impuesto por otros o, incluso, por uno mismo ante una enfermedad particular (p.ej., el dolor del neurótico). El sufrimiento, si se ve desde el punto de vista de una situación displacentera, ciertamente obliga a buscar lo contrario, con lo cual se tratararía más bien de un estrés positivo. Si, por el contrario, el sufrimiento precisa del dolor para producir algún efecto supuestamente positivo, es cuestionable, pues el mismo resultado podría obtenerse por otros medios no neceariamente dolorosos.

En resumen, nuestro propósito es combatir el dolor y el sufrimiento y NO justificar su presencia.

montedeoya

Transferencia

De: Julienne Enviado: 16/11/2004 20:17

(…)
Después de todo, la muerte es una gran farsante. La muerte miente cuando anuncia que se robará la vida, como si se pudiera cortar la primavera. Porque al final de cuentas, la muerte sólo puede robarnos el tiempo, las oportunidades para sonreír; de comer una manzana, de decir algún discurso, de pisar el suelo que se ama, de encender el amor de cada día. De dar la mano, de tocar la guitarra, de transitar la esperanza. Sólo nos cambia los espacios. Los lugares donde extender el cuerpo, bailar bajo la luna o cruzar a nado un río. Habitar una cama, llegar a otra vereda, sentarse en una rama, descolgarse cantando de todas las ventanas. Eso puede hacer la muerte.
¿Pero robar la vida?… Robar la vida no puede. No puede concretar esa farsa… porque la vida… la vida es una antorcha que va de mano en mano, de hombre a hombre, de semilla en semilla, una transferencia que no tiene regreso, un infinito viaje hacia el futuro, como una luz que aparta irremediablemente las tinieblas.

Hamlet Lima Quintana
(…)