Respaldo de material de tanatología

Víctimas y proceso de duelo

Víctimas y proceso de duelo
http://www.vivirlaperdida.com/victimas.htm
Extracto del artículo del mismo título de Aitor Barrenetxea publicado en la revista de Elkarri

(…) El hecho de que la muerte ha sido debida a “la mala intención” de algunas personas va a añadir un elemento de gran dificultad para la resolución del duelo. La aparición del odio será una consecuencia lógica de tan dolorosa pérdida, nos encontramos con una emoción de difícil resolución. (…) Una tarea necesaria para que nuestro duelo concluya de manera satisfactoria, es la vivencia de las emociones hasta vaciarnos del dolor. Nos puede pasar con el odio que, a pesar de vivenciarlo intensamente una y otra vez, nos sentimos “llenos de odio”. La resolución del odio necesita de un cambio de perspectiva, pues sin éste nuestra vivencia del odio no nos liberará sino que servirá para retroalimentarlo. Tampoco servirá una negación del odio, ya que es inaceptable dentro de una creencia religiosa o espiritual. Tenemos que ser honestos con todo nuestro mundo emocional, el odio debe ser vivenciarlo pero sin retroalimentarlo. Cada vez que nos demos cuenta de que nuestra mente está buscando venganza, por muy legítima que sea, será momento de no echar más leña a nuestro fuego interior, observando sin reaccionar el flujo de la mente como el de nuestras sensaciones físicas hasta que remita. La perspectiva que necesitamos es la de que el odio tiene que llegar a su fin, y éste sólo concluirá, con el perdón.
Cuando perdonamos, a quien de verdad liberamos es a nosotros mismos de la tarea de tener que seguir sufriendo, el odio es como un veneno que puede convertir en amargura el resto de nuestra existencia. Es muy importante que seamos conscientes del poder destructivo de esta emoción, de su capacidad para cegarnos y hacernos cometer las mayores bajezas humanas, que seamos conscientes de que su único antídoto es el perdón, el amor. Palabras fáciles de escribir pero difíciles de vivenciar después de una pérdida tan grande, enmarcada además en un conflicto sin solución, donde la violencia sigue causando y causando víctimas.
Me imagino a personas que han perdido a sus seres queridos en este conflicto, cuando estén leyendo estas líneas se preguntaran: ¿ pero el posible que se pueda perdonar un agravio tan grande? Otra pregunta podrá ser: ¿cómo puedo yo llegar a perdonar? Incluso,  ¿perdonarles sin que hayan pedido perdón previamente?
Cuando exigimos a nuestros enemigos que nos pidan perdón para que les podamos perdonar estamos poniendo nuestro potencial de liberación interior en sus propias manos. Lo más probable es que les importe un bledo, a no ser que ellos también se encuentren en un proceso profundo de transformación. Entonces, ¿por qué delegar nuestra libertad, nuestra paz interior, precisamente en esas personas?
No existe una receta de cara al perdón, perdonar a los responsables de la muerte de mi ser querido requiere una profunda transformación interior. Para algunas personas creyentes una gran fuente de inspiración puede ser la figura de Jesús en la cruz, pidiendo perdón para quienes le habían humillado, latigado y crucificado. Otro personaje de gran talla humana hoy en día es la figura del Dalai Lama, líder espiritual y político de un pequeño país, el Tibet, que está sufriendo un genocidio cultural y humano, que ha costado la vida a una quinta parte de la población tibetana a causa de la gran potencia china. Él habla de “mis hermanos los chinos” por los que dice no sentir ningún odio sino compasión.
Un valioso apoyo para la resolución del duelo será la figura de un psicoterapeuta, alguien con quien podamos expresar nuestro dolor, comprendernos a nosotros mismos examinar nuestra opciones, redefinir nuestros objetos, ganar nueva perspectiva y completar nuestro duelo.
(…) Es importante que seamos conscientes que, por muy dolorosa que sea nuestra experiencia, todavía seguimos siendo dueños del espíritu con él que podemos vivir nuestro destino. Es indudable que cualquier persona que ha perdido a un ser querido en éste conflicto ha sido confortada con un profundo reto el de sucumbir ante la adversidad o usar ésta para transformar su vida. Algunos no querrán seguir viviendo, otros optarán por intentar olvidar y así procurar huir inútilmente de tan dolorosa experiencia. Existirán quienes de manera compulsiva reaccionarán desde su odio intentando saciar infructuosamente su necesidad de venganza. Habrá quienes embarcados en un proceso de transformación personal servirán de ayuda a otros como ellos, dando así sentido a su experiencia… Opciones todas muy respetables pero de muy diferente repercusión, tanto a nivel de personas como colectivo.
Tenemos que ser conscientes de que los enemigos de nuestra libertad no sólo están fuera de nosotros, sino que también dentro; esas dolorosas experiencias del pasado no resueltas son las que nos esclavizan y no nos permiten ser libres. Por esto, mi más sentido deseo a todas las personas que os ha tocado vivir esta dolorosa experiencia de que tengáis el coraje para enfrentaros con una actitud de transformación y algún día lleguéis a sanar de tan profunda herida.

Aitor Barrenetxea