Ofelia Hope Illescas
Región Mixe del estado de Oaxaca
Expresamos un profundo agradecimiento a la Organización de Médicos Tradicionales Mixes (Ometram), por ser un ejemplo de compromiso y disposición de trabajo conjunto, con propuestas externas, como fue el caso de la aplicación del proyecto Historias de Vida de Médicos Indígenas Tradicionales, discutido, aprobado y ejecutado por la organización y por el puño y letra de la propia protagonista, la médico mixe tradicional Ofelia Hope Illescas.
?Me llamo Ofelia Hope Illescas. Nací en San Cristóbal Chichicaxtepec, municipio de Mixistlán de la Reforma, distrito de Zacatepec Mixe, Oaxaca. Tengo 57 años de edad, soy casada, católica y campesina. Siembro y cultivo maíz, frijol, chilacayote. Me dedico al hogar, soy curandera (Yëg tsokpë) y adivinadora (May-machob) del maíz y calendario mixe. Desde hace 33 años he estado curando a mis paisanos de mi comunidad y de otras cercanas. Actualmente atiendo por semana de cinco a seis pacientes, antes eran muchos más, pero ahora como la mitad del pueblo ya cambió de religión (evangélicos) dicen que ya no creen; por eso buscan otras formas de curación. ?Entiendo poco el español; no lo hablo porque soy india mixe, por eso sólo hablo y entiendo mi idioma. A mí me tocó comenzar a trabajar para juntarnos como médicos indígenas de la región mixe, junto con las señoras Magdalena, Irene y otras más, por eso formo parte de la Ometram, que es nuestra organización.?
Ofelia Hope Illescas
Relatos de la historia de vida
?Considero que sobre todo la Tierra
es nuestra Madre, es un ser viviente
que facilmente se puede convertir
en desgracia si le faltamos al respeto?
Ofelia Hope
Ofelia Hope Illescas es originaria del estado de Oaxaca, nació en San Cristóbal Chichicaxtepec el 10 de septiembre de 1939. Pertenece al pueblo indígena mixe, y aunque no tuvo educación escolarizada comprende el idioma español, además de hablar y entender la lengua mixe de la región.Ofelia Hope es curandera (Yëg tsokpë, en lengua mixe). En la localidad se le conoce como adivinadora (Mayb-machob). Doña Ofelia tiene 57 años de edad, de ellos 33 los ha empleado en su práctica terapéutica como curandera y adivinadora. Atiende a personas de su localidad y de otras poblaciones; en promedio, entre cinco y seis por semana.
Antepasados, pautas de crianza
?Al igual que mis papás y abuelos, yo nací aquí en San Cristóbal Chichicaxtepec. Cuando tenía 12 años mi mamá murió de calentura. Cuando falleció, mucha gente del pueblo, entre ellos mis abuelos Antonio Santiago, Basilio Hope y Matías Guzmán, sanaban de susto y eran curanderos, adivinadores y pulsadores; también mi tatarabuelo José Manuel trabajaba bien la adivinación con el maíz y el calendario mixe. Creo que para poder ser curandero y adivinador es realmente querer serlo y poner mucha atención; además, se debe tener el don, algo que no sé qué es, pero se siente que con ello aprende uno rápido; también la fe de desear curar y ayudar a la gente, sólo así se puede ser adivinador. ?En mi familia sólo fuimos dos hijos: mi hermana y yo. Yo fui la primera. Al primero se le decía, ?el que llegaba primero? y al más pequeño el ?último fruto?. ?Siempre se recibía con alegría ?como ahora? el nacimiento de un niño, sólo que antes al parecer se necesitaba tener más hijos porque el pueblo era pequeño, y era necesario que éste creciera. De hecho, cuando se moría un niño o una niña había, al igual que hoy, tristeza, lo sentíamos mucho y llorábamos. Cuando algún niño o persona se moría, oraban con los rezanderos y curadores; al muertito lo envolvían en un petate y así lo enterraban. ?La felicidad de recibir a un niño era tanta que no había diferencias de género, la familia se alegraba igual de tener un niño o una niña.?
?Está chiquita?, así le decían a veces cuando era pequeña, pero casi siempre la llamaban Ofelia, ?éste es mi nombre, me lo pusieron mis papás.? Anteriormente cada mujer daba a luz sola, ayudada solamente por la familia; había una señora que sabía, pero sólo se llamaba cuando era peligroso el alivio, por eso, doña Ofelia dice: ?Cuando nací y antes de que naciera mi mamá se atendió solita. Ella, al igual que las demás mujeres embarazadas, no tenía cuidados especiales, hacía sus trabajos hasta el día del alivio en el que ya se tenía preparado todo para el nacimiento, el fogón prendido, agua caliente, aguardiente o mezcal, trapos limpios, hilo y un machete viejo, con el que cortaba el ombligo; antes lo calentaban hasta que se pusiera rojo, así era la costumbre.?
Durante el nacimiento de Ofelia se realizaron preparativos especiales, así como algunas ceremonias en el primer año de vida; sin embargo éstos eran y son iguales para todos los niños. ?A los tres días de nacido se hace una ceremonia y se sacrifica un gallo en el boquete del temascal como protección para el niño y la madre. A los 20 días del alumbramiento se hace una ceremonia con tamales de chile que se dan a los invitados, padrinos y familiares. El papá se iba al cerro a ofrendar por la salud del niño o la niña. La placenta se lava con jabón para que el pequeño no salga lagañoso, se echa en una vasija limpia y tapada y se deja en alguna laguna. También se cuida el cordón umbilical, pues cuando se cae y se encuentra dicen que el niño o la niña sale muy buscón, y cuando no se ve dónde cayó el cordón, son muy tranquilos. A mí, como a todos los niños, a los seis meses y al año mis papas ofrendaron animales por la salud de la familia. Me bautizaron en la iglesia, todo muy sencillo, pues el cura me echó agua en la cabeza y eso fue todo.
?Recuerdo que cuando era chiquita y los niños se enfermaban, los papás se preocupaban y se desesperaban aunque había curanderos, hierberos, hueseros, chupadores; todavía existen, pero aún hay enfermedades que no se pueden curar y en ese tiempo los doctores y los lugares donde comprar medicinas estaban muy lejos, además no teníamos una carretera. Estábamos en el puro monte, se enfermaban muchos niños y algunos se morían; cuando era niña me platicaron y me tocó ver cómo fallecieron muchos niños de no sé qué enfermedad (calenturas). A pesar de que era chiquita, a mí no me tocó morir. También así fallecían los grandes, de repente amanecían muertos, así fue como dejó de vivir mi mamá. Los recién nacidos se enfermaban y morían por malos aires, de mal de ojo, susto, cólicos. Los más grandecitos de calenturas, tos, diarreas y susto. La manera de cómo los cuidábamos era no sacarlos al aire, tapándolos con mucha ropa y cobijas, darles medicinas y té de hierbas. Después de los 20 días de nacidos, se pensaba que ya se habían logrado y se podía salir con ellos. Antes se creía que las enfermedades venían de los espíritus malos, otras veces por promesas de los antiguos que no cumplían en los cerros y con los santos. Se recomendaba a las personas guardar y respetar las costumbres y a la Madre Tierra; tenían que estar limpios de malos actos para que no llegara la enfermedad o la muerte. También se cuidaba de las personas que tienen la vista y mirada fuerte, y sangre negativa, porque pueden hacer el mal de ojo, mal aire o susto aunque ellos no quieran. Cuando eso pasaba se pedía que la persona cargara al niño y le hiciera cariños para que no les pasara nada o sanara. También a las embarazadas, igual que a los niños, se les cuidaba cuando había eclipse de sol o de luna para que no salieran, que se encerraran porque si les pegaba seguro que el niño salía mal (con defectos).
Con los ancianos también se tenían cuidados. ?Me platicaba mi mamá que cuando yo estaba chiquita me daba mucha calentura y me tardaba en curar, también me enfermé de tosferina (xich-oh), y ya de grande me dio lo que se llama tifo; es tan grave que me estaba muriendo, pero me curaron con muchas hierbas y rezos. ?Hasta los dos años mi mamá me dio pecho; me alimentaba como diez veces al día, pero desde los siete u ocho meses dicen que me daban ya atolito blanco, memelitas de maíz con sal, caldo de frijoles, tortillas remojadas con frijoles. De los dos años en adelante, comía como todos y hasta con un poco de chile. Nos sentábamos en el suelo o en el petate cerca del comal y la lumbre, así comíamos sabroso. Bebíamos agua, atole, té. ?Para hacer la comida, lavar los trastes y la ropa, los niños y las mujeres íbamos a traer el agua a los pozos naturales, en donde nacía. No era trabajo pesado y nos gustaba; también ahí mismo nos bañábamos. A los niños chiquitos se acostumbraba bañarlos en la cocina, cerca de la lumbre, con agua tibia y a partir de los tres años se les bañaba con agua fría. Algunas veces, pero más cuando los niños tenían calentura, se les bañaba con agua tibia y le ponían cogollo tierno de durazno y en ocasiones otras hierbas. ?La casa donde vivimos con mis papás era chiquita, de un solo cuarto de carrizo y cercas de palo, el piso de tierra y techo de zacate; en ese cuarto estaba la cocina y todo. Dormíamos en petate, en el suelo, con mis papás, mi hermanita. Éramos cinco personas: mis papás, un abuelito, mi hermana y yo. Ahí sigo viviendo, pero ahora ya es una casa con dos cuartos de adobe, con techo de lámina de asbesto y piso de tierra. Aparte tengo la cocina.
?De chiquita jugaba con mi hermana y mis amigas a las fiestas del pueblo; me gustaba mucho porque era muy alegre y todos jugábamos, ya sea en el patio de la casa, en la calle o en donde vivían los vecinos. También jugábamos a la comidita, a correr, a brincar. Nunca tuve juguetes comprados, nosotros hacíamos muñecas y carritos; mis papás a veces nos ayudaban a hacer muñequillas, caballitos de trapo y carrizo, aunque ellos no jugaban con nosotros. Mis papás me daban consejos de cómo respetar a las personas mayores. Darles los buenos días, las buenas tardes, o las buena noches.
?Antes la gente quería tener muchos hijos porque nuestro pueblo era muy chico y era necesario que creciera, ya sean varoncitos o mujercitas. Y anteriormente al que le tocaba heredar la casa era al más chiquito, al ?último fruto?, pero ahora ya les toca a todos por igual. A los demás les correspondía parte de la casa y el terreno para la milpa se repartía en partes iguales. Las mujeres heredaban igual que los hombres. En la actualidad se siguen estas costumbres. ?Los niños desde su nacimiento hasta los tres años se les vestía con una ropa larga, de una pieza (túnica); después con pantaloncitos de manta y su sombrerito. La mujer con vestiditos floreados y de bolitas, con rebocito, descalzos o con huarachitos, cuando tenían dinero; antes no se usaban zapatos, sólo para la fiesta grande del pueblo se les compraba ropa nueva, pero casi siempre la hacían en sus casas. Al principio iban muy limpios aunque después llegaban sucios a la casa. Más que las fiestas, no había otras cosas importantes, de ahí siempre la misma ropa. Ni siquiera cuando se les bautizaba ocupaban ropa especial o nueva, ahora es cuando los padrinos ya les compran ropa nueva y blanca a sus ahijados.
?Antes era diferente el trato de los papás y la gente grande hacia los niños, eran muy mandones, muy autoritarios; nos regañaban cuando hacíamos algo malo, y se tenía que hacer lo que ellos decían. Cuando se enojaban los papás, sólo nos miraban feo y ya con eso. Si no entendíamos nos hablaban fuerte y nos regañaban, pero cuando estaban de buenas se sentaban a platicar y nos contaban cuentos y chistes; era muy bonito. ?Los niños a los adultos le tenían mucho respeto, creo que hasta miedo y vergüenza para hablarles. Ahora ha cambiado todo ?la forma de cómo se les educa a los niños?, hay mucho libertinaje, esto descontrola a los niños y les causa daño. ?Recuerdo que desde muy niña mis papás, tíos, abuelitos, siempre platicaban mucho por las tardes o las noches y yo me ponía a escuchar cuentos, historias, canciones. Me gustaban más aquellos que hablaban de cómo era la vida antes, de cómo se formó el pueblo y de las muertes que hubo por las enfermedades.
?Desde los 5 ó 6 años ya nos tocaba cuidar los pollitos y guajolotitos, acarrear agua y cuidar a los hermanos más chicos. Ya desde los 6 y 7 años, cuando el niño se sentía capaz de caminar lejos, iba al campo con la familia, pero desde bebé la mamá lo lleva de un lado a otro en la espalda enredado en el rebozo, y hacía trabajos fuertes para hombres a los 15 ó 16 años. Las niñas a los 14 ó 15 años ya hacen labores de mujer grande; como darle de comer a la familia y lavar la ropa, echar las tortillas, preparar la comida, cuidar a los niños chiquitos. Todos estos trabajos los hice como a los 11 ó 12 años por ser huérfana de madre a esa edad, así que nunca salí de mi pueblo.
?Los menores se consideraban niños hasta los 13 años, aunque ya realizaban labores en el campo y en los quehaceres de la casa, pero todavía jugábamos y todo era nuevo para nosotros. ?Yo fui a la escuela sólo unos meses, porque mi mamá se enfermó y murió, por eso abandoné los estudios; desde ese momento comencé mis obligaciones como mujer. En la escuela no aprendí nada, en nada me ayudó, todavía hasta ahora ni siquiera puedo hablar el español aunque sí le entiendo, pero no mucho. Recuerdo que solamente el maestro hablaba español y nosotros los niños y los grandes sólo el mixe, todos éramos y somos mixes, no había y en la actualidad no existen niños mestizos, por eso no sé leer ni escribir.
Me llevaba bien con los niños, jugábamos y aun cuando me salí, seguimos jugando. Cuando crecí, mis padres querían que aprendiera a leer y a escribir, ya que había muy pocos que sabían hacerlo, pero pues ya no pude.?
Aprendizaje
?Cuando era niña, nunca me imaginé que iba a curar o ser adivinadora, nada de eso, a mí la necesidad me obligó a curar. Fue hasta después de casada. Vino nuestra primera hija y se enfermaba muy seguido, ahí fue donde me puse a pensar que debía saber y poder curar. La necesidad me obligó, ver a mi hija siempre enferma y a otros niños, sentía que podía curarlos. Así es como aprendí, llevando a mi hija con curanderos y adivinadores, ahí ponía mucha atención y de repente me di cuenta que ya sabía mucho. También mis abuelos, y en especial el abuelito de mi esposo, me decían que era bueno saber y así como ellos, anteriormente había más curanderos y adivinadores que sabían el calendario mixe y su interpretación; ahora somos menos. Yo aprendí sobre todo por la naturaleza que permitió que todos mis hijos sanaran y estén vivos, lo mismo con mis enfermos. Creo que me concedieron ese don, no lo tengo pedido, se aprende por voluntad propia y no por castigo. Aprendí ya casada, a los 24 años, pero sí me daba tiempo de hacer mi trabajo. Considero que sobre todo la Tierra es nuestra Madre, es un ser viviente que fácilmente se puede convertir en desgracia si le faltamos al respeto; hay que respetar a toda la naturaleza. Yo luego invoco, le hablo a la Madre Tierra, al viento, al Sol, a la Luna. Hay enfermedades que agarran en general a todo el pueblo, es que algo malo estamos haciendo juntos; pero si es de una persona la enfermedad, se piensa que el matrimonio no tiene suerte de vivir juntos. Hace un tiempo se oían pláticas sobre las enfermedades, que muchas personas se curaban separándose del matrimonio, viviendo mejor en unión libre; otros recogiendo ciertos animales en lugares muy especiales donde indican los adivinadores.
?Nada cambió desde que empecé a curar, todo fue igual. A mí siempre me llamaron por mi nombre, pero cuando fui capaz de trabajar y empecé a curar a los 24 años, a veces me llamaban por mi nombre y otras me decían ?la curandera? (Yëg tsokpë) o ?la adivinadora? (May-machob).
A medida como fui aprendiendo la manera de curar, cambió mi forma de hablar, poco a poco fui aprendiendo también el modo de expresión para las ocasiones que se presentan en los trabajos, es decir, que cuando no se cura se habla igual que todos, ya cuando le piden que cure, con respeto y siempre ceremonioso para así adivinar la enfermedad y poder curar.?
Los sueños
?Los sueños para mí no son importantes, soñar es natural, cuando algo preocupa hasta se sueña. Hay sueños especiales, otros son de mal augurio, no me acuerdo y no sé si mis sueños se hacen realidad; yo no aprendí por sueños. No adivino ni curo por medio de los sueños, algunas veces soñaba andar en algún lugar; en ese sitio cercano estaba el espíritu, transformado en animal de un enfermo. Una vez iba buscando leña en el monte y no me había dado cuenta que estaba muy cerca de una víbora que me estaba mirando embravecida; cuando la descubrí todo el cuerpo se me estremeció, me asusté mucho. Pasaron varios años y cuando me enfermé comencé con un dolor de muelas muy intenso, por más que tomaba calmantes no hacían efecto; se agravaba más. Hasta se hizo confusión de dolores: muelas, cabeza y toda la cara; duré así varias semanas llorando de dolor. Pero una madrugada que logré dormirme por unos segundos, soñé que andaba en la orilla de un río; sobresaltada, me desperté acordándome del gran susto de ver a la víbora. Como pude le conté a mi suegra, de inmediato ella buscó una rameadora quien fue a traer mi espíritu e inmediatamente se fueron los dolores? pero esto me pasó a mí, no creo que esto me ayudó a mi preparación.
?A veces cuando sueño con difuntos que llegan o se encuentran sentados en algún lugar, es seguro que se van a enfermar mis hijos o nietos. Creo que los sueños pueden mostrar sobre todo a las personas quienes poseen fuerza negativa, los que trabajan con el espíritu malo. Cuando se sueña con animales ponzoñosos es que hay problemas, envidias, pero así lo sabe toda la gente, no nada más yo. Pero los difuntos, al igual que los que aún viven, también platican en sueños de su hambre, sed y sufrimientos.
?Los sueños provienen del cerebro, que capta a los espíritus que viven en el universo. Las almas, que son el sentir de los vivos, vagan y avisan lo que va a suceder por medio de los sueños, pues a través de ellos nos comunicamos con el alma. Creo que son los espíritus los que flotan en el universo y se logran comunicar con el cerebro, que en esos momentos se encuentra desocupado.
?Existen muchos tipos de sueños: hay sueños inútiles que son los que no tienen pies ni cabeza; hay otros que se hacen realidad, son los que se sueñan en luna llena. ?Muchas personas se enferman por medio de los sueños y al despertar sienten molestias, éstos son difíciles de aliviar; otras veces la persona que está soñando empieza a sudar o a hablar, como que se resiste a la enfermedad y lo saca en el sudor.
?Los curanderos y los adivinadores sueñan igual que otros, y algunas personas sueñan de forma muy acertada, ya sea por bien o por mal, aunque no practiquen la curación. ?Aunque a mí nunca me ha pasado, creo que es posible, a través de los sueños, hacer comunicación con lo sagrado, lo bueno y lo malo.?
El diagnóstico
?Yo adivino las enfermedades con el maíz o con el calendario mixe y también con otras cosas más. Me pongo en la mesa o el suelo y echo el maíz, según va saliendo la posición del maíz es como se va viendo la enfermedad; igual pasa con el calendario mixe. Después, dependiendo de la enfermedad, curo con rezos, plantas, con limpias, con pomadas o con el temascal.
?Es con la adivinatoria con maíz como se ve cuando la enfermedad es pasajera o duradera. Cuando es por susto o por otras causas naturales, esto lo aprendí preguntando a otros adivinadores, quienes dominan más esto. No recuerdo que haya recibido algún regalo, cuando alguien está aprendiendo no se dice, no se cuenta; sólo cuando ya eres curadora.Te dan a veces pollo, huevos, maíz o te invitan a comer, o cuando tienen dinero también te dan? pero sí, la gente agradece. Yo recibí el agradecimiento de una familia que estaba por morir su niño y se logró recuperar.?
Cultura Médica
La medicina tradicional en San Cristóbal Chichicaxtepec
?Los que tenemos el don de curar debemos guardar respeto y verdad a nuestros semejantes, si no lo hacemos no podemos saber curar. A mí las personas que curo a veces me dan dinero, otras comida o algo, pero ellos voluntariamente me dan para ayudarme, para mí es igual que me den o no; el favor que puedo hacer lo gozaré en la otra vida. ?El curandero es quien sana de las enfermedades a las personas y al pueblo; es quien pide a Dios, a los santos y a la naturaleza para que no se enfermen. Es quien hace el bien y respeta las costumbres y la naturaleza. Me siento muy satisfecha de poder ayudar a mis paisanos, aunque a la vez siento preocupación porque hay muchos que se enferman y a veces es muy pesado sanarlos. Para que resulte mi trabajo, tengo que estar bien con todos, mi esposo me apoya y me anima por este trabajo; mis compañeros de la Organización de Médicos Indígenas y yo nos apoyamos.
?El adivinador y curandero es quien ya está seguro de lo que hace, no tiene miedo y tiene más comunicación con la naturaleza. Un aprendiz no da curación solo, necesita de la persona que le está enseñando; él mismo escoge al que le va a enseñar. La demás gente del pueblo poco sabe de las enfermedades, no saben cómo sacarlas, se preparan tés pero siempre nos buscan, ya que cada enfermedad tiene su forma de curar. Nosotros como curanderos a veces vamos con otro curandero de confianza para sanar. Para poder hacerlo hay que tener fe y el enfermo también, si no es así, no sanan. Las personas que dañan y enferman son mal vistos en los pueblos, pero sí hay.
?En mi comunidad hay varios paisanos que curan, son como diez personas. Algunos son curanderos y adivinadores como yo; otros son chupadores, los que sacan del cuerpo sangre negra o sangre magullada por golpes que no sangran o de otras enfermedades, lo extraen chupando la parte dañada; los hueseros ponen los huesos en su lugar, cuando son desviaciones, tronchaduras y hasta rupturas. Las parteras ven a las mujeres y las ayudan para prepararlas, sobándolas y colocando al niño para que salga bien y las atienden en sus partos que dan a luz una nueva vida. Las hierberas curan con plantas y rameadas. Los rezanderos piden a los cerros y a los santos alivio. Todos ellos hacen el bien, saben curar, cada quien tiene sus cuidados y nos respetamos y ayudamos. Me siento satisfecha y contenta porque formamos un grupo de trabajo todos los curanderos aquí en mi comunidad, por la salud de nuestros pueblos.
?Yo para curar sí le hablo a los santos, a Dios y a la naturaleza; a los santos patronos de los pueblos de donde son las personas. Aquí, a san Cristóbal se le invoca tirando tres copas de mezcal o aguardiente antes de comenzar la curación. Al santo se le prenden trece velas de cera natural, se agarra la flor más fresca de su florero y un poco de agua bendita y se le unta al enfermo en la frente, espalda, pecho, brazos y pies, rogando que la enfermedad se vaya. ?A mí me vienen a pedir para ir a curar a otros pueblos; sí salgo y así he conocido otras enfermedades y otras plantas medicinales. Cuando curo a veces los aires malos pueden entrar en el cuerpo, así como los espíritus negativos, esto es peligroso. También las sectas religiosas dicen que somos brujos y hechiceros. Cuando a veces fallamos la gente critica muy fuerte.?
Historia de su cuerpo
?Para que el cuerpo esté bien, hay que tener muchos cuidados: comer bien, descansar, estar limpios y bien con las costumbres y la naturaleza. Por eso siento que no estoy enferma, sólo un poco cansada por la edad; sí me he enfermado de gripa, tos, pero es natural por los cambios de temperatura y mal aire y eso me lo curo con medios naturales; con yerbas y rezos que no dañan el cuerpo. Cuando tengo gripa, trato de estar en la casa y me cuido de no mojarme. Nada más una vez tuve dolor de cabeza fuerte y toda la cara, que duró varias semanas; pero no creo que esto hizo que yo curara o provocó algo en mi vida. Lo que sí creo es que eso me hizo pensar que hay que aliviar pronto al enfermo para que no sufra mucho. A todos los que yo curo siempre les digo que no deben descuidar el rito sagrado de las entrañas de la tierra, que guarden respeto a las costumbres y se cuiden del mal aire, ya que eso es capaz de convertirse en cosas negativas para la salud. Porque al saber y conocer los distintos males de los enfermos trato de cuidarme más, trato de comer y descansar lo necesario, así es como cuido mi cuerpo, porque se siente mal por los aires malos de los enfermos. También cuando hay enfermos graves yo me preocupo mucho.
?Yo pienso que la muerte se da cuando el espíritu se separa, si la persona fallece por accidente y no por enfermedad lo que sacan es natural; pero si están enfermos y mueren pueden contagiar el mal por el sudor, el aliento o el orín. Porque creo que el cuerpo es parte de todo lo que nos rodea, del agua, la tierra, el sol, la luna y el aire, y el cuerpo se acaba, pero el espíritu sigue flotando en todas partes. Por eso hay que ver de dónde viene el mal, hay que adivinar y para cada mal hay que trabajarlo?.
Concepción salud-enfermedad
?Para estar sano se debe estar bien con Dios, con la naturaleza, con las costumbres, con el pueblo, cumplir con las obligaciones, comer bien y descansar. La gente se enferma por no cumplir con las costumbres y por descuidos; de ahí vienen las enfermedades, de cuestiones naturales, agua sucia y sustos; eso es lo que nosotros llamamos las enfermedades más difíciles. Así como el mal de ojo y sustos y eso lo curamos los adivinadores y curanderos viejos, los que saben trabajarlo. Yo conozco las enfermedades graves por medio de la adivinación con el maíz y el calendario mixe; a veces le pregunto a los enfermos qué sienten. ?Hay personas que pueden causar enfermedades y ésas son las que tienen sangre y espíritu negativo. Con la mirada roban el espíritu y lo convierten en pequeños animales presos en cualquier cueva. Siempre es bueno cumplir con todas las promesas; es peligroso no cumplir, se pueden enfermar y morir, así sean promesas con los santos, la naturaleza, los cerros. Nosotros los curanderos tenemos que guardar respeto a las enfermedades de las personas, así como el cura se tiene que guardar el secreto?.