Respaldo de material de tanatología

Psiquiatria: La depresión

La depresión (PDQ®)

DESCRIPCION
La depresión es una afección comórbida, un síndrome incapacitante que afecta aproximadamente del 15% al 25% de los pacientes con cáncer.[1,2] Tanto los individuos como las familias que se enfrentan a un diagnóstico de cáncer experimentarán diversos niveles de estrés y de perturbación emocional. El temor a la muerte, la alteración de los planes de vida, los cambios en la imagen corporal, autoestima, los cambios en el rol social y en el estilo de vida, así como las preocupaciones económicas y legales son asuntos importantes en la vida de cualquier persona con cáncer y, aún así, no todos los que están diagnosticados con cáncer experimentan depresión grave.
Existen muchos mitos sobre el cáncer y de la manera en la cual las personas se enfrentan a este, tales como: todas las personas con cáncer están deprimidas, la depresión en una persona con cáncer es normal; los tratamientos no ayudan, todo las personas con cáncer sufrirán y padecerán una muerte dolorosa. La tristeza y la pena son reacciones normales a las crisis que hay que enfrentar durante una enfermedad de cáncer. Estas reacciones las experimentarán periódicamente todos los personas. Ya que la tristeza y la depresión es común, es importante distinguir entre los grados “normales” de tristeza y los trastornos depresivos. Una revisión de un artículo reciente del panel de consenso sobre la postrimería-de-la-vida, describe los detalles relacionados con esta importante distinción e ilustra los puntos principales mediante el uso de viñetas.[3] Un elemento crítico en el tratamiento del paciente es el poder reconocer los niveles patológicos de la depresión para poder establecer un tratamiento. Algunos personas pueden tener más dificultad en ajustarse al diagnóstico de cáncer que otros, y variarán en la forma de responder al diagnóstico. Las depresiones mayores no son simplemente tristeza o falta de ánimo. Esta afecta aproximadamente a un 25% de los pacientes y tiene síntomas reconocibles que pueden ser diagnosticados y tratados, lo cual es algo que hay que hacer, debido a que esta tiene un impacto en la calidad de vida.[4,5]
Generalmente, la respuesta emocional inicial de la persona al diagnóstico de cáncer suele ser breve, con una duración de varios días o semanas, y puede incluir sentimientos de incredulidad, rechazo o desesperación.

Esta respuesta es normal y parte de un espectro de síntomas depresivos que van desde la tristeza normal, hasta un trastorno de adaptación de humor deprimido a una depresión mayor.[3] Otros de los síndromes descritos incluye la distemia y la depresión subsíndrome (también conocida como depresión menor o depresión subclínica). La distemia es un trastorno afectivo crónico durante el cual la persona se siente desanimado la mayor parte de los días por al menos 2 años. En contraste, la depresión subsíndrome es un trastorno de la afectividad agudo pero menos severo, (en esta se presenta algunos, pero no todos los síntomas de diagnóstico).
La respuesta emocional al diagnóstico de cáncer o a una recaída, podría comenzar con un período disfórico, marcado por un aumento en la agitación. Durante este tiempo el individuo experimentará trastornos del sueño y del apetito, ansiedad, cavilaciones y temor al futuro. Sin embargo, estudios epidemiológicos indican que al menos la mitad de todos las personas diagnosticadas con cáncer se adaptarán satisfactoriamente. Algunos indicadores de lo que podríamos considerar una adaptación exitosa son: a) El mantenerse activo en los quehaceres cotidianos, b)tratar de reducir al mínimo el impacto que tiene la enfermedad en los papeles que a diario desempeñamos, como el de padre, esposo, empleado etc., y c) tratar de regular las emociones que le son normales a la enfermedad, y d) manejar los sentimientos de desesperanza, desvalidez, inutilidad o culpa.[6] Los indicadores siguientes podrían señalar que es necesario efectuar una intervención temprana: a) antecedentes de depresión; b) sistema precario de respaldo social (soltero, pocos amigos, ambiente laboral solitario); c) indicios de persistentes creencias irracionales o pensamiento negativo respecto al diagnóstico; d) pronóstico más grave; y e) mayor disfunción relacionada con el cáncer. Cuando el médico clínico comienza a tener sospechas de que un paciente está deprimido, hará una evaluación de sus síntomas. Algunos niveles de depresión se consideran ligeros y subclínicos, e incluyen algunos, pero no todos los criterios para el diagnóstico de una depresión severa, sin embargo, podrían ser también angustiantes y demandar cierto grado de intervención como la consejería de grupo o individual, ya sea a través de un profesional de salud mental o mediante la participación en un grupo de apoyo o autoayuda.[7] Aun en ausencia de síntomas, muchos pacientes manifiestan interés en la consejería de apoyo, y el personal sanitario debería tratar de referir a estos pacientes a un profesional en salud mental calificado. Sin embargo cuando estos síntomas se intensifican, se tornan duraderos o recurrentes, después de haber aparentemente desaparecido, es esencial que se sometan a tratamiento para aliviar los síntomas.[5,8-10] La ansiedad y depresión al principio del tratamiento son buenos indicadores de que estas volverán a presentarse en 6 meses[11]

Bibliografía
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3. Block SD, for the ACP-ASIM End-of-Life Care Consensus Panel: Assessing and managing depression in the terminally ill patient. Annals of Internal Medicine 132(3): 209-218, 2000.
4. Massie MJ, Holland JC: The cancer patient with pain: psychiatric complications and their management. Medical Clinics of North America 71(2): 243-258, 1987.
5. Lynch ME: The assessment and prevalence of affective disorders in advanced cancer. Journal of Palliative Care 11(1): 10-18, 1995.
6. Spencer SM, Carver CS, Price AA: Psychological and social factors in adaptation. In: Holland JC, Breitbart W, Jacobsen PB, et al., eds.: Psycho-oncology. New York, NY: Oxford University Press, 1998, pp 211-222.
7. Meyer TJ, Mark MM: Effects of psychosocial interventions with adult cancer patients: a meta-analysis of randomized experiments. Health Psychology 14(2): 101-108, 1995.
8. Massie MJ, Holland JC: Overview of normal reactions and prevalence of psychiatric disorders. In: Holland JC, Rowland JH, eds.: Handbook of Psychooncology: Psychological care of the patient with cancer. New York, NY: Oxford University Press, 1989, pp 273-282.
9. Massie MJ, Shakin EJ: Management of Depression and Anxiety in Cancer Patients. In: Breitbart W, Holland JC, eds.: Psychiatric Aspects of Symptom Management in Cancer Patients. Washington, DC: American Psychiatric Press, 1993, pp 470-491.
10. Weisman AD, Worden JW: The existential plight in cancer: significance of the first 100 days. International Journal of Psychiatry in Medicine 7(1): 1-15, 1976.
11. Nordin K, Glimelius B: Predicting delayed anxiety and depression in patients with gastrointestinal cancer. British Journal of Cancer 79(3/4): 525-529, 1999.

EVALUACION Y DIAGNOSTICO
Los síntomas de depresión mayor son un humor deprimido casi todo el día la mayoría de las veces; falta de gusto o interés en la mayoría de las actividades; un cambio importante en los patrones de sueño y apetito; agitación o lentitud psicomotora; fatiga; sentimiento de inutilidad o de culpa de forma excesiva e inadecuada; falta de concentración; pensamientos recurrentes sobre la muerte o el suicidio. Para hacer un diagnóstico de depresión, estos síntomas deberán haber durado un mínimo de 2 semanas. El diagnóstico de depresión en personas con cáncer puede ser difícil debido a los problemas inherentes en la posibilidad de distinguir entre los síntomas biológicos o físicos de la depresión, y los síntomas de la enfermedad misma o de los efectos tóxicos secundarios del tratamiento. Esto es especialmente valedero en los individuales que reciben tratamiento activo o los que tienen enfermedad avanzada. Los síntomas cognoscitivos, tales como culpa, inutilidad, desesperanza, pensamientos de suicidio y la falta de gusto en las actividades cotidianas, son probablemente los más útiles en el diagnóstico de depresión en las personas con cáncer.
Los síntomas cognoscitivos se expresan en forma de pensamientos repetidos y meditativos tales como: “Yo mismo me lo busqué”, “Dios me está castigando”, “Estoy defraudando a mi familia”, y expectativas fatalistas respecto al pronóstico, a pesar de indicios realistas en su contra. Estos pensamientos pueden predominar o pueden alternarse con pensamientos más realistas y aún seguir produciendo mucha tensión. Algunos individuos comparten libremente sus pensamientos negativos; para otros, la familia podría estar consciente de ellos. Otros pacientes no comparten voluntariamente esos pensamientos pero responden a preguntas breves como las siguientes (otros ejemplos aparecen en la tabla 2a):
– “Muchas personas se dan cuenta de que están meditando sobre su cáncer.
¿Qué tipo de pensamientos tiene usted?”

– “¿Ha pensado usted en algún momento … (“Yo mismo me lo busqué,” “Dios me está castigando,” etc.)? ¿Con cuánta frecuencia? ¿Solamente algunas
veces en la semana, o todo el tiempo? ¿Cree usted que estos pensamientos
son verdad?”

– “A pesar de estos pensamientos, puede usted seguir su vida de siempre y
hallar placer en ella? ¿O está usted tan preocupado que no puede dormir o que se siente desesperanzado?

El médico y la enfermera pueden hacer este tipo de preguntas sin tener que ocuparse ellos mismos de dar orientación. El hecho de hacer estas preguntas expresa su preocupación y aumenta la posibilidad de que el paciente reciba favorablemente sus sugerencias de que debe buscar más orientación.
Después de hacer estas preguntas puede decir algo como las oraciones siguientes:
“Muchas personas con cáncer tienen a veces estos sentimientos. De manera que usted no es la única. Pero hablar de esto con otra persona puede ayudar muchísimo. Me gustaría sugerirle que trate de hablar con alguien. ¿Estaría dispuesto a hablar con alguien que tiene mucha experiencia ayudando a las personas a lidiar con la tensión que trae el tener cáncer?
Es preferible en este momento alentar al paciente a que hable con alguien que ya conoce, y al mismo tiempo informarle sobre otras fuentes de respaldo en la comunidad. Particularmente en los pacientes que han completado su tratamiento y cuyos síntomas físicos son manejables, mientras más alta sea la percepción de que existen servicios de apoyo social disponibles, menores son los síntomas de depresión.[1] En muchos casos es apropiado referir al paciente a un ministro religioso o un terapeuta. Casi todos los terapeutas pueden tratar temas generales del pesar que produce perder a un ser querido o del miedo de la muerte; algunos se especializan en psicología clínica de la salud, trabajo social médico o hasta en trabajar principalmente con pacientes de cáncer. Para el paciente indeciso, la sugerencia de muchos recursos de ayuda podría aumentar la posibilidad de que busque la ayuda que necesita. Para otros pacientes, lo más apropiado podría ser un envío directo y formal.
Al medir el grado de depresión en las personas con cáncer se deberá hacer una cuidadosa evaluación de los síntomas, de los efectos del tratamiento, de los resultados de laboratorio, del estado físico y del estado mental. Aunque se desconoce en mayor grado la etiología de la depresión, sí se conocen muchos de los factores de riesgo de ésta (véase la tabla 1).

      TABLA 1.  FACTORES DE RIESGO DE DEPRESION EN PERSONAS CON CANCER
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          Depresión al momento del diagnóstico de cáncer[3]
          Historia de depresión:
            Dos o más episodios en la vida
            El primer episodio en los primeros o últimos años de vida
          Deficiencia en el control del dolor
          Historial familiar de depresión o suicidio
          Intentos suicidas anteriores
          Historial de alcoholismo o de drogadicción
          Etapa avanzada de cáncer
          Elementos de tensión adicionales concurrentes [4]
          Deterioro físico creciente o molestia
          Cáncer del páncreas[5]
          Estar soltero[6]
          Desesperanza, sentirse deshauciado, inútil, culpabilidad
          Enfermedades concurrentes que producen síntomas depresivos (como
          derrame cerebral o MI)
          Tratamiento con ciertos agentes quimioterapéuticos, p. ej.:
            Corticosteroides
            Procarbacina
            L-Asparaginasa
            Interferón alfa
            Interlukina-2[7]
            Anfotericina-B
La evaluación de la depresión y de las inclinaciones suicidas en personas con cáncer deberán también incluir una evaluación cuidadosa de la percepción que tiene la persona de su enfermedad, del historial clínico, historial familiar o personal de depresión o de pensamientos suicidas, estado mental en el presente, y estado físico, así como efectos del tratamiento y de la enfermedad, factores estresantes concurrentes de su vida y disponibilidad de apoyo social. Es importante entender que más del 90% de los pacientes indican que prefieren platicar con sus médicos sobre sus asuntos emocionales, pero más de una cuarta parte de estos piensan que es al médico a quien le corresponde iniciar esta conversación.[8] Los pensamientos suicidas, cuando suceden, tienden a atemorizar al individuo, a su médico y a la familia. Las expresiones suicidas pueden ir desde un comentario casual que resulte de la frustración o disgusto con el curso del tratamiento: “Si tengo que someterme a una aspiración de médula ósea una vez más en este año, saltaré por la ventana, hasta una reflexión de desesperación considerable y una situación emergente: “Ya no puedo soportar lo que esta enfermedad nos está haciendo a todos nosotros y me voy a matar”. Es de suma importancia explorar la seriedad de los pensamientos. Si se determina que los pensamientos suicidas son serios, se deberá establecer contacto con un psiquiatra o psicólogo inmediatamente y se deberá poner atención en la seguridad de la persona.
La forma más común de sintomatología depresiva en personas con cáncer es un trastorno de la adaptación donde el humor de la persona se encuentra deprimido, a veces llamado depresión reactiva. Este trastorno se manifiesta cuando una persona manifiesta un humor disfórico acompañado de incapacidad para llevar a cabo sus actividades diarias. Los síntomas parecen ser prolongados y excesivos en comparación a una reacción normal esperada, pero no llenan los criterios de un episodio de depresión mayor. Cuando estos síntomas interfieren en forma significativa con el funcionamiento diario de una persona, tal como ponerle atención al trabajo o a las actividades escolares, compras, o la atención del hogar, deberán ser tratados de la misma forma que se trata la depresión mayor (es decir, mediante el uso de intervención en la crisis, psicoterapia de apoyo y medicación, especialmente con fármacos que alivian rápidamente los síntomas aflictivos). El basar el diagnóstico en estos síntomas puede muchas veces resultar problemático cuando el individuo padece de enfermedad avanzada y es la enfermedad misma la causante de tales síntomas. Durante la etapa más avanzada de la enfermedad, se hace más fácil el diagnóstico cuando el enfoque se concentra en el desconsuelo, sentimientos de culpa, y una ausencia total del disfrute de la vida.
Entre los que se encuentran físicamente enfermos, no ha podido demostrarse que los instrumentos usados por los psiquiatras en general, para medir la depresión, sean más útiles clínicamente que una entrevista y un examen detallado del estado mental. El simple hecho de preguntarle al paciente si está deprimido, podría mejorar la identificación de la depresión. Muchas veces en los pacientes de cáncer en etapa final, basta con hacerles la pregunta (¿”está deprimido”?) el evaluar el grado de depresión del estado de ánimo, provee una clasificación de la depresión, tan certera y confiable como la escala análoga visual para la depresión o el Inventario Breve sobre la Depresión de Beck [9] Otras herramientas clínicas útiles para clasificación son La Escala de Hospital para Ansiedad y Depresión,[10] y el Inventario sobre la Angustia Psicológica.[11] El Breve Inventario de Síntomas y la Escala Zung para Autoclasificación de Depresión son otros instrumentos clínicos útiles de detección. [12-13]
Es importante validar los instrumentos de detección en poblaciones con cáncer y usarlos en combinación con las entrevistas estructuradas de diagnóstico.[14] Debido a que comúnmente no es reconocida y por tanto no se le da tratamiento a la depresión en personas con cáncer, los instrumentos diagnósticos pueden ayudar a que se hagan más evaluaciones.[5] Un estudio piloto llevado a cabo con 25 pacientes, utilizó un diseño de escala análoga visual simple, fácilmente reproducible, que indican los beneficios del enfoque único como forma de detectar la depresión.
Esta escala consiste en una línea de 10 cm con un dibujo de una cara triste en un extremo y una cara feliz en el otro, en la que los pacientes marcan el lugar donde piensan que se encuentra su estado de ánimo en dicha escala. A pesar de que los resultados indican que una escala análoga visual podría resultar útil como herramienta de detección de la depresión, las conclusiones de este estudio estuvieron limitadas por el pequeño número de pacientes participantes y la falta de entrevistas clínicas. Más aún, a pesar de que se informó una alta correlación con la escala de hospital para la Ansiedad y la Depresión, (r=.87), no se dieron indicaciones de corte. Finalmente se debe enfatizar el hecho de que tal herramienta tiene como fin indicar la necesidad de una evaluación profesional más a fondo. Sin embargo, si se valida más a fondo, este simple enfoque puede en gran manera optimizar la evaluación y el manejo de la depresión en los pacientes de cáncer avanzado cognitivamente intactos.[16]
Los “Síndromes orgánicos del humor” o “Síndromes del humor relacionado con la condición médica” (MSRMC, siglas en inglés), como se designan ahora en el Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales, 4ta edición (DSM-IV) con frecuencia imitan a los síndromes del humor cuando se presentan. Se supone (quizás en base a su trayectoria o a datos de laboratorio) que un factor orgánico o médico juega un papel en la etiología del síndrome. El DSM-IV indica que las anormalidades cognitivas prominentes pueden acompañar los factores y por lo tanto son útiles para hacer el diagnóstico. El DSM-IV también resalta la apatía profunda como signo de MSRMC. También se debería pensar en obtener datos de laboratorio para ayudar a detectar fallas de equilibrio electrolítico o endocrino o la presencia de deficiencias en la alimentación. La experiencia clínica indica que la farmacoterapia es más ventajosa que la psicoterapia sola, en el tratamiento de depresión causada por factores médicos, especialmente si las dosificaciones del agente o agentes causativos, es decir, esteroides, antibióticos u otros medicamentos no pueden disminuirse o descontinuarse.[17]


4 thoughts on Psiquiatria: La depresión

  1.       TABLA 2A. PREGUNTAS QUE SUGERIMOS FORMULAR EN LA EVALUACION DE
                    SINTOMAS DEPRESIVOS EN ADULTOS CON CANCER *
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                      PREGUNTA                                        SINTOMA
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                                        — Animo —

    ¿Cómo cree usted que está enfrentando el cáncer?  Bien?  Mal?      Bienestar
    ¿Cómo está su humor desde el diagnóstico?  Deprimido?  Triste?    Humor
      Durante el tratamiento
    ¿Llora algunas veces?  ¿Con qué frecuencia?    únicamente solo?    Humor
    ¿Todavía hay cosas que le gusta hacer o ha perdido el gusto por
      las cosas que antes disfrutaba?                                Anhedonia
    ¿Cómo ve usted el futuro?  Brillante?  Negro?                     
                                                                        esperanza
    ¿Piensa que Ud. puede influir en la atención que recibe o esa
      atención está totalmente bajo el control de otras personas?    Incapacidad
    ¿Se preocupa sobre si es una carga para su familia y amigos
      durante el tratamiento del cáncer?                              Culpa
    ¿Piensa que los demás estarían mejor sin usted?                    Inutilidad
    ——————————————————————————
                              — Síntomas físicos —
    (Evaluar en el contexto de síntomas relacionados con el cáncer)

    ¿Tiene Ud. dolor que no está controlado?                          Dolor
    ¿Cuánto tiempo pasa Ud. en cama?                                  Fatiga
    ¿Se siente débil?  ¿Se fatiga fácilmente?  ¿Se siente descansado  Fatiga
      después de dormir?
    ¿Hay alguna relación entre la forma como se siente y algún
      cambio en el tratamiento o cómo se siente usted físicamente
      en otras circunstancias?
    ¿Qué tal duerme usted?  ¿Tiene problema para dormirse?            insomnio
      ¿Despierta temprano?  ¿Frecuentemente?
    ¿Cómo está su apetito?  ¿Sabe bien la comida?                      Apetito
      ¿Pérdida o aumento de peso?
    ¿Cómo está su interés en el sexo?  ¿Grado de actividad sexual?    Libido
    ¿Piensa o se mueve más lentamente que de ordinario?                Lentitud
                                                                      psicomotora

    * Adaptado de Roth y Holland [2]

         

    TABLA 2B.  PREGUNTAS SUGERIDAS PARA LA EVALUACION DE
                    SINTOMAS SUICIDAS EN PACIENTES CON CANCER *
    ——————————————————————————
                PREGUNTAS                                    EVALUACION
    ——————————————————————————
    La mayoría de las personas con cáncer tiene            Acepte que es normal al
    pensamientos suicidas pasajeros de, tal como,          iniciar con una
    “Puede ser que haga algo si se pone muy                declaración que
    difícil.”                                              reconoce que la
                                                          discusión no incrementa
                                                          el riesgo

    ¿Ha tenido Ud. pensamientos de ese tipo?              Nivel de riesgo
      ¿Pensamientos de no querer vivir o deseos
      de que la enfermedad  acelere su muerte?
    ¿Tiene Ud. pensamientos suicidas?                      Nivel de riesgo
      ¿Ha pensado Ud. en la forma en que lo haría?
      ¿Piensa causarse daño?
    ¿Ha estado Ud. alguna vez deprimido o ha intentado    Historia
      suicidarse?
    ¿Ha sido Ud. tratado alguna vez por otros problemas    Historia
      psiquiátricos o ha sido Ud. hospitalizado en un
      Centro psiquiátrico antes de ser diagnosticado con
      cáncer?
    ¿Ha tenido Ud. algún problema con el alcohol o las    Dependencia
      drogas?
    ¿Ha perdido Ud. recientemente a alguien cercano?      Luto
      (Familia, amigos, u otros con cáncer)

    * Adaptado de Roth y Holland [2]

        TABLA 3.  POSIBLES CAUSAS DE DEPRESION EN PACIENTES CON CANCER [13]
    ——————————————————————————
              Dolor incontrolado
              Anormalidades metabólicas:
                Hipercalcemia
                Desequilibrio de sodio y potasio
                Anemia
                Deficiencia de vitamina B12 o de folato
                Fiebre
              Anormalidades endocrinas:
                Hiper- o hipotiroidismo
                Insuficiencia suprarrenal
              Medicaciones:[7,19-21]
                Esteroides
                Interferón alfa y aldesleuquina (interleuquina 2, IL-2)[17]
                Metildopa
                Reserpina
                Barbitúricos
                Propranolol
                Algunos antibióticos (p. ej., anfotericina B)
                Algunos agentes quimioterapéuticos, p. ej.:
                  Procarbacina
                  L-Asparaginasa

    Bibliografía
    1. De Leeuw JR, De Graeff A, Ros WJ, et al.: Negative and positive influences of social support on depression in patients with head and neck cancer: a prospective study. Psycho-Oncology 9(1): 20-28, 2000.
    2. Roth AJ, Holland JC: Psychiatric complications in cancer patients. In: Brain MC, Carbone PP, eds.: Current Therapy in Hematology-Oncology. 5th ed., St. Louis, Missouri: Mosby-Year Book, Inc., 1995, pp 609-618.
    3. Nordin K, Glimelius B: Predicting delayed anxiety and depression in patients with gastrointestinal cancer. British Journal of Cancer 79(3/4): 525-529, 1999.
    4. Green BL, Krupnick JL, Rowland JH, et al.: Trauma history as a predictor of psychologic symptoms in women with breast cancer. Journal of Clinical Oncology 18(5): 1084-1093, 2000.
    5. Green AI, Austin CP: Psychopathology of pancreatic cancer. A psychobiologic probe. Psychosomatics 34(3): 208-221, 1993.
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    7. Capuron L, Ravaud A, Dantzer R: Early depressive symptoms in cancer patients receiving interleukin 2 and/or interferon alfa-2b therapy. Journal of Clinical Oncology 18(10): 2143-2151, 2000.
    8. Detmar SB, Aaronson NK, Wever LD, et al.: How are you feeling? Who wants to know? Patients’ and oncologists’ preferences for discussing health-related quality-of-life issues. Journal of Clinical Oncology 18(18): 3295-3301, 2000.
    9. Chochinov HM, Wilson KG, Enns M, et al.: “Are you depressed?” Screening for depression in the terminally ill. American Journal of Psychiatry 154(5): 674-676, 1997.
    10. Zigmond AS, Snaith RP: The hospital anxiety and depression scale. ACTA Psychiatrica Scandinavica 67: 361-370, 1983.
    11. Morasso G, Constantini M, Baracco G, et al.: Assessing psychological distress in cancer patients: validation of a self-administered questionnaire. Oncology 53(4): 295-302, 1996.
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    13. Dugan W, McDonald MV, Passik SD, et al.: Use of the Zung self-rating depression scale in cancer patients: feasibility as a screening tool. Psycho-Oncology 7(6): 483-493, 1998.
    14. Lynch ME: The assessment and prevalence of affective disorders in advanced cancer. Journal of Palliative Care 11(1): 10-18, 1995.
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    17. Breitbart W, Holland JC: Psychiatric complications of cancer. Current Therapy in Hematology-Oncology 3: 268-274, 1988.
    18. Roth AJ, Holland JC: Treatment of depression in cancer patients. Primary Care and Cancer 14: 23-29, 1994.
    19. Cancer chemotherapy. Medical Letter on Drugs and Therapeutics 29(736): 29-36, 1987.
    20. Drugs of choice for cancer chemotherapy. Medical Letter on Drugs and Therapeutics 33(840): 21-28, 1991.
    21. Drugs that cause psychiatric symptoms. Medical Letter on Drugs and Therapeutics 31(808): 113-118, 1989.

    INTERVENCION
    El si debe empezar o no una terapia antidepresiva, dependerá de las probabilidades de que el paciente se recupere de forma espontánea en las próximas 2 a 4 semanas, el grado de trastorno funcional y la duración y severidad de los síntomas depresivos.[1] Los estudios han demostrado que el tratamiento de la depresión mayor es optimizado mediante una combinación de farmacoterapia y psicoterapia. Así, aun cuando un médico general u oncólogo sea el que emprende el tratamiento de los síntomas depresivos en forma farmacológica, se deberá tomar en consideración el remitir al paciente a psicoterapia u orientación.
    La personas deberán ser remitidas a consulta psiquiátrica por cualquiera de las siguientes razones: – el médico general y el oncólogo no se sienten competentes para tratar la
    depresión del paciente debido a características clínicas específicas de
    su presentación (es decir, si se presentan tendencias suicidas
    prominentes)
    – los síntomas depresivos tratados por el médico general, son resistentes
    a las intervenciones farmacológicas, después de 2-4 semanas de terapia
    – los síntomas depresivos empeoran en vez de mejorar;
    – cuando se inicia tratamiento con fármacos antidepresivos, cuando se
    valoran las dosis de los fármacos y cuando un tratamiento continuo se ve
    interrumpido o se hace problemático debido a efectos adversos
    atribuibles al medicamento
    – los síntomas depresivos están interfiriendo con la capacidad del
    paciente para cooperar con el tratamiento médico.[2-4]
    Intervención farmacológica
    En algunos casos de depresión en pacientes con cáncer, se puede indicar la terapia antidepresiva. En una revisión sistemática de farmacoterapias nuevas para el tratamiento de la depresión en adultos, la tasa de respuesta al tratamiento con antidepresivos fue de aproximadamente 54% y el beneficio relativo de los antidepresivos comparados con placebo fue de 1.6[5] La eficacia de las nuevas farmacoterapias es similar a los antiguos antidepresivos para los pacientes médicos en general, lo cual incluye a adultos de mayor edad y a aquellos pacientes con enfermedades coexistentes de tipo general o siquiátricas.[5] La tasa de abandono del tratamiento debido a los efectos secundarios es de aproximadamente 11% con los antidepresivos nuevos y de 16% con los antidepresivos viejos.[5]
    Aunque no ha sido evaluada extensamente en ensayos controlados, la experiencia clínica y los resultados de pequeños ensayos clínicos indican que los antidepresivos se pueden administrar de forma inocua a los pacientes con cáncer y que son eficaces en el tratamiento de la depresión y de los síntomas depresivos. Por ejemplo, un ensayo clínico doble ciego, con placebo como control, en el que se comparó la fluoxetina y la desipramina en el tratamiento de los síntomas depresivos en 40 mujeres con cáncer, demostró que ambos medicamentos fueron eficaces y bien tolerados. Por otro lado se encontró que hubo mucho mayor mejoría en diversos indicadores de la calidad de vida, en aquellos pacientes que recibieron fluoxetina.[6]
    La mayor parte de las recetas antidepresivas están dirigidas al tratamiento de un trastorno depresivo presente o síntomas depresivos significativos. Existe un estudio que apoya la idea del uso de antidepresivos para prevenir la depresión en aquellos pacientes que reciben altas dosis de interferon como terapia adyuvante de melanomas malignos.[8] la lógica de este enfoque es que el tratamiento con dosis altas de interferon está relacionado con una tasa particularmente alta de depresión en esta población de pacientes, y las citokinas proinflamatorias implicadas en los cambios biológicos que llevan a la depresión podrían reducirse directamente mediante el uso de antidepresivos. En este estudio doble ciego que incluyó a pacientes que recibieron altas dosis de interferon, 2 de los 18 pacientes en el grupo de paroxetina, desarrollaron depresión en las primeras 12 semanas de terapia en comparación con 9 de un total de 20 en el grupo que recibió placebo (riesgo relativo 0.24; 95% CI 0.08-0.93) más aún, en el grupo de paroxetina hubieron significativamente mucho menos casos de descontinuación del tratamiento(5% vs 35% riesgo relativo 0.14; 95% CI 0.05-0.08) se precisa de mayores estudios que confirmen estos hallazgos y que determinen si el uso de antidepresivos como “profiláctico” tiene algún beneficio en otros ámbitos de tratamiento.
    La elección del antidepresivo depende de la historia clínica del paciente y de los problemas médicos concomitantes, de los síntomas referibles a la depresión, y cualquier reacción previa a medicamentos antidepresivos así como los efectos secundarios asociados con los agentes disponibles.
    Los tipos de medicamentos usados para tratar la depresión en pacientes con cáncer incluyen los inhibidores selectivos de reabsorción de serotonina (SSRI, siglas en inglés), los antidepresivos tricíclicos (ATC) y, hasta cierto punto, los agentes analépticos o “estimulantes del SNC” (o sea, anfetaminas). La tabla 4 indica los antidepresivos usados comúnmente y subraya las dosis iniciales que se usan en pacientes con cáncer, las cuales son generalmente más bajas que las dosis usadas en individuos físicamente saludables que tienen depresión (vea la tabla 5A).
    La sección de Comentarios y Efectos Secundarios identifica efectos secundarios específicos a los fármacos y otros factores que podrían ser ventajosos o problemáticos, pero que se deben tomar en cuenta en la selección de medicamentos antidepresivos y en la observación de pacientes que reciben estos fármacos. Por lo general, hay un largo período de latencia (3-6 semanas) desde el momento en que comienza el tratamiento con medicamentos antidepresivos hasta el inicio de la respuesta terapéutica. En muchos casos, el tratamiento comienza con dosis bajas seguidas de un período de dosificación gradual para lograr una respuesta óptima individualizada. Las dosis bajas iniciales pueden ayudar a evitar los efectos secundarios iniciales, pero el de la dosis puede ser necesaria para obtener efectos terapéuticos. Para algunos agentes, hay una “ventana terapéutica” donde las concentraciones de plasma están correlacionadas con la respuesta antidepresiva del paciente (o sea, nortiptilina). Para los pacientes que reciben estos agentes, la observación consecutiva de la concentración de fármacos guía la terapia y facilita la administración de una prueba terapéutica adecuada, ya que las concentraciones de plasma menores y mayores que los intervalos terapéuticos definidos se asocian con la falla del tratamiento, respuestas subóptimas y, en el caso de concentraciones elevadas de fármacos, toxicidad innecesaria.
    Al escoger entre los fármacos antidepresivos, vale la pena tener en cuenta los efectos secundarios que puedan proporcionar una ventaja clínica. Por ejemplo, algunos antidepresivos, como mirtazapina, amitriptilina y trazodona, pueden ser útiles para los paciente agitados o que tienen dificultad para dormir, ya que tienen efectos sedantes. Por consiguiente, suele iniciarse el tratamiento en la forma de una sola dosis diaria administrada al retirarse. Aunque la mayoría de los pacientes desarrollan tolerancia a los efectos sedantes de los antidepresivos con el tratamiento continuo, la necesidad de utilizar agentes soporíficos podría disminuir al mejorar los síntomas depresivos.
    Cuando se escoge y combina antidepresivos hay que tomar en cuenta lo siguiente: – reducir al mínimo los efectos secundarios y evitar el empeorar el estado actual de salud;
    – orientarlos hacia síntomas perturbadores específicos; y
    – evaluar otros problemas médicos coexistentes que puedan recrudecerse por
    el uso de ciertos antidepresivos
    – revisar la lista de medicamentos del paciente en busca de fármacos que
    pudieran obrar recíprocamente en los antidepresivos

       

    TABLA 4.  FARMACOS ANTIDEPRESIVOS PARA PACIENTES ADULTOS AMBULATORIOS *

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    CLASE DE FARMACOS                EFECTOS SECUNDARIOS/COMENTARIOS
    NOMBRE GENERICO (NOMBRE
    PROPIETARIO)
      DOSIS*
    ——————————————————————————

    ANTIDEPRESIVOS                    Todos los ATC pueden causar arritmias
    TRICICLICOS (ATC)                cardíacas.(a) Verifique el punto de
                                      referencia del ECG en busca de anormalidades
                                      de conducción cardíaca.  Se ha identificado
                                      intervalos terapéuticos de concentración en
                                      el plasma para todos los agentes, pero la
                                      dosis debe basarse en la respuesta clínica
                                      del paciente y no exclusivamente en las
                                      concentraciones plasmáticas.(b)
                                      En los pacientes que responden, reducir la
                                      dosis diaria a la cantidad eficaz mínima
                                      necesaria para sostener una respuesta.
                                      Los ATC pueden producir disfunción sexual.
                                      en ambos sexos.(c)
                                      El tratamiento puede estar asociado al
                                      aumento de peso.

    amitriptilina (Elavil)            Sedante fuerte; mareos, dolor de cabeza;
    inicial: 25-50 mg como            Aumento de peso; efectos anticolinérgicos
    dosis única diaria,              (d)y cambios ortostáticos de presión
    preferiblemente al acostarse      arterial (hipotensión postural);puede
    mantenimiento:150-300 mg/d        producir disfunción sexual (ambos sexos).
                                      Concentracion terapéutica plasmática
                                      (fármaco madre + metabolito activo) = 110-
                                      250 ng/ml

    clomipramina (Anafranil)          Efectos anticolinérgicos; mareos; sopor;
    inicial: 25 mg/día y              dolor de cabeza; aumento de peso;
    gradualmente incrementar a        hipotensión ortostática
    100 mg/día las primeras dos   
    semanas. Puede administrarse     
    a la hora de acostarse
    mantenimiento: 100-250 mg/día máximo
                 
    desipramina (Norpramina)          Sedante ligero; aumento de apetito; nausea 
    inicial: 25-50 mg/día como        efectos anticolinérgicos mínimos(d)y cambios
    dosis única diaria,              ortostáticos de presión arterial.
    preferiblemente al acostarse      Concentracion terapéutica plasmática
    mantenimiento:  150-300 mg/d      = 125-300 ng/ml
    como dosis única diaria,
    En pacientes ancianos, no
    se recomienda dosis diarias
    >150 mg                                 
               
         
       
    doxepina (Sinequan)              Sedante moderado a fuerte; mareos; dolor de
    inicial: 10-25 mg/día como        cabeza; aumento de peso; efectos
    dosis única diaria,              anticolinérgicos moderados (d). Hipotención
    preferiblemente al acostarse      postural. Efecto antidepresivo óptimo
    mantenimiento: 150-300 mg/d      retrasado característicamente 2-3 semanas;
    como dosis única diaria,          pero efecto antiansiedad inicial
    preferiblemente al acostarse      relativamente rápido. Concentración
                                      terapéutica plasmática (fármaco madre +
                                      metabolito activo)= 100-200 ng/ml     
                         

    imipramina (Tofranil)            Sedante moderado a fuerte; mareos; dolor de
    inicial: 25-50 mg/día como      cabeza; aumento de peso; efectos moderados
      dosis única diaria,            (d); cambios anticolinérgicos ortostáticos
    preferiblemente al acostarse    de presión arterial moderados-fuertes; puede
    mantenimiento: 75-200 mg/d      producir disfunción sexual en ambos sexos.
    como dosis única diaria,        concentración terapéutica plasmática
    preferiblemente al acostarse    (fármaco madre + metabolito activo)         
                                    = 200-350 ng/ml       

    nortriptilina (Pamelor)          Sedante ligero-moderado; estreñimiento;
    inicial: 10-25 mg, 3-4 veces    náusea; aumento de apetito; efectos
    al día                          anticolinérgicos ligeros-fuertes (d); el
    mantenimiento: 30-50 mg, 3      ATC menos susceptible de producir
    veces al día                    hipotensión postural.
    No se recomienda dosis          Concentración terapéutica plasmática =
    diarias >150 mg                  50-150 ng/ml
                     

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    INHIBIDORES SELECTIVOS DE        Los inhibidores de reabsorción de serotonina
    REABSORCION DE SEROTONINA        tienen pocos efectos anticolinérgicos o
    (SSRI)                            cardiovasculares adversos.
                                      Ha habido reacciones mortales y que han
                                      puesto en peligro la vida en pacientes
                                      que han recibido un SSRI dentro de 2 semanas
                                      después de haber usado antidepresivos
                                      inhibidores de la monoaminaoxidasa. Se ha
                                      informado de la presencia de trastornos
                                      sexuales durante el uso de los SSRI.(ambos
                                      sexos) No se ha acumulado mucha experiencia
                                      en relacion con su uso a largo plazo.
    citalopram (Celexa)              Trastornos de la eyaculación; otras
    inicial: 10 mg/día              disfunciones sexuales; (ambos sexos)
    mantenimiento: 10-40 mg/día      insomnio; resequedad bucal; náusea
                                      somnolencia. Estudios invitro indican que
                                      CYP3A4 y CYP2c19 son las enzimas primarias
                                      involucradas en el metabolismo de citalopram
                                      El citalopram es un inhibidor relativamente
                                      débil del CYP2D6                 
                                     
    fluoxetina (Prozac)              Ansiedad, nerviosismo, insomnio, anorexia,
      inicial: 10-20 mg/día          bradicardia leve, lentitud del nudo
      mantenimiento: 20-80 mg/d      sinoatrial, pérdida de peso,
                                      fotosensibilidad solar, hiponatremia;
                                      disfunción sexual; en ambos sexos puede
                                      alterar el control del azúcar en la sangre
                                      de los pacientes diabéticos.
                                      La fluoxetina inhibe substancialmente la
                                      CYP2D6 y puede inhibir la eliminación de
                                      otras drogas metabolizadas por las
                                      isoenzimas CYP2D6 del citocromo P-450.[8]
                                      Probablemente inhibe la CYP2C9/10, inhibe
                                      moderadamente la CYP2C19, y ligeramente la
                                      CYP3A3/4 [8]; los pacientes ancianos no
                                      metabolizan bien la fluoxetina. 

    fluvoxamina (Luvox)              Náusea; disfunción sexual en ambos sexos;
    inicial: 50 mg al acostarse      Dolor de cabeza; nerviosismo; insomnio;
    ajustar mediante incrementos    letargo.
    De 50 mg en intervalos de 4 a 7
    días,
    Mantenimiento: 100-300 mg/día
    paroxetina (Paxil)              Ansiedad, nerviosismo, insomnio, pérdida
    inicial: 10-20 mg/día            ligera de peso, dolor de cabeza;
    mantenimiento: 20-50 mg/d        fotosensibilidad solar,
                                      hiponatremia; disfunción sexual(ambos sexos)
                                      La paroxetina inhibe substancialmente
                                      y puede la eliminación de otras drogas
                                      metabolizadas por las isoenzimas CYP2D6
                                      del citocromo P-450.[8]

    sertralina (Zoloft)              Ansiedad, nerviosismo, insomnio, pérdida
      inicial: 20-50 mg/día          ligera de peso, dolor de cabeza; 
    mantenimiento: 50-200 mg/d        fotosensibilidad solar, hiponatremia;
                                      disfunción sexual(ambos sexos)
                                      Produce una ligera inhibición de las drogas
                                      metabolizadas por las isoenzimas CYP2D6 del
                                      citocromo P-450 y puede obrar recíprocamente
                                      en ellas, teniendo poco efecto, o ninguno,
                                      sobre las CYP1A2, CYP2C9/10, CYP2C19 y
                                      CYP3A3/4. [8]
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    INHIBIDORES DE LA MONOAMINOOXIDASA
    (MAOIs)
    tranilcipromina (Parnate)            Hipotensión ortostática, letargo,
    inicial: 10 mg dos veces al día      hiperexcitabilidad, dolor de cabeza.
    incrementar en 10 mg                  se requiere de dieta baja en tiramina
    incrementos a intervalos de 1 a 3
    semanas.
    mantenimiento: 10-40 mg/día

    penelzine (Nardil)                      Hipotensión ortostática, letargo,
    inicial: 15 mg tres veces al día        disminución de la capacidad sexual.
    mantenimiento: 15-90 mg/día            se requiere de dieta baja en tiramina
    ANTIDEPRESIVOS                    En general, no existe una correlación entre
    AT PICOS                          la concentración sérica de los fármacos y la
                                      respuesta antidepresiva.
                           
    bupropion (Wellbutrin)          Sedante ligero-moderado; efectos
      inicial: 75 mg/día              anticolinérgicos ligeros-fuertes (d);
      mantenimiento: 200-450 mg/d    cambios ortostáticos ligeros de la presión
      sin exceder 150 mg/dosis        arterial; agitación; insomnio; dolor de
                                      cabeza; confusión; mareos; convulsiones
                                      pérdida de peso; Inicialmente “activante”;
                                      potencial de inducir convulsiones
                                      relacionado con la dosis;

                                   
                                      contraindicado en pacientes que han
                                      tenido convulsiones, en aquellos con
                                      condiciones concomitantes que predisponen a
                                      convulsión y en pacientes que están tomando
                                      otros fármacos reductores del umbral de
                                      convulsión.

    trazodona (Desyrel)              Sedante ligero-moderado; efectos
      inicial: 50 mg/día              anticolinérgicos insignificante; cambios
      mantenimiento: 150-600 mg/d    ortostáticos de la presión arterial
                                      ligeros-moderados, especialmente en
                                      pacientes ancianos; mareos; dolor de cabeza;
                                      confusión; temblores musculares;
                                      puede producir priapismo; el trastorno
                                      gastrointestinal puede reducirse
                                      tomando la trazodona con alimentos.
                                      Concentración terapéutica plasmática
                                      = 800-1600  ng/ml

    nefazodona (Serzone)            Hipotensión postural (aunque

  2. La elección de un antidepresivo, particularmente de los ATC, depende de la naturaleza de los síntomas depresivos, de los problemas médicos presentes y del conjunto de efectos secundarios del fármaco. El paciente deprimido con lentitud psicomotora se beneficiará del uso de los compuestos que tienen efectos menos sedantes, tal como la desipramina. Los pacientes con riesgo de suicidio tienen que ser vigilados estrechamente porque las sobredosis de estos fármacos pueden ser letales. Los pacientes con estomatitis debido a la quimioterapia o la radioterapia, o los que tienen movilidad intestinal lenta debido a uso de medicamentos opioides para el dolor o la retención urinaria, pueden sacarle provecho al uso de los compuestos que tienen menos efectos secundarios anticolinérgicos (p.ej., desipramina, nortriptilina, bupropion, trazodona o un SSRI). El bupropion es menos cardiotóxico que los ATC y tiene un efecto activante en pacientes ensimismados clínicamente enfermos.
    Los pacientes a quienes se les dificulta tragar dosis orales en forma sólida, podrían tomar un antidepresivo líquido (p.ej., amitriptilina, nortriptilina, doxepina o fluoxetina). Además, hay algunos antidepresivos que se pueden administrar por vía parenteral (p.ej., inyección de amitriptilina o imipramina).
    Una alternativa singular a los tricíclicos y a los SSRI es el bupropion, antidepresivo sin igual en el tratamiento de personas con cáncer y depresión, especialmente cuando la depresión viene acompañada de cansancio. Desde el punto de vista farmacéutico, el bupropion es un ligero inhibidor de la reabsorción de monoaminas y muestra una leve preferencia por la inhibición del transporte de dopamina; sin embargo, puede metabolizarse en sustancias activas, de actividad semejante a la anfetamina, que afectan la reabsorción tanto de la dopamina como de la norepinefrina. El bupropion, por lo general, no ocasiona disfunción sexual; por lo tanto, puede ser útil en el tratamiento de pacientes que desean mantenerse activos sexualmente y de aquellos que han padecido de disfunción sexual con el uso de otros antidepresivos. El tratamiento con bupronion comienza con 75mg una vez al día, preferiblemente en las primeras horas de la mañana. Al principio, debido al insomnio, la agitación y la intranquilidad motora que se asocia a veces con el bupronion, es posible que el paciente necesite al acostarse un fármaco hipnótico o sedante de acción moderada o prolongada. El riesgo de convulsiones con el bupropion podría ser hasta cuatro veces mayor que el asociado con otros antidepresivos. Cada dosis no debe exceder de 150 mg., cada incremento no debe ser mayor de 100 mg. de bupropion diarios y se debe aumentar la dosis paulatinamente: por lo menos tres días después del incremento anterior. Como el riesgo de convulsiones aumenta notablemente en los pacientes que reciben bupropion en dosis de entre 450 mg. y 650 mg., la dosis total diaria no debe exceder de 450 mg.El uso de bupropion está contraindicado en aquellos pacientes que tienen enfermedad maligna que afecta el cerebro y un historial clínico de trauma craneal o trastornos convulsivos[13] y en personas con antecedentes médicos de bulimia.[15]
    La venlafaxina afecta la reabsorción de norepinefrina y serotonina e intensifica la neurotransmisión de serotonina.[16] La venlafaxina no produce los mismos efectos secundarios molestos antimuscarínicos y antiadrenérgicos que los ATC; pero sí tiene efectos secundarios similares a los SSRI, especialmente náusea, dolores de cabeza, somnolencia y resequedad en la boca. En algunos pacientes, la venlafaxina puede ocasionar aumento sostenido de la presión arterial y, por lo tanto, ésta debe evaluarse antes de comenzar el tratamiento y observarse después de su inicio y cada vez que se aumente la dosis. Se administra dos veces al día, con alimentos.
    Las principales acciones de los antidepresivos atípicos trazodona y defazodona no se han establecido bien. Aunque ambos antagonizan la reabsorción de serotonina, son mucho menos fuertes en este respecto que los SSRI. La trazodona es activa y ambos agentes se metabolizan en compuestos que tienen actividad agonística en algunos receptores de serotonina (5HT1). Los dos fármacos podrían tener otros metabolitos activos que contribuyen a su actividad clínica.[16] Se ha observado que la nefazodona es útil en los pacientes que padecen de depresión agitada y quizás se tolere mejor que los SSRI. La nefazodona puede complicar el manejo de algunos pacientes ya que es un potente inhibidor de las isoenzimas hepáticas 3A4 del citocromo P-450. Por lo tanto, su uso está absolutamente contraindicado en pacientes que están recibiendo terfenadina, astemizola o cisaprida.
    Cada vez hay más experiencia clínica en el tratamiento del cáncer con la mirtazapina. Farmacológicamente, la mirtazapina es un antidepresivo noraderenérgico y serotonérgico específico. Antagoniza competitivamente los receptores adrenérgicos alfa (alfa2) y los receptores de serotonina (5HT2 y 5HT3), que da como resultado la intensificación de la liberación de noerpinefrina y la neurotransmisión noradrenérgica.[16] Se ha observado que la mirtazapina tiene una incidencia menor de efectos adversos de los que se asocian comúnmente con los SSRI, como náusea, vómitos, diarrhea, insomnio y disfunción sexual, así como efectos secundario anticolinérgicos. A dosis bajas subterapéuticas (menos de 15 mg. diarios), y algunos hechos anecdóticos indican que el efecto secundario predominante es la sedación y ésta disminuye en incidencia a dosis más elevadas. Otros efectos secundarios incluyen aumento de apetito, que puede dar como resultado aumento de peso, mareos, resequedad en la boca y estreñimiento.[17] Aunque tiene una estructura análoga a la mianserina, un antidepresivo que se vende en Europa, la mirtazapina raras veces ha sido implicada en producir discrasias sanguíneas severas, incluso agranulocitosis, como lo ha sido la mianserina.[18] Se sabe muy poco sobre la actividad recíproca de la mirtazapina con otros fármacos, pero se cree que tiene menos riesgo que los SSRI de obrar recíprocamente con otras drogas de manera clínica significativa.[19] La dosis inicial de mirtazapin es 15 mg. por día al acostarse. La dosis se puede aumentar a intervalos de no menos de 1 a 2 semanas hasta una dosis diaria máxima de 45 mg.
    Las benzodiacepinas se pueden emplear para el tratamiento eficaz de la ansiedad que pudiera estar vinculada a la depresión. En los pacientes que reciben medicamentos antidepresivos y benzodiacepinas concomitantemente, éstas últimas pueden descontinuarse después que los síntomas depresivos comiencen a abatir; pero ambos agentes se pueden continuar sin peligro de ser necesario. Sin embargo, nunca debe interrumpirse abruptamente las benzodiacepinas, porque podrían presentarse síntomas de abstinencia con posibles convulsiones. Las dosis de las benzodiacepinas deben de disminuirse lentamente a razón de 25% aproximadamente cada 3-4 días.
    La experiencia clínica nos indica que los agentes anlépticos (p.ej., metilfenidato, dextroanfetamina y pemolina) son útiles, administrados en dosis bajas, en los pacientes que sufren de depresión, apatía, disminución de energía, mala concentración y debilidad. Estos agentes fomentan una sensación de bienestar, menos cansancio y mejor apetito. Son útiles para contrarrestar los efectos sedantes de los opioides y, comparados con otros antidepresivos, resultan eficaces rápidamente. Los efectos adversos asociados con los agentes analépticos son el insomnio, la euforia y la inestabilidad del humor. Las dosis elevadas y el uso prolongado pueden producir anorexia, pesadillas, insomnio, euforia o paranoia.
    La pemolina parece ser tan eficaz como los demás fármacos analépticos. Se puede obtener en pastillas masticables que permiten absorber el fármaco a través de la mucosa bucal a los pacientes que tienen dificultad en tragar. En los pacientes con deficiencia renal, la pemolina debe usarse con precaución; la función renal debe analizarse periódicamente durante el tratamiento prolongado. El metilfenidato, la dextroanfetamina y la pemolina se administran, en dosis divididas, temprano en el día para evitar trastornos del sueño, o sea, insomnio y excitación nocturna. Al igual que las benzodiacepinas, estas medicaciones se administran conjuntamente con los antidepresivos; se pueden empezar junto con un antidepresivo y descontinuarse cuando disminuyen los síntomas de la depresión.[20,21]
    Los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) se han usado poco en la población con cáncer por varias razones: 1) los requisitos alimenticios del régimen sin tiramina suelen ser más difíciles de lograr en los pacientes que reciben tratamientos antineoplásticos; y 2) los IMAO están contraindicados en los pacientes que están recibiendo opioides, simpatomiméticos y procarbacina a causa de la posibilidad de producir crisis hipertensivas.
    Los IMAO podrían causar reacciones adversas cuando se combinan con ciertos medicamentos y alimentos. Los IMAO interfieren con el metabolismo de la morfina y otros opioides y barbitúricos y podría conducir a disminución exagerada de la ventilación. El demerol (meperidina HC1), el cual es un opiode, cuando se le combina con los IMAO,se le asocia a casos de hipertensión, hiperpirexia, rigidéz musculoesquelética, ataques y coma.[22] Reacciones exageradas de las antihistaminas, anticolinérgicos y antidepresivos tricíclicos, podrían ser resultados secundarios de los trastornos metabólicos causados por los IMAO. Además los efectos hipoglicémicos de la insulina y las sulfonilureas orales podrían ser aumentados por los IMAO.
    Los IMAO podrían también interactuar con ciertos fármacos anestésicos que se usan en cirugía.[23] Los pacientes de cáncer en particular podrían someterse con frecuencia a intervenciones quirúrgicas y por tanto deberían alertar a su anestesiólogo sobre este particular. Los dolores postoperatorios no deberían tratarse con demerol. Los IMAO no deben tomarse con procarbazina, la cual es un agente quimioterapéutico que se usa en el tratamiento de linfomas y tumores cerebrales o con otros antidepresivos.
    Los alimentos que contienen grandes cantidades de tiramina como el queso, hígado de pollo, chocolate, cerveza y vino podrían provocar hipertensión (la cual se manifiesta inicialmente como un dolor de cabeza) y disritmias cardíacas.
    Ha habido un gran interés en el uso de la yerba de San Juan o corazoncillo (hypericum perforatum) también conocida como St.John’s wort, a manera de antidepresivo. Su uso ha sido promocionado ampliamente como un suplemento que actúa de forma positiva sobre el humor.
    En los Estados Unidos los suplementos dietéticos están sometidos a las regulaciones que rigen los alimentos, no los medicamentos. Estos compuestos no requieren la aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos(FDA, por sus siglas en inglés) a menos que los fabricantes aleguen que un producto en particular sirva como prevención o tratamiento de alguna enfermedad específica, lo que generalmente no es el caso en cuanto a la yerba de San Juan. Debido a que los suplementos dietéticos no están sujetos a una revisión que los evalué en cuanto a la constancia en su fabricación y ya que no existen normas específicas en cuanto a dosis y pureza, es probable que exista una considerable diferencia entre un lote y otro de todos aquellos productos que se promocionan como suplementos alimenticios, incluyendo la yerba de San Juan.
    En las promociones de la yerba de San Juan se habla de mejoría en el humor y de actitud positiva. Generalmente esta yerba se expende sola o en combinación con otros suplementos como yerbas vitaminas y minerales o combinadas con otros productos alimentarios como te etc. El FDA emitió un aviso en el que resalta los resultados de un estudio llevado a cabo en los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). En este estudio se muestra una interacción importante entre la yerba de San Juan y el indinavir, un inhibidor de la proteasa que se usa en el tratamiento de la infección por el VIH. En este estudio, la administración conjunta de indinavir y la yerba de San Juan, evidenció una disminución de la concentración de indinavir en el plasma, potencialmente debido a una inducción del pasaje metabólico del citocromo p450.[24]
    A pesar de que su mecanismo de acción específico es desconocido, se presume que existen 3 compuestos activos en dicha yerba. Uno de estos compuestos es un IMAO ligero (ver precauciones más arriba). Históricamente los IMAO recetados se han usado en el tratamiento de la depresión, el mal de Parkinson, narcolepsia e hipertensión, pero difícilmente se usen hoy día. Entre los efectos secundarios de la YSJ tenemos: resequedad oral, mareos, trastornos gastrointestinales, fatiga y confusión.
    Un ensayo aleatorio, doble ciego, controlado con placebo, en el que participaron 200 pacientes externos, adultos, con síntomas de depresión mayor, comparó la inocuidad y eficacia de la YSJ con el Placebo. Este estudio fue diseñado con el objetivo de discutir las numerosas fallas metodologícas de la literatura actual [24] la cual sirvió como base para el metaanálisis que ha concluido que la YSJ es significativamente superior al placebo.[26] Este estudio constituye el primer informe en los Estados Unidos de un ensayo sobre la YSJ que es aleatorio, en gran escala y controlado mediante placebo. Este estudio no respalda de manera significativa los efectos antidepresivos o antiansiolíticos de la yerba de San Juan. Cuando se le comparó específicamente con el placebo, no se encontró diferencia significativa en las tasas de respuestas de la muestra general de pacientes externos con síntomas depresión mayor. Con base en los datos obtenidos de este ensayo, que indican una carencia de eficacia entre los pacientes depresivos recluidos en entornos de atención primaria, así como la carencia de ensayos positivos propiamente diseñados entre pacientes de cáncer, la YSJ no debe recomendarse en pacientes de cáncer con síntomas de depresión mayor.
    Las tablas 5A y 5B resaltan algunas sugerencias que pueden resultar útiles en determinar cuál medicamento es mejor usar para un paciente en particular. Las tablas están enfocadas a los efectos que estas medicaciones pueden tener más allá de sus efectos antidepresivos que pueden disminuir o incrementar la angustia del paciente, tal como fatiga, insomnio, náuseas y vómitos.

    TABLA 5A.  ENFOQUE DETERMINADO POR LOS SINTOMAS FISICOS Y LA PERTURBACION
                PARA ESCOGER UN ANTIDEPRESIVO PARA PACIENTES ADULTOS CON CANCER
    ——————————————————————————
    Síntoma perturbador                SSRI    ATC      Analépticos    Otros
    ——————————————————————————
    Fatiga                            +(a)                  +            +(a)
    Insomnio(b)                                +                          +(b)
    Dolor neuropático(c)              +        +            +
    Efectos secundarios de opioides    +                      +
    Estreñimiento                      +                      +
    Falta de apetito                            +            +
      (pérdida de peso)
    Acatisia                          –        +(d)          –
    Ansiedad                          +        +                          +(e)
    Sequedad de la boca/estomatitis    +        –            +
    ——————————————————————————
    Clave: (-) el uso de este medicamento puede empeorar los síntomas
          (+) el uso de este medicamento puede aliviar los síntomas
    Notas:
    (a)  Aunque todos los SSRI tienen el paradójico posible efecto secundario de
    hipersomnio La fluoxetina es particularmente activante. El bupropion es
    también algo activante.
    (b)  Los antidepresivos sedantes son útiles para el insomnio, ya sean solos o
    añadidos a otros antidepresivos.  La trazodona se usa
    frecuentemente como ayuda para dormir en combinación con otros antidepresivos.
    (c)  Algunos antidepresivos son útiles para tratar el dolor neuropático.
    Los que han sido más estudiados son los ATC, especialmente la amitriptilina.
    (d)  Los ATC son los que tienen menos posibilidad de agravar una condición
    existente de acatisia.  Los SSRI pueden causar reacciones de acatisia.  Las
    benzodiacepinas y el propranolol son los tratamientos de primera línea para la
    acatisia.
    (e)  Los antidepresivos sedantes son más útiles para pacientes ansiosos o
    agitados.  Estos son los ATC, trazodona y nefazodona.

    SSRI = Inhibidores Selectivos de Reabsorción de Serotonina
    ACT = Antidepresivos tricíclicos

    En general, se debe comenzar con dosis bajas y aumentarlas lentamente.  Esta
    lista no presenta indicaciones o contraindicaciones absolutas para
    medicamentos específicos.  El Directorio actual de Farmacología para Médicos u
    otro material de información confiable sobre fármacos y la experiencia deben
    guiar la adopción de decisiones clínicas.

            TABLA 5B.  FACTORES A TOMAR EN CUENTA AL ESCOGER UN ANTIDEPRESIVO
                                PARA PACIENTES ADULTOS CON CANCER
    ——————————————————————————
                                        SSRI    ACT    Analépticos    Otros
    ——————————————————————————
    Condiciones médicas comórbidas:
      Historia cardíaca                  +      –                      +(a)
      Disfunción hepática                +(b)    +                      -(e)
      Disfunción renal(3)                                     
      Glaucoma                            +      -(d)          ++
      Dolor neuropático                  +      ++

    ——————————————————————————
    Clave: (-)el uso de este medicamento podría ser el menos apropiado
          (+)el uso de este medicamento podría aliviar los síntomas
    ——————————————————————————

    Notas:
    (a) En general, los ATC y los anlépticos pueden causar arritmias cardíacas y
    exacerbarlas.  Los SSRI, el bupropion, la venlafaxina y nefazodona tienen
    generalmente menos probabilidades de causar problemas cardíacos.  Se deberán
    obtener ECG antes de iniciar la medicación con ATC y se deberá consultar a un
    cardiólogo si hay preocupación de complicación cardíaca.
    (b)  Los SSRI de actividad corta como (sertralina y paroxetina) son menos
    problemáticos que la fluoxetina en pacientes con disfunción hepática. Existe
    un potencial disminuído de efectos farmacológicos adversos y menos problemas
    relacionados a la acumulación del fármaco debido a una vida media más corta.
    La Sertralina y la nefazodona, según se informa, tienen menos efecto en la
    actividad hepática de la enzima P-450.
    (c) Los clínicos deben estudiar si las dosis de antidepresivos y su horario de
    administración requieren modificación en el caso de pacientes con
    insuficiencia renal o hepática.
    (d) Los ATC están contraindicados en glaucoma por cierre angular. Según la
    experiencia clínica, generalmente se evita la pemolina en aquellos pacientes
    cuyas enzimas hepáticas están elevadas (p.ej., clínicamente suele usarse un
    nivel dos veces mayor que el límite superior de lo normal) antes de comienzar
    el tratamiento. [26]
    Cabe mencionar que la terapia electroconvulsiva (TEC) es una terapia inócua y útil cuando otros tipos de intervenciones no han tenido éxito en aliviar el síndrome depresivo, que podría complicarse y poner en peligro la vida de pacientes con cáncer tratable. [28,29] Sin embargo, hay que observar que la experiencia en el uso de TEC en pacientes bajo tratamiento con mirtazapina y trazodona, es limitada y no hay estudios clínicos que establezcan el uso de TEC en pacientes tratados con los SSRI.
    Psicoterapia
    Tradicionalmente, la sintomatología depresiva era controlada con psicoterapia introspectiva, lo cual es bastante útil para algunas personas con cáncer. Para muchas otras, estos síntomas se manejan mejor con una combinación de intervención de crisis, psicoterapia breve de apoyo y técnicas cognitivas o de conducta. Estas terapias usualmente consisten en 3 a 10 sesiones y exploran métodos para mejorar la habilidad de lidiar con el problema, disminuir los trastornos, y crear la habilidad para resolver problemas; buscar apoyo; cambiar los pensamientos negativos o derrotistas; y desarrollar relaciones personales cercanas con un miembro del personal clínico, que sea conocedor y empático.[30-34] El consultar con un miembro del clero o consejero espiritual, podría resultar beneficioso a algunos individuos.
    Las metas específicas de estas terapias son las siguientes: – Atender a las personas con cáncer y a sus familias respondiendo
    preguntas sobre la enfermedad y su tratamiento, aclarar conceptos,
    corregir malentendidos, inspirar confianza sobre la situación y
    normalizar las respuestas a la enfermedad y su efecto sobre su
    familia. Explorar la situación actual con la persona y la relación que
    esta situación tiene con sus experiencias anteriores con el cáncer.
    – Prestar asistencia en la solución de los problemas, reforzar las
    defensas usuales de adaptación del paciente y ayudar a este y a la
    familia a desarrollar mejores mecanismos útiles y adaptables para hacer
    enfrentar situaciones. Identificar mecanismos inadecuados de adaptación
    y ayudar a la familia a desarrollar estrategias alternativas de hacer
    frente a la problemática. Explorar áreas estresantes relacionadas,
    p.ej., función de la familia y cambios en el estilo de vida y animar a
    los miembros de la familia a que se apoyen unos a otros y que compartan
    sus preocupaciones entre sí.
    – Cuando el enfoque del tratamiento cambia de curación a paliación,
    reforzar enfáticamente que, aunque el tratamiento curativo ha terminado,
    el equipo tratará agresivamente los síntomas como parte del plan de
    paliación; que La persona y la familia no serán abandonados; y que el
    personal trabajará muy duro para mantener la comodidad, controlar el
    dolor y mantener la dignidad de la persona y de los miembros de la
    familia.
    Los grupos de apoyo de personas con cáncer pueden ser terapias adicionales útiles en el tratamiento de pacientes con cáncer,[34] especialmente en los adolescentes.[35] Las intervenciones recientes de grupo de apoyo han demostrado un efecto importante en los trastornos del humor, uso de estrategias más positivas enfrentar los problemas, mejora en la calidad de vida y respuestas positivas inmunes.[36-38] Los grupos de apoyo pueden encontrarse a través de la red de agencias encargadas del Bienestar, la Sociedad Americana para el Cáncer y muchas otras comunidades incluyendo centros médicos o departamentos de trabajo social de hospitales.
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  3. CONSIDERACIONES SOBRE LA DEPRESION PEDIATRICA
    La información concerniente a la incidencia de la depresión entre niños saludables, es de carácter limitada. Un estudio en niños que asisten a la consulta pediátrica, mostró que 38% tuvieron problemas que requirieron de una “intervención mayor” por parte del psiquiatra. Otro estudio que constó con la presencia de niños entre las edades de 7 a 12 años, mostró una incidencia de depresión de 1.9%. Si esto se aplica a la población general de los Estados Unidos, los resultados muestran que 40,000 niños de 12 años están deprimidos. Los maestros han estimado que entre un 10 a un 15% de sus estudiantes están deprimidos. La comisión conjunta sobre Salud Mental Pediátrica indica que 1.4 millones de niños por debajo de los 18 años de edad, necesitan de ayuda inmediata por trastornos como la depresión; solo una tercera parte de estos niños recibe ayuda por estos trastornos.[1]
    La mayoría de los niños pueden lidiar con el caos emocional ocasionado por el cáncer, y no solo dar muestras de adaptación, sino también de crecimiento y desarrollo psicosocial positivo. Sin embargo una minoría de estos desarrollan problemas sicológicos tales como depresión, ansiedad, trastornos del sueño y dificultad en las relaciones interpersonales, así como no querer seguir el tratamiento indicado. Estos niños requieren ser referidos a un especialista en salud mental para ser tratados.[2]
    En uno de los primeros estudio sobre la depresión en niños con cáncer, 114 niños y adolescentes fueron estudiados, y en un 59% se encontró que tenían problemas psiquiátricos “ligeros”.[3] Un estudio realizado, que contó con 17 adolescentes y 21 pacientes de pediatría oncológica, en los que a todos se le suministró un inventario para que mediante un autoinforme registrasen los acontecimientos psicosociales de su vida; mostró que las muestras de los adolescentes tenían un nivel medio de síntomas depresivos, similar a los de la población general. La muestra de pediatría oncológica, mostró un marcado nivel de síntomas depresivos mucho más bajo comparados a los de la población general.[4] Se evaluó a 41 sobrevivientes adolescentes de cáncer infantil mediante el uso de cuestionarios y entrevistas para determinar el estatus psicosocial de los sobrevivientes; la mayoría de los sobrevivientes funcionaban bien, y los casos de depresiones eran raros.[5]Un estudio mostró datos interesantes acerca de pacientes sobrevivientes al cácer por largo tiempo y sus respectivas madres, en el que se comparó a los sobrevivientes con un total de 92 niños saludables. Los resultados indicaron que la mayoría de los antiguos pacientes, funcionaban dentro de los límites normales. No era de sorprender que los niños que experimentaron efectos severos hacia el final, mostraban más síntomas depresivos. [6] Un investigador analizó las características de las consultas psiquiátricos en un centro de oncología pediátrica, y encontró que los trastornos del ajuste era el principal diagnóstico psicosocial. Estos resultados son similares a los obtenidos en pacientes de cáncer adulto. Este estudio también encontró que las reacciones de ansiedad eran más comunes en los pacientes pediátricos más jóvenes; los trastornos depresivos fueron más comunes en los pacientes de mayor edad.[7] en un estudio que se condujo en 1988 con una muestra de 30 pacientes de cáncer adolescentes, se encontró que la tasa de depresión mayor, no fue superior a la de la población en general.[8] En una revisión, se encontró una incidencia de depresión del 17% al usar el criterio DSM III según se informó.[9]
    La mayoría de los sobrevivientes de cáncer mostraron una mayor capacidad de recuperación, y un éxito mayor en su reajuste sicológico tanto al tratamiento como a la enfermedad. A pesar de la evidencia de adaptaciones exitosas, la mayor parte de los estudios nos muestran documentación sobre un importante subgrupo de pacientes sobrevivientes que experimentan dificultades sicológicas
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    EVALUACION Y DIAGNOSTICO DE LA DEPRESION PEDIATRICA
    Evaluación
    El término “depresión” hace referencia a un síntoma, un síndrome, un grupo de respuestas sicológicas, o a una enfermedad.[1] La duración e intensidad de la manifestación conductual (p.ej., tristeza) determinará la diferencia entre síntomas y trastornos. Por ejemplo, una actitud de tristeza puede ser la respuesta que un niño tiene ante el trauma, y normalmente es de corta duración. Sin embargo, una enfermedad depresiva, se caracteriza por una duración prolongada y viene acompañada de insomnio, irritabilidad, cambio en los hábitos alimenticios, y un deterioro en el ajuste escolar y social. Siempre que un problema conductual se muestre persistente, hay que pensar en la depresión. La depresión no se refiere a los períodos transitorios de tristeza, sino más bien a un trastorno que afecta el desarrollo e interfiere con el logro de obtener el máximo desarrollo del potencial innato en el niño [1].
    Algunas de las manifestaciones de depresión en el niño de edad escolar, incluyen la anorexia, letargo, conducta triste, agresividad, sollozos, hiperactividad somatización, miedo a la muerte, frustración, sentimientos de tristeza o desesperanza, autocrítica, soñar despierto con frecuencia, baja estima propia, rehusar ir a la escuela, problemas de aprendizaje, movimientos taciturnos, hostilidad vacilante hacia padres y maestros, y pérdida de interés en actividades que antes le resultaban placenteras. El diferenciar estos síntomas de las respuestas conductuales a etapas normales del desarrollo, es muy importante.[1]
    La evaluación de la depresión incluye: a) determinar la situación familiar del niño, así como su nivel de madurez emocional y su capacidad para lidiar con la enfermedad y el tratamiento; b) edad y grado de desarrollo del niño; y c) experiencia previa con otras enfermedades y fortaleza del ego.[2]
    Una evaluación exhaustiva de la depresión infantil es la base para un diagnóstico y tratamiento certero. La evaluación de la situación del niño, así como de la situación familiar de este, se enfoca en lo siguiente: a)historial pediátrico de salud, b) conducta del niño observada por el profesional mismo, o por otros (como los padres o maestros), c) entrevista con el niño, y d) el uso juicioso de pruebas tales como la del Inventario de la Depresión de Beck, o el Listado de la Conducta Infantil [2]
    Diagnóstico
    Al discutir el diagnóstico de la depresión infantil, los expertos normalmente hacen hincapié en la importancia de entender la depresión infantil como un ente aparte. Esto debido al hecho de que existen asuntos relacionados con el desarrollo pediátrico que difiere del de los adultos.[3]
    En un modelo de trastornos afectivos infantiles utiliza explicitamente el siguiente criterio: humor disfórico, con niños menores de 6 años de edad que tienen una expresión facial “triste” con por lo menos 4 de las siguientes señales o síntomas presentes cada día durante por lo menos 2 semanas: 1)trastornos del apetito, insomnio o hipersomnia, 3) agitación o retardo psicomotor, 4) pérdida de interés o placer en sus actividades usuales; y, en los niños menores de 6 años, señal de apatía, 5) fatiga o pérdida de energía, 6)sentimientos de inutilidad y de no valer nada, autoreproche, o sentimientos de culpa excesivos o inapropiados, 7) reducción en la capacidad de pensar o concentrarse, y 8) pensamientos recurrentes sobre la muerte o el suicidio.[4]
    Bibliografía
    1. Deuber CM: Depression in the school-aged child: implications for primary care. Nurse Practitioner 7(8): 26-30, 68, 1982.
    2. Archenbach T, Edelbroch C: Manual for the Child Behavior Checklist and Revised Child Behavior Profile. Burlington, Vt: Queen City Printers, 1983.
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    4. Malmquist CP: Major depression in childhood: why don’t we know more? American Journal of Orthopsychiatry 53(2): 262-268, 1983.
    MANEJO DE LA DEPRESION PEDIATRICA
    Los regímenes de tratamiento implementados en la depresión pediátrica, reflejan modelos teóricos, etiología, y manifestaciones del trastorno.[1] Generalmente se utiliza sicoterapia de grupo e individual como la modalidad de tratamiento primario: están dirigidas a ayudar al niño a dominar sus dificultades y hacer que el niño se desarrolle de forma óptima. La terapia de juego se puede usar como una forma de explorar la visión que el niño o niña tiene de sí mismo(a), de la enfermedad y de su tratamiento. El niño necesita recibir ayuda desde el principio para explorar y entender, a un nivel apropiado para su edad de desarrollo, el diagnóstico de cáncer y el tratamiento correspondiente.[1]
    Manejo farmacológico
    Como en el caso de la depresión de adultos con cáncer, existen muy pocos, si es que hay alguno, estudios reveladores de antidepresivos en niños con cáncer. Un autor describió los que fueron respuestas clínicas rápidas a dosis bajas de (menos de 2 mg por kg por día) imipramina o amitriptilina usadas en 8 niños depresivos con cáncer.[2] Otro autor describió el uso de las benzodiacepinas como loracepam, diacepam, alprazolam y clonacepam para el tratamiento de los trastornos ansiolíticos. Los ensayos con benzodiazepinas deben ser de curso breve. Este tipo de medicamentos deben ser reducidos de manera gradual antes de descontinuarse completamente.[3]
    Se ha rendido un informe sobre el uso combinado de antidepresivos tricíclicos y neurolépticos en el manejo de tres niños con síntomas severos de depresión y ansiedad. Los niños estudiados se encontraban ya en la fase terminal de su enfermedad y se le trato con una combinación de amitriptilina y haloperidol en dosis baja. Los niveles de ansiedad y depresión disminuyeron, y este tipo de intervenciones permitió al paciente y sus familiares lidiar con la idea de la muerte.[4]
    Bibliografía
    1. Deuber CM: Depression in the school-aged child: implications for primary care. Nurse Practitioner 7(8): 26-30, 68, 1982.
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    EVALUACION Y TRATAMIENTO DEL PACIENTE DE CANCER SUICIDA
    Población y estadística
    Algunos estudios indican que la incidencia de suicidio en los pacientes con cáncer puede ser similar a la de la población en general o hasta de 2 a 10 veces más frecuente. Algunos estudios indican que, aunque relativamente pocos pacientes con cáncer cometen suicidio, ellos enfrentan un riesgo de suicidio mayor.[1-3] Los pensamientos suicidas pasivos son relativamente comunes en los pacientes con cáncer. La relación entre la tendencia suicida y el deseo de una muerte apresurada, solicitudes de ayuda al médico para cometer suicidio, o eutanasia es compleja y poco entendida.[4] Los hombres con cáncer tienen claramente un riesgo mayor de cometer suicidio comparados con la población en general, con un riesgo relativo alto, 2.3.[1,2] La sobredosis con analgésicos y sedantes es el método más común de suicidio entre las personas que padecen de cáncer,[1,2] y la mayoría de los suicidios relacionados con el cáncer ocurren en casa. Los informes identifican una mayor incidencia de suicidio en los pacientes con cáncer oral, faríngeo y pulmonar, y en pacientes VIH positivos con el sarcoma de Kaposi.[1,2,4] La incidencia real de suicidio en pacientes con cáncer probablemente se subestima, especialmente porque las familias pueden mostrarse renuentes a informar de la muerte por suicidio en estas circunstancias.[5]

  4. Etiología/Fisiopatología
    Los siguientes son los factores de riesgo de suicidio en la población con cáncer:
    Factores generales de riesgo
    ? historia de trastornos psiquiátricos anteriores, especialmente los relacionados con un comportamiento impulsivo (p. ej., trastornos indeterminados de la personalidad)
    ? historial de suicidio en la familia
    ? historial de intentos previos de suicidio
    ? depresión
    ? abuso de drogas
    ? muerte reciente de un amigo o cónyuge
    ? falta de apoyo social
    Factores de riesgo específicos al cáncer
    ? cáncer oral, faríngeo y pulmonar (frecuentemente relacionado con el uso excesivo de alcohol y de tabaco)
    ? etapa avanzada de la enfermedad y pronóstico precario
    ? confusión/delirio
    ? dolor controlado inadecuadamente
    ? presencia de síntomas deficitarios (p. ej., pérdida de movilidad, pérdida de control del intestino y de la vejiga, amputación, pérdida sensorial paraplejía, incapacidad para comer y deglutir, agotamiento y fatiga)
    Análisis, evaluación y manejo de los pacientes suicidas
    Los pacientes con tendencias suicidas requieren de una evaluación cuidadosa, En la evaluación del suicidio, es importante reconocer que el riesgo de suicidio aumenta cuanto el paciente nos informa que sufre de ideación (p. ej., pensamientos suicidas), y de un plan elaborado (p. ej., descripción de los medios para llevarlo a cabo). El riesgo continúa en aumento hasta el punto en que el plan se convierte en “letal.” la capacidad letal se determina mediante la evaluación de las probabilidades de que se consiga la muerte, si dicho plan es llevado a cabo. Algunos de los factores a tomar en cuenta para establecer la capacidad letal, incluyen la disponibilidad de medios, reversibilidad de los medios, (si una vez puesto el plan en marcha, se puede parar) y la proximidad de encontrar ayuda. En el caso del paciente de cáncer que nos informa padecer de ideación de tipo suicida, es esencial determinar si la causa subyacente es una enfermedad depresiva o una expresión del deseo de tener el control último sobre síntomas intolerables.[6] La pronta identificación y tratamiento de una depresión grave son esenciales para reducir el riesgo de suicidio en pacientes con cáncer. Los factores de riesgo, especialmente la desesperación (la cual es un factor de predicción todavía más fuerte que la depresión), deberán ser evaluados cuidadosamente.[7] El determinar el grado de desesperanza no es tan claro en el paciente con enfermedad avanzada sin esperanza de curación. Es importante evaluar las razones subyacentes de la desesperación que pueden estar relacionadas con el temor de una muerte dolorosa, con un control deficiente de los síntomas o con sentimientos de desamparo.[8]
    El establecimiento de una buena relación es de importancia vital para trabajar con pacientes de cáncer con tendencias suicidas, pues sirve como base para otras intervenciones. El profesional clínico tiene que creer en que el hecho de hablar sobre suicidio no va a causar que el paciente lo intente. Al contrario, hablar sobre el suicidio da legitimidad a esta preocupación y permite a los pacientes describir sus sentimientos y temores, proporcionándoles un sentido de control.[4] Deberá mantenerse una relación terapéutica de apoyo, la cual refleja la actitud de que se pueden hacer muchas cosas para aliviar el dolor emocional y físico. (También están disponibles en el PDQ documentos adicionales que contienen información sobre el dolor en los pacientes de cáncer.) Deberá iniciarse una estrategia psicoterapéutica orientada a intervenir en la crisis que ponga en movimiento al máximo el sistema de apoyo del paciente. Los síntomas que contribuyen, (p. ej., el dolor), deberán ser controlados agresivamente y se deberá tratar la depresión, la psicosis, agitación y las causas subyacentes del delirio.[4] (También están disponibles en PDQ unos documentos separado que contienen información sobre el delirio y la depresión.) Estos problemas son tratados con mayor frecuencia en el hospital o en la casa; aunque rara, la hospitalización psiquiátrica puede ser útil cuando hay una indicación clara y la condición médica del paciente es estable.[4]
    En la práctica clínica, la meta en el manejo de pacientes suicidas es prevenir el suicidio que surge como una forma de desesperación debido a que los síntomas no han sido adecuadamente controlados. Un sufrir prologado conlleva muchas veces a la desesperación. Por tanto es primordial un manejo eficaz de los síntomas para evitar la angustia en este tipo de pacientes. [4] Estos pacientes que se encuentran en su última etapa, se ven imposibilitados de mantenerse alertas sin experimentar niveles altos de dolor físico y emocional. Esto los lleva frecuentemente a pensamientos suicidas o a peticiones para que se les ayude a morir. Tales pacientes podrían requerir de sedantes para aliviar su aflicción. En la práctica el número de tales pacientes es extremadamente variable. Informes sobre los tratamientos sedantes al final de la vida hacen resaltar una terminología confusa de descriptores y problemas percibidos.[9,10] Además, la distribución de pacientes bajo sedación al final de la vida varía de 3% a 52%. El asunto es que en pacientes enfermos en fase terminal el uso de sedantes es polémico, pero se está convirtiendo en una práctica cada vez más aceptada, especialmente en los hospicios.[8]
    Algunas consideraciones adicionales:
    – Usar medicamentos que actúen rápido para aliviar la aflicción (p. ej.,
    una benzodiazepina para la ansiedad o un estimulante para la fatiga)
    mientras se esperan los efectos clínicos de la terapia antidepresiva.
    – Limitar el acceso como corresponde a las cantidades de medicamentos que
    son letales en sobredosis.
    – Mantener un contacto frecuente y supervisar de cerca al paciente.
    – Evitar que el paciente tenga que pasar largos períodos de tiempo solo.
    ? Buscar apoyo para el paciente.
    ? Evaluar cuidadosamente las respuestas psicológicas del paciente en cada punto de crisis durante el curso de la enfermedad.
    Si se determina limitar la cantidad de medicamentos disponibles al paciente (especialmente aquellos que son letales cuando se toman en sobredosis), los profesionales de la salud deben siempre tomar en cuenta el efecto que tal reducción pueda tener en el manejo de los síntomas. Por ejemplo una titulación de dosis rápida en el tratamiento de un síntoma angustiante, podría ser difícil o imposible si la cantidad de fármacos es limitada.
    El manejo del dolor y los síntomas no deben ser sacrificados, por el simple hecho de evitar la posibilidad de que el paciente contará con los medios para intentar suicidarse. Regularmente los pacientes cuentan con otros medios a su disposición si intentaran suicidarse. Un manejo inadecuado del dolor y los síntomas podrían muchas veces empeorar el riesgo de suicidio en un paciente.
    La necesidad de manejar el riesgo de suicidio, requiere de un enfoque razonable al problema del acceso del paciente y los familiares a dosis letales de medicamentos. La solución más eficaz de ese tipo de dilema clínico es el contacto y la evaluación frecuente. Solo con el contacto frecuente se podrá evaluar el éxito o el fracaso del manejo de los síntomas y su efecto en el riesgo de suicidio. Una administración regular de medicamentos de duración limitada, podría ser un enfoque efectivo a este problema. Cualquier cambio necesario en este manejo, podría entonces lograrse de manera rápida y eficaz sin que necesariamente se tenga que proveer al paciente o a su familia con cantidades de medicamentos potencialmente mortales en un momento dado. Existen varios dispositivos de infusión de uso hospitalario o domiciliario que limitan el acceso del paciente a las dosis. [11-14] Estas son bombas programables y portátiles que cuentan con un la opción de un dispositivo de acceso mediante el uso de un código, a un programa y a un cartucho herméticamente cerrado que contiene el medicamento. Estas bombas son capaces de administrar la infusión del medicamento de manera subcutánea, intravenosa, o neuroaxial y por tanto son particularmente útiles en el suministro de medicamentos para el dolor y en el manejo de otros síntomas.[11,15,16] Muchas bombas portátiles pueden ser programados para que los pacientes puedan poner en funcionamiento la administración del medicamento (p.ej., analgesia controlada por el paciente (PCA)) además de la infusión “basal” o continua. Algunos de estos dispositivos tienen la capacidad de administrar infusiones de multifármacos. La utilidad de la administración de medicamentos mediante PCA parenteral se ha mostrado ya en pacientes ambulatorios de consulta externa con cáncer.[16,17] Frecuentemente, hay dispositivos de infusión portátiles disponibles a través de agencias de servicios domiciliarios; sin embargo, el costo es generalmente prohibitivo. Los pacientes deben comunicarse con su compañía de seguros o la agencia encargada de su atención médica, para determinar si los gastos de la terapia de infusión domiciliaria será cubierta por su compañía de seguro o su organización de mantenimiento de la salud.
    Efecto en la familia y en el personal de atención médica
    Cuando el suicidio complica el luto, la pérdida puede ser especialmente difícil para los sobrevivientes. Un conjunto de reacciones que comprende sentimientos de desamparo, de rechazo, ira, alivio, culpa, responsabilidad, negación, identificación y vergüenza, pueden ocurrir. Muchos factores modifican este modelo de reacciones: la naturaleza e intensidad de la relación, la naturaleza del suicidio, la edad y condición física del difunto, la red que se considera de apoyo, la capacidad del sobreviviente para sobrellevar la situación y su formación cultural y religiosa.[4] Es importante atender a los sobrevivientes durante el período de luto. Los grupos de apoyo mutuo son útiles para reducir el aislamiento, al proporcionar la oportunidad de desahogar sentimientos y de encontrar formas para sobrellevar las consecuencias del suicidio.
    Las reacciones del personal frente al suicidio de un paciente, son similares a las que se ven en los miembros de la familia, aunque frecuentemente ellos no sienten que tienen el mismo derecho de expresarlas, y también pueden incluir el cuestionar su criterio profesional. Con frecuencia es útil para el personal conducir una “autopsia psicológica” en un intento de comprender por qué y cómo ocurrió el suicidio, los signos y síntomas de riesgo, y de qué manera se puede alterar la rutina diaria para prevenir problemas semejantes en el futuro.[4]
    Asistencia en el lecho de muerte, eutanasia, decisiones de final de vida
    El principio de respetar y promover la autonomía del paciente ha sido una de las fuerzas directrices detrás del movimiento de hospicios y de los asuntos del derecho a morir, que van desde respetar los testamentos en vida hasta promover la eutanasia. Esto puede crear un conflicto entre la autonomía del paciente y la obligación del médico de salvar una vida.[18]
    Aunque las respuestas a las cuestiones de eutanasia y del suicidio con ayuda del médico pertenecen al ámbito de las leyes, la ética y la filosofía. No obstante, el médico y demás personal sanitario tienen papeles clínicos esenciales que desempeñar al abordar y desenmarañar estos asuntos al trabajar con pacientes deprimidos enfermos, en fase terminal.[16,19-24] Además, asuntos culturales y religiosos pueden influir poderosamente en este proceso de toma de decisión. Una encuesta hecha en el 1994, indica que los médicos de hospicios respaldan vigorosamente el derecho de los pacientes de rehusar ser conectados a una máquina que le sostenga sus signos vitales, y favorecen un control vigoroso del dolor aun cuando la vida se acorte como resultado. Sin embargo, estos médicos se oponen fuertemente a la eutanasia o al suicidio con ayuda médica, haciendo claramente una distinción profunda entre estas dos intervenciones.[18] Frecuentemente, a los pacientes que solicitan específicamente el suicidio con la ayuda del médico se les puede recetar medidas que aumentan la comodidad del paciente, alivian los síntomas y eviten que piense en tomar medidas drásticas.[6] En el 1995, un estudio de personas con cánceres avanzados que consistentemente expresaron su deseo de morir indica que este deseo esta relacionado con la presencia de depresión. Los pacientes que desean morir deben ser evaluados cuidadosamente y se les debe proveer tratamiento antidepresivo. No se ha estudiado si su deseo de morir persiste o disminuye con la mejora de los trastornos del estado de ánimo.[25]
    Es importante mantener una relación profesional en la que se toman decisiones compartidas desde el principio y durante todo el proceso.[15]
    Bibliografía
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    CONSIDERACIONES PEDIATRICAS SOBRE EL SUICIDIO
    Los adolescentes que padecen de cáncer tienden más a luchar por sobrevivir que a sucumbir ante la muerte, ya sea naturalmente o mediante el suicidio. El suicidio como ente separado de un trastorno mental, es sumamente raro entre los adolescentes al igual que entre adultos.[1] No se han encontrado pruebas de que cuando un adolescente rehúsa el tratamiento, esté realmente tratando de suicidarse. Más bien esta negativa está vinculada a la creencia de que la vida y la muerte están determinadas por el destino, la suerte, o Dios. El adolescente tiene la creencia de que su enfermedad es algo que escapa al control, y que está en manos de Dios o de cualquier otro poder.
    Incidencia
    Entre la población pediátrica en general de los Estado Unidos se suscitan alrededor de 2,000 muertes por suicidio entre adolescentes cada año. El suicidio se mantiene de manera consistente, entre la segunda y tercera causa de muerte en personas entre los 15 y los 34 años de edad. Clark propone que antes de la pubertad los niños son menos vulnerables al suicidio debido a la inmadurez cognitiva, lo cual hace difícil el proceso de planificación con intenciones mortales. Aun teniendo en cuenta los casos no reportados, es evidente que la tasa de suicidio ha sobrepasado el doble durante el período comprendido entre 1956 y 1993. Esta alta tasa se le atribuye al aumento y preponderancia del uso de alcohol entre los adolescentes; las enfermedades crónicas y graves no fueron descritas entre los factores de importancia que contribuyeron al aumento del suicidio.[1]
    La tasa de suicidio entre los adolescentes varones, es cuatro veces más alta que la tasa entre hembras. La tasa de suicidio entre adolescentes blancos es dos veces mayor que la de negros e hispanos. En un estudio entre estudiantes de escuela secundaria, 53% de 380 alumnos han tenido pensamientos suicidas, y de este grupo un 9% lo habían intentado. En otro estudio que incluía 11,631 estudiantes de secundaria, se informó que el 27% de ellos había tenido pensamientos suicidas, y 16% de los cuales, tenían ya un plan en mente, y el 8% ya lo habían intentado, de los cuales un 2% requirieron de atención médica durante el intento. El autor de este estudio, extrapoló de estos resultados que 276,000 estudiantes de secundaria realizan un intento de suicidio que requiere de atención médica. [1] Hasta la fecha, se conoce poco sobre la preponderancia de pensamientos suicidas y de sus intentos en los casos de cáncer infantil.
    Etiología/Evaluación
    Ya que es poco lo que se conoce en cuanto a los factores de riesgo de suicidio en el cáncer infantil, se podrían evaluar los factores de riesgo para la población pediátrica en general, de la siguiente manera:[2]
    1. Factores biológicos: los cuales incluyen historia familiar de trastornos psiquiátricos tales como la depresión, esquizofrenia, alcoholismo, narcodependencia, y trastornos conductuales. También la predisposición genética a tener bajos niveles de serotonina, se vincula a la depresión.
    2. Acontecimientos y predisposición: algunos acontecimientos en el en el transcurso de la vida tales como historial previo de abuso por parte de uno o ambos padres, eventos negativos como la muerte de uno de los padres, haber pasado por un proceso de luto infantil, y y una relación inter familiar hostil y llena de trastornos. Sin embargo muchos factores psicosociales y acontecimientos de carácter negativo, no han demostrado ser causantes de una conducta suicida subsecuente.
    3. Factores psicosociales: estos incluyen la naturaleza misma del ser adolescente, con sus deseos simultáneos de experimentar con drogas y alcohol. El conflicto o la confusión respecto a la orientación sexual puede ser un factor contribuyente al suicidio en el adolescente. Además algunas características tales como perfeccionismo, impulsividad, inhibiciones y aislamiento, contribuyen en conjunto a la probabilidad de que el adolescente tenga pensamientos suicidas.
    4. Trastornos psiquiátricos: estos se encuentran en un 95% de todos los casos de suicidio entre adolescentes, que llegan a efectuarse. Los siguientes trastornos suelen observarse en la mayoría de los suicidios: trastorno depresivo de consideración, esquizofrenia, alcoholismo, narcodependencia, y trastornos de conducta. Sin embargo, la mayoría de los individuos con trastornos psiquiátricos, no se suicidan.
    5. Contagio: esta es una expresión que describe el fenómeno de personas jóvenes, que se identifican con las conductas suicidas de otros. Las personas jóvenes que se encuentran en un estado vulnerable, podrían llegar a imitar la conducta suicida. Si nos vemos ante un caso de suicidio que se ha llevado a cabo en un centro para jóvenes con cáncer, debemos de dar apoyo inmediato y vigilancia continua a los demás compañeros sobrevivientes.
    6. La disponibilidad de armas mortales: la disponibilidad de un arma mortal, como una pistola o revolver, puede precipitar un acto suicida
    7. Acontecimientos motivantes: un diagnóstico de cáncer, puede cambiar lo que se consideraba un riesgo potencial de suicidio en un riesgo actual. En estos casos usualmente se presentan: a) un trastorno psiquiátrico preexistente, b) un número de factores que producen tensión, en la vida de esta persona, c) un acontecimiento inquietante como por ejemplo, un fracaso académico, y d) una enfermedad grave como el cáncer.
    Un autor describe la desesperanza que podrían experimentar los sobrevivientes del cáncer al sentirse como instrumentos en actos de suicidio. Ella afirmó que cuando un adolescente no puede determinar las razones para seguir viviendo, la desesperanza se hace cargo de los pensamientos y el suicidio se presenta como una solución razonable.[3]
    Manejo
    El manejo del suicidio debe llevarse a cabo mediante la evaluación cuidadosa y sopesada de niño con cáncer y de sus familiares. El conocimiento de los múltiples factores existentes en algunos niños que hacen su vida intolerable, deben ser confrontados. La prevención del suicidio debe incluir: a) una evaluación individual, b) ser referido a profesionales adecuados, c) un manejo adecuado de las dosis médicas, y d) una terapia siquiátrica individual acompañada de terapia familiar.
    Manejo farmacológico
    Cualquier evidencia de continuidad de depresión de niño a adolescente, y de transmisión familiar de este trastorno de padres a hijos, parecería argumentar que los mismos agentes que se usan en los adultos, serían eficaces en los niños. La eficacia de los antidepresivos en niños o adolescentes no sido aún establecida.[4]
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