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El impacto del maltrato infantil y el abuso sexual en un hombre adulto Puertorri

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El impacto del maltrato infantil y el abuso sexual en un hombre adulto Puertorriqueño

Axel Santos Figueroa
Doctor en Psicología Clínica
Escuela de Medicina de Ponce
Ponce, Puerto Rico

Trabajo publicado el 24 de septiembre de 2008

Resumen

   

   

    La literatura ha señalado que los niños y las niñas que provienen de hogares violentos, pueden experimentar problemas tales como ansiedad, problemas de concentración, agresividad y sentimientos de culpa.  Además, pueden desarrollar condiciones siquiátricas tales como el desorden de estrés post traumático, el  desorden de estrés agudo y la depresión, entre otros (Asociación Médica Americana, 1992).  Se ha indicado que los niños y las niñas que presencian la violencia en sus hogares tienen un riesgo mayor de convertirse en personas agresoras en la adultez y de manifestar conductas criminales.  Considerando los trabajos que sugieren que la exposición a la violencia y el maltrato tienen un impacto significativo en la vida de quienes lo reciben, la presente investigación tiene el objetivo general de presentar las experiencias de vida y el proceso psicoterapéutico de un hombre adulto sobreviviente al abuso sexual y al maltrato en la niñez.  Para esta investigación se realizó un estudio de caso con los siguientes objetivos específicos: 1) presentar e interpretar los relatos de vida de un hombre sobreviviente al abuso sexual y al maltrato en la niñez; y 2) explorar e interpretar el impacto de las experiencias de abuso sexual y maltrato en la niñez en un hombre adulto.

Palabras claves: Maltrato infantil; abuso sexual; estudio de caso; Puerto Rico

Introducción

La familia es una de las fuentes más importantes de afecto, apoyo y seguridad.  Al mismo tiempo es una de las instituciones sociales con los niveles más altos de maltrato, abuso y violencia (Gracia, 2002).  Muchas personas de diversas edades, géneros y clases sociales viven y sufren diariamente los efectos de la violencia en el contexto familiar.  Sólo hay que observar los diversos medios de comunicación para percatarse de la magnitud de este problema social a nivel mundial.  Una de las poblaciones más vulnerables a la violencia y al maltrato son los niños y las niñas.

La violencia en el contexto familiar es un fenómeno complejo.  Sus consecuencias tienen un impacto severo en la vida de un ser humano.  La literatura ha presentado evidencia de que las personas sobrevivientes a la violencia y al maltrato familiar están más propensas a sufrir de diversos problemas físicos y emocionales a través de su desarrollo (Asociación Médica Americana, 1992).  Un niño o una niña que vive o presencia actos de violencia en su hogar,  pueden sufrir de diversos problemas físicos y emocionales, tales como dolores de cabeza, tensión muscular, dolores de estómago, enuresis e insomnio.  Los niños y las niñas también pueden experimentar ansiedad, problemas de aprendizaje y concentración, conducta hiperactiva, conducta agresiva y culpa por su incapacidad para detener la violencia en el hogar.  También se ha indicado que las personas sobrevivientes a la violencia pueden desarrollar condiciones siquiátricas severas, tales como el desorden de estrés post traumático, el  desorden de estrés agudo, depresión, suicidio y abuso de sustancias, entre otros problemas sociales (Mullen, Martin, Anderson, Romans y Herbinson, 1993).

 
El maltrato y violencia contra menores se presenta a través de diversas manifestaciones.  Algunas de estas son el maltrato físico, la negligencia, el maltrato emocional, la explotación, el maltrato institucional y el abuso sexual (ESCAPE, 2003).

En los últimos años ha surgido un gran interés por estudiar el tema del abuso sexual y su impacto en los niños varones que lo experimentan (Parynik, 1995).  La literatura ha sugerido que la incidencia de actos de abuso sexual contra niños varones es mucho mayor que la que se ha informado en las estadísticas (Urquiza y Keating, 1990).  Algunos estudios indican que 1 de cada 6 niños varones experimenta abuso sexual durante su niñez.  Otros trabajos han estimado que la imposición a niños varones para realizar actividades sexuales se encuentra cerca de un 3% en la población norteamericana (Murphy, 1987).  Estudios más recientes informan una prevalencia de 16% en niños varones norteamericanos (Dube, Anda, Whitfield, Brown, Felitti, Dong y Giles, 2005).  El promedio de edad de los varones que son víctimas de abuso sexual fluctúa entre los 5.9 años y los 11.2 años (Parynik, 1995).

Se han identificado unos factores que influyen en la severidad del impacto del abuso sexual en las personas (Crowder, 1995). El primero de estos factores es la edad en la que se inició el abuso.  Por lo general, mientras menor sea la persona al momento en que se iniciaron los actos de abuso, mayor será su impacto en su desarrollo psicológico (Hunter, 1990).  Los niños y las niñas no tienen la suficiente madurez cognoscitiva para entender e integrar esas experiencias.  Un niño o una niña que experimenta el abuso sexual utilizarán estrategias primitivas, como por ejemplo, la negación, la represión y la disociación, para proteger la integridad de su mente.  El niño o la niña pueden, entonces, generalizar estas estrategias de afrontamiento a otras situaciones en su vida, provocando un deterioro en su desarrollo.

Otro factor identificado es la duración y la frecuencia del abuso.  Hunter (1990) sugiere que mientras más frecuente y mientras más tiempo una persona es abusada, mayor será la severidad de su impacto.  El ambiente en el que el niño o la niña van creciendo, es un ambiente violento y perjudicial.  El niño o la niña pueden acostumbrarse a este tipo de maltrato de manera que afecte sus relaciones con otras personas y consigo mismo o consigo misma.

El tipo de actividades que se realizan como parte del abuso es otro de los factores identificados.  La utilización  de fuerza excesiva mientras se ejecutan las acciones abusivas, tiende a influir en el impacto que tiene dicha experiencia (Urquiza y Capra, 1990).  La incapacidad de protegerse, de sentirse impotente, es mayor cuando un adulto domina mediante la fuerza física.  Las amenazas también tienen un efecto en el estado psicológico del niño o la niña.  El niño o la niña olvidan que el adulto utilizó la fuerza y coerción para que él o ella realizaran estos actos.  Esto trae como consecuencia que se sientan culpables y responsables, o que repriman las memorias de ese evento.  Hunter (1990) plantea que mientras más desviado sea el acto sexual impuesto, mayor será el impacto negativo para la persona. 

La naturaleza de la relación entre el o la sobreviviente y la persona que ejecuta el abuso puede ser otro factor que afecte el impacto de la experiencia.  Mientras más cercana es la relación existente entre las partes, mayor será el sentido de traición que experimentará el menor o la menor.  Los familiares que abusan de los niños y las niñas continúan formando parte del círculo en el que los infantes se desarrollan.  Será muy difícil para el o la sobreviviente olvidar y evitar la experiencia.  Crowder (1995) menciona que el niño o la niña siente confusión y ambivalencia, en el sentido de que le guarda lealtad y hasta cariño al familiar que abusa de él o de ella, pero al mismo tiempo le teme por sus acciones abusivas.   

El número de personas que cometieron el abuso y el sexo de éstas es otra variable que afecta el impacto de esa experiencia.  Hunter (1990) sostiene que mientras mayor sea el número de personas que participaron en actos de abuso contra una persona menor de edad, mayor será la posibilidad de que ésta crea que en el mundo sólo existen personas que son una amenaza.  También, si recibió los abusos de parte de hombres o de mujeres, éste se sentirá menos seguro que si sólo lo hubiera recibido por parte de uno de los dos sexos. 

El presente trabajo tiene como objetivo principal presentar el impacto que tuvieron las experiencias de abuso sexual y maltrato en la niñez en la vida de un hombre puertorriqueño adulto. 

Método

Participante

Para propósitos de identificar al participante se utilizará el nombre ficticio de José.  José era un participante de un grupo de re-educación y re-adiestramiento para hombres que viven la violencia en su relación de pareja .  Este fue referido a psicoterapia individual para trabajar con sus experiencias de abuso y maltrato en la niñez.  El participante contaba con 26 años de edad al momento de iniciar su participación en la psicoterapia.  Era un hombre puertorriqueño, nacido en la ciudad de Nueva York y vivió en los Estados Unidos de Norteamérica hasta los 25 años de edad.  Su padre tenía 56 años de edad y su madre contaba con 50 años de edad.  Su padre trabajaba como terapista en un hospital y su madre era pastora de una iglesia cristiana.  El padre murió en el transcurso de la psicoterapia.  José tenía una hermana mayor de 27 años de edad y un hermano menor de 20 años de edad.  La familia de origen de José vivía en los Estados Unidos.  El participante llevaba dos años de matrimonio con una mujer puertorriqueña de 28 años de edad.  La pareja había procreado un hijo varón de un año y seis meses de edad.     

Procedimiento de la investigación

El participante asistió a un total de 54 sesiones de psicoterapia individual.  El compromiso de participación que se realizó entre el psicoterapeuta y el participante era de 12 sesiones.  Cada 12 sesiones  se evaluaba el trabajo realizado, se identificaba el trabajo que faltaba por hacer, y se volvía a establecer un compromiso por 12 sesiones adicionales.  Esas sesiones fueron grabadas en cintas de audio para ser escuchadas con el propósito de escribir un resumen detallado, el cual se leía al comienzo de cada sesión.  Se le solicitó la autorización al participante para llevar a cabo este estudio.  Se le dio una hoja de consentimiento donde se explicaba el propósito y objetivos de este estudio.  Se le explicó que la información obtenida sería confidencial y anónima.  Una vez el participante aceptó participar en el estudio, firmó la hoja de consentimiento.

Hallazgos y Discusión

Para facilitar la reflexión e interpretación que se realizará del caso en esta sección se decidió dividir las reuniones de psicoterapia individual en segmentos de doce sesiones.  Se presenta el hallazgo obtenido y las implicaciones de estos a la luz de la revisión de literatura.

Sesiones 1-12

Durante este ciclo de sesiones, José describió los diversos tipos de maltrato y violencia que había vivido a lo largo de su desarrollo.  La experiencia de maltrato que tuvo mayor impacto y consecuencias a lo largo de su vida fue el abuso sexual.  José fue abusado sexualmente por su padre.   
 
José relató que él comenzó a experimentar los acercamientos sexuales por parte de su padre a los cuatro años de edad y se extendieron hasta la edad de 15 años.  Es importante identificar la edad en que comenzaron los actos de abuso sexual ya que, de acuerdo a la literatura, este es uno de los factores que influyen en la severidad del impacto de dicha experiencia.  Se ha sugerido que mientras menos edad tenga una persona al momento de iniciarse los abusos, mayor será su impacto en el desarrollo psicológico (Hunter, 1990).  Las experiencias de abuso sexual tuvieron un fuerte impacto en el desarrollo de la autoimagen de José y de cómo él se sentía consigo mismo.  Se ha planteado que el abuso sexual provoca que las personas sobrevivientes se sientan culpables y responsables por el abuso que recibieron (Vander May, 1988).  También se ha sugerido que estas personas manifiestan sentimientos de vergüenza y  de poco valor.  Estas consecuencias las podemos ver en las experiencias que ha tenido José a lo largo de su vida.  Sobre este aspecto José compartió:

    “Hay tantas cosas que me afectan, pero la más que me ha afectado es el abuso sexual.  Siento despreció hacia mí mismo, vergüenza y culpa.”

En términos psicológicos, la experiencia del incesto contribuye a que la persona sobreviviente desarrolle una pobre imagen física sobre sí misma.  Muchas personas sobrevivientes informan verse a sí mismas como personas feas o sucias.  Esta característica planteada en la literatura también pudo observarse en José.  Este aspecto se recoge en la siguiente cita:

    “Me sentía sucioâ?¦Me sentía mal cuando caminaba por lugares donde había mucha gente.  Me sentía como si estuviera desnudo.”   

Una situación particular que les ocurre a los hombres que sobreviven a la experiencia de abuso sexual es que se afecta su idea de la masculinidad.  Crowder (1995) menciona que el niño que fue abusado, al sentirse vulnerable, desarrolla un conflicto consigo mismo, ya que se siente que no cumple con el ideal social de la masculinidad.  Durante la cuarta sesión de la psicoterapia individual José expresó, sumamente afectado y llorando, sus dudas acerca de su hombría.  Solicitó la opinión del psicoterapeuta en varias ocasiones  acerca de cómo era percibido por ellos.  La persona que sobrevive al abuso sexual también crea dudas con respecto a su orientación sexual (Dimock, 1988); se siente confundida sobre si es una persona heterosexual, homosexual o bisexual.  Algunas de estas dudas fueron expresadas por José durante las primeras sesiones.  La siguiente cita ilustra lo que mencionó el participante:

    “(Al psicoterapeuta) Usted duda de mi hombría.  No entiendo por qué no soy un homosexual o un travesti.  Lo que me pasó a mí sólo le pasa a un homosexual o a una prostituta.  A mi me gustan las mujeres, pero mi experiencia me afecta en mi sentir como hombre.”     

La cita anterior refleja cómo José había internalizado la creencia de que una persona que fue abusada sexualmente debería ser una persona homosexual.  La internalización de esa creencia crea ese conflicto interno y esas dudas con respecto a su apariencia y con respecto a su orientación sexual.  Una de las estrategias que él utilizaba para romper con este efecto psicológico era agarrarse continuamente sus genitales durante las sesiones para validar su masculinidad.

Otra consecuencia psicológica que puede experimentar una persona sobreviviente al abuso sexual es la aparición de memorias o recuerdos de la experiencia traumática (Briere, 1989).  Estas memorias pueden manifestarse a través de todos los sentidos.  En la situación particular de José, no solamente eran imágenes que venían a su mente, sino que también experimentaba sensaciones físicas.  En diversas ocasiones, José expresó sentir sensaciones en su cuerpo durante la psicoterapia como, por ejemplo, sensaciones en sus talones, en los genitales y en su boca.  El recuerdo de esas memorias provocaba que José se sintiera muy triste y con mucho coraje.  La siguiente cita ilustra este punto:   

    “(Llorando) De todas las cosas que hizo mi padre la que más afectó mi dignidad fue cuando mi padre puso mi pene hacia atrás.  Esa es la sensación que más me afecta.”

Existe un vínculo bien cercano entre las experiencias de abuso sexual que vivió José y otras formas de maltrato.  José comunicó en varias ocasiones que el abuso sexual estaba acompañado por agresiones físicas y agresiones verbales.  Describió varios actos realizados por su padre que ilustraban la relación del abuso sexual con otras manifestaciones de maltrato. Por ejemplo, José compartió que, en una ocasión, su padre lo trató de ahorcar mientras le decía que lo iba a matar.  En otro momento, su padre cogió una correa y se la amarró a su brazo fuertemente.  Lo amenazó con “puyarlo” con una jeringuilla si él hablaba de lo que estaba ocurriendo, refiriéndose al abuso sexual.  En su intento para que José mantuviera en silencio el abuso del cual estaba siendo víctima, su padre recurría a otros tipos de maltrato.  José relató en una de las sesiones una de las experiencias en la que su papá lo amenazaba de muerte:

“Cuando tenía 13 años fui junto a mi padre a una playa y estábamos caminando por el coral hacia el mar.  Mi papá me agarró e hizo como si me fuera a tirar al mar. Yo creía que mi papá me tiraría. Me dio un terror brutal. Creí que mi papá me iba a matar. Salí corriendo lejos de él y me quedé temblando.”

El padre de José lo mantenía con la duda de si lo mataría o no.  Lo mantenía en un maltrato psicológico constante.  José expresó en una sesión que él había vivido una tortura por más de 16 años de su vida.

Uno de los tipos de maltrato que se ejemplifica con los relatos que José compartió es el maltrato psicológico.  El padre de José constantemente le comunicaba ideas a su hijo que quedaban impregnadas en su mente.  Estas ideas provocaban que José se sintiera mal consigo mismo como se refleja en la siguiente cita:

“Estoy cansado de sentir y pensar que las mujeres piensan que yo soy un violador o que la gente piensa que les voy a robar.  Mi papá siempre me decía que yo iba a caer en la cárcel, que yo era un títere.  Sentía mi cara sucia ante la sociedad.  Mi papá me hizo creer eso, me decía que yo iba a ser un violador, que yo iba a matar gente y que iba a caer en malos pasos.” 

Estas palabras pueden considerarse como una experiencia de abuso emocional ya que tuvo un impacto negativo en su autoimagen y en la forma en que él mismo se percibe.

José mencionó otra instancia, en donde, se sintió traicionado por su padre, ya que este había fallado en cumplir con su palabra.  Recuerda que su padre le había prometido que no abusaría sexualmente de él durante un día de las madres, pero sí lo hizo y no cumplió con su promesa.  José describió el impacto que tuvo esta traición en el aspecto psicológico.  Se creó un sentimiento de impotencia y de desconfianza hacia la figura de su padre.  Ese sentimiento de traición aún provoca reacciones en José cada vez que se celebra este día.  Como él nos explicó:

“Mi papá me violó un día de las madresâ?¦ Mi papá me dijo que no me haría nada ese día, pero cuando mi mamá se fue a dar un servicio religioso, él me hizo cosas, me traicionóâ?¦ Los días de las madres son los días más violentos que paso con mi esposa.  Ese día me provoca malestar, una rabia que no puedo explicarâ?¦ Sentí que mi espíritu murió ese día, y ahí paré de luchar.”

Un aspecto importante de estas primeras doce sesiones es que el participante cuestionaba la veracidad de sus experiencias de abuso.  Ponía en duda lo ocurrido, comentaba que le parecía increíble que esto le hubiese pasado.  La experiencia o el temor de que la información que se está revelando no sea creíble para otras personas es una de las experiencias comunes en las personas que sobreviven al abuso sexual (Josephson y Fong-Beyette, 1987).  José solicitaba la opinión del psicoterapeuta con respecto a si le creía o no que él hubiese sido víctima de dichos eventos.  Sobre las imágenes que venían a su mente, José pensaba que eran actos que su papá cometió, pero no estaba seguro de si estos habían ocurrido en realidad o se los imaginaba por el odio que le tenía.  Esta duda e incertidumbre se refleja en la siguiente cita:

“Tengo imágenes que llegan a mi mente que no entiendo.  Creo que son cosas que me hizo mi padre, pero no sé si ocurrieron en realidad.  Me siento como un mentiroso cuando lo digo.  Son cosas difíciles de creerâ?¦  No sé si usted (al psicoterapeuta) me cree, porque es difícil para mí mismo creerlo.” 

Durante estas primeras sesiones, José comenzó a compartir sus experiencias y el impacto que tuvieron las mismas en su vida.  El efecto de dichas experiencias es tan pernicioso que aún el participante siente el dolor y los sentimientos como si esas experiencias hubiesen ocurrido el día anterior.  Las experiencias de abuso que tuvo fueron tan dolorosas que aún José manifestaba dudas con respecto a la ocurrencia de ellas. 

Sesiones 13-24 
Durante este segundo ciclo de sesiones de psicoterapia individual, José expresaba sentirse con mucha tristeza a consecuencia de las memorias que estaba recuperando acerca del abuso.  José recuperó unas imágenes muy claras y fuertes que provocaban que reviviera nuevamente la experiencia.  Esta nueva vivencia tenía como consecuencia que José se sintiera con mucho coraje y con deseos de tomar alcohol.  Ã?l fue descubriendo que mediante la expresión del coraje y la manifestación de comportamiento violento, y el uso del alcohol podía responder al maltrato recibido.  Esta era la forma predominante como José respondía a las diferentes formas de maltrato que experimentaba, especialmente cuando vivía situaciones de injusticia.  Al igual que a otros sobrevivientes del abuso sexual, a José se le hacía mucho más fácil conectar con emociones tales como el coraje y la tristeza (Urquiza y Capra, 1990).

     
El recuerdo y las imágenes de estas experiencias de abuso sexual trajeron otras consecuencias en el aspecto psicológico.  Por ejemplo, él compartió que existían ciertos alimentos que no podía comer, como por ejemplo la avena y la ensalada.  La textura y el olor de estos alimentos le traían memorias del incesto y le creaban mucha incomodidad.  Esto fue lo que José expresó:

“A mi no me gusta comer avena, me da asco.  Cuando como avena, siento un olor a esperma y no me la puedo comer. Eso me pasa también cuando como ensalada.”

En este sentido, sus hábitos alimentarios quedaron afectados como consecuencia de la experiencia del abuso sexual.           
   
Algunos y algunas sobrevivientes al abuso han sido criadas dentro de ideologías fundamentalistas de la Iglesia.  La literatura ha indicado que muchas de estas personas describen sus experiencias en la Iglesia como abusivas (Ganje-Fling y McCarthy, 1996).  Al igual que lo planteado en la literatura, ésta también fue la situación de José.  Otra forma de abuso que el participante recibió por parte de su familia se vinculaba con la importancia que su padre y su madre le daban a la Iglesia.  Es necesario destacar que el padre y la madre de José eran ministros de la iglesia a la que pertenecían.  En este sentido, José no sólo recibía maltrato por las diferencias de poder que usualmente existen entre los padres, las madres y sus hijos e hijas, sino que también recibía maltrato de quienes representaban la institución de la Iglesia.  Como consecuencia de los abusos que recibió, José manifestó sentirse mal en términos espirituales.  La siguiente cita ilustra lo anterior:

“Mi mamá me dijo que yo había nacido para ser evangelista, que yo tenía el don de sanidad y profecía.  Que si no lo usaba, Dios me iba a sacar de la tierra, Dios me iba a matar. Yo no quiero ser evangelista, me da asco.”

Esa presión que ha recibido por parte de su padre y de su madre como representantes de la Iglesia, le ha provocado a José unas inseguridades e inquietudes respecto a sus creencias espirituales.  Manifestó querer tener una concepción de Dios propia y no la que le impusieron.  Esa imposición resulta ser un acto de abuso más que José estuvo experimentando a lo largo de su desarrollo.  Con respecto a la influencia de la iglesia y los abusos que recibió por parte de ella expresó:

“Quiero conocer a Dios a mi manera, no a la manera de mi papá ni de mi mamá. Le tengo asco a ese sistema de la Iglesia que pretende que las personas tengan un perfeccionismo falso, que promueve el abuso sexual, el abuso espiritual, el abuso físico, la violencia domésticaâ?¦A mi me enseñaron un Dios que tira rayos y que es punitivo.”

A José le mostraron una iglesia que abusa, le enseñaron a ver la muerte como una forma de castigo.  En este sentido no sólo fue su padre quien amenazaba de muerte a José mientras abusaba sexualmente de él, sino que también su madre intentaba lograr que él hiciera lo que ella quería mediante la amenaza de muerte.  El padre y la madre de José tenían un concepto de Dios bien parecido al concepto que tienen ellos de cómo ser mamá y papá: seres dominantes.  José tuvo un padre y una madre sumamente poderosos que usaron su poder para controlar, dominar, intimidar y amenazar.  José recibía un abuso de poder de parte de su padre y de su madre como padres y como pastores de una iglesia.  Esto puede considerarse como un tipo de maltrato institucional. 

Durante este ciclo de reuniones también surgió el tema de las experiencias que José tuvo con la pornografía.  José compartió que mientras él observa pornografía en el presente se masturba, pero lo hace con coraje, y no por placer.  Incluso llora y se siente enojado con la persona de la foto o la película.  Se pone muy triste ante la pornografía y siente como si él fuera quien actuara en ella.  Cuando ve pornografía, ve la mirada perdida en las mujeres y él se identifica con esa mirada.  Lo describe como si su cuerpo estuviera allí pero su mente no lo estuviera.  De acuerdo a Crowder (1995), este sentimiento de que el cuerpo se encuentra presente, pero no la mente, es una de las formas de protección psicológica que creamos los seres humanos y que es muy común en las personas sobrevivientes del abuso sexual.  Algunos ejemplos de esta experiencia son el sentirse que se está fuera del cuerpo, que se es otra persona, entre otras.  Durante las sesiones, José manifestó sentir algunas de estas experiencias.   
 
La exposición a la pornografía también fue parte del abuso que José recibió a una edad temprana.  Su padre veía pornografía en presencia suya cuando José contaba con tres o cuatro años de edad.  José conoció la pornografía temprano en su niñez por imposición de su padre.  La misma ocurrió junto al abuso físico y al abuso sexual que recibía de su papá.  Esta forma de sexualidad obligada, involuntaria y por imposición puede considerarse como un ejercicio de poder unilateral, de control y de dominio.  Es una relación en la cual el padre se impone y contribuye a que José sufra unas consecuencias a nivel psicológico.  En la actualidad, ante el gusto que José sentía por la pornografía, se consideraba a sí mismo como un adicto sexual.  Incluso comenzó a asistir a un grupo de personas adictas al sexo para entender sus sentimientos contradictorios hacia la pornografía (por un lado le gustaba y por el otro se sentía mal porque lo asociaba con su padre).     

Otro asunto de gran importancia ocurrido durante este ciclo de reuniones fue la muerte del padre de José.  Antes de que su padre enfermara, José tuvo la oportunidad de perdonarlo mediante una visualización dirigida.  Posteriormente, José tuvo la oportunidad de ir a ver a su padre a los Estados Unidos y perdonarlo por todo el daño que le había ocasionado.  La muerte de su padre puede interpretarse como una oportunidad  de sanación para ambos.  Tras la muerte de su padre ocurrieron varias cosas positivas.  Por ejemplo, José se dio cuenta de que mucha gente amaba a su padre, que su padre ayudó a muchas personas, y muchas otras cosas que desconocía hasta ese momento.  Estaba muy satisfecho porque, a pesar de la muerte de su padre, tuvo la oportunidad de hablar con su papá, perdonarlo y cerrar ese capítulo de su vida.  Ahora podía recordar con mayor facilidad las cosas buenas que tenía su padre y que había conocido a través de su muerte.  El trabajo del perdón que había realizado en las primeras sesiones de psicoterapia individual facilitó que este proceso pudiera darse en este momento. 

A consecuencia de su participación en el funeral de su padre, José descubrió que él había sido abusado sexualmente por otros hombres.  Comenzó a tener imágenes de un amigo de la familia que vio en el funeral de su padre abusando de él.  También recordó que a los cuatro años de edad fue abusado por un primo de su papá.  El funeral fue una experiencia muy importante para José ya que pudo regresar a su pasado y ver personas de su pasado estando en el presente.  A pesar de que estas memorias regresaron, José ya había hecho un trabajo.  En la actualidad era una persona diferente ya que contaba con más recursos y destrezas para manejar los sentimientos que le provocaban dichas memorias.

Los asuntos de masculinidad también fueron trabajados en este segundo ciclo de reuniones.  Ante las imágenes y los recuerdos que José estaba teniendo, comenzó a expresar nuevamente dudas sobre su identidad sexual.  José expresó de forma explícita la idea de que los transexuales, los homosexuales y los bisexuales eran personas que fueron abusadas sexualmente.  Esta idea que José tiene en el presente también pudo observarse en las generaciones anteriores de la familia como lo ilustra la siguiente cita:

“Durante el funeral le conté a mi abuela que yo había sido violado, aunque no le dije por quién.  Mi abuela me dijo que le diera gracias a Dios porque no salí homosexual.”

    Esa idea que la familia de José ha transmitido de una generación a otra, establece que un hombre que fue sexualmente abusado cuando niño no puede ser completamente masculino.  Esas experiencias de abuso que José experimentó hacen que no se sienta completamente hombre.  En las sesiones, él expresó sentirse menos hombre que el psicoterapeuta.  Sentía que tenía que probar su masculinidad constantemente.  Estas fueron ideas que José fue construyendo al no tener la capacidad de entender los actos de abuso que le ocurrían cuando era niño.  José, al igual que otras personas que viven la experiencia del abuso sexual, se enfrenta a una lucha consigo mismo al haber tenido unas vivencias que son contradictorias  a las nociones culturales de lo que es la masculinidad (Parynik, 1995).  Sin embargo, estas experiencias (las dudas, la necesidad de probar la masculinidad, etc.) son comunes entre todos los hombres en el proceso de desarrollar su masculinidad.  José vincula sus dudas acerca de su masculinidad con las experiencias de abuso sexual que vivió durante su niñez.  Los asuntos de masculinidad fueron aspectos muy dolorosos para José durante el trabajo en las sesiones de psicoterapia.  En varias ocasiones lloró y se mostró muy afectado emocionalmente por la experiencia que estaba sintiendo la cual fue, en muchas instancias, el resultado de los abusos sexuales que recibió por parte de su padre.       

Sesiones 25-36

En las primeras sesiones de este segmento de la psicoterapia individual, se retomó el trabajo con el asunto de la pornografía y la relación que guarda ésta con las otras experiencias de abuso que José vivió.  A José se le hacía difícil visualizar la exposición que tuvo a la pornografía como una experiencia de maltrato.  De sus relatos se desprende que su sexualidad fue estimulada antes de que él estuviese listo para entenderla.  El hecho de que el padre de José pusiera la pornografía y permitiera que éste la viera cuando era un niño de cuatro años de edad es una forma de abuso.  Es decir, poner a un menor a ver una película pornográfica cuando él no tiene la capacidad necesaria para entenderla es una forma de abuso.  José  asoció la pornografía con las experiencias de abuso sexual que estaba teniendo.  Las experiencias sexuales que tuvo con su padre fueron muy dolorosas y por eso podía verlas como una forma de abuso.  Sin embargo, como la pornografía le resultaba una experiencia diferente, José no podía verla como otra forma de abuso de parte de su padre. 

Tanto la pornografía como las experiencias sexuales fueron manifestaciones  diferentes del abuso.  En el caso del abuso sexual era un abuso claro e innegable por las consecuencias negativas que José experimentaba.  Por otro lado, el maltrato vivido a través de la pornografía no estaba tan claro para él, particularmente porque este tipo de experiencia no le producía dolor físico.  La pornografía fue una forma de maltrato invisible, que tuvo consecuencias similares al abuso sexual.  La pornografía fue impuesta y obligada aunque José no se diera cuenta.  Luego de realizar el trabajo psicoterapéutico sobre este tema, José comprendió lo que se estaba planteando en torno a considerar el gusto por la pornografía que tiene actualmente como un resultado de la imposición de parte de su padre.  Esto queda manifestado en la siguiente cita:

“Es como si un padre dejara una pistola encima de la mesa. Su hijo puede meterse un tiro.  En mi casa mi papá dejó la pornografía accesible en vez de quitar el canal porno o hacer alguna restricción al televisor.”

A medida que fueron pasando las sesiones, José fue viendo con mayor claridad el vínculo de la pornografía y el abuso.  Recordó que su padre veía la pornografía mientras abusaba sexualmente de él e incluso le pedía que realizara actos similares a los de las películas.  Estos recuerdos le estaban afectando fuertemente su estado emocional y generaron mucho coraje en él.  José recordó la forma violenta en que su padre abusaba sexualmente de él.  Sobre estas experiencias José comentó:

“Mi papá me obligaba a hacerle sexo oral y quería que lo miraraâ?¦ Mi papá me cogía como a una mujer y me dabaâ?¦ Mi papá era bien violento y agresivoâ?¦Mi papá era como un compañero de cárcel que me violaba.  Yo me crié en una cárcel.”

De acuerdo a José, su padre también traía a hombres del vecindario para que tuvieran relaciones sexuales con él mientras veían la pornografía.  El contexto en que ocurrió el aprendizaje de la sexualidad de José, a través de la pornografía, refleja mucho maltrato, violencia y abuso de poder.  Por las consecuencias que resultaron de estas experiencias era necesario que José trabajara en las sesiones con el origen de su desarrollo sexual a través de la pornografía. 

Durante estas sesiones, José identificó también que sentía mucho coraje hacia su madre porque ella sabía del abuso y no hizo nada para protegerlo.  Manifestó sentir mucho odio, tan grande o peor, hacia su madre que hacia su padre.  La experiencia del abuso sexual generó odio y resentimiento de parte de José hacia su padre y hacia su madre, a uno por los actos que cometió y a la otra por los actos que omitió.   

Una consecuencia que vivió José como resultado del abuso fue que desarrolló un miedo muy grande a realizarse exámenes médicos, particularmente sacarse muestras de sangre.  Esta situación surgió en la psicoterapia ya que él necesitaba realizarse los mismos para su admisión a la universidad.  Esta vivencia del presente puede vincularse con las experiencias que tuvo José con su padre en la que él lo amenazaba con “puyarle” con una jeringuilla si hablaba sobre el abuso que recibía.  Las sensaciones que estaba viviendo José en la actualidad como adulto eran similares a las que sentía cuando niño.  Cuando se enfrenta ahora a la posibilidad de sacarse la sangre le recuerda la experiencia del niño.  La siguiente cita ilustra lo que José compartió:

“Sacarme la sangre me da miedo a la muerte. No he podido dormir bien, me he sentido con furia. La gomita que me ponen en el brazo para sacarme la sangre me da terrorâ?¦ Es una cosa escalofriante sentir que te pongan la gomita en el brazo.  Quiero traer esto aquí para trabajarlo porque siento como si fueran a ponerme en una fila de fusilamiento. No quiero que por un miedo así no pueda ir a estudiar.” 

Uno de los asuntos que surgió en estas doce sesiones de psicoterapia fue la dificultad que José tenía para decir “no” a las personas que se encuentran en posiciones superiores.  Ã?l trajo unos relatos sobre esta dificultad en un escenario de trabajo.  Al examinar esta dificultad que José manifiesta se puede interpretar que esto también se asocia con la experiencia de abuso que él vivió.  En el caso del abuso, a pesar de que él decía que “no” con la palabra, esa manifestación nunca fue respetada por su padre.  En este sentido José fue obligado a decir que sí siempre.  A través de la experiencia del abuso sexual, José aprendió que la satisfacción y las necesidades de los otros o las otras eran más importantes que las de él.  Por lo tanto, esa capacidad de negarse a ciertas personas o experiencias no fue desarrollada apropiadamente.  Esta reflexión se observa en el siguiente planteamiento de José:

“Me siento culpable, como un egoísta si digo que no.  Tal vez me sentía así con mi papá.”

Sesiones 37- 48         

José había estado manifestando durante estas sesiones que no le gustaba caminar frente al público, porque sentía que las personas lo miraban de manera extraña y lo juzgaban.  Ã?l pudo establecer una conexión entre ese pensamiento actual y unas experiencias de su pasado.  José recordó que su padre lo despertaba durante las horas de la madrugada para ver juntos el canal de pornografía.  Mientras veían la pornografía, su padre abusaba sexualmente de él hasta las 5:00 o 6:00 de la mañana.  A consecuencia de esta pérdida de sueño,  José se sentía muy cansado, lo que se le notaba físicamente.  Su padre le pegaba y le decía que despertara porque parecía un “loco.”  Esa experiencia puede considerarse como uno de los orígenes a su situación actual.  Ese mensaje negativo (de que parece un loco), ha permanecido con José hasta su adultez y fue una forma de maltrato que recibió de su padre.  Este mensaje ha provocado unas consecuencias a nivel cognoscitivo en la vida de José. 

José tiene permanentemente la experiencia de que mientras habla con alguna persona, siente como si su cara no fuera la suya.  Se siente o se percibe a sí mismo como una persona diferente a él.  Adquiere rasgos de otras personas, lo que le provoca mucho dolor, particularmente si esas personas son mujeres.  De acuerdo a la literatura, ésta es una de las consecuencias comunes que experimentan las personas que viven el incesto en sus vidas (Briere, 1989).  Esta experiencia está vinculada con el hecho de que el padre de José lo maquillaba para que se viera más femenino, y realizaba otros actos que eran muy dolorosos como colocarle “pinches” de ropa para simular uñas, entre otras.  José aprendió a desvincularse, a ser otra persona como un método de autoprotección.  Esto también puede estar relacionado con el esfuerzo que José realizaba para encubrir lo que estaba ocurriendo.  Como él nos relató, tomaba rasgos y hábitos de otras personas para que el resto de la gente no pudiera percatarse de lo que estaba sucediendo con él.  Esos fueron los mecanismos que utilizó el niño para sobrevivir a dicha experiencia. Pero en la actualidad, ese mecanismo ya no estaba siendo efectivo.  Le estaba haciendo daño.  José necesitaba desarrollar nuevos mecanismos y estrategias de manera que pudiera eliminar los que ya no estaban funcionando.

A consecuencia de las sensaciones, las imágenes y todas las memorias que José había recuperado sobre el abuso, éste se encontraba experimentando lo que él llamó “ataques de pánico.”  Eran experiencias en las que sentía un miedo incontrolable a la muerte.  Este miedo alteraba su funcionamiento diario en términos de que afectaba sus hábitos de sueño, le impedía salir públicamente a la calle, entre otras cosas.  José libraba una batalla constante ante las consecuencias que le evocaban los recuerdos de aquellas experiencias traumáticas que vivió durante la niñez.    Este asunto se puede observar en la siguiente cita:

“No podía dormir, sentía que mi espíritu se salía de mi cuerpo, que me iba a morir. Tenía la sensación de estar enterrado vivo y no podía respirar.”   

Resulta sumamente difícil poder separar las experiencias de maltrato que vivió el participante porque todas ocurrían en conjunto.  José sufrió abuso físico y abuso sexual.  Además sufrió abuso mental o psicológico.  El abuso psicológico se refiere a aquellas ideas que el padre de José sembraba en su mente, aquellas ideas que acompañaban al abuso.  Como por ejemplo, las amenazas de muerte que José recibía de su padre si hablaba con alguien acerca del abuso que recibía.  Durante las pasadas sesiones se había prestado mayor atención al trabajo psicoterapéutico con los abusos físico y sexual.  En este ciclo se comenzó a trabajar más con las consecuencias que tuvo en José las experiencias de abuso psicológico.  El abuso psicológico le ha provocado mucho dolor a José.

Un ejemplo del abuso psicológico que recibió José de parte de su padre fue el mensaje de que los hombres que se masturban son unos violadores.  Al presente José mantiene la duda y el miedo de que él pueda cometer actos de abuso sexual en contra de otras personas, en especial con su hijo.  Su padre constantemente le inculcaba las ideas de que José era un títere, un delincuente, un violador, entre otras.  Una de las consecuencias de ese abuso psicológico y sexual que José vivió fue el desarrollo de esos miedos.  Esos mensajes fueron heridas que se quedaron y que necesitaban ser trabajadas para contrarrestarlas porque estaban afectando su funcionamiento diario.   

Otro mensaje que recibió José y compartió durante este ciclo fue que su madre le comentó que una persona de la Iglesia había sido abusada físicamente y que ésta había sufrido más que José.  Este es un ejemplo de cómo la madre minimizaba los efectos del abuso sexual.  Esta pudiera ser una forma de autoprotección de parte de ella; probablemente se le hacía muy difícil aceptar que estos acontecimientos verdaderamente ocurrieron y pensando de esa forma se sentía mejor.  Aún así, el mensaje tiene un impacto en José en términos de que no se valoriza todo lo que él ha luchado y ha pasado para sobrevivir a estas experiencias.

Estos miedos, estos mensajes y sus vivencias han hecho que José sea una persona solitaria y aislada de las demás personas.  A consecuencia de los cambios que José estaba trabajando en psicoterapia, este sentimiento de soledad y aislamiento estaba comenzando a provocarle dolor.  Pasó tanto tiempo de su vida escondiéndose y ocultándose, que ahora tenía mucho interés en integrarse con las personas, sentarse junto a ellas y conversar.  Las experiencias de maltrato que vivió afectaron sus destrezas sociales.  Ya esconderse y apartarse no resultaba ser un buen mecanismo de protección.  Este es un logro importante en la psicoterapia, porque José reconoce la importancia que tenemos los seres humanos de necesitar a otros seres humanos, reconoce que las relaciones sociales son importantes, que ser reconocido como un ser humano que existe es muy importante.  En el pasado José había desarrollado la destreza de estar solo y aislado, y ahora estaba comenzando a desarrollar sus destrezas sociales.  Este cambio  refleja que  José había comenzado el proceso de integración en este ciclo de reuniones.  Ha ido aceptando e integrando unas experiencias de su vida y, por consiguiente, no siente la necesidad de protegerse tanto como antes.   

Sobre los asuntos de la masculinidad, José continuó ofreciendo varios ejemplos de situaciones que aparentemente no estaban tan relacionadas con el abuso, pero que aún así le provocaban malestar. Estas experiencias estaban relacionadas con el rol y las cualidades que debe tener un hombre masculino de acuerdo a la ideología social.  Movido por la presión de unas amistades José se montó en una motora aún sin saber correrla.  En ese suceso casi tiene un accidente.  Otro ejemplo ocurrió mientras una persona robaba el auto de un predicador y José no hizo nada para detenerlo.  Algunos hombres de la Iglesia comenzaron a decirle que él era un “pato” porque no hizo nada.  Al igual que a otros hombres, a José le inculcaron unas ideas que sugieren que se debe poner la vida en riesgo para ser un hombre masculino.  No poner la vida en riesgo, significa que uno es un hombre miedoso, femenino o “pato.”

Este tipo de presión social inculca unas ideas y unos valores que presionan a un hombre a actuar de una manera destructiva, como se ve en los ejemplos que José ofreció.  En el proceso de construir la identidad masculina, los hombres viven un trámite complejo, difícil y doloroso en el cual aceptan o rechazan los referentes de la masculinidad.  Entre estos referentes se encuentra la idea de que el hombre debe tomar riesgos y ser temerario.  Otro referente es que el hombre debe negar sus miedos, sus dudas y cualquier sentimiento de vulnerabilidad (Román, González, Fernández, Cruz y Ávila, 2003). 

Durante este ciclo reaparece el tema de la crisis espiritual o de fe.  José se refería a esas experiencias relacionadas con la Iglesia que fueron dolorosas y que él ha identificado que ocurrieron en su niñez.  Ã?l recibió muchas presiones para que se mantuviera activo en la Iglesia.  Algunas personas de autoridad en su iglesia le habían dicho que él era una columna de la Iglesia y que mucha gente sería sanada por él.  La crisis surge, en parte, porque José ha comenzado a tener una visión crítica de la Iglesia y de la religión.  Anteriormente, al ser criado en una familia religiosa, no podía cuestionar lo que su papá y o su mamá decían.  Ahora, de adulto, José ha comenzado a mirar sus experiencias con la Iglesia y a trabajarlas al igual que lo hizo con sus experiencias de abuso.  De esta forma es que se expresaba su crisis espiritual. 
   
Sesiones 49-54 

Las sensaciones en el cuerpo de José eran más fuertes cuando se encontraba en la Iglesia.  Había ciertos hombres allí que le provocaban malestar y despertaban sus sensaciones.  En alguna dimensión José estaba relacionando a estos hombres con la experiencia de abuso que tuvo con su padre.  Una de las características similares entre estos hombres y su padre es que eran ministros de la Iglesia.  En el caso de José, existe una asociación bien fuerte entre la Iglesia, los ministros y el abuso.  Es bien difícil desligarlo.  La siguiente cita ilustra los sentimientos de José con respecto a la iglesia:

“Cuando estoy en el altar de la Iglesia predicando o cantando, siento como si tuviera zapatos de tacos puestos, siento que mi pene está doblado hacia atrás, que tengo uñas y maquillaje. Es algo increíble.”     
 
Mientras José está presente en la Iglesia se encuentra muy cerca de las experiencias de abuso.  Se le hace muy difícil establecer una diferencia entre lo que ocurría cuando él era niño y lo que ocurre ahora de adulto.  La experiencia de abuso que sufrió José fue tan extrema que la respuesta que está teniendo ahora, en el presente, son consecuencias de aquella experiencia del pasado.   

Los asuntos de la masculinidad fue un tema constante a través de las reuniones de psicoterapia individual.  El abuso hacía que para José fuera mucho más difícil manejar unos asuntos que todos los hombres tenemos que manejar.  El abuso que vivió por parte de su papá le había causado una herida muy grave.  Ha provocado que sea mucho más difícil para él que trabaje con esos asuntos de hombres comparado a una persona que no tuvo dicha experiencia.  Muchos de los cuestionamientos y dudas que José se hace acerca de su propia hombría, están relacionados conque es un hombre abusado sexualmente por otro hombre.

Una de las influencias más fuertes que ofrecía diversos modelos de lo que era ser un hombre, fue el vecindario donde se crió José.  Este vecindario era sumamente violento y allí se encontraban ejemplos del hombre mujeriego, el hombre que abusaba de los niños y de las niñas, el tirador de drogas, entre otros.  De acuerdo a José, este vecindario reforzaba los abusos que su papá cometía con él.  Los hombres lo agredían física y verbalmente, le faltaban el respeto, lo utilizaban sexualmente, entre otras cosas.  Al respecto José indicó que no sabía si era mejor quedarse en su casa o salir de ella.  Esos asuntos del vecindario eran extensiones del abuso de su papá.  El asunto de su vecindario resultó ser un tema muy doloroso para José.  Todas estas experiencias provocaron que él sintiera que no era aceptado y que continuara aislándose.  Las siguientes palabras de José reflejan su sentir al respecto:

“Mientras fui creciendo, quería identificarme con los muchachos malos, los tiradores de drogas, los gatilleros, etc.  Nunca sentí respeto de la gente, me sentía sin poder, como un “sissy” (marica).  Pensaba que eso era cierto porque mi papá me lo decía, y en la escuela y en el vecindario me maltratabanâ?¦ Sentía que no era nadie en ese mundo de la calle porque ellos tampoco me aceptaban. Nunca recibí aceptación, ni en mi casa ni en la calle.” 

Todas estas experiencias hicieron que José creciera con una necesidad muy marcada de amor y de afecto.  Constantemente buscaba la aprobación de otras personas.  José relató unas experiencias sexuales que sostuvo con un amigo de su edad.  En la actualidad estas experiencias le provocan mucha vergüenza y dolor por las implicaciones que tiene en sus asuntos de masculinidad.  Pero al examinar en profundidad dichas experiencias se puede observar que fueron unas experiencias cuyo propósito era recibir amor y afecto.  Quería tener una experiencia totalmente diferente a los abusos sexuales que estaba viviendo en su hogar.  Era una búsqueda por lograr la aceptación y aprobación de los demás.  Aún así, fue necesario trabajar con la culpa y el dolor que estas experiencias provocaban en su sentir como hombre.

El recuerdo de todas estas experiencias de su vecindario provocó que José se estuviese sintiendo muy triste, con mucha culpa, avergonzado y sucio; se despertaron nuevas sensaciones en su cuerpo, mucho dolor de cabeza, y otros sentimientos.  Para José era muy difícil hablar de esas experiencias, particularmente de aquellas que guardaban relación con la masculinidad.  A los hombres se nos enseña a negar nuestra vulnerabilidad y a ocultar las experiencias como las de José.  La visión de lo que es ser un hombre es que uno no hace esas cosas (tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo) cuando niño.  El proceso de convertirse en hombre es difícil porque requiere que uno niegue experiencias del pasado, requiere que uno niegue su historia.  Eso fue lo que estuvo haciendo José: tratando de ser de una forma que le hacía violencia a su humanidad.

   
Al final de este ciclo, José había comenzado a integrar muchos de los asuntos trabajados en su vida.  Anteriormente se le hacía muy difícil escuchar los resúmenes de las sesiones, pero por el trabajo de integración ha comprendido que esa fue su historia, que esa fue su vida y que no la puede cambiar.  Indicó haber recibido una explicación de parte de Dios para comprender mejor su vida y sus experiencias.  La explicación que tiene ahora es que él aprendió a sobrevivir sometiéndose a las peticiones de otros.  Que no era un cobarde sino un sobreviviente.  El trabajo realizado había ayudado a que José identificara y desarrollara unas fortalezas dentro de sí mismo y que pudiera sobreponerse a las crisis que estos eventos causaron a su vida.  Blume (1990) plantea que es esencial que el o la sobreviviente recupere ese sentido de poder sobre su vida para poder liberarse.  Esto fue lo que precisamente José comenzó a lograr durante este ciclo y con la totalidad del proceso de psicoterapia.     

Conclusión

A lo largo de las 54 reuniones de psicoterapia individual con José, pudieron  observarse los cambios y la transformación que él vivió como resultado de los trabajos realizados.  José fue aceptando e integrando las experiencias de su vida.  Estaba rompiendo con la idea de que haber sido abusado física, sexual y psicológicamente por su padre, lo colocaba en una categoría inferior comparado con las personas que no fueron abusadas.  Esto queda evidenciado por las palabras que él mismo compartió:

“Me considero un sobreviviente al incesto y no como una víctima. Un sobreviviente es alguien que lucha y una víctima es alguien que se tiene pena. Quiero ser un sobreviviente que pueda decir: eso me pasó pero sigo hacia delante. La psicoterapia me ha ayudado a aceptar que fui abusado por mi padre.” 

Otra cita que ilustra la transformación de José como consecuencia del trabajo en psicoterapia puede observarse en esta cita:

“Cuando termine la psicoterapia quisiera ser un voluntario y ayudar. Aunque sea estar sentado escuchando y dar mi testimonio. Me gustaría ayudar a muchos hombres que están en mi situación. (Al psicoterapeuta) Lo que ha hecho conmigo no tiene precio, si no hubiera conocido todo esto hubiera terminado en suicidio. Por eso quisiera corresponder por lo que me ha dado. Me gustaría trabajar de voluntario en comunidades especiales. Las cosas que uno hace sin paga le dan vida y existencia a uno.” 

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