Respaldo de material de tanatología

EL ESPÍRITU DE DIOS

EL ESPÍRITU DE DIOS
EL ESPÍRITU DE DIOS

El Silencio es el sonido que forma su voz, y por la intuición me envía sus mensajes. Se hace oír cuando amo escucharlo, mas para sentirlo, ciego mis ojos, sordo mis oídos y calmo mi mente, callando así mis sentidos.

Necesaria es la constancia, y mucha la paciencia, para calmar los impulsos cuando no me dejan; sin que apenas me dé cuenta que me ajeno a su Presencia. Así, cuando su voz quiero atender me acomodo en mi estancia y por tiempo suficiente, lo que me distrae se aplaza.

Del mundo exterior me voy durmiendo, como entrando en un sueño sin perder la Atención, para no distraerme con pensamientos, mas si estos afloran los dejo pasar dócilmente, como si del mar fueran olas.

Contadas veces ocurre el milagro, pues Él sólo habla cuando yo callo y no si le reclamo.

Y si por suerte escucho su voz, me cuenta grandes verdades con Claridad inigualable. Pero su idioma no es la palabra, sino la Fe que en Él se halla.

Y me dice que todo cuanto existe es Él mismo, que yo vivo un sueño si me creo distinto.

Cuenta que Él sólo es Uno, pero juega a dividirse en infinitas formas, que en retozo de Amor son creadas para su propio júbilo.

Me dice de dónde vengo, y también quién soy yo; me muestra adónde voy resultando que en su Centro siempre permanezco.

En tal caso quedo extasiado, de su gran Poder, y reconozco que a Sí comparado nadie me afirmo. Mas me dice que no me preocupe porque los dos somos Él mismo; que entienda que es su esparcimiento y no hay motivo para que me espante, pues la duda es el fantasma del ignorante.

Me muestra que sólo Él es Hacedor de todo cuanto yo advierto, y que en Sí se relaciona, formando una Unidad indisoluble, imperceptible a mi entendimiento, pero que todo se diluye en su Cuna, origen del único Movimiento.

Él siempre está presente, porque es la Presencia que todo lo impregna. Y sólo reconociéndolo como Señor seré la vida eterna.

A ti pues, me ofrezco; porque eres el Creador, y con renovada confianza me doy a tu descanso, cuando llegue el sueño eterno; siendo tu voluntad, en él me complazco.