Respaldo de material de tanatología

Espiritualidad al final de la vida

EN LA MUERTE, LA ESPIRITUALIDAD PUEDE HACER MÁS PROFUNDO EL SIGNIFICADO DE LA VIDA

Por Martha Rutland-Wallis y Hugh Maddry

Gina Pavone sabe que le queda poco tiempo en este mundo. Si no logran curar el cáncer de ovario que se ha extendido a su hígado, los médicos dicen que le quedan uno, dos, quizá hasta tres años de vida.
Tiene miedo, pero también está preparada debido a un sistema de creencias espirituales que le asegura que la vida no termina con la muerte.
“Es difícil enfrentar la muerte cuando uno no sabe realmente que hay al otro lado” dijo. “Y si bien creo que hay que pensarlo, uno no puede obsesionarse”.
Para llegar a este punto se apoyó en todas las lecciones de religión que aprendió y cada suceso espiritual del que ha oído hablar, del que leyó o vivió.
“Los primeros seis meses después del diagnóstico, me quedé aplastada en el sofá con mi perro”, dijo Pavone, de 54 años, de Troy, Michigan. “Cuando no dormía, leía libros espirituales. Creo que buscaba una manera de acercarme a Dios. Quería creer que ‘Dios’ me iba a cuidar”.
Pavone fue criada como católica, pero dice que se alejó de la iglesia después de la niñez, aunque sigue convencida de algunas de sus enseñanzas. También se apoya en su fortaleza espiritual.
“Realmente necesitaba saber por qué estoy aquí” dijo. “Creo que todos nos hacemos esa pregunta”.
Esa pregunta se responde de muchas maneras porque la espiritualidad tiene muchos rostros diferentes. Es un aspecto central de todas las religiones y, de un modo u otro, es en lo que se apoya la gente cuando se da cuenta que está por ir a un lugar desconocido.
“Estamos comenzado a comprender que la espiritualidad  es de la mayor importancia al final de la vida” dijo el reverendo Kevin Calloway, que trabaja en la iglesia africana metodista episcopal de St. Paul en Olathe, Kansas. “Eso es lo que nos preocupa. Cuando alguien sabe que se está muriendo, se ve la vida de otra manera”.
La espiritualidad puede encontrarse en las conexiones, relaciones y significados que dan pasión, compromiso y esperanza a la vida: un grupo que se reúne a escribir poesía, un programa de doce pasos, el amor a la naturaleza, la meditación. Puede venir a través de una relación personal con un poder superior, pero también puede alcanzarse por vía de la contemplación, el arte o la música.
John Rudd, coordinador de la atención espiritual del Hospice of Bluegrass en Lexington, Kentucky, supervisa un programa de capacitación que enseña a los capellanes a comprender mejor cómo la espiritualidad, por oposición a la religión, se relaciona con la muerte y morir. Rudd dijo que es importante para la comunidad religiosa respetar las diferencias de la gente en cuanto a espiritualidad.
“Es interesante ver que mucha gente no está asociada con ninguna iglesia o grupo pero tiene una profunda conexión y conciencia espiritual y se esfuerza por relacionarse con los aspectos más elevados de su existencia” dijo.
Algunos encuentran profundas reservas de fe que nunca sospecharon que estuvieran allí. Karen Boland, pastora asociada de la Unity Church of Today de Warren, Michigan, lo ha visto suceder frecuentemente. Dice que un diagnóstico de enfermedad terminal puede hacer que la gente se lance a una búsqueda, que la lleva a comprender que hay verdades más profundas. Y esa comprensión, aunque es repentina, es profunda.
“A veces esa gente puede profundizar más en un instante que los que han estado buscando muchos años” dijo Boland.
Pueden aterrizar en cualquier dirección, incluyendo el retorno a una fe que creyeron que habían abandonado hacía tiempo.
“La fe religiosa profunda y participar de una comunidad de fe es muy importante para la gente con enfermedades graves o terminales” dijo el doctor Harold G. Koenig, autor de “The Healing Power of Faith” (El poder curativo de la fe) y profesor de la Duke University. “Los estudios muestran que involucrarse en esas cuestiones se relaciona con menos depresión y ansiedad, mayor bienestar y una mejor calidad de vida. También puede vincularse con un mejor funcionamiento del sistema inmune, presión sanguínea más baja y una supervivencia más prolongada”.
Pese a ello en Estados Unidos no se alienta a confrontar la muerte y no se hable ya de analizar su significado.
“Vivimos en una cultura que niega la muerte” dijo Rudd. “Sabemos en el fondo de nuestras mentes que va a suceder pero no lo pensamos demasiado a menudo. Es un evento de una vez en la vida y nuestra cultura nos enseña que está lejos, al final del camino”
A decir verdad, dijo Boland, “todos estamos en la línea de salida. Y no sabemos en qué punto de la fila estamos. Hay hijos que mueren antes que sus padres, padres antes que abuelos. Es ese azar lo que aumenta el temor”.
Para algunos es el momento de enseñarle el puño a Dios, un temor abrumador al dolor físico y la preocupación por los seres queridos. Cuando se acaba ese choque inicial, la gente realmente desea hablar de lo que logró en la vida y todo lo que queda por hacer.
Pavone dijo que durante el “período de llanto” tuvo muchos interrogantes, preguntas tales como: “¿Por qué yo?”
En el caso de Rich Lech fue: “¿Por qué no yo?” según su esposa Kathy Lech.
  Para Cathy de 41 años, sus fuertes creencias religiosas le han dado la fuerza para soportar la larga enfermedad de su marido, diagnosticada como cáncer del cerebro. Pero su marido es ateo.
“Cuando la gente le decía que debía agradecer a Dios que los médicos descubrieron su cáncer en fase temprana dijo: ‘No agradezco a Dios. Le agradezco a Aristóteles, porque es el que inventó el método científico que ayudará a salvar mi vida”.
Pero Kathy Lech dijo: “Yo sé que el Espíritu Santo nos ha ayudado a ambos. Rich tiene una ayuda especial lo sepa o no”.
Lech dijo que tenía esperanzas de que su marido, que ahora recibe atención domiciliaria (“hospice”) cambiaría su modo de pensar.
No importa, dijo “algún día estaré con él (en el Cielo) y le diré: ‘Te lo dije'”.
Mientras algunos se sienten seguros de su fe única, otros creen que la respuesta es la búsqueda y la mezcla de ideas.
Ese fue el caso de Rose Thomason, una escritora de Palm Coast, Florida, que siguió un camino espiritual diverso y todo lo que vivió le resultó reconfortante cuando a los 60 años se le diagnosticó un cáncer de pecho avanzado.
Se nutrió de una variedad de tradiciones espirituales, incluyendo la cristiandad con la que se había criado. La atraían las tradiciones contemplativas del este y el oeste por igual. Practicaba kum nye, una forma budista de plegaria corporal, similar al yoga. Meditaba regularmente.
Por sobre todo reflexionaba sobre su alma en lo que escribió. Cuando le diagnosticaron el cáncer, inició un diario que fue publicado luego en forma de libro. “Resumiendo Mi Alma: Un Año con el Cáncer “. El libro describió la relación entre la espiritualidad y morir: “Enfrentarse a la muerte hace que uno se concentre -escribió- clarificando el alma y haciendo delgadas las membranas que separan el espíritu y la materia”.
Mark , su hijo, recuerda a la familia sentada tranquila junto a la cama de Rose hacia el final de su vida. Cada uno rezaba en silencio. Una mujer jamaiquina del círculo de la iglesia de Rose se acerco con toda su familia. Le pidió permiso a Mark para rezar una plegaria de sanación. Mark estuvo de acuerdo y se sorprendió cuando la familia jamaiquina rodeó la  cama, tocando a Rose y rezando en voz muy alta. Rápidamente sintió el poder de esta ceremonia, una cura de manos tradicional. “No la entendí -explicó- pero me hizo sentir bien”.
Si bien los líderes espirituales concuerdan en que morir podría muy bien ser una experiencia profundamente positiva, comprenden los temores humanos al respecto. La noción de la muerte hace perder el control y a menudo genera una batalla con la desesperanza y la impotencia.
“Nos empezamos a preguntar ‘¿De qué sirve todo?'” dijo Boland. “Y ése es comúnmente el momento en el que comienza la búsqueda de un sentido en la vida”.
Si bien Pavone está convencida que “hay algo más después de la vida en la tierra” aún no está lista para dejar su cuerpo.
Ahora con su tercer tratamiento con drogas de quimioterapia, sus tumores se están reduciendo, ofreciendo esperanzas de una prolongación de su vida. Pero por fin dijo “uno tiene que olvidarse de los números y comenzar a concentrarse en vivir”.
Pavone se está mudando a New York para estar más cerca de su familia. Ella y su compañero acaban de comprar una casa en el lago Champlain en Vermont, donde piensan pasar un tiempo.
“No sé qué es lo que Dios ha resuelto para mí”, dijo. “Simplemente sigo la rutina, hago mi quimioterapia y todos los exámenes de sangre”.
Cuando su mente va hacia lugares que le provocan temor “pienso, me siento y hablo con Dios. No hay nada que nos separe”.
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(Martha Rutland-Wallis es directora de educación pastoral de clínicas en el centro de cuidados de salud VITAS de Miami. Hugh Maddry es vicedirector del Servicio Nacional de Capellanes de la Administración de Salud para Veteranos, en Hampton, Virginia)
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